Preguntar de nuevo por el tema sabía que era posiblemente peligroso, más porque había preguntado de nuevo para tratar de asegurarse de que realmente nada malo hubiera pasado, aunque sabía perfectamente que podía mentirle de la misma forma que él lo hizo cuando hablaron la vez anterior y probablemente no se iba a dar cuenta e iba a recibir cualquier respuesta que le diera como válida, así que, al escucharla decir que realmente todo había estado bien y había podido ver a su padre le alivió y no pudo evitar sonreír feliz por ella. Si es que sonaba demasiado bonito y podía entender la emoción que le habría causado. —Me alegra mucho escuchar eso, aprovecharon su tiempo juntos y eso siempre es muy bonito, más cuando ni siquiera lo ves venir. Lamentablemente, no era muy capaz de saber las cosas que pudiera traer encima Anna, porque seguro si lo hubiera sabido ni siquiera habría dicho aquella pregunta que le causó mucha curiosidad, lo que implicaba y todo lo que podría haber detrás para incluso preguntarlo de forma hipotética a alguien que, de cierta forma, preguntarle a alguien que se le veía muchísimo más llena de vida que él e incluso más ilusionada le hacía mucho sentido. Sentía que se podría sacar algo de la manga muy a su estilo. No sabía muy bien si lo que la primera reacción que vio se trataba de nerviosismo, shock o algo similar a eso por tomarla desprevenida, pero esperaba que dentro de todo, realmente no hubiera tocado alguna fibra sensible o la hubiera orillado a tratar de responder con tremenda seriedad. Esperó, paseando su índice por el borde del bento distraerse hasta que la escuchó hablar y se permitió soltar un pequeño suspiro quizás de alivio al ver que su voz no se notaba demasiado perturbada. —¿Lo es? —murmuró —, porque si ignoramos el plot twist probablemente lo lógico sería responder que no con una rápida llamada a la policía o algo similar por...la seguridad de todos.—Comentó tratando de que en un golpe de suerte ese comentario algo más liviano fuera a dar la impresión de alguna charla casual para lo que fuera a decir después, que tendría ese tono medianamente serio que era guiado por su curiosidad no fuera tan denso. —Pero...si tenemos en cuenta el plot twist... bueno creo que sigue siendo un poco fácil... porque ya hay muchas personas que lo hacen incluso de manera automática para estar seguros en donde quiera que estén, es triste sí...pero sirve —Destapó su bento finalmente y dio el primer bocado como si realmente no fuera la gran cosa lo que estuviera diciendo —, yo tendría que decir que mi respuesta es sí, lo haría... creo que incluso ya lo he hecho.
Había momentos en los que Dante me recordaba a Emily, pues me daba que ambos eran genuinamente capaces de alegrarse por los demás, por cositas que no les alcanzaban ni de rebote y aún así sentían un atisbo de felicidad real, directamente reflejado de los cuerpos ajenos. Lo mismo ocurría con la preocupación, quizá, y puede que allí se encontrara el balance o el contrapeso. En definitiva, ese tipo de personas me parecían de las más bonitas. La primera respuesta de Dante fue de manual, la verdad, sonó bastante casual y me recordó que no tenía idea de mi pasado con una contundencia incluso vergonzosa. Era probable que casi cualquiera lograra mantener la pregunta en el plano abstracto y ya, moverse en hipótesis, opinar sin saber y seguir como si nada. Pero justo había venido a caerme a mí y sabía, joder, sabía que no había manera de que Dante se oliera la mierda, no cuando en el día a día parecía un montón de azúcar hecha ser humano o algo así. Lo escuché con atención, ignorando el ligero agobio instalado en mi pecho, y asentí. —Pues sí, ¿quién no llamaría a la policía? —convine de puro gusto, ya que muchas veces yo no lo había hecho. Es decir, no que alguna vez hubieran matado a alguien por mí, pero era interminable la lista de mierdas que podría haber denunciado si me salía de los cojones pero luego, por una razón u otra, no lo hice. No lo hice, no lo hice y no lo hice hasta que no hacerlo se volvió lo normal. El caso fue que luego siguió hablando, y percibí una chispa de seriedad que su respuesta anterior no había poseído. Giré el rostro en su dirección, entonces, reparando en su bento y sus manos antes de alcanzar sus ojos. No era ninguna mente maestra, no tenía un sexto sentido ni veía la telaraña del mundo pero, joder, no creo que lo necesitara para advertir o como mínimo sospechar que en ese momento Dante estaba hablando de sí mismo. Matarse para otorgarse seguridad. Así fuera triste. Era real. Y servía. Posiblemente esas últimas dos palabras fueron las que me echaron un porcentaje considerable de ansiedad encima. Fui consciente de que no sabía una mierda de Dante, como mucho que su papá era un dragón y que había visitado el Museo Ghibli con su mamá, pero mierda, no era nada. No sabía nada y de repente sentí que la jodida pregunta le pesaba incluso más a él que a mí. Mi respuesta es sí, lo haría. Creo que incluso ya lo he hecho. Me quedé tiesa como una estatua, intentando poner mis neuronas en orden a toda velocidad para, no sé, hacer algo. No era muy buena con estas cosas, no porque me considerara una insensible de mierda, caso contrario no estaría allí con el agobio presionandome la garganta. Pero no me creía muy buena con las palabras y, Dios, me aterraba pisar en falso. Una parte de mí sentía que Dante se estaba abriendo, vete a saber si por mero desahogo o por un pedido de ayuda, pero lo estaba haciendo y sólo quería estar a la altura. No quería que se arrepintiera de haber abierto la boca. Bueno, quizá... podía empezar por una pregunta, ¿verdad? Me removí apenas, buscando girar levemente el torso hacia él, y respiré por la nariz repasando sus facciones antes de separar los labios. —Sí, sirve. Yo también lo he hecho. —No lo había planeado, pero de repente sentí que compartir también era importante para construir puentes—. ¿Y tú ya... ya lo hiciste? No quería que sintiera que lo estaba juzgando, así que busqué hablar con toda la maldita suavidad y paciencia de la que fui capaz. Y no le quité los ojos de encima ni un instante para que, no sé, se fijara allí si tenía dudas y pudiera ver que iba en serio, que no pretendía burlarme ni juzgarlo ni nada remotamente parecido. Que sólo quería entender mejor y ya.
Asintió a su primera declaración por ser lo más correcto que se debería de hacer por un sin fin de listas morales que en teoría todos deberían de seguir, comiendo como si nada todavía parte de su bento sin realmente sospechar nada de todo lo que pudiera estar escondiendo Anna en general porque en la burbuja en la que él vivía, no habría razón alguna de la parte de la chica que conocía pudiera verse en vuelta en cosas que pudieran relacionarse a su pregunta. No habría razón por la cual Anna pudiera tener números rojos en su espalda. De igual forma, la preocupación comenzó a adentrarse a su cuerpo cuando notó que ella había comenzando a tensarse, entendiendo por completo que lo que había dicho tuvo más peso de lo que creyó que tendría, solo podía apostar por creer que por alguna familiaridad más cercana a algo específico que a una simple generalidad como esperaba que fuera. Y bueno, si era más cercano a su caso específico, si era preocupante aunque probablemente no lo admitiría en voz alta. —Si me hubieras dicho que no probablemente hubiera sido impresionante...—Comentó de manera tranquila, a fin de cuenta mantenerse totalmente fiel a uno mismo, imperturbable pese a los ambientes que pudieras verte rodeado, o la poca aceptación que pudieras enfrentar o bien, no sentir la necesidad de tener un refugio que te brindara una protección al ir deshaciéndote de partes de tu persona era admirable, pero lo difícil de la tarea era por lo cual consideraba que era algo normal. Muchas veces necesario. —No creo que sea de mucho preocupar de que lo hubiese hecho en realidad... —Dudaba que eso fuera a ayudarla a sentirse tranquila con respecto a eso, menos cuando iba a ser más que vago hablando sobre todo lo que pudiera querer decirle—, y probablemente suene mal pero, siento que a veces simplemente es más que necesario deshacerte de eso para lo que sea que lo necesites, ¿sabes? A fin de cuentas...está la posibilidad de recuperar partes de ti si no pierdes tu rastro cuando todo acaba. Recuperar era quizás una palabra muy bonita, pero decir que había una posibilidad de imitar lo que una vez fuiste sonaba desolador, porque probablemente nunca terminabas encontrando ni la mayoría de las cosas que te llegaron a distinguir porque la realidad es que casi todo desaparecía.
La repentina idea de que engañaba a la gente como una campeona me rayó el cerebro con fuerza. No que lo hiciera adrede, claro, pero no sabía si me alegraba o me irritaba, no sabía si me las había arreglado para echarme una máscara encima o esta era yo, no la de antes. O quizá fuera ambas cosas, todo a la vez, pero en definitiva había una buena porción que mantenía oculta, bien enterrada, y ¿estaba bien? ¿La vida sólo se orientaba así o sin darme cuenta los ocultaba sistemáticamente? A los números rojos en mi espalda. Dante seguía comiendo con una liviandad que no sabía decir si era genuina o impostada, pero lo hacía y si era falsa, si debía ordenarle a sus músculos moverse así, entonces quizá no fuera la única que ocultaba sus números rojos. De hecho, ¿no lo hacíamos todos? En mayor o menor medida. Por miedo, vergüenza, orgullo, incluso pereza. Puede que hasta como una medida de seguridad. Él había hablado de eso, ¿verdad? De matarse con tal de conseguirla. No podía identificarme con la noción de agachar la cabeza para evitar conflicto, visto estaba ya, pero había estado lo suficientemente cerca para olisquearlo en el aire. Me había negado, al fin y al cabo, con tal de no volver a estar sola. Y así como así, la figura de Dante se amalgamó con la de Kohaku. Lo escuché atentamente, esforzándome por seguirle el hilo. Sentía que volvía todo más abstracto a propósito, para no hundir la cara en su propia mierda, y sabía que no tenía sentido forzar a la gente cuando se negaban con semejante vehemencia. Podías presionar los botones incorrectos y estropearlo todo, y eso era mucho peor que pretender saciar mi deseo de ayudarlo. Acabé por apretar los labios, apartando mis propios caprichos de un manotazo, y me desinflé los pulmones al volver la vista al frente. Bajé la mirada a mi bento, que mantenía entre ambas manos, y un poco porque sí le eché el peso de mi cabeza sobre el hombro. A veces sólo se trataba de no tenerles miedo, ¿verdad? A los números rojos. —Bueno, creo que puedo dar fe de eso último. No sé cómo me veas ahora, pero el año pasado todo era... muy diferente. Siento que recuperé parte de mi eje, parte de lo que era, y es verdad: nunca voy a recuperarlo absolutamente todo. Nunca voy a volver a ser la niña tan feliz que fui, porque la vida no se trata de eso, ¿cierto? No hay que regresar a los lugares brillantes y pretender estancarnos ahí. Sólo hay que... seguir. Seguir, seguir y seguir, como un puto loco. Tomé aire con calma y le eché un vistazo a su bento abierto, porque sí. —Si te quedas quieto, te congelas. —Igual tampoco era la idea andar repartiendo sermones de vida, así que me las arreglé para esbozar una sonrisa vaga y le señalé su almuerzo, sin quitarme de su hombro—. ¿Y bien? ¿Qué tienes ahí?
Jamas creyó que interrumpir su review de Totoro iba a traerle tanta seriedad y tensión solo por creer que la forma en la percibía iba a tener alguna clase de respuesta diferente, no esperanzadora porque en lo absoluto iba para ese camino pero si algo que fuera de una perspectiva que sabía que no estaba viendo y no iba a ver por su personalidad, al ser esquemático todo el tiempo terminaría así de mal. Anna había entrado al aula de una manera tan animada y con intenciones de platicar cosas que eran mucho más alegres y él lo había distorsionado por completo sin querer además claro, de ver que su suposición había sido completamente errónea y que su pregunta había quedado también muy cerca de alguna experiencia de ella como le había confirmado. Y en ese momento ni siquiera tenía palabras adecuadas para responderle de vuelta. —Incluso aunque quizás no pudieras haber recuperado todo, estás aquí hoy y eso es lo más importante —Obviamente él tampoco sabía lo que hubiera podido estar sobre Anna en el momento que se le orilló a tomar esa decisión e intentar sobrevivir o adaptarse a lo vivido pero, había recuperado algo y aunque fuera poco, era lo que le permitía estar aquí y ahora —, aunque no seas la misma, lograste encontrar tu propio camino y... realmente no puedo decir que es correcto decir que no hay que regresar a algo brillante y quedarnos allí, seguir solo en un camino de forma desesperada como si siguieras huyendo. En lo absoluto era la persona indicada para estarle diciendo esas cosas cuando estaba haciendo lo mismo y lo sabía perfectamente. —Todos necesitamos algo brillante a lo cual regresar, piensa que incluso en esta tormenta hay puntos brillantes aunque nos suelen parecer intimidantes por la fuerza en la que rompen todo la oscuridad de las nubes —Siempre solía haber algo o alguien que pudiera significar un cambio fuera de cualquier lugar donde pudieras estar solo que había que identificarlos por las presentaciones que pudieran tener —, porque si solo sigues y sigues y sigues, no creo que puedas disfrutar mucho y... quedarte quieto, mientras tengas a alguien o algo, seguro hace que no te congeles. Le sonrió con tranquilidad antes de abrir la botella de té que traía y tomar un trago como hasta él procesar sus palabras. —Veamos...salmón, arroz...vegetales —Cada una de las cosas las fue señalando con sus palillos antes de dejarlos en el borde del bento y solo por un momento acarició con suavidad su cabello aprovechando su cercanía —, en serio realmente lamento que hubiera terminado en este mood serio, no era mi intención que fuera así solo por un poco de curiosidad.
Realmente había personas que nunca descifraba del todo cómo se suponía que las tratara. Podía tener tacto pero tampoco era uno de mis mayores fuertes, no era tan dulce y paciente como Emi o como Jez, y en el fondo siempre temía hacer daño al intentar reparar. Una parte de mí siempre se quedaba con la duda de si Kohaku, al final del día, realmente disfrutaba de mi amistad o sólo me toleraba. No entendía, de hecho, cómo tanto introvertido me seguía el apunte, pero bueno. El caso era que de repente temí agobiar a Dante, ahogarlo con mi fuego o algo y que se viera en la obligación de retirar la mano para no quemarse. Que me considerara un peligro, una amenaza a su eterna paz autoimpuesta. Y es que no era para menos. Así y todo, de veras se las arregló para darme una respuesta en condiciones y se me aflojó en el cuerpo una gratitud estúpida. Me quedé allí, escuchándolo, viendo nuestros pies. No coincidía conmigo en algunas cosas y estaba bien, no me pondría a discutir. Ni que me muriera de ganas de seguir perturbándolo. El caso fue que justo al final, antes de pasar al tema de su almuerzo, soltó algo que navegó el espacio, rebotó en mis oídos y se esparció por todo mi pecho. Se amalgamó con la imagen mental que me había obsequiado, la de las luces entre la tormenta, y cerré los ojos un instante para trazar las víboras de luz frente a mis párpados oscuros. Quedarte quieto, mientras tengas a alguien o algo, seguro hace que no te congeles. Erguí apenas el cuello al suspenderse un silencio y busqué sus ojos, dando de lleno con la sonrisa que me estaba dedicando. La reflejé, me salió de pura inercia o del corazón, vete a saber, y regresé la cabeza a su hombro pues porque sí. Porque era una confianzuda y me agradaba su compañía, además de que siempre había sido de buscar contacto. —Puede que tengas razón —concedí en un murmullo pensativo—. Siempre pensé que soy incapaz de estarme quieta y que si lo hago, van a pasar cosas malas. Pero puede que tengas razón. Ahora podía detenerme, ¿verdad? Al menos un rato. Ahora tenía amigos. Tenía a Al. Podía detenerme. Seguí el movimiento de sus palillos al irme señalando lo que traía en el bento, y fue cosa de recibir su caricia en el cabello y arrimarme un poquito más, como un gato o algo. —No te preocupes —murmuré, arrugando la nariz al menear apenas la cabeza—. No me ha molestado ni nada, así que no te preocupes. De hecho yo estaba preocupada de haberte incomodado mucho por haberme tomado la pregunta con tanta seriedad. Solté una risa floja que me relajó un poco los músculos y giré un poco el cuello, lo suficiente para mirarlo desde ahí abajo así no alcanzara sus ojos, de hecho acabé paseando la vista más allá de su persona. —¿Puedo... puedo preguntarte algo? No es nada personal, lo juro, es más bien... un what if? o algo así. Es que tengo un amigo que muchas veces me da miedo lastimarlo, y por eso al final nunca digo nada. Pero tampoco me gusta ser así, y quizá... puedas ayudarme o algo.
Otro de los problemas que encontraba con esa conversación era que en ese momento no sentía que tuviera muchas bases para hablar de la forma en la que lo estaba haciendo, dando pseudo consejos que terminaban siendo bastante hipócritas en ese momento por no estarlo aplicando a su vida en lo absoluto y arriesgarse a sonar como un incoherente o causar algo peor si era tomado de una mala manera, a fin de cuentas, realmente no se conocían demasiado como para tener alguna base que lo ayudara a saber donde dirigir sus palabras. ¿Y hace que tanto no hablaba de esa forma? Lo bueno es que parecía que no todo había salido mal e incluso pudo verla algo menos tensa y ganarse una sonrisa de su parte que lo hizo sentir un poco más tranquilo de que tan siquiera alguna parte de lo que dijo fuera bien recibido por ella —Espero que pronto encuentres comodidad en quedarte quieta para que descanses por unos momentos. —Para acompañar sus palabras nuevamente decidió acariciar su cabello por unos segundos como si eso fuera a ayudar a que sus palabras sonaran mejor, a fin de cuentas dudaba también que estuviera sola como para no tener a nadie que la pudiera respaldar o quedarse a su lado para evitar que aquella congelación sucediera. —Creo que ambos compartimos la preocupación de haber incomodado al otro con la pregunta —Sonrió y terminó simplemente asintiendo a su pregunta para escucharla con más atención aunque no esperó que le pidiera ayuda con esa especie de suposición —, alguien que tienes miedo de lastimar y por eso no dices nada pero no te gustaría que fuera así... —Murmuró más para si mismo ladeando su cabeza al hombro contrario a donde estaba Anna. Eso... definitivamente era complicado cuando ni había la suposición de qué parte temía lastimar. —¿Quieres que te diga la forma en la que a mi se me ocurriría hablarle o estas en pensando en algo específico en lo que podrías necesitar mi ayuda? —Sentía que el comentario pudiera ir por ambos lados y prefería asegurarse primero antes de arrojarle un discurso que pudiera realmente no desear del todo.
La mañana realmente iba de lo más, ni siquiera la lluvia había lograda arruinar el buen animo. Tras toda nuestra interacción en la enfermería, Anna y yo salimos de aquella habitación para dirigirnos rumbo a nuestras respectivas clases, no sin antes dedicarle una ultima sonrisa cuando me extendió el tupper que había estado cargando todo este tiempo con el cereal de almohaditas, y así, en el gesto más sincero y desinteresado, la chica me obsequió aquello que aun quedaba de cereal. De verdad, pequeña acciones son las que le pueden alegrar el día a uno ¿Eh? Y hasta me había llamado Greeny, era bastante veloz para los apodos cuando tenía las herramientas adecuadas, y la verdad, el nombre me gustaba. Tener una variante del "niño verde" no estaba de más. Me despedí de Anna y entré al salón, aun con la toalla de la enfermería. Mi cabello ya casi estaba totalmente seco pero sentía que mi espalda seguía mojada. Dios, al final va a ser que si me da una pulmonía o algo. Tomé mi asiento y me dispuse a poner cuanta atención pudiera hoy, aunque iba a ser un poco complicado. En primera por la constante sensación de sentir húmeda mi espalda y en segunda porqué me resulta casi hipnótico estar mirando las gotas de lluvia caer por la ventana. De verdad que parecía que el cielo se estaba cayendo hoy. Esperábamos a que el señor Skit llegara para comprobar con que gafas estrafalarias nos sorprendería hoy, pero en ese momento dos nuevas figuras entraron por la puerta. ¿Estudiantes nuevos? Debe ser normal en esta temporada entonces. Uno de ellos parecía bastante serio y educado, incluso se presentó con toda la clases con una rectitud impresionante, venía de Gran Bretaña, así que los buenos modales era de esperarse. La clase continuó con normalidad. Bueno tanta normalidad como era posible con el señor Skit hasta que repentinamente el profesor nos apuntó tanto a Emily como a mí y nos pidió que sirviéramos de guías para los nuevos. Vaya déjà vu. Conforme fueron pasando las clases la sensación en mi espalda empeoraba y para colmo sentía que mi nariz comenzaba congestionarse. Voy a tener que volver a la enfermería pero por una maldita pastilla, cualquier antigripal me vendría bien. Una vez que sonó la campana del receso, me preparé para tomar mis cosas cuando vi entrar a alguien más al aula. Era la misma Annie, no esperaba verla tan pronto, pero me daba gusto ver que seguía tan alegre como en la mañana. La salude contentó para posteriormente ponerme de pie y dirigirme con el chico nuevo. Esperaba que no le molestara posponer la visita guiada un poco, pero de verdad quería ir a regresar esta toalla y tomarme algo antes de enfermarme más. —¡Hey,hey! ¡Hola! Clevert ¿Verdad? Primero que nada: ¡Bienvenido a la Academia Sakura! —saludé amistoso al chico de ojos carmesí—, se que no es la manera más adecuada de empezar, pero necesito ir a dejar algo a la enfermería y tomar una pastilla. ¿Te molestaría te guio después? Te compensaré con algo de té, ¡palabra de Irlandés! Alcé mi mano derecha a modo de sellar aquella promesa con el chico nuevo. —Oh, pero podía darte una cuantas indicaciones rápidas si quieres, aunque debo advertir, hoy como esta lloviendo no hay tantos lugares por visitar aquí. Contenido oculto Kuno Vizard Hola hola perdón por tenerte esperado y una disculpa por aplazar la visita guiada ;n;
No era ninguna novedad eso de que con dos mimos ya me tenías moviendo la cola, pero bueno, algo de gracia me seguía haciendo. No que fuera a negarle las caricias en el pelo por la pura gracia si, de hecho, se sentían bien y me ayudaban a calmarme. Dante tenía un efecto similar al de Emi, quizá. Poseían esa facilidad para calmar a las bestias y se preocupaban por hacerlo, cosa que lo distanciaba de Kohaku. Y bueno, ya mejor me dejaba de compararlo con otras personas que a decir verdad ni hacía falta ni era tan bonito. Volví a cerrar los ojos al sentir su mano en mi cabello y simplemente me quedé allí, respirando cada vez con mayor suavidad. Tan, tan ligero, que parecía ni estarlo haciendo. Su deseo de que encontrara comodidad para descansar ensanchó mi sonrisa y asentí, simplemente para darle a entender que sí, que yo también ansiaba que eso pasara, y fue cosa de pensarlo y soltarlo sin demasiado filtro. —Bueno, ahora he parado quieta, ¿no? Y estás aquí. Y estoy descansando. Suponía que era también una forma de agradecimiento. Se me aflojó una risa casi insonora a lo otro que dijo porque razón no le faltaba. Había que vernos nada más, preocupados por la misma tontería como idiotas. En cuanto se puso a pensar sobre mi situación erguí el cuello finalmente para mirarlo, pero pensé que estaba quedando muy intensa y pobre chico, a ver, a darle un poco de espacio. Me acomodé contra la pared y destapé mi bento, llevándome algo de arroz y pollo a la boca. —Hmm, más bien me gustaría saber qué harías tú en su lugar, porque creo que son medio parecidos —respondí luego de tragar, gesticulando un poco con los palillos—. Por ejemplo, muchas veces me da miedo preguntarle cosas sobre su vida por miedo a ahuyentarlo. ¿A ti te pasa eso? Si sientes que alguien se interesa por tus cosas, o si sientes que tienes que hablar sobre ti mismo, ¿te sentaría mal hacerlo? Tampoco quería agobiarlo, otra vez, así que solté otra risa y me alisé el cabello al pasarle una mano por encima, dejándolo caer sobre mi hombro. —Bueno, también me vendría bien saber cómo abordarías tú el tema, que yo soy un poco bruta para algunas cosas.
Clevert White La clase había sido lo más ordinaria para sus estándares pero igual le resultó cómoda, justo como le hedonista de Clementine le relato en una de sus horas de té. El nunca tomaba en serio sus charlas acostumbradas a culminar en planes para fiestas salvajes. Algo más que había logrado enarcar su ceja fue el excéntrico maestro en su clase...Skit Ratatouille eso mencionaba en la planilla de inscripción...un platillo francés, muy apreciado por su progenitora al punto de nunca faltar en sus banquetes. La campana marco el inicio del receso y el joven guardo el libro de literatura con la serenidad que le caracterizaba. —Oh pero es una puntualidad genial... Japón mire bien su tiempo—dijo con una sonrisa mientras revisaba su reloj de bolsillo, noto de reojo como entre sus compañeros, el profesor solicito a una chica de ojos violeta muy llamativo y a otro de ojos ámbar guiar a los recién transferidos, destacando el por lógica. Escucho entonces el animado saludo de Aleck; sintió que tendría el mismo cálido recibimiento que su hermana mayor...aunque no dejaba de pensar en las intenciones del guía de Clementine ¿Un nuevo pretendiente? —Oh hola, descuida justo pedía no recibir mucha formalidad ¿Entiendes?—respondió al saludo con naturalidad— Irlanda...justo hace un mes di última visita por tu pais...será genial poder recorrer Sakura. Suspiró al recordar el clima lluvioso imperante en aquella mañana. —Debo confesar que no me apetece dar muchas vueltas, el clima está más para una siesta—afirmo entre risas al saber las limitaciones temporales por la lluvia. >>>Andando Emm...¿Aleck? ¿No? La lluvia está por hacer efecto en mi sistema, puedo sentir un resfriado en camino je.
Definitivamente podía considerar todo un consuelo ver cómo Anna se sentía tan cómoda allí apoyada en él cuando realmente no tenían demasiado tiempo conociéndose e incluso luego de que sin querer haberla puesto en esa situación tensa aunque le hubiera dicho que no tenía que preocuparse por ese detalle, y como en realidad no le molestaba en lo absoluto el contacto físico, así que si ella lo hubiera querido de esa forma, no le habría molestado en lo absoluto que se mantuviera allí en su hombro para seguir cómoda. —Tienes razón, aquí cuido que no te congeles entonces—Si ya le estaba dando esas confianzas entonces era mejor que cumpliera bien su trabajo para que tan siquiera en ese almuerzo sintiera que podía estar quieta unos momentos para descansar. Continuó con las cosas que había en su bento tranquilamente luego de que se apartara para volver a donde estaba antes, si al final del día le resultaba eso más cómodo, no la iba a detener en lo absoluto. Se mantuvo atento entonces a las nuevas partes del rompecabezas que le daba Anna haciendo que realmente pudiera imaginarse un poco mejor las cosas, aunque le hizo algo de gracia el hecho de que le pareciera parecido a ese presunto caso ficticio, más cuando parecía dar en el blanco de esa forma con cosas que lo llegaban a incomodar a veces. —Como es algo que te puede servir supongo que puedo decirlo —Se tomó un momento para tomar algo de su bebida al sentir de repente la boca algo seca, fuera de Liza realmente no solía decir esas cosas, pero ya había decidido ayudar —, es complicado y depende de situación a situación como todo en la vida, a veces... cuando alguien cercano a ti pregunta de cosas personales parece como si ya supieran incluso lo que pasó y solo quieren la confirmación, no lo sé, lo llego a sentir como si me estuvieran orillando a confesar algo que quizás todavía no quiero contar, más cuando puedo ver la preocupación en la que me lo están preguntando y era algo que quería evitar por el momento. Muchas veces si no sentía que podía tener un mínimo de control de la situación no valía la pena expresarlo alguien más que solo generaría preocupación innecesaria al realmente no haber una forma clara de salir de la situación. —Por otro lado, diría que es diferente cuando siento que es algo más casual, tranquilo y no siento que ya saben todo lo que podría estar pasando, aunque suene raro, siento que me dan oportunidad de aplazar la respuesta hasta que me sienta cómodo—Confesó riendo un poco, en voz alta no le parecía nada coherente —, pero, por otro lado y esto es muy personal, siento que estoy desperdiciando el tiempo de la otra persona contando la absoluta nada que hago, me gusta más escuchar lo que tengan que decirme... De igual forma, si la persona a la cual se estuviera refiriendo Anna ya alguien muy conocido, tenia mas facilidad en encontrar esa clase de mañas de la persona, encontrar el momento apropiado para poder deslizar la pregunta casi como una curiosidad o hasta como una excusa del típico sentir que le han notado extraño y querían saber si algo pasaba. —Así que, si ya tengo que hacer algo tan complicado como hablarme a mi mismo...probablemente iría lo más tranquilo posible con algo en concreto que quiero saber para no abrumar y... preguntar si se siente lo suficientemente bien para tratar algo que me preocupa o algo así —Dio otro bocado a su bento —, pero la verdad si no es un tema de alguna preocupación... podías hacer lo que hiciste la otra vez conmigo, asegurarme de que realmente te interesa lo que me estas preguntando de mi vida. Dicho esto cerro un par de veces los palillos frente al rostro de Anna como si fuera alguna clase de gesto amenazador. —Pero no uses todo esto conmigo. —Agregó sin poder evitar reír un poco, definitivamente era extraño decir todo eso en voz alta.
Era un poquito consciente de que quizá me andaba tomando demasiadas confianzas con esta pobre criatura que tenía pintas, otra vez, de ser introvertido a cagar. No, si a este paso Greeny iba a ser mi único bastión de esperanza para no sentirme tan loca. Pero bueno, un poco me había permitido el espacio porque en ocasiones anteriores había mostrado no tener mucho problema con el contacto físico y ¡lo dicho! Me dabas la mano y te mordía el codo, era de lo más peligrosa. Sí que sí. No era que no estuviera cómoda en su hombro, sino que tampoco quería ser tan puto pesada, porque si me preguntaban igual y me quedaba todo el receso así. Al menos hasta que me diera tortícolis, claro, pero habría sido por una buena causa. Sería por haberme criado al otro lado del mundo, por gente totalmente desenfadada y hasta hippie, pero de veras encontraba un diferente tipo de confort en la proximidad física, en la calidez de un cuerpo ajeno. Y bueno, había manías que ni Japón sería capaz de quitarme nunca, eso lo tenía seguro. En cuanto me dio la razón, en cuanto me dijo que allí se quedaría, cuidando de que no me congelara, bien podía correr como una tontería pero me resultó de lo más lindo y estoy segura que se reflejó en mi sonrisa. Dante de veras era un buen chico y me alegraba mucho haber topado con él... ¿cómo había sido? Ah, sí, se había trabado mi casillero y me ayudó con eso, de ahí que lo apodara como un señor feudal. Bueno, ahí ya se veía, dos segundos y ya ayudando a los demás. Se merecía una medalla o algo, porque honestamente no había hecho más que ayudarme en el tiempo que lo conocía. Luego se embarcó en la honorable tarea de ayudarme con mi pedido por demás extraño y lo escuché con toda la atención del mundo, se me notaba en la cara e incluso había parado de comer y todo. Por suerte era tonta y no consideré la posibilidad de haberlo incomodado, o me habría deshecho en disculpas y muerto de vergüenza. Lo que intentó explicarme me sonaba un poco a ¿paranoia? O algo así. Me había ocurrido antes, la verdad. Cuando estaba sola, cuando me habían hecho el vacío en la escuela o luego de que expulsaran a los chicos y se armara semejante revuelo. Sin importar adonde fuera, sentía los ojos de todos encima mío, encima de mi espalda. Mirando, mirando y mirando, perforándome el cuerpo como dagas. Era agobiante a cagar, te inyectaba una ansiedad de mierda y joder, no quería volver a sentirlo en la vida. Venía también de la mano con la sensación de exposición, ¿verdad? Como llevar los pecados escritos encima de la ropa. Algo así debía sentir Dante cuando la gente se metía demasiado en su vida. Por otro lado, estaba el tema de sus culos evitativos. Que vale, yo también era un poco así, ¿quién no? Pero es que estos chicos lo llevaban al extremo. Bueno, eso con las mierdas importantes, aunque honestamente eran las que me interesaban. Kohaku no tenía mucho problema de contarme qué había desayunado y de hecho de tanto en tanto me caía con alguna otra anécdota, eran como ocasiones super especiales y yo lo escuchaba con una atención estúpida sólo porque le había nacido abrir la boca y compartir algo de su vida conmigo. Había que ver nada más, era casi patético. Pero era lo que había y quedaba aceptarlo. Su risa me contagió una sonrisa liviana, aunque fruncí el ceño al escucharlo decir que sentía que desperdiciaba el tiempo ajeno. No debería haberlo interrumpido, pero estaba tan invested en su relato que, no sé, me salió del alma. —¡Nada de eso! —me quejé, señalándolo con los palillos, acusatoria—. Sé que no vas a prestar atención a lo que te diga pero igual escúchame bien: no desperdicias el tiempo de nadie, ¿me oyes? Bueno, al menos el mío. Todo lo que decidas contarme es importante si para ti lo es, porque por algo lo estás compartiendo, ¿no? Nadie obliga a las personas a escucharte y si lo hacen por compromiso, ese es su problema. De un momento al otro me erguí, pero bien, bien erguidita, y llevé una mano a mi pecho, la otra la alcé junto a mi cabeza. Así juraban en los juicios, en las pelis, ¿verdad? —Aquí, lunes veinte de abril del 2020, en el aula 2-3 de la preparatoria Sakura, a las trece... y algo de la tarde, juro solemnemente jamás considerar que el tiempo compartido con Sir Dante sea un desperdicio. ¡Todo lo contrario! Será importante para mí, lo atesoraré y no lo olvidaré. —No recordaba si debía agregar algo más, así que acabé improvisando. Tapé mi bento a velocidad y apoyé allí la mano que había tenido en mi pecho—. ¡Lo juro sobre el almuerzo sagrado! Los teatros que era capaz de montarme, en serio. Busqué sus ojos unos segundos después de cerrar la boca y relajé todo el cuerpo. De todos modos me dijo que le había otorgado la seguridad de estar interesada en su vida, y honestamente fue de lo mejor que podría haberme dicho porque, venga, de repente estaba estúpidamente preocupada por no andar agregándole ansiedad de gratis a ese chico. Me quedé quietecita, esperando a ver si seguía hablando, y se me cruzaron los ojos al ver que golpeteaba los palillos entre sí frente a mi rostro. Desvié la mirada a sus ojos, enfocándolo, y su advertencia me arrancó una risa de lo más cristalina. Él también se había reído y me echó un montón de alivio encima. —¡No se preocupe, Sir Dante! Nada de lo que diga en este estrado será usado en su contra. —Aproveché para seguir con las bromas judiciales y pues, porque me dio la gana le piqué una mejilla y se la estiré después, deslizando la mano hasta su hombro. Solté el aire por la nariz lentamente y suavicé la voz—. Nunca haría nada en tu contra, de verdad, cielo. ¡Bueno! Igual no quería agobiarlo, otra vez, así que le eché mi peso a la pared y regresé la atención a mi bento, que quizá me estaba tomando demasiadas confianzas como una tonta. Me llevé bastante comida a la boca y me concedí un tiempo prudencial para tragar y volver a hablar. —Así que, Totoro. —Lo miré de soslayo—. ¿Escena favorita? Contenido oculto i'm drunk y me salió un tochaco and i regret nothing, de veras adoro a estos niños ;;
Ver archivo adjunto 68484 Dentro de todo lo que había dicho, debió de haber esperado que justo la parte donde confesaba sentir que le hacía perder tiempo a las personas contando cosas suyas era lo que le iba a hacer más ruido a Anna al eso ser lo que también decidió defender la vez que le dijo que no se consideraba demasiado interesante para compartir cosas pero no esperó en lo absoluto tanta cantidad de apoyo. Le parecía realmente adorable. Y a la vez, algo triste porque sabía que tenía razón, por mucho que le dijera esas palabras, estaba seguro que no iban a poder llegar del todo al fondo para hacerlo reaccionar pero podía tomarlo para cuando estuviera con ella y así se sintiera algo más tranquila y no sintiera que sus palabras habían caído en oídos sordos o bien ser completamente ignorada, además, estaba haciendo todo ese teatro como si de pronto la hubiera metido en un juicio donde tuviera que confirmar la veracidad de sus palabras, algo tenía que regresarle. —Entonces tus palabras hoy y los siguientes días después de este, en este recinto sagrado por la presencia de tu almuerzo sagrado, quedan marcadas tus palabras honestas como la verdad y nada más que la verdad en cuanto a este tema y no volverán a ser cuestionados frente a ti y se te agradece demasiado, en serio. —No podía negar que era un acto muy amable de su parte y podía esforzarse un poco si seguían teniendo esas interacciones. Rio con suavidad cuando sintió el agarre en sus mejillas, en cierta parte también por alivio de que le dijera que todo lo que le había confesado no sería usado en su contra, porque genuinamente, lo imaginaría como algo muy incómodo si lo detectaba —Te lo agradezco, en serio —Al igual que ella se acomodó un poco mejor en su lugar para trata de cambiar de mood a lo que ella inicialmente quería tratar —, mi escena favorita tendría que ser justo el inicio donde las hermanas están explorando la casa... no sé, la ilusión infantil que tienen al verlo, como también andan interactuando con los Susuwatari de hollín, me parece muy tierno. >> ¿La tuya?
Contenido oculto estoy obsessed con esta playlist y dejo la que estaba sonando porque gosh qué mood tan bonito Sabía que mis palabras podían caer en pozo ciego, que podía no tener absolutamente nada de poder o influencia para modificar algo de la vida de Dante, así como la de cualquiera de mis amigos. Sabía que era impotente, que luego cada quien iba y hacía lo que le salía del culo porque en definitiva así éramos todos. Pero, joder, no sería yo si no lo intentaba. Y lo seguiría intentando diez, cien, mil veces si hacía falta, sin ceder ni rendirme. Era lo que tenía ser puro fuego, suponía, en tanto encontrara oxígeno del cual alimentarse seguiría ardiendo contra todo pronóstico. Y si metía a Dante en el saco de los idiotas a los cuales ansiaba cuidar, pues ni modo. Le prestaría todo el fuego que quisiera, las veces que necesitara. Me hizo gracia que me siguiera el rollo del juicio, ese chico de veras tenía una facilidad impresionante para adaptarse a mi ritmo, pese a ser tan tranquilo. Se me asemejaba al aire y bueno, podía ser un elemento de lo más volátil, frágil y caprichoso, podía remontarse kilómetros y kilómetros, alejarse de tu alcance sin remedio. Pero también podía rodearte, abrigarte y arrastrar junto a él aromas, colores de lugares lejanos. Era la brisa que emanaba de aquí y allá cuando bailaba. Luego seguí comiendo y asentí al saber cuál era su escena favorita. A mí también me gustaba mucho, la verdad, y lo pensé un par de segundos antes de responder la misma cuestión. Incluso alcé los palillos al hablar, repiqueteándolos entre sí por la pura gracia. —Esa también me gusta mucho, pero mi favorita creo que es cuando hacen crecer el árbol gigante en el patio. Tiene... Ghibli tiene algo especial cuando es verano en sus películas, no sé. Me transmiten una sensación muy vívida, como si pudiera sentir el calor en mi piel. El calor de una noche de verano, ¿no? Los mosquiteros para los bichos, el canto de las cigarras, la ropa ligera. Andar descalzo. El verano siempre me había gustado mucho, dicho sea de paso. Claramente no era ninguna criatura de invierno. —¡Pero los chiquititos de hollín! —rescaté, soltando una risa suave—. Dios, es que me encantan. Salen en Chihiro también, ¿no? Donde trabaja el Señor Araña que tiene nombre pero ya no me lo acuerdo. Igual creo que mis bichitos favoritos de Ghibli son los que salen en La princesa Mononoke, en el bosque, ¿los recuerdas? Esos pequeñitos que parecen... muñequitos vudú, que sus cabecitas hacen crick crick al moverse. —Otra risa—. Ya usé muchos diminutivos, mejor dejo de abusar.
—Con su pequeño baile para que crezcan las semillas, ¿no? —También le parecía algo muy adorable, la escuchó atento para que siguiera su explicación y no podía estar más que de acuerdo, Ghibli tenía una forma de hacer las cosas que te llenaban por completo el cuerpo de sentimientos bonitos y relacionarlos con experiencias propias que hubieras tenido sin ni la necesidad absoluta de que entiendas el contexto de las cosas que claramente eran japonesas porque el núcleo de las escenas podían hacer que empatizaras de una manera casi mágica. No se necesitaba ser de allí para entenderlo, ni disfrutarlo. Todo era muy mágico. —Un sentimiento universal realmente, además, la ilusión con la que hacen todo las hermanas es realmente adorable, te dan ganas de participar hasta con ellas para ver su ilusión de que logran que todo vaya creciendo —Dio los últimos bocados a sus bento mientras la escuchaba hablar sobre las demás criaturas que aparecían en Ghibli —, los espíritus del bosque, Kodamas... esas debo admitir que me daban algo de miedo de pequeño justamente por ese sonido que hacían cuando se movían, pero las criaturas de hollín siempre me parecieron graciosas por como interactuaban con Chihiro o como cargaban esos pedazos de carbón. —Sus películas tienen las mejores criaturas y seres~
—Sí, sí, justo ese. —Asentí varias veces, con la escena reproduciéndose en mi cabeza, y dejé los palillos sobre el bento para más o menos imitar el movimiento ascendente que hacían las niñas, invitando a los árboles a crecer—. Era super tierno cómo la pequeñita hacía así, y se estiraba con tooodas sus ganas para seguirle el ritmo a su hermana. —Relajé el cuerpo y solté el aire por la nariz, volviendo a apoyarme en la pared—. De hecho, durante toda la película se notó cuánto la admiraba. Le hacía caso, la buscaba, quería quedarse con ella y la seguía a todas partes. Dios, era adorable. Y bastante porque sí seguí hablando. —Siempre quise una hermanita, ¿sabes? O, bueno, hermanito, pero que fuese niña me hacía especial ilusión. Para hacer un montón de cosas juntas, llevarla a tomar helados, ayudarla con su tarea aunque ¡no sé cuánto podría ayudarle este cerebro de nuez! También para, no lo sé, cuidarla y divertirnos. —De haber tenido siempre una personita que cuidar, vete a saber, quizá no acababa hundida en la mierda. En cuanto le sonreí a Dante se me coló una ligera cuota de nostalgia, anhelo o vete a saber qué, pero era sosegado. Resignado, si se quiere—. ¿Tú también eres hijo único? Me dio la sensación. Confesó que los espíritus del bosque le daban miedo de pequeño y solté una risilla, no cargaba malicia ni nada, si de hecho era entendible. A mí me gustaban porque bueno, a veces me gustaban cosas raras, pero comprendía que podían ser... algo creepy. Luego se acabó su almuerzo y me di cuenta que entre tanta charla me había distraído y aún me quedaba bastante. Le eché un vistazo a la hora en mi móvil y solté una exclamación de sorpresa, llevándome un gran bocado a la boca. De paso, desbloqueé al aparato y se lo pasé. —Sir Dante —entoné, muy ceremonial y todo, luego de tragar—, ¿me concedería el honor de contar con su número de teléfono? Así se me permite molestarlo apenas la situación lo requiera. Obviamente no se lo iba a decir, pero entre tanta tontería, mientras seguía comiendo, me cayó una idea divina del cielo y todos sabíamos que no era de ignorar mis planes locos, ¿a que sí? Claro que no, no, señor.
No pudo contener su sonrisa cuando la vio imitando el movimiento, si es que realmente todo eso que hacia de manera espontánea le generaban realmente demasiada ternura, estaba seguro que muchas personas como él preferirían hacer toda esa clase de actuaciones solo por vergüenza pero ella no parecía tener esa clase de filtros que le impidieran simplemente expresarse como quisiera y ser como se le antojara. Probablemente nunca se cansaría de ver eso tan genuino. —Era el centro de su mundo y el ancla para sentirse segura... casi hasta me daba un infarto cuando se pelean porque quería ir a ver a su mamá y luego se pierde y hace sentir culpable a la mayor —Los niños podían tener una gran dificultad en regular sus emociones y en la situación que tenían las hermanas era realmente complicada y aunque la pelea era claramente entendible por los diferentes grados de etapas y control emocional que tenían, que la pequeña se viera regañada por su figura de admiración era muy duro —, por suerte todo salió bien. La magia del autobus gatuno y Totoro. —Comparto el sentimiento, siempre desee una hermana u hermano, quería hacer todo lo que aparecía en las películas o series, casi lo mismo que tu estás diciendo —E incluso si en ese momento no sabía si realmente el segundo embarazo de su madre fue real, la ilusión que le causó pensar en que pudiera estar teniendo un posible hermanito o hermanita fue demasiada —, ser hijo único llega a ser muy aburrido...solitario algunas veces, pero, supongo que por rebote nos puede hacer ¿consentidos? No sabía si era en sí su caso, por toda la relación complicada que tenía con su familia pero sabía que vivía una vida acomodada y sin ninguna clase de problema, así que eso ya era algo que sabía debía agradecer. —¿Hm? Oh, claro, no tengo problema~ —Tomó su teléfono y registró su numero, e incluso solo porque era su broma recurrente decidió que incluso que el nombre que pusiera fuera el mismo "Sir Dante" e incluso se tomó la libertad de enviarse un mensaje para así él poder registrar a Anna de vuelta —, no lo consideraría como molestia pero para cualquier cosa que necesites puedes mandarme un mensaje. Le devolvió el celular para así también sacar el suyo y de una vez poder registrarla antes de que se le olvidara.
Lo sabía, probablemente mi cuerpo fuera la única vía de expresión que jamás dudaría en utilizar. Lo necesitaba, de hecho, era una especie de picazón que no se quitaba si no salía a moverme, iba al gimnasio o bailaba un rato. Como si necesitara literalmente quemar el fuego que poseía de tanto en tanto. No tenía mayor cosa que agregar con respecto a la película, aunque no perdí oportunidad de asentir con pura vehemencia porque vaya, me preocupó un montón la parte donde la hermanita se había perdido. Si hasta temí lo peor cuando apareció una sandalia flotando en medio de un lago. Al final, como dijo Dante, por suerte todo salió bien. De paso me confirmó que era hijo único y seguí asintiendo, ya que coincidíamos en el deseo de tener un hermano. Ser hijo único llegaba a ser aburrido, sí, pero lo peor era la soledad. —No sé si alguna vez me sentí consentida, la verdad. —Acomodé la espalda contra la pared y volví el rostro hacia Dante, suavizando el tono como solía hacer cuando relataba algo—. En Argentina tenía una familia enorme, todos los que integraban la compañía del circo. Un montón de adultos, de niños, gente de todas las edades. Le decía tío o tía a cualquiera, y bueno, no había lazos de sangre pero tampoco nos hacían falta. Todos nos preocupabamos por todos y era un impulso que salía derechito de acá, del corazón. —Me había llevado una mano al pecho y pestañeé lentamente, incapaz de borrarme la sonrisa del rostro—. Así que sería más correcto decir que, bueno, me gustaría volver a tener un hermano. Me gustaría no perderlo. Porque lo había hecho, ¿verdad? Los había perdido, a todos y cada uno de ellos, con tal de sobrevivir. La sangre se me altera y quiero resucitar. Pa' sobrevivir me adentré en el humo de tus cigarrillos. Y has quemado la ciudad. La vida es tan bonita que parece de verdad. La idea me recordó una canción en español y el semblante se me empañó de cierta distracción, volviendo a mover los pies mientras murmuraba su ritmo en voz baja. Dante se ocupó de agendarse y al regresarme el móvil solté una risa baja. Eh, mira nada más, bien subidito al teatro. Me dijo que mis mensajes no serían molestia y le sonreí. —Copiado~ Ordené mi bento en lo que él también me agendaba y me incorporé, dejando la cajita en el pupitre más cercano. Me palmeé un poco la falda, regresando frente a él, y extendí ambas manos en su dirección. La sonrisa que me surgió acabó por estrecharme los ojos y ladeé el rostro, algo de cabello se derramó sobre mis hombros debido a la inclinación. —¿Lo ayudo, caballero?
Realmente debía ser muy difícil todo el cambio que implicaba para su familia al estar simplemente aquí lejos de todos aquellos lazos fuertes que habían formado con las personas de su alrededor para que fueran familia, la confianza, el cariño, la complicidad que tradicionalmente solo se esperaban de los lazos sanguíneos a pasar a una sociedad algo más bien alejada y sin mucha conexión al ser realmente algo más limitado por todas las normas sociales que había. Del calor y la unión de la gente a simples reuniones frías sin mucha conexión personal. —Se dice que las familias escogidas suelen ser más fuertes que las sanguíneas... —Habló tranquilo con una sonrisa en su rostro —, también muchas amistades terminan convirtiéndose en partes de nuestras familias conforme el tiempo pasa así que, todavía tienes muchas oportunidades de tener uno y que no se vaya de tu lado. —Además estaba seguro que Anna podía estar rodeada de amistades que podían avanzar a algo más y tener otra familia solida que estuviera a su lado. Su personalidad se prestaba a eso. La vio levantarse y mientras tomaba todas sus cosas para él hacer lo mismo, la invitación pareció llegar antes. Asintió y tomó una de sus manos para levantarse al tener la otra ocupada, pasando a acariciar con aquella misma mano libre su cabello como parte de su agradecimiento —Se le agradece, majestad~ fue un lindo almuerzo, gracias por la invitación y toda la charla que tuvimos.
No sabía bien qué cosa había en la tranquilidad de Dante que me daba una calma distinta. No me sosegaba tal cual, igual sentía que en cualquier momento podía dar un brinco y jugar con él, arrastrarlo a bailar, a correr por los pasillos, cualquier cosa. Pero también me empujaba a escuchar todas y cada una de sus palabras, a darles importancia e incluso entidad. No lo comprendía muy bien, pero recordé lo que había dicho de permitirnos quedarnos quietos para descansar, que junto a alguien no iríamos a congelarnos, y se me ocurrió que debía ser algo así. Seguir siendo uno mismo pero con la capacidad de ver el mundo a tu alrededor. Y Dante me ayudaba un montón con eso. Lo que me soltó bien podía pasar por meras palabras de aliento, pero siempre sentía que este chico hablaba desde el corazón y claramente no fue la excepción. Asentí, dándole la razón, y ya que estábamos en esa yo también hablé desde ahí. Desde el corazón. —Lo mismo para ti, entonces, ¿no? Si los amigos pueden ser familia, tú también sigues dentro del juego. Digo, no sé realmente cuántos amigos tienes, pero al menos aquí ya hay una. Lo dije alzando la mano en alto, como si confirmara mi presencia en la clase cuando el profesor pasa lista, y me resultó tan infantil que solté una risilla divertida. Quizá yo fuera la fogata y supiera que, al final del día, poseía el tipo de personalidad capaz de atraer a la gente. Quizá lo supiera, sí, pero también sabía que el aire, que las personas como Dante podían colarse entre las grietas, entre los ventanucos y las fallas de construcción, y quedarse arremolinados hasta crearse un huequito propio. El aire también era el que muchas veces alimentaba o brindaba dirección al fuego, era lo que me envolvía el cuerpo cuando me balanceaba desde un trapecio. Y siempre, siempre había adorado seguir los colores de la brisa. Aceptó mi mano para levantarse, jalé un poquito y recibí su caricia con total naturalidad. Mantuve los ojos en los suyos y se me estrecharon a causa de la sonrisa, de lo mucho que había suavizado el semblante. De un momento al otro recordé lo alborotado que tenía el cabello ese día y solté una risa ligeramente avergonzada. Literalmente estaba frente a mí, no había forma de que no lo hubiese notado. —Por favor disculpe el aspecto de Su Majestad, está un poquito tonta y se comió toda la lluvia de ahí afuera. Le eché un vistazo a la ventana, comprobando que seguía lloviendo, y me dio una pereza enorme tener que volver a clases. Pero bueno, ni modo. Dante me agradeció por el almuerzo y ejecuté una reverencia breve. —Nada que agradecer, el placer ha sido todo mío. —Volví a buscar sus ojos y retrocedí a tientas, como si no quisiera irme del todo, alzando la mano para agitarla un poquito junto a mi rostro—. Bye, bye, Danny~ Sabía que más bien eso era de los Daniel, pero me salió del culo decirle así y sólo me hice caso. Como fuera, unos cuantos pasos después finalmente giré sobre mis talones y abandoné la 2-3 a paso calmo, no muy dispuesta pero sí resignada a tener que atender a clases. Contenido oculto y acá cierro también con Annita <3 Disfruté esto un mundo, de verdad gosh, ha sido tan tan lindo aaaa Danny boi i lov u <33 Sí, ahora voy a decirle Danny y nadie podrá detenerme