Pasillo (Segunda planta)

Tema en 'Segunda planta' iniciado por Yugen, 9 Abril 2020.

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    Rojo FireRed

    Rojo FireRed Orientador

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    La gran escala con la que estaba construida la academia me dejaba pasmada cada vez que pues la veía... ¡Era todo lo opuesto a mi! Sentía que en cualquier momento podía perderme cual un piojo en abundante cabellera.

    Aunque bueno... Mi escuela anterior allá en París era un poco más chica pero seguía siendo de buen tamaño... Aún así... Me dejaba anonadada.

    Pero las instalaciones eran de diez... ¡Siempre estaban limpias y relucientes! Además pues los profesores eran majos... En su mayoría, cosa típica de cualquier escuela.

    —Oh... ¡Es un placer, madame Emily! —se me había salido la voz bastante suave, pero sin bajar el tono, algo escuchaba comentar frecuentemente de mamá con las series animadas que pasaban por la tele, y que pues terminaba en provocar ternura, según ella, su sensibilidad al tema artístico era impresionante—, ayuda necesito y mucha... Tengo un año en Tokio y pues mi manejo del japonés es deslucido... Me manejo mejor con el hiragana y el romaji e incluso con el inglés además de mi natal francés así que... Aceptaré está oferta.

    Terminé por rascarme la nuca, poco a poco iría progresando y aprendería más, ¿No? Estaba ansiosa por describirlo... Si algo quería hacer, era superar mis propias limitaciones.
     
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    Gigi Blanche

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    Era probable que la última persona que había conocido capaz de seguirme el ritmo de verdad fuera Rei. El chico era un cachito de sol lleno de buena onda, pero incluso así no poseía esa chispa de energía infantil que, visto estaba ya, si me daban el espacio acababa desparramándose por todo el lugar. Kakeru también era amable pero bastante tranquilo, y de los amigos que había hecho en el Sakura, bueno. Ya estaba visto con Al, Emi y Kohaku. Los pobres diablos me soportaban pero a costa de su salud mental o algo.

    En definitiva, me alegraba bastante haber dado con alguien que tuviera la misma edad mental que yo.

    —¿Tanabata? —Arrugué la nariz, confundida, y lo busqué en el móvil con dedos ágiles—. ¡Ah! ¡Tanabata! Vaya, ya sabes más de cultura japonesa que yo. ¡Deshonor! ¡Deshonor sobre mi vaca!

    Me hizo bastante gracia que se arrojara a la cama y se quedara viendo el techo mientras seguía hablando, yo me limité a seguir comiendo almohaditas. ¿Había nacido casi el mismo día del estreno? Eso sonaba a destino o algo, oye.

    —¿Y de cuándo eres? Yo soy del dos de agosto, por cierto, supongo que ambos nacimos el mismo año. Eso o hay un complot extraño desarrollándose bajo nuestras narices, probablemente alienígena.

    Lo había dicho con semejante naturalidad y ligereza que era para partirse el culo, de verdad. Sonreí al oírlo reírse, imaginando a un mini Aleck correteando por ahí al grito de "¡tiburoncín, uh-ha-ha!" y mira, me morí de ternura. Encima luego soltó lo del abuelo y no quise meterme demasiado, pero una emoción particular se le impregnó en la voz. Me recordó a cuando hablaba de mis tiempos en Argentina.

    Un poquito de nostalgia.

    Luego oí la explicación de su apodo con la misma atención estúpida y ensanché la sonrisa tras advertir hacia dónde iban los tiros incluso antes de que lo concretara. ¡Esa sí que era una buena anécdota! Asentí, como si hiciera falta que alguien reafirmara su propia experiencia, y volví a asentir en cuanto me preguntó si estaba bien que me llamara Annie.

    —¡Claro! —exclamé, brincando de la cama, y me sequé el pelo un par de segundos más a velocidad turbo antes de dejar la toalla tirada por ahí—. Y sip, creo que sí. Bah, voy a la 2-2 así que técnicamente estoy al lado de ambas clases, ¡así que sí! ¡Cien por ciento seguro que sí! Ya dije muchas veces sí.

    Tapé el tupper, le sonreí y me dirigí hacia la salida de la enfermería. Durante el camino seguí hablando porque pues, loro se nace.

    —Es muy genial la razón del niño verde y de hecho suena cute, así que probablemente lo tome. O lo intercambie con Sekkun de vez en cuando porque, sabes, una debe conservar su orgullo de cierta forma.

    Me había llevado una mano al pecho al decir aquello, profundamente seria, y tras subir las escaleras me giré para enfrentarlo y casi le estampé el tupper en el pecho.

    —¡Toma! En agradecimiento por haberme cedido la caja entera. Disfrútalos, Greeny~

    ¿Y ese? ¡Había salido de la nada, lo juro! Pero si así me salían los apodos siempre: del culo. Me reí al notar cómo le había llamado y asentí, satisfecha, antes de corretear en dirección a mi aula con el brazo en alto.

    —¡Nos vemos, Greeny! ¡Ojalá no te dé neumonía!

    otra vez bebiendo tequila sin etiqueta, george????

    bueno, ahí cierro con annita uwu
     
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    Gigi Blanche

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    Noté que Jack seguía el curso de mi mirada y que incluso saludaba a alguien, a la chica de nuestra clase, suponía. Era un tío de lo más simpático y además se veía como un buen muchacho, no me extrañaría que ya hubiera hecho buenas migas con algunos estudiantes aquí y allá. También podía haberla conocido con el proyecto, ni idea. Aceptó mi oferta y mantuve la sonrisa, recordando la noche que nos echamos con Ali prácticamente sin dormir para investigar y redactar el dichoso informe. No destacaba por ser buen estudiante ni de coña, pero así y todo me pesaba un poquito en la consciencia faltar a deadlines y bueno, por eso la acabé arrastrando contra su voluntad y la mantuve despierta a fuerza de muchos cafés y scones.

    Hablando, o más bien pensando en Roma, Alisha pasó a nuestro lado en dirección al pasillo. La detecté un segundo antes de que se apareciera, volví el rostro en su dirección y ensanché un poquito la sonrisa tras recibir su beso en la mejilla. De pura inercia llegué a tocar su cintura, fue un contacto de nada que se disolvió al alejarse ella, pero es que así éramos siempre nosotros.

    Solté una risa liviana al ver que Jack fallaba en sus intentos por invocarla de regreso.

    —Buen intento, galán, pero ni modo. Probablemente ya esté pensando en cualquier otra cosa.

    Como la comida que habría en la cafetería, dónde se habría dejado la hierba o el coñazo que era esa lluvia. Cosas normales, vamos. Jack regresó su atención a mí, entonces, y asentí para disponerme a seguirlo. Recorrimos el pasillo en relativa calma y le eché un último vistazo a Jez y Alethea antes de desligarme por completo de la situación.

    —Nah, vayamos a la cafetería, que igual tengo que comprarme algo. —Fuimos bajando las escaleras—. ¿Mi fin de semana? Pues bien, muy tranquilo, la verdad. Me quedé en casa, con mi hermano. Sólo somos él y yo y está en época de exámenes, así que estuve ocupándome de las comidas, hacer las compras y tal. Todo un amo de casa.

    Solté la broma con la energía bastante sosegada que llevaba encima desde el comienzo, la verdad, y volví el rostro hacia él un momento.

    —¿El tuyo qué tal?
     
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    Reual Nathan Onyrian

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    — Wow, Allende, que formal —bromeé, con una sonrisa divertida.— Y obvio que no te conozco, Lena, conversamos tres veces. Esta es la tercera, y la primera hice que me estrellaras un jugo contra la camisa. Pero tú tampoco me conoces a mí, y eso es lo divertido, ¿no? Vamos a conocernos ambos durante tu aprendizaje. Y no me hagas esa cara, vas a tener que acostumbrarte a esta velocidad. Es más, vas a tener que empezar a practicarla tú misma. No puedes hacer prestidigitación moviéndote como una babosa.

    Pasó de largo cuando me detuve y solté todo mi discurso. ¡Pero que maleducada! Y uno acá intentando bajar las cosas a la comprensión básica de un estudiante secundario. Con esa actitud le iba a resultar demasiado complicado centrarse. Toda mi verborragia tenía un sentido. Primero, para escuchar el sonido de mi voz. Puta madre, como lo amaba. Segundo, para hacerle entender que tenía que abrir un poco más la cabeza. Sentía que la castaña era testaruda como una mula, y con una cabezota así iba a ser complicado poder entender todas las complejidades de la magia. Y tercero... creo que todavía no se me ocurría un tercero. Tenía que prepararlo, cuando invariablemente me preguntara por qué mierda le decía todas estas burradas.

    — ¿No? Te verías linda con uno. Además, es una herramienta extra —comenté, y para verificar sus palabras, me lo quité y metí la mano en él. De allí saqué cuatro barajas, una entre cada dedo, todas ellas sin abrir.— Y obvio que tengo varias, mira si iba a quedarme con una. Bueno, elige una. Ah, ah, ah. Dije elige, no toma. Ya te dije, tienes que conseguirte tu primera baraja. Ese va a ser tu primera lección. Un prestidigitador debe tener dedos ágiles, sigilosos y sedosos. Te diría que me tienes que quitar el mazo elegido a mí, pero eso sería imposible y no quiero que te frustres apenas comienzas. Así que...

    Aproveché que alguien pasaba al lado mío, y le deslicé en el bolsillo de la mochila la baraja que ella había elegido. La miré con una sonrisa.

    — Tienes que recuperarlo. Puedes hacer lo que quieras. Robarle la mochila, pedírselo amablemente, intentar ser sigilosa, amenazarlo. No me interesa, no hay un solo camino para la magia. Quiero ver también como resuelves los problemas que se te plantean, o si solo les tiras jugo a la camisa. Bueno, tienes hasta el recreo. Arrivederci!

    La saludé con la mano, y me di media vuelta, mientras le sonreía, divertido. Veamos si se daba cuenta de la sorpresa.

    Bueno, creo que hasta acá vamos a llegar (? El mazo lo tiene uno de tus personajes, el que quieras xD Te lo dejé así para que fuera más fácil y solo tuvieras que rolear con vos misma. Disfruta :D
     
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    Hygge

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    Pero no tenía un mazo, sino cuatro. Separé los labios, pero no logré encontrar mi voz en aquella ocasión. ¿Qué demonios? ¿De dónde había salido este chico? ¿Y cómo no le molestaba ir por ahí con eso en la cabeza, pudiendo caerse en cualquier momento? Cada acción que realizaba me dejaba con más preguntas que respuestas, pero en aquel punto opté por simplemente dejarlo correr y ya. No tenía caso intentar descifrarlo, mucho menos siendo las ocho de la mañana.

    Escogí un mazo un poco a regañadientes, para que se callase de una buena vez, pero al extender la mano me sorprendió notar que no iba a dármelo tan fácil. Estuve a punto de recramarle, producto de mi inexistente paciencia cuando, con un movimiento ligero, le coló la baraja a una chica que pasaba por su lado. Abrí los ojos, perpleja, fulminándolo con la mirada al instante. Había sido tan inesperado que me costó reaccionar a tiempo.

    Pero ya era demasiado tarde.

    —¿Huh? No, no te atrevas a dejarme así. No voy a recuperarlo. Ya puedes despedirte de él, ¿me oyes? ¡Sanji! —exclamé. Claro que no me oía. O al menos, iba a fingir que no lo hacía. Tras darme las indicaciones pertinentes (a las que no presté atención en mitad de mis reclamos) se alejó escaleras arriba, con toda la calma del mundo. Frustrada, chasqueé la lengua con disgusto, buscando a aquella chica perderse entre los alumnos de segundo por momentos—. Mierda. En qué cojones te metes, Lena.

    Era algo que me pregunté una y otra vez, haciéndome espacio entre los alumnos mientras perseguía aquella melena corta y castaña. Podía simplemente dejar la baraja allí, no era problema mío y, sin embargo, allí estaba. Con las ganas de estallarle otro zumo creciendo por momentos mientras extendía el brazo, rozando la mochila con la punta de los dedos.

    Más le valía pagarme más tarde por...

    —¿...Senpai? —El corazón me dio un vuelco en el pecho cuando aquella chica giró sobre sus pasos, sus zafiros observándome con una mezcla de preocupación y duda. Sus delicadas facciones y su voz suave y calma contrastaban tanto con mi persona que me abrumó por un instante—. ¿Algún problema?

    Recogí el brazo y me llevé un mechón castaño tras la oreja con disimulo. Había estado tan obcecada con mi venganza contra ese cretino que olvidé que seguía a la vista de todos. Muy a mi pesar tendría que dejarla para más tarde.

    La chica frunció ligeramente el ceño, expectante.

    —Ninguno. Eres... alumna de segundo, ¿me equivoco? —Podía no saber iniciar conversaciones ni interesarme por ello, pero improvisar nunca se me había complicado en exceso. Abrí la cremallera de mi mochila en busca de papel y bolígrafo—. Soy la delegada de tercero. Me mandaron hacer un seguimiento de alumnos en el resto de cursos. La directora está ocupada, y debo tenerlo antes del receso.

    La menor, pese a su desconfianza inicial, relajó sus facciones al escuchar aquello, permitiendo reflejar una pequeña sonrisa.

    —Oh, disculpa. Creía que... Olvídalo —Negó con la cabeza y me señaló su aula—. Imagino que tendrás que pasar lista, ¿cierto? Puedes empezar por mi aula si aún no lo hiciste.

    —Eso estaría bien.

    Era más que obvio que había estado a punto de descubrirme, tampoco me molestaba mucho por ocultarlo. La seguí hacia su aula maldiciendo una y mil veces al pelo zanahoria mientras conservaba aquella aparente fachada de desinterés. Ya en su pupitre dejó la mochila sobre la mesa, y observé el mazo sobresalir de uno de los bolsillos con cierta tensión añadida.

    —Espérame un segundo, ¿sí? —Me pidió, dando media vuelta—. Los docentes suelen dejar la lista de clase sobre la mesa.

    Asentí sin más, de brazos cruzados junto a su mesa, y simplemente aguardé o fingí hacerlo mientras me daba la espalda. Fue entonces cuando deslicé la mano en el bolsillo y me guardé la baraja con éxito de vuelta. Dios, qué puta tensión me había tirado encima de repente. Dejé escapar el aire, relajando los hombros en lo que llegaba, cuando noté de soslayo a un chico observar mis movimientos con atención. Al notar mi mirada giró el rostro rápidamente, tenso, pero ya era demasiado tarde.

    Ahora sabía demasiado.

    —Aquí tienes —Alcé la mirada al notar a la amable castaña tenderme el papel. Ah, sí. Esa mierda—. Somos veinticinco alumnos en la 2-2, pero por si acaso puedes corroborarlo aquí. ¡Ah, sí! —Como si hubiese recordado algo volvió a buscar mis ojos—. Soy White Liza, por cierto. Un placer, esto...

    —Sí, sí, todo en orden —comenté echándole un vistazo vago encima a la hoja y dando media vuelta. Al notar que esperaba algo más agregué, hastiada—. ...Lena. Gracias.

    La chica pareció satisfecha con eso y simplemente se despidió, al verme con prisa, comenzando a sacar sus cosas. Antes de salir del aula, y mientras no miraba, me acerqué a la mesa del metiche y le susurré al oído, con un tono amenazante y autoritario que le heló la sangre en las venas.

    —Ni una palabra o eres hombre muerto.

    El pobre diablo tragó saliva, asintiendo con vehemencia, y finalmente salí de aquella aula de los cojones con la baraja en mi poder y una nueva amenaza de muerte para la colección.

    Suponía que no había ido tan mal como esperaba. Pero ese idiota me las iba a pagar de todas formas.

    Perdón por el tocho uwu Cierro por aquí then
     

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    Gigi Blanche

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    Pobre criatura, al final sí que le había hecho sonrojarse y todo. Bueno, era mi culpa y asumiría las consecuencias llegado el caso, nada que hacerle. A veces era un confianzudo, así como a veces rehuía del tacto ajeno, y vete a saber bajo qué parámetros funcionaba. Iba ligado a la confianza, suponía, a los que consideraba amigos míos incluso sin ser del todo consciente. Aunque luego también usaba mi puto cuerpo como moneda de cambio, ni idea.

    No lo entendía, así que no le daba demasiadas vueltas.

    Pensé en dejarle su espacio luego de advertir el sonrojo, pero igual se enganchó a mi brazo de pura voluntad y lo dejé ser, sin opinar nada al respecto para no ir a empeorar su bochorno. Empezamos a subir con calma, a la pasada noté a Emily aún con la pelirroja de los casilleros y tomamos las escaleras. La emoción que había encontrado en el semblante de Hodges se correspondía a la ilusión pueril en Cayden, sentía como que las piezas empezaban a encastrar y no sé, tuve esta idea delirante de que por algún motivo a la gente le agradaba tenerme alrededor suyo. Vete a saber por qué, eso sí, permanecería como un absoluto misterio, pero bueno. Sabía que todo aquello que valía la pena pertenecía a los espacios grises de la vida, a los lugares de aceptación y reverencia. Sabía que no tenía sentido alguno aspirar a desentrañar el mundo, sus reglas y complejidades. Había que fluir junto a los engranajes, entre las telarañas, había que sortear los hilos y aceptarlo, aceptarlo todo. Convertir la corriente en propia.

    Y fluir a favor de ella.

    De eso hablaba mucho Anna, ¿verdad?

    Ahora que lo pensaba, aún no recibía mis mensajes desde ayer.

    En cuanto Cay me respondió asentí, sonriendo como siempre. Recordaba a su mamá como una mujer bastante cálida, de hecho, así que no me extrañaba nada de lo que me dijo. Me alegraba, de hecho, que se preocupara por él. Sentía que para alguien como Cayden eso era estúpidamente importante. Que casi nadie se pasaba ya por su casa, decía, y la imagen me imprimió encima una cuota ligera de nostalgia. Había habido un momento en que eso era tan diferente y ahora... bueno.

    —¿Voy a arruinarte la marca, entonces? —bromeé, en tono liviano—. Ya sabes, como ese conteo que debían reiniciar en Monsters, Inc. cada vez que tenían un accidente.

    Tampoco me molestaba que los gatos se nos fueran a pegar encima o que su madre me espachurrara apenas verme, la verdad, aunque un poquito necio sí estaba siendo.

    —Bueno, existen los móviles, Cay Cay —lo molesté sin ánimos de ofenderlo, con la sonrisa angelical de siempre—. Pero vaya, si seré una sorpresa tampoco voy a quejarme, suena importante~ Y sobre las porquerías... ¿podemos comprar Skittles? El otro día se me antojaron pero qué pereza salir, así que me quedé con las ganas. Ah, y papitas de crema y cebolla.

    Ya me había subido al carro, se ve.

    —Oye, ¿y tienes alguna peli en mente? Oh, ¿y si cenamos chicken nuggets?

    perdón la tardanza, mi casa es un mess y pronto tengo examen y no pillo muchos ratos libres o con ganas de rolear (?
     
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    Amane

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    Mira que las probabilidades de encontrarme a alguien que viviese en el mismo barrio que yo con la cantidad de alumnos que había en el Sakura eran, cuanto menos, bajas. Pero ahí estábamos, porque había dado la casualidad de que Sasha vivía también en Suginami y no pude esconder mi sorpresa al saberlo, entremezclado con algo de ilusión también. Quizás... quizás podríamos ser amigas y quedar algún día por la zona, ya que estábamos cerca de nuestras casas y la conocíamos mejor que otras zonas.

    Sea como fuere, entre una cosa y otra no pude decirle mucho más al respecto, salvo asentir con la cabeza cuando me explicó donde se situaba la tienda que ella decía, siendo que por suerte lograba ubicarla, y observar con un brillo de admiración las uñas que me enseñó. ¡Realmente se veían bonitas! Yo nunca las había tenido tan largas y decoradas, la verdad, la mayoría de las veces solo dejaba que Fred me las hiciese cuando se aburría.

    No que lo hubiese hecho completamente a propósito, a ver, pero en realidad agradecí haber salido prácticamente corriendo de los casilleros apenas después de escuchar su comentario porque quizás un poquito de vergüenza sí que me había dado y no quería que se me notase mucho, que ya suficiente había hecho con eso de haberme puesto como un tomate por un acercamiento de la muchacha de lo más inocente.

    Porque ahora que lo pensaba detenidamente, ¿no dábamos Kohaku y yo una imagen totalmente equivocada? Es decir, una cosa era que Aya hubiese pensado que éramos pareja porque nos habíamos montado una estupidez de la nada en sus narices, pero el comentario de Sasha sí que me hizo dudarlo un poco. Era especialmente confuso porque Ko... bueno, quizás me gustaba un poquito. O me había gustado. La verdad no tenía ni idea, tenía las hormonas revolucionadas desde lo de la azotea y a aquellas alturas prefería no darle muchas vueltas a nada relacionado con el asunto.

    Negué con la cabeza mientras me cambiaba los zapatos, alejando todos esos pensamientos de mi cabeza, y me dirigí hacia el pasillo recuperando la calma inicial. Ya me estaba empezando a hacer un idea de la personalidad de la pelirroja y simplemente parecía que le gustaba jugar un poco con la gente, pero nada malicioso, así que no importaba. Le dediqué una sonrisa cuando alcancé su posición, eso sí, bastante contenta por ver que al final sí había aceptado subir junto a mí, y comenzamos la travesía.

    Más o menos cerca de la primera planta la muchacha miró por la ventana y seguí su movimiento con algo de curiosidad, volviendo a centrarme en ella segundos después, cuando volvió a hablar.

    —Eh, pues sí~ Pero no me quejo tampoco, ¿sabes? En estos días vagos mi hermana siempre consigue reunirnos a todos por la noche para ver una película juntos, aun cuando siempre mis padres y ella se quedan dormidos a mitad —comenté, echando un vistazo al techo, sin poder esconder la sonrisilla llena de ternura de mis labios—. No es mucho, pero saber que eso va a pasar hace que tenga energías para llegar al final del día y que no eche tanto de menos el sol.

    No sabía por qué le contaba eso en realidad, ¿quizás simplemente me había transmitido confianza su personalidad? No me molestaba hablar de mi familia, especialmente de mis hermanos que eran las personas a las que más quería en el mundo a pesar de todo, pero por regla general no pensaba que a nadie le interesase escucharme hablar de ello. Pero esta chica... bueno, parecía muy fácil hablar con ella de lo que sea.

    Desgraciadamente, llegamos bastante rápido a la segunda planta, y me giré sobre mis talones para encararla cuando paramos.

    >>¡Aquí me apeo, senpai! Voy a la 2-3, por si alguna vez necesitas buscarme para algo~ ¡Ah! Y quizás me pase con una amiga por la cafetería donde trabajas, ¡seguro que merece la pena! Así que... ojalá pille tu turno.

    Tenía que admitirlo, aquello último lo dije con un poquito de timidez, porque se había sentido... no sé, demasiado sincero. Me despedí, de todos modos, con la mano justo después y no tardé en girarme de nuevo para encaminarme hacia mi aula. Vaya, con eso se añadía otra persona de tercero que conocía, ¡qué racha!

    cerca de mi casa dice la emiliana, y yo que miré la tienda a las cuatro de la madrugada ni me di cuenta que está a CUATRO KILÓMETROS DE SU CASA JAJAJAJA nada, sigan con sus vidas(?)

    anyways, corto por aquí porque ya no creo que me de la vida para responderte una vez más, pero me ha gustado mucho conocer a sashie de una forma decente al fin uwu <3
     
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    Gigi Blanche

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    La ilusión que le cruzó por el rostro al saber que vivíamos en el mismo barrio se me hizo de lo más adorable, si es que era una chiquilla comestible. Y mira, no me gustaba ir por la vida tratando a mis kohai como si tuvieran cinco años, pero un poco así me salía y mea culpa, supongo, pero probablemente no fuera a detenerme nunca. Me salía demasiado natural, culpa de mis hermanos, suponía. Tampoco era que lo necesitara, pero se le notó que mis uñas le habían gustado y bueno, eso me ensanchó la sonrisa. No importaba de quién proviniera, era bonito recibir aceptación ajena, ¿a que sí? Además se me antojó de lo más genuino.

    La verdad, no había pretendido nada extraño al soltarle la tontería sobre el chico de cabello celeste. Es decir, se notaba que se conocían y seguro se tenían aprecio y tal, pero de ahí a asumir que fueran novios o similar... Bueno, igual yo era un bicho raro que ya se había desencantado con la vida, y no me salía natural ir por la vida viendo amor y corazones aquí y allá.

    De la forma que fuera, empezamos a subir y su anécdota me instó a volcar toda mi atención en ella. Tampoco disimulé la sonrisa enternecida. Pude imaginar el cuadro familiar a la perfección y no tenía idea si Emily acostumbraba o no andar compartiendo datos de su vida, pero no me molestó ni un poquito y estaba segura que se notaba en mi reacción.

    That's super cute, sugar. —Me salió del alma, ni idea, tampoco lo pensé mucho y le concedí una sonrisa más amplia antes de regresar la vista al frente—. Con mis hermanos también solemos tirarnos todos juntos en el sofá y comernos lo que sea que estén echando en la tele. Vemos muchos documentales random porque a Danny le gustan, yo me distraigo con el cabello de Lulu que está lleno de rizos y es super suavecito, y Fanny... bueno, Fanny se duerme. Es cosa de hermanas, se ve.

    Acompañé lo último de una risa suave y cuando quise acordar ya estábamos en el segundo piso. Me detuve, asumiendo que era su parada, y asentí al decirme a qué clase iba. Me soltó tantas cosas de repente que, otra vez, me dio una ternura estúpida e intenté que mi sonrisa no se viera muy condescendiente o algo, que lo dicho: a veces los trataba como niños sin darme cuenta y bueno, no siempre gustaba.

    Sure~ Tú pásate cuando quieras, casi siempre estoy de tarde, después de la escuela. Estaría encantada de recibir a una señorita tan bonita~

    Ensanché la sonrisa, algo divertida y muy ligera de ánimos, y agité la mano junto a mi rostro para despedirla antes de retomar mi camino hacia la 3-1. Bueno, pero qué chica más encantadora me había topado.

    la GAYNESS

    ahora sí me voy a cambiar de período uwu
     
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    Amane

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    Podía parece que con mi actitud tan sosegada lo tendría difícil para seguirle el ritmo a personas como Jack o, como había dicho, no le gustarían los lugares llenos de gente como podía ser la cafetería en un día nublado como este. Pero era todo lo contrario, la verdad es que disfrutaba de ver la energía que algunos individuos adquirían y no me molestaba en absoluto que hubiese mucha gente a mi alrededor.

    Que no buscase relacionarme con ellos activamente era otro asunto completamente diferente.

    Quise comentárselo, el hecho de que no me importaba ir a la cafetería si era el lugar en el que él había pensado, pero justo en ese instante recordó la existencia de los patios y pareció tan emocionado por el acontecimiento que simplemente prefería dejarlo estar. Venga, tampoco iba a rechazar de por sí algo con lo que, a pesar de todo, sí que iba a estar más cómoda.

    —Nunca se me habría ocurrido almorzar en la enfermería —comenté, un poco como si nada, echándole un vistazo al techo mientras dibujaba la escena en mi cabeza—. Supongo que por hoy prefiero tomar la opción del patio, síp~

    Así pues lo seguí hasta el exterior del aula, en dirección al pasillo, y no tardamos en llegar a las escaleras que bajaban hacia los pisos inferiores, siendo que nuestra aula era la primera del corredor también. Si no recordaba mal, Jack había dicho que prefería tomar las escaleras a pesar de su condición, así que no tuve mayor problema en dirigirme directamente hacia las mismas e ignorar el ascensor.

    >>Muy bien, la verdad. Con este mal tiempo he tenido que quedarme dentro de casa la mayor parte del tiempo, pero por suerte no me incomoda nada hacerlo. ¿Tú qué tal? ¿Te estás acostumbrando un poco más al país?
     
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  10.  
    Zireael

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    Si uno lo pensaba el recibir las cosas sin más podía pecar de conformista, es decir, si uno lo extrapolaba al menos. No se exigía más de lo que los otros daban, no se esperaba mayor cosa y así uno se movía por las relaciones personales sin esfuerzo, como corriente de aire, no podía decir que tuviese esa calidad pero la comprendía en esencia porque en la superficie del océano corría la brisa y entendía su naturaleza en grandes rasgos. Quizás un poco robaba sus cualidades, así como con el fuego prestado de Anna, pero no mucho más y solo los aplicaba con la gente de mi círculo. De ahí en fuera seguía siendo agua y metal, abrasivo que te cagas.

    Normal que los mellizos aquellos y Dunn nunca parecieran realmente dispuestos a aceptarme.

    Como si fueran perros entrenados para oler bombas.

    Cuando la culpa me caía encima era una cagada, claro, pero eso solo pasaba cuando me iba al traste con ganas, como la vez de Welsh o la del ataque de pánico, que se me ocurría pensar que acaparaba como un desgraciado, absorbía y consumía con la misma cizaña que las mareas. Me enredaba alrededor de la poca gente que apreciaba, presionaba y asfixiaba como una genuina cabeza de agua, llenaba pulmones ajenos de líquido, amorataba la piel y así la lista seguía. Era quizás el único miedo genuino que poseía, aplastar a las personas que quería, separándolas de lo que eran en realidad, de lo que disfrutaban y de quién sabe qué más, porque significaba que les estaba arrebatando algo tan valioso como la libertad de solo ser.

    Aún así por ahora estaba centrado, no andaba pensando en que podía estar haciéndole nada de eso a Anna y con ello podía recibir y dar sin ningún tipo de complicación, incluso si me costaba un poco poner emociones en palabras. Al final del día lo que importaba en realidad era que hacía el esfuerzo o eso quería pensar, porque era lo que el tanuki merecía.

    De cualquier forma, recibió mi beso con el gusto de siempre, que de por sí la ninguno disimulaba una mierda nunca y me sonreí contra sus labios un segundo antes de que el contacto se rompiera, pues porque sí, porque me vino en gana y ya. Su mano se deslizó después, alcanzó mi pecho y me quedé quieto mirándola, prendado a los cuarzos como si no tuviera su color grabado en la memoria desde que le había visto la cara.

    A veces recordaban a caramelos.

    Otras a las luces de neón.


    —Podría ser, quién sabe, lo dejaré en el misterio~ —respondí junto a una risa baja a lo del jacuzzi—. Pero no se me olvida lo que nos quedó pendiente, eso sí.

    Cuando su mano encontró la mía atajé el mensaje un poco en el aire, así que le dejé espacio para que saliera y la seguí sin más, que total no tenía ya mucho más que hacer en los casilleros, sin mencionar que seguro la campana ya casi sonaba. Presioné un poquito su mano, no sé, fue casi un reflejo y caminé a su ritmo.

    —¿Otra vez? —Solté el aire por la nariz con cierta pereza—. La vez pasada me las salté contigo y la semana pasada no entregué el famoso proyecto, así que supongo que la poca decencia que me queda dicta que participe de estas, aunque así como que ganas no tengo. ¿Tú? ¿Tendré que arrastrarte conmigo? Eres pequeñita, me puedo aparecer y echarte al hombro.


    me arrastré la niña bc reasons aaa perdona. Also qué pedazo de sprinteada me clavé porque andaba resolviendo weas en el panel y no sabía ya si me daba tiempo, pero es que tENÍA QUE CONTESTAR EVEN THO ME DIJISTE QUE NO HACÍA FALTA asbdkebas

    wooooah its careless

    aquí cierro con Al, nada que anotar i just love them so badly i wanna c r y cada que interactúan
     
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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Era un poquito increíble si me detenía a pensar la forma en que nos centrábamos el uno al otro a pesar de nuestras fuerzas disímiles, de la intensidad arrolladora que éstas cargaban. Quería decir, increíble era pero al mismo tiempo no me sorprendía demasiado pues así había sido siempre. Incluso cuando nos clavamos la cagada del rellano (que en retrospectiva de cagada ni tanto tuvo), cuando convertimos el mundo a nuestro alrededor en un auténtico infierno y nos quemamos hasta decir basta, de una forma u otra salimos de esa maldita habitación con las ideas más claras. No tenía idea cómo funcionaba pero nos habíamos mantenido dentro de esa dinámica desde entonces, y su puta madre iba a quejarse.

    Con lo que siempre había deseado encontrar una fuerza capaz de ordenarme, apaciguarme, sin dejar de respetarme.

    El cabrón no quería decirme ni de qué color era su puerta de entrada, ya me la estaba viendo venir, así que ni modo, ¿verdad? No quedaba más opción que averiguarlo. La idea de ir a su casa me emocionaba y también aterraba, porque con buena suerte seríamos sólo nosotros dos (aunque eso también me ponía algo nerviosa por otras razones) y si no, ¿tendría que conocer a sus padres? ¿A un exitoso no sé qué de la tecnología y a una violinista internacional? Dios me libre y me guarde, con mi metro cincuenta y mis aires de, no sé, tercermundista de circo.

    Que sí, que me había dicho que era una artista, pero me costaba creerlo dependiendo con quién me comparara.

    De la forma que fuera, no dejé que eso me afectara de momento y me limité a echarme encima una diversión de lo más tonta cuando dijo que también recordaba el asunto pendiente y tal. Sonreí, sedosa, y deslicé los dedos por la línea de su mandíbula al retirar la mano de su cabello. Pues porque sí, que si me descuidabas dos minutos las ganas que tenía de llenarlo de besos eran hasta ilegales, pero había obligaciones que atender.

    —Bueno, no pasa nada, seguro tienes una bañera grande y podemos usar un rato la imaginación.

    No lo estaba dimensionando en absoluto, dicho sea de paso, y la ligereza con la que iba soltando las tonterías se correspondía precisamente con eso. Por la misma razón, de momento no me preocupaba.

    Noté que presionó mi mano, no porque me resultara atípico, de hecho sólo lo reflejé y ya. Fue recién después cuando caí en cuenta de eso, que no me sorprendía, que andábamos por la escuela tomados de la mano como unos jodidos imbéciles desde hacía varios días ya, y vaya. Me quedé un par de segundos tranquila, con la sonrisa pegada al rostro y la mirada puesta al frente. Genuinamente me hacía feliz.

    Me hizo algo de gracia que no entregara el proyecto, así que solté una risa nasal bastante floja.

    —¿El niño genio no hizo el proyecto y yo sí? Vaya, esto será un logro que recordaré por años —me pavoneé, sonriendo divertida, mientras alternaba algún que otro salto liviano entre mis pasos—. Pues planeaba participar, sí. Me da bastante pereza porque justo antes tengo P.E. y bueno, luego tengo kickboxing en el gimnasio y si llego viva a casa será un milagro, pero como dices: me salté las pruebas anteriores y nobleza obliga.

    Regresé la mirada a él, lo hice de soslayo y con el ceño ligeramente fruncido.

    —Pero no te fuerces mucho, cielo, ¿sí? No hace falta.

    Al final llegamos al segundo piso y mis ganas de separarnos eran equivalentes a menos cero, pero no quedaba de otra. Me quejé en voz baja, adelantándome para enfrentarlo, y le eché los brazos al cuello otra vez pues porque sí. Busqué sus ojos, aún inflando las mejillas, pero al final relajé el semblante para ponerme de puntillas y dejarle un beso suave en los labios.

    —Nos vemos luego, entonces —murmuré bien cerquita, y otro beso—. Suerte en las clases, Al.

    Y otro beso antes de retroceder, sonriendo divertida. Giré sobre mis talones y di un par de brincos hasta alcanzar la puerta de mi aula, donde me giré para comprobar si daba con él y así agitar la mano en despedida. Recién entonces me digné a zambullirme en la clase y, bueno, a soportar la mañana. Igual seguro me echaba gran parte del tiempo pensando en la carta, los daifuku que había en mi casillero y el anillo que sentía contra mi pecho.

    Como si tuviera remedio.

    *nyooom*

    doce en punto BEAT THAT, IDK FFL
     
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    Insane

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    Salí del salón de clases con los audifonos a todo volumen, pasándome por el de mi hermano en lo que deparé inicialmente en Génesis, hablando de un par de cosas luego de sacarme los auriculares de los oidos en lo que le acariciaba el cabello entre los dedos. Asentí apenas luego de darle la sonrisa torcida de costumbre ante su comentario de que pasaría primero por la cafetería y luego llegaría a las pruebas.

    —¿Y entonces? ¿Listo o qué?

    —Pfff, por la hora en la que nos dormimos ayer, espero no hacer el ridículo —se me escapó la risa nasal en lo que enterraba las manos en los bolsillos, moviendo la cabeza hacia el pasillo.

    Zold no demoró en seguirme, bajando las escaleras hasta el segundo piso. Observé de soslayo el salón de Whitman y terminé relajando los hombros, desviándome en lo que mi gemelo me seguía el paso por pura inercia, aunque era obvio el que intuyera que recogería a alguien ahí, aunque no le había vuelto a mensajear desde hace no sé cuánto, esperaba no se me hubiese adelantado. Me asomé apenas por su salón de clase hasta identificarlo no mucho después.

    Cathy, Cathy~

    —Hey —le llamé entornando apenas la mirada al fijarme en sus orbes, afilando la sonrisa—, ¿bajamos juntos a las pruebas? Digo, has de ser una veterana en esto~

    Mi hermano se limitó a mostrarle una sonrisa cálida, saludándola en silencio.

    Nekita uy, hace no sé cuánto que no roleo a este par juntos (?)
     
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  13.  
    Nekita

    Nekita Amo de FFL

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    Se había entretenido bastante por su cuenta luego de aquella salida con Zeldryck, siguiendo su rutina con sus padres habló un poco de la salida en cuestión, le mostró sus regalos, hablaron sobre como iban las cosas en casa y cuando terminaron prácticamente todo su día libre para ir a buscar alguna muestra del perfume que había utilizado para salir con él y cumplir con su parte del trato aunque bien sabía que podía ser solo una promesa tonta al aire, le causaba algo de gracia ir buscando esos pequeños detalles.

    De allí bueno, no era ningún problema mantenerse en clases, mucho menos cuando parecía estar algo bendecida para que su P.E tocara hasta el viernes y relativamente en buen tiempo porque así tan siquiera no quedaba muchas horas para que pudiera regresar a su casa y relajarse todo el fin de semana si es que llegaban a tener actividades muy movidas.

    Se despidió de Dante quien parecía querer evitar una posible fila de alumnos que buscaran comprar aguas en las máquinas y ella se quedó ordenando sus cosas con tranquilidad sin prestar mucha atención al hecho de que Zeldryck se había asomado a su salón de clases hasta que la llamaron.

    —Hi guys~ —Les saludó con una sonrisa tranquila, tomando su botella de agua para acercarse a ellos —, toda una veterana de ello, tanto que me lastimé un poco el tobillo en las ultimas pruebas... —rio con suavidad y luego centró su atención en el gemelo sin tatuajes — ¿tuviste P.E Zold? ¿Tu grupo no estará algo cansado ya para las pruebas?

    Pequeño sabotaje por parte de la escuela, si es que se ponía conspiranoica.
     
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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Aceptó el apodo sin complicaciones y supuse que no era japonés, al menos no de cajón y... ah, espera, que se llamaba David. Y hablaba inglés. Inglés americano, de hecho, pero parecía más del norte, ¿verdad? Venga, si cuando quería la neurona me funcionaba a velocidad tortuga, eh.

    Salimos al pasillo y asentí, archivándome el apodo que me había facilitado. Básicamente le decían laberinto así que puntos para no olvidármelo. Esperaba. Me quedé con la idea de los baños rondando en la cabeza porque sí, de modo que al pasar junto a ellos medio ignoré su designación de puertas para asomar la cabeza; en el de chicas, claro, no iba a usar el mismo truco dos veces. Llevaba las manos entrelazadas a la espalda y me puse a murmurar una canción en voz baja casi sin darme cuenta, mi voz apenas hizo eco hasta que regresé mi atención tanto al pasillo como a Maze. Le sonreí, medio a modo de disculpa, medio como si nada.

    A little bit fancier, indeed.

    ¿Qué conocía de la escuela, a todo esto? Mi aula, el patio frontal, el gimnasio y... las duchas masculinas, ups~ Una lista que dejaba que desear, en definitiva, así que más vale prestarle atención a Laberinto-sensei. Ya luego de eso lo seguí de lo más obediente, vi que saludaba a unas chicas y claro que no me correspondía meterme, pero el muchacho también parecía majo y me gustaba sacar conversación de las palmeras.

    —¿Amigas tuyas? —pregunté en el tono casual de siempre, incluso con esa capa de liviandad que parecía capaz de distraerme con el aire.

    Aunque recabar algo de información tampoco venía mal, right?

    Bajé por las escaleras, viendo el paisaje y el patio de la escuela, y salté de dos escalones arriba para caer en el segundo piso con ambos pies. El cabello acompañó el movimiento y me giré hacia Maze.

    —¿Y estás en algún club?
     
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  15.  
    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido seventeen k. gakkouer

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    Gracias debía darle a Dios por la existencia de gente como este chico que no metía la nariz en nada nunca, más o menos, porque me facilitaban muchísimo la existencia. Podía decir casi cualquier cosa sin preocuparme por tener que explicarme demasiado o soltar trapos, quería decir, más de los que ya le había soltado de gratis en la enfermería; también debía agradecer eso, que así le soltara que era, no sé, una homicida en potencia actuaba como si no le hubiese dicho nada más.

    Le dediqué una sonrisa de ojos cerrados cuando dijo lo de la nota y asentí con la cabeza, porque eso no lo iba a discutir. Tan siquiera habíamos podido hacer bien el proyecto, con eso me daba por servida, ya el resto era harina de otro costal.

    Como fuese, sabía que iba aceptar mi oferta así que no me sorprendió escucharlo murmurar que quería una bebida caliente y asentí con la cabeza sin prisa. Guié el camino hacia la máquina del pasillo, introduje las monedas y lo dejé elegir, una vez estuvo hecho me pedí un té para mí, pues porque sí.

    —¿A ti cómo te fue en el proyecto? Supongo que todavía tienes el problema de... Bueno, el japonés y eso. No debió ser tarea fácil.
     
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  16.  
    Insane

    Insane Maestre Comentarista empedernido

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    —Nueve, no fue una nota perfecta pero nos fue bastante bien —atajé en el aire, recordando las trasnochadas que me pegué por eso, si es que me habían salido ojeras y todo.

    Definitivamente, hacer un trabajo con Génesis era sobre exigirse, y ni qué decir las maromas para calmarle la ansiedad por la nota, porque no había sido un diez y toda la cosa. No la culpaba, con la mujer que tenía de madre era comprensible su reaccionar... El que Kurosawa se hiciera a un lado para escoger la bebida me sacó de mis pensamientos, estirando la derecha para hundir una al azar, no lo pensé siquiera hasta que rebotó en la máquina.

    —Algo me he adaptado, aunque para serte sincero... tu idioma materno es muy complejo —comenté risueño, restándole neuronas a lo que hace un minuto comenzó a pasar por mi cabeza, cambiando el tema pues porque sí al notar que ya casi llegabamos a su salón—, bueno, parece que nuestro recorrido mañanero ha acabado —busqué sus ojos, suavizando mis facciones sin siquiera enterarme—, disfruta tus clases, Kurosawa.

    Aquí cierro con este niño porque no creo tener mucho tiempo luego </3
     
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  17.  
    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido seventeen k. gakkouer

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    Nada que ver, pero me alegré genuinamente al escuchar la nota que había tenido en su proyecto y me permití una sonrisa algo más amplia. Ni idea si le había implicado mucho esfuerzo o no, quería pensar que no teniendo en cuenta que Hiradaira y yo lo habíamos conseguido en un receso, pero nunca se sabía. Como fuese, insistía, me alegraba que le hubiese ido bien teniendo en cuenta lo del idioma y así.

    Se me aflojó una risa al escucharlo decir que mi idioma era muy complejo y levanté la mano libre en señal de rendición, suponía que era el caso, además yo no era ninguna genio de los idiomas y el poco inglés que podía pescar era por escuchar a Altan, no mucho más, inglés americano para variar que era más facilito.

    —Pues perdona, yo no lo inventé~ —atajé por la pura gracia.

    El caso es que alcanzamos el pasillo de segundo, ya alcanzando mi clase detuve un poco la marcha y cuando él buscó mis ojos noté que se le suavizaban las facciones. A ver, con este chico que pecaba de blandito no era nada de qué sorprenderse, pero aún así me tiró cierta satisfacción encima y tuve que contener las ganas de picarlo un poco, siendo que podía ser esa puta intensa también.

    —Nos vemos, senpai~

    Me terminé el té de algunos tragos más, lancé la lata a la papelera y entré a la clase para dejarme caer en mi asiento con cierta pesadez.


    aproveché para cerrar con la loca también ya que tenía que postear aquí xD

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    Su respuesta me reseteó el cerebro de un golpe seco, fue como ver a Sonnen meterle una hostia a las televisiones viejas del otro instituto a ver si reaccionaban y que de milagro revivieran algunos píxeles. No abrí la boca para contestarle porque aunque no lo pareciera, cuando correspondía sabía medir mis palabras y justo estos días no andaba con ganas de tocar los huevos, no si sonaba igual de Shimizu Ryouta, pero el caso es que no pude imaginarlo.

    Lo sentía mucho por ella, pero no pude, no logré deconstruir su silueta para rearmarla y armar una profesora a la que no le diese igual ver a su alumno paria de turno aparecer hecho una desgracia. No pude imaginarla interesándose si no era para regresar el mundo a su orden rígido y frío, porque iba a tener que esforzarse bastante para sacarme de la cabeza esta imagen de androide que me había formado.

    Podía no ser culpa suya, ¿qué coño importaba? Como si era culpa del Papa en Roma, todos éramos resultados de otras cosas, piezas talladas por otras manos o circunstancias, y tomábamos los lugares que manos completamente distintas nos asignaban y entrábamos en cajas según lo que se veía de nosotros. Despedazar la imagen que se creaba era una tarea de meses, años, vidas enteras.

    Todo lo que hice fue encogerme de hombros a ese comentario, pues por hacer algo y ya, y me di cuenta que no dijo nada respecto a cómo la había llamado. Me dejaba el asunto más fácil aunque eso no quitaba que fuese a seguir diciéndole rubia si me salía de los huevos, lo mismo que cuando le decía Barbie a Alisha o Rojita a Pierce.

    Su pregunta me hizo detener los pasos en el pasillo de segundo, ni idea de por qué me lo tomé tan a pecho, pero desvié la vista a las ventanas y me acerqué a una, estirando la mano para abrir una hendija. El aire se coló, me sacudió apenas el cabello y olisqueé el aire casi como un perro. Olía a primavera, pero no a humedad ni nada así y el día anterior había sido así.

    —Tal vez —contesté después de cerrar la ventana y reiniciar los pasos—, pero el viento no huele a lluvia por ahora, así que igual podría despejarse a alguna hora. Lo que serían buenas noticias para ti y tus piernas descubiertas, si lloviera te cagarías de frío.
     
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  18.  
    Amane

    Amane Equipo administrativo Comentarista destacado

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    Mi comentario le sacó una risa liviana, no habría esperado conseguir nada menos, y después no fue muy difícil notar la tranquilidad que le cayó encima al escuchar que era el hermano de la chica. A decir verdad, tampoco sabía que podía esperar cuando soltaba aquella información, porque había pasado demaisado tiempo desde la última vez que tuve que utilizarla. Así pues, la suya me pareció correcta, en definitiva.

    Asentí con la cabeza al escuchar sus palabras, sin poder esconder la ligera sonrisa de satisfacción que me cayó encima con ello. Hombre, no era ningún terco y no me iba a costar demasiado admitir que quizás no iba a ser tan malo volver a clases después de todo, especialmente en este sitio al que Kashya le había pillado cariño también.

    —A mi también me alegra —admití, bajando un poco el tono de voz.

    Después pareció volver a sonrojarse por mi teatro, y de nuevo tampoco podía culparla, pero así como había esperado, acabó por aceptarme la mano y no perdí segundo en erguirme para colocarme a su lado, haciéndome con su brazo como un verdadera caballero. Qué va, fui totalmente incosciente de que mis acciones podían molestar al perro guardián de la chiquilla, pero es que de dónde iba a saber yo aún nada de todos los líos que había en aquella academia.

    >>Así que te gusta leer, ¿verdad? —pregunté, después de haber estado caminando un buen rato en silencio y observando el paisaje a nuestro alrededor—. ¿Cuál es tu libro favorito?
     
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  19.  
    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Bueno, lo prometido era deuda, ¿verdad? Básicamente seguía comiendo para la mierda desde el miércoles y llevaba esos días con tal ansiedad que tenía los músculos del abdomen resentidos de tanto tensarlos inconscientemente. Nada nuevo bajo el sol, suponía, tocaba aguantar y hacer lo que tenía que hacer: ir a la escuela.

    Con mamá la cosa medio se diluyó, siempre era igual. El sábado estuve todo el día fuera con los chicos y ella pasó el domingo donde los Hiradaira, nada que me hiciera mucha gracia pero no tenía derecho alguno a reclamarle una mierda. Volvió de ahí con los ánimos renovados, se le notaba, y yo sólo fluí junto a ella porque no me apetecía volver a discutir. No me apetecía hacer nada que volviera a ponerle semejante cuota de decepción y hastío en el rostro.

    En la cena le dije que al día siguiente iría a la escuela y me sonrió, apretujándome la mano. También dijo que prepararía mi desayuno favorito, aunque ella tuvo que irse antes y yo apenas probé bocado. Vete a saber si lo notaba al regresar.

    De la forma que fuera, llegué a la escuela con los cascos a todo volumen y fingí que nadie más existía, pese a que el puto miedo me dibujaba dianas en la espalda a cada paso que daba. En mi casillero no había rastro de nada, ni de almuerzos ni de notas, así que ni modo. No me enteré de nada.

    Seguí en automático hasta el segundo piso y rebasé mi clase, apoyando la espalda en el marco de la 2-3. Era una jodida imbécil pero si no intentaba al menos disculparme con la pobre criatura a la cual le había reventado la cara sabía que no iba a lograr absolutamente nada. De paso, quizá daba con Aleck y también lograba disculparme con él. Y mejor no nos olvidábamos de lo mucho que me preocupaba haber alejado a Dante, ya de paso.

    heyo Kuno Vizard si no te apetece me avisas y no pasa nada, pero a Annita le importa mucho disculparse con Clevert así que ahí la dejo uwu
     
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    Ikoma-kun

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    Clevert White

    Los días posteriores tuvo que soportar a su excentrica hermana en una constante burla, algo impropio de la heredera de la más grande empresa de seguridad en Gran Bretaña, pero tras haber conocido a una chica Japonesa de nombre Misato, el joven pudo respirar mientras ambas recorrían su residencia en el país.

    Salió de su salón de clases, observando su reloj como de costumbre; esperaba pacientemente el día que pudiera optar por un club en cuanto vea su oportunidad.

    Alrededor observo el ir y venir de decenas de estudiantes, esperaba reconocer alguno de su clase. Pero lo que menos que esperaba era una chica muy familiar, una con rostro melancólico y unas distintivas trenzas teñidas de rosa. Inconsciente llevo una mano a su rostro donde el balón dejo una marca que fue tratada en la enfermería.

    —¿Hiradaira?—murmuro el apellido de la chica, recordando cuando la entrenadora le llamaba con gran furia, Clevert pudo ver de reojo cuando ella se marchaba, como si de un grave crimen se tratase ¿Que hacía ella cerca de su clase?

    El chico no podía ignorar la mirada triste que poseía, aún con el temor y el hastío de recibir un regaño de la chica de trenzas, se sintió impulsado a acercarse hasta ella ¿Tendría algo que decirle?

    —¿Hola?—salude con cierta timidez—eres Anna ¿cierto? ¿Te importa si te acompaño?

    Clevert decidió iniciar con cierto tacto, no era un chico que gustaba invadir el espacio personal de nadie.

    >> Parece que algo te preocupa, si es sobre...la partida de quemados, estoy bien...no fue gran cosa, nada que el tiempo pueda curar.

    Sonrió mientras explicaba la obvia razón por la que Hiradaira esté en las cercanias.

    Gigi Blanche, se trata de Anna no puedo ignorarla teniendo oportunidad (?
     
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