Pasillo (Primera planta)

Tema en 'Primera planta' iniciado por Yugen, 9 Abril 2020.

  1.  
    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Un poco de curiosidad sí que me daba averiguar hasta dónde sería capaz de llegar. No sentía apuro de ningún tipo por nada en particular, en ese sentido me movía con una parsimonia que muchas veces se malinterpretaba con desinterés. Me tomaba mi tiempo para todo, pero eso no quitaba que la chispa permaneciera allí. Nunca me rechazaba, ni a mí ni mis acercamientos, los asumía con una naturalidad absurda y, qué va, los disfrutaba. Pero ¿hasta dónde? ¿Dónde trazaría la línea? ¿Cuánto me permitiría alcanzar?

    Quedaría averiguarlo.

    Se subió a mi comentario con la naturalidad de siempre y me limité a sonreír en respuesta, avanzando hacia las escaleras. Fue más o menos a mitad de ellas que volví mi atención en su dirección. Me aceptaba siempre, sí, pero ¿sólo sería eso?

    Como una muñequita de trapo.

    —Tú sólo me avisas que lo has olvidado y yo te ayudo sin problema.

    Quería más.

    Y si tenía que jugar con ella para conseguirlo, bueno, no era nada que no hubiera hecho en el pasado, ¿verdad? Moviéndome a mi ritmo, acomodando las piezas con el único objetivo de divertirme o satisfacerme. Y quién sabe, quizá lograra convertirlo en algo sumamente interesante, incluso para Cathy.

    De repente quería verla tomando la iniciativa.

    O pidiéndomelo.

    Le dediqué una sonrisa suave, apenas oscura, y acentué el agarre de mi mano en la suya, de mis dedos entrelazados con los suyos. No podía importarme menos el teatro que nos estábamos montando desde los casilleros.

    —¿Tienes planes para hoy? En el receso~
     
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    Era un evitativo de campeonato, eso lo tenía en común posiblemente con un gran porcentaje de la manada de infelices que conocía, muchos seguro no dijéramos qué nos ocurría realmente de no ser que nos pusieran un arma en la cabeza y aún así no era una certeza. Nunca se tenían certezas con los que rechazábamos las emociones con tanto ímpetu, como si, no sé, tuviesen veneno o quién sabe qué.

    Lo mío discurría por dos canales, una parte de mí consideraba que la emocionalidad era una debilidad, de allí que me sintiera atacado por Sonnen hace unos minutos, y la otra sentía cada cosa con tal intensidad que me daba la sensación de que iba a reventarme por dentro. Mis sentimientos y los ajenos tenían la fuerza para aplastarme los órganos y lo sabía. Aún así encerraba todo, lo guardaba y lo dejaba rebotar hasta que estallaba como había estallado el sábado en la madrugada y ayer. No tenía ira, eso estaba claro, no había violencia natural en mi persona, pero no quitaba que tuviese poder destructivo y en general lo volcaba sobre mí mismo para sacar a los demás del campo de tiro.

    Quizás estaba haciendo exactamente eso con Aleck.

    Por alguna razón no me sorprendió que el invernadero le llamara la atención, culo inquieto y todo no se me dificultaba el imaginar a Aleck cuidando plantas por alguna razón, igual y tenía que ver con que tenía metida en la cabeza todavía su naturaleza amable. Este mocoso parecía una luminaria, brillaba un montón y casi sentía que iba a dejarme ciego, pero a la vez daba por sentado que su luz tenía la capacidad de llevar a los pobres diablos perdidos a casa y cuidarlos.

    Algo con lo que yo solo podía soñar, por eso la gente se me escapaba a cada rato y luego andaba sufriendo como un perro abandonado al lado del camino.

    —Lo tiene de hecho, un amigo mío está en ese club. —Fue involuntario, pero un poquito de emoción genuina se me coló en la voz al mencionar a Ko, nada que hacerle. Giré ligeramente el rostro para mirarlo cuando preguntó por mi madre y se me aflojó una risa un poco sin gracia, ayer cuando Yuzu me dejó en casa había seguido llorando como imbécil en los brazos de mi madre así que solo añadía culpas a la lista—. ¿Preguntas si mamá sigue siendo un ángel caído del cielo? Si es eso, la respuesta es sí. Está bien, seguro se alegra cuando le cuente que volviste.

    Como se alegraba por el simple hecho de que tuviese amigos de alguna clase.

    Asentí con la cabeza cuando preguntó si subíamos, así que me dirigí a las escaleras sin prisa y ya arriba me detuve en el pasillo de nuevas cuentas.

    —En esta planta tienes los salones de primero, obviamente. Luego... Enfermería, el club de cocina y la sala de arte, creo. De nuevo, baños, y te informo tarde que hay ascensor, pero la verdad no me hace mucha gracia usarlos así que harás ejercicio conmigo. —Conecté neuronas un poco tarde, no se me podía culpar de ello con el cerebro derretido como lo tenía—. Eh, Akkun, ¿cómo está tu abuelo?
     
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    Rider

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    Avanzar por los corredores de la academia se sentía familiar, en una extraña manera. Todo el mundo siempre se imagina el arquetipo de escuela perfecta que esta a la vanguardia en instalaciones y educación, donde hay mil cosas por hacer y zonas por descubrir. Pero no podía para en lo anormal que parecía toda esta situación. La academia Sakura parecía demasiado refinada y un poco elitista, pero aun así me había aceptado para entrar. Los censos revelaban que de todas las escuelas de la ciudad esta era la que tenía mejor promedio general por estudiantes, pero muchos de estos chicos ni siquiera parecían tener intenciones de entrar a sus clases.

    Y aun así, lo más extraño seguía siendo esa sensación, el sentirme en casa. Porqué precisamente mi casa no era el sitio más agradable del planeta, y esta academia acababa por desprender un ambiente similar en el aire.

    Tal vez solo eran ideas mías.

    Traté de olvidar esos pensamientos para seguirme concentrando en las indicaciones del Pelirrojo. Ya que estábamos en el primer piso del edificio el chico me confirmo que la escuela si contaba con un club de jardinería. La idea de inscribirme rápidamente invadió mi cabeza, tener un sitio a donde ir después de clases como a un invernadero no sonaba nada mal, sería una buena excusa para no tener que regresar tan pronto a ese vació departamento.

    — Bueno, dile a tu amigo que hay un nuevo miem- Espera ¿Dijiste club de cocina? ¿Acaso hay un club que no tenga esta escuela? No sé si exista posibilidad de meterme a dos clubes a la vez.

    Una breve sonrisa se dibujó en mi rostro al escuchar al chico hablar sobre su madre. Aun recordaba lo amable que había sido conmigo, sin la más mínima necesidad de serlo, cómo si de verdad fuese una especie de ángel caritativo y compasivo—. Me da gusto oír que se encuentra bien, pero vamos dudo mucho que aun me recuerde, o que me pueda reconocer. —solté una risa algo apenada, que poco a poco se fue diluyendo cuando Cay preguntó por mi abuelo.

    —Oh, mi abuelo...Bueno, él...— Desvié un poco la mirada tratando de que el chico no notará mi expresión, que no notara como el brillo en mis ojos baja al recordarlo, no me molestaba hablar de ello, pero ciertamente era complicado de explicar— Bueno, él se marchó ya hace un tiempo. N-No esta muerto, o bueno...No lo sé.

    Me subo al tren de la sadness momentáneamente (?
     
    Última edición: 18 Junio 2021
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    Nekita

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    La indignación y gracia que sintió al escucharlo decir que no eran parecidos fue demasiada, ¿cómo podía decir eso cuando era tan obvio? Sabía que quizás lo había molestado un poco mucho con la respuesta que le había dado pero no sabía que tanto como para que negara algo tan obvio para no darle la razón.

    Estuvo a punto de hablar hasta que la presencia de otra chica la distrajo y no hizo más que sonreír al ver cómo cambiaba la actitud con ella, saludándola con un pequeño movimiento de cabeza, complacida de que ahora incluso sabía el nombre del chico sin siquiera preguntar. —¿Debería sentirme ofendida o afortunada de que hubieras preferido mi compañía ante la de esa amable chica, Alek? —Preguntó riendo con suavidad una vez que llegó a su lado para seguir caminando hacia el primer piso.

    —Si te dio una bebida y todo, ¿desde hace cuanto se conocen? Ah~ me llamo Anna, hasta tenemos la misma inicial, no puedes negar que somos mellizos~
     
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    Zireael

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    I'll be the first to tell you
    I'm a bad, bad man.
    Watchin' memories fade
    and melt away in the sand.
    .
    All the fire escape,
    looking over the edge.
    .
    I drink 'til I hit the floor,
    smoke weed 'til I can't think no more.
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    No tenía ni la más mínima idea de los problemas que Aleck arrastraba consigo, vamos, si lo había conocido siendo un crío de metro cincuenta ya lo había dicho él y se había desvanecido cosa de uno o dos años después de eso, como un fantasma. Incluso si sus broncas se arrastraban desde que era un mocoso yo no tenía idea, porque los críos no hablábamos de problemas familiares.

    De hecho su recuerdo parecía haber sido invocado por la inminencia de su llegada, no que yo creyera en el destino o esas mierdas, si acaso me tragaba lo de la buena fortuna y ya, pero que hubiese caído exactamente un día después de haberlo recordado era casi creepy. Como invocado de los muertos, por un genuino nigromante. Se había aparecido en mi cabeza de la nada, la idea de haberlo solo dejado irse me perseguía y fundía con otras situaciones parecidas, que al final solo me cagaba hasta las patas porque no sabía qué diablos se suponía que hiciera realmente.

    Ámanos, Cayden.

    Ámanos con todas tus fuerzas y estaremos a tu lado hasta el fin de los días.
    Tomé aire despacio por la nariz, liberándolo de la misma forma y me detuve en el pasillo para echarle un vistazo al paisaje por la ventana. Todavía había gente llegando, normal por otra parte, no había pasado demasiado tiempo, y repasé siluetas desde allí, todavía a esa altura de distinguían los rostros y tal. Imaginaba que podría decirle a Kohaku que había otro interesado en el club o enviarlo con alguien más, que realmente ni idea de quién era el presidente ni nada ahora que lo pensaba.

    —Creo que se puede —respondí a lo de meterse a dos clubes, todavía prendado a la vista desde la ventana—. Te pega eso de la jardinería y la cocina, ¿no? Al menos invítame a comer si haces algo bueno.

    Una sonrisa ligera se me formó en los labios cuando lo escuché decir que mi madre no lo recordaba y negué suavemente con la cabeza, incrédulo.

    —Mamá se graba en la cabeza el nombre, apellido y cara de cada persona que le parece es cercana a mí. —Los recordaba incluso cuando desaparecían, cuando yo dejaba de hablar de ellos y ella se veía en la obligación de hacer lo mismo—. Quizás le cueste un poquito reconocerte de primeras, pero no significa que se haya olvidado de tu existencia.

    La risa apagada que soltó Aleck me hizo saber que mi pregunta no había sido la más acertada y quise meterme bajo una roca, porque una tensión de lo más jodida me cayó encima. Pasé saliva, hundí más las manos en los bolsillos y giré apenas el rostro para encontrar sus ojos, solo para darme cuenta que rehuía mi mirada y me di cuenta que por eso era que no preguntaba una mierda nunca. No sabía qué se suponía qué debía hacer con eso y ahora mismo, con mi llama casi apagada, estaba todavía más perdido.

    ¿Qué no sabía si estaba muerto o no? Joder, Happy Meal.

    Aún así no podía hacer otra cosa, era ver a alguien en la mierda y tratar de hacer algo al respecto, lo que fuese, así que aunque tuviera que hacerle viento con un plato de cartón a mi fuego tenía que darle fuerza de alguna maldita manera. Era eso o levantar las paredes de tierra helada con tal de crearle una cueva, pero allí en medio pasillo, con gente yendo y viniendo, estaba difícil.

    Saqué una mano del bolsillo, le pasé el brazo sobre los hombros y prácticamente lo arrastré hacia mí, le encajé la mano en un costado de la cabeza, entre la mata de cabello castaño y lo atraje hasta que encontrara mi hombro.

    —Lo siento, enano —dije en un murmuro acariciándolo con mimo, había que ver cómo había pateado mis mierdas al costado por él en dos segundos—. De verdad.
     
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    Apenas y moví los hombros como quién le resta importancia al asunto, absteniéndome de chasquear la lengua o soltar una mierda de palabra malsonante porque había sido yo el idiota que ahora accedía a una compañía que en realidad me daba bastante igual, pese a saber que tener a Katherin cerca fastidiándome no era una jodida opción. La miré de soslayo al escucharla soltar las preguntas como estúpida curiosa.

    Y la curiosidad no era nada buena.

    Solo había que verme frente a un espejo.


    —Qué importa desde hace cuanto la conozco —deslicé la mirada ahora por el pasillo sin detener el paso. Lo curioso de todo el revoltijo de malgenio que me cargaba era que no es que fuese a mal hablar de la perra de Katherin—. Voy a mi salón de clase, así que búscate otro "mellizo" para fastidiar.

    Las comillas las hice con la izquierda dando con el ascensor, creyendo que la rubia esta estaría en segundo y optaría por usar las escaleras.
     
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    Rider

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    Nadie tenía una adolescencia sencilla, eso era un hecho que todos sabíamos. Demasiados cambios, demasiadas preguntas, en un periodo de tiempo en donde pareciese que los minutos trabajaran horas extras. Era un época bastante lamentable, en donde todos los pre-pubertos cometían decisiones de las cuales se arrepentirían después, conductas que acabaría por estigmatizar su conducta en la sociedad. Pero era normal, todo el mundo pasaba por ello.

    Tan solo desearía no haberlo tenido que pasar solo.

    Hacía años que había ocurrido aquel incidente con mi abuelo, años en los que simple y sencillamente no sabía nada de él, de a donde se dirigí a cuales eran sus intenciones. No podía preguntar a Cay por preguntar, era lo más natural, después de todo el viejo siempre se esforzó por entretenernos en aquellas tardes de primavera, contándonos historias y cargándonos en su espalda por horas. Decir que me sorprendía que el pelirrojo lo recordara sería mentir, después de todo, por aquella época allá a donde fuera yo iba mi abuelo conmigo.

    Por un momento sencillamente me perdí en mis pensamientos, mirando por una de las ventanas que se encontraban en ese pasillo. Por un segundo había hasta perdido la noción del tiempo y dejaba de percibir al resto de estudiantes que transitaban por el lugar. Lo único que podía ver era esa ventana.

    Siempre una ventana.
    Mientras los recuerdos llegaban poco a poco a mi mente de pronto sentí un tacto cálido. Cay había pasado su brazo sobre mis hombros para acercarme a él. Antes de que pudiera decir cualquier cosa yo ya tenía mi cabeza apoyada sobre su hombro, mientras trataba de darme ánimos y acariciaba mi cabello. Aunque no lo podía ver, mi reacción fue de genuina sorpresa que poco a poco mutó hasta convertirse en una sonrisa aliviada.

    Quien hubiera dicho que el Pelo de Fuego iba a desarrollar un complejo de hermano mayor ¿Eh?

    —Ya, ya, tranquilo Fueguín, no tienes porqué disculparte ¿De acuerdo? —le contesté pasando mi brazo de la misma sobre sus hombros, dándole una cuantas palmadas en la espalda en el proceso. — Es una historia un poco larga y...un tanto complicada, pero prometo que te la contaré más tarde en el almuerzo ¿Esta bien?

    Me quedé ahí por un par de segundos más junto al pelirrojo. Hacía mucho tiempo que no me sentía así de seguro, me recordaba a las lejana épocas de mi niñez en donde mi familia realmente me abrazaba. Era una agradable sensación, casi como si fuéramos familia, cómo si fuéramos un par de hermanos.

    —Bueno, bueno, quedamos que no habría lagrimas tan temprano ¿No?—me separé del pelirrojo para volver a darle un golpe en el hombro— .Y oye...Gracias— murmuré — , oh, por cierto, cuenta con que un día de estos te prepararé algo de comer, en cuanto me acepten en el club de jardinería y cocina. Espero que estén aceptando nuevos miembros.

    Había sido algo tan simple que para algunas personas podría parecer ridículo, pero de verdad, el simple hecho de pensar que Cay por un instante había hecho a un lado sus problemas solo para animarme era algo que agradecía infinitamente y que me dibuja una sonrisa en el rostro.

    — Eh Cay, pregunta rápida: De pura casualidad no serás tu ya en bebedor empedernido ¿Verdad? — Cuestioné mientras avanzábamos rumbo a las escalaras. Era una pregunta un tanto boba y fuera de lugar, pero al menos servía para mantener la conversación, y de paso enterarme poco a poco de cuales eran las cosas que aquejaban al chico.

    Presentando el complejo de hermano mayor y el alcoholismo (? A quien engaño? me estoy muriendo softness que bonito weon ;w;
     
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    Zireael

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    Quizás no se esperara la movida, es decir, llevaba sin verme, ¿siete años? Y en ese período de tiempo, para sacarle a lo malo lo menos peor, había encontrado una familia. Mis chacales eran eso, una familia, unos me cuidaban a mí, a otros sentía que podía cuidarlos yo y aunque no me ataba a nada, había desarrollado con ello un sentido de familia y lealtad marcadísimo. Como había dicho Sonnen, si me ponían a jugar a los bandos era posible que me diera un venazo y me lanzara de la azotea, porque no podía elegir bandos en mi propia familia.

    Recordé la estupidez de Yuzu de anoche, antes de que me fuese a la puta mierda, y como me había dicho que a ese paso iban a tener que comenzar a llamarme Aniki. Un poco era cierto el complejo de hermano mayor, me salía con frecuencia, que con Ko, que con este idiota, hasta con la amabilidad con Eun-bi. Quisiera o no amaba a la gente, Dios, la amaba tanto como la evitaba y aunque mi moral fuese dudosa, aunque le vaciara los bolsillos a los ricachones de Chiyoda, le sacara filo a los cuchillos que vendía Arata, vendiera hierba, colara armas... En el fondo no quería nada más que el bien de las personas que tenía más cerca.

    Ese era el verdadero núcleo de mi personalidad.

    Aleck acabó por reflejar un poco la movida, me pasó el brazo por los hombros y luego me soltó un par de palmadas en la espalda y otro golpe en el hombro luego de separarse. Quizás me devolvieron el foco, no lo sé, pero me pude permitir una sonrisa algo más genuina, aunque no menos cansada, y me incliné hacia él invadiendo un poco su espacio.

    —¿En el almuerzo? Akkun~ ¿no me estarás pidiendo una cita? —La sonrisa se ensanchó un poco, a ver si no me habría fusionado de repente con el estúpido de Arata o algo, y quizás recuperé apenas una chispa de brillo en la mirada. Fue cosa de unos segundos, le regresé su espacio y volví la vista a la ventana otra vez—. Está bien. Puedes contarme lo que quieras cuando tú decidas.

    Me controlé solo porque me había agradecido y no lo sé, sentí que había logrado hacer algo, por mínimo que fuese y solté una risa baja al escuchar que sí me prepararía algo. El pobre iba tener que preparar una cena familiar eso sí, que comía como un descosido, bueno igual podía acompañarlo a comprar las cosas de la comida o algo, para que no todo corriera de su billetera. Total con la gracia de Roppongi había recuperado la pasta perdida el sábado.

    Comencé a seguirle los pasos cuando noté que se puso en movimiento otra vez y me ajusté mejor la chaqueta, aunque en sí no se había salido de lugar ni nada, era pura manía.

    —¿Me pusiste cámaras remotas desde Irlanda o qué cojones, Galletas? —Tomé aire, me llené los pulmones y por alguna razón me picaron las manos por meterme al baño a pegarle aunque fuese un jalonazo un porro, pero de nuevo me lo aguanté—. El sábado hubo una fiesta en casa de una chica de tercero, fui y me bebí hasta el agua del florero. I'm not proud of myself but whatever. Luego... no he tenido los dos días más sanos de mi vida, debería parar el carro hoy.

    Sin duda debía.

    respondí aquí porque idk (??? pero ya has visto lo que vamos haciendo y de todas formas lo hicimos en pokémon una vez igual, cuando Cay se llevó a los niños con su Arcanine luego de lo del Valhalla. Si quieres me contestas aquí o contestas en el pasillo de la segunda planta, obviamente te llevas al pelo de fuego contigo uwu

    Also no pude mantener a raya su gayness por un instante JAJSAHJEH

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    Amane

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    Pestañeé un par de veces al escuchar la respuesta de Anna, porque no parecía haber captado la idea de que, bueno, eran amigos desde hacía un tiempo y parecían llevarse tan bien, y me pregunté en ese momento si no estaría subestimando mi relación con Kohaku y resultaría que al final sí que éramos más amigos de lo que podía parecer. No que me fuese a hacer ilusiones al respecto, y quizás tampoco era algo de lo que tendría que sentirme super orgullosa ni nada, pero igual la idea me llenó de cierta calidez que tampoco pude controlar.

    Cuestión de que simplemente asentí con la cabeza a ambas preguntas de la chica y lo dejé estar, porque vaya, tampoco era que conociese mucho a Cayden aparte de haber acabado almorzando juntos el otro día un poco por casualidades del destino y ya.

    También acabó reflejando la picardía de mi sonrisa, lo que acabó que soltase una risilla y relajase la expresión apenas un segundo después, y me encogí de hombros mientras alcanzábamos las escaleras para subir.

    —Te debo un almuerzo, ¿cierto? Podemos terminar de montarnos el equipo de fútbol y hablar un poco, ¿qué te parece~? —le dediqué una sonrisa suave al proponerle el plan, si en definitivas cuentas solo quería pasar tiempo con ella, pero justo entonces me di cuenta de algo y busqué de nuevo la mirada del mayor con algo de preocupación o vergüenza, no sé—. Ah, senpai... supongo que almorzarás con tu hermana, ¿no?

    No era que no quisiese invitarlo en sí, seguía creyendo firmemente que los almuerzos eran más divertidos entre más personas, pero lo cierto era que la conversación con Annie podía ponerse algo personal y podría acabar poniéndose incómodo para todos, o algo por el estilo me temía. ¡Tampoco podía quedarme tranquila si parecía que lo estaba ignorando a propósito! Así que, no sé, solo esperaba no quedar de maleducada o algo.
     
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    Insane

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    No me imaginaba a mi hermano dejandola sola nuevamente con Shimizu, no después de que le había dicho que lo mejor sería que el tipejo estuviese a veinte metros de Allen, así que me quedaba con la incógnita de si era porque mi gemelo tenía mucha hambre como para almorzar apenas sonó el timbre o el que Gen le dijese que se marchara porque tenía algo que hacer, quedándome con esta última al verla entrar al salón de los docentes. Continué bajando entonces las escaleras a medida que escuchaba a la chica hablar, elevando ligeramente las cejas para buscar sus ojos sobre mi hombro.

    —Vaya, eres toda una veterana —solté sarcástico para fastidiarla un poco—. ¿Entrenas con base a vídeos o qué? Igual creo que te puedes anotar a varios clubs a la vez, así que podrías estar en ambos sin problema, Vero.

    Otra más a la que le cortaba el nombre.
     
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    Bruno TDF

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    —Me gusta la palabra “Veterana”, pero suena a cosa de ancianos —repliqué con tranquilidad, sin reparar en el sarcasmo. Me llevé un índice a la mejilla, pensativa, buscando la expresión más acorde a lo que Zeldryc quería expresar—. Más bien diría que soy una experta o alguien que pretende serlo, a mi edad no creo saberlo todo. Pero sí lo suficiente como para defenderme.

    Seguimos caminando por el pasillo del primer piso, conformando un dúo algo dispar. El chico preguntó sobre mi método de entrenamiento.

    —Con videos, ¡así es! —asentí levantando un pulgar en su dirección—. Me gusta ir a los parques a entrenar acompañada de mi mascota, a practicar golpes y diferentes movimientos y posiciones de combate, a buscar mi equilibrio interior. Pero también he leído y sigo leyendo muchos libros sobre diferentes artes marciales, tienen filosofías muy interesantes, se aprenden muchas cosas interesantes de ahí. Lástima que no tengo tiempo para practicarlas todas.

    Seguimos caminando un poco y no pasó mucho para que sacara a relucir mi curiosidad innata:

    —¿A dónde vamos? ¿Con quién te vas a ver? —pregunté, haciendo un movimiento sugerente con las cejas mientras esbozaba una sonrisa divertida.
     
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  12.  
    Rojo FireRed

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    Me había sorprendido escuchar a Sakuya hablar un francés muy fluido, ¡Un gran alivio tener a alguien con quien comunicarme directamente en mi lengua natal!

    Très bien, madame Izayoi~

    Podía pecar de disfrutar un poco el momento, pero pues, había sido un notición para mí, después de todo ayudaría un montón en amoldarme a la academia.

    El como aquella chica había aprendido francés me daba curiosidad, pero lo dejaría para después... ¡Era de mala educación hacer preguntas que no venían a cuento todavía! En lo que la conociera mejor, lo haría.

    Fijé ya de una vez mi atención de regreso a Gardner, que en realidad se me hacía muy agradable de estar.

    Oui, oui, ya se está haciendo la hora —asentí con una sonrisa, acompañando al grupo, aunque seguía sintiendo curiosidad por ellos—, ¿Es extranjera también, madame Gardner?

    Tenía que admitirlo, la verdad me emocionaba la idea de esta academia.

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    Sakuya se había tomado la diligencia de acompañar a la banda de kohais que estaba con ellas, parecía un poco una profesora de preparatoria o de incluso guardería, pero no le quitaba las vibras de hermana mayor.

    Ambas chiquillas se habían quedado conversando, pero a aquella francesa le había sorprendido que pues hablase su idioma, se la veía aliviada, no era para menos, hablaba en cristiano para ella y eso le sería de mucha ayuda.

    Pero lo otro se enfocaba en la pregunta que le haría a su compañero masculino que pues había buscado.

    >>Ah, ¡Cierto! Yule-kun, ¿Que ha sucedido con el club de baloncesto? Si estoy interesada en entrar, ¿Has hablado con Amery-san?
     
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  13.  
    Amane

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    El chico hablaba que daba gusto y fue justo en ese momento que me pregunté cómo sería tener toda esa energía, todas esas ganas de moverse y hablar en el cuerpo. Me lo pregunté porque yo era todo lo contrario, era una persona extremadamente tranquila, y me costaba concebir un mundo en el que estuviese todo el rato de acá para allá hablando sin parar en lugar de escuchar como estaba haciendo en ese momento.

    Supuse que nunca lo sabría y acabé pensando que también estaba bien, que había que tener de todo en el mundo, y que al final del día era lógico que los que hablaban mucho se acabasen amistando con los que escuchaban, como era mi caso con Ri, porque uno buscaba lo que le complementase.

    Así que lo escuché con atención, sin poder esconder algún gesto de sorpresa o de diversión según ciertas partes de su discurso, y apenas cuando terminó simplemente asentí con la cabeza y comencé a caminar hacia el interior de la Academia.

    —El acento va en la segunda sílaba en gomen, sí. Y lo de las inclinaciones lo has entendido bien, en realidad casi siempre puedes pasar por un gesto simple y ya. Normalmente la gente de occidente cree que nos inclinamos a 90º siempre, pero eso no es así, tienes que haber hecho alguna ofensa nacional o algo por el estilo par alcanzar los 90º. Si quieres ser muy formal, con unos 45º es suficiente.

    Igual que era una persona calmada, pues lo cierto era que solía hablar con bastante tranquilidad y hasta a un ritmo lento, sobre todo en comparación al torpedo que podía llegar a ser el chico que me acompañaba, pero esperaba que tuviese la suficiente paciencia para seguirme el hilo a pesar de ello. Todo eso venía a que, en lo que le respondía a tan solo la primera parte de sus dudas, ya habíamos alcanzado las escaleras y estábamos subiendo hacia el primer piso.

    >>Es todo un honor que hayas pensado en mí para ayudarte, Jack —le dije, un poco avergonzada a decir verdad pero realmente agradecida—. Y no tengo ningún problema en ello. Si quieres invitar a Meyer-san o a la otra chica para que sea más llevadero, también suena divertido. ¡Ah, ya sé!

    Me paré en seco cuando llegamos al primer piso y rebusqué un rato en mi maletín hasta dar con el móvil, extendiéndoselo después con una sonrisa amable.

    >>Intercambiemos números, así será más fácil quedar.

    No sé si ya se lo dieron, pero hagamos como que no(?)
     
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    Hygge

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    Me resultaba de lo más curioso cómo la gente podía encajar tan fácilmente, con un breve intercambio de palabras a veces podía bastar. Parecía ser el caso de aquel curioso grupo que se había formado de la nada en los casilleros; Rachel parecía de lo más cómoda con su nueva senpai, sacando conversación con fluidez y yo... bueno, hacía lo que siempre había hecho y lo único que se me daba bien.

    Observar.

    —¡Soy extranjera, síp! —exclamó la rubia alegremente—. Británica, de hecho. Y tú eres francesa, ¡estamos bastante cerquita! ¿Por qué decidiste venir hasta aquí, senpai?

    Hundí las manos en los bolsillos mientras alcanzábamos la primera planta, y me detuve cuando lo hizo el grupo, observando con disimulo mi aula. Tampoco me iba a ir así por las buenas, eso era maleducado hasta decir basta, así que aguardé pacientemente con la ligera sorpresa de que Sakuya-senpai se dirigió hacia mí entonces.

    Me volví con cierta rigidez hacia ella, haciendo evidente que me había tomado por sorpresa.

    —Oh, cierto, perdona... Hablé con Shawn y está todo en orden —Le sostuve la mirada guardando algo más de calma. Quizás un tanto serio, pero era mi expresión habitual, nada que hacerle—. Puedes empezar con nosotros cuando quieras. Él seguirá sin incorporarse, así que, bueno... Estás ante el capitán actual, o eso parece.
     
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    Si, veníamos de tan cerca pero a la vez bien lejos, era británica así que pues la hacía lo más cercana a casa posible, y la verdad me reconfortaba también, podía entenderme muy bien con ella... Una gran señal.

    —Hmm, bueno, tengo un año ya en Japón, cuestiones de trabajo de papá que ameritó una mudanza, aunque la verdad no me quejo —concedí una sonrisa, sintiéndome cómoda conversando con ella—, la verdad fue una excelente decisión ahora que lo pienso.

    Era bastante curioso, estábamos en una escuela adecuada y cuyo público principal era gente como ella y yo, extranjeros residiendo en tierras niponas por cualquier motivo que fuera, y también me levantó la curiosidad el porqué de su estadía aquí, me sentía halagada también por el hecho de que me considerara su superiora, incluso cuando precisamente me veía igual de joven que ella y capaz éramos de la misma estatura.

    >>Me da curiosidad saber por qué vino del Reino Unido también, miss Gardner.

    Sonreí más, estaba en completa confianza con ella.

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    Se podía decir a ciencia cierta que ese muchacho era bastante tímido y no lo culpaba, en cierta parte pues se identificaba con él, en el sentido de que pues también era introvertida.

    Terminó por sonreír también, las circunstancias habían sido las mejores si se le preguntaba, ya conocía de primera mano al joven Shirai, así que pues confiaba en llevarse bien con él.

    >>¿Es así Yule-kun? Si es así pues será un placer acompañarte en el club de baloncesto, no busco presumir tampoco, pero pues ya llevo experiencia con el juego.
     
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    —¿Un año? Entonces llevamos prácticamente lo mismo —señalé con genuino interés. Me veía bastante reflejada en esa chica, al menos en comparación del resto de estudiantes nativos que podía encontrar por allí.

    La conversación se tornó amena cuando llegamos a nuestras respectivas aulas y me dio algo de pena que tuviese que acabarse allí, pero nada que no pudiese solucionar almorzando juntos, ¿no? Le eché un vistazo sutil a Yule, quien se encontraba hablando con Sakuya y regresé mis ojos a la senpai. Quizás el chico no se encontraba tan incómodo como pensaba.

    La pregunta de la chica, sin embargo, hizo que mi expresión se apagase ligeramente. Para ese entonces Yule parecía aguardar a mi señal para despedirnos del grupo, por ello notó que algo no marchaba bien. De alguna manera se las arregló para encajar las piezas y responderle a Marie Rose por mí.

    —Esto, senpai, Gardner-san no...

    —Vine por motivos de salud —dije al fin, entrelazando las manos tras la espalda mientras desviaba la vista al aula—. Mi hermana me acompañó para poder recuperarme.

    El silencio que se extendió entre nosotros pronto fue opacado por mi propia voz. Si bien sonó más alegre, era claro que estaba siendo forzada.

    >>¡Bueno, parece que es hora de irnos! ¿Qué tal si almorzamos luego juntos? ¡Pueden buscarnos aquí mismo!

    Y con un movimiento de mi mano me despedí de todos ellos, dejando solo a Yule con las chicas. Este les dedicó una inclinación de cabeza antes de despedirse de igual forma. Lentamente el grupo se disolvió antes de que la campana diera inicio a las clases.
     
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  17.  
    Rojo FireRed

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    Eso... No me lo esperaba para nada, había venido a Japón por cuestiones médicas y eso me ponía a pensar...

    Se me había ido la pinza.

    Y pues... Con lo que ello conlleva, falta de tacto. Haciendo preguntas sin venir a cuento.

    Apenas nos conocíamos, y ya se te iba la lengua.

    ¿Terminarás de madurar en algún momento?

    Había tenido confianza, en ella, si no existiese simplemente no soltaría la sopa así por así.

    Y no lo iba a negar, me sentía mal por esa falta de discreción, toqué una fibra sensible para ella. Dependería si ahondar o no en eso.

    ¿Sería grave? Pues... Para venir de Europa a Japón podría serlo... ¿Alguna enfermedad terminal? ¿O algo en estado muy avanzado?

    Merde... Esto es demasiado para mi.


    No lo iba a negar, escuchar como fingía un buen ánimo hizo que se me hiciera un nudo en la garganta, pero estaba viendo el lado bueno si es que lo había, estaba siendo bastante fuerte, fuese lo que fuese. Y seguía adelante con una enorme sonrisa.

    Tal vez el prospecto de perder la vida antes de comenzarla a vivir a plenitud te abría los ojos para valorarla más.

    Ya no quería ahondar en eso, y decidí asentí con una sonrisa a su propuesta, mejor pasar página a cosas más alegres.

    >>C-Claro, madame Gardner, será todo un placer acompañarles este primer día mío... ¡Nos vemos!

    Había decidido por terminar yendo con Sakuya, que pues también se veía un poco abatida por enterarse de aquello así de improviso.

    Je suis désolé, madame Gardner...
     
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  18.  
    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Apenas salí de los baños reconocí a Sanji sin tardanza y enderecé mi camino en su dirección. Vi que hacía la mímica de unos aplausos a medida que me acercaba, acompañado de las felicitaciones en cualquier cantidad de idiomas, y con una sonrisa amplia en el rostro crucé un pie detrás del otro e hice una inclinación, como si él fuera todo mi público. De repente me sentía estúpidamente contenta o algo.

    —¿Pompa? —Arrugué un poco el ceño luego, de curiosidad más que otra cosa, y le dejé recoger mi mano como si nada. Relajé el semblante e incluso solté una risa liviana—. Bueno, si el dichoso sensei lo dice, deberé hacerle caso, ¿no~? Lo del abrigo fue un éxito, after all.

    Luego me soltó y preguntó lo que, supuse, llevaría picandole un buen rato. Regresé la mano a mi espacio lentamente y suspiré, aunque apenas notar que estaba mostrando el móvil a ojos de todo Dios se lo arrebaté de un manotazo y lo fulminé con la mirada, guardandolo esta vez en uno de los bolsillos con botón del montgomery.

    Igual fue más lo repentino del movimiento, la verdad, la molestia me duró de poco a nada. Le eché un vistazo a las escaleras antes de responder y enganché mi brazo con el suyo para arrastrarlo en dicha dirección. A la pasada noté la presencia de Maze, pero estaba hablando con una chica de mi clase y no tuve oportunidad de saludarlo.

    —Hay una razón, sí, pero tampoco que lo justifique como tal —le conté a Sanji en un tono de voz moderado, subiendo las escaleras sin prisa—. Vamos a decir que esa rubia es un poco cabrona y que me estuvo jodiendo un tiempo, ella y su amigo, y la semana pasada se comieron mi almuerzo. Así que estaba ahí y cuando quise acordar estaba pensando en formas de joderlos, pero no quería nada directo y entonces me iluminé.

    Le concedí una sonrisa victoriosa, a sabiendas de lo puto hipócrita que podía llegar a ser, pero Sanji se tomaba el asunto con tanta ligereza que me permitía apoyarme en esa liviandad y no cuestionarmelo demasiado.

    —Ahora sólo me falta el del otro cabrón, ya sabes. El de esta mañana.
     
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  19.  
    Reual Nathan Onyrian

    Reual Nathan Onyrian Adicto

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    — ¿Galán? —reí, agitando la cabeza.— Nah, tan solo la invitaba por si quería almorzar con nosotros. Pero bueno, si está ocupada, no se le puede hacer mucho.

    Me encogí de hombros, mientras seguía caminando a paso lento. Contemplé la lluvia por la ventana. Había sido una putada caminar bajo la misma sin paraguas, pero siempre mirarla a través de la protección de una ventana era relajante. Y por lo que podía notar por el pasillo, era un sentimiento que compartíamos muchos. ¿Por qué sería eso? ¿Tan solo todos éramos unos melancólicos sin remedio? ¿O se correspondía con otra cosa? Era raro. Escuché a Joey mientras me comentaba sobre su fin de semana. Vaya, como había predicho. Super tranquilo.

    — Oh, ¿vives con tu hermano? ¿Es más grande o más chico? ¿Y tus padres nunca van a casa o es que directamente viven solos aquí? Y bueno, nunca está de más hacer el papel de amo de casa. Es bastante necesario, de hecho. Lo suelo hacer yo a menudo, también. En casa mis padres suelen estar bastante ocupados, así que muchas de las tareas me suelen recaer a mí. Ayuda que tenga que pasar tiempo en casa por la rehabilitación, la verdad. Y el mi fin de semana bastante bien. Tranquilo, aunque de manera distinta al tuyo. Me dediqué a recorrer la ciudad a pie, para conocerla un poco mejor. ¡Pero no te das una idea de como me perdí! Esto de no saber japonés es horrible. Ya le pedí a Alethea que me ayudara un poco a aprender el idioma, porque si bien algunos lugares tienen también carteles y señales en inglés, otros no. Encima ni le puedo pedir a la gente indicaciones. Me advirtieron mis padres que no saliera a hacer tales aventuras antes de al menos conocer algunas frases básicas, pero bueno, soy terco.

    Solté una pequeña risotada, mientras recordaba mi odisea. Había espantado a un par de personas, la verdad, en especial gente anciana, cuando me había acercado y comenzado a gesticular con la energía mía, intentando preguntarles donde se encontraba tal calle o tal edificio. Además, me había agobiado, la verdad. Tantas luces y colores y rascacielos y sensaciones y olores y gente y... fuf. Nunca había estado en una metrópolis como esta, la verdad. Era como entrar en una ciudad del futuro.

    — ¡Ah, cierto! Con Ali estábamos viendo de salir el sábado a la noche, y sugirió de que también te invitáramos a ti. Lo cual me parece una idea excelente. Seguro que ella te va a avisar luego, pero bueno, soy un ansioso, y si no hablo siento que voy a explotar, la verdad —bromeé, sonriendo.
     
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  20.  
    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Solamente lo estaba molestando al tratarlo de galán, por supuesto, no con malicia pero venga, no sería yo si no colara una broma palabra por medio. Igual vio de explicarse, cosa que no era necesaria pero lo dejé correr y ya.

    Jack era una radio, me recordaba a mí en mis mejores momentos, el caso era que, al parecer, cuando daba con otro culo inquieto no me potenciaba la energía como tal, sino que buscaba equilibrar la balanza. Bueno, o eso se me ocurrió mientras lo escuchaba parlotear, ni idea. No era tan inteligente como para desentrañar los motivos y razones detrás de mi comportamiento, menos con mi tendencia a fluir y hacer cuanto me saliera de los cojones sin pararme a pensar al respecto. De la forma que fuera, vi de responder sus preguntas en algún que otro silencio.

    —Sip, con Matty. Es mayor que yo, ya está en la universidad. De hecho él se mudó a Tokyo para estudiar y yo aproveché la volteada y me le colé en el piso, pobre diablo. Papá tiene una casa de campo y odia las capitales, así que nosotros vamos a visitarlo de vez en cuando.

    No vi necesidad alguna de hablar concretamente de mamá, pero tampoco iba a andar mintiendo por la pura gracia. Quedaba en Jack la oportunidad de pillar la situación o seguir preguntando, ni idea. Tampoco iba a condenarlo si le daba curiosidad, no era de esos tíos enfermos de su privacidad y, bueno, la vida era la vida. Y las mierdas a veces pasaban.

    Me hizo bastante gracia imaginarlo recorriendo la ciudad con un bastón, y de hecho fruncí un poquito el ceño porque sonaba cansador a cagar. No, si ya estaba confirmado, este chico tenía muchísima más energía que yo acumulada en el culo. Su anécdota, la forma en que la contó, me arrancó alguna que otra risa ligera.

    Ah, Alethea. Así se llamaba la chica que se había quedado con Jez.

    —¿Y por dónde anduviste? Qué barrios y tal. Porque no te creo que hayas tenido tiempo de recorrer toda la ciudad.

    Jack pareció recordar algo y pestañeé, regresando la atención hacia él con calma. Recordaba lo de salir a tomar algo, sí, lo habíamos hablado en la cafetería la semana pasada pero quedó en eso, un plan super vago. Bueno, me alegraba que hubieran retomado el tema porque sonaba divertido.

    —Claro, suena divertido. ¿Sábado, entonces? Me lo anoto. —Un poco porque sí se me cruzó una idea por la cabeza y la solté por la misma razón—. Ah, medio que siento que debo agradecerle algo a una amiga, ¿está bien si la invito también?

    Y ni siquiera sabía que Jack ya la conocía, venga. Si el mundo era un pañuelo de verdad.
     
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