Palacio Ogunros

Honestamente no sabría si decir que Clifford se estaba haciendo el rudo y estoico, pues reiteraba mi opinión con respecto a la situación de cómo hubo una masacre aquella noche.

Aún así, nos prometió lo que queríamos, recursos y protección, y con eso me bastaba, ya el remate acerca de que si nos portabamos bien y todo eso sobraba... Tenía su palabra y algo a usar en su contra si se pasaba de listo, así que por ahora me era más que suficiente.

Honestamente la recompensa poco y nada me interesaba, pero confiando muy ciegamente en su palabra, miré a la soldado y empezamos a avanzar, Raissa preguntó algo normal y la soldado respondió algo lógico, aunque también sentí esa vibra como que la tomaba por tonta, aún así, supuse que era algo que veríamos varias veces, vaya... Que tendríamos que armarnos de paciencia.

Curioso... ¿No? Si es que ahora Raissa y yo parecíamos compañeras de trabajo o algo.

El punto es que caminamos bastante por los pasillos, observé con calma algunos que ya se me hacían medianamente familiares y acabamos hasta otro lado, dónde estaría aquél paciente, la soldado asumía que ayudariamos a Ogunros cómo nosotras que cumplirían su parte del trato, no dije nada, creo que ya esas palabras sobraban, pero igual, ingresamos a la habitación y ahí estaba un hombre recostado.

Rioncell, como parecía llamarse, nos contó lo sucedido, afirmé a modo de verificar que el nombre de Wendigo era correcto y suspiré reflexiva, aunque la realidad es que lo que nos contaba yo ya me estaba haciendo una idea... Lo que nos faltaba, agradecía no haberme visto dañada severamente por ellos.

Raissa se adelantó, y revisó al cuerpo, por mi parte decidí anunciar que me acercaría ahora yo, aunque no a revisar sus evidentes heridas, si no a buscar por encima cualquier cosa sospechosa. Incluso intenté sentir algo que fuese más allá que solo ver las heridas, dependiendo de lo que pudiese sentir, tanto esencialmente cómo físicamente, tal vez me podría dar una idea.

—Cuando despertó... ¿Mencionó algo referente a tener sueños o sentía algo en concreto además de su herida? Necesito todos los detalles posibles—. Pregunté a Rioncell sin mirarla, pues estaba centrada en el tal Shawn.

 

Hum... Admitía que la respuesta era bastante insatisfactoria, no sabía si seguían siendo recelosos o era genuina ignorancia, podría esperar por Clifford haber si decía algo interesante, pero caía la misma cuestión, bien podría seguir buscando en el hombre lo que le sucedía, incluso frené un instante para ver a Rioncell, me quedé reflexiva un instante para desviar mis ojos al tal Shawn, después de meditarlo un poco, decidí ir mejor con todo.

Suspiré para después afirmar sin mirar a la soldado.
—Necesito ver su herida, tal vez haya algo que ustedes no han podido ver—. Dije para proceder a ello, mis tratos físicos no eran precisamente delicados, mis movimientos eran toscos, pero no severos, simplemente es que no me era común atender pacientes, intenté ir con el mayor cuidado que podía para ir quitando el vendaje, después de todo, aquí estaba Raissa y podría ayudar para ponerle un vendaje nuevo al hombre, así, ya vería si algo estaba sucediendo en tiempo real.

Contenido oculto

• Abrir su herida y aún lastimandolo un poco más, buscar algo "extraño" en la herida.

 

Por fortuna nadie se había interpuesto en mi decisión de retirar las vendas y volver a abrirle la herida al erudito, mi poco cuidado hacía un poco de desastre, pero no era estúpida, no provocaba tampoco tantos daños, en realidad, tenía que saber un poco el cómo moverme si no quería provocar más problemas a alguien de por sí moribundo.

Pude sentir y percibir lo que parecían hilos negros, por lo que, al ser todo, me retiré un momento mientras me quedé reflexiva... esto... era un problema, e incluso por un momento consideré dejar el asunto así al tener en cuenta que si procedía... sería un problema.
Sin embargo, tenía un trato con Clifford y por ahora, no quería dar la imagen de ignorante o impotente, por lo que empecé a hablar:
—Esto va a sonar de locos... Pero necesito que me presten mucha atención-

Pero no tuve tiempo a acabar nada antes que el hombre empezase a convulsionar y hasta gritar, Raissa actuó, y no evité insultar la situación, por lo que empecé a limpiarme como pude la sangre en mis manos mientras de mi vestimenta, en un bolsillo oculto, saqué un talismán con forma de escarabajo, no había tiempo para detalles, pero era algo que tenía con recelo y hasta cariño.

—Raissa... necesito que sigas exactamente lo que te digo—. Dije mientras buscaba alrededor, tomé una parte de la tela de la cama del hombre y la arranqué mientras me picaba con el mismo talismán la palma de la mano izquierda.
>>Necesito que le provoques un breve paro cardíaco al hombre, sin preguntas, haz lo que haga falta, pero también necesito que hagas lo posible porque sea unos instantes, lo necesito bailando entre la vida y la muerte, ahora mismo está en ese punto, pero si no hacemos nada, lo vamos a perder definitivamente—. Dije mientras veía también a la soldado, tal vez no le gustaba lo que escuchaba, pero si la miraba era por una razón.
>>Está conectado a algo que le está drenando toda su vitalidad, por eso es que llegó a un punto en el que "durmió", no está dormido, está muriendo, y ahora está por terminar el trabajo, necesito que ayudes a Raissa a sostenerlo para que no se haga más daño, debo conectarme a su espíritu para romper el vínculo que lo está matando—. Continué mientras empezaba a empapar parte de mi sangre al talismán y también a mi frente y empecé a amarrarme la tela en mi mano izquierda como con el talismán mismo.

—Mientras hago un breve ritual, el hombre ya deberá tener el corazón detenido, confíen en mí, para ustedes, solo serán segundos, si en verdad quieren a su hombre de vuelta—. Dije para después empezar a concentrarme mientras terminaba de hacer el nudo, tomé parte de la sangre del hombre y empecé a recitar unas palabras en latín...

Vita vel mors

Estaba empezando a murmurar mientras me manchaba la sangre del hombre en mi frente y luego en mi amarre.

Anima sive inanitas

Seguí murmurando mientras pasaba mi mano derecha sobre el rostro del hombre sin tocarlo, como si buscase algo invisible en él.

A tenebris in solitudinem

Fuí llevando mi mano hacia la herida, aunque no lo pareciese, empezaba a entrar en un especie de trance, pues la que estaba haciendo todo no solo era yo... el talismán estaba sirviendo como un potenciador, en un breve momento de lucidez, llevé mi mano derecha a mi vestimenta y, de la altura del pecho, de un bolsillo, saqué lo que parecían hojas secas, las aplasté y liberé su aroma para aspirarlas y volví mi mano al hombre, tocando ahora sí su frente mientras terminé por llevar el talismán en mi otra mano a la herida.

In quo lucem excudi

Murmuré cómo último, exhalando una última vez, esperaba que Raissa ya hubiese parado el corazón del hombre, porque este tenía que ser el momento para que yo pudiese conectarme espiritualmente con él... penetrar en el sueño que estuviese teniendo.

 

Ni siquiera pude prestarles atención tanto a la guerrera como a la médico de lo que decían o hacían, tenía que concentrarme en mi propio ritual o podría estropearlo todo y que acabase aún peor ante una situación ya de por sí delicada.

Poco y nada me importaba que les molestase mi propuesta o desconfiaran, si trabajaban conmigo tenían que habituarse a esto, así, pasado lo que ellas pudieron organizarse brevemente, el amuleto y mis palabras finales fueron ejecutadas para, acto seguido, aferrarme con fuerza a uno de los brazos del hombre con una firmeza encomiable, todo con tal de que, inconscientemente, no me movieran de ahí mientras estuviera en trance.

Para ellas parecía que de pronto me callaba y dejaba de moverme y de hacer cualquier cosa, para ellas de seguro solo pasaran segundos, pero para el erudito y para mí, sería muy diferente...

 

Corrí, seguí haciéndolo hasta que regresé justo en el punto en donde había comenzado todo, por lo que recosté con cuidado al crío y comencé a meditar mientras ponía ambas manos en el pecho del joven, empezando a recitar unas palabras en forma de susurros cuando pude dar una gran bocanada de aire y eso me hizo retroceder, mientras hace unos segundos estaba arrodillada, ahora de pronto me encontraba de pie y retrocedía, pestañeando varias veces mientras intentaba ubicar en dónde me encontraba.

Llevé una mano hacia la frente de mi rostro, tratando de secarme el sudor mientras volteaba a ver a Raissa y al tal Shawn, ya reaccionando por fin y ahora parecía que agonizaba de dolor, a lo que pude suspirar con alivio, ya podían dejar de dudar de mí gracias a esto, o eso quería pensar...

Poco después se me acercó la soldado, preguntándome qué pasó, a lo que traté de verla bien un momento antes de responder, parecía, naturalmente, intrigada, por lo que primero afirmé en respuesta y luego alcé la vista para mirarla directamente.
—Le saqué todo el mal de... sea quien sea que le hizo esto—. Inicié, hablando seria como ya era costumbre en mí.

>>Tuve que confrontar a... un especie de monstruo parásito que se dedicaba a "devorar" a tu Erudito, no era literal, era mas bien... Esencial, llamémosle, llegué justo a tiempo a quitárselo de encima, y aunque se defendió bien no pudo mas que caer muerto, así, roto el vínculo entre esa cosa y tu hombre, es como mágicamente lo tienes de vuelta, ahora todo lo que necesita es atención médica como están habituados, mi papel para con él terminó—. Añadí, sin dar demasiados detalles, en primera porque no lo veía relevante y en segunda porque dudaba que ella entendiera todo el bodrio de cosas que tenía que explicar, y si me ponía de honesta era por una buena razón...

>>Lo raro es que había otro sujeto allí, un entrometido pelirrojo, y me robó algo muy importante, mi talismán, como puedes ver ya no la tengo conmigo. —y efectivamente, me moví de modo que pudiera ver que ahora el objeto ya no estaba conmigo...—. No sé cómo llegó ahí y no me interesa, lo que me importa es que perdí parte de mis herramientas para hacer esto, y como intuirás, estando incompleta de herramientas no podré seguir ayudando como hace poco lo hice. Esto me salió muy caro, ya tienen a su hombre, creo que merezco una paga a la altura. Entiendo que no confían en mí y tal, pero llegamos a un trato, y si queremos evitar más cosas como estas necesitaré que si bien no me devuelvan mi talismán, sí que me ayuden a hacer otro, porque es muy importante—. Dije, haciendo mucha énfasis en todo eso último que dije.

Luego me erguí, a lo que me masajeé los ojos un momento, no solo no había logrado salir indemne del combate, si no que algún bastardo había estado presente allí, diciendo mi apellido, y eso siempre era preocupante.
>>Hay más como yo, es evidente, y hace poco, alguien dijo mi apellido, y eso nunca es bueno