Pasillo (Segunda planta)

Tema en 'Segunda planta' iniciado por Yugen, 9 Abril 2020.

  1.  
    Kaisa Morinachi

    Kaisa Morinachi Crazy goat

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    No hablamos mucho más tras preguntarle en cuál salón iba, pero aún así me enteré que asistía a la 2-2 y de paso la acompañé hasta el segundo piso, pues al final del día nos dirigíamos al mismo lado y ya que se había tomado las molestias de hablarme y parecía disfrutarlo, no iba a ser yo quien la dejara plantada. Aparte, tampoco me desagradaba, no era la gracia en persona, pero al menos era adorable en momentos precisos y su honestidad por ahora no era dolorosa.

    Cuando estuve frente a mi salón me frené y le dije que nos veíamos luego, con la voz seria y la mirada tranquila, aparte del leve gesto de manos, no pude evitar sonreír sosegado cuando encontré sus orbes, también llamativos.

    Lo admitía, me gustaba ser agradable y no un arisco irritante, aunque mi terquedad mezclada con recelo me impedían librarme por completo de ese actuar arisco, la verdad me acostumbré a ser retraído y me era sencillo porque me era costumbre... Me agradaba más reír al escuchar la tranquilidad o alegría en otros, entre las varias cosas que me agradaban, claro.


    Tras terminar la primera parte de la jornada escolar terminé por apoyarme un rayo justo fuera del salón de audiovisuales, está tecleando solo con una mano y aún así la rapidez de mi pulgar era asombrosa. Mi gesto mutaba entre la seriedad y una sonrisa tensa, no porque la gracia y alegría trasmitida por la pantalla fuera poca, es que en verdad tenía problemas para gestualizar sonrisas en algunas ocaciones.

    La cosa es que, para mi sorpresa, un ser inesperado buscó llamar mi atención. La miré sin mayor sentimiento, pero no está a serio, más bien tranquilo y algo sorprendido. Escuché su pregunta y me aferré con fuerza a mi nuca, mirando en dirección al techo justo donde se unía con el marco de la ventana...

    Almorzar... como lo hice una vez con White-chan y Dunn-san... Bufé despacio con la duda expresada en mi rostro, con mueca y todo, pero ls verdad es que no tenía motivos para rechazarla, tan solo era que...

    —¿Uh? —volteé a verla con aún más duda, me había desprendido la mano del cuello y lo único que giró fue mi rostro hacia su expresión... Le sostuve la mirada con la seriedad de la duda impresa en la cara... ¿No había escuchado mal, cierto?

    El corazón parecía latir solo un poco más fuerte, ¿cierto? Sacudí tan solo un poco la cabeza, se notaba que no era una reacción de negación, en realidad lo hacía como si con eso logrará barrer cualquier intrusa idea. Le sonreí con algo de lastima, más que nada por el pudor que sentía, a pesar de que ni siquiera estaba sonrojado y de estarlo se podría adjudicar al calor del día soleado.

    —Claro, podemos almorzar uno al lado del otro —hablé sin alzar en verdad la voz, pero un poco más rápido de lo que acostumbraba, me había separado de la puerta manos en los bolsillos para irme al comedor, sin antes asegurarme de que la puerta del sal de audiovisuales estuviera bien cerrada. Así solo entraría gente con permiso de los docentes para tareas precisas y con eso evitamos que dañen alguna computadora por no estar bajo vigilancia... Y no, no será mi problema como tal de que se rompiera alguna por culpa de otro en mi ausencia, pero me gustaba cuidar de todo eso y me sentaría fatal que algo de ese salón se rompiera sabiendo que pude evitarlo.

    >>¿Tienes un bento o lo vas a comprar? —busqué con la mirada a la chica solo para asegurarme que me seguía, luego seguí mirando el frente—, yo lo compraré y... evitemos almorzar en el comedor, me desagrada estar entre tanta gente junta y el ruido ambiental siempre prefiero evitarlo— Mi voz tranquila y de buen tono se fue reduciendo a un murmuro, me encorve un poco y todo, pero una sonrisa torcida seguís en mi rostro adorando la expresión gusta a mí ceño fruncido con preocupación.

    No acostumbraba a comentar de tal manera las cosas que me desagradaban, porque estaba acostumbrado a simplemente evitarlas, no comentarlas y afrontarlas. Tras un suspiro donde volví a erguirme como correspondía, nunca dejando de caminar, empecé a moer mi torso y brazos de manera que mi espalda crugió un par de veces. Luego volví a meter las manos en los bolsillos y de todas formas quede un poco encorvado, era una mala costumbre difícil de erradica.

    —Pero bueno, almorcemos donde quieras —concluí mirando su rostro en busca de sus orbes, sonreí con tranquilidad y al conectar con sus rojizos ojos ladee un poco la cabeza y hasta mostré los dientes— Jiji...— Tras eso mire al frente otra vez, no vaya a ser que fuéramos a chocar tras bajar las escaleras—. Aparte de aburrida, mis clases estuvieron tranquilas —fue lo único que respondí a su primera pregunta tras desviarme en otras cosas.

    madarauchiha Yashi tiene que comprar su bento, así que puedes o postear en otro pasillo, en el comedor o de frentón donde van a almorzar, como tu prefieras y donde más te interese interactuar uwu
     
    Última edición: 6 Febrero 2022
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    Zireael

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    A mis padres se les había ocurrido ir a visitar a mis abuelos maternos a inicios de la Golden Week, bueno, a mi madre mejor dicho y siendo que ya estaba mejor de la paliza pues nadie vio por dónde llevarle la contraria a la señora. No nos quedó más que subir al coche y conducir tres horas y pico hasta Okuwa, en el Valle de Kiso en Nagano, donde se habían establecido mis abuelos italianos desde que yo tenía más o menos diez años, luego de haber vivido toda su vida en el corazón de Tokyo también.

    Okuwa era una villa con poco más de tres mil y pico de habitantes, entre las montañas, de forma que no se llevaba ningún premio por tener la mejor señal de la historia ni mucho menos. De hecho el día del festival los mensajes de Anna no me cayeron hasta el día siguiente, luego de que se pasara la tarde lloviendo a pesar de estar en plena primavera y, para la gracia, ya los mensajes llevaban sin salirme desde que llegamos.

    Hombre, parecía la era de las cavernas aquello.

    Martes y jueves me la había pasado con el cerebro estallando sin venir a cuento, y de milagro logré juntar las neuronas suficientes para armar el jodido ensayo que no había entregado la primera vez. Le puse el nombre de Mason pues porque me sentía generoso seguí muriendo. Para hacer el cuento corto, luego se me olvidó responderle a la pobre niña y me acordé el jueves a las doce de la noche y me dieron tres venazos juntos.

    Dejé la alarma puesta más temprano de lo usual, pero el caso es que igual me atrasé porque no estaba acostumbrado a… Bueno, hacer cosas, cocinar menos. Hice el arroz fresco, todo normal y cuando hice la carne se me pasó de sal, no una, si no dos veces. A alguna hora cerca de que tuviese que irme, mi madre se levantó y más dormida que despierta me soltó golpe flojo en el centro de la espalda, sacó otra porción de carne (bastante generosa) y la condimentó ella, así que se solucionó el conflicto.

    —Gracias —dije mientras acomodaba todo en una de las cajas de bento. No me la quise jugar tanto, así que en vez de vegetales cocinados iba algo de tomate, zanahoria y pepino.

    —Ibas a seguir desperdiciando carne dos horas —comentó mientras se preparaba un café—. ¿Para quién es?

    —¿Ah?

    —Que para quién es, no cocinas para ti mismo nunca.

    Me lo pensé una eternidad, tomé aire y aplané el tono a consciencia, había invitado a Anna a casa pero no le había dicho nada a mamá. Papá me había notado arreglándome para la mascarada de Akaisa, pero imaginaba que no le había dicho nada a ella.

    —Se llama Anna —contesté por fin, tapando todo y buscando los palillos metálicos en las gavetas hasta que di con ellos—. Se transfirió este año también, va en segundo.

    —¿Anna? Es un bonito nombre.

    —Lo es —secundé sin pensar, solo para darme cuenta al segundo que había resbalado en su trampa.

    Se rió, tomó su taza de café y me dio una palmada en la espalda antes de retirarse a su estudio, supuse, le gustaba beber el primer café allí y ya luego desayunaba con papá. Me alegra que al menos ya no pareciera querer cortarme en cuadritos, eso había que decirlo.

    Como fuese, empaqué todo y como llegué tarde en la mañana tuve que postergar el plan hasta el receso, claramente. Antes de salir de mi clase para bajar al piso de segundo sentí ojos encima y al voltear encontré la mirada de Dunn. El hijo de puta seguía siendo el iluminado de algún profeta o algo, porque se revolcó en la gracia como quien lee un libro abierto sabiendo su final y dijo una sola cosa desde su lugar.

    —Le mando saludos.

    Bufé por lo bajo, lo dejé hablando solo y ahora sí enderecé los pasos a mi objetivo. Ya no me sentía tanto como un viejo, eso era un avance real, y al llegar abajo apoyé la espalda en la pared frente a la puerta de la clase de Anna.

    Sujetaba el bento, envuelto junto a los palillos, con ambas manos y encima había escrito una nota mientras venía en el tren. No era muy grande y solo puse en la mejor caligrafía que me fue posible: Veremos los fuegos artificiales juntos la próxima.

    A ver, toda la cuestión me daba algo de vergüenza, pero no sería yo el que detuviera mis propios impulsos además, sabía que Anna merecía todo esto. Estas atenciones y este cariño.

    Lo sabía y estaba más que dispuesto a entregárselo.


    *shy pau noises* pues aquí vengo aaaa

    perdón el tocho btw cOMO SIEMPRE
     
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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Luego del intercambio con Shinomiya estuve a punto de subir a mi clase, pero un muchacho que no conocía de nada apareció y me preguntó de repente si yo era la creadora de los martes de abrazos. Me descolocó, para qué mentir, acabé por fruncir el ceño y responder que sí, pero bastante ida. Fue una mierda algo rara, en especial tratándose de mí, que nunca había renegado de cierta atención ajena. En ese momento me di cuenta que aún no me sentía lista para recibir los focos por nada en territorio escolar, que apenas llegar a Japón me los habían arrebatado y recuperarlos significó muchísima mierda. Significó perder a los chicos, llenarme los pulmones de veneno y tener que transferirme para evitar un desastre mayor.

    Puesto así, la tontería de los cupones era hasta ridícula.

    ¿Qué haría si todos se enteraban que había sido mi idea?

    Ni siquiera sabía si era tan importante, pero en el momento me arrojó una cuota de ansiedad innecesaria y no estaba metida en el negocio de comer mierda por nada. Le corté el rollo al pobre chico, puede que de forma algo brusca, simplemente le solté la afirmación y asentí a modo de despedida. Siquiera busqué su reacción, fue una huida hecha y derecha. Ya en mi piso y mi clase conseguí relajarme y volver a fluir en el canal que había encontrado desde el otro día. Lo consideré una victoria.

    Me eché las clases con la falta de interés usual, pero nobleza obligaba. De vez en cuando la voz de mamá seguía rebotando en mi cerebro, con la decepción y el cansancio de verme desperdiciando sus esfuerzos, y así supiera que llevaba su buena razón y que realmente no me odiaba ni nada... bueno, la atención es una mierda selectiva, ¿no? Años después podemos acabar descubriendo que nos aferramos con uñas y dientes a fragmentos mínimos de información. A voces, sensaciones o imágenes aparentemente irrelevantes.

    Cuando tocó la campana me di cuenta que no tenía planes reales y que, de hecho, llevaba varios días sin tenerlos. Supuse que volvería a caerle a mini Ishi, que santa paciencia tenía soportando mi culo insistente, o si no comería en el aula. Aunque primero tocaba bajar a la cafetería, claro, que no había sobrado nada de la cena, yo no iba a levantarme a cocinar y mamá menos.

    Noté la presencia de Al desde adentro del aula, digamos que no se disimulaba mucho en el pasillo de segundo. Llevaba unos almuerzos encima, los advertí al vuelo y no me detuve mucho en nada, pues no esperaba encontrármelo y una parte de mí entró en una especie de mini pánico. Ni idea, si me ofrecían huir quizá lo hacía y todo. Lo peor del asunto, sin embargo, fueron probablemente las dudas.

    Fue no sentir la confianza de que estuviera esperándome a mí.

    Tras salir al pasillo, de hecho, no pude evitar repasar el espacio con la vista, como si pretendiera cerciorarme que no estaba a punto de interrumpir a nadie. Quise controlar el impulso en aquella milésima de segundo, pero fracasé como una campeona y así me maldijera internamente, no lo demostré. Me acerqué a él y le golpeé el costado del zapato con el mío. Hacía calor, así que había dejado el blazer en el aula y los cascos los llevaba al cuello. Sentí con bastante ahínco la necesidad de unos bolsillos donde hundir las manos pero ni modo, no los tenía.

    —Hola —le solté, algo monocorde, y me decidí por cruzar los brazos bajo el pecho—. ¿Así que reviviste?

    Que hubiera dejado el asunto en stand by no había significado, claramente, que ya no me molestara; y para bien o para mal, de repente ya no le temía tanto a las consecuencias de mis propias palabras.


    no se preocupe señorita, ya sabe que aquí vivimos en tocholandia
     
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    Kaisa Morinachi

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    Este estilo de música = La paz de Yashi

    En fin, que aprovecho y uso esto de nota Juniper Te etiqueto por Cay, pero aparte, porque al inicio escribí sobre Numéria y Yashihiro reaccionando al lindo 10 que se han sacado uwu Lo mismo con Oreki, Kuno Vizard

    Ya luego seguro escribiré un post con Numéria en su respectivo salón profundizando en eso, pero no es necesario que me roleen sí no les apetece o están ocupados en otra cosa uwu
    Yashihiro Nakagawa.png

    ¿Era verdad...? ¡Lo habíamos logrado! Cuando nos devolvieron los proyectos ya revisados y corregidos... ¡No había nada por corregir! Russo-san fue la que se adelantó a recibir el proyecto cuando la boca del docente pronunció a nuestro grupo. Como un resorte silencioso se levantó manos sobre la mesa, con seriedad pulcra y sin vacilar camino hasta el docente y yo no la vi, pero le sonrió una vez tomó el proyecto en papel que le había entregado aparte del formato digital. Cuando lo dio vuelta y lo vio escuché una inhalación profunda, de sorpresa, e hizo a mis perezosos y amargados ojos fijarse atentos a la silueta femenina...

    Se volteó sonriente, puede que nunca la hubiera visto tan radiante e incluso se podría considerar una risa pueril, con sus dientes blanquecinos, la cara pecosa y su cabellos anaranjado brillando con matices sorprendentes gracias a la luz del sol que llegaba de afuera. Había alzado las hojas a un costado de su cuerpo, la sonrisa iba dirigida a la zona de la clase donde se concentraban Tojo-san y Koizumi-kun, pues estaban más cercanos a los ventanales que daban afuera, mientras yo me apegaba a la pared paralela al pasillo.

    —¡Hemos sacado un diez! —sonó alegre, ni siquiera era presumir, parecía estar rebosante de alegría en su propia nube y, sí no miró a ningún otro que no fuera a los de su grupo, es porque en verdad no le importaba ganarle a nadie: Disfrutaba nuestra victoria, nuestro propio logro tras la derrota.

    Y era inevitable que la alegría de la grata sorpresa no empapara mi rostro, me llevé los mechones que opacaba mi mirada hacia atrás mientras mi propia espalda se inclinaba sobre la pared, dejando el respaldo de la silla como reposero para mi brazo... Sí, mi orden era claro que no se enfocaba en cómo me sentaba en el salón de clases. La pobre pelirroja quiso mostrarle con ese entusiamo la nota a Tojo y Koizumi-san, pero le profe le habló de inmediato pidiéndole que se sentara. No me hizo mucha gracia y a Russo-san mcuho menos, es más, le miró con un puchero descarado, aunque no replicó. Soltó un "Hmpf" desviando con elegancia incluso la cabeza hacia otro lado... si... no era mi tipo de chica, eso quedaba claro, así que no hice más que mirarla por un rato con una sonrisa más que nada nerviosa y con ganas de que no me volvieran a vincular con su persona.

    Terminó por dejarle el documento a uno de los chicos y fue lo último que vi antes de centrarme en mi propio mundo de "no hacer nada" o prestar atención a clases, "Tomén, veánlo ustedes" fue lo último que distinguí antes de olvidar su voz entre cualquier otro ruido ambiental. Eso sí, me quedó dentro el tono suave y tranquilo con el que lo dijo, casi... ¿maternal, benevolente? No lo sé, pero era super contrario a su naturaleza descarada, caprichosa y crítica sobre los demás... casi y le cambió el alma esa nota. Era increible el poder que ejercias algunas cosas sobre los seres humanos... jeje, yo era uno, para empezar, claro que lo hacía.

    Los logros, el reconocimiento ya sea por lo que eres o por lo que eras capaz de hacer. Ya sea a un nivel amplio o solo en una relación de tú a tú... era importante para nosotros los humanos. Así que, sin pudores de más, me permití disfrutar esta pequeña victoria... Lo estaba haciendo mejor, ¿no es cierto? ¿Sería una anécdota merecedora de... ser comentada? ¿Le gustaría oírlo a uno de mis senpais... a mis padres? Oh, claro que le agradaban las buenas notas y se decepcionaban por la promedios, incluso me regañaban sí sacaba más de dos rojos seguidos... pero...

    ¿Se podrían alegrar por... por lo que significaba, no por el resultado? Le quité importancia entonces a la nota, porque eran cosas en las que no quería centrarme. No quería... no quería preocuparme de más. Solté un suspiro en medio de la clase, a casi final de hora. Metí las manos en los bolsillos y me tiré hacía atrás, lo máximo para no hacer tambalear la silla y peligrar irme de espalda junto a esta. Miré el techo, perdido. Era claro... no quería enfrentar mis responsabilidades de manera directa, no quería ser yo el que dependiera de mí y tampoco quería tener problemas con los otros, discusiones que solo llevarían al conflicto... No quería y aún así siempre, innatamente, lo era: Responsable, preocupado en el fondo e intentando, aunque me costara, poder encajar en esta sociedad. A nivel escolar, con mis compañeros... seguro que a nivel laboral... sería peor.

    El timbre me libró de las clases y yo raudo, preciso y de paso bajo perfil por naturaleza: Guardé mis cosas, preparé otras y entres tiempos iba con mi mochila a dónde me llevaran mis piernas y eso precisamente era el salón multimedia. A saber sí me distraía en el camino, la verdad es que sí incluso alguien del salón hubiera querido llamar a mi nombre, no le hubiera escuchado, porque desaparecí del lugar antes de eso y una vez afuera el ruido de estudiantes por todos lados opacaría cualquier cosa que no llamara mi atención y ahora no quería eso: Atención...

    Pero parecía que me gustaba contradecirme bastante.

    —¡Hey, Dunn-senpai! —alcé un poco el mentón solo por ser un reflejo al saludar, ni idea de qué hacía perdiendo el tiempo por acá, pero me nació hablarle y así seguiría. Alcé la mano en un gesto vago, pero claro, de saludo. Ni siquiera la moví, solo la levanté con todo los dedos extendido y uno pegadito al otro, ordenados. Aparte le sonreí a ojos cerrados mientras hablaba—. ¡Buen día! —exclamé con buena vibra a pesar de cualquier rastro de cansancio que me quedara de la clase, incluso me había enderezado un poco, pero me duró lo que me duró lo radiante—. Voy a estar en el salón de audiovisuales —hablé con el volumen suficiente para que me escuchara desde su lugar sin problemas, pero era claro que ya mi voz no desprendía para nada la energía inicial. Ni me sonrisa vaga, menos mis ojos que por poco y podrían mantenerse cerrados sin problemas de querer. Y volví a cerrarlos para seguir hablándole, como sí nada—, no es necesario que vengas—. Sostuve su mirada con tranquilidad—, la reuniones son los lunes y jueves, al fin y al cabo—. Intenté pasar por alto que yo mismo olvidé lo del jueves por la mismísima Ayala-san, pero bueno, no tenía por qué saber ese dato aunque la cuota de presión hizo acrecentar mi sonrisa hacia un lado, mis ojos apenas y se entornaron un poco y seguro sudé frío... ¡Seguía sonriendo! Ni un pequeño cambio... tendría que haber notado.

    >>¡Pero siempre eres bienvenido! —concluí sin alzar la voz, pero lo expresé con un gesto más animado. No esperé respuesta, di medio giro y con supuesta tranquilidad me dirigí a la puerta del salón de audiovisuales—. Nos vemos —había dicho antes que me alejara lo suficiente para no llegar a la puerta.

    La abrí, intenté abrirla y me di cuenta que, ¡sorpresa! La había cerrado. Dejé caer mi cabeza sin cuidado sobre la puerta y luego procedí a desinflar todo el pecho en un bufido.
    —Ahhhhg... —solté un quejido entre frustrado por el inconveniente, pero sobre todo sofocado por el maldito calor que hacía. Fruncí el ceño, abrí la puerta y entré de sopetón.

    Claro, no la cerré con fuerza, para no pasarme a llevar o algo y por ser lo mejor para evitar accidentes del tipo: Alguien se entromete y se aplasta la mano. Así que debía cerciorarme de que nadie más iba a entrar y por eso miré la pequeña brecha que quedó, ¿a quién aparte de Dunn-san le interesaría el club, de cualquier manera? ¡Y sí querían usar las computadoras, debían tener un permiso de sus profesores o alguna directiva! Aunque fuera para pasar el rato, sí se dañaban los equipos no salía barato y la escuela tenía mejores cosas en qué gastar el presopuestooo.... o eso espero.

    En fin. Que en verdad no esperaba que nadie se metiera al salón del club, porque era un lugar donde solían juntarse puros raritos, otakus o frikis, o bien estaba cerrado de por sí para que la gente no se pusiera a comer en horario de almuerzo sobre las computadoras y estropear los teclados. Aparte, ¡Yo era el encargado del lugar! Cuando a los estudiantes les tocaba limpiar toda la escuela, yo debía dejar reluciente este recinto, por lo que claramente tenía tachado desde el año pasado a una que otra cara desordenada o que solo sabían tirar migajas para luego marcharse sin pedir siquiera disculpas y menos aún dejar mínimamente limpio. ¡No debían comer dentro de la sala multimedia, para empezar!...

    Claro, no dejaba de ser un hipócrita y yo ismo almorzaba dentro,
    y comparía bocadillos con Dunn-senpai,
    jeje~
    Bueno, Yáahl, puedes reaccionar con el niño acá sí gustas, para evitarte el doble post uwu <3 (Y supongo que de paso responderle a Annita, i don't know) Y claro, sin ataduras, sí Caycay quiere andar de vago en la sala multimedia o de ocioso, está más que invitado XD Sí no quiere, Yashihiro va bien solo uwu

    Ahora, a otro wey que se que tiene al peliazul en la mira madarauchiha Sí quieres que Ayala si o si interactúe hoy con Yashihiro, te propongo esto:
    Como el wey va a estar en la sala de audiovisuales, ya está dentro incluso, pues nada. Ayala lo que podría hacer es buscarlo a su salón, obvio que no lo encontrará, y que le pregunte a personaje random numero 1 que sí sabe donde está, y seguro te responden tipo: "No sé, uhmmm, ya salió. Pudo haber ido al baño o a buscar un almuerzo. De cualquier forma, ese tipo vive metido en el salón de audiovisuales"

    Sí una persona x no te responde así, no sé a que Yashihiro conocen XD
    Eso, cualquier duda, ya saben, por priv (o mensaje de perfil, lo que más le acomode)

     
    Última edición: 23 Febrero 2022
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    Zireael

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    Poco sabía yo que la otra pobre había descubierto que no sabía qué coño hacer si toda la escuela se enteraba que lo de los cupones había sido cosa suya y no iba a preguntar en esta vida ni en la siguiente por qué lo había hecho entonces si no sabía lidiar con la atención consecuente. Anna no pensaba mucho una mayoría de cosas que hacía, quería decir, era un poco impulsiva y eso se sabía desde el principio, así que uno se acostumbraba a dejar de cuestionar y solo estar ahí por si la mierda la caía encima de repente. Al menos se intentaba.

    Me había quedado esperando que Anna saliera con la vista puesta en las cosas que cargaba, un poco para enfocar la atención en algo y quitarme de encima la ligera cuota de ansiedad que tenía encima. La primera silueta que salió la reconocí sin tener que hacer más que mirarla con el rabillo del ojo, Kurosawa pasó directo y solo la escuché cuando pareció disculparse con alguien antes de perderse por ahí.

    La segunda silueta que salió sí fue la de Anna, así que levanté la vista y la forma en que repasó el pasillo levantó un par de interruptores, sabía que podía estar hasta los huevos de mi existencia y estaba en su derecho, pero que revisara el pasillo, no sé, me dijo que no había pensado que estuviese allí por ella. ¿Por quién iba a estar si no? Pero bueno, bien sabía yo que esas mierdas eran un lío aparte.

    El cerebro se las arreglaba para putearte con cualquier cosa.

    Su saludo pecó de monocorde, la pregunta igual, y arrugué los gestos ligeramente, un poco como un perro regañado que se encoje en su lugar. A ver, una parte había sido culpa del hueco del infierno donde habían metido a Okuwa, la otra directamente había sido de mi cerebro fundido por no haber recordado el mensaje cuando tuviese una mísera de señal decente.

    Merecido me lo tenía, como siempre.

    Como la ira de mamá respirándome en la nuca.

    Diciéndome que era incorregible.

    Cuando estaba por abrir la boca escuché una voz que no ubicaba de nada llamar al cabeza de fósforo y desvié apenas la mirada, solo para verlo desaparecer por las escaleras luego de haber saludado al otro con un movimiento de mano. Si nos vio se hizo el loco, porque para eso siempre se había llevado el premio de por sí, pero los hilos que discurrían por el espacio se tensaron, cortaron el aire y me di cuenta, joder, me di cuenta tarde.

    De que más de uno ya no estaba en mi poder.

    Suspiré, regresé la mirada a Anna y asentí con la cabeza con una calma que no encontraba del todo. Ni idea, era el mismo reflejo que aplicaba cuando sabía que podía comerme el speech de la vida en casa o en cualquier lugar donde sabía que no podía andar jugando de estirado sin arriesgarme a joderlo todo.

    —De entre los mismísimos muertos —respondí por fin, no me di cuenta, pero había suavizado bastante el tono—. Lo siento, me arrastraron a Okuwa en la Golden Week, el enemigo público de la comunicación o algo. Luego se me derritió el cerebro de forma bastante literal, se me olvidó por completo y me acordé ayer como a medianoche.

    A la pobre desgraciada la bombardeé de un segundo al otro, ni siquiera le de tiempo de procesar nada o eso sentí, y estiré la caja de bento en su dirección. La notita asomaba por una esquina de la tela que lo envolvía manteniendo todo en su lugar y pasé saliva porque de repente sentí que me iba a ahogar, ni idea. Bien podía haberle dicho todo eso por mensaje en la mañana, pero se sabía que era un exagerado de mierda y tal.

    —¿Almuerzas conmigo? —pregunté y lancé la mirada a algún punto del suelo junto a sus pies un instante—. Donde tú quieras y si no quieres también está bien, no pasa nada.

    ¿Qué era? ¿Qué mierda era lo que me tenía comportándome como un crío de catorce años con la chica que le gustaba? De nuevo, tardé mucho en darme cuenta, pero asumí que era que realmente no había podido hablar demasiado con ella además de la mañana siguiente al receso que había pasado con Dunn, donde al parecer el idiota la había medio enderezado. No le había preguntado cómo se sentía ni le había dicho que estaba preocupado por ella, me lo había tragado todo para recibirla y luego había venido a resbalarme en una tontería.


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    Ayeah

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    Siguió a aquella alumna en silencio con una sonrisa de emoción. Por fin volvía a la escuela y, en esta ocasión, la dejaban ir sola.
    Llevaba mucho tiempo esperando aquello y no quería perder detalle.
    Observaba atentamente el rostro de Maria, temerosa de perderse sus explicaciones si miraba a otra parte, y memorizó todo cuanto dijo para volver más tarde, cuando estuviera sola, y recrearse en la investigación de cada zona. No fuera a ser que la tomaran por una maleducada al perderse algo y no responder por no estar mirando.
    Cuando ella preguntó por sus intereses, Ai sonrió esperanzada.
    Me... Me gusta el teatro.— Dijo en voz baja, sin atreverse a dejar que sus ilusiones llegaran muy lejos.— ¿Tú estas en algún club?

    Nekita madarauchiha nos subi al 2° >\\\<
     
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    Nekita

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    [​IMG]

    No pudo evitar sonreír cuando escuchó el interés de la chica, al recordar que en efecto había un club que podía servirle —El teatro es muy bello, seguro eres muy buena Yuukimura-chan —Dijo mirándola mientras caminaban nuevamente hacia la mitad del pasillo con mucha tranquilidad, ella en cambio no creía que fuera muy capaz de hacer sus propios intereses por la agenda que tenía que cumplir en casa —, y de hecho estás de suerte, cuando vayamos a planta baja verás donde esta el salón de actos, allí está el club.

    Al terminar de hablar volvió a señalar con su índice la primera puerta.

    —Allí esta el consejo estudiantil, pero...creo que todavía no se elige un presidente y viceprecidenta, ¿quizás si? Lamentablemente no...no estoy muy segura lo siento —Para que se viera todavía mas sincero hasta inclinó ligeramente su cabeza y con un tono ligeramente mas nervioso por no tener ese dato —, luego la sala de profesores por si algún dia tienen algún problema y finalmente la sala de multimedia, ese también es uno de los clubs que se ofrecen.
     
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    Ayeah

    Ayeah Shinobi

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    Leyó en los labios de María las palabras de ánimo y se sonrojó notablemente.
    La verdad es que nunca lo he intentado.— Respondió. Esperaba que el club le ayudara con su timidez pero no creía que fuera a conseguir entrar dada su discapacidad... No podía recibir las órdenes del director de escena si no lo miraba a los labios así que era consciente de que nadie querría salvar esa dificultad añadida en sus obras.
    De todos modos, sonrió a la compañera que tenía delante y asintió con suavidad.
    Quizá... Quizá sea hora de que lo haga.— Sus ojos brillaron por un momento con emoción aunque tras unos segundos su sonrisa se relajó. — O tal vez puedas recomendarme un club más adecuado.
     
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    Amane

    Amane Equipo administrativo Comentarista destacado

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    Noté al vuelo la satisfacción que le cayó encima una vez le dediqué la sonrisa, antes siquiera de llegar a aceptar verbalmente. Eh, suponía que se me veía en la cara, ¿no? Que era todo un caballero y que no podía dejarla sin mi ayuda~

    Sea como fuere, la chica se separó de la pared después de mi reverencia improvisada y no tardé nada en seguirla, colocándome a un lado mientras íbamos caminando por el pasillo. Asentí con la cabeza cuando me dijo su nombre, y seguí sus movimientos de ir mirando dentro de las aulas cada vez que pasábamos cerca de una, hasta que escuché cómo volvía a hablarme y alcé las cejas, claramente sorprendido por lo que había dicho.

    —Ah, y yo que pensaba que mi japonés era ya casi perfecto... —solté, con un tono de decepción claramente impostado mientras negaba con la cabeza, para después soltar una risa ligera—. Me has pillado, soy de Gales. ¿Acaso eres de por esa zona, Morgan~? —cuestioné, aprovechando el momento para saborear su nombre ahora que había podido pronunciarlo.

    No pareció que el chico en cuestión estuviese en ninguna de las aulas o salas de la tercera planta, así que bajamos las escaleras hasta alcanzar el pasillo de segundo. Fue de camino hacia el mismo, de hecho, que volví a hablar hacia ella.

    >>El chico este... ¿es tu novio o un amigo? No pretendo meterme donde me llaman, no me malentiendas, pero si es conocido tuyo... ¿se te ocurre algún sitio donde prefiera pasar su tiempo? Eso acortaría la búsqueda~

    Porque, si me preguntaban, en un 99% de las situaciones podría acertar diciendo que Kashya estaba en alguna biblioteca, por ejemplo.
     
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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    El muchacho me siguió sin más, cosa que había anticipado y no necesariamente por un motivo particular. Las probabilidades de que hubiera ocurrido otra cosa eran muy bajas, y si por lo general la gente tendía a considerar esas posibilidades no se debía a su chance de aparición. Sólo eran cortesías innecesarias y, por lo tanto, molestas. Aburridas.

    Bajo ese principio me movía la mayor parte del día, suponía, además de no esperar nunca una mierda de nadie. Curioso, ni siquiera recordaba algún trauma severo que me hubiera empujado a perder la fe en la humanidad ni nada parecido. ¿La época conflictiva de mis padres, quizá? Bah, qué más daba. Eran aguas pasadas.

    Así no le estuviera prestando particular atención ni lo demostrara, lo cierto era que me ponía contenta haber dado con alguien para pasar el rato. Me aburría con facilidad y, bueno, conocer personas era un modo de matar el tiempo. Noté de reojo que él también revisaba el interior de las aulas y me sonreí, caminando con pasos livianos.

    Puntos extra si hablábamos de gente guapa~

    Su decepción era casi teatral, le dediqué mi atención de soslayo y asentí brevemente ante la información, repitiendo el movimiento ante su pregunta.

    —Escocia, hacia el Norte. Ya sabes, las Tierras Altas. Papá casi habla más gaélico que inglés. —Le dediqué una sonrisa suave—. A pleasure, lad.

    Medio decidí repetir el proceso en el pasillo de segundo, tratándose de Ko y sabiendo que tenía un par de amigas ahí. ¿A qué aulas iban? Ni jodida idea, así que las repasé todas. Tampoco. Solté un suspiro liviano, repasando mi cabello en un gesto mecánico, y atendí a la voz de Kenneth al mismo tiempo que hundía las uñas en su caída y lo dejaba ir. No pude evitar ladear apenas la cabeza, divertida, y murmuré un sonido pensativo antes de responder. No había dudas en la cuestión, claro estaba, sólo lo hice por la pura gracia.

    El tono de sus ojos era, en cierta forma, similar al mío, pero lucían más limpios.

    —Amigo —resolví en un murmullo, reanudando la marcha sin más—. Y ahora que lo dices... quizás esté en el invernadero. Le gustan mucho las flores. ¿Qué hay de ti, lad?

    Me detuve apenas un momento antes de tomar las escaleras, busqué sus ojos y le sonreí, si se quiere, con una cuota de honestidad.

    —¿Tienes una flor favorita?

    YES I JUST DID IT
     
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    Nekita

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    —La victoria es una victoria sin importar la forma... así que supongo que esa es la forma en la que la tuya se te aparece en el día a día. —Y probablemente iba mutando constantemente dependiendo de lo que viviera o encontrara, pero en su imaginación seguiría siendo una especie de victoria. —Que el mundo adecue todo para que mi alteza tenga su deseo~ —Alzó su lata de café frio al aire como si estuviera haciendo un brindis a lo que fuera que estuviera en el cielo, como si eso fuera a hacer que se fuera a cumplir aquel deseo de Anna.

    Continuaron su andar hasta las escaleras del segundo piso con Dante todavía pensando en lo que consideraba el misterio de las coronas de flores y dónde pudo haberlas escondido en el festival o si alguien más estaba implicado en esa sorpresa que ella había planeado.

    —¿Sí? —Por si acaso solo redujo la velocidad de sus pasos un poco en caso de que llegara a ser algo de mucha importancia, pero cuando la escuchó no pudo evitar regresarle aquel breve apretón cariñoso con una sonrisa enternecida —Gracias a ti por invitarme, realmente lo pasé bien y aunque no pude acompañarte como deseaba, cualquier cosa que hubiera pasado no habría sido y no será, por haberte acompañado.

    —Es...—Suspiró, negando con suavidad su cabeza al rechazar su propia idea de lo que iba a decir, reformular todo—, son cosas complicadas, ¿recuerdas nuestra conversación sobre el plot twist de If I killed someone for you? Digamos que tenía que ir a cumplir mi papel aunque fuera en una hora completamente inconveniente. No te preocupes por causarme problemas...
     
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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    —Dante Miles, ¿estás diciéndome que no perder la cabeza porque la llevo pegada al cuello es una victoria? —Se suponía que fuera un reclamo, pero apenas decirlo me di cuenta que formulado así sonaba, de hecho, a una victoria, y sólo pude reírme—. ¡Dios! ¿Ves? Te dije que estoy tonta, ¡y te prohíbo llevarme la contraria! ¡Prohibidísimo!

    Su brindis al cielo me hizo gracia, también me pareció lindo y lo imité, bebiendo de la soda después. Luego sentí que no llegué a comprender lo que quería decirme, aunque me enfoqué en el resto, recordé el dichoso plot twist de la canción y, aunque no abrí la boca, lo miré. No quería meterme, no iba a hacerlo, pero quise decírselo. Quise repetirle diez, cien, mil veces que no debería haber ningún papel que cumplir, que todo debería ser tan falso como nuestra estupidez de damas y caballeros. Sin embargo, pese a eso, podía entenderlo, ¿no?

    —Las casas de muñecas —murmuré un poco al aire, recordando las cenas en casa con mamá y Kakeru—, son muy bonitas, ¿no? De pequeña siempre quise una pero eran muy costosas. Eventualmente olvidé la idea.

    Hasta que, sin darme cuenta, construí una propia.

    Suspiré, removiendo esas ideas de mi cabeza, y me detuve para apoyar la espalda contra los ventanales, frente al umbral de la 2-2. Me desenredé de su brazo para sacar el móvil y empezar a buscar algo.

    —Te perdiste los fuegos artificiales, pero por suerte soy una loca de las redes sociales. —Le envié las fotos y videos que había hecho del espectáculo, cosa de no retenerlo demasiado, y regresé el móvil a mi bolsillo; entrelacé mis manos a la espalda—. Bueno, mi noble caballero, lamentablemente llegó la hora de cumplir con nuestros deberes educativos~
     
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    Insane

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    Bueno, podía decir que en cuanto mencionó que estaba en mi grado las opciones ya aparecieron en mi cabeza, sin embargo no me centré mucho en alguno, si as fin de cuentas con los tipos apenas y hablaba, jodiendo más en el celular al estar en clase que en cualquier otra cosas. El aburrimiento era algo asqueroso, y en mi salón no había mucho material en realidad, si lo único bueno ahí era Tolvaj para no pasarla mal~

    Casi que me echo a reír al escuchar el nombre de con quién se había topada, mirándola en lo que subíamos ya las escaleras del segundo piso, de perfíl como buscando cualquier índice de que estaba bromeando o algo.

    Pero parecía que no~

    —Vaya, así que le hablaste a Alaska de mí —. No era como si fuese a hacerlo quedar de mentiroso, si a fin de cuentas no teníamos una buena relación, más por él que por mí~, pero qué más daba—. Séh, le conozco de vista Cathy, Cathy~

    Al llegar ya al pasillo bostecé, sacando la izquierda del bolsillo para sobarme los ojos.

    —Y hemos llegado, princess~
     
    Última edición: 22 Mayo 2022
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  14.  
    Nekita

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    —¿Alaska? —Preguntó con cierta confusión, asumiendo claro que se trataba de un apodo para Suiren quizás de alguna anécdota o lugar que le gustaba visitar pero, cuando siguió escuchando se dio cuenta que tampoco estaba muy cerca de ser eso—, ¿de dónde surgió ese apodo si apenas lo conoces de vista? —Agregó con cierta curiosidad.

    Subieron las escaleras finalmente y se dirigieron a la puerta que daba a su salón de clases.

    —Parece qué ya llegamos, sí~ —Fue soltando su brazo para poder usarlo más de apoyo y darle un beso en su mejilla antes de alejarse de él —. Muchas gracias por acompañarme, nos veremos luego~
     
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  15.  
    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Su comentario sobre los zumos de naranja se fue por donde vino, honestamente me la traía floja si pretendía molestarme o pillarme alguna reacción porque, bueno, me sentía algo diferente a lo usual y seguía siendo ella de quien hablábamos. Si lo hilaba fino podía hasta considerarse una cuestión de orgullo, pero no le otorgué tanta neurona. Sólo corrió y ya.

    Mi apodo de la realeza había sido una broma, casi irónico, y si hubiera sabido lo que le provocó a la muy salida quizás hasta me reía. ¿De dónde había salido, además? Ni idea, quizá se me había pegado un poco la manía de tanto jugar a eso con Dante.

    Por otro lado, me dio la sensación de que mi pregunta, o más bien el tinte de la misma, la pilló de sorpresa. Bajó la vista a sus zapatos, se tomó un momento y recién entonces me contestó. Lo sentí genuino, honesto, y me di por satisfecha. Su sonrisa, sin embargo, recuperó la chispa divertida casi al segundo y su broma me aflojó una carcajada breve. No cargó burla ni condescendencia, aunque se me ocurrieron un par de respuestas algo sugerentes que acabé por descartar.

    —Bueno, es mi placer~

    Asentí un poco con la cabeza al decir aquello, con cierto aire principesco, y cuando pasó junto a mí en dirección a las escaleras me dio un empujón suave. No se lo devolví como tal, sólo me le puse al corte y seguí bebiendo mi zumito. Rumié un par de segundos para responder su pregunta, ya subiendo.

    —Me gusta hacer ejercicio, kickboxing. Trabajo en un gimnasio. —Sentí un impulso algo extraño y bastante repentino, sonreí con calma y me adelanté unos pasos para girar sobre mis talones suavemente, el cabello acompañó el movimiento y la falda también. Reí apenas—. Me gusta bailar, también.

    Ya suspendí el numerito, volví a andar a su lado y desembocamos en el segundo piso.

    —¿Y a ti? Además de usar mal el uniforme, digo~


    me las traje acá nomás así no se me superpone con los bros, yes uwu
     
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    Insane

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    Vaya, quién diría que la curiosidad también le abordaría a ella.

    —Bueno, solo hay que verlo Cathy —comenté restándole importancia de hacer enfásis en su fisíco, sintiendo el desprendimiento de su brazo en lo que se empinaba. La sonrisa ladina de siempre se me acentuó en toda la cara.

    Se estaba empinando para alcanzar mi mejilla, y bueno, un poco si moví la cabeza para que sus labios me diesen en la mitad de los míos.

    —Vale, princess~

    Me eché a caminar entonces hacia el tercer piso, hoy tenía pinta de ser un día por demás, interesante.
     
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    Amane

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    Anna no me siguió mucho el rollo con la tontería que solté, aunque algo dentro de mí me decía que opciones no le faltaron por responderme. No me pude molestar con ella, sin embargo, porque aunque no lo fuese a admitir nunca en voz alta, su presencia sí que me había ayudado bastante a animarme —así fuese solo un poco y hasta que volviese a estar sola con mis pensamientos—, así que no podía echarle gran cosa en cara.

    Se pensó su respuesta un buen rato, hasta le punto de que ya estábamos subiendo las escaleras para cuando lo hizo, y escuché su respuesta con más atención de la que uno pudiese esperar de mi parte. Lo que me contó me sorprendió y a la vez no; la idea de un tanuki metiendo hostias me hacía bastante gracia, pero lo cierto era que se le notaba en el cuerpo que le gustaba hacer ejercicio, así que acabé por asentir con la cabeza cuando lo dijo, convencida.

    Después se adelantó un par de escalones de manera liviana, dándose la vuelta para mirarme desde ahí, y yo me paré en seco antes de pretender alcanzarla, siguiendo el movimiento de su falda y cabello sin ninguna intención en particular. Ladeé ligeramente la cabeza cuando añadió lo del baile, ensanchando apenas la sonrisa con la idea, y retomé el camino inmediatamente después, quedándonos de nuevo a la misma altura.

    It suits you, hon~ —comenté, pues porque sí, y le eché un vistazo de reojo mientras le daba un nuevo sorbo a mi bebida—. ¿Me bailarías algún día~? —añadí, con la sonrisa socarrona de siempre, aunque en realidad me imaginaba perfectamente su respuesta negativa.

    La tontería me recordó un montón de cosas, la verdad, pero al menos podía seguir presumiendo de mi capacidad de disimulo y lo rápido que deseché aquellas ideas para que no se me notase demasiado. Solté una carcajada ligera ante su comentario y me encogí de hombros, aprovechando que habíamos llegado ya al segundo piso para tirar el envase de mi zumo y apoyarme de nuevo en la pared para responderle.

    >>Curiosamente, también me gusta pegarle a cosas inanimadas... a veces hago boxeo. Cuando no acabo demasiado cansada de otras actividades nocturnas, that is~ —le guiñé el ojo al decir aquello último, aunque inmediatamente después solté el aire en una risa floja—. Mira tú, si hasta nos vamos a parecer y todo, qué cosa curiosa~

    En lo que terminaba de hablar, deslicé la vista a lo largo del pasillo, dando de lleno con la escena de la niña castaña dándole un beso en la mejilla a Zeldryck. Me hizo un montón de gracia, a quién iba a engañar, y tuve que hacer un esfuerzo enorme por largar la carcajada sonora ahí mismo. Dios, ¿Zeldryck acompañando a una niña pija de segundo para recibir un mísero beso en la mejilla? Es que era para partirse.

    Sea como fuere, lo seguí apenas con la mirada en lo que se dirigía hacia el piso de arriba y volví a centrarme en Anna después, porque la verdad es que en esos momento me era bastante indiferente.

    >>Bueno, ¿sabes llegar solita desde aquí o crees que te vas a perder? No me gustaría que le pasase nada a la niña bonita que me invitó a un zumo~
     
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  18.  
    Gigi Blanche

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    ¿Que si la estaba llamando mentirosa? Bueno, a ver, esa era una palabra muy fea, ¿no? Pero si era por defenderme a mí y a mis intentos por hacer la tarea... Me encogí de hombros, como diciéndole "tus palabras, no las mías", y simplemente me reí cuando argumentó que se trataba de mera intuición. Ya ahí no iba a meterme, que la intuición femenina existía y a veces me asustaba.

    Tras ofrecerle mi brazo, ella se acomodó sin problema e incluso sentí cómo se enredaba en torno a él. No me molestó en absoluto, por supuesto, y me desinflé los pulmones sin calma en lo que comenzábamos a caminar. Tenía que dar bastante gracia desde afuera, diría, vernos tan... caballerosos.

    —¿En serio? —Alcé las cejas, volteando a verla un instante antes de enfocarme en las escaleras—. Bueno, la verdad que no, pero lo tomaré como un cumplido. Tú te ves bien como princesa, por cierto. Del norte, quizá, una princesa vikinga o así.

    Sonreí con mi propia tontería. Pese a pegarle físicamente, igual las series de esa época eran demasiado crueles o violentas para imaginar ahí a alguien como Jez. Pero bueno, ya me estaba yendo por las ramas, ¿no? Eché un vistazo alrededor mientras aún subíamos, relajado, y volví a mirarla.

    —¿Qué tal están las demás chicas del club? Hace mucho no hablo con Blee.
     
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  19.  
    Amane

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    Giré la cabeza para mirarla cuando empezó a hablar de mi nombre, asintiendo un poco ante los diminutivos y escuchándola con atención mientras me explicaba los significados de mi nombre. De lo primero no tenía mucho que decir, al fin y al cabo estaba acostumbrada a toda clase de apodos y podía decirme como mejor le viniese, y de lo segundo... bueno, ¿qué más podía decir? Alguna vez había buscado el significado de mi nombre, por supuesto, pero no era algo a lo que le diese mayor importancia así que no fueron datos con los que me quedé demasiado grabados.

    —A-ah... —murmuré, claramente sorprendida por su comentario final, y la sangre tardó aproximadamente medio segundo en subirme a las mejillas—. B-bueno, no diría exactamente eso... p-pero gracias, ¡eres muy amable!

    A su presentación no añadí nada más, solo un leve asentimiento de cabeza con el que no fui capaz de levantar la mirada para dar con la suya de nuevo. Dudaba que fuese a llamarla solo Adara, y mucho menos después de mi mini-trauma con Kohaku a principio de curso, pero suponía que estaba bien saber que era alguien a quien no le importase demasiado lo de los honoríficos.

    No tenía idea de que existiesen personas que fuesen a clases un día y luego tuviesen que desaparecer un tiempo tan extendido, nunca me había cruzado con alguien así, pero me pareció que tenía que ser bastante problemático de ser el caso. ¿No podría pedir una especie de excedencia para hacer clases online, si ese era el caso? O quizás le fuese mejor siendo educada en casa. Claro que no iría a decirle nada de eso, si la conocía de hacía diez minutos y no era nadie para opinar.

    >>Yo llevo estudiando aquí desde el año pasado —contesté, recuperando la sonrisa liviana—. Todo primero, ahora segundo... y seguramente acabe tercero aquí también. Soy una persona de costumbres~

    Mientras soltaba aquella broma, me di cuenta de que alcanzamos el segundo piso, y al mirar al hora en el reloj de pared, también me di cuenta de que nos habíamos entretenido más de la cuenta. Abrí un poco los ojos por la sorpresa e, inmediatamente después, me giré hacia la chica con una clara expresión de disculpa.

    >>¡Perdona! Ya casi va a tocar la campana, así que debería quedarme aquí. ¡Pero te prometo que no tiene perdida! En cuanto llegues arriba verás que las clases tienen cartelitos, así que vas a poder encontrar la tuya rápidamente. ¡Ha sido un placer! ¡Nos vemos, senpai!

    Y así, me despedí de ella con la mano mientras me alejaba, girándome a medio camino para dirigirme hacia mi aula.

    no me va a dar tiempo a postear nada más so por aquí dejo a la niña <3
     
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  20.  
    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido seventeen k. gakkouer

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    Para ser una chiquilla de facciones tan finas y toda la mierda tenía bastante mala hostia, ¿no? Para la gracia que entrara en Gothic-Punk-Rock mode como Akaisa o algo, ni idea. A ver, no que me fuese a molestar en decirle una cosa de esas a Ms. Simpatía, pero todos éramos libres de pensar lo que nos diera la gana que yo supiera.

    No me molesté siquiera en reparar en que se había puesto uno de los audífonos, el mundo era libre y pues importaba tres mierdas en resumidas cuentas, así que hiciera lo que quisiera.

    Por otro lado, la señorita sarcasmo no parecía entenderlo muy bien venido desde fuera.

    La vi arquear la ceja y me pregunté qué tan literal podía tomarse una expresión esta cría, pero no me detuve siquiera a prestar más atención en el gesto. Noté también que se interesó en el club de fotografía, lo que tenía su gracia por más de un motivo, pero ya dejaría que los averiguara ella misma si hacía falta.

    Había que dejar sorpresas.

    Mientras bajaba por las escaleras en dirección al segundo piso su voz me alcanzó, la cabrona me llamó diosa de la discordia y reí por lo bajo. La mariposita había llegado a llamarme Discordia directamente, posiblemente Sonnen y su archivo también y quién sabe cuántos más. La cosa había desarrollado cierto encanto con el tiempo, aunque lo había tenido siempre.

    Porque mi madre me había condenado desde el día en que me dio ese nombre.

    O se había condenado a sí misma.

    —Correcto —respondí como si nada—. Quedan algunos de los espacios exteriores de la escuela luego de eso. Piscina, patio norte, dojo...

    En cualquier caso habíamos alcanzando ya el segundo piso, así que volví a detenerme para quedar más o menos a mitad del pasillo.

    —Aquí tienes la sala de profesores, también la del consejo estudiantil que creo está inactivo o algo por ahora. —Crucé los brazos bajo el pecho, señalando una última sala además de los salones de clase—. La sala multimedia pertenece al club de radio, una bola de raros en su gran mayoría.
     
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