Me quedé de brazos cruzados en mi celda, en el rincón más apartado de la anciana. Brujita me había advertido sobre su comportamiento y, bueno, considerando que había acertado en lo de espantar a las criaturas con fuego, no tenía motivos para no hacerle caso, de modo que había tomado de todo el mundo sin quitarle un ojo de encima a esa vieja, que seguía suplicando por comida. En medio de la discusión entre la bruja y el líder de este pelotón de malotes, entró una mujer del ejército de Ogunros con un puñado de personas, que tenían toda la pinta de ser rebeldes al reino. Saltaba a la vista que su grupo era más eficiente para dar con culpables, lo cual me hizo sonreír con ironía. Así, esta mujer y la brujita entablaron una conversación más calmada en la que Ang reveló bastante información sobre ella, que no tardé en guardar en los pergaminos de mi memoria, sin duda era buen material para tener en consideración. Claro está, no sirvió de nada porque la otra mujer afirmó que todos éramos dignos de desconfianza. Y la verdad es que razón no le faltaba… Eso sí, no me había gustado para nada que le dieran la orden a este tipo, Ackerley, de que registrara mis cosas. El tipo se metió en mi celda sin más y me exigió que le entregara lo que tenía. Yo, por mi parte, negué con la cabeza y me pegué más a la pared, haciéndome la tímida y la vulnerable. —N-No permitiré que vuelvas a tocarme, pervertido —atajé—. Debiste sacarme mis cosas en el preciso momento en que nos arrestaron, ¿así es como te manejas? ¿De verdad te puedes llamar “eficiente”? ¿Qué tal si ahora mismo tengo un arma ahora, eh, que estás de pie ante mí, limitado por esta celda? —finalmente me paré con firmeza y lo miré desafiante. A partir de ahora se iban a terminar las burlas, iría en serio con el fin de terminar esta situación, me estaba hartando—. Te dije que soy una trotamundos. He viajado por todos los reinos registrando todo tipo de información por el puro gusto de obtener conocimiento, porque me gusta aprender. Entre mis cosas no encontrarás más que manzanas, tintas y pergaminos con escrituras que dudo que entiendas. Información que te negarás a creer porque vives encerrado tras tu frágil cáscara de chico malo… Por ejemplo, y escúchame tú también, porque es una respuesta a tu primera pregunta… Con estas últimas palabras interpelé a la mujer que estaba hablando con la brujita, con el fin de llamar su atención. Carraspeé y cerré los ojos antes de continuar: —“ Cuando escuches el lamento de un pequeño por la noche y el viento se torne frio, corre por que un wendigo asecha para devorar tu carne y arrancar tus entrañas.” —recité una vieja leyenda, que ahora era realidad—. No sé por qué atacaron, pero sí puedo afirmar que esas criaturas eran Wendigos, cuyas características físicas han podido ver en persona —hice una pequeña pausa para que asimilaran la información, aunque seguramente la Brujita ya tenía conocimiento de esto—. Supuestamente se pueden matar cortándoles la cabeza o apuñalándoles el corazón, pero esta información es imprecisa ya que nadie que se haya enfrentado a uno ha vivido para corroborarlo. Desconocía que el fuego las ahuyentaba, por lo que confié en esa revelación. Es algo para anotar en mis investigaciones —finalicé con una mano en el mentón, metida ahora en mi cabeza y ajena a los demás.
Escuché la voz de la rubia y me giré hacia ella molesta, me planté frente a esa mujer y clave mi mirada en ella. —Aprende a dirigirte a un soldado del reino de Ogunros, si eres una erudita espero aprendieras un poco de educación y cortesía— No me gustaba amedrentar o tratar mal a los prisioneros, y mucho menos cuando ni siquiera sabía su culpa, pero esa mujer estaba faltando al respeto a uno de mis soldados y eso era una falta grave. —Él tendrá libertad de reprenderte como mejor crea si vuelves a hablarle de la misma forma como lo has hecho— Miré a Ackerly y le di a entender con la mirada que tenía mi apoyo, tal cual lo hacíamos en combate y luego más tranquila volví mi vista a la rubia. —Agradezco tu información y también te pregunto ¿Estas dispuesta a ayudar al rey, si él lo pide? ...— Giré a ver a la otra mujer y de nuevo regresé mi vista a la trotamundos —Permitan que los soldados las registren y las reuniré a ambas en una sola celda, estarán tan cómodas como sea posible— Honestamente tampoco deseaba dejar a nadie junto a esa vieja que daba tan mala espina, pero tampoco podía dejar a esas mujeres sin saber qué es lo que llevaban encima. Miré a Ang y esperé su respuesta, ella aún no me respondía lo que le pregunté, sobre todo si estaba dispuesta a ayudar.
Miré atenta a la soldado sin temor alguno, tratando de percibir a detalle las cosas mientras respondía, bueno, definitivamente no era una chica tonta, esta sí parecía prestar más atención a los detalles, incluso a situaciones un poco "flojas" de mi parte, era algo digno a tomar en cuenta y ahora, sabía no podía ir a la ligera, así que convendría ir con cuidado. Por fortuna, todo estaba saliendo bien, en cierto grado como estaba esperando, no nos estaban dando libertad, pero parecía que al menos esta mujer estaba más dispuesta a llevarnos a otro lado. Algo era algo, y podía llevarme esa silenciosa victoria por mi parte. —Bueno... Creí que mi vestimenta en cierto grado delataba lo que era. —me encogí de hombros un instante, no me interesara que me "identificaran" como tal, tampoco estaba en lo absoluta interesada en hacer amistades o realizar conversaciones—. Pero está bien, tienes razón, no confío en ninguno de ustedes, así como no confían en mí, después de la masacre era de esperarse... Tal vez sepa cosas, pero no creo que ni siquiera me crean, en fin. No quiero hacer amistades, estoy bien como he ido toda mi vida... sola—. Confirmé para después escuchar lo último, el nombre de esas cosas, incluso si el Rey me pedía ayuda, aunque cuando estaba por hacer mi movida final, Raissa habló antes, la miré un momento mientras mencionaba lo que eran esas cosas y al parecer, métodos alternos para eliminarlos. Uy, qué lástima, su información era imprecisa. No reaccioné porque exactamente; era algo que ya sabía, pero al final suspiré después del drama para con el soldado y Raissa y miré a la mujer, gimiendo con desinterés. —Efectivamente, se llama Wendigos, seres humanos que se convierten en esas bestias al consumir carne humana; canibalismo, básicamente. ¿Por qué los atacaron? No tengo ni idea, está bien que sepa de cosas paranormales pero no soy vidente allí donde vaya, algo habrán buscado esa noche que atacaron con tanta fiereza, o simplemente vinieron en manada a masacrar, que voy a saber, solo son monstruos. Y ayudar... —me quedé por una vez pensando, esta vez en serio, por una vez en todo ese tiempo... >>Depende, creo que si Su Majestad está dispuesto a darme todo lo que necesito... bien podría ayudar de cierta forma, no soy ninguna guerrera que usa arcos o espadas para combatir, pero si por ejemplo quiere que realice algo muy en específico y el Rey está dispuesto a otorgarme los recursos necesarios... si, creo que puedo hacerlo, si es que con ello puedo al menos ganarme un poco de confianza—. Confirmé, sin mucho interés ni esperanzas de que cediera... ¿pero quién sabe? Igual colaba, y de paso podría llevarme bastantes recursos de vuelta a casa, todos ganábamos ahí, supuse.
Suspire para no soltar cualquier cosa que después terminaria arrepentiendo, aunque con estas mujeres no creo que sintiera algo de arrepentimiento. Ellas habían atentado a su suerte muchas veces, desde que me las había encontrado, empezando por la mujer que estaba hablando Rioncelle. Y ahora la mujer que tenía al frente me llamaba pervertido, ¿que se creían? De que momento pase hacer un saldado a un pervertido. Me hacer que a ella pero antes que pudiera decir lo que pensaba Rioncelle hablo, voltie a mirarla para encontrarme con su mirada tenía esas que siempre me daba cuando estábamos en guerras. Solo asentí y mi fría y oscura mirada cayó en la mujer. —Ya escuchaste —murmure con voz fría—. Y si no sabes el significado de pervertido te lo dijo en poca palabras no estoy tocando tu cuerpo, ni queriendo sobrepasarme contigo —la mire de arriba abajo—. Y si fuera por mí te quedarías aquí encerrada, por faltarle el respeto aún soldado del rey, para la próxima mide tus palabras. Lleve una mirada a la anciana, y después la regrese a ella. —Y si tuvieras alguna arma lo sabrías, piensas que tuvieras algunas oportunidad de salir ilesa que aquí si llegarías a heirme —mencione para poner la misma postura que había puesto ella la mire fijamente. Su mirada no me intimidaba, si eso era lo que quería lograr. —¿Emtonces vas a dejar que te revise?
Escuche toda esa información y aunque trate de comprenderla toda, la realidad era que me dolían los golpes de esa criatura, o wendigo como decían esas mujeres. Masajeé un poco mi frente y preferí ir a descansar antes de equivocarme en algo. Así que solo pude ver a Ackerly y dejar todo de nuevo en sus manos. —Ambas irán a la primera celda, es más cómoda y estarán más tranquilas, al menos hasta que hable con el rey y le informe de todo lo que me han dicho— Me acerque a Ang —Ahora están bajo el cuidado de ese chico— Señale a Ackerly —Ustedes sabrán si quieren las trate bien o mal. Investigaré un poco y si su majestad lo ordena, las liberaremos cuanto antes— Por fin me aleje de esas mujeres y de ese lugar, debía ir con un médico o al menos descasar un poco antes de seguir, la menos parecía que los rebeldes habían sido capturados y eso me daba cierto alivio para descasar. Tanto Ang como Raissa fueron llevadas por Ackerly a la primera celda de las mazmorras, donde podían ver un poco más de la luz del sol a través de una ventana en lo alto, y contaba con un par de camas y sabanas. Aún con las protestas de la rubia, el soldado reviso a ambas mujeres que no portará ningún arma y todas sus pertenecías fueron decomisadas, desde su libro de anotaciones, hasta cada pequeño frasco de tinta o cualquier cosa que llevaran encima. 5 días después... Aunque bien alimentadas, no dejaban de ser prisioneras ambas mujeres y eso lo dejaba claro Ackerly cada vez que le tocaba visitarlas en sus guardias. —Camina vieja bruja...— Un soldado paso frente a la celda de Ang y Raissa jalando a la vieja que antes habían visto, estaba un poco más delgada y su cuerpo temblaba, pero seguía el paso del soldado sin decir nada. Al llegar frente a ambas mujeres, la anciana las miro y sonrió —Tengo hambre, ¿tienen comida para mi?— El soldado empujo a la mujer y la hizo caer al suelo —Para que quieres comer, serás ejecutada ahora mismo— Contenido oculto Gigavehl Bruno TDF les doy la oportunidad de interactuar con la anciana o el soldado que la lleva... ¿Quieren preguntar algo?, ¿Darle comida?, mandarle la bendición (?) xD... O simplemente mirar y no involucrarse.
Miré de reojo las acciones del tal Ackerly, escuchando como seguía hablando con esa frialdad y severidad, cosa que ya honestamente me cansaba, quiero decir, evidentemente las intimidaciones y las rudezas no estaban llevando a ningún lado, pero por fortuna, la mujer ante mí era más comprensiva, al menos pensando más las cosas y juzgándolas mejor, ¿no confiaba en mí? No buscaba eso, solo dar las razones por las que me seguía pareciendo absurdo nuestro encierro. Igualmente, me daba el beneficio de la duda, lo que para mí, ya era una victoria, y lo mejor, eso incluía a Raissa, así que estábamos a mano oficialmente. Afirmé en silencio para con la parte de informarle todo a su Rey y a quedarnos bajo el cuidado de lujo del soldado, que a estas alturas, viendo que le daba especial atención por sobre los otros soldados, me daba a pensar que era su mano derecha o como mínimo, alguien importante para ella. Sobre si nos trataba bien o no, era algo que deseché inmediatamente, ya había dejado en claro mi actitud y mi postura, si aquél soldado quería ver mejor cooperación de nuestra parte, esta mujer ya lo había demostrado el cómo proceder. La gracia es que cuando el soldado terminó de confiscarle las cosas a Raissa, abrieron mi celda para hacer lo mismo conmigo y, tal como prometieron, nos llevaron a otra celda, evidentemente más cómoda, al menos a comparación porque no dejaba de ser una celda. El sol se colaba, lo que quería decir que ya había pasado mínimo la noche previa, me pedí la cama de inmediato y me senté en el mismo, desde hacía tiempo notaba la torcedura que me había llevado la noche pasada, pero bueno, nada de qué preocuparse. —Estamos a mano ahora—. Murmuré hacia Raissa cuando estuvimos cerca, buscando que nadie más oyese, aunque solo me refería para con el previo favor de antes de seguirme la corriente, si, estaba allí técnicamente por mí, pero probablemente, también con vida... Suspiré al menos ligeramente más cómoda, para costarme en la cama, reflexiva por todo lo acontecido con la noche... Así como lo que había dicho hace poco, ¿debería trabajar para el Rey? Honestamente no me provocaba nada eso, solo quería regresar a mi hogar, maldita sea. Los días pasaron, precisamente, el soldado de hielo nos atendía, recordándonos que él tenía el poder y no nosotras y bueno, la gracia es que era de intuirse, yo solo me limitaba con lo preciso para con él, si quería tratarnos bien o mal me daba igual, ya le había demostrado que conmigo no lograría mucho si no decidía ser más honesto. Tsk, a quién engaño, tampoco eso era una garantía. La gracia es que en uno de esos días, concretamente pasando cinco soles desde que nos trasladaron, no solo ya estaba ansiosa por salir de esa maldita celda, sino que volteé hacia la salida, para ese momento estaba recargada en la pared, encarando la escena, donde estaba la anciana de antes y la jodida vibra regresó, aunque ahora confirmaba mis sospechas... claro, otra bruja. ¿O podría ser por algo más la vibra? Observé con atención. Aquella anciana, por alguna razón, insistía mucho con nosotras y con pedir algo de comer, miré un momento a Raissa antes de volver la vista a la mujer, al soldado no esperaba que nos dijese algo nuevo, después de todo era... un soldado. Pero seguí atenta, miré con atención a la anciana quién yacía en el suelo... ¿Algo de comer? Intenté reflexionar, si algo habría que tener seguros, es que nunca se debía subestimar a gente como yo, aunque no se podía negar que, en su estado, de seguro estaría ridículamente limitada. —Lo siento, cielo... Me acabé mi almuerzo—. Dije hacia la anciana, sin dejar de verla atentamente.
Cuando lo otra mujer me advirtió sobre mi comportamiento hacia el niño bonito que quería registrarme, fue como si prácticamente amordazaran mi lengua. Yo no era ninguna tonta, pues comprendí al instante que mi actitud burlona, si la mantenía, acabaría por complicar mi situación personal. La miré con labios apretados, conteniendo todo tipo de ironías: mi inteligencia era superior, sí, pero no lograría vencer la autoridad de los ignorantes. Entonces opté por callar y, de mala gana, dejé que este tal Ackerley se llevara todo de mí: mis preciadas anotaciones, mis tintas, todos mis materiales de estudio se alejaron de mí, dejándome una sensación similar a cuando te arrancan las entrañas. Pensar en esta metáfora hizo que instintivamente me llevara una mano a la zona del vientre. La buena noticia: al final nos trasladaron a una celda bastante más cómoda. Ang me mencionó que ahora estábamos “a mano”, ante lo que respondí con un silencioso gesto de la cabeza. Hubiera preferido hacerme la desentendida, pero podía gozar de un poco más de comodidad gracias a su gestión. Al final, estábamos como al principio. Y los días transcurrieron en silencio, envueltas en la oscuridad que era apuñalada por la luz que ingresaba por la diminuta ventana sobre nuestras cabezas. No conversamos mucho. Al cabo de cinco días volvió a suceder un acontecimiento de mi interés. Un soldado se apersonó frente a nuestra celda tironeando a la anciana, que tenía un aspecto mucho más lamentable. Sin embargo, le sobraba energía para caminar detrás de él y no había desfallecido ante el hambre. Su rostro arrugado, de ojos hundidos hasta casi ser una penumbra sin dimensiones, se posó sobre nosotras recordándome la advertencia de Ang el día que fuimos encerradas. Instintivamente, me alejé un poco de los barrotes. —Hacia donde te diriges no existe el hambre, hoy tus problemas serán solucionados —le dije evitando su mirada, me incomodaba —. No puedo darte nada de comer, pero tú puedes darme tu nombre si quieres. ¿No crees que el olvido es un destino peor que la muerte? Había algo raro con ella, todos lo sabíamos pero nadie alzaba su voz para señalar ese misterio. Yo esperaba aunque sea obtener su nombre, por si era necesario para una futura investigación. Lástima que no tenía un pergamino a mano para anotar.
La anciana miro a ambas mujeres y mostro una mueca similar a una sonrisa. —Ustedes parecen deliciosas...— Con un jalón, hizo que su cuerpo se pegará a los barrotes de la celda que la separaban de la bruja y la erudita —Déjenme probar un poco de su carne— Fijo su vista en la rubia y se relamió los labios para luego girar su atención hacia Ang —Las brujas son algo amargas, pero tengo hambre, tú también servirás— —Vamos vieja bruja....—El soldado intento jalar hacia atrás a la anciana y solo pudo ver con sorpresa como esta se aferraba a los barrotes con tal fuerza que era casi imposible moverla de ese lugar —... Maldita sea— Con su pie golpeo la espalda de la mujer en un intento por que soltara su agarre de aquellos barrotes, viendo como todo era inútil. —Necesito ayuda aquí— Llamó a más soldados mientras seguía con su intento por alejar a esa vieja y llevársela con él. Contenido oculto Gigavehl Bruno TDF sus personajes pueden interactuar entre ellas, para crear un lazo de amistad u odio[amor].... Ustedes deciden xD. La anciana se ira pronto.... Si quieren ayudar al soldado y tratar de que se suelte de los barrotes, acercarse a ella o simplemente hablarle, es el momento
Las palabras de la vieja mujer provocaron un escalofrío que recorrió mi espalda, casi podía sentir cómo los cabellos de mi nuca se alzaban en señal de alarma. Acababa de declarar sin tapujos su intención de devorarnos, y para colmo parecía ser que yo era la que más captaba su interés. —Qué asco das —le espeté rápidamente, sólo porque me había quedado sin palabras—. No respondes a mí pregunta. En eso, el soldado que iba con ella intentó separarla de los barrotes sin éxito alguno, la anciana había ganado una considerable fuerza, una que parecía superar la que podía esperarse de cualquier ser humano. Esto no era un escenario para nada bueno, pero lo que me molestaba especialmente era no comprender qué estaba ocurriendo exactamente, porque no sabía quién era esta mujer, con qué acusación la habían encerrado y de dónde sacaba tantas fuerzas. Suponía que estaba pasando por un proceso de transformación en wendigo, pero eso no eso no aclaraba nada. Miré al soldado forcejeando mientras la mujer no despegaba sus ojos de mí. Ang tampoco me había explicado mucho, sólo me había hecho una advertencia. Miré a la Brujita con una expresión de molestia. —¿Me vas a explicar qué pasa con esta señora o no? —reclamé con los brazos en jarra, ahora un poco ajena a la escena de los barrotes porque mi propia ignorancia me inquietaba peor de lo que podía hacerlo una mujer caníbal. No pude evitar fruncir los labios con indignación— Pareces saber más cosas que yo y eso no puedo tolerarlo. Contenido oculto Improvisé y salió esto, espero agarrar ritmo a partir de ahora.
Terminé por escuchar la petición de Raissa hacia aquella anciana, la vibra me seguía incomodando y no le quité la vista de encima, tratando de prestar absurda atención a mi entorno y lo que pudiese percibir, sumado a aquella misma mujer. Sin embargo, su respuesta fue cuanto menos atemorizante, sí, hasta a mí me había calado un poco, pero no era nada nuevo, esta mujer estaba dispuesta a darlo todo con tal de llevarse cuantas vidas fuese posible con ella. Pero no inmuté mi concentración, estaba muy ensimismada en ella, parecía incluso desconectada de mi entorno cuando eso estaba muy lejos de la realidad. Raissa, sin embargo, me miró, poniéndose en una pose demandante, intenté centrarme pero pronto yo también expresé fastidio, chitándole mientras alzaba brusca una mano a un costado de mi rostro en señal de que se callase. —Raissa... maldita sea. —fue toda mi respuesta, directa y severa. No buscaba intimidarla, ya sabía que era inútil con ella, pero era más para no perder el hilo de concentración, miré el momento unos instantes más antes de soltar un profundo suspiro, por lo que miré al soldado. >>Amordacen su boca, no vaya a darles un inesperado mordisco—. Comenté hacia el soldado, bueno, no reconocía a esa mujer, por mí que la descuartizaran... Me llevé una mano a los ojos, para masajearme los mismos un instante antes de dar un suspiro un poco más tranquila y miré a Raissa, seria. —Paciencia, Raissa, en serio. No nos va a hacer nada, y si se atreve a cruzar esos barrotes me encargaré de romperle el estúpido cuello, no me gusta decir cosas que la gente podría no estar lista en conocer, y lo digo en serio—. Murmuré hacia la misma algo fastidiada, para volver la vista hacia la anciana, ahora estando un poco alerta. >>Intento ver más allá de lo evidente—. Finalicé, aunque era difícil discernir si lo decía en serio o era figurativo.
Con un ruido similar a un gruñido de algún animal, la anciana se giró hacia el soldado que intentaba controlarla y rasguño su rostro hiriendo sus ojos y haciéndolo sangrar al mismo tiempo que ella se libraba de su agarre. Volvió su cuerpo hacia la celda de las otras dos mujeres y comenzó a jalar de los barrotes de forma desesperada al mismo tiempo que gruñía e intentaba alcanzar a cualquiera de las dos chicas frente a ella. —Hambre...— Estiró su mano hacia Raissa y trato de alcanzarla antes de que un par de soldados más llegarán hasta ella y la jalarán hacia atrás intentando controlarla —...Tengo hambre— Con una fuerza sobrehumana, la mujer lanzó a los soldados lejos de ella para luego correr de nuevo a ellos y romper sus piernas con sus manos como si se tratara de la rama de algún árbol. Mordió el rostro de uno de ellos y arrancó un poco de su piel para de inmediato escupirla y volver a fijar su atención en las otras mujeres. Corrió hacia su celda y volvió a estirar sus manos en un intento por alcanzar a alguna, sus ojos estaban fijos en la rubia, casi ignorando a la bruja a su lado.
“no me gusta decir cosas que la gente podría no estar lista en conocer, y lo digo en serio.” Mi expresión de fastidio se acrecentó, sus palabras fueron una gran ofensa hacia mi persona. Yo SIEMPRE estaba lista para el conocimiento por más terrorífico que fuese. Abrí la boca para preguntarle quién demonios se creía que era, pero las siguientes acciones de la anciana hicieron que desviara mi atención hacia el lado contrario de los barrotes, allí donde el caos se había desatado. Los soldados eran lanzados como si de pequeños muñecos de trapo se tratasen, no podían hacer absolutamente nada ante la fuerza descomunal que la anciana había ganado en todo ese tiempo. Observé con mucha preocupación el hecho de que no estaba amordazada. Me sobresalté cuando hizo una extirpación poco elegante e higiénica al rostro de uno de ellos. Pero me relajé cuando escupió el trozo de cara y volvió a lanzarse contra nuestros barrotes, lo cual volvió a ponerme tensa. Me alejé aun más de los barrotes, para acto seguido asomarme desde la espada de Ang. Fue un escondite poco efectivo, pues en ese momento descubrí que era más bajita que yo por unos centímetros. Pero no estaba el ambiente para bromas, había algo que me preocupaba. —Imagino que tampoco vas a decir por qué se centra en mí y no en ti —mencioné mientras la vieja seguía luchando contra los barrotes, que en ese momento demostraban ser más eficientes que los soldados de Ogunros—. Pero lo aceptaré y te encargo la tarea de romperle el cuello si se atreve a pasar.
Estaba bien... Por una vez empezaba a tensarme en serio el asunto. No solo la anciana seguía insistiendo, si no que los soldados poco y nada pudieron hacer contra ella, lo que me hizo apretar los puños de tensión e impotencia... ¿Y ahora cómo se supone que nos la quitaríamos en encima? Mi respuesta parecía no haber agradado en lo absoluto a Raissa y la preocupación por ello era nula, lo que había hecho la anciana no era algo nuevo para todo lo que ya había visto y asimilado, aún así, el maldito problema persistía... Seguí centrada, hasta que inhalé con sorpresa, en ese momento Raissa habló, y voltee a verla cuando acabó, en algún momento se colocó detrás mío, pero mi expresión era de tensión y hasta de preocupación... —A menos que cargues con algo o tengas alguna cosa que le llame tanto la atención, lo explicaría, pero a estas alturas maldigo que los idiotas del reino no sepan actuar... Raissa, la jodida anciana está poseída, estamos viendo algo más, no es un Wendigo; es algo peor. Pero a base de forcejeos y los ojos no puedo saber exactamente qué es, y mucho menos sin mis cosas... No es una persona, la anciana que era ya no vive, solo... Es algo más. Y no creo que vaya a frenar por mucho que la golpeen... Maldita sea—. Expliqué, quejándome en lo último y volviendo la vista al frente, ¿Y qué demonios se supone que debería hacer? A este paso, lo que podría servir es retener al recipiente, romperle huesos, asesinarla o amordazarla, pero a conciencia que no se estaba lidiando con una persona ordinaria. Miré alrededor, intentando pensar rápido qué hacer, ¿Quería saber? Pues ahí lo tenía, una mujer poseída por sepa tú qué clase de entidad, ahora el maravilloso conflicto era ver cómo nos deshaciamos de esto y entender porqué tanta relevancia a Raissa. Tsk... Si es que tan solo me hubiese esperado un día más como Al'Hent me recomendó, y yo de terca por querer prepararme en teoría para las tantas advertencias que el bosque me relataba.
La anciana parecía no sentir los barrotes de la celda , ya que podían escucharse sus huesos quebrarse mientras intentaba pasar por ellos y llegar hasta las otras mujeres. Ya no emitía ningún sonido reconocible, todo era más simples gruñidos y una mirada llena de sangre. De pronto un silbido se escuchó en el lugar haciendo que la anciana despegara la cabeza de esos barrotes y girará hacia atrás para ver de donde provenía el sonido. En solo un par de segundos la cabeza de esa anciana cayó al suelo dejando un camino de sangre mientras rodaba y chocaba contra la entrada a la celda de Ang y Raissa. Su cuerpo tardo un par de segundos extra antes de caer al suelo inerte. —¿Estaba poseída?— había entrado a las mazmorras justo cuando la bruja hablaba sobre esa anciana, los soldados ya estaban tardando en sacar a los condenados a muerte y mientras revisaba lo que pasaba, me encontré con la escena de esa vieja y mis hombres heridos. Me acerque a la cabeza y la tome por el cabello para alzarla y poder ver mejor como la sangre que escurría de ella, no era roja, sino que tenia un tono más oscuro y su olor era más el de un cadáver pudriéndose que el de un recién ejecutado. — ¿Puedes saber que es ahora?— Miré a Ang y le mostré la cabeza en mi mano, pero antes de que pudiera abrir la puerta de la celda, los labios de la anciana comenzaron a moverse y sus ojos se abrieron fijándolos de nuevo sobre la rubia e intentando al parecer llegar de nuevo a ella. —Parece que le agradas— Tal vez no era momento para bromas, pero no pude evitar lanzar el comentario mientras esta vez yo también veía a la erudita. —Salgan ambas...— Sin soltar esa cabeza, abrí la celda y le ordene a los soldados seguir con lo suyo y llevar a los prisioneros a la orca mientras los heridos eran atendidos —...El rey desea hablar con ustedes— Contenido oculto Gigavehl , Ang puede pedir que Rioncell le entregue esa cabeza o solo mirarla desde lejos. Bruno TDF , Raissa igual puede pedir que le den la cabeza de la anciana aunque siga con "vida" o pedir que la incineren para que deje de verte....
Esa susodicha anciana quería devorarnos en serio, sobretodo a Raissa, yo seguí tensa y pendiente, intentando sopesar opciones, la anciana hacía lo imposible por aproximarse mientras sus huesos crujían producto de un antinatural sobreesfuerzo, eso, antes de que un silbido captara mi atención y, a velocidad, tan pronto la anciana había volteado, vio su cabeza cortada con eficacia, haciendo que el mismo rodase hasta la entrada de nuestra celda. Me quejé, no por la escena, si no por el jodido olor, era algo que debí ver venir y aún así, por muy bruja que fuese mira que habían límites en cuanto a olores, higiene y esas cosas. —Sí, escuchaste bien—. Respondí hacia la soldado, al menos debía admitir que me aliviaba verla a ella y no al tarado de Arcky. Luego la miré directamente, para desviar mi vista hacia la cabeza, la sangre oscurecida y el fuerte olor... Si es que por sus palabras me daban la sensación que ya estaba aquí desde hacía rato, lo cual si era así, me resultaba algo demasiado... raro. Como fuese, iba a acercarme con cierta cautela cuando la jodida cabeza abrió los ojos y siguió cebada con Raissa, a lo que solté un bufido, pero menudo fastidio. —Mejor quémenlo, a la cabeza y el resto de su cuerpo, a menos que quieran coleccionar la cabeza para algo más bizarro—. Dije entre en serio y picando un poco, para después ver cómo la soldado abría la celda y escuché las últimas palabras de ella... ¿El Rey quería hablar con nosotras? ¿Y qué podría ser? Ya me daba una idea, pero me llamaba la atención que también quisiese hablar con Raissa. Miré a la misma un momento, como cuestionando la situación antes de volver la vista a Rioncelle y asentir sin muchos ánimos; solo quería irme de aquí, maldición. —De acuerdo, iremos allá. Pero antes mantén firme el agarre, puedo inspeccionarla así—. Dije hacia la mujer una vez me había acercado lo suficiente para ver a la cabeza, quedándome reflexiva... Una posesión... ¿Qué clase de entidad podría ser? Con estas características ya podría llegar a darme una idea, o eso quería creer. Contenido oculto Ang mirará la cabeza desde lejos, idk, que haya una opción como que me da mala espina (?
Fruncí el ceño ante la revelación de la brujita. ¿Qué era eso de una “poseída”? Pero pocos segundos tuve para meditar alrededor de sus palabras, pues la orquesta de huesos rotos que emanaba de la anciana endemoniada me distrajo nuevamente. Para este momento, me encontraba en el punto más alejado de los barrotes, sin despegar la mirada del rostro de la mujer arrugada. Si llegaba a traspasar los barrotes tendría que leer sus movimientos y rezar para que no superara mis reflejos pero… nada de eso haría falta al final. La soldado que habíamos visto antes, la jefa del niño rudo, apareció para quitarle la cabeza de un corte limpio. El olor a muerte impregnó las mazmorras a una velocidad pasmosa. La brujita dejó escapar un quejido ante el nauseabundo aroma, yo por mi parte arrugué un poco la nariz, pues estaba acostumbrada a ese tipo de “perfume”. ]Aunque éste era más potente de lo habitual... Estábamos salvadas, o eso creía hasta que la maldita cabeza separada abrió los ojos, que se fijaron inmediatamente en mí. —¿Tú crees? —respondí con ironía a la mujer soldado, que aludió que yo le agradaba a la anciana—. Podría quedármela para investigarla, pero creo que esto va más allá de la ciencia —comenté con un suspiro, sabía que iba a dejar pasar una oportunidad de ampliar mis conocimientos. Esto era interesante al fin y al cabo, pero no me gustaban los peligros potenciales—. Por mí pueden quemarla, pero también quisiera verla de cerca —finalicé, sumándome a Ang en esa tarea.
Mire la cabeza de la anciana y por más que golpeara su mejilla ella no parecía prestarme atención a mi, y solo se enfocaba en la rubia. Miré alrededor y tome un viejo costal de tela que estaba cerca, deje la cabeza dentro y la cerré firmemente para evitar saliera, pero la sangre pestilente si que escurría por esa vieja tela. —Vayamos con el Rey, luego podrán ver esta cosa de cerca si quieren...— De alguna manera me daba un poco de risa que ambas chicas mostraran cierto temor a una cabeza cercenada que las seguía con la mirada, pero debía mantener mi pose seria y solo guiarlas hasta el rey. Antes de salir, ordené que levantaran el cuerpo y lo metieran de nuevo a una celda en espera de órdenes. Le indique a ambas mujeres que me siguieran y camine a su lado hasta llegar a la sala del consejo donde se encontraba el rey... Contenido oculto Gigavehl Bruno TDF dejan las mazmorras y se van a ver al rey..... Ya los etiquetó ;).
