Pasillo (Tercera planta)

Aceptó mi móvil sin mayor problema y, en respuesta, me entregó el suyo para que hiciese lo mismo. De primeras había pensado en mandarle un mensaje y que ya él me registrase, pero tampoco me resultaba mucho problema hacerlo de aquella manera. Seguramente lo tuve más fácil que él al encontrar la agenda de contactos y para escribir mi nombre, siendo que me guardé como Alethea Ethans sin más, y lo cierto es que no me paré a pensarlo hasta que fue demasiado tarde.

Dios, tenía que ser horrible, ¿verdad? Llegar a un país con una cultura y una escritura completamente nueva, que además tampoco se caracterizaba por su calidez hacia los extranjeros, realmente tenía que ser difícil. Ni siquiera lo pensé; estaba tan acostumbrada a que todo fuese en japonés, que olvidé que se le complicaría y ya. Tampoco iba a decir nada al respecto, digamos que en el fondo también tenía esa frialdad asiática, y simplemente cogí el móvil con una sonrisa para apuntar su nombre y guardarlo al fin.

Reanudamos la marcha no mucho después y escuché de nuevo sus preguntas, asintiendo con cierta energía a la primera aunque esperé hasta que terminase para poder contestar de forma adecuada.

—Me gusta mucho la música. Me gustaría dedicarme a ello, de hecho, y voy a un conservatorio por las tardes —expliqué, quizás con una ligera chispa de emoción en la voz, y luego negué suavemente con la cabeza—. No tengo ni idea sobre trabajos, pero no creo que tengas mucha dificultad en encontrar en alguna cafetería o tienda de conveniencia... supongo que es dónde más suelen ir a trabajar la gente de nuestra edad.

O algo así, la verdad es que mi familia era acomodada y mis padres eran tan estrictos con lo del conservatorio que ni aunque les pidiese de rodillas que me dejasen trabajar me dejarían perder el tiempo en eso, así que tendría que buscar a otra persona para ayudarle con eso.

>>Estoy en el club de danza contemporánea y quería unirme al de música ligera, pero aun no he podido ponerme en contacto con el encargado del mismo.

Y así como quien no quería la cosa, habíamos llegado a la tercera planta, y justo a tiempo. Yey~

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Si quieres contestar alguna cosa más go ahead, pero yo por mi parte no creo que pueda hacer otro post más antes de cerrar so lo dejo aquí, sowwy uwu

 

No me quise creer la mierda cuando empezó a desenvolverse, la verdad. Era para mearse de risa o llorar, porque mira que dar con gente tan caótica. Cuando Sean comenzó a montarse el teatro lo cacé al vuelo, desde la puta primera palabra, y quise hundirme allí mismo en una cueva o algo. Los hilos chirriaron, joder, se tensaron con un vicio increíble y la entrada de Hiradaira acabó por aclararme las ideas. Ni siquiera me molesté en darle una clase de respuesta al saludo de Kurosawa, era, en definitiva, parte del torbellino que quería evitar antes de que me pillara desprevenido. Sean regresó junto a mí y giré sobre mis talones sin quedarme a escuchar el discurso de la enana, si acaso busqué los ojos de Shinomiya un segundo, que conectaron con los míos y me sonrieron como si nada. Como si no hubiera un incendio a sus pies.

Putos locos.

Me piré por donde vine, sólo conservé la decencia de dejar la puerta abierta para, no sé, no ir a sellarlos allí mismo con su desastre. Aflojé la válvula de escape, si se quiere. Bajé las escaleras y me detuve tras alcanzar el pasillo del tercer piso, tomando aire profundamente. Y pensar que seguía con el puto cabrón colgado. Lo miré de soslayo, mi seriedad ya era mala hostia a secas, y comencé a recorrer el espacio con las manos hundidas en los bolsillos. Ante todo era un profesional, ¿verdad? Y enfocarme en las supuestas responsabilidades que poseía siempre había sido mi excusa para conservar la calma.

—Club de fotografía, la oficina de la directora, baños y toda la mierda. —Solté el aire por la nariz, yendo hacia las escaleras, y lo busqué de soslayo.

De pura manía, para confirmar que me siguiera o lo que sea, aunque fue girar el rostro y sentir la tensión de los hilos envolverse en torno a mis muñecas, mi garganta. Eran de acero, irrompibles y estaban tan calientes que brillaban de un rojo vicioso. Me quemaron en la puta piel.

La enana de segundo, Hiradaira, iba bajando las escaleras a velocidad y supe, joder, supe lo que se venía. Siempre lo sabía y muchas veces me cagaba en mis muertos, porque me agregaba encima una ansiedad que no podía ser sana. Me detuve, de la forma que fuera, y tomé aire para prepararme y esperar, otra vez, a que el torbellino pasara. Hiradaira dio con Sean y tuvo el cuidado de no ponerle una mano encima pero mierda, que alguien le hablara de espacio personal.

—¿Te divertiste? —masculló, se me asemejó al siseo de una serpiente y por alguna razón sentí un sabor de lo más amargo en la garganta—. ¿Ya te alegraste la mañana, eh, cabrón?

Como si fuera veneno.

Retrocedió, comenzó a rodearnos sin quitarnos la vista de encima y noté que pese al tono de voz que había usado, la respiración le corría algo irregular. Señaló a Sean con un dedo, algo en sus ojos chispeó y fue como una pequeña combustión, contenida pero aún así intensa.

—La próxima métete en tus putos asuntos, ¿va? Tus putos asuntos.

Enfatizó las últimas tres palabras y no sé cuáles habrían sido sus intenciones, si acaso habría planeado algo más allá de volcar su furia en Sean, pero se distrajo lo suficiente con la aparición de Shinomiya y me acerqué a Reece.

—Ya, vamos —murmuré, con una ligera nota apremiante impresa en mi voz.

Total que si quería quedarse a jugar me piraba solo, pero por el puro compromiso de asumir mis responsabilidades. Estábamos ubicados prácticamente al pie de las escaleras, de modo que Shinomiya, lo quisiera o no, acabó unido a la reunión de la desgracia. Aminoró el ritmo, llevaba un bento en una mano y la otra dentro del bolsillo, y nos recorrió con la mirada de lo más divertido. Acabó enfocando su atención en Hiradaira.

—Deberías cuidar mejor tu salud, Anna-chan.

—Cierra el culo.

—Yo sólo digo~

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mejor lo dejo acá por si Sean se manda más cagadas, que en definitiva no sé y no quiero asumirlo (?

 

Contenido oculto: miracle babyyy

A mitad de camino por las escaleras me alcanzó la voz de Kurosawa y me limité a sonreírme, meneando suavemente la cabeza. Habría sido interesante ver su reacción a mi ofrenda de paz, eso seguro, y tanto no se alejaba de sus fantasías, pero ahora... ah, vete a saber. Quizás acabara encargándome yo mismo de la tarea, como Teruaki-san había propuesto. No que no me apeteciera, pero siempre veía de sacarle beneficio a las mierdas desagradables y, vaya, que se me escabullera entre los dedos era una lástima. Fuera como fuera, ningún diablo me corría. Aún me lo podía pensar.

Como si alguien escapara de la Cámara.

El payasito seguía con ganas de hacer el gracioso y a mí me daba igual. Me mantuve sereno hasta que la reunión se disolvió, Anna no había reaccionado como tal. Era evidente que incluso una tonta como ella comprendería la falta de sentido en gastar saliva con alguien así, de modo que simplemente lo vio marcharse y ya. Respiré con calma y repasé el pasillo con la vista, aunque la presencia de Kasun se me pasó como un campeón. Eh, eh, qué desgracia.

Su susurro me arrojó una chispa instantánea por el cuerpo, una suerte de escalofrío mezcla de sorpresa, tensión y un par de cosas más. Recibí la voz de Zeldryck, me sonreí y deslicé la mirada hacia Anna, que nos estaba viendo bastante confundida. Por favor, no me digan que conocía a Asmodeo o iba a partirme el culo.

—Bastante bien —susurré en respuesta, no tan bajo, y esbocé una sonrisa sedosa tras recibir la intensidad de sus cuarzos. Le hablé a ella, entonces—. ¿Qué pasa, linda? Últimamente te gusta andar de voyeur, se ve.

Ahuyentarla era tan fácil como si se tratara de un zorro salvaje, la verdad. Frunció el ceño, no dijo una palabra y creo que no lo razonó mucho, sólo se precipitó hacia el primer espacio que encontró: el baño de chicas. No cerró la puerta como tal, pero la del cubículo la escuché desde mi posición y, joder, debía ser insoportable, ¿verdad? Haber por fin liberado la fuga, bañar el espacio de gas inflamable y de repente, por un capricho del destino, verte imposibilitado de redirigir el desastre. El torbellino se enredó en torno a ella, no se lo pudo arrojar a nadie más y la chispa encendió.

Boom.

Vaya, tenía que estar ahogándose.​

Puse en práctica mi habilidad para bajar interruptores, para desligarme de lo que sea que no me interesara y me giré hacia Zeldryck con suavidad, así la cría hubiera perforado el aire con una mezcla de grito, sollozo, vete a saber, que duró apenas un segundo y de no conocerla, de no haber sido ya víctima de su fuego, podría incluso haber sopesado la posibilidad de estar imaginándomelo. Ladeé la cabeza, repasando las facciones de Kasun, y solté el aire por la nariz.

—No sé, ¿quieres alguna clase de detalle~?

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qué combinación de moods diosito santo

heyo 7u7

 

La verdad era que nos movíamos por un espectro de lo más raro, es decir, me había arrastrado a Aaron a medias al desastre y tal, era una versión exageradamente light de lo que podía hacer realmente. El caso era que en esa tontería habíamos acabado por acostumbrarnos a la compañía del otro, no que nos contáramos todas las mierdas, de hecho no recordaba haber hablado nada personal con este chico desde que lo conocía, pero aún así digamos que ya éramos parte del paisaje que estaba acostumbrado a ver el otro.

Una cagada, pero nada que hacerle ya, eso lo había pensado en casa a la noche cuando el idiota quedó noqueado a mi lado.

Asentí apenas con la cabeza al comentario de las expendedoras, porque claro que era una ventaja. En realidad no era mucho de tomar té, en realidad solo se me antojaba cuando hacía frío o llovía y en invierno era posiblemente la única época del año en que bebía cosas calientes casi todos los días, aunque para tomar calor meterse un trago de cualquier cosa hacía el trago igualmente.

Giré apenas el resto cuando lo escuché hablarme y regresé la vista al frente después, pensando en su pregunta.

—Me son indiferentes creo, lo único que me fastidia de ellos es no poder salir a la azotea a fumar y bueno, que fue un día que estaba lloviendo que me encontré a Nova... Fuera de eso me dan igual supongo, como si se quiere caer el cielo. —Me encogí de hombros restándole importancia—. ¿Y a ti, cariño? ¿Te gustan?

 

Me pareció notar que mi respuesta lo había tomado desprevenido, pero aún así planeé seguir haciendo como si nada a menos que fuera Sanji quien abordara el tema con seriedad. Como toda la vida, vaya. El caso fue que lo hizo, se apartó del camino y de repente me cayó encima un revoltijo de emociones que no me apetecían. Había algo de confusión, vergüenza, molestia también. Me di cuenta que estaba a medio pelo de ponerme a la defensiva y tomé aire, manteniendo mi expresión serena adrede.

Bueno, al parecer el señor tenía sus límites morales.

En definitiva no sabía muy bien con qué coraje me hablaba de lo malo que era vender lo robado cuando inmediatamente después pasaba a la emoción de verles la cara a las víctimas, cosa que particularmente me importaba una mierda y eso lo iba descubriendo recién ahora. Que cruzaría una línea, decía, una que no me recomendaba pasar. Se echó contra la pared y me miró, quizás intentara ser suave al decirlo, quizá sólo estuviera siendo considerado y ya, pero sentirme expuesta era de lo peor que podían hacerme. Me lanzaba a impulsos estúpidos, orgullosos, me obligaba a defenderme así no hubiera amenazas. Me pasaba cuando los demás se metían en mi vida, cuando cualquiera se creía con el derecho de juzgarme y cuando la gente me miraba con lástima. Y quizá lo que hubiera en los ojos de Sanji era comprensión a secas.

Pero yo sólo veía condescendencia.

Que hablaba por experiencia, decía, y lo seguí con la mirada en lo que reiniciaba el recorrido hacia el tercer piso. Lo seguí en silencio, manteniendo la templanza hasta que acabara de hablar, y una vez arribamos a nuestro pasillo me giré hacia él. Le dediqué una sonrisa que, fuera intencional o no, lució forzada.

—Claro, luego veo qué hago~ See ya.

Fue hablar y recibir en todo el cuerpo una sensación de mierda, como el revoltijo inicial de emociones pero amplificado. La confusión me martilleó la cabeza, la vergüenza se me apretó en el pecho y la molestia, ya rayando el enojo, me bañó la piel de un escozor caliente. Ni siquiera era algo personal con Sanji, y de hecho había oído todas y cada una de sus palabras, pero torcer el brazo no solía estar en mi diccionario y me costaba darle la razón a cualquiera, así tuvieran sus puntos a favor. Y si lo hacía, me llevaba su tiempo.

Whatever.

No esperé nada para zambullirme en la 3-1 y soltar el aire de golpe. Curioso, la suavidad y calma con la que aún me movía, así me estuviera llevando el puto diablo. Qué cosas.

 

Al final acabó por seguirme, obviamente, así que solo por no dejarla matarse subiendo las escaleras relenticé los pasos para que pudiese guiarse mejor o lo que fuese o la menos tener algo de lo que tirar si hacía algún cálculo mal. Gracia me hacía, porque ahí estaba otra vez de pseudoniñero de alguien y pues ya mejor me resignaba o algo. La verdad la chica ciega era mejor que el estúpido de Altan o Usui apaleados.

—Es una escuela de niños pijos, no creo que tengan problemas con adaptarse a tus necesidades, ¿o sí?

Ya en el piso de arriba me detuve en el pasillo, hombre, tampoco me daba tanto el altruismo para dejarla en su clase. Además, ya debía haber memorizado cuál era.

—¿Hmh? Soy del corazón de Tokyo, de Shinjuku, me como una hora para llegar —respondí con sencillez—, pero tengo una moto así que no, no dependo del transporte.

Me saqué el móvil del bolsillo para revisar la hora y suspiré. Ya casi sonaba la campana y con esa lluvia, luego de haberme mojado, seguro me pegaba una siesta de Padre y Señor nuestro.

 

La risa de la muchacha a mi comentario me resultó de lo más tierna, ni idea por qué. Por regla general no era una persona que se preocupase por los demás o que les prestase demasiada atención, cosa que no era muy difícil teniendo en cuenta que no solía relacionarme mucho con otras personas tampoco. Puede que fuese un poco egoísta, de hecho no dudaba que en realidad lo fuese, pero solía preocuparme solo por mí misma y después quizás, y solo quizás, pensaría en el otro.

Me habían criado así, al fin y al cabo.

Luego conocí a Riamu, conseguí que me transfiriesen a esta Academia y... eso había cambiado un poco, ¿verdad? Por eso había aceptado ayudar a Jack con el japonés, y por eso estaba ahí, alegrándome por saber que mi comentario había contentando lo suficiente a Sakuya como para sacarle una risa. Y, a decir verdad, se sentía bien.

Asentí con la cabeza cuando dijo que iba a ser un día pesado, porque ciertamente la tormenta no iba a ayudar para nada en hacer las clases más llevaderas, y no mucho después de que aceptase mi oferta nos encaminamos hacia las escaleras para subir a la tercera planta. Sakuya era una chica de lo más tranquila y amable, así que la caminata no se me hizo en ningún momento difícil de sobrellevar.

—Espero que hayas tenido un buen fin de semana, Izayoi-san, sobre todo ahora que ya no teníamos ningún proyecto que nos lo estropease~

 

Contenido oculto: just bc big sad

Vaya manera de empezar el día, ¿no? Con el cielo cayéndose a las ocho de la mañana en plena primavera. Encima ese día había tenido que usar el transporte público, así que el aguacero me obligó a abrir la sombrilla y todo el cuento, algunas gotas me alcanzaron la cabeza antes de poder taparme bien, otras los brazos y las piernas. Eran frías que daban gusto y ya de por sí el ánimo se me había ido al traste incluso antes de que la tempestad se desatara.

En los casilleros no me detuve ni a esperar o saludar a nadie, solo me cambié los zapatos, subí directo y dejé caer el peso en el pupitre. Igual el frío no era el problema, para lo flacucha que era lo resistía con una entereza que seguro daba hasta mal rollo, pero eran los grises, la oscuridad y los relámpagos.

Al había llegado algo tarde, sin sombrilla para variar, y entró por la puerta con el pelo destilando y se pasó sus sólidos diez minutos tratando de secarse el pelo con la manga del blazer sin demasiado éxito, que estaba igual de mojada. Al final se le secó a la fuerza, ni modo.

Las clases se pasaron lentísimo, tomé apuntes a velocidad de tortuga y con cada hora la batería se me apagó más y más, tanto que cuando sonó la campana no me levanté el pupitre de inmediato. Reaccioné con la misma velocidad casi inexistente, escarbé el maletín por algunas monedas y me levanté por fin luego de metérmelas en el bolsillo de la falda.

Ya afuera le eché el peso a la ventana del pasillo y Al no tardó en aparecerse, estiró la mano para acariciarme el cabello y me dedicó una sonrisa suave, como si pretendiese decirme que entendía. Que sabía cómo me caían los días de lluvia.

—¿Qué piensas hacer en el receso, Jezzie?

—Me iba a comprar un té caliente e ir a la biblioteca, en realidad no sé. Tú deberías tomarte algo para el dolor, ¿no crees? El de la costilla, con este frío quizás lo sientas más.

—De hecho a eso iba, pero porque desperté con dolor de cabeza y la lluvia del carajo no ayudó —respondió junto a un suspiro—. ¿Me acompañas?

Negué suavemente con la cabeza.

—Veré qué hago y cualquier cosa te alcanzo más tarde, cielo, ¿está bien?

Aceptó sin más, hundió las manos en los bolsillos y se dispuso a seguir su camino, con los pasos lentos de la semana pasada.

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puro pinche relleno pero ahí queda jez al servicio de la comunidad, igual Al aunque ya como que se va yendo pa otro sitio (?

 

Asentí de nuevo con la cabeza cuando la muchacha respondió sobre su fin de semana, porque en gran medida coincidía con ella. Los fines de semana eran siempre una bendición, sobre todo cuando tenías obligaciones el resto de la semana, y yo misma había pasado uno de lo más tranquilo en casa como siempre solía. Su pregunta de después me sacó un poco de base, a decir verdad, y alcé las cejas sorprendida, un poco antes de suavizar de nuevo la expresión y ladear la cabeza.

—Solo quedarme en casa, mis padres no me dejan salir mucho en días de clase~ —respondí, sin darle mayor importancia, aunque a decir verdad tampoco solía tener con quién o qué hacer para tener planes de noche.

Antes de que pudiese añadir nada más sonó la campana y tuve que despedirme de la muchacha para dirigirme a mi aula, sin perder ninguna la tranquilidad ni la suavidad de mis pasos en ningún momento. Bueno, igual estábamos ahí al lado, ¿verdad?

Las clases pues sí que se hicieron un poco más pesadas gracias al tiempo e incluso se notó cierta pereza general en el aula, cosa que tampoco ayudó mucho a que fuese más llevadero. No me importó mucho, a decir verdad, siendo que por regla general yo me movía ya con esa lentitud por la vida. Ni siquiera cuando la campana del receso sonó hubo mucha energía por parte de los alumnos y, tenía que admitirlo, me sacó una risa el panorama porque en mi clase había gente muy hiperactiva.

Recogí mis cosas y salí del aula, sin ningún objetivo en mente realmente, cuando me percaté de la presencia de una chica apoyada en la ventana. En realidad no tenía por qué significar nada, igual los pasillos estaban llenos de gente y todos parecían desanimados en general por el tiempo, pero por algún motivo decidí acercarme a ella aun así. ¿Quizás seguía con ganas de socializar, después de todo?

>>Buenas tardes. Perdona la intromisión, ¿pero te encuentras bien?

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Rojo FireRed ahí el respondí a la niña, que anoche me fui a dormir justo después de postear JAJAJA y AAAA c'mon jezzie, let's be softballs