Reino de Ogunros...

Todo parecía darle vueltas y nada le cuadraba. Seguro era otro sueño, pero este era tan tranquilo...

El silencio del bosque le hizo sentir calma, su hombro no dolía y estaba seguro de que podría quedarse bajo cualquier árbol por horas, solo mirando su al rededor. ¿Así de cansado estaba? Soltó un suspiro y miró lo que le rodeaba, solo ahí se dio cuenta que no estaba solo. Por un momento temió por su vida... ¿Qué si ese simple humano de la nada se transformaba en un monstruo horrendo? Y lo atacaba, como anteriormente le había pasado.

Se llevo la mano al hombro, el cual estaba bien, pero eso solo porque estaba soñando. Se armó de valor y se acerco al pelirrojo. Debía admitirlo, también le intrigaba esa cabellera que jamás había visto antes.

—Disculpe, caballero ¿Se encuentra usted bien?

Shawn se inca para mover con su mano al hombre tirado en el suelo, tratando de despertarlo.

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Escogí ver que onda con el pelirrojo, porque Shawn es curioso y no aprende de los peligros.

Le parecía increíble. Leonor debería traerle la calma y paz que estuvo buscando mientras pelaba las papas mugrosas y podridas, mientras limpiaba la cebolla... mientras intentaba hacer todo lo que aquel hombre tosco le ordenaba. Lavo incluso la verdura antes de pelarla y trato de hacerlo lo mejor posible. Su mano tenía tantas cortadas como nunca antes y le dolían, podía incluso sentir como se hinchaban. Lo estaba intentando y que nadie se diera cuenta de ello... le pegaba en su orgullo. Así que solo pudo mirar a Leonor con lagrimas en los ojos y, si fuese un niño inmaduro, le hubiera lanzado el cuenco con todos esos trozos de papa para que supiera lo frustrado que estaba.

Pero no lo haría, porque la comida no se desperdicia y él ya no era un niño inmaduro.

—Maldita sea... ¡Lo estoy intentando! ¿Acaso no ves que estoy haciendo todo lo que me piden? No he dicho que no en ningún maldito momento...

Pero no era su culpa no saber cocinar. Su padre jamás le permitió entrar a la cocina si no era para dar ordenes a las cocineras, ni siquiera le dejó estar con su madre y hermanas mientras preparaban bocadillos, porque eso era cosa de mujeres y él, como el hombre de la casa, debía cazar y llevar dinero y alimento al hogar para que después las mujeres le recompensaran con alimento. No es algo que Mitchell encontrará satisfactorio, matar animales y esperar a que su madre y hermanas le sirvieran, pero, como su padre solía decirle, ya era bastante con su aspecto afeminado como para que lo avergonzará más actuando como mujer también.

Así que jamás cocino nada en toda su vida. Tampoco dejó que sus hermanas se encargarán de la casa ellas solas, él limpiaba y ayudaba en los lavores que más podía, pero cocinar... jamás.

Volvió a ver sus manos y apretó los puños con fuerza, haciéndose daño.

—Si tantos problemas te iba a traer, debiste dejarme en el bosque a mi suerte.

 

Por un momento me angustié, no me gustaba verlo más, pero escuchar una queja tras otra, ver cómo se dañaba aún más sus manos y, para el colmo, se sumaba a las voces que ponían en duda mis acciones terminó por regresarme la durezas en mis acciones.

—¿Terminaste de llorar, joven? —despegué un poco mi persona de la suya al no usar su nombre, me levanté y lo miré desde arriba—, creo que tengo la edad suficiente, las experiencias suficientes y las confianzas suficientes para saber qué hago, por qué y hasta cuándo me conviene seguir haciéndolo —evité alzar la voz de más, pero mis palabras salieron tan firmes como duras. Caminé a un costado, abrí un cajón y conseguí unas sogas. Me acuclille frente a él y até sus muñecas delante de él evitando pasar a llevar algunas de sus recientes heridas, el nudo fue más que firme, rozaba un poco.

>>Te combine no resistirte si quieres evitar más llagas en tu piel...— Lo miré directo a los ojos tras haberme centrado en el nudo—, chico de porcelana—. Me levanté y tironee tan solo un poco la soga indicándole así que lo hiciera también—, la gente acá no te tiene compasión, así que recogeré mi plato y te llevaré a mi cuarto...— Fruncí el ceño, cerré los ojos y chasquee la lengua—, no, esa no es buena idea— Volví a mirarlo a sus ojos, siempre firme—, comeremos juntos con el resto, compartiré mi comida contigo. No quiero quejas como tampoco quiero quejas del resto, ¿Entendido?

Luego de eso tironee la cuerda otro poco para que caminaramos fuera. Conseguí mi plato y nos busqué un asiento a los dos. Comí como pude con una sola mano, una mezcla de descuido y pulcritud, tragué. Mi rostro parecía ahora en un perpetuo enojo, pero no sé notó en la voz tranquila y seria que usé

—Pide lo que quieras de mi plato —más bien musité para nosotros dos, mi mirada viajó hacia el resto de comensales, juzgando cada una de sus acciones, mis ojos reflejaban no solo firmeza, la fiereza ardía y era claro que no quería escuchar quejas en ese momento.

 

Lo que antes era una vista agradable, ahora era desagradable. Algunos soldados limpiaban la sangre lo mejor que podían, y otros más reunían los cuerpos a un lado para luego cubrirlos con sabanas y esperar otros soldados más llegaran con carretas y se los llevaran.

—Señor, por favor encargase de limpiar la taberna— Un hombre le entrego una cubeta y escoba al príncipe mientras le señalaba la taberna —Ya sacamos todos los cuerpos— Y dicho eso, se dio media vuelta y continuo su labor con los demás.

Dentro de la taberna, el olor a alcohol se mezclaba con el de la sangre, las mesas, sillas y barriles estaban destrozados y la madera esparcida sobre el suelo mezclándose con la sangre.

 

>>> Sueño de Shawn <<<

Al acercarse el erudito pudo ver como ese hombre no parecía herido, solo parecía estar inconsciente. En cuanto lo toco, pudo ver como ese chico lentamente abría los ojos e intentaba ponerse de pie.

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Yáahl a partir de este momento Liam está dentro del sueño de Shawn....

Lo que tu chico puede ver es un bosque en completo silencio y calma, a no ser por el hombre frente a él todo lo demás parece tranquilo. El sol apenas se distinguía en el cielo, era raro, no se podía saber si aún era de día o estaba por anochecer, ya que todo se veía extrañamente oscuro aunque el sol se distinguiera entre los árboles

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Todos los ojos estaban sobre ellos y no de una forma agradable. Aunque ninguno se atrevió a cuestionar las ordenes de Leonor se podía ver en su mirada que estaban en desacuerdo con ella y ese rubio.

Durante todo el viaje ninguno de los hombres se acercó a Leonor o interactuó con ella más de lo necesario. A diferencia de cuando Erick estaba con ellos, esta vez todos los hombres y mujeres se mantuvieron distantes y solo trabajando en lo suyo hasta que el barco llego a su destino y todos comenzaron a descender.

Frente a ellos se alzaba el imponente bosque, aunque ahora estaban en la orilla, la vegetación ya comenzaba a ser densa y los árboles cada vez se podían ver más y más grandes.

—Leonor...— La pequeña de antes se acercó a la rubia apenas bajaron del barco y la tomo de la mano —...Todos están molestos contigo— Hablo en voz baja y apenas para que la mujer la escuchará —Dicen que ese chico solo esta de vacaciones contigo— Se oculto tras Leonor en cuanto vio pasar aun par de hombre frente a ellos y apretó con más fuerza la mano femenina.
—Deja de ser un niño mimado si no quieres tráele problemas a Leonor— Cuando los hombres de fueron miro con rabia al chico y su tono de voz cambio a uno molesto, haciendo que incluso le diera un puntapié al chico.

 

El ambiente que los rodeaba se sentía siniestro, pero no debía olvidar que eso era un sueño. No era real, aquel hombre frente a él seguramente era un invento de su cabeza. Jamás había visto una cabellera roja más allá de los libros de texto en el palacio y aquel acento desconocido... No era alguien que conociera, quizá otra visión que claramente debía informarle al Rey en cuanto despertara.

Pro primero debía averiguar más acerca de este extraño sueño.

—Soy... Shawn.

Supuso que aquel hombre no tendría ni idea de quien era. No era real o, por lo menos, no era más que un sueño. Extendió su mano hacia el extraño para intentar ayudarle, tratando de verse lo más calmado posible. Experiencia no le faltaba, codearse con la aristocracia de su reino le enseño los mejores modales del mundo y también a fingir que te agrada saludar a una persona cuando en realidad la simple idea de tocar a un extraño te asquea, como en este caso.

Incluso se dio el lujo de sonreír, cosa que pocas veces había hecho.

—Y no tengo idea de donde estamos. Pero... deberíamos buscar la forma de salir ¿No crees?

Decirle que estaban dentro de un sueño era una locura totalmente descartada, no sabía que clase de reacción le traería eso, así que solo suspiro, esperando a que aquel extraño aceptara su ayuda. Era un sueño, su sueño, y aún así se sentía cada vez más perturbado de la extraña calma y el silencio que le rodeaba, sobre todo después del bullicio en la que su habitación se había convertido después de haber sido atacado.

—Y tu ¿Quién eres?

No era un niño mimado y esa niña era una completa idiota. Quizá no era bueno cocinando, pero era bastante bueno en el trabajo manual, pese a no ser tan fuerte como los guerreros, podía cargar leña y arrear ganado, lo había hecho innumerable veces con el pueblo. También había ayudado a la construcción de una pequeña escuela e incluso, después de una fuerte tormenta, ayudo no solo económicamente al pueblo, también ayudo con la reconstrucción de algunas viviendas destrozadas.

Esa niña era una tonta que solo lo juzgaba por ser parte de la nobleza sin siquiera conocerlo.

Miro a Leonor, pero no buscando ayuda, era más bien desafiante y, sabiendo que podría arrepentirse de lo que diría, habló fuerte y claro, sin importarle si quiera si los demás le escuchaban. Si Leonor le reprendía, no habría problema, así al menos los demás guerreros comenzarían a confiar más en su criterio.

—Yo jamás le pedí ayuda, si no me alimentan no me importa, desde que me capturaste he hecho todo lo que me ordenaron. Limpie la cocina, las estupídas papas llenas de moho e incluso intente ayudar para cocinar. La única que parece que me trata como un mimado eres tu, Leonor.

Le temblaban las manos, de miedo. Si la rubia fuera un hombre le habría empujado para provocarlo, así que se contuvo, apretando un poco los puños. La siguió mirando firme, pero también con tristeza. Era la única persona en la que confiaba y no quería que los ojos de aquella muchacha le dejaran de ver con ternura y amabilidad, pero si él era el problema y podía ayudarle a que sus hombres confiaran más en ella, tendría que arriesgarse a perder a la única persona en quien confiar entre todos esos extraños.

—No soy un niño. Soy un hombre que, aunque nadie me crea, ha usado sus manos para construir. Se una buena líder y deja de tratarme como si fuera un muñeco de porcelana porque no lo soy...

La voz le tembló en gran parte de su discurso, lo cual solo lo dejaba más en ridículo. Sonrió como su corazón se oprimía en su pecho.

—Yo no necesito tus migajas, bastante has hecho con alejarme de mi hogar... no me trates como si tuvieras compasión. Se una líder y tratarme como todos esperan que lo hagas...

Y por dentro pensó mil veces "no llores, no llores, no llores". Tenía que ser un hombre, un verdadero hombre por primera vez. Apretó los puños y espero a recibir un golpe de Leonor. debía hacerlo. "Golpéame, golpéame por favor". Miró a la niña, quien observaba todo con el ceño fruncido y le regresó la misma mirada de dureza que le había regalado tantas veces a él.

 

Contenido oculto: Sangre//Agua

Esto no es buen signo

Escuché la voz de la pequeña con semblante serio, mirándola de reojo lo que fuera necesario, aun con mi rostro duro recibí su mano con un agarre firme, no doloroso. Mi ceño agarró furia cuando pateó a Mitchell, me enojé.

—No hagas eso, ¿Quién te autorizó para tocar lo que es mío? —dije sin alzar la voz, hable firme y con autoridad, mirándola de reojo sin molestarme en agachar la cabeza o cambiar mi postura para dar con sus ojos. Na hacía falta gritar ni decir cosas desagradables para reflejar lo mucho que me había disgustado su accionar...

Qué sabría yo que se vendría algo aún más inadmisible que eso.

A la gatita se le ocurrió sacar las garras gruñendome, mi mirada seria cayó sobre Mitchell, se me veía ligeramente desconcertada. Fruncí más el ceño, apreté los labios con ira contenida y mi mano se aferró con fuerza a lo que tenía agarrado: La soga de Mitchell y la mano se la chica, solo la pequeña se haría una idea de cuánto dolería un puñetazo de mi parte con la simple fuerza con la que sujetaba su pequeña manita. Cuanto más se quejaba Mitchell mis ojos se iban ensombreciendo con rabia, recordándole al chico que no hablaba con una cualquier.

Era hija de los Edevane, una familia digna de los comandantes en las guerras de Ogunros: Conocía la muer, porque me respiraba en la nuca, y la mirada que le daba ahora, aunque silente, expresaba a la perfección que lo último que querría un aliado era tenerme como amenaza.

¿Le temblaban los pies, la voz; Parecía a punto de llorar, entrar en otra crisis? Ya no me interesaba, sentía que el chico mordía la mano que, literal, le dio de comer y eso no hacía más que aumenta la rabia visceral que sentía crecer y crecer, como un torrente que se revolvía en mi estómago, listo para extirparse en un arrebato que era incapaz de predecir cómo saldría.

Alcé el mentón, mis ojos perdieron ira cuando se explicó, pero agarraron frialdad. Los miré con la mano dura contra la cuerda, cuando terminó de hablar solté la mano de la pequeñas que logré mantener sin llegar aplicar toda mi fuerza, para evitar que se dañara.

Solté a la pequeña y lo primero que hizo mi mano, sin previa alerta, fue girarle el rostro a Mitchell de una cachetada que sonó aguda, resonó entre el bosque y su madera, y mi respiración se agitó un momento, toro contenido.

Y no lo pensé cuando mi boca se torció, mostrando los dientes con rabia.

Venía aguantando mierda tras mierda y nadie se aburría de cuestionarme.

A mí, a quien Erick le confió todo lo que era valioso para mí.

Inconscientemente, sabía, cuestionaban a Erick.

Y nadie contraria a Erick acá.
​

Luego de la cachetada no le di tiempo a reaccionar, mi rodilla viajo a su entrepierna y le di una puntada con toda la fuerza del mundo, inconscientemente sabía lo que hacía, un golpe bajo e indigno, pero esto no era una batalla.

Era un castigo.
​

Vi cómo Mitchell se retorció sobre su propio cuerpo tras eso, lo seguía mirando, ahora con una rabia silente y mis labios era una fina línea de inflexibilidad.

Le grité con firmeza cuando mi mano, aún con la delicadeza de una dama, pero la fuerza de un guerrero, empujó su pecho para desbalancearlo.

Quería verlo caer.​

—¡¿Qué?! —espete— !¿Quién mierda te crees, Mitchell?! —seguí con la rabia en mi cara y la voz monocorde, pero estaba gritando, todo el bosque sabría que gritaba. Lo miré casi como a un insecto— ¡¿Quién te dio derecho a contradecirme?! ¡Cuida tus palabras, porque si no yo misma... —continué, amenazante—, no los lobos cuando te dejé abandonado en el bosque— Empecé a apuntarle acusativo con mi dedo mientras hablaba—, serán los que descuerticen tu cuerpo! Porque creo saber lo que hago y si me tratas como otra ignorante más, te juro, te juro con mi corazón que no querrás nunca más verme la cara, ni en un cuadro.

Exhalé brusco por la nariz mientras me callaba, mis ojos lo miraban con odio. Doblé mi espalda, flexione las rodillas, mis ojos quedaron delante los suyos y mi índice tocó con firmeza su pecho, justo arriba de su corazón, y lo miré con rabia.

Con brio, mientras no tenía compasión... pero mi voz grave, cansada, cargaba una cuota de culpa.

—Ya gente murió con mis manos con su sangre...— Me erguí cómo correspondía, sin perder nunca sus ojos, hablé fuerte y claro, sin la rabia.

Solo firmeza y seguridad.

>>No tengo problemas con hacerlo otra vez, si eso quieres.

Contenido oculto: Monstruo

Contenido oculto: My honest reaction

 

No dudé en ponerme a las ordenes de los soldados cuando mi padré así me lo ordenó ¿Que me hacía gracia? ninguna, más si que podía, quizás aprovechar la oportunidad para enterarme de lo que había acaecido en el mercado.

Miré a los soldados para empezar a caminar por las calles que previamente me llevaron al mercado... llena de sangre y cuerpos, generándome una creciente sensación de intranquilidad y tristeza que, convivían a la vez con la sensación de culpa que me generaba un nudo en el estómago, era mi gente....

Hice esfuerzos titánicos para no devolver y solo aligerar el paso tratando de evitar todo lo posible ver el panorama mientras el destino se acercaba lentamente a nosotros, la cantina que, afortunadamente parecía menos horrible y poco tardé en saber por qué, la habían limpiado de cuerpos, eso si, la mescolanza de sangre y alcohol concentrado no era precisamente grata pero al menos tenía sentido con el estado en ruinas del lugar ¿Tenía que limpiar la taberna? Vale, eso no era al menos tan desagradable.

— Mientras hago la labor, quizá sea momento también de que me pongáis al día de lo que aquí ha acaecido—. Comenté mientras limpiaba— Y gracias por ocuparos de las víctimas

 

La pequeña niña aguanto las ganas de llorar al escuchar ser reprendida por Leonor y solo pudo pegar su mano adolorida a su pecho una vez la mujer la soltó. Aunque quisiera no tenia la fuerza de esa chica y no pudo más que callarse y ver con desagrado a la rubia.

Apenas pudo se alejo de ella y corrió hacia los hombres que ya estaban listos para seguir con su camino a través del bosque.

Todos miraron la escena entre ambos rubios, en silencio y apenas reaccionando a ambos. En completo silencio todos los hombres y mujeres siguieron su camino y dejaron atrás a la pareja, esta vez ni siquiera la pequeña se preocupo por esperar a Leonor.

Al parecer, y pese a todo, a ninguno de esos hombres les importaba lo que hiciera en ese momento su "líder" y simplemente siguieron su camino dejando la pelea atrás....

 

Uno de los soldados que estaban al lado del príncipe, lo vio de mala manera ante sus comentarios, y solo uno que parecía mucho más joven se acercó a él.

—Unas criaturas extrañas han atacado el reino mi señor, todos peleamos con valor, pero parecía que no éramos capaces de vencerlas— El chico no parecía mayor a 15 años, pero se notaba su devoción al reino.
Estaba cubierto de sangre, pero parecía no importarle al vaciar más agua sobre el suelo para quitar ese liquido rojo que ahora comenzaba a tornarse negro

—Parecían criaturas salidas del mismo infierno, incluso el general Rioncell termino mal herida al enfrentarse a ellas— Miro al príncipe un poco emocionado al poder hablar con él de forma tan "casual" cuando era muy raro siquiera poder hablarle.

—¿Usted donde estaba mi señor, que no las visto? — Esta vez, su rostro reflejo una duda genuina al darse cuenta de que ese príncipe parecía desconocer la masacre que había ocurrido.

 

No pasó a mis ojos desapercibido la mirada penetrante del soldado que muy cerca mio, una mirada harto desagradable, seguramente de haber sido yo el regente le hubiera mandado a las mazmorras por ello más, colegía que cualquier acción que hiciera y llegar a oídos de mi padre, suponía fácilmente una reprimenda incluso mayor, al menos llegó otro de los soldados que aclaró mi duda.

“Criaturas extrañas que atacan el reino y las cuales causaron todo este desbarajuste” empezaba a pensar si no me estaba volviendo loco, aunque viendo como estaba todo esto, simplemente decidí creerlo, el guardia no parecía mentir y su expresión de terror era verídica, además ningún hombre habría sido tan cruel y cualquier invasión habría sido claramente notificada y no pasada tan desapercibida para que incluso yo mismo estando en mis aposentos no me enterara de nada y mi padre no habría sido tan eh...”¿Misericordioso?” En fin, independientemente de eso, definitivamente la situación era preoccupante y yo fui un irresponsable que merece haber sido sancionado con tal labor, la cual no abandoné mientras escuchaba atentamente al soldado, el cual parecía ser bastante joven. Me mantuve en silencio hasta que el soldado optó por preguntarme. Generalmente no era de los que daba información de mi actuar más, su diligencia y amabilidad así como su deber para con el reino y fidelidad merecía la misma honestidad por mi parte.


— Bajé al mercado a fin de estirar las piernas, al no detectar nada anormal torné a mis aposentos y colijo que poco después inició todo lo que me has contado y cometí la imprudencia de no haber estado al tanto hasta que mi hermana vino preocupada y me lo contó todo, luego mi ascendiente y ocurrió lo que ocurrió—. Comenté sin dejar de limpiar al nivel del resto— ¿Se conoce el número de bajas?

 

No conocía ese nombre y tampoco le sonaba de nada, pero no creía que eso fuese algo relevante o importante. Estaba en un sueño y uno suele inventarse lugares, rostros. O eso leyó alguna vez; Liam lucía bastante correcto y con un rostro lindo, de esos que seguramente son cuidados así que, supuso, su subconsciente había inventado a algún noble para hacerle compañía en aquel lugar.

Se sintió tonto por haber ofrecido su mano de ser ese el caso.

"No pienses idioteces, Shawn. Estas soñando, aquí podrías besarte hasta con el mismo rey porque solo es un sueño."

Y se sonrojo por tan absurdo pensamiento.

—Si le soy sincero, no suelo frecuentar bosques.

De niño quizás, varias veces con el joven príncipe y uno que otro niño noble, cuando las madres llevaban a los niños a correr y jugar. Pero no era algo digno así que, cuando todos cumplieron cierta edad, las visitas de juego en los bosques quedaron prohibidas. De todas formas, no es que él fuese una persona que disfrutase de correr y ensuciarse, ni siquiera de niño fue algo que disfrutase en lo absoluto. Miró a su al rededor, aquel bosque estaba en su cabeza, debería saber como salir.

—Y todo esta tan silencioso... no se si lo mejor sería tratar de buscar un refugio.

Shawn miró al pelirrojo esperando una respuesta. Por más sueño que fuese, en verdad le inquietaba tener a un desconocido cerca de él.

Aquel golpe le dolió más de lo que había imaginado, pero tendría sus ventajas, ¿No? aquella bola de imbéciles se darían cuenta de que Leonor vale como líder y no tiene un favoritismo por él, el prisionero. Se quedó en el suelo más tiempo del que debería, sintiendo el ardor en su piel y las lágrimas resbalarle por el rostro. Se sentía patético.

Esperaba en algún momento tener la oportunidad de explicarse con Leonor, de pedirle perdón.

Pero tendría que esperar para eso.

Se levanto después de pasar la única zona limpia de las mangas de su camisa por sus ojos para enjuagarlos y camino detrás de la rubia, ahora solo le tocaba esperar a recibir ordenes o a ser encarcelado en alguna jaula. Ya no sabía que esperar, mucho menos ahora que había alejado a Leonor de su lado. Quizá, si tenía suerte, le dejaban en el bosque...

Miró detrás de si, al mar. Aunque lo dejarán en el bosque, su hogar estaba tan lejano...

 

¿Me gustó ver cómo reaccionaba la pequeña? No, ¿pero tenía sentido retractarme ahora, pidiéndole disculpas? Tampoco. Tenía que seguir con lo que empecé, porque tenía que se consecuente con mis acciones, si algo sabía es que tenía que demostrar confianza en mis decisiones y no dudar en lo que creía. Porque se suponía que ellos actuarían bajo mi tutela, debía estar segura, por más que a ratos no supiera si en verdad estaba haciendo las cosas bien...

Ya llegaría el momento de conversar las cosas, o eso esperaba.

No tuve que mirar a los ojos, ni siquiera de reojo, a todo el grupo para saber que se marchaban en silencio, aquello dolió. Vaya que dolió, yo solo pude apretar mis manos con fuerza, mis uñas se clavaron en mis palmas y bufé mirando con rabia cómo lloraba Mitchell. Se levantó, miró atrás, lo miré en silencio...

Así que no diría nada. Exhalé con fuerza una vez más.

Desenfundé la espada.

Las cuerdas cayeron.
​

Volví a tomar el rumbo, pero antes de empezar a caminar le hablé al rubio mientras todos se marchaban, perdiéndose en el bosque.

—Cómo te vayas y cuentes a tu tierra sobre esto...— Lo miré con ojos rasgados, tan filosos como mi espada, mi voz era monocorde y apática, aunque esa última parte tuvo una cuota de agresividad—, yo misma te cortaré la cabeza...

Tenía algo que proteger, él también.

>>Camina, porque fuiste libre de ayudarme —recordé esa tarde en el reino, que ahora era un recuerdo marchito más—, y eres libre de revelarte...— Lo miré por sobre mi hombro, aun con la espada desenvainada—, si te quieres morir me avisas, para ahorrarte el trabajo.

Y caminé.

 

El soldado solo se quedó mirando al príncipe y su explicación en silencio, era raro que todo el alboroto no saliera siquiera a ver lo que pasaba, pero él no podía decir nada, solo se dedicó a escuchar y responder.

—No se sabe mi señor, pero son cientos de muertos...—Con un tono serio, el soldado respondió antes de bajar la mirada y pensar un poco—...En próximos días seguramente nos espera un trabajo mayor—

—Deje de perder el tiempo soldado— Un hombre mayor se acercó a ambos jóvenes y reprendió al menor mientras lo mandaba a limpiar a un extremo de la taberna. —Por favor limpie de aquel lado príncipe— Con respeto, pero al mismo tiempo con una mirada indiferente, el hombre le señalo un punto especifico a ese príncipe antes de irse y dejarlo solo.

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Donde quieres ir a limpiar??

• Tras la barra de la taberna
• Junto a unos barriles de alcohol tirados en una esquina
• Ir junto al soldado y limpiar la misma zona.

 

>>> Sueño Shawn || Liam <<<

El silencio en aquel lugar era perturbador, solo las voces de ambos hombres se podían escuchar, las hojas de los árboles parecían moverse, pero no se sentía viento alguno, incluso el sonido de las hojas era inexistente.

De pronto el silencio se vio interrumpido por un suave murmullo, al principio imposible de entender lo que se decía, después poco a poco ese murmullo comenzó a hacerse más fuerte.

—Tili Tili bom... Cierra tus ojos pronto, alguien ve a la ventana...— Era una suave melodía, al parecer cantada por una niña.

A simple vista ninguno de los hombres podía ver nada, hasta que la figura de una pequeña jugando bajo la sombra de un árbol se pudo ver. Era una niña de más de 10 años, con cabello corto y rubio, jugaba con una muñeca y sus ropas parecían ser de la nobleza.

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Temarii Juuzou tu elección esta vez, influye solo a tu personaje, así que decide...

• Acercarse a la pequeña
• Alejarse de esa niña

Yáahl tu elección solo influye en Liam....

• Acercarse a la pequeña
• Alejarse de esa niña

 

Durante el camino ninguno de los hombres y mujeres rebeldes prestaron atención a ninguno de los rubios, hablaban entre ellos pero de cosas superficiales y era todo.

Cuando cayó la noche, todos detuvieron su paso e improvisaron pequeñas fogatas para mantener el calor y de paso cocinar un poco de lo que llevaban.

La pequeña a la que Leonor había tratado mal, apenas la miro a ella o al rubio cuando fue a su lado y les entrego un poco de caldo con pescado que recién habían cocinado. Se alejo de ellos y se puso a comer junto a un grupo de mujeres.

Contenido oculto

Temarii Juuzou, Mitchell debe volverse hombre (?) xD

• Alejarse de Leonor y comer solo y apartado
• Quedarse junto a la rubia en silencio y solo haciéndole caso

Mori , es hora de que Leonor se ponga en pose de líder (?)

• Basta de que te hagan a un lado.... Alzar la voz y reafirmar eres la líder y que te respeten.
• Mirar en silencio la indiferencia de todos, algún día entenderán que eres su líder y haces lo mejor por ellos.

 

La noche había llegado tan pronto que se sentía morir. Había caminado en un largo e incómodo silencio, sintiendo que todo el drama que había hecho no había importado y lo único que había logrado era poner una muralla entre él y la rubia. Al caer la noche quiso ayudar a las personas con el pequeño campamento improvisado, pero sentía que no sería bien recibido y que no le creerían capaz de poder ayudar.

Así que, aprovechando que Leonor había roto los lazos que le sujetaban las manos, él mismo se puso en marcha para construir algo pequeño que lo mantuviese un poco a salvo, incluso lo hizo un tanto alejado de los demás pero no demasiado. No pudo mirara a Leonor en todo el rato.

Termino con la respiración agitada y más sudor del que le gustaría. Se sentía pegajoso, el cabello áspero y deseaba tanto echarse a una tina con sales de baño y quedarse ahí toda la noche. Miró a la rubia de golpe y se sonrojo al imaginar en ella compartiendo ese estilo de vida con él. Ambos, tranquilos en su enorme mansión, sin tener que caminar por horas bajo el sol. Sin gente que no apreciara la fuerza de Leonor.

Pero entonces la pequeña niña del grupo le hizo salir de sus pensamientos mientras le entregaba alimento. Bueno, al menos no le dejarían morir. Le agradeció a la pequeña y miró el alimento mientras se sentaba cerca de su pequeño e improvisado refugio. Agradeció que fuese pescado, la única carne que si podía comer. Si le hubiesen dado pollo o res se sentiría horrible dejando aquel alimento de lado viendo que, en general, a apenas y tenían para comer.

Se sentó lejos para comer sus alimentos, tratando de mirar lo menos posible a todos los demás.

Sintió un escalofrío recorrer su espalda. Aquella niña era inquietante, sobre todo porque había llegado de la nada. Tragó saliva y miró al pelirrojo a su lado.

"A la mierda, esto es un sueño".

Y se acercó a la niña, con cautela, tampoco quería espantarla.

—P-pequeña... ¿Estas perdida?

Le sonrió de la misma forma en que, en algún momento le había sonreído a varios niños a los que le tocó enseñar. Hizo lo de siempre, tratar de ganarse la confianza de estos, así que, fue lo más cauteloso posible.

—Pero que muñeca tan linda... ¿Cómo se llama?

Le hecho una última mirada al pelirrojo y continuó caminando con cautela hasta donde la niña se encontraba.

 

La niña cuando entregó el pocillo con comida a Mitchell no se regresó de inmediato, caminó pasándolo de largo para entregarme mi correspondiente pocillo. La miré con seriedad y mi único gesto de agradecimiento fue un asentimiento de cabeza. La verdad es que los adultos podían odiarme todo lo que quisieran y estaría en su derecho que se enojaran por las cosas que hacía, pero perder la confianza de un crío era un golpe tan duro que no sabía cómo proceder...

Así que...

Mejor molestar a la princesita...
​

¿No es cierto?
​

—Así que jugando a las acampadas, ¿No, Sanz Mitchell? —comenté con una voz juguetona para nada alta, el silencio del lugar no hacía necesario que alzara la voz, solo me encontraba como a unos cinco, cuatro pasos de él y el incrédulo en ningún momento reparó en mi reciente presencia. Me acerqué un par de pasos, quedando a su costado para poder mirarle la cara casi que ronroneando con la sonrisa a labios cerrados que tenía, siempre con el pocillo en mano. Al momento de hablar le miré con cierta grandeza, mis ojos se entrecerraron a causa de la sonrisa que se me amplió, una sonrisa llena de sorna—, ¿Puedo saber qué hacías mirándome con un sonrojo en la cara?

Cerré los ojos, fruncí el ceño y negué antes que me respondiera cualquier cosa, con una risa baja e incluso algo nasal.

>>Jejejeje...— Cuando volví a mirarlo a estaba otra vez, el ceño duro, la expresión tosca—, no te distraigas cuando no estas encerrado en cuatro paredes... Y volví a sonreírle con sorna—, un gato podría robarte ese pescado.

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Elegiré al uno, pero antes meteré un poquito de relleno, puedes ignorarnos uwu (?)