Spin-off Presage Flower [Gakkou Roleplay]

Tema en 'Archivo' iniciado por Zireael, 9 Marzo 2023.

  1.  
    Zireael

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    Yuzu.png

    Era triste, pero mucho mis pesares y los de mis niños se movían en las sombras, pertenecían a un mundo que no veía la luz del día en ningún momento y allí permanecerían casi siempre. Los compartíamos, pero no los admitíamos frente a otros con frecuencia y se quedaban allí dando vueltas en conversaciones normales. Había a quienes lo que nos había sucedido nunca les correspondería.

    Jamás, bajo ninguna circunstancia.

    Las ruinas del imperio nos pertenecían solo a nosotros.

    El tono de la voz de Momo revolvió una emoción distinta, no supe muy bien su origen, pero tampoco la dejé alcanzar la superficie y le dediqué una sonrisa de las de siempre. Me venía mejor el contacto que las palabras a veces, así que el hecho de que siguiera pegada a mi brazo fue mejor distracción que cualquier otra cosa.

    Tomoki y yo seguimos divagando respecto al recuerdo para la madre de la castaña, nos lo estábamos tomando en serio y se notaba. El muchacho asintió, bastante convencido, estirando la mano para pescar el gatito de cerámica que había señalado justo cuando Momo volvió a hablar, así que lo extendió en dirección a la chica.

    —Pues claro que lo somos —confirmó y esperó a que ella lo tomara para pagarle a la persona del puesto—. Dos mentes piensan mejor que una sola después de todo, Ashi-san.


    tremendas shiori vibes me acaba de dar yuzu *la patea*

    Cayden.png

    Sabía que le estaba tocando las pelotas con eso de usar su palabras en su contra a cada rato, pero por desgracia vivía aprovechándome de esas cosas, era mi forma de encontrar los famosos vacíos legales con los que vivía molestando a Ko cada vez que se me ocurría. Era ambiguo, una suerte de punto muerto y eso servía para los negocios y cuanta mierda más se pudiese uno imaginar. Igual no terminaba de entender por qué no terminaba de molestarse con eso en particular, pero tampoco me iba a quejar.

    —El que se me antoje darte —respondí, pasando de la forma en que se había referido a mí, y me permití una risa que fue más una vibración que otra cosa—. Para el momento... Ninguno. Me gusta tocarte las narices, simplemente.

    Luego de responderle lo de la mariposa me observó, sentí que quiso leerme y buscó respuestas tácitas en mis ojos, para variar, pero llevaba años mintiendo y tendría que esforzarse un poco más. Quizás algún día entendiera no solo las dos caras del apodo, que tampoco eran tan secretas, si no el resto de mi personalidad. Era un revoltijo casi repugnante de miedo y necesidad de atención.

    Le otorgaba a las personas una cantidad de poder que correspondía a su capacidad de hacerme sentir elegido, no estaba bien, pero era así como vivía. Además ya Nakagawa sabía que escondía mierdas, de qué clase pues esa información no la tenía todavía, pero podía hacerse una lista de posibilidades en el futuro próximo quizás. Mis pecados iban desde tráfico hasta que me gustaran los tíos, el margen que había en medio era casi infinito.

    Su sonrisa se borró apenas vio aparecer la mía y no supe del todo qué emoción encontré en su serenidad de turno, aunque pronto volvió a la actitud de antes. Se veía que había subestimado sus... tendencias o lo que fuese, porque cuando me puse la cara de cachorro me pilló por el mentón y ahora sí una tensión ligera me alcanzó el cuerpo, aunque no me aparté, de hecho fue él quien rompió el contacto luego de tirarme la advertencia.

    Cuidado con las caras decía.

    Más bien cuidado con las manos.

    Era un loco del espacio personal, pero no por eso era de piedra y la gracia de hablarme en el oído me dio un empujón en la dirección incorrecta, no fue particularmente fuerte pero sí que lo sentí. Solté el aire por la nariz, despacio, y lo vi separarse luego de tomar el dinero de mi mano.

    Go ahead, dear —solté un poco porque me salió de los huevos y lo dije en un tono bastante suave—. Sorpréndeme. Tienes todo el poder de decisión.
     
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    Kaisa Morinachi

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    Sin pensar mucho recurrí a esta canción que me encanta, pero es gracioso que menciones a Yuzu mezclada con Shiori, porque la primera playlist donde guardé esta canción fue la de Nagi por su relación con Shiori <3

    Así que si, Momoka y Nagi se parecen a mí entre física y psíquicamente.
    upload_2023-4-11_15-43-6.png

    No es que me faltará confianza o algo, sabía lo capaz que era, pero a la vez era consciente que mucho se eso era fruto de la disciplina y el esfuerzo. No tenía esa naturaleza que me expresaban algunas personas, como la naturaleza perseverante de Kenta, siempre la tuvo, o esa capacidad intuitiva que me demostraba Yuzu-rin, con la que logró que mi pequeña yo confiara en ella cuando tan solo era una chica callada, obediente y vergonzosa.

    Era consciente que lo mío no era saber por querer, o porque lo descubría por mera capacidad nata: Yo tenía que pensar, era cuidadosa, todo lo que sabía y toda mi actitud era fruto de cosecha tras cosecha, incluso cuando muchas veces me equivoqué.

    Incluso con las veces en que los errores me desgarraron.

    Por eso sabía que Yuzuki no estaba mostrando todo, porque al menos sabía reconocer las actitudes y los colores tras ellas. No sabía qué escondía Yuzuki y tampoco podía intuirlo, pero sabía que estaba tratando de mantener la calma como un lago que lucha contra una tempestad bajo sus aguas calmas.

    ¿Qué podía hacer yo?

    Era sencillo, quedarme ahí con ella, tranquila, cariñosa. Que supiera que estaba con ella, que la quería y que no importara qué ocurriera...

    Yuzu-rin podía contar conmigo, ahora era capaz de confiar en que ella podía contar conmigo como siempre conté con ella.

    —Uhmmm~ —solté con calma, bajo, ronroneo de gato dirían algunos, mientras abrazaba ese brazo de Yuzu-rin con cariño y mi cabeza descansaba sobre su hombro mientras cerraba los ojos.

    Cómo fuera, recibí el gatito del chico con una mano y lo miré curiosa, la otra mano no se separó de Yuzu-rin por más que me alejara. Lo miré y escuché las palabras de nuestro acompañante, no demoré en sonreírle con la mirada relajada y la sonrisa cabrona.

    ¿Juego o coqueteo?

    Alcé un poco el mentón, confiada.

    —¿Ah, sí~? —ladee la cabeza, saboree mis palabras con una sonrisa a labios cerrados, acaricié mis dientes y mi labio inferior por dentro—, y yo que quería creer en el asombroso conocimiento de Tomoki~— Hice una expresión de descontento dramático, cerrando los ojos y frunciendo las cejas con exceso de lástima hablando con una voz convincente, pero era tan convincente que era claro el teatro que era—, parece que al final el pequeño si tendrá que ir bajo el resguardo de su luna superior...

    Lo miré otra vez, esa sonrisa entre coqueta y desafiante, entre jugar o buscar reacción, la verdad poco me importaba por qué lo hacía, a veces simple y llanamente era como Kenta o Kenta era como yo.

    >>Sin que pienses bien no podremos escaparnos de Yuzuki.

    8dnDJM4.png

    Hice una mueca de claro inconformismo, más que desagrado, cuando me dijo que no tenía poder sobre él, pero mi cerebro se las ingenió para conectar cables. Le sonreí con una sonrisa que, por más inconsciente que fuera, era casi coqueta. No pensaba en cómo me veía o en qué categorías caían, me estaba dejando llevar y hacer simple y llanamente lo que quería.

    —Así que te gusto, simplificando el punto —rebatí con una voz grave y cargada mientras le sonreía con suficiencia sin quitar mis ojos calmos de los suyos.

    Y, bueno, lo que quería es seguir lo que sentía sin tomar en cuenta la racionalidad, porque estaba aburrido de siempre pensar en qué ocurría.

    Lo que fuera, cuando escuché el suspiro de Dunn Cayden sonreí con un gozo que me podría perfectamente dejar en detención casi que por acoso. Sabía la careta que tenía, pero eso no bastaba para detener a alguien, el problema es que también conocía ese instinto visceral que, sin siquiera haberlo predicho, poco a poco Cayden empezaba a alentar.

    Madera y fuego, lo que sus suspiros conseguían justo a sus pequeñas tensiones era avibarlo.

    Caminé y cuando me dijo que le sorprendiera lo miré por sobre mi hombro y mi sonrisa sobria cargaba seguridad y la confianza en mis ojos. A diferencia de él, las pasiones no me brillaban en los orbes de colores, pero el azul si tomó un brillo oscuro, el flequillo se encargaba de incrementar eso con lo bueno que era para agachar la cabeza generando sombra.

    —Cuídate, Cayden —dije con tranquilidad.

    Cuidate de lo que dices, porque por la boca muere el pez...

    Suerte ser una mariposa~
    Aunque...

    Los pájaros también comían mariposas.

     
    Última edición: 11 Abril 2023
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    Zireael

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    Al final quizás mi vida se basara en eso, en un intento bastante burdo de mantener la calma en todos los contextos habidos y por haber, porque era la misma que había pretendido tomar el lugar de mi padre en la estructura, la que guiaba un grupo de perros salvajes y la que cuidaba de un montón de niños perdidos, los que habían sobrevivido a perder a su adorado Aniki. Era la que le preparaba té a las visitas, quería una medicina más humana y amaba con la fuerza de un huracán.

    Era el deseo de reducir el mundo a nada.

    Para reconstruirlo en base a amor y nada más.

    Momo seguía pegada a mí y yo la dejé estar, no me molestaba, además de que ya había salido del cauce donde había caído, más o menos. No creía salir nunca en realidad, pero a veces podía alcanzar la orilla para descansar un rato. Así pude observar el resto de la interacción, la castaña aceptó el gatito y el cerebro se le desvió en otra dirección, se veía.

    Tomoki no reaccionó, así que asumí que directamente no quiso hacerle caso o no le molestó porque en caso contrario lo habría manifestado, con lo transparente que era en general. Se encogió de hombros luego de que le dieran el cambio, luego se cruzó de brazos y miró a Momo con calma.

    —Por algo es nee-san —respondió y dio algunos pasos, incitándonos a alejarnos del puesto para dejarle lugar a las demás personas—. General de guerra y soldado.

    —Qué drástico, Kicchan —dije junto a una risa.

    —Las verdades son así, ¿no? —añadió después de reírse también.

    Claro, nunca nadie había especificado qué era lo que volvía a Tomoki capaz. Era bueno haciendo de ojos, luego retrocedía para darle la información a su superior y volvía al terreno sin levantar demasiadas sospechas. Era, después de todo, un chico de aspecto bastante común.

    Cayden.png

    Se le estaba volando un poco la pinza, ¿o me lo estaba imaginando? Si yo era rígido Yashihiro se llevaba el premio, la mención al poder lo había dejado más claro que nunca, porque ya de por sí se notaba desde la otra cuadra, pero ahora se le estaban patinando las ideas estúpidas. Vete a saber qué le había soltado un par de cadenas, no quería llevarme todo el crédito por eso la verdad, pero no me hacía menos gracia.

    Talking about okama.

    —Tu simplificación roza lo minimalista, ¿no crees? —advertí sin perder la calma, como sí me pasaba cuando alguien insinuaba que pasaba pegado como chicle a Kohaku—. Reduce la cosa a sus puntos esenciales, pero la vuelve un poco aburrida.

    ¿Quizás yo mismo la estaba reduciendo a mi manera? Lo dudaba. El verbo este tan simpático de gustar era de lo más ambiguo, me podía gustar el helado, la Coca-Cola y me podía gustar una persona. Era contradictorio, con el montón de emociones que me rebotaban en el cuerpo, pero dudaba usar el verbo en su última forma alguna vez. Nakagawa me agradaba, como me agradaba un tercio de la gente con la que chocaba, de ahí en fuera estaba haciendo el imbécil.

    Había usado muchísimas emociones en las estupideces que había hecho en el último mes y medio que en fastidiar a este crío.

    Además, ¿qué coño con la cara de loco? Jodía un poco el remedo de mood que se había estableciendo la verdad, porque para desquiciados ya tenía bastante con Arata en el mapa. Si tensaba demasiado las cuerdas en esa dirección iba a romperlas, más le valía saberlo.

    Me soltó que me cuidara, entendí el tono de la estupidez, y alcé una mano para agitarla restándole importancia mientras me apartaba un poco de la multitud para buscar alguna banca donde sentarme. Estaba moldeado a base de miedo, pero me había metido a una sala privada con el diablo encarnado y lo había mandado a tomar por culo apenas entendí que no respetaría mi forma de hacer las cosas.

    I'm waiting, Nacchan —dije por encima del bullicio antes de sentarme en la primera banca que encontré, apenas unos metros más allá de los puestos.

    Estaba un poco cansado del bullicio general, eso sin mencionar que Yuzu me había traído casi a rastras entonces no estaba preparado mentalmente para el montón de gente, los ruidos ni nada más. Un respiro me venía bien.
     
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    Kaisa Morinachi

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    No me arrepiento JAMÁS
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    Seguí los pasos de Yuzuki que seguía los de Tomoki, no oculté mi puchero que reflejaba mi disgusto, tampoco quería ocultarlo. Podía ser infantil, pero que lo fuera. Pocas veces quería recibir cosas de otros y, cuando no lo conseguía, no podía evitar mosquearme e incluso querer vengarme a mí manera, claro, cosa pequeña, era consciente de que lo mío fue una broma de nada, Tomoki lo agarró con ligereza, ¡Pero yo quería montarme mi teatro!

    —Cobarde —solté firme, cómo si en verdad pensaba eso, y la verdad es que si que lo hacía. Me abracé a Yuzuki, pero está vez mi toque fue casi serpenteante, mi voz volvió a bajar unas octavas—, seguro eres crío.

    Y sonreí con sorna sobria. No me gustaba mosquear, pero algo en mi quería picar a ese chico.

    Puede que no tenerle reaccionando tan animada mente como yo quisiera llevarle contra las cuerdas hasta encontrar sus reales colores.

    Sí, sonaba a buena excusa.

    upload_2023-4-12_18-10-38.png

    —Me gusta lo minimalista, es divertido... —resolví con calma, pero me acerqué otro poco, afianzando mi mirada sobre la suya y mi voz bajó un par de notas—, y así oculto cosas.

    Y sonreí con una suficiencia que hacía ver mis ojos cerrados por lo rasgados que eran... si te fijabas seguían abiertos.

    Me alejé y el chico calmó un poco el culo, más bien se notaba que le cansaba el ambiente, eso me regresó la seriedad al rostro, la típica de amargado, pero por más hastiado que estuviera era algo temporal y, dicho y hecho, mi seriedad luego fue calma.

    No gasté todo lo que me pasé, coloqué de mi propio bolsillo y por más cara de culo que tuviera el entusiasmo me relajó el gesto y le sonreí de más la chica que atendía, me pareció verla sonrojarse por un momento y luego seguir como si nada. La cosa es que compré tres dangos, dos Mochis, un té caliente y otro frío, aunque el último era más como una limonada. Caminé y cuando llegué con Cayden le brindé una sonrisa amplia a labios cerrados.

    No tenía cómo verme la cara, pero esa sonrisa cargaba ternura, compromiso y no tenía rastro de ningún vestigio de aquella personalidad cabrona que tenía entonces coloqué una de las bolsitas sobre las piernas, la que tenía el mochi por dentro, ye senté a su lado abriendo todo lo que podía la piernas mientras respaldaba mi cuerpo en la banca. Tiré el cuerpo para atrás y abrí la bebida caliente, aunque al oír el crush reaccioné.

    Miré a Cay con tranquilidad.

    —¿Quieres té verde caliente o té de menta con limón...— Se me coló otra de esas sonrisas suaves y seguras, calmadas—, helado?
     
    Última edición: 12 Abril 2023
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    Zireael

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    A Momo la gracia le había salido como el culo, para qué decir otra cosa, Tomoki no le siguió mucho la bola como era de esperar, pero a la otra le sentó como una patada. Igual no entendía por qué quería sacarle una reacción a él en específico, con lo tranquilo que parecía estar, pero pues los dejé que siguieran a su bola porque estaban lo bastante grandecitos para arreglar sus desacuerdos.

    La castaña lo llamó cobarde, seguía abrazada a mí y lo siguiente lo dijo en un tono que por poco me hizo llamarle la atención, pero me mordí la lengua porque Tomoki seguía sin alterarse, para sorpresa de todos. Ni idea, se veía que no andaba con ganas de ponerse medio impertinente.

    —Lo soy —resolvió con simpleza, sin una pizca de molestia en la voz—. ¿Algún problema con eso, Ashi-san?

    Había sonado a que le había dicho que era un hijo de mamá, ¿no? Seguro él lo había tomado de la misma forma, de ahí que le respondiera con tanta calma, cuando solo encontraba a su madre en las estrellas, como yo con papá, habían cosas que solo aceptábamos.

    —Bueno, ¿entonces escapas o no? —pregunté porque sí.

    —Imagina pretender huir de una Minami —soltó junto a un suspiro derrotado—. Es como firmar una sentencia de muerte.

    Cayden.png

    Yashihiro soltó tan pancho que le gustaba el minimalismo porque ocultaba cosas, seguramente a plena vista, y a mí se me escapó una risa bastante floja por la nariz, porque eso determinaba la naturaleza de nuestras personalidades. Fuese por el esquema de color, por estilos artísticos o mierdas más triviales, la verdad era que estábamos en extremos opuestos de un mismo espectro de introvertidos.

    Lo dicho, a mí me gustaba ser un poco más exagerado con mis decisiones (o drástico, quizás) aunque diera más vueltas de las necesarias y a él, bueno, le bastaba con reducir las cosas a sus elementos básicos. Si ponías al crío frente a una habitación blanca sin detalles y otra que fuese el epítome del Rococó seguramente se fuese por la primera y yo por la segunda.

    Muchas cosas me entraban por los ojos y luego las almacenaba para clasificarlas.

    Como fuese, no le dije nada más y lo dejé tomar las decisiones de turno, como le había dicho, con tal de poder apartarme un poco del bullicio. Al llegar a la banca me senté, suspiré y saqué el móvil aunque solo husmeé en Instagram un minuto antes de volver a guardarlo. Recorrí el espacio con la vista, los cerezos del parque que liberaban los pétalos de las flores al aire, tiñendo el suelo de pintas rosadas y las luces de la ciudad. Recordé todos los festivales que había vivido y cuántos pétalos habían caído a mi alrededor.

    Cuántas ausencias decidía ignorar para tener paz.

    Para cuando Nakagawa reapareció estaba absorto en las copas de los árboles a unos metros de distancia y parpadeé un par de veces cuando detecté su silueta, regresando al mundo. Reflejé su sonrisa de forma más sosegada, pero no era imbécil y como era tan visual pesqué de inmediato las diferencias en el gesto, aunque no supe de dónde le salía la repentina ternura al crío.

    Me dejó una de las bolsa sobre el regazo antes de sentarse a mi lado, medio se despatarró lo que me hizo cierta gracia, así que le di un golpecito con la rodilla, liviano. No dije nada porque me distraje husmeando lo que había traído y porque luego de que abriera la lata conectó neuronas para preguntarme qué quería tomar, si el té caliente o el frío.

    —El frío está bien —dije mientras me llevaba un mochi a la boca, me permití una sonrisa para mí mismo y recordé de pronto lo que iba a decirle antes. Lo solté con bastante calma, aunque se me coló una risa en la frase—. Llevas yukata, Nacchan, si te despatarras te van a ver hasta la conciencia.
     
  6.  
    Kaisa Morinachi

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    [​IMG]

    Aflojé el agarre sobre Yuzu, pero sin soltarla. Lo miré con unos ojos rasgados, una mirada seria, como en extremo concentrada. No conseguí reacción de él, pero eso también era conseguir información. Aparte, Yuzuki respondió de una forma que me hizo tensar el cuerpo e incluso encogerme un poco sobre mí. Solté a Yuzuki con la ligereza de la briza, manos tras la espalda caminé hasta asomarme por delante de Tomoki sin dejar de tener mi cuerpo a su costado, inclinar la espalda me ayudaba a buscar sus ojos desde abajo.

    Ojos serios, seguía escudriñando todo.

    —¿Incluso si te ayudo? —comenté calma, mi voz era suave, estoica incluso.

    ¿De dónde venía toda esta seriedad? Ni idea, pero sentía que la había cagado y quería intentar remendarlo. Decir por qué sobraba, todos sabíamos el por qué.

    Aunque, eso sí, mis labios sonrieron depredandtes cuando recordaron algo.

    >>Yuzu-rin tendrá poder—. Erguí la espalda tranquila, manos tras ellas, caminando con el mentón alzado y los ojos cerrados con tranquilidad—, pero yo tengo...— Fruncí el ceño, conflictuada, me detuve un solo momento sabiendo que por más poder que tuviera papá, seguíamos siendo poca cosa a su lado. Me adelanté para encontrarme otra vez con la cara del chico, seria—, pero yo tengo unos ricos mochis...

    Le sonreí juguetona, desafiante, otra vez.

    >>La receta —bajé la voz unos tonos para que Yuzuki no escuchara, confidente otra vez.


    [​IMG]

    Sonreía, porque estaba con un chico agradable y me encontraba tranquilo, lo que terminaba en que cualquier revoloteo terminara en risa y cualquier buen sentimiento reflejado en una sonrisa. Qué decir... no era importante encontrar las palabras, quería disfrutar lo que ocurría, ya tendría tiempo para sobreanalizar cualquier cosa después.

    En la soledad.

    Le entregué la bebida fría y tomé con ojos cerrados, calmos, la caliente... estaba bien. Un café tampoco habría venido mal, sobre todo si quería trasnochar, cosa que no descartaba. Recibí la sonrisa de Cayden con una tranquila, pero al pendejo se le ocurrió soltarme la frase del día y le miré con una cara de culo, amargado y hastiado, que dibujaba en toda mi cara un "¿Es en serio?"

    En fin, tomé otro poco de té, me respaldé en el asiento y mis brazos reposaron sobre este, casi como si fuera la típica excusa para abrazar por sobre los hombros a mi acompañante... cosa que no era así.

    Porque si quería hacerlo poco escuchaba las excusas para no guiarme por lo que quería.

    Di un suspiro pesado, otro trago, lo pasee por mi boca y luego tragué.

    —Sé que no se ve nada y dudo que otros quieran mirar...— Busqué de reojo la mirada de Cayden, gatuno, sobrio—, ¿O tú si eres de esos pervertidos, senpai?
     
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    Zireael

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    Yuzu.png

    Momo presintió que la había cagado me imaginé, por lo que se soltó de mí y se asomó ligeramente para poder captar la atención de Tomoki, que giró el rostro en su dirección dedicándole una sonrisa bastante tranquila. De verdad, este niño hoy andaba en modo ángel o algo así, porque cualquier otro día lo poseía su mal carácter y no quería ni hablar.

    Que yo tenía poder.

    Podía decirse, sí.

    —Oh vaya, ¿estás tratando de convencerme con comida? —soltó el muchacho con sorpresa impostada, como si no pudiese creer que lo estaban sobornando o algo—. Qué feo eso, Ashi-san. No no.

    —¡Cómo se atreve esta niña a querer apartar a mi dulce Kicchan de mi lado! —Me lamenté en voz alta, aunque la diversión se me coló en toda la voz—. ¡Alta traición!

    Me llevé la mano al pecho, dramática, y Tomoki se llevó las manos para cubrirse la boca en un gesto de incredulidad bastante exagerado.

    —Ni siquiera he respondido —añadió después pero luego se volvió de nuevo hacia Momo y le habló en voz baja—. Puede que me deje sobornar.

    Cayden.png

    A ver, aunque la ternura era una emoción un poco rebuscada viniendo de Yashihiro tampoco iba a quitársela de un manotazo ni nada, de hecho me alegraba que hubiese reseteado un poco el cerebro, que se veía que ya tenía las neuronas derretidas. Además lo dicho, prefería que se relajara a mi alrededor teniendo en cuenta lo rígido que era en reglas generales. Verlo sonreír así era mejor que verlo con cara de moco, aunque eso aplicaba para mí también suponía.

    Dejé las cosas en mi regazo de nuevo para poder tomar la lata y abrirla con tal de darle un trago al té helado, sabía más a limonada pero no estaba mal. Habría preferido un café también, pero pues no era demasiado quisquilloso con eso tampoco, así que luego de un par de tragos dejé la bebida al otro borde de la banca y seguí con el mochi.

    Nakagawa seguía bastante desparramado, sus brazos reposaron el el respaldo de la banca y fui terriblemente consciente del que quedaba en mi dirección. El cuerpo se me debatió entre incomodarse o relajarse, así que me quedé bastante tieso si debíamos ser honestos, pero seguí comiendo y ya. A él de por sí se le había regresado la cara de culo por el comentario, así que qué más daba.

    —¿Hmh? —atajé porque tenía la boca llena y me terminé el último bocado del mochi, porque de por sí me lo había comido bastante rápido. Cuando ya no tenía comida en la boca miré al chico de refilón y reí por lo bajo—. Qué va. Si quisiera verte las pelotas preferiría que no fuese en medio festival con, qué sé yo, ¿mil personas alrededor? I'm kinda shy.

    Como bien confirmaba la mascara de Akaisa, no me gustaba mucho eso de tener público en eso particularmente.

    Alcancé la lata de nuevo para darle un trago el té, solté el aire por la nariz y dejé caer la cabeza hacia atrás, aunque su brazo estuviese atravesado porque pues ese era problema suyo.

    —Están ricos los mochi —dije después como si no acabara de decirle lo otro—, el té también. Gracias.
     
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  8.  
    Kaisa Morinachi

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    [​IMG]

    —Jejejeje —solté suave, divertida, se notó cuando volví a posar la vista en él, ojos entornados y sonrisa enrojecida—, pero no me expongas~— ¿No ves que soy tímida? Sonreí con gusto.

    Me erguí, ni yo me di cuenta cuando tomé el brazo de Tomoki cómo lo había tomado antes con Yuzuki, mirándola sobre el hombro con una sonrisa divertida, pero en un camino de luces neón, rojo.

    Como mis mejillas.

    Oscurecidas con el café de mi cabello y ojos.
    —Jejejeje... Eh —inhalé suave— Ah... —suspiré calma... Regresé la vista al frente, cerrando los ojos y estrechando mi cuerpo contra el brazo de Tomoki—, que lástima, el niño de mamá se le escapa~ —sincere con una voz dulce, como bien era la mía, y tranquila, pero la entonación seguía con la misma química que llevaba desde que empecé a reír con suavidad jocosa.

    Aunque se me quitó para ver cómo Tomoki se montaba un show, escéptica, pero a la vez la sonrisa se mantenía, más que alegre. ¡Era como jugar!

    Le sonreí amplio, complacida, cuando me dijo que se dejaba sobornar.

    Entonces yo te cubro~ —cantarina, melódica, calmada...
    coqueta...
    >>Supongo~

    [​IMG]

    Verlo con la boca llena, tragando, distraído, la verdad es que ni lo contuve. Solté una risa de condescendencia resignada, tranquila y que se mezcló con un suspiro imprevisto, mis mejillas se sonrojaron.

    ¿Se podía ser más... kawaii? ¿No, verdad?

    Cómo fuera, volví a la sonrisa de antes cuando le vi reír, eso, que recuperara su mood anterior. La sorpresa no me cambió la expresión, pero a medida que lo escuchaba mis cejas se alzaban tanto como mi sonrisa se ampliaba, terminé por mostrar con ligereza los dientes, canidos filudos, y entorné la mirada.

    Así que tímido~
    Que lástima ser un descarado.
    Su cabeza cayó sobre mi brazo y yo, desde la distancia, no le sacaba los ojos de encima sonriendo con sobriedad amplia, tomé un trago del té, amargo, caliente.

    Fue cosa de beber, dejar la lata en un costado lo suficientemente lejano de la banca para no pasarla llevar, para que mi brazo quedara pegado a sus hombros y mi mano cayera con relajo sobre su costado. Mi cabeza otra vez frente la suya, celeste contra dorado, le sonreía con un gozo calmo increíble.

    ¿Qué no tenía poder, decía Cayden?

    ¿Que no me lo daba, decía?
    ¿Qué tenía entre manos ahora, entonces?
    —Dunn Cayden —saboree su nombre con esa voz grave, que incluso bajó un par de notas más, con calma. Locutor, vamos, el año pasado me desviví por lograr alcanzar un buen tono.

    Era un experto, o al menos trabajaba día tras día para serlo en mis hobbys.

    Mojé mis labios resecos con un movimiento casi felino, también rápido, y posé mis labios sobre su oreja, sin tocarlo, aunque mi voz cayó de lleno sobre su oído. Solo la voz, ni una brisa extra.

    >>¿Cómo se agradece? —murmuré. Soplé.

    Y no me aguanté, así que me aparté sin alejar mi brazo, solo volver a recargar mi torso tras la banca y reír con esa voz grave.

    >>Jajaja... Ah... —suspiré mirando las estrellas y recogiendo con mi otra mano la lata caliente para tomar un sorbo. Era ridículo como pasé de reírme a tomar un trago con una seriedad casi de película.

    Cosas de ser... un chico serio, ¿No? Tenía que mantener el papel~
     
    Última edición: 13 Abril 2023
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    Zireael

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    Tomoki Ootori

    La verdad era que estaba bastante relajado a pesar de haber terminado aquí por la idea a última hora de Yuzu, siempre disfrutaba los festivales aunque me pasaba encerrado en casa estudiando, y esta vez Masaki no había tenido muchas ganas de salir a dar una vuelta. En resumen, que el cuento de Yuzu me sirvió para hacer la visita de rutina al festival, aunque claro, no anticipaba la aparición de su amiga que como ella misma había confirmado, era de la edad de Cayden, es decir, un año menor que yo.

    Era una niña bastante normal, ¿no? Ignorando su necesidad repentina de sacarme una reacción quería decir, así que asumí que nada tenía que ver con este mundo. Le quedaban pocos de esos a Yuzu, sus amigos de la universidad, esta chica y si acaso algún otro perdido de los radares, pero no más. Los demás habíamos tocado el azufre y no podríamos escapar.

    Como fuese, luego de seguirle el rollo la chica se sujetó a mi brazo como había hecho con Yuzu y no la aparté, porque en esencia no me molestó demasiado. Siguió con la cosa del niño de mamá, solté una risa floja por la nariz y miré a Yuzuki, que estaba allí con los brazos cruzados, esperando.

    —No, no. Que esto no era solo de huir —dije repentinamente serio—. ¿Qué pasa con los mochi?

    —¿Siempre pensaste tanto con el estómago, cielo? —preguntó la mayor, tragándose una risa.




    Cayden.png

    La verdad fue que no me molesté demasiado en relentizar la velocidad a la que comía, con Nakagawa me importaba más bien poco, así que no le puse mucha atención a la forma en qué reaccionó a verme comer. Lo escuché reír, también el suspiro y tal, pero no me molesté en mirarlo al instante así que me pasó desapercibido el sonrojo. Gracias a Dios, porque si decía lo que estaba pensando seguro sí hacía cortocircuito.

    No me llevaba muy bien con los halagos, a pesar de querer atención todo el rato.

    Cuando eché la cabeza hacia atrás me di cuenta por el rabillo del ojo que me seguía mirando, el muy imbécil, y lo mismo de antes, el cabrón iba a gastarme o a sacarme brillo de andar haciéndome ojitos a su extraña manera. Percibí que tomó algo de té y el movimiento me alertó lo suficiente para anticiparme a medias a sus intenciones, al menos lo bastante para volver a tensarme.

    Su brazo encontró mis hombros, la mano reposó en el costado y para cuando quise darme cuenta lo tuve al frente de nuevo, me llamó por mi nombre completo y contuve el impulso de fruncir el ceño de puro milagro. El cabrón me habló encima del oído, terriblemente cerca, y el tono grave de su voz me lanzó un chispazo a la columna que me alcanzó el cerebro.

    Bufé de forma bastante audible, pesqué mi propia lata de té y se la estampé en la mejilla, fría como estaba. Ahora sí comprimí los gestos, incapaz de moderar la mezcla de fastidio y vete a saber qué más que me había tirado encima la movida.

    —Contrólate un poco, idiota —advertí—. Ni a mí se me está patinando tanto el balón al otro lado de la cancha.

    En el proceso había despegado la espalda de la banca, pero volvía acomodarme y le quité la lata de la mejilla para beber un trago bastante importante del té. Le dejé ir un codazo en el costado, medio porque sí.

    —Además, ¿tú de qué vas? Nadie se va arrodillar a darte las gracias, ¿qué quieres? ¿Un besito por el buen trabajo acaso?

    me reí cuz está así de: ni yo soy tan gay al ojo público, ya para
    pero también: acaso quieres un beso bitch????
     
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    Kaisa Morinachi

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    Podía ser muchas cosas, más bien la gente sacaba rumor tras rumor de mí, lo sabía porque los escuchaba, no era sordo. Podría ser introvertido, pero era el líder del club de radio por algo: Me gustaba escuchar, luego comunicar, aunque lo último era gusto adquirido. Por eso digo que, aunque nunca hubiera coqueteado, nunca hubiera tenido novia, mis únicas relaciones eran mis amigos y los senpais del club que tenía...

    Sabía qué hacía, dónde pisaba.

    y que gracia.
    Usar a Cayden para mi satisfacción aun no me generaba culpa.
    Y aunque lo hiciera, ¿Qué sacaba si las acciones eran incorregibles? A diferencia de las actitudes que las provocan.

    Kuro neko sacó sus garras, ¿O debía decía Yuyake neko? Cómo fuera, me cagué encima y ni con eso se me borró la sonrisa confiada y divertida de la cara, al contrario, cada cosa que decía me incrementaba el gesto y me entregaba más adrenalina. Desinflé el pecho por naris y boca cerrando los ojos cuando dijo lo de patinar la pelota.

    —Ash... jajajaja... ¡Ouch! —solté al final frunciendo el ceño y buscando su mirada, recriminador. Ni dolió casi, pero mi cuerpo se había encogido ante su tacto y en cierta medida podía ser muy dramático para algunas cosas.

    Pero el condenado seguía y seguía, reitero: Por la boca muere el pez.

    Mi rostro estaba cerca, me quedé algo inclinado hacia adelante tras el codazo y le sonreí con sorna, se notaba que me lo estaba pasando pipa.

    —¿Así que me darías un beso?— Volví a acercar mí cara a su costado, aunque está vez manteniendo cierta distancia tanto de su rostro como de su oreja—, claro que dónde quieras~

    Me refería tanto al lugar del beso como le lienzo pintado por... Ah, cierto, que Cayden no parecía llevar pintalabios.

    Aunque podría marcar el papel con otro tipo de materiales, cuanto menos, ¿No creen?


    upload_2023-4-13_21-54-55.png

    Lo miré sorprendida cuando se mostró serio... Los Mochis, me sorprendí más, claro, los mochis, Le brindé una mirada matadora a Yuzu-rin por sobre el hombro, ojos rasgados calmos, pero agresivos, que solo buscaban comprobar en qué andaba, la tensión que generaba esos ojos eran la de dos personas con cuentas por saldar.

    Ya saben, la agresividad de Kenta, aquel que lleva en las sangres la violencia. Pero yo no era Kenta, solo aprendí a calmar a la bestia con la actitud de quien es juez y verdugo. Eso era: Mis ojos caían sobre Yuzuki como navajas, mostraban mis intenciones, sin decir nada, con solo ver esos compasivos ojos rasgados con una fría agresión sabías que las cosas ibas muuuuy mal...

    Y lo gracioso es que todo era un teatro que parecía estar tomando muy en serio, pero es que las cosas de hacerse, ¡Tenían que hacerse bien! ¿N-no?

    Cómo fuera, miré a Tomoki con rastros de esos ojos fríos y directos, me puse de puntillas para hablarle confidente al oído, pues con mi mano derecha, de esa forma no despegaba el lazo de nuestros brazos, saqué el abanico para cubrirnos las bocas para evitar así los ojos de Yuzuki. A quién miré de reojo mientras le murmuraba cosillas a Tomoki.

    Esto es puro teatro, así que actúa como si te estuviera diciendo algo bien serio, como pepinillos con manteca... que asco...

    Lo miré, sonreí confiada, filosa. Acerqué mi rostro a él, nuestras caras reflejadas, mi nariz cerca de la suya, mi cara acomodada de la manera más eficaz...

    Aún tapada por el abanico.

    >>Aunque cuando quieras nos montamos un real plan de escape...


    Lo solté y con movimientos elegantes me voltee a ver a Yuzu-rin con todo el cuerpo, una mano llevaba la compra y la otra sostenía el abanico que solo dejaba ver mis ojos alegres, cerrados.

    Kitsune... ¿O tanuki?

    —No te quedes atrás, Yuzu-rin —invité a que regresara a liderar la marcha conmigo y Tomoki, lo hice con una voz cantarina, pero monocorde.

    Casual, pero demasiado... impostada, por no creer que falsa.
     
    Última edición: 14 Abril 2023
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    Zireael

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    Lo cierto era que el crío se estaba titulando en tocarme las pelotas, en el sentido más aburrido de la frase, y me estaba lanzando señales que mezcladas que se revolvían con la imagen de Kasun, más bien con sus actitudes. Si seguía tirando en esa dirección me obligaría a cortar la cuerda y desaparecer por donde había venido, ni más ni menos.

    El estúpido se revolcó en mi molestia como un desgraciado, lo que siguió fastidiándome para variar, y cuando soltó la pregunta de turno volví a bufar. Había quedado cierta distancia luego del codazo, pero se acercó desde el costado otra vez y lo miré de refilón, como si apenas estuviese prestándole atención. De verdad, ¿este idiota se pensaba que iba de broma, se le habían subido las hormonas o a secas estaba tontísimo? Quizás eran las tres juntas.

    Wasn't this fucker straight?

    Estaba tensando demasiadas cuerdas para estar seguro.

    Solté el aire por la nariz, me quedé callado unos segundos y solo después volví a despegar la espalda de la banca, por consecuencia me alejé del brazo del mocoso también. La lata de té ya reposaba de nuevo en uno de los bordes, la bolsa seguía en mi regazo, lo que me dejaba las manos libres y el cerebro, bueno, siempre me había funcionado para pura mierda.

    Nunca nadie me había prestado atención para nada bueno, ¿cierto?

    Me había encargado de aprovecharme de ello.

    Estiré la mano en su dirección, le encajé los dedos a cada lado de la mandíbula y lo sujeté con firmeza, vete a saber de dónde me salió, pero no me lo cuestionaba demasiado. ¿No era el mismo que le pescaba el cuello al cara de bebé también? Bastaba un empujón en la dirección incorrecta, con eso me ponía a tantear el terreno. El caso es que apliqué la fuerza apenas justa para que no se me fuese a escapar solo por la sorpresa y prácticamente le caí encima.

    No me tomé demasiadas libertades... creativas, por decir algo, tampoco estaba tan salido. Mis labios encontraron su mejilla, cayeron cerca de la comisura de sus labios eso sí, y lo solté apenas retrocedí a mi lugar. Al volver a descansar la espalda saqué los dangos de la bolsa, me llevé uno a la boca y mastiqué con calma, tragándome la risa de paso.

    —Ah, ¿era hipotética la pregunta? —solté luego de haber tragado—. Sorry~

    Tomoki Ootori

    Por más teatro que fuese sentía que la castaña estaba poniendo demasiadas nueces al fuego con eso de jugar con Yuzuki, con lo volátil que era, pero qué coño sabía yo, ¿no? ¿Cuánto tenía de conocerla? ¿Seis años? ¿Siete? No tenía el número muy claro ya, pero Yuzu sabía lo que le había ocultado a los demás y me había visitado todo el tiempo que estuve institucionalizado.

    Por más amor que tuviese, lo cierto es que también tenía demasiada ira en sangre.

    En cualquier caso, se mantuvo serena a pesar de las miradas de Ashikaga e intercambió el peso de un pie al otro con aparente desinterés. Mientras tanto la chica me murmuró no sé qué cosas y si me mantuve tranquilo fue porque uno terminaba por acostumbrarse a esos acercamientos. Digamos que las chicas que alcanzaban el mundo de sombras no eran muy discretas, así que uno solo hacía la vista gorda. Claro que Ashikaga no era igual, pero la situación permitía comparaciones.

    Seguí las instrucciones un poco en automático y solo después de que se separara me permití una risa bastante baja, quizás rozó lo soberbio, ni idea. Miré a Yuzu, luego a la castaña de nuevo y reinicié los pasos junto a ella.

    —Pobrecilla, se pone mal si la dejamos sola —dije a pesar de que Yuzu podía escucharme—. Sería muy feo dejar a nee-san tirada cuando el plan de venir al festival fue suyo.

    —Ah, ¿ahora te preocupas por mí, Kicchan?

    —¿Cuándo dije no hacerlo?
     
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    Kaisa Morinachi

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    Era obvio que si sonreía y me contorneaba en mi propio gozo era cuando tenía el control sobre mi cuerpo, sí notaba que alguien tomaba cancha sobre mí toda esa confianza se esfumaba y mi seriedad calma demostraba que ya no eran jajas, pero por Cayden no me enojaría. Aparte que yo me lo busqué.

    No podía ser hipócrita, nunca taaan hipócrita.

    La cosa es que la mano de mi senpai, tan fría como mi propia mandíbula, me agarró el mentón y ese intento de dominar mi cuerpo me hizo fruncir el ceño, pero no era un enojo como tal, porque aparte de eso me quedé bien calmado y no moví ni un músculo. Bien por los nervios, bien porque quería ver qué hacía...

    Me besó... casi como mamá me besaba cuando se despedía de mí, así que entorné los ojos aguantándome la risa. Relajé el cuerpo posando mi cabeza sobre la mano que tenía respaldo sobre el propio respaldo de la banca. Lo miré con seriedad, no importaba qué hiciera, parecía que mis ojos se habían conectado con los suyos desde hace ya un buen par de minutos.

    Era una polilla y Cayden tenía dos focos en su cara, para qué negarlo. Era atractivo mirarle. Cómo fuera, tomé un sorbo del té amargo mientras recibía su comentario.

    —Ju —me desinflé con una risa nasal. Luego fui yo quién tomó su mano para acercarme el dango que tenía entre sus dedos y, sin prisa, pero procurando ser ágil y preciso, le robé la segunda masita. Volví a relajar mi cuerpo sobre y tras tragar saboree— Hmmm~ —estaba bastante bueno, le sonreí con tranquilidad al chiquillo—, ¿Te gustaría pasear lejos de tanto tumulto?

    Era una mirada entornada, una voz tranquila, pero la sonrisa. Esa condenada sonrisa que era capaz de ver, porque lo intuía, por más que mi miradas al espejo fueran con ojos amargados. Entendía cómo era mi rostro y entendía cómo se vía esa sonrisa filuda y amplia.

    Incluso inquietante, pero sé que la de este momento se quedaba en el campo de lo sagaz.

    Con la voz calma, grave. Era una pregunta sin ningún tipo de complicación, nada oculto...

    ¿Cierto~?
    [​IMG]

    Seguí el juego con una calma seria, tomada de su brazo casi como cualquier pareja más... aunque cuando dijo lo último la leve risa, un poco seca, no pude contenerla. Y es que se me removieron las cosas, recordé que Yuzurin nos había invitado y el chico tenía toda la razón que era injusto abandonarla.

    —Yo creo que tenemos que ir a ahogarla con un gran abrazo~ —genial si se sumaba al juego, sino, iría yo solo a darle otro abrazo, porque si nadie me lo negaba, ¿Por qué quitarme la posibilidad yo?— Pero si quieres me invitas otro día a pasear por ahí —susurré la última confidencia tapando otra vez mi boca con el abanico, pero esta vez no me acerqué a su rostro ni me paré de puntillas, tan solo le sonreí con cierta sagacidad y luego le sonreí dulce...

    Para soltarme de él y tirarme sobre los hombros de Yuzu-rin, abrazándola con un poco de dramatismo, pero cuidando de no pasar a llevar mi ropa ni ser muy impertinente con la chica. Intensidad, pero siempre cuidando de no pasar a llevar a cualquier otro, sobre todo si ese otro era la persona que quería.

    Perdón, Yuzuuu —dije con un puchero y una voz bastante infantil. Me separé de ella con mis manos aún sobre su hombro y la miré con lástima que parecían genuinas—, nunca más te cambio por un hombre... Jejejeje— Y, como siempre, no pude evitar reírme al final de mi propio teatro, estremeciendo mis hombro, cabizbaja a ojos cerrados y y sonriendo a dientes cerrados.
     
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    Zireael

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    Cayden.png

    Yashihiro hoy era la definición de fuck around if you wanna find out, eso estaba clara como el agua, había tensado y tensado la puta cuerda lo suficiente para que al pasar el arco del violín emitiera una nota. El sonido se abrió paso por el espacio, fue una vibración de la tela de araña, pero el hilo que había tocado Yashihiro no era negro como los que veía desprenderse de ciertos personajes. Tampoco era plateado o dorado, de hecho parecía ser invisible a secas.

    Había fruncido el ceño cuando lo sujeté, me di cuenta, pero en sí no se apartó y me dejó seguir con la idea de mierda de turno. Al final el gesto le aflojó una risa, lo que me lanzó señales mezcladas la verdad, pero consiguió robarme una sonrisa sutil justo cuando el imbécil volvió a quedarse prendado de mis ojos. De verdad, iba a empezar a cobrarle por derecho de imagen.

    Luego de soltar una risa por la nariz me tomó la mano, se comió el segundo dango del palito y mientras me lanzaba la siguiente pregunta me llevé la siguiente masita a la boca. La mordí por la mitad, bueno, más o menos y dejé la otra parte en el palito.

    —¿Pero qué clase de propuestas son esas, Nacchan? —dije bastante al aire, tragándome la risa, y me levanté del banco—. Aye, let's go.

    Al estar de pie estiré el palito con la mitad de dango restante en su dirección, pesqué la lata de té helado con la mano libre y lo miré desde arriba. Una brisa ligera sopló desde atrás, así que el haori se agitó suavemente alrededor de mi cuerpo, haciendo que los lirios araña resaltaran bajo las luces amarillentas de los postes de alumbrado del parque y las lámparas del festival. Hizo más o menos lo mismo con mi cabello, que de por sí era de un tono de rojo muy parecido.

    —¿Me acompañas a ver los cerezos de cerca? —pregunté y le dediqué una sonrisa de esas de no matar una mosca—. Hay algunos allá, más lejos del bullicio.

    Yuzu.png

    Ambos siguieron con el juego hasta que a Tomoki se le iluminó la neurona, señaló que yo lo había invitado y que sería grosero de su parte dejarme sola, lo que tenía sentido. Momo secundó la idea con lo del abrazo, yo solté el aire por la nariz en una suerte de risa y me preparé para recibirla apenas terminara el numerito con Kicchan, el que por cierto no respondió nada respecto al último secretito de Momo, pero sí le dedicó una sonrisa que valía como una supuse.

    Al final el chico me alcanzó de otro lado y me apachurró junto a Momo, lo hizo con cierta fuerza y entonces sí solté una risa que estuvo por ser una carcajada. Traté de soltarme de ambos sin fuerza real, solo por la gracia, alzando la voz para quejarme.

    —¡Me van a ahogar de verdad! —dije con tono dramático.

    Que no me cambiaba por un hombre decía la otra, qué cosas las de esta niña por amor a los Dioses. Suspiré, asentí con la cabeza como diciéndole que por ahora iba a creerle y me las arreglé para sacar una mano del brazo para darles palmaditas a cada uno, como si fuesen niños.

    —Ya, no pasa nada. Los quiero mucho —añadí en voz baja—. Se agradece que no me dejen tirada por ahí.
     
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    Kaisa Morinachi

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    No era mucho de aprender inglés, en realidad mis notas eran promedio tiradas a malas, porque era un holgazán y no me esforzaba, al menos no ahora. Papá y mamá se preocupaban, me regañaron, pero... creo que se agotaron rápido, porque era mejorar mis notas, pero decaer en mi humor, o estar relajado con un promedio más que mediocre para lo que era capaz. Era... crítico, para mí. Sé que no tenía mayores problemas, pero ese al menos en casa existía y...

    Y a veces no era capaz.

    En fin, que aprendí un poco de inglés por voluntad propia y, por qué negarlo, por Cayden. Ese día en el salón de audiovisuales me trasmitió muchas cosas y las pegué a mis alrededores como post it, otras las anoté y guardé en un cajón, más de una vez me encontré pensando en él, en ese día, ese descubrimiento...

    Podíamos haber llevado las cosas con riñas y amarguras... pero logramos encontrarnos y ahora estábamos acá.

    Dijo Let's go y yo, pasivo como era, me levanté sin prisas y terminé de tomarme el té caliente de un trago.

    —Ah... —suspiré a ojos cerrados, sin prisas... Al abrir los ojos me encontré con el dango, mi rostro de calma seria subió a la cara de Cayden y, bueno, olvidé que ahora estaba más alto que yo y la timidez me pegó fuerte, como cuando cursaba primero. Tomé el palito sin rechistar y desvíe la mirada, frunciendo el ceño con el típico amargor, pero el sonrojo en mis mejillas (que fue más intenso de lo que quería) envió señales confusas...

    Y qué decir, más bien no quería decir. No era necesario. Para nada, o eso quería.

    Cómo fuera, la brisa helada me hizo tener en cuenta más el rubor que seguro cubría mi tez de por sí pálida y mis ojos se relajaron sin perder esa seriedad casi que soporífera. Ahí, con la mirada desviada, sin saberlo parecí caer un momento en trance. ¿Por qué? La única explicación lógica era que necesitaba un tiempo para procesar, fuera consciente o no, de todo lo que había ocurrido hasta el momento.

    Desconectar de verdad.

    Recuperar el sentido de realidad, como cuando mencionó los cerezos y yo tuve que alzar la vista, con ese rostro inexpresivo, ¿Melancólico? Solo sé que mis ojos estaban entornados con suavidad, mis cejas ni fruncidas ni alzadas y mis labios abiertos con demasiada ligereza, sin saber que estaba inhalando sin exhalar siquiera aire.

    A los cerezos, lejos de la gente. Me llegaron sus palabras cómo si yo no hubiera sido, para empezar, el que ideó toda esa tontería...

    —Ah... —sonreí medio torcido, cómo si tuviera parte del cerebro dormido y no pudiera reaccionar bien por ello... Sentí la vergüenza por mi lentitud otra vez y me llevé las manos al hueco de la yukata con todo y lata, para abrigarlas. Cerré los ojos y sonreí con suavidad, aunque mis cejas no demoraron en fruncirse con cierta vergüenza—, vamos...

    Y caminé un par de pasos antes de detenerme por completo...

    Qué tonto, Cay debía ser el que nos guiara, porque no tenía idea de cuál era el lugar que él quería ver y yo ahí caminando de más... me quedé quito como piedra...

    Que vergüenza... Me lamí los labios con mis propios labios y mordí un poco el inferior mientras sentía mi ceño fruncido con fuerza al igual que el sonrojo en mi cara...

    —Sí no te apuras no llegaremos a ningún lado —fue la única manera que hallé de afrontar la situación, alzando el mentón muy estirado y con voz casi que de un enojo demandante...

    Aish... ¿por qué tenía que ser así?


    [​IMG]

    Qué decir, era una chica repleta de emociones. Puede que siempre me mantuviera calma, alegre, radiante o concentrada, precavida, capaz... pero... tenía tanto por dentro. Las prácticas de Kendo me enseñaron cómo lidiar con ello, pero... a veces...

    A veces solo querías florecer con todos tus colores, ¿no? Y gritarlos.

    Gritarlos como Yuzu-rin y su amigo reían, gritarlos como yo, en el momento en que él se unió a nuestro abrazo, estreché a Yuzuki contra mi con una fuerza absurda, escondiendo mi cabeza en su cabello por ahí.

    Porque extrañaba a mamá, extrañaba a papá. Porque tenía que hacer un montón de cosas por mi cuenta y cada vez que me decían que estaban orgullosos de mí quería recordar por qué hacía todo lo que hacía...

    Y era por otros. Simple y llanamente porque me gustaba ayudar a otros y quería hacerlo tan bien como lo hacían mamá junto con papá, cada uno a su manera... Y estreché a Yuzuki, porque saber que ella protegía a otros cómo a mi me gustaría hacerlo...

    Era más reconfortante que nunca.

    Y Yuzu rió, Tomoki también y mi risa les siguió, tardía, opaca, algo cansada... tocada... pero les siguió. Reí otro poco luego, más alegre...

    Y suspiré, un suspiro que me liberó mientras me relajaba sobre el cuerpo de Yuzuki.

    Mi sonrisa llegó justo cuando Yuzuki dijo que nos quería, me restregué contra ella como cualquier gatito mimoso haría y estreché otra vez el abrazo que había aflojado, con menos fuerza esta vez... pero con más cariño.

    —¿Cómo lo haríamos? —fue lo único que respondí.

    ¿Cómo lo haríamos cuando tú sostenías a todos, Yuzuki?


    Te juro que conectar con Momoka no fue lo que esperé y lagrimee y LA CATARSIS, mujer, CATARSIS.

    THANKS for all, esto es muy significativo, porque QUE BONICO.
     
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    Zireael

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    traducción de la parte que aparece en el post, a mi manera (?):
    -Dios sabe que soy disonancia esperando que pronto me afinen.
    -Y de alguna forma me he enamorado de este limbo que me ha costado el alma.
    -De alguna manera todo este desastre es solo un intento por descubrir el valor de mi vida.
    Cayden1.png

    ¿Qué si me había dado cuenta de que llevaba hablando en inglés revuelto hace rato? Sí, la verdad que sí, pero no vi por dónde frenarlo, el otro no dijo nada y siguió corriendo, porque a pesar de todo estaba tranquilo a mi manera. Alejarme un poco del tumulto había ayudado, la verdad, y en sí aunque a veces este crío se ponía rarísimo al final volvía al centro y podía quedarme calmado. Era una suerte de contrato tácito entre introvertidos.

    La idea de alejarnos más del bullicio había sido suya, así que cuando le dije que sí, que nos fuéramos, se levantó y ya, terminándose el té de paso. El dango que le ofrecía lo notó después, de hecho subió la mirada a mí y ni idea, al idiota le cayó una oleada de timidez marca Cayden de ninguna parte. Tomó el palito, sí, pero la sangre se le subió con bastante violencia al rostro y en lugar de hacerme gracia, la estupidez me dio cierta ternura.

    Bueno, suponía que ahora entendía un poco a la gente que se juntaba conmigo.

    Sonreí más para mí mismo que para él, regresé el brazo a mi espacio y ladeé apenas la cabeza sin darme cuenta. Se veía que la cabeza también se le había ido al traste, supuse que un poco por culpa mía, así que no dije nada y le di su espacio, guardando silencio a pesar de seguir allí. Algo había entendido de recluirme en la cueva después de todo.

    ¿Y bien? ¿Cómo va a ese proceso de insight, Yashi?

    Reaccionó cuando le dije lo de los cerezos, fue como si lo hubiese sacado de un trance y mantuve la sonrisa en el rostro. Se adelantó, pero lo dejé para buscar un tacho de basura donde tira la lata ya vacía del té y cuando me metió prisa no dije nada, solo lo alcancé como si nada y guié los pasos hacia los cerezos que le había dicho. Eran los que había estado viendo mientras él compraba la comida.

    —No es que tenga prisa ni nada —dije hundiendo las manos en los bolsillos.

    La fila de cerezos perfilaba una parte del parque, pero más allá, en el centro de una zona verde, se alzaba otro par de árboles más apartados y sus pétalos bañaban el suelo, pues seguían desprendiéndose de las ramas por la brisa que corría en ese momento. Caminé hacia uno de ellos, me detuve a un par de metros del tronco y alcé la vista a la copa. Recordé la tarde en la escuela que Ko me soltó toda la sopa, también el Hanami de hace años, ese que se me había quedado perdido en la memoria.

    En mi mente estos árboles estaban lazados a los fantasmas de alguna forma.

    Las personas que no parecían destinadas a volver, por una razón u otra.

    God knows I am dissonance, waiting to be swiftly pulled into tune —comencé a cantar bajo, prácticamente sin darme cuenta y saltándome algunos versos—. And somehow I've fallen in love with this middle ground at the cost of my soul... That somehow all of this mess is just an attempt to know the worth of my life.

    Cuando terminé ese verso, ese con el que me identificaba terriblemente, tomé un montón de aire y lo solté en un suspiro extenso. Cerré los ojos unos segundos, todavía con la vista levantada hacia la copa del cerezo, y cuando los abrí de nuevo volví a bajar la mirada. Me acordé de repente que todavía tenía el otro mochi, fue un chispazo de lucidez y se lo extendí a Nakagawa envuelto en la bolsita una vez lo ubiqué.

    El semblante debía tenerlo cruzado de algo que era una revoltijo de melancolía y verdadera calma, pero no me molesté en hacer nada al respecto. Se me daba bastante mal disimular las cosas de por sí, no sin crear todo un personaje para salvarme el culo.

    Yuzu.png

    Fue un cambio en el aire, una mera corazonada, la sensación cruzó el espacio desde Momoka en el momento en que Tomoki se unió al abrazo y me zarandeó los cimientos, me pasaba con todos alguna vez. Suponía que cuidar de las personas le daba a una esa clase de instintos, era la habilidad de una madre o de una hermana mayor, esa que sabe que algo está fuera de lugar por un solo movimiento muscular.

    Algo había sacudido a Momo de repente, así como conmigo y Tomoki hace un rato.

    Sentí que la castaña hundía el rostro en mi cuello, también la fuerza de su agarre y me di cuenta que también Tomoki lo notó, porque ajustó la posición para poder envolvernos a ambas con los brazos de mejor manera. El yukata se arrastró, lo vi, y las cicatrices de su antebrazo quedaron casi frente a mis ojos, eran profundas, en vertical.

    La risa apagada de Momo se revolvió con las imágenes que tenía de Kicchan en recuperación, de su cuerpo pálido, del llanto Masaki y la promesa de no contarle a los demás lo que había pasado. Por todos los Dioses, solo deseaba que algo o alguien los cuidara cuando no podía hacerlo yo. Era lo único que podía pedir para o volverme loca.

    Parpadeé con pesadez, la pregunta de la castaña me hizo sonreír suavemente y moví los brazos para poder encontrar el de cada uno con la mano, acariciándolos suavemente. No me importaba el espectáculo que estábamos dando, me daba igual.

    —Sé que no lo harían —murmuré todavía acariciando a cada uno, envuelta en aquel abrazo—. El amor que les he dado me lo han regresado, mis niños. Gracias.
     
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    Kaisa Morinachi

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    No tengo prisa, dijo.

    —Que bueno —solté con esa voz grave y seria, me hacía sonar tosco, pero por más irónico que sonara estaba siendo más que honesto.

    En verdad me alegraba saber que no tenía apuros... a veces en verdad parecía estar dentro de muchos.

    Mis ojos viajaron desde el suelo... hasta dar con sus pies, alejándose, y subí reparando en los símbolos tras su espalda, hasta llegar a su cabello rojizo... Mariposa, ¿no? Algo en él revoloteaba como una. Qué decir, eran insectos cuanto menos... encantadores, con sus colores, variedades y, quisiera o no, cuando me los encontraba me daban alegría o una grata sorpresa, pocas veces cosas negativas... puede que si las encontrara muertas sintiera esa negatividad.

    Di un suave suspiro cuando lo pensé

    Caminé lento, pero en un momento nuestro pasos se acompasaron y quedé solo un poco por detrás de él, siempre viendo su figura, su cabello, aquellas pestañas, el resto era un decorativo para lo que realmente importaba: Árboles de cerezos, hermosos paisajes, Japón estaba lleno de ellos, pero ninguno tenía a Cayden así como así...

    Porque eso era convivir con una persona, encontrabas cosas únicas en cada ellos... y Cayden era muchas cosas que desconocía, que quería conocer, que la intriga me llevaba a buscarlo, a querer comprenderle... a tratarlo, a mi manera, con cuidado. Sí, hoy me aceleré, crucé líneas y pisé terreno minado, pero...

    Sé que sí la hubiera cagado con Cayden la herida habría estado abierta hasta saber que él se sentía mejor. Solo ahí podría haber sanado.

    Me detuve antes de entrar bajo la lluvia de cerezos en la que entró Cayden, el frío me quiso hacer tiritar, me heló el cuerpo, pero la brisa fría nunca podría contra mis mejillas y ese constante calor que tenía en ellas cada vez que me fijaba más en ese chico.

    Porque era precioso y, con solo decir eso, no veía nada de malo en reconocer la belleza cuando la veías...
    El problema veía con reacciones corporales.


    No era esa admiración griega por la estética, era mi corazón latiendo por solo ver a un chico ser quién era... verle y querer cuidarle. Creo que lo tuve desde un principio, cuando la rubia de tercero le invadió el espacio y él se mostró reacio.

    Salté para casi gruñirle en toda la cara...

    Sabía qué sentía, pero no sabía sí quería ponerlo en palabras... era todo muy fresco, como un lienzo experimental, sin siquiera secar no sabes sí la obra está lista para nombrarla...

    Me acerqué a Cayden cuando calló, me acerqué con calma, como esa sombra que era. Esa sombra que fui, esa sombra que no tenía cara, pero su voz resonaba seguido en los parlantes del Sakura: La gente sabía cómo me veía y cómo me escuchaba, pero nunca relacionaban mi voz a mi cara, porque mi cara no hablaba y mi voz no tenía rostro en los alto parlantes...

    No sabía bien qué hacía pero, como pocas veces, decidí tan solo seguir mi instinto... ese parental que usaba con mis únicos amigos... y con mis propios padres.

    Caminé con esa calma seria, nomás ceñí mis cejas cuando noté esos sentimientos encontrados en Cayden... No ignoré su mochi, solo lo pasé de alto con cuidado. Colé una mano por debajo de su brazo para pegar su pecho al mío y con otra sobre su nuca lo incentivé a encajar su cabeza cómo yo encajaba la mía sobre su cuerpo.

    Me sentía helado y puede que buscara calor en el cuerpo de Cayden, era lo triste, nunca podía brindar calidez a otros... pero la gente se quemaba...

    Se quemaba y necesitaba frescor, como esa voz grave, pero calma.

    Como mis cabellos cielo, tan mágicos en mi familia... por una sola vez agradecería al gélido cuerpo que tenía.

    —No tienes que ocultar nada, Cayden —musité calmo, no era confidente, solo hablé relajado, con esa voz grave desatendida. Mis brazos alrededor de su cuerpo eran firmes, mi mano acarició una sola vez su espalda, mi mano inicio una constante sobre sus cabellos.

    Era hombre como él, sabía dónde tocar para relajar ese cuerpo que tantas veces parecía que estallaría de tantas cosas que guardaba... Yo estallaba también, pero pocas veces. Antes de eso el frío acababa con todo, recuerdos congelados, pocas emociones desbordadas...

    Supongo que era ese frío o la primavera tranquila, risueña. Recordar esa juvenil primavera me hizo sonreír con una gracia cansada.

    >>Eres perfecto tal y como eres...— No sabía por qué decía eso, pero... tantas cosas en ese chico me daban mensajes tan contradictorios...

    Conectaba con él, sabía que no éramos iguales, pero algo nos unía y aprovecharía esa liga para brindarle aquel salvavidas que había estado buscando para entregárselo desde que pasó lo del Salón de Audiovisuales.

    >>No sé con cuánto cargas... —comenté serio... Lo estreché más contra mí—, tampoco necesito que me lo digas, pero puedes contar conmigo...

    Y me conmoví un momento, aunque me mantuve férreo, me estremecí solo para quedar más firme. Porque sabía que no era fuerte. Era constante, pero jamás fuerte.

    —Porque seré un enclenque que no sabe hablar con las personas, que tiene muchos miedos y no quiere que nadie le conozca. Quiero esconderme y quiero que nada perturbe mi calma...

    Pero ahora quería serlo.

    >>Pero por más individualista que sea, tengo un corazón y sé quiénes están dentro. Son gente que siempre estuvieron ahí y, sé, siempre cuidaré con todo lo que tenga, a través de todos los medios que estén a mi alcance...

    Me separé y lo miré con ojos calmados, serios, sin frunciones, solo calmados y con seguridad, igual que mi musitante voz.

    >>Quiero que estés a mi alcance, senpai, porque si no poco sabré cómo ayudarte...— Y mi rostro se desfiguró con la amargura, me conmoví y con eso abracé por los hombros a Cayden con fuerza, cerré los ojos y lo abracé con fuerza y sostuve esa cabeza cómo cuando se sostiene la de un bebé.

    Firmeza, pero con cuidado. Firme, pero con cariño.

    No era el chico suave, compasivo, ni de cerca... pero quería a los mismos.

    Quería ser la seguridad de todos aquellos que estaban perdidos...

    [​IMG]

    Esa era la intimidad que buscaba, ¿no? Esa que Kenta, puede, tuviera conmigo pero yo era incapaz de tener con él a excepción de algunos casos aislados. La cosa es que se notó que mis sentimientos chocaron con los de Yuzuki-rin y yo sé que en ese contacto fusionamos más que abrazos. Era cariño, era melancolía, era también dejar al descubierto que eras débil, porque querías a alguien.

    Yo y Yuzuki temblamos, pero fue ahí que Tomoki nos abrazó. Nos abrazó y nos cubrió, nos cubrió cómo podría habernos cubierto Kenta, que seguro lo hacía y era reconfortante... pero esto era por completo ajeno a la energía que compartíamos Kenta y yo.

    Aquí estábamos en Tokyo, yo con mis padres lejos, Yuzuki sin uno y siendo el pilar para un pequeño como Tomoki.

    Comprendía a Yuzuki, por eso la estreché más contra mis brazos y me quedé firme con la presión cuando sentí que en cualquier momento la Yuzuki que conocíamos se quebraría. Creo que lo mismo sintió Tomoki y por eso nos cobijó. No quería que Yuzuki se rompiera, no porque careciera del derecho, todo tenemos que rompernos, era otro el motivo...

    Ella dijo: Éramos sus niños, ningún padre quiere romperse delante su hijo, ninguna madre quiere llorar cuando sus hijos están rotos.

    Y yo era una chica desamparada por más que tuviera una familia conmigo, otra con Kenta y a Yuzuki para darme una mano, era una chica a la deriva que tenía que ir en son de los que quieren cosas buenas para ella, porque no tenía una voluntad más fuerte que no fuera complacer a otros. Que fuera buscar mi alegría en la de otros... y costaba.

    Pero sé que no era una chica rota, sé que estaba completa, por eso temía que Yuzuki se rompiera, por eso quería conocer los extremos de Tomoki.

    Porque no entendía explicaciones, pero un doctor no pregunta por qué alguien hizo lo que hizo, pregunta qué ocurrió solo cuando necesita saberlo con urgencia. Si no es urgencia, el doctor solo llega, atiende, cura, rescata.

    No tenía que se una genia para saber que Yuzuki perdió muchas cosas, que se rompió con esas perdidas. Que se rodeaba de pequeños como ella, que les brindaba la ayuda que ella quería...

    Yo te la daré, cariño... así que no me sueltes... jamás

    Y su gratitud era eso, no un gracias de compromiso, era la gratitud que ambos, tanto Tomoki como yo le teníamos. Era la gratitud por la que no tenía que pedir disculpas, por las que no tenía que dar las gracias.

    Era la gratitud que yo recibía y agradecía, porque no es que mereciera esa gratitud: Yuzuki merecía recibir la gratitud que daba.

    Todas las cosas buenas que daba... Suspiré entre sus brazos... Me separé, me separé con suavidad, mis manos cayeron firmes sobre los hombros de Yuzuki.

    Y la miré cómo nunca antes miré a esa chica, puede que Kenta fuera el único que conociera esa mirada. Esas manso firmes sobre tu piel, pero que seguían siendo suaves. Esa voz firme, pero nunca condenadora. Era la voz de quien sabía qué quería, cómo lo quería: Y lo quería firme, para que ella supiera que entre sus brazos podía estar triste, pero que ella entre los míos también podía romperse, porque jamás permitiría que se cayera alguno de sus fragmentos.

    Y sí se extraviaba lo buscaría hasta el cansancio, para nunca perder la esperanza, siempre encontrarlo aunque sea en mis memorias, esas que atesoraba más que nada nunca jamás.

    —Es lo que tiene querer... Ah...— Bajé la mirada un momento, con la melancolía— Con mamá aprendí que uno debe entregar lo que tiene, si quieres a alguien debes entregarle ese cariño sin importar qué recibas de vuelta—. Recordar ese constante dolor de batallar contra la muerte y darle a conocer a los familiares que los shinigamis se raptaron otra alma con ellos... me arrugó el gesto con dolor, tensé las manos sobre los hombros de Yuzuki, pero me mantuve firme cómo pude, aun cabizbaja—. Cuando luchas día tras días para mantener a las vidas con nosotros... aun cuando sabes que puede ser un caso perdido... pero tienes que continuar, porque podría ocurrir el milagro que buscas...

    Y alcé la mirada, no había más que determinación en ese gesto de ceño fruncido que otras veces solo era cohibido y compasivo.

    >>Cuando vives con esa incertidumbre de que puedes darlo todo, para no recibir nada a cambio... comprendes que las cosas tienes que hacerlas porque quieres.

    Y ahí me emocioné, mi voz normalmente calmada agarró fuerza, como si gritara, aun cuando solo alcé un poco la voz. Mis brazos se flexionaron y con eso me acerqué a Yuzuki, la miré directo a los ojos, porque quería que supiera con quién conversaba.

    Por más que quisiera siempre ser la pequeña que Yuzuki cuidaba... no podía dejarla, no cuando la admiraba y mucho menos cuando la comprendía, poreque me dolía.

    Me dolía pensar que Yuzuki conocía la soledad que yo sentía cuando tenía que dar una sonrisa por más cagada que estuviera la mierda que fuera que tuviéramos al frente.

    El padre muerto de Kenta, su barrio peligroso. La familia de papá, sus matrimonios arreglados, rechazados unos tras otros. Mamá... mamá y cada día que se desvivía al punto en que aprendí su labor por tener que cuidarla a ella.

    Porque cuando cuidabas a otros te descuidabas a ti....

    No quería que Yuzuki olvidara lo importante que era...
    Quería que supiera que merecía todo lo que buscó entregarle a sus pequeños.

    Que merecía el amor que perdió, ese que reencontraba queriendo otra vez. Nunca se rendía... mis padres tampoco... Kenta tampoco...

    Y por eso nunca quería rendirme, por más que me cansara y quisiera tirar la toalla,

    A veces, para algunos, rendirse no era una opción... porque nacimos para rescatar a los que caían. Y no podías rescatar sí caías.

    >>Porque amas a la gente y, sé, que cuando amas a alguien y das todo por dejar que esa persona sepa que le quieres... pero no para que te quiera de vuelta, si no para verle feliz, velar por su seguridad...

    Silencio mi ceño aún fruncido, pero apreté los labios conmovida... Y mi gesto se rompió, miré a Yuzuki con una compasión que no era lástima, era una compasión firme, una compasión que buscaba brindarle... lo que sea que pudiera darle aquel gesto.

    >>Cuando eres capaz de resistir y ver en la cara de esa persona la sonrisa de esperanza, de alegría o incluso de conmoción... pero una sonrisa genuina... recordarás qué lindo es vivir, que lindo es querer....

    Mis brazos la envolvieron, porque no lo aguanté.

    La abracé con fuerza... con cuidado mis manos acariciaron esa melena, mis manos suave contra ese cabello sedoso...

    >>Y que lindo es ayudar a alas personas a encontrar ese lugar seguro.... —musité...

    O ese motivo para quedarse... Y mi mano abrazó su cintura y la otra abandonó sus cabellos...

    Para tomar la mano de Tomoki, cualquiera, y entrelacé mis dedos con los suyos y el agarre firme demostraba que no era cualquier chica.

    Cada parte de mi cuerpo tenía músculos fibrosos, la gran sorpresa bajo esa piel suave. Lo dicho, era de las mejores en el club de Kendo.

    >>Quédate con nosotros —dije firme.

    Porque Yuzuki nos afirmó, Tomoki nos cubrió...

    Pero yo no podía permitirme que mis pequeños no sintieran la seguridad de descubrir que fragmentarse es un proceso.

    Que reconstruirte te prepara para lo que podría ser peor, porque es una experiencias...

    Porque la resiliencia no es algo que tienen todos, pero la catarsis es algo que comprende a cada uno de nosotros. Y esa catarsis es la resiliencia de los que no pueden hacer más que romperse...

    Y era mi trabajo saber reconstruirlos.



    "Porque me coloqué una armadura que me quedaba demasiado grande... así que aprendí a cargarla con el amor que era más grande de lo que podía contener"
     
    Última edición: 15 Abril 2023
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    Zireael

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    para ambos posts igual
    Cayden1.png

    La verdad era que Yashihiro tenía razón en esa mierda de que era un intenso, me resentía terriblemente, odiaba con mucha fuerza y amaba de la misma manera, incluso encerrado en mi adorada cueva. Ya lo había dicho Yuzu cuando me rompí aquella noche en Minato, cuando solté a llorar y le dije que dejaba a todos irse porque no me creía en el derecho de atarlos. Que estaba cansado de no sentirme la opción de nadie. Temía perdirle a alguien que me eligiera pero, Dios mío, lo deseaba tanto y me daba tanto miedo el otro extremo que solo dejaba a todos irse, aunque me doliera horrores.

    Kaoru que me dijo que el rojo era el color del destino.

    La pequeña Chiasa que me invitaba a cenar con los Ishikawa.

    Aleck viendo los cerezos, con siete u ocho años.

    Papá dejándome antes de que pudiese recordar su tacto en mi cabello.

    Temía que Yuzu se fuese algún día, que desapareciera de mi vida y que con ella se perdiera Arata, los Ootori y lo poco que conservaba del Imperio. Tenía miedo de tantas cosas juntas y aunque Ko diciendo que me necesitaba, allí bajo el cerezo del Sakura, me había calmado con bastante contundencia, en el fondo sabía que esos temores no me abandonarían de un día para el otro. Era lo que había moldeado mi personalidad desde que tenía uso de razón.

    El mundo depende de los corazones que nacieron de las chispas.

    Dios o quién sea, no me permitas olvidar el amor con el que me criaron.

    Pero tú tienes fuego.

    Déjame cuidar a los que me quedan.

    Y te necesito.

    Cuando guardé silencio y le extendí el dulce a Nakagawa los sonidos distantes del parque me alcanzaron; las voces, los autos en la calle y quién sabe qué más. Todo sonaba allá, en otro mundo, y apenas un segundo antes de que sucediera me di cuenta que el crío no iba a hacer lo que esperaba. Dejó la comida en segundo plano y su brazo se coló por el espacio para envolverme, su mano libre alcanzó mi nuca para ajustar la posición y el cuerpo se me movió como si estuviera lleno de engranajes oxidados.

    No tienes que ocultar nada, decía.

    La sola frase me regresó el miedo de golpe a todo el cuerpo porque podía referirse a tantas mierdas que entré en pánico; podía ser que era hijo del puñetero boss de la mafia irlandesa, que vendía hierba y los cuchillos de Arata, que robaba cada fin de semana, que le mentía a mi madre como si nada o que me iban los tíos en casi un ochenta y cinco por ciento. Era todo eso junto y cada cosa solo parecía ser peor que la anterior, fui tan consciente de ello que tuve que contener el impulso de soltarme de su agarre para echar a correr para buscar a Yuzu y Kicchan para irnos, como un animal asilvestrado que busca a su manada para obligarla a volver al cubil.

    No mires, te lo pido por favor.

    No enciendas la luz.

    No busques el rostro del lobo de humo.


    Sus palabras activaron las paredes bajo tierra, la cueva reaccionó buscando protegerme del exterior, pero era demasiado tarde. Las palabras de Nakagawa siguieron haciendo mella en la roca viva, insistentes, y como me había quedado jodidamente tieso fui consciente de la correntada de lágrimas que me empañó los ojos de la nada. Cada cosa que dijo se superpuso con mi propia versión del mundo como si fuese una calca imperfecta de mi manera de vivir y me obligué a destrabar los músculos en consecuencia.

    La mano que sujetaba la bolsita con el mochi se enredó alrededor del plástico que permaneció como un péndulo y pronto le rodeé la espalda con los brazos, fui estúpidamente cuidadoso y solo unos segundos después le imprimí algo de fuerza al gesto. Parpadeé varias veces, logré deshacer el cristal de lágrimas sin romper a llorar, y le dejé ir algo de mi peso encima cuando conseguí relajar el resto del cuerpo.

    Se separó en cierto momento, me observó y yo rehuí su mirada, incómodo como era, pero lo recibí en el siguiente abrazo con más naturalidad. Deslicé los brazos bajo los suyos, lo presioné contra mí y cerré los ojos por fin, fundido en esa pequeña burbuja. Después de todo como le había dicho a Anna, estaba contento con dos mimos.

    —Hablas demasiado, ¿sabes, Mr. Locutor? —dije en voz baja, pues no hacía falta hablarle muy fuerte, y lo presioné un poco contra mí de nuevo—. Gracias.

    Suspiré con cierta pesadez, me debatí lo que sentí fue una eternidad aunque quizás en la práctica no fue el caso y mandé todo a la mierda. Estaba un poco cansado de las señales confusas, así que ya ni modo.

    Aflojé el agarre para despegarme un poco del crío, el movimiento fue significativamente menos rígido que todos los demás, no me detuve a mirarle la cara porque seguro me ponía muy estúpido y cambiaba de planes, así que me lancé al vacío y ya. Colé la mano en el espacio entre nosotros, volví a encajar los dedos a los lados de su mandíbula aunque no apliqué fuerza, por si quería soltarse, y busqué sus labios.

    El contacto fue delicado, no me forcé sobre él ni nada y retrocedí con calma, regresándole absolutamente todo su espacio. Retrocedí un paso también, le dediqué una sonrisa y volví a alzar la vista a la copa del cerezo.

    —Guárdame el secreto, Yashi. —Pedí con los ojos pegados en el árbol, todavía sonriendo ligeramente—. Aunque se note desde la otra cuadra.

    Yuzu.png

    Los pilares no teníamos derecho a rompernos, así lo había sentido toda mi vida porque no había visto a mi madre flaquear y yo, como la hermana mayor de las gemelas, tampoco lo había hecho en ningún momento. El único instante, el quiebre en años, había sido la muerte de Yako... Había llorado a mi niño por horas, Dioses, lo había llorado como si me lo hubiesen arrancado de los brazos, desmembrándome las extremidades en el proceso.

    Y luego de eso nada.

    Había sellado las grietas, nada podía escapar ya.

    Tenía personas de las que cuidar, los niños que Kaoru había traído a nosotros estaban allí, perdidos, y ahora nadie más que no fuese yo podía cuidarlos con el mismo cariño de Kaoru. Shigeru era un dictador, Arata estaba fracturado y no servía para ser líder, Hikkun más de lo mismo; eso me dejaba como el único puerto seguro que poseían.

    Por eso Masaki me había llamado cuando encontró a Tomoki con la vida escapándosele por las muñecas.

    No importaba que estuviese sanando, que me sintiera bien, cuando uno perdía a las personas las extrañaba. Extrañaba a papá cada día, cuando llegaba al apartamento de mi madre y veía el tablero de shogi que le pertenecía, impoluto e inmóvil, cuando observaba sus fotos y me veía en él. Extrañaba a Kaoru cuando recordaba mis catorce años y nuestro Imperio.

    Si algo le ocurría a Takano ahora...

    Suspiré, me hice pequeña en aquel abrazo improvisado y seguí acariciando a ambos, a Tomoki con sus cicatrices y a Momoka con sus faltantes. Sentía la gratitud que me estaban transmitiendo, me alcanzaba el corazón, tibia, y me viajaba por el cuerpo. Era un consuelo también, no sabía bien por qué y no lo cuestioné ni cedí a la ruptura.

    —Hay un viejo muy tozudo al que nunca le han gustado las emociones, que las ve como una debilidad o un obstáculo para alcanzar objetivos a la perfección —dije bastante al aire, refiriéndome al padre de Takano y el resto—. ¿Pero qué sentido tiene hacer algo si no te mueve nada? Algunos somos más poderosos gracias al amor que sentimos, incluso si es nuestro Talón de Aquiles.

    Las palabras de la castaña, sus caricias y todo lo demás me tranquilizaron. Tomoki ajustó la posición, luego de que Momo enlazara los dedos con él, apenas lo justo para posar los labios en mi flequillo, fue un beso de esos que me daban mis hermanas y me hizo sentir tan querida que no supe dónde meterme toda la emoción. La contuve a duras penas.

    —Al final las personas que acuden a ti cuando estás al borde del cañón son las que te amaron, no a las que les debías algo o te eran útiles nada más.
     
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    Kaisa Morinachi

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    Vivía escondido, por lo que las caras no existían casi nunca, por eso creo que me gustaba el club de radio y en parte la música. Era conocer sin tener que ver rostros... puede que todo se originara en que conocía a mis padres, sabía cómo eran y día a día sus ordenes, enseñanzas y todas las cosas que me forjaron se repetían en mi cabeza...

    Se repetían, pero pocas veces me decían eso que quería escuchar cara a cara...

    Pocas veces me decían cosas, yo era el que escuchaba a todos, pocas veces decía cosas también... pero... ¿Por qué sentía, entonces, que concía y cargaba con tanto?

    ¿Era mi cabeza que veía más allá de los gestos y que con frases suelta se armaba mapas? Como esa super computadoras que con poca información aprendían sobre sí mismas y conseguían crear un cuadro nacido de la pura teoría.

    Sin el corazón... pero lo hacía por eso, ¿no? Porque tenía un corazón y buscaba entenderme encontrándome en la comprensión de los otros, buscaba saber lo que era sentir y me preocupaba por aquellos que sentían al contrario de mi perpetua... gelidez

    Abracé a Cayden y no pude evitar soltar una risa que era más bien un suspiro irónico cuando me dijo míster locutor, sonaba bien y todo, la cosa me sacó una sonrisa tensa, porque no me podía desapegar de la seriedad que significaba sostener a alguien como Cayden entre mis brazos... Y lo agradeció, dijo que gracias y recordé la angustia en la sonrisa de mamá, el cansancio en las palabras de papá. La sonrisa en Hikari, el honor de Kenta... La llorica voz de mi propio pelirrojo y la angustia del azabache cuando, aliviado tras el desespero, me agradecía casi como a un salvador... Y no sabía cómo tomar eso.

    Recién me percataba de cómo influía en los que quería. Siempre aparte, siempre por detrás, esa silueta que no era oscura, era gris, a veces azul, a veces clara como el cielo despejado... oscura cuando estaba escondido en mi cuarto, como cuando me escondí de los errores que cometí con Amery... La cosa es que siempre estaba ahí, efectivamente, como el cielo despejado.

    Ese que se nublaba, que se oscurecía, pero siempre era el mismo: La transparencia reflejando los colores del universo.

    Con facilidad recordé a mamá y me la imaginé mirando el cielo, agradenciendo a algo en ese cielo... y puede que ese cielo fuera yo.

    Y abracé con fuerza a Cayden, sin llegar a ser incómodo, solo lo estreché cuando sentí que él me agredeció y yo...
    no podía estar más entregado a esa gratidud, sintiéndola como mía.
    Me recordaba que, por más solo que estuviera...
    Por más pocos momentos donde podía en verdad sentir que compartía cosas con la gente que quería...

    Era importante, era alguien y esas personas siempre confiaban en mí. Exhalé con suavidad y relajé mis brazos sin desprenderme del chico, acaricié con suavidad su melena roja y sentí su aroma un momento, algo embriagante...

    Se separó y lo miré con seriedad calma, mis brazos se alejaron lo que él quiso distanciarse, pero mis manos estaban ancladas a su cuerpo, por más que no ejerciera real presión más para que las sintiera sobre su cuerpo...

    Fugaz...

    No me dio ni tiempo para procesarlo, el chico se apartó, yo fruncía el ceño con ligereza, confuso, y fue cuando me coloqué cabizbajo que todo mi rostro se comprimió y yo solo atiné a cubrirme la boca, chocando el borde con mi nariz, y la otra sobre mi cadera en una expresión que podría ser reflexiva... pero no...

    Mi cara ardía y de repente mi corazón me palpitó hasta en las orejas y tuve que cerrar los ojos para calmarme e incluso en mi suspiro me di cuenta que había olvidado respirar otra vez.

    No sería raro si de repente ese chico me hacía dejar de respirar y no despertara más... pero sabría que sería una muerte cuanto menos increíble.

    Levanté la mirada y lo escudriñé con la misma, manos sobre la cadera, cuando me dijo que guardara el secreto. No lo pensé mucho, me moví con calma, sinuoso, y colé mi mano sobre su espalda alta, firme, gentil. Me asomé a su costado y busqué sus ojos, mis ojos serios y calmos contra los suyos.

    ¿Qué decían? ¿Qué querían?

    —Tan desgraciado... ¿Cómo para exponer a mi compañero...? —sonreí con real malicia, cerré los ojos impostando seriedad, cabizbajo, pero bien erguido y manos encondidas en mi yukata—, creo que me gusta más exponer a los que generan desgracias...— Y volví a mirarle, ladeando la cabeza hacia atrás y con esa sonrisa que, sabía, era la de un desquiciado que gozaba cosas que no debería de gozar—, que la de niños bonicos que corren a mis brazos, ¿No crees~? —dije lo último con una postura más natural, relajada y la sonrisa de crío bueno y entusiasta, calmada, que no mataba ni una mosca.

    Ninguna mosca se libraba de la basura que podía ser, sí que sí.


    [​IMG]

    Era una chica práctica, me gustaba hacer las cosas de manera eficiente para aprovechar lo mejor que podía mi tiempo y así progresar lo más rápido que podía... escuchaba a la gente, conversaba con ellos, no me callaba las cosas, pero pocas veces tenía esos momentos donde le explicaba a alguien todo lo que mis ojos veían y todo lo que quería hacer en consecuencia.

    Solté un monologo y agradecí que Yuzuki lo recibiera bien, porque si no me habría cohibido y me habría escondido otra vez. Como las tortugas.

    Un viejo que no lo mueven las emociones, eh... me tocaba, había vecinos que eran así, sobre todo los más viejos, aquellos sobrevivientes de guerras, los niños que vieron el mundo destruirse bajo una explosión. Era así, había a quienes los movían sus sentimientos, como bien dijo Yuzuki, tanto ella como yo teníamos nuestro talón de Aquiles en el cariño que impulsaba nuestras acciones... pero no a todos les movía lo mismo.

    A Kenta, por ejemplo, aunque tuviera un gran cariño por entregar, ese que no podía recibir, lo movía el sentimiento no de querer, sino de proteger: Protegernos a mí y a su madre, protegerse de quiénes lo criticaban... y defender a todos lo que no podían reaccionar por su cuenta.

    Era un peleador, un conflictivo, pero en el fondo con el criterio y la guía correcta toda esa agresividad se volcaba con su cariño a proteger a quiénes lo necesitaban, fuera quién fuera.

    Papá era más calculador... Tenía que mostrarse firme, no podía mostrarme tanta compasión, por ser "Ilegítima", pero me entregaba a través de privilegios el cariño que no podía profesar a los cuatro vientos. Yo era la conexión entre una mujer que se desvivía por su trabajo y un hombre que prevalecía por ese trabajo.

    Política, medicina, pero con cariño las mosntruocidades que rodeaban esas dos palabras eran un mal ahugurio que había que saber enfrentar.

    No era el puño férreo de mi padre, ni tampoco el mirar brío de mamá... era el cariño de Yuzuki.

    Yo vivía con la alegría que ellos eran incapaces de permitirse, porque tenían que mantenerse cómo nunca antes magnificentes, estoicos y centrados...

    Yo caminaba hacia allá, quería ser cómo ellos y, entendí, que no tenías que ser emocional para tener un corazón de oro que buscaba proteger lo que querías. Las personas éramos colores risueños que cantaban y pintaban el mundo cómo la primavera, la nieve, el otoño y el gran océano cuando el sol destellaba con fulgor en verano...

    Éramos tantas cosas... me encantaba.

    Cuánto agradecía ser capaz de poder contener eso... como un gran tesoro... puede que entre tantas cosas yo fuera aquel guardia que te saluda con respeto, que cuida lo que le corresponde...

    Que llega a casa, cansado, para sonreír cuando su familia le recibe con ese ambiente hogareño... y puedes descansar, sonreír.

    Comprender... ¿Era comprensión?

    —Cariño —musité con ese mismo cariño que reflejaban mis palabras, con la mano tras su espalda me aventuré a mimar sus cabellos tan delgados y oscuros, la oscuridad... Yuzuki no era una oscuridad.

    Era la noche estrellada, el manto oscuro que te abraza, que te reconforta, que te invita a descansar mientras ella, vigilante, observa cualquier peligro. A que sí, Yuzuki.

    >>Cada uno es diferente, tienes que apreciar ese gran corazón que tienes...— Sonreí amplio—, hay gente que es incapaz de llorar, de reír, de encontrar aquella energía que tu trasmites y que te da las fuerzas para seguir adelante...

    La envolví con mis brazos, aunque me doliera soltar a Tomoki. La acompañé, era un abrazo que la cubría y la apretaba solo lo suficiente para que sintiera la suavidad de mi piel...

    >>Pero, por más que nos cueste entenderlo, que una persona no se emocione no significa que no tenga sentimientos: Hay quienes no pueden emocionarse, pero ocultan una determinación que los lleva a querer hacer lo correcto por sobre todas las cosas...

    Callé, exhalé con suavidad por la nariz...

    —A nosotras nos cuesta entenderles y seguro ellos nos ven como un estorbo, porque nunca pudieron comprender la fortaleza de quiénes lloran, de quiénes ríen... pero aquellas personas pueden encontrar fortalezas en otros lados...

    Me separé otra vez, la miré con preocupación, pero calmada. Nada extremo.

    >>Aunque confío en que puedes lograr encontrar aquel corazón...— Sonreí con lástima—, existe la gente fría, como un tempano de hielo, que nunca cambiará ni todo tu fuego podrá condensarlo...

    Y la volví a abrazar, con cariño. La sonrisa que tenía, suave, reflejaba eso.

    >>Pero es cosa de ver el planeta tierra y su frágil ecosistema: Sin glaciares, ¿De dónde saldrían las precipitaciones que riegan los bosques?

    Qué decir... nunca había explicado tantas cosas en tan poco tiempo, tantas que me significaran más que datos técnicos cómo dónde cortar, golpear o acariciar.


     
    Última edición: 15 Abril 2023
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    Al final todos éramos espejos de los otros, en especial entre introvertidos como Yashihiro o como yo, que nos la pasábamos metidos en nuestras cuevas. Tenía la sensación de que yo salía del corazón de la montaña con algo más de frecuencia, al menos así se sentía desde que había reencontrado a Kohaku y me había comenzando a llevar bien con Anna y otros, pero no creía que Nakagawa saliera con tanta frecuencia.

    Actuaba como altavoz, ¿pero realmente se veía algo de él?

    No me daba esa sensación.

    Mi agradecimiento fue genuino, era bastante obvio, ni siquiera me detuve a pensar cómo podía sentarle o qué podía sentir. Qué sabía yo, solo me pareció lo natural y lo dejé fluir, pues porque no tenía caso fingir en esas condiciones. Además, tenía cara de moco pero no me hacía el duro en realidad, solo me recluía y en este caso, pues lo dicho, ya era tarde. Las paredes de la cueva se habían cerrado con Yashihiro dentro.

    Me abrazó con fuerza cuando le di las gracias, lo sentí, y de forma inconsciente comencé a almacenar información. La contextura de su cuerpo, su peso, lo que sea que identificaba como su aroma y los tonos de su voz, a pesar de lo grave que era. Lo hacía con todo el mundo, con las personas que me interesaban quería decir. Era mi forma de reconocerlos incluso en la oscuridad de la cueva, así reconocía a mi madre, a mis tíos y mis pocos amigos.

    Lo sentí exhalar, relajar los brazos y acariciarme el cabello, puede que de hecho fueran esas cosas las que me metieran la idea estúpida en la cabeza. Cuando me aparté la noté el ceño fruncido, se cubrió la boca y se le subió todo el color al rostro de nuevo. A pesar de que había dejado de mirarlo para regresar los ojos al cerezo se me estiró la sonrisa y permanecí atento, más que todo por si se molestaba o algo.

    Se acercó de nuevas cuentas, su mano alcanzó mi espalda y regresé la mirada a él, despacio, pues había buscado mis ojos. Su comentario me aflojó una risa tonta, cristalina, y acerqué el rostro peligrosamente al suyo.

    Oh dear, do you think I'm pretty? —pregunté en voz baja, hice el ademán de volver a besarlo pero retrocedí solo por la gracia y me quedé a la distancia de antes, sonriéndole con calidez—. Hombre, tenías que decirlo antes.


    como te dije voy a ir intercambiando respuestas para no fundirme la neurona, a la vuelta le contesto a Momo uwu
     
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    Kaisa Morinachi

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    Que Cayden riera me acentuó la gracia en la cara y terminé por soltar un suspiro mezclado con risa monosílaba, parecía que mi sonrisa era la de alguien resignado... en teoría si que encajaba. Cómo fuera, cuando abrí los ojos la careta de Cayden estaba más que al frente, casi que soy un respingo, pero antes de eso lo miré con seriedad y una leve mueca en mi boca, como de hastío...

    Es que no aguantaba a los tíos más altos que yo, cositas de ser el marginado del salón, pocos recuerdos que quisiera recordar.

    La muestra de rechazo fue mayor cuando se me acercó, pero no por su cercanía, estaba vez la mala hostia venía de que me estaba tomando el pelo de manera casi literal, así que ese enojo se había acentuado cuando fingió acercarse solo para ilusionarme y luego alejarse.

    Así que te gustaba divertirte, eh, Caycay. Ojalá escucharas el reírse conmigo y no a costa mío... Le vi con amargura seria, o más bien hastío, manos en los bolsillos, cómo colocaba esa sonrisa de niño bueno y sonreía cómo si nada...

    Claro, luego andaba jugando a ser un callejero con sus chaquetitas y criaturas peculiares.

    Le iba a enseñar que era de verdad ser un cabron.
    O ese era mi ilusión nacida por venganza.
    Ni lo pensé, me acerqué con solo tener que dar dos pasos, colé una mano tras su nuca donde mis dedos recogieron sus mechones con un poco de brusquedad, pero no buscaba aplicarle dolor y con esa cara de culo me acerqué yo a su boca entrecerrando los ojos en un principio.

    No hubo más toque que el de mi mano contra su cabello, mi boca apretando su labio inferior con los propios y el aire que suspiré dando contra su piel gracias a mi nariz. Saboree ese labio para ver si el condenado abría la boca y así intentar meter la lengua...

    ¿Besé alguna vez en mi vida? Jamás, pero tanta película te dejaba una guía algo clara.

    Upsy

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  1. Zireael
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