Pese a lo predecible que pudiera resultar gran parte de nuestra dinámica usual, esa a la cual lentamente regresábamos, pues tampoco perdía su encanto. Infló las mejillas, sí, como una mocosa de hecho, pero aún así me permitió quitarle las lágrimas del rostro y eso era lo único que me interesaba. Por lo demás, bueno, tampoco iba a negar que lucía cute as hell. —Es la idea —destaqué, junto a una risa breve que me relajó el pecho y básicamente vibró contra su barbilla—. ¿No te enteraste? Te invité a esa cerveza con quince años para eventualmente destruir tu reputación, fue un plan de mente maestra. ¡Y caíste! Aquello último lo agregué de repente y apretujándola, aunque se me coló otra risa al final. Luego volvió a acomodarse contra mí, le acaricié la espalda y la miré apenas me aseguró, me prometió que me buscaría si eso era lo que necesitaba. Su voz cargó una suavidad rara vez conocida para nosotros y la misma mierda me relajó el semblante al punto de lo estúpido. Asentí para reafirmar su punto, y su beso me estiró los labios en una sonrisa bastante amplia. Decidí creerle. —Huh, you sure about that? Porque a veces hasta tú te duermes con tus propias películas, así que yo no sé. Ya habíamos regresado a un buen carril, podía sentirlo. Ali se alejó de mi cuerpo, aunque buscó mis manos para no romper el contacto por completo y le di un apretón de pura inercia, atento a sus movimientos. Quizá fuera una tontería o quizá no, pero me aliviaba muchísimo verla mejor. Era por ella pero también era por mí, porque nunca nos mostrábamos así frente al otro y recién me daba cuenta la importancia que poseía el simple hecho de poder ser la mejor versión de nosotros mismos cuando estábamos juntos. Por muy irónico que sonara, me daba igual. Se me aflojó una risa ligera cuando tironeó para separarme de la pared, básicamente la dejé hacer pero me solté de su agarre y pasé un brazo por sus hombros. Seguía insistiendo con lo de invitarme de comer y mira, era un hombre. La escuché en lo que bajábamos las escaleras y una sonrisa entre divertida y maliciosa torció la comisura de mis labios. —We do, yes —murmuré, viéndola de soslayo apenas un segundo—. Quiero toda la historia con lujo de detalles, pero con comida de por medio. I'm hungry too! Una vez llegamos a la cafetería, nos acomodamos en la breve fila que había allí. El receso iba más o menos por la mitad, así que normal que la mayoría hubiera ya comprado.
Dio otra mordida a su hamburguesa para esfumar cualquier posibilidad de que inconscientemente pudiera sonreír ante tal peculiar comentario, a él también le aburrían la gran basta mayoría de las cosas y dudaba que tuvieran la mágica similitud de buscar divertirse de la misma manera, a fin de cuentas, él ahora estaba en Japón por una pequeña travesura y tenía que improvisar cosas más simples para entretenerse muy a su pesar. ¿Haría ella algo fuera de lo "normal" para luchar contra ese aburrimiento? ¿O quizás simplemente prefería dormir para no pensar en eso? —¿Todo te aburre? —Preguntó curioso —, debe ser bastante duro no encontrar ese interés en lo que te rodea, ¿no? ¿Qué tal alguna amistad? ¿encuentras entretenido las charlas a la gente cercana a ti? Con el tema del pastel volvió a sonreír pensando en que quizás ya tenía una forma de abordar alguna posible interacción futura —No hay de qué, espero que esté rico, me llamo Sean Reece, un placer~
El receso de mediodía estaba apenas empezando, cosa que era provechosa dado que no había desayunado completo en casa... Lo que pasa por levantarse tarde, aunque al menos no era la única, papá, mamá y mi hermana eran iguales, desfase horario o jet lag le decían a eso, el viaje había sido desde el Aeropuerto Charles de Gaulle hasta el que estaba en Narita, igual sólo había sido un día de esos que sucedían. Si algo había aprendido de atrás en casa, es que seguir al resto del estudiantado te lleva derechito a los lugares de interés en una escuela, y hoy no fue la excepción, así como yo buscaba que comer, me había dispuesto a seguir a los demás pupilos a ver hasta dónde me podían llevar, si era suerte o cuestión de que el ser humano es predecible no sabía cuál era en realidad, pero había aterrizado (¡Ja! Aquí seguimos con las referencias aeronáuticas) pues ni menos que en la cafetería. ¡Pero era el lugar que pues me interesaba! Tenía curiosidad por saber que aguardaba el menú... Que para mi sorpresa era muy variado y hasta algo ecléctico, tenía que tomar en cuenta que habían estudiantes de nacionalidades lo más variopintas, si bien la Academia Sakura tenía estudiantes locales, estaba pensado principalmente para expatriados, o al menos era la impresión que me daba al ver gente de todas partes de América y Europa. Si algo tenía yo era que pues podía ser un poco exquisita con la comida, al grado de tardar en decidirme... ¡Simplemente disfruto comer! No tiene nada de malo, creo... ¡Pero hoy no! Espaguetis a la carbonara, ¡Mis favoritos! ¡Tengo que hacerme con un plato pero a la de ya! Lo más tedioso era hacer la fila para pedir, aunque pues avanzaba algo rápido, cosa que pues era un alivio para mi, no paraban de rechinar las tripas, al punto en que pensaba si eran de hule para que me chillaran tanto, pero pues... Al fin y al cabo... ¡Mi plato de espaguetis! No me arrepentía de hacer la fila, además de ello tenía un precio módico considerando el costo de las instalaciones, así que pues una vez ya con todo listo vino otra odisea, encontrar un lugar libre... La mesa más desocupada ya tenía a una chica ahí... Y no había mucho libre, la otra opción era irse afuera al patio pero no tenía ganas de comer incómoda así que pues hora de jugársela y socializar. —Hmm, esto, buenas tardes ante todo, ¿Está desocupado? Si es así, ¿Me permite? Muchas gracias —si algo tenía que recalcar era que papá había sido muy estricto con la cortesía, y la verdad no sé equivocaba, a veces no era correspondía pero pues daba gustito ser educado y cortés— Contenido oculto Gigi Blanche I summon u lol
La reunión ayer había ido bastante bien, por suerte. Acabamos el receso con una idea clara de lo que buscábamos, así fuera amplia, y buena parte del resto del día me la eché pensando al respecto. Teníamos que elegir una canción de k-pop y la piscina de opciones era tan amplia que cada vez que creía haber dado con la posibilidad idónea, a los cinco minutos recordaba tres más. Las clases de la tarde, el gimnasio y la ya casi religiosa quedada en el bar del Krait de los lunes a la noche. Mientras los chicos se enfrascaban en discusiones de videojuegos, más que acaloradas debido al alcohol, Kakeru se había inclinado en mi dirección y sentí su película de cabello oscuro haciéndome cosquillas en la piel del cuello cuando apoyó la cabeza en mi hombro. —Llevas toda la noche ahí —había murmurado, viéndome scrollear por una playlist de Spotify—. ¿Qué buscas? —Nos tocó en la escuela un proyecto de música y tenemos que elegir una canción de k-pop, pero no puedo decidirme. —Uhm... —Su murmullo fue casi un ronroneo y podría jurar que refregó la mejilla contra mi chaqueta antes de encogerse de hombros—. Si no, arma una lista con las mejores y tira un dado. O dos, o tres, o cuatro. Ya sabes lo que dicen, que cuando haces cara o cruz por estar indeciso te encontrarás esperando que la moneda caiga de un lado cuando esté en el aire. Quizá te lleve veinte intentos, pero eventualmente vas a quedarte con una. No era una mala idea, a decir verdad, y así me agarró el receso: sentada en la cafetería, con una hamburguesa a un lado y una hoja en blanco frente a mí. Ayer Kohaku se había aparecido en el bar casi cuando nos estábamos yendo y, algo tocadita por el alcohol, le recriminé que había dejado de pasar tiempo conmigo en la escuela. El muchacho se rió y me prometió que almorzaría conmigo; no le llevé el apunte, hasta que hoy a la mañana vi un mensaje suyo recordando la cita, como le había llamado el muy imbécil. Se le había hecho tarde, sin embargo, y en lo que lo esperaba, una nueva cara apareció. Alcé la cabeza al advertir que alguien me hablaba y me encontré con una chica, una que no recordaba de nada. Le sonreí al instante, asintiendo ante su primera pregunta, y con un movimiento ligero de mano le indiqué que podía sentarse. —Hola~ Estoy esperando a un amigo ¡pero el muy vago está retrasado! Así que bienvenida seas a la Mesa del Fondo. Son doscientos yenes. Mi expresión se había ensombrecido de repente al decir aquello último, pero no pude sostener la broma ni tres segundos. Solté una risa fresca, meneando ligeramente la cabeza. Había notado su forma de expresarse, bastante... formal, pero el detalle no modificó mi comportamiento en lo más mínimo. —Soy Anna, ¡es un gusto! ¿Tú cómo te llamas?
Había salido mucho mejor de lo esperado, aquella chica era genuinamente simpática, y eso me había agradado en gran medida, aunque... Mon dieu! ¡Me estaba cobrando la estadía! Aunque doscientos no eran mucho, un refresco podía ser hasta más caro. No me lo iba a negar, aquella señorita podía ser una excelente dama de negocios si se lo llegara a proponer, ¡Menuda actitud! Aunque soltó una carcajada, me había tomado el pelo y casi le creí, no dudé en reírme también, me había parecido gracioso a fin de cuentas, la verdad me hacía falta eso, andar solita por ahí podía desgastar mucho. Aunque algo había mencionado y es que estaba esperando a un amigo suyo así que lo más seguro era que se nos uniera, a menos que pues por algún motivo se retrasara más de lo que ya estaba, pero igual no tenía por que preocuparme en estos momentos. Al sentirme ya más en confianza me senté, acto seguido donde pues comenzó la pregunta de rutina entre desconocidos. —J-Je suis... Soy Marie Rose... De segundo año, soy recién llegada —concedí con una sonrisa torpe, tendría a lo mucho un par de semanas, así que en realidad no conocía mucho del lugar— Es un placer.
Oírla riéndose también de mi chiste tonto, así hubiera podido ser pura y llana cortesía, me bastó para quedarme contenta sin repensar mucho nada. A veces era sencillita. Esperé a que se sentara y me respondiera, prestándole toda mi atención y con una sonrisa amigable que pretendía animarla a soltar la lengua. ¡Vamos, vamos, que estábamos en confianza! La confianza de conocerse de hace cinco segundos, claro, ¡pero detalles! Parpadeé cuando me pareció que había empezado a hablar en otro idioma, aunque lo dijo bajito y no lo pillé. Bueno, a japonés no había sonado, eso seguro. Busqué pistas en su nombre, reproduciéndolo con distintos acentos en mi mente, y de repente alcé las cejas, ampliando la sonrisa. —¡Ah! —exclamé, como si hubiera descubierto el dulce de leche, y el gesto casi me cerró los ojos—. ¿Francesa, Marie-chan? Ah, ¿no te molesta que te diga así? Puedo usar tu apellido sin problema. Me había venido encima, como era usual, pero por algún milagro de la vida retrocedí a tiempo para evitar, no lo sé, alguna calamidad. —Yo también voy a segundo y soy nueva, así que podemos perdonarnos mutuamente no habernos reconocido ni de casualidad. —Solté una risa breve, aplastando la mejilla contra mi mano. Me había olvidado por completo de mi famosa lista de canciones porque esa era mi majestuosa cantidad de neuronas en fila—. ¿Y qué tal? ¿Te la has pasado bien? ¿A qué clase vas? Yo estoy en la 2-2 ¡y nuestro profe es super raro! Aunque oí rumores de que el tío de la 2-3 es aún más raro.
El ambiente se había iluminado en gran medida, la confianza era mutua, gracias al cielo, y la verdad eso me había hecho sentir más cómoda, Anna, como se llamaba aquella chica, era particularmente amigable, así que pues hora de ceder a la tentación y soltar la lengua. Además incluso se había mostrado interesada y con curiosidad, no iba a negarlo, me había quedado agradando eso, reconoció que era francesa sin problema alguno, ¿También lo sería? Ni idea, así que pues solo había que seguir el juego. Dejé la bandeja en la mesa para asentir con una sonrisa y distendida mientras la miraba, incluso para responderle sin problema. —Oui! Parisina para rematar —sonreí, recordando mis orígenes en la capital, además de que pues me encantaba, capaz y un día de esto regresábamos— No me molesta, estamos pues en Japón y son sus honoríficos así que... En Roma se hace como los romanos... Además de ello me había sorprendido un montón que también fuera de segundo, ¡Eso lo hacía aún mejor! Tenía que conocerla a fondo, aunque pues no parecía ser una chica de mi curso, igual seguía siendo una de segundo, así que pues le daba igual. Seguido de eso prosiguió con la conversación. —Puedo decirte que he escuchado toda clase de cosas variopintas en este colegio, soy de la 2-1 y pues lo que se dice de los profesores de los otros dos cursos es para tener la piel de gallina —terminé concediendo con una leve risa, divertida por lo mismo— Hasta ahora es un lugar muy bonito, en cierta medida me recuerda a las escuelas en casa... ¡Me divierto si!
Mi expresión se iluminó un poquito más cuando dijo que era parisina, ¡sonaba tan genial! Con lo bonita que lucía París en todas las películas, en vivo y en directo debía ser increíble. Un montón de dudas afloraron en mi mente, por supuesto, pero hasta yo sabía que no sería prudente soltárselas sin conocerla de nada y me quedé en el molde. Conque iba a la 2-1, no conocía a nadie de ahí, ¿verdad? La expresión que usó me hizo alzar las cejas; no sabía si mi profesor era exactamente alguien capaz de infundir miedo, o quizás ella usara la expresión de otra forma. Bah, no importaba mucho, ¿verdad? —¿Y qué onda en la 2-1? No ubico al profe de esa de nada —cotilleé, inclinándome un poco sobre la mesa y todo, como si estuviéramos filtrando secretos nacionales—. Escuché, por ejemplo, que a la profesora de la 3-2 le gusta coleccionar huesos, ¡o que el de la 3-3 tiene un amorío con una estudiante!
Al parecer el escuchar que era parisina le había subido los ánimos, y no era para menos, París tenía unas vistas espectaculares, además de sus atracciones icónicas, como la Torre Eiffel, los Campos Elíseos, el Museo del Louvre, y pare de contar, era una ciudad para visitar sin duda alguna, una parada para turista que se precie, y no la culpaba, además era algo agradable para mí, podía hablar a cabalidad de mi ciudad natal con ella y conectar, además de recordar cosas chulas, tal vez otras no tanto pero así, esa sensación dulce de nostalgia y apego se me venía a la mente de una vez, pero claro estaba, todo a su tiempo. Por su expresión no parecía conocer a ninguno de mis compañeros de curso ni a nuestro profesor, aunque noté que se había curvado a cuchichear un poco conmigo... Así que no me iba a quedar indiferente y le seguí el juego... ¡Escuchar chismes podía ser divertido incluso en ocasiones! Claro está no siempre, pero oír toda clase de rumores de pasillo con respecto a los profesores podía ser interesante y variado en cuanto a lo que se dice, merde, se decía que una de las de primer año era una ex guerrillera perseguida por mafiosos rusos, ¿Que más se podía decir? —Esto... Nuestro profesor es un tipo muy tranquilo pero se pone nervioso con facilidad y es asustadizo a cabalidad... En cualquier momento como que le da un patatús —concedí en un susurro, aguantándome la risa, para prestar atención a lo siguiente— E-Espera... Puedo dejar pasar un poco lo del 3-3, pero, ¿Lo de la 3-2? ¡Ew! Le tenía miedo a las osamentas, clarísimo está, si llegaba a encontrarme con esa profesora si que estaba asegurado de que se me iría el santo al cielo.
Al parecer su profesor era de los más normalitos del plantel docente, cosa que era... buena, pero aburrida, ¿no? Aunque el mío, más allá de la pereza con la que vivía, tampoco era excéntrico ni corrían rumores raros sobre él. —Uhm, se ve que nos han tocado los decentes, ¡aunque a saber qué nos espera el año que viene! —Lo dije con absoluta liviandad, pero de cierta forma fue una bofetada de realidad que mantuve a distancia—. Quizá te toca con la loca de los huesos, o el mujeriego, ¿y la de la 3-1? La he visto por los pasillos, parece... ¿una femme fatale? Ya sabes, toda pelirroja y voluptuosa. ¡El diablo encarnado, pero sobre tacones y con buenas curvas! Pensar en el futuro siempre asustaba, suponía, pero imaginarme en tercer año era... extraño. Faltaba un montón de tiempo para eso, de todas formas, y por eso pude omitirlo con relativa facilidad, pero eso no hacía desaparecer la realidad. Hablando de Roma, pensé en Kohaku y revisé la hora brevemente. El idiota sí que estaba retrasado, ¿eh?
El profesor que nos había tocado, a pesar de su evidente falta de valentía, era por lejos uno de los más normales que se decía habían en este lugar, una parte de mi ponía en duda la veracidad de dichos rumores en un ejercicio comprensible de escepticismo lógico, pero otra parte de mi también esperaba que pudiera ser cierto, ya que pues la verdad todo tipo de cosas podían pasar en una tierra desconocida que pues no tenía idea de lo que pasaba... ¡Demonios! Lo que decía era absolutamente cierto, si bien nos habían tocado relativamente decentes, aún quedaba un año más y es donde podían estar todas las sorpresitas... Pero la guinda en el pastel era la posibilidad de que estuviera la maniática de los huesos, solo pensar en eso hizo que sintiera un leve escalofríos, cosa que me llevó a sentenciar, entre risas. >>¡Prefiero al diablo que a los esqueletos! Por lo menos tenía carne... Y bastante, por lo que estaba diciendo ella, ¿No?
En lo que recorríamos el pasillo, oí a Fiorella cantando una canción en voz baja. No supe cuál era, claro, tampoco pretendí interrumpirla ni mencionar algo al respecto, pero fue quizás un pequeño instante donde el tiempo se ralentizó y mi corazón, que sin darme cuenta se había acelerado un poco, regresó a su ritmo natural. La música a mi alrededor era una suerte de amuleto, en especial las mujeres cantando. Me recordaban a las nanas de mamá, a los tarareos constantes de Chiasa en la cocina e incluso a Anna, cuando estaba relajada y cantaba sin darse cuenta. Eran pequeños fragmentos de paz que atesoraba. Cuando me preguntó si usaba esta carita para convencer a las personas asentí muy contento, sin ningún cargo de consciencia al respecto. ¿Qué más daba admitirlo, si la gente lo sabía y aún así no se negaban? Ya nos estábamos acercando a la cafetería cuando abrió su paquete de galletas y me ofreció una. La miré de reojo y estiré la mano, agradeciéndole. Esto de que se dedicaran a alimentarme tampoco lo iba a negar, la verdad. Una vez dentro del amplio espacio, lo recorrí con la vista y (por suerte) di rápido con el cabello bicolor de Anna. Le sonreí a Fiorella y empecé a caminar ya con un objetivo en mente. No sé cómo hizo, pero la enana pareció identificarme de forma subliminal y se dio la vuelta a tres segundos de que la alcanzara. —¡Al fin, hombre! —exclamó, reparando un instante en Bianchi pero aún así regresando a mí—. ¿Tienes idea la hora que es? ¡No vas a llegar a comer nada! Le sonreí como angelito, por supuesto, y ladeé ligeramente la cabeza. —Venga, ¿acaso estabas preocupada por mí? —sopesé, a lo que Anna selló sus labios y yo solté una risa liviana, sentándome a su lado—. Vine con una compañera de mi proyecto, que además entró hace muy poco aquí. Miré a Fiorella, por si prefería presentarse ella misma, y de todos modos Anna me ganó de mano. Le sonrió con bastante entusiasmo a la chica, mientras yo asentía la cabeza a modo de saludo en dirección a la otra muchacha que la acompañaba desde antes. ¿Serían compañeras de grado? —¡Hola! Me llamo Anna, ¡es un gusto! Lamento que sufras la desdicha de compartir grupo con este ser de oscuridad, ojalá te sea leve.
Después de extenderle la galleta comencé a comer, y a comer, no se cuantas galletas en realidad me metí a la boca pero lo que sí sabía era de que estaba muy nerviosa siempre me ponía de este estado cuando iba a conocer a alguien nuevo y más era cuando no sabía cómo era su carácter o su actitud, pero ¡vamos!. No es como si conocer a la chica me fuera a pasar algo. Seguimos caminando hasta que entramos a la cafetería el lugar era grande y con mucho espacio. Note que Kohaku me sonrió cuando encontró a la chica y caminó hacia ella pero antes que llegara donde la muchacha estaba ella se viró su dirección. Mientras exclamaba de que había llegado tarde repasó su mirada en mi luego regresó en el, solo me quedo mirarlos entre las palabras que pasaron y repase mi vista por segundos en la chica que estaba sentada, pero volví mi atención en Kohaku cuando sentí su mirada, y note que se había sentado al lado de su amiga. Quite mi vista de él y sonreí en dirección de la joven cuando escuche su presentación con entusiasmos. ─Ciao, Me llamo Fiorella igualmente un gusto ─sonreí al mismo tiempo que repase a Kohaku con cierta diversión por lo último dicho de la chica. No creía que él fuera un ser de oscuridad, para ser sincera la que sí estaba llena de oscuridad aquí era yo, y era mucho más por todo lo que he tenido que pasar y en la persona que me he convertido para poderlo superar. Me moví con cierta lentitud hacia el puesto vacío a lado de la otra chica, y en lo que me sentada puse las galletas en la mesa al mismo tiempo que miraba a su dirección y le extendí la mano en modo de saludo. ─Hola mucho gusto ─sonreí un poco y la repase brevemente, las facciones de esta chica se me hacían conocidas porque lo que notaba japonesa no era, pero después trataría de descifrar de dónde era. Volví mi atención en la amiga de Kohaku. ─Creo que debería decir mi dispiace, fue más por mi culpa que Kohaku llego tarde ─sonreí a medias a lo que cojia una galleta y la masticaba. Contenido oculto Mi dispiace= Lo siento. Ciao= Hola.
La reacción tan efusiva de Marie me había arrancado una buena risa, parecía tener opiniones fuertes respecto a diablos y esqueletos y quizá pudiera compartir lo primero, pero lo segundo no tanto. Los huesos me daban igual, de hecho probablemente los eligiera. Bueno, ella se quedaba con el diablo y yo con esos, ¿no? Sonaba a un buen plan. Dependiendo de quién fueran los huesos, claro. Con la vista aún puesta en Marie pestañeé, alzando las cejas, y me giré. ¡Ajá! Mira nomás ese sexto sentido, ya se lo estaba robando y todo. Kohaku había llegado con una chica que no ubicaba de nada, no tardaron en ubicarse ambos en la mesa. Cuando solté mi comentario tonto, Fiorella deslizó la mirada hacia mini Ishi y él se limitó a encogerse de hombros, probablemente alegando inocencia. Como fuera, toda mi atención se fue a las galletas que había dejado sobre la mesa y, cuando me di cuenta de ello, me puse extrañamente recta. La risa suave de Kohaku me hizo mirarlo, ¡¿acaso se estaba riendo de mí?! Bueno, muy probable. —¿Disculpas? ¡Nada de eso! —¿Hmm? —Kohaku había pillado mi hoja en lo que hablaba—. ¿"Canciones para el proyecto" con... muchos signos de admiración? —No olvides la estrellita aquí —indiqué estirando el brazo. —Ah, cierto. A segundo le tocó un trabajo de música, ¿cierto? —Asentí, picando la punta trasera del bolígrafo morado contra mi mejilla—. ¿Precisas ayuda con algo? —Nah, estamos bien. La idea es hacer algo con k-pop y música clásica, así que no pega mucho contigo. Su proyecto es de arte, ¿cierto? ¿Cómo lo llevan? —inquirí, alternando mi mirada entre Kohaku y Fiorella. —Bien, tenemos una idea en el tintero. —Kohaku alzó las cejas y sacó su móvil, buscando algo allí antes de extendérselo a la chica. Quise estirar el cuello para husmear en lo que estiraba el brazo, pero no llegué a ver nada—. La hermana pequeña de una amiga tiene un montón de mierdas para pintar y todo el rollo, y ayer me tuvo prácticamente secuestrado para que practicara con ella. Ahí tienes mis pobres intentos de trabajar con acuarelas. El caso fue que mientras gastaba hojas, me mostró unas cosas que había pintado e intervenido con pegatinas encima como... como si fueran collages. Y se me ocurrió una idea. ¿Quizá podamos imprimir fotografías en papel adhesivo y hacer una especie de collage? Por ejemplo, usar el escenario urbano de una fotografía y debajo pintar el cielo con acuarelas. O al revés, usar un cielo real y dibujar el resto con lápiz para completar la imagen. Me había quedado oyendo a Kohaku con una atención estúpida, y quizá me costara un poco imaginar el concepto pero aún así sonreí, animada. —Eh, eso suena interesante —murmuré, dándole un codazo suavecito—. Mírate nada más, todo un artista de repente. Contenido oculto Kohaku: 2.5 puntos Fiorella: Puntos: 2.5 puntos
Después de haberme acomodado en el asiento alado de la otra chica, sonreí en el momento que Anna se fijo en la galletas que repose en la mesa talvez quería una, y no era muy propio de mi comer sin invitar a los demás ¿no?. Cogí el maquete y se lo extendi. ─Puedes coger las que quieras sin problema,─sonreí─Son de doble sabor de vainilla y chocolate. Le di un asentimiento suave de cabeza cuando dijo que no necesitaba pedir disculpas, lleve mi atención en Kohaku cuando cogió la hoja de Anna reí suavemente cuando la chica pronuncio que pensaban hacer algo de K-pop, y para ser sincera ese era mi genero favorito lo amaba mas que cualquier genero que pudiera existir. Fije mi vista en Kohaku en el momento que me extendió el móvil, y puse demasiada atención en las imágenes que me mostro, mientras tanto lo escuchaba explicarme de que se trataba el dibujo, era muy buena en todo lo que tuviera que ver con pinceles y temperas pero mas me encantaba en el momento que teníamos que combinar colores. Le devolví el móvil después de segundos. ─Me parece una grandiosa idea, puedo ayudar en eso de pintar con acuarelas soy muy buena en eso─sonrei un poco─. Pero cuando se trata de dibujo lo se hacer pero me da una pereza de mil demonios─murmure con cierto desdén─. Pero tenemos un problema no sabemos que piensen Aaron y Arata, porque talvez nosotros pensemos de una forma pero ellos de otra. Y como siempre decía cada uno tiene pensamientos distintos, no todos tenemos los pensamientos iguales. ─Eh visto algunas pinturas así ahora que lo recuerdo, así que puedo decir que tengo algunas ideas, pero no se quieran cambiarlo a otro tema. Contenido oculto Kohaku: 2.5 puntos Fiorella: 2.5 puntos Puntos: 5 puntos
Las ganas, el deseo, la admiración con la que Anna había mirado esas galletas era estúpidamente obvia, casi vergonzosa. También adorable. No pude evitar reírme, a lo que ella se quejó y Fiorella, como medio había estimado, le ofreció comer si quería. Anna parpadeó, al parecer debatiéndose mentalmente sobre si acceder o ser modesta, pero todos sabíamos qué opción iba a primar, ¿verdad? —¿Doble sabor? No sabía que hacían de estas. —Sonrió casi de oreja a oreja, el gesto le iluminó el rostro y pilló una galleta—. ¡Gracias, Fio-chan! Luego te compenso con uno de mis poderosísimos zumitos, o mejor: con mis poderosisísimas almohaditas de fresa. El apodo se lo había inventado del culo y probablemente no reparó en ello en ningún momento. Luego saqué mi móvil, le expliqué mi idea a Fiorella y Anna se quedó escuchándonos, contenta y quietecita como un niño consentido mientras comía su preciada galleta. Bianchi accedió, aunque trajo a colación a los otros dos miembros del grupo y estuve a punto de responder cuando Anna intervino. —Vaya, vaya. —Su tono había cambiado, sonó mucho más suave y la miré de soslayo, adivinando por dónde iban a venir los tiros; estaba con su atención puesta en Fiorella—. Te tocó con puro chico malo, se ve. Lucky~ El pobre Aaron había caído en la bolsa cuando no debía ni saber quién era, pero conociendo a Anna tampoco sería un detalle que la privara de soltar su comentario estúpido. Mantuve mi sonrisa angelical a todo momento, pasando de aquella acotación, y retomé mi idea. —Conociendo a Akkun se amoldará a lo que sea que propongamos, incluso si eso significa vestir y maquillar un mono. Y sobre Yume, bueno, ¿se lo puedes comentar mañana? Si quieres, claro. Por mi parte, si le parece bien, podríamos avanzar sobre eso. —Bueno, toca ir yendo. —Anna apoyó ambas palmas en la mesa y se incorporó, alzando una pierna para salir del asiento. Le sonrió a las chicas y se regresó la hoja vacía al bolsillo, revolviéndome el cabello—. Nos vemos~ Supuse que estaba por tocar la campana, revisé la hora en el móvil y, casi al instante, la imité. Alterné mi mirada entre Fiorella y Marie. Anna era así de atolondrada y estaba seguro que siquiera había considerado la idea de invitar a subir, al menos, a la otra chica de segundo. Al menos estaba yo para salvarle las papas. —Bueno, ¿subimos~?
Había seguido mi camino hacia la cafetería luego del mar de mensajes, hice la fila para comprarme un sándwich ya que estaba allí y busqué la primera mesa vacía que viese. Con el clima estaba un poco atestado, pero no tenía demasiadas ganas de volver a subir de inmediato así que me quedé allí, haciendo el imbécil en Twitter para matar tiempo en lo que comía y me bajaba lo que me quedaba de la soda. No supe con exactitud cuánto tiempo había pasado cuando me cayeron las respuestas de Anna, tampoco me fijé en la hora de los mensajes ni en el reloj del móvil y estaba bajándome el último bocado del sándwich cuando vi la notificación, así que se me quedó atorado. No había que ser un genio ni nada para imaginar que los mensajes habían provocado, bueno, la única cosa que podían, ¿o no? Vete a saber si se había encabronado conmigo, con él o con la vida entera. Cualquiera de la tres valía, también todas juntas. Le di tiempo por si iba a enviar algo más y así fue, una parte de mí la pudo imaginar encima del móvil typeando, tratando de ordenar las neuronas. Tomé aire, lo solté, pasé el bocado de comida y estiré las mandíbulas después, al sentir la sombra de una migraña alcanzarme desde el fondo del cerebro hasta los ojos, luego los dientes superiores. Y eso que ni sabía que el otro imbécil se había ido a meter debajo de sus narices. Con el último mensaje, el del proyecto, me digné a responder y cité el primero. Ni ella ni yo sabíamos a qué mierda nos referíamos con ese nosotros, valía por ahora, pero era jodidamente ambiguo y ahora, con Fujiwara en el mismo espacio físico, me pareció todavía más difícil de definir que antes. Un atisbo del miedo que había sentido arriba me alcanzó y desenchufé los cables de un tirón, fue brusco, pero cumplió la función. No Si quieres decírselo o no es decisión tuya, no iba a pasarle por encima a eso Ni siquiera lo había pensado, soltarle eso al cabrón no estaba en mis planes, ni siquiera cuando pasamos por el pasillo de segundo y la vi. Ella lo conocía, no yo, si quería decirle de mi existencia, de lo que sea que estuviésemos intentando o de las condiciones de la situación era una decisión propia, le correspondía a ella nada más. A sus límites y ansiedades. Si decidía que fuese un fantasma podía serlo. No cité el resto de mensajes, si no que respondí en general porque sentí que se me hacía demasiado desorden en caso contrario y solo el hecho de haber desconectado los cables me dejó la cabeza sobre el cuello. Volví a estirar la mandíbula, como si aflojarla fuese a eliminar el dolor que ya prácticamente era inminente, y typeé bastante lento en comparación. No pasa nada, An. Que te vaya bien con eso Dejé el teléfono en la mesa, tomé la lata de soda ya vacía y me la llevé a la frente. El poco frío que conservaba me dio algo de alivio, a pesar de que el dolor ni siquiera había estallado en realidad, y cerré los ojos unos segundos. Lo que pasara después estaría bien, quise pensar eso porque prefería habérselo dicho ahora que solo dejarlo allí, porque aunque estaba tenso que daba gusto, una parte de mí se había aliviado al no dejarlo correr. Si era lo correcto, suponía que debía juzgarlo ella. Contenido oculto Gigi Blanche te etiqueto porque five, no hace falta si siempre te caen las notis JBASHAE ya con eso dejo quieta a Annita, obviously *c va rodando*
Oreki Tojo Parpadee un par de veces al escuchar la voz apagada y carente de diversión de la chica, pero tampoco parecía muy hastiada, por lo que podía ir con cuidado y no molestarla Al salir cruzamos el pasillo y la lleve directo al lugar donde ocurre la magia; la cafetería. Estudiantes iban y charlaban alegremente mientras olisqueaba la especialidad del día. —Hasta aquí huele a éxito...—voltee y observé a Brown—Esta es la cafetería, fue el primer lugar que tuve el deseo de conocer ¡y no me arrepiento de haberlo hecho! Sin poder contenerme saque una barra de dulce y di una enérgica mordida, pero sin descontrolarme, lo último que deseaba era incomodar a la pobre. >>Y dime ¿Tienes algún tipo de comida preferida? En la cafetería de Sakura existen un tesoro de opciones. Contenido oculto quem
Antes de salir del curso lo vi parpadear un par de veces, no sé si lo hizo por mi notó de voz o por otra cosa pero no me importo solo seguí su camino hasta la cafetería, para ser verdad y no mentirme a mí misma era demasiado grande y muy espaciosa claro estaba. Solo mire en mi alrededor para volver a darle una ojeada a la persona que tenía enfrente, que por cierto no me sabia su nombre. Solo me quedo arquear una ceja cuando escuche lo que dijo: que olía a éxito, verdaderamente solo olí comida y más comida y nada más sonreí para mis adentros y fije mi vista en cada lugar de la cafetería. Realmente tenía que acostumbrarme a pisar este lugar ya que tal vez vendría más a menudo. Welcome to your new world Sophie. Después de darme mi propia grandiosa bienvenida, escuche la pregunta que me hizo el stranger in front. ¿Que si tenía algún tipo de comida preferida?, Si pero no era muy amante a lo que tuviera que ver con alimentos si fuera por mí ni comería. ─Yes, desde que llegué a este país me gusto el sushi, y el ramen ─ladee un poco la cabeza─. pero si es de comer algo fuera de casa prefiero las frutas. Después de dar esa información gire mi camino hacia la señora que estaba atendiendo, no le sonreí, ni nada, solo le pedí algo para tomar y gire mi camino para regresar donde estaba parada hace unos segundos. ─¿Otro lugar que quieras mostrarme o que debamos ir? ─pregunte abriendo bebida que había comprado. Contenido oculto Ikoma-kun
Oreki Tojo Al escuchar la palabra Ramen no pude contener una sonrisa de oreja a oreja, conocer a alguien de buen gusto no tenía precio. —Oye un día deberíamos probar algunos, yo invito—dije con entusiasmo apretando los puños, entonces recordé algo que había olvidado....pero que idiota... —¡Ah! Por cierto mi nombre es Tojo Oreki, experto culinario—me presente con una reverencia—espero disculpes mi falta de educación—revise en mis bolsillos y le ofrecí una barra de dulce— Es una barra dulce pero saludable, estamos a mano ¿cierto? Ella además deseaba proseguir nuestro recorrido ¿Qué otro lugar podía visitar. >>La biblioteca es lo máximo en información, podemos dar una vuelta por alla. El recorrido continuaría pero aún temia algo... Nishijima-san. Una chica con un complejo de reina mandona, no era mala persona pero tomaría un buen tiempo entenderla...sobre todo su paladar. Contenido oculto quem