Pasillo (Segunda planta)

Clevert White

Obtuvo una rápida respuesta de Anna a pesar de llevar cascos que pudieran impedir su audición, desvió la . mirada algo contrariado; casi pensó en recibir alguna queja de más... imaginó que alguien le forzó a disculparse, pero se equivocaba, ella tenía mucho por demostrar.

—No necesito ser un adivino para saber que vendrías a disculparte—respondio entre risas, estaba aliviado de ver como era una chica fácil de conocer, al menos eso esperaba— yo...no pude evitar ver tu rostro cuando abandonaste el juego, reconozco cuando alguien de verdad está arrepentido.

Clevert sabía que estaba arrepentido pero igual llego a percibir el desdén y renuencia de la chica que parecía contener la respiración...era un manojo de nervios y confusión ante el.

—Esto es...—repentinamente vio como ella le extendía un dulce, como si de un niño se tratara, en su anterioridad escuela, sus otros compañeros lo hubieran tomado como un intentó infantil de reconciliación...nunca lo entendió, así que no tuvo reparos en recibir el obsequio de la chica de trenzas.

—Uh...gracias, es un detalle muy amable de tu parte—dijo para observar el dulce— oye tal vez no hayamos tenido una buena primera forma de conocernos pero—destapo el dulce para empezar a comer— espero podamos seguir encontrándonos más seguido, estaría genial que seas mi primera amiga, mi hermana conoció dos luego del día de quemados y estoy quedando en último lugar.

Clevert busco que aquella conversación resultase lo más agradable posible, no conocía a muchos a parte de Clementine y el hecho de que Hiradaira decidió hacer las paces, le supuso una gran oportunidad.

 

Clevert White

No pudo evitar sentirse algo incómodo por la pregunta de Anna, buscaba siempre la manera de no hacer ahínco en el tema de su familia, incluso recordó el alivio de no llevar la carga de heredar la empresa de su madre, todo eso le resultaba un fastidio. Pero aún así el luchaba contra cierta fama sobre ser un hijo privilegiado que no dudaría en pisotear a los "plebeyos". Nada más lejos de la realidad.

—Llegue hace poco de Inglaterra, mi madre...eh tiene una residencia aquí en Japón—dijo sin mencionar mucho sobre su progenitora pero aún contaba de forma sutil su posición económica al mencionar otra residencia—solo cuento con mi hermana Clementine de tercer año aunque tampoco conocía a nadie, va por el buen camino conociendo a los otros estudiantes de Sakura.

Anna parecía aún acongojada, Clevert le preocupaba no estar dando una buena impresión...

>>Lo que menos deseo es pelear con alguien, es una total flojera para mí guardar rencores...suena más divertido conocer a alguien capaz de asestar un buen balonazo con tan impresionante fuerza.

Clevert disfrutaba transformar situaciones incómodas en anécdotas cómicas, el dejaría muy en claro que no había razón para que Hiradaira se disculpase. Debía agradecer no haberse topado con un bravucón.

 

Clevert White

—Si lo se, mi madre maneja una importante empresa de seguridad y bla bla, cosas de negocios—Dijo Clevert con cierto desdén mientras devoraba lo último de su paleta— por suerte no tendrás que escuchar nada de eso, pero ¿recibir clases de un Tanuki? Ahora puedo decir que el viaje valió la pena, ¡siempre supe que Japón aguardamos sorpresas!

Clevert imitó a Anna escondiendo las manos en los bolsillos, pero no duró mucho tiempo por un pequeño detalle.

—Pero que modales los mios, mamá estaría alegre de abofetearme— extendió su mano invitando a Hiradaira un saludo—Me llamo Clevert White un placer señorita...¿Hiradaira? Iniciemos con buen pie ¿Te parece?

El ambiente de pesar poco a poco se disipó entre los dos, indicándole a White su oportunidad de presentarse como Dios manda, confiaba en que su simpatía (no muy distinguida a su criterio) le permitiese borrar el asunto del balonazo de una buena vez.

 

Las clases habían sido bastante tranquilas, tanto así que no había tenido la necesidad de tomar muchos apuntes en realidad, turnando la vista entre la ventana y el tablero, un poco aperezado hasta que el timbre sonó, un par de estudiantes se levantaron como si hubiese sonado el timbre de su casa, o quién sabe, luego otro grupo más se fue a paso lento, en lo que me dispuse a cerrar la libreta con la disposición de levantarme, pero en eso Zeld corrió un asiento al lado de mi pupitre, sentándose a lo que busqué sus ojos.

—¿Qué hay de nuevo?~ por ahí vi a una peliroja dejarte una nota en el casillero, vas bastante rápido, ¿no? a ver si me das consejos —soltó con el tono burlón de costumbre a lo que ladeé apenas la cabeza.

Habían pocas cosas a las que en realidad les prestaba algo de atención, y en definitiva ese tipo de comentarios no pertenecía a aquel grupo, así que continué como de costumbre, evadiendo y re-dirigiendo la conversación, con Zeld aquello era muy fácil en realidad, el chico se adaptaba con una facilidad irrisoria.

—¿Qué hay de ti?

—Aburrido ártico —se sobó los ojos en lo que bostezaba—, por ahí vi a tu hermana en los pasillos —me escaneó la expresión facial que permaneció inerte, y estiró la sonrisa como el animal sin correa que venía siendo desde que lo conocí—, no deberías dejarla tanto tiempo sola, hay un par de bestias acá dentro, solo digo~

Se levantó de su asiento a lo que lo seguí con las pupilas, frenándose antes de cruzar la puerta en lo que enterraba las manos en los bolsillos. Me levanté entonces de la silla, escuchando el cantar de las aves en las ramas de los árboles por fuera del salón de clase.

—Ya sabes lo que dicen, lobo dirsfrazado de oveja no deja de ser lo que es, sus colmillos siempre están ahí~ —bajé el tono de voz en lo que murmuraba—, y no te gustaría verlos.

Kasun soltó una risa en voz alta a lo que se perdió por el pasillo, dedicándome a desplazarme para enterrar las manos en las bolsas del pantalón. Notando de soslayo un par de chicas pasar y secretear entre ellas, como era común en realidad. Caminé entonces hacia las escaleras, notando el cabello azabache a lo que se desprendía de su muñeca un accesorio. Lo recogí y continué con mi paso ligero hasta alcanzarla por el pasillo de segundo. No la recordaba de nada, así que la llamé como creí conveniente.

—Pss, se te cayó algo en las escaleras.

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Hygge

 

No había mucho que comentar sobre sus días en la escuela, lo único relevante era que se estaba comportando bastante bien y que fuera de la escuela había seguido con su exploración de japón para tener lugares donde vagar y pasar el tiempo fuera de su casa o haciendo puntos con el niño de segundo por la gran indiferencia de su padre que facilitaba bastante las cosas.

Salió de su clase con tranquilidad, visualizando a su persona de interés bajar por aquellas escaleras hacia el pasillo de segundo, siguiéndolo en silencio hasta que quedó lo suficientemente aislado para permitirse acercarse a él, abrazándolo con uno de sus brazos por su cuello para acercarlo a él.

—Zeldy, ¿qué tal?~

 

La mañana se sucedió con el tedio de siempre. Clases teóricas en su mayoría, ejercicios extra para suplir la falta de clases en la Golden Week... Al menos me consolaba su existencia. Parecía la ocasión ideal para conocer Tokyo (sobre todo a su gente) y de escapar de los ojos de mi padre por unos días. Tanaka y Yamada seguirían controlando mis movimientos de cerca, pero ya me las ingeniaría para despistarlos.

Siempre lo hacía.

El receso inició así y recogí mis cosas, dispuesta a descender las escaleras hacia donde mis pasos me llevasen. Suponía que Lena se encontraría en la sala multimedia, ahora que estaban ocupados con nosequé proyecto de investigación, de modo que podría aprovechar para asomarme y tocarle los cojones un poquito de paso.

Ni siquiera había notado que una de mis pulseras se había caído en las escaleras ni que un chico la había recogido en el proceso. De modo que al escuchar que me hablaban y notar mi accesorio en su mano alcé las cejas con sorpresa, repasando sus facciones de manera inconsciente.

Vaya~.

—Oh. Qué caballero —comenté, con una risa baja, y me coloqué la pulsera en su lugar. Miré a mi alrededor; ¿me habría estado siguiendo desde hacía mucho? Qué cosas—. Me ajusté el enganche demasiado holgado y se terminó deslizando. ¿A quién le debo dar las gracias~?

 

En lo que la chica se giraba seguí de soslayo el vuelo de su cabello. Era común el tono oscuro entre los estudiantes japoneses, sin embargo lo suyo rallaba a la tonalidad similar del vantablack, como la profundización del tono negro en su máximo explendor. Un dato curioso como tal. La noté repasar mis facciones y en efecto espejo hice lo mismo, centrándome finalmente en sus pupilas a lo que estiraba la izquierda con el accesorio entre los dedos, con un agarre flojo de por sí para que pudiese hacerlo suyo de nuevo.

Su comentario me hizo parpadear vanamente hasta que la risa me alcanzó, sintiendo el material de la pulsera deslizarse en lo que ella se adueñaba nuevamente, regresando mi mano entonces al bolsillo.

—Suiren Craig —me presenté con liviandad—, ¿y el nombre de la señorita es? —regresé la pregunta un poco por educación, y un poco si por curiosidad, paseando la mirada por su muñeca no mucho después—. ¿Si quedó bien ajustada, o te ayudo a graduarla?~

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AAAAAAAAAA se conocieron

¿Molestar a la gente? qué va, no era mentira lo que mencionaba ni mucho menos, quizá en algún momento le hablase a la hermana de Craig, tampoco es como si me la fuese a comer con solo verla~ Únicamente tocarle algo los cojones al ártico, y por ahí derecho conocer a la niña de cristal que ni en Rusia nos dejó acercar demasiado, bueno, a mí, a Zold practicamente hasta se la presentó con gusto. Qué cosas. Bajé las escaleras en lo que sacaba el móvil del bolsillo, tenía pensado ir a saludar a Cathy y tirarme a la suerte de si aún estaría en su aula, sin embargo terminé topándome con su cuenta en esa red social donde bailaban y le ponían música a todo.

Catherine Whitman~

Se me acentuó la sonrisa burlona en lo que le daba like, sintiendo apenas la presencia de Sean a lo que bloqueé el móvil con simpleza, y casi que entorné la mirada al recibir su peso.

—Uy, y yo que creía que te había atropellado un auto o algo para no verte por los pasillos —murmuré sin apartarlo en realidad, con éste nada era seguro, y me cogió hasta aburrido así que no me las daría de impulsivo, al menos no aún.

 

Cada pequeña cosa que pudiera serle útil para molestarlo un poco se quedaba almacenado en su cabeza para futuras referencias, tan solo necesitaba conectar un par de cosas para descubrir si eso era relevante para usar o no, pero de momento tan solo se dedicó a acariciar el cabello de su nuca con una pequeña sonrisa antes de apartarse con delicadeza para estar frente a él.

—Se que lo desearías, solo me estoy portando bien —Amplió su sonrisa un poco más, ligeramente divertido —, ¿a quién ibas a visitar? Little guy, maybe? No... tiendes a hacer de vista gorda cuando hay contacto por alguna razón, entonces... ¿quién? ¿Alguien del evento? Cuéntame de qué me he perdido~

 

¿Sería mi día de suerte o algo así? Mira que caerse mi pulsera, que no me la robasen y que encima me la devolviese un chico tan... agradable (porque no me fijaba en otras cosas, por supuesto que no) era una posibilidad bastante remota. Pero ahí estaba, y no era como si fuese a quejarme, ¿huh?

Más bien todo lo contrario.

Alcé las cejas con visible sorpresa ante un nombre tan sonoro y extraño como ese. Había reparado en su acento, sí, pero hasta entonces no fui verdaderamente consciente de que todo en él gritaba "extranjero" a los cuatro vientos. Ligeramente abstraída por el tono particular de sus ojos me tardé unos segundos en responder.

—Ankoku Hotaru —No vi necesario enfatizar que mi nombre era el segundo; estaría acostumbrado si iba a esta escuela, llevase más o menos tiempo en ella. Su pregunta me extendió la sonrisa en los labios, una de circunstancias, mientras extendía el brazo hacia él acercándome un poco. Bueno, si se ofrecía~—. Creo que quedó algo suelta, así que te lo agradecería bastante.

>>Oh, ¿te estoy entreteniendo, cariño? —cuestioné entonces, con fingida consternación. Era una forma muy sutil de saber si estaría solo durante el receso o no—. Si es así ya lo hago sola~.

 

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No era extraño que las personas se prendaran de mis pupilas, de cierta forma la condición visual traía el espectro de una tonalidad partícular, así que un poco estaba acostumbrado a ello. Apenas y escuché su nombre me di cuenta que no era de aquellos comunes, pues en los meses que llevaba en japón no lo había escuchado ni una sola vez. Relajé las facciones en lo que me comentaba que había quedado algo suelta, y paciente como de costumbre esperé a que levantase o moviese la muñeca, deslizando el índice y pulgar izquierdo por el broche al sacar la mano nuevamente del bolsillo.

—Un placer, Hotaru —bajé el tono de voz en cuanto mencioné su nombre.

La desajusté inicialmente, para abrocharla dos agujeros más acordes para evitar y se fuese a caer.

—¿Entreteniéndome? —murmuré en lo que buscaba sus ojos, retirando mi tacto de su pulsera y por ahí derecho el roce de su piel—, no te preocupes, no es como si tuviese planes este receso.

¿Un poco a propósito para que supiese y estaría solo? Quizá.

Paseé la mirada al sentir que el brillo de algo que me estorbaba en el rabillo del ojo, fijándome con aparente desinterés en lo que notaba que era un panfleto... uno del club de radio. No sentía especial interés en sumergirme en un club, sin embargo denoté el nombre de Lena remarcando la fecha del día siguiente, a lo que me sonreí apenas, regresando a Hotaru.

—¿Te apetece tomar algo?



La sonrisa de burla se mantuvo por toda mi cara, detallándolo como era común de pies a cabeza. Y casi con sátira entorné los ámbar.

—¿Portándote bien? Ha de ser un milagro de Dios o algo~ —ladeé apenas la cabeza, desechando la idea de ver a Cathy casi por completo.

Ya con Dante en bandeja de plata para este chico era más que suficiente, y no andaba de generoso por el mundo, así que me relamí los labios en lo que organizaba el desorden en mis neuronas.

—Que te importa, Reese's~ —si el cabrón me tenía el ojo encima, mira que ni puta idea de si me había visto con Cathy en el evento deportivo, pero si así era...—, voy a comprar algo abajo, ¿vienes o qué?

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Si quieres te lo arrastras Neki, sino puedes dejarlo ir solito, como quieras <3

 

El tipo parecía de lo más tranquilo y servicial, y la idea de que me había tocado la lotería se me reafirmó en cuanto dijo que tampoco tenía planes durante el receso. Vaya, ¿cómo dejaban a una criaturita así, sola? Habría que hacer algo, ¿huh?

Sería cabrona.

Me dejé hacer con una dolicidad cuanto menos curiosa, como si la cosa no fuera conmigo cuando en el fondo había prestado atención hasta al ligero roce de su mano al retirarse, y le sonreí como si nada cuando volvió a posar sus peculiares ojos en mí. Asentí ante su propuesta, más que encantada.

—Suena bien. Planeaba pedir algo en la cafetería, pero no le hago ascos a los aperitivos de las máquinas tampoco —le guiñé un ojo, resuelta, y entonces noté cómo se fijaba en el cartel del club que teníamos en frente. Noté el nombre de la castaña pero ya estaba lo suficientemente entretenida como para entrar a molestarla.

Emprendí la marcha y la cascada azabache siguió mis movimientos en un sutil vaivén.

>>¿Interesado en el club de radio, quizá? No me costaría verte de locutor, copito.

¿Y ese mote salido de la nada? Bueno, simplemente estaba en el mood. La neurona tampoco me daba para más.

 

Lo peor del dia... estar aguantando estos coñazos que llamaban "clases" pero el timbre que indicaba el fin de la jornada me hizo suspirar aliviada, así que en silencio recogí mis cosas y dejé preparada la siguiente clase antes de irme a almorzar, por suerte lo mas largo ya había ocurrido, luego podré llegar a mi residencia y podré dormir un poco de siesta. Miré por la ventana para ver el sol iluminar el exterior y una ligera sonrisa invadió mi rostro. Los dias soleados son precisamente de las pocas cosas que aun lograban animarme un poco.

Miré también a mi derecha y a mi izquierda y la gente simplemente optaba por no hacerme el menor caso así que simplemente opté por levantarme, ordenar las cosas y salir del aula.

Una vez en el pasillo opté por dirigir a la cafetería pero me encontré al peliazul plantado en medio del pasillo por lo que opté por dirigirme hacia él.

— Buenas Yashihiro, ¿Como ha ido la mañana?—. Pregunté con mi voz intentando sonar medionormal— ¿Quisiera acompañarme a almorzar?

Luego le miré detenidamente

— Eres de las primeras personas que conozco que me caes bien, la verdad