Interior Casilleros

Tema en 'Planta baja' iniciado por Yugen, 9 Abril 2020.

  1.  
    Insane

    Insane Maestre Comentarista empedernido

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    Pese a suspiro pesado me limité a continuar igual de sereno, encontrándome con que era de las que preguntaba pese a saber la respuesta, entonces, ¿se la pasaba midiendo entonces quién la fastidiaba y quién no? Bueno, algo de incentivo si me predujo el hecho de saber si podía molestarla sin que se diese cuenta de una forma tan rápida, más que todo por el semblante imperturbable que solía tener, no la comparaba con nada en realidad porque no es que me gustase dar motes ni mucho menos.

    Tenía que relajarse un poco, no le vendría mal.

    —Supongo~ ¿Te gusta algún género en especial? —volví a retomar el tema de los audifonos que ya estaban por demás desenredados, colocándolos en mi móvil en lo que turnaba la mirada con la contraria—. Justo estaba por oír algo, así me das tu opinión sobre lo que escucho, ¿qué dices?

    Noté el cómo no apartaba la mirada de mis ojos, vete a saber si buscaba algo que no le concernía en ellos, pero tampoco la detendría. No es como si mucha gente hubiese logrado escarbar tras los zafiros para dar con la realidad de mi personalidad por fuera de la serenidad que solía mantener, así que bueno, que se tomara su tiempo si así lo deseaba en lo que recibía su nombre. Japonesa, como había imaginado desde el principio, aunque lo segundo no lo había pensado en realidad.

    —Suiren Craig, un gusto —sonreí con ligereza hacia la izquierda—. No lo había supuesto ya que apenas me estoy re-integrando, pero es bueno saberlo. ¿A qué clase vas, Yoshino?
     
    Última edición: 14 Julio 2021
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    Amane

    Amane Equipo administrativo Comentarista destacado

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    Venga ya, si no tendría alguna especie de chip metido en el cuerpo para conseguir acabar siempre rodeada de gente, incluso cuando tenía más cara de muerta que de viva. Como para no andar creyéndome la puta reina del lugar, si las abejitas se reunían a mi alrededor sin siquiera yo esforzarme mucho, ups~

    Saqué apenas la cabeza del casillero al escuchar mi nombre y me bajé un poco las gafas de sol con el dedo índice, repasándolo con la mirada como una jodida descarada antes de soltar el aire por la nariz en una risa floja. Eh~ De repente ya no me estaba molestando mucho la lluvia aquella, que buenas vistas me había dejado~

    —Jackie Chan, morning~ —saludé, canturreando como siempre, y entorné la puerta de la taquilla lo suficiente para permitirme girarme y mirar al chico sin obstáculos de por medio—. En Japón existen también los paraguas, no sé si lo sabías~

    Acabé por quitarme las gafas y me las coloqué encima de la cabeza, ladeando un poco la misma mientras buscaba su mirada con una sonrisa ligera.

    >>Bueno, how can I help you, then?

    Iba a pasar un poco de largo de su pregunta de cómo estaba porque, en fin, no había que ser un genio para darse cuenta de la respuesta al verme las ojeras y el rostro en general. "Fucking tired but thank you for caring"... o algo así, ¿no?
     
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    Yugen D e p r e s s e d | m e s s

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    —Clásica quizá. Pero no suelo escuchar música, me distrae de mis responsabilidades.

    Sin decirlo directamente y con esa amabilidad fría declinó la oferta. Era distante en cierto modo como si prefiriese guardar la distancia. Aunque no podía engañarla prefería que no pensara que era estúpida o algo similar. Era una señorita de buena familia acostumbrada a hacer las cosas como había que hacerlas.

    ¿Yoshino simplemente? ¿Sin ningún honorífico? Se había dado cuenta en seguida, ese chico no era japonés. Era claramente extranjero y por sus rasgos, probablemente europeo o euroasiático. Aunque Craig era un apellido de raíz británica tampoco parecía ser inglés.


    Y esos ojos...

    ¿Era un capricho genético o resultado de alguna condición o enfermedad? Le resultaban fascinantes. Preguntar se vería probablemente bastante desconsiderado así que prefirió no indagar.

    —Segundo—sentenció regresando su atención a la pregunta que acaba de hacerle. Sostenía el maletín en una mano pero pasó a sostenerla en las dos frente sus muslos balanceándolo ligeramente. Ladeó un poco la cabeza—. ¿Y tú, Craig-san? ¿O debería llamarte Craig-senpai?
     
    Última edición: 14 Julio 2021
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    Insane

    Insane Maestre Comentarista empedernido

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    Cuadriculada a todo dar. Desbloqueé el móvil de igual forma solo para dejar la lista de reproducción ahí abierta, sin embargo no me coloqué los audifonos ni mucho menos, no era de ese tipo de gente que dejaba al resto hablando solos o los ignoraba de lleno, no me gusta en realidad hacerlo. Por otra parte, si supiese que me estaba observando los ojos como si fuese yo una rata de laboratorio para su cerebro cientifico algo de fastidio si me hubiese dado, pero bueno, mientras no lo supiese me mantendría completamente igual.

    —A mi madre le gusta Vivaldi, supongo que lo has escuchado en algún momento.

    Cuando solía escribirle cartas a mi hermana para enseñarle a leer solía poner algo como eso, eramos bastante chicos en realidad, pero un recuerdo vago si tenía. Entre una cosa y otra seguí sus movimientos sin ninguna segunda intención, recordando eso de los honoríficos, siendo ella un grado menor. Acentué la sonrisa en lo que turnaba la mirada entre ella y la lluvia.

    —Nunca me han dicho senpai, así que bueno, senpai estaría bien, aunque puedes decirme Suiren sino te causa conflicto —sabía que para los japoneses aquello imponía algo de extrañeza, eso de las confianzas, pero mira que igual de raro era el que se pusieran tantas barreras para tratar con otra persona—. ¿Yoshino-chan? O prefieres no sé, ¿Yoshino-san? Me gusta más el primero si quieres que sea sincero.
     
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    Yugen

    Yugen D e p r e s s e d | m e s s

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    Vivaldi. Las cuatro estaciones. Lo conocía bien pero no era particularmente admiradora de su música. Prefería a Beethoven y su Claro de Luna. Era a fin de cuentas la única música que solía escuchar en su escaso, casi ínfimo tiempo libre.

    >>Craig-senpai será—convino sin darle mayor importancia. Así que senpai... era un cambio curioso. Lo que no esperó fue escuchar lo que dijo después. Tuvo la suficiente fuerza para desestabilizarla momentáneamente.


    >>¿Yoshino-chan?—repitió. Su voz calma titubeó ligeramente y por primera vez el aparentemente imperturbable rostro de Shizuku cambió y abrió un poco más los ojos, de golpe, con algo que era indefectiblemente sorpresa. Parpadeó con lentitud, anonadada, como si tal muestra de excesiva confianza arrojase por tierra todas sus convicciones sobre la educación. Cuando finalmente su cerebro pareció querer colaborar agachó y desvió la mirada—. Nunca... me habían llamado así. No estoy segura de sentirme cómoda.
     
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    Insane

    Insane Maestre Comentarista empedernido

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    Como había esperado declinó inmediatamente el hecho de llamarme por mi nombre. En lo que llevaba en Japón, y lo que mi hermana me había comentado en lo que hablabamos por teléfono antes de viajar, hasta después de llegar era meticulosamente igual. Aquella forma abstracta, rígida, lineal que desenboca en educación concreta era realmente sorprendente si tenía que describirlo, un poco porque aunque solía seguir reglas no me permeaba de ellas a magnitud, tampoco las disfrutaba ni las rechazaba, me eran mayormente indiferentes al ser algo aburridas, más por medio de Violet había comprendido que había qu disfrutar mientras se pudiese, estarse complicando o poniendo trabas no era lo que quería.

    Menos cuando era objeto de estudio para la ciencia.

    Vaya, tenía una vida interesante además de cagada si le ponía perspectiva.


    —Suena bien el senpai —no perdí rastro del que se descolocó un poco, hasta una pequeña chispa de interés se me tiñó al notarlo, como si se debatiera mentalmente por una tontería como esa.

    De seguro no se había permitido algo tan simple como eso en su vida.

    —Sí, Yoshino-chan —repetí en un murmuro más por tomarme la libertad de hacerlo, aunque escondiéndolo como la respuesta a su sorpresa sin ninguna clase de malicia. Sus orbes azules se desviaron en el proceso. Me causó algo de gracia, pero no me reí ni nada parecido—, puedo turnarlo, el san con el chan, así te vas acostumbrando poco a poco, Yoshino-san~
     
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    Reual Nathan Onyrian

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    Silbando bajito, ingresé al instituto, mientras me limpiaba los pies y secaba el paraguas con una coordinación que parecía actuado. Lancé un enorme bostezo, sin preocuparme por cerrar la boca, y me restregué la cara. Puta madre, ¿en serio nos hacían venir al colegio un lunes así? Esto debía estar en contra de los derechos humanos. Era, básicamente, inhumano. Bueno, esto era Japón. Su ética de trabajo era inhumana. Suspiré. "Esto ya no es Kansas, Dorothy", me dije a mí mismo, mientras me dirigía hacia mi casillero.

    La verdad que hoy no tenía ganas de absolutamente nada, excepto quizás dormir. Si en estos momentos pudiera dejar de existir por unas horas, sería genial. En lo posible, por las horas que durasen las clases. Sentía que iba a desfallecer en cualquier momento. Pero no por sueño. Si no por simple deseo de no querer estar allí. Y por el rostro de muchos, era un sentimiento compartido.

    Abrí perezosamente mi casillero, mientras me rascaba las crines coloradas. No me nacían ni las ganas de molestar a nadie. Día de mierda.

    Ciertos movimientos llamaron la atención de mi ojo entrenado, y pude notar como Sasha había tenido la intención de robarle el celular a uno de los chicos, antes de acobardarse y dejarlo ir. ¿Joey era? Creo que sí. Le había robado la invitación en la fiesta. Uno de los desafortunados. Bueno, al menos iba a poder entretenerme con algo.

    Me puse las manos en los bolsillos, saqué las rueditas de mis zapatos, patiné hacia allí, y me apoyé suavemente en los casilleros, al lado de la pelirroja.

    — ¿Qué acaba de ver mi sexto sentido? Vaya, al parecer, le encontraste el gusto al carterismo. ¿Puedo decir con orgullo que fue gracias a mi radiante y acogedora influencia?

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    Instintivamente me cubrí más con la chaqueta ante la inspección de Alisha. Me había tomado algo desprevenido, la verdad. Se ve que yo también andaba algo dormido, si eso era una sorpresa para mí. Y encima tenía los lentes de sol, como para dramatizar más el movimiento. Pero si esta chica parecía siempre como para andar dando teatro. Le sonreí algo incómodo, y me pasé la mano por el pelo mojado, para sacármelo un poco de la cara.

    — Je, sí. Mi madre dijo lo mismo. No pensé que la lluvia fuera tan fuerte, eso es todo. Nunca está de más sentir un poco de gotas sobre tu piel, pero un chaparrón ya es otro tema.

    Solté una risa algo avergonzada, para luego devolverle la sonrisa. Había ignorado mi última pregunta, pero si no quería contestar, estaba bien. O sea, más de lo que su cara me decía, obviamente. Todavía me quedaba la costumbre austríaca de esperar una respuesta profunda después de un "¿cómo estás?". Sonreí para mis adentros. Siempre descolocaba a los extranjeros que nosotros nos tomemos esa incógnita tan a pecho.

    — Verás, como podrás notar, estoy empapado. Y no tengo ninguna muda de ropa. Mi plan por ahora era ir a secarme a los baños, pero tal vez de casualidad, de simple casualidad, sabías si la escuela tenía o no uniformes de repuesto, o un ropero con ropa perdida que pudiera tomar prestada por hoy. Aunque encontrar de mi talla va a ser complicado —bromeé, para luego mirar alrededor.— O no sé, tal vez sepas de alguien que tenga extra en algún casillero, y le pueda pedir. O, y esto es estirarme demasiado, quizás tú o alguna otra chica tenía un secador de pelo a mano. Sería más fácil que secarme con toallas.

    >> No sé, se me cruzó por la cabeza que tú podrías ayudarme. Perdón si te molesto y no es así. Y bueno, ¿cómo has estado? ¿Cómo fue ese fin de semana? Yo todavía tengo que hablar con Joey. Hay que formalizar la entrada al club, ¿no?
     
    Última edición: 14 Julio 2021
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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Fue bastante gracioso, de hecho, notar que Alisha llegaba a la escuela prácticamente al instante en que Joey se había retirado. Había estado a punto de subir a clases y dejar el asunto para después, pero decidí entretenerme mientras le echaba un vistazo de soslayo. No que fuera una experta en la vida nocturna, pero esas gafas de sol hablaban por sí solas. Noté, también, que el chico jodidamente alto de nuestra clase se le acercaba y casi al mismo tiempo oí la voz de Sanji al otro lado. Volví el rostro y esbocé una sonrisa, rodando los ojos.

    —Puedo darte un porcentaje del crédito, aunque es una historia algo más larga.

    Tampoco tenía sentido alguno ocultárselo a Sanji, ¿no? Si el cabrón parecía un brujo o algo. Además estaba bastante segura de que no me juzgaría aunque, claro, esto me anulaba el derecho a reprocharle cualquier mierda de dudosa moralidad como le había pedido antes que no molestara gente por amor al arte. Ah, bueno, en la vida no siempre se gana.

    Le eché otro vistazo rápido a Alisha y rápidamente volví hacia Sanji, el cabello acompañó el movimiento con un vaivén liviano.

    —Y divertida, ya que estamos. ¿Quieres ayudarme~? —le propuse, bajando el tono, y me incliné hacia él para que pudiera oírme pero sin bloquearle la visual—. La rubia con resaca, la misma mierda.

    Me separé lo suficiente para encontrar sus ojos, sin perder la sonrisa ni un instante, a la espera de su respuesta.


    hEY TOM LETS DO SOME CRIMES
     
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  9.  
    Reual Nathan Onyrian

    Reual Nathan Onyrian Adicto

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    Me saqué un pañuelo imaginario del bolsillo de mi blazer y me sequé lágrimas que nunca aparecieron en mis ojos, como si estuviera presenciando el egreso o el casamiento de un hijo muy querido. Moquee y me cubrí la cara, como su sufriera vergüenza, y tuve un par de espasmos increíblemente bien fingidos.

    — Ay, no digas eso que me haces llorar. Me hinchas de orgullo, pequeña zarigüeya —corté todo el teatro y corrí los dedos de mis ojos, para verla a través de ellos.— Y si es una historia larga, con más razón quisiera escucharla luego.

    Le dediqué una sonrisa divertida, mostrando los dientes. Seguí con los ojos su mirada, hacia la tal Alisha. Por su rostro y los lentes de sol, había tenido una nochecita movida. Y de vuelta estaba aquel gigante a su lado, conversando. Por su apariencia, había decidido que era buena idea darse un chapuzón en un lago antes de venir a clase. Eso, o se había olvidado el paraguas. De cierta manera, me daba un poco de pena verlo. Se estaba metiendo en la boca del lobo. Bueno, quien sabía. Tal vez la cosa fuera más voluntaria de lo que parecía.

    — ¿Ayudar a mi pupila? ¿Qué clase de maestro sería si rechazara esa oferta? Sensei se decía aquí, ¿no? —volví a posar mi mirada en aquellos dos. No iba a ser tan sencillo. Podía estar destruida y dormida, pero se me hacía que era más avispada que lo normal.— Un reto interesante.

    Dudaba que el objetivo hubiera sido dado al azar. Es decir, había mucha gente, sí, pero no era como si simplemente estuviera con la cabeza metida en el casillero. Estaba conversando, y eso tal vez debía haberla despabilado un poco. Además, había otro par de ojos encima, aunque dudaba cuanta atención le estarían prestando, a decir verdad. El heterocromo estaba haciendo un esfuerzo para centrarse en los ojos de la chica, su coronilla, o cualquier cosa a su alrededor. Suspiré, y me acomodé el sombrero.

    Le puse las manos en los hombros a Sasha, y me ubiqué a sus espaldas.

    — Bueno, vas a tener que andar con cuidado. Puede parecer fácil, pero el hecho de que esté conversando hace que haya otra persona mirándola. La idea es que te acerques desde su punto ciego. El gigante te va a ver, pero no importa. Parece más ocupado en otra cosa. Además, no debería sospechar nada de ti. La forma clásica es chocarte con la persona, pero no creo que esa táctica sirva ahora. Vas a tener que cubrir tu mano con tu abrigo o tu paraguas. Tal vez crear una distracción pueda ayudar...

    Y así continué dándole consejo tras consejo. Le palmeé la cabeza, le guiñé el ojo y le di un empujoncito hacia el frente.

    >> Toda tuya, zarigüeya.

    O coatí. Le podía decir coatí. Eran parecidos.
     
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  10.  
    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido seventeen k. gakkouer

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    Para la de desastres que me gustaba armar la verdad era que había tenido un fin de semana sencillo, salir a beber algo, comprarle hierba a Dunn, acomodar los apuntes de la escuela y poco más. De vez en cuando escuché a mi padre hablar sobre la estupidez de los Aoyama por teléfono, nada nuevo ni de vital importancia, pero como nunca se sabía esa semana había parado las orejas más de lo normal.

    Solo por si acaso.

    Desayuné en casa, me llevé una manzana para el camino pues porque sí y cuando el coche me dejó frente al Sakura se le estaba dando las últimas mordidas casi con pereza. Caminé algunos metros por el patio frontal, repasé a la gente con la vista y seguí mi camino hasta alcanzar la puerta principal y posteriormente los casilleros de tercero. Ya en la fila noté a Shimizu apoyado en las taquillas con la atención puesta en el móvil.

    —Hazte a un lado, ¿quieres? —dije de mala gana al ver que me estaba bloqueando el casillero.

    Reaccionó, bajó la vista a mis ojos y la burla le pasó por toda la cara, poniéndome de peor humor si es que era posible, soltó una risa por la nariz y se movió de todas formas. Abrí el casillero, me cambié los zapatos y lo escuché hablar.

    —Te vas a arrugar a los veinticinco si no dejas de fruncir el ceño, gatita~

    —¿Y tú que ya tienes cara de viejo?

    —Gajes del oficio.


    tremendo relleno katty-chan y arata al servicio de la comunidad
     
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  11.  
    Insane

    Insane Maestre Comentarista empedernido

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    Lamentablemente las manillas que utilizaba como sensor se habían estropeado luego de una caída algo tonta al bajarme de la camilla en el hospital, aún un poco sedada por los exámenes que me habían tomado el sábado en la mañana, pese a la advertencia de la enfermera sobre que debía permanecer acostada veinte minutos más, a lo que creí que hoy estarían completamente en funcionalidad para continuar utilizándolas, pero el caballero encargado en cuanto llegué a la tienda me comentó que probablemente estarían bien para el día miércoles en la mañana, a lo que suspiré asintiendo con la cabeza, como si ayer en la noche no me hubiese peleado con mi madre para que me permitiese hacer mis cosas sola, es decir, yo era completamente funcional, no veía, claro estaba, pero no por ello no podría divagar en las calles en un país tan seguro como ese.

    Ingenua me llamó en algún momento, a lo que no mucho después se disculpó y por ahí derecho también me disculpé con ella, concordando que tendría la llamada automática del número de mi hermano, sin embargo, gracias a Dios no estuve en una situación que no pudiese sobrellevar perfectamente. Pedí un taxy fuera de la tienda mecatrónica del centro comercial cercano a casa, di el nombre del instituto en lo que alisé la falda procurando no tener ningún rastro de suciedad. No había llevado sombrilla, pero apenas y comenzaba a llover en la parte de la ciudad en la que me encontraba.

    En cuanto fueron pasando los minutos la inseguridad me embriagó ligeramente, por múltiples razones en realidad, tomando aire como si se tratase de valentía en lo que se detuvo el auto. Saqué la billetera contando el dinero en que mi madre cuidadosamente causaba ligeros relieves, pagando sin complicaciones.

    Al abrir la puerta del auto organicé la mochila en mi hombro derecho, cubriéndome el cabello con la sudadera blanca que había traído atada en mi cintura, resguardándome del agua en lo que contaba los pasos con calma, recordando cada uno de ellos para no tropezar e ir a hacer el ridículo cuando apenas estaba re-integrándome. Sino fuese por el aroma a la tierra mojada la colonia de mi hermano me hubiese llegado en perfectas condiciones, pasando a su lado sin darme cuenta a lo que él me observó como un vigilante, probablemente si lo hubiese sabido también hubiese entendido que estaba confiando en mí al no pegárseme desde la primera mañana, confiando en que podía llevar una vida acádemica normal.

    Aunque me observara indirectamente cuando me tenía cerca.

    Probablemente nunca me daría cuenta.


    Procuré escuchar atentamente los pasos a mi alrededor, procurando no chocar con nadie ni mucho menos ser un estorbo, contando las hileras de los casilleros hasta llegar a tercero. Uno, dos, tres, cuatro, cinco y seis. Habían personas ahí, no sabía cuantas en total al estarse moviendo gran cantidad de estudiantes tras de mí, probablemente realizando el cambio de zapatos, así que me limité a elevar la voz que de por sí era suave para que fuese audible.

    —Buenos días. Disculpa, estás obstruyendo mi locker —siendo apenas consciente de que la figura era más alta elevé el mentón, como si buscase sus ojos pese a no ser relevante al no poder observar más que el color negro eterno—. Violet Balaam —murmuré un poco más bajo, quizá buscando que confirmara que era el nombre grabado en la esquina, aunque también me presentaba, con una sonrisa suave en mis labios tenuemente rosados pese al frío que hacía aquella mañana.

    Perdón por el minitocho, es inevitable con ella :eevee2:
     
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  12.  
    Nekita

    Nekita Amo de FFL

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    Cuando finalmente recibió la notificación el viernes por la tarde que ya había recibido el dinero que los Yume le enviaban para prácticamente poder vivir "por su cuenta" sintió que toda la tensión desaparecía de su cuerpo, cuando se retrasaban en alguna de las transferencias no podía evitar pensar que simplemente habían decidido desligarse antes de tiempo e iba a tener que empezar a acelerar las cosas aunque seguro si llegaba a haber algún pago necesario para la escuela todos los ahorros se irían en eso.

    De allí su sábado por la mañana fue salir con la bolsa de compras para ir por las frutas y vegetales, también aprovechar para ir a una lavandería para que la ropa estuviese lista cuando regresara de toda su primera vuelta, su rutina. Ya para cuando tenía las cosas lavadas y su ropa acomodaba tocaba volver a limpiar todo el apartamento hasta esperar a que diera la noche para salir a su segundo recorrido para hacer las compras importantes y ya en ese momento ni siquiera las consideraba tediosas pese a que detestaba todo el camino de regreso una vez que ya tenía el peso de las cosas necesitaba.

    Su domingo bueno, consistía en cocinar nuevamente aunque esta vez le tocara esconder los envases de los primeros días mejor en su refrigerador una vez que todo se enfriara por si llegaba a tener visitas indeseadas una vez más pero ya con todo lo que necesitaba, ni siquiera le molestaba que su inicio de semana anunciara lluvias por la academia.

    Tenía buen humor, aunque tampoco sabía cuanto iba a durar.

    Cerró su sombrilla para sacudirla antes de entrar al edificio, encaminándose hacia los casilleros para cambiarse los zapatos antes de acercarse a Katrina, que... bueno, no parecía tener un buen humor que digamos pero aun así se presentó con una sonrisa suave, acariciando por tan solo unos segundos parte de su cabello como saludo inicial.

    —Buenos días Katrina, ¿todo bien? —Preguntó finalmente apoyándose sobre los casilleros, definitivamente era una pregunta muy obvia pero, tenía la necesidad de hacerla.

     
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  13.  
    Rider

    Rider One of a Kind

    Cáncer
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    Y había sido otro fin de semana sin mucha novedad. Bueno, tanta novedad como podría implicar una mudanza a otro continente. Pasé la mayor parte del tiempo encerrado y tratando de mejorar mis habilidades cocina. Tampoco es que hubiese mucho que hacer allá afuera, tenía unas pintas de que el cielo se iba a caer en cualquier segundo. Y así fue, sólo que la caprichosa madre naturaleza decidiría esperar hasta el inicio de semana para mostrarnos su peor cara. ¡Pft! Que remedio.

    Al venir de un tierra de clima tan gris como lo era Irlanda, era una norma no escrita que todo individuo debía tener su propio paraguas, por mero sentido común. ¿Pero que pasó con la mía? Bueno, justo va y resulta que la porquería decide rasgarse después de tantos años de uso justo con la mudanza. Iba a ser un gran inicio de semana, claro que sí.

    Tomé la chamarra mas gruesa que pude y simplemente me resigné a salir así en pleno aguacero. La señora Sasaki, mi casera, me pidió encarecidamente que no fuera a la escuela así, que esperara a que bajara un poco la lluvia al menos, pero el clima no pareciese que fuera a cambiar pronto, además una cosa era tomarme la libertad de de falta a un par de clases y otra muy distinta directamente no ir a la academia. Vamos, yo no haría eso, no en mis primeros días al menos.

    Aun con todo, la chamarra logró cumplir más o menos su función, mantuvo mi mochila seca al igual que mi pecho y parte mi espalda, pero de mi cabeza mejor ni hablamos. Pese a la incesante lluvia y a los constantes truenos que se escuchaban a la lejanía, la verdad es que no me desanimo en lo más mínimo. De hecho disfrutaba la lluvia, vamos, no tener que recorrer medio kilometro a pie bajo ella, pero sin duda tenía su encanto, además era ciertamente nostálgico, considerando de donde venía.

    Raindrops keep fallin' on my head, but that doesn't mean my eyes will soon be turnin' red, crying's not for me. —comencé a cantar bajo la lluvia mientras entraba finalmente a los perímetros de la academia, al menos el tramo no me había parecido tan largo. Crucé el marco de la puerta, finalmente refugiándome de la lluvia bajo aquellas paredes que de la noche a la mañana se habían convertido en mi segundo hogar. ¿O debía decir tercer hogar? Yo que sé.

    'Cause I'm never gonna stop the rain by complainin' , because I'm free, nothing's worryin' me! —continué la tonada mientras me despojaba de aquella chamarra que ahora estaba empapada. Tratar de secar mi rostro con ella sería inútil, así que opte por dejarla colgada junto a las sombrillas de los demás en un intento de escurrir el agua. Necesitaría encontrar una toalla antes de entrar a clases—. Cielos, al menos espero no enfermarme por esta tontería. Aunque visto lo visto, sería un excusa perfecta para ir a la enfermería a perder el tiempo y obtener un justificante.

    Conversé conmigo mismo mientras guardaba el resto de mis cosas en mi casillero, pensando como haría para secarme antes de continuar con el día.

    Gigi Blanche Hello lady uwu
     
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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Bueno, bueno, si no habría tenido el mejor fin de semana en mucho tiempo. Y a ver, normal, si fue volver de la escuela el viernes y que papá estuviera sentado en el sofá, esperándome para darme la puta sorpresa del año. Creo que casi lloré o algo, ni idea, mis recuerdos son borrosos ¡y bueno! No hicimos más que pasar tiempo juntos, pero lo hicimos y fue la mejor mierda del mundo. Nos echamos un montón de pelis malas de madrugada, se nos quemaron las palomitas de maíz, mamá nos regañó por arruinarle una olla y cuando salimos a comprarle otra, obviamente, hicimos la parada obligatoria en McDonald's. El domingo ya tuvo que irse otra vez pero vaya, la felicidad no me cabía en el cuerpo.

    Mis horarios de por sí eran messy y con él se me iban aún más a la mierda, puto vampiro. Así que, bueno, el domingo me dormí a cualquier hora ¡que además no había olvidado mi tarea y me vi Totoro! Ya luego buscaría a Dante para que supiera cuán responsable era, sí, señor. Pero regresando, que me iba por la tangente: me dormí tarde y, obviamente, también me desperté tarde. No sé si olvidé programar la alarma o desarrollé habilidades sonámbulas para apagarla dormida, el caso fue que por inspiración divina me desperté de golpe un buen rato después y tuve que saltar de la cama. Entre la ducha, el uniforme y tragar el desayuno que mamá me había dejado pensé, de verdad pensé, que tenía el paraguas metido en la mochila para cuando saliera de Shinjuku, que igual aquí estaba lleno de techitos y siempre llegaba ilesa a la estación.

    Bueno, spoiler alert: no lo tenía.

    Me di cuenta ya subida al tren y, bueno, sólo quedaba reírse de las desgracias. Eso y correr, claro. Igual me empapé y llegué a la Academia hecha un moco congelado, un cubito de hielo, ¡podría haber pasado de monstruo de las nieves o algo! Encima acababa de bañarme, pobre mi pelo. Iba a secarse y me iba a quedar todo rizado, diosito santo.

    —¡Mini Ishi! —exclamé apenas llegar a los casilleros, ya que distinguí su cabello celestito matando tiempo, y se rió al verme—. ¿Qué haces?

    —Hmm, veía si daba con Cay Cay. An-chan, ¿te dejaste el paraguas en casa otra vez?

    —Bueno, algún defecto tenía que tener, ¿a que sí?

    No estaba en condiciones de hacerme la fresca aunque, bueno, fresca sí que estaba. Me repasó con la mirada, meneando la cabeza, y ver que era otra vez el mismo de siempre me arrojó encima una tranquilidad inmensa.

    —Papá vino a casa, ¿sabías? —le solté de repente.

    —¿En serio? —Se le notó la ilusión y yo asentí, con la alegría contenida de una niña—. Me alegro mucho, oye. Al fin.

    —Sip, pero escucha, ¿de casualidad no traes una toalla o algo? —inquirí, desviándome a la línea de segundo.

    Kohaku me siguió, soltó una risa nasal y esculcó su maletín de pura cortesía, aunque tanto él como yo sabíamos que no iba a tener encima una puta toalla. Estaba por responderme cuando, al volver la vista al frente, reconocí a alguien y lo dejé con la palabra en la boca.

    —¡Eh, tú! —exclamé otra vez, como había hecho cuando me lo topé por primera vez, y me reí—. ¿Esto es el destino o algo?

    Lo cual aplicaba tanto a volver a verlo como a notar que él también llevaba el cabello hecho palito de agua, la verdad. Kohaku ensanchó la sonrisa y...

    —Eh, tú —repitió por la pura gracia, aunque mucho más calmado y suave.


    Lo miré como si fuera un alien.

    —¿Y tú de dónde conoces al chico de los cereales?

    —¿Chico de los cereales? —replicó, confundido, y volvió la vista hacia el castaño—. Es amigo de Cay Cay.

    me disculpas la torettizada y el tocho, me aburro mucho uwu

    y me disculpas que me haya arrastrado a Ko-chan, el niño estaba solito y me dio penita (??
     
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    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido seventeen k. gakkouer

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    La lluvia era una mierda, si me había librado un poco fue porque apenas vi la jodida oscurana sobre el cielo me detuve para ajustarme la chaqueta hasta el cuello y de milagro ponerme el casco de la moto. Ya en la academia entré sacudiéndome como un perro mojado, sin particular cuidado en la gente que tenía al lado ni nada, y bueno seguro en unos días me estaría cagando en mis muertos con un resfrío de padre y Dios nuestro.

    De cualquier forma, se veía que Akaisa seguía de mala hostia por lo del proyecto, se le notó apenas me habló para que me quitara de la fila de casilleros y solo me moví hacia los otros, echándoles el peso con algo de fuerza. Volví a zambullirme en el móvil, recorriendo el feed de Instagram de pura manía y tal, al menos fue mi intención hasta que una silueta y una voz aparecieron un poco de la nada, entre el ruido de la lluvia.

    Joder, ¿otra a la que le estorbaba? A tomar por culo.

    Despegué la espalda de los casilleros, solo para girar la cabeza y leer su nombre en la taquilla. ¿Violet Balaam? ¿Y esta de dónde había salido? No que yo fuese una mente maestra de ninguna clase, pero cuando dijo su nombre no sé si fue para presentarse o para confirmar, pero bueno, ya di por hecho que esta chica no veía un carajo y no era solo rara.

    —Balaam, sí —confirmé dejándole espacio y volví a sacudirme el agua de lluvia de encima.


    Katrina 1.png
    Ya después de haberme cambiado los zapatos escurrí la sombrilla como pude, la zambullí en el casillero y le di la última mordida a la manzana todavía con mal genio, porque de por sí vivía así. Igual me di cuenta con el rabillo del ojo que al parecer Shimizu hoy andaba estorbando más de lo normal, porque otra chica también le dijo que se hiciera a un lado.

    Suspiré, giré el cuerpo con intenciones de buscar una papelera para tirar el corazón de la manzana y fue en ese momento que vi a Aaron aparecer, acercándose a mí. Ahora que lo pensaba llevaba ya algunos días sin hablar mucho con él, ¿cierto? Pobrecillo mi cachorrito, lo tenía abandonado~ pero bueno, allí estaba, me dedicó una sonrisa y hasta me acarició el cabello. No me di cuenta, tampoco que importara ya, pero suavicé un poco los gestos.

    Morning~ —Lo saludé antes de guardarme el corazón de la manzana en una bolsa plástica que tenía en el maletín ni idea de por qué ya—. Todo bien, cariño.

    Ya con las manos libres, le eché los brazos sobre los hombros como siempre y le sonreí sin más, echándole algo de peso encima.

    —¿Y tú qué tal? Al menos eres lo suficientemente prudente para no dejarte la sombrilla en casa.


    lloro los extrañaba, permiso
     
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    Insane

    Insane Maestre Comentarista empedernido

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    Asentí ligeramente ante la confirmación del nombre, denotando por la tonalidad de la voz de que se trataba de un varón. En cuanto se apartó estiré la derecha para pasar la yema de mis dedos sobre el metal, dando después con el código para que se pudiese abrir, sino mal recordaba eran cuatro digitos, del cumpleaños de mi hermano en realidad. Giré contabilizando en la mente con la calma impresa hasta abrirse, saliendo algo de polvo dentro a lo que agaché liegaremente la cabeza. No sabía hace cuánto no lo abría, así que algo de vergüenza si me causaba el que estuviese un poco sucio. Busqué en el bolsillo de mi falda el pañuelo que solía cargar conmigo y lo pasé de aquí para allá hasta suponer que había quedado bien, entre tanto algunas gotas de agua dieron en mi espalda a lo que me tensé ligeramente.

    —¿Estás mojado? —pregunté desprendiéndome de mi mochila con parsimonia—. Tengo una toalla pequeña dentro, ¿deseas usarla?

    Apenas y estaba por abrir el cierre, en espera de que afirmación o negación, porque era consciente de que podía resfriarse, o enfermarse de algo peor que un resfrío, pero era su decisión el tomar mi ayuda o declinarla. Entre tanto caí en cuenta de que no sabía con quién hablaba, así que un poco de gracia si me causó.

    >>Disculpa... ¿tu nombre es?

    No recordaba su voz, quizá había entrado en lo que me ausenté, o sencillamente era nuevo.
     
    Última edición: 14 Julio 2021
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    Rider

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    No había manera, rebusqué entre todas las cosas en mi casillero pero estaba claro que ahí no encontraría un toalla. ¿Pero rayos habría de tener una toalla ahí? Solo yo podía ser tan imprudente para haber salido de casa sin paraguas. Aunque bueno, decir eso era más arriesgado e impreciso de lo que cabía imaginar.

    Cuando estaba por cerrar mi puerta del locker, la voz de una chica atrajo toda mi atención, sonaba enérgica y parecía que tenía facilidad para alzar el volumen. Seguidamente escuché otra voz, mucho más suave y serena, que esta vez parecía ser de un chico, llamarme de la misma manera. En un principio no fui capaz de reconocer ninguna de las dos al momento, así que mi cuerpo se tensó ligeramente mientras me daba media vuelta de manera algo abrupta, incluso pensé en alzar mis brazos, quien sabe si en un intento de plantar una pseudo pose de defensa o de levantarlos hasta arriba en señal de rendición. Pero aquello no hice falta cuando noté de quienes eran aquellas voces.

    —¿Eh? ¡Ustedes, yo los conozco! —apunte con ambos dedos índice a los chicos que se encontraban al otro lado de los casilleros— ¡La chica de la guitarra y el chico de los cereales! No, no, espera, era al revés.

    Comencé a acercarme a aquel par mientras cerraba detrás de mí la puerta mi casillero. Parecían amigables y ya era la segunda vez que los veía en la escuela, lo que menos podía hacer era saludar ¿No? Mientras avanzaba a mi ritmo logré escuchar como los dos comenzaron a cuestionarse mutuamente de donde era que me conocían, porqué vamos, ellos sabían de donde los conocía yo. Además, ese par de ojos rosas y esa melena celeste eran difíciles de olvidar.

    —En un sentido estricto, ambos están en lo correcto —comenté con una sonrisa cuando por fin estaba lo suficientemente cerca—. Soy un viejo amigo del Pelo de Fuego y también conocí a esta simpática jovencita en un supermercado hace ya varios días, cuando recién había llegado a la ciudad. Aun lo recuerdo, queríamos tomar la misma caja de cereal.

    Negué suavemente con la cabeza —¿Pero donde están mis modales? ¡Soy Aleck Graham, mucho gusto! Y si me red de información llamada 'Cay y Emily' no me falla, tú eres Annie y tú eres Kohaku ¿No? Ya los había visto un par de veces en la escuela, pero no había tenido oportunidad de venir a decir "hola". Así que...¡Hola!

    Saludé alegre con un ademan mientras un sonrisa se plantaba en mi rostros. Al menos ya teníamos más motivos para animar mi mañana.

    —Aunque es una lastima encontrarnos en un situación tan precaria. Sí el destino existe, tiene un muy peculiar sentido del humor ¿Eh? —cuestioné a la chica—. ¡Oh, cierto! De pura casualidad no tendrá alguno de ustedes una toalla que me puedan compartir, no creo que me permitan entrar al aula así. —pregunté con una risa algo apenada y sin muchas esperezas mientras rascaba mi nuca. Al menos ya no era el único con el inconveniente de la lluvia, ya podríamos buscar algo para secarnos entre todos.

    Empeizo a ver que nadie trajo sombrilla hoy (??? Y por supuesto que sea bienvenido el Ko uwu
     
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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Un poco me pareció que habíamos asustado al pobre chico, si se giró tieso como una momia, y bueno, no que fuera a culparlo. Ya estaba visto que tendía a alzar la voz sin motivo y, claramente, sin vergüenza. Por suerte nos reconoció en seguida y sonreí bien amplio, viendo que nos señalaba a ambos. Si nos hubiéramos puesto de acuerdo podríamos haber recreado ese meme de los tres spider man.

    Lo vi acercarse y asentí enérgica varias veces cuando explicó de dónde me conocía. Kohaku fue intercambiando la mirada entre ambos y apenas vi un hueco, tomé la palabra.

    —¡Sí, sí! Las almohaditas de fresa. Aún no me las terminé, ¡de hecho! —Desajusté mi mochila de un hombro para alcanzar la cremallera y saqué un tupper pequeñito, agitando su contenido frente a Aleck como si fuera un sonajero o qué sé yo—. ¡Tadá~!

    Archivé su nombre y volví a asentir cuando dijo nuestros nombres. En sí, Emi era la única que me decía Annie pero tampoco me molestaba ni parecido que Aleck también lo usara, ¡de hecho me gustaba! Si sonaba super cute y todo, era mucho más lindo que mi nombre original.

    —¡Hola! —saludé inmediatamente después que él, balanceándome sobre los talones—. Es un gusto saber tu nombre, así dejas de ser "tú" o "el chico de los cereales". Aunque ¡eh! Aleck habrá muchos, pero ¿y chicos de los cereales? ¡Seguro son menos!

    —También es un gusto, Graham-kun —murmuró Kohaku a mi lado, dedicándole una sonrisa suave.

    Pobre Ishi, había venido a dar con otro culo inquieto, me daba. Si no lo matábamos en el modesto plazo de cinco minutos ya sería un logro y todo. Cuestión que Aleck también estaba mojado, mojado como un perro... mojado, y ambos negamos con la cabeza al pedirnos una toalla.

    —¡Nada que hacerle! Estamos tontos, Aleck, y mini Ishi no ve el futuro, pero oye, diría que convirtamos en nuestra misión prioritaria super secreta conseguir unas toallas, ¿qué dices? ¡Es eso o morir de neumonía!

    —¿En la enfermería, quizá?

    Chasqueé los dedos y señalé a Kohaku, mirando luego al castaño.

    —Maravillosa idea. —Cacé a Aleck de la muñeca porque confianzuda se nace y lo jalé hacia el pasillo—. ¡Corre! ¡Corre como el viento, Tiro al blanco!

    —¡Anna! ¡Tus zapatos!

    Ah, sí.

    Lo dejé ir, soltando una risa avergonzada, y me regresé a mi casillero como una niña regañada. Kohaku meneó la cabeza y soltó el aire por la nariz, afianzando el bolso a su hombro.

    —Bueno, yo iré subiendo. Nos vemos luego, Anna. Fue un gusto, Graham-kun.

    Lo despedí con el brazo en alto mientras estaba encorvada enganchándome el talón del zapato en el pie y casi me caigo, pero equilibrio era mi segundo nombre. Acabé con el trámite, cerré el casillero y le sonreí a Aleck, mientras me preguntaba qué apodo podía ponerle. Aleck, Aleck, Aleck... ¡No se me ocurría nada!

    —Bueno, la enfermería está en el primer piso, podemos ir subiendo. —Me estiré para tocarle el pelo a la pasada y agité la mano, riendo—. Mierda que estás empapado, aunque no me ganas, ¿eh? ¡Nadie me gana en ser idiota! Es un título que defiendo con honor y orgullo, tendrás que esforzarte para robármelo. ¿Sabías que quemé una olla haciendo palomitas de maíz? ¿Y que siempre paso primero la tarjeta de la estación al revés?


    te la puedes arrastrar si quieres <3
     
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  19.  
    Amane

    Amane Equipo administrativo Comentarista destacado

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    Venga, si no sería un cachillo de pan Jackie, avergonzándose así y tapándose con la chaqueta al notar como lo inspeccionaba. Eh~ A ver, es que si me iba provocando de esa manera, ¿qué podía hacer yo? Era débil a la carne, sobre todo a la carne tan apetitosa~

    La cuestión es que luego se puso a hablar, contándome su problema, y lo escuché con toda la atención del mundo porque... pues la verdad, ni idea de por qué, quizás porque no tenía nada mejor que hacer en ese momento y ya. Si acaso noté la melena rojiza de Sasha pasando a nuestro lado porque, a ver, la chica desapercibida tampoco podía pasar, pero la ignoré porque ni me apetecía lidiar con ella y tampoco pretendía ser maleducada con Jackie~

    Poco sabía yo que quizás tendría que haber estado más atenta a la hija de puta.

    En algún momento el chico terminó de hablar y cerré los ojos un par de segundos, como si estuviese sopesando alguna respuesta o... por dónde empezar a responder, más bien. Nada de eso, sin embargo, pasó cuando volví a abrirlos. Le dediqué una sonrisa y sin previo aviso ni nada, llevé las manos a sus brazos para cambiar nuestras posiciones e ir moviéndolo para acomodarlo según me conviniese.

    —No te muevas, ¿sí~? —le pedí, con una sonrisa inocentona, antes de sacarme la hierba y el papel de liar.

    Otra cosa no, pero el tipo era un armario empotrado y posiblemente una de las pocas personas que podía utilizar para taparme de las cámaras como estaba utilizándolo a él en ese momento. A veces era un coñazo ser tan alta para los japoneses, eh~. En fin, me dediqué a hacerme un cigarro como si nada y ya sí que me quedé un rato pensativa antes de buscar de nuevo su mirada.

    >>¿No tienes el uniforme de gimnasia? Puedes usarlo mientras dejas tu ropa secándose en los baños o algo. Porque la verdad, ni idea si hay uniformes de cambio gratis en este colegio de pijos y te aseguro que nadie se trae el secador a la escuela.

    Solté una risa floja por la nariz, porque de repente la imagen me resultó hasta divertida, y retomé la tarea que había dejado pausada justo después.

    >>Mi finde bien, Jackie Chan, gracias por preguntar~ ¿Y el tuyo? Joey seguramente esté en clase ya, por cierto, si quieres buscarlo también.

    ¿La convicción para decir aquello de dónde había salido? Bueno, lo de siempre, nos conocíamos bastante bien, ¿verdad?
     
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  20.  
    Nekita

    Nekita Amo de FFL

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    Casi por costumbre bajó se encorvó un poco aprovechando que también estaba apoyado en los casilleros para que le fuera más cómodo estar apoyada en él algo más aliviado de que sus gestos se suavizaran y pudiera le sonriera de vuelta e incluso le dijera que todo estaba bien aunque pudiera tener una idea de que quizás algo si pudiera haber pasado aunque fuera algo mínimo para malhumorarla pero, no le iba a dar más vueltas si le decía lo contrario.

    —Me alegra entonces...¿tuviste un buen fin de semana? —No había estado hablando con ella o estando cerca esos días estando en su propio mundo o buscando lugares para a estar a solas así que, preguntar por su fin de semana para tratar de enterarse de lo que fuera que quisiera contarle.

    —Tengo que ser prudente... no puedo permitirme simplemente empaparme o mojar mis cosas —Por mucho que estaba convencido que los maletines podían aguantar una inesperada lluvia, no podía arriesgarse a que algún libro se arruinara —, estoy bien... en un golpe de suerte, quizás hasta me dura el buen humor todo el día aunque este lloviendo.

    Era bastante simple, tener sus mini desayuno como acostumbraba y comida luego de sentirse en crisis claramente servía para su ánimo.
     
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