Interior Cafetería

—Quizás~ —murmuré en lo que bajabamos las escaleras, fijándome obviamente en Craig con la pelinegra.

Y es que el cabrón se cargaba una suerte para estar topándose con una joyitas~ Los pasillos de por sí estaban vacíos por lo que veía por encima, descendiendo hasta la cafetería con el chico atrás mío, escuchando de aquí para allá estudiantes hablar, sentados en mesas o dispersos en las esquinas. Fue encontes que el cabrón mencionó aquello, trayéndome a colación a mi viejo.

—¿Para qué o qué? —, levanté el mentón sobre el hombro, mirándolo de perfil—, ¿me regalarás algo en esa visita, Reese's~?

 

Fue directamente a la fila para que pudieran comprar algo, de igual forma tampoco era demasiado larga como para responder a Zeld de inmediato, tan solo reír levemente —Un Sandwichde fruta por favor~ —Sacó un billete para poder pagar y ahora si centrarse en Zeldryck.

—¿Necesito una razón para visitarte? —Preguntó curioso —Es solo para pasar el rato, no es como si fuera la peor cosa del mundo y quizás si obtengas algo —se alzó de hombros despreocupado —. Solo te aviso para que estés en casa, no para encontrar todo vacío~

 

Las clases había sido bastante ligeras, quizá el docente no tenía mucha prisa con el clima ameno que estaba haciendo como para llenarnos de trabajo. Jugué con el cabello de Génesis, acariciándome la mejilla con el mechón que tenía entre los dedos. Lo mantenía bastante sedoso así que al tacto se sentía bien, casi durmiéndome al deslizarlo entre mi mentón y por sobre mis párpados en lo que sonó el timbre. Ella se giró y relajó las facciones, acariciándome el cabello con dulzura.

—¿Quieres que almorcemos juntos Gen?

La noté elevar apenas las cejas, en lo que retiraba el tacto.

—Debo estudiar algo que me mandó mi madre, hoy estaré en la biblioteca y no tengo mucha hambre.

Me desperecé entonces, bostezando en lo que asentía ligeramente, paseando la mirada por el salón de clase. Por un lado ya un par se levantaban a salir del aula, otros estaban guardando los útiles, y noté a la amiga de Zeld acercándose a hablar con el rubio, en lo que volvía la pupilas hacia Allen ésta ya había empacado la libreta en la mochila, levantándose del puesto. La imité, pero a diferencia suya dejé mis útiles sobre el escritorio sin mayor preocupación. Buscó mi mano y entrelazó sus dedos con los míos en lo que nos echamos a caminar, a fin de cuentas ambos debíamos bajar las escaleras.

—¿Viste el estreno que pasaron en la página de instagram? —pregunté pues porque sí.

—¿Te refieres al del tiempo y espacio? De la página que me hiciste seguir —murmuró cubriendo sus labios con la mano libre, casi como si tratase de ocultar el tono risueño que se le escapaba a solas—. Se ve entretenido.

Le mostré los dientes entonces.

—¿Quieres ir a verla? Puedo comprar las boletas e ir el viernes en la noche, ya avisaron que estará en los cines de Japón, hasta puedo tratar de convencer a mi hermano.

Génesis parpadeó en lo que asentía apenas.

—¿Crees que tenga tiempo?

—Si vas tú Gen, seguro sí.

El aumento del ruido entre las voces de los estudiantes dio más que por sentado el que estábamos ya en la planta baja, a lo que moví la cabeza en dirección a la biblioteca. Se despidió con un murmuro de "nos vemos luego", retirando sus dedos de los míos a lo que enterré la mano en el bolsillo, sonriéndole ampliamente para luego continuar el paso hasta la cafetería. Algo de hambre si tenía, quizá porque no había alcanzado a desayunar del todo bien al cogernos la tarde hoy en la mañana. Llegué a la fila entonces, formándome.

Contenido oculto

Amane

 

Giré la cabeza y descendí la mirada, asintiendo ante su pregunta para que pudiese formarse, a lo que me prendaba por unos segundos de su cabello. No la conocía ni de vista, ni la recordaba en los pasillos, o quizá solía estar muy en las nubes para notar siquiera la tonalidad entre la multitud más que para identificar a Kurosawa al pasar por los casilleros.

—Un tono muy curioso —murmuré en lo que pestañeaba, rascándome tras la nuca algo avergonzado por salirme el comentario sin pensarlo—. Zoldryck Kasun, no me había presentado, disculpa —continué ya con el tono un poco más alto, colándose el tono risueño en la voz a lo que avanzaba en la fila, volviendo la vista a la señora que atendía a un par de estudiantes delante mío.

Aún no estaba muy seguro de qué pedir, pero tenía bastante hambre, así que probablemente un almuerzo completo. Que ahora que lo pensaba, pues estaría almorzando más solo que un hongo, a lo que volví la vista a ella para hacer plática mientras.

—¿Eres de segundo?

 

Menos mal que aceptó mi proposición y le apeteciera o no el caso es que lo aceptó y comentó que quería comprarse un Bento y la verdad es que yo tampoco tenía ni una triste fruta para almorzar por lo que acabé optando por acompañar a Yashihiro hacia la cafetería.

En el camino nos dedicamos a hablar banalidades relacionada con el instituto, aunque mas bien estuve bromeando con ironías sobre lo que suele quejarse cualquier alumno pero sin sonar demasiado monótona e irritante, simplemente tener una conversación simplemente amena e insustancial. Por lo poco que sabía de él y de su forma de mirar y la velocidad de sus pasos, sus palabras previas sobre almorzar también era de los que, como yo, eludía las multitudes y el escándalo, por ende tampoco iba a preguntarle cosas personales durante el camino al saber que le iba a acabar incomodando.

Al llegar a la cafetería, por suerte la fila era inexistente, así que no tuvimos tampoco ningún inconveniente en comprarnos sendos bentos y de nuevo salimos al pasillo de camino a ningún lugar, por lo que simplemente me giré para mirarle.

— ¿Tienes algún lugar donde frecuentes el almuerzo? A decir verdad yo como donde sea, no tengo ningún lugar fijo en el que almuerce así que... Me puedo adaptar—. Comenté mirándole a los ojos un instante solo para desviar mi mirada al frente, incluso los ojos resultaban tener en mi un especial atractivo...

 

Contenido oculto: Girl A

Las canciones para Nagi fusionándose con Yashi, increíble pero no sorprendente XP

Era... extraño, si, lo más probable es que mis amigos y senpais de enterarse que hablaba con chicas como Ayala o incluso fui a una fiesta bastante extravagante con una chica preciosa cómo White-san... era mejor ni pensar en las bromas y comentarios sugerentes, me sonrojaria de solo pensar sobre ese momento y, la verdad, no quería aún más si daba paso a malas interpretaciones. La cosa es que era agradable, me era satisfactorio al menos conversar con gente como White-san, creo que personas como Isayoi-san también podrían llegar a llamarme la atención, pero gente tosca como Sallow-san o su supuesta amiga... me robaban toda la energía que en realidad tenía, pero acostumbraba a gastar de a poco y de manera muy controlada.

Me limité a sonreír y dar más que nada palabras necesarias para no dejar morir la conversación, pero la realidad es que dejé a la pelirosa tomara el control de la conversación y no me moleste en avivarla de más. La mirada de reojo con distintas sonrisas dependiendo el sentimiento: Vergüenza nacida de su coraje para decir las cosas, más alegre y acompañaba de leves risas cuando se sacaba un comentario en verdad real y crudo, pero usando la ironía que parecía caracterizarla.

—Me gusta aprender, pero la realidad es que la escuela es una porquería —dije firme, pero solo con el volumen necesario para que ella me escuchara sin necesidad de acercarme a su persona, parecía buena oyente, así que incluso con esa intención mi volumen fue bajo, confidencial. Entonces la mire y sonreí de manera algo gatuna o incluso zorruna, manteniendo una tranquilidad y sobriedad inautenticas—, pero no le digas a nadie— Puse mi índice derecho sobre mis labios con pulcredad, igual que la sonrisa dental que hice antes de seguir hablando calmo y moderado—, tengo una imagen que mantener, jeje —reí algo más fuerte al final, llevando mis manos a los bolsillos de mi pantalón—, aunque esa sea la de un vago que no le importa nada— La sorna se reflejaba en todo mi rostro, parecía increíble que hablara de mi mismo, luego se volvió más risueña—, pero me agrada y sirve.

Tras eso llegamos a la cafetería, seguimos intercambiando un par de palabras mientras la fila avanzaba con cierta agilidad mientras de paso revisaba un par de cosas en mi celular. Me compré el bento más nutritivo y barato, aparte de ligero, y tras eso le preste atención a mi acompañante.

—Toma —fue lo primero que dije mientras me hablaba, le entregué un paquetito de galletas caseras que vendían en la cafetería. Eran algo caras para la cantidad, pero tampoco es que valieran un ojo de la cara y podía permitirme el capricho. Por algún motivo me daban ganas de consentir niñas, a saber por qué. Le sonreí con mis dientes a ojos cerrados para recibir cualquier reacción de su parte. Luego me acomode en una posición donde parecia que apenas me podía mi cuerpo, mire el techo soleado. De la duda pase a sonreír ladino y tranquilo, con cierto fulgor en mis ojos fríos.

—Sígueme—. Y sin esperar, camine con tranquilidad en dirección a la salida.

Contenido oculto

puedes postear acá una respuesta o en patio norte, que es a dónde me dirigiría, o bien puedes esperar mi siguiente post que lo haré luego de desayunar uwu

 

Momoka Ashikaga
Salón 3-1 -> pasillos

La verdad... es que sí era un poco inevitable no sentir cierta vergüenza a ratos al estar junto a Kenta-kun. No es que me molestara de por sí, pero... era lo que él creía, atesoraba y expresaba lo que no podía tolerar. No porque fuera negativo, al contrario, era tan amoroso y entregado que debía ponerle un freno, una valla, una cinta métrica de "Precaución" cada vez que su determinado corazón se precipitaba.

Porque sabía lo que él sentí, como también comprendía lo que yo misma quería y con todo eso sobre la mesa la realidad era clara: No podríamos unirnos, no de la manera en que él anhelaba. No podíamos estar juntos, porque el quería amarme y yo quería centrarme en hacer otras cosas. En estudiar, aprender, entrar y una buena universidad y conseguir un trabajo donde encajara, donde pudiera ser un aporte. Era real nuestra conexión, cariño y, sobre todo, comprendimiento incluso sin hablarnos o vernos en semanas o hasta meses, pero no era suficiente. Aparte, aunque doliera, el amor podría venir de la persona más perfecta, el hombre ideal, pero... pero sí no era esa persona indicada, no habría caso. Y para mí, Kenta no era más que un pobre, condenado de momento a estar entre un limbo de ser el más cercano a un amor, pero a la vez tener ese papel de "Mejor amigo" muy, muy arraigado; porque no podía verlo de otra manera...

Incluso podría llegar a considerarlo como un hermano, era sorprendente, pero bueno. Eran cosas de las que prefería preocuparme una vez estuviera alejada del resto, ya sea ordenando la casa, atendiendo a las prácticas con mi madre o en cualquier caminata solitaria, pues otra cosa en común que tenía con él era nuestra expresividad innata, y aunque eso de por sí no dijera nada, entre nosotros mismos sabíamos captar demasiado bien las alertas y trayectos: A dónde se dirigía cada gesto corporal, expresión imprecisa o palabras vagas. Sip, definitivamente estaba muy en contra de hablar el tema con cualquiera, empezando porque teníamos clara nuestras posiciones el uno con el otro, seguido de que... no era necesario. Kenta con sus estudios y trabajo, yo esforzándome por relucir en lo académico para entrar a una buena universidad... no tendríamos tiempos para otros dramas que podrían solucionarse con simple tiempo, comprensión y, sobre todo, cariño.

Nuestros pasos fluyeron guiados por los de Meyer-san, como se suponía que debía ser desde un inicio. Yo asentía de manera tranquila a las palabras de Meyer, siempre sonriendo sí el asunto me traía alegre, Kenta, claro, era más expresivo, pero lo dicho; ahora no se mostraba como un torrente de energía, así que esa energía innata solo se centraba en hacer brillar su expresión, caminar firme, pero sin prisas y sonreír, carcajear y hablar con entusiasmo sin alzar la voz siempre que podía. Yo era más... ecuánime, se podría decir.

—¡Almorzar afuera suena bien! —coincidió Kenta, yo le miré sin sonrisa, pero cuando conecté con su rostro brotó, inevitable, en mis labios y le asentí despacio para que supiera que también estaba de acuerdo, pero...— Aunque el calor puede ser una desgracia muy molesta —se quejó sin tapujos, se notaba el hastío en su voz, pero no perdió la ligereza de la calma. Había alzado el rostro hacia arriba, cerrando los ojos y permitiéndose sentir la irrelevante desgracia. Yo solo solté una pequeña risa nasal, más que nada un reflejo por la ternura que me trasmitía incluso de manera inconsciente.

—Ya podremos ver cuál será mejor opción —hable con ese tono amable y monocorde, sin prisas y de una suavidad delicada, pero precisa y firme. No muy dulzona, pero solo porque mi voz no llegaba a ese tipo de tonos a menos que me emocionara en extremo.

Kenta Fujioka
Pasillos de 1° -> Cafetería

Era... divertido cuanto menos. A pesar de tener todo ese carácter respetuoso y cortes, parecía que Meyer era más ligera de lo que se podría prejuzgar en un inicio. También se notaban rasgos de ser bastante organizada, como también una que otra habilidad de liderazgo. Desde un inicio estuvo dispuesta no solo a guiarnos, sino que también a escuchar nuestras sugerencias y actuar en base a ellas, ¡era de apreciar! Así que la sonrisa no se borró de mi rostro, no al menos hasta que tropezamos contra una chiquilla de... segundo, debía ser.

Miré con sorpresa y solo fruncí por un efímero momento por preocupación natural, igual no demoré en relajar el rostro debido a que noté de inmediato que al menos no había sufrido algún daño mayor, de cualquier forma la sonrisa no regresó, tampoco es que la estuviera reprimiendo, tan solo no brotó. Me abstuve de comentar algo, porque fue la propia Momoka que no demoró en soltar un:

—¿Estas bien? —dirigiéndose a la kohai. Eso sí logró sacarme una leve sonrisa al mirarla de reojo, enternecido cuanto menos, la pobre sí se mostró preocupada y como era de esperar tampoco demoró en brindarle una sonrisa y expresión cálida a la señorita de cabellos azabaches. Era un cabello asombroso, a todo esto, nosotros estábamos rodeados de puros lacios, por lo que siempre era divertido ver algo novedoso, más aún sí esa novedad era hermosa. Momoka asintió cuando Meyer-san dijo su nombre y por mi parte le brindé una sonrisa amplia a la chiquilla, cerrando casi por completo los ojos de paso.

Y antes que pudieramos responder algo, nos mostramos sorprendidos por lo del... club de esgrima. Yo apenas y separé los labios, pero parecí erguirme más por la inhalación profunda que me provocó la idea, aparte de los ojos abiertos con más claridad y las cejas alzadas sin pudor. Momoka fue la que no demoró en abrir grande la boca con "Oh" inhalado y más marcado. Para cuando soltó el "Ohhhh" casi melodioso ya habíamos ambos atinado a buscar nuestra mirada, se podría decir que la sonrisa que nos reflejamos era bastante similar, debía serlo, porque sentíamos lo mismo en ese momento.

—Será similar al kendo, ¿no? —atajó primero Momo-chan, con su voz tranquila y su sonrisa gentil, ladeando la cabeza con sociego. Yo rei un poco, alegre, llevándome la mano desocupada a la cadera, dejando la otra aun a cargo del maletín que caía por sobre mi espalda.
—Jejeje, tch, no creo —chasquee la lengua, pero no por desagrado, más bien era una simple negación. Aparte, hablé con tranquilidad y sin borrar la sonrisa calma de mi rostro. Luego encaré a Kurosawa con esa vibra alegre y radiante. Le había vuelto a sonreír amplio a ojos cerrados, pero no demoré en fijar mi vista en sus peculiares ámbar. La sonrisa de salió algo ladina y la mirada entornada con una sugerencia dificil de descifrar—. Nosotros somos más brutos
—Je —soltó Momoka cubriéndose la boca con el torso, como sí no debiera reírse de ellos— Es verdad
—De qué te ríes, sí es verdad —hablamos uno por sobre el otro y la sincronización nos soltó otra sonrisa entre bufido torpe y risa nasal—. Como sea —negué con la cabeza a ojos cerrados, como sí estuviera derrotado—. Un gusto en conocerla, señorita Kurosawa —hablé tranquilo.
—Con que señorita... —habló Momoka mirándome de reojo, pero era claro que ese tono cantón lo usaba para mosquearme a posta—. Uhm —soltó cantarín a labios cerrados, yo solo hic una leve mueca y me encogí de hombros, a saber qué se le cruzó por la cabeza en ese momento—. También es un gusto conocerte, Kurosawa-chan —saludó por fin entonces, con un leve inclinamiento de cabeza y todo, claro, ella era más formal que yo de cualquier manera—. Será un gusto tenerte con nosotros.
—¡Claro! —secuencié para dejar en claro que aprobaba la idea.

De tal manera llegamos hasta la cafetería-comedor. Era amplio y no debaja de mirar a todos lados, tratando de memorizar cada detalle que me pareciera importante entre todas las irrelevancias. A lo lejos vi los ventanales que daban a... ¡¿Sería otro patio?! Por la gracia de hacerle la sorpresa a Momoka no vine ninguna vez a ver qué onda la escuela, pero me llegaban a la mente ciertas fotos que me envió Momoka ya sea de su almuerzo, de su lindo clima y compartiendo con una que otra compañera. ¡Ahora quería ver cuanto antes todos esos hermosos lugares! Claro que sí, por fin podía pisar la misma tierra que ella y no había mejor sensación de momento que esa.

—Elíjeme un buen almuerzo, Momo-chan, iré a ver que no haga tan mal clima —informé más que opinar, porque tras dejarle un tope de mi pesada mano sobre su hombro me dirigí sin prisas, pero también perseverancia, hacia afuera— ¡Entonces guárdenme un puesto sí deciden almorzar dentro! —aclaré antes de haberme alejado mucho, levantado la mano como si saludara o me despidiera, mirándoles por un momento por sobre el hombro solo para estar seguro que me comprendieron.

La sonrisa firme, pero avergonzada de Momo-chan, más su pulgar levantado con claridad me fueron suficiente para saber que al menos ella me entendió... o estaría dispuesta a tenerme paciencia con mis impulsos, lo que fuera~

Momoka Ashikaga
Cafetería

—De seguro vuelve pronto —aclaré al par de chicas con la sonrisa entre cordial y preocupada, insegura de sí se tomarían a mal el actuar arrebatado de Kenta-kun. Procedí a sonreírles igual de amplio, pero con una tranquilidad más clara, dejando atrás de inmediato las sensaciones desagradables que a veces me dejaba Kenta sin siquiera enterarse—. ¿Alguna comprará su almuerzo, o ya lo tienen preparado? —hablé con tranquilidad suave, para luego sonreír más radiante a ojos cerrados—. Creo que sería mejor comer acá dentro— Sostuve sin problemas la mirada de una o la otra, por fin sosegada de cualquier emoción fuerte—. El techado y las corrientes que se forman con las entradas de seguro harán del lugar menos abrazador que el patio, jeje. Aparte, sí somos varios, sería más como una mesa donde poder sentarnos con comodidad, para conversar y tal~

Aparte, yo era o de almorzar sola o hacerlo con otros, pero de buenas maneras. Me preocupaba que de estar afuera o uno se quedara sin banca o no a todos les acomodara sentarse en el suelo, mejor quedarnos a dentro y tener una igualdad de condiciendo, teniendo en cuenta que una mitad se conocía bien y la otra no, como fuera: Me parecía la mejor opción y esperaba de corazón que mis dos acompañantes les agradara la idea.

>>Iré a comprarle el bento a este crío —solté con un leve inclinamiento de cabeza, soltando lo último por el desliz de la costumbre que por real querer, por lo que sí me avergoncé un poco, pero lo encubrí sonriéndole a ojos cerrados de manera genuina cuando alcé la cabeza y brindé una última mirada al par antes de dirigirme a la fila de la cafetería, solo para cerciorarme de quién me seguiría.

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Juniper Juju uwu <3
Yyyy Insane puedes intentar robarte a Shio-chan todo lo que quieras uwu <3

 

El salón estaba casi vacío, así que aunque sentí un par de ojos encima me di vuelta, bajando por las escaleras a la cafetería. Quizá no había asistido ya que tampoco me la había encontrado en los casilleros, o tal vez ya estaba con alguna amiga o algo. Me coloqué entonces de nueva cuenta los audifonos, pues Allen estaba en la biblioteca y había pensado en ir pero no quería interrumpir sus estudios, así que ya me planteaba el almorzar solo. Hice la fila entonces, llegando al mostrador no mucho después para señalar un paquete de papas y una leche chocolatada.

Cada vez traían más productos importados, o era imaginaciones mías, para saber.

Fue entonces que al sacar el dinero del bolsillo una de las monedas deparó en el suelo, agachándome a recogerla. Al elevar los ámbar le dio por primera vez en el día un recorrido a la cafetería, topándome con la silueta conocida de Kurosawa. Estaba con un grupo, a lo que me quedé mirándola quizá más de lo usual.

—Joven, la fila se está congestionando, por favor avance.

Pestañeé sintiendo algo de pudor, terminando aflojando una sonrisa hacia la mujer que me atendía.

—Por favor dos leches chocolatadas —murmuré, dando el excedente. No es como si fuese a meterme entre toda esa gente, pero quizá podía llamarla de alguna forma.

Como... por el móvil. Lo saqué entonces, quitándome el auricular derecho en lo que le dejaba un mensaje:

<<¿Te gusta la leche con chocolate, Kurosawa?>>
​

Si mi hermano estuviese ahí, sería el chiste de su semana.

 

<<Que bueno, porque justo te compré una>>​

Entre una cosa y otra, le escribí luego de recibir su respuesta, notando que hablaba con la desconocida, y en cierto momento intercambió miradas entre ambos. Se me aflojó la sonrisa quizá con algo de curiosidad, por saber si vendría o si terminaría yo llevándole la bebida para dejarla igual con su círculo social, siendo la primera opción la tomada. No la perdí de vista en lo que se acercaba, suavizando mis facciones sin siquiera darme cuenta.

Y en cuanto estuvo cerca le extendí la bebida.

—¿Interrumpí, Kurosawa? —le mostré los blancos dientes al ampliar la sonrisa, sintiendo el cosquilleo ligero en miss mejillas.

Quizá porque a la final la había terminado encontrando, luego de pensar que la pasaría solo aquella tarde me había topado con ella, y su compañía la sentía amena.

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Lo soft que está mi hijo me derrite

 

Había asentido a las palabras de Kurosawa-san con la sonrisa tranquila en el rostro cuando mencionó que Meyer-san le tenía bastante paciencia, era algo agradable de escuchar. Kenta por su parte no tuvo mayor reacción al respecto, se le seguía viendo risueño de todas formas.

—Ambas son disciplinas con espada, así que deberán tener sus similitudes —comenté mientras caminábamos.
—Pero los esgrimistas no son como... ¿más elegantes? —habló este chico mirando al techo, al parecer sí se estaba tomando bastante en serio la reflexión, pues se le notaba en el rostro y eso me hizo verlo con una ligera sorpresa.
—Je~ —desinflé el aire en una sonrisa más amplia que me entrecerró los ojos. Terminé por cerrarlos un breve momento sonriendo amplio a labios cerrados—, yo creo que ambos son hermosos a su manera.
—Je —soltó el con cierta satisfacción y n0 demoré en sentir como su gran mano me despeinaba el cabello que aun llevaba atado en una pequeña coleta.
—¡Hey! —solté sin real enfado, pero mi cara demostraba mi desagrado, pero antes de poder atrapar su muñeca con mis manos ya la había devuelto a su sitio—. No me desordenes el cabello, grandulón —solté más seria, pero aún así desenfadada—. Uhmpf... O me tocará desordenártelo a ti, jeje.

Y ahí nos fuimos soltando comentarios similares, bastante ligeros y sin llegar a conversar en ningún momento de algo que requiriera demasiada atención. Sonreí amplio cuando oí que las chicas traían almuerzo de casa, ¡eso requería siempre un esfuerzo extra, pero también consideración! Y siempre creería que dónde hubiera consideración en la comida, habría cariño de por medio. No por nada era un arte a su manera, ¿cierto? Y tras un simple de "Acuerdo" terminé por sentada la organización, al menos, y pude concentrarme sin preocupaciones en hacer la fila.

De pura manía revisé el celular, respondí un par de mensajes y revisé cosas como el clima, el calendario y la hora. Tampoco me tomó demasiado tiempo y ya no le vi interés, por lo que lo guardé donde correspondía y aproveché la fila para fijarme en los menú del día y tal... Dioses, por eso era mejor traer las cosas de casa, ¿Cuánto pagaría Kenta por un bento? Era buen comedor, así que no creo que le desagradara la idea de invertir dinero en un buen plato de comida. Claro, también era un regodeón, por lo que sí al final sentía que fue una perdida en una medida más mayor que menor, seguro bufaba o algo. ¡Pero bueno! Que terminé por comprarle algo sin mayor extravagancia: Arroz, vegetales y un poco de carnes variadas. Le di las gracias al trabajador y busqué entonces a las chicas con la mirada... Encontré a Meyer-san y no demoré en fruncir el ceño con extrañeza, ¿Y Kurosawa-san dónde había quedado? Uhm... tal vez le surgió algo, la verdad sí que me preocupaba un poco el asunto, pero tampoco me dejaría llevar por esa leve sensación nacida del desconcierto.

Me acerqué a mi compañera y le brindé una de esas sonrisas suaves, aunque mis cejas exteriorizaran mi malestar.
—¿Qué pasó con tu amiga, Meyer-san? —hablé suave y sin pizcas de rabia o real tristeza, para empezar por ser innecesario y, segundo, porque de seguro lo ocurrido era algo simple que no significaba ningún problema mayor... pero sí que algo decaída o incluso dolida me dejó la ausencia.

Sí al final el perrito necesitado de atención terminaría por ser yo y no Kenta, vaya cosas, jeje. Como fuera, mientras esperé respuesta me posicioné para quedar frente a Meyer-san en la mesa, me gustaba almorzar teniendo a alguien a quién mirar, más que nada por sí surgían temas de conversación.

No demoré en notar a Kenta-kun a lo lejos entrar por el mismo ventanal por el que había salido. Miraba el celular así que revisé el propio y, efectivamente, me había mandado un mensaje.
"Estaban todas las bancas llenas y no sé sí a las damitas les agrade tirarse en el pasto. Igual y se pueden manchar el uniforme, qué sé yo" Solté una leve risa mirando la pantalla sin demasiado brillo. "¿Dónde estás?" fue lo último que escribió.

Antes de que se me ocurriera responderle alcé la mirada y, a saber por qué, nuestros ojos no demoraron en toparse. Aun con la coincidencia alcé la mano con una sonrisa de oreja a oreja, meciéndola en el aire con suavidad para que terminara de divisarnos sin problema alguno. Me brindó una última sonrisa a lo lejos y no demoró en llegar a nuestro lado.

—¿Qué me compraste? —preguntó tras dejar su maletín al lado de Meyer-san, había optado por ganarse a su lado manteniendo una distancia que buscaba respetar el espacio personal de la chica. Sus rasgos estaban lejos de volver a ser los de un crío, pero la ilusión que cargaba su expresión seguía pareciendo la misma que de hace mucho, muchos años...

Tal vez sí que compartíamos el gusto por comer y disfrutar cualquier buen plato de almuerzo.