Pasillo (Tercera planta)

Arrancarse era doloroso, pero a la larga, si no se tenía cuidado, podía convertirse en una suerte de vicio aparte. No todos los dolores eran necesariamente malos, además, entonces la balanza se torcía y comenzaban a aparecer cosas raras. Lo había sentido en el baño el día anterior, con el rostro hundido entre las manos y las palabras de Maze aún rebotando en todos los rincones. Arrancarse era doloroso, pero a veces, también aliviaba.

Había vuelto a casa, aprovechando que no iba a haber nadie, y pillé las cosas necesarias para pasar otra noche en lo de Saki. A ella le tocaba el turno nocturno esta vez, así que me dejó las llaves y básicamente me pasé el día sola. El almuerzo de Maze lo encontré en su apartamento, cuando me dispuse a hacer la tarea, y la nota de Cayden acabó de estallar la represa. Estaba hecha una puta llorona, pero no había nada que hacerle.

También aliviaba.

El viernes me pilló con un poquito más de ánimos, o al menos energía, ya no lo sabía. Saki seguía durmiendo, de modo que preparé el doble de desayuno y se lo dejé dentro de la nevera. Había traído muchas sobras revueltas del café y ponía que me lo llevara a la escuela, así que eso hice. Sabía que, a su forma, me estaba cuidando, y quizás aún no fuera capaz de reflejarlo en mi cuerpo pero comenzaba a sentirlo. Había iniciado con Maze, el día anterior. Era cálido.

Y lo agradecía enormemente.

No había olvidado la dichosa cita de Arata y, honestamente, no me hacía ni un mínimo de gracia, pero tampoco iba a negarlo. Le había dado muchas vueltas el día anterior, pero al final sabía que no había peor mierda que la incertidumbre. La incertidumbre era lo único que, aún a día de hoy, me hostigaba en torno a la existencia de Daute; en menor medida también lo hacía con mamá. No quería pasar por eso con una tercera persona y menos ahora, en medio de tantas estructuras inestables.

Así que, a riesgo de quedar como una jodida intensa, aproveché la campana del receso para incorporarme y salir al pasillo. No sabía qué coño iba a pasar, si íbamos a hablar cinco minutos o una hora, así que agarré también el almuerzo por si acaso. Lo fui balanceando suavemente conforme caminaba, como si nada pasara, y apoyé la espalda frente a la pared opuesta a la 3-3. Pensé en Maze al rebasar la clase anterior, pero no me dio el coraje de mirar.

Era la puta vergüenza.

Respiré despacio y me quedé allí, con las manos unidas al frente, golpeteando ligeramente la bolsita contra mis piernas, a la espera de que Arata apareciera. Al menos hacía buen clima y el sol se sentía cálido contra mi espalda, cosa que me relajaba un poco.

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Yáahl ola x2

 

No pasó mucho tiempo hasta que Arata apareció por la puerta. Fue pescarlo de reojo y que el cuerpo se me pusiera rígido con tensión anticipada; no le temía, no era esa clase de advertencia, sino por toda la situación alrededor de... bueno, nosotros, suponía. Era incómodo a cagar y no estaba habituada a lidiar con esas estupideces.

Siempre huía antes.

Prefería romperme un brazo que dejar el orgullo de lado, aún así, de modo que solté el aire por la nariz y volteé el rostro para enfrentarlo completamente. Su tono fue plano y me encogí apenas de hombros, despegando la espalda de la pared. Con el movimiento noté, por supuesto, que no llevaba una mierda encima. No le sonreí ni le ofrecí de mi almuerzo, lo sentí jodidamente antinatural y me molestó en lo más hondo del pecho.

Odiaba estas cosas.

—Si insistes —dejé ir mientras lo rodeaba para empezar a caminar, con una muy ligera nota de burla que, la verdad, ni siquiera pretendía mofarse de él. Habiendo hecho apenas dos pasos, y sin detenerme, medio giré el rostro en su dirección—. ¿Adónde vamos, entonces?

Quizás estuviera siendo desagradable porque me sentía con el derecho de hacerlo, ni idea.

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arrástrala nomás si quieres uwu

 

Suponía que, para los demás alumnos, aquella tranquilidad, y mi buen humor predispuesto a dejar que así se mantuviese, eran unas excelentes noticias; a mí, sin embargo, me sonaba absurdamente aburrido. ¡Pero iba a cumplir mi promesa de no portarme mal con nadie aquel día! Era viernes, al fin y al cabo, y, de todas formas, seguía bastante satisfecha en lo que a ese campo respectaba~

Así que subí al aula no mucho después de hacer el cambio de zapatos, saludé a Joey a la pasada con un beso sobre la mejilla, y me senté en mi pupitre bien dispuesta a ser una alumna ejemplar. ...bueno, o al menos dispuesta a no dormirme a mitad de la lección, que era a lo máximo que podía aspirar como buena alumna. Y a pesar de que no tenía ningún plan preparado para el receso, me alivió enormemente escuchar la campana anunciando el inicio del mismo.

Me quedé un par de minutos dentro, sopesando mis posibles opciones mientras me recogía las cosas, y decidí salir del aula no mucho después. Fue una absoluta casualidad que me diese por mirar a través de la ventana justo en el instante en el que lo hice, o quizás fue una divertida broma del destino, ni idea; la cuestión es que eché un vistazo fugaz hacia fuera y distinguí las dos figuras que había en la piscina, tan fácilmente reconocibles por mis ojos a aquellas alturas.

—¿Uhm~? —murmuré al aire, acercándome a la ventana para abrirla, apoyar los brazos sobre el alféizar y enfocar mejor la vista hacia el par de tortolitos—. Curious~

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más relleno, pero si alguien quiere caerle a la pendeja, pues be my guest, of course (?)

 

La niña no se veía realmente interesada en el tour, pero el sentimiento era compartido así que ¿con qué cara le reclamaría algo? Me divirtió, aún así, la posibilidad de intentar hacerla sentir mal, pero lo descarté rápidamente. Me daba algo de pereza ponerme a actuar. Mantuve la sonrisa en su lugar, con su indiferencia y todo, y tamborileé las uñas contra su mesa una única vez antes de girarme y empezar a caminar.

—Muy bien, andando entonces.

No estaba muy segura qué podía hacer para no morir del aburrimiento, tampoco me devané los sesos por averiguarlo. Ya en el pasillo, me detuve y señalé vagamente las puertas.

—Aula, aula, baño, baño, club de... ¿fotografía? La oficina de la directora, creo.

Ya suficiente información era para que mi memoria la hubiera retenido. Bajé el brazo, repasando el espacio con la vista, y advertí la presencia de Alisha con el torso asomado por la ventana. Lo dicho, no era de planear nada con demasiada anticipación, sólo me movía por impulsos inmediatos y dejaba que la vida me sorprendiera. Sonreí, sedosa, y deslicé los ojos de regreso a Jean.

—Estos tours son muy monótonos, ¿no? Todas las puertas tienen carteles, en definitiva. ¿No preferirías empezar a conocer a tus compañeros? Puedo presentarte a un par~

 

Que su sonrisa fuera falsa o no me importaba tan poco que ni siquiera barajé la posibilidad. Yo era algo así como la reina de la indiferencia, al fin y al cabo, imagina ofenderme por recibir una cucharada de mi propia medicina. Todo lo contrario, vaya, era casi una buena noticia. En un océano de gente asustada y complaciente, ¿a que venían bien los cambios de aire~?

Mi sonrisa se estiró apenas tras recibir su aprobatoria y giré el rostro, dando con la cabellera rubia de Welsh.

—Por allá, se llama Alisha. —Regresé la mirada a Jean, y no me molesté en disimular la diversión algo oscura que permeó mi expresión—. Es muy simpática.

Sin aguardar a nada más, extinguí la poca distancia que nos separaba de la susodicha. Le piqué el hombro un par de veces y recogí mis manos a la espalda, a la espera de su atención. Una vez la conseguí, le sonreí como toda una buena niña. En ningún momento comprobé que Jean me hubiera seguido, sencillamente lo asumí.

—¿Qué es tan interesante ahí fuera, que te tiene prendadísima?

 

Mi intención había sido solo echar un vistazo rápido, intentar descubrir de qué iba el rollo con esos dos e irme a hacer cualquier otra cosa mucho más interesante, pero ese plan se vio truncando cuando resultó que la escenita en cuestión, bueno, era bastante interesante de por sí. Desgraciadamente, estaba demasiado lejos como para poder escuchar lo que andaban diciendo y, por supuesto, no tenía ni la más mínima idea de cómo leer los labios, así que en realidad me estaba perdiendo gran parte de la trama solo por eso y tenía que tirar de mucha especulación al respecto.

Aun así, estaba siendo terriblemente entretenido~

Como cabía esperar, estaba demasiado metida en mi propio mundo como para percatarme de la presencia del alemán, pero podía no tomárselo como algo personal porque, a excepción de Joey, no iba a notar a ningún alumno en particular. Por ese mismo motivo, notar que alguien me tocaba el hombro un par de veces logró pillarme bastante desprevenida, y no pude esconder la sorpresa de mi rostro cuando giré levemente la cabeza y di con la figura de Morgan. La sorpresa, sin embargo, mutó rápidamente a una sonrisa sedosa, y me encogí de hombros con cierto aire risueño mientras ladeaba ligeramente la cabeza.

—A plot twist that I wasn't expecting~ —contesté, imprimiéndole el mismo aire liviano a mi tono de voz, y la repasé con la mirada durante un segundo largo antes de regresar a sus ojos—. Cuando quieras te pongo al día de la trama, Blackie~

Le guiñé el ojo inmediatamente después de hablar y, apenas después de ese mini-flirteo descarado fue que me digné a deslizar la vista hacia el pasillo para dar con la otra figura que la estaba acompañando. Me separé de la ventana para poder darme la vuelta, encarando al pasillo y a las dos chicas en el proceso, y me eché hacia atrás para apoyarme de nuevo en el borde de la ventana con los codos.

>>Tú eres la nueva, ¿verdad? ¡Ah, es cierto! Te había tocado darle el tour, ¿cierto? —aquello último lo pregunté volviendo a centrarme en Morgan, claro, y después intercalé un par de miradas entre ambas mientras una amplia sonrisa se abría paso a mis labios—. ¿Habéis venido a pedir mi consejo de veterana? Porque mi sitio favorito es y siempre será el armario de enseres~

Aunque el club de fotografía no se quedaba muy atrás en ese aspecto tampoco.

 

La respuesta de Alisha fue terriblemente vaga, así que aproveché ese segundo que ella usaba para mirarme y me estiré sobre mis puntillas, buscando husmear más allá de la chica, por la ventana. Era difícil definir a qué le había estado prestando tanta atención. En mi recorrido visual pasé por la piscina y llegué a medio identificar la cabellera de Pierce, pero todo me importaba tan poco que genuinamente había olvidado el lío suyo que había presenciado hace unas semanas, ese que involucraba a... huh, ¿cómo se llamaba? El moreno de la sonrisa bonita.

Ah, qué más daba.

Volví a Alisha, retrocediendo, y asentí suavemente. Contara lo que me contara seguro me lo olvidaba otra vez en dos semanas, así que para entretenerme valía. Su apodo, en especial, acentuó mi sonrisa. ¿Blackie? Sonaba lindo~

—Can't wait —murmuré, irónica a cagar; realmente no era una cuestión personal, no pretendía burlarme de ella ni nada. Sólo era yo siendo un amor de persona.

La rubia entonces desvió su atención a Jean y medio giré el torso, cosa de no darle la espalda a ninguna. Se presentaron como buenas niñas, yo asentí como buena niña, y me tragué las ganas de sonreír con más ganas al ver cómo Jean enarcaba una ceja ante el comentario de Alisha. Ah, sí, Había sido una buena idea. Permanecí a la expectativa, atenta a la conversación, y estuve a nada de descojonarme. ¿El club de fotografía, en serio? Dios, ni que lo hubiera planeado. ¿Que amaba todo lo que proviniera de ese club, había dicho?

—Vaya —murmuré, sedosa, aunque no me molesté en disimular la diversión que sentía—, ¿no serán acaso más parecidas de lo que uno creería?

Eso es muy amplio, bonita.

—¿Qué opinas? —agregué, dirigiéndome a Alisha, y deslicé la mirada suavemente a Jean—. ¿Se la pasará bien si se anota en ese club?

 

Mi respuesta a Morgan fue vaga a propósito, claro, y por ello mismo no me pasó desapercibida la manera en la que buscó asomarse por la ventana para intentar satisfacer su curiosidad. Si consiguió darse cuenta de lo que era, así como si se acordaba o no del asunto de Sasha que ambas comentamos hacía tiempo, me era bastante indiferente, a decir verdad. Especialmente cuando, en esencia, le había sacado una posible cita; eso me interesaba mucho más.

Cuando la otra chica se presentó, simplemente suavicé mi expresión y asentí con la cabeza, aunque aquella cortesía pareció querer durar bastante poco en mi rostro. Noté al vuelo como la tipa alzaba la ceja ante mi comentario, algo que en lugar de ofenderme más bien me hizo bastante gracia (¿acaso me estaba juzgando sin conocer? How rude~), pero la guinda del pastel fue cuando decidió preguntarme por el club de fotografía, momento en el que ya no pude controlar la risa floja que se me escapó de los labios.

—No me digas~ —canturreé, tan obviamente divertida que era imposible de disimular, y entorné los párpados en lo que volcaba mi atención en Morgan.

Maybe Blackie's witchy vibes were more accurate than I initially thought~

>>Claro que sí, nos lo pasamos muy bien ahí dentro~ —contesté, bajando apenas la voz para ello, y me humedecí ligeramente los labios con la punta de la lengua antes de volver a centrarme en Jean—. Está por allá —informé, señalando hacia el final del pasillo con la cabeza—. Si queréis os lo enseño. El presidente del club es mi amigo, ¿sabes~?

 

¡Imaginen mi sorpresa al ver que Morgan era amiga de dos chicos tan guapetones! A ver, yo no daba ni dos yenes por su vida social, ¿y ahora me encontraba con esto? La chica sí que era una cajita de sorpresas, eh. Al final iba a verme inclinada a des-ofenderme y todo por habernos ghosteado; eso, claro, si aprendía a compartir. ¡Era básico de jardín de infantes!

Era cierto que con Bibi habíamos avanzado bastante el sábado, pese a que nos faltaba gente y cada cinco minutos me iba por las ramas hablando de cualquier otra cosa. Estuvo bastante divertido, anyway. Al menos yo me la pasé bien.

Cuando tocó la campana del receso, advertí bastante rápido la presencia de Génesis en el pasillo. Estaba mirando por la ventana y no se me ocurrió asumir que fuera por esperarme, así que props al universo por haberme hecho acercarme a ella. ¡Quizá estaba predestinado o algo así! Ah, so romantic.

—Blondie! —la saludé con alegría a cierta distancia, agitando la mano, y al llegar junto a ella entrelacé mis manos a la espalda—. How you doin'? Es una pena que no hayas podido venir a casa el sábado, ¡estuvo bastante divertido! Anyway, ¿qué hacías aquí? ¿Esperando a Morgan, maybe~?

Ojalá Génesis no hubiera olvidado aún que Morgan era el verdadero nombre de Zoldryck porque... pues porque era así y punto, no que yo lo dijera, ¡era una ley universal! ¡U-ni-ver-sal!

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holis uwu/

 

—Bien, muy bien~ —respondí con ligereza, sin encontrar motivos para quejarme de nada, y cuando me pidió disculpas solté una risa ligera, haciendo un movimiento de mano—. Nah, no te preocupes. Lo importante es que no haya pasado nada grave.

Pude notar que no me entendió de inmediato cuando hice el intercambio de nombres, pero tenía pinta de ser super inteligente y seguro se daba cuenta. Aguardé unos pocos segundos, Génesis lo recordó y asentí, contenta. Yay, I was right!

—Todos trabajando a último momento, veo —comenté junto a otra risa, aceptando su cuaderno. Lo abrí de pura inercia y le eché un vistazo al contenido. Vaya, estaba muy organizado y detalladito—. ¡Pero por supuesto! Mira estos apuntes nada más, parecen paper académico. Entonces lo ensamblo con lo que tenemos y ya quedaría.

Cerré el cuaderno de un movimiento rápido y alcé las cejas. Si era una estudiante tan meticulosa como me lo parecía, quizá prefiriera echarle un vistazo general a todo, ¿no?

—Ah, ¿quieres ver lo que ya tenemos?

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Génesis: 3 puntos
Abby: 0.5 puntos
TOTAL: 3.5 puntos

 

Sabía que Kou iba a seguir dejándome hacer según me viniese en gana sin demasiado problema, pues a pesar de que a veces intentaba molestarme haciéndose el interesante, realmente nunca me había puesto demasiadas inconvenientes con casi nada de lo que decidía hacer. Creía haber sido capaz de adivinar parte de sus límites, también, pero ese quizás fuese otro asunto a discutir~

A lo primero que dije decidió no añadir nada más, algo que no me sorprendió demasiado, y después me aceptó en su espacio sin moverse ni un centímetro de su posición, permitiéndome así hablar prácticamente sobre sus labios. Seguí el movimiento de su mirada con la mía, siendo imposible que aquella se me pasase desapercibida con la poca distancia que nos separaba, y todo el asunto logró ensancharme la sonrisa aún más, si es que eso era posible.

Sentí una ligerísima decepción cuando se echó hacia atrás para mirarme, pero el sentimiento no tardó en mutar a una especie de indignación que rápidamente de vio reflejada en mi rostro. Había querido responderle que tenía razón, que nunca terminaba de rechazarme y que lo único que estaba consiguiendo era malcriarme demasiado, pero todo eso acabó perdiéndose por el camino, claro.

—¡Eso es injusto! Eres tú el que se empeña en invitarme —me quejé, inflando apenas las mejillas, y aproveché el impulso de volver a erguirme para agarrar su mano, llevándomelo así hacia el pasillo de tercero.

Igual el asunto fue medio teatro, obviamente, así que más o menos a mitad del camino ya había recuperado la actitud alegre con la que había llegado inicialmente a su aula. También le había soltado la mano en cuanto estuvimos fuera, pues porque una no pretendía abusar demasiado de las confianzas, ¿cierto~?

>>¿Has visto el anuncio del campamento, Kouchii?

 

Imaginé que mi acusación le arrancaría una reacción del estilo, a lo cual me sonreí y decidí llamarme al silencio. Sabía que no era una pataleta real, de todos modos, así que la dejé arrastrarme fuera de mi asiento sin oponer resistencia. En cuanto llegamos al pasillo, ella me soltó y yo hundí las manos en los bolsillos, tranquilo. Sabía perfectamente que si lo había hecho era por mí y por los límites que, de forma más o menos directa, le había transmitido. Quizá por eso funcionábamos bien juntos.

Ya estaba visto cómo le iba a los idiotas que pretendían pasarme por encima.

Ah, el condenado campamento. Su mera mención me hizo arrugar levemente el ceño y soltar el aire por la nariz, en algo muy parecido a un suspiro. No me preocupaba pero al mismo tiempo lo hacía, porque en la medida que a mi padre o a Teruaki-san se les ocurriera querer mandarme a la mierda iba a cagarme en los muertos de todo nuestro linaje.

—Sí, lo vi —murmuré, deslizando la mirada a ella—. Tienes pinta de que estas cosas te gustan, ¿cierto? Pese a ser una niña de apartamento.