Tokorozawa Bosques de Totoro [Bosque]

Humedal de libélulas

La bruma mental se desvaneció lentamente, reconocí a la chica frente a mí, distinguí algunas siluetas más allá y traté de seguir sacudiéndome la idea de que estaba preocupando o incomodando a más personas que solo a Vero. Era una sensación que despreciaba, apenas aparecía sacudirla era una misión que me significaba demasiados recursos mentales, más de los que me parecían normales, y quizás por ello estaba allí abrazando a la pobre niña en vez de haber apartado a juntar mi desastre lejos de los demás.

Vero correspondió el gesto, lo sentí, y al notarlo solté algo de aire contenido con lentitud, me sirvió para calmarme y volver a mi centro aunque fuese despacio. Parpadeé, logré poner en línea mis emociones y con ello las lágrimas en lugar de liberarse sin contenciones, comenzaron a retroceder mientras lo hacía también el nudo en mi garganta. Que dijera que estábamos juntas y Copito nos cuidaba logró hacerme sonreír de forma sutil, a la vez que asentía con la cabeza.

—Gracias —dije pasado un rato, cuando creí encontrar mi propia voz, y estrujé a la muchacha entre mis brazos con algo más de fuerza—. De verdad, Vero.

Humedal de libélulas

Fue cosa de un parpadeo, cuando la historia empezó a pisar demasiado terreno emocional fue como si tirara de un cable para zafarlo del enchufe sin ninguna clase de cuidado y dejé de escuchar. Mi atención pasó sin escalas a los ruidos del humedal, al mínimo movimiento de una hoja o una rama al caer desde alguna planta hasta el suelo.

Lo único que pensé fue que, teatro o no, al menos la prueba de valor había construido sus incontables intentos por hacer que nos cagáramos encima en un propósito más noble como permitir que un niño cruzara al otro plano de una vez. Fue un consuelo si se quiere, al menos pretendí que lo fuese cuando comencé a notar que a más de uno la historia le había pegado demasiado cerca de casa a más de uno.

Vólkov, Ishikawa y el mismo Dunn parecían estar en ese saco. Distinguí sus siluetas, también a los que se les acercaron a algunos o lo intentaron y yo me mantuve estático, ajeno al mundo que discurría a mi alrededor. En una suerte de idea inconsciente busqué a Sasha con la mirada, se había acercado al grupo junto a Kenny todavía, pero cuando me di cuenta él se había acercado al señor seguramente a preguntarle algo.

Me había quedado cerca de Fiorella, me pareció lo normal, y solo noté que estaba en el saco de los afectados cuando pareció recordar mi existencial para mirarme directamente. Sus ojos brillaron con algo más de intensidad ante las luces y la sonrisa no acabó de alcanzarlos, fue como si algo se hubiese desconectado y... solo le regresé el gesto. Sin más.

—La verdad es que no —respondí pasado un rato, luego de darle vueltas al asunto y llegar a la conclusión de que no me sentiría cómodo preguntando ni la mierda más trivial—. Prefiero tratar de ignorar que nos mandaron acompañados de un supuesto espíritu y que al final Jack no estaba tan errado con su suposición.

El niño había muerto.


Humedal de libélulas

A mitad de la conversación con Hubert los profesores aparecieron así que tocó callarnos para escuchar al señor, que era el mismo que nos había hablado por los walkies en determinado momento, a mí me tocó ir a dejar la linterna y luego de eso... La cosa se puso bastante más espesa de lo que a cualquiera, incluso a mí que era más bien desapegado, le habría gustado. Fue orquestado de principio a fin lo cierto era que la historia estaba diseñada para atravesar a algunos.

Apenas noté el terreno que estaba pisando el viejo se me tensó el cuerpo, fue inevitable, y me moví mi lugar para buscar a Jez con la vista apenas pude solo para notar su silueta recortada por la luz. Estaba estaqueada en una posición, como una muñeca con las articulaciones descompuestas, e imaginé que era su intento por desaparecer de los ojos del mundo o borrarse a sí misma del espacio, pero no lo logró. Ambos movimientos ocurrieron casi al mismo tiempo, pero otra albina estaba más cerca y la alcanzó primero, dejando a Wickham con la intención en el cuerpo. Dudaba que lo hubiese notado siquiera, porque cuando la otra chica la tocó le tomó algo de segundos reaccionar y cuando lo hizo todo lo que logró fue destrabarse el cuerpo para abrazarla.

Suspiré, aceptando que estaba bien acompañada, y en mi recorrido visual por el resto de personas noté a Anna con Kohaku y entre lo de Jez el corazón se me empezó a revolver en el pecho en una mezcla de preocupación y tristeza. Aparté la sensación como pude, lo suficiente para poder mover el cuerpo y avanzar hacia los profesores porque luego del incidente de la mujer y el mono habían cosas que no encajaban del todo.

Los saludé con una reverencia bastante informal, para qué decir lo contrario, y como Kazami estaba ocupada con Atkinson no me quedó más que hablarle a Shinzo. No era mucho, pero era lo que había, lo que me respondiera al menos me ayudaría a atar cabos.

—¿Qué puede decirme de los yōkai? —le pregunté tan monótono como era usual—. A Dunn casi se lo come una Nure Onna y luego tuvimos que montar un circo para un Hihi.

 

Hubert se acercó al anciano cuando estaba acabando de responderle a Kenneth. Tomoki intercambió la vista entre ambos, atendió a la reverencia algo torpe del recién llegado y la serenidad en su expresión no se inmutó. Respondió para los dos.

—Proveníamos de las afueras de Sayama. Al estallar la Segunda Guerra, decidimos buscar refugio en las Colinas y dimos con esta pequeña comunidad. Vivían del arroz y de la pesca, en una suerte de mundo paralizado en el tiempo. Koda siquiera llegaba al año y yo tenía seis. —Una sonrisa nostálgica curvó sus labios—. Nos aceptaron de inmediato, pese a ser burakumin. La gratitud que mi madre sintió siempre fue inmensa y, en cierta forma, acabó transmitiéndomela a mí. Por ello decidí quedarme aquí, con ella, luego de que casi todos se fueran. Esta tierra nos abrazó y nos protegió, nos dio felicidad. Es el único lugar donde deseo estar.

Kanade se había incorporado a la conversación de Sachi con Jack y Alethea al no tener nada mejor que hacer, pero volcó su atención en Altan inmediatamente apenas éste apareció. Correspondió a su saludo con un asentimiento de cabeza y alzó las cejas, a la espera de la pregunta. Su rostro cargaba la expresión de siempre, aquella fresca y ligeramente risueña, y tenía los brazos cruzados entre sí.

—Ah, al fin las preguntas jugosas. ¿Interesado en desentrañar los misterios de la prueba, chico? —bromeó, al parecer inmune al tono neutro de Altan, y suspiró de forma teatral—. Qué lástima que un mago nunca revela sus secretos.

Sachi soltó una risa suave y le dio un golpecito con su codo, habiendo atendido a aquel fragmento del intercambio.

—No seas malo, Kanade. Tampoco es secreto de gobierno.

Shinzo frunció ligeramente el ceño, casi como un niño al ser regañado, pero suspiró y cedió.

—Está bien, está bien. Los yokai, ¿eh? Desde ya, fueron cosa nuestra, sí. Al menos puedo confirmarte que el hihi y la nure onna estaban preparados. Cada yokai estaba ubicado en una zona determinada de la reserva y ya tenían la escenita armada para montarla cuando los desafortunados de turno aparecieran. A medida que topaban con ustedes nos avisaban, y así pudimos ir conociendo la ubicación de los grupos. Hay detalles que quedarán a la imaginación, pero todo fue producto de maquillaje, actores, horas de ensayo y mucho esfuerzo. —Una sonrisa orgullosa curvó sus labios—. Te ves bastante entero, muchacho. Dime, ¿qué tal estuvo la prueba?

—Desde ya —intervino Sachi, preocupada, alternando la mirada entre Altan, Jack y Alethea—, si tuvieron alguna clase de problema puntual con cualquiera de los yokai, o en cualquier momento de la prueba, pueden decírnoslo. Son experiencias que organizamos con mucho cuidado, pero debido a su naturaleza también son proclives a acarrear fallos o situaciones inesperadas.

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Me había quedado atorada en un punto intermedio de mis pretensiones al ser consciente de que, por mucho que así lo quisiera, la valentía no me daba para abandonar la isla sola y regresar a la zona de acampada. Por el cuerpo aún me corrían escalofríos al recordar al mono loco de la tumba, o aquel gigante que había vislumbrado apenas un instante, o... el kuro bozu. Regresé junto a mi grupo, pero Jack no estaba, Ko estaba con Cayden y Maze y Fiorella ya conversaban entre ellos, así que las opciones se me agotaron y me aparté, sentándome contra un árbol. Me sentía un poco incómoda allí, sola, a la vista de todos, pero lo dicho: mejor eso a salir al bosque. En cierto punto reconocí la silueta de Kakeru, navegando el espacio sin rumbo, y me pregunté cómo le habría ido. ¿Se habría asustado mucho? No lo veía muy capaz, vaya. De por sí era irritantemente bueno con las pelis de terror. Si se entretenía había sido siempre con mis reacciones, al cabrón le encantaba asustarme para luego apretujarme y devolverme la sensación de seguridad. Siempre le había salido bien.

El impulso me cosquilleó en el cuerpo, pero no moví un dedo.

Cuando el anciano llegó, me puse de pie y me acerqué para poder escucharlo mejor. El relato logró estrujarme el corazón, encima con las luces y todo aquel ambiente tan bonito, pero lo que más me asaltó la mente fue Ko. Los paralelismos se fueron apilando y busqué al muchacho con la vista hasta dar con él. Tenía el presentimiento, si se quiere. Toqué su brazo para anunciar mi presencia, sus ojos me miraron y sentí que estaba a punto de llorar. Mi amistad con Kohaku era bonita pero, quizá por su temperamento, muy pocas veces nos había sentido capaces de conectar de verdad. Al ponerme de puntillas y rodear su cuello, al sentir que me presionaba dentro del abrazo y escondía el rostro en mi hombro, pensé que el vínculo estaba ahí. Siempre lo había estado, sólo que era transparente.

Y mi culo ansioso, bueno, necesitaba señales un poco más claras.

Oí sus sollozos débiles, se me partió el corazón y mis ojos se cristalizaron automáticamente. Era más fuerte que yo, si alguien lloraba conmigo no sabía cómo no llorar. Tomé mucho aire, esforzándome por regular mi respiración, y le acaricié el cabello con movimientos suaves. Su cuerpo temblaba ligeramente. Nos quedamos allí un buen rato, hasta que Ko se calmó y él mismo retrocedió. Mantuvo sus manos en mi cintura y la vista clavada en el césped. Le acomodé el flequillo con mimo, comprándome tiempo para pensar. ¿Qué... se suponía que le dijera? ¿A esta pobre criatura, que llevaba un año precisamente sin su hermana? Cada mierda que se me ocurría era peor que la anterior.

—Gracias —murmuró de repente, sorbiendo la nariz—. Ya estoy bien, no te preocupes.

Las ganas de llorar volvieron a invadirme y las contuve por los pelos, aunque mi gesto quedó algo trastocado.

—Ahora vamos a hacer algo suuuper divertido —propuse, en voz baja—. Todavía no sé qué, pero vamos a buscar a Emi y... ¡y montarnos una fiesta! Tengo papitas, seguro conseguimos refrescos o lo que sea y... ¡y también traje un parlante!

Kohaku soltó una risa extremadamente floja y se secó el rostro. En esa ventana noté que Kakeru nos estaba mirando desde cierta distancia, preocupado, y yo le hice una seña disimulada con los dedos. La entendió, sonrió un poco y asintió.

—¿Qué dices, mini Ishi? —regresé a Ko, me achiqué aún más para encontrar sus ojos y le acuné la mejilla con una mano, hablando con dulzura—. ¿Me dejas a cargo de tu entretenimiento esta noche? Prometo no decepcionarte.

Sus ojos ambarinos estaban enrojecidos, la barbilla le tembló y volví a desarmarme, impulsándome para darle otro abrazo bien, bien fuerte. Nos quedamos allí otro rato más, hasta que murmuró un sonido afirmativo contra mi cuello y lo acompañó de un asentimiento de cabeza.

—Me parece bien —fue todo lo que dijo.

 

Humedal de libélulas

Así como Shinzo no reaccionó a mi tono plano yo no lo hice a sus aires risueños, incluso si podía decirse que me caía un poco en las pelotas. Su suspiro teatral y la frase de que un mago no revelaba sus secretos estuvieron por hacerme rodar los ojos, sí, pero al final contuve el impulso y me quedé esperando, la profesora le dio un codazo, el otro actuó como niño regañado y al final soltó la sopa.

Cada yokai estaba apostado en una zona específica del mapa, esperando, y así rastreaban también nuestros movimientos por la reserva. Que era obra de maquillaje, ensayos y en resumen un montón de pasta lanzada hacia arriba, como bien sabía hacer esta escuela, algo que era comprensible viendo las caras que venían a dar aquí. Habían ciertas excepciones, pero una buena parte de los alumnos no tenían problemas financieros.

—Ni en Hollywood se ve este nivel de compromiso. —El comentario pretendía ser una broma, pero mi tono no cambió hacia ninguna parte aunque la sombra de una sonrisa me alcanzó el rostro cuando soltó que me veía entero—. Bastante regular. Al menos nuestro grupo no tuvo mayores percances como podrá imaginar.

La profesora volvió a intervenir, su mirada viajó ente Atkinson, la chica y yo mientras decía que si teníamos un problema lo podíamos decir. En cualquier caso, creía que lo más grave había sido la muñeca lastimada de Crimson y los nervios trastocados de Dunn, aunque lo segundo parecía más asociado al cansancio que a la prueba como tal.

—Unos cuantos ensayos más al que se encarga del Hihi no le vendrían mal —solté sin más, mi aparente formalidad aún así cargaba cierta... suficiencia—. Aunque puede que haya sido culpa nuestra también, cuando pretendimos sacarlo de encima. Se le fue un poco la fuerza con una de mis compañeras.

 

[Humedal de libélulas]

No tenía mucha intención de indagar en los motivos de mi reacción ante la escenita, y justamente por ese motivo también había buscado huir de toda la situación en cuanto tuve la oportunidad de ello. Joey no me lo permitió, sin embargo, y si bien era cierto que la sorpresa de su movida había conseguido que me dejase arrastrar sin darme tiempo a oponerme, también era verdad que después me quedé con él a pesar de todo; no había demasiado misterio al respecto: el cariño que le tenía iba por encima de cualquier otra cosa, simple y llanamente.

Solté el aire por la nariz en un risa floja cuando escuché su comentario inicial, encogiéndome vagamente de hombros como toda respuesta, y después lo admití en mi espacio sin mayor problema, permitiendo que me girase sobre mis talones hasta volver a tener a Jackie y su crush en el punto de vista. Busqué de reojo a Joey mientras me hablaba, sintiendo su aliento demasiado cerca de mi oreja y teniendo que hacer un esfuerzo enorme por filtrar lo que estaba diciendo.

—Fine —acepté finalmente, rodando apenas los ojos mientras volvía la vista al frente y ladeaba ligeramente la cabeza hasta dar con la suya—. De todas formas, no vas a poder hacer nada sin mí. We are a team, right? Vamos a tener que tener cuidado, eso sí, Jackie-chan se ve todo shy-shy al respecto, my poor baby~

Me quedé otro buen rato mirándolos, con la atención medio centrada en el par, medio dispersa en otras cosas, y después de un rato no pude evitar sonreír con algo de diversión renovada a medida que volvía a buscar a Joey de reojo.

>>They look like pretty vanilla, don't they? So cute.

[Humedal de libélulas]

La respuesta de Jack fue... algo ambigua, suponía. No estaba muy convencida de que estuviese bien, pero tampoco parecía estar dispuesto a volver todavía al campamento y, bueno, a pesar de todo, no pretendía indagar más de lo necesario en ningún asunto que no me incumbiese directamente. Lo seguí para hablar con los profesores, eso sí, y escuché la conversación con toda la atención que me fue posible por culpa del cansancio que empezaba a notar en mi cuerpo. Jack preguntó por los niños, luego otro chico apareció para preguntar sobre los yokai y los profesores respondieron a las dudas, no sin antes hacer un poco de teatro al respecto.

Dudé bastante de si informar a la profesora de lo que había sucedido en el bosque, pues a aquellas alturas estaba empezando a pensar que quizás la situación se había exagerado un poco en mi cabeza, pero al final recordé que no solo yo lo había pasado mal en aquel momento y decidí que merecía la pena decirlo, sobre todo si lo hacía en nombre de mi compañera también. Miré de reojo a los dos chicos que me acompañaban, intentando no llamar demasiado su atención con el gesto, y me acerqué a la mujer en silencio, pretendiendo explicarle lo que había sucedido en voz lo suficientemente baja como para que nadie más tuviese que escucharlo, especialmente Jack; seguía sin querer preocuparlo demasiado.

—Esto... Sachi-sensei —murmuré, buscando llamar su atención—. No sé exactamente qué yokai se suponía que era, y realmente no creo que tuvieran intención de hacernos daño ni nada por el estilo, pero Pierce-san y yo acabamos adentrándonos en el bosque para buscar al niño y... sentimos algo en el cuello. De nuevo, no creo que quisieran hacernos daño, pero debido al susto ambas acabamos forcejeando, quizás más de lo necesario, y... sí, creo que fue una experiencia un poco desagradable para ambas...

 

—Eso es un alivio... y algo decepcionante —bromeó en cuanto Altan le aseguró que su grupo no había sufrido mayores percances.

Sachi había intervenido, pero Alethea no tardó en apartarla para hablarle en privado. Kanade, entonces, volcó su atención en Sonnen. Había algo casi irritante en la actitud del profesor, como si nada de aquello le importara en absoluto. El problema era que costaba discernir si se trataba de una mera fachada o no.

—¿El hihi? Anotado~ —resolvió, con una sonrisilla—. Luego hablaremos con quienes corresponda, no se preocupen. Y si alguno de ustedes salió lastimado, fuera por un yokai, por tropezarse o lo que sea, en la zona de acampada pueden hablar con la profesora Patterson. Ella los atenderá~

Su sonrisa se ensanchó ligeramente al decir aquello último. ¿Acaso... algo le causaba gracia? Bueno, Altan sabía de quién hablaba. Linda Patterson, la tutora de la 3-2. Esa mujer... era bastante excéntrica, sí. Con ella quizá se cumpliera eso de que "el remedio es peor que la enfermedad".

Sachi notó al instante las intenciones de Alethea por hablar en privado y la alejó de los demás con una mano apoyada suavemente en su espalda. Le sonrió, cálida, aunque frunció el ceño al ir recibiendo la información. Habían sentido algo en el cuello y había habido forcejeo...

—Ustedes eran del grupo uno, ¿verdad? —murmuró, en voz baja, respetando sus deseos de que no las oyeran—. ¿Recuerdas más o menos en qué zona de la reserva fue, cariño? Tú o... Pierce, dijiste, ¿no? Con una ubicación aproximada me será mucho más fácil definir lo que ocurrió. —Cepilló su cabello con una mano, en un gesto sumamente maternal—. Lamento mucho que haya sido una experiencia desagradable, cielo. Entiendo si ahora mismo... están un poquito enojados con nosotros, pero en cualquier momento puedes buscarme si quieres hablar de algo, ¿sí? ¡Despiértame, si hace falta!

Con el asunto zanjado, esta vez fue Jack quien se acercó. El incidente del muchacho desfiguró mucho más la expresión de Sachi, quien lucía horrorizada y hasta enfadada.

—¿Que la pala...? —Se acercó a Atkinson e inspeccionó su rostro, poniéndose de puntillas—. Cielos, eso no era en absoluto parte del plan. Lo siento muchísimo, corazón, ¿te duele mucho? ¿Quieres hielo? Podemos regresar inmediatamente a la zona de acampada, yo te acompaño.

Jack, sin embargo, no parecía querer levantar tantas alarmas. Sachi intentó no preocuparse tanto y suspiró, retrocediendo a su posición inicial. Alternó la mirada entre el chico y Alethea.

—Entiendo. Si usaba una pala... creo que sé qué yokai era. Muchas gracias, niños, por haberme contado todo esto. Lo valoro mucho. Pueden decirle a sus amigos o sus compañeros de equipo y alentarlos a que nos informen si pasaron por una situación desagradable, ¿sí? Les aseguro que nos encargaremos del asunto para que no se repita. Más allá de los sustos... la idea era que se divirtieran. Lo siento mucho si no fue el caso.

Y se inclinó ante ellos, genuinamente compungida. Vaya, qué diferencia entre ella y Kanade, ¿eh?

Tomoki meneó lentamente la cabeza ante la disculpa algo nerviosa de Hubert, y lo dejó terminar de hablar hasta la última palabra. Se mantuvo pensativo unos pocos segundos, probablemente ordenando sus ideas. Ya era muy anciano y había sido un día largo.

—Temo que no podré darte una respuesta muy satisfactoria, joven. Llegamos a esta reserva siendo yo muy pequeño, mis recuerdos de nuestra vida en Sayama son vagos y escasos; mi madre tampoco quiso hablar demasiado al respecto. He aprendido, sin embargo, a fuerza de libros y conversaciones, que los burakumin son... una suerte de etnia discriminada dentro de Japón. ¿Has oído hablar de la división de clases de la era Tokugawa, joven? Los eta eran uno de los escalafones más bajos. Eran los parias. ¿Sabes lo que significa ese nombre? "Impuros". Los eta realizaban las tareas consideradas impuras por la religión, todas aquellas relacionadas a la sangre y a la muerte. Los sepultureros, los ejecutadores, los curtidores, aquellos que limpiaban los animales muertos... El resto de la sociedad los reprendía y discriminaba duramente. Sólo podían casarse entre ellos, no tenían derecho a poseer las tierras que trabajaban, debían habitar terrenos hostiles, anegados o insalubres. Algunos eta, incluso, estaban obligados a vestir de un color específico. Sus comunidades no figuraban en los mapas ni en los censos. Eran miembros fantasma de la sociedad.

Suspiró con cierto pesar, también para descansar un momento.

—Eventualmente se abolió el sistema de clases y los eta adquirieron los mismos derechos que los demás, pero la condena social es una historia muy diferente. De ellos descienden los burakumin. Mi familia y yo vivíamos a las afueras de la ciudad, pero no estábamos a salvo de la guerra y nadie nos ofrecía ayuda; lo que más, el gobierno comenzó a buscarnos primero. A nuestros hombres y muchachos maduros. Fue entonces que decidimos abandonar nuestra casa en busca de refugio y acabamos aquí, en este pequeño abrigo. —Sonrió con tristeza—. Nadie nos delató, todos guardaron el secreto de que éramos burakumin. De lo contrario, puede que incluso me hubieran llevado a mí. Las personas que vivían aquí... me salvaron la vida. —Miró a los profesores, quienes estaban acercándose a los estudiantes, y regresó a Hubert—. Parece que se nos acaba el tiempo, además estoy muy cansado. Si gustas seguir conversando, joven, puedes buscarme mañana en el Bosque Cuatro. Quedamos pocos, pero allí siguen las casas que habitamos desde entonces. Estaré encantado de recibirte.

---

Con las conversaciones finalizadas, Kanade aplaudió un par de veces y captó la atención de todos.

—Muy bien, damas y caballeros, hora de emprender el regreso. El bosque está ya libre de peligros, pero por las dudas volveremos todos juntos. Una vez en la zona de acampada, serán libres de hacer lo que les apetezca.

Contenido oculto: púchenme

yyyy eso es todo, amiguitos míos. Oficialmente damos por finalizada la prueba de valor! Ya son libres de postear donde quieran, aunque de primera mano deben asumir que todos regresaron a la zona de acampada. Ahora haré un post allí para moverlos y hacer el traslado oficial.

Muchas gracias por haber participado de la prueba de valor, ojalá les haya gustado y se hayan divertido como yo <3

Amane Zireael Etihw quem Bruno TDF Reual Nathan Onyrian Ikoma-kun

 

[Lago]

Su respuesta me vino en gracia, aunque no modifiqué demasiado mi expresión y me tomé unos segundos para ponderar mi respuesta. ¿Los piratas eran más sexy? No estaba segura. Por el teatro, de cualquier modo, lo escruté con la mirada de arriba abajo, analizándolo al detalle, antes de que nos pusiéramos manos a la obra con los chalecos salvavida. Tras darle la espalda y correrme el cabello, lo oí acercarse y suspiré bajito.

—I don't know, they tend to be... rougher, and dirtier —murmuré en voz baja, con la vista perdida en el lago, y una sonrisa danzó en mis labios al sentir su tacto en mi brazo—. And you're quite a gentleman, aren't you?

Aquello último se sincronizó con sus intenciones de tomar mi mano, lo cual le dio énfasis a mis palabras. Le correspondí el gesto y me giré sin prisa, desviando la mirada de sus ojos a la canoa. Bueno, tenía experiencia con kayaks. Esto debía ser similar, ¿no? Me valí de su agarre para dar básicamente el paso de fe y alcanzar la embarcación. Una vez estabilicé el primer pie pude terminar de subirme y corrí las cosas para dejarle espacio a él.

—Go on, love —dije, divertida, y se me coló una risa al agregar—: Come to my arms!

Contenido oculto

había dejado este post aparte para hacerlo acá super convencida de que ya los movería de sitio, pero al final no pasó ups

also me hablé todo en inglés y juro que fue sin querer

 

[Lago]

Después de mi pregunta, la muchacha procedió a recorrerme con la mirada bastante a consciencia, seguramente para hacerse una idea de si estaba a la altura de considerarme un pirata o más bien no. Le permití el escrutinio sin mayor problema, hasta posando un poco entre medias para darle más dramatismo al asunto, y cuando recibí su respuesta, no pude disimular la leve carcajada nasal que se me escapó. No comenté nada al respecto, sin embargo, y me concentré en la tarea de abrocharnos los chalecos; por lo menos, hasta que deslicé la mano para alcanzar la suya.

—I could be both, you know —acabé por susurrarle, habiéndome inclinado en su dirección hasta el punto de prácticamente rozar su oreja con mis labios, y marqué a posta un poquito más mi acento gaélico, para darle aún más énfasis a las palabras.

Le sonreí con cierto aire de inocencia al separarme, eso sí, y permití que se subiese a la barca gracias a mi ayuda, haciendo de cuentas que nada de aquella conversación había sucedido. Lo logró sin mayo percance y, poco después, me hizo espacio para que la acompañase ahí dentro; ensanché la sonrisa ante su entusiasmo y no me hice de rogar, avanzando con cuidado hasta acomodarme en el hueco que me había proporcionado.

>>Bueno, de momento vamos bien, ¿verdad? —murmuré, sin perder la alegría de mi rostro, y eché un vistazo alrededor antes de hacerme con los remos—. Recemos para no acabar mojados de la cabeza a los pies. Meanwhile... entretén a este buen pirata con una historia marítima, por favor~

Contenido oculto

te entiendo tantísimo con los del inglés, bebi JAJAJAJA

 

[Lago]

Que Kenneth posara al analizarlo me sorprendió y me hizo gracia, ya que en líneas generales lo veía como un chico bastante serio y ¿centrado? Mi expresión no cambió, en cualquier caso, de concentrada que estaba en brindar mi veredicto. No recibí una respuesta inmediata, sentí el tacto en mi mano y su voz me hizo cosquillas en la oreja, lanzándome un muy ligero escalofrío a la nuca. Venga, eso era hacer trampa y... haberlo pensado me instó a morderme el labio, tragándome la sonrisa. Le había dicho lo mismo en el festival, ¿verdad? Cuando se suponía que me diera un beso y el cabrón apuntó a mi cuello.

Serio y centrado mis huevos.

No le respondí nada, sólo lo miré con intención y ver su sonrisa de angelito enfatizó la idea de que, en efecto, era un cabrón. No podía decir que me disgustara, tho. Tras subirme a la canoa y recibirlo conmigo, me estiré para desanudar la soga que nos mantenía cerca del muelle y me senté frente a Kenneth, tomando un remo. Me reí.

—Hasta ahora el plan avanza sin altercados, indeed. Esperemos que no nos huela ningún yokai marino y nos coma.

Introduje los remos en el agua y los moví suavemente, sacándonos sin prisa de la costa. Me coordiné con Kenneth sin problema y me pensé un poco su petición. ¿Una historia marítima...?

—Well, I like surfing. No sé si te lo había mencionado antes. Hace muchos años que no lo hago, básicamente desde que dejamos Sydney. Empecé cuando tenía... ¿como ocho años? No lo sé, era super pequeñita. Vivía muy cerca de una playa donde había una escuela de surf y siempre me había parecido muy cool verlos montando olas y con esos trajes de neopreno tan lindos. El caso es que una vez... ¿Has visto Lilo y Stitch? Bueno, una vez estábamos en la playa y a Betty, nuestra perra, siempre le encantó el agua. Ese día el mar estaba super tranquilo y la montamos en la tabla conmigo, a ver qué pasaba. —Me empecé a reír sólo de recordarlo—. It was a mess. Nos caímos veinticinco veces ¡y lo peor era que le gustaba! Parecía un niño cuando le da miedo subirse a un juego y una vez lo prueba no quiere parar de hacerlo. Estuvimos un buen rato con prueba y error, pero Betty aprendió rápido y logró quedarse estable sobre la tabla. Estábamos tan contentas festejando el logro que no notamos a papá y Eloise agitando los brazos en la costa, y cuando los vi... Fue demasiado tarde.

Volví a reírme, esta vez con más ganas, y la risa se me siguió colando en el relato.

—Una ola bastante grande apareció de la putísima nada y nos mandó a la mierda. Creo que nunca antes había tragado tanta agua salada en mi vida. Betty y yo asomamos la cabeza prácticamente al mismo tiempo, la tabla a la deriva más allá, y me empecé a reír. Me reía tanto que no podía nadar de regreso a la orilla.

Poco a poco me fui tranquilizando y solté el aire por la nariz. En mi rostro permaneció una sonrisa cálida.

—Papá me regañó un poco, que me había alejado mucho y que nos podría haber pasado algo, pero honestamente... es de los recuerdos más lindos que tengo. —Lo miré—. ¿Algo que usted desee compartir con la tripulación, mi capitán~?

 

[Lago]

La escenita no llevó a nada más, como bien podía haberse llegado a suponer, y todo lo que posteriormente hice fue alzar una mano con los dedos cruzados al escuchar la mención de un posible yokai marino, sonriendo apenas con un chispa de expectación impostada. La prueba de valor ya había acabado, ¿cierto? Así que tenía la esperanza de que nuestra pseudo cita ocurriese sin ningún percance de por medio.

Luego le solté la petición de que me contase una anécdota marina, aunque en realidad me hubiese valido con cualquier historia que hubiese podido improvisar en el momento, y me quedé en silencio mientras le prestaba toda mi atención a sus palabras; bueno, toda la atención que me era posible sin dejar de remar en el proceso. Sasha me habló de un día en Australia, de surfear con su perrita, de su familia preocupándose... y fue prácticamente imposible ignorar la alegría tan genuina que estaba desprendiendo al recordar todo aquello, hasta tal punto que parte de su diversión se me contagió en forma de una sonrisa animada.

—Suena a que realmente es un recuerdo bonito —murmuré en confirmación, sin ser verdaderamente capaz de añadir nada más al respecto, y después tuve que echar un vistazo breve al cielo mientras sopesaba qué podía contarle yo en respuesta—. Mi familia siempre ha viajado mucho. Mi madre es escritora y siempre le ha gustado escribir todo lo más... accurate possible. Hace unos cuantos años, cuando todavía estábamos en Cardiff, quería escribir una escena que ocurría en un barco y que era realmente importante para la historia, lo que se tradujo en mi padre alquilando un barco para navegar todos juntos.

Me había mantenido bastante calmado mientras contaba toda aquella parte de contexto, pero al igual que ella, una sonrisa cargada de diversión amenazó con apoderarse de mis labios en cuanto llegué a la parte del desastre.

>>Ya te imaginarás cómo de mal fue el asunto al final. Resultó que mi padre no tenía tanta maña como creía y estuvimos más de una hora en el puerto, hasta que finalmente logramos salir, y aproximadamente otra media hora hasta que pudo encauzar el trayecto; mi madre acabó mareándose en cuanto nos empezamos a alejar demasiado del puerto y al final no pudo escribir nada; y Kashya se encerró en el camarote, porque a los cinco minutos ya había empezado a quemarse por el sol. Creo que fui el único que lo pasó bien en todo aquel caos —finalicé, dejando escapar una carcajada ligera por el recuerdo.

Quizás no era tan emocionante como caerse de una tabla de surf por una ola demasiado grande, pero había sido uno de los momentos más catastróficos de una familia que estaba demasiado acostumbrada a que todo ocurriese estricta y necesariamente como tenía que ocurrir, y eso a mí me hizo mucha más gracia de la que iría a admitir nunca.

>>¿Lo echas de menos, Sasha? Australia, quiero decir. Poder surfear con tu perrita... y todo lo que seguramente tenías ahí.

 

[Lago]

Nos mantuvimos remando y deslizándonos por el lago a un ritmo pausado. Nuestras voces se mezclaban con el sonido suave del agua y mi visión acabó acostumbrándose a la luz que otorgaba la luna, bañando las siluetas y las facciones de Kenneth con un vaho plateado, uniforme y bastante bonito. Fui imaginando su anécdota conforme la relataba, e incluso si no tenía rostros que ponerle a sus padres, por algún motivo los imaginé a todos... bastante similares. Que su padre hubiera pretendido navegar un barco sin experiencia me arrancó una risa breve y me figuré el resto de la escena. Sonaba caótico a su manera, de esos recuerdos que, a la larga, se convierten en buenas anécdotas.

Aunque, vaya, ¿cuánto les habría costado alquilar ese barco?

—Eh, al menos tú la pasaste bien. Se puede considerar una victoria. O un cuarto de victoria.

Hubo un instante de silencio que dediqué a admirar todo aquello que nos rodeaba y que no sentí pesado en absoluto. A lo lejos se apreciaba el tintinear ligero de las luciérnagas y encauzamos la dirección de la canoa. El cielo era inmenso y las estrellas se derramaban por los costados, lejos de la luna. La pregunta de Kenneth se fundió sobre el silencio y lo miré, con una sonrisa serena.

—Extraño algunas cosas, pero también tengo aquí otras que allá no. Es un poco agridulce, quizá, pero creo que estoy bien aquí. —Supendí un breve silencio antes de agregar—: ¿Tienes algo en mente para después de la graduación?

Siendo un chico que había viajado tanto y que había llegado al país hace poco, probablemente sus decisiones distaran de lo usual.

 

[Lago]

Sasha le prestó a mi relato la misma atención que yo le había puesto a su anécdota, logrando así que el ambiente a nuestro alrededor fuese realmente calmado y atento; no hacía falta alzar la voz para hacernos entender y lo único que parecía ser capaz de entrometerse en medio de nuestras palabras era el rumor del lago a medida que el remo paseaba por la superficie del agua. La muchacha recalcó que al menos yo me lo había pasado dentro de todo aquel desastre, lo que vendría siendo el único lado positivo de todo el embrollo, y le sonreí con una cuota extra de ánimo, asintiendo con la cabeza al mismo tiempo.

El silencio que nos rodeaba no era para nada incómodo y el único motivo por el que pretendí continuar la conversación, haciendo otra pregunta, fue porque me parecía una pena no aprovechar el momento a solas para conocerla un poquito más. Su respuesta me pareció... lógica, suponía, y volví a asentir con la cabeza tras haber recibido la misma, acompasando mi expresión a la serenidad de la suya.

—Siento que mi respuesta te va a decepcionar —murmuré antes de nada, con una ligera chispa de diversión en el tono de voz—. Estoy pensando en quedarme aquí otro año más, quizás hasta empezar la universidad. Vine a Japón por Kashya, ¿sabes? Es mi hermana pequeña. Está en segundo, de hecho, y siento que debería quedarme con ella hasta que acabe la secundaria, por lo menos.

Ella había estado demasiado tiempo sola y, para qué mentirnos, yo también.

>>Ah, pero eso no significa que me vaya a quedar quieto, claro —añadí brevemente, tras dejar escapar una leve risa de nada—. Estaría bien aprovechar y hacer algún viaje recorriendo Japón... o al menos otro par de ciudad por fuera de Tokio. ¿Tú has visitado algún otro lugar de Japón? Estoy abierto a recomendaciones de destinos, obviamente~

 

[Lago -> Estanque de luciérnagas]

Alcé ligeramente las cejas, con interés, al contarme que se había mudado aquí para acompañar a su hermana. Kashya, Kashya... Quise hacer memoria de los rostros de segundo, pero no logré hacer la asociación con el nombre. Que quisiera quedarse hasta que ella se graduara me pareció realmente tierno y sonreí de la misma forma, suavizando el tono de voz.

—¿Decepcionada? Not at all —repliqué, un poco en broma—. ¿Tu hermana estaba sola aquí?

Por la forma en que lo había dicho me había dado la sensación. Luego mencionó su deseo de viajar y me pidió recomendaciones, a lo cual solté una risa ligera y le eché un vistazo a nuestro destino, marcado claramente en medio de la oscuridad por un montón de lucecillas. Ya nos faltaba poco para llegar.

—No hemos viajado mucho, la verdad —reconocí, concediéndole una sonrisa a modo de disculpa—. Tuvimos algunas vacaciones extraordinarias, pero de eso ya son muchos años. El asunto siempre fue algo complejo por uno de mis hermanos pequeños, que es autista. El cambio de país le costó muchísimo, y ni hablar de andar viajando por ahí aún más.

Y luego... Eloise se había ido.

—En vez de hacer viajes largos, solíamos tener días de campo aquí, en el Sayama. —Nos introdujimos suavemente en el estanque, la luna se desdibujó entre los árboles y las luciérnagas comenzaron a rodearnos—. Así que, técnicamente, te estoy recomendando un destino. ¡No sólo eso, te lo estoy presentando! Vino con la demo incluida.

 

[Estanque de luciérnagas]

Sabía que no había motivo real para que Sasha estuviese decepcionada por mi respuesta; de hecho, estaba bastante convencido de que era más bien todo lo contrario. Seguramente solo hacían falta un par de conversaciones con la chica para darse cuenta de que se trataba de una persona bastante familiar, y nosotros ya llevábamos unas cuantas más de solo un par. Le correspondí a la sonrisa con suavidad, asintiendo después con la cabeza cuando me preguntó si Kashya había estado sola, y eché un vistazo al paisaje a su espalda antes de volver a centrarme en ella.

—Se quieren mucho, ¿sabes? Pero como padres son un poco nefastos. Yo tampoco he sido el mejor hermano mayor, a decir verdad, y... no sé, supongo que quiero redimirme un poco. Aunque a Kashya le da igual, eh. Somos una familia algo particular, supongo —expliqué, manteniendo el tono de voz tranquilo y aparentemente imperturbable a pesar de la confesión—. Tenemos de vecinos a una chica que se ha hecho muy amiga de Kashya y la ha estado cuidado, de todos modos, y también va al Sakura. No creo que la conozcas, pero se llama Emily.

Me di cuenta de que ya casi habíamos llegado a nuestro destino mientras le contaba sobre mis otros planes, pero eso no evitó que le dedicase toda mi atención a la respuesta que me dio después, por la pregunta que le había hecho justo antes. La escuché como había hecho en todo momento, con interés pero sin demostrar demasiado, y simplemente acabé por sonreírle con un poco más de ganas cuando terminó de hablar, a pesar de haber asentido un par de veces con la cabeza mientras hablaba.

>>No te preocupes, te enviaré postales de mis destinos. Aunque seguramente ninguno vaya a estar a la altura de esta demostración, me temo~

Arribamos finalmente en el estanque, lo que nos permitió bajarnos de la embarcación y quitarnos los chalecos salvavidas; por supuesto, me comporté como un verdadero caballero y ayudé a Sasha con ambas tareas. Buscamos un sitio adecuado para hacer nuestro picnic improvisado y lo montamos todo, permitiéndome así servirnos la bebida que había conseguido en un par de vasos de plástico que también habíamos traído del campamento.

>>Creo que deberíamos brindar con esta bebida, que estoy completamente convencido que no tiene ni un gramo de alcohol, por... haber llegado sanos, salvos y secos, ¿no te parece?

 

La forma en la que Kenneth hablaba de su familia era honesta y un poco cruda, quizá, pero no me resultaba agresiva o petulante. Lo que acabé pensando fue, de hecho, que me alegraba que sintiera la suficiente confianza para expresarse así en mi presencia; incluso si no éramos amigos cercanos ni nos conocíamos de larga data, pues era un cumplido en sí mismo. Acepté todo lo que dijo con una sonrisa tranquila y alcé las cejas apenas nombró a Emily. La conexión me permitió también ubicar a su hermana, Kashya.

—De hecho, sí la conozco —aclaré, riéndome—. Hablamos hace un tiempo en la escuela y me regaló unas mascarillas faciales, y aquí nos tocó dormir juntas en la tienda. Es una niña adorable.

En lo que seguíamos conversando llegamos finalmente al estanque. Dijo que me enviaría postales de todos sus destinos, a lo que me reí y lo amenacé con que ya se había comprometido. Kenny seguía montado en su rol de caballero y yo me aproveché porque me gustaba verlo así. Acepté su mano con un "thank you, sir" muy bajito, pisé terreno firme y me quedé quieta en lo que despegaba los abrojos de mi chaleco salvavidas. Di con sus ojos un instante antes de avanzar, mas no dije nada.

Las luciérnagas no parecían asustarse por nuestra presencia, si acaso se corrían de nuestro espacio inmediato. Extendimos la manta y nos sentamos sobre el mullido césped, con la inmensa oscuridad del bosque a lo lejos y las cientos de lucecitas doradas flotando alrededor. Me llené los pulmones de aire y lo observé todo, con una sonrisa adherida al rostro. Era precioso.

Miré a Kenneth cuando volvió a hablarme. Había llenado dos vasitos de plástico con un líquido de dudosa procedencia y yo me reí, aceptando uno. Lo olfateé un poco y arrugué el gesto, aún divertida. No podía definir qué bebida era, pero parecía fuerte.

—Y por haber cumplido tus labores de caballero a la perfección —agregué, brindando. Me mojé los labios con la dichosa bebida y le di un mejor sorbo, sintiendo cómo me quemaba la garganta—. Oh, Jesus Christ. ¿De dónde sacaste esta cosa?

Me parecía que era... ¿whisky, quizá?

 

[Estanque de luciérnagas]

De todas las cosas que podían suceder, lo cierto era que lo último que había esperado era descubrir que Sasha y Emily sí que se conocían de alguna manera. La muchacha me explicó que Emi le había regalado unas mascarillas faciales, cosa que no me sorprendió en lo más mínimo, y después también me dijo que les había tocado compartir la tienda... lo que empezaba a explicar un poco la mirada que me echó cuando le dije que iba a estar acompañado en el pícnic.

—Lo es, y creo que os podríais llevar bien, la verdad. Estoy bastante convencido de que ella ya quiere ser tu amiga, de hecho, aunque imagino que le dará vergüenza —solté un poco de aire por la nariz, en una especie de risa, e inmediatamente después suavicé el semblante hasta dedicarle una sonrisa sedosa a la chica—. Tú también eres adorable, Sasha~

Me di cuenta, prácticamente al instante de bajarnos, que la chica parecía encantada con cada pequeña acción que hiciese y pudiese calificarse de caballeresca, dato que por supuesto me anoté mentalmente para poder tenerlo en cuenta a lo largo de toda la noche. Observé las luciérnagas que nos rodeaban a medida que nos adentrábamos en el lugar, aunque cuando realmente pude apreciar la belleza del escenario fue una vez estuvimos sentados; lo cierto era que merecía la pena, porque se sentía absolutamente mágico.

>>Un mago nunca revela sus trucos, ¿cierto? —murmuré en respuesta a su pregunta, dejando escapar una risa ligera—. Traigo agua también, de todas formas, así que no tienes que beber si no quieres.

Le ofrecí una nueva sonrisa al añadir aquello último, bastante más sencilla que cualquier otra que le hubiese mostrado, y saqué una botella de agua de entre las cosas para mostrársela antes de dejarla sobre la manta. Hice lo mismo con la comida, disponiéndola entre nosotros con cuidado y diligencia, hasta que la imagen frente a nosotros pudo definirse como un verdadero pícnic (así fuese improvisado).

>>Se me acaba de ocurrir que podemos jugar a 'dos mentiras y una verdad', para que sea más ameno, ¿qué te parece? Cada uno dice dos mentiras y unas verdad sobre sí mismo y el otro tiene que intentar adivinar cuál es la afirmación verdadera; si se falla, la penalización sería beber un trago, ya sea de alcohol o de agua, claro, y si se acierta... bueno, queda a discreción del ganador. Personalmente, sé que si acierto te voy a pedir un beso~

Me quedé un par de segundos en silencio, esperando una reacción por su parte, y después ladeé un poco la cabeza mientras suavizaba la sonrisa una vez más.

>>Las damas primero, por supuesto.

Contenido oculto

pues lo que el señorito dijo (?) para hacerlo un poco más entretenido pensé que podríamos hacer conversación and at the same time hacer como si fuese un juego, so that's that :D si te parece bien, podemos hacer un par de rondas como mucho y pasar a otra cosa, básicamente para no matarnos a tener que pensar demasiados facts sobre los nenes uwu7

 

Contenido oculto

tenía esta cancioncita pensada para esta interacción desde que la empezamos o incluso antes, así que la dejo ya que toy uwu

La sonrisa enternecida se mantuvo en mi rostro y acabé soltando una risa nasal ante la idea de que Emily quisiera ser mi amiga pero le cohibiera decírmelo. Sólo de imaginarlo me daban ganas de comerla a besos, la verdad, así que por sus nervios más le valía no ponerme en semejante tesitura. ¡Imagina contenerse con tanta cuteness delante! Me quedé bastante distraída en aquella idea, ya de paso, y lo que Kenneth agregó luego me pilló desprevenida. Lo miré con los ojos bien abiertos, parpadeé al unir cables y volví a reírme, sólo que con algo de vergüenza y desviando la vista.

—You sure like cheating, don't you?

Ya era la... ¿tercera vez? que hacía trampa. Primero en el festival, cuando eligió besarme el cuello, luego con su invitación en sí y ahora esto. Mira nada más, los suavecitos siempre eran los peores al final.

Tomé aire y, por suerte, pudimos distraernos en el arribo al estanque, las luciérnagas y todo lo demás. La bebida de origen desconocido estaba fuerte y él hizo el tonto, pero meneé la cabeza en cuanto me ofreció del agua junto a un "don't worry, it's fine". Seguí sus movimientos en lo que desplegaba el picnic y sentí un chispazo de emoción entibiarme el pecho como una chiquilla. Era... como una cita de verdad, ¿cierto? Y bueno, había crecido con las pelis de Disney. Era más fuerte que yo.

En medio de tanto caos y malas decisiones, un momento así realmente valía su peso en oro.

Me había distraído un poco en mis pensamientos y miré directamente a Kenneth cuando volvió a hablar, esta vez para proponer un juego. La premisa era sencilla y fui asintiendo bien inocente conforme explicaba las reglas, hasta que llegó al final y volvió a pillarme en frío. ¡Había que ver nada más el descaro! No pude sino quedarme encantada con la tontería, fue inevitable, y solté una risilla en lo que me encogía de hombros.

—Fine by me~ —Me estiré en su dirección y agarré la petaca, ubicándola entre nosotros; puede que el movimiento haya sido ligeramente más lento de lo que debía—. Muy bien, empiezo yo. Hmm... Di mi primer beso a los doce, tengo una cruiser y detesto el atún.

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justo hoy me topé con esta imagen y me dio mucha ternurita que se pusiera shy so me hizo acordar JAJAJA

 

[Estanque de luciérnagas]

Había algo realmente encantador en tomarse las cosas con calma, especialmente cuando ese algo consistía en tratar con señoritas. Fui plenamente consciente que mi repentino halago iba a tomar a Sasha por sorpresa, exactamente por eso no dudé ni un segundo en soltarlo, y aun así tenía que admitir que su expresión fue incluso mejor de lo que habría esperado. Le sonreí con calma, aunque ciertamente encantado, y me encogí de hombros cuando me dijo que me gustaba hacer trampas, risueño.

A pesar de la sorpresa inicial, la chica no se opuso realmente a la opción de beber alcohol, y volví a sonreírle mientras asentía con la cabeza. Nos dispusimos sobre la manta ya extendida, le empecé a explicar la idea que había tenido y ella fue asintiendo a la explicación, hasta que tiré la bomba del beso y pude ver lo desprevenida que la pillé; lo aceptó, de todas formas, y volví a sonreírme con satisfacción ante ello. Deslicé la vista para poder seguir el trayecto que ella hizo para coger la petaca de mi agarre y dejarla en el centro, moviéndose con una lentitud que me hizo suavizar la expresión al instante.

Ah, ¿y ella se quejaba de que yo fuese un tramposo?

—Uhm... pues veamos, estoy completamente convencido de que eras igual de bonita entonces que ahora, así que debías tener a todos los críos locos por ti, ¡y aprovechaste para dar tu primer beso antes que nadie a los doce! —estaba absurdamente orgulloso por el trabajo de deducción que me había montado en apenas unos segundos, y por ello mismo fui incapaz de disimular la obvia decepción que sentí cuando resultó que estaba equivocado—. ¿No? ¿En serio? Such a shame... —murmuré, estirándome para coger la petaca de nuevo y darle un trago antes de volver a hablar—. Me toca ahora, ¿cierto? Pues... mi primer beso fue con un chico, me encanta ver documentales y nunca he estado en una relación por más de una semana.

 

El argumento que empleó para justificar su elección me causó entre gracia y ternura, solté una risa fresca recogiendo las manos sobre mis rodillas y luego boté el aire medio de golpe, poniendo algo de suspenso antes de menear la cabeza.

—Wrong. Aunque estuviste cerca. Mi primer beso fue a los trece.

Una estupidez de antología, habíamos acabado jugando a la botella cerca de la playa y justo salí sorteada con un muchachito sobre el cual mis amigos solían molestarme. Les solté en la cara si me dejarían en paz si le daba un beso y los imbéciles, obviamente, aceptaron. ¿Dejaron de joder? Claro que no. Fue un pico de nada, no me cambió la vida de ninguna manera y eso fue todo.

Seguí sus movimientos en lo que bebía y aguardé por sus opciones. La primera me hizo alzar las cejas, curiosa, y las demás fueron normales.

—Boy, I really wanna believe in the first one —murmuré, divertida—. Pero... no me la creo, no. Viajas un montón, así que diría que nunca estuviste en una relación por más de una semana.

Sin embargo, también le erré. Bebí de la petaca misteriosa y, en lo que comprimía brevemente las facciones, pensé mi tanda de opciones.

—Prefiero los perros antes que los gatos, de pequeña tuve un cobayo llamado Cuwie y mi color favorito es el azul.