Pasillo (Tercera planta)

Tema en 'Tercera planta' iniciado por Yugen, 9 Abril 2020.

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    Insane

    Insane Maestre Comentarista empedernido

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    Entre lo que seguía a una pelinegra ingresar por el portón la voz de una chica me hizo deslizar las pupilas. Recordaba haberla escuchado alguna vez, pero el cerebro no me dio para identificarlas hasta que la vi. Era la misma tipeja que me había buscado en el salón de clase hace no sé cuánto, y había sido justo por lo mismo que me andaba preguntando ahora.

    —Sigue en pie, aunque no hemos iniciado oficialmente —ya recordaba a Génesis esperándonos con agua en la gradería luego de clases el lunes pasado—, pero no hemos definido un día ni hora como tal —solté apenas una sonrisa floja—. Pasa el siguiente lunes por el gimnasio antes de clase, de seguro estaremos por ahí.

    Entre una cosa y la otra seguí el cabello rubio desplazarse por el pasillo, bueno, las caderas más bien hasta notar que se dirigía a el principito, fue entonces que regresé sobre los orbes de Hiradaira, notando por el rabillo del ojo el cabello blanco de Craig, iba hacia los baños, y bueno, lo espararía en el salón de clase~

    >>Estamos hablando, Anna~

    Me eché a caminar hacia el aula, enterrando las manos en las bolsas del pantalón.
     
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    Zireael

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    Se había encogido de hombros ante mi tontería, porque si se trataba de seguirse defendiendo de mis acusaciones de que no hacía la tarea pues tomaba lo que tenía a la mano. Igual no me discutió nada en sí, de forma que iba a tomar eso como una suerte de victoria. Que a ver, tampoco estaba desacreditando el hecho de que fuese responsable por unos días tan siquiera, en lo más mínimo.

    Asentí con la cabeza a su pregunta, lo hice para no interrumpirlo porque vi que tenía intenciones de decir algo más y me permití una risa suave al escucharlo decir que iba a tomarlo como un cumplido. Después de todo eso era, no me parecía raro echarle cumplidos encima a la gente en realidad, por eso lo había hecho. El caso es que volví a reír de forma un poco más audible cuando dijo lo de que me veía bien como princesa.

    —¿Vikinga? —pregunté con algo de diversión en el tono—. Debe ser el cabello.

    Si me ponía quisquillosa con el asunto, la verdad es que sentía que pegaba más con cualquier cosa del rollo espíritu de los bosques nevados que princesa, pero no era ese el tema. Cuando escuché su pregunta volteé a mirarlo un momento, antes de regresar la vista al frente y permitirme una sonrisa sosegada.

    —Tan calladas como de costumbre, ya sabes, lo normal. Como acabo de regresar de entre los muertos no sé cómo habrán estado estos días, eso sí. —Tomé algo de aire por la nariz y seguí hablando casi en asociación libre—. Quizás debería decirles que quedemos un día de estos después de la escuela, no lo sé.

    No tardamos demasiado en llegar al tercer piso a pesar de no llevar prisa ni nada y solo me atreví a desenredarme de su brazo cuando estuve frente a la puerta que me correspondía. Dudé apenas un segundo, pero me coloqué frente a él para echarle los brazos sobre los hombros y envolverlo en un abrazo breve, al separarme le dediqué una sonrisa.

    —Gracias por acompañarme, cielo. Te lo digo de nuevo, me alegra verte.


    por aquí cierro con jez too uwu gracias por aventarme al niño aaa it was super soft *rueda*
     
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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Alisha no desestimó mi repentina idea sobre algún día quedar para bailar, cosa un poco extraña en sí misma pero venga, había hecho cosas aún más random en mi vida, ¿verdad? Y ya estaba visto que si se trataba de eso, realmente no me ponía quisquillosa ni andaba con pegas, mucho menos verguenza. La miré de soslayo cuando pareció sopesar una idea, vete a saber cuál, y apenas soltó la tontería de las Bratz tuve que reírme de veras. Puta madre, si la gringa esta no llevaría razón y todo.

    Bad bitch? —atajé, alzando las cejas, y por la gracia suavicé la voz—. Eso también puedo serlo, no te preocupes.

    Y me daba bastante igual si me creía o no, la realidad era que a veces me comportaba como tal y punto. La brújula moral se me había hecho añicos hacía un buen tiempo ya.

    Luego no puso resistencia al arrastrarla hacia arriba, me acerqué a Zeldryck y le perdí el rastro un momento. La información fue concisa, que el lunes lo buscara antes de empezar las clases. Asentí, sin complicarme demasiado, y dio el asunto por concluido.

    Bye, bye~

    Medio había notado que se distrajo con otras cosas, así que dejé que se fuera y ya. Seguí su recorrido medio por inercia, y siendo que se metió en la 3-2 se me ocurrió husmear apenas por si daba con Altan, pero no. Giré sobre mis talones, dispuesta a dar con Alisha o volver al segundo piso, cuando la encontré, sí, pero hablando precisamente con Kou. Estaba bajo el umbral de la 3-1 y su ceño fruncido ante las tonterías de la rubia era un puto poema, aunque reparó brevemente en mí y soltó el aire de golpe.

    —Ve a joder a otro, Welsh.

    Su voz no demostró hastío o impaciencia, fue de hecho bastante plana y de casualidad llegué a escucharlo. Habiendo soltado eso simplemente regresó al interior del aula, en ningún momento demostró conocerme de ninguna manera y mira, por mí bien. Apenas me quedé para comerme el show y tampoco me interesaba hacer nada más allí, así que empecé a caminar y a la pasada le di un toquecito en el hombro a Alisha.

    —Nos vemos. —Agité la mano en un movimiento vago y se me coló una risa en la voz—. Suerte prestando atención en clase~


    me habría gustado reaccionar concretamente con Kou a varias cosas pero al final no me dio la vida, así que capaz me aviento un post de relleno después para hacerlo. No que importe, pero eso (?

    it was a pleasure mejorar al menos un poco los ánimos de ali-chan, annita siempre al servicio de la comunidad uwu/
    Joey 3.png

    ¡Por supuesto que era el cabello! ¿Qué otras personas más que esos rubios musculosos del norte podrían tener ese color de pelo? Aunque el albinismo no distinguía entre nacionalidades, claro, pero ese era un argumento que muy convenientemente omitiría para mantener en pie mi poderosísima teoría elaborada en... cinco minutos. Sí, la defendería con uñas y dientes, ¡se me iría la vida en ello!

    Aunque, la verdad, la idea de un espíritu del bosque tampoco me habría disgustado.

    Me quise abofetear mentalmente, pues por un segundo había olvidado que había estado toda la semana enferma y así, más o menos, llevaría un tiempo similar al mío sin hablar con Bleke. Bueno, yo más, pero detalles. Su idea fue más bien arrojada al aire, un mero pensamiento en voz alta, pero aproveché que se le había escapado para voltear a mirarla. Sería una tontería, pero un poco me entusiasmaba que Blee llegara a aceptar quedar con ellas fuera de la escuela. Frente a mí, entre nosotros, había erigido una muralla de hielo estúpidamente gruesa; tanto, que a veces siquiera llegaba a divisarla del otro lado. No sabía las razones, tampoco las había preguntado y como tal seguía tratándome bien. Pero lo notaba, lo sentía en el cuerpo y la cicatriz en mi sien palpitaba.

    Había sido desde esa noche, ¿cierto?

    —Oye, ¿por qué no? —la alenté, en tono suave, y le di apenas un empujoncito—. Suena bien, yo digo que podrías hacer el intento.

    Luego de eso llegamos por fin al tercer piso, como buen caballero la acompañé hasta la mismísima puerta de la 3-2 y esperé. Ni idea a qué, pero sentí que debía hacerlo. Jez se escapó de mi brazo, tuve la intención de girar el cuerpo en su dirección pero ella se encargó de hacer lo propio. Recibí su cuerpo, envolví su cintura con un movimiento suave y cerré los ojos apenas un segundo, lo que hubiera durado el abrazo. Era tibio y sus palabras dibujaron una sonrisa tranquila en mi rostro. Como todo lo que hacía en la vida, no me preocupé demasiado por los detalles.

    Alcancé su mejilla con una mano, la acuné en una caricia liviana y me incliné para dejarle un beso en los labios. Me importó una mierda estar en medio del pasillo y todo eso, la besé un par de segundos y deshice el contacto con, otra vez, movimientos suaves.

    —A mí también, Bellabel —murmuré, caminando en reversa, y le sonreí casi de oreja a oreja—. ¡Suerte en clase!


    lo mismo de arriba pero adaptado, toy muerta y no creo que sea muy necesario postear con Kohaku, así que simplemente asumamos que pasó lo que sabíamos que iba a pasar: se comieron la boca bien sabroso (???

    y nada, bby, i enjoyed it a frickin lot <33 it was sOFT AS HELL
     
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    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido seventeen k. gakkouer

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    Escuchar la risa, su tono de voz y su respuesta solo me amplió la sonrisa, que ni se diga cuando me miró con genuino desdén. Más temprano que tarde se daría cuenta por qué Patterson parecía haberme sacado de una caja de maldiciones para ponerme frente a ella. Además parecía ir ajustándose a cierto molde de alumnos de esta clase también, esa donde metían a los amargados del culo y a jodidos que parecían sacados del Tártaro.

    Ella, bueno, parecía pertenecer a la primera categoría.

    Aunque en su defensa ambos extremos tenían un carácter de mierda, éramos inflexibles, convulsos y reaccionábamos con poco. El detalle era que unos parecíamos divertirnos más que los otros por obvias razones, digamos que había cierto placer sadista en toda la cuestión que ni siquiera me molestaba en disimular llegados a este punto.

    Ya veríamos qué tanto se jactaría de haberme dado un gusto para cuando llegáramos al primer piso.

    —Vaya, pues qué bonito~ —respondí como si la otra no hubiese querido escupirme ácido en la cara y caminé hacia la salida del salón con las manos entrelazadas detrás de la espalda—. Es más sencillo ir por cada piso, ya luego supongo que podemos ver dónde ir en la planta baja.

    Al llegar al pasillo me detuve prácticamente en medio antes de caminar de espaldas hasta encontrar la hilera de ventanas que daban al exterior. Señalé cada lugar con un movimiento de cabeza desde mi posición.

    —No me preguntes qué hace la oficina de la directora en el tercer piso, pero bueno allí está. Los tres salones, club de fotografía que debe tener cuarto oscuro y todo el rollo~ —Intercambié el peso de un pie al otro—. La puerta al fondo da a la azotea, nada del otro mundo. Por demás, ya sabes, puras cosas de colegio de niños ricos.

    Despegué la espalda de la hilera de ventanas para retomar la marcha hacia el segundo piso.
     
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    quem

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    La vi sonreír y creo que fue más bien por lo que dije, a decir verdad era una persona que no me gustaba quedarme cayada con lo que me decían, prácticamente tenía una respuesta para todo y sí el sarcasmo no estaba en mi boca podía decir que no era yo.

    Sonreí un poco para sacar mis audífonos y mi teléfono para no aburrirme claro, a los que escuchaba su respuesta y salíamos del aula. Solo me puse uno, ella después iba a estar hablando como loca, y yo ni escuchando lo que decía, podía ser muy descarada y todo pero tenía modales, aunque siempre decía de lo que las personas pensaran de mi me resbalaba, prácticamente ni me llegaba.

    Si, muy bonito.

    Sola la seguí en silencio, y tampoco es que estaba al lado de ella más bien la seguí detrás, entre más distancia entre las personas mejor para mí.

    Cante un poco la canción en voz baja.

    I'll stay so deep inside your brain And take you somewhere far away

    Y solo deje de cantar cuando ella paro en medio del pasillo. Mire todo con cierta curiosidad, si no me recordaba bien antes de llegar al aula ya había pasado por aquí, así que no había nada que no hubiera visto antes, fije mi vista en ella a lo que la vía recostarse en la hilera de la venta y apuntarme todo con movimientos de la cabeza, cosa que preste atención.

    Arquee una ceja por lo último dicho.

    No pensaba preguntarle porque la oficina de la directora estaba allí, si eso le preocupaba.

    Gire mi atención en el club de fotografía, la única cosa que me intereso con todo lo que eh visto ahora fue ese cuarto. Me fascinaba la fotografía prácticamente mi cuarto estaba lleno de fotos que tomaba cuando me aburría de estar contando los ingresos, de la empresa de mi padre.

    Volví mi vista en Eris, cuando se despegó de la hilera para caminar al segundo piso íbamos a seguir caminado así que solo esperaba no terminar aburrida, pero pensándolo bien la única distracción que tenía ahora era ella ¿no?

    Que descarada eres Adara.

    ─ Entonces, diosa de la discordia ─En verdad tenía ganas de reír por el significado de su nombre ─. Eso es lo que significa tu nombre ¿no?, ¿Iremos algún otro lugar a parte del primer piso y la planta baja? ─Pregunte a lo que la seguía al segundo piso.
     
    Última edición: 26 Mayo 2022
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    Reual Nathan Onyrian

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    — ¿A Stitch? Obvio, recuerdo a Stitch. ¿Así que ahora te van a crecer otros dos brazos y vas a bailar danzas tradicionales polinesias? Te falta la falda de hojas de parra, entonces —abrí mi chaqueta y saqué un estuche, guiñándole un ojo.— El ukelele ya lo tengo.

    Volví a guardarme el instrumento, y nos dirigimos hacia la máquina expendedora. Luego de mostrarle como se hacía el... bueno, llamémoslo "truco de magia" para conseguir bebidas gratis, y encima que te pagaran por hacerlo, pidiendo que te devuelvan el cambio, levanté una ceja al escucharla decir que ella ya conocía el truco. Vaya, eso sí que era interesante. O sea, no era algo complicado. Uno buscaba "como engañar a una máquina expendedora" en Google y era de los primeros resultados. Si uno se ponía a pensar, era bastante cómico que uno pudiera encontrar de manera sencilla como cometer crímenes menores solo buscando en Internet. Y ni había que meterse en algún sitio como la deep o dark o dank o como se llamase, para poder acceder. Estaba en los primeros resultados, la verdad. Había otros métodos bastante más complicados, pero no tenía tiempo ni aluminio a mano como para hacerlos.

    — Bueno, mi intuición no había sido mala. No eres tan inocente como podrías parecer. Eso me viene al pelo. Y despreocúpate, no te voy a hacer recordar nunca. Es tu tarea saber que no debes tenerme como enemigo.

    Me giré curioso cuando ella me dijo que esperara, y pude notar como se acercaba, aretes en mano. Simplemente sonreí y agaché la cabeza, dejando que los aretes se engancharan.

    — ¿Estar más guapo? No creo que eso sea posible, liliputiense. Todos los accesorios que se me agreguen son solo para poder bajarme a un nivel terrenal y comprensible. Aunque entiendo tu confusión —dije, y luego me erguí para menear la cabeza, haciendo que los pompones bailaran.— Pero sí, no me vienen nada mal. Lo cual es la norma, obviamente. Y además, yo siempre estoy fabuloso para cometer crímenes. Estar fabuloso es mi estado natural. Pero nunca se puede estar lo suficientemente fabuloso, ¿no? Bueno, piloto de abeja, ahora viene la próxima parte de mi plan.

    Volví a girar sobre mis talones, y comencé a caminar, esta vez dirigiéndome hacia el gimnasio. Mientras pasábamos por los grupos de estudiantes, esquivándolos con gracia, me dirigí hacia mi acompañante de bolsillo.

    — Tal como decía antes, vamos ahora a trabar cerraduras de puertas. Verás, los alumnos en esta escuela poseen el libido... algo alto, lo cual podría ser esperable, teniendo en cuenta que todos son adolescentes con la misma cantidad de hormonas que Stitch tenía de maldad. Teniendo en cuenta la cantidad de cámaras además que hay en el colegio, no es raro también que eso los excite todavía más, sumando una cuota de peligro a la ecuación. Pero tampoco son unos idiotas, y se ponen a repartirse fluidos en el medio de los pasillos. Al menos, no en Japón. A lo sumo, uno puede ver un beso rápido. Pero son los lugares en donde no se ve aquellos más solicitados, por una obvia razón. Por lo tanto, y como estoy enojado con el mundo hoy, vamos a impedirles el acceso. No sé, tal vez a ellos le sirva de inspiración, y se busquen otros lugares. También estamos aquí impulsando a la creatividad, ¿viste?

    Llegamos hasta el armario de enseres del gimnasio. Me paré al lado, con una sonrisa, y golpeé con fuerza tres veces. Luego, deposité toda mi atención en mis uñas, como si fueran lo más importante del mundo. Al poco rato, luego de escucharse unos ruidos apresurados en el interior, dos estudiantes salieron del mismo, con la ropa algo torcida y mal puesta, y se fueron rápidamente de allí. Suspiré, y puse los ojos en blanco.

    — Ni empezaron las clases y ya se encuentran conejeando. Cosa de no creer, ¿no? —cerré la puerta, y luego me arrodillé al frente, sacando de mi manga un juego de ganzúas sencillo.— Ahora, te diría que me cubras, pero lamentablemente, Pocasombra, no tienes mucha humanidad para eso. Lo qué si puedes hacer es prestar atención a lo que voy a decirte, y también vigilar que nadie venga. Verás, la cerradura de una puerta puede forzarse, tanto para abrirla, como para cerrarla. Uno consiste en una delicada tarea, casi como un susurro. La otra es similar a despertar a alguien de una cachetada. Porque la idea de esta es trabar completamente el mecanismo, forzándolo para que se rompa y solo pueda ser abierta desarmando la puerta. Sin embargo, también hay que actuar con cuidado. Al igual que la cachetada, debe ser precisa y certera. No queremos dejar más marca que una cerradura forzada. Que queden pedazos de ganzúa adentro no servirá de nada. Tan solo hay que encontrar el ángulo adecuado y... ¡ahí! Cachetear en el momento justo.

    El cerrojo de la puerta soltó un seco click. Me incorporé, satisfecho, y comprobé que la puerta no podía, efectivamente, abrirse. Tal vez se pudiera usar la fuerza, pero eso no haría más que romper la cerradura y la puerta en sí. Comprobé mi reloj, e hice una mueca. Vaya, más tiempo del esperado. Me faltaba práctica. Por suerte, hoy había mucho por delante. Le hice un gesto con la cabeza y una media sonrisa a mi asistente, y salimos de allí, directamente hacia los baños de la planta baja. Nos dedicamos a trabar los cubículos, dejando uno abierto en el de mujeres, pero todos cerrados en el de los hombres. Tenían los urinales, después de todo. Y siempre podían arrastrarse por debajo del mismo para salir o entrar. Mientras subíamos al primer piso para continuar con la faena, giré la cabeza hacia la chica.

    — Toma. Te puede servir —dije, y le arrojé lo que parecía una insignia o medalla.— Se los birlé a los vigilantes de pasillo. Así, si nos pasamos de la hora, no nos podrán decir nada. Bueno, nos quedan los baños de cada piso, y además, el club de fotografía. Escuché de un par que disfruta pasar el rato ahí. Como no debe tener más de, no sé, dos o tres miembros, tampoco nadie lamentará mucho el hecho de que no puedan acceder a su salón. Ah, y por los baños, recuerda: si te dicen algo, tú te sientes identificada con el target del baño en el que te encuentras actualmente. De verdad, la vida sería mucho más sencilla si solo hubiera baños unisex. Como fuera, después del club de fotografía, nos podemos dar un descanso.

    Y dicho y hecho, eso fue lo que hice después de trabar la puerta que daba al club. Me dirigí hacia el pasillo, me apoyé contra la pared, y fui observando a la gente que pasaba, mientras barajaba un mazo entre mis manos. A ver, ¿qué otra cosa podía hacer ahora?

    — Oye, Rascasuelos, ¿cómo te llamas? ¿O prefieres que siga extendiendo las fronteras de la creatividad buscándote un apodo nuevo cada vez que me dirijo hacia ti?
     
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  7.  
    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Anna 3.png

    —Eh~ Podría, ¿no crees? —le repliqué casi de inmediato en cuanto dijo lo de bailar danzas polinesias, porque ya me iba haciendo a la idea de que perdías un segundo con este chico y ya te pasaba por encima—. A ver, no es de hojas de parra pero falda ya tengo, quedaría el collar y... —Volteé hacia él cuando noté que sacaba algo de su chaqueta y lo señalé, muy emocionada—. ¡Sí, sí! ¡Eso! Espera, ¿qué haces con un ukelele en la ropa? ¿No es incómodo? ¿Cómo no se notaba?

    Las preguntas se las lancé encima estirándome y agachándome para analizarlo desde varios ángulos, intentando descifrar el misterio de los espacios antes de que me lo dijera. Que, ya que estábamos, si había otro truco involucrado dudaba que lo revelara. ¡Y estaba bien! Me decepcionaría mucho de él si lo hiciera, ¿qué clase de mago ventila sus secretos?

    Me di cuenta en ese momento que la figura del chico zanahoria se me asemejaba ya a la de un mago, incluso un bufón de corte, y esa clase de personalidades tan excéntricas siempre me habían hecho recordar el circo, mi gran familia, desde los que caminaban sobre sus manos hasta los que se divertían danzando y escupiendo fuego. Me recordaba, en definitiva, a casa.

    Luego de mostrarme el truco de la máquina y de comentarle que ya lo conocía, dijo que no era tan inocente como parecía y la tontería me hizo gracia. Me encogí de hombros, haciéndome la desentendida, y luego asentí. Muy bien, si él decía que debía recordarlo, entonces iba a hacer el esfuerzo... quizá. Sus apodos, por otro lado, empezaban a dejar de ser molestos para quedarme a la espera del siguiente. Todos eran distintos ¡y muy creativos! No pude despegarme la sonrisa del rostro en ningún momento, pese a todas las estupideces que vendiera por gramo, pues ahora que me iba sincronizando con su energía comenzaba a disfrutarla mucho.

    No tenía idea adónde iba a llevarme, así que de todos modos me sorprendí cuando acabamos en el gimnasio. Estaban dando una clase de gimnasia y la profesora no nos miró muy convencida de que estuviéramos ahí, pero tampoco nos dijo nada. Esquivamos tanto estudiantes como balones, cosa que de por sí me resultó divertida y me sacó alguna que otra risa, hasta que nos detuvimos frente a la puerta del armario de enseres. A ver, había dicho que quería trabar cerraduras, ¿no? ¿Por qué habría de...?

    —¡Eh, eh, eh! —chisté, señalándolo con el dedo bien cerca de su rostro, y bajé el brazo en cuanto se hizo el silencio—. Stitch tenía altos niveles de maldad ¡al principio! Después se hizo bueno. Y ni siquiera se hizo bueno, porque había tenido una vida muy dura y sólo llevaba ese peso encima. Cuando se lo sacó, ¡incluso él se dio cuenta que en el fondo era bueno! Así que cuidado, cuidadito con insultar a Stitch, en esta casa lo veneramos.

    Claramente no era el quid de la cuestión, pero nadie iba a negarme la libertad de defender a Stitch de un profanador cualquiera. Bueno, difamador. Daba igual.

    Sus razones para querer bloquear el armario de enseres me dieron gracia, primero porque nunca se me habría ocurrido y segundo, bueno, yo también había hecho mis cosas aquí y allá. Pero mejor lo mantenía secreto, ¿no? No fuera a ser que le diera por cerrar la azotea al loco este, con lo mucho que me gustaba subir a tomar aire. En fin, al menos tuvo la decencia de llamar a la puerta por si acaso. Estaba un poquito escéptica al respecto, pero apenas se oyeron ruidos apresurados adentro, alcé las cejas y solté una risa liviana.

    —En serio llegaste aquí con ganas de provocar caos, eh.

    Me provocaba cero vergüenza la idea de estar interrumpiendo una cosa así, y pasó directamente a no darme pena cuando la puerta se abrió y de adentro salieron una chica que no ubicaba y... Wickham. El muy imbécil tenía la corbata puesta de cualquier forma y la camisa fuera del pantalón, ni hablar del cabello. Su paso era calmado y alternó su mirada entre nosotros sin una gota de pudor, echándose el blazer al hombro de un dedo que lo tenía enganchado. La muchacha ya había desaparecido.

    —Espero que de veras necesiten balones o algo. —Una sonrisa socarrona se estiró por sus labios y empezó a caminar, sin esperar una respuesta—. Si no, les dejé las colchonetas bien apiladas~

    Rodé los ojos, sin molestarme en disimular lo mal que me caía, y bufé. El chico zanahoria se puso manos a la obra y me enfoqué en eso (y en su eterno speech) para quitarme el hartazgo de encima. ¡Pocasombra!

    —¿Sabes una cosa? Antes que por todas estas hazañas delictivas, te mereces un premio por los apodos que fabricas a mansalva. No tienen desperdicio, zanahorita.

    El click que hizo la cerradura fue bastante evidente y alcé las cejas. Había permanecido de pie, a su lado, con los brazos en jarra y el torso inclinado hacia adelante para intentar ver mejor lo que hacía, y me erguí. Solté un "oh" bastante largo en cuanto demostró que, efectivamente, no podía abrirse, y fue un "oh" de pleno reconocimiento cuando yo misma la probé.

    —Oye, ¿y en tus ratos libres te dedicas a abrir coches o algo? Diría que tienes cartón lleno para eso.

    Cabía destacar que ya estábamos moviéndonos hacia nuestro próximo objetivo cuando dije eso, porque el crimen no espera y eso... ¿eso lo había dicho Batman? ¿O era que no duerme? Bah, daba igual. Supuse que el criterio de selección iba a mantenerse y que, bueno, los baños saldrían sorteados. Me lanzó una medallita que atajé con una mano y solté una risa breve, meneando la cabeza, para guardármela en el bolsillo de la falda. Ya empezaba a asemejarse a una mastermind o algo, pero una cosa me quedaba clara: no era ningún amateur.

    —Y dime, ¿hace cuánto descubriste que estabas enamorado de la maldad? Un par de años, supongo. No me digas que es por daddy issues, te lo ruego, dame alguna excusa menos quemada.

    Total que el proceso se fue repitiendo y yo seguí poniéndome chinita para intentar descifrar los movimientos de ganzúa que hacía, pese a saber que eso no iba a servirme de nada en la práctica. A ver, no importaba, el primer paso siempre era la observación, ¿no? ¡Y eso lo estaba cumpliendo muy bien! Lo seguí hasta el tercer piso, ya estaba demasiado invested en esta empresa como para recriminarnos algo. Cuando llegó el merecido descanso, nos quedamos más o menos a mitad de pasillo y lo vi sacar una baraja de cartas. ¡Por supuesto! Cualquier mago anda con una encima, ¿no? Era básico.

    Sí, sí, lo era.

    —Seguir poniendo a prueba tus habilidades creativas es más que tentador, pero... —Le saqué las cartas de las manos, no fue brusco y me puse a buscar una a velocidad. Cuando la encontré, se la extendí—. Te dejo un comodín para cuando la divinidad te falle, así no haces el ridículo.

    La sonrisa se me amplió y le regresé la baraja entera.

    —Me llamo Anna, y no, no voy a darte mi apellido. Eres demasiado no-japonés para usarlo y acabo de decidir negártelo por derecho de piloto de abeja.


    creo que acabo de escribir un fanfic

    also metí a joey porque igual sanji no lo conoce y la tentación me pudo JAJAJA
     
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    A decir verdad no había sentido nada pesado todas las clases, luego de que Suiren se hubiera ido se tomó el tiempo de hacer pequeños videos que había subido a sus historias de instagram mostrando su nuevo outfit y agradeciendo debidamente con una etiqueta al chico en cuestión, le parecía bastante divertido y no era algo que le avergonzara de algún modo u otro.

    Y ahora que en cierta forma habían hecho planes muy informales, le pareció también apropiado mejor esperarlo fuera de su aula y así los dos bajar a la cafetería o algo similar, así que cuando sonó el timbre decidió encaminarse hasta las escaleras del tercer piso incluso con su idea en mente de que estaba casi segura de que no había preguntado en que aula estaba.

    ...Pequeño y minúsculo detalle con el cual...suponía que tenía que improvisar.

     
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    Amane

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    No tenía ningún objetivo claro en mente, a decir verdad, lo único que sabía era que quería alejarme del ambiente tan opresor que se había instaurado repentinamente en la clase. No sabía si quería encerrarme en algún baño, si prefería salir a algún lado para que me diese el aire o... qué. No tenía idea de lo que quería, y esa duda fue quizás lo que le permitió a Joey alcanzarme apenas puse un pie fuera del aula, en el pasillo.

    No asumí de primeras que la persona que me había agarrado de la muñeca sería él —aunque si me hubiese parado a pensarlo un segundo no existía otra opción posible—, y por ello me detuve en seco ante el gesto y no hice el amago de liberarme o huir. Me arrepentí al instante, cuando distinguí la voz del chico y me di cuenta de que ya no tenía escapatoria; que no quería que él me viese así de vulnerable, pero que ya no podía haber nada para evitar que sucediese.

    Me giré en un movimiento lento, como si de alguna manera sirviese de algo intentar atrasar lo inevitable, y me encogí de hombros sin muchas ganas antes de sentir como dejaba ir mi mano, con lentitud y permitiendo que no dejase caer el brazo con demasiado peso. No tenía ningún sentido mentir o intentar fingir que sí estaba bien, incluso si sabía que posiblemente podíamos dejar pasar todo este episodio como podíamos dejar pasar tantas otras cosas cuando nos daba la gana.

    Pero quizás, en el fondo, sí que quería quitarme aquel peso de encima.

    Levanté apenas la vista, lo suficiente como para compartir su mirada un segundo antes de apartarla hacia la puerta del aula, y me pasé los brazos por debajo del pecho, en una especie de gesto protector antes de tragar saliva e intentar controlar la voz para hablar.

    —Hace poco alguien me dijo algo parecido, ¿sabes? Que solo pasabas tiempo conmigo porque me bajaba las bragas, como todo el mundo... y, no sé, escuchar lo mismo viniendo de dos personas diferentes me ha hecho pensar que quizás tienen razón. Es lo único para lo que valgo y quizás me estoy engañando al pensar lo contrario, pero... no quiero que sea verdad —pestañeé un par de veces, pretendiendo mantener bajo control el escozor de los ojos, y lo miré de reojo con una sonrisa derrotada—. Granny, Matty y tú sois mi familia, Joey, y me da miedo pensar que eso pueda ser mentira de alguna manera.

    Recordaba una sola vez en la que había dejado todas las máscaras caer y que me había permitido ser así de sincera con otra persona, y en aquella ocasión había sido a mi madre, alguien que sabía que me aceptaría a pesar de todo. Ahí, sin embargo, admitiéndole a Joey posiblemente mi mayor temor hasta el momento en mitad del pasillo de tercero... me sentía realmente estúpida. Le había dejado el paso abierto para destrozarme con un par de palabras, si así lo quería, y si me paraba a pensar demasiado en ello, posiblemente me daría un jodido ataque pánico.

    >>Gosh, this is so stupid, sorry... —murmuré, cerrando los ojos, y dejé salir un suspiro antes de abrirlos, intentando formar una sonrisa leve—. Encima Sasha se ha ido y nos he estropeado la diversión. Déjame que te invite a algo para compensarte, deal?

    como te dije, el post estaba perfecto, no worries uwu <3

    dios, la niña me partió en pedacitos con esta tontería, me sentí como si hubiese sido yo la que se estaba abriendo ante alguien que quiero mucho akjsda
     
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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    No tenía el mejor registro ocupándome y atendiendo a emociones ajenas, eso lo sabíamos todos. A veces estaba bastante convencido, sobre todo de noche y con el cielo despejado, de que mamá se había llevado una parte de mí consigo. Ni siquiera me creía genuinamente capaz de conectar con Matty, que lo adoraba y daría la puta vida por él, porque había... había un hueco, tan simple como eso. Era el paisaje alterado de una mina o la deforestación del corazón de un bosque. No era natural, pero tampoco recuperable al corto plazo.

    A veces, ni siquiera al largo.

    Y cuando Sasha disparó, podría jurar que vi la puta bala cortar el aire y perforar el pecho de Ali. Algo que no debería haberle afectado, algo de lo cual sólo debería haberse reído y redoblar la apuesta, por alguna razón la alcanzó y la hirió. Necesité poner todas mis neuronas a trabajar, así no supiera muy bien cómo, así no me resultara natural, pues no lo entendía y eso era lo que más me molestó de todo el asunto; como las veces que no descifraba qué había en la mirada de Matty, en los suspiros breves y los cambios de tema de conversación. Me irritaba, me frustraba no entender. No entenderlos.

    Porque eran mi familia y quería saber cuidarlos.

    Era todo lo que me quedaba.

    Por eso, quizá, tomé la ruta arriesgada y pregunté. Habíamos eludido muchas cosas en el pasado, casi todas aquellas que nos concernieran personalmente sin involucrar el otro, pues creíamos en esta filosofía a veces estúpida de resolver los problemas solos y no arrastrar a nadie en el proceso. Nos recostábamos en silencio, en soledad, a lamernos las heridas el tiempo que hiciera falta, así luego podíamos volver como nuevos. Quizá fuera extraño, pero también veía allí un tipo de amor. ¿Por qué pregunté, entonces? Porque tenía la espina clavada en la garganta.

    Porque tenía que ver conmigo, ¿verdad?

    Conseguí alcanzarla bastante rápido, ella se quedó muy quieta cuando creí que buscaría zafarse de mi agarre, y suavemente la dejé ir. Seguí sus movimientos en silencio, en calma, aunque por dentro la incertidumbre comenzara a aplastarme el corazón contra las costillas. Era una sensación de mierda, desagradable, y recordé por qué jamás me involucraba. Puede que incluso por un breve segundo me hubiera arrepentido de hacerlo, por la memoria de los hábitos más que otra cosa. No era bueno saliendo de mi zona de confort.

    Y con el apuro salté sin siquiera pensarlo antes.

    Pese a todo, me esforcé por escucharla. Pasé saliva, regulé mi respiración y la escuché. Era... era algo que tampoco había entendido nunca, ¿verdad? Los fantasmas que perseguían a Ali. Eran las miradas indescifrables de Matty, los suspiros breves y los cambios de conversación. Eran muchas cosas que siempre habían estado ahí pero nunca quise ver. Lo cierto era que todo lo que encontraba, todo lo que me permitía comprender, siempre nacía del núcleo de las estrellas.

    No me daba el corazón para nada más.

    Pero esas también eran excusas, ¿no?
    Detallé su parpadeo veloz, los vaivenes en su tono de voz, el color azul en sus ojos ligeramente cristalizados y la espina de mi garganta se disolvió. Ahora lo entendía, era bastante simple de hecho y... y estaba en mi poder, ¿verdad? Al menos temporalmente. Ya fuera paliativo, superficial, mero placebo, daba igual. Me involucraba, así que estaba en mi poder hacer algo al respecto.

    Granny, Matty y tú sois mi familia, Joey,

    y me da miedo pensar que eso pueda ser mentira de alguna manera.

    Solté un suspiro por la nariz prácticamente a la par del suyo, y tuve que esperar a que pretendiera mitigar el asunto invitándome de comer para tener oportunidad de intervenir. Me estiré para alcanzar sus hombros y la atraje a mí, envolviéndola con fuerza. Básicamente enterré su rostro en mi pecho y caminé con cierta torpeza hacia atrás, hacia la derecha, hasta dar con la pared. Allí me recosté y no la solté ni de casualidad.

    You, dummie —murmuré casi contra la coronilla de su cabeza, y le dejé un beso breve—. ¿Así que ahora la opinión de dos idiotas importa más que la mía?

    Le di un apretón extra, como si sirviera para reafirmar mi punto, y me quedé unos pocos segundos inhalando el aroma de su shampoo. De más estaba decir que me importaba una puta mierda hacer eso a mitad del pasillo, con todo tercero de testigos. Era lo que quería, tener alas y ser capaz de extenderlas para proteger a mi familia.

    —Ahora te quedarás aquí, encerrada, todo el tiempo que haga falta hasta que reflexiones sobre tus palabras y te des cuenta la de estupideces que acabas de soltar, ¿de acuerdo? Y sin quejas.


    im: crying
     
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    Amane

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    Estaba convencida que en un futuro no muy lejano me daría cuenta de todo lo que significaba para nuestra relación aquel momento, lo que significaba para cada uno de nosotros por separado también. No en esos instantes, cuando mis neuronas estaban completamente concentradas en intentar que mi voz sonase lo más natural posible, pero sabía que en unas horas o en unos días lo pensaría, y quizás ahí me daría cuenta de lo mucho que había merecido la pena arriesgarnos así.

    Que Joey me preguntase directamente qué era lo que me había pasado era extraño, y que yo le respondiese de una manera tan honesta y sin dar vueltas innecesarias quizás lo era más. Y me había dado miedo ver su reacción, por eso intenté desviar la conversación, pero hasta yo tenía que admitir lo bien que se había sentido poder verbalizar aquellas ideas con él, lo libre que ya me notaba sin siquiera haber recibido su reacción aún.

    Sentí sus manos sobre mis hombros, pero apenas me dio tiempo a reaccionar de alguna manera medio decente más allá de la clara sorpresa de mis ojos, cuando noté cómo me rodeaba por completo con sus brazos; y antes de poder darme cuenta, había atrapado los costados de su camisa entre mis dedos, enterrando aún más el rostro contra su pecho. Su colonia me alcanzó las fosas nasales con una intensidad impresionante, sus brazos se reafirmaron aun más contra mi espalda, y me dejé arrastrar sin poner ninguna queja, aunque no pude evitar trastabillar un par de veces en el proceso.

    Me sentí terriblemente estúpida por haber dudado alguna vez del cariño que este chico me profesaba, pero sobre todo me sentí protegida de todo. Por primera vez en quizás muchísimo tiempo me di cuenta de que, tal vez, no tenía que pretender ser una tough girl todo el jodido tiempo y de que mostrarse vulnerable no era tan terrible como me había hecho creer a mí misma.

    Que merecía la pena el mal rato si Joey me abrazaba y me hacía sentir que estaba protegida de todos los males.

    —¿Y cuál es tu opinión? —pregunté en un murmullo, soltando una risilla temblorosa en el proceso.

    Sabía la respuesta, sin embargo; la sabía mejor que nadie, y más me valía grabármela a fuego en la cabeza para la próxima vez que cierto imbécil quisiese hacerme dudar de lo único bueno que tenía.

    Dejé escapar una nueva risa con su comentario, algo más estable aunque aun amortiguada contra su uniforme, y asentí con la cabeza un par de veces. Ya había relajado el agarre de mis manos en la tela de la camisa, pero eso no significó en absoluto que decidiese cortar el contacto, pues busqué pasar mis brazos alrededor de su cintura y me acomodé aun más en aquel abrazo, viéndome incapaz de querer separarme en algún futuro cercano.

    Me noté las mejillas húmedas, y aunque no supe en qué momento las lágrimas se habían apoderado tanto de mí, no hice el amago por controlarla en ningún momento. No era alguien que llorase a menudo, no desde hacía unos cuantos años al menos, pero estaba haciendo demasiadas cosas que no acostumbraba en aquel receso así que qué más daba. Estuve un buen rato hundida en su abrazo, o quizás no y simplemente me lo pareció, pero quise absorber aquella sensación hasta el último segundo posible.

    The feeling of belonging, right there in his arms.

    >>Aun tengo que reflexionar un rato más, sir —susurré, con un tono de voz más animado, una vez me digné a levantar la cabeza para apoyar la barbilla sobre su pecho y mirarlo—. Pero tengo que pedirte un favor muy importante... no le digas a nadie que he llorado, ¿vale?

    Me puse de puntillas de un saltito, aprovechando el impulso para dejarle un beso sobre la punta de la nariz, y volví a hundirme en el abrazo, aunque en aquella ocasión lo hice apoyando la mejilla sobre su pecho y dirigiendo la mirada hacia el pasillo.

    >>Thank you, honey.

    I do love you.

    im fucking crying but also fucking soft
     
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    Insane

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    Craig se me había escapado y ni modo. Me subí al pupitre, mirando por la ventana en lo que me colocaba los audifonos. Hoy especialmente no tenía ni ganas de salir al haberme pasado comiendo porquerías en mitad de la clase, y bueno, ya me habían llamado la atención por eso pero qué más daba. Bostecé con pereza en lo denotaba un grupillo de chicos irse a uno de loas patios, probablemente a fumar hierba.

    Hace rato que no me fumaba una~

    Podría buscar comprar por ahí el fin de semana para recargar nuevamente los bolsillos, más cuando Génesis se había regresado a Canadá por el fin de semana próximo. Fue en cuanto giré el rostro hacia el pasillo que noté a Cathy pasar por ahí, cambiando mi cara de aburrimiento por la eterna sonrisa sacarrona al bajarme de la madera y en caminarme hacia el pasillo.

    >>Cathy, Cathy, ¿me andas buscando?~

    Uy, y yo ya con la respuesta en la cabeza, pero nada más por preguntar~
     
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    Gigi Blanche

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    Teníamos prácticamente la misma estatura, yo no era ningún basquetbolista pero la cabrona sí daba la talla de modelo, así que jugaba con desventaja. Para toda la movida me la había arrastrado y en el proceso se había agachado un poco para esconderse en mi pecho, de cualquier otra forma habría tenido que pararme sobre mis puntillas para alcanzar el tope de su cabeza. Y dime tú cuán masculino se habría visto eso.

    Como si me importara, ¿no?

    Sus manos se habían aferrado a los costados de mi camisa prácticamente al instante, y agradecí que su primera reacción no hubiera sido apartarme. Era probable que en dicho caso aún así hubiera insistido, pero tampoco confiaba demasiado en mi culo evitativo. Nada de eso importaba ahora, de todas formas, porque podía haber un hueco en el centro de mi pecho, una especie de agujero negro despoblado de estrellas, podía no entender cualquier clase de acercamiento real pero allí, abrazándola, se sintió correcto. Orgánico.

    Fue natural.

    Estaba bien, ¿verdad?

    Por una vez en mi vida, estaba haciendo las cosas bien.
    Su pregunta me arrancó una risa ligera, si acaso avergonzada, y me mordí el labio para menear la cabeza así no pudiera verme. ¿En serio tenía que hacerme decirlo? ¿No le bastaba con todo ese numerito que me estaba montando por ella? Seriously.

    —Mi opinión es que igual te seguiría dejando invadir mi casa así te hicieras lesbiana. Seguiría haciéndote el té con jengibre porque sé que algún día va a gustarte, y seguiría dejándote elegir las pelis, por muy mala pinta que tengan. Y seguiría encontrando tus bragas en el piso del baño y seguiríamos arrastrando a Matty fuera de su habitación para que le llegue algo de vitamina a la piel. —Todo lo había dicho cerca de su cabello, en un tono de voz suave, y al final se me coló otra risa—. ¿Eso aclara tu pregunta, Ali-chan?

    Vas a seguir siendo mi amiga, tonta.

    No importa lo que pase.

    Cuando aflojó el agarre en mi camisa para rodearme la cintura con los brazos, algo en todo mi cuerpo se aflojó. Era un nudo, una tensión, no estaba seguro, sólo supe que se disolvió como azúcar en agua tibia y liberé el aire prácticamente en sincronía a la sensación, dibujándome una sonrisa ligera en el rostro. Permanecimos así... vete a saber cuánto tiempo. No me importaba mucho. Muy de vez en cuando oía voces demasiado cerca y alzaba brevemente la vista para corroborar los alrededores, por manía más que otra cosa. Cuando Ali volvió a hablar, me dio la sensación de que sonaba más animada y el nudo se siguió aflojando. Incluso al bajar la vista y notar que había estado llorando.

    Joder, ¿en serio había dudado tanto de mí?

    —¿Que le diga a todo Dios que lloraste como una mocosa en medio del pasillo de la escuela? Got it —susurré, risueño, y desenredé un brazo de su espalda para llegar a barrerle las lágrimas con el dorso del pulgar—. Ya verás, lo publicaré en Instagram, empapelaré hasta el salón de actos. It's going to be huge.

    Noté sus intenciones un segundo antes de que saltara y alcanzara mi nariz, la tontería me arrancó una risa breve pero genuina y la envolví de nuevas cuentas, esta vez acariciando lenta y ampliamente su espalda. Se lo había dicho, ¿no? Podía quedarse allí el tiempo que quisiera, yo no iba a echarla. Era en parte por ella y en parte por mí, pues ahora que las piezas se iban acomodando había empezado a crecer la jodida frustración. Tendría que haberlo notado antes, ¿cierto? Ali llevaba un par de días rara, lo sabía. La mañana que se desvió de los casilleros y algo inexplicable en su gesto justo antes de ir con Shimizu.

    Ahora que lo pensaba, ¿cómo coño había ido eso?

    Sure —murmuré, dejándole otro beso en el cabello—. Ya sabes, no somos los más comunicativos del mundo pero eso... eso no significa que no puedas hablarme, ¿vale? En especial si me concierne, y en especial si hay gente por ahí intentando difamarme. ¡Qué feo está eso, en serio!
     
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    Amane

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    No había esperado del todo que Joey se tomase tan en serio mi petición, pero suponía que en realidad no había tenido otra opción más que hacerlo para evitar que un escenario como este pudiese volver a repetirse. Lo escuché con una atención estúpida, obviamente, y al final no pude evitar soltar una carcajada leve al mismo tiempo que la suya, asintiendo con la cabeza un buen número de veces al terminar.

    Quizás no era tan tonto, después de todo, pensar que seguiríamos siendo amigos incluso después de acabar la secundaria.

    Que se burlase de mí cuando le pedí que no me delatase por haber llorado, sin embargo, había sido completamente predecible. Inflé las mejillas, en un gesto jodidamente infantil, pero le dejé hacer mientras me limpiaba los resquicios de lágrimas de los ojos. Si hubiese sabido lo que estaba pensando, seguramente hubiese podido explicarle que aquella reacción era, en realidad, causa de un cúmulo de cosas y asegurarle que no tenía culpa de nada; que, de hecho, nunca me había sentido mejor que escuchando sus palabras rodeada de sus brazos.

    Meanie~ Vas a estropear mi buena reputación, ya te vale —añadí, con tono quejumbroso y manteniendo el teatro de ofendida.

    Eso también estaba bien, de todas formas; volver poco a poco a nuestro centro, quería decir. ¿No hablaban más los gestos que las palabras, a veces? Y que lo apretase aun más contra mi cuerpo, o sus caricias pausadas contra mi espalda, comunicaba un montón por sí solo: todo estaba mejor ahora. Asentí de nuevo con la cabeza cuando volvió a hablar, con la mirada ligeramente perdida en el pasillo aún, y volví a levantar la cabeza para mirarlo desde abajo, suavizando la expresión por completo.

    >>I will —prometí, sincera, y me erguí de nuevo para dejarle otro beso superficial, en aquella ocasión sobre los labios—. Pero como vuelvas a meterte con las películas que elijo, seré yo la que te difame. ¡Tengo buen gusto y son buenísimas, pero tú no sabes apreciarlas!

    Solté una risa renovada y, finalmente, me separé de su cuerpo, aunque no me dio la gana de hacerlo por completo. Deslicé los dedos a lo largo de sus brazos y busqué engancharme de sus manos, apretándolas ligeramente mientras las balanceaba un poco y tironeaba para alejarlo de la pared.

    >>¡Ahora sí que me tienes que dejar invitarte a algo! O no, pero vamos a comer, please. I'm so hungry! Y tenemos más cosas de las que hablar, ¿verdad~? —lo último lo dije bajando el tono de voz y guiñándole el ojo con aire cómplice; no me había olvidado que aun no le había contado lo de Arata, aunque tampoco había tanto que contar, y estaba segura que había más cosas por ahí que pudiésemos sacar para entretenernos.

    Había sopesado, durante un milésima de segundo eso sí, la idea de contarle sobre Aiden, aprovechando el impulso de sinceridad que estábamos teniendo, pero la descarté la instante. No merecía la pena estropear aquello tan bonito con su presencia, y tampoco me apetecía seguir dándole tanta importancia en esos momentos, pero al menos terminaba aquella conversación con la certeza de que, si alguna vez encontraba el valor de hacerlo, podría abrirme con Joey sobre él y lo que habíamos pasado antes de conocernos en Japón.

    Y eso, Dios, me daba una tranquilidad difícil de definir con palabras.
     
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    Gigi Blanche

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    Había supuesto que Kenneth aprovecharía la oportunidad que le había dejado para jugar a ser el caballero perfecto; no que pensara mal de él, pero ya había dicho que de a ratos me recordaba un poco a Joey, ¿cierto? No parecían tener reparos en comerle la oreja a ciertas personas, en tanto les divirtiera, vieran alguna clase de beneficio o simplemente les apeteciera. Los cumplidos surgían de sus labios con una liviandad tal que era prácticamente irrisoria, y así no estuvieran mal, tampoco cargaban demasiado peso.

    De modo que lo dejé correr y ya.

    El comentario de Kashya sobre el club de arte, más específicamente sobre sus miembros, me causó un poquito de curiosidad. No por ellos, claro, sino porque sería la primera vez que la chica demostraba tener una opinión relativamente fuerte formada en torno a alguien; y negativa, para la gracia. Había alzado un poco las cejas al mirarla aunque decidí callarme por ahora, ya luego podría preguntarle a ella o incluso a Kenneth, siendo que había estado ahí.

    Ya estábamos llegando al segundo piso cuando el muchacho respondió a mi muy obvia oferta. Fue evidente de igual forma, lo mucho que su tono se había suavizado, y me permití regodearme en la tontería así no lo demostrara. No lo tildaría de básico o superficial porque ya habíamos establecido que había captado mi curiosidad, pero al mismo tiempo... bueno, quizá fuera fácil tratar con él, ¿verdad?

    Y dejarlo contento.

    —Por supuesto. —Había medio volteado el rostro en su dirección, no para mirarlo precisamente sino para concederle mi perfil; aquello debió bastar para que viera mi sonrisa también—. Tampoco planeaba hacerlo~

    Me detuve prácticamente al mismo tiempo que Kashya, la niña volteó a vernos y la dejé ir sin problema. Nos había agradecido por haberla acompañado y le concedí una sonrisa suave, asintiendo. No era dada a hablar por hablar y no veía necesidad de responderle, en especial tratándose de ella, aunque su oferta de último momento me resultó... adorable.

    —Claro, lass —murmuré, tragándome la gracia. Dios, esta chica. Había que verla nada más.

    Seguí su silueta en silencio un par de segundos, renové el aire de mis pulmones y busqué los ojos de Kenneth un breve instante antes de retomar el camino hacia tercero, fue prácticamente una invitación a que lo hiciera conmigo. Quien rompió el silencio fue él. Su invitación a almorzar podría haber pecado de repentina, pero ya habíamos acordado que no conocía el miedo, difícilmente la sorpresa, así que daba igual. Además, me satisfacía.

    Pasar tiempo con él sonaba prometedor.

    —No tengo motivo para decir que no ahora —repetí sus palabras anteriores, intentando que mi sonrisa no reflejara tanta diversión, y me detuve al llegar al tercer piso—. Así que sí, me gustaría.

    Relajé la espalda contra las ventanas, deslicé la mirada por sus facciones bastante porque sí y parpadeé, sin quitarle la atención de encima ni un instante.

    —¿Quieres volver a ir al invernadero? Ah, aunque... —Alcé las cejas, fingiendo preocupación de forma tal que su carácter impostado fuera evidente—, ¿qué pasa con tu grupo de proyecto? ¿No deberías hablar con ellos~?


    en qué universo podría no querer almorzar con kenny boy u///u
     
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    Amane

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    Si tenía que ser completamente sincero, aun me costaba asimilar un poco el hecho de que Morgan y Kashya se conocían de antemano; y bastante bien, teniendo en cuenta lo curiosamente cómoda que Kashya estaba en su presencia. Podía ser algo difícil de pillar a simple vista, especialmente cuando la chiquilla era bastante neutral con todo el mundo, pero yo podía notarlo concierta facilidad y era... curioso, cuanto menos.

    Me quedé a espaldas de ambas, caminando a apenas unos centímetros de distancia, y repasé la unión de sus manos con un gesto vago antes de distinguir la voz de la albina abriéndose paso. Era un poquito tierno de ver, a mi hermana pequeña siendo cogida de la mano por alguien más, una potencial amiga incluso; quizás sí que había crecido gracias al tiempo que había pasado en Japón.

    Quizás nuestros padres tendría que preocuparse menos por sus notas y más por sus relaciones interpersonales.

    Sea como fuere, no comenté nada con la frase que Kashya había dejado en el aire, y prefería centrarme en la tan generosa oferta de Morgan. Sabía que mi reacción y respuesta no se salía en absoluto de lo que ella esperaba que le dijese, pero no me molestaba ser predecible en según qué aspectos en tanto me concediese un beneficio como el que me había ganado en aquella ocasión. Además, así sería más fácil sorprenderla cuando decidiese hacer algo salido de lo común~

    Llegamos al segundo piso no mucho después y Kashya se despidió de nosotros, sacándome una sonrisa enternecida mientras la veía alejarse hacia su aula. Confiaba plenamente en su capacidad de adaptarse el nivel de dificultad de tercero sin mucho problema, pero lo cierto era que también me gustaba confiar en la mía para hacer un proyecto en grupo sin la ayuda de mi hermana pequeña. Es decir, ¿en qué posición me dejaría si accedía a que me guiase de alguna manera? Una no muy buena para mi orgullo, desde luego.

    Le sonreí a la morena en cuanto recibí su mirada y reanudé la marcha hacia el piso de arriba a su ritmo, estando así a su altura mientras subíamos las escaleras. Aproveché el trayecto para preguntarle si querría almorzar conmigo de nuevo, porque lo cierto era que iba a agradecer pasar un receso con una compañía relativamente tranquila como al suya, y no pude evitar soltar una risa nasal cuando distinguí que su respuesta fue una copia de la mía hacía un par de minutos atrás.

    Me quedé delante de ella cuando decidió apoyarse sobre las ventanas, con las manos metidas en los bolsillos del pantalón como había estado desde el principio, y deslicé la mirada hacia el patio que se extendía a través del cristal, con aire pensativo.

    —Hm... creo que me gustaría descubrir otro lugar juntos, ¿qué te parece? —propuse, volviendo la vista hacia ella sonriendo con cierto aire juguetón, y alcé ligeramente las cejas ante su repentina preocupación por mi grupo del proyecto, haciendo que terminase por encogerme de hombros con una risilla culpable—. Ni siquiera me he fijado con quién estoy. Dudo que me vayan a echar de menos el primer día, sin embargo. Aunque tú... —bajé ligeramente el tono de voz y suavicé mi expresión, ladeando apenas la cabeza en el proceso—. ¿No debería decirte lo mismo~? Al menos tú debes conocer quiénes te han tocado, ¿cierto?

    cute u///u

    vamos a hacer como que esta no fue tu idea más que la mía, tho (???
     
    Última edición: 4 Julio 2022
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    Gigi Blanche

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    Podía parecer que el pequeño fact de Kenneth y Kashya siendo hermanos había corrido como agua por mi cerebro, y en mayor o menor medida era cierto. La sorpresa había sido real, pero no duró demasiado y me seguí adaptando al cauce de la conversación porque difícilmente tendía a quedarme atorada en momentos concretos. Ya luego, en clases o cuando me aburriera, quizá regresara en torno a ello, pero en tanto tuviera mejores distracciones a mano no le encontraba sentido.

    Y mira qué bonita distracción había frente a mí.

    Cuando apoyé la espalda contra las ventanas, básicamente mantuve mi atención sobre el chico incluso cuando él desvió la mirada al patio. Era una tontería, pero de esa forma la luz matutina incidía en sus pupilas y le arrancaba un brillo metálico de lo más placentero a la vista. Su propuesta me arrancó de mis cavilaciones, no era una respuesta que hubiera esperado pero captó mi interés de inmediato. Me quedé pensando en ello incluso luego de que atendiera a mi broma de los grupos para el proyecto. Parpadeé suavemente, como si me regodeara en un chiste interno, y con movimientos silenciosos separé la espalda de la pared hasta alcanzar a envolver su muñeca entre mis dedos. Claro que llevaba la mano dentro del bolsillo, así que con delicadeza y todo lo obligué a sacarla de ahí.

    Sin decir una palabra, empecé a guiarlo hacia el fondo del pasillo.

    —Sip, pero hay tiempo —resolví con simpleza, buscando verlo de reojo—. Ah, en tu grupo todos son compañeros míos. Hay un muchacho que probablemente no haga mucho, el chico nuevo y... lucky, una de las empollonas~

    ¿Dejando caer que le había prestado atención a su nombre en la lista?

    Pues sí.

    Cuando llegamos a destino, abrí una de las ventanas y me puse de puntillas para básicamente asomar medio cuerpo afuera. La movida podía atentar contra la integridad física, pero no le di mayor importancia. De alguna forma tenía que compensar la falta de estatura, ¿verdad? Habiendo identificado mi objetivo, sonreí y regresé al pasillo, para permitirle a Kenneth echar también un vistazo.

    —Al parecer estamos con suerte, hoy inauguraron un edificio nuevo. ¿Te apetece echarle un vistazo al observatorio~?


    supongo que por aquí cierro con morgan uwu

    as always, a fuckin pleasure haber roleado con mi novia uwuwuwu
     
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    Amane

    Amane Equipo administrativo Comentarista destacado

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    No me había distraído lo suficiente como para no notar su mirada fija encima de mí, y también me di cuenta de que la había sacado de alguna especie de trance cuando volví la vista hacia ella, aunque disimulé bastante bien la satisfacción que sentí al fijarme en todos esos detalles. Decidí mejor seguir prestándole atención a sus reacciones, porque lo cierto era que me seguía resultando especialmente difícil leerla en muchas ocasiones, y como casi venía siendo costumbre a pesar de conocernos hace poco, no me esperé en absoluto lo que iba a hacer a continuación.

    Alcé ligeramente las cejas mientras se la veía separarse de la pared, siguiendo su movimiento con la mirada hasta notar la suavidad de sus dedos contra la piel de mi muñeca. Me pilló completamente desprevenido, no iba a mentirle a nadie, y como tal, me dejé llevar por ella sin tener mucho espacio a reaccionar de alguna manera antes de notar como me soltaba al alcanzar su objetivo. Sus palabras sí que las pude captar, por suerte, y al menos eso me hizo formar una ligera sonrisa divertida que le dediqué cuando di con su mirada de reojo.

    ¿Prestándole atención a mi nombre en las listas? Qué linda~

    Cuando llegamos al final del pasillo y ella me soltó, volví un poco a mi eje, aunque de nuevo logró pillarme por sorpresa cuando la vi sacando medio cuerpo por la ventana para ver lo que sea que quisiese ver. Me acerqué rápidamente a ella, agarrándola de la cintura con ambas manos y sin pensar demasiado en nada que no fuese evitar un accidente, y la dejé libre en cuanto sus pies volvieron a tocar el suelo, claro.

    Me asomé también a la ventana en cuanto ella se separó lo suficiente, pues era lo mínimo que podía hacer después de todo el espectáculo, y solté al aire en un suspiro que me estabilizó lo suficiente para dedicarle una sonrisa suave renovada al girarme para encararla de nuevo. Asentí con la cabeza, en un gesto sutil, y acorté las distancias aun más entre nosotros, inclinándome para depositarle un beso sobre la mejilla.

    It's a date, then~ —murmuré cerca de su rostro, antes de erguirme y despedirme con la mano mientras me alejaba hacia mi aula.

    O quizás había sido un poco más cerca de la comisura de los labios que de la mejilla, para ser honesto~

    the pleasure was mine, baby girl uwuwuwu
     
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    Insane

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    El viaje a ver a mi madre había resultado por demás... Rutinario. Lo de seguir mis apuntes, contactar para saber mis notas, evaluar mi presentación personal, y hasta lo más mínimo de mi estado de salud.

    Rutinario al fin y la cabo.

    Aunque había que confesar que lo mejor de aquel viaje... Había sido de sobra el regreso. Tener a los gemelos recibiéndome en el aeropuerto, Zeld con la malteada en mano, llamándolo una trampa de azúcar, y Zoldryck con una gorra nueva que me obsequió, de color rosa pastel. Si lo pensaba detenidamente aún podía sentir su tacto al colocarla en mi cabeza. Acaricié entonces las puntas de mi cabello en lo que sonaba el timbre, dando un ligero respingo al tener el aliento de Zoldryck atrás, susurrandome alegremente sobre que en su grupo estaba un chico conocido.

    El albino con el que había pasado algunos recesos en mi ausencia.

    —¿Y a ti con quién te tocó, Gen?

    Me giré para mirarlo, aún desde mi pupitre.

    —No conozco a ninguno.

    —¿Recuerdas algún nombre?

    Medité por unos segundos. Me había tomado el atrevimiento de leer cada una de las listas hasta llegar a la mía.

    —Morgan, creo que ahí ponían que era de la 3-1.

    Me mostró los dientes blancos en una sonrisa.

    —Si quieres te acompaño a buscarla, a fin de cuentas debo ir a la 3-2 a preguntarle a Craig si nos reuniremos mañana en el receso o si haremos algo hoy.

    Asentí, levantándome del pupitre y alisando los tablones de mi falda, afianzándome luego en su brazo como era costumbre, llegando al pasillo, cerca de la 3-1. Pensaba simplemente esperar y preguntarle al docente en cuanto saliese sobre dicha estudiante, pero Zoldryck se adelantó con uno de los estudiantes que salían de clase, preguntando por dicha chica.

    Cabello corto y oscuro había dicho, baja de tez blanca. Bueno, suponía que solo quedaba esperar.

    Gigi Blanche hola, andan buscando a tu psycho
     
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    Gigi Blanche

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    En mi vida había sido precisamente lo que se dice... una niña aplicada. Bueno, al menos académicamente hablando, claro. El cambio al Sakura no tenía nada que ver con algún deseo por nutrir mis conocimientos ni abrirme las puertas del futuro ni establecer contactos favorables, ¡aunque el uniforme sí era bonito! Y deberían agradecer a sus decisiones de estilo que, al menos hasta la fecha, me hubiera dignado a vestirlo apropiadamente. Algo así. Bueno, lo más apropiado posible sin sentir que el lazo me estrangulara lentamente.

    Le guardaba cierto aprecio a la vida estudiantil, pero tampoco tanto.

    Esa mañana habían colgado la información del proyecto y no confiaba en mi neurona, así que le saqué una foto a mi grupo con los nombres y sus respectivas clases. Tampoco confiaba, claro, en mi motivación para aportar al equipo, aunque llevaba unos días tan, tan aburrida que mira, con tal de cruzar palabra con alguien acabaría colaborando gustosa. Además, ¡mi gorrito seguía desaparecido! Era un crimen, lisa y llanamente un crimen.

    Salí de la 3-2, pues, y si reparé en la chica con aquel cabello rubio tan bonito fue porque iba acompañada del chico que me había contado Riri; o sea, su versión safe for work, porque este sí tenía carita de ángel. No tenía forma de asociarlos con el proyecto, claro, pero oí que buscaban a una tal Morgan y la neurona, maravillosa y milagrosamente, quiso hacer su trabajo. En lo que sacaba mi móvil para comprobar mis sospechas, noté que la morena aparecía y les dedicaba una sonrisa de disculpa.

    —Ah, sí... ¿Es por el proyecto? Lo siento, ya tengo planes.

    No le presté atención, a decir verdad, pero tampoco habría sido necesaria demasiada para darse cuenta que no lo sentía en absoluto. Como fuera, sus palabras y mi foto resolvieron el misterio y me acerqué de lo más sonriente, orgullosa por haber dado con ellos tan rápido. Tenía que ser cosa del destino o algo, ni idea.

    —Hola~ ¿Eres Génesis o... —Volví a revisar el móvil—... Eun-Bi? Bah, tienes cara de Génesis. ¡Yo soy Abby!

    Mi sonrisa se redujo un poco en cuanto reparé en el muchacho, como si lo estuviera analizando, y al final solté una risa fresca.

    —Tú tampoco tienes cara de Eun-Bi, qué pena.

    Y vergüenza debería darme, pues la famosa Eun-Bi iba a mi clase y siquiera había asociado aún cara-nombre. Como fuera, Morgan ya se había alejado y enlacé las manos a mi espalda, alternando la mirada entre Génesis y el chico.

    —Un placer conocerlos, by the way~


    Morgan ya tiene planes pero te dejo una Abby a cambio unu
     
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