Mantuve una sonrisa serena en mi rostro mientras oía y observaba a Horiazana expresarse. Parecía ser un muchacho alegre y brioso, de esos que hacían amigos con mucha facilidad y no solían detenerse a reflexionar demasiado. La forma en que pronunció mi apellido me arrojó la primera pista, sí, de que sería extranjero, y alcé brevemente las cejas al recibir su pedido. Se veía algo avergonzado y estiré mis labios sólo un poco más, pestañeando sin prisa. —Horiazana-kun —pronuncié, haciendo particular énfasis pero sin perder la cordialidad—, no me molesta la forma en que pronuncies mi apellido, así que no te preocupes por ello. Quizá mi nombre confundiera, pero lo cierto era que había nacido y crecido en Japón, en Kyoto, bajo el techo de una casa tradicional. Mi familia le concedía excesiva importancia a la cultura neerlandesa, sí, en especial el abuelo, pero personalmente siempre me había sentido más atraída por las costumbres locales y ya había renunciado a obedecer sin reclamar. Hacía lo que me venía en gana, como ellos habían hecho conmigo desde niña. El muchacho, entre tanto, aceptó la idea del tour y estuve por ponerme en movimiento cuando Rachel apareció dentro del aula y llamó la atención de todos. Oh, la reunión debía estar a punto de comenzar. Me giré hacia Vite, ya de pie, y el movimiento meció mi cabello castaño con parsimonia. Bajé la vista hasta topar con sus ojos verdes y le sonreí. Ya estaba acostumbrada a ser más alta que el resto, la verdad, de modo que no le concedí gran importancia. —Mejor esperemos unos minutos, me da mucha curiosidad esta convocatoria tan misteriosa. No te molesta, ¿verdad, Horiazana-kun? Y aunque así fuera, probablemente no cambiaría de parecer. Redirigí mi atención, entonces, hacia Rachel y Shirai-kun. Ambos transmitían una energía muy liviana y llevadera que ciertamente me atraía, aunque no hubiera tenido oportunidad de dialogar con ellos a pesar de resultarme tan, tan curioso el cabello del muchacho. ¿Los eventos no estaban pensados para nosotros? Bueno, normal. Si quienes los organizaban eran muchachos de tercero resultaba por demás lógico que no fueran a abarcar los intereses de... niños como nosotros. De cualquier forma no estaba ni mínimamente atraída por sus nociones de diversión, es decir, las nociones de los adolescentes en general, así que tan mal encaminados no iban. El razonamiento de Rachel supo captar mi atención y, como me ocurría siempre que algo me interesaba, me dejé absorber por completo. El mundo se redujo a ella, sus palabras, el color de su voz. Sus movimientos, variaciones y reacciones. La observé y analicé incluso sin pretenderlo, archivé sus matices en algún costado profundo de mi cerebro, y cuando finalmente soltó su idea, un relámpago de absoluta ilusión atravesó mi semblante siempre sereno. ¿Scouts? ¿Acampar de noche? ¡Sonaba tan emocionante! La intervención de Watanabe-san me obligó a redirigir mi atención y repetí el procedimiento que había utilizado con Rachel. Suponía que sus dudas y obstáculos eran por demás comprensibles para una niña de quince años, aunque no compartiera. Daba igual, sabía que era un alma atípica. Un adulto encerrado en el cascarón de una cría, quizá. Todo el asunto tuvo éxito en mermar la emoción de Rachel y seguí atendiendo a sus intercambios con Shirai-kun, ya que no consideraba educado interrumpir. Al final, cuando el muchacho cedió, asentí junto a una sonrisa elegante y me adelanté hasta desprenderme de los oyentes para captar su atención. —Acepto —pronuncié con la seguridad y calma usual, sonriéndole a Rachel al conectar con el azul de sus ojos—. Suena por demás emocionante, Gardner-san. Entonces giré mi torso hacia los demás, mi cabello ejecutando un amplio vaivén, y recorrí sus rostros lentamente. —Muy bien, ¿qué tal si levantan la mano quienes estén interesados? Contenido oculto roleo a la pendeja con música clásica de fondo? roleo a la pendeja con música clásica de fondo
Vite Horiazana La miré con cierta curiosidad apenas soltó sus primeras palabras, ¡vaya, así que prefería que la llamara por su apellido antes que enfadarse por pronunciarlo mal! Le brindé una amplía sonrisa mostrando mis blanquecinos dientes, ojos cerrados como de costumbre, cada vez que sonreía amplio—. Je, ¡entendido Byrne-san! A todo esto, mi acento debería ser raro, ¿no? ¡Venir de Kochi, y aparte tener la familia que tenía! Vaya mezcla de hablas y acentos; no había nada que hacer al respecto, más que disfrutarlo siempre que se pudiera. Volví a mostrarme sorprendido, esa sorpresa apacible que reducía mis energías al mínimo, en cuanto mencionó sobre quedarse y ver. Volteé por sobre mi hombro, notando como la rubia que había entrado antes estaba involucrada con el chico de cabello bicolor y... Nagi. Tan solo entorné la mirada, con la seriedad que no reflejaba nada en especial, pero cuando me volteé a Byrne-san ya me encontraba sonriendo risueño otra vez. —Me parece bien —exclamé sin alzar la voz, alegre, y me senté sobre mi mesa; dándole espacio a la castaña para que fuera capaz de ver con facilidad lo que se cocía por allá. Yo también me quedé mirando, con una sonrisa tranquila al inicio, que pasó a seriedad mientras la rubia informaba sobre las relaciones entre los de primero y los demás cursos. Entonces, llegó a su conclusión; scout. >>Ah, eso suena genial —musité más que nada por ser de los que pensaban en voz alta, y volteé a ver risueño a mi compañera, para decirle lo emocionante que sonaba eso pero... otra vez mi cara de sorpresa, esfumando mi propia sonrisa; aunque de todas formas no demoré en obtener otra, esta vez amplia, casi comprensiva y reflejando cierta ternura sobria. Con aquel sentimiento, me dirigí a ver a... Vaya, Watanabe Nagi estaba opinando. Escuché todo su discurso reflejando en mi propia expresión su mirar serio. Sonaba tan... agh, tan preocupada. ¿Era tonta? Osea, estaba bien preocuparse y tal, la cosa es que no... no congeniaba con ella. Para nada, en este caso no. Aparte, pobre Gardner-san, ¿era siquiera de toda la negatividad que le transmitió? Y me hubiera quedado con indiferencia hacia la tipa, pero... pude ver la expresión de Nagi cuando tomó su teléfono; esa capacidad de estar estático, escuchando el sonido de algo, no poder reaccionar... no era normal. Fruncí mi ceño con una seriedad calma, sin perderla de vista; no demoró en excusarse y salir apresurada de su sala; yo la seguí como pude con la mirada hasta que desapareció por la puerta... ¿Qué... diablos? Di un pesado suspiro, despeinándome el flequillo con algo de rudeza, frustrado. Vamos, no podía enojarme de verdad con nadie, ¿no? Vaya a saber que problemas tenía la tipa, pero su actitud... no era la de alguien precisamente feliz. Me llevé las manos a los bolsillos de mi pantalón, viendo con irrelevancia como Byrne-san se acercaba al grupo con estoicismo; ella también se veía muy madura para su edad, ¿no? Vaya fenómenos estaban hechos los de primero. Ahora me daba curiosidad sí los de 3° y 2° serían igual... bueno; el que se inventó al fiesta estrafalario era. Una amplia sonrisa me cubrió la boca en cuanto escuché la voz de Byrne-san; me desprendí de la mesita de un salto, acercándome a paso calmado al grupo, sin demorar en alzar mi mano bien alto; con una sonrisa que podía pecar de retadora, pero en cuanto las miradas cayeron sobre mí, un velo de alegría risueña me cubrió en cuanto cerré los ojos. —¡Échenme dentro de este barco; estoy dispuesto a todo! Me posicioné al lado de Byrne, con una sonrisa orgullos acompañando mi mirada apacible, erguido correctamente con las manos en los bolsillos; por algún motivo sostenía la mirada de Shirai, tal vez por ser el único chico aparte de mi presente. >>Hasta disputarme mi lugar en la escuela con los profesores—. Desvié la vista; más bien la sostuve con firmeza mirando al frente, el paisaje tras las ventanas, para seguir hablando monocorde—; nadie nos debería echar sí nada malo hacemos—. Y después desvié la vista hacia Rachel, calmo, pero sin perder mis dejes de orgullo y hasta poder. Ladeé tan solo un poco la cabeza, supongo que para parecer amable—; ya sí no retan por invadir propiedad privada... Desvié la vista al pizarrón, siempre con mi sonrisa gatuna, amplia y desafiante en los labios, echando aún más hacia atrás la cabeza. >>Podemos excusarnos con que en el inicio del mundo, nadie gobernaba en ningún lado —musité; para luego, con rapidez, llevarme las manos tras la nuca y sonreír a ojos cerrados; bromista— Jijiji, ¡pero obvio, la idea es pasar sin pena ni gloria!—. Mis orbes verdosos sostuvieron las posas de Gardner-san—; espías, ninjas de la noche, ¿no, líder Gardner?
Ayame Sabaku Para fortuna de la pelirroja el tiempo pasó sin mucha espera, no la suficiente para invitarle a roncar frente al resto de chicos de primero arriesgándose a alguna broma barata de marcadores en su rostro. Entre los presentes pudo notar a la chica castaña, tímida y de muy buenos gustos musicales, al entrar dedicó una sonrisa efímera y pícara al ver como la pobre se senrojaba por cualquiera...de seguro le costaría aportar algo a la reunión misma que aguardaba por la presencia de Gardner para iniciar. Cosa que ocurrió... —¡Oh es genial! Afirmo mientras la chica proponía, en respuesta a la fiesta de los mayores, la formación de un club al más puro estilo de los exploradores, Ayame disfrutaba cosas como explorar, playas para construir monumentos de arena de gran belleza y por supuesto los animales. Ella por un momento espero los vítores de sus compañeros pero quién primero dio su impresión, incluso antes de la misma Ayame fue... Watanabe; Ayame tallo su mirada incrédula ¿Era la misma chica tímida que tropezó en el pasillo con ella? Tan retraída... Ayame observó cómo está con suma seguridad mostró su discrepancia sobre el club de exploradores nocturnos, alegando los riesgos que el mismo suponía. — ¡Oh venga ya!—exclamo rodando la mirada e inflando las mejillas, Ayame no esperaba que Nagi fuese tan aguafiestas, estaba bien preocuparse de hecho la pelirroja temía por su mejor amiga, cabía la posibilidad de que fuese a la tan aclamada fiesta nocturna de máscaras tal vez algún Casanova clave su mirada en ella y procure llevarla algún rincón oscuro con intenciones pecaminosas. "Por favor ten cuidado con lo que ofrezcan, no vayas con cualquiera a lo oscuro y sobre todo...no rompas mucho los huesos del pobre idiota Atte Aya-chan" —bien..esto bastará...—musito al teclear un texto rápido en su móvil táctil a su amiga Aoyama, desconocía si quería participar en la mascarada pero debía prevenirla de cualquier problema que se cruce en su camino, era una chica dura y temía mas por el pellejo de sus pretendientes. Volviendo su atención al grupo muchos aceptaron la idea de formar el club, lo que hizo sonreír a Sabaku sobre todo cuando el chico de orbes verdosas tomo la palabra y con una energía que cautivó su atención, aprobó la idea inclusive si alguien lo impedía...unas palabras muy convincentes. Ninjas de la noche...el chico tocó otra fascinación de la pelirroja. —¡Asi se habla cariño! Como ninjas nos fundiremos en las sombras para no ser echados jajaja—declaro entre aplausos continuos y un gran brillo en su mirada, Ayame esperaba que aquel chico no le incómodase su atrevimiento sino ¿Oh si? >>Solo digan su plan y allí estaré sin falta ¡Vamos que por ser más peques no somos tan débiles!
Vite Horiazana "Así se habla, cariño" Cariño... Cariño. Vite Horiazana sintió como un escalofrío le subía por toda la espalda, un chispazo gélido que pobrocó que la arqueára; como a quién le cuelan un cubo de hielo por el cuello de la camiseta. Sus ojos quedaron oji-platicos y el aire se le contuvo dentro, sintiendo paulatinamente su rostro arder... Vaya... vergüenza más grande; cuando por fin pudo procesar la situación, tras tres segundos de recuperación por esas acertadas palabras, que tan solo dieron en el centro de la diana; Vite pestañeo una, dos... miró de reojo a la chica y tan solo asintió despacio. —Uhm —musitó a labios cerrados cuando llevó acabo la acción, observando a Ayame con esa cara de anonadado tomate, y con la lentitud de una tortuga fue llevando las manos hasta los bolsillos de su pantalón, y se fue encorbándo de a poco; encogiéndose casa vez más en sí mismo con una expresión de pudor a considerar, pero su largo flequillo le cubría el rostro, dejando que tan solo sus labios tensos se vieran a los ojos de la "chica de arena" Tomó con suma delicadeza el borde del cárdigan de Byrne, tironeándola tan solo un poco. >>¿Po-podemos ir ya a... al recorrido y tal? —murmuró casi de manera incomprensible, sí con suerte logró escucharlo la más alta, aún más difícil se le habría hecho siquiera modular una simple oración. Se quedó ahí: cabizbajo, callado y encorvado; con una mano en el bolsillo de su pantalón y la otra aún sosteniendo con timidez, pero firmeza, la prenda de la castaña, aparte de la vista estacada en el suelo... Y esperó, esperó; a que Byrne Ophelia lo sacará de ahí con su calma sinuósa... O mínimo que se lo tragara la tierra. —Ha-yo~ —saludé cantarina a ojos cerrados, manos en los bolsillos de mi sudadera, cuando ya estaba a mínimo unos dos metros del grupito que rodeaba a Rachel; su rubia cabellera era imperdible, al fin y al cabo. Me posicioné entre un chico que parecía un... no sé, una estatuas depresiva, la chica pelirroja y también estaban otras dos castañas... Ah, y al chico de cabellos bicolor... ¿lo había visto antes? Le brindé una sonrisa por cortesía, a ojos cerrados y suave, para que no pensara que me le quedé viendo de más por su rareza de peinado—Kobayashi Masuyo —abrí los ojos y observé a todos en un silencio apacible, con una sonrisa amplia y animada, terminé por enfocar la mirada en el chico a mi izquierda; a ese que se aferraba sutilmente a la castaña más alta con su manita y... Dioses, su cara, que risa; me veía todo abochornado y encorvado, en un prejuicioso silencio que solo me hizo sonreírle con una mezcla de ternura, pero más que nada sorna. El infló los mofletes y desvió la vista con rapidez, enfurruñado. Ahí enarqué una ceja incrédula, brindándole una mirada de reojo a Rachel, sin perder mi sonrisa ladina; "¿Qué diablos le pasa?" Esperaba que entendiera mi mensaje. —Te... te espero afuera, Byrne. Tomate tu tiempo —murmuró él demasiado despacio, de seguro muchos ni lo escucharon por el ruido ambiente. Lo miré algo sorprendida, pero por dentro me estaba haciendo un montón de gracia la situación. El tipo se llevó las manos a ambos bolsillos, dio media vuelta y se marchó, encorvado y huraño. Tras pocos segundos de ver cómo caminaba, volteé con rapidez hacia Gardner. —Rachel-chan, ¿quién era él? —busqué información, aún con una ceja arqueada, mis labios algo sonrientes, y una expresión de incomprensión irrisoria, mi voz sonaba algo agraciada por el asunto. Sacudí luego la cabeza, tan solo dos veces, para despejarme o qué sé yo; una nueva sonrisa amplia a todos, para luego sostener la de Rachel, de manera apacible. >>¿Alguien me informa de lo ocurrido? Contenido oculto Explicación: Vite sufrió lo que se llama "No estar acostumbrado a que niñas me halaguen", así que decidió irse a esperar a Byrne fuera del aula. No está enojado, solo noqueado cerebralmente (?) Le chamuscaron las neuronas, corte circuito, fin
Dicho y hecho, Rachel no tardó mucho más en aparecer por la puerta y, con ello, llamar nuestra atención. ¡Todos estábamos bastante curiosos, ¿verdad?! Hasta vi a aquella chica taaaan alta y madura acercarse a la reunión, ¡imagina! Escuché a la rubia con una atención impropia y mi rostro no tardó en iluminarse cuando por fin se dignó a revelar de que se trataba todo el asunto. ¡Un Club de Scouts! Aquello sonaba tan... ¡prometedor! Podríamos hacer un montón de cosas, ¡y a papá le encantaría saber que salgo de casa con amigos y tal! Seguramente se preocuparía también, pero qué remedio. Mamá también estaría contenta si supiese todo aquello. Según las historias de papá, ella era toda una aventurera; le gustaba vivir cada día al máximo porque nunca sabía cuando iba a ser el último. Las reacciones de los demás fueron, en general, lo que esperaba... a excepción de una. Nagi soltó un discurso que me hizo fruncir el ceño e inflar las mejillas mientras la escuchaba, completamente contrariada. Bu, qué aburrida~ Además, pobrecita Rachel, que había venido con tanta ilusión a decirnos su idea... ¿qué necesidad había de soltarle todo eso delante de todos? Estaba claro que se iba a desanimar. Y puede que la conociese de poco, pero siendo que la había conocido encerrada en el baño llorando... la verdad es que no quería que se volviese a repetir aquella imagen. Su sonrisa era demasiado linda. Bah, ella se lo perdería. ¡Si hasta la chica alta y madura aceptó! ¡Y Yule! Estaba claro que no iba a ser un completo desastre y... venga ya, nosotros también teníamos derecho a divertirnos como los mayores, ¿no? Y si se daban cuenta que no éramos unos niños pequeños, estaba bien, pero si no... ¡pues nos seguiríamos divirtiendo a nuestra manera! —¡Yo me anoto, Rachel-chan! —exclamé, levantando el brazo con emoción para llamar la atención—. Siento que nos lo vamos a pasar super bien y sabemos cuidarnos, ¿verdad? Ya no tenemos tres años, después de todo~
Contenido oculto Estaba haciendo el post y me salió esto de repente y me dio todo el mood memeo, yo lo dejo por aquí. Mis ojos se abrieron al escuchar la voz de Ophelia integrarse en el grupo y me giré hacia ella, pasando de la sorpresa a la emoción en cuestión de segundos. ¡A ella también le agradó la idea, no me lo podía creer! El chico nuevo de la clase siguió sus pasos, tiñéndome las mejillas ligeramente al verme como una especie de líder, y a él se le sumaron Sabaku-chan y Satoko. Repasé sus rostros, sus sonrisas entusiasmadas y el breve intercambio entre los chicos, y una sensación de calidez me recorrió de lado a lado. Se me escapó una risa cristalina del pecho, genuina. De repente me sentía tan feliz. Al buscar a Shirai con la mirada lo encontré reparando en mí, con una ligera sonrisa en los labios. Le devolví el gesto, ensanchando la mía antes de volverme hacia la recién llegada. —¡Haremos un club de Scouts, Kobayashi-chan! —le informé, tan emocionada que apenas reparé en la combustión espontánea que había sufrido el otro chico—. Y estás más que invitada a unirte a nosotros. ¡Los chicos aceptaron! —Lo cierto es que es un alivio, sí —agregó Yule, manos en los bolsillos de su pantalón—. Pero aún no podemos cantar victoria, Gardner-san. Nos queda algo de suma importancia en el tintero si queremos hacer ese... rito de iniciación, como le dices. Me llevé una mano al mentón, reflexiva. —Es cierto, cómo se me pudo haber olvidado ese... Hm... Eso que... Verme buscar ayuda con la mirada entre los integrantes de la reunión pareció arrancarle una suerte de sonrisa. —La llave. Sin ella podemos despedirnos de entrar en la academia fuera del horario lectivo. La realización le añadió cierto peso extra a mis hombros, pero supe recomponerme casi de inmediato. Habíamos llegado hasta allí, habían aceptado mi plan, que era mucho más de lo que esperaba. No iba a achantarme ahora. Me adelanté hacia la pizarra, tomé una tiza y empecé a dibujar una suerte de plano del pasillo del tercer piso, de la zona donde se encontraba el despacho de la directora incluso, con ayuda de las indicaciones de Yule y de los chicos según se iban acordando. No llevábamos mucho tiempo allí, pero por suerte algunos parecíamos habernos fijado. —Bien, esas serían las posibles salidas y entradas del pasillo. Hay escaleras a ambos lados en caso de necesitar cubrir la zona. Dicen que normalmente el despacho está cerrado con llave, así que necesitaríamos varias cosas —Comencé a gopear suavemente la pizarra con la tiza, reordenando las ideas en mi cabeza—. Conocer el horario de la directora, conseguir que algún conserje nos facilite alguna llave maestra sin levantar sospechas, y adentrarnos en el interior del despacho con éxito. Me volví hacia los chicos, firme. Había hecho mi decisión hacía mucho. >>Os dije que me haría responsable de todos los cargos, así que yo me internaré en la oficina. No tenemos fecha aún, pero necesitaré algo de ayuda para el resto de cosas... Yule soltó un suspiro, masajeándose el puente de la nariz con suavidad. No parecía ser un chico que se dedicase a romper normas por amor al arte, pero estaba haciendo un esfuerzo por amoldarse, y se lo agradecía infinitamente. —Intentaré hacerme con algunos planos de la academia y pensaré la ruta y los puntos ciegos. Hay muchas cámaras rondando la academia, me temo —puntualizó de nuevo, alzando la mirada un tanto dubitativo—. No es que no me guste tu dibujo, pero ya sabes... No podemos permitirnos fallos. No ahora. Negué con la cabeza, restándole importancia al asunto, y seguí dibujando en la pizarra con cierto aire distraído. Teníamos que organizarnos bien si queríamos conseguir hacerlo... Pero confiaba en que saldríamos ganando de esta. Estaba segura de ello.
Contenido oculto: La tierra del sol naciente I'm go to with the music of the original rol (?) La miré con clara sorpresa en cuanto dijo que sería de scout, hasta había utilizado el termino y todo... Me la quedé mirando apacible; con nada más que falta de alguna esencia, porque no tenía nada que sentir al respecto. Observé en silencio los movimientos de todos, y solo volví a mis sonrisas cuando presencié el intercambio entre la rubia y el azabache; sonreí mirando en dirección a ellos, con clara ternura en mis ceja arqueadas y amplia tensión a labios cerrados. Luego solté una ligera risa al ver el entusiasmo de Rachel, solo moviéndome en cuanto pasó por mi lado en dirección a la pizarra. Mi gesto, de todas maneras, no demoró en volverse una seriedad absoluta, aunque claro; a pesar que mi rostro siempre era severo en estas situaciones, estaba lejos de alterada: Analítica, perspicaz, pasando en mi cabeza toda probabilidad, todo desenlace, y cómo escapar de cada mala jugada; invictos, eso teníamos que lograr, independiente el camino o las circunstancias, aquel era el verdadero punto final de nuestra primera... ¿misión? Alcé mi mano, cortes, con una sonrisa de clara incredulidad en mi rostro; consternada. —Querida Rachel, primero que nada —hablé con calma—; acabas de delatarle el plano de tu plan a todos los presentes acá —proseguí, con mi voz ecuánime cada vez más baja, para que solo me escuchara ella en cuanto devolví mi mano al bolsillo de mi sudadera; la miré apacible, comprensiva, pero sobre todo: Estoica, murmurante, pero se me entendía a la perfección de cerca—. Y antes que nada, ¿es siquiera necesario robar una llave? —interrogué aún sonriente y dudosa, ladeando la cabeza. Cerré los ojos, con mi expresión de leve nerviosismo bañándome las facciones—; digo, sí conseguimos un buen par de cajas, esas de madera para acarrear verduras o frutas, o sí conseguimos contenedores plásticos cuadriculados; cualquier tipo de cosa firme y portable—. Erguí la cabeza como correspondía, mirándola con una sonrisa leve y apacible—, podemos saltarnos el muro; una escalera, cuerda firme, y demás detalles. Palmeé con fuerza, cerrando los ojos y acercando mi rostro a mis manos ladeadas, risueña; buscando despistar y desconcertar a cualquier bocón. >>¡Pues bueno, ir al bosque, ver cascadas, necesitamos de todo para ir de acampada, y escalar montañitas y tal!— Tras eso me acerqué a Rachel con suma sutileza, ninguno de mis pocos pasos hicieron ruido; le pasé los brazos por sobre los hombros, con cuidado la acerqué hacia a mí, en un abrazo reconfortante. En la privacidad de ese gesto tan poco común en los japoneses, le susurré; >>Necesitamos una pequeña pizarra, portable, para planificar estas cosas en un lugar como... no sé, los baños al estar desprovistos de cámaras; o el armario de enceres, y fingir ser simple niños jugando a dibujar animalitos—. Solté una risa grave y aterciopelada, murmurante en su oído—; dudo que la directora desee ver las cámaras de ese lugar, de cualquier forma. Luego de eso me alejé risueña, sujetando sus hombros. >>¡Así que sí me compras esas dos cosas para la pijamada, yo feliz, Gardner-san! —mentí, con la genuina inocencia de una niña entusiasmada. Ladeé la cabeza, sonrisa gatuna, amable y... por qué no; la sensualidad innata de los Kawayama, sin faltar la cabeza ladeada imponiendo fragilidad—; te lo pago luego, darling.
Horiazana-kun no tardó en incorporarse al grupo, emocionado por la idea de Rachel, aunque sufrió un cambio abrupto de actitud ante la intervención de la muchacha pelirroja. Sentí el jalón suave en mi uniforme y bajé la vista al contacto antes de repasar su expresión, con la mirada entornada. Pero bueno, ¿qué había tenido el poder para convertirlo en semejante manojo de nervios? ¿Quizás el apelativo cariñoso que utilizaron para referirse a él? Vaya, pobrecillo, no debía estar acostumbrado a dialogar con niñas en condiciones tan... estrechas. Le concedí una sonrisa suave, compasiva, y estaba por responder cuando pareció no ser capaz de seguir lidiando con la situación y se retiró al pasillo. Oh, bueno. Suspiré de manera imperceptible, siguiendo su silueta encorvada, y luego regresé mi atención al intercambio reinante con respecto al club de scouts. Shirai-kun expresó lo que justo estaba pensando, que nos vendría bien conseguir la llave de la Academia aunque... ¿no había posibilidades de que nos concedieran el espacio si lo pedíamos de forma oficial? Ese tipo de escuelas se movían acorde a los intereses de alumnos y padres, después de todo, sin sus generosos benefactores no serían nada. La directora estaba atada de pies y manos, tanto como cualquier pobre infeliz trabajando en esa institución o en cualquier otra que se jactara de ofrecer lujos y pasantías dignas de la clase alta. Todos somos esclavos de alguien. En fin, igual todo el asunto del secretismo y las misiones prohibidas sonaba muy emocionante, ¡como en una película de espías! La idea de Shirai-kun sobre conseguir los planos de la Academia me pareció apropiada y asentí, juntando las manos al frente. —Podría ayudarte, Shirai-kun —ofrecí, con la postura y voz ceremoniosa de siempre—. Este tipo de Academias suelen estar tan orgullosas de sí mismas, no me extrañaría que en la biblioteca tengan una sección entera dedicada a la institución. Quizás encontremos algo. Bleke también podría ayudarnos, siendo miembro del club de lectura, aunque también era muy avispada y estaba postulándose para la presidencia del Consejo, ¿verdad? Quizá no fuera la más astuta de las ideas. La voz de la última niña que se nos unió captó mi atención, entonces, y deslicé mi mirada hacia ella. Bueno, no esperaba que un plan del calibre no tuviera disidentes pero... Permanecí serena, con una sonrisa de ligera, ligerísima burla plasmada en el rostro. Ni siquiera era plenamente consciente de poseerla. ¿Revelar nuestro plan? Pero si todos los allí presentes estábamos, en mayor o menor medida, interesados al respecto. Me giré lentamente hacia la cámara, echándole un vistazo leve. Dudaba, además, que de las grabaciones pudiera inferirse nuestro plan malvado garabateado en la pizarra. Lo de la llave podía ser, no era enteramente necesaria, pero si llevábamos cajones para entrar ¿cómo los entraríamos para luego salir? Como fuera, luego le habló a Rachel en voz baja y respiré por la nariz lentamente. Era una chica algo extraña, ¿verdad? —Gardner-san —la llamé con la firmeza usual, casi como si pretendiera irrumpir en el cauce de su conversación con Kobayashi; como si no lo considerara relevante—. Quizá encontremos la forma de distraer a la directora desde afuera estando ya alguien adentro, así puede recorrer la oficina con libertad. Le concederé más reflexión pero cuenta conmigo para lo que consideres necesario. Incliné suavemente la cabeza hacia ella, a modo de ofrecimiento y también despedida, ya que Horiazana-kun estaba esperándome afuera. Le concedí una sonrisa gentil al grupo y me giré sobre mis talones, retirándome al encuentro del muchacho. Lo encontré en el pasillo, como había dicho, y ladeé apenas la cabeza. Ah, seguía dándome algo de pena. —Lamento la demora, Horiazana-kun —concedí, respetuosa—. ¿Por dónde te gustaría comenzar?
Fue... más que curioso; la calma y templanza de la castaña se me hacía poco habitual. No oculté mi mirada de ella, cuando dijo sus últimas palabras tan solo giré un poco el rostro para mirarla por sobre el hombro, con la seriedad innata de mi persona; una de ojos afilados y gélida aura. Vaya, ni sabía de dónde salía, siendo que mi familia era tan cálida que caía en lo absurdo. Supongo que la oveja negra existe siempre. Tras escucharla con atención volví mi vista al frente, algo cabizbaja y siempre con movimientos tan cautelosos como fluidos. Suspiré casi de manera imperceptible, cerrando los ojos para alzar la vista al cielo, algo alterada sin siquiera saber por qué. Ahhh, claro; socializar. Vaya... problema. Le brindé una sonrisa amplia a Rachel, cordial y amistosa a ojos cerrados, la castaña tampoco demoró en marcharse. —¡Bueno, linda, iré a almorzar! —dije sin más, para alejarme y despedirme con un gesto de mano del grupo en general, todo tras tomar cierta distancia—, ¡cualquier cosa, escríbeme a mi número! Y sin prisas ni mediar ninguna otra palabra con el resto de presentes, manos en los bolsillos salí de aquella aula, sin prisa alguna; con una calma apacible y una leve sonrisa en los labios que ni yo sabía cuanto me duraría. Pasaría a buscar mi bento al salón y... Diablos, creo que Laila tampoco me había respondido. Cuando tuviera tiempo revisaría el teléfono para notar qué podría haber pasado. Seguir pasando el tiempo con Akizuki-san era muy buena opción. Vite Horiazana Contenido oculto: Kokiri Forest Joder, vaya chica, ¿es que a caso nunca había visto a alguien... avergonzarse? Esa manera de mirar tan... jodidamente despectiva. Tal vez yo me estaba haciendo ideas demasiado equivocadas, pero sus leves gestos me fueron más que suficiente para, no sé; recordar a aquellos que se creen en la cima de lo que sea. Me respaldé a las afuera y saqué mi llavero, solo por ser un inquieto que no podía quedarse estático. Empecé a girar el pesado aparato con mi dedo índice y una cara de indiferencia considerable, mirando un punto muerto entre el techo y el horizonte; respaldado tal gamberro, con una mano en el bolsillo y la actitud más apática que un sentimentalista como yo pudiera tener. Solté un suspiro pesado que me abatió el pecho, había que ver, montándome rollos innecesarios de la nada. Volví a clavar mi vista en el punto muerto, ahora con más aburrimiento que indiferencia en mi cara. Empecé a divagar, en demasiadas cosas en realidad; recuerdos, memorias; fantasía, realidad; felicidades, angustia. Terminé entonces, aún mirando el punto muerto, pero ya con ambas manos guardadas en los bolsillos; pues bueno, miré con calma apacible y despierta aquel punto en la nada misma, pensando en... bueno; ¡lo genial que sería viajar por todo Japón! Dioses, solo pensarlo me hizo ampliar la sonrisa, para luego reír risueño. ¿Cómo podría lograrlo? ¡Seguro era un buen inicio para cualquier cosa más grande! Japón, luego China, podría... ¡irme después a la India! Y luego Rusia para contrastar y... y también... ¡Eso sonaba genial! Y sin perder en cuenta a... —¡Oh, Byrne-san, ya has salido! —exclamé al inicio con una leve sorpresa, a penas su silueta se cruzó en mi vista panorámica, aunque no demoré en sonreírle amplio entornando los ojos al punto de que casi los cierro—, ¿disfrutaste del resto de la reunión? —logré mantener algo de sosiego, pero la emoción por la expectación ante lo inminente no se camuflaba con facilidad. Cerré los ojos, mostrándole risueño mi hilera de dientes antes de hablar— ¡Pues por que ahora viene el esperado tour! Me separé de la pared con un movimiento fluido, para posicionarme delante de ella; frente a frente. La miré con rapidez de pie a cabezas, para luego atreverme a tomar sus dos manos; con una delicadeza que a primera vista podría parecer impropia de alguien tan enérgico como yo: Las posicioné entre medio de nosotros, solo aferrándome de sus dedos sin ejercer real presión; mantuve mis ojos cerrados, mostrando la hilera de diente, solo que ahora ladeé un poco la cabeza— ¡Ya he visto el interior de la escuela, así que supongo que me interesaría ver el exterior! —exclamé con suavidad, enérgico, pero manteniendo un tono suave y para nada estridente. Entonces me despojé de mis parpados, mientras bajaba mis manos guiando las suyas, antes de que se tensaran nuestros brazos la solté; guarde mis manos en los bolsillos y, sin quitarle la vista de encima en ningún momento, le sonreí con apacibilidad—. Algún lugar verdoso o divertido me bastaría—. Y volví a sonreírle a ojos cerrados— ¡Claro, y no hay que olvidar la merienda o almuerzo, eso es muy importante también! Contenido oculto Te lo puedes arrastras a dónde desees, Gigi Blanche uwu <3
Escuché con atención los aportes de la amiga de Rachel, Kobayashi, y aunque no los compartía en parte todos teníamos derecho a aportar con nuestra opinión. Me gustaba el ambiente que se había formado en aquella clase, la complicidad inherente y la honestidad en cada una de las respuestas que se daban. La rubia también pareció notarlo, porque aceptó con gusto las sugerencias de la chica y las que llegaron luego con Ophelia. —Sería un placer, Byrne-san —acepté su propuesta con gusto. No la conocía más allá de lo que podía ver en clase pero parecía una chica sumamente madura y recta, parecía moverse un poco por mis mismos espectros y era algo de agradecer—. Podemos echar un vistazo el lunes en el receso, mientras nos ocupamos del proyecto de clase. Rachel hizo un pequeño saludo militar hacia Mao, sonriente, cuando esta se despidió diciendo que iría a almorzar. Quizás era momento de dejarles libre, yo también tenía algo de hambre. —¡De acuerdo, gracias por venir Kobayashi-chan! —Giró sus pasos hacia Ophelia cuando esta captó su atención, y atendió a sus palabras con algo más de la seriedad que requería la situación. Sonaba a un plan, cuanto menos, sensato—. Lo tendré en cuenta, Byrne-chan. Tenemos todo el tiempo del mundo para pensarlo, aún así, y evitar hacer nada precipitado. ¡Me alegra contar contigo! Así, poco a poco los chicos fueron despidiéndose, y la reunión pareció llegar a su fin. Habíamos expuesto el plan principal y amarrado los primeros cabos sueltos, pero aún quedaba mucho trabajo por delante. Me levanté de mi asiento, con mi bento en mano, y miré la hora en el reloj de bolsillo con cierta pena cuando Rachel se acercó a mi lado. —¿Crees que me dará tiempo a almorzar antes de regresar a clases? La chica se inclinó a ver la hora, para terminar enganchando su brazo al mío. Me sobresalté sin poder evitarlo mientras esta comenzaba a llevarme a la salida, sin venir a cuento. —Depende de cuánta comida te quepa a la vez —comentó con una risilla, ignorando el rubor que amenazaba con escalar mis mejillas—. Puedes comer en el pasillo, para que nos de algo el aire. ¡Y yo quiero mi refresco! La rubia se despidió de Satoko y compañía, a quien no alcancé a despedir por la sorpresa de sus acciones, y simplemente boté el aire con resignación antes de seguir sus pasos ya fuera de su agarre, un tanto abrumado. Bueno, no es como si tuviese nada mejor que hacer, ¿no?
Terminé por recorrer la mayoría del trayecto de vuelta a un trote moderado, rápida pero cuidadosa, para que los docentes o cuidadores no me fueran a regañar por exceso de "velocidad" Cuando fui llegando ya a la sala, vi a una peli-negra de ojos ámbar salir, la miré tan extrañada como a Vite a fuera del lugar. Una vez dentro casi chocó con una castaña altísima, sabía que era mi compañera de curso. —¡A-ah, lo siento mucho! —exclamé con mi expresión de leve pánico, retrocediendo dos pasos para que pudiera pasar sin problemas. Fiu, por los pelos, casi tropiezo con ella. Hubiera sido horrible. >>¡Ah, Shirai-kun, Gardner-san! —exclamé apenas los vi, ¡diablos, todos ya se estaban marchando!—. To-toma —le dije cabizbaja al bicolor, entregándole el zumo de manzana de manera aleatoria—. Y este es para ti, Gard-san —musité con menos nerviosismo y más precisión, concentrando mi vista en los juegos y no en ellos; ella recibió el de cereza. Luego llegué hasta donde Satoko y la otra chica, le brindé una sonrisa a la pelirroja, una nerviosa y a mejillas sonrojadas. Le dejé en frente suyo el sumo de naranja, ni idea de por qué. —¿Cuál de los dos quieres, Shichimiya-san? —pregunté brindándole una leve sonrisa, entornándo los ojos con cierta ternura mientras alzaba el sumo de durazno con mi mano izquierda y el restante con la derecha; uno de mora. Contenido oculto Hygge No te me escapas >:0 Kuno Vizard Amane uwu <3
Después de otro par de intervenciones de algunos alumnos, parecía que todo estaba decidido. ¡Qué emoción! Estaba segura de que todo saldría bien y lograríamos llevar nuestro plan a cabo, ¡éramos un montón los que íbamos a ayudar! Y con gente como Yule u Ophelia, que eran como super listos, ¡sería pan comido! Me despedí de casi todos cuando comenzaron a desplegarse hacia otros lugares de la academia, dispuestos a aprovechar el tiempo que nos quedaba para poder almorzar, y por mi parte decidí quedarme en el aula para ello. Perdería tiempo intentando ir a otro sitio y, de todas formas, no me molestaba comer sola ni nada parecido. Me dispuse a levantarme para volver a mi asiento cuando, contra todo pronóstico, una presencia se introdujo dentro del aula en lugar de salir. No le di mayor importancia hasta que la misma apareció en mi campo visual y comprobé que se trataba de Nagi. —¿Hm? Intercalé miradas entre la chica y los zumitos que estaba extendiendo, y después de unos segundos extendí el brazo para señalar con un dedo el zumito de melocotón. ¡Era mi fruta favorita! >>Ese está bien, Watanabe-chan, gracias~
—Ten entonces~ —solté melodiosa, extendiendóle el jugo correspondiente. Luego me senté con una leve y apacible sonrisa, con mis piernas y torso en dirección a Shichimiya-san. Bebí un sorbo algo largo, el de mora no era mi preferido, pero tampoco era que me disgustara. Estaba bien. —Hey, Shichi-san —solté con calma, para luego fruncir mi ceño con extrañeza en cuanto llamé su atención—, ¿vas a ir a la fiesta esa en Chidoya? Desinfle el pecho exhalando por la nariz, algo abatida, masticando la bombilla del jugo sin brusquedad alguna. >>Yo no sé sí ir sola...— Y luego alcé la vista, sonriéndole tan avergonzada como dudosa—, pero supongo que no me vendría mal cambiar de aires.
Me extendió el zumito y lo cogí con una sonrisa, acompañando el movimiento con un ligero "gracias~". Me dediqué a abrirlo y darle un par de sorbos, incluso logré abrir el almuerzo y darle un par de bocados al mismo mientras Nagi se acomodaba, llamaba mi atención y acababa preguntándome lo que tuviese en mente. Inflé las mejillas justo después de tragar la comida que me había llevado a la boca, tomándome un tiempo para sopesar la respuesta y todo. Esta mañana lo había pensado, ¿no? Que seguramente papá me dejaría teniendo en cuenta todo lo sucedido en el fin de semana, que me cumpliría cualquier capricho para que dejase de estar enfadada con él. La verdad es que era injusto y no era capaz de hacerlo. Ni siquiera... ni siquiera estaba enfadada con él de verdad, qué va. Lo quería mucho y estaba feliz de que él lo estuviese. Seguía... asimilándolo, supongo. Sea como fuere, lo cierto es que no me sentía con la necesidad de desaparecerme y no ayudar con la mudanza. Y Rachel tenía razón, era obvio que nos habían invitado porque habían decidido invitar a toda la academia, pero ese ambiente... nope, seríamos el hazmerreír y no me apetecía. Solté el aire en un suspiro y negué levemente con la cabeza, centrándome en mi almuerzo de nuevo. Tenía que comer rápido porque no iba a desaprovechar nada de comida y no quedaba mucho tiempo de receso. —Qué va, lo siento, Watanabe-chan. Estaré algo ocupada este fin de semana. Pero espero que os lo paséis bien los que vayáis~
Esa mañana, Koko había decidido llevar unos pantalones tan amplios que parecían auténticas campanas. Se mecían al ritmo de su andar, en una extraña mezcla acromática debido a las motas negras repartidas por la tela. ¿Sería piel de algún animal? ¿Sintética? Nunca nadie lo sabría. Su cabello albino rebotaba apenas y brillaba bajo los tubos de luz fluorescente. —Buen día, polluelos —murmuró en el tono habitual, señalando en dirección a Verónica y Shiori—. Denle la bienvenida a Maxwell-chan y Yamanata-chan, estarán con nosotros a partir de ahora. Hmm, Shichimiya-chan, ¿te gustaría mostrarles la escuela? Era una sugerencia que no dejaba espacio a réplica, así que de sugerencia ni las pestañas, pero bueno. Sonrió satisfecha, habiendo definido el asunto, y acarició una tiza blanca entre sus dedos. —Muy bien, ya se acabó el fin de semana. Hora de empezar.
Shiori El vestuario del centro no me disgustaba. Una de las principales cosas que temía de venir a una escuela de estas características, era que la vestimenta resultara incómoda o básicamente algo "básica" más, no. Aunque era un uniforme estándar para todas las chicas, la falda tableada, estilo escocés, sumado a la camisa blanca, el lazo bordeau, junto al blazer negro le daban un excelente contraste. Para facilitarme la combinación, decidí también elegir calcetines negros, soy bastanta amante de los colores oscuros. Miré a mis compañeros con una cálida sonrisa, solo para reverenciar con el fin intrínseco de presentarme como la educación lo ameritaba. — Sé que ya fui presentada, más permítanme ser yo misma quien me introduzca, me llamo Shiori Yamanata, espero que podamos ser amigos—. Contesté calmada, solo para al finalizar de hablar, regresar a mi posición inicial, notando como le pedían a Shichimiya que nos enseñaran el recinto. La verdad era que me vendría bien alguna guía, en especial por lo grande que me parecía la escuela. — No quiero resultar una molestia, más admito que no tengo muy buen sentido de la orientación, claro que si te resulta una molestia enseñarnos el sitio, puedes pedirme lo que sea para compensarte—. Dije con amabilidad
No tuvimos más opción que subir al aula y, para nuestra fortuna, lo hicimos antes que nuestra profesora. No mucho más, eso sí, porque apenas dejé el maletín sobre la mesa y comencé a sacar las cosas necesarias, Koko apareció por la puerta llamando la atención con sus pantalones de moda dudosa. Logró sorprenderme cuando me nombró, siendo que había decidido seguir sacando los libros y tal, pero de alguna manera conseguí no sobresaltarme demasiado por ello. La petición que me hizo no daba realmente espacio a réplica, pero por suerte para todos no tenía ningún reparo en hacer de guía para las chicas nuevas. Además, se trataban de Verónica y de otra joven que parecía de lo más educada y agradable, así que no sería ninguna clase de problema. Miré a ambas con una sonrisa amable, como para indicarles que no me importaba encargarme de ello, y volví después mi atención hacia la profesora. Como venía siendo costumbre, era todo un desastre y realmente tenía que esforzarme en atender para conseguir enterarme de algo, así que siempre intentaba concentrarme especialmente en las clases. Eso sí, cuando la campana anunciando el receso sonó, mi rostro se iluminó de sobremanera. Recogí mis cosas de manera algo superficial, esperando a que el aula se vaciase un poco también, y en cuanto tuve oportunidad, me acerqué a las dos chicas que correspondía con la expresión suave que me caracterizaba. —Buenas, buenas~ Soy Shichimiya Satoko, podéis llamarme como queráis, y hoy voy a ser vuestra guía turística~ —me presenté, con un claro tono teatral, haciendo un reverencia y todo. Solté una risilla cuando me incorporé, relajando después la postura, y les indiqué la puerta de salida hacia el pasillo. >>Prometo no quitaros mucho tiempo, imagino que tendréis hambre. ¿Vamos? Contenido oculto Bruno TDF madarauchiha podéis ir posteando en el pasillo si queréis <3
La conversación con Satoko en los Pasillos continuó de forma bastante amena y animada, pues me gustaba bastante hablar de animales. Ella me estaba contando que le habían prometido tener un conejo para cuando la campana resonó, dando así inicio a una nueva jornada dentro de la Academia. Nos fuimos al aula que nos correspondía, donde para mi sorpresa fui presentada por la profesora, cuando hacía ya bastantes días que estaba teniendo clases con normalidad dentro de la institución. Al parecer era algo despistada con el asunto de los rostros nuevos y conocidos, pero no iba a culparla por eso: debía de tener mucho trabajo a sus espaldas, con tanto alumnado y contenido por impartir. Pero como para equilibrar algo la situación (donde no pude más que poner una expresión de confusión), la docente me presentó en conjunto contra otra alumna a lo que no reconocía, Shiori era su nombre. Hablaba con mucha formalidad y educación, algo a destacar. Por mi parte, me presenté con cordialidad y delicadeza hacia la clase, mostrando seguridad y una gran sonrisa. A todo esto, la profesora asignó a Satoko como nuestra guía. ¿Era acaso el destino? —¡Hola, Satoko-chan! —dije, repitiendo el saludo militar— Me alegra sobremanera tener tan buena guía —terminé soltando una risita. Miré tanto a Satoko como a Shiori y, con un gesto de la cabeza, las invité a salir hacia el Pasillo.
Desde que empezamos a ver anuncios y rumores de qué festivales se iban a celebrar, mis hermanos mayores y yo comenzamos a ahorrar cualquier mínima moneda que consiguiéramos por ahí. Los pequeños no poseían nada, así que había que aplicar el doble de esfuerzo para que ellos también tuvieran las mismas chances de disfrutar como nosotros. Iríamos solos, nuestros padres preferían tomarse el día para descansar, no nos molestaba de cualquier manera, el hecho de que eso también nos diera algo más de libertad me emocionaba al fin y al cabo. Claro, aun sin ojos paternales sobre mí, mis hermanos tampoco me permitirían ir más allá de sus propios límites, tampoco quería formar un escándalo. Cualquiera fuera la forma, terminé pasándola genial las dos tardes que fui, a la segunda no estuvimos todos, pero los buenos momentos llegaron igual. Las vacaciones se sintieron geniales y frescas, logrando distraerme de cualquier pesadumbre que acechara. Volví a la escuela con ánimos renovados y cargando como de costumbre mi ocarina en el maletín. Me contuve de tocarla mientras iba andando, por el mero hecho de no querer tantas miradas en mi cara, ¡sí es que las conseguía! La sorpresa no se demoró en correr por mi rostro al percatarme que había llegado de los primeros, algo aburrido era, por lo que no demoré en hacer una mueca frustrada para dirigirme a mi pupitre. Miré un momento el paisaje tras la ventana con fastidio, manos en los bolsillos, pero la sonrisa no demoró en aparecer en cuanto se me iluminó la bombilla. Tras acomodar mi maletín saqué la ocarina y un cuaderno más pequeña a comparación del resto que tenía. En sus páginas blancas se podían ver simbolismos maltrechos. Contenido oculto madarauchiha A su merced, caballero uwu
El timbre fue el que indicó el fin de la primera mitad de la jornada y mi concentración fue interrumpida por lo mismo, acabé de anotar lo que el profesor acababa de narrar y procedí a cerrar la libreta en cuestión. Suspiré por la dificultad de la lección de hoy y opté por anotar en la agenda mínimo dos horas de repaso de la lección en cuestión. Posteriormente acabé cerrando la libreta y guardarlo todo en orden en la mochila y levantarme del pupitre solo para ver a Vite mirando la ventana así que me acerqué hacia él. — Un dia precioso ¿No te parece? El sol al fin decide iluminar nuestro cielo y acariciarnos con suavidad en ésta época del año, admito que me encanta estos entretiempos—. Dije con amabilidad desde la espalda del chico— ¿Gustarías almorzar conmigo? Tengo un poco de hambre. Volví a dirigirle una sonrisa, no había parecido que tuviera muchas amistades y le comprendía, yo estaba en las mismas, sin amistades aunque realmente no era culpa de los demás, sino mía por mi falta de iniciativa, odiaba eso de mi aunque estaba completamente dispuesta a cambiarlo. Le puse la mano en el hombro en señal de calidez y me puse de pie a su lado. — La verdad es que... no conozco tanto esto, por si gustas también quedar después de clase y dar un paseo.