Policiaca VILLANO [Completo]

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Después de mucho tiempo sin saber nada de este precioso lugar, les traigo esto que escribí hace meses. El género policial me sigue llamando la atención así que con pequeños relatos intento pulir mis ideas. Acepto críticas constructivas, tomatazos, abucheos xDDD.

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Miró su anillo de compromiso. Llevaba un poco más de media hora mirándolo y nadie había dicho ni una sola palabra al respecto, ¿por qué?, pensó; nada le haría mejor que escuchar en ese momento una palabra de aliento, un empujón, una risa, lo que sea. Su mirada finalmente se despegó del pedazo de metal, de las iniciales que brillaban con aquella luz blanca de la sala de reuniones, de sus inseguridades, de sus sentimientos. Así era el trabajo, se dijo, si eres competente, si haces bien tu trabajo y si no dejas que los sentimientos nublen el camino, se puede obtener un caso cerrado. Esas eran unas de las cuantas cualidades de un detective. Y no estaba allí para lamentar su vida privada sino para servir a su comunidad por seguridad y bienestar.

Descubrir aquello no tenía que ser un lamento, no estaba haciendo un sacrificio sino justicia. No podía perder tiempo. Estaba dentro de la 48 horas reglamentarias; las primeras 48 horas eran cruciales porque mientras todo se diera en ese rango de tiempo, tenían más posibilidades de rescatar a la víctima con vida. Después de ello, lo único que llevarían a casa de sus familiares sería otra mala noticia.

Tomó su placa, ajustó su arma en la cartuchera de su cintura y miró a su equipo. El mismo que había estado esperando aquella actitud desde el momento del reconocimiento facial del asesino. Aclaró su garganta y asintió.

—Desplegaremos un equipo en cada salida de la ciudad, quiero un equipo de vigilancia entre la Avenida 43 y la sexta. No podemos dejar que escape —tomó su chaqueta y las llaves de su vehículo —, si hay resistencia, ya saben qué hacer. Y lo más importante —dijo antes de salir de allí —, quiero a Sarah King con vida.

—Sí, jefa —dijeron al unísono dejando sus asientos para luego seguirla.

Se había incorporado al cuerpo de delitos y homicidios cuando apenas había cumplido veinticuatro años. Inexperta, sensible, miedosa; en esos tiempos sólo había utilizado su arma en los entrenamientos. Sin embargo, la primera vez que tuvo que defenderse con ella fue tiempo después de su ascenso como teniente. Un proyectil directo al pecho había provocado la muerte instantánea del agresor. Había pasado un mes y medio sin poder conciliar el sueño, con la imagen del criminal siempre arraigado a su memoria atormentándola cada noche en forma de pesadillas, a veces difusas, a veces agresivas. Y allí había estado él, susurrándole cada noche que no había nada que temer.

Realmente le había creído.

A sus treinta y tres años como detective, líder y jefa de un equipo pensó que ya lo había visto todo. Sin embargo, aquello apenas había sido una muestra de la verdadera crueldad de la humanidad que rondaba por las calles días tras días. Quizá había sido ingenua al pensar que podía identificar a un criminal con apenas mirarlo. Pero, algo había aprendido con ese caso, y es que no todos los criminales tenían el mismo patrón para llevar a cabo sus atrocidades. Y ahora que lo estaba viviendo en carnes propias, lo sabía mejor que nunca. Especialmente, que era posible compartir la cama con el mismísimo diablo y soñar con arco iris pensando que nada podría salir mal.

Sí, habían perfiles aún más crueles, definitivamente. Y uno más claro que el agua; como el ejemplo de su prometido: un ángel por fuera, un demonio por dentro. Oh, sí, no sólo había sido un actor profesional, sino un perfecto asesino, un psicópata todo ese tiempo. Por mucho que lo hubiera intentado, no había podido concebir una imagen clara de él siendo un hombre capaz de matar y torturar adolescentes por mera diversión. No el mismo hombre que, hasta hacía unas doce horas atrás, había sido su futuro esposo. Pero así estaba la cosa, al parecer era muy capaz de todo eso y mucho más. Incluso, de lograr que lo amara como nunca había amado a nadie.

Su pie apretó el acelerador mientras las luces rojas y la sirena hacían lo suyo en aquel mar de autos de la autopista. Tenía que llegar hasta él e impedir que se sumara otra víctima en su pizarra. Tenía que evitar que otra familia comenzara a preparar un funeral para su niña. Tenía que llegar a tiempo, encerrar al culpable y cerrar el caso. Debía hacer todo lo mejor posible, ya tendría tiempo de dejar salir su dolor, su decepción y sus miedos. En ese momento aquello no era importante; su corazón sanaría tarde o temprano. Pero ese día tenía que ser uno de esos días, de aquellos en que debía atrapar al villano costara lo que le costara; porque incluso si tenía que sacrificar su propia vida, lo haría...