Spin-off Presage Flower [Gakkou Roleplay]

Tema en 'Archivo' iniciado por Zireael, 9 Marzo 2023.

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    Zireael

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    La noche del primero de mayo llega sin sobresaltos, luego de que los parques del corazón de Tokyo se llenaran de personas desde la media tarde por la semana del Hanami. Familias, grupos de adolescentes y niños correteando entre los cerezos se ven aquí y allá; después de todo es una de las semanas más activas del año.

    El grueso de los estudiantes de la Academia Sakura no acudiría al Yozakura hasta el día siguiente, pero el viernes era la noche predilecta para otras figuras. Una noche de clima perfecto recibe a los que se acercan al parque de Ueno y al Santuario Tōshō-gū en Taitō luego de haberse liberado de sus responsabilidades, atraídos por los puestos que se mantienen abiertos en estas fechas.

    En un día común, Taitō recibirá a los hijos que llevan la vieja sangre de los ahora extintos clanes del pasado de Japón.



    Mori not me abriendo salas de rol a pocos días de volver a la uni

    nombre de la sala robado de una canción, cuz yes
     
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    Kaisa Morinachi

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    Pau me hypeó lo suficiente para colocar esta canción, la primera en la playlist de Momoka y, por ende, con la que gané gran inspiración
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    Había algo mágico en los festivales, las visitas a santuarios y otros rituales que hacíamos año tras año, eventos que no podías pasar de largo, porque sentías que incordiabas a algo que superaba con crecer a nosotros las mundanas vidas humanas... y una no quería hacer enojar a los Kami.

    Caminé por las grandes calles donde se celebraba el festival de Hanami, el año pasado me había ido de escapada a Maebashi para poder pasar un tiempo con mis padres, por lo que terminé por perderme la oportunidad. Hoy era diferente y... una emoción por aquel nuevo panorama se teñía con la melancólica soledad en una mezcla cuanto menos agridulce. Me encontraba sola y, creo, eso era lo que más me había costado enfrentar en el transcurso del año pasado.

    No tenía el apoyo de mamá, las risas de mis amigas e incluso las tonterías de Kenta. Hablaba con todos ellos por teléfono de vez en cuando, pero no podía ser lo mismo.

    Era una chica afectiva, si no estabas para recibir eso...
    Talvez me marchitaria.
    Exhalé suave por la nariz observando el lugar curiosa mientras me abanicaba con suavidad el rostro, era uno de esos abanicos tradicionales con un paisaje de árboles de melocotón impreso sobre su tela. Algo vago habíamos comentado sobre ir al festival, pero al final terminamos por no dejar del todo claro si alguna asistiría o no, éramos chicas bastante ocupadas, al parecer.

    Pero mis caoba buscaban ese brillo mágico que solo el morado podía transmitirte.
     
    Última edición: 9 Marzo 2023
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    Zireael

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    Tres horas de suplicar y muchos mensajes de texto después había logrado arrastrar a dos de los muchachos conmigo a Taitō, eso porque el tercero se había librado solo porque se había tirado toda la madrugada terminando unos informes de laboratorio y no me dio el corazón para despertarlo, pero sí para llevarme a su hermano. Digamos que uno tenía las prioridades claras, así que iba a ir al festival aunque me tuviese que llevar a alguno a rastras.

    Me topé con Tomoki en la estación de Chiyoda y de allí seguimos a Shinjuku, donde nos encontramos con Cay. Ya con el destino fijo hacia Taitō, continuamos sin interrupciones en dirección a la estación del parque de Ueno. El viaje se hizo relativamente corto porque íbamos juntos, tomamos la línea Yamanote que debía dejarnos allí en casi cuarenta minutos, nada muy loco.

    —No me veas así —soltó Cayden terriblemente serio luego de un rato de que estuviese mirándolo con el ceño fruncido—, en casa no tenemos ropa tradicional y me parece un poco incómoda de por sí.

    El niño llevaba unos jeans negros desteñidos que daba gusto, las botas militares de plataforma y una camiseta, ambas cosas negras también. Por encima se había echado el haori, imaginé que por no ponerse una sukajan, y aunque le sentaba bien me arruinaba un poco el rollo. Bueno, era un caso perdido. Le gustaba recibir miradas, fuese en el buen o el mal sentido.

    —Ya, pero digo yo que si ibas a sacar un pseudo-haori nada costaba conseguir un hakama también al menos —reclamé estirando la mano para tocar la tela, no era nada del otro mundo, pero las flores del equinoccio eran preciosas—. Llevas la flor de un viejo clan, cielo, debiste hacerle algo de justicia.

    Whatever you say, big sis —respondió y suspiró, para luego sacarse el móvil del bolsillo. Él iba de pie, nos había cedido los dos asientos que quedaban a nosotros.

    —¿Y de dónde se supone que sacaste tú una cosa tan fina, Kicchan? —le pregunté a Tomoki que iba dormitando en el asiento a mi lado.

    —Es casi una reliquia familiar de mi padre, si te soy honesto. No sé hace cuántas generaciones la tiene —contestó luego de un bostezo.

    —La tela está bien cuidada, es muy bonito —dije dedicándole una sonrisa y él la reflejó.

    Sentí que sus ojos oscuros me analizaron con algo de intensidad extra, no entendí por qué hasta que estiró la mano para dividirme la coleta alta y echar una parte del cabello en cada uno de mis hombros. El movimiento ocultó los dos tatuajes que llevaba en cada costado del cuello, los kanjis de los generales del tablero de shōji.

    —Te hubieses dejado el pelo suelto, nee-san —murmuró—. La gente mira mucho. Ya sabes cómo son aquí.

    No le respondí como tal, pero alcancé su cabeza y le dediqué una caricia suave entre la mata de cabello negro, el gesto lo hizo cerrar los ojos unos segundos. Fue mi manera de darle las gracias y a la vez decirle que no se preocupara.

    Al llegar a nuestra parada bajamos y nos abrimos camino hasta la salida de la estación hacia el parque, en dirección al santuario. Apenas distinguí las luces eché a correr como si fuese una niña, el haori que yo misma me había puesto sobre el yukata ondeó tras de mí como una bandera; la camelia que tenía justo en el centro fue notoria en ese momento. A medio camino me acordé que iba acompañada y giré el cuerpo para ubicar a los chicos, los animé a seguirme el ritmo, pero tuve que esperarlos igual.

    Cay se distrajo con el primer puesto que encontró, uno de amuletos, y Kicchan lo siguió de cerca, cosa que imité. Digamos que ya de por sí el pelirrojo resaltaba un montón solo por eso de ser un escupitajo de dragón, pero que se hubiese metido algo de altura extra con los zapatos me tenía usándolo de punto de referencia y todo.

    —¿Quieres llevarle uno a alguien? —preguntó Tomoki que era casi de mi altura, así que tuvo que alzar un poco la mirada para hacer contacto visual.

    —A mamá —resolvió con simpleza—. Pero después, sigamos caminando. Huele a comida.

    Con eso dicho nos separamos del puesto que tenía los amuletos y volvimos a caminar entre las personas, husmeando de vez en cuando. La noche estaba preciosa, así que trataría de disfrutarla lo más posible.
     
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    Kaisa Morinachi

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    Si Pau metió a Cay yo puedo colocar a este pendejo.
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    Nos estábamos codeando con mi primo, poco importa cómo empezó aquello, pero a mi prima se le empezaba a escapar la paciencia y nos pedía un poco de calma. Tampoco estábamos haciendo tanto escándalo, un par de verdades mientras empujabas el costado de tu primo mayor no debería ser la gran cosa, supongo que ambos compartíamos ese ceño amargado. Di un suspiro, tampoco es que en verdad estuviéramos enfadados, tan solo era una manera de desquite entre ambos, pequeñas discusiones que formaban el carácter, ponle. Pues, al final, todos ahí éramos más bien de no querer conflictos, digo, yo y mis primos. Éramos altos también, el 1,82 de él era una envidia para cualquier japonés y mi prima no se quedaba atrás con un 1,72.

    En fin, lo que realmente me importó fue una pequeña voz... "Mamá" Incliné mi espalda hacia atrás y mi vista tuvo que subir, cuando en realidad pensé que tendría que bajar. Mi cara dio directo con el pelo-fuego antes que se fuera, es más, mi posición provocaba que tuvieran que esquivarme para que dejaran el puesto de amuletos. Sonreí amplio, puede que con un poco de sorno.

    —No sabía que eras un niño de mamá, senpai —algo sedoso se coló en la voz, ¿Y estas confianzas? Luego mi semblante se colocó otra vez serio, puede que con un toque de extrañeza o curiosidad, no se distinguía, y mis ojos recorrieron desde su mirada hasta sus pies para luego volver a su mirada con rapidez, volví a sonreír con ese toque de mofa—, qué decir...— Y una sonrisa más tranquila mientras me colocaba frente suyo y me cruzaba de brazos, mis primos no demoraron en darse cuenta de la situación—, impactado.

    —Oh, ¿Quién es él, Yoshi-rin? —preguntó con calma mi prima, pero de inmediato cualquier templanza que tuviera se me desbarató para mirarla con algo muy semejante al horro, luego el enfado y mis mejillas se sonrojaron de sobremanera, llevé mi índice al frente y no fue necesaria palabra alguna para que ella entendiera que no quería que me llamara por ese nombre, no frente a compañeros de escuela, por todos los dioses, que bochorno.

    —Oh... jejeje— Y la muy cabrona se llevó el dorso de la mano a la boca para ocultar su sonrisa, pero sus ojos reflejaban el macabro gozo que sentía por exponerme de tal manera. Ojalá y le durara poco.


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    Cuando veía la multitud di con un chico altísimo que tenía el cabello como la misma sangre fresca, pero era mejor decir que la misma intensidad de una rosa, cosa que dejó mis ojos prendados en su figura... hasta que mi mirada dio con sus acompañantes. Había tapado la mitad de mi rostro con el abanico, así que solo mis grandes ojos eran delatores de mis intenciones... ¡Oh! ¡¿En verdad?! ¿Sería ella? Saqué el abanico de mi cara y se vio una amplia sonrisa impregnada por el entusiasmo. Caminé a cierta velocidad, pero sin llegar a correr ni agitarme siquiera, siempre con buena postura y tal. Una vez estuve cerca de ella, pues habían terminado en un puesto de amuletos, me asomé a su costado con las manos tras la espalda y una sonrisa suave, pero alegre, en mi cara a ojos cerrados.

    —A sido un tiempo, ¿No crees, Yuzu-rin? —solté con suavidad esperando que me reconociera apenas viera. Ya no tenía la cabellera larguísima que caía hasta más allá de mi cintura, pero mi cara seguía teniendo la misma alegría que siempre me solía acompañar, puede que mucho menos tímida o desconfiada que antes.

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    A ninguno le coincide del todo bien el pelo, pero la ropita que llevan es esa uwu
     
    Última edición: 10 Marzo 2023
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    Zireael

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    No había que ser ningún genio (o al menos yo podía permitirme decir eso) para darse cuenta que por muy problemático y excéntrico que pudiese volverse Cayden, en el fondo no era más que un niño de mamá. Su madre era un amor, incluso a mí me trataba como si fuese hija suya cada vez que aparecía por su casa para comerme cinco paquetes de frituras y una Coca-Cola de dos litros con Cay, y él la adoraba. La señora Keane era uno de los tesoros más preciados que poseía este chico, junto a sus tíos, y eso hablaba mucho del valor de las personas que lo habían criado.

    No podía decirse lo mismo de Reaper.

    Un grupo de personas había aparecido cerca de nosotros, resaltaban bastante por el color del cabello, pero nosotros estábamos curados de espanto y seguimos como si nada. Iba a decirle a Cay que le llevara amuletos también a sus tíos cuando una voz desconocida se coló dirigiéndose a él, Kicchan y yo reaccionamos, pero nos mantuvimos relativamente al margen.

    El pelirrojo desvió la vista, el muchacho debía ser más alto que él pero las plataformas de Cay engañaban. Le soltó un comentario que pecó de confianzudo, pero que terminó de decirme que era un kohai suyo, suponía que de la nueva escuela. Cayden hundió las manos en el pasillo del pantalón, los labios se le curvaron en una sonrisa que bailó entre ser de no matar una mosca a parecer una burla, pero al final se decantó por la primera.

    —Pensé que era bastante obvio, Nacchan —respondió devolviéndole la bofetada de confianza sin inmutarse. Puede que no fuese notorio, pero seguro se revolcó como un cabrón en la satisfacción de que el otro lo repasara con la vista, incluso si era por envidia o burla; no contestó como tal al comentario si no que le soltó otro—. Bonito yukata.

    Los ojos dorados del niño se desviaron a la chica alta que se apareció para preguntarle al otro muchacho que quién era, la sonrisa de cordero degollado se le estiró al escuchar la forma en que ella llamaba al que parecía su hermano o su primo. El pobre desgraciado terminó abochornado y supe que Cayden le tuvo piedad, pues porque era débil de corazón.

    —Dunn Cayden. —Se presentó con calma, haciendo una ligera reverencia—. Soy senpai de Nakagawa.

    Si Cay tenía intenciones de presentarnos con su compañero de academia, la verdad no lo supe, porque cuando quise darme cuenta una figura se acercó a mí a cierta velocidad. La chica castaña apareció en mi campo de visión, me costó unos cuantos segundos pero pronto conecté neuronas y se me iluminó el rostro a reconocer a Momoka, la hija de aquella colega de mi madre.

    —Diría yo que sí, Momo-chan —respondí con la sonrisa bien pegada en la cara y noté que Tomoki se pegaba a mí para no quedar enredado entre Cayden y el chico que había dicho se apellidaba Nakagawa—. ¿Cómo has estado, cielo?

    Estiré el brazo para enredarme a Kicchan, el otro dio un respingo y puso la atención en la muchacha, anticipándose a mi idea. Le dedicó una sonrisa bastante tranquila, hizo una reverencia y yo lo presenté.

    —Ootori Tomoki, un amigo mío.

    —Es un gusto.
     
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    Kaisa Morinachi

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    El rostro de la chica se iluminó y eso solo aumentó mi propia sonrisa a labios cerrados, las mejillas se sonrojaban por la emoción y mis ojos se entornaban satisfechos. Había sido un tiempo, pero ella era igual de guapa que siempre, también parecía seguir siendo esa chica que tenía un gran corazón, su alegría me lo trasmitía y sus palabras no hacían más que confirmarlo. Sin pensarlo mucho estiré mis brazos sin pasar a llevar a nadie, ladee la cabeza y le sonreí con cierta timidez, pero aún confiada.

    —¿Qué tal un abrazo?— No hizo falta ningún esfuerzo para convencerla, dejé caer mi mentón sobre su hombro, rodee su cintura y mis manos cayeron sobre su espalda, presioné los suficiente para que nuestros cuerpos se sintieran. El apelativo "Cielo" trasmitió calidez a mi cuerpo, sentía que en ese gesto encontraba la calma de un sauna, calido, pero relajante—, genial.

    Me separé, pero mis manos viajaron por sus brazos y sostuvieron sus manos con una suavidad firme, tenía los ojos cerrados, la cabeza ladeada y aún la suave sonrisa.

    >>Y contigo pues mejor, jejeje —solté al final esa risilla con las cejas algo tímidas.

    Luego de eso Yuzu-rin se afianzó al brazo de alguien, al calma en mis ojos fue reemplazada por una curiosidad suave, mi cabeza subió hasta dar con los ojos del desconocido. Ootori Tomoki, curioso, le ofrecí una de esas sonrisas tranquilas a labios cerrados, mi rostro debía cargar con una ternura digna de los Récord Guiness.

    —Un gusto —respondimos casi a la vez y me causó un montón de gracia al punto de que tuve que cubrir mis labios con el dorso de mi mano, cerrando los ojos y todo—, jejejejeje— Me calmé para hacer una inclinación por más que pecara de demasiado formal—, Ashikaga Momoka.

    ¿Cómo ese político de Maebashi? Sí, ese mismo, pero era más probable que pasara por una Ashikaga cualquiera, papá se supone que no tenía hijos. Ni estado, ni amores prohibidos.

    Volví a mirarlo a ambos con la alegría tranquila y enternecida tensando todos mis gestos. Recordé algo y me dirigí al chico, con una expresión tranquila, apaciguando la alegría.

    —Siento que tienes un lindo nombre...— Y lo que sería sería arriesgado, pero posé mis ojos sobre los suyos con una calma y suave alegría, era firme a su manera, la timidez se coló en mis cejas—, seguro tus padres te quieren.


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    ¿Qué si se notaba? Recordé nuestra tarde en la sala multimedia, uhm... Sonreí suave, desenfado, la verdad es que se notaba que quería a los suyos, así que su mamá debía ser de esos grandes corazones a cuidar. Sonreí con una mezcla de extrañeza y gracia cuando me halagó el Yukata, negué la cabeza como sí estuviera rendido, la sonrisa que le dediqué tenía un color oscuro, la gracia incorrecta, unas confianzas que no sé de dónde salían. Era extraño tenerlo frente a mis ojos cuando normalmente él era algo más bajo que yo.

    —No recibo halagos de chicos, senpai— Aunque en teoría halagó el Yukata, no cómo me veía con él, que triste~.

    Luego del numerito que me dejó mala cara mi prima escuchó a Dunn mientras mi primo también se volteaba a mirar la interacción, serio, aunque yo sé que no estaba enfadado.

    —Oh... —exclamó la chica, luego una sonrisa curiosa le cubrió los labios, a saber qué pasaba por su mente—, uhhh... El gusto es mío, Dunn— Reflejó la leve reverencia—. Ikeda Azumi —se presentó.

    —Ikada Hisoka —respondió como si hubiera salido de ultratumba mi primo, que también dio una leve reverencia, la gracia se me coló en la mirada, porque daba una imagen muy contraria a su cotidianidad. Tranquilo, sereno e incluso serio, no imaginas que es de los que entran en pánico cuando las cosas no van como quieren, dice tonterías y nunca mataría una mosca. Era genial a su manera.

    —Somos los primos de Yashi-rin —aclaró Azu-chan, también se notaba que al menos me superaban por ocho años, la chiquilla sonrió más entusiastas y codeó mi brazo—, ¿Qué tal se a portado Yashi-rin en clases?— El cabron de Hisoka sonrió silente, pero con una sorna y complicidad que me hizo fruncir con rabia mi ceño, Azu miró con sugerencia a Dunn-senpai antes de colocarse de puntillas para susurrar en sus oídos—, ¿Alguna maldad que sepas?

    No escuché lo que dijo, pero sabía que no era nada bueno, así que me crucé de brazos con una seriedad y rabias contenida de muerte, mientras mi pie empezaba a marcar un ritmo constante demostrando aún más la paciencia contra la que luchaba para contener mi desagrado.

    extrañaba a Yashihiro y Momoka salió más cute de lo que creía, estoy disfrutando esto como ni te imaginas
     
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    Zireael

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    Sin importar en qué tantos líos me metiera, cuánta gente movilizara y a qué medios acudiera, puede que mi única verdad en este mundo fuese el amor que le guardaba a las personas que llegaban a mi vida. Quería a la gente con una fuerza ridícula, una que creía capaz de abrumar a cualquiera, y era feliz cuidando de los demás en tanto me lo permitieran. Momoka era de la edad de mis hermanas, así como Cay, y había algo en eso que me suavizaba más el corazón.

    Me preguntó por el abrazo y yo estiré los brazos de inmediato, tranquila, no hacía falta mucho para convencerme de esa clase de cosas. Me presionó contra su cuerpo, así que le dediqué caricias amplias en la espalda, todavía sonriendo. El contacto se me antojó cálido y, por simple que sonara, me hizo feliz.

    Respondió a mi pregunta, se me estiró la sonrisa y sujeté sus manos entre las mías cuando ella así lo hizo, aproveché para dedicarle unas caricias suaves en el dorso con los pulgares. Solo la dejé ir cuando puse la atención en Tomoki, que en general era bastante más suavecito que su mellizo, y se unió a la conversación con naturalidad.

    El halago de la muchacha sobre su nombre lo sorprendió, me di cuenta, pero le dedicó una sonrisa de ojos cerrados, aunque relajó los gestos al escuchar el resto. No fue notorio si el comentario lo puso triste o no, pero sabiendo lo que sabía le dediqué una caricia liviana en el antebrazo, allí dónde sabía que tenía las cicatrices de las heridas que por poco lo pasaron al otro lado.

    Sabes que es cierto.

    Tu mamá te amaba mucho, mi niño.

    —Tiene el kanji de sabiduría y el de resplandor, así que me suena a que sí —respondió, tranquilo—. El tuyo... ¿Algo de la flor de durazno?

    Asentí, enérgica e intercambié la mirada entre ambos.

    —Sí, Momo-chan también tiene un nombre muy bonito —añadí casi detrás de sus palabras.

    Cayden.png

    Acompañar a Yuzu al festival había sido una decisión, por demás, arbitraria, sobre todo porque la pobre había estado como tres horas en un spam intenso para convencerme. Al final por más pereza que tuviera, no pude seguir negándome y accedí, solo le dije que me diese tiempo para ducharme y ya, que nos veíamos en la estación de Shinjuku.

    Bajo esa lógica era que estaba allí, de repente rodeado por Nakagawa y sus primos. No era mi plan de viernes por la noche usual, pero tampoco tenía pérdida, con el material que me estaban dejando a la mano para molestar a la pobre criatura en el futuro próximo. Igual tampoco me daba el alma para fastidiarlo a ojos de todo Dios, en parte porque seguro se me cabreaba y porque tampoco era yo tan tocahuevos.

    Su sonrisa cargó la gracia incorrecta, me di cuenta, y solo porque estaba a ojos de medio mundo la mía se mantuvo inocente. Cuando dijo que no recibía halagos me desinflé los pulmones con cierto toque dramático, pero volví a estirar la sonrisa inmediatamente después.

    —Qué lástima~

    Los primos se presentaron como Ikeda, asentí incluso ante la presentación del cara de moco de turno y saqué por default que debían ser mayores que él. La chica codeó a Yashihiro, me preguntó cómo se había portado en clases y antes de que le respondiera se me coló en el espacio; me molestó, para qué decir lo contrario, pero no la rechacé por educación.

    Me quedé en mi lugar, solté el aire por la nariz junto a una risa y negué suavemente con la cabeza. La verdad es que mis interacciones con el chico habían sido bastante puntuales, tampoco sabía demasiado de su comportamiento, pero de haberlo sabido puede que no le hubiese dado el gusto a la muchacha, medio por Nakagawa y medio porque ella se me había acercado demasiado y no me daba la gana.

    —Es un buen estudiante —dije con calma—. Puede que el resto tengamos que aprender de él más bien.
     
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    Kaisa Morinachi

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    A ojos cerrados sentí sus caricias, la sonrisa que me recorrió los labios fue más que amplia, era tan agradable. ¿Qué decir? Pocos eran los contactos íntimos como estos, si, era un abrazo que cualquier amigo se podía dar, pero sabía que con Yuzu-rin había algo más... Nunca tuve hermanas, ni siquiera primos... Yuzu era lo más cercano que tendría a una figura de ese estilo. Había cosas que incluso parecíamos compartir, la caricia que me brindó en el dorso de la mano fue algo que aprendí un poco por instinto, porque mi madre era lo que se conocía por seria y fría mientras que mi padre pasaba bastante tiempo ocupado, así que... siempre me gustó pensar que era el corazón de aquellos dos, la muestra de su cariño, porque así me hicieron creer y siento que era lo lógico. Sonreí amplio sin perder la suavidad, Yuzu, aunque distinta, compartía conmigo esa capacidad de conectar con la gente que quería a través de los pequeños detalles y la palabras precisas, lo acabamos de demostrar con nuestro abrazo.

    Cuando el chico se presentó y le solté ese comentario, como bien dije sobre ser perceptiva, noté de reojo la caricia de Yuzu sobre su brazo, ni siquiera tuve que mirar directamente la acción para notarlo. Mi sonrisa no cambio, mi expresión se mantuvo, pero algo por dentro se sacudió. Ocurría algo, ¿No? Pero requería mucha más información que un simple gesto. Lo miré con sorpresa cuando me mencionó los kanjis, así que en verdad era un nombre tan hermoso como recordaba, cuando mencionó lo del durazno no pude evitar cerrar los ojos, agachar la mirada y soltar una risa agraciada y algo sonora.

    —Jejejejeje— Cuando levanté la mirada Yuzu halagó mi nombre y ahí fue que sonreí con vergüenza cerrando los ojos y mostrando los diente, luego miré con pudor a Tomoki, pero la sonrisa no se marchaba—, a mi mamá le encantaba el aroma de esas flores, ¡Y comer duraznos también! —solté lo segundo más radiante e incluso agraciada de mi propia anécdota, luego imposté un poco mi personalidad para cubrirme parte de la boca con el dorso de la mano y ponerme de puntillas para estar algo más cerca del costado de su rostro, miré a los lados como si no quisiera que nadie se enterara—, pero no le digas que yo prefiero otra frutas— Él ni siquiera conocía a mi madre, pero me erguí de nueva cuenta en mi lugar y sonreí amplio a ojos cerrados y manos sobre mi regazo sosteniendo el abanico—, nijijiji.



    La pongo nomás porque la escuchaba mientras escribía
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    Mi prima poco notaría la incomodidad que le cargaba el chico a las cercanías repentinas y yo de momento lo había olvidado, así que no me preocupé mucho por su seriedad cuando esta se le acercó, aunque sí le miré con mala carga, porque a pesar de ser bien tranquila en general con confianza a ratos podía ser un poco taimada. La chica se distanció luego de susurrarle algo, ella tampoco era muy de andar pegada a otros, como bien parecíamos ser en mi familia, y no demoré en alzar una ceja extrañado ante la risa nasal de Dunn senpai. Me quedé con calma, extrañado, cuando recibí sus primeras palabras, me quedé más serio que un gato enojado cuando terminó... estaba... escéptico. La verdad no estaba acostumbrado a recibir halagos y en verdad no tenía la mejor imagen de mí mismo, negand0 los agradecimientos de papá y los mimos de mamá, pero es que se supone que una madre ama a su hijo y aún más sí es el único, ¿A quién más llamará guapo y honrado?

    —Oh... —dijo con sorpresa Azumi, incluso Hisoka destensó el ceño para mirar con curiosidad la interacción, aun manteniéndose al margen. Azu sonrió luego con bastante energía e incluso ternura, yo fruncí más el ceño y sentí cómo la sangre se me subía a las mejillas—, jejejeje, me alegra escuchar eso —soltó manos tras la espalda, luego me miró a mí con la sonrisa cabrona de zorro que a ratos tenía, sí es que a veces pensaba que la imagen que tenían de ella era completamente falsa—, tienes buenos amigos, Yashi.

    Voltee la mirada a cualquier otro lado que no fuera su rostro, brazos cruzados.

    —Es un senpai, Azumi —dije casi en un murmullo, por poco e inflaba los mofletes y todo, como un crío. La actitud le sacó una risa incluso a Hisoka, los miré con rabia.
    —Jejeje —casi que suspiró con la risa el chico y mi prima fue más escandalosa con la suya—, lo que tu digas.
    —Como quieras —comentó también Azumi, luego miró a Hisoka con sorpresa y volvió a reírse otro poco, más bajo—, nos coordinamos.
    —Je, como buenos hermanos, ¿No crees? —dijo él sin perder su calma, yo seguía con cara de amargado.
    —Ya, ya —hice un gesto con las manos para indicar que se fueran—, ¿Y sí me dejan en paz y van a buscarse sus propios conocidos por ahí?
    —Ay, Yashi-rin, que pesado —se quejó Azumi y Hisoka solo volvió a reírse con suavidad de nosotros.
    —Y puedo ser peor —solté firme sin ganas de sacarme el mal genio de encima, Hisoka agarró seriedad.
    —Déjalo tranquilo, Azumi, que ya no tiene cinco años —dijo con calma, di un suspiro.
    —Por fin alguien de mi lado —musité, Azumi frunció el ceño frustrada, ella si que infló los mofletes por más que no fuera consciente de ello, me miró con ojos de perro mojado, pero pronto se mostró enojada sin reparos.
    —Me debes una salida, Yashihiro —dijo mi nombre completo mientras colocaba su índice sobre mi pecho.
    —Uy, que peligro —solté sin más con el tono serio, pero igual de agresivo que ella.
    —Uhmpf, ya verás que sí...
    —Jejeje, claro, Azumi, sabes que me encanta salir contigo —confesé relajando el gesto y dedicándole una sonrisa bastante trnaquila, le costó relajar el gesto, pero terminó sonriendo enternecida mientras se llevaba un mechón tras la oreja y desvíaba la mirada.
    —De acuerdo...— Se dirigió entonces a Dunn, esta vez sin invadir su espacio personal—, un gusto, pequeño, que disfruten el festival— Y luego miró a Hisoka y lo tomó de la manga de su yukata—, ¡Vamos a ese puesto con dangos que vimos antes!
    —Jejejeje —sonrió suave con una sonrisa resignada—, que tengas buena noche —se despidió de Dunn con la sonrisa tranquila, sin perder ese porte serio y casi formal, para luego marcharse con Azumi.

    Me dijo un par de cosas la peli azul y se alejaron... Suspiré pesado denotando cómo me agotaban las interacciones sociales, pero no me veía enojado, cuando voltee cabizbajo hacia Dunn una sonrisa que no pude evitar cubría mis labios, mezclaba vergüenza con ternura. Cuando levanté la mirada para buscar esos ojos amarillos la seriedad común había regresado como sí lo anterior no hubiera existido.

    —A que son parecidos —comenté sin más, me crucé de brazos otra vez y sonreí confiado—, o eso dicen por ahí, que nos parecemos un montón.
     
    Última edición: 18 Marzo 2023
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    Zireael

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    Así como ocurría con muchas personas, hombres en su mayoría por más que fuese jodido admitirlo, sabía que era capaz de ocupar ciertos lugares en la vida de las personas. Podía ser una hermana, una madre, una amiga, una cuidadora en general y muchas cosas más en tanto los otros lo necesitaran, es más, incluso cuando no sabían que lo necesitaban. La calidez de mi personalidad me permitía esas cosas y aunque a veces lo aprovechaba, en general tomaba los lugares que la gente me asignaba sin mucho problema.

    Por otra parte, el pequeño empujón ayudó a Tomoki acoplarse de forma más natural a la interacción a pesar de tropiezo que debió sentir por la mención a su madre y yo me mantuve sujeta a su brazo un poco por inercia. El comentario del nombre hizo reír a Momo y nosotros también nos permitimos una risilla.

    Explicó que a su mamá le gustaban las flores de durazno y la fruta, cosa que tenía su gracia. Lo siguiente que supe fue que le estaba secreteando algo a Kicchan, que no era ningún loco del espacio personal como Cay y la recibió con calma, poniéndole un montón de atención de repente; cuando la chica regresó a su lugar el chico asintió con la cabeza.

    —Jamás se lo diría —afirmó, muy seguro de la tontería—. Cuenta con ello, Ashi-san.

    —¿Eh? ¿Qué te secreteas con Momo-chan? ¡Quiero saber! —dije con tono de berrinche, sacudiendo a Tomoki por el brazo—. ¡Kicchan!

    —Cosas de personas con nombres bonitos —soltó en su defensa.

    —¡Pero si el mío es así como que de la aristocracia o no sé qué! ¡Luna superior!

    —Ups~

    Cayden.png

    ¿Qué si fui notando las reacciones de Nakagawa a mi comentario? Sí, desde la ceja alzada hasta la seriedad digna de un gato enfurruñado. Se veía que este chico no estaba habituado a los halagos, justo como yo, y me seguía haciendo gracia. Quizás en la práctica mi personalidad fuese más problemática, quería decir, me había juntado con un montón de delincuentes por deporte y me había vuelto uno yo mismo, pero había uno que otro paralelismo sutil.

    Entre mi comentario, la reacción de la prima de Yashihiro y toda la estupidez al pobre desgraciado se le subió la sangre al rostro. Una sonrisa diferente me bailó en los labios, lo sentí, pero logré mantener la cara de no matar una mosca y solo cambié de expresión cuando Nakagawa soltó que era un senpai, corrigiendo a Ikeda, me quedé serio a pesar de no responder nada en el momento.

    Observé el intercambio entre los primos sin interrumpir, pues porque no era mi asunto, y desvié la atención a Yuzu y Kicchan un segundo antes de volver a enfocarme en los Ikeda y Nakagawa. En algún punto logró hacerlos moverse a otro espacio, me despedí como correspondía de ambos y observé a Yashihiro cuando se volvió hacia mí. Su sonrisa fue un revoltijo de vergüenza y ternura que me hizo suavizar los gestos incluso cuando él regresó a la seriedad estándar que lo caracterizaba.

    —Un poco, sí —atajé a su comentario de que se parecían y luego me acerqué a él para echarle el brazo sobre los hombros—. Aquí lo importante es otra cosa de todas formas, ¿cómo es eso de que soy un senpai?

    La queja la había soltado con un tono dramático que se notaba a leguas era impostado, pero solté un suspiro decepcionado y le hablé bien cerca, pues porque era un maldito pesado cuando me daba la gana. Quizás el teatro fuese mentira en dos tercios, el resto era un poco en serio, pero él no tenía que saberlo.

    —Yo que pensaba que ya estábamos comenzando a volvernos amigos. Me rompiste el corazón, Nacchan.
     
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    Kaisa Morinachi

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    Jamás se lo dirá, Ashi-san agregó, mis ojos lo miraron con una sorpresa increíble, ¿Me monté un teatro sin esperar nada a cambio? Sí, por eso ahora sentía que me alegré como una cría y solté una risa tan sonora que ni tiempo me dio para cubrirme la boca. Miré con ojos entornados, sonriendo con intensidad, las quejas de Yuzu-rin. Luego sonreí más suave y con pudor, verla quejarse como una cría era cuanto menos irónico con lo responsable que era, igual me alegraba encontrarme con una faceta tan relajada por parte de ella, se merecía momentos de tranquilidad y despreocupación.

    —Que tu nombre sea aristocrático no significa que sea mejor que mi terrenal nombre, Yu-zu-rin~ —hablé con una sonrisa sobria, pero excusaba confianza, el tono de voz era juguetón también e incluso, manos tras la espalda, había inclinado la espalda hacia adelante logrando verla aún más de abajo. Me cubrí la boca con mi abanico en un movimiento fluido y elegante—, jejejeje.

    ¿Y esas confianzas para picar a la mismísima Minami? Quién sabría, pero no me arrepentiría~

    [​IMG]

    Era claro que Dunn senpai no era el único arisco al contacto, no por nada salté como resorte la primera vez que lo vi y la rubia de tercero se le tiró casi que encima. Aparte, tampoco terminaba de agradarme que fuera más alto que yo, toda mi vida fui bajito y ahora que pegué ese milagroso estirón gané una confianza que en ese momento se veía superada por una pendejada como la de que Dunn usara plataformas. Lo miré arisco y gruñón, por poco y si que le gruñía con esos labios apretados en un mohín, pero solo me digne a tensar cada músculo de mi cuerpo.

    —¿Eh? —solté extrañado a su comentario, confundido y una cuota de preocupación me alteró el pulso cuando comprendí por donde iban los tiros.

    Muchas veces ser honesto te jugaba en contra, pero juro que en esta ocasión ni siquiera medité las fuerzas que podían tener mis palabras sobre él. Si, que había sido bueno conmigo y lo que quieras en el salón de audiovisuales, pero... ¿Era eso suficiente para considerarnos... más que cercanos? Más que conocidos.

    Puede que sí y por eso se veía molesto por más melodramático que estuviera siendo, relajé la tensión pero jamás la seriedad de mi ceño, el suspiro del chico confirmaba mis sospechas: La cagué.

    Aparte, que le rompía el corazón, decía. Condenado. Bufé por la nariz y luego sonreí con sorna sobria, alzando un poco el mentón.

    —Quién diría que... nuestros cabellos congenien tan bien con la naturaleza de nuestros corazones —dije sin alejarme de su cercanía, por poco y nuestras narices se rozaban, mi aliento seguro aún mantenía la menta de la pasta de dientes. Lo miré con seriedad—, que tu corazón sufra no es culpa de la que yo me tenga que encargar...— Sonreí sobrio luego, seguro, casi que intrigante, más calmado—, pero si quieres...

    Sin sacarme una mano cruzada sobre mi pecho, con la otra fingí limpiar la poca mugre de mis uñas, como si fuera un desatendido total. La sonrisa no se fue de mi boca.

    >>Te puedo recompensar con algún carpincho— Voltee a verle a ojos cerrados y una sonrisa amplia, mostrando mis dientes bien cuidados, a diferencia de las ojeras bajo mis ojos—, ¿Qué dices, te apuntas?

    OMG, que vibras de cabrones pasivo agresivos son estas? KDKDKFKG NO PUEDO controlarlos, Help
     
    Última edición: 25 Marzo 2023
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    Zireael

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    Los espacios en que me permitía ser solo una chica de veintiún años eran bastante pocos, por extraño que sonara. Eran estos momentos breves y bastante poco interesantes, allí donde actuaba sin sobresaltos, sin tener que ponerme a pensar en qué, cómo y cuándo los grandes demonios de Tokyo actuarían. Puede que el momento de paz me durara, si acaso, hasta mañana y luego volviera al agujero oscuro donde me había metido de cabeza luego de que mataran a papá, pero hasta entonces lo aprovecharía.

    Inflé las mejillas ante la respuesta de Momo y solté el brazo de Tomoki para cruzarlo junto al otro bajo mi pecho, montándome el teatro de turno. Me pareció que Kicchan se reía, fue bastante sutil, pero pronto me echó el brazo sobre los hombros y me atrajo hacia sí.

    —Ya, ya, ¿me perdonas, nee-san? —preguntó casi en voz baja.

    —Me lo voy a pensar —solté de inmediato, girando el rostro en la otra dirección casi con la suficiente fuerza para que la coleta le golpeara la cara.

    Busqué a Cay con la vista, lo ubiqué no mucho más allá, pero parecía muy concentrado con su, ¿amigo? Lo que fuese, así que opté por no interrumpirlo ni nada y regresé la atención a la castaña.

    —Podemos dar un vuelta, ¿les parece?


    Cayden.png

    Igual si por alguna obra del destino me daba cuenta que el crío estaba aquí disgustado por unas plataformas seguro me descojonaba, porque en general esas cosas no alcanzaban a preocuparme lo suficiente. El estirón que había pegado no había sido nada fuera de lo normal, si acaso crecería un poco más de aquí a los veintiuno y se acababa la fiesta, estaba hecho a la idea de que no superaría la estatura del irlandés promedio y quizás nunca alcanzara tampoco el peso que se suponía que debía tener.

    Era un puto palo de dientes, introvertido como topo de tierra.

    Podía vivir con esa noción en tanto siguiera interpretando mis personajes.

    Nakagawa me miró con cara de culo, el pobre imbécil apenas no me gruñía y yo contuve el impulso de reírme de puro milagro. La confusión por mi comentario fue una joyita, para qué mentir, y de haber sabido que le estaba dando vueltas tan seriamente a la noción de nuestra relación kohai-senpai vs. conocidos vs. amigos puede que me hubiese revolcado un poco más en esa ínfima gota de atención.

    A ver, tampoco consideraba que él la hubiese cagado en realidad, que me considerara solamente su senpai no era algo que fuese a quitarme el sueño, incluso si me decepcionaba un poco, porque lo que realmente había pretendido era solamente picarlo un poco. Aflojó las facciones, no se quitó la seriedad de perro en bote que se manejaba, pero sonrió con sorna y alzó apenas el mentón.

    El idiota no había rechazado mi cercanía, ya de paso, así que cuando me enfrentó prácticamente tocamos narices y su respiración me alcanzó el rostro, ligera. Olía a menta.

    —¿Estás diciéndome que soy un intenso? —pregunté sin moverme un centímetro y una sonrisa de suficiencia me alcanzó los labios, lo siguiente lo solté en un murmuro—. Puede que tengas razón, pero no lo digas por ahí. Es un secreto.

    Me estaba poniendo demasiado confianzudo para el bien de cualquiera.

    Oh, woah, so rude —solté en inglés cuando dijo lo de que mi corazón roto no era responsabilidad suya y así como él fingió desinterés, bueno, yo seguí buscando el reflector como un hijo de puta—. ¿Un capricho dices?

    Su sonrisa fue amplia, yo le regresé parte de su espacio un segundo y mi sonrisa se estiró. No que me interesara demasiado, pero eso del capricho era ambiguo que te cagas y digamos que vivía de encontrar vacíos legales, como le había dicho a Ko. El contexto era bien diferente, claro.

    Fingí que me lo pensaba un momento, suspiré y volví recuperar la distancia que le había concedido sin quitar el brazo de encima de sus hombros. Lo suficiente para poder hablarle en voz baja en medio del gentío por lo menos.

    —Me apunto —respondí y le dejé ir una risa baja casi encima de la oreja.

    El teatro lo detuve inmediatamente después, deslicé el brazo lejos de sus hombros de un movimiento fluido y me adelanté un par de pasos antes de girar el cuerpo para poder mirarlo. Volví a sonreír como si no matara una mosca y hundí las manos en el bolsillo.
     
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    Kaisa Morinachi

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    Me fui irguiendo poco a poco, mis ojos entornados sobresalían del abanico, la sonrisa tras el objeto era intenta, pero la realidad es que estaba aguantando reírme en la cara de esos dos, cosa que fue imposible imposible cuando Yuzu-rin le pegó un coletazo al pobre chico, mi cabeza se echó un poco había atrás y tuve que sacarme el abanico de la cara para no entorpecer el reflejo de cubrirme la boca con el dorso de mi mano al reírme. Fue una risa muy vibrante y algo extensa, incluso suspiré cuando terminó con una sonrisa resignada, ¡Pero el teatro no terminaba ahí! Claro que no, estás oportunidades se expriman hasta decir basta.

    —Mooo, Yuzu-rin —dije toda quejica y frunciendo ahora yo el ceño, sosteniendo el abanico con ambas manos sobre mi regazo—, ni que fueras caballo para darle un coletazo de ese calibre al pobre de Tomoki-san.

    Luego recibí con una sonrisa, mucho más tranquila, el ofrecimiento de Yuzuki. Cerré los ojos acentuando la expresión.

    —Claro... permiso~ —canturree cuando colé un brazo en el suyo, esperaba que Tomoki hiciera algo similar, ¡Así íbamos todos juntitos! Sino... podría intentar ir yo al centro y acarrearlos~— ¡Oh! —exclamé de repente recordando algo cuando empezamos a caminar, les miré con la sonrisa amplia y la ilusión cubriendo mis ojos café— ¿Qué les parece comprar abanicos que les vayan a juego? —cerré los ojos y sonreí un momento mostrando mi hileras de dientes, no era perfecta, pero era muy limpia—, ¡Yo encantada se los compro!— Cuando abrí los ojos sonreí con más suavidad—, encantada de regalárselos.

    [​IMG]

    Un secreto, decía, se mantuvo la sonrisa.
    —Pues creo que elijes al miembro del club equivocado —comenté referenciando lo fácil que podría ser esparcir rumores a través del club de radio, aunque eso sería poco probable para mí, porque me encantaban las normas, el orden y no dejar que el caos se desatara con algo como los rumores. Eran de muy mal gusto, además. Lo miré de pies a cabeza para luego seguir sosteniendo su mirada ámbar con una sonrisa relajada y el ceño fruncido con determinación—, y creo que todos saben que hay dos tipos de callados, aquellos que siempre son calma...— Mi índice topó su pecho, ¿Sería capaz de sentir su corazón? Mi sonrisa se acentuó—, y aquellos que no desbordan todo lo que cargan.

    Luego le solté lo de que no eran mis problemas sus heridas emocionales y pillé el significado de sus palabras por puro milagro, no era el mejor en inglés. Cómo se pensó un momento lo del capricho no demoré en regresar a la cara de culo, puede que por impaciente y por ende inseguro, me crucé de brazos, de cualquier forma era mi carácter medio por default.

    —Uhm —exhalé suave casi como un buey y mi ceño se acrecentó cuando me soltó la risa en la oreja, de acuerdo, eso fue incómodo. Lo vi alejarse con mi cara seria y le vi la sonrisa de niño bueno a lo lejos, yo no me moví ni un paso. Con mi espacio personal recuperado y por ende las confianzas, alcé ligeramente el mentón para sonreírle con soberbia. Me importó poco que estuviéramos rodeados de gente, en esos eventos cada quién iba a su bola y en ese momento poco me podía concentrar en algo que no fuera joder con ese crío.

    —¡¿Por qué huyes tan rápido, senpai?! ¡Que no muerdo! Jejejeje —solté lo último de manera suave y un poco aterciopelada.
     
    Última edición: 26 Marzo 2023
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    Zireael

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    Mi reacción le había arrancado a Momo una risa sonara y a Kicchan una suerte de suspiro resignado, pero no se quejó en realidad. El comentario de la castaña me aflojó una risa que fue bastante más sutil en comparación a la suya, no vi qué responderle y de todas formas no tuve demasiado tiempo para ello tampoco luego de mi oferta de dar una vuelta.

    La chica se acercó, se enredó a mi brazo y Tomoki pilló la idea al vuelo, haciendo lo mismo con mi brazo contrario, así que para resumir ambos prácticamente me estaban llevando a no sé dónde. No puse resistencia de todas formas, más que para detenerme un instante con tal de llamar a Cay.

    —¡Cay! ¡Nos vamos, te dejo con tu amigo!

    El otro volvió a mirarme, asintió con la cabeza y solo sacó la mano del bolsillo para mostrarme el móvil, entendí la señal como que lo llamara cuando nos quisiéramos ir o si necesitábamos algo, así que seguí caminando con ellos, atendiendo a lo que estaba diciendo Momo.

    —¿Abanicos? —preguntó Tomoki—. Pero sería grosero de nuestra parte dejarte pagar así nada más.

    —En eso tiene algo de razón Kicchan.

    Cayden.png

    La advertencia del chico sobre que le estaba pidiendo guardar un secreto al miembro del club equivocado me hizo encogerme de hombros, quizás estaba siendo demasiado simple pero no me daba las vibras de andar ventilando información ajena así nada más, por muy presidente del club de radio que fuese. Su índice topó con mi pecho, me reí por lo bajo y atendí al siguiente comentario, el de la gente callada.

    —Muy bien, pues te dejo de tarea averiguar si efectivamente soy del segundo tipo —respondí como si nada antes de seguir con el resto del teatro.

    Se había quedado en su lugar luego de que me desperezara de él, eso le regresó algo de confianza, suficiente para voltear la jugada y no reaccioné visiblemente a pesar de estar rodeados de gente. La sonrisa se me estiró, me cerró los ojos y ladeé la cabeza, pues porque seguía en el plan de no pisar una hormiga sin echar a llorar. Lo que le respondí, sin embargo, llevaba un tono completamente distinto al de mis facciones.

    —Si querías que me quedara pegadito a ti podías solo decir eso.

    No iba a añadir nada más, pero la voz de Yuzu llamó mi atención y me hizo buscarla con la vista. Solo me estaba avisando que se iría con su amiga y Tomoki, así que saqué la mano izquierda del bolsillo, le mostré mi teléfono y ella entendió el mensaje al instante, alejándose con ellos sin más.
     
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    Kaisa Morinachi

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    Pillé al vuelo cómo Yuzu-rin se despedía de otro chico, chismosa como podía ser miré al par por sobre mi hombro.

    —Ah... ese chico es del Sakura —comenté sin más...— ¡Ah, y que tu amigo también! —dije con un poco más de sorpresa. El peliazul vivía en el salón de audiovisuales, lo reconocía porque su compañero de club practicaba kendo como yo. Mi atención volvió a caer sobre Tomoki cuando se cuestionó los abanicos, le sonreí con alegría tierna—, Uhmhu —asentí para luego levantar mi abanico, sonriendo alegre—, uno como este.

    Les miré atenta cómo decían que no me podían dejar pagar así nomás, ¡Que consentidores! Con lo que me gustaba hacer regalos sin retribuciones. Les sonreí alegre y enérgica.

    >>Pues entonces comprenme dos recuerdos— Miré al frente, al suelo, con una sonrisa melancólica—, así se los puedo enviar a mis padres.

    [​IMG]

    Oh, vaya, ¿Descubrir secretos de Dunn-senpai? Con lo que me gustaba a mí perder el tiempo investigando hasta la cosa más irrelevante que podía encontrarme en un libro o internet. Le sonreí con esa filuda diversión, luego una más inocentona.

    —Claro~

    Luego me respondió con esa cara de no matar ni una mosca la provocación que le solté, amplié mi sonrisa con sorna.

    —Je —luego fruncí el ceño como si estuviera herido, quejón y por poco hacia un puchero—, y yo que creí que eras más intuitivo.

    Cuando estuve cerca de él otra vez, acercándome cuando se distrajo con otra persona, le planté mi careta cerca suyo otra vez, pero como siempre nunca le tocaba ni un pelo con mi cuerpo.

    >>Que decepción —dije sin más, tranquilo, mirando esos ojos ámbar con total confianza.
     
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    La realización de Momo de que Cayden iba al Sakura cuando reparó en él me hizo algo de gracia, además de que me completó la información de que el otro muchacho también era de la academia en cuestión. De alguna forma me aliviaba, no le había ido muy bien en el instituto anterior, así que era bueno saber que estaba un poco más suelto en esta vuelta. Como fuese, la chica afirmó a la pregunta más bien al aire de Tomoki y yo giré el rostro en dirección a la castaña.

    —¿Te hablas con Cay? —pregunté un poco porque sí.

    —No es como que Cay hable mucho en sí —añadió Kicchan detrás de mis palabras—. Me suena a que lo conoces de vista, ¿no, Ashi-san? Igual resalta mucho con ese pelo.

    Afirmé ante la idea de Tomoki, lo de que lo conocía al vuelo nada más, y escuché a Momo después con lo de los dos recuerdos. La tontería me aflojó una risa, pero no vi por qué no así que asentí solo para desenredar el brazo del suyo y estira la mano hasta posarla en su cabeza. Su sonrisa al mencionar a sus padres había sido diferente, así que el gesto me salió en automático.

    —Dos recuerdos marchando.

    Cayden.png

    El idiota accedió a mi estupidez sin más, un poco como anticipaba que haría, y me soltó en toda la cara que creía que me creía más intuitivo. La tontería me hizo soltar una risa por la nariz, porque hasta había estado al borde de hacer un puchero y no le respondí nada por distraerme con Yuzu, cosa que le dejó una ventana a Nakagawa.

    Para cuando volví la atención a él lo tenía casi encima y repasé sus facciones con calma, solo para darme cuenta que no me había tensado como sí había pasado con Ikeda. El chico no me había tocado ni un pelo, pero estaba allí y cuando estiré la sonrisa de nuevas cuentas, un poco menos inocente esta vez, le faltó muy poco para que mi respiración le rebotara en la cara.

    —¿No te ha quedado claro todavía que me gusta la atención? —resolví, tranquilo, bajando el tono tanto como me lo permitió el ruido ambiental—. ¿Qué gracia tiene dar cosas por asumidas cuando me puedo llevar el gusto de oírlas?

    Pude haber retrocedido para recuperar el espacio que me había quitado, pero no lo hice y permanecí allí, quieto, con la diversión bien pegada en el rostro. La verdad era que para tener tanta cara de moco se dejaba molestar demasiado.
     
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    Kaisa Morinachi

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    Les sonreí para responderle lo del pelirrojo.

    —Claro que resalta —y luego sonreí con ligera timidez que no se reflejó en mi voz de calma alegre—, pero sí, solo lo conozco de vista— Ahí fue cuando sonreí más suave, tranquila—, es de otro salón, así que no tenemos muchas chances de conocernos...

    Y sonreí más entusiasta a ojos cerrados.

    >>¡Pero a Nakagawa-san lo conozco un poco más! —comenté alegre, siempre intercalando miradas entre ellos y el camino, así evitaba chocarme—, es el líder del club de radio, era un club muy divertido y tenía unos senpai del club de kendo y basketball en él, eran muy amables y más de una vez me topé con alguno por andar haciendo recados por parte de los profesores. Nakagawa es menor, va en segundo.

    Mira tú, resulté mejor para el chisme de lo que creía, pero ¡Cómo ocultarle a Yuzu-rin información sobre uno de sus niños! Cómo buena protectora que era, comprendía la importancia de estos chismes~ Por poner alguna excusa, claro~.

    —Jejejeje —solté suave.

    Cuando mencioné lo de mis padres Yuzu-rin posó su mano sobre mi cabeza, no demoré en mirarla con una sorpresa calma y silente, con las palabras atascadas en la boca...

    Le sonreí amplio, conmovida.

    Sin pensarlo mucho me hice con su brazo, abrazada a el, y me apoyé en su hombro con muchas confianzas, cerrando los ojos.

    —Ahhh, Yuzu-riiin, cuánto te quiero~ —dije melodiosa y calma, con una gran emoción en cada una de las cosas que le comenté.

    Porque era verdad, por pocos que fueran nuestros momentos juntas, las pocas veces que las veía solíamos crear recuerdos.

    Esos recuerdos que te ayudan cuando la adversidad se te cruza en la cara.

    I'm obsessed con esta canción
    upload_2023-4-8_9-28-52.png

    Mantuve mi sonrisa calma, puede que se destensó un breve segundo cuando solté sus ojos para viajar a sus labios, reparar en su nariz, y volver a ese color ámbar que brillaba con cierta grandeza.

    Eran amarillos, eran jodidamente brillante y me encantaban, para qué negarlo, desde que Dunn senpai me empezó a caer bien poco a poco había cosas en él que llamaban mi atención, como esos ojos. La sonrisa amplia se mantuvo, ojos jocosos, y solté un "Je" nasal mientras mostraba de a poco los dientes con mi sonrisa, encantado con lo que escuchaba.

    Esas cosas que decía Dunn por algún motivo me encantaban, como que era una situación cuanto menos graciosa y era increíble que me estuviera divirtiendo tomándome confianzas con un chico que conocía hace relativamente poco. Aunque no me pondría a sobrepensar, sabía que si lo hacía arruinaría lo que logré conseguir.

    Las confianzas.

    —Así que te gusta oír mi voz, que curioso —dije con un tono grave, confidente y jocoso. Sonreí y mi gesto agarró un toque felino, casi que ronroneaba mientras mis ojos rasgados se reflejaban en los de Dunn, así de fija era mi mirada, precisa. Cerré los párpados y hablé con un toque de ingenuidad, alegría—, que suerte...— Abrí los ojos y otra vez esa sonrisa socarrona, pero con una calma que incluso podría ser envidiable—, me escucharás más seguido cuando empiecen las actividades del Club...

    Y crucé su costado, empezando a caminar.

    >>Si es que estás a la altura~ —comenté con una voz tan sedosa como jocosa.
     
    Última edición: 8 Abril 2023
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    Yuzu.png

    A Kicchan la afirmación de Momo sobre que Cay resaltaba por el pelo lo hizo reír y me miró como diciendo "te lo dije" cuando ella admitió conocerlo solo de vista. Cay era cerrado, o selectivo más bien, a pesar del buen corazón que tenía y era poco dado a hablar con gente de no ser que no tuviese más opción.

    En esencia uno a Cay se lo echaba al bolsillo por una de tres razones: le servías de espejo, deseaba cuidarte o se sentía atraído por ti. La atracción que sentía Cayden por los otros iba desde meramente física hasta emocional y se movía mucho por qué tan seguro se sentía junto a los otros.

    La confianza era capaz de voltearlo al revés. Si lo empujabas intentaría consumirte el alma. Él mismo no estaba seguro de si buscaba amar o poseer, debía averiguarlo todavía, pero no era más que un niño perdido como todos los demás.

    Había que darle tiempo.

    Y confiar en el fuego de su núcleo.

    Cuando Momo empezó a describir al otro muchacho, que respondía a Nakagawa e iba a segundo, una sonrisa me alcanzó los labios. Lo dicho, Cayden era selectivo.

    —Cay siempre tuvo buen ojo —señaló Tomoki, sereno—. O buen instinto, depende de cómo quieras verlo.

    —Ambas. Se junta con gente bastante capaz incluso sin darse cuenta —secundé—. Es bueno verlo hacer nuevos amigos. Así no se aburre de nosotros.

    La castaña se hizo con mi brazo después, se pegó a él y apoyó su cabeza en mi hombro. Me dijo que me quería y sonreí amplio, girando el rostro para dejarle un beso suave entre el cabello, como hacía con mis hermanas.

    —Y yo a ti, cielo —dije casi en voz baja—. Vamos, que esos recuerdos no se consiguen solos.

    Cayden (1).png

    Poco sabía yo de la suerte de gay awakening que Yashihiro estaba teniendo, literalmente, en mis narices, pero sí que noté el movimiento de sus ojos. Fue breve, casi imperceptible, pero a mí la paranoia me había dado sentidos afilados y noté el fugaz viaje de su mirada de mis labios hasta regresar a mis ojos, que me hizo la debida gracia aunque la contuve. Me dejé la sonrisa en la cara, tranquila, y encontré el reflejo amarillo de mis ojos en los suyos.

    Vas a gastarme de mirarme tanto, Nagakawa.

    Keep it up, kid.

    Se notaba que se estaba divirtiendo a mi costa, digamos que después de ser criado por Arata uno se acostumbraba a esas cosas, pero también era cierto que su diversión era menos abrasiva. Dudaba mucho que Yashihiro quisiera molestarme de verdad, quería decir, al punto del enojo, así que me daba un poco igual. Viniendo de él las confianzas casi eran un honor.

    —Tus palabras, no las mías —respondí acercando un poco más el rostro al suyo—. Ya que no recibes halagos de chicos, kaichou.

    Le regresé su espacio casi de inmediato, lo que le dio tiempo de soltar la tontería de turno y me permití una risa de suficiencia, incluso si estaba poniendo en duda mi valor. Pasó a mi lado, me encogí de hombros y le seguí los pasos bastante tranquilo.

    —Bueno, tienes tiempo para probarme todavía —dije bien consciente del doble sentido, pero disimulándolo como un campeón—. Aunque sería muy feo tener que mandarme a la mierda ahora que nos comenzábamos a llevar bien.

    Me había quedado un poco atrás porque alguien se me había colado de repente en el espacio muerto entre Nakagawa y yo, así que apenas la persona se hizo a un lado estiré la mano para pillar al crío por el brazo. El movimiento no cargó ninguna segunda intención, fue para no perderlo entre el gentío, y aunque caminé unos segundos enredado a su brazo lo solté después.

    —Tengo hambre. —Me quejé sin decir nada del contacto que acababa de romper—. ¿No se te antoja algo? I don't know, some mochi or something.


    Me estaba sonando Middle of the Night

    JUST CALL MY NAME, I'M YOURS TO TAME-
     
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    Kaisa Morinachi

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    Miré curiosa a Tomoki, lo de tener buen ojo, instinto, lo que fuera me causaba cuanto menos curiosidad. Me preguntaba si yo tendría eso... se que era buena para identificar algunas emociones, pero se debía a la cercanía que tenía con el trabajo de mamá, donde a veces había que lidiar con gente que no te decía directamente lo que quería, tenías que fijarte bien en las palabras y los gestos para saber sus reales pesares. Siempre me gustó ayudar a otros, pero no era fácil hacerlo, así que investigué mucho aunque fuera por era observación.

    Porque saber cómo ayudar era distinto a solo querer ayudar. Había que reconocer límites... había que saber cuando en verdad no podías hacer nada...

    Cuando no debías hacer nada.
    Le sonreí a Yuzuki cuando dijo que se juntaba con gente bastante capaz.

    Yuzu-rin me devolvió la muestra de afecto y reí un poco avergonzada, por más buena chica que fuera no solía recibir muchos.

    —Así que ustedes son gente capaz~ —solté melodiosa, casi con un coqueteo más bien de jugueteo, al ser ellos amigos del tal Cayden, ¿No? ¡Entonces entrarían en la propia descripción que dieron de su gente cercana! Sonreí entusiasmada—, pues seguro no tendré que decirles cuál es el mejor regalo para mis padres si es que los son~

    Y no quería tratarlos de idiotas o algo, ¡Estaba proponiendo un reto! Para divertirnos un rato, esperaba que lo entendieran.

    [​IMG]

    Qué decir, tenerlo cerquita porque yo decidía cuánto avanzar no me causaba dramas, pero fue notar el primer indicio de que ese chico se acercaría que me hice hacia atrás la misma cantidad que él se acercó y ni yo sé cómo logré mantener la sonrisa que traía, pero en mis ojos se notó la tensión incomoda que me bañó el cuerpo con algo tan simple. Osea, sí, me gustaba salirme con la mía, no quería que me pagaran con la misma moneda.

    Quería ser yo quien tuviera... las cuerdas, supongo.
    Pasé muchos años aguantando ridículos...
    La altura se volvió mi nuevo caparazón.​
    Dejando atrás el silencio y las malas caras.

    No pude evitar soltar una risa nasal cuando soltó la cosa más doble sentido que escuché en bastante tiempo, vamos, ¡Que mis amigos no eran así! Aun cundo el pelirrojo trataba de comerse a una que otra chica, poco me lo veía siendo tal cual de descarado... aunque bueno, el pequeñajo creció bastante y creo que las hormonas le pegaron más fuerte que a cualquiera de los dos que quedábamos. Lo miré por sobre el hombro, sonriendo confiado, pero ignoraremos el leve rubor que tenía en las mejillas.

    —¿Quién dijo que tenías que estar en el club para estar junto conmigo? —solté con confianza, pero la verdad es que luego miré al frente, porque me dio una vergüenza que ni contarte. Fruncí el ceño y todo por tan abominable cursilería, teniendo que juguetear con un mechón de cabello de mi flequillo para no sucumbir a la ansiedad—. Hmng —mascullé.

    Lo miré con mala hostia cuando se agarró de mi brazo, aunque en verdad no estaba molesto, el mensaje fue claro: ¿Quién te crees? Por poco y que le agregaba el mocoso.

    Me soltó y yo seguí tan pancho con mi cara de culo. Que tenía hambre decía... que quería comer mochis o algo, no pude evitar sonreír con una mezcla de sorna e impacto, enarcando una ceja y torciendo mi sonrisa... Me apresuré para poder echarle un brazo por encima de los hombros, otra vez las cercanías y mis ojos sobre sus ámbar.

    Le hablé con calma y bien bajito, en parte para que no le molestara el aliento.

    —Así que lo de mariposa también es porque te gusta el néctar, ¿No?

    ¿Me había soltado alguna vez lo de sus apodos? Creo que sí, pero de todas formas, no era líder del Club de radio por ser un desinteresado: Cada que algo pescaba mi atención, cada pequeña cosa que lograba oír, sea rumor, sea concreto, la almacenaba en ese cerebro que usaba para guardar las porquerías que me interesaban en vez de estudiar para la prueba de mates que se nos viniera la próxima semana.

    Y sonreí como felino mirando a un pajarillo.

    A saber de cuántas cosas me enteré.


     
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    Zireael

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    Los instintos y el ojo afilado eran habilidades que a veces se desarrollaban y otras tantas parecían empíricas, podían surgir del entrenamiento o del miedo y sus resultados eran variables. El poder de Cayden, por desgracia, se alimentaba de su miedo constante a ser aplastado y con ello sabía rodearse de personas que lo amaran genuinamente o, en su defecto, que pudiesen mantenerlo seguro. Los cuatro gatos que mantenía cerca eran de esa categoría.

    No sabíamos que teníamos un Judas entre nosotros, claro.

    Para el incidente faltaba tiempo.

    El comentario de Momo sobre que entonces nosotros éramos gente capaz hizo reír a Tomoki, el muchacho debió pillar la misma gracia que yo en el asunto y le dio risa por la suerte de broma interna. Éramos gente capaz, claro, pero Cayden no era el que nos había encontrado, aunque a veces sus ojitos rozaban el anaranjado de Kaoru de forma peligrosa.

    El crédito era de nuestro rey, ahora al otro lado del río Sanzu. Con sus eternos dieciséis años confiaba en que mi niño hubiese cruzado por el vado y no por las aguas atestadas de serpientes.

    Había sido bueno a su ambigua manera, lo suficiente para balancear su karma.


    Nos había amado.


    —Lo somos —afirmó Kicchan que estiró la mano para acariciarme el cabello atado en la coleta, como si supiera lo que estaba pensando—. Sobre todo nee-san. Es muy valiente y amorosa, a todos nos gustaría ser más como ella.

    A todos nos hubiese gustado ser más como Kao.

    Sonreí, negando suavemente con la cabeza, y tomé la mano de la castaña para acercarme a uno de los puestos a husmear. Tomoki se inclinó para hacer lo mismo y se llevó la mano al mentón.

    —¿Algo relacionado a la protección? —preguntó, tanteando.

    —A la salud —corregí, señalando un omamori verde—, para su mamá. Los que velan por la salud de los otros deben estar sanos también, en cuerpo y mente.

    —Maneki-neko —dijo Tomoki de repente, señalando un grupo de gatitos de cerámica—. Ambas patas levantadas para la protección y... verde para la salud.

    Entre el montón de gatitos había uno verde, justo como decía, con ambas patas levantadas. Suponía que era nuestra primera apuesta.

    Cayden (1).png

    Quizás en el fondo Yashihiro y yo fuésemos el mismo tipo de imbéciles, porque bastaba que fuese yo el de la iniciativa para que el echara atrás. Le gustaba llevar el control, se notaba, y a mí la verdad solo me gustaba hacer el tonto y luego ceder las riendas, pero también ponía mis límites. Era organizado, no controlador y aunque sonaba igual tenía bien clara la diferencia.

    Le noté la incomodidad, ni que fuese un estúpido, así que no consumí más distancia para no crisparle los nervios más de lo necesario. Su respuesta a la ambigüedad de mi comentario fue una joyita, me hizo reír por lo bajo y me revolqué en silencio en la pequeña cuota de satisfacción que me brindó ver que se le subiera el color al rostro. Se puso a jugar con un mechón de pelo y todo.

    Poor little thing.

    —Supongo que tienes razón —dije alzando la vista, pensativo—. Podemos almorzar juntos, ¿no? Pero qué sé yo, soy solo el senpai~

    Total que luego de eso pasó el rollo del brazo y todo lo demás, pero ignoré su cara de culo olímpicamente porque era su estado natural. Noté su sonrisa luego de que le dijera lo de la comida y para cuando quise darme cuenta me echó el brazo encima de los hombros, cortando la distancia por mandato suyo de nuevas cuentas.

    Que si lo de mariposa era porque me gustaba el néctar. En realidad era por dos motivos esenciales.

    Sustituía okama.

    Y representaba la resistencia de las verdaderas mariposas.

    Yako me había nombrado condensando los conflictos de mi personalidad y sus fortalezas, quizás sin saberlo, y ahora debía lidiar con ello sin más. Era diferente cuando Arata o Sonnen me llamaban mariposita, incluso si eran bruscos sabía que venía del Swallowtail original, mientras que cuando lo usaba Tolvaj sabía la intención que cargaba.

    Sé lo que eres, decía.

    Tengo poder sobre eso.

    Puedo apuñalarte cuándo me plazca.


    —Puedes entenderlo como gustes —respondí, tranquilo en contraposición a lo que pensaba—. Los nombres que nos dan los otros no significan lo mismo para todos, ¿o sí?

    Giré el rostro para sonreírle sin molestarme en darle cuerda a su gesto, que rozaba peligrosamente lo felino, volví la vista al frente y no me desperecé de su brazo. Me daba bastante igual que se pegara como moco si quería.

    —La comida, Nacchan —insistí y escarbé en el bolsillo para sacar el dinero suficiente para dos bocadillos de la clase que fuese. Cuando lo miré de nuevo le puse ojos de cachorro mojado—. No me hagas el feo. Te invito.
     
  20.  
    Kaisa Morinachi

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    Mantuve mi sonrisa, pero era una máscara para no incomodar a Yuzuki, la risa del chico logró que le sonriera a él con una alegría más genuina y luego mirar con calma a la chica. No sabía qué... pero algo cambió, algo ocurría con ella, aunque era incapaz de deducirlo, porque no tenía ni una pequeña pista. Cuando escuché Tomoki halagar a Yuzu-rin no pude evitar sonreírle al chico con una gracia conforme, tranquila, estoica asentí con suavidad.
    Miré a Yuzu-rin, avergonzada, pero con una sonrisa más que genuina.

    —Eres increíble —solté casi que con lástima, conmovida. Sonreí más amplio y me estreché contra su hombro y brazo casi como un gatete, solté un sonidito similar a un ronroneo, lo más similar que podía hacer una chica—. Hmmm~
    Luego Yuzu-rin me tomó de la mano con esa calma que era como un río, gentil, que guía; pero puede ser tormentoso cuando el clima se va en su contra...

    Agua...
    Sangre
    Vida
    Miré curiosa el puesto mientras escuchaba las sugerencias de los chicos, poco a poco me iba asombrando con su línea de pensamiento, al recordar a mamá y las cosas que tenía que afrontar no pude evitar dedicarles por igual una sonrisa cargada de melancolía. De todas formas terminé sonriendo, un murmullo melódico. Miré con una sonrisa tranquila, orgullosa, calmada el maneki-neko.

    Me giré a mirar a Tomoki, esa sonrisa calma se tiñó con una picardía sutil.
    Picardía que terminó de confirmarse cuando hable sedosa.

    Ven que si son capaces~
    upload_2023-4-10_9-43-20.png

    Exhalé el aire por la nariz, calma, Yashihiro, calma; porque estaba bien, podía aguantarle un par de bromas al condenado de Dunn-senpai, pero...
    Que se hartara. El debía ser consciente de lo fácil que era colmarme la paciencia... pero no sabía cómo me desagrada que usarán mis cosas en mi contra.
    Sobre todo lo que decía,
    era increíble lo mucho que me disgustaba que hicieran eso.
    De cualquier manera mis ganas de no desagradarme con él eras más que mi capacidad para que las cosas me irritaran cuando no iban como quería. Así que respondí la ironía con calma, casi que apático o más bien cansado.

    —Qué obsesión con que te haya dicho senpai...— Me detuve, hablado de joder, busqué su mirada y mi sonrisa tenía una sorna que, con mi cara, seguro parecía un poco el desquiciado del callejón—, ¿Cuánto tiempo más te joderá? —alcé el mentón, al estar algo distanciado podía pasar como que lo veía desde arriba.
    Con superioridad, sonriendo con suficiencia.
    >>¿Cuánto poder tengo sobre ti, querido? —solté confidente, solo para que él me escuchara, porque hace rato la multitud era solo un paisaje de fondo y por mi propio bienestar me centraba en la mera existencia de Dunn Cayden.
    Luego me respondió lo de mariposa, aunque mi sonrisa se mantuvo quieta mis ojos lo escuadriñaron, como si leyera lo que buscaba en su cara. Ni en su cara, solo clavando mis ojos sobre los suyos.

    Porque sabía que este chico escondía cosas...
    ¿Quería conocerlas?

    Que me sonriera fue suficiente para que mi sonrisa se borrara. No era enojo, era calma, una centrada, amargura. No por él... más bien por cómo era. Aunque solo fue una seriedad calma cuando mencionó lo de la comida, lo miré sin prisas cómo buscaba algo, no pude evitar sonreír consternado, con jocosidad, cuando me colocó esa cara de cachorro.
    Le agarré el mentón, casi que elegante, pero firme con la mano que no cubría sus hombros. Giré su rostro para poder murmurarle en su oreja.

    —Cuidado con las caras, Cayden —me tomé las confianzas con esa voz grave, ahora incluso sedosa, confidente. Me alejé sonriendo como un crío calmado y contento, mientras tomaba al vuelo el dinero de su mano—. Ya verás que tengo buen ojo —ignoré lo que susurré para comentar respecto a lo de comprar comida y nuestro tiro y afloja por bien quién era más presumido a su pendeja manera.
     
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  1. Zireael
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