Reino de Ifeë

Tema en 'Reino de Ifeë' iniciado por Hitomi-chan, 17 Enero 2023.

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    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido seventeen k. gakkouer

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    La primera parte del camino había transcurrido sin incidentes, era un espacio transitado y por tanto los peligros, al menos los naturales, disminuían bastante. Al llegar al pueblo pude tomar un descanso todavía con las condiciones de mi posición, por decir algo, mientras los soldados se encargaron de custodiar la carga que llevábamos.

    Al día siguiente continuamos, pero el camino se volvió más solitario y eso levantó mis alertas, aunque permanecí tranquilo. Las condiciones del camino también volvieron el avance complicado y volví a pesar que Miranda me había enviado para no volver, tan simple como eso. Ese día tuve que dormir dentro del carruaje, los soldados me custodiaron pero entendí que la comodidad y la seguridad se acababan.

    El siguiente pueblo era significativamente menos ostentoso, pero al menos tenía una posada y fue allí donde comencé a escuchar cosas que me hicieron afilar los oídos. Habían siete devorados por una supuesta bestia, cazarla era el equivalente a ofrecerse como alimento... Luego que no era solo una criatura, sino varias. Lo que había quedado del hombre era un pedazo de tela ensangrentada cubriendo un bulto, algún resto, nada más.

    Al continuar el camino nos advirtieron que no pasáramos por el bosque, pero el desvío significaba un aumento de días en el total del viaje y viendo custodiado, seguí el camino original. No parecía una amenaza como tal, pero tampoco quise subestimar una franja de bosque, mucho menos cuando tendríamos que dormir allí.

    Pronto quedaría claro por qué.

    Los soldados ni siquiera habían alcanzado a encender el fuego, lo que era un problema en sí mismo, cuando un aullido cruzó la noche alertándonos de la presencia de un grupo de lobos. Uno de los soldados me pidió que entrara al carruaje, así lo hice y este cerró, dejando al grupo de soldados contra los lobos. Era un grupo del que desconocíamos su tamaño, una cosa eran los animales que se veían y otra los que debían seguir ocultos en la oscuridad, esperando la señal.



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    Si en algo entendía a Dunn era en que se cansara de las vueltas que daba Miranda, a veces no sabía si lo hacía de forma intencional o del todo no era buena con, no sé, ¿preguntas directas y respuestas concisas? Le había preguntado la relación del pergamino con la muerte de mi padre, es decir, por qué demonios me estaba dando el papel al mismo tiempo que decía lo otro. Para pretender dar dos líneas de conversación las seguía bastante mal.

    Claro que no iba a decírselo.

    —No me refería a eso —advertí, firme, y alcé el pergamino a la altura de mi rostro con la ilustración en dirección a Miranda—. Me dices que atente contra mi padre en el momento en que esta cosa apareció frente a él y yo la vi. Hasta ahora mi padre había vivido, pero esto cambió tu proceder, ¿qué es esto en realidad? Sé concisa, si das muchas vueltas o no me respondes en realidad me aburriré. Matarlo por matarlo no sería muy estratégico de mi parte.

    ¿De verdad estaba hablando de matar a mi padre así, sin cambiar la expresión de mi rostro?

    Bueno, no era la primera sangre que vería.
     
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    Ese es un defecto de su juventud príncipe, no todo tiene que ser explicado para poder ser comprendido — Miré al joven y le sonreí —Como en el pasado, usé su intuición, si algo puede perjudicarlo, es mejor eliminarlo…¿No lo cree?— Tome el pergamino que antes le había entregado y lo guarde de nuevo entre mis ropas.

    Los mineros se niegan a trabajar de nuevo hoy...— Cambiando el tema, esperaba no hacerlo enfadar más, era complicado poder comprender a ese chico, pero también necesitaba que dejará de ser el niño consentido de siempre y esta era su primer prueba —...¿Que piensa hacer?—

    Aquí daré un poco de libertad a Altan, puedes hacer lo que creas haría tu personaje ante la situación ;)
    ...

    Ir a hablar con los mineros
    Mandarlos obligar a trabajar
    Otra cosa... (?)










    Los lobos pronto comenzaron a rodear todo el campamento improvisado, aunque parecía ser un gran número, ninguno de ellos se lanzó sobre ningún soldado, solo caminaban en círculos mostrando sus colmillos y rugiendo de vez en cuando.

    De pronto, uno de esos lobos salto sobre el carruaje donde Liam estaba oculto y con solo un aullido de su parte, todos los demás se abalanzaron sobre los soldados, el sonido de las espadas parecía ser poco en comparación de aquellos gruñidos .
    De un momento a otro, el carruaje se volteo y por inercia Liam fue lanzado fuera.
    Esta vez el noble no solo podía ver lobos, junto a ellos había algunos hombres que también atacaban a los soldados y a su vez robaban cada pieza de oro que encontraban en la valiosa carga que se suponía debía llegar Ogunros.

    Justo frente a Liam, un hombre a caballo se detuvo para mirarlo, junto a él un grupo de lobos se reunió dispuestos a atacar y devorar el cuerpo del hombre.

    Lárgate— Con una voz profunda el hombre le indico con la cabeza al peli rojo que se fuera, mientras podía ver como todos aquello soldados con los que viajaba eran devorados, y su valiosa carga saqueada hasta desaparecer por completo.

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    Zireael

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    No cambié la expresión en mi rostro, pero la respuesta esquiva e inútil de Miranda me revolvió la ira en la boca del estómago. Hablaba de intuición y no sé qué mierdas, pues mi intuición comenzaba a ponerse excesivamente recelosa con su existencia a partir de las respuestas del último día. No me parecía que pedir información clara fuese un defecto de la juventud, trabajar sin datos nítidos era lo mismo que arrojarse de cabeza por un acantilado rocoso.

    Que no todo debía ser explicado para ser comprendido.

    ¿Se escuchaba cuándo hablaba?

    —Esa es tu intuición, no la mía —respondí—. El tiempo en que los obstáculos deben ser eliminados no es azaroso.

    El cambio de tema siguió tocando las cuerdas incorrectas, pero todo lo que hice fue girar el cuerpo hacia la ventana y observé el exterior desde allí. Lo había dicho el día anterior, que les diese un día a los mineros no significaba que fuese a dejarlos hacer lo que les diese la gana el resto del año. Cada persona tenía su función en la estructura y si la gente comenzaba a tomarse más libertades de las permitidas las bases iban a falsearse.

    —Fui benevolente un día, no es mi manera de proceder de forma permanente —añadí viendo a Miranda de reojo—. Deben trabajar. El que no quiera hacerlo será castigado.



    CLiam.png

    Los lobos eran animales inteligentes y por ello especialmente peligrosos, ya era un problema topar con uno aislado, pero encontrarse a la manada completa era casi una sentencia de muerte. Me mantuve calmado, todo lo que me lo permitía la situación, y agudicé el oído para percibir cada movimiento de los soldados que me protegían, de los animales que los habían rodeado y del exterior en general.

    El movimiento delató que uno de los animales había saltado sobre el carruaje y el miedo me escaló por la garganta. En el caos que se desató entre los lobos y los soldados, pronto el carruaje acabó volteado y todo lo que supe es que salí disparado al exterior, expuesto y vulnerable ante el montón de bestias, aunque puede que el problema no fuesen solo los animales.

    Había un hombre a caballo, se detuvo a mirarme y junto a él lo hizo un grupo de lobos, con esos ojos de muertos en vida. Pasé saliva, pensé en mi mujer, en el niño y en la maldita zorra de Miranda. Pensé en todo menos en el saqueo, porque a la larga siempre me había importado solo mi propia vida.

    Pensé que al menos había un descendiente que tomaría mi título.

    Lárgate.

    Los soldados estaban siendo devorados, el oro y las joyas saqueadas, pero este me estaba diciendo que me largara, ¿y quién era yo para contradecirlo? Me levanté despacio, no por él si no por los lobos, y comencé a retroceder sin darles la espalda, a sabiendas de que si salía corriendo me verían como la presa que era en realidad y me caerían encima. Retrocedí tanto como pude hasta que creí dejar de verlos, hasta que me creí capaz de huir sin que la jauría me cazara.

    ¿Qué iba a hacer en el jodido bosque?

    Morir también.
     
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    Perfecto mi señor, alístese y salga a dar sus órdenes— Hice una pequeña reverencia ante él y me di la vuelta para poder dejarlo de nuevo solo en su habitación, por el momento no veía el sentido de seguir nuestra platica, era mejor que se encargara de los mineros primero y luego veríamos lo demás.

    Ahora debía ir y hablar con todos esos aristócratas y nobles, poder controlar un reino significaba también mucha política entre personas poco deseables, pero alguien debía hacerlo al final


    >> En las afueras del palacio un grupo de hombres permanecían en silencio solo a la espera de su rey. Era un grupo de mineros, sus hombres más viejo los que ahora se negaban a seguir trabajando y a cambio solo querían una audiencia con el rey.

    No trabajaremos en las minas hasta que el rey Abraham venga a hablar con nosotros— Gritando ante los soldados que les impedían el paso, los hombres comenzaron a organizarse para hacer su protesta al unisonó.

    Con ese, serian 2 días que el trabajo estaba en pausa, dos días en los que no se había producido ninguna extracción de mineral, oro o hierro....

    <<<

    Dejo a Altan libertad de lidiar con el problema como lo crea conveniente xD [Todos los personajes tendrán su "libertad" creativa*-*]




    El bosque, aunque pequeño podía ser un lugar hostil y aún más de noche. Aunque Liam había corrido hasta que sus piernas dolieron aun podía escuchar el aullido de aquellos lobos como si estuvieran justo tras él.

    Ahora solo traía consigo lo que llevaba puesto... La carta que le dio Miranda antes de irse, un par de anillos de oro con un diamante y una esmeralda y su ropa de la más fina seda, todo lo demás se había perdido.

    El próximo pueblo no estaba muy lejos, si caminaba toda la noche y la mañana siguiente, tal vez llegaría al anochecer a ese lugar y alguien lo podría ayudar, eso claro si nada más le pasaba en el camino.


    Pobre Liam, le toco la mala suerte xD

    1. Llegar al camino y esperar alguien pase para pedir lo lleve
    2. Caminar solo, e intenta llegar al pueblo por su cuenta.
    3. Rasgar sus ropas, ocultar sus pocas pertenencias y fingir ser un pobre en desgracia para pedir ayuda al primero que pase.
     
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    Seguir la conversación era inútil, eso hasta yo lo sabía, por eso me limité a prestar atención al asunto de las minas porque en sí también era importante. Suspiré con hastío apenas Miranda se retiró y la escuché alejarse caminando por los pasillos; sabía que no se trataba de hacer lo que me diese la gana y nunca lo había pretendido, pero lo críptico del asunto nada tenía que ver con intuiciones y no sé qué.

    Era cierto que había que contar con la capacidad de rellenar vacíos en la información que naturalmente faltaba en la vida real, pero también había que buscar si había datos por debajo de la mesa. Un pergamino, una bestia de sombras y la locura de mi padre tenían más explicaciones que las que la gente que hacía llegar, lo sabía.

    Como fuese, cuando estuve listo salí a enfrentarme a los mineros que se habían conglomerado en las afueras del palacio. Eran los más viejos los que exigían una audiencia con mi padre, diciendo que no trabajarían hasta hablar con él. Me mantuve sereno a pesar de que la protesta comenzaba a formarse frente a mis ojos y me pregunté si debía haber acudido a la violencia desde el primer momento, ¿habría eso cambiado algo cuando estos hombres pedían la presencia de mi padre?

    Quién sabe.

    Los soldados los retenían, eran la línea de separación entre ellos y yo, pero yo me aclaré la garganta sin moverme y alcé la voz como pocas veces en mi vida. Si implicaba algo para ellos, bien, y si no también. Habían otras maneras de hacer las cosas.

    —He venido en nombre de mi padre, pero con la misma potestad. Les di un día para que permanecieran con sus familias, que se tranquilizaran y luego volvieran a las minas, necesarias como son para Ifeë —comencé con tono firme, serio—. No podemos pausar el reino y lo saben perfectamente.

    Busqué con la mirada a uno de los soldados más cercanos a mí, hice una señal con la mano para que se acercara a mí y atendiera a lo que iba a decirle solo a él.

    —Si siguen poniendo resistencia no se los permitan.


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    Los eventos se habían apilado para terminar en esto, era una patada directo de Miranda y del destino para que un noble como yo se metiera toda su soberbia por donde no daba el sol. En el bosque no había forma de que sobreviviera solo, eso lo tenía claro porque no era ningún estúpido, pero si pedía ayuda también iba a correr el riesgo de que me dejaran vacío hasta de lo que cargaba encima. La ayuda real no caía del cielo porque sí.

    Corrí todo lo que me lo permitió el cuerpo, sentía a los malditos lobos encima y los escuchaba como si fuese así, y puede que solo por eso me dieran las piernas para seguir avanzando por el bosque. Cuando las extremidades se me rindieron me dejé caer a las raíces de un árbol, respirando a duras penas, e hice un inventario mental de las cosas que tenía encima: la carta de Miranda y mis propias joyas.

    Lo que se me ocurrió en consecuencia era rastrero, pero tenía que llegar a Ogunros y tener algo conmigo que valiera para averiguar qué demonios estaba pasando en Ifeë. Esperé a que la respiración me volviese a la normalidad, a calmarme, y cuando sentí que ya podía moverme sin que se me regresara la comida de hace unas horas empecé a rasgar mi ropa.

    Envolví las pertenencias que conservaba en los primeros jirones que hice, las oculté de la mejor manera que pude y continué con mi teatro. Ensucié la ropa ya rasgada, la desgasté con el tronco del árbol y cuando creí que parecía convincente pretendí avanzar hasta el camino para pedir ayuda. Moverme solo era una sentencia y pretender ganarme el favor de alguien al pretender ser un miserable esperando su muerte era por demás cuestionable, ¿pero qué me quedaba?

    >>Rasgar sus ropas, ocultar sus pocas pertenencias y fingir ser un pobre en desgracia para pedir ayuda al primero que pase.
     
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    Con todo respeto príncipe, exigimos hablar con el rey no con usted— Uno de los hombre encaro al joven seguido por los demás.

    No trabajaremos más hasta hablar con el rey— Los gritos de consigna volvieron de nuevo, esta vez más fuertes y hasta más ordenados.

    Poco a poco cada vez más hombres y mujeres se reunían a las afueras del palacio y se unían a las exigencias.

    El Rey Abraham sabe por qué estamos aquí— El mismo hombre que encaro al príncipe se acercó tanto como los soldados se lo permitieron a él —Llame a su padre príncipe, o nos quedaremos aquí el tiempo que sea necesario.









    Por fortuna, parecía que la noche llegaba a su final, la luz del día comenzaba a hacerse presente y todo se aclaraba, dejando atrás esos aullidos y la oscuridad.
    El camino por el cual ahora iba Liam parecía un lugar desierto, por más que caminara y sus pies dolieran, nadie parecía siquiera transitar ese lugar. El tiempo pasaba y apenas lograba ver un que otro pájaro cruzar el cielo sobre él, pero ni rastro de algún humano que lo pudiera ayudar.

    Sin comida, y sin siquiera un poco de agua, las fachas con las que él mismo se había hecho ahora no estaban tan alejas de su realidad. Antes de caer al suelo por el cansancio, pudo escuchar el sonido de una carreta acercándose, pero al girar a ver de quien se trataba solo pudo ver como un grupo de lo que parecían ser mercenarios pasaba a su lado riendo y apenas dedicándole una mirada para seguir de largo su camino.

    Por una parte era algo bueno que lo ignoraran, pero seguía igual que al principio y su estómago cada vez comenzaba a exigirle un poco de comida. Las horas pasaron después de eso y el atardecer llego sin que nadie se cruzara en el camino del noble en desgracia.
    Pero justo antes del anochecer otra carreta se pudo escuchar, pero parecía no ser solo una, sino varias....

    A un lado de Liam un grupo de artistas ambulantes se detenía mientras el hombre que guiaba los caballos lo llamaba —¿Estas bien amigo?— Era un hombre mayor y con pinta algo extraña en sus ropas, pero al menos su mirada de preocupación parecía genuina.
     
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    Lidiar con grupos era un dolor de cabeza, ¿no? No había que ser ningún iluminado para saberlo y a mí en particular me consumía más energía que al resto, eso también lo tenía muy claro, pero así como repelía a las personas anhelaba el poder que podía ejercer sobre ellas. Era dicotómico, por rebote era desgastante, pero no por eso pensaba echar atrás. Puede que no tuviese demasiada paciencia, pero podía interpretar mi papel.

    Contuve la sonrisa de genuina burla que tuve deseos de soltar cuando uno soltó que pedían hablar con mi padre, no conmigo, y me dieron ganas de preguntarle qué diablos quería escuchar él de un loco que se sentaba en un trono. Si mi padre había sido capaz de reinar, el punto es que ya no lo era y su gente tenía que comenzar a entenderlo.

    Las personas siguieron agrupándose, no me moví de mi posición y observé desde allí al mismo hombre que había hablado antes, se acercó tanto como pudo debido a los soldados y le sostuve la mirada, impasible. ¿Me estaba amenazando? Se estaba jugando demasiado al pellejo para ser un minero, pero no quería mártires, no todavía por lo menos.

    —Le gusta alzar al voz, ¿no? —dije hablándole directamente—. Ya quedó claro que todo el gremio tiene algo de vital importancia que hablar por mi padre.

    Sin embargo, lo estaban exigiendo como si yo llevase siendo un ogro con ellos media vida o algo.

    —Ya les he dicho que vengo en su nombre, pero insisten. Convénzame entonces, de qué tan importante es eso que no pueden hablar conmigo a pesar de ser su hijo, en vez de amenazar con no moverse y ya, porque ni yo iré por mi padre en esas condiciones ni ustedes se moverán de aquí. Estamos atascados.



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    La noche que se me había antojado eterna comenzaba a retroceder por fin y con ella los aullidos de los lobos, que ya no sabía a ciencia cierta si me seguían o solo los escuchaba dentro de mi cabeza. El problema era que la falta de comida, el cansancio y el susto comenzaban a desgastarme el cuerpo y en este camino no se veía pasar una mísera alma además de la mía.

    Un rayo de esperanza se hizo presente, pero así como apareció se desvaneció, porque en el momento en que la carreta pasó me di cuenta que no era más que un grupo de desgraciados mercenarios. No invirtieron en mí una pizca de atención real, fue bueno a su manera, pero eso me dejaba solo de nuevo en este maldito camino y sin provisiones.

    Nadie nos mandaba a ignorar las advertencias de los lugareños, ¿cierto?

    El cuerpo me cedió, quedé a un lado del camino y para cuando el atardecer se anunció, luego el anochecer, creí que el sonido de la carreta era un delirio producido por mi desesperación. Parpadeé con pesadez, sentía la mente espesa ya, así que cuando los caballos se detuvieron y el hombre me habló estuve a nada de ignorarlo, ya no por ser un prepotente, fue que genuinamente creí que estaba perdiendo la razón.

    Tardé un instante en reaccionar y mirarlo, con ello entendí que era una caravana de artistas y quizás por ello las pintas del hombre eran, por decir poco, extrañas. Quizás estuviera pecando de ingenuo, pero también quería pensar que era relativamente bueno leyendo las intenciones de las personas y la mirada del tipo parecía ser de genuina preocupación.

    —Me quedé sin fuerza para seguir andando —dije luego de pasar saliva porque sentía la boca pastosa—. ¿Podrían dejarme en el pueblo más cercano?
     
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    El hombre miro fijamente al joven príncipe y luego a sus compañeros tras él. Por algunos momentos el silencio reino entre ellos hasta que el mismo hombre volvió a hablar.

    Entonces que así sea príncipe...— Hizo una leve reverencia con la cabeza ante Altan y se alejó reuniéndose junto a sus otros colegas —Esperaremos hasta que el Rey venga a hablar con nosotros

    Todos los mineros montaron su huelga en paz, pero desafiantes al mismo tiempo.

    El rey había visto todo desde una de las ventanas del castillo, y solo sonrió al ver el resultado de las cosas, se dio media vuelta y regreso a su trono donde además de sentarse a dormir tranquilamente volvió a tararear esa canción de cuna de antes.

    Hora de tomar decisiones...
    a) Basta de consideraciones... Mandar a los soldados a disolver esa huelga y arrestar las cabecillas.
    b) Pedir consejo a Miranda
    c) Ir con el rey, aunque loco sigue siendo el monarca de ese reino, que se haga cargo de su problema.

    Un total de 5 carretas se detuvieron una seguida de otra cuando la de hombro lo hizo. El viejo soltó las riendas de los caballos y bajo hasta donde estaba el chico, no sin antes gritar a una chica que iba con él que trajera un poco de pan y leche.

    La chica hizo caso al momento y fue cosa de algunos minutos que frente al peli rojo algunas piezas de pan y una tarra de leche estuvieran presentes.

    Disculpa no tengamos más para ofrecer, pero son tiempos difíciles— El hombre sonrió y miro al joven un poco más de cerca mientras este comía. —Parece que te ha ido muy mal muchacho— Di una palmada en su espalda y le indico a la misma chica de antes que trajera una manta para él —Nosotros vamos a Ifeë si quieres con gusto te llevamos— Señalo a todos los demás del grupo que eran aún más excéntricos al vestir que él.
     
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    Para este punto comenzaba a preguntarme si la gente realmente procesaba lo que les decía o estaba hablando en un idioma desconocido, porque la cantidad de veces que las personas pasaban del sentido literal de mis palabras comenzaba a ser preocupante. Que Miranda pasándose por donde no daba el sol mi solicitud de información clara, que los mineros insistiendo con que no iban a moverse a pesar de que les dije que podía llamar a mi padre si me convencían de la urgencia de su presencia.

    No me parecía tan complicado.

    Pero si insistían iba a hacer las cosas a mi maldita manera.

    Mantuve la posición, esperé a que rompieran su silencio y suspiré al escuchar la respuesta, que era lo mismo de antes pero dicho diferente. El hartazgo que comenzaba a sentir me estaba tocando las pocas fibras emocionales que poseía, directamente asociadas a la ira, y tuve que contenerme a mí mismo con más fuerza de la que me hubiese gustado para no ordenar que los sacaran de mi vista y ya.

    Tampoco se me apetecía demasiado lidiar con Miranda ahora mismo, si éramos honestos, pero hablar con mi padre para traerlo ante su gente no estaba en mi mapeo de opciones y prefería hacer algo antes de disolver la huelga sin más. Digamos que era la única decencia que me quedaba, que parecía demasiada teniendo en cuenta que quitaba de mi camino a todo el que amenazara el puesto que me pertenecía por sangre.

    Regresé al castillo con pasos tranquilos en comparación a la molestia que cargaba y me dispuse a buscar a Miranda, incluso a sabiendas de que iba a dar un montón de vueltas con la respuesta o que solo me mandaría a hacer lo que ya había pensado de por sí.

    >>Pedir consejo a Miranda.



    CLiam.png

    ¿Me estaba aprovechando de la bondad de un grupo de artistas? Totalmente y puede que nunca fuese a pesarme lo suficiente en la conciencia, como no me pesaba con otro montón de cosas, pero en este caso particular era que por muy noble que fuese necesitaba ayuda. Si me quedaba solo en medio del camino, sin energías, no era más que una presa fácil para personas y animales.

    Las carretas se detuvieron, el hombre bajó y le pidió a una chica que le alcanzar pan y leche, no era mucho, pero con el hambre que tenía era posible que si hubiesen tardado más en aparecer hubiese intentado comerme un árbol. Recibí la comida y a sabiendas de que el estómago vacío podía jugarme en contra, me forcé a comer y beber despacio, para que no se me fuese a regresar; mientras le echaba algo a la tripa escuché al hombre y negué suavemente con la cabeza, como diciéndole que aunque no fuese mucho era todo lo que necesitaba.

    El hombre me miró más de cerca, me dejó ir una palmada en la espalda y aunque el contacto me tensó no le dije nada, porque era la persona que me estaba librando de perder el conocimiento por el hambre. Asentí con la cabeza, resignado, cuando me dijo que parecía haberme ido muy mal y relajé el cuerpo cuando pidió la manta.

    ¿De regreso a Ifeë? Qué remedio.

    Repasé con la vista al resto del grupo, excéntricos como ellos solos, y bebí otro trago de leche antes de responder nada. Pretender llegar a mi destino por mi cuenta era, por demás, un suicidio, pero volver implicaba tener que lidiar con Miranda y con el niño. Puede que me hiciera gracia solo para verles las caras, que seguro se llenaban de gusto al verme en este estado, pero también se fastidiaban al ver que seguía con vida.

    —Se los agradecería mucho, sí. Todo sea por no quedarme aquí a mitad del camino.
     
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    El salón donde Miranda estaba reunida con aristócratas, nobles y el mismo Rey había sido sellado para que nadie entrara por órdenes del mismo monarca.
    Cuando Altan quiso entrar un par de soldados le impidieron el paso, era la guardia personal del Rey, incluso él como príncipe poca autoridad tenía sobre ellos, solo su propio padre podía ordenarles.

    >> Lo siento su majestad, pero no puede entrar<< Apenas volteando a verlo, el soldado se dirigió al príncipe sin moverse de su lugar.

    Antes de que Altan pudiera hacer valer su autoridad como futuro gobernante, la puerta se abrió y por ella salió una muy molesta Miranda, como nunca antes se había dejado ver, sus facciones dejaban ver la ira contenida que sentía en ese momento.

    Paso a los soldados casi empujándolos con su cuerpo y se detuvo en seco frente al príncipe que hasta ese momento había visto. Por unos segundos se quedo en silencio para luego respirar con calma y tratar de volver a su semblante de siempre.

    ¿Puedo ayudarlo en algo príncipe?—








    —Entonces no se diga más amigo
    — El hombre sonrió y ayudo al joven a subir a la carreta donde antes él estaba —Vamos a darnos prisa, acamparemos en el bosque que esta aquí cerca, puede y hasta cacemos algo para la cena— Y sin esperar mucho tiempo, el hombre comenzó a avanzar junto a su caravana por el mismo camino que Liam había pasado no hace mucho tiempo....
     
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    Y hablando de tocarme los nervios (por no decir otra cosa), al acercarme al salón los soldados de turno me cortaron el paso, no era la gran cosa pero cargo de tensión como estaba pude jurar que esa sola acción estuvo a un pelo de cortar el hilo de paciencia, ya de por sí fino, que llevaba estirando desde temprano. Tomé un montón de aire, llenándome los pulmones, y miré directamente a los dos soldados.

    No tenía ya ganas de dialogar con nadie, la verdad fuese dicha, y ver salir a Miranda hecha una furia tampoco ayudó demasiado. El único pensamiento que me cruzó por la cabeza fue que debía haber indicado que desarticularan la huelga, sin importar lo que implicara, pero seguí sujetando mis impulsos con veinte cuerdas diferentes.

    Ella se forzó a volver a su semblante de siempre, no le llevé el apunte por raro que fuese, y me llevé los dedos a los ojos para enjuagarlos con algo de fuerza. Lo mismo de antes, no tenía ganas de dar mil vueltas y puede que ella tampoco, al menos no ahora mismo.

    —Los mineros, insisten en hablar con mi padre sin importar lo que les diga. Opción uno o dos, simplemente, que se disuelva y se arreste a quien corresponda o mandar a mi padre a lidiar con sus propios ciudadanos. —Había querido decir con sus propios locos, pero preferí no decirlo de esa manera frente a los soldados, como tampoco quise decir que la opción era una solamente—. Otras formas de negociación no dan resultados.




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    Acepté la ayuda del hombre para subir a la carreta, ni modo, y me acomodé donde pude para no atrasar mucho más el avance de estas personas, en parte porque estaba metido en el papel y porque no quería pasar mucho más tiempo allí. Asentí ante las palabras del hombre, lo hice un poco por protocolo si debía ser honesto, y relajé el cuerpo a conciencia ahora que tenía el estómago lleno y estaba relativamente seguro.

    —Como ustedes digan. Yo soy quien los sigue, después de todo.
     
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    Hitomi-chan

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    miranda.png

    Escuché al príncipe y no pude evitar girar y caminar hacia una de las ventanas para poder mirar al exterior. El grupo de mineros cada vez era mayor, y se podía ver que incluso sus familias se estaban uniendo a esa huelga, algunos niños comenzaban a jugar cerca de los soldados que limitaban su paso, y mujeres parecían improvisar fogatas para prender fuego y cocinar algo.

    Malditos viejos...— Murmuré para mi al ver tan escena , y tuve que hacer uso de todo mi autocontrol para no seguir maldiciendo y guardar la compostura.

    Por el momento dejemos que su padre se haga cargo príncipe...— Miré al joven y luego a uno de los soldados que custodiaban la entrada. —Avisen al rey lo que está sucediendo con los mineros— Se podría decir que tanto mi mirada como facciones se endurecieron al instante que miré al soldado, así que este solo afirmo con la cabeza y entro de inmediato a la habitación donde antes yo había salido.

    Vamos príncipe, debemos hablar de algo más importante...— Le indique al joven que comenzará a caminar mientras yo lo seguía de cerca —El problema con los mineros es el menor de los males ahora su majestad— Sin detener el paso y caminando rumbo a los jardines, puse al tanto al joven de la situación actual.

    El rey ha intimado con concubinas en secreto...— Aprete mis manos en puño al decir eso, se suponía que yo sabia cada movimiento del viejo, y sus concubinas eran designadas por mí, al parecer alguien estaba jugando en mi contra desde las sombras —...Dos de ellas están embarazadas— Yo me había encargado por años de que eso nunca pasara al dar ciertas hierbas a las mujeres del rey, pero esta vez no tenia siquiera idea de esas nuevas mujeres.

    Miré de reojo al príncipe y esperé su reacción ante la noticia.









    La caravana siguió su camino y aunque ya había anochecido se las arreglaron para llegar justo a la entrada del bosque, donde todos descendieron y comenzaron a encender fogatas y buscar algo de comida.

    Mira lo que encontré abuelo...— Un pequeño de alrededor de 10 años llego junto al viejo y le entrego un pedazo de lo que parecía haber sido una armadura.

    Tiene el emblema de Ifeë...— Al verla de cerca, el viejo pudo ver el pequeño grabado y como además estaba manchada de sangre —¿Que harían soldados del reino minero aquí?— Justo en ese momento el aullido de un lobo silencio todo ruido alrededor y a la distancia podían escucharse sonido de pezuñas acercarse.

    De entre los árboles un grupo de lobos apareció y tras ellos el hombre de antes montado sobre su caballo. Al verlo el viejo y los demás miembros de la caravana bajaron la mirada y solo permanecieron en su lugar.

    Trajimos el pago señor...— El viejo hablo y de inmediato un par de hombres acercaron una de las carretas de la caravana al sujeto de caballo y la dejaron frente a él —Su majestad en Oorun le envía saludos— Dicho eso, el viejo abrió la carreta y dentro un grupo de hombres y mujeres al parecer vagabundos estaban atados de pies, manos y con la boca sellada.

    De pronto el sujeto del caballo giro su vista hacia Liam y sonrió retorcidamente mientras bajaba del caballo y caminaba hacia él. Con cada paso que daba su apariencia se tornaba más oscura, tal vez era producto de la imaginación o la mente del noble estaba jugando en su contra, pero cada vez que ese sujeto se acercaba a Liam podía verlo cada vez menos, o al menos no distinguía bien su forma.

    Creo el rey Abraham también me envía saludos...— Cuando esa cosa estuvo frente a Liam, el noble escucho esa voz casi como el siseo de una víbora, en definitiva, no era nada humano, pero su cuerpo cada vez respondía menos, y la conciencia comenzaba a fallarle —...Y yo que te pedí que corrieras, pero si regresaste es porque es tu destino...—

    Después de eso el cuerpo de Liam cayó al suelo, y todo se tornó en oscuridad para él...

    ggh.jpg

    A partir de este momento, Liam dejará de rolear en este tema.... Físicamente su cuerpo no hará rol, ya que es incierto lo que paso con él.

    Pronto te etiqueto donde puedes retomar el rol, si tienes dudas me dices ;)

    PD: Pensé que el niño se negaría a regresar y aunque pasara hambre y peripecias seguiría su camino.... Si me sorprendí un poco verlo regresar xD :Why:
     
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    Me desinflé el pecho sin siquiera molestarme en disimular el hartazgo que sentía cuando escuché la respuesta de Miranda y lo dejé correr con tal de seguirla como me estaba diciendo, porque para que me dijera que el problema de los mineros era el menor de mis males ya era bastante preocupante en sí mismo. Enderezamos los pasos hacia los jardines, mientras lo hacíamos me soltó la noticia.

    Muy bonito, ¿no?

    Primero un hijo legítimo.

    Ahora un par de niños con las concubinas.

    Me quedé estaqueado en el lugar donde estaba en el momento en que lo dijo, parpadeé con pesadez y contuve el impulso de desatar la frustración con ella, porque al menos esa decencia me quedaba. A pesar de todo, se me escapó una risa ronca, apagada, que luego permaneció en mi rostro como una sonrisa bastante más oscura de lo que me hubiese gustado admitir. Era y no era parte de mí, porque no terminaba de calzar con mis facciones, era como el rostro dibujado de un viejo muñeco.

    —¿Y para qué se le permiten concubinas todavía siquiera? —dije, sin cambiar la expresión, y desvié la mirada a los jardines todavía con la sonrisa pegada en la cara—. Qué desafortunado para ellas, sin duda.
     
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    Hitomi-chan

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    Es el rey, ¿Quién puede prohibirle algo? — Estaba enojada, siempre me había jactado de saber todo sobre ese viejo rey, y justo en el momento más importante resulta que mantenía en secreto algo tan importante.

    El problema es que solo nos informó eso, no sabemos quiénes son las mujeres, donde están o cuanto tiempo tienen de gestación— Aunque trataba de pensar rapido, sentía que mi mente se había bloqueado por un momento. —Su trono está en peligro mi príncipe— Fijé mi vista en él y suspiré cansada, estábamos tan cerca del trono y ahora esto.


    ¿Cuál es el plan de Altan?

    a) Quedarse quieto hasta que esos niños aparezcan como "herederos"
    b) Comenzar a buscar esas mujeres, en algún lugar no muy lejano deben de estar.
    c)Otro... [Aquí te dejo la opción por si el personaje quiere actuar de una forma diferente :)]
     
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    Zireael

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    Claro, quién podía prohibirle algo al rey, pues ahora por esa gracia lo único real que íbamos a tener era un problema de proporciones incalculables. Me llevé la mano al rostro y me enjuagué los ojos con cierta fuerza, suspirando al mismo tiempo. Encima lo informaba y todo, como si fuese la noticia del siglo.

    Deslicé la mano hacia atrás, arrastrando algo de mi cabello en el proceso y asentí cuando Miranda dijo que mi trono estaba en peligro como si no fuese lo suficientemente obvio. Semejante hueco en los planes era casi imperdonable, no teníamos tiempo para errores de ese nivel, mucho menos ahora.

    —Hay que buscarlas, si los niños nacen pueden ocultarlos y darle tiempo para reclamar el lugar que, por supuesto, no les pertenece —dije sin siquiera pensar en lo horrible que sonaba—. La gente se pone muchos aires de grandeza incluso si nace entre heno y barro si les das el tiempo suficiente.

    >>Comenzar a buscar esas mujeres, en algún lugar no muy lejano deben de estar.
     
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    Hitomi-chan

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    Como usted ordene mi señor— Me gustaba ver esa misma chispa que hace años vi en él, solo que esta vez teníamos mucho que perder, y hubiera preferido verla en otro momento. —Pero temo que el rey este planeado algo, ¿Por qué justamente ahora decide informarnos de sus aventuras?— Algo no me gustaba de todo eso, el rey era un viejo loco, me negaba a creer que pudiera planear algo, pero tampoco podía descartarlo, después de todo era un gobernante que pese a su locura seguía al mando de un reino.

    Mandaré a mi gente de más confianza a buscar esas mujeres su majestad, cuando tenga información se lo haré saber— Hice una leve reverencia ante el chico, y lo mire fijamente —¿Desea estar presente en las negociaciones entre el rey y los mineros?— Aunque esa gente no quisiera hablar con el príncipe, él tenia toda la autoridad para meterse en esos asuntos.
     
  17.  
    Zireael

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    Uno nunca podía descartar la posibilidad de que mi padre estuviese usando la cabeza, de hecho creía entender que ignorar a un loco tenía la capacidad para derribar un reino y ahora que lo pensaba, incluso si no encontrábamos nada, investigar podía al menos servirnos para descartar posibilidades. Debíamos hacerlo con cuidado, claro, pero al menos en este momento quedarnos estáticos me parecía más riesgoso que movernos.

    Asentí con la cabeza cuando Miranda dijo que enviaría a su gente de confianza, incluso si me pregunté de qué tanto serviría la dichosa gente en cuestión viendo la situación actual, ficticia o no, en la que no habían podido regular las concubinas con las que pasaba el tiempo mi padre.

    No tenía espacio para errores.

    —Sí —dije de inmediato a lo de estar presente en las negociaciones—. Que hablen con él tanto como les plazca, pero no pueden ignorar el hecho de que este reino me pertenece.
     
  18.  
    Hitomi-chan

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    Sonreí ante las palabras del príncipe e hice una pequeña reverencia ante él.

    Veré si el rey recibirá a los mineros hoy o hasta mañana, le informare en seguida...— Me aleje del joven y volví sobre mis pasos hasta llegar de nuevo con el rey, aún estaba hablando con algunos hombres, pero al parecer en ese mismo momento hablaría con los mineros, ya que el soldado de antes había regresado con 3 de los hombres más viejos de las minas para entrevistarse con el rey.

    Me die la media vuelta y apresuré en llegar de nuevo con el príncipe.

    El rey mando llamar a los mineros príncipe, es mejor que vaya con ellos de una vez— Me hice a un lado para que le joven pudiera pasar y esta vez entrar a ese salón sin que nadie se lo prohibiera.

    Miré con desagrado al par de soldados que intentaron impedir nuestro camino, esta vez no dejaría que dejarán a Altan fuera de esa platica.

    El príncipe tomará parte en las negociaciones, háganse a un lado—

    Rey Abraham


    ¿Mi hijo quiere estar presente?— Desde el interior del salón el rey alzo la voz y con una simple señal el soldado se hizo a un lado y permitió la entrada al príncipe.


    >>Solo su majestad puede pasar<< El soldado dejo entrar a Altan, pero a Miranda se le obligo a permanecer fuera sin derecho a replicas.


    Con todo respeto rey, no creemos que sea necesario el príncipe este presente— Uno de los hombres miro al noble y bajo la cabeza en forma de reverencia. —Aún es muy joven—

    —¿Escuchaste eso Altan...?—
    Riendo, el Rey miro a su hijo y lo señalo —Aún eres un crio que se orina encima—
     
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    Zireael

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    canción solo porque KINGSLAYER u know
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    Sin más que hacer respecto al otro desastre entonces Miranda me acompañó para que me uniese a las negociaciones de mi padre con el grupo de impertinentes, quería decir, con los mineros. Tuvo que sacar del camino a un par de soldados, bufé por lo bajo y le seguí los pasos. Miré a los dos soldados con evidente desdén, porque llevaba demasiado rato fuera de mis cabales de por sí, y pude jurar que sentí la sangre comenzar a hervirme en la sangre.

    Estaba a un empujón de reventar, lo sabía.

    La voz de mi padre se alzó, me permitieron entrar pero no a Miranda así que la dejé atrás y apenas abrió la boca para decir "con todo respeto" tomé un montón de aire por la nariz, para dejarlo salir en un suspiro bastante hastiado. El comentario de mi padre terminó de joder el humor, entre su estupidez de que era un crío que todavía se meaba encima y la gracia de las concubinas tuve que usar demasiados recursos emocionales para no responderle allí, frente a los mineros.

    Con lo cansado que estaba de su mierda.

    —Con todo respeto —repetí, firme, hacia el hombre que había dicho que era muy joven—, cuando solicite su opinión se lo haré saber. Que esté presente no significa que vaya a interferir en sus... dichosas negociaciones.

    Por llamarlas de alguna manera.

    Mantuve la vista puesta en el hombre, miré a mi padre de refilón y no me moví de mi lugar. Esta vez no iban a sacarme de aquí, tenían a su querido rey, que hablaran de una vez, el resto me importaba más bien poco, pero el derecho a estar allí no me lo iban a privar.

    —Aquí está su rey. Hablen con él como querían, soy su sombra, simplemente.
     
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    Hitomi-chan

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    Rey Abraham

    Disculpen a mi hijo, no tiene sentido del humor...— El rey se puso tras su hijo y lo tomo de los hombros, lo masajeo un poco y luego movió de su lugar como un intento de "relajarlo" —...Vamos Altan, eres joven, sonríe para nosotros— El hombre puso sus manos sobre la comisura de los labios del chico y los jalo hacia arriba para obligarlo a sonreír.

    Los mineros solo miraron en silencio todo, no se atrevían a intervenir y mucho menos "romper" el momento padre e Hijo.
     
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