Reino de Ogunros...

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Pido disculpas por haber tardado en contestar, si veo que la semana se me vuelve a complicar avisaré como corresponde

Raissa

“Siempre basta una mirada... para ver quién sucumbe con facilidad; ten cuidado.”

Fue una respuesta bastante tenebrosa que no hizo más que ensanchar mi pequeña sonrisa, pues con ello interpreté que mi comentario había logrado su cometido: incomodarla. La persona que atendía el comercio de embutidos dejó entrever una emoción muy poco disimulada, que le daba aires ridículos, cosa que ayudaba a molestar un poco más a la brujita. Yo me abracé a mi libro sin despegar la mirada de ella, como fingiéndome embelesada, mientras compraba su azafrán. Era intrigante que una bruja del bosque hiciera presencia en el Mercado de Ogunros para comprar algo como eso, sobre todo después de los acontecimientos de la noche. Guardé el dato en mi memoria.

Fue entonces que noté cómo se mirada se desviaba hacia un punto del mercado y, al girarme, pude notar al príncipe en persona paseándose entre la gente. El futuro rey…

—Disfruta tu azafrán —dije a la brujita mientras se iba—. Seguro tienes tan buen gusto en embutidos como en personas —añadí burlona hacia el final, probablemente no me escucharía y seguiría su camino.

Acto seguido miré con desdén al comerciante y me alejé de su puesto, no pensaba comprarle nada a alguien con tanta ridiculez encima. Además, no había venido a adquirir productos, sino a recolectar información.

Me coloqué en un puesto cercano a la ubicación del príncipe, quien en ese momento conversaba con algunas personas. Lo observé con detenimiento, empezando por sus detalles físicos y pasando por sus ademanes a la hora de hablar y moverse, tomando nota mental de las personas que en ese momento lo rodeaban. Di un mordisco a mi manzana, quedaba lo suficiente para mantener mi boca oculta tras ella.

 

Shawn tomó aquella fruta más por compromiso que por gusto; no, no quería una fruta, quería comprar lo que necesitaba e orden de aquel lugar tan horrible. Aún así, acepto la manzana con gusto y le regaló una enorme sonrisa a la princesa. Era increíble lo grande que se estaba poniendo con los años...

— ¿Un grito?

No, Shawn jamás se enteraba de lo que pasaba en el reino, no le importaba siempre y cuando no le afectarán directamente a él, pero, por todos los murmullos que había oído a su alrededor, sentía que si que podía afectarle.

—Me temo que no, princesa... Pero he escuchado cosas... Desagradables acerca de ese grito. No creo que sea prudente que usted y su hermano se encuentren paseando por... Sitios peligrosos como este.

Desvió su mirada, el sol se estaba ocultando, supuso que tendría que volver otro día ya que no sería de caballeros dejar ir sola al palacio a la princesa. Le ofreció su brazo con caballerosidad.

— ¿Me permite acompañarla, majestad?

 

A cualquiera le hubiese molestado una interrupción como aquella, pero el noble únicamente le sonrió con amabilidad a la mujer frente a ellos; no la reconoció, pero jamás negaba su ayuda, ni siquiera a extraños. Con toda la elegancia del mundo, le hizo una leve reverencia para después ponerse frente a la dama.

—Cerca de aquí hay una botica, la medicina que venden ahí es maravillosa, la anciana que vende la prepara ella misma con las plantas de su huerto.

El rubio miró de reojo al príncipe. Por su parte, escoltar a aquella mujer hasta dicho lugar no era ni problema y mucho menos una molestia, pero no podía depender del príncipe ni de su tiempo, así que tan solo le quedó sonreír con nervios y un poco apenado por la situación.

—Puedo indicarle cómo llegar... Al menos que su majestad no tenga inconveniente en cambiar un poco su rumbo.

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madarauchiha

 

Estaba distraído mirando todo y nada a la vez que la voz a mi lado me asusto un poco, era un chico con semblante amable y por sus ropas claramente de la nobleza, aunque su nombre no llegaba a mi mente.

—¿Me veo mal para ti? —Me quede mirándolo, ¿cómo que no tenía buena cara?

—No estoy mal, esta es mi cara…— Justo cuando me cuestionaba porque ese chico me decía que veía mal, venia otra chica y me decía lo mismo, tal vez si debía dormir un poco...

Tallé un poco mis ojos, ya no sabía si por cansancio o simple fastidio, pero solo pude suspirar y mirar a ambos chicos frente a mi.

—Debo irme al palacio...— Apenas hice un ademan con la mano a forma de despedida y comencé a caminar, seguramente mi padre ya estaría preguntando por mí, no podía perder más tiempo en ese lugar.

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Temarii Juuzou Mori
Pueden elegir entre:

a) Acompañar al príncipe hasta el palacio
b) Dejarlo ir solo e ir a buscar ese puesto de medicina

Igual no hace falta ambos elijan lo mismo xD

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Entre toda la gente a tu alrededor, justo a tu lado un chico golpea tu cuerpo desde atrás haciendo que des algunos pasos al frente para no caer, pero si perdiendo tu manzana en el acto.

—Lo siento, no fue mi intención— Apenas disculpándose el joven de no más de 15 años te sonrió para luego irse a toda prisa hasta perderse de tu vista.

Pero algo no está bien, te sientes más ligera.... Tocado donde se suponía guardas tu oro, descubres que ya no está.... Ese chico te ha robado.

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Bruno TDF , hora de elegir...

a) Seguir al chico
b) No hacer nada, es solo algo de oro, tampoco era tanto y aún tienes más en otra bolsa
c) Dudas en seguir al chico, pero prefieres seguir al príncipe hasta el palacio...

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No muy lejos del mercado se encontraba una de las mejores posadas del reino, no era barata, pero si muy cómoda y con la mejor comida. También estaban otras posadas al rededor, más económicas, pero estaban junto a pequeñas tabernas de mala fama y otros lugares con poca moral según algunos habitantes.

Los puestos comenzaban a cerrar y las personas eran cada vez menos en aquel mercado, pero la taberna principal del reino comenzaba a verse cada vez más llena y al parecer contaba con algunos cuartos en alquiler, aunque estos eran solo por una noche o algunas horas...

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Puedes elegir entre:
a) Quedarte en una posada elegante
b) Quedarte en una económica
c) Pasar la noche en la taberna....

No puede evitar sentirme desilusionada por la poca información de mi profesor, al menos esperaba que él supiera algo...
Cuando me ofreció acompañarme gire mi rostro al cielo, era verdad que comenzaba a ser tarde y yo había perdido todo mi día en ese mercado. Sonreí y tomé el brazo del hombre para caminar con él, al menos esperaba que de esa forma mi madre no me reprendiera por llegar tarde.

—Espero encontrar a mi hermano en el palacio...— Bajé la mirada algo triste —...Ha pasado mucho tiempo desde que lo vi, solo quiero saber si está bien—

No paso mucho tiempo antes de que ambos llegáramos hasta el palacio, los guardias parecían ser más que otro días, pero no tome mucha atención de eso y preferí seguir mi camino.

—¿Visitará a mi padre señor Shawn?— Mire al hombre a mi lado antes de cruzar las puertas de entrada.

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Temarii Juuzou elige...

a) Ir a visitar al rey
b) Mejor regresar a tu casa

 

Taberna de Ogunros

Mire a Rioncelle por ultima vez antes de mirar a mi hermano, puede que estuviera haciendo suposiciones pero había muchas cosas con la que estaba de acuerdo con el, pero no pensaba decirlas ahora, escuche atento a lo que decía la chica y tome mi ultimo trago que había dejado para mirar como Rioncelle se levantaba cosa que hice igual cuando menciono mi nombre tenia cosas que saber, y también quería saber que estaba ocurriendo con el reino.

Mire a mi hermano por ultima vez y le sonreí en el proceso mientras me alegaba de la mesa.

—Nos vemos después Brishen.

 

Cuando volví a dejar la jarra sobre la mesa ya estaba recibiendo respuesta de Rioncelle, por lo que con la expresión más seria y dura que una piedra atendí a cada una de mis palabras. Claro que su mirada de reproche no pasó por alto para mí, sabía bien distinguirlas, o eso creía. Sus últimas palabras me dejaron más tranquilo, puede que con el hecho de que presenciara aquel ruido y nefasto olor más mi naturaleza siempre algo precavida me llevaran a buscar respuestas más rápido de lo que debería, me estaba dejando llevar por mi propia preocupación y justo era aquello lo que quería evitar Rioncelle en la gente. Muy tarde para percatarte, Brishen.

—Pido disculpas —reconocí con la voz firme, sin llegar a ser agresivo, abriendo los ojos que había cerrado ante mi propia meditación—. He reconocido mi error, la seriedad se mantenía, pero mis palabras eran sinceras—. Cuídense —fue lo último que agregué, manteniendo la expresión seria. Cuando los vi desaparecer tras la puerta del lugar me acomodé contra mi silla y acabé mi trago, soltando un suspiro por la presión del momento. Lo único que quería era que las desgracias no desolaran estas tierras, cuando por fin todo parecía ir tan bien y podíamos permitirnos ser la alegría de nuestros padres.

Como fuera, ya sin trago me levanté para acercarme a la barra.

—Otra jarra, por favor—. Mi voz resonó, pero era calma. Fue entonces que miré a un costado mío, denotando a alguien que había captado mi atención desde hace un buen rato. Me senté a un asiento de distancia de él, con seriedad y pulcritud, giré mi cabeza hacia él y apoyé el rostro sobre mi puño, asegurándome de apretar con fuerza la mano para presumir un poco de la fuerza que podía tener un herrero, para alertar que no me iba con chistes—. ¿Eres nuevo por aquí?...— Lo inspeccioné rápidamente con la mirada de pies a cabeza, para luego sonreírle—, ¿no quieres que te recomiende uno de los tragos? —solté sonriendo con amplitud, pero cierta agudeza se podía ver reflejada en mis ojos.

Puede que solo haya sido impresión mía, una mala jugada de mi vista, pero ese hombre había parecido muy interesado en nuestra presencia durante todo nuestra estadía acá.

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No sé sí se pueda, sí no, pues igual puedo cambiar un poco lo que narré (?) Pero Brishen fue a hablarle a Erick Hitomi-chan

Mantuve la cara de preocupación para no destartalar el teatro, pero intenté retener incluso el más pequeño ademán en mi memoria, cada detalle de ambos, y, aunque no dijeron mucho, esperaba que al menos pudiera darle cualquier tipo de pista a Erick. La cosa es que el príncipe prácticamente se escabulló de mis manos y yo no podía hacer más que seguir el teatro que me había montado.

—¡Oh, por favor, descanse como se debe!— Fue mi despedida hacia a él, entrelazando mis manos frente a mi pecho, para luego dirigirme hacia el rubio. Aun me costaba ver a gente con su apariencia sin rememorar lo que había perdido, pero aquello no venía a cuento ahora—. De seguro querrás seguirle, así que me conformo con las indicaciones que me has ofrecido —concluí con una sonrisa lastimera mientras posaba con delicadeza ambas manos extendidas sobre mi pecho.

 

Camine en silencio al lado de ese chico hasta llegar al palacio y cruzar las puertas de este. Los soldados habían sido puestos en guardias más estrictas que antes, era evidente que todo el lugar parecía más resguardado que antes.

—Ackerley eres consciente que, siendo un soldado tu lealtad es al reino...¿Cierto?— Me detuve antes de llegar al salón donde el rey nos esperaba, para poder girar y ver al chico —Tu familia, tu hermano... Ninguno de ellos debe estar sobre el bienestar de todo el reino— Miré fijamente a los ojos del soldado acercándome un poco a él para compensar nuestra diferencia de estaturas —Si entras conmigo a ver al rey, debes recordar que todo lo que se hable quedará sepultado en tus labios y jamás volverá a pronunciarse... — Con suavidad acaricie el cuello masculino con uno de mis dedos —...Cortare tu cuello y colgare tu cabeza en la plaza del reino si te atreves a siquiera decir o insinuar una sola cosa— Esta vez sentí sin poder evitarlo como mi rostro adquiría ese tono sanguinario que muchos decían tenía durante una batalla. El joven frente a mi me simpatizaba y en verdad odiaría tener que asesinarlo por una estupidez, tal vez por eso me portaba de esa forma con él y le daba la "advertencia"—Si crees no poder con la responsabilidad puedes irte y nos veremos mañana en el entrenamiento— Me aleje de él y abrí suavemente la puerta, en el fondo deseaba que se fuera tranquilamente, era noble y un buen chico, merecía vivir feliz sin saber toda la mierda que nos rodeaba.

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quem puedes decidir entrar con Rioncell o darte la vuelta :). Pero piénsalo bien, esta es una decisión MUY IMPORTANTE para tu personaje en el futuro

Antes de darme cuenta un chico se había sentado no muy lejos de mí y estaba hablándome. Cuando giré a verlo pude notar como era el mismo que antes había estado con esa tal Rioncelle y traté de recordar lo que Leonor me había contado de ellos.... Fije mi vista en él, era claro que no era el soldado, así que debía ser el herrero, aunque ya había olvidado su nombre.

—Solo soy un viajero que recorre el mundo....— Pensé en mentirle y declararme un comerciante o algo similar, pero no tenía idea de nada de eso, y si me preguntaba de más podría ser descubierto de inmediato, era mejor usar mi vieja vida para salir al paso. —...Quería conocer Ogunros y a sus habitantes— Sonríe al ver cómo me miraba, no esperaba me hablará, pero ahora debía de seguirle el juego —Si me permites invitarte un trago, aceptaré tu recomendación— Me acerque a él recorriendo la silla que nos separaba, tal vez y algo bueno podría sacar de que ese chico me hablará. —La compañía ahora me es más que grata— Lo miré a los ojos mientras ampliaba más mi sonrisa y pedía un trago más para ambos.

 

Mitchell sabía a la perfección cuando no era requerido, a su punto de vista, ni el príncipe ni la muchacha frente a él querían su compañía, (No iba a admitir que aquello le lastimó el orgullo) pero la oscuridad comenzaba a apoderarse del cielo y dejar sola a una dama sería una irresponsabilidad, ya que sería peligroso. Pero tampoco era correcto estar a solas con una mujer sin compañía, mucho menos siendo el un noble. La gente hablaría y la reputación de la desconocida se pondría en peligro, lo cuál no podía hacer. El sol aún iluminaba y aquella botica no quedaba tan lejos. Extendió su brazo hacia la dama, con caballerosidad.

—Permitame escoltarla hasta aquel sitio y después me retiraré, sería una falta de caballerosidad de mi parte dejar a una dama sola.

El rubio le sonrió con amabilidad y camino con la chica hasta aquel pequeño local.

 

El suave olor dulce de la menta al ser quemada se podía oler a las afueras de aquel lugar. Antes de entrar ya había gran variedad de hierbas secas y frescas colgadas por la entrada y dentro, una anciana preparaba una opción que al parecer una mujer estaba esperando.

—Dásela a tu hija, con esto su estómago se calmará— Dio la medicina a la mujer y giro a ver a los recién llegados en cuanto esta le pago y salió del lugar. —¿En que los puedo ayudar?—

 

Alguien me chocó por la espalda. Fui arrancada de mi concentración de una manera tan brusca e inesperada que apenas sí pude recuperarme como para no caer al suelo, contrario a lo que ocurrió con la manzana que se escapó de entre mis dedos. Rodo por el suelo y el polvo del suelo quedó adherido a sus partes jugosas, aunque eso no era lo que en verdad hizo que me sintiera molesta. Me giré para fulminar con la mirada al que me chocó, pasando por alto su disculpa; era un adolescente, cosa que me hizo sentir aún más desagrado, pues ese tipo de mocosos eran los que me resultaban más insufribles ya que iban por la vida creyendo que se podían comer el mundo. Que tenían conocimiento de todo. Y antes de que pudiera replicar, el chico se alejó hasta perderse de vista.

Cuando me giré para seguir estudiando al príncipe, advertí que uno de mis bolsillos estaba más flácido y liviano. Al comprobarlo, descubrí que faltaba una de mis bolsas de oro. ¡El muy infeliz me había robado! Mi enojo fue tal que me giré hacia la zona donde lo vi marcharse, como esperando que desde algún lugar volviera a percibir mi mirada fulminante. Perder oro nunca era bueno, eran menos pergaminos, tinta y elementos que podría comprar para mis estudios. Maldición.

Al final suspiré con resignación. No convenía perder el tiempo siguiéndolo. Además, aún tenía otra bolsa encima, por lo que la pérdida no había sido absoluta. No podía desviarme de mi investigación. Así que, con un poco de dudas sobre si seguir al ladrón, opté por seguir al príncipe hasta el palacio. Con mucha discreción, obvio.

Contenido oculto: Decisión

c) Dudas en seguir al chico, pero prefieres seguir al príncipe hasta el palacio...

 

Las personas dentro de esa taberna cada vez eran más, en su mayoría hombres mayores que ya comenzaban a verse ebrios y solo se carcajeaban sin sentido. Aunque también había otros que simplemente platicaban tranquilamente mientras comían o bebían.

No muy lejos de la entrada el cantinero servía un par de cervezas a dos sujetos frente a él antes de girar su vista al igual que la mayoría hacia la recién llegada, no era raro ver mujeres en la taberna, pero era claro que la que ahora cruzaba la cantina para llegar hasta el cantinero era una extranjera con ropas extrañas.

—¿Qué quieres tomar?— En cuanto el cantinero la tuvo enfrente lanzo su pregunta de forma indiferente.

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Pronto sabrás lo de esos puntos suspensivos xD

Sin muchos problemas, el príncipe llego al palacio, pero antes de que algún guardia lo viera giro su cuerpo y tomo un camino diferente, uno donde al parecer los guardias no estaban haciendo su trabajo.

En vez de entrar por la puerta principal, algo lejos de ella estaba una fisura en los muros que resguardaban el palacio que era perfectamente oculta por un grupo de arbustos y hierbas con espinas. Sin problemas el príncipe cruzo por esa entrada y llego hasta los jardines sin ser visto por ninguno de los guardias y corriendo así hasta dentro del palacio.

Contenido oculto: Decide

a) Puedes colarte por la misma entrada y llegar al palacio
b) regresarte por donde llegaste e ir a dar a la taberna.

 

Cuando el rubio me propuso escoltarme ofreciéndome su brazo incluso le miré perpleja, como anterior miembro dela guardia nunca había necesitado eso y de pequeña solía salir con mis hermanos, má o papá y eso no lo veía como una escolta, era más natural. Inevitablemente sentí mis mejillas arder un poco, me habían agarrado volando bajo por completo, porque pensé que se marcharía con el príncipe, pero ahí estaba, sacrificando su tiempo por mí. Dejé un poco de lado la actuación y me dejé guiar por mis reales sentimientos, puede que rompiendo bastante con la imagen que di anteriormente, pero no había pensado en ello en ese momento.

—Quiero que sepas...— Tomé su brazo con confianza, la sonrisa estaba impregnada con la misma—, que por más dama que sea, como viajera se defenderme...— Cerré los ojos un momento caminando a su compas—, pero eso no quita lo agradecida que estoy de ver a alguien mantener las buenas costumbres. ¿Seguro que no eres algún caballero honorable en cubierto? —agregué lo último con cierta picardía, aunque... más me valía no distraerme mucho~

Cuando llegamos a la botica mi rostro se tornó más serio, pues así sentía que lo requería la situación.

—Buenas tardes, venía por medicamentos—. Aún seria mi voz no era descortés ni agresiva, me acerqué, merodee por la zona y busqué algo que reconociera, entonces apunté al otro extremo del lugar, justo en un mostrador detrás de la dueña—, ¿A cuanto los ungüentos?— Fue en esa fracción de segundo que nadie miró que escondí lo primero que me llamó la atención y lo guarde bajo mis largas ropas. Me acerqué cómo si nada, aparentando reflexión—, uh... ¿Cuántos salen esos ungüentos?— Cuando recibí el precio elegí lo que cubría la mitad de mi presupuesto y luego le pedí con amabilidad si me podía acercar otra medicina que tenía detrás de ella para poder examinarla, en cuanto me dio la espalda me eché con sigilo otros ungüentos. Cuando me entregó el frasco que le había pedido fingí examinarlo con atención y luego negué con resignación—. No me sirve, creo que me llevaré los ungüentos, ¿cuánto sale?

Pagué lo que correspondía, sin tener en cuenta todo lo que me había hechando encima sin que se fijara ninguno de los dos. Agradecí los ungüento y le desee un próspero porvenir, para luego dirigirme al chico con una sonrisa, re acomodando la tela que cubría mi boca y la capucha.

—Eso sería todo, podemos marcharnos—. Salimos y tras no caminar mucho me detuve—. Dónde resido no queda tan lejos, pero ya has hecho mucho por mí. Por favor, ve a dónde te convenga, yo ya estoy bien —traté de convencerlo para poder irme de una vez con Erick sin que esté tipo viera de más, pero a ver si llegaba a lograr en verdad sacarmelo de encima, puede que no.

Mis ojos se entrecerraron al seguir percibiendo más detalles de aquel hombre, quería grabarme bien cada rasgo distintivo en caso de necesitarlo para futuro, como bien podían ser sus ojos, nariz y contextura. De poder ver sus orejas también. Eso sí, la sonrisa se mantuvo, para disimular un poco que la verdad tras mis acciones.

—Uhhh...— Asentí a su explicación, tomándola con pinzas, y en mi cabeza tracé algún plan veloz—, claro. Oiga, maestro, el pagará este trago —informé al hombre tras la barra con un indicación de cabeza a quién me refería, luego otra sonrisa adornó mis labios, esta vez con una chispa de competencia—, y le pago una Hidromiel Carmín—. Aquel trago era bien conocido no su por su color, que era como el de casi cualquier Hidromiel, sino que el carmín provenía de las mejillas y quién sabe qué más de quien la bebía, me dirigí con esa sonrisa retadora al hombre a mi costado—, si te acobardas siempre puedo pedirme un trago para mí, así estamos en igualdad de condiciones.

Tenía bastante confianza en mi resistencia, pero ya había bebido una jarra con mi hermano y Rioncelle antes y ahora tenía otra, aparte de la posibilidad de probar la cargada Carmín, solo esperaba que el que se fuera de lenguas fuera el hombre a mi costado y no yo de bruces al suelo.

 

El sol ya estaba oculto por completo, las antorchas colocadas a un lado de las casas era la única luz disponible. A diferencia de horas antes, las personas en las calles o el mercado eran más escasas, el ruido de los comerciantes fue sustituido por el de los borrachos que entre peleas y carcajadas salían de la taberna o entraban en ella.

Los soldados del reino parecían ser más activos ahora, recorrían las calles en silencio y parecían ser un número considerable esta vez.

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Espero a Temarii Juuzou para saber que sucede con ustedes dos.... Puede que no se atreva a dejarla sola (?), o decida regresar a su casa (?)

Ese chico era divertido, y a juzgar por cómo se veía y por lo que le había visto tomar antes con los otros dos, era claro que el alcohol ya se le había subido a la cabeza. -"Una Hidromiel carmín"- En cuanto pidió esa bebida para mí una sonrisa sincera se coló por mis labios, ahora no tenía duda de que ese niño quería emborracharme, aunque siendo honesto no sabía por que deseaba hacerlo, apenas cruce un par de miradas antes y él fue quien se me acerco en primer lugar, pero le seguiría el juego por ahora.

Tome el trago que el cantinero me entrego y lo bebi de un solo trago, era una de mis bebidas favoritas, la primera en hacerme emborrachar de verdad cuando tenía 15 años, pero que luego simplemente se volvió una buena bebida.

—No me gusta beber solo...— Acerque el vaso vacío a los labios del joven mientras sonreía y le indicaba al cantinero que trajera otra ronda de ese Hidromiel carmín —...Y ya que un chico lindo me invita, deseo beber con él— Le entregue el vaso que el cantinero dejo a mi lado, mientras yo tomaba el otro —Salud —

De reojo pude ver como una mujer llegaba a un lado de nosotros, sus ropas eran de un habitante del bosque, pero no parecía un rebelde, seguramente sería una de esas brujas ermitañas que los viejos cuentan en sus historias, igual fije un momento mi atención en ella, era extraño ver a una mujer así en una taberna y sobre todo rodeada de tanta gente, se suponía siempre evitaban lo lugares concurridos.

 

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—Atrápenlos...—

—Dos de ellos fueron rumbo a la entada del reino—

—Cierren las puertas, nadie entra o sale de Ogunros—

El viento se volvió más frio en todo el reino, las antorchas luchaban por no extinguirse y un escalofrió recorría el cuerpo de aquellos que aún permanecían en las calles.

El olor a sangre volvía a sentirse de nuevo, esta vez menos intenso, pero más fresco en el aire.
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Cuando salimos de la taberna nos dirigimos hacia el palacio, note que había guardias de mas realmente entonces estaba pasando algo grave. Salude con la cabeza y seguí a Riocenlle sin ningún problema la cosa fue que para ya entrar a la sala del rey ella se detuvo, cosa que hice igual pero lo que vino después no me esperaba, abrí un poco los ojos ante la mención de mi familia y su amenaza. Podía decir que mis ojos inquirieron una frialdad al momento que escuche que pensaba hacer por si yo hablaba.

Que amenaza, mas absurda.

—No tienes por que amenazarme Rioncelle, amo a mi familia, ¿pero me crees capas de decir algo para que ellos salgan perjudicados?. Pensé que me conocías —murmure con una frialdad que talvez salió mas fría de los que esperaba. Mire como ella entraba, así que antes que la puerta se cerrara para entrar murmure —. Después de todo le sirvo al rey y mi vida es para ello.

Decide entrar con Rioncelle.

 

Ver archivo adjunto 79775



El chico no tenia planeado ver esa noche al rey, pero ya no podía continuar con lo planeado, así que decidió que sería buena idea darle una pequeña visita al rey, al final eran tan buenos amigos que quizá una partida de ajedrez antes de ir a su hogar no le haría daño, al final, su mayor deseo era poder escalar aun más y no quedarse estancado en su posición de imple maestro.

—Claro, ¿Usted también le ira a ver? Así podemos hacer el camino juntos. La verdad es que ya hace un rato que no tenia el placer de encontrarme con usted, majestad. Perdone que me entrometa, pero ¿Ya no hace sus pases matutinos por el jardín?

Y no es que la espiara, es que, justo para evitar malos entendidos, Shawn evitaba encontrársela en sus propias caminatas por esos hermosos jardines.

El rubio sonrío con ternura. Ser un caballero era lo mínimo que podía hacer, últimamente sentía que ayudaba más bien poco a comparación de otras veces en el reino, pero cada día era más difícil hacer de lado sus responsabilidades y, como cabeza de su hogar y de su apellido, estaba obligado a asistir a todos esos eventos tan sosos que el reino acostumbraba a dar. Aparte de todo, su hermana, la más grande, estaba a días de cumplir la edad adecuada para casarse, así que debía comenzar con todos esos preparativos...

—Solo trato a las personas como merecen, aunque no dudo que sepa defenderse... si no es muy atrevido de mi parte, su brazo es... bastante musculoso, me atrevería a decir que lo es mucho más que el mío—Le dijo con total naturalidad, tratando de sonar lo más amable posible, por experiencia propia, sabía que a las mujeres había que tratarlas con delicadeza.

Una vez llegaron a la botica, Mitchell se alejó un poco para mirar por el local. Solía ir allí a menudo, siempre le daba un buen saco de oro a aquella mujer a cambio de varios medicamentos que solía donar a un viejo médico que trabajaba a cambio de pan con los más pobres. Un gran hombre.

El rubio busco un poco de oro en sus bolsillos y comenzó a llenar otro saco de diferentes medicinas, las que usualmente compraba. Cuando escuchó que aquella mujer a la que acompañaba estaba lista, se acerco con una sonrisa a la dueña del local y le entregó la bolsa de oro. Estaba seguro de que era lo exacto, pero igual insistió en que la mujer se asegurará de aquello. Al final, volvió a ofrecerle su brazo a la chica.

—Yo no tengo problema en acompañarla, de todas formas mi carroza llegará por mí más tarde y aún tengo algunas cosas que hacer. Insisto en acompañarla... confío en la mayor parte de la gente que vive en este pueblo... pero últimamente la gente ha estado hablando de... cosas peligrosas. No podría perdonarme si a usted le ocurriera algo.

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pido perdón, me puse uñas y escribir es de lo más difícil

 

Solté una suave sonrisa cuando comentó sobre la fuerza de mi brazo, en verdad divertida, le sonreí con esa sagacidad que no era raro de ver en mí.

—Entonces tú me acompañas y yo te defiendo.

Y, aunque intenté de deshacerme de él luego de pasar a la botica, los modales del chico y si sentido de la responsabilidad evitaban que quisiera dejarme partir sola. Debía estar profundamente agradecida y, de ser otro el caso, lo estaría, pero ahora mismo tan solo me frustraba y la preocupación de que descubriera la verdad tras mis acciones me preocupaba, pero no podía insistirle que se marchara sin despertar tantas sospechas. Así que fingí sorpresa por sus últimas palabras, sabía que las cosas no iban para nada bien, pero talvez podía sacarle algo más de información.

—¿Oh, si? ¿Cómo cuales?— La preocupación impostada no demoró en cubrir mi rostro—, había escuchado que el reino de Ogunros era bastante tranquilo, ¿Ha ocurrido algo que cambie eso? ¡Oh! ¿Y que otras cosas tienes que hacer a estas horas? —pregunté con duda, para luego mostrar falsa sorpresa—, ¡Ah! Pero no tienes que responder si es privado —agregué con la sonrisa de corderito, más falsas que mis ganas de perder alguna competencia.

La cosa es que en vez de dirigirme a la taberna me dirigí al punto de encuentro que habíamos decidido con Erick, sentía que sería mejor esperarle ahí, lo que no sabía aún era la excusa que decirle a mi acompañante... ya se me ocurriría algo, pero... sí el chico resultaba realmente interesante, puede que pudiéramos intentar algo.

—Tengo que esperar a un primo que viaja comigo acá —aclaré con la sonrisa suave cuando llegamos a las entrada del pueblo—, ¿Vas a acompañarme o regresaras a tus deberes? ¡Recuerda que no tengo problemas con cuidarme sola!

La seriedad no demoró en cubrir mi rostro cuando vi que se tomaba toda esa jarra de una... en retrospectiva no quedaba otra que pensar en lo tonto que podía llegar a ser a veces, puede que por eso no triunfara en la espada y si en un trabajo tan mecánico y exacto como la herrería, dónde con seguir instrucciones y medidas al pie de la letra las cosas funcionaban, porque si las pensaba por mi mismo las cosas terminaban cómo mi plan actual: Infructifero y raro.

Fue entonces que el hombre me soltó un halago y todo, que no provocó otra cosa más que lo mirara con suma extrañeza, tirando la cabeza para atrás y todo.

—Gracias, supongo —respondí al final sobre lo que era un chico bonito, a ojos cerrados y serio, tomando la jarra. Supongo que ese sería mi último jarro, estaba cerca de mi límite y en verdad había cosas que prefería no cruzar y este intercambio quedaría como una ridícula experiencia la cual, esperaba, no se enteraran mis conocidos—, salud—. Alcé la jarra y di luego un trago largo, pero no me lo acabé. Ya empezaba a sentir la pesadez en mi cabeza—. ¿Qué buscabas conocer de Ogunros? Pensaba que el lugar era lo bastante conocido para que no hubieran mayores misterios para los forasteros —indagué serio, sin necesidad ya de mantener aquella personalidad más extrovertida que imposté al empezar a hablar con él, aún con la seriedad no llegaba a sonar agresivo ni enojado, tan solo era así.