Pasillo (Primera planta)

— Oh, pero de eso se trata todo, mon apprenti. De tener demasiada fe. Si uno se muestra solo escéptico ante el mundo, ¿qué maravillas podrían quedar por descubrir? Ninguna, esa es la respuesta.

Se rio ante mi propuesta, pero yo no estaba de ninguna broma. Me tomaba estas cosas muy en serio. Bueno, lo más en serio que podía tomarme la vida, la verdad. Lo cual era casi nulo. Obviamente noté el pequeño paso que usó para alejarse de mí cuando la preparé para ser nombrada aprendiz. Bien podía ser simplemente una reacción totalmente normal (seamos sinceros, las recibía a diario), pero esto me llamó la atención de especial manera. Parecía que era más un mecanismo de defensa. Pobre chica, ¿por qué cosas había pasado? Ahora quería saber.

Bueno, suponía que habría tiempo para eso, viendo como me seguía. No me pasó desapercibido ese brillo en sus ojos. Sonreí satisfecho para mis adentros. La magia obraba maravillas. El mundo debería tener un poco más de magia, la verdad. Solté una pequeña risa.

— No hace falta que te mientas a ti misma, mi Jack —comenté, mientras tomaba la carta.— Puedo notar claramente tu deseo de... —giré la carta entre mis dedos, y la J se transformó en una Q.—... de convertirte en Reina. Puedes ser más sincera contigo misma. Te hará bien.

Cerré la mano y la carta desapareció. Me puse las manos en las bolsillos, y le dediqué una sonrisa enigmática.

— ¿Por qué soy un As? Te lo voy a dejar picando. Es algo que vas a tener que descubrir luego por ti misma lo que significa. Y mira que tiene muchos significados —le devolví la mirada de soslayo.— ¿Cómo dejas de ser un Jack? Pero bueno, Lena, admiro tu curiosidad y arrojo, pero si te revelara todos los secretos ahora, ¿qué sentido tendría? No, es algo que tienes que descubrir y aprender por tu cuenta. Yo solo soy tu guía y tu mentor. Te empujaré en la dirección correcta, pero también tú tienes que encontrar las respuestas. De eso se trata también el camino de la ilusión y la magia. Te puedo explicar como son las cosas, pero depende de ti darte cuenta de lo que hay detrás.

Cuando llegué a la parte superior de las escaleras, me di vuelta y la miré directamente a los ojos.

>> Eso sí, lo primero que necesitas es un mazo. El sombrero es opcional —le dije, divertido.

 

Quizás para él la fe fuese una cualidad especial, por su escasez y su carácter efímero, pero bajo mi propio prisma adquiría un sentido totalmente distinto. Me lanzaba una sensación de peligro de lo más jodida encima, porque de la mano de la fe llegaba la esperanza, y una vez esta desaparecía la caída se volvía demasiado dolorosa. Las cicatrices emocionales que llevaba grabadas a fuego en mi piel se aseguraban de recordármelo en caso de que alguna vez se desdibujasen en mi memoria. Me regresaban de vuelta a mi cueva, a mi refugio seguro, a lamerme las heridas de vuelta como un perro viejo.

El escepticismo era parte de mi mecanismo de defensa. Por eso mismo todo aquello del ilusionismo y la magia me hacían entrar en un conflicto interno de lo más extraño. Quizás esa era la verdadera razón por la que le seguía. Quizás tan solo quería asegurarme de que no era más que un juego de niños, algo banal e intrascendente, para desecharlo y seguir con mi vida como si nada.

¿Qué pintaba yo siendo aprendiz, de todas formas, con mi cara de asco y mi nula paciencia?

Nada.

—No te pases de listo conmigo, Allende —le espeté mientras subíamos, pero pese a lo huraño en mi voz no se sintió tan brusco. Que acertase de lleno en mi falta de honestidad me hizo saltar a la defensiva—. No me conoces. Y definitivamente no tengo nada de "Reina" —Señalé la carta con un gesto vago—. Haz que vuelva a la...

Pero la hizo desaparecer. Le dirigí una mirada de circunstancias; suponía que tendría que habituarme a la velocidad por la que parecía ir por la vida. Y a que las cosas apareciesen y desapareciesen de quién sabe dónde. Escuché su lección de autodescubrimiento con gesto anodino y pasé de largo cuando se detuvo en lo alto de los peldaños, continuando el camino a mi ritmo.

—Olvídalo: ni en sueños me verás con un sombrero —respondí y giré el rostro para comprobar si seguía allí—. ¿Y no se supone que tienes varias barajas? Una menos no será un problema. Seguro guardas alguna bajo la chistera —Me mordí la uña, paseando la vista entre los alumnos de primero—. Solo la necesitaré para aprender un truco. Eso es todo.

 

— Oh, bárbaro, a mí también me interesan. ¡Oh! Y debe ser la primera, la verdad. Supongo que siempre hay una primera vez —comenté, sonriendo.— Pero bueno, significa que podemos empezar de nuevo ahora.

Sinceramente, el hecho de que dijera que se hubiera olvidado de mí no me importó tanto como debería. Como le había dicho, era la primera persona que lo hacía tan rápido. Se sentía hasta bien. No era que me molestara tampoco llamar la atención, se me hacía más sencillo conectar con gente o empezar conversaciones. Pero la otra perspectiva era interesante, la verdad. Además, Morgan se veía como una persona bastante extraña. Sería interesante conocerla bien.

— Escaleras —respondí, asintiendo en agradecimiento.— Espero que no te moleste ir un poco más lento, nomás. Pero me gusta caminar. Y en el ascensor me siento algo claustrofóbico, la verdad. En especial después de una... última experiencia.

Solté una pequeña risa, y comencé a asentir mientras me describía. Suponía que era el orden lógico de preguntas, después de ver cuanto medía. Tal vez debería escribir unas tarjetitas, la verdad, con mi altura, de donde venía, y demás. No porque me molestara responder todas esas preguntas. Me encantaba conversar, después de todo. Pero parecía divertido.

— Gracias —sonreí ante el cumplido, levemente sonrojándome. No al nivel de cuando Alisha me decía algo similar, la verdad. Morgan lo había soltado como algo más. Alisha solía tener esa mirada gatuna que me incomodaba un poco.— Bueno, no solo hablo inglés, pasa que todavía no cazo el japonés. Conozco varios idiomas, pero bueno, no viene al caso. Soy de Europa. Austria, específicamente. E Irlanda. Fui rebotando de país a país durante mi infancia. Aunque la piel bronceada te puedo asegurar que no la saqué viviendo en el norte del continente. Siempre fui alguien bastante libre, y me di vueltas por todo el continente. Y pasé mucho tiempo afuera. Disfruto del sol, la verdad. ¿Y por qué me mudé a Japón? Por mis padres. No estaba muy contento con la elección, la verdad, teniendo en cuenta que no tengo idea del idioma, como bien mencionaste antes. Y todo el choque cultural es demasiado. Me sigo acostumbrando, todavía. Pero bueno, esa es mi pequeña historia.

>> ¿Y tú? ¿Por qué estás en Japón?

 

Solté una risotada, y me encogí de hombros.

— En realidad a mí tampoco, la verdad, pero uno nunca sabe. Le puede dar cierto toque... eh... bueno, la analogía murió antes de poder ser concebida, perdón —me disculpé, con una sonrisa.— Genial entonces, el patio será.

Nos dirigimos hacia las escaleras, llegando rápidamente por la posición de nuestra aula, y comenzamos el lento descenso hacia la planta baja. Agradecía que Alethea también se tomara la vida un poco con calma, o me daría una punzada de culpa extra de la que solía darme cada vez que hacía a alguien seguirme por las escaleras. O sea, no era muy justo que otros se aburrieran o hartaran por mi propia testarudez, o perdieran tiempo del recreo. El ascensor siempre era la mejor opción. Pero bueno, al menos, todos habían sido siempre lo suficientemente amables como para seguirme en mi terquedad de burro.

— Oh, sí, ya lo suponía. Bueno, mejor. ¿Tu casa es grande? Yo la verdad no sé que haría si tuviera que quedarme tanto tiempo en mi casa. O sea, sí sé, lo hago, pero igual es algo aburrido para mí. Puedo aguantar algunos días, pero luego de un tiempo ya comienzo a decaer un poco, como a marchitarme, digamos. Y yo todo bien, por suerte. Estos días que no llovieron aproveché para dar vueltas por la ciudad. Aunque no tengo ni la más pálida idea de por donde fui, para serte sincero. O sea, algunos lugares tenían nombres en inglés y demás, pero igual, mi sentido de la orientación es casi nulo. ¡Pero me compré un mapa! Así que al menos voy a estar prestando un poco más de atención. Y también me estuve pasando los ratos encerrado por la lluvia con un diccionario, aprendiendo palabras y demás —comenté, rebuscando en la mochila con tal ímpetu que casi me caigo por las escaleras, al no prestar atención. Me estabilicé, le dediqué una sonrisa a Alethea, y saqué el libro.— Mira, le estuve escribiendo a los costados y demás, para ir recordando pronunciaciones y demás. Eso sí, todavía no tengo mucha idea de la escritura. Que sean símbolos tan distintos me confunde, y que se combinen entre sí, uf.

Volví a guardar el diccionario en la mochila, mientras llegábamos ya al primer piso, y me dirigía hacia la planta baja. El rostro se me iluminó cuando recordé algo.

— ¡Cierto! También ayer me empapé. Verás, me gusta sentir la lluvia. Pero no esperaba que fuera tal chaparrón. O sea, un poco de agua no le hace mal a nadie, pero una lluvia tan fuerte como la de ayer me anegó completamente el uniforme. ¡Era super incómodo! Estar todo húmedo y demás. Pero por suerte tenía el uniforme de gimnasia, así que estuve algo más calentito durante le resto del día. Ah, pero a la vuelta tuve que sí o sí usar el uniforme mojado de vuelta. No tengo otro, y conseguir de mi talla es bastante difícil, así que no podía permitir que se me mojara el de repuesto. O sea, el de gimnasia. La cara de mi madre al llegar fue todo un poema, la verdad. Me hizo secarlo con un secador de pelo, ya que tampoco lo podíamos dejar colgando afuera. Tenemos secarropa, pero bueno, a ella le gusta enseñar a la vieja usanza, ¿entiendes? Aunque me entra bastante poco. Tengo una cabeza algo densa.

Me golpeé la frente con el puño suavemente, como para darle énfasis a la frase, y solté una pequeña risa. Vaya, que capacidad que tenía para estirar una historia de una línea en una anécdota tan larga. O sea, el mensaje era ese nomás. Que me había empapado. Pero bueno, tenía ganas de hablar.

— Ah, por cierto, espero que no suene raro, pero quería preguntarte, ¿por dónde vives? O sea, en que barrio. O prefectura. O sea, las divisiones acá son enormes. Son como pequeñas localidades o pueblos, en vez de barrios. Bah, supongo que nunca fueron barrios. Es una forma extraña de organizar la ciudad, la verdad. ¿Se considera todo una sola ciudad? ¿O es en realidad que cuando Tokyo se fue transformando en metrópolis, absorbió las localidades ajenas, y terminó siendo todo como una especie de Gran Tokyo o algo similar? En muchas ciudades de Europa sucedió eso.

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Me encanta que los posts de Jack es 5% pensamiento interno, 95% hablar. Una descripción adecuada del muchacho.

 

No le molestó en lo absoluto empujarlo con suavidad con su primera pregunta—No perdí a la primera, ya llevábamos jugando un buen rato, solo que no viste mi gran desempeño antes~.—A decir verdad no había participado demasiado en el partido en cuestión pero Zeldryck no tenía porqué saber eso, podía imaginarla como alguien bastante atlética que había tenido un pequeño descuido, eso es todo.

—¿Eliminaste a muchas personas? Seguro se te da muy bien este deporte —Siguió su camino hasta el primer piso sin prestar demasiada atención a las personas que había por allí para llegar a la enfermería —, ¿qué clase de premio se te ocurre?~ Podría hacer algún postre de conmemoración o comprarte algo por un trabajo bien hecho.

 

Me dirigía distraído a clase, buscando con calma en los pasillos del primer piso, perdido en lo que significaba el sitio, en todo lo lujosa que parecía la academia y que distinto eran los centros educativos en Alemania. Por otro lado aun así no me había encontrado a nadie, mientras de mi ser salió un enorme bostezo, tapándome inmediatamente la boca por educación y denotando lo somnoliento que estaba pero también todo lo nervioso y expectante sobre como serían las cosas en este nuevo sitio.

Me giré de inmediato al ver a una chica de pelo largo y tez pálida, ¿Se dirigía a mí? Miré alrededor un instante para cerciorarlo, así que la miré dirigiéndole una sonrisa.

— Si bueno... Un poco perdido y fascinado a decir verdad, ¡Es mi debut! Por así decirlo, soy nuevo en esta academia, me llamo Kein, Kein Van Ziex, soy Alemán—. Sonreí devolviéndole el gesto— Estoy en la clase 1-2, y sobre... Bueno, ayuda, si, n-necesito algo de visita guiada por este vasto sitio. ¿Como te llamas? ¿Llevas mucho tiempo estudiando aquí?—. Pregunté algo nervioso pero tratando de buscar ser amable, era necesario y a la vez, me gustaba serlo, era la mejor forma de hacer amigos

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¡Oh! No te preocupes Amane, al contrario, lo agradezco, me cae genial Satoko^^, ojalá lleguen Kein, Shiori y ella ser amigos :D

 

La chica se presentó como Satoko, ¡Era un nombre muy bonito! Y a juzgar por el mismo, debía de ser Japonesa en cuanto a nacionalidad ¿Me equivocaba? Aunque su voz con ese toque emocional y a su vez su sonrisa tan ámplia, generaba una sensación de genuïna comodidad, añadió que al igual que yo, estaba en primero y que pon ende, solo llevaba allí dos semanas solo para luego decirme que aunque el sitio parecía grande en realidad no lo era tanto, sinó más bien era algo de la primera impresión, a parte de la sala de los clubes, tenía todo lo que igualmente tenían todos los institutos, aulas, gimnasios, piscina, patios, cafetería y que de todas formas los profesores adjudicaban a alguien cuando era nuevo para realizar un recorrido por el centro y así mostrarlo con mayor detenimiento y, ojalá tuviera suerte con aquél alumno/a.

Luego me preguntó sobre las razones por las que me había trasladado, esta chica era una máquina de hablar, aunque ¡¡eso me alegraba porque yo también era de los que les gustaba hablar!! Y lo mejor igualmente era empezar con buen pie.

— Pues, a decir verdad siempre he sentido curiosidad por Japón, y por otro lado, porque en Alemania estuve en varios institutos y siendo sincero siempre fui víctima de burlas por mis compañeros por no compartir gustos con ellos y considerarme "raro", así que tampoco tuve nunca ningún amigo y eso me sumió en una enorme depresión, así que finalmente probamos suerte aquí y, bueno, aquí acabé—. Le solté toda la verdad, solo deseando no resultar demasiado directo o intimidante, pero por las características de esta chica, no creía que fuera a juzgarme por ello— ¿Estás en algún club? Y, bueno, si gustas podríamos quedar para almorzar algún día en la cafetería, por mi parte estaría encantado Satoko-san, por favor no pienses mal, meramente admito que me has caído genial en cuanto a la primera impresión—. Sonreí con amabilidad pero con cierta timidez, no era muy bueno expresándome y los malos entendidos también me habían causado algunos problemas en el pasado....

 

La chica al irme escuchando hablar noté como su faz iba cambiando de una sonrisa a una más triste y, agachaba la cabeza para musitar que lamentaba escuchar esto, ay dios ¿La había ofendido? Esperaba que no y que al menos tengamos la posibilidad de lograr ser amigo suyo, pues ese acabaría siendo mi propósito, musitó con tristeza que lo sentía para luego volver a buscar mi mirada, la cual devolví con amabilidad, diciendo que todo mejoraba con el tiempo, que su padre se había hallado en las mismas circunstancias y que le explicó que la mejor manera de desahogarse si le pasaba algo de ese estilo era contárselo a alguien sin miedo para solucionarlo de la mejor manera posible y si veía a alguien en esa situación ayudarle, lo que me hizo esbozar una sonrisa cálida a lo que le asentí con la cabeza "Vaya con ella, se nota que sabe de lo que habla, esta chica cada vez mejor me caía y eso que recién la acababa de conocer" Que a él también se le burlaban en el colegio porque era muy tímido pero que la gente maduraba con el tiempo y dejaba de ser tan cruel.

Me hallaba sorprendido por esto, simplemente le dirigí una ámplia sonrisa mientras escuchaba detenidamente el nombre de los clubs en los que se hallaba y, que finalmente no tenía problema en almorzar conmigo, más que quizás se uniera su hermanastra, que era algo mayor. No era por ofenderla pero noté cierta incomodidadd en las palabras.

— Siendo así, de lejos se nota que tu padre tuvo éxito con ello, no sabes lo agradecido que te estoy por esta charla, ¿Te molesta que te llame Satoko-san? Como me llamas Kein-Kun, pues... Y sobre mi Bullyng, créeme que lo he intentado todo, callarme e ignorar lo agravaba y hablar o enfrentarles, igual. Por otro lado, dices que estás en el club de cocina y básket, ¿Te importa que te acompañe a alguna reunión? Y sobre tu hermanastra, ¿Hay algo de malo en ella? Porque si es así, tampoco me importuna en lo más mínimo, Y honestamente—. Sí, estaba de los nervios, aunque trataba de permanecer agradable para poder seguir hablando— Aunque me alegro que lo de tus padres naciera, gracias por contarme tu experiencia ¿A tí siempre te ha ido bien?


Me mostraba también con sumas ganas de plática, aunque a alguien que era tan abierto, era una gozada, se la notaba muy vivaracha y con la suficiente coherencia como para poder hablar de todo con ella, quizás este instituto fuera distinto.

 

Seguimos caminando juntas, me fiaba de Ophelia aun a pesar de ser tan seria no parecía mala chica en absoluto, ella prosiguió hablando sobre el otro club al que pertenecía, el de arte, otro que me interesaba, al fin y al cabo es una forma de inmortalizar lo que representamos y lo que somos, dejar un poco de huella y una forma de agradecer al universo por otorgarle a uno el presente de meramente existir.

La miré de nuevo, denotando que la escuchaba, centrando toda mi atención en ella en el justo momento en que me preguntó si había memorizado ya las disposiciones de la academia, a lo que asentí.

— Sí, a pesar del desliz, creo que entiendo a donde ir de ahora en adelante, te quedo enormemente agradecida Ophelia-san, más permíteme por favor acompañarte de igual forma a la reunión de dicho club—. La sonreí, con calidez, me alegraba de no ser de las que realmente me dejaba llevar por las primeras impresiones. Finalmente seguimos caminando por el camino del primer piso, donde se hallaban nuestras aulas y otros dos alumnos, aparentemente de primero también estaban platicando animadamente, a la chica la reconocí enseguida, se trataba de Satoko Shichimiya, una de las chicas más sociables del salón, así que le dirigí una sonrisa y una reverencia, solamente para darle los buenos días Satoko-san e igualmente reverencié al otro chico con una sonrisa y, sin ignorar a Ophelia, la cuál me habló de igual modo sobre las casas de te.

— ¡Oh! ¿Hablas de las Chashitsu? Admito que me encantan, el ambiente es agradable y un lugar donde reina la paz, honestamente, siempre solía frecuentarlas cuando era más pequeña con mi familia, pero consecutivamente ellos dejaron de ir y, yo mismo dejé de ir ¿Gustas entonces ir conmigo? Por si te gusta también de todos modos—. Respondí con esa misma amabilidad hacia Ophelia, aparentemente estábamos logrando llegar a algo.

La miré, solo también esperaba que mi altura no le resultara intimidante, sí, era alta y podía imponer pero... No era alguien que empleara la violencia, pues en esencia, tampoco la veía nunca como la solución, pero estaba algo preocupada por si eso resultaba para los demás. No era la primera vez que era objetivo de las miradas del alumnado, claro que no me sorprendía por mi imponente altura, pero también me daba la impresión de que algunos me lanzaban miradas de temor... Aunque logré ocultarlo perfectamente, manteniéndome con mi sonrisa habitual.

Contenido oculto: Telerí que te ví.txt

Amane Te nombro por si quieres interactuar también con Shiori con Satoko, como ves Shiori la acaba de saludar <3

 

Cuando me dijo que me llamaba como me llamaba porque mi apellido era difícil de pronunciar empecé a reír, creo que era la primera vez que me decían algo así. No quería ni buscaba ser impertinente, pero en alemania les resultaba tan común que incluso mis bullys hacían burlas criaturas con mi nombre, luego la miré para sonreírla.

— Disculpa Satoko-san, es la primera vez que me dicen algo así, por el contrario yo ignoro el tuyo, así que no me extraña que te añadiera San al nombre. Se conoce que mi adaptación a las costumbres japonesas me están resultando algo más difíciles de aplicarlas a la práctica de lo que esperaba, aunque no malinterpretes mis palabras, no significa que no adore esa misma cultura, sé que puede sonar precipitado más ¿Podrías explicarme cosas sobre Japón y sus costumbres? Quizás, quedar un dia con algunos amigos para tomar algo y, bueno... Aprender costumbres—. Dije, algo avergonzado al decir algo que podría resultar facilmente malinterpretable, aunque me explicó que además se reunían en los clubes de cocina y baloncesto se reunían lunes, miércoles y sábados por la mañana y finalmente me negó con la cabeza ante mi pregunta sobre su hermanastra, más decidió guardar silencio y yo mismo, decidí no insistir tampoco. Finalmente acabó diciendo que nunca se habían metido con ella pero como era alguien muy sociable, o que quizás si lo habían hecho y no se había dado cuenta, porque era muy torpe.

Finalmente le sonreí, asintiendo.

— Siendo así ¿Igualmente gustas hoy almorzar juntos? La plática contigo me está resultando sinceramente muy grata—. Dije con amabilidad cuando la ví levantarse gracias a que otras dos chicas llegaron, a una la llamó Ophelia y la otra se presentó como Shiori, y a juzgar por su conversación, asumí que estaban en la misma clase. Y no te veo torpe, creo que es parte de uno, creo que eres sociable y luego, no te veo como alguien torpe.

Me levanté cuando acabaron de hablar entre ellas para mirarlas, ¡Que altas las dos! Especialmente Shiori, pero no me intimidó, no parecía la clase de chica agresiva en lo absoluto y eso me relajaba mucho realmente, aunque la otra parecía ser alguien seria pero formal.

— Es un placer, me llamo Kein Van Ziex, encantado de conocerlas—. Sonreí cálidamente y educadamente— ¿Sois compañeras de Satoko-san? Vaya ¿Cual es vuestra clase la 1-2 o la 1-3? Yo soy de la 1-2



Satoko-san se levantó para mirarnos y, no parecía acordarse de que estábamos en la misma clase, pero no le dí importancia, si no se acordaba, quizás era hora de presentarme nuevamente, porque ¿Para qué se nos concedió la lengua y las palabras si no para ello. Por otro lado, Satoko se levantó y le preguntó impresionada sobre mi altura, ya empezaba a estar habituada a ello, así que simplemente reverencié ante Satoko.

— Me llamo Shiori Yamanata, Shicimiya-san, encantada~—. Sonreí cálidamente— Ojalá podamos ser amigos Ophelia-san, Shicimiya-san, oh y encantado Kein-san, somos de la clase 1-3, en efecto, más eso no quita que no podamos hablar o quedar para estudiar o almorzar ¿No creéis?—. Pregunté con calidez y una ámplia sonrisa

 

Alethea frunció el ceño levemente, mientras le explicaba lo que me había pasado con el quemado, expresión que me causó algo de gracia. Obviamente, me reí en el interior. La chica estaba demostrando preocupación por mí, si me reía en su cara no iba a quedar muy bien que digamos. Sin embargo, pareció luego relajarse, o simplemente abandonó el hecho de querer regañarme, porque se ve que desde leguas se veía lo porfiado que podía ser, y que intentar retarme por eso iba a ser una causa perdida.

La escuché atentamente, mientras me comentaba sobre su partido, con una sonrisa. ¿Aquel moreno tan mono? Hice memoria, intentando recordar a quien se refería. Un segundo, ¿no habían llamado a Joey en ese momento también? Y lo habían quemado bastante rápido. Le dediqué a la chica una sonrisa picarona.

— Ah, estuviste con Joey, ¿no? ¿Le echaste un poco el ojo? Es un chico bastante guapo, sí —comenté, divertido.

Mírenlo nomás, al galán. El único quemado de su equipo y aún así había logrado robar miradas. Sin embargo, también estaba levemente divertido por la forma en la que Alethea se mostraba algo orgullosa de que había contribuido a la victoria de su equipo. No lo había dicho, pero se le notaba en la cara. Y viendo como una persona algo reservada como ella, y bastante humilde, parecía, se mostraba con ese pequeño orgullo era un poco tierno. Todos teníamos que ser un poco egocéntricos, algunas veces. Era parte de nuestro cuidado personal.

Hice el gesto de espantar una mosca cuando se disculpó.

— Nah, ni te hagas problemas. No lo decía para acusarte ni señalarte con el dedo ni nada por el estilo. "¡Oh, Alethea, traidora de su palabra, una criatura llena de falsedad, cuyas... eh... palabras..." —comencé, en una voz teatral y gruesa, haciendo manerismos, pero luego me trabé porque mi cerebro no estaba hecho para eso y solté una risotada.— Bueno, no quería repetir palabra. Empecé bien igual. Como sea, no te preocupes. No tienes nada por que disculparte. Tampoco como si me hubieras hecho una promesa de vida o muerte. ¡Y claro, sin problema! Ya debe estar por sonar la campana dentro de poco. Eso sí, ¿te molestaría subir por el ascensor? No quiero forzar demasiado la pierna. Aún no. Al menos, hasta que pueda ver a mi fisioterapeuta.

 

Seguimos avanzando por las escaleras, a paso calmo y Hodges-senpai se mostró atenta a mis palabras por lo que pude notar de reojo. Al decir que la familia era lo primero logró brindarme algo de alivio y relajo al cuerpo, pudiendo así esbozar una pequeña sonrisa. Cuando llegamos segundo piso logramos notar a un grupito del cual reconocía un par de rostros, pero la rubia cabellera me era ajena por completo.

En eso Hodges volvió a hablar tomando mi atención por completo, la verdad era una propuesta que no esperaba y logró que se me alborotára el pulso otra vez. ¿En verdad no molestaría a nadie?
—Claro —fue lo único que atiene a decir devolviéndole la sonrisa con algo más de pudor, para luego despedirme con un sutil movimiento de mano.

Tras ver cómo se alejaba volví a observar mis alrededores, la verdad es que de momento no había nadie con quien en verdad me interesara tener una conversación, pero tampoco sentía que debía ignorar así sin más a Shichimiya, por lo que agarré algo de valor para saludar al grupito una vez pasara por su lado.

—Buenos días —dije con un gesto de mano y una sonrisa a ojos cerrados, solo con el volumen suficiente para que me oyeran. Tras eso ingresé a mi aula y caminé directo a mi pupitre.