Tokorozawa Bosques de Totoro [Bosque]

Tema en 'Ciudad' iniciado por Gigi Blanche, 31 Enero 2023.

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    Bruno TDF

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    Nuestra aventura estaba llegando a su final. Así lo comprendí cuando alcanzamos el puente que nos conducía hacia la isla central de los humedales. Era de piedra y se veía anticuados, parecía sacado de la ilustración de un cuento... un cuento sin sustos. Al notar las grandes linternas que lo bordeaban supe que no había nada a lo que temer, ninguna amenaza usando la oscuridad como su escondite. Fue ese el momento que por fin solté la mano de Fuji. Sólo me había desprendido de su lado cuando buscamos las últimas pistas, para no entorpecerlo, pero siempre volvía. Ahora no hacía falta, porque algo me decía que dejamos todo peligro atrás.

    —Gracias, Fuji —le dije en un tono suave, aliviada—. Contigo ha sido todo mucho más fácil.

    Lo que vino después… fue el más hermoso de los espectáculos. Cuando atravesamos el puente y entramos en la isla, unas leves luces llamaron mi atención. Recorrieron el paisaje como pequeñas olas de colores, mostrando las formas de la naturaleza, el color de las hojas y de la tierra entremezclándose con azul, morado, naranja y celeste. Me detuve a observarlas, quedando un poco atrás de mi grupo, con Copito en mi hombro. No llevaba una sonrisa en el rostro, la aparición de tanta magia había captado por completo mis sentidos, sumiéndome en una expresión que debía reflejar sorpresa y cierta emoción.

    Miré hacia los demás y busqué rápidamente los rostros de Jez y de Fuji .

    —Lucecitas —dije, con la cara todavía suavizada de lo maravillada que me sentía, mientras señalaba los colores— Son lucecitas…

    Finalmente volví a sonreír, porque dejé escapar una risa. Era una casualidad tan increíble como maravillosa.



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    Aunque la prueba debió continuar como si nada hubiera ocurrido, no podía dejar de preocuparme por Clementine. No hablamos más en lo que se extendió la búsqueda de pistas, pero no dejaba de vigilar ocasionalmente, con la mirada, el estado de su mano. Pero ella se mostró bastante tranquila en todo momento, haciendo gala de una increíble templanza, así que eso me permitió concentrarme más en la prueba que en ella. Bueno... Hasta que las luciérnagas acabaron por captar en demasía mi atención. No había visto muchas en mi vida, al menos no en la cantidad en que se nos presentaron; un poco más allá Cayden comenzó a estirar los brazos en búsqueda de que los pequeños insectos se le colocaran encima, lo cual me hizo reír un poco y liberar la tensión que sentía. Altan, por su parte, fue mucho más centrado y encontró la linterna que habíamos ido a buscar. Su actitud eficiente hizo que me avergonzara de mi distracción: era importante concentrarnos en la prueba.

    Contrario a lo que podíamos esperar, el chochín no supuso la última pista de la prueba. Quedaba por encontrar algo más en los humedales, lo que resultó ser un papel con un mensaje en forma de acertijo. Lo primero que noté cuando Altan leyó su contenido, antes de avisar a los demás grupos, fue que parecía incompleto. Hizo falta colocarlo junto con las pistas de los demás grupos para sacar un significado en claro. Esto me hizo valorar el sentido de cooperación que la prueba parecía querer inculcarnos. Gracias a la intervención de todos los grupos, se pudo determinar que el objeto final eran unos zoris.

    Entonces fuimos convocados a la isla central de los humedales. Alcanzamos un puente de piedra y fuimos recibidos con una oleada de luces suaves. Dimos con los demás grupos que habían participado de la prueba y entonces comprendí que todo el tema de los sustos y las criaturas mitológicas había quedado atrás.

    Le dirigí una sonrisa a Cayden, manifestándole de esa forma lo aliviado que me sentía. No fue un recorrido libre de accidentes. Me había preocupado bastante por él también, tras lo del incidente del lago. Pero no le hablé. Al contrario, lo que hice fue colocarme junto a Altan. Mostré una sonrisa calma, relajada, en su dirección.

    —Altan, perdón si molesto —opté por empezar con una disculpa, comprendía que mi presencia podría no ser bien recibida—. Creo que has sido un buen líder en esta prueba, en ningún momento perdiste la concentración. Y tus amplios conocimientos han sido de mucha ayuda para comprender cada situación.
     
    Última edición: 2 Julio 2023
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    Gigi Blanche

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    Kakeru 2.png

    Verónica había permanecido aferrada a mi mano una gran parte del trayecto, a menos que tuviéramos que separarnos por un motivo mayor. En un determinado punto, cuando la vi regresar en mi dirección y volver a pillar mi mano sin pensárselo dos veces, algo de nervios me cayeron encima. Quizá fuera vergüenza, más bien. No me molestaba su cercanía ni el contacto, sólo fui consciente de que estábamos tomándonos ciertas confianzas y yo, bueno, con algunas cosas a veces me hacía cacao.

    Yendo a la isla, donde todo parecía acabar, me soltó y la miré en respuesta. Me agradeció, dijo que conmigo había sido más fácil y la sonrisa me cerró los ojos un instante. Me gustaba creer que ya había superado mi etapa de pretender jugar a ser el héroe, pero eso no significaba que esta clase de eventos no me hicieran bien. Eran chispitas de alegría, sin más.

    —Mejor así, entonces.

    El escenario allí, en el centro del humedal, era precioso. Las linternas llenaban el espacio de colores y miré a Verónica al oírla hablando. Su epifanía dibujó una sonrisa muy amplia en mi rostro y recorrí el espacio con la vista. Reí.

    —¡Nos llamaron locos! —bromeé, sin alzar casi nada la voz—. ¡Y teníamos razón!

    Me habría gustado permanecer en esa liviandad, en esa pequeña porción de realidad donde nuestro mayor problema era un profesor disfrazado de yokai, pero era un deseo necio. Di con Anna sin quererlo, la identifiqué a cierta distancia, su cabello rosado entre las luces mutantes. Tenía su atención puesta en un punto determinado y debería haber dejado de mirar, pero era un puto obstinado y la posibilidad nunca me quedó al alcance. La vi avanzar hasta dos chicos, uno era de mi clase, y lo comprendí.

    Estoy viendo a alguien.

    La vi alzar la mirada hasta él, que era bastante alto, y vi su sonrisa.

    No es… nada oficial ni super serio, de hecho no sé muy bien qué es, pero como también va al Sakura sentí que debía decírtelo.

    Regresé en sí, los sonidos a mi alrededor se reiniciaron, tomé aire y disimulé mis reacciones. El pecho se me había comprimido, sentía los latidos en las costillas y me separé con disimulo del resto. Las lágrimas me ardieron tras los ojos y suspiré, pesado.

    Dios.


    No hago post con Anna porque realmente sólo es eso, se acercó a Al y le sonrió (? Como está con Hubert no metería bocadillo, esperaría a que hablen y sha
     
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    Zireael

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    Altan4.png
    Humedal de libélulas

    La verdad era que no me había molestado que el resto se distrajera con las luciérnagas, eran un bicho muy interesante de por sí como todos los animales que poseían la capacidad de general luz, por el motivo que fuese. Además como encontré la linterna bastante rápido la verdad era que no hacía falta romperles el momento así por deporte, solo lo interrumpí para que nos moviéramos y ya.

    Contra todo pronóstico logramos encontrar lo que buscábamos bastante rápido y con las pistas una chica se atrevió a adivinar el objeto, acertando de inmediato. Co eso el viejo nos mandó a reunirnos en la isla central del humedal, por donde ya nosotros habíamos dado bastantes vueltas y así lo hicimos porque de por sí los walkies habían quedado inútiles.

    Llegamos a los puentes, pudimos apagar las linternas y con eso supuse que los sustos habían terminado por hoy, todos estábamos enteros después de todo. Conforme fuimos avanzando noté los cambios en las luces, el color que desprendían sobre el espacio provenía de vete a saber cuántas lámparas de formas extrañas y allí, en el centro, estaba el objeto.

    Me quedé en mi lugar, observé las luces y a la vez busqué a Anna entre los demás, pero antes de ubicarla noté a Hubert sonriéndole a Cayden que le regresó el gesto antes de alejarse por ahí, fundiéndose con las lucecillas un instante antes de encontrar a Kohaku y sonreírle con todo el gusto del mundo. No vi mucho más, Mattsson se había acercado a mí y antes de siquiera decirme algo más se disculpó si molestaba.

    Lo miré, me sorprendió que se acercara para decirme eso en particular aunque no lo demostré y ladeé apenas la cabeza. En lo que a mí me concernía, él también parecía bastante más concentrado que el resto del grupo. ¿Me estaba diciendo que el hecho de que fuese una enciclopedia con patas había sido de ayuda? Vaya.

    —Gracias —dije y estiré el brazo para darle un toquecito en el centro de la frente con el mapa doblado que conservaba en la mano—. Te mantuviste bastante centrado también, eso ayudó a que el grupo no perdiera la calma.

    La expresión inalterable que había mantenido hasta el momento cambió cuando noté que Anna se había acercado, suavicé los gestos y le dediqué una sonrisa en respuesta a la suya. Verla entera me tranquilizó luego de aquel presentimiento de mierda me cayera encima medio de la nada, de hecho ni lo pensé pero guardé el mapa bastante arrugado en el bolsillo y estiré la mano libre hacia ella, esperando que entendiera la intención y la tomara.

    —Ah, y perdona ahí cualquier incomodidad que te causáramos, Mattsson —dije volviendo la atención al chico—. Cosas que se nos van un poco de las manos, supongo.


    aplico las mismas y no posteo con Cayden cuz solo se fue a reunir con su gay pal pero lo colé aquí (?

    entiendan mi adorable a kakeru como un adorable sad ya que estamos chale
    Jez 2.png
    Humedal de libélulas

    ¿Había dejado de pensar en que se nos había perdido un niño en nuestras narices? No, pero había seguido funcionando a pesar de ello y así fue como pronto nos coordinamos para acelerar las cosas. Escuché a Anna, luego otras voces incluida la de Altan dándole órdenes al famoso Shimizu y todo lo que supe después era que nos pedían reunirnos en la isla central del humedal.

    Allí nos recibieron las lámparas con sus luces de colores, iluminaban el lugar y alargaban nuestras sombras, tiñéndonos de tonos combinados. Fue más una sensación que una certeza, pero parecía que allí ya estábamos libres de peligro y eso me ayudó a seguir relajando el cuerpo.

    Noté que Vero me buscó con la vista, también a Kakeru y la estampa general me provocó ternura, así que terminé sonriendo casi sin darme cuenta. El intercambio me aflojó una risa liviana y me acerqué a la chica para entrelazar mi brazo con el suyo, confianzuda como yo sola.

    —Al final el regalo luego de esos sustos eran un montón de lucecitas —comenté al aire—. Creo que valió la pena.

    Recorrí el espacio con la vista sin moverme del lado de Vero, di con caras conocidas aquí y allá, con la silueta de Anna y la sonrisa que alcanzó las facciones de Al apenas verla y me sentí feliz. Fue una alegría tan pura que pude dejar de pensar en algunas cosas un instante y como era densa, cuando percibí la silueta de Kakeru apartándose de los demás no pude atribuir una cosa a la otra.


    dúo de albinas for the win, perdón pero Vero pone muy suavecita a Jez (?
     
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    Amane

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    Alisha 2.png
    [Humedal de libélulas]

    Aquello posiblemente no se lo iba a admitir nunca a nadie en voz alta, pero una gran parte de mí se alivió de que aquella prueba estuviese llegando a su final. Dios sabría por qué me había puesto tan nerviosa con un par de sustos mal pegados, pero joder, quería salir de una vez de aquel bosque. Así pues, en cuanto descubrimos todas las pistas y adivinamos el objeto, fui la primera en instar a todo el grupo en avanzar lo mas rápido posible hasta el centro del humedal.

    Ahí, en la islita central, nos recibieron un montón de linternas, seguramente super bonitas de ver, pero mi atención no pudo centrarse en aquello ni aunque hubiese querido. Paseé la mirada por todos los grupos que fueron llegando, uno a uno, hasta que finalmente di con el de Joey y, vaya, ni siquiera lo pensé antes de corretear hacia su posición, echándome encima de él en cuanto estuve a una distancia prudencial para hacerlo. Estaba montando la escenita delante de toda la academia, pero ni que eso me fuera a importar demasiado, la verdad.

    —Te estoy abrazando porque seguro que has pasado mucho miedo durante la prueba —le murmuré, levantando apenas la vista desde el hueco en su cuello en el que había hundido la cabeza—. ¿Quieres que duerma contigo esta noche para que no tengas pesadillas~?

    Kenneth 2.png
    [Humedal de libélulas]

    Parecía que mi intuición inicial sobre el otro chico del grupo hacía sido errónea, ¿o quizás el contexto había influenciado demasiado en su actitud? Lo vi acercarse a las otras dos chicas, a Jezebel y a Verónica, y hacer el resto del camino junto a ellas, cosa que, en un principio, no había esperado que pasase. Por supuesto, solo me movía por intuiciones iniciales y, por muy acertadas que soliesen ser, no dejaban de ser ideas preliminares.

    Yo seguí manteniéndome bastante al margen, de todos modos, y solo me dio por reaccionar cuando reconocí el nombre que había escuchado de una de las pistas, frunciendo ligeramente el ceño ante el detalle. ¿Tomoki no era cómo se había presentado el señor de aquella arde? La idea se quedó dando vueltas un par de segundos en mi cabeza, pero al final concluí que tenía algo de sentido escuchar ese nombre, pues el señor mayor estaba participando en la prueba de alguna manera.

    Lo más importante, sin embargo, fue que adivinaron el objeto final y en el centro del humedal, ahí dónde nos habían dicho que nos reuniésemos, los cuatro grupos se reencontraron. Miré a mi alrededor, sin poder evitar la curiosidad que sentí al ver determinadas personas buscando a otras en cuanto tuvieron la oportunidad, y una pequeña sonrisa se me extendió por los labios mientras decidía avanzar hacia la melena roja que reconocí no muy lejos de mi posición.

    —Buenas noches, Sasha —saludé, sin sentir la necesidad de levantar la voz para poder llamar su atención—. ¿Qué tal? ¿Has pasado mucho miedo con la prueba?
     
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    Bruno TDF

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    [​IMG]
    Humedal de libélulas

    Asentí con energía frente a los comentarios que Fuji hacía, dándole toda la razón del mundo. Seguí mirando las luces, con sus resplandores reflejándose en mis ojos emocionados. La sonrisa prevalecía en mi rostro y creo que ni la mayor fuerza del mundo hubiera logrado borrarla. Eran muchas lucecitas y no podía decidir en qué zona del humedal detenerme a apreciar semejante preciosidad.

    Tan obnubilada me encontraba, que el suave tacto de Jez sirvió para volver a ponerme los pies en la tierra. Me giré hacia ella, confundida como si me hubieran recién despertado. Al notar su brazo entrelazado con el mío, se me aceleró un poco el corazón. Por lo general era yo la que solía hacer estas cosas con quienes conocía, por lo que recibir un gesto así de parte de otra persona fue una sorpresa muy agradable. Aparte se trataba de Jez. Tenerla así de cerca me dio una sensación parecida a la felicidad, porque para una persona tan confianzuda como yo, encontrarse con la confianza temprana de otra persona era un regalo poco habitual y, por lo tanto, especial. Correspondí a su gesto entrelazando también su brazo.

    —Claro que valió la pena, porque me acercó a la mejor lucecita de todas —dije con una ternura pura y transparente. Miré hacia sus ojos, dándome cuenta de lo preciosos que eran vistos así de cerca, pero luego me centré, sobre todo, en su flequillo—. ¡Me encanta tu cabello, Jez, es super-hermoso! Te lo quería decir desde que nos vimos por primera vez.

    Afiancé un poco más el vínculo de nuestros brazos y pegué mi hombro con el suyo.

    >>Si estas luces son para pedir deseos, yo pediré que seamos amigas —dije, mirando los colores con una sonrisa radiante—. Dos lucecitas formando una luz más grande. Con la bendición de Copito.

    Mi gorrión batió sus alas sobre mi hombro, intercambiando miradas entre Jez y yo. Obviamente no comprendía mi idioma, pero su instinto de pajarito percibía lo feliz que me sentía en ese momento, y lo celebraba.

    [​IMG]


    [​IMG]

    Humedal de libélulas

    Altan me dirigió una mirada que se sintió profunda. Sus ojos eran realmente negros, incluso en medio del espectáculo de luces, de una forma que se sentían infinitos. Seguramente era su forma habitual de encarar a las personas, pero se sentía imponente. Sin embargo, le sostuve la mirada mientras le hablaba, sin retroceder un gesto, porque su manifiesta inteligencia de algún modo hizo que ya no sintiera tanta distancia entre nosotros. Debía admitir que me parecía un tipo interesante, cosa que no le dije porque era vergonzoso, y lógicamente porque no existía la confianza necesaria, sólo una educada cordialidad.

    Agradeció mis palabras. Acto seguido abrí los ojos, con confusión, cuando me dio un toque en la frente con el mapa doblado.

    Te mantuviste bastante centrado también —dijo—, eso ayudó a que el grupo no perdiera la calma.

    Este reconocimiento por su parte me quitó bastantes pesos de encima. En el último tramo de la prueba me había asaltado la sensación de que no le estaba dando el enfoque correcto a las cosas, preocupándome por la composición de un traje o mirando las luciérnagas. Pero Altan, que era alguien centrado, opinaba distinto y decidí creerle. En eso, se nos acercó una chica cuyo nombre desconocía, pero a la que solía ver por los pasillos del segundo piso cuando iniciaban los recesos. Noté cómo los gestos de Altan se suavizaron con su aparición, lo que me hizo intuir al instante el ambiente. Cuando finalmente se disculpó por lo del principio, negué con la cabeza y volví a mostrar una sonrisa solemne.

    —No te preocupes —dije—. Al final fue una buena experiencia acompañarlos. Espero que tengamos ocasión de volver a hablar.

    Les dirigí un gesto cordial con la cabeza antes de girarme y alejarme de ellos, con las manos en los bolsillos. Comencé a caminar en paz por el humedal, apreciando detenidamente las luces.

    Hubert los deja con lo suyo uvu
     
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    Reual Nathan Onyrian

    Reual Nathan Onyrian Adicto

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    [Humedal de libélulas]

    Escuchar la voz de Ali primero, y luego la de Ale, hizo que mi corazón bajara al menos cuatro revoluciones. Habíamos comenzado a dar vueltas de nuevo, buscando, ahora entre todos los grupos, las últimas pistas para terminar esta condenada prueba de una buena vez. Logramos encontrarlas, dando lugar a otro acertijo más, y a que la peliazul diera la respuesta por radio. Esperamos unos segundos en silencio, que parecieron décadas, hasta que la voz de Ono-san nos llegó a los oídos. Se la escuchaba... rara, la verdad. No sabría decir bien por qué. Pero no me daba buena espina para nada. Probablemente fuera el hecho de que estaba con los nervios bastante crispados.

    El anciano nos invitó a ir a la isla que se encontraba en el centro del humedal, y prontamente partimos hacia allí. A medida que avanzábamos, caminando por puentes de piedra, el lugar se terminó iluminando con varias linternas, que no solo se encontraban en los puentes propiamente dichos, si no también en el suelo, en la isla, que cambiaban de color, y parecían bailar. El espectáculo era bastante... hipnótico, a decir verdad. Todos estaban apagando sus linternas, y por sus rostros, podía identificar que ya se estaban relajando. Yo hice lo propio, pero no podía dejar pasar la sensación de que algo raro iba a pasar allí. Tal vez fuera el hecho de que cada dos pasos que habíamos dado en ese bosque, algo raro nos había ocurrido. Y de que ya había vivido una experiencia extraña durante el día.

    Suspiré, intentando quitarme de manera infructuosa esa sensación de intranquilidad de la nuca, y me concentré en el altar que habíamos encontrando en el centro de la isla. Había, justamente, un par de sandalias sobre el mismo. ¿Ahora que se suponía que teníamos que hacer? ¿Había que esperar más instrucciones? ¿Llevarlas a algún lado? ¿Depositar los objetos que habíamos encontrado sobre el altar? ¿Qué diablos quería decir Ono-san con lo de "nos han ayudado a recuperar la memoria"? Solté un gruñido. Ya me dolía la cabeza de tanto susto, adivinanzas, y bueno, principalmente susto.

    Me rasqué la nuca, y justo giré la cabeza para ver como el resto de los grupos ya estaba llegando también al lugar. Comencé a mirar para todos lados, algo ansioso, y pude divisar a Alisha y a Joey. La rubia se había echado a los brazos del otro, pero me importaba poco, la verdad. En esos momentos, solo estaba aliviado y contento por ver que estaban bien. O al menos, superficialmente bien.

    De un par de zancadas, pues la isla era bastante pequeña para albergar a tanta gente, llegué a su lado, abarqué a ambos en un solo abrazo, y les di un estrujón tan fuerte que seguramente les tronó la espalda a ambos. Los alcé en el aire durante unos segundos, para luego volver a bajarlos al suelo, mientras exhalaba, aliviado.

    — Que bueno que se encuentran bien. Porque se encuentran bien, ¿no? ¿No les pasó nada? ¿No están lastimados? ¿Les hicieron algo? —mientras hablaba, me agaché para estar a la misma altura de sus ojos, y examinar el rostro de ambos. Sonreí cuando no encontré nada que me llamara la atención.— No saben lo preocupado que estaba. Que prueba de porquería, si no fuera porque ustedes también estaban metidos aquí, ya me hubiera huido del bosque sin pensármelo dos veces. Cuando el niño que nos seguía desapareció, y la profesora nos preguntó toda preocupada que en donde estábamos, y demás. Pero luego no volvió a mencionar nada, es más, nos dijo que siguiéramos, así que quizás era todo parte del show, pero esas criaturas eran demasiado reales. Me pegaron con una pala, secuestraron momentáneamente a una chica de nuestro grupo, estaban comiendo cadáveres... No sé, todo era muy raro...

    Me interrumpí en cuanto noté un brillo de color azul cerca de Joey. Les dediqué una última sonrisa a Joey y Alisha, al igual que un último abrazo, y me separé de ellos, dirigiéndome hacia Alethea. Apenas estuvo a su lado, me detuve, con una sorpresiva tenaza en la garganta. ¿De verdad estaba bien si la asaltaba de la misma manera que había hecho con los otros dos? ¿Acaso se había dado cuenta de la reacción que había tenido durante el almuerzo? ¿Se sentiría incómoda si me abalanzaba sobre ella de golpe? Además, se veía tan linda a la luz de estas linternas tan raras...

    Agité la cabeza. A la mierda, era mi amiga, antes que todo. Y estaba genuinamente contento de que estuviera bien. Así que, al igual que con Joey y Alisha previamente, le di un fuerte abrazo, aunque un poco más suave que el anterior. No la levanté en el aire. Tenía un poco de vergüenza, aún. Y además, tenía vestido.

    — Me alegra verte, Ale. Y me alegra ver que estás bien. Porque también estás bien, ¿no es así? ¿No te tiraron ninguna herramienta a la cara? ¿No te secuestraron? ¿Te hicieron algo? ¿Les pasó algo? —al igual que había hecho con los otros dos, me había agachado para estar a su altura, y la había tomado por los homrbos.— Te juro, no sé que diablos está pasando en este bosque. Y no creo que todo tenga que ver con las pruebas de valor y demás. Durante el día, cuando vine a... despejarme, también pasaron cosas raras. De hecho, ahí conocí al viejo que nos hablaba por walkie-talkie. O bueno, no lo conocí per sé, pero escuché su nombre, y había encontrado un muñeco que era suyo, que ahora no me sale el nombre de esos muñecos, pero lo había encontrado porque había seguido risas y...

    Me corté, en parte porque lo que estaba diciendo seguramente sonaba ridículo, además de que estaba ametrallando a la muchacha con una oración tras otra, en otra porque necesitaba recuperar el aliento, y además, y la más importante, era que había captado el brillo de sus ojos azules bajo la luz de las linternas, lo que, francamente, me dejó sin aire durante un segundo. Carraspeé, mientras sentía como mi rostro iba tiñéndose del bronceado usual a uno rosado, y me erguí, mirando para otro lado.

    — Perdona, no quería atorarte a preguntas ni nada. Solo... me alegra saber que estás bien. No la pasé para nada bien durante esta prueba, y que alguno de mis amigos haya sufrido igual o peor que yo... —me encogí de hombros, y un poco más recuperado, le dediqué una sonrisa.— Nada, solo me alegra saber que, dentro de todo, estás bien.

    Dicho y hecho, me alejé de allí, hacia un rincón algo más apartado y solo. Me senté en el suelo, soltando un suspiro de cansancio. La pierna me dolía, después de todo. Había sido mucha caminata, y muchas emociones. Puse las manos detrás de mi cuerpo, y crucé el bastón sobre mis piernas, mientras miraba alrededor. Tan solo deseaba que no hubiera más sustos, a partir de ahora.

    Acá viene la jackipraxia.
     
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    Jez 2 (2).png

    Humedal de libélulas

    La confusión en el rostro de Vero por un momento casi me hace soltarla por miedo a haberla incomodado, pero tardó poco en corresponder al gesto y pude relajarme de inmediato. Entre ser blanca como el papel y así de ingenua muchas veced había sido tomada como objeto de diversión, así que topar con alguien que se parecía a mí era reconfortante. Eso y que Vero era bastante tierna.

    Su comentario solo reafirmó mi punto, aunque también me lanzó algo de color al rostro y agradecí que las luces de colores disimularan cualquier cosa, porque la niña me miró a los ojos con una ternura tan transparente que fue casi abrumadora. Su comentario sobre mi cabello me hizo sonreír a pesar del bochorno y le dediqué una caricia liviana en el antebrazo, aprovechando el punto de contacto entre nosotras.

    —El tuyo también es muy bonito, ¡es super lacio!

    Su deseo para las luces me recordó al mío la vez de la fiesta en la azotea, fue genuino, sencillo e inocente. Era la clase de deseo que pedían las personas que no aspiraban a más que ser parte de la vida de los demás y en esa idea encontré cierto consuelo.

    —Bueno, yo diría que podríamos pensar que el deseo ya se cumplió —comenté mientras veía las sombras que producían las luces y sonreí para mí misma—. Siento que ya somos amigas. Ah, y también quiero ser amiga de Copito.
     
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    Anna 6.png

    Me las había arreglado para conservar la compostura hasta el último momento, vete a saber cómo. Los nervios se me habían estropeado desde la gracia del kuro bōzu. Era cierto que no había sufrido ningún daño físico, pero ese precisamente nunca había sido mi problema. La cagada venía del sometimiento, la impotencia y las manos ajenas, y quien hubiera sido el hijo de puta disfrazado se había encargado de imprimirme todos esos miedos a flor de piel.

    Tendría que darle la razón a los rumores.

    Al menos, al parecer la prueba iba acabando. Atravesamos un puente y nos recibió un espectáculo de luces que, por un segundo, me transportó a un mundo paralelo. Giré sobre mis talones, intentando abarcarlo todo con mis ojos, y una gran sonrisa me estiró los labios. Al advertir que nos reuníamos con los demás grupos, fui sorteando las caras y estirando todo el cuerpo hasta que di con Al. Me acerqué a él plenamente por un impulso, de esos que muchas veces no llegaban a pasarme por el filtro del cerebro. Por ello, cuando el otro chico reparó en mí y decidió retirarse, sentí en el estómago un pinchazo de culpa.

    —Sólo venía a saludar... —musité al aire, aunque el muchacho no llegó a escucharme.

    Había metido el hocico cuando no correspondía, ¿cierto? Debería haber esperado. Observé su espalda un par de segundos y suspiré, bajando la vista. Al había extendido su mano hacia mí y se la había tomado, otra vez, sin pensarlo. El contacto era cálido, pero lo deshice y busqué sus ojos. No dije nada, sólo estiré los brazos en su dirección. La verdad, llevaba un buen rato queriendo ese abrazo.


    perdón hubby, no queríamos que te fueras :(((

    also vi que cay fue donde ko pero no sé si me va a dar la vida para tener cuatro interacciones en simultáneo adjhsajd cualquier cosa en un par de posts le respondo con ko, sowwy

    Joey 4.png

    Lo que nos recibió en la isla fue una imagen bastante pintoresca e inesperada, la verdad. No era yo muy propenso a apreciar el arte ni creía saber hacerlo, y de todos modos tampoco conté con el tiempo. Apenas de alcanzar el centro del lugar noté por el rabillo del ojo que alguien se aproximaba a nosotros y, claro, la cabellera dorada. La postal fue bastante tierna y recibí a Alisha en mis brazos sin pensármelo dos veces. Envolví su espalda, comencé a mecerla apenas y se me aflojó una risa nasal, mientras le cepillaba el pelo en silencio. Mis ojos repasaron brevemente la dirección por donde ella había venido, identifiqué la silueta de Jez junto a otra muchacha albina y Ali me habló, regresándome la atención a ella.

    —¿Ah, sí? —murmuré, divertido—. Mira qué curioso, y yo creyendo que estabas suuuper asustada y llevabas rato largo queriendo un abrazo de Joey.

    Estuve por responderle a la otra tontería, lo de si quería dormir con ella, cuando una fuerza suprema nos envolvió a los dos y hasta nos despegó del suelo. Solté una carcajada sonora, una que, sumado al abrazo de Jack, me agotó el aire de los pulmones. Luego de eso solté a Alisha y medio giré el cuerpo para oír al chico, que ya se había puesto en modo metralleta. Dijo un montón de cosas en muy poco tiempo, las que más captaron mi atención fueron las últimas y ni siquiera llegué a responderle, que vio no sé qué y, tras otro abrazo, se fue. Giré el cuello para seguir su recorrido, curioso, y grande fue mi sorpresa al ver que se detenía junto a Alethea.

    —Vaya, vaya —murmuré para Ali, viendo a nuestro pequeño galán descargar una nueva balacera sobre la pobre chica—. ¿Tú sabías de esto~?


    Sasha 4.png

    La voz de Kenneth atrajo mi atención poco después de alcanzar el centro de la isla. Por fin había ido todo bien y por fin habíamos logrado cumplir el objetivo sin más desvíos innecesarios o monstruos estranguladores o mujeres locas. Pensarlo de esa forma me arrancó una risa apenas audible y fue entonces cuando giré el rostro, dando con el muchacho. Repasé su expresión brevemente y no me sorprendió verlo tan sereno y compuesto, a juzgar por lo poco que conocía de él.

    Por ello, la pregunta que me hizo me pareció casi una pregunta trampa.

    —No mucho, supongo, aunque una de las apariciones estuvo bastante... intensa. —Esbocé una sonrisa incrédula y me incliné apenas en su dirección; las luces mutaban y cambiaban sus colores, claros de por sí, en varias tonalidades—. A otra chica y a mí, la de cabello celeste, nos separaron del grupo y, básicamente... quisieron matarnos.

    Lo dije con suma ligereza, hasta me reí un poco al respecto, aunque fue más en un sentido resignado. Sabía que los campamentos del Sakura eran materia aparte, pero vaya.

    —¿Ustedes qué tal? ¿Algo memorable los asaltó por el camino?
     
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    Zireael

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    Altan4.png

    Humedal de libélulas

    Era realmente curioso que el puente que se había formado entre este mocoso y yo fuese, de hecho, el mismo que se quemaba con tantas otras personas. Sin duda el cerebro de archivo era más un enemigo que un amigo, pero apenas este chico se puso en full modo racional con las preguntas al niño debí adivinar que, bueno, el asunto sería diferente, eso y que el chiquillo parecía demasiado formal para su edad.

    Como fuese, me dijo que no me preocupara por las tensiones del inicio y que había sido una buena experiencia acompañarnos. Cuando volví a mirarlo a él regresé a la inexpresividad usar esos instantes, pero asentí con la cabeza a sus palabras.

    —Cuando quieras, Mattsson. Nos vemos.

    Que se quedara o se fuera a mí no me significaba un gran drama, pero eso era yo y se me ocurrió que Anna aunque se había acercado y había aceptado mi mano igual podía sentir algo diferente. Tenía su gracia viendo que cuando había llegado a la escuela se la pasaba de mala leche, pero en realidad era bastante más ansiosa con los rollos sociales de lo que uno podía anticipar y lo que murmuró solo terminó de confirmarlo.

    Deshizo el contacto y me miró, así que regresé la vista a ella, sus ojos reflejaban los colores erráticos y revueltos de las luces así que me distraje en eso de inmediato, cosa que no era rara de por sí. Creí que me diría algo, pero en su lugar estiró los brazos en mi dirección y acaté el pedido de inmediato, me acerqué a ella, pasé mis brazos bajo los suyos y la envolví.

    —¿Estás bien? ¿No te pasó nada? —pregunté aunque sonara a paranoico y la estrujé con cierta fuerza, separándola ligeramente del suelo—. Eso de mandarte a un bosque lleno de bichos raros no me gusta.


    hubert my lov nos veremos de nuevo, I PROMISE

    and lo de cay nono, no te preocupes de hecho en parte por eso no hice el post, porque vi que se abrieron un montón de interacciones entonces preferí dejar la cosa ahí como dato nomás, no hace falta que me contestes si no te da la vida
     
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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Anna 6.png

    Me colgué de Al apenas tuve la oportunidad, lo apreté con fuerza y escondí el rostro allí, en el hueco entre mi brazo y su cuello. Respiré despacio, sus preguntas me alcanzaron y dejé correr un par de segundos. Meneé la cabeza luego, el movimiento fue sutil. Quizá fuera un mal hábito mío, vete a saber. Así como le había dicho muchas cosas, había otras que permanecían selladas bajo combinación. Era la mierda de que me habían robado y ahora también esto, lo del puto bicharraco prácticamente secuestrándome y lamiéndome la cara. En mi mente, según mis parámetros, contárselo no tenía sentido.

    Su próximo comentario me aflojó una risa breve y me separé de él. No quería, vaya, por mí me le habría quedado pegada como moco la noche entera, pero tenía algo incómodo atorado en el cuerpo y... se sentía incorrecto. Me molestaba.

    —Perdona —solté en voz baja, deslizando los brazos fuera de su cuello y regresándolos a mi espacio—. Los interrumpí, ¿cierto?

    Me coloqué de puntillas y le dejé un beso en la mejilla, buscando sus ojos un instante para sonreírle. En paralelo comencé a retroceder.

    —Hablamos luego, ¿sí? —agregué, dándome la vuelta por fin para regresar junto a mi grupo.


    mejor los dejo que hablen (??)
     
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    Bruno TDF

    Bruno TDF Usuario VIP

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    [​IMG]

    Cuando le hice el comentario sobre su cabello, recibí como respuesta una suave caricia en el antebrazo que me hizo muy bien. También mencionó que el mío era bonito, lacio. Esa forma de corresponderme, tan abierta y pura, era lo que incrementaba mi deseo de hacernos amigas. Compartíamos un color. Teníamos formas similares de conectar con los demás, y aparte era una dulzura de persona con todo el mundo, tal cual se mostró a sí misma durante el transcurso de la prueba. Por eso, cuando me dijo que podíamos dar mi deseo por cumplido, cerré los ojos y mostré una sonrisa suave, sintiéndome realmente complacida.

    —Que nunca se te olvide lo bien que me han hecho tus palabras, el cariño con el que las atesoraré… mi amiguita —dije y la tomé de la mano, sin perder el entrelazo en el que estábamos; tenía la seguridad de que aceptaría ese gesto de mi parte, ahora que éramos amigas oficiales—. Y ya puedes considerarte amiga de Copito también, te puedo asegurar que le agradas porque percibe lo dulce que eres. Es hora de que nos de su bendición.

    Con la mano libre busqué al gorrión albino sobre mi hombro e hice que se parara en mi dedo índice. Así, lo coloqué cerca de Jez, para que pudiera apreciarlo de cerca. Los colores danzaban sobre sus plumas, convirtiéndolo en ave multicolor.

    —Pon tu índice cerca —invité sonriente.

    Puedes asumir que Copito se sube al dedo de Jez e interactuar con él, si es que ella acepta uvu
     
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  12.  
    Amane

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    Alethea 2.png
    [Humedal de libélulas]

    Los segundos de espera tras haber dado una posible respuesta se sintieron eternos; honestamente, no tenía idea de en qué momento me había empezado a tomar aquello tan en serio, pero la verdad es que, por primera vez en mucho tiempo, me puse... nerviosa esperando el resultado. Al final resultó que habíamos acertado y, vaya, sentí una mezcla de alivio y alegría que pocas veces había llegado a sentir antes. Les dediqué una sonrisa a mis compañeros, expresando esas mismas emociones en el gesto, y finalmente nos dirigimos a lo que, supuse, sería la última zona que visitaríamos para la prueba.

    La isla central del humedal era preciosa, estaba decorada con unas linternas que se iban iluminando en una secuencia de lo más bonita, y pude disfrutar de la imagen un par de segundos antes de notar una figura difuminada acercándose a nuestro grupo. La figura en cuestión resultó ser una chica que se le tiró encima a Joey, su amiga en realidad, y no pude evitar sonreír con cierto aire de ternura ante la escena, manteniendo la vista sobre ellos un par de segundos extra a pesar de no querer entrometerme en su intimidad. Fue gracias a esa atención, sin embargo, que pude ver a Jack acercándose también, y verlo levantando al par como si nada me sacó una risa de genuina diversión, a decir verdad.

    Jack les ametralló a preguntas, cosa que no me sorprendía demasiado viniendo de él, y pensé que me alegraba bastante verlo con tanta energía, especialmente después de haberle escuchado admitir que se asustaba con facilidad. Los otros dos no tuvieron mucho tiempo de responderle la seguidilla de preguntas, al parecer, porque ambos acabamos cruzando la mirada y fue cuestión de un par de segundos antes de notar sus brazos rodeándome el cuerpo. Le correspondí al abrazo sin dudar un segundo, sorprendiéndome a mí misma por la felicidad que sentí al saber que... bueno, todo parecía estar bien entre nosotros, ¿cierto? Al final nunca supe porque salió corriendo durante el almuerzo, pero en ese mismo instante no importaba demasiado.

    Fui la siguiente víctima de todas sus preguntas, claro, pero aquello no me molestó lo más mínimo. En un acto reflejo que no pude controlar demasiado, acabé llevándome la mano hacia el cuello, quizás para comprobar que la zona seguía intacta y a salvo; procuré no cambiar demasiado mi expresión aún así, porque estaba escuchando a Jack y lo último que quería era añadirle otra posible preocupación después de todo lo que parecía haber pasado.

    —Estoy bien, gracias... —me dio tiempo a asegurarle, pero no tuve espacio a mucho más.

    Lo vi alejarse, pero no me gustó para nada ver la imagen del chico ahí solo y apartado, por lo que me despedí de mi grupo con una sonrisa ligera y me acerqué al pequeño espacio donde se había retirado. Me ajusté el vestido, sentándome a su lado, y me permití invadir un poco su espacio al dejar caer la cabeza sobre su hombro.

    >>También me alegro de que estés bien, Jack. Bueno, nervioso, por lo que se ve... pero bien, imagino.

    LOS AMO BYE

    Alisha 2.png
    [Humedal de libélulas]

    Sabía con total seguridad que Joey iba a buscar burlarse de mí en cuanto me tuviese encima, pero, a ver, a cambio había sido yo la que había acabado completamente arropada por la calidez de sus brazos, así que iba a permitirme considerarlo una victoria a mi favor. Me sentí absurdamente protegida ahí, con el rostro hundido en su cuello, y no le iba a mentir a nadie, fui perfectamente consciente de que todo mi nerviosismo desapareció en cuanto me correspondió al gesto.

    —Yo no me asusto —me quejé, completamente enfurruñada a pesar de saber que era en vano (él era el único que sabía lo mucho que me pegaba a su brazo cuando veíamos alguna película de miedo)—. ¡Y sobre el abrazo no haré declaraciones! —sentencié, apretándome aún más contra su pecho instantes después.

    Estaba muy a gustito así y no planeaba separarme en un buen rato, pero claro, mis intenciones se vieron interrumpidas cuando una fuerza mayor nos atacó a los dos y, por Dios, literalmente nos levantó del suelo. Ahogué el grito que amenazó con escaparme de los labios como pude, a duras penas, y apenas volví a tocar la tierra con los pies, extendí el brazo para darle un golpe a lo que nos había atacado, a.k.a, Jackie; no muy propio de mí, lo sabía, pero parecía que seguía algo susceptible todavía.

    Jack nos soltó una retahíla de palabras que apenas pude procesar, y antes de siquiera darnos la oportunidad de responder algo, se alejó para hablar con una de las chicas que justamente había venido con Joey. Lo seguí con la mirada, girándome apenas sobre los talones, y alcé una ceja inquisitiva ante la escena porque... venga, no se podía ser más obvio, really. Aproveché la nueva posición para dejarme caer ligeramente hacia atrás, buscando quedarme de nuevo en los brazos de Joey mientras negaba suavemente con la cabeza ante su pregunta.

    >>Our little Jackie-chan has a crush, they grow up so fast... —murmuré, dejando caer la cabeza sobre su hombro, y apenas giré la misma para poder mirarlo, sonriendo con una nueva cuota de diversión—. Tengo la sensación de que va a necesitar la ayuda de Mr. y Mrs. Love~

    LOS AMO BYE X2

    Kenneth 2.png
    [Humedal de libélulas]

    La respuesta inicial de Sasha me ensanchó apenas la sonrisa, sin llegar a sorprenderme demasiado el hecho de saber que no estaba especialmente asustada. La aclaración que hizo después, sin embargo, logró llamar mi atención, y no pude evitar alzar un poquito las cejas mientras imitaba su gesto, inclinándome apenas hacia su posición para poder escuchar mejor lo que quisiese decirme y saciar así mi curiosidad. No recibí información agradable, a decir verdad, y parte de la preocupación que sentí ante sus palabras se trasladó a mi semblante, pues me erguí para mirarla con el ceño ligeramente fruncido.

    —¿En serio? —murmuré, y no pude evitar repasarla con la mirada en un intento de encontrar alguna especie de herida o marca visible—. ¿Y estás bien? Joder, igual se les ha ido un poco de las manos, ¿no?

    Aunque no tenía mucha idea de los métodos de la escuela con este tipo de actividades y, bueno, después de un segundo vistazo me di cuenta que la chica estaba tomándoselo con bastante ligereza, lo que me permitió relajar bastante la actitud en general.

    >>Creo que las chicas lo pasaron peor, porque un gigantón se puso a olfatearlas por la espalda... imagino que fue incómodo. También vimos a un hombre en llamas, pero no nos hizo mucho caso —contesté, dándole un poquito más de peso a la primera parte, aunque al final no pude evitar reír ligeramente con las últimas palabras—. Hey, una pena que no te hayas asustado mucho... había pensado en invitarte a dar una vuelta para despejarnos después, cuando todos estuviesen durmiendo~

    LOS AMO BYE X3
     
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    Fiorella 2 (1).png
    Humedal de libélulas

    Después de haber felicitado a Jack note que Maze hizo lo mismo, solo me aleje unos centímetros después de recibir su sonrisa, como fuese empezamos a seguir y para decir verdad agradecía que el camino estuviese tranquilo, entonces escuche la voz de Maze, bueno prácticamente estaba cantado y para decir verdad, sonreí. Aunque no tuviese tocando piano escuchar música o a personas cantar era algo que, como siempre llegaba a pensar me tranquilizaba, así que me permite tranquilizar el cuerpo.

    No paso mucho y logramos encontrar el objeto, y entonces se volvió a escuchar la voz del anciano, empezó hablar y menciono algo que teníamos que buscar en el hogar de las libélulas, prácticamente en poca palabras dijo que teníamos trabajar entre todos los grupos, entonces Anna presionó el walkie, e hizo una pregunta, después de escucho la voz de otros estudiantes y no logre identificar a ninguna. Sin embargo al final se escucho la voz de una chica, ella había logrado adivinar el objeto por lo que logre escuchar al anciano inhalar, suspirar, no paso mucho hasta que pareció que lo que dijo la chica fue correcto.

    Y para ser sincera lo que vino después no me lo espere, lo que veían mis ojos era realmente hermoso, recorrí todo en mi lugar en eso note que todos se dispersaban y se reunían hablar entre ellos. No me moví de mi lugar ya que estaba demasiado concentrada observando todo, en eso mis ojos dieron con Adara estaba fotografiando entonces pareció sentirse observada ya que alzo su vista a mi dirección, sonreí y pude notar que su mirada escaneo todo mi rostro, note que me devolvió la sonrisa antes de asentir con la cabeza. En poca palabras entendí, que se alegraba que estuviera bien.

    Aleje mis ojos de ella para posarlos en Maze, bueno antes había buscado con la mirada a los demás. Pensaba acercarme a Kokahu pero no lo hice, ya que note que un chico pelirrojo se le acerco, y al igual que Adara pues no no se meda bien interrumpir a nadie, pues solo descarte la idea, solo camine hacia Maze antes de ponerme a su lado no había tenido la oportunidad de hablar con el antes así que, como siempre yo aprovechando oportunidades.

    David ¿no? —lo mire de reojo, el había dicho del principio que podíamos llamarlo Maze, pero como yo no era de ese tipo de personas que se tomaba con confianza como los demás pedían que lo llamaran y mas si no me sentía en confianza para hacerlo, prácticamente sentí que había lanzado la pregunta de que si, podía llamarlo no mas por su nombre —. ¿Te encuentras bien? —sonreí—. Por cierto lo que cantaste antes, sonó muy bien. ¿Te gusta la música?.
     
    Última edición: 4 Julio 2023
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    Zireael

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    Jez 2.png
    Humedal de libélulas

    Las reacciones y ademanes de Vero no hacía más que seguir tranquilizándome, de repente la niña era una suerte de espejo donde, gracias a Dios, estaba viendo cosas buenas. No era ninguna maestra del autoestima, para nada, así que encontrar ese tipo de cosas a veces era bueno para el corazón y eso incluso yo sabía verlo. De verdad esperaba que pudiésemos seguir pasando tiempo juntas.

    Su sonrisa fue suave, complacida con mis palabras, pero terminó de afirmarlo directamente y me tomó de la mano, gesto que acepté con naturalidad. Ella había aceptado la mano de Kakeru, estaba tomando la mía y entendí, otra vez, que salíamos de un molde de personalidad bastante parecido. Era refrescante de alguna manera.

    Algo de vergüenza me regresó al cuerpo cuando dijo que Copito también me consideraba su amiga por lo dulce que era y entendí al pobre Kakeru con el double kill de hace un rato, los cumplidos venidos de lo que parecía ser la nada eran difíciles de procesar. Bueno, eso y que tampoco sabía muy bien cómo recibirlos. El asunto fue me acercó al pajarito, me invitó a acercar el índice y así lo hice, aunque con ciertos nervios encima.

    —Nunca había sostenido un pájaro —dije con la vista puesta en Copito pues en sus plumas bailaban los colores de las luces y presioné apenas la mano de Vero, quien no me había soltado—. Es muy bonito y adorable.

    Muy despacio acerqué un poco más al gorrión a mi rostro, para poder verlo mejor, y sonreí para mí misma. Se notaba que el animalito era muy especial para ella, nos presentaba con él y nos dejaba sostenerlo, así que no sé, me sentí aceptada por ella.

    —Copito, gracias por darnos tu bendición.


    esto tiene que ser lo más adorable que roleé en mucho tiempo like en un plano diferente a todo lo demás (?

    Altan4.png
    Humedal de libélulas

    Apenas se me colgó cerré los ojos, absorbí el calor de su cuerpo y me quedé allí estrujándola como si quisiera fundirme con ella o lo que fuese. Ya no hacía falta decirlo, pero la quería muchísimo y poder abrazarla me sosegaba la mente, era un pequeño amuleto contra el mundo extraño y gris que estaba allí, insistente, frente a mis ojos a casi cualquier hora.

    Había notado su movimiento al responder a mi pregunta y aunque fue una negativa, la presioné con algo más de fuerza. Seguía ignorante a varias cosas, pero tantas otras me las había soltado hace tiempo y así había aprendido que con Anna había que tener cierta paciencia. Hacía las cosas a su tiempo, uno que no necesariamente coincidía con el del resto del mundo y de la misma forma, a veces tendía a arrancarse cuando una aguja le inyectaba ansiedad en el cuerpo.

    Su disculpa me alcanzó, también de dónde venía y por qué así que la dejé separarse cuando noté la intención, aunque lo hice despacio y cuando pude mirarla negué suavemente con la cabeza. Mi gesto puede que no sirviera de mucho, pero lo dicho a mí no me había molestado y dudaba que a Mattsson sí, con lo racional que parecía el mocoso, pero no por ello era menos válido su cacao.

    —No te preocupes por eso, An —le dije apenas se estiró para dejarme el beso en la mejilla y alcancé a tomarle la mano un instante, para darle un apretón suave—. Me puso contento verte.

    Apenas empezó a retroceder la dejé ir con cuidado, le sonreí y me solté el aire por la nariz después.

    —Te voy a buscar más tarde, que lo sepas —añadí antes de que estuviese demasiado lejos para escucharme y el resto lo solté por la tontería nada más—. Es una promesa o una amenaza, no sé a qué te suene.

    Vete a saber si fue algo de ansiedad proyectada, porque apenas me supe solo de nuevo busqué a Mattsson con la vista, Anna se había ido porque creía haber interrumpido y bajo esa lógica a mí me daba un poco de culpa, no sé, solo quedarme allí sin por lo menos buscar al crío para disculparme por haberme venido encima apenas verla. Al Altan del pasado seguro le habría importado bien poco, pero digamos que Anna me había ayudado a conectar un poco más con la empatía o lo que fuese.

    Lo ubiqué unos metros más allá, estaba observando las luces y por suerte no se me había perdido todavía de la vista, así que me acerqué sin demasiada prisa.

    Mattsson —lo llamé apenas estuve a una distancia a la que podía escucharme—. Disculpa si dio la sensación de que te dejé colgado o algo, no era la intención.


    belu, solo soy yo contestando cuz no puedo no contestarle a Annita ya me conoces (?? no está en mi configuración ni en la de mi hijo así que dont worry and dont mind me

    y bruno puedes no darme bola nomás, no pasa nada owo total es el pendejo disculpándose en un momento de Altan versión honorable, para variar

    Maze 2.png
    Humedal de libélulas

    Apenas tuvimos todas las pistas y nos dijeron de ir al humedal la verdad fue que desconecté el cerebro, di por asumido que eso cerraba los sustos de la noche, cosa que se confirmó cuando llegamos al centro del humedal y nos recibieron los cosas: las sandalias y las luces. El humedal, la vegetación y nosotros terminamos cubiertos de colores que, caprichosos, nos envolvían revolviéndose entre sí. Era muy bonito.

    Me había quedado de pie no muy lejos de los demás, pero el juego de luces por alguna razón me recordó el festival y eso, por rebote, me hizo pensar en Sasha. Alcé apenas la mano donde tenía la pulsera, la miré con cariño y solté el aire contenido antes de regresar la vista al frente para buscar su mata de cabello, cuando la encontré noté que estaba con Kenny y no quise interrumpirlos, así que los dejé estar.

    En medio de esas divagaciones y toma de decisiones noté a alguien acercarse, resultó ser Fiorella así que apenas reparé en ella le dediqué una sonrisa de las de siempre. Agradecí haberla visto antes de que llamara a mi nombre, porque seguro no habría atendido al instante, aquí la gente o me decía Mason o Maze, pero David parecía desaparecido del mapa un buen tiempo.

    —Sí —respondí a lo de mi nombre sin insistirle en el apodo ni nada, luego atendí al resto de preguntas—. Estoy bien, sí, solo me empezó a poner un poco nervioso el bosque luego de que esa cosa se llevara a Anna. ¿Tú estás bien?

    Que se refiriera a lo que había cantado me sacó una risa entre avergonzada y entretenida, además me hizo intercambiar el peso de un pie al otro.

    —Me gusta cantar cuando estoy en casa, eso es todo, aunque a veces lo hago cuando siento que puede ayudar a que la gente se calme —respondí con la sonrisa todavía puesta en el rostro—. Me parece que funcionó.
     
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    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Joey 4.png

    Tanto Ali como yo volcamos la atención en la escenita que Jack se estaba montando más allá. En un momento sentí el peso de la chica contra mí y la envolví con los brazos en automático, aún pegado a los tórtolos de ahí adelante. Cuando Jack pretendió irse alcé las cejas. ¿Qué hacía? ¿Adónde iba? ¿Iba a dejarla así, sin más? ¡Hombre, había que echar huevos! En ese momento Alethea se giró hacia nuestro grupo y le sonreí a modo de despedida, como si no los hubiera estado observando fijamente desde hacía rato. Seguí su recorrido y giré a Alisha conmigo, viendo que se sentaba junto al otro tonto y... aw, le apoyó la cabeza en el hombro.

    El comentario de Ali me arrancó una risa floja y la miré apenas, meneando la cabeza.

    Man, I tried to hit on her... —recordé y arrugué todo el gesto, como si me doliera—. It's so embarrassing now.

    Bueno, suficiente voyeurismo por un día. Renové el aire de mis pulmones y volví a girar con Ali, esta vez para darle la espalda a la parejita. Empecé a caminar de forma torpe, sin soltarla, y en el proceso se me aflojó otra risa.

    —¿Qué tal la experiencia? ¿Me extrañaste mucho~?


    Sasha 4.png

    Honestamente no había esperado o pretendido preocupar a la pobre criatura con la estupidez del bosque, y si se lo solté sin más fue bajo esa premisa. Percibir el tono de su voz y el tinte de su semblante me lanzó un mini pinchazo de culpa y solté el aire en una risa floja, mientras me repasaba con la mirada y todo lo demás. Quizá fuera un poco contradictorio, si se quiere, pues junto a la culpa había algo parecido a... no sabía definirlo. Como si algo, de repente, me empujara despacito a ser un poco más sincera por una vez en la vida.

    —Sí, estoy bien —murmuré de forma algo vaga, y me abracé a mí misma mientras seguía hablando—. Quiero decir, en el momento fue... bastante feo, supongo. Pero no era real, así que no tiene sentido darle cabeza, ¿no?

    En cualquier caso no me apetecía arruinar el mood, así que renové la sonrisa y solté una risa incrédula ante las experiencias de su grupo. Joder, qué... creatividad.

    —A nosotros nos asaltaron mujeres locas —compartí, volviendo a reírme—. Bueno, a los chicos. Eran mujeres locas bastante selectivas, pero daban miedo. Luego topamos con una cosita asustadiza en el estanque, el de las luciérnagas.

    Solté el aire un poco de golpe tras hacer un repaso mental de lo que había ocurrido y lo miré cuando volvió a hablar. No pude evitar alzar las cejas, entre sorprendida e... ¿interesada? Me tragué la gracia y suavicé el semblante, por molestarlo más que otra cosa.

    Kenny boy, ¿acaso estás invitándome a dar un paseo por el bosque oscuro donde nos olfatearon, asaltaron y casi mataron, mientras todos duermen? —repliqué, y la sonrisa me descubrió la dentadura; qué va, era una muchachita simple a veces—. Es lo más romántico que me han ofrecido nunca.

    Y una cosa tan pequeña como esa realmente me levantaba el ánimo.

    —¿Estuvieron en el estanque? El que te mencioné, de las luciérnagas.


    ohmy, kenny boy u///u
     
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    Fiorella 2.png

    Había mirado al chico cuando prácticamente le había lanzado la pregunta, de que si, podría llamarlo por su nombre, y para decir verdad y para mi mala suerte era demasiado tímida, así que para entrar en confianza con alguien tenia que poner de mi parte y claramente la persona que estuviera a mi lado tenia que darme esa sensación de que no me jodería la existencia como tiene acostumbrado a decir a Adara. Le devolví la sonrisa cuando la note, podía decir que el se miraba alguien amigable tal vez podríamos llevarnos bien. Asentí al oír la afirmación sobre lo del nombre.

    —Estoy bien en lo que cuenta, creo, y como dijiste también me puse un poco entre nerviosa y asustada con lo que ocurrió con Anna —sonreí queriendo borrar la sensación que sentí en mi cuerpo al recordar eso.

    Tuve la dicha de sacar el tema de la canción, porque si, bueno también lo quería comentar cuando el había terminado de cantar pero no lo hice, mejor dicho no tuve el valor para hacerlo.

    Sonreí al escuchar lo que dijo.

    —A mi también me gusta cantar, bueno lo hago cuando toco el piano —sonreí metiendo mis manos al pantalón que tenia puesto—. Soy mas de hacerlo casi para mi misma y cuando siento que estoy en confianza para hacerlo —lo decía por que también había tocado en la sala de música con Kohaku presente, suponía que estaba en confianza para hacerlo ¿no? Lo mire de reojo—. Puedo decir por mi, que si funciono —inquirí aun con la sonrisa en mi rostro —¿Entonces hace cuanto que estudias aquí?
     
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    Reual Nathan Onyrian

    Reual Nathan Onyrian Adicto

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    No podía culpar a Alisha por intentar golpearme, la verdad. Los había tomado por sorpresa a ambos, en lo que parecía también un momento intímo, y seguramente todos estábamos de los nervios. Ni me di mucha cuenta, la verdad, pues mi cabeza todavía no se recuperaba de toda la travesía, y de todo lo que estaba aconteciendo. Saber que todos estaban bien, en especial Ale, me había calmado bastante el retumbar de mi corazón, pero igual tenía que ventilar un poco y respirar. El centro del humedal no era el lugar ideal, en especial tan poblado como estaba en estos momentos. Todos parecían estar algo aturullados por la caminata en el bosque, u ocupados en el reencuentro, así que me tomó algo por sorpresa cuando noté como Alethea se sentó a mi lado. Lo siguiente no me lo creí.

    Puso su cabeza en mi hombro.

    A duras penas soporté el respingo que me dio, y me acomodé un poco para que pudiera posicionarse mejor. La diferencia de altura era notable, incluso sentados, y la verdad... no quería que se moviera. Podía soportar estar un poco incómodo para estirar un poco más el momento. Recordé que se había acariciado el cuello, y mi mente supuso lo peor, pero decidí menear la cabeza y dejarlo pasar. Si ella no quería decir nada por el estilo, no era el momento para presionarla. O tal vez simplemente era un tick nervioso que tenía la chica y yo estaba leyendo cualquier cosa de la situación. Decidí simplemente dejar de pensar y disfrutar del momento.

    — No te imaginas lo nervioso que sigo —bromeé, para soltar luego una risita.— Hasta que no esté de vuelta en el campemento, o incluso fuera de este bosque, no me voy a calmar del todo. La verdad que no tengo idea por qué siempre me meto en estas cosas, si sé que la voy a pasar mal. ¿Tal vez tenga la esperanza de que todo se me pase de sopetón? ¿Una terapia de shock, digamos? La verdad... estoy hablando solo de vuelta, ¿no? Perdón.

    Le dediqué una sonrisa de disculpas, y paseé mi vista por el lugar, intentando calmar el golpeteo de mi corazón contra mi pecho. Era tan fuerte que pensé que la muchacha iba a terminar escuchándolo. Por suerte, el nerviosismo lo podía achacar a lo de las pruebas, y demás (que no era totalmente mentira, tampoco). Me quedé unos segundos en silencio, algo incómodo, sin saber que decir a continuación. Miren, no era un pelele en todo esto. Tenía experiencia, y de sobra. Pero por alguna razón, en esos momentos, no se me daba para nada actuar de esa manera con Ale. No sabía si era por lo que acabábamos de vivir, por el lugar en donde estábamos, o simplemente su personalidad. Lo que menos quería en ese momento era empezar a flirtear. Suponía que se debía a que la chica siempre se había dirigido a mí con tanto respeto que me era difícil actuar de otra manera.

    — A pesar de todo, este lugar es muy bonito... —dije, mientras contemplaba los alrededores. El rostro se me iluminó cuando recordé algo, y miré a la chica con una sonrisa.— Oye, a la tarde me pasó algo curioso, y nunca llegué a contartelo. ¿Recuerdas cuando me fui durante el almuerzo? Bueno, llegué hasta la estatua de Totoro que habíamos encontrado cuando entramos a la reserva, y me puse a tocar guitarra allí. Después vino Giana, y luego de una pequeñita charla, nos separamos, porque yo decidí volver al campamento. Pero obviamente me perdí, y llegué hasta una casa en el medio de la reserva, en donde me encontré con una casa, y con una niña, Kiki, que tiene un gato viejo con un nombre que me es incapaz de pronunciar. ¡Ah! Y antes de eso había encontrado un muñeco blanco, de esos de tela que se suelen usar acá, que tenía algo escrito, y que tampoco pude descifrar muy bien. Pero estuve conversando un poco con ella hasta que llegó su padre, que justamente me habló de Ono-san y de que el muñeco le pertenecía, y que me agradecía por haberlo encontrado. Al parecer ellos son los que cuidan de la reserva y demás. Y es gracioso todo esto porque encontré el muñeco y a Kiki cuando me puse a seguir voces...

    La sonrisa y la voz se me fueron desvaneciendo a medida que llegaba al final. Abrí grande los ojos, ya que había recordado que, justamente, había escuchado voces de niños antes en el bosque.

    >> Había escuchado voces... voces de niños. Y me guiaron al muñeco. Que era de Ono-san. Y ahora Ono-san nos está pidiendo que recojamos todos estos objetos... —sacudí la cabeza, expulsando esos pensamientos de mi mente.— Perdón, me fui por las ramas totalmente, y seguramente sin sentido. ¿Tú con quien hiciste grupo?
     
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    Bruno TDF

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    Humedal de libélulas

    Observaba las luces más por interés que por distensión. Eran de una belleza bastante peculiar y sus colores tan mansos ayudaban a sentirnos protegidos de las penumbras amenazantes de los bosques. Era por esta misma razón que las percibía misteriosas. Había algo fantasmal en sus brillos, o eso intentaba vociferar mi propia intriga. Pero despertaban en mí una sonrisa expectante, que nada tenía que ver con el miedo. Nuestra experiencia tuvo momentos agrios, pero al final fue recompensada con este instante. Las voces a mi alrededor llegaban confusas, pero todos sonaban aliviados y me alegraba por ellos. Pensaba que la prueba nos había traído algo bueno a final de cuentas, y casualmente pensaba en eso cuando llegó a mí el inesperado llamado de Altan.

    Me giré en su dirección sin sobresaltarme y escuché con una sonrisa calma su disculpa, la segunda desde que pisamos los humedales. Admitía que se sentía extraño oírle formular esas palabras hacia mí, cuando era yo quien sentía que podía incomodarle con mis palabras debido a que aún no nos conocíamos bien. Me arrepentí de haberme conferido una imagen previa de él, con la sola experiencia de esta prueba, tal vez guiado por las previas actitudes de Cayden.

    Me rasqué una mejilla. Había optado por otorgar espacio para su reencuentro porque era claro que se conocía con aquella chica de segundo. Pero al parecer terminé haciendo que, al menos Altan, se sintiera en la obligación de disculparse conmigo. No era lo que había buscado.

    —En ningún momento he tenido algo para reprochar —respondí con amabilidad, mirándolo—. Es humano que quieras recibir a la otra persona si la conoces, considerando que todos los grupos han pasado por experiencias similares a la nuestra. La prueba se hizo demasiado brusca de a ratos.

    Un movimiento de mis cejas expresó cierta pena, pero sin abandonar la sonrisa cordial. Mis ojos recorrieron el humedal, enfocándose en las personas. Sus voces seguían arribando de forma leve, perdiéndose en el cielo nocturno, pero tenía la certeza de que estaban preguntando por el bienestar del otro. La chica que se nos había acercado volvió con su grupo; de ser necesario, me acercaría a ella luego para hacerle la debida aclaración, pues desconocía cómo pudo haberse tomado mi gesto anterior, que había pretendido ser respetuoso. También había un par de personas abrazándose, un chico apartado al que algo parecía afectarle y, quizá la imagen más llamativa, dos chicas de cabello blanco mirando de cerca un gorrión albino, que reposaba en el dedo de una de ellas. Sonreí con cierta fascinación al verlas, para luego volver a enfocarme en Altan.

    —Puedes decirme Hubert, aunque nada te impide seguir llamándome por mi apellido —convine con una sonrisa amable, extendiéndole una mano.

    Tal vez este era el momento para saludarnos como correspondía. Además, serviría para dejar claro a Altan que no debía sentirse en falta.
     
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    Amane

    Amane Equipo administrativo Comentarista destacado bed chem stan

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    Joey me aceptó en su espacio con toda la naturalidad del mundo, rodeándome de nuevo con sus brazos en cuanto nuestros cuerpos volvieron a unirse, y todo sucedió exactamente cómo había esperado que sucediese; con Joey, quería decir, porque en cuanto a Jackie-chan y la niña bonita de nuestra clase... nada estaba sucediendo cómo hubiese esperado o querido, vaya. Jackie se había puesto super tímido, era hasta tierno a decir verdad, y la otra chica, por Dios, no parecía estar enterándose de nada a pesar de lo obvio que se veía. La escena parecía sacada de una telenovela, vaya, y me había quedado tan abstraída en la misma que el comentario de Joey tardó un poco en alcanzarme; cuando lo hizo, sin embargo, no pude evitar soltar una carcajada ligera, buscando nuevamente su mirada desde mi posición.

    Of course you did, hon, it's in your blood —murmuré, estirando apenas el cuello para plantarle un beso en la mejilla—. I've tried to hit on Jackie-chan too, 'cuz that's what we do~

    Pero se veía absurdamente adorable así, medio avergonzado por todo el asunto, y no pude (ni quise) controlar el impulso de volver a darle un beso en esa carita, aunque en aquella ocasión fue bastante más cerca de la comisura de sus labios. Inmediatamente después nos giró, de todos modos, y comenzó a caminar sin haber pretendido soltarme en ningún momento, lo que por supuesto hizo que ambos avanzásemos con el mismo ritmo torpe y me sacó una carcajada divertida, cristalina. No me aparté de él en ningún momento, sin embargo.

    >>It was a bit scary... —murmuré en respuesta, no sin antes haber echado un vistazo a nuestro alrededor para asegurarme de que nadie nos pudiese escuchar—. Y sí, te he extrañado... un poco solo, ¡no te hagas demasiadas ilusiones! ¿Tú qué tal, honey? Al menos estuviste bien acompañado... bueno, a medias.

    Kenneth 2.png
    [Humedal de libélulas]

    Si tenía que ser completamente sincero, yo tampoco lograba entender muy bien por qué me había asaltado tanto la preocupación al escuchar la respuesta de Sasha; era perfectamente consciente de que todo era una prueba preparada por los profesores, de ahí que hubiese estado tan tranquilo al respecto durante la misma y hasta ese momento, y pude captar que la chica lo veía de esa manera también por su tono de voz. Sin embargo, no pude evitar preocuparme por ella y el sentimiento, suponía, quizás venía por una mezcla entre el hecho de que Sasha me gustaba y que no dejaba de ser un hermano mayor que había crecido preocupándose por su hermana pequeña, incluso si no de una manera muy obvia.

    Me relajé no mucho después, por suerte, cuando me confirmó que estaba bien, y, de nuevo, no pude evitar el impulso de acortar las distancias con su cuerpo y extender el brazo hasta alcanzarle la espalda, subiendo y bajando la mano un par de veces sobre la misma en un gesto que intentó tranquilizarla. La escuché, asentí con la cabeza cuando terminó de responderme y separé la mano para darle su espacio, aunque mantuve la relativa cercanía que había conseguido antes. Le conté lo que nuestro grupo había visto, luego ella lo mismo con el suyo y, ya en un ambiente mucho más distendido, una sonrisa divertida se me plantó en los labios cuando recibí su reacción ante mi propuesta.

    —¿Qué puedo decir? Soy un romántico empedernido~ —bromeé, encogiéndome de hombros con cierta indiferencia, como si aquello fuese lo más obvio del mundo—. Uhm... creo que no llegamos a pasar por ahí, no —contesté a su pregunta de después, sobre el estanque de las luciérnagas, negando ligeramente con la cabeza tras haber sopesado la respuesta un par de segundos—. ¿Te gustaría ir ahí después? Seguro es una estampa bonita bien entrada la noche. Y también... —una sonrisa ligeramente socarrona se apoderó de mis labios al añadir aquello último, haciéndome bajar aún más el tono de voz por ello y provocando que me inclinase hacia su cuerpo para que solo ella pudiese escucharme—. Parece un buen lugar por si quiero hacerte algo malo después~

    this sounds like a date with a beautiful girl u///u

    Reual Nathan Onyrian, con chipe-chan te respondo a la próxima, que ahora me estoy muriendo de sueño (?)
     
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    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido seventeen k. gakkouer

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    Maze 2.png

    Humedal de libélulas

    Con lo poco que me gustaba incomodar a las personas o incomodarme a mí mismo jamás se me ocurriría pedirle a esta chica que me tratara con una confianza que era claro que no me tenía (y no tenía por qué de por sí). Con eso resuelto atendí a su respuesta y solté el aire despacio por la nariz, puse la atención en las luces a nuestro alrededor y parpadeé despacio.

    —Al menos ya nos reunimos todos, así que el peligro pasó.

    Regresé la atención a ella cuando dijo que tocaba el piano y que también le gustaba cantar, lo que me dijo que por rebote tenía formación en música mientras que lo mío era, vaya, pura tontería. Igual era curioso, no pensaba demasiado en lo que lo que podrían o no hacer las personas, pero ahora que lo mencionaba tenía pinta de ser una chica que prefería esas cosas que, tal vez, estar metida en una fiesta a las dos de la mañana.

    —Entonces me alegra haberlo hecho —respondí a lo de que a ella sí le había servido y luego atendí a su pregunta—. ¿Aquí? A esta academia me transferí este año, si preguntas por aquí en plan en Japón desde poco antes de cumplir quince. ¿Y tú?

    he hecho mejores posts en mi vida, pero ando con sueño y a veces me cuesta mucho narrar con Maze así que perdón ajsbdhe

    Altan4.png
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    Era posible que si este crío algún día admitía abiertamente haberse hecho una imagen de mí específica no lo culpara en lo más mínimo, porque era un poco como solía manejarme en el mundo de por sí y la tensión de Cayden a mi alrededor tampoco ayudaba. De hecho, viendo el historial todas las actitudes del pelirrojo tenían sentido y eran comprensibles, pero a nadie le correspondía saberlo ni asumirlo, así que ni modo.

    El chico se rascó la mejilla, me pareció que no era la primera vez que lo hacía desde que nos habíamos reunido como grupo e imaginé que el gesto tenía algo que ver con los nervios, pero obviamente no dije nada. Respondió con la formalidad usual, rara en un mocoso, pero siguió sonando amable y lo repasé con la vista un poco más a conciencia. Cabello y ojos oscuros, recién ahora me daba cuenta que era una suerte de espejo.

    —Y no lo reprochaste, pero eso no significa que venga mal la disculpa —añadí a su argumento sin que fuese un regaño ni nada en particular—. En lo demás llevas razón. Supongo que lo natural es preocuparnos por los otros sabiendo lo que pudo pasarles.

    ¿Esa era mi manera de decir que me había preocupado por Anna? Pues sí, era lo mejor que podía hacer con mis confesiones.

    Algo de pena le cruzó por la cara pero no perdió la amabilidad que parecía caracterizarlo y recorrió el humedal con la vista, me di cuenta, así que hice más o menos lo mismo. Descarté escenas como si estuviese borrando spam de la bandeja de entrada, reparé en Jez junto a otra muchacha albina y un pájaro blanco también, en Mason con otra pelirroja y alguna otra cosa; solo cuando el chico me habló de nuevo regresé la atención a él que dijo que lo llamara por su nombre y extendió la mano hacia mí.

    Madre mía, alguien que le recordara que no cumplía ni veinte años al pobre.

    —Es la fuerza de la costumbre que otorga haber nacido en Japón —expliqué aunque no me lo había pedido y adelanté la mano para estrechar la suya—. Supongo que es la presentación oficial, ¿no, Hubert?
     
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