Situada casi al centro del gran bosque se encuentra el campamento de los rebeldes, y aunque ya dejo de ser un campamento realmente, se decidió seguir llamándolo así por sus mismos integrantes. Hace años era solo apenas una vieja choza de ramas y palos con un par de habitantes hoy en día es casi un pequeño pueblo con una población cercana a los 200 habitantes, aunque es una cifra inexacta ya que muchos de sus habitantes son errantes que viajan por los reinos y pueblos en busca de provisiones o más aliados a su causa, por lo que algunos rebeldes no viven en este lugar. Aunque es un lugar apartado, cuenta con todo lo necesario para vivir. Frente al "campamento" esta un rio que cruza todo el bosque y que los abastece de agua, y muchos de ellos se han dedicado a tener pequeñas siembras donde obtienen vegetales y hasta algunos árboles frutales que han obtenido de Ogunros. Su principal fuente de alimento es la cacería, pero a últimas fechas también cuentan con algunos animales de corral, que usan para proveerse de carne cuando es necesario. Su Líder es Erick, y en ausencia de este Leonor toma el mando. Aunque dentro del "campamento" se respeta la palabra y hasta las órdenes del "anciano" , el primero en formar este grupo y al que le deben tener un lugar al cual pertenecer. Habitantes actuales: Habitantes ausentes:
El sol estaba apenas saliendo, la noche se terminaba igual que el largo camino que el grupo había recorrido. Para la vista de todos, el campamento rebelde se dejaba ver. sus grandes puertas de madera estaban cerradas y el puente que los llevaría al interior estaba cubierto de hojas secas y barro...nada nuevo. Todos comenzaron a atravesar aquel puente y al llegar a la puerta, el viejo cocinero grito para que la persona tras ella lo escuchará y abriera en el momento. No paso mucho tiempo antes de que un par de hombres abriera esa gran puerta y los recibieran con una sonrisa mientras los dejaban pasar tranquilamente. Las casas de ese campamento eran humildes, pero parecían ser cómodas y equipadas con lo necesario para sobrevivir. Algunas personas salieron a recibir a los recién llegados apenas se dieron cuenta de su presencia. —Leonor...— Un grupo de niños corrió hacia la mujer apenas la vio y se abrazaron de ella. Mori Temarii Juuzou
Mitchell mentiría si dijera que no estaba encantado con lo que miraba. Su mano le palpitaba por debajo del trozo de tela manchado de sangre; se sentía un poco mareado, pero en definitiva, estaba más encantado con aquel sitio oculto entre los árboles. Por un momento pensó en esas aldeas de cuentos que su madre solía contarle; lleno de príncipes, hadas, duendes, princesas, dragones... Sabía que era imposible, pero nunca perdía la fe de que todas esas maravillas existieran. Y con semejantes monstruos ¿Por que las hadas no podrían igualmente ser reales? Durante todo el viaje había estado ayudando al cocinero a cargar cosas. Incluso el sujeto se había burlado diciendo algo como: es bueno ver que no eres tan débil como te ves. Y eso, más allá de ofenderlo, lo hizo sentir mejor; al menos poco a poco el grupo lo dejaba de ver como la princesa en peligro que Leonor había secuestrado. Aunque con todo ello, el rubio sentía que iba creciendo una brecha entre él y Leonor... y eso le ponía mal. Estaba ahí, traicionando, seguramente, a su reino, por ella y hacía días que no hablaban más que para cosas primordiales o banales, y eso le hacía sentir mal. Eso y el dolor punzante en su mano. Se intentó acercar a ella, al final, para él era Leonor la líder de todos los rebeldes y ella le diría a donde tendría que ir. Si decidían encerrarlo en alguna jaula o dejarlo vagar libre por ahí... mientras no fuese ella quien diera la orden, Mitchell era libre de incluso irse. Pero su hogar se encontraba ya tan lejos, que Mitchell comenzaba a sentir un vacío que crecía cada vez más dentro de su pecho. Se acercó un poco y se detuvo al ver a tantos niños correr hacia ella... lo mejor era mantener distancia. Al final de todo, él era un extraño ahí.
—Será mejor que por ahora no llame la atención señor— La misma pequeña de antes se acercó al rubio y llamo su atención discretamente. —Seguramente lo arrestarán pronto, pero mientras tanto no haga nada— Intento sonreírle al hombre, sabia que no le esperaban días muy agradables, pero al menos le deseaba que los pudiera sobrellevar. —Si en algo lo puedo ayudar, solo dígame... Me llamo Anabel— Hasta ahora caía en cuanta que jamás se había presentado con el rubio.
Contenido oculto: Mars ¿Para qué dirigir un grupo que sabía cuidarse solo? En mi sinuoso camino me cuestioné un montón de cosas, pero entre la bruma, la rabia y la incertidumbre... traté de recordar lo que en verdad importaba. Por qué estaba ahí, qué quería lograr y por quiénes quería hacerlo. Tan solo quería justicia... y algo que proteger, como siempre hice, pero ahora no tendría los ojos vendados... No sería más una máquina de matar... No más sangre desperdiciada. JamásOh, que por Dios así fuera... Miré al frente, centrada, manteniéndome en la periferia trasera del grupo, como una buena manada había que aprender a moverse... Negar todo lo que había aprendido, crecido y cuidado acá era ignorar que Erick me permitió quedarme en un lugar donde jamás iban a desecharme... un lugar... que merecía ser protegido. Un lugar que quería cuidar. Me aferré al mango de la espada tras pensarlo... Exhalé con suavidad. Puede que hubiera hablado de más con Mitchell, pero se estaba integrando al grupo y había normas implícitas que seguir junto a leyes naturales las cuales respetar, aparte de mi voto de silencio necesario. Aquellos frente mío no me debían nada, eso fue lo que concluí: Solo yo le debía la vida a Erick quien me acogió acá... Yo era quien debía demostrar que era digna de la confianza de Erick, la sola idea oscureció mis verdosos ojos, centrada como un aguilucho de mirada penetrante y vista aérea. Cerré los ojos y suspiré... Abrieron las grandes puertas, fuimos entrando, tumulto de gente. A los más cercanos les sonreí con suavidad como mayor muestra de saludo, pero antes de poder hacer cualquier otra cosa unas pequeñas alimañas no demoraron en colgarse sobre mí. No había dramas, los conocía ya bien y no pude evitar sonreír con un gozo tranquilo antes de fruncir las cejas, rodearles con mis brazos y reír con un exceso de ternura. —Jejeje, regresé a casa, pequeños guerreros...— Esperé que se calmaran frotando con rudeza mi puño en la cabeza del revoltoso más osado y pedí disculpas con cierto pudor antes cualquier queja—, ¿Cómo han estado? —pregunté sin perder la sonrisa y la calma en mis ojos contrastaba demasiado con cualquier otra cosa que hubieran reflejado antes, aunque una seriedad un tanto distinta a las anteriores no demoró en hacerse presente—, espero que no hayan dejado travesura sin corregir— Y les sonreí con malicia—, ¡Porque seré capaz de enterarme de todo! Y les ataqué con unas cuantas cosquillas mientras reía.
Los pequeños comenzaron a reír y delatar las travesuras de los otros frente a Leonor mientras no se molestaban por ocultar su entusiasmo al volver a ver a esa rubia. Incluso un par de esos chicos se aferraron a ella, abrazándola sin soltarla mientras los demás "peleaban" entre ellos por demostrar que no habían hecho ninguna de las travesuras que se decían. —Dejen de molestar mocosos...— Una mujer mayor se acercó a los niños y a la chica mientras jalaba a los pequeños para que se calmaran un poco —...Al menos dejenla descansar un poco y luego la atormentan con sus travesuras— Con una sonrisa, la mujer alejo a los infantes y miro a Leonor con un gesto maternal —Bienvenida de vuelta— Se acerco a ella y le dio un fuerte abrazo para luego alejarse y hacer lo mismo con todos los recién llegados. —¿Y este lindo chico quién es?— Al toparse con Mitchell, la mujer fijó su mirada en él —Nunca tenemos aliados tan guapos como este— Se acerco al rubio y estiro sus manos para poder tomarlo de las mejillas y apretarlas un poco —¿Como te llamas jovencito?—
Mitchell no pudo evitar sonrojarse ante aquella cercanía y, si, ante aquel halago. Mitchell era una persona humilde, pero extrañaba que alguien en verdad le alagara su belleza y no de forma burlesca como todos en el campamento habían estado haciendo. Princesa comenzaba a sentirse más como un insulto despectivo que algo por lo cual sentirse orgulloso. Aunque tampoco podía bajar la guardia, aquella mujer se miraba amable e inofensiva, pero la última anciana que le había halagado su belleza y le había tomado de las mejillas de la misma forma que esta lo hacía, simplemente buscaba casarlo con su primogénita. Mitchell era amable, a veces un poco idiota por ser TAN amable, pero no olvidaba que durante los últimos días, no había hecho más que aprender a estar alerta para no salir decepcionado de las personas. O de sí mismo. —Me llamo... Miró a Leonor por instinto. A este punto no creía que debería ocultar su nombre, mucho menos cuando todos los rebeles eran consientes de quien era. Pero una cosa era unas cuantas personas en el bosque que apenas le hablaban y otro era entrar en un poblado lleno de rebeldes. No sabía porque exactamente peleaban, pero seguro no tenían mucha afinidad por los aristócratas. Decidió presentarse con su segundo nombre, no importaba lo mucho que lo odiara. —... Alex, es un placer conocerla, madame. Le dijo mientras tomaba una de las manos de aquella señora con amabilidad. No mentía, no tanto. Alexander era su segundo nombre y si, iba a estar como prisionero en aquel lugar, prefería no supieran con exactitud quien era. Así sus hermanas no tendrían repercusión ni intentarían buscarlas para una recompensa ¿No? Para este punto, Mitchell no estaba seguro si estaba siendo muy imbécil o demasiado precavido.
Sostuve los pequeños cuerpos, esos pertenecientes a los niños que no se querían soltar de mí, con firmeza delicada mientras sonreía con más tranquilidad o mayor gracia al ver las discusiones que los más soberbios llevaban a cabo. "¡No hice nada, a diferencia de ti!" "¡Pero si tú fuiste el de la idea" entre otras cosas que me hicieron rodar los ojos, pero sin perder la sonrisa. Les miré con una seriedad fingida, pero bastante convincente para pequeñajos como ellos. —¡Como me mientan me enteraré, que lo sepan!— Y no demoré en sonreír con sorna mientras mantenía cierta tención seria en mi cejo—, así que no vendan a su compañero así como así...— Y otra vez seria, esta vez genuina—, tienen que ser leales y honestos a las causas que defienden. Nadie quería entre sus filas a un compañero que te apuñalaba por la espalda. Solo pensarlo me dejaba muy mal cuerpo. Pero bueno, ¡Como fuera! Una de las señoras llegó para calmar a los revoltosos y no pude evitar sonreírle con ternura, aunque lo de descansar si me sacó una risilla más bien risueña. Le sonreí con una confianza suave. —Tengo más resistencia de lo que imagina, estimada —hablé con calma que reflejaba esa alegría del hogar en mi voz, el formalismo era una costumbre que se me quedó como una herencia grabada a fuego en mi cuerpo. Una herencia familiar... Patriota. El abrazo que recibí de ella me tomó un poco por sorpresa... aún me costaba sentirme del todo acogida, más aún luego del claro descontento que le causé a mis compañeros, pero no sería yo quién despreciara el cariño de una anciana. Sonreí con suavidad y correspondí su abrazo sin real presión, pero si mucho contacto, una suave caricia en su espalda antes de separarnos. —El gusto es mío al pisar estas tierras con tal alegría esperándome —brindé mis palabras y sonrisa con calmada y, aunque alegre, bastante mesurada, incluso mi voz salió con un volumen bastante lejano al autoritario. Eso sí, no pude evitar seguirla con la mirada y escuchar el comentario que le tocó recibir a Mitchell mientras veía la genuina cara de sorpresa de aquella afectuosa anciana, me llevé una mano al estómago, porque se retorció con la risa que intente cubrir usando el dorso de la otra mano. —Jajajaja— Una risa bastante juvenil. Ver cómo le estiraba las mejillas me hizo reír aún más que incluso la risa nasal rozaba lo porcino y era claro que me lo estaba pasando en grande. Entre las risas Mitchell me miró y agarré una seriedad repentina e incluso desafiante mientras aún posaba las manos sobre mis regazo debido a la inclinación ridícula que provocó el ataque de risa. Era una mirada desafiante, incluso arisca. Me acerqué con buen porte y seriedad, pero fue cosa de poco tiempo para que, una vez cerca, le dedicara una sonrisa bastante jocosa. Me pasee por detrás de su espalda y en el proceso le eché las manos sobre los hombros mirándolo desde mi altura, sagaz. —Así que Alex, no me dijiste eso anoche~ El doble sentido que no tenía bases se reflejaba tanto en las palabras como en el tono, todo era el punto culmine de molestar a este rubio... Supongo que, no importa qué pasara, al final seguiríamos siendo los mismos y no era de extrañar que fuera más bien despreocupada y me gustaba divertirme incluso si era a costa de otros.
Los colores volvieron a inundar su rostro, pero quizá solo era una mala jugada de su cabeza el imaginar que aquella pequeña frase en verdad tuviese que tomarse con otro sentido. Carraspeo un poco y le regaló una tímida sonrisa a la rubia... al final terminaría encerrado en una jaula, como un animal cualquiera, lo mejor que podía hacer con su libertad temporal sería divertirse un poco. Incluso si eso le hacía ganarse un buen golpe de Leonor. —Anoche no me diste oportunidad de decirte mi nombre completo. Ya sabes, cuando no logras cerrar la boca, es imposible que los demás puedan hablar. No fue tan atrevido como lo imagino, incluso se sentía tan avergonzado que, de no ser por la anciana que los miraba con diversión, Mitchell hubiese pedido disculpas y le hubiese asegurado a Leonor que jamás volvería a decir o hacer algo como aquello. Ni siquiera pudo mantener su postura por mucho tiempo antes de comenzar a sonrojarse, porque su mente voló a una Noche que no existía pero que, si lo pensaba bien, no le causaba incomodidad alguna dichos pensamientos. Y se sintió peor que una cucaracha por pensar en esas cosas con Leonor, a quien apenas estaba conociendo y quien seguramente jamás pensaría en él de la misma forma. Y todo culminó con una disculpa en voz baja. —Lo siento, creo que no puedo seguirte el juego... Dijo antes de comenzar a alejarse. ¿A dónde? Ni el mismo tenía idea alguna, porque aquel lugar era terreno aún más desconocido que el mismo bosque o el mar abierto, sin embargo, varios rostros familiares destacaban entre la gente de aquella zona. Termino por huir de aquel sitio hasta llegar donde la pequeña niña una vez más. —Anabel... ¿Con quién tengo que hablar para saber que debo hacer ahora? Sabía que era muy probable que aquella respuesta fuese obvia, tendría que hablarlo con Leonor, porque ella estaba al mando de los rebeldes que los habían acompañado y porque ella le había capturado... Pero estar cerca de ella en ese momento solo lo hacía sentir tan poco caballero y tan mal amigo, que sentía una vergüenza horrible.
La mujer solo pudo intercambiar miradas entre ambos rubios, mientras sonreía feliz por ver el amor en los jóvenes —Bienvenido a los rebeldes Alex— Sin atreverse a interferir mucho entre ambos chicos, la mujer se alejo un poco, pero regreso de inmediato apenas vio acercarse a un hombre hacia los rubios...... —Arresten a este chico y llevenlo a la "pocilga" — Un hombre mayor llego hasta los rubios, y apenas vio a Mitchelle lo tomo del brazo y arrojo hacia un grupo de hombres que no tardo en atarlo fuertemente de manos y pies mientras lo obligaban a caer de rodillas al suelo. —Y tú sígueme Leonor— Solo miro de reojo a la chica y sin darle tiempo a nada, comenzó a caminar hasta llegar a una de las casas cercanas. Contenido oculto: Info del nuevo PNJ Su nombre es Alexander.... [Si, igual le dicen Alex xD]. Es un hombre mayor, cubierto por cicatrices y de personalidad fuerte.
Mitchell le sonrió a aquella mujer con amabilidad, pero la sonrisa le duro tan poco al sentir la brusquedad con la que aquel hombre tan atractivo le sujeto. Aquella brusquedad le hizo soltar un quejido de dolor, molestia y se sintió tan avergonzado... Nadie en ese sitio sabía que era un prisionero y podía haber pasado desapercibido, ser de utilidad, pero ahora era un chico al que encerarían quien sabe por cuanto tiempo. Se sintió tan débil al buscar con desespero la mirada de Leonor, pero sabía que era mejor que ella no hiciera nada. —Yo puedo caminar solo, no tienen que ser tan bruscos... Pero aquello solo hizo reír a los hombres y se ganó burlas junto a más empujones... Quizá si debió huir por el bosque cuando pudo.
Un par de hombres robustos se encargó de llevar al chico a la "pocilga" , que no era más que una vieja choza con barrotes de acero al rededor. a simple vista parecía ser de paja y madera vieja, peor su interior era solido y haciendo imposible escapar. —Vamos niño bonito...— Uno de los hombres empujo el cuerpo de Mitchell dentro de aquel lugar y luego rio estruendosamente —Le pediré al jefe que te convierta en nuestra esposa, eres más bonito que muchas mujeres de por aquí— Ante el comentario, el otro hombre rei de la misma forma mientras veían al rubio y cerraban la puerta de la "pocilga" —Seguro que con esa cara ya debes estar acostumbrado a los hombres...— Sin detenerse, esos hombres se dedican a insultar al rubio, mientras se reían de él sabiendo que le era imposible salir. Contenido oculto Temarii Juuzou Mitchell puede intentar defenderse.... Ya sea con palabras o hasta intentar jalar a uno de esos tipos por los barrotes y golpearlo O puede quedarse callado y solo ignorarlos.
Mitchell muchas veces había aguantado, dedos en las manos le harían falta para contar todas esas veces en las que había sido insultado o se habían burlado de él por su aspecto tan femenino y su forma delicada de ser... y de las mil veces que sus más cercanos le decían que tarde o temprano debía defenderse. Incluso aquel cocinero del campamento rebelde le había hecho uno que otro comentario de que linda y blanda solo su apariencia y que la actitud que debía tomar debería ser más ruda y fuerte si quería vivir. Aunque quizá aquella no era la mejor situación para poner todas esas palabras en practica. Aún así, tomo por el cuello de la sucia camiseta al imbécil que le había dicho aquello y con todas las fuerzas que puso sacar —para su sorpresa, bastantes— lo hizo azotarse contra las rejas dos veces antes de poner su cara cerca del contrario. Olía su asqueroso aliento a que llevaba días bebiendo y comiendo sin preocuparse por su higiene bucal, lamentable ya que no era un hombre feo, pero si desagradable. —Ni que tuvieras la suerte para que alguien como yo se fijara en alguien tan asqueroso como tú. Y se alejo de la reja, pero sin dejar esa mirada de superioridad que pocas veces solía poner pro que le salía tan natural.
Cuando ese rubio tomo al otro tipo de esa forma y dijo aquellas palabras, el otro sujeto no hizo más que soltarse a reír escandalosamente mientras lanzaba burlas a su compañero y otro par de tipos entraban al escuchar el escándalo. —El niño bonito te ve poca cosa para él...— El sujeto al cual Mitchell había sujetado de la camisa miró fijamente al rubio mientras escuchaba las palabras de su compañero. Ese tipo que recien habia llegado ya lo estaba viendo por debajo, y dejándole claro que era asqueroso y poca cosa comparado con él. DEsobedeciendo las órdenes que se le habían dado, el tipo abrió la puerta de la "pocilga" y fue directamente hasta Mitchell para golpearlo en el rostro tan fuerte que lo lanzó al suelo. —¿Te crees superior a nosotros?— Esta vez, la voz del tipo ya no tenia ese tono burlesco de antes, ahora ya no quería "jugar" con el rubio —Vuelveme a ver con esa estúpida mirada de superioridad si puedes...— Se inclino hacia Mitchell en el suelo y comenzó a golpearlo fuertemente, apenas podía ser detenido por sus compañeros que lo tomaron de los brazos y jalaron hacia atrás para evitar siguiera golpeando al otro chico. —Olvida lo que eras antes.....— Siendo jalado por sus compañeros, el tipo aún seguía escupiendo sus palabras hacia Mitchell —...Ahora eres menos que una basura, no te creas mejor que nosotros, ni que nadie— Jalandolo fuera de la "pocilga", uno de los hombres cerró tras ellos y dejo solo a Mitchell con los golpes que ese otro tipo le había propinado y como uno de sus pómulos comenzaba a sangrar debido a una herida que le abrió la piel.
Mitchell sorprendentemente no se sentía humillado. Peores golpes había recibido de niño, ya que aquella amistad con cierto Herrero, le había enseñado a no dejarse de las burlas de los demás aristócratas que solían burlarse de su rostro femenino; incluso, en algún viaje a un pueblo cercano a Ognuros, había tenido que pelear en una vieja taberna. No era fuerte, pero era ágil y sabia aguantar golpes. Así que se levanto y en cuanto vio aquel chico por irse, lo único que se le ocurrió fue sonreír y lanzarle un beso con descaro y burla. —Probablemente tu si que serías mi tipo. Sonrió de una forma un tanto coqueta pero a la vez llena de burla. Claro que era mejor, quizá no de todos los rebeldes de aquel sitio, pero al menos si que era mejor que esos dos imbéciles. —Siempre he sentido debilidad por los idiotas que no conocen su lugar. Suelen entenderlo después de estar debajo de mí, si me entiendes. Y se limpió la sangre que le escurría de la nariz. No estaba seguro si aquel chico se molestaría por sus palabras, pero de igual manera se preparo para escapar de sus golpes y encontrar la mejor forma de contrarrestar. Estaba en desventaja, porque eran dos, pero el primer idiota le había demostrado lo débil que era ya que había logrado moverlo con tanta facilidad, que se sentía con confianza. Quizá el segundo si que sería un problema; aguantaría sus golpes, pero eso no significaba que no tuviese una mano dura. Quizá con un poco de polvo en sus ojos... —Antes de divertirnos deberías dejarme hablar con quien sea que este a cargo. Como personas civilizadas eso era lo primero en hacer antes de empezar a coquetear, ¿No lo creen? Volvió a decir. No estaba seguro de que iba a lograr, pero necesitaba hacer algo que lo sacará de ese lugar; estaba en peligro, porque estaba encerrado y esos dos, o cualquier otro imbécil, no dudaría en tratar de violentarlo si no estaba en guardia y dudaba que le alimentaran de forma en que podría mantenerse alerta las 24 horas del día. Y sobre todo, quería ver a Leonor; no sabía porque, pero estaba seguro que al ver su rostro, todo estaría bien.
Contenido oculto: Believer La sonrisa repleta de sorna fue acompañada de mis ojos que no paraban de almacenar el recuerdo de los ojos ajenos, del nerviosismos en su boca, del sonrojo sobre su mejilla, sonreí filoso y complacida. Qué decir, era divertido cuando podías jugar con otros, tampoco me pasaría tres cuadras con las bromas, pero picar a alguien de vez en cuando no tenía nada de malo~ Eso sí, ¡Vaya sorpresa me llevé cuando mencionó lo de "anoche"! La ligera sorpresa dio paso a un rostro serio, ojos condenadores... Muy gracioso, ¿No, Mitchell? Ten cuidado con la imagen que das de mí. Aunque la sonrisa volvió a penas se disculpó, sonrojado, y bastante nervioso. No pude evitar fruncir el ceño un poco escéptica, aunque de todas formas divertida. —Ja... —reí en un suspiro dejando que se alejara, ladee la cabeza colocando las manos en mi cintura para hacer un mohín...— Uf... —suspiré rendida cerrando los ojos. Y suerte que Mitchell se alejó, porque la llegada de Alex me hizo fulminar al recién llegado con la mirada, desafiante. Acaté a sus ordenes, pero antes de partir le hablé firme y directa. —Cuidado con cómo me tratas el rubiecito, viejo— Mi voz era firme, un poco encabronada, pero pronto fui más dura al igual que la mirada con la que sostenía la de Alexander—, que me costó bastante traerlo hasta acá y eso no se puede pagar con ninguna otra cosa, así que vayan con cuidado. Amenazante... cuanto menos... Caminé firme, mano sobre la empuñadora de mi espada, y quedé frente a frente de Alexander... Lo miré seria y mi voz salió con un volumen más adecuado y firme. —¿Qué necesitas? La verdad es que quería ver cómo se llevaban a Mitchell, negar que estaba preocupada sería una mentira, por más que no fuera a expresar algo al respecto en voz alta... Tenía que mantener la calma para cumplir con lo que Erick y el resto de rebeldes podían esperar de mí. Solo me quedaba confiar que el delgaducho de Mitchell se las arreglaría como venía arreglándoselas hasta ahora.
Después de todo lo que dijo Mitchell, no solo uno de los tipos estaba enojado, los demás lanzaron miradas amenazantes al rubio, pero ellos a diferencia del otro tipo no se acercaron al chico, simplemente lo dejaron encerrado y se llevaron a su amigo. —Solo logrará que lo golpeen señor...—Anabel se acercó a los barrotes de aquella celda y miro los golpes del rubio en la cara, con cuidado le acercó un trozo de tela limpia para que pudiera quitarse la sangre de la cara —...Es mejor que no los provoque— Desde la distancia había visto y escuchado todo aquello, sabía de lo que eran capaces esos tipos, y aunque ahora podrían sentir cierto respeto por Leonor y Alex, ellos no estarian siempre cerca para impedir que esos tipos actuaran por su cuenta. Alexander —¿Dónde está Érick?— Apenas estuvieron a solas, Alex ni siquiera le dirigió una mirada a la rubia, fue directamente hasta una botella de licor y se sirvió un poco antes de sentarse y ahora si mirar fijamente a la chica —Debo suponer que muerto, o en algún lugar que no te detuvo de traer a ese niño contigo— Dio un pequeño sorbo a su bebida y mi mirada se endureció aún más —¿Sabes lo que has hecho niña?—
No me senté, me quedé parada a un metro y algo de distancia, firme y dejando una de mis manos con suavidad sobre el mango de mi espada. Mi mirada era seria e inamovible, mi boca se tensó, pero no dejé que los nervios me jugaran en contra y volví mi cara una seria, pero no mucha más expresivo rostro. Miré de reojo cómo se llenaba su vaso de licor, me enfadó que hablara conmigo cosas importantes tomando ese brebaje que muchas veces embrutecia en vez de ayudar, lo que provocó que mis ojos se afilara contra los suyos, exhalé impercemtible. Rabia. —Entoces deme a saber lo que sienta pertinente, porque un líder sin retribución no es más que un loco que puede llevar a los suyos con desgracias mayores que de estar solos —hablé monocorde, sin dejar que la rabia ni el desespero, el desagrado ni la soberbia nublaran mis palabras con rencor o envidia. En toda esa dureza prevalencia el tono calmó de mi voz.
—Yo sé, pero tampoco podía dejar que me humillaran... Hizo una mueca. Poco le importaba si lo golpeaban o no, realmente lo único que sería en ese momento era... Ni siquiera tenía idea de que es lo que quería. Se sintió un poco molesto consigo mismo y se sentó con la espalda pegada a la sucia pared. Pensó que si se mantenía cerca de Leonor podría salir bien parado y volvería con sus hermanas más pronto de lo que imaginaba. Pero quizá estaba haciéndose muchas ilusiones cuando la realidad era que el volver a casa sería más difícil de lo que creía. Tenía que pensar en algo, una forma de dejar de ser un prisionero. —Los chicos del campamento no eran tan idiotas como estos... Le dijo a la pequeña Anabelle mientras soltaba un suspiro. Comenzó a limpiarse la sangre, se sorprendió al ver qué no era tanta como esperaba. Volvió la mirada hacia la puerta donde los chicos se habían ido;, luego miro a la pequeña niña y le sonrió. —Supongo que tengo que agradecerte por estar aquí ¿No? Seguramente me habrían golpeado de nuevo... El hombre que ordenó que me mandarán a encerrar ¿Es el líder? Yo creía que el tal Erick lo era. Pregunto el rubio sin dejar de observar las manchas de sangre de la tela que había usado para limpiarse.
Alexander Una media sonrisa se formo en sus labios al escuchar a esa chica, probó de nuevo el vino en su copa y su mirada no perdió detalle de esa rubia. —Se que Erick confía en ti, pero yo no— Los labios del hombre se tensaron al momento, dejó la copa de lado y su semblante cambio a uno más serio y hasta algo amenazante —Aún eres una niña que no piensa las consecuencias de sus acciones, eres incapaz de pensar primero en el bienestar de todo el grupo que en el tuyo propio— Se puso de pie y camino algunos pasos hacia Leonor —Pero eres buena en combate, y creo que eso es lo que Erick pudo ver en ti para protegernos.....— Suspiro con algo de fastidio antes de pasar al lado de la chica. —Al parecer un grupo de hombres se acerca por el norte, esta tarde algunos de nuestros guerreros saldrían a investigar, pero ya que estas tu aqui, ve con ellos y averigua que está pasando— Le dio la espalda a la chica y miro por la ventana con los brazos cruzados tras su espalda. Contenido oculto Kaisa Morinachi el campamento rebelde tiene una posible amenaza. Salir de inmediato con los demás hombres y saber que pasa, ya luego "pelearias" con ese viejo. Ir a ver a Mitchell, y comprobar que esté bien, más tarde puedes ir con los hombres y saber que pasa. Anabel La pequeña negó con la cabeza cada palabra dicha por el rubio. —Ellos lo hubieran golpeado estando yo aquí o no...— Se sentó en el suelo para poder hablar mejor con ese hombre —El hombre de antes se llama Alexander, pero todos le decimos Alex— Sonrió un poco al hablar de ese hombre —Él se encarga de todo el campamento cuando Erick no está, es un buen sujeto, solo quiere protegernos—Miro atenta como el noble limpiaba sus heridas y como algunos moretones comenzaban a formarse en la piel de ese chico —Sabe...Yo no creo que ellos lo estuvieran humillando—
