Exterior Patio frontal

Tema en 'Planta baja' iniciado por Yugen, 9 Abril 2020.

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    Insane

    Insane Maestre Comentarista empedernido

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    Casi que fingí pensar por unos instantes sobre los riesgos, porque venga, ¿qué de divertido tenía la vida sin ellos? Ladeé apenas la cabeza en lo que ésta se palpaba los labios, y por mero vicio entorné apenas la mirada sin abandonar la suya hasta que mencionó lo que habíamos acordado en el arcade. Una risa ligera se me escapó por la nariz, burlona de por sí.

    —Mira las coincidencias, porque justo hoy pensaba en decírtelo~ —. Era hasta absurdo el que en realidad lo tenía pensado desde el día anterior, pero el receso se me había esfumado como el porro entre los labios con Joey de compañía.

    La sonrisa se me acentuó apenas en cuanto dio la vuelta, y ni corto ni perezoso la recorrí de pies a cabeza.

    —Sí, está haciendo un buen clima, aunque bueno, a tu lado cualquier clima es bienvenido —le molesté con un cuento barato como ese, solo por ver qué decía o hacía al respecto.

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    Un poco si me pasó por la cabeza el que no fuese rubia, a menos que se tiñera el cabello de negro, claro. Debía ser también por el hecho de que normalmente los gringos solían serlo, pero bueno, tampoco entraría a preguntar algo que no era de mi incumbencia. Deslicé la mano libre al bolsillo de la sudadera en lo que continuábamos andando.

    —No sé si somos amigos como tal, hace poco que nos conocemos —murmuré risueño, un poco porque no sabía si Shiori me consideraba ya como un amigo, o un simple conocido aún—. Llegué con mi hermano y mi mejor amiga hace un par de semanas, así que podría decirte que continuamos en periodo de adaptación~

    En cuanto paseé las pupilas por el espacio identifiqué a mi gemelo, charlando con Whitman.

    —Es ese de allá, el de los tatuajes en el rostro, no tiene pérdida —noté el que no había rastro del maestro aún, así que tenía algo de tiempo para respirar tranquilo—. ¿Te parece si nos unimos a ellos?

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    No es como si fuese partidaria de hacer amistades femeninas, en realidad, si desconfiaba de Jez que eran un pan de Dios, no podía negar el que también lo hacía de cualquier otra, aunque eso no quitaba el que no charlara, o la pasara bien interactuando con ellas, quizá podía darme una oportunidad en cuanto tuviese un poco de confianza.

    —Sí, es algo soez pero, es un buen chico~ Justo llegamos hace poco, ¿sabes? Seguramente tu tienes más tiempo en estos lares que nosotros —comenté entre una pequeña risilla, juntando en algún momento mis labios para sentir el hidratante de color tenuemente rosa en los mismos.

    Apenas empezaba a notar que me observaba con un poco de fijación, no me molestaba en realidad, así que simplemente continué con mi postura, relajando los hombros en lo que su risa me llegaba a los oídos.

    —Mm, estamos de suerte entonces~ —comencé a hacer memoria sobre qué día me correspondía ir al gimnasio—, el jueves, sí, aunque en la mañana. ¿Te toca a ti igual o en el receso?

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    Aquel receso del día anterior en lo que hablaba con Alisha el timbre irrumpió la conversación, así que bueno, pensé en su momento que en cualquier otro día podía tomarme el permiso de ir a buscarle conversación, si a fin de cuentas todo había sido bastante ameno, y el cigarro algo bueno que hace bastante no fumaba alguno. Busqué a mi hermana, bajamos las escaleras juntos y entre tanto me comentó que se pasaría primero por la máquina, que me adelantara y acepté sin darle mucha cabeza al asunto.

    El sol estaba permanente ahí, así que no demoré en colocarme las gafas de sol en lo que caminaba por el patio frontal, atrayendo un par de miradas de algunas chicas que no conocía de nada, pero tampoco deparé mucho en ello, más que una que otra sonrisa suave. En cuanto identifiqué a los gemelos iba a acercarme, pero la tonalidad del cabello carmín atrajo algo de mi atención.

    —¿Preparada mentalmente para las pruebas, señorita?~

    Estaba de espaldas a mí, así que esperé pacientemente a que se girara, en lo que me pensaba el que aún no tenía ni su nombre ni apellido. A ver, estaba algo lento con ello quizá, pero no tenía prisa tampoco, así que bueno. Quizá estaba ella en las mismas que yo, vete a saber si lo descubriríamos en cuanto empezaran a llamar lista.
     
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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Si lo pensaba con detenimiento (cosa que, por cierto, no hacía), era probable que llevara años sin trabar amistad de verdad con una chica. De por sí no era la reina de conservar o cuidar amigos, tenía a Kohaku y suponía que con Kashya podía hablar y quedar sin problema, si me daba la gana la metía a la bolsa. Más allá de eso, pues estaba visto. Aquí me conocían poco y nada así que íbamos bien, pero en Escocia e incluso el instituto anterior tampoco esperaba que alguna chica se me acercara. No con la fama que tenía.

    Por otro lado, era lo de siempre. Si hacía daño no era que lo pretendiera a pulso, así que ni modo.

    Alcé brevemente las cejas, divertida. Venga, si su propia amiga lo tachaba de soez pues qué le quedaba al resto, los pobres mortales. De la forma que fuera, no estaba tan interesada en su potencial amigo como lo estaba en ella, de modo que la dejé hablar y noté por reflejo el movimiento de sus labios. Acentué la sonrisa, con una tontería en mente.

    —Bueno, si dices que es un buen chico tocará creerlo. ¿Lo llevas encima, por cierto? —inquirí, repasando mis labios entre sí con el ceño fruncido—. Los siento algo secos.

    Luego me preguntó a qué hora tenía P.E. y, bueno, acababa de decírselo, pero no me interesaba burlarme de ella ni nada así que lo dejé correr. Ya que estaba y por la pura gracia fruncí los labios al saber que a ella le tocaba en la mañana.

    —Pues no, yo voy antes del receso. Una lástima~ ¿En qué clase estás, por cierto? Vas a tercero, ¿verdad?

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    Si había algo que me daba absoluta pereza de las pruebas físicas era tener que atarme el cabello. Ni idea, me gustaba demasiado suelto y me lo ataba tan poco que luego me dolía el cuero cabelludo a la noche. Me lo había recogido para P.E. de hecho y apenas acabar lo dejé libre un rato para no ir a morirme después, pero sabía que no faltaba nada para tener que atármelo de vuelta y sufría internamente.

    Le había dejado las galletas a Sakuya y, pobre, ni le di tiempo a reaccionar, pero me pareció que el detalle le había gustado y eso era todo lo que me importaba. Vamos, ¿a quién no le gustaba recibir atenciones el día de su cumpleaños, sin importar que renegara de ello o de su entera existencia? Era simple, era así y punto final. Y con lo sencillo que podía llegar a ser animarle el día a alguien, ¿cómo no iba a valer la pena intentarlo?

    Al final me piré porque recordé que tenía que avisarle a papá que me habían dicho que Danny salía más temprano de la escuela. Un poco tragicómico que me lo informaran a mí sí era, pero ya me había acostumbrado bastante a ser casi, casi la cara visible de la familia y ni idea, me daba que la señorita de Danny se sentía más cómoda conmigo o algo. Tampoco la culpaba, a veces era mucho más sencillo confiar en otra chica.

    Como tal podría haberle dejado un mensaje, pero era un poquito de la vieja escuela y aproveché que Yoshida-sensei aún no llegaba para sacar el móvil y marcarle en el patio. Caminé un poco en línea recta, fui y vine con calma hasta que colgué. Estaba viendo aún la pantalla del móvil cuando oí la voz a mis espaldas y me giré sin prisa, identificando de inmediato el cabello albino y advirtiendo las gafas. Eh, qué vintage~

    Iba a saludarlo, pero su pregunta fue bastante puntual y la verdad era que no, tenía una pereza horrible. Le dediqué un auténtico puchero en lo que aflojaba los hombros para desarmarme un poco y luego me erguí, regresando el móvil a mi bolsillo. Resoplé.

    —Acabo de salir de P.E. y me hacen venir aquí, ¿puedes creerlo? Ya me duelen las piernas y pretenden que siga haciendo ejercicio. —Me dejé caer un poquito hacia un costado y me balanceé suavemente, buscando sus ojos o, bueno, sus gafas—. Ojalá esconderme en un hueco de la escuela hasta que acaben, really, pero nada que hacerle.

    Tampoco era tan de quejarme, así que acabé suspirando antes de erguirme y cruzar los brazos bajo el pecho, concediéndole una sonrisa de las de siempre.

    —Pero bueno, ¿y tú qué, snowy boy~? ¿Te gustan estas cosas o fantaseas también con escondites institucionales?
     
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    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido seventeen k. gakkouer

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    Como decía, o de verdad era tan calmado como parecía o era mojigato, así sin puntos intermedios de ninguna clase y con apenas lo poco que llevábamos hablando estaba comenzando a decantarme por la segunda. Algo de gracia me hacía, porque de repente salían diablos hechos de humo y sombras, pero luego quedaban estos, que vete a saber de cuál hueco los habrían sacado. En sí solo podía meter a Aaron en ese saco y como tal, Yume seguía teniendo bastante cara de moco, pasaba que conmigo ya relajaba el culo. A lo que me refería es que eran, bueno, gente relativamente normal al menos en lo que se veía desde fuera.

    Que no sabía si eran amigos decía bien fresco, cuando la otra por poco no se le había subido a la espalda. Claro que no sería yo la que señalara esas nimiedades, que la pregunta se le respondiera sola cuando hiciera dos más dos o algo así. Igual siguió hablando, me contó que había llegado hace poco con su hermano y una amiga, cosa que era... Un poco extraña en sí misma, no por su hermano, obviamente, sino que era raro hacer una transferencia "familiar" con plus de amistades. Bueno, eso decía yo, que lo más parecido que tenía amistades era... Kurosawa, luego los dos idiotas de turno, mejor conocidos como Joey y Welsh, y ni contaban porque solo mierdas hacíamos en conjunto.

    Como buenas cabezas de Cerbero.

    Seguí el objetivo de su mirada, solo para ubicar a Lord Tattoos hablando con una castaña de lo más bonita y me hubiese olido la peste desde América, más o menos como había pasado con Sugawara apenas liberó un segundo los títeres de hielo negro. Eran pestes distintas o eso creía, pero diablos éramos diablos, y nos reconocíamos desde el espacio seguramente.

    Twins~ that's nice —comenté bastante porque sí y me encogí de hombros cuando preguntó si nos uníamos al par—. Como quieras.

    Me daba bastante igual en rasgos generales, además con solo existir ya me había llevado una botella de agua de regalía, así que lo que pasara de ahí en fuera me era un poco indiferente.
     
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    Hygge

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    Tal y como venía siendo costumbre, las pruebas físicas volvieron a ser el tema del que todo el mundo hablaba en la mañana. Era difícil predecir cuántos alumnos iban a caer a manos de aquella mujer sin escrúpulos pero digamos que, después de tantos años de reticencias y discusiones con la directora, esa vez me lo había tomado con resignación. Como quien va a hacerse una revisión porque no le queda de otra y ya.

    Lo que sí me sorprendió fue mi compañía. Hotaru parecía de todo menos una chica deportiva y pude hacerme a la idea durante sus primeras pruebas físicas, donde decidió saltárselas para ir a fumar algo fuera. Debía admitir que algo de gracia me hacía imaginármela retirarse por, qué se yo, una uña rota o alguna estupidez similar.

    —¿Y bien? —Alcé la mirada hacia ella al escucharla hablar, mientras se hacía una coleta alta con sumo cuidado—. ¿De verdad es tan sanguinaria la entrenadora como dicen? He oído que la enfermería sufre sus horas altas tras las pruebas.

    —Quizás eso sea un tanto exagerado, pero sí que se suelen sufrir algunas bajas —Contuve un bostezo mientras nos encaminábamos al patio—. La mayoría de primero. Esta vez al menos no están presentes.

    —Mhm... —Su expresión se tornó reflexiva, como si estuviese barajando algo en su cabeza—. ¿Si algo me pasase, cuidarías de mí y me darías mimos, Lennie~?

    Se me escapó una risa nasal, resignada, y terminé por encogerme de hombros como respuesta.

    —¿Acaso tengo elección?

    Si la hubiese estado mirando en ese instante habría notado que aquello le pareció sacar de base. Acostumbrada como estaba a irritarme, quizás le pareció poca cosa mi respuesta. Ni siquiera lo pensé con detenimiento. Alcé una mano como saludo hacia Sakuya y Aaron cuando pasamos por su lado, y noté la mirada de Ankoku sobre mí con cierto interés.

    Enarqué una ceja con escepticismo.

    >>¿Qué?

    —Últimamente te ves más tranquila que de costumbre —puntualizó y se corrió un mechón de cabello tras la oreja, observando al resto de alumnos con aire distraído. Alcanzamos la sombra de un árbol mientras aguardábamos por el inicio de las pruebas—. Me pregunto por qué será.
     
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    Reual Nathan Onyrian

    Reual Nathan Onyrian Adicto

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    Si me hubiera fijado bien y no fuera tan atolondrado, me hubiera dado cuenta de que la amiga de Laila no tenía pinta de japonesa. Tal vez podría haber hablado solamente en inglés. ¡Pero eso no era aprender! Aunque tuviera al frente el estreotipo más ofensivo de persona inglesa, igual le hablaría en japonés. Tenía que practicar, maldita sea. Mientras hacía un trabalenguas con mi saludo, la otra muchacha iba asintiendo, como para darme confianza, prestándome una atención que parecía algo exagerada, que me hizo sonrojar levemente, y que me trabara todavía más.

    — ¡Oh! Me alegro de que ya estés mejor. Los resfriados de verdad que pueden ser bien molestos. A mí me suelen agarrar con los cambios de clima abruptos. Esos me destruyen. ¡Y yo todo bien, por suerte! Ya terminé de inscribirme al club de fotografía, y concreté con Ale para que me ayude con el tema del japonés. Pero vengo aprendiendo por mi cuenta, obviamente. No voy a sobrevivir, si no. Pero me sigue costando mucho la lectura, la verdad. Espero que Alethea me tenga paciencia con eso. Aparte de eso, nada nuevo —me volteé hacia la otra chica, devolviéndole la sonrisa.— Oh, ¿Vólkov? ¿De dónde vienes, Jez? Primera vez que escucho ese nombre, Jezebel.

    Asentí con una mueca ante lo que decía de haber venido sin saber nada.

    — No te das una idea. Siento que estoy caminando en cáscaras de huevo, la verdad. Voy avanzando de a poquito, pero cada vez surgen cosas nuevas. La sociedad e idiosincracia japonesa son muy distintas a la occidental. Y obviamente está todo el tema del lenguaje. Sigo haciéndome un lío con los honoríficos. Hace un par de días le estaba intentando preguntar direcciones a una señora y creo que le dije "-chan". La mirada de indignación que me dedicó bastó para que saliera de allí con la cola entre las patas, rojo como un tomate. Era severa la doña —solté una pequeña risotada, mientras recordaba. Obviamente me había dicho un par de cosas, pero por el tono, no eran muy amables.— Oh, ¡muchas gracias! Eres muy amable, Jez. Y sí, creo que el noventa por cienta de la gente con la que me relaciono aquí son extranjeros. Supongo que siempre gravitamos hacia lo conocido, ¿no?

    Fruncí el ceño luego, ante el intercambio de ambas. En un momento, parecía como si estuvieran viendo algo detrás de mí, pero no le di mucha importancia.

    — ¿Matarnos? ¿Eso no es un poco...? Ach fick! —exclamé, tomado completamente por sorpresa, cuando sentí que alguien me ponía la mano pesadamente en el hombro. Me giré y pude notar a Joey.— Vaya que eres sigiloso. O yo no presto atención a mis alrededores. Seguramente la última.

    Le guiñé el ojo y le di un puñetazo amistoso en el hombro, para luego ver como se iba a tirar en el pasto, al lado de Jez. Se lo veía especialmente tranquilo, con absolutamente cero ganas de hacer algo de deporte. Escuché su pregunta, algo curioso, mientras lo relacionaba con lo que decían las chicas.

    — La verdad que no. Obviamente siempre hay gente que se emociona de más. O que lo usa para soltar frustraciones hacia otro. No es raro que eso pase. Pero igual tengo un umbral de dolor bastante alto. La de golpes que me di cuando entrenaba, y algunos de ellos fueron bastante crudos, pero me molestaba más el hecho de que tenía que dejar de entrenar por un tiempo que el golpe en sí. Me preocupa un poco más todo lo que dicen de la profesora. Como que hay rumores alrededor sobre lo sádica que puede ser. Eso nunca viene bien con un profesor de P.E. ¿O tal vez me estoy confundiendo de persona? Que se yo. ¿Tú cómo has estado, Joey?
     
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    Nekita

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    —Parece que he ido escalando en habilidades y ahora puedo leerte un poco la mente —Bromeó dejando salir una pequeña risa, no era en lo absoluto ninguna coincidencia en realidad al ser algo que ya habían acordado pero exagerar las cosas nunca había sido especialmente malo para nadie, mucho menos para seguir con la platica tranquilamente —, eres muy amable diciendo todas esas cosas Zeld, ¿lo habías notado? Gracias.

    Volvió a su lado, esta vez apoyándose ligeramente en él al inclinarse hacia su dirección para estar algo más cómoda y bueno, ver algo de las cercanías que pudiera permitirse sin incomodarlo ni nada. No mucho después logró mirar a Zoldryck a lo lejos con una nueva compañía y de nuevo no tardó en saludarlo con una de sus manos, si les dijo que luego los alcanzaba significaba seguro que iba a terminar conociendo a otra de sus senpais.
     
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    Reual Nathan Onyrian

    Reual Nathan Onyrian Adicto

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    Contemplé el tablón de anuncios con el rostro totalmente neutro. ¿Pruebas físicas? ¿En serio? La gracia del Señor me había hecho evitar las otras, se ve, porque recién ahora me enteraba sobre la existencia de tan aberrantes prácticas. Bueno, si había podido evitar todas las anteriores, obviamente iba a poder hacer lo mismo con esta. Así que simplemente me dirigí hacia las escaleras, y luego hacia el patio, con las manos en los bolsillos, y silbando. Al llegar, pude notar que había una interesante aglutinación de gente allí. Había leído que solo los de segundo y tercero estaríamos en el patio, con los de primero en el gimnasio.

    Me hice visera con una mano al salir, cuando el sol me pegó de lleno en la cara. Había pasado la mayor parte de mi vida en Colombia, pero igual seguía siendo colorado. El sol era mi peor enemigo. Iba a terminar siendo una sola peca si no me cuidaba. Tenía que ponerme al resguardo. Por suerte, había bastantes árboles en el patio. Y con más suerte todavía, la sombra de uno de ellos estaba siendo ocupada en esos momentos por Lena. Que maravilla. Y estaba con otra muchacha. Mejor que mejor. Me dediqué a mí mismo una sonrisa por simplemente ser yo, y caminé hacia allí, tranquilo.

    Paseé la mirada por todo el lugar, mientras caminaba, notando también a Sasha a la distancia. Bueno, todavía no había limado las asperezas con ella. Tenía que ponerme con ello. Por lo menos, parecía que se había rendido con robarle el teléfono al otro chico, que ahora estaba con Don Gigantón, y otras dos chicas. Hice una mueca graciosa al notar como también la otra víctima de la pelirroja estaba ahí, realizando su exhibicionismo de costumbre. Sin embargo, no había muchos interesados, la verdad. Era en cierta manera divertido. Hasta irónico. Me encogí de hombros. El día estaba espléndido para tomar sol, la verdad. Que disfruten los que podían.

    Hice un movimiento de muñeca, y una carta apareció en mi mano. La arrojé directamente hacia Lena, y se clavó en el pasto justo donde ella iba a sentarse.

    — Acabo de reclamar ese lugar como mi propiedad, mi pequeño Jack. Vas a tener que moverte unos tremendos cinco centímetros al lado —comenté, y antes de que se sorpresa se fuera, me deslicé en las ruedas de mis zapatos y me senté.— Lo siento, verás, acá hay mejor sombra, y mi pobre piel paliducha de genes recesivos pide a gritos que me aleje del sol. Pero tú y tu amiga están invitadas a obviamente acompañarme en mi bello reino de las sombras. Y dime, ¿seguiste practicando el truco? Hasta que no lo domines perfectamente, no podremos avanzar. ¿Y quién es tu amiga? Sanji Allende, el sensei de magia de la frente arrugada aquí presente. Un gusto.
     
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    Rojo FireRed

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    Se llevó una mano al mentón luego de mover un poco el flequillo entre sus ojos, que le estaba molestando un poco, menos mal no le hacía falta recogerse el cabello, y pues prestó atención al chico con lo que pues decía, volteándose a verle.

    —Pues, que sea ahora a que sea luego y con la posibilidad de que se hagan bajo un calor inclemente pues es el mal menor... Además... Prefiero salir de esta de una vez por todas, y más si dicen que la profesora o el profesor, no sé quién sea, es así de inclemente —se estiró un poco, a suerte de ejercicio de calentamiento leve—, igualmente eso sería retrasar lo inevitable de todos modos, ¿No?

    Durante su paso por los pasillos y lo demás pues había escuchado miedo de parte de los alumnos, mucho se decía que la enfermera encargada se saturaba de trabajo por culpa de las pruebas físicas, e incluso eso le preocupaba, así de despiadadas eran que podrían garantizar alguna lesión, e incluso entendía el por qué pasaban olímpicamente algunos alumnos de las mismas... Por que no eran atletas olímpicos.

    Pero bueno, igualmente tenía que salir de la duda.

    >>¿Ha escuchado sobre los rumores de Yoshida-sensei?
     
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    Amane

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    Holi, ayer me dio un meltdown so los que hayan leído el post de ali-chan de antes olvidadlo, cuz ya no existe, this is the one, sorry. Que a nadie le importa, i know, but the five *huye rodando*

    Alisha 2.png

    Había que ver nada más, salía un poquito el sol y ya la directora decidía que era buen momento de destrozar un poco a sus alumnos. Quiero decir, a mi en gran medida me daba igual porque estaba acostumbrada, pero tampoco iba a negar la realidad. Y la realidad era que Yoshida-sensei era de lo peorcito como profesora de gimnasia, incluso peor que mi padre a veces, ¡y eso era decir bastante!

    ¡Pero había salido el sol! Y no había sádica alguna en aquel universo que me quitase la felicidad por tal noticia. Que, venga, a excepción de la desaparición de mi móvil no tenía muchas quejas al respecto de nada. Estaba solita en casa por unos días, había una salida nocturna cociéndose y había dejado de llover... nice, nice~

    Me había cambiado en los vestidores tarareando una canción y todo, y si bien me deleité las vistas como cabía esperar, preferí no molestar a ninguna de las presentes como solía hacer. A ver, íbamos a jugar a los quemados, ¿verdad? Suficientemente mal le caía a mucha gente como para arriesgarme a empeorar el asunto y temer aun más por mi vida con los balonazos, que era tonta pero no suicida a secas.

    Me recogí el pelo en una trenza alta, un poco porque me apeteció y ya, y me anudé la camiseta del uniforme de gimnasia a la espalda, dejándome aun más piel al descubierto como si el mismo uniforme no dejase ya de por sí bastante poco a la imaginación. Bueno, me gustaba presumir de figura y hacía calor, ¿vale? Tampoco era como si me molestase y estaba segura de que a muchos de los presentes tampoco les importaba mi decisión~

    Al salir eché un vistazo por el patio, a ver si se cocía algo interesante, pero Jackie y Joey estaban con la conejita y no me apetecía acercarme realmente y Kat parecía andar con el gemelo más chill, que el otro andaba con una castaña de lo más bonita y parecía bastante entretenido de por sí. Así que... pues nada, I guess, me eché sobre una pared del edificio y al menso decidí aprovechar el sol y la tranquilidad antes de que eso se convirtiese en un campo de batalla a muerte.

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    Normalmente no me gustaba quejarme, mucho menos cuando se trataba de algo académico, y ya había quedado bastante que era una chica bastante diligente con lo que tuviese que serlo. Pero había llegado la hora del receso, con las correspondientes pruebas físicas, y genuinamente seguía sin creerme que estuviese teniendo la mala suerte de haber tenido P.E justo en la mañana.

    Y no me gustaba quejarme, de verdad, pero es que estaba ya agotada.

    Quizás aquella tuvo que ser la primera vez en mucho tiempo en la que Kashya se tuvo que encargar de arrastrarme hacia los vestidores y, posteriormente, hacia el patio, porque si tenía que ser completamente sincera, hasta pensando en saltarme las pruebas estaba. Ella tampoco era de hacer ejercicio, seguro no hubiese tenido mayor problema en acompañarme a la enfermería si fingía alguna lesión, pero seguramente se dio cuenta que me arrepentiría mucho a la larga si hacía algo por el estilo y... bueno, el resto es historia.

    Además era un partido de quemados, ¿verdad? Mira que si me eliminaban de las primeras tampoco me iba a quejar del todo, en tanto no se pasasen con los balonazos y acabase con alguna herida grave o algo por el estilo.

    Sea como fuere, Kashya y yo nos retiramos hacia la sombra de un árbol y nos quedamos ahí resguardadas hasta que tocase la hora de la verdad.

    Alethea 2.png

    Tenía que admitirlo, el mensaje que recibí de Jack aquella mañana me acabó resultando de lo más gracioso. Es decir, para ser plenamente japonesa y tener ciertos problemas de pudor cuando a Riamu le daba por ponerse demasiado explícita con sus chismes, en general no tenía gran problema con los dobles sentidos o invitaciones que pudiesen malinterpretarse. Quizás porque no estaba interesada en ese tipo de cosas y nunca llegaba a captar cuando algo tenía otra intención, en parte también porque nunca me había visto en una situación que diese lugar a ello.

    Así que me hizo gracia que se preocupase por algo así, aunque también me hizo preguntarme si no habría hecho o dicho algo que le hubiese hecho reaccionar de aquella manera. Y conociéndolo como lo iba conociendo ya, me imaginaba que se había puesto a hacer alguna búsqueda al respecto y vete a saber que podía haberle salido realmente en las mismas.

    No te preocupes, Jack, no me incomodó tu propuesta ni nada por el estilo.

    Le respondí después de cambiarme con el uniforme de gimnasia y recogerme el pelo en los vestidores, justo antes de dejar el teléfono móvil junto al resto de mis cosas en el casillero correspondiente. No me pareció necesario extenderme demasiado, ya habrá tiempo de aclarar las cosas en persona si hiciese falta, y solo pretendía tranquilizarlo por el problema que parecía haberle preocupado hasta el punto de sentir la necesidad de mandarme un audio en lugar de buscarme o algo por el estilo.

    Salí al patio a mi ritmo, como siempre, e identifiqué la cabellera albina de Sakuya no muy lejos de mi posición al hacerlo. Recordé entonces que había visto en el calendario que era su cumpleaños y, aunque estuviese acompañada, me acerqué a ella para poder felicitarla antes de que se me olvidase.

    —Felicidades, Izayoi-san~ —le dije, con una sonrisa suave, y me alejé de ambos tras dedicarle una leve inclinación de cabeza al chico que la acompañaba.

    Una pena que Ri siguiese malilla en su casa, aunque seguro que no se quejaba en absoluto de haberse perdido las pruebas físicas, pero como realmente no tenía ningún problema con la soledad, me retiré sin pena ni gloria a la sombra de un árbol a simplemente esperar que las pruebas diesen comienzo. Y también, para qué mentir, a esperar que acabasen cuanto antes.

    Aun no se me olvidaba la lesión que tuve con las últimas y todo lo que ello conllevó.

    Reual Nathan Onyrian ahí le respondió la beba al mensajito <3 y Rojo FireRed, lo mismo que Gigi, la nena tenía que felicitarla aunque no se fuese a quedar ni nada uwu

    Y bueno, se me pasó el meltdown so ahí dejo a todas mis pendejas por si a alguien le apeteciese caerles antes de las pruebas (eunbi también estaría por ahí, just in case), pero si no that is quite alright, like always~
     
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    Insane

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    Le seguí la risa pues porque en cierta forma me dio gracia y todo, dejándola apoyarse sin problema en lo que la veía volver a saludar a mi hermano, el cual se había encaminado hacia nosotros con una chica que no conocía de nada. Si parecía que la tipa había llegado tarde a la repartición de altura, pero con la peste que se le veía de seguro había que cagarse de la risa~ Me relamí los labios apenas.

    —Les presento una compañera de clase. Katrina —comentó con la amabilidad usual para luego mirarnos a nosotros—, Zeldryck y Catherine.

    —¿Bien o qué? —ensanché la sonrisa torcida apenas—. ¿Has visto a Gen? Nada que llega aún.

    Mi hermano suspiró ligeramente, lo que me confirmaba que aún estaba sentida con él.

    —Puedo ir a buscarla.

    —Naj, no demorará en aparecer, de lo contrario yo iré a buscarla~

    Una dark girl en el grupo, nada mal hermanito~


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    Asentí con la liviandad usual, deslizando la derecha en el bolsillo de la falda para sacar el hidratante de labios, su presentación era bastante linda en realidad al tener como contenedor de líquido una pequeña liebre negra. Se lo extendí sin complicaciones.

    —Huele y sabe a melocotón —agregué por si acaso—, la verdad hidrata bastante bien para el precio en el que lo compré~

    Comencé a notar el cómo el patio comenzaba a llenarse de estudiantes, por lo que en algún momento busqué al docente, pero parecía que faltaba para iniciar, así que algo animada si estaba de poder continuar platicando con ella con tranquilidad.

    —Sí, estoy en la 3-2. Imagino que tú igual estás en tercero —en cuanto lo dije repasé sus facciones, dudando si podía estar en segundo en el proceso—. ¿A qué clase asistes?~

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    Solté una ligera risa por la nariz ante su situación, que si se pensaba un poco podía ser algo cruel, eso de hacerlos asistir a deporte en la mañana y luego en el receso una segunda tanda... pues la mente que lo había planeado podía ser maquiavélica si tenía que ser sincero al respecto. Pestañeé con parsimonia en lo que repasaba sus ojos.

    —Siempre está la opción de saltarse la clase~ —murmuré—. De fantasear de a mucho con esto, no —comenté al recordar a los gemelos, que posiblemente éstos con la energía que se mandaban estarían bastante emocionados pese a no comunicarlo abiertamente—, aunque tampoco me molesta, a fin de cuentas practico parkour desde hace un par de años. Pero ahora que lo dices, y ya que conozco poco este lugar, ¿qué sitios cuentan como escondites institucionales? —cuestioné sin ninguna intención en particular.

    Abandoné las pupilas ajenas tras el cristal oscuro para repasar el patio, manteniéndome ahí de pie sin moverme al aprovechar la sombra de uno de los árboles para que el sol no me diese directamente, denotando a Alisha recostada en uno de los muros del edificio. Le sonreí con amabilidad al verla sola, un poco invitándola a acercarse si le apetecía, pues poco sabía yo sobre la relación que mantenían ellas dos.
     
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    Hygge

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    Abrí la boca dispuesta a replicar, pero en su lugar me sorprendió notar que, aunque quisiera, no tenía respuesta alguna para Ankoku. ¿Debía tenerla, acaso? No era un pecado estar simplemente de buenas, y ya. Tampoco tenía razones para no estarlo, y quizás ese era el núcleo donde radicaba todo. Qué más daba.

    Estuve dispuesta a tomar asiento sobre el césped cuando una carta salió de la nada, cayendo justo donde estaba por sentarme y deteniéndome en el acto. ¿Qué demonios...? No obstante, no me hizo falta escuchar su molesta voz para reconocer al perpetrador de semejante robo, y me llevé dos dedos al puente de mi nariz en anticipación, justo antes de ver la mancha naranja deslizarse hasta tomar el sitio. Hotaru en su lugar siguió el intercambio conteniendo la gracia como podía, con cierto brillo incrédulo en la mirada.

    Maravilloso. Ahí iba de nuevo.

    —Pobre piel paliducha. Quizás la selección natural intente decirte algo después de todo —comenté, y me eché a un lado sin más, en la zona donde aún algo de sol alcanzaba. Tampoco iba a montar una escenita por un trozo de terreno, que lo disfrutase Snow White aquí presente si tanto lo quería. Sin embargo, algo de color se me subió al rostro cuando mencionó el truco con la chica allí presente—. ...Puede que lo siguiese practicando, sí. Y no, no somos amigas. Conocidas más bien.

    —Auch, qué cruel, Lena —La chica de cabello azabache se llevó una mano al pecho con fingido pensar, pero no tardó en sonreírle al chico, antes de tomar asiento a su lado bajo la sombra—. Yo sí tomaré la oferta de tu... ¿sensei de la magia, dijiste? —Se le escapó la risa, tampoco hizo nada por contenerla, más que encantada con aquella situación como estaba. La de cosas de las que se enteraba una, debía estar pensando—. Soy Ankoku Hotaru, un placer~. Y no le hagas mucho caso, probablemente yo sea lo más parecido a una amiga que tenga por aquí.

    >>Pero sí que me causa curiosidad que se relacione con alguien más. Déjame adivinar... —Se llevó una mano al mentón, barajando posibilidades como si hablarle a más personas fuese un delito o algo. Solté un bufido y simplemente me recosté sobre el césped, cerrando los ojos—. ¿Le debes algo? ¿Dinero, quizás?
     
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    Zireael

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    En lo que Jack hilaba palabras una cuarta persona se había acercado, para la gran gracia era Joey y como nos dijo que guardáramos silencio asumí que conocía al muchacho, es decir, que hablaba con él y no era solo un compañero de clase. Se confirmó cuando le soltó la mano en el hombro de golpe, casi matando al otro pobre en el proceso. Al menos ya nos había contestado, que si no seguro le cortaba el tren de pensamiento o algo.

    —Hola, Wickham —saludó Laila antes de volver la atención a Jack, retrocediendo sobre la conversación—. Me alegra que lograras inscribirte al club y que Ethans te vaya a ayudar, se ve que es buena chica. Y bueno, todo a su ritmo, baby steps~

    —Ah, cielo, ¿cómo estás? —Le pregunté a Joey que ya estaba bien acomodado en el césped y di un respingo al caer en que el otro muchacho me había preguntado algo—. ¿Mi apellido dices? Soy de Países Bajos, me mudé hace años, pero mi padre debía tener ascendencia rusa o algo del rollo, supongo por eso de Vólkov.

    Le iba a regresar la pregunta, pero la conversación siguió por otro lado y la verdad ya me estaba cansando un poco de estar de pie, así que al final en lo que Jack respondía la pregunta de Joey de los quemados acabé por sentarme en el césped también junto al moreno, todavía escuchando a Atkinson.

    —Qué va, persona correcta. La profesora es... todo un personaje, la verdad —contesté y me encogí de hombros—. Espero que nadie me suelte un balonazo muy fuerte, la verdad, se me amorata la piel muy fácil. Hey, Jack, ¿qué practicabas? Ya que hablas de entrenamiento.

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    Total que acabé acompañando al chico porque tampoco tenía mejores cosas que hacer, Aaron estaba hablando con alguien, Wickham estaba con el jugador de baloncesto, Meyer y la conejita, luego Welsh estaba por allá, pero en fin, que me daba pereza ya buscar otra cosa que hacer si debía ser honesta. Cuando llegamos con Mr. Tattoos y la castaña vi al otro relamerse los labios, fue una cosa de nada, pero vamos, notaba esas mierdas como que me llamaba Katrina Akaisa.

    El Kasun chill nos presentó, los saludé con un movimiento de cabeza y repasé a la castaña con la vista pues porque zorra se nacía, la verdad.

    —Un gusto conocerlos —añadí pues porque sí.

    Igual escuché el resto de la conversación, hice dos más dos y entendí que Gen era Génesis, la rubita de mi clase que había elegido a Shimizu de todos los imbéciles posibles para ayudarle con el japonés. Era esa la amiga que debía haberse mudado con ellos, no podía ser otra. Vete a saber por qué el otro había suspirado ante la pregunta, pero bueno, problemas familiares a otro lado.

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    Así como que ganas de participar de las pruebas físicas no tenía, pero hombre a ese paso iba a repetir tercero otra vez y como que no, así que mejor hacer lo mínimo que quedarme aquí encerrado otro año, que luego las voces se corrían por el barrio y asociaban a mis hermanos al jodido tatuado que vivía repitiendo el último año de secundaria. En realidad no me paraba a pensarlo demasiado, que seguro me entraba la mala hostia, y ellos tampoco se quejaban mucho, pero sabía que estaba esa asociación... Y alguna gente, no sé, se sentaba a esperar el momento en que los otros dos se fueran a la mierda, siguiéndome los pasos.

    Como si fuese a dejarlos.

    De camino al patio frontal me topé a Sonnen, se estaba comprando una botella en la máquina y luego de eso pues seguimos hacia el patio. No iba a ser yo el que le dijera a este cabrón que no se esforzara demasiado, que igual ya debía habérselo dicho la enana y tal, así que a la mierda si le empeoraban la lesión de la costilla por estúpido. Cuidarlo ya no me correspondía.

    Antes de salir le quité la botella de agua, la abrí y le pegué un par de tragos, el otro ni chistó, aunque normal si hasta la boca le había comido al pedazo de mierda este. La volví a tapar en lo que seguíamos caminando y enfrascado en eso como estaba, solo reparé en la presencia de la rubia cuando el otro también lo hizo.

    —Alisha —saludó, escueto, antes de quitarme la botella de las manos y seguir su camino hacia alguna parte del patio—. Te regalo a un loco de los cuchillos. Have fun, miss.

    Hombre, ya la diversión la habíamos tenido, pero gracias.

    —Buenas tardes, Ali-chan~


    se me escapó un pendejo, whooosp

    que me wa morir con tres interacciones, sí, pero ask me if i care
     
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  13.  
    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    El otro día había pensado que mi capacidad de verborragia palidecía frente a las habilidades de Jack, y la verdad que seguía confirmándolo. El chico tenía pinta de ser así con Dios y con el diablo, y que incluso era el arma que utilizaba cuando no se sentía del todo cómodo. Combo letal, no sé. Al menos cumplí mi misión de sobresaltarlo y solté una risilla leve ante su reacción tan genuina, encogiéndome de hombros.

    —Ya ves, también soy ninja.

    Si me daba la gana podía ser silencioso, ni idea, el caso era que la gran mayoría de las veces no me interesaba lo suficiente para averiguarlo. Pero bueno, cuando estaba en casa y Matty seguía durmiendo sí que andaba con bastante cuidado. Recibí su puñetazo en el hombro con una sonrisa amplia y ya luego me dejé caer en el césped y todo el rollo. Alterné la mirada entre los presentes a medida que hablaban, no me pareció muy friendly agregar que solía comerme balonazos por lo insufrible que era así que lo dejé correr y ya. Tanto Jack como Jez me preguntaron cómo estaba, le sonreí a ambos y me encogí de hombros.

    Fine~ —murmuré sin agregar mayor cosa, porque lo cierto era que no se me ocurría nada que contar—. Sin ganas de hacer esta mierda, la verdad.

    Luego se pusieron a hablar de Yoshida-sensei y solté una risa breve, recordando cómo la había sacado de sus casillas cuando iba a primer año y por la pura gracia me empeñé en discutirle cómo hacer los lanzamientos de baloncesto. ¿Cuál había sido la reprimenda? ¿Cien lanzamientos seguidos después de clases? Bueno, iba a tener que agradecerle a ella mi talento oculto para el básquet.

    Luego Jez le preguntó a Jack qué entrenaba y yo ya me sabía la respuesta, de modo que me acomodé mejor para verlo y permanecí en silencio, aguardando por su respuesta.

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    Recibí el bálsamo y lo inspeccioné con la vista mientras hablaba, se me dibujó una sonrisa en los labios al advertir que llevaba impreso un conejito negro y tal. Medio me recordó a Alice in Wonderland, vete a saber. Lo destapé sin prisa, primero lo olfateé y luego me repasé los labios al tiempo que regresaba mis ojos a los suyos. Era verdad, tenía un aroma a melocotón bastante rico, de esos que te tentaban a pegarle un mordisco así supieras que de sabor iba a ser horrible. Aunque, bueno, había dicho que también sabía a eso, ¿verdad?

    Qué lástima, oye, podría haberle pedido que me dejara probar~

    La gente ya empezaba a congregarse, me hacía gracia haber llegado casi de primera con la pereza que solía cargar. Le regresé el bálsamo mientras repasaba mis labios entre sí.

    —Gracias, es muy suave~ Yo voy a la 3-1. ¿Tu amiguito es de casualidad uno de mis compañeros? ¿O no contó con la fortuna?

    Que como lo pintaba, probablemente fuera de los que repelían la existencia de chicas como yo. Pero vaya, por la gracia.

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    Su sugerencia de saltarse la clase me hizo rodar los ojos y soltar una risa nasal, algo burlona pero sin malicia. Era más bien dirigida a mí misma, que mi culo rara vez soportaba la idea de quedarse vagueando en vez de hacer lo que le correspondía. Me podían sangrar las rodillas y probablemente siguiera ahí, dispuesta a cumplir con la jornada escolar. Parte del paquete de rigidez, suponía.

    —Lamentablemente no soy de saltarme clases —reconocí, soltando el aire medio de golpe, y curvé los labios en una pequeña sonrisa divertida—. ¿Y tú qué? Don't tell me you like slackin' off~

    Luego me comentó que hacía parkour desde un par de años ya y alcé las cejas, entre sorprendida y un poquito emocionada. Es decir, sonaba cool y de hecho en el último tiempo se había puesto de moda, incluso recordaba que en Sydney a un par de amigos les gustaba ir saltando de saliente a saliente y grabarse entre ellos, mientras el resto apostábamos y los seguíamos de cerca en las patinetas. A veces les salía bien, a veces se partían el culo. Vete a saber cómo les iría ahora.

    —¿Asistes a algún lugar? —le pregunté, referente al parkour—. ¿O sólo vas por ahí detectando seguidillas de bordes? ¡Ah! ¿Tienes algún video o algo?

    Repasé sus facciones unos pocos segundos al preguntar por los escondites, fue una cosa de nada, pero me dio por intentar pillarle las intenciones o algo. Como venía siendo lo usual, no saqué nada en limpio. Dejé el asunto de lado y me corrí el cabello de encima al girar el torso en dirección a la escuela, pretendiendo señalarle lo que se viera a simple vista.

    —Pues, hay un par de lugares sin cámaras. Tienes la azotea allá arriba, también está el invernadero rodeando el edificio. Los baños, aunque son un poquito pequeños para pasar mucho tiempo, ¿no crees? Aburrido, además. Las duchas, I guess, y también... —Ensanché la sonrisa y me acerqué un poquito más, como si le estuviera confiando un secreto de Estado o algo—. En el gimnasio hay un armario donde guardan los útiles y tal, tiene un tamaño decente y puede cerrarse desde adentro. Y sin cámaras, claro.

    Que, la verdad, con la reputación que esa habitación contaba me sorprendía que aún no hubieran tomado cartas en el asunto, pero vaya. Tampoco iría a quejarme si incluso yo le había dado uso.

    Cuando el chico repasó el patio me dio por hacer lo mismo, más o menos a la par dimos con Alisha y noté no sólo que el albino le sonreía, sino que también el rubito de los negocios se acercaba a saludarla. Me quedé un poco de una pieza, la verdad, porque no podía ser que esa tía conociera a cada alma que acababa relacionándose conmigo, pero vaya. Tendría que habituarme a la idea.

    De la forma que fuera, no reaccioné de forma visible y decidí retomar el tema anterior.

    —Así que ya tienes la información, pero no la has oído de mí —bromeé, alzando las manos en defensa, y luego volví a cruzar los brazos bajo el pecho—. Espero que la utilices con sabiduría~
     
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  14.  
    Reual Nathan Onyrian

    Reual Nathan Onyrian Adicto

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    De más estaba decir que las reacciones de la castaña eran de-li-cio-sas. Con tan solo acercarme ya había logrado tal impacto en su persona, era admirable la verdad. Que nadie me dijera que era malo en mi trabajo, no señor. Y mi trabajo era molestar hasta el hartazgo, obviamente. La forma en que se había llevado los dedos al puente de la nariz era tan exquisita. Me daban ganas de retratarlo. Y el hecho de que su acompañante apenas pudiera aguantarse la risa tan solo lo hacía mejor. Debía ser una escena de lo más particular.

    — Obviamente que me quiere decir algo. Quiere decirme que tuvo que ponerle un freno a mi carisma y a mi hermosura. ¿Te imaginas si además de la perfección que ya soy, pudiera broncearme como todo un latin lover? No habría pantalón en la Tierra capaz de mantenerse por encima de las rodillas. Sería un desastre mundial. No, no, Dios tuvo que ponerle un freno a su emoción al crearme. La Naturaleza apenas puede contenerme tal como soy —le dediqué una sonrisa divertida, enseñando los dientes, mientras tomaba obvia nota de como se sonrojaba. Le dediqué un vistazo por el rabillo del ojo a la otra.— ¡Excelente! La práctica hace al maestro. Tal vez luego podamos pasar a cosas más complicadas. Y un gusto conocerte, Hotaru. Me alegra que hayas aceptado mi humilde invitación. Y vaya que las dos parecen buenas amigas.

    Levanté una ceja, divertido, mientras la otra muchacha seguía hablando. Cada tanto, lanzaba un vistazo alrededor, al ver que cada vez iba llegando más gente. ¿Cuánto iba a tardar la profesora? Lo bueno es que el calorcito era bien recibido. Aunque me gustaría estar de manera mucho más informal que un uniforme de gimnasia. Fruncí el ceño ante su pregunta.

    — ¿Una deuda entre nosotros? Oh, no, no. Lo único que nos une es la sed de conocimientos. O más bien, la de ella. Nuestro primer encuentro tuvo como desafurtanada víctima mi camisa, debido a un choque de personalidades. Pero las cosas deberían estar solucionadas, ya. O al menos, eso espero. Pero, para responder a tu pregunta... — dije, mientras le extendía su celular a Hotaru.—... ya lo había dicho. Soy su maestro de magia.

    Antes de que pudiera agarrar el aparato, aplaudí y el teléfono se convirtió en una carta. Un abanico de estas apareció en mi mano al torcer la muñeca rápidamente, que luego cerré e hice desaparecer entre mis manos.

    — Puedes fijarte en tu bolsillo. Tranquila, no le pasó nada.

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    Por la forma en la cual ambas chicas saludaron a Joey, me pude ir haciendo una idea de como era la relación que tenía el inglés con cada una de ellas. Era curioso, la verdad. Aunque en realidad más parecía que en sí el muchacho no tenía ningún tipo de relación con Laila. O al menos, más allá de compañeros de clase. Me encogí de hombros de manera imperceptible. No era ningún detective tampoco como para ponerme a hacer conjeturas sobre todo eso. Tampoco creía que me correspondía mucho, para ser sinceros. Le dediqué una sonrisa sincera y alegre a Laila, junto con un asentimiento de cabeza entusiasmado, cuando habló sobre las cosas que había podido hacer. La verdad que sí. Ahora que lo pensaba, no había tenido ninguna mala experiencia todavía en la escuela. Eso debía ser algo invaluable.

    — Oh, ¿Países Bajos? ¡Qué genial! Yo los visité varias veces, aprovechando la cercanía. Soy de Austria, por cierto Y de Irlanda. Del continente y de las islas al mismo tiempo, je. Y claro, sí, el apellido suena eslavo. Bueno, pero genial, ¿y hace cuánto que estás en Japón? ¿Viniste este año? ¿O ya hace un tiempo que estás? ¿Y por qué viniste? —me detuve, al ver que todos ya se estaban sentando, y también al darme cuenta de lo que estaba haciendo.— Perdón por la ametralladora. ¿Y sin ganas, Joey? ¿No te gustan mucho los deportes?

    Aproveché yo también para sentarme. Tenía que descansar la pierna, después de todo. Más si iba a hacer deporte con movimientos explosivos, como podía ser jugar a los quemados. Los chicos no se equivocaban al decir que la gente se volvía competitiva. En especial en esta edad. Y si se le sumaba que muchos tenían cara de no querer estar ahí por ningún motivo, las ansias de terminar rápido iban a contribuir a la violencia del mismo.

    — ¿Todo un personaje? ¿A qué te refieres? —pregunté, curioso.— Oh, y sí, puedo notarlo. Tener la piel tan blanca debe ser complicado. Quiero decir, no tiene nada de malo, obviamente, pero en estos casos seguramente se vuelve algo complicado. Y más con este sol, también. O sea, no es que tengas una piel fea ni nada, no es lo que quiero decir. Estoy diciendo estupidices ya, perdón. A veces parece que solo me surge hablar por el mero hecho de soltar aire. Menos mal que este es gratis, ¿no? La de deudas que tendría si tuviera que pagar por cada minuto de aire usado. O peor, por cantidad. Oh, ¿qué practicaba? Parkour. Parkour y gimnasia artística. Hice durante muchos años. Es un deporte que me encanta. La sensación que le invade a uno cuando salta y está en ese punto en el que no hay gravedad es hermosa. Es apenas una fracción de segundo, pero uno se siente tan... liviano. Tan suelto. Tan libre. Además de que es super divertido complicarte subiendo un edificio cuando podrías usar perfectamente las escaleras. Es algo que no se te borra, a pesar de que hace ya un tiempo que no practico de manera tan intensa como antes por... obvias razones.

    Señalé el bastón al lado mío, con una sonrisa.

    — ¿Y ustedes, Jez y Laila? ¿Hacen o hicieron algún deporte? A Joey creo que ya le había preguntado, hace un par de días. Mi memoria es muy selectiva. Me puedo acordar de cosas de cuando tenía cinco años, pero no que almorcé ayer —solté una risotada, pero luego mi ceño se frunció al instante, pensativo.— Un segundo, ¿qué almorcé ayer? ¿Almorcé ayer? A ver, ese día empezó...

    Me fui quedando en silencio, mientras rumiaba mis propios pensamientos. Tan absorto estaba, que no había notado que el celular me había sonado. Cuando lo saqué, para ver el calendario y recordar en qué día estábamos, me encontré con el mensaje de Alethea. De más está decir que me invadió una leve sensación de alivio al leerlo, y suspiré un poco. Bueno, era solo yo, pensando cosas de más, como siempre. Tenía que comenzar a buscar ayuda para ese problema. Había empezado un tratamiento allá en Europa, pero con el cambio de hogar, todo se trastocó. Meneé la cabeza. Algo para pensar en otro momento.

    Busqué con la mirada a Alethea, y al notarla bajo la sombra de un árbol, le sonreí y la saludé, aunque seguramente ni me veía. Me volví hacia el grupo.

    — ¿Sobre que estábamos hablando?
     
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  15.  
    Zireael

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    No llevaba demasiado de conocer a Joey y apenas algunos minutos de conocer a Jack, pero ya había entendido de sobra que la capacidad para monologar del primero ni se comparaba con la del segundo. A este pobre muchacho le habían puesto un rifle de asalto para escupir las palabras, de verdad que sí, me costaba un poco seguirle el hilo porque, vamos, yo no era lo que se dice muy lista y tenía que acoplar mi naturaleza introvertida a semejante verborrea. Me estaba costando lo suyo, no me molestaba ni nada así, pero Dios mío, que me perdonara si se me escapaba algo.

    Laila debía estar pasando por las mismas dificultades, de hecho se le notaba un poquitín en la cara que estaba haciendo ping pong de un tema al otro tratando de no perder detalle de todo lo que hablaba el muchacho. Tampoco parecía fastidiada, si acaso confundida.

    Lo dejé hablar, ni Dios se atrevería a interrumpirlo así fuese para contestarle y en los intermedios estiré la mano hacia Joey para acariciarle el cabello, no lo pensé mucho, solo lo hice y seguí cuando por fin encontré un hueco para contestarle a Atkinson.

    —Llegué cuando tenía nueve años, así que llevo la misma cantidad de tiempo aquí. Vivo con mis tíos y mis primos pequeños, y creyeron que cambiar de aires nos caería bien a todos, así que mi tío aceptó una oferta de trabajo aquí en Japón, en una empresa de tecnología. —No iba a ponerme a explicar que la empresa era Káiser y que el padre de Al era el jefe de tío Vic, no era nada que interesara—. Ah, sobre Yoshida-sensei. No sé, es rara, parece divertirse viéndonos sufrir, es como... ¡Como un sargento!

    Seguí haciéndole mimos a Joey en el pelo en lo que el otro se enredaba con las palabras, se me aflojó una risa al escucharlo aclarar que no estaba diciendo que fuese feo mi tono de piel ni nada y solo asentí con la cabeza suavemente, para que no se preocupara mucho. A ver, como si no supiera yo reconocer cuando alguien genuinamente pretendía ofenderme o algo y cuando no había ninguna mala intención.

    —Suena muy intenso —atajé cuando dijo los deportes que había practicado—, pero seguro que sí te sentías súper libre. Debía ser muy bonito.

    —Yo soy la deportista del dúo, a Jez no le gustan mucho —añadió Laila entonces, sentándose en el césped también, y yo me encogí de hombros dándole razón—. Práctico esgrima, soy parte del club de hecho. Igual me gusta salir a correr, ir a nadar de vez en cuando y el volleyball. Aún así debo darle razón a Wickham, muchas ganas de jugar quemados no tengo, no con Yoshida y la manada de intensos que hay en esta escuela.

    La chica soltó una risilla al ver que el otro se iba por las ramas.

    —Tierra llamando a Jack —bromeó—. Deportes, Yoshida-sensei y que no recuerdas lo que comiste.
     
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  16.  
    Gigi Blanche

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    En algún punto del monólogo de Jack acabé sonriéndome, con los ojos cerrados y eso. No fue con maldad ni nada, si el chico me caía realmente bien, era como un montón (y un montón, eh) de energía y amabilidad metida a presión en un tipo gigante que tenía que ser incapaz de herir una hormiga. ¿Cómo uno podía llegar a querer hacerle daño o burlarse de él? Bueno, no que fuera el mejor ejemplar de ciudadano, pero justamente por eso si yo lo decía tenía que valer más, ¿verdad? El caso era que, si debía ponerle un nombre, me daba ternura su capacidad para hablar, hablar y hacer cientos de preguntas en tiempo récord. Imaginé que quizá agobiaba un poquito a Jez, Laila también lucía algo introvertida, pero ambas eran amables así que no se lo harían saber ni por casualidad. Fue lo que pensé al echarles un vistazo apenas con un ojo abierto.

    Se pasearon (bueno, Jackie se paseó) por un montón de tópicos, de algunos yo ya sabía así que desconecté un poco. En algún punto sentí unos dedos hundiéndose en mi cabello, y lo hicieron con semejante gentileza que sólo podía tratarse de Jez. Bueno, eso y que era la persona que tenía al lado, pero detalles. Me quedé allí, con una sonrisa liviana impresa en el rostro, simplemente disfrutando de los mimos y ya. Era un hombre simple, a ver, ¿en qué universo desestimaría las atenciones de una señorita tan bonita? Además era yo, de poco a nada me importaba estar haciéndolo en público. Bueno, ella lo hacía, pero se entendía el punto.

    Si acaso le presté un poquito más de atención a la voz de Jez, en especial cuando contó que vivía con sus tíos y primos. Un poco extraño tenía que ser, ¿verdad? Intenté hacer algo de memoria entre nuestras conversaciones pero no era ninguna mente maestra, así que tuve que permanecer con la duda suspendida en la cabeza. Con suerte, Jack seguiría de preguntón como había hecho conmigo y me enteraría algo más, que yo tampoco era de meterme en cuestiones ajenas por la pura gracia de hacerlo.

    Todo lo contrario, tendía a evitarlas.

    Se me escapó una risa a lo de que Yoshida-sensei era como un sargento.

    —Adhiero —compartí, reajustando un poco al brazo que tenía bajo la cabeza, y abrí los ojos para mirarlos—. ¿Mi consejo? Hacerle caso en lo que sea que quiera, a menos que tengas ganas de quedarte una hora más haciendo exactamente lo mismo: lo que le salga de los ovarios.

    Luego volví a cerrar los ojos, oí a Laila y el resto siguió fluyendo. Jack se perdió entre sus propias palabras, normal, y esbocé una sonrisa al soltar el aire por la nariz. En serio, qué chico. De milagro no perdía la cabeza y porque la llevaba pegada al cuello. Mi mano libre, la que había mantenido sobre mi pecho, se coló entre las briznas de hierba y fue arrancando un par de forma distraída.

    —¿Qué almorzaron ayer? —solté en general, frunciendo el ceño, porque me había puesto a pensarlo y genuinamente no me acordaba. Sin ningún motivo particular, junté el césped cortado entre mis dedos y lo fui espolvoreando sobre las piernas de Jez como si fuera orégano o algo. La tontería me coló una risa floja entre las palabras—. En serio, no puedo acordarme.
     
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  17.  
    Amane

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    Puede que nadie se lo creyese en primera instancia, quizás ni siquiera yo fuese capaz de admitirlo o fuese plenamente consciente de ello, pero también tenía mis momentos de tranquilidad en la vida. Venga, que ni siquiera nosotros podíamos vivir con el torpedo en el culo 24/7, al fin y al cabo. La cuestión era que sí, tenía mis momentos de tranquilidad, y aquella ocasión era una de ellas. En gran medida puede que fuese porque me tranquilizaba cuando andaba en modo sleepy bitch y que el sol me daba bastante sueñecito, así que dos más dos.

    Así y todo, mi rada seguía activo en todo momento, por eso no me resultó muy difícil notar que alguien me estaba mirando y tampoco resultó muy complicado dar con la persona en concreto, tratándose ni más ni menos que del cotton boy que había conocido el día anterior. Ah, ¿ya me echaba de menos? Qué lindo~

    Iba a tomar su invitación sin mayor problema, pues porque seguía siendo yo de quién hablábamos. Es más, ni siquiera tenía que haber sido una interpretación en sí que yo me la hubiese tomado como tal para ir a molestarlo un rato. A Sasha la vi ya cuando me incorporé para acercarme, notando como una sonrisa divertida se me extendía por el rostro justo después de la sorpresa inicial. Eh, ¿y eso~? Ni idea de la relación que tuviesen esos dos, pero me apostaba una mano a que si me aparecía y tonteaba un poco con el tipo delante de su cara no le iba a hacer ninguna gracia, y ya sabía que había dicho que no quería ponerme a nadie en contra pero, venga, ¿qué probabilidades había de que a Sasha y a mí nos tocase ser rivales en el juego?

    Igual mis planes se vieron cortados de raíz cuando alguien más apareció en mi campo visual y me hizo pararme en seco, intercalando un par de miradas entre las figuras que no tardé en reconocer como las de Altan y Arata. Me quedé mirando al moreno un par de segundos extras, mientras se alejaba hacia la pista, y acabé por soltar una risa incrédula, llevándome las manos a las caderas.

    —Pero bueno, ¿desde cuándo el alemán me busca entretenimiento? Ah, ¿será para que no pretenda molestarlo a él? So cruel~

    Lancé los comentarios un poco al aire, porque en realidad no creía que lograse escucharme ya y no era que a Arata le tuviese que interesar, pero no podía simplemente contenerme si se me daba la oportunidad de hacer el imbécil, ¿verdad? De todas formas, justo después de eso me giré para encarar al rubio y le dediqué una sonrisa deslumbrante, enganchándome de su brazo un poco de la nada.

    >>Ara-kun~ Good afternoon! ¿Qué? ¿Listo para tus primeras pruebas físicas en el Sakura? No es por asustarte, pero aquí donde me ves hasta yo me caí en las últimas, así que be careful~

    Bueno, ya había dicho que andaba de buen humor, ¿no?
     
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    Nekita

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    No recordaba si en su otra escuela en algún punto hubiera importado el calor para hacer alguna clase de actividad física como lo eran las pruebas físicas, como mucho recordaba que ponían un énfasis en mantenerse hidratados y algunos precavidos llevaban sus gorras si no querían estar peleados en las sombras que pudiera tener el patio para huir del sol.

    Suspiró, dejar de retrasar lo inevitable realmente era un alivio —Tengo que darte la razón en eso, es mejor que lo hagamos de una vez por todas, para quitarnos algo más de la lista, en cuanto a la profesora... en lo personal solo lo considero en exceso ruidosa, probablemente cree que es imposible hablar de una manera moderada o que todos estamos sordos.

    Más estando acostumbrados al tono moderado que solía haber en Japón, tenerla a ella gritando ordenes a diestra y siniestra era algo molesto a decir verdad.

    —Y el desinterés que tiene sobre lo que pueda pasar sobre sus clases quizás es algo más cuestionable, pero, la unica forma de evitarlo seria...no ser malo en lo que estás haciendo. —Y eso ya era claramente cuestionable, no podías pedirle a todos que se convirtieran en un prodigio del deporte para evitar alguna clase de lesión.

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    —Un gusto Katrina~ —Le saludó con una sonrisa de forma tranquila, si se comparaba con ella estaban en un espectro completamente distinto y le parecía bastante curioso además de que si la veía con más detalle, podía aventurarse a decir que el estilo realmente le llamaba la atención, fuera de eso no podía opinar nada más en realidad al tampoco poder aportar mucho sobre el tema de Génesis, que intuía pudiera ser aquella chica de cabellera rubia que vio el día de la fiesta.

    Y quien seguramente se había hecho una imagen completamente errónea de su persona enmascarada por la forma en la que Zeldryck había llegado a donde se habían juntado.

    —¿Estás en la misma clase de Zoldryck, Katrina? —Preguntó con cierta curiosidad para intentar seguir la conversación —, ¿o justo las pruebas hicieron que se conocieran?

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    No se podía tener peor suerte en realidad, tener la clase de P.E no mucho tiempo antes de las pruebas físicas parecía casi un sabotaje por parte de la escuela hacia un pequeño grupo de malafortunados estudiantes, en lo personal no le molestaba hacer ejercicio pero tampoco es que fuera muy fanático de sentir que le estaban saboteando para algo que lo iban a evaluar, además del hecho de sentir que tampoco pudiera estar dando el mejor desempeño posible.

    Pero ya nada se podía hacer con respecto a eso.

    Ni siquiera regresó al edificio cuando terminó de ducharse al no verle mucho sentido tampoco y solo abandonó su celular cuando vio un rostro conocido a lo lejos, llamándole para que se acercara y prácticamente haciendo que tomara asiento a su lado debajo de la sombra de uno de los árboles del patio frontal para poder charlar mientras esperaban.

    Tenía toda la suerte que Dante fuera tan cooperativo para entretenerlo un rato.
     
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    Reual Nathan Onyrian

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    — Oigan, si las estoy incomodando o molestando con tanto hablar me dicen, ¿eh? No es raro que se me suelte la olla y comience a hablar sin parar, y no me de cuenta cuando ya comencé a molestar —comenté, mientras veía la expresión de ambas chicas para seguirme el hilo de la conversación. Bah, monólogo.— Y no tengan miedo de interrumpirme si voy muy rápido o cualquier cosa. No me molesta. Estoy acostumbrado, de hecho.

    Les dediqué una sonrisa a ambas, tranquila, para luego escuchar lo que Jez me decía. Vaya, hace nueve años ya. Eso era bastante tiempo.

    — Wow, ¿nueve años? Desde chiquita entonces. Supongo que adaptarse al principio fue complicado. Oh, ¿y con tus tíos? ¿Cuántos primos tienes? ¿Son muy pequeños, o apenas se llevan unos años? Ambos padres míos son hijos únicos, así que no nunca tuve primos. Y soy hijo único yo también, así que parece que viene en los genes, ¿eh? —bromeé, y luego alcé una ceja, mientras escuchaba las descripciones de la profesora de tanto Jez como Joey.— ¿Divertirse viéndonos sufrir? Vaya, que persona tan agradable. Espero que al menos sepa bien sobre educación física, porque de profesora no parece tener mucho. Un segundo, ¿y si de verdad fue una militar? Por lo que dices, Joey, suena como un castigo que le harían a un recluta del ejército. Tal vez anteriormente era de esas sargentos de instrucciones.

    La risa suave que soltó Jez ayudó a relajarme un poco. No mentía cuando decía que me sentía caminando sobre terreno frágil. En realidad, no era algo que me pasara solo acá en Japón, si no que era una ocurrencia normal incluso en casa. Bah, la vieja casa. Suponía que ahora esta era la mía.

    — ¡Sí, era muy intenso! O sea, nunca me puse a realizar esas cosas locas como saltar de edificio en... No, sí, lo hice. Tal vez no tan espectacular como en las películas de acción y demás, pero sí salté de un techo a otro. Son esos momentos en los cuales tienes que poner la mente en blanco, ya que la más mínima duda puede resultar en un error fatal. Literal y figurativamente. En sí, ese es un buen consejo para las acrobacias en general. Si tienes dudas de algo, lo mejor es que no lo intentes hasta que uno se sienta más seguro. Es increíble como un pequeño "y si..." puede arruinar todo. Pero sí, era asombroso. Es... es algo que extraño mucho, la verdad.

    La sonrisa se me había difuminado un poco, y mis ojos dispares adquirieron el brillo melancólico que siempre aparecía cuando hablaba de mi vida pasada. Clavé la mirada en el vacío por unos segundos, pero luego meneé la cabeza, recuperando el ánimo habitual, mientras Laila respondía.

    — Oh, ¿esgrima? Eso suena genial. Un deporte algo exótico. ¿Y hace cuánto practicas? ¿Y por qué te surgió entrenar eso? Oh, y el volleyball también es divertido. Me solían invitar bastante, principalmente por la altura, el tamaño de mi mano, y lo que saltaba. Para el básquet era lo mismo —levanté una mano y separé todos los dedos, para dar fuerza a mi punto. Tenía una mano bien grande. Le podía cubrir completamente la cara a bastante gente.— Para la natación nunca fui muy bueno, la verdad. O sea, me encanta el agua y jugar allí, tonteando y pasando el rato. Y una pileta es un muy buen lugar para hacer acrobacias... si sabes caer, obviamente. En caso contrario, muchas partes de tu cuerpo van a quedar rojas. El agua no es muy amable.

    Solté una risotada, mezclada con una mueca de dolor al recordar. La cantidad de espaldas rojas que había visto. Luego de irme por las ramas y perderme yo mismo en lo que decía, la voz de Jez me trajo de vuelta a la realidad.

    — Ah, sí, cierto, perdón —luego, ante lo que dijo Joey, aplaudí con fuerza, y lo señalé con ambas manos.— ¿Ves? Es increíble. Me parece que es que uno se pone en automático, y entonces esa parte no la registra para nada. Parece algo tan mundano, pero a la vez es tan fácil de olvidar. Es decir, ¿qué diablos almorcé ayer? Ni me acuerdo. O sea, recuerdo que estaba acá en el patio, con Alethea, conversando. Pero no tenía idea de que me llevaba a la boca. Hasta recuerdo que me atraganté. No, la verdad es que ni idea. Creo que voy a empezar a anotar los almuerzos que tengo, porque la verdad... ¡Ni la cena! No me acuerdo ni de la cena. ¿Será un problema que tengo con la comida en general? No, porque del desayuno me acuerdo. Que misterio.
     
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    Insane

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    Seguí sus movimientos en lo que se aplicaba el hidratante de labios, un poco con curiosidad si le agradaba o en definitiva lo criticaría de lleno, pero parecía que terminó gustándole, así que un poco de satisfacción si me había dado, es decir, como chica podía decir que era sumamente cuidadosa con el tipo de maquillaje que adquiría. Luego comentó su salón de clase y negué ligeramente con la cabeza.

    —No, Aleksander asiste a la 3-3 —informé divertida, repasando nuevamente el patio.

    Aún no llegaba, o quizá por la cantidad de personas no lo notaba, aunque un chico de 1´78 con mala cara debería ser fácil de reconocer, especialmente para mí. Evité suspirar, porque si se saltaba la clase tendríamos problemas, que el promedio no se mantenía alto por arte de magia ni nada por el estilo.

    —¿Y estuviste en las pruebas anteriores? ¿Qué tal te fue?

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    Relajé los hombros ante su pregunta, captando en algún momento el hecho de que saltarse clases no parecía concordar en la misma línea que ella. Una chica responsable tenía frente a mí. Aunque bueno, con lo organizada que fue el día en que almorzamos juntos, no era sorpresa en realidad el sospechar que cumpliese con su horario institucional, pero vete a saber si estaba sacando conclusiones de cosas en las que ciertamente no me deparaba a analizar.

    —No mucho en realidad, aunque siempre hay excepciones, como en todo, supongo.

    Noté la emoción surcar el metal de sus pupilas, a lo que le sonreí ligeramente, recibiendo sus respuestas sin interrumpirla en ningún momento. Pestañeé entre tanto con parsimonia, sintiendo el cálido viento menear un par de cabellos albinos, en conjunto a un par de mechones rojos, como hilillos de fuego. Busqué el móvil sin prisa en el bolsillo de la sudadera.

    —En Rusia me reunía con mis amigos, y un día simplemente nos pusimos a tontear, pero nos quedó gustando~ —desbloqueé el celular con la huella, abriendo la galería hasta dar con el vídeo de hace un tiempo—. No sé si los conoces, pero aquí estaba compitiendo con los gemelos —se lo extendí para que los visualizara sin ninguna atadura de mi parte.

    No consideraba que fuese la gran cosa, pues Zeld y Zold arrancaron a la vez, sobrepasando un par de obstáculos, hasta llegar a un par de muros, terminando con un salto de fondo en el borde de éstos. Eran más o menos dos pisos de diferencia, en lo que salía yo atrás de ellos, saltándolos con una mortal para aterrizar en rotación y no irme a romper el cuello en el proceso. Esperé a que lo visualizara a lo que me comentaba sobre sitios sin cámara, escuchándola hasta que se me acercó como si fuese a decir un buen secreto, sin embargo no me inmuté hasta que describió el armario de gimnasia, permitiendo que entreviera una pequeña sonrisa torcida en mis labios.

    —Ya veo —murmuré en respuesta.

    En lo que chocaba las pupilas tras los lentes con Alisha logré percibir el que se acercaría, sin embargo un par de chicos terminaron cruzándose en su camino, por lo que al menos, ya no estaría sola.

    —Supongo que luego me daré una vuelta para comprobar lo que dices del buen tamaño y eso~

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    En lo que escuchaba las respectivas presentaciones saqué el móvil del bolsillo, buscando el chat de Gen que no tardé en ubicar al tener un mensaje suyo, al parecer la fila en la cafetería estaba algo larga, pero según ella no demoraría en aparecer. Bueno, al menos ya me había escrito, cosa que no hacía desde hace un par de días. Tecleé con la calma habitual.

    Vale, nosotros ya estamos en el patio frontal, te esperamos.
    Envié el texto en lo que la cabellera rubia llegaba a nosotros. Se había recogido el cabello en una trenza lateral que caía en su hombro derecho, me miró a lo que le sonreí con liviandad, siguiendo sus pupilas violáceas por Katrina de forma superficial, luego en Cathy, sin expresión alguna en su rostro, sujetando la mano izquierda de Zeld para entrelazarla con sus dedos a lo que mi hermano no demoró en corresponder, hablándole:

    —¿Almorzaste?

    —Comí algo liviano, el tiempo no me dio a preparar en casa. ¿Ustedes?

    —Acordamos comer luego de terminar las pruebas~

    —Ya veo.

    —Gen, ellas son Cathy y Katrina —la rubia apenas y asintió con la cabeza, como algún tipo de saludo informal, volviendo a lo suyo al recostar la cabeza en el hombro de mi hermano, permaneciendo lejos de la conversación de las otras dos.
     
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