La verdad es que tenía que ser un coñazo, mudarse a todo un país nuevo y caer en una escuela de pijos así de la nada, lo cierto es que yo tampoco me acomodaría por completo en una simple semana. Y Japón no era un país fácil tampoco, con sus dobles estándares y todo el rollo, además de que Tokio era jodidamente enorme... pero seguro que se las apañaban bien, al final todo era cuestión de tiempo y costumbre. El chico aceptó un caramelo, cosa que me sacó una sonrisa más genuina, y moví la mano para quitarle importancia al asunto antes de volver a guardarme la bolsita donde antes. Moví el el caramelo de lado a lado al volver a mirarlo y le dirigí una mirada de soslayo al aparato, que se había quedado en la mesa, cuando me preguntó que hacía en el móvil. —Quizás~ También podía haber estado revisando mis mensaje, no sé. En gran medida me daba bastante igual que supiese lo que estaba haciendo, tampoco era secreto de Estado, pero simplemente no sería yo si no hiciese un pco de teatro por todo. Sea como fuere, acabó captando mi interés con el siguiente comentario y entorné ligeramente la mirada, cruzándome de piernas en el proceso, mientras lo repasaba con la vista. >>¿En serio? Te hacía más de desvestir que de vestir, pero supongo que tonta yo~ —me di un golpecito en la cabeza, para acompañar la broma, antes de echar los brazos hacia atrás y apoyar ambas manos sobre el pupitre—. A ver... me tienes que dar una probada de tus servicios, algún mini-consejo o algo, para ver si me merece la pena pagar por los mismos, Sunsun~
La mierda del dichoso tour me estuvo dando vueltas en la cabeza un rato al iniciar las clases, después me distraje con otras cosas. De a ratos recordaba ciertos fragmentos de la cena en casa de mis padres, de la conversación con Kohaku y el momento en que se fue. No que fuera ninguna mierda tope dramática, pero la imagen de su espalda me había quedado pegada a la retina. Con respecto a lo demás, ver a Aya me regresó una buena cuota de felicidad, papá se mantuvo decente y, Dios, mamá estaba tan contenta. No podía salir indemne de esas mierdas. Me había olvidado del tour, pero el último rato antes del receso la mierda regresó con fuerza. Nada que fuera a externalizar, claro, pero estaba ahí. Con la campana me dispuse a acomodar mis cosas sin perder detalle de los alrededores por el rabillo, y así noté de inmediato cuando el chico nuevo comenzó a acercarse. Lo esperé siguiendo a lo mío, ¿qué más iba a hacer? Se acuclilló junto a mi pupitre, su rostro apareció tras guardar una libreta y repasé el azul de sus ojos. Nos parecíamos y todo, creía yo. Asentí al pronunciar mi apellido, con la seriedad de toda la vida, y me encogí de hombros. Solté el aire a medida que me incorporaba y hundí la mano en el bolsillo, desbloqueando el móvil para enviarle un mensaje rápido a Aya. Me ha tocado ayudar a un chico nuevo hoy Almuerza sin mí Me cagaba un poco en mis muertos, de verdad, pero tampoco me parecía la mejor idea del mundo ser una cucharada de moco andante. Ya había rechazado a Akaisa el otro día y luego tuve que comer mierda, mejor evitar esa clase de incidentes. Sólo era un estúpido recorrido por la escuela, al fin y al cabo. —Bueno, puedo mostrarte la azotea y luego ir bajando o podemos partir de aquí, ir directamente a planta baja, lo que prefieras. —Las opciones las di en el tono plano que usaba siempre, no denotaba molestia ni hastío pero vaya, tampoco era precisamente amable. Posé mis ojos sobre él—. Tú decides.
Jugué con el palito de la paleta entre mi dedo pulgar e índice, haciendo girar el caramelo en mi boca un poco en lo que ella cruzaba una pierna sobre la otra, si es que estaba lo más de entretenido con ella pese a no perder la presencia de Sean en el salón de clase. El cabroncito se había hacercado a un pobre animal que probablemente había sido el designado a guiarlo. Bueno, al menos no tendría que vigilarlo ni nada, ya bastante tenía con lo de la mañana. —Qué cosas dices Ri-chan —murmuré travieso, mirándola entre las pestañas—. ¿Una muestra gratuita de mis conocimientos? Si estás hecha toda una chica de negocios~ Me saqué el móvil del bolsillo, abriendo instagram para deslizar el pulgar por la pantalla táctil en lo que llegaba a una página que seguía hace no sé cuánto tiempo. —Hay que empezar desde el principio, así que iniciemos por la ropa interior —le mostré los dientes en una sonrisa filosa de lo más cagada—. A que este color te quedaría de maravilla, si llegas a ponerte algo así en las citas programadas puedes enviarme una foto, así le doy el visto bueno antes de que salgas —tonteé mostrándole el móvil sin moverme aún de mi punto de apoyo. Bloqueé el móvil en cuando me aseguré que había visto la imagen. >>¿Qué dices? ¿Me contratas para sugerirte el oufit completo?~ Si es que dudaba dejar de ser un mal educado de mierda. Contenido oculto: (?)
Ni siquiera había tenido que pasar demasiado tiempo para que notara lo seco y serio que era ese chico. Tan siquiera se daba la idea de que no le hiciera una conversación demasiado interesante, tan solo lo justo y necesario seguro para terminar con todo lo más rápido posible como un posible guía de museo que ya hasta parecía ser parte del mismo edificio por lo monótono de su voz, ya ni siquiera podía fingir algo de vida ni cuando le había dado la oportunidad de librarse de eso pero mínimo le había dado opciones. Y una de esas era una opción le había despertado una extraña y divertida nostalgia. —Me gusta la primera oferta, iniciar desde la azotea y seguir nuestro camino hacia abajo —Amplió su sonrisa un poco más aunque dudaba que eso le fuera a mover algo al chico en general y se reincorporó, llevando sus manos tras su espalda —, te sigo entonces, Sugawara.
Me sonreí con un orgullo de lo más tonto al escucharlo halagarme así, casi como si fuese una niña pequeña a la que le acababan de felicitar por una buena nota o algo por el estilo, aun cuando no había que ser muy listo para saber que las intenciones de sus palabras nada tendrían que ver con eso. Tampoco era ningún problema, digamos que conseguía también su objetivo aunque no lo demostrase. Tenía que admitir, eso sí, que la mención a la ropa interior me había tomado un poco desprevenida y hasta abrí un poco los ojos presa de la sorpresa, viéndolo encender su móvil para seguramente buscar eso mismo. Sí, claro que ya había visto lo descarado que podía ser en la fiesta y tampoco podía tener pudor con alguien que ya me había visto sin ropa, pero estaba borracha y algo colocada aquella noche, no se me podía pedir mucho. Igual fue cosa de nada, la curiosidad por ver qué mierdas me enseñaría acabó ganando y solté el aire por la nariz al recibir la imagen, ladeando un poco la cabeza. Así de la nada recordé lo que Lena me había dicho antes de la mascarada, que el blanco me quedaría bien, y un poco de gracia me hizo que el tipo aquí presente hubiese tenido la misma idea. Es decir, que ya había quedado más que visto que razón tenían, pero era igualmente gracioso. Y que me perdonase Dios, pero de repente la idea de llevar la ropa interior que Kasun me hubiese aconsejado para una cita con Kou me tentaba de sobremanera. —Quizás lo haga, lo de mandarte fotos para que me des el visto bueno~ Y, ¿quién sabía? Quizás podía pedirle consejos de fotografía a Joey, para saber qué ángulo o que iluminación me hacía ver mejor, por ejemplo, o qué postura. Pensaba yo que no pondría muchas quejas al respecto, sobre todo si le enviaba ejemplos gráficos, ¿verdad? >>Venga, te contrato~ —acepté finalmente, melosa, y extendí el brazo hacia él para cerrar el trato con un apretón de manos bien profesional—. ¿Cuáles son tus honorarios, Sunsun? Contenido oculto sorry por tardar, que he tenido un examen y me quemó las neuronas, pero ya estoy libre uwu
Si la chica era una ternura, porque mira que conseguir esa sonrisa con un comentario tan trivial como ese me incitaba a irle soltando anotaciones como esa solo para llenarle el orgullo, y de paso sentir satisfacción por ahí derecho en lo que conseguía un poco de atención de su parte, ya que estaba tan ocupada estos días ni modo, a posponerlo, si a la final era un cabrón que con cosas por hacer hoy en la noche y el fin de semana le estaba poniendo el ojo a la girl pink. En cuanto abrió los ojos se me acentuó la sonrisa cagada en el rostro. Venga bonita, sorprendida tan rápido. Poco sabía yo que la cita era precisamente con el principito, me imaginaba no sé, cualquier otro imbécil invitándola a salir, pero en caso de que me llegase a enterar o algo me cagaría de la risa, porque vamos, si sería tentador enviarla vestida para que el otro cabrón la desvistiera~ suponiendo que fuese a pasar algo, claro. —Estaré atento al móvil entonces —se lo extendí de nuevo para que me dejase su número de teléfono—. Siéntete libre de enviarme las fotos a la hora que quieras, Ri-chan~ Me despegué apenas del pupitre en lo que ésta extendía la mano, y sin dudar un carajo estreché la mía con la suya, cerrando el contrato. —Suponiendo que saldrás de hoy en la noche, o el sábado, o ambos~ Uy, pero que solicitada ahora que lo recapitulo —pestañeé con parsimonia pese a la burla impresa en mi voz—. Escríbeme en lo que te estás vistiendo y eso, yo saco tiempo, ya sabes, soy un buen trabajador. Entre tanto mordí la paleta de fresa para jugar con el palito entre los dedos ya a la altura de mi cintura, sin desprender el ámbar sobre sus cuarzos. >>Por cierto, ¿de qué sabor es el dulce que te estás comiendo?
Dudaba enormemente que alguien como él fuese a estar un sábado por la tarde-noche atento del teléfono por si llegaban o no unas fotos, que posiblemente tampoco estarían a a altura de lo que estuviese pensando, pero tampoco iba a ser quien le quitase magia al asunto así que simplemente cogí su móvil para agendarme antes de devolvérselo con una sonrisa y asintiendo con la cabeza. Para la gracia, me guardé como 'Ri-chan' y el emoji de un caramelito, ya que me dio la libertad de hacerlo. Aceptó mi mano y yo acompañé el movimiento con un asentimiento de cabeza, completamente seria para seguir en el papel, para recuperar la sonrisa apenas un segundo después. Solté una risilla al escuchar su comentario, negando ligeramente con la cabeza, y en un impulso de confianza le di un golpecito en el brazo, pseudo-indignada. —Solo voy a quedar mañana, tonto. Pero lo tendré en cuenta, te escribiré sin falta~ Seguí el movimiento de su mano después y recordé el caramelo que había estado comiéndome de manera inconsciente en cuanto él lo nombró, sacándome una sonrisilla divertida ante la pregunta. >>Limón. ¿Acaso quieres probarlo~?
Le seguí la risa algo más ronca en lo que me daba el golpecito, relajando los hombrso en demasía por ahí derecho. Charlar con esta chica si que era entretenido, a ver si comenzaba a pasarme más seguido por el salón de mi hermano a visitarla, claro~ Un poco si me causó gracia el que tuviese planes solo para un día, porque de seguro sino tuviese yo algo que hacer el sábado le hubiese dicho que nos fuesemos por ahí a dar una vuelta. No sé, el cine, escogerle el oufit con falda y molestarla en el auto, no estaba nada mal. ¿Imaginando a Ri-chan en mitad del viernes? Pff, un vicioso de mierda es lo que era. —Si andas generosa para compartirme el que tienes en la boca, claro. Enterré las manos en los bolsillos, entornando la mirada. >>Puede ser la mitad del pago por escogerte el oufit, linda~
Solté otra risa floja por la nariz, porque es el que cabrón lo tenía escrito por toda la cara y de ahí que le hubiese preguntado al respecto. No tenía ningún problema en hacerlo desde el principio, eso estaba más que claro, pero igual me hizo un poco de gracia la tontería que soltó después y que seguía el hilo de la tontería de la ropa. —Anda, pues me vas a salir más barato de lo esperado~ —solté, un poco porque sí, y le eché un vistazo rápido a la clase antes de volver a centrarme en él. Estiré el brazo hasta alcanzar su nuca y lo atraje hasta mi posición, en un movimiento lento, hasta encontrar sus labios. Tonta sería si no decidiese aprovechar la situación, claro, y estuve un buen rato jugando con su lengua y prácticamente comiéndole la boca antes de dignarme finalmente a pasarle lo que quedase del caramelo. >>¿Se ha realizado correctamente el pago, cielo~? —susurré contra sus labios, apenas habiéndome separado unos milímetros en realidad.
Asentí apenas a lo de que le salía barato y todo, aunque solo era la mitad del pago, claro, la otra parte venía luego de que le sugiriera qué ponerse dicho día. Eran negocios, ¿no? La chispa se me coló por los ojos al verla dar un vistazo general por el aula, a mi me importaba un culo que estuviese su mismisímo profesor, pero venga, que quizá la pink girl tenía otro tipo de perspectiva. Vete a saber. Sentí su tacto y seguí su guía anulando el espacio entre ambos, ladeando la cabeza al ritmo que me marcaba, lento de por sí. En cuanto sus labios dieron con los míos la dejé colarse dentro, deslizando la izquierda por su cintura para fundir mis dedos en su cadera, deslizándome dentro de su cavidad pese a no ser el brusco de mierda que podía ser, hasta el final claro, en el que le mordí el labio inferior con maña al sentir el limón en mi boca. —La mitad de la cuenta está saldada —respondí dejando caer la mano en mi costado, no sin antes acariciar con el dorso su muslo—. A ver cuándo me dedicas un poco de tiempo, Ri-chan~ Mordí lo que quedaba del caramelo en lo que notaba de soslayo por la puerta el pasar del principito. Pero mira nada más. —Te veo la otra semana, y suerte en tu cita —me alejé volviendo la izquierda al bolsillo, echándome a caminar para mirarla sobre el hombro una última vez, atravesando el amrco de la puerta después—. Ricos dulces~
Obviamente el cabrón aflojó el cuerpo para permitirme presionarlo contra mí, si al fin y al cabo aquella estupidez había sido su idea, y me dejó hacer con una facilidad ridícula hasta el final, que aprovechó el tener que separarnos para morderme el labio inferior. Había sentido también su mano pasando por la cintura hasta alcanzar a presionarse contra mis caderas y de repente un escalofrío me recorrió la espalda, porque el cerebro decidió mandarme ciertas imágenes y sensaciones de la noche del sábado y, bueno, era una chica bastante débil. Igual acabé por sonreírme cuando nos separamos, escuchando que parte de la deuda había sido saldada, y simplemente me pasé la lengua por los labios mientras sentía el roce de su dorso sobre el muslo. A ver, si no sería un poco cabrón haciéndome eso después de un beso tan lindo y sabiendo que eso sería todo por el día, como para regañarle o algo~ Noté la mirada de soslayo que le echó a la puerta, tampoco podía disimularlo teniendo en cuenta que estábamos tan cerca, y la seguí un poco por inercia hasta acabar sacándome una risa floja por la nariz cuando distinguí lo que había llamado su atención. ¿Que le dedicase un poco de tiempo decía? Pero si parecía que tenía hormigas en el culo, de puro milagro conseguiría tenerlo atento a mí más de dos minutos. Bah, por el momento no importaba mucho. Así fuesen dos minutos seguro que serían divertidos así que me valía. Me despedí de él con la mano en lo que salía por el marco de la puerta y, a ver, el bichito de la curiosidad me picó por ver qué se montaban esos dos de nuevo. Pero bueno, andar de voyeur en la academia todavía no andaba entre mis planes e igual tenía mejores cosas en las que pensar, así que me dejé caer hacia atrás en la mesa mientras desbloqueaba el móvil para continuar con la tarea que había querido antes. A ver... ¿cómo era que se llamaba la página que me acababa de enseñar Zeld~? Contenido oculto Relleno porque no podía dejar a ri-chan sin reaccionar a una comidota de boca, no me hagan caso (?)
Probablemente se le había olvidado por completo qué había sido un día lluvioso justo lo qué le llevó a conocer aquel felino y al mismo tiempo le llegó el drama de aquellas chiquillas de primero que simplemente parecían que iban a morir si no se les daba lo que querían allí mismo robándose casi toda la ternura qué le había causado estar con Nova solo por andarlo frustrando con tanta insistencia. Pero fuera de eso, tampoco es que sintiera que tenía una respuesta tan concreta como lo tenía Katrina. Desvío su mirada hacia la ventana qué había en el aula unos segundos como si ver la lluvía caer pudiera ayudarlo a definir una respuesta qué sintiera válida para no responder un simple "no estoy seguro" y si llegaba a hacerlo, tan siquiera complementar el por qué de ese sentimiento. Normalmente se la vivía dentro de cuatro paredes, los institutos donde había crecido, los hogares transitorios, la casa hogar y la gran rutina de la cual no salía incluso aunque ya no viviera bajo el techo de los Yume así que, realmente no habría algo que pudiera molestarlo en la superficie. Solo pequeños detalles que le parecían importantes. —Creo que realmente no me gustan—murmuró todavía un poco dentro de su hilo de pensamientos, suspirando con levedad—, de por sí creo que no suelo hacer demasiadas cosas en el día y la lluvía hace que haga mucho menos por todo lo inaccesibles que se vuelven las cosas cuándo está así el clima, todo se llena y salir con paraguas es incómodo. De niño le impedía salir al patio que tenia el instituto y esconderse para tener un tiempo de paz lejos de todos los niños que mantenían allí, hacia imposible la tarea de alimentar a los gatos de por allí o su casa hogar con las cosas que le sobraban ya fuera porque ellos no saldrían o se bloqueaban las puertas y si caían en fin de semana aseguraba que los Yume tuvieran casa llena haciendo que estuviera tenso todo el día. —Y ahora se suma a la lista de que Nova se quedó atrapado en la lluvia... —Dejó su maletín en su asiento antes de seguir con la caminata hacia el lugar de Katrina para esperar a que sonara el timbre allí y encaminarse a su lugar nuevamente—, me gustan más los días nevados aunque casi sea lo mismo que la lluvia.
Vi que cuando le regresé la pregunta Aaron miró la ventana, casi como si le preguntara a la misma lluvia si debía agradarle o no y a lo mucho se me ocurrió pensar que el chico no estaba seguro. En realidad era posible que mucha gente tuviera sentimientos que no se molestaba en definir respecto a la lluvia, total hacía que andar en la calle fuese un tedio y para disfrutarla o jugabas bajo el aguacero como un crío o te sentabas a mirarla desde una ventana. Creo que realmente no me gustan. Parpadeé un par de veces, un poco fuera de base, y pensé que no lo decía solo por la incomodidad por alguna razón. En sí Aaron era un poco extraño, sabía que había cosas que no sabía y posiblemente no sabría nunca, porque no me detenía a preguntar ni una mierda. Solo, no sé, de repente pensé que ojalá no estuviese lloviendo y ya. —Bueno, al menos ahora Nova tiene una casa y no tiene que llevar lluvia —comenté para atar la conversación a algo y luego de haber dejado ir su brazo apoyé la cadera en mi pupitre—. Nieve entonces... Los días nevados son bonitos sí, pero joder con el frío. Ya casi debía sonar la campana, ¿no? A ver, si no se dormía la mitad de la clase con este clima sería un milagro.
Sonrió casi en automático cuando la volvió a escuchar hablar sobre Nova y qué ya tenía una casa y por ende ya no iba nunca qué tener qué estar en la lluvia y le parecía el mejor concepto cambiar de un día para otro el mundo de un pequeño felino sabiendo qué podrías conservarlo y darle todo lo que necesitaba y no sería ignorado o correría peligro. Además apreciaba a Katrina así que seguiría pensando seguro por siempre qué había tenido suerte el pequeño Nova. —Tienes razón, ganó un hogar y tú una compañía. Y quizás fuera su buen humor u otras cosas que no fuera capaz de descifrar sumado al hecho de que sabía no faltaba demasiado para que el timbre sonara, se acercó lo suficiente para poder plantar un beso sobre su frente por unos segundos antes de simplemente darle su espacio nuevamente. —Pero eso se soluciona fácil con un kotatsu, abrigo y compañía... Así que solo queda algo bonito —Hablaba como si realmente hubiera tenido la oportunidad de tener todo eso cuando nevaba solo para defender su punto aunque no fuera realmente necesario —. Así que la nieve gana~ Acarició brevemente su cabello y con un pequeño movimiento de cabeza se "despidió" para irse a su asiento a esperar que las clases iniciaran.
Bueno, lo hecho estaba hecho, y ya no había mucho que pudiese hacer al respecto, ¿verdad? Sobre todo estando ya a medio camino de la planta de los de tercero. Si daba media vuelta en ese momento, ¡quedaría como una cobarde o algo por el estilo! Y yo no era ninguna cobarde... o intentaba no serlo, al menos. Tenía que admitir que un poquito nerviosa sí que estaba, sobre todo lo sentí cuando puse un pie dentro del aula que había estado buscando, y en realidad ni siquiera sabía por qué si no pretendía hacer nada que no hubiésemos hecho otras veces. Bueno, sí que quería regañarlo por no haberse cuidado como le dije a Haru aquella vez, y claro que ahora estaba todo el asunto de su hermana que yo sabía pero que tenía que disimular de alguna manera porque no se suponía que lo supiese. Estaba todo eso sí, pero al final del día daba igual porque... seguía siendo Kohaku, y seguía apreciándole igual que antes, así que realmente no tenía ningún motivo para estar nerviosa. Me acerqué a su pupitre con una expresión suave y, un poquito de la nada, coloqué una caja de bento sobre su cabeza para llamar su atención. Me incliné hacia un lado justo después, notando como la melena se deslizaba hacia el vacío en lo que buscaba su mirada, y le dediqué una sonrisa de ojos cerrados. —¿Te apetece desafiar la ley y colarnos en el invernadero a pesar de la lluvia o prefieres jugar sobre seguro, senpai~? —pregunté, bajando un poquito la voz como si fuese un tema super confidencial, y abrí los ojos cuando terminé de hablar, esperando por su respuesta. Contenido oculto Gigi Blanche HOLA BABY
El fin de semana en casa había sido tranquilo, la verdad. Conocía a mi familia, sabía que no eran de desplomarse y que el estado de ánimo general muy seguramente se renovaría para el sábado. Lo sabía, la verdad, sólo había querido evitar los días previos, esos donde la tormenta parecía cernirse lenta y constantemente sobre nuestras cabezas. Pero ya todo iba para mejor. El viernes, cuando volví a casa, estaban bebiendo té en la sala y mamá me sonrió. Claro que noté la tristeza en su mirada, pero también había paz y eso me alivió. —¿La encontraste, Ko? —fue todo lo que me preguntó. Y yo sólo asentí. Ya después todo volvió a la normalidad. Para el sábado la fiebre amainó, el domingo amanecí sin dolor de garganta y el lunes... El lunes se estaba cayendo el cielo. Suspiré, observando la lluvia por la ventana de la cocina, y la abuela apareció con un abrigo gigante, bufanda y paraguas, avisándome que papá me llevaría a la escuela. Y sin peros. Me dejé hacer con bastante docilidad, ni que fuera a negar un aventón, y ya en los casilleros me encontré a Anna. Me alegró mucho verla animada y, lo que más, que me tratara totalmente normal. A veces esa tonta daba en la tecla probablemente sin darse cuenta de nada. Luego subí a mi clase y Haru llegó tarde, así que me quedó hablar con él cuando sonara la campana del receso. —¡Haru! —exclamé apremiante, aún atrapado entre mis cosas al ver que el chico casi se me escapaba. Haru se detuvo, volvió el rostro hacia mí y se acercó sin mayor problema, con ambas manos a los bolsillos. Llevaba encima la seriedad de toda la vida, aunque noté cómo me escaneó el semblante. —Te ves bien —destacó, en tono plano. Mantuve la sonrisa, inmune a todo, y asentí de hecho bastante animado. —Sip —concedí, cerrando los ojos un breve instante, y luego suavicé la voz al regresar a sus ojos. De veras eran como dos fragmentos de hielo limpio—. Quería agradecerte por todo, Haru, y por haber sido tremendo incordio. No tenías qué y sin embargo te ocupaste. El muchacho parpadeó, desvió la mirada y se encogió de hombros. A veces incluso a mí me costaba leerlo, pero sabía que no estaba molesto y con eso me bastaba. —No fue molestia, pero tampoco te acostumbres. Mi piso no es el hotel de nadie. —Sí, sí —murmuré, riendo suavemente, y alcé ambas manos en señal de rendición—. Tranquilo, no soy de hacer esas cosas. Sólo tuviste mala suerte. ¿Vas a comer con tu hermana? Volvió a encogerse de hombros y exhaló por la nariz. —Ni idea, no he hablado con ella. —Estuvo por completar la idea, pero notó que desviaba mi atención hacia la puerta y comprendió la situación al vuelo, justo como yo—. Como sea, hablamos luego. Ambos habíamos visto a Emily y, bueno, dos más dos, ¿no? Podría haberlo invitado, pero él se atajó de antemano para apartarse y yo no era de andar forzando a la gente para nada, de modo que le sonreí y lo dejé irse. Me limité a seguir recogiendo mis cosas y en cuanto sentí el peso de una caja sobre mi cabeza pestañeé, alzando las cejas. El rostro de Emily no tardó en aparecer en mi campo de visión, acompañado de la cascada chocolate, y le sonreí con genuina alegría. Se sentía bien volver a verlos a todos. —Yo creo que eso no se pregunta, ¿o sí? —murmuré en el mismo tono que había usado ella de pura inercia, y me puse de pie para mostrarle todo lo que me había obligado a traer la abuela—. Pero vas a tener que esperarme que me envuelva como fiambre, que si vuelvo a enfermarme mi abuela me matará. Contenido oculto woah estoy super duper ultra soft Te lo puedes arrastrar, emi-chan uwuwuwu
Busqué en mi mochila el llavero que recién había comprado, cambiando las llaves en lo que los estudiantes se retiraban del aula. En cuanto terminé pestañeé con algo de cansancio impreso, levantándome del pupitre en lo que me colgaba la mochila. Un poco quería cerciorarme de que todo hubiese quedado claro, así que procedí a ubicarlo con la mirada sin complicaciones. —Hola —le saludé pestañeando con parsimonía. Me pregunté en algún momento si el chico a la final había firmado, o no lo había hecho. Bueno, de ser lo segundo volvería a lo anterior en mi vida y ya estaba, no es como si fuese a quedarme pensando en ello eternamente. —¿Firmaste el contrato? Contenido oculto Yáahl <3
Una vez que el timbre gritó, salvándonos del suplicio de las clases y despertándome de mi estado de seminconsciencia, miré para todos lados por el aula. En cuanto divisé a mi objetivo, me levanté con parsimonia, y fui caminando hacia el banco de Lena, apoyando mi cintura en el mismo. Le dediqué una sonrisa y la miré por encima. — Bueno, supongo que por tu expresión, lograste conseguir lo que querías. Déjame decirte, lo del registro de alumnos fue una muy buena mentira, la verdad. Estuviste muy bien, muy rápida. Esa es la velocidad que vas a necesitar practicar. Eso sí, hace falta soltarse un poco más. Vamos a tener que hacer ejercicios de soltura, y respiración también. Estás demasiado tensa, querida —me incorporé de su banco, y me puse las manos en los bolsillos.— Aunque si fallabas, obviamente, había un plan de contingencia. Puedes revisar tus bolsillos. Luego de que se diera cuenta del mazo que había allí, le guiñé un ojo, tomé mi mochila, y me dirigí hacia la puerta. La miré por encima del hombro. — Bueno, ¿vamos? Estabas ansiosa por aprender un truco, y voy a enseñarte uno sencillo. ¿Quieres almorzar en la azotea? Pienso que sería mejor para ti que no estés rodeada de gente y ruidos, como en el comedor. O cualquier otro lugar tranquilo funciona. Y no hace falta que lo pienses como un almuerzo, si todavía me sigues odiando. Son simples clases en el horario de la comida. Le guiñé otro ojo, con una sonrisa radiante, y la esperé en el marco de la puerta. >> ¿Vamos, mi Jack?
Entre toda la mierda de la semana tan siquiera había podido liberar tensiones con la rubita divertida del instituto, que no era que me hubiese parado a pensarlo ni una mierda, pero falta sí que hacía. A ver, se tenían necesidades básicas en la vida y eso, sin dudas, pasaba que uno de imbécil luego se entretenía con las estupideces de otros y tal. Que primero el corderito dando por culo con sus dramas existenciales, que luego Kurosawa siendo impulsiva que te cagas, que antes Sonnen medio muerto. Al final me hubiese dado un venazo hasta a mí, si seguía tirando cuerdas sin soltar algunas otras. Al llegar a casa obviamente me tuve que poner a secar el desastre que habían dejado las putas goteras, ni modo, y ya por entonces ni me dio por pensar que podía enfermarme por la empapada que me había llevado en la mañana. Me llevó su rato y todavía en la mañana habían cosas secando en la mesa de la cocina. Los enanos preguntaron si Sonnen no iba a volver a pasar por casa, cosa que me sorprendió genuinamente, y me encogí de hombros porque lo veía improbable. No podía imaginarme al otro haciendo conversación con ese par, pero oye, qué coño sabía yo. Que hablando de Altan le había tenido que pedir que me explicara el jodido contrato de Allen, que parecía escrito en runas o algo. Una vez traducido a la lengua de los mortales lo imprimí, lo firmé y lo metí entre los cuadernos de turno para que no fuese a quedarse en casa. De cualquier forma, cuando sonó la campana Allen no tardó en aparecerse y preguntar por el papel así que los saqué de dónde los había metido y los coloqué sobre mi pupitre en lo que me levantaba. Pobre desgraciada, ni la había saludado como tal, pero bueno ya debía hacerse una idea de cuáles eran mis modos y no se lo iría a tomar personal. —Lo firmé, sí —respondí entonces sin complicación—. Estuvo medio complejo para mi neurona, pero al final me ayudaron y pues aquí está tu papel.
Después de recuperar el mazo de los cojones y de soltar una nueva amenaza de muerte el día se sucedió con la tediosa normalidad de siempre. Cuando el timbre sonó, sin embargo, no tardé en reconocer la sombra anaranjada dirigiéndose hacia mi mesa. Si las miradas matasen, Sanji estaría enterrado cien metros bajo tierra. —¿En qué momento tu estúpida magia pasó a ser un curso intensivo de pickpokering? —le reproché desde abajo, irritada—. No voy a entrenar mi velocidad porque no va a haber una segunda vez, ¿me oyes? ¡Y no estoy tensa, idiota! Sí bueno, difícil de creer de cualquier forma. Chasqueé la lengua, molesta, levantándome de mi asiento para coger mi almuerzo, y rodé los ojos al escucharle mencionar algo acerca de un plan de contingencia. ¿Qué...? Mi mano notó una superficie rectangular en el bolsillo, y fulminé a Sanji con la mirada. Me faltó un segundo, uno solo para lanzarle el mazo a la cara, pero logré contenerme a tiempo. —Da gracias a que no puedo cometer más infracciones —bufé al pasar por su lado, digna, encaminándome hacia la azotea sin siquieta esperarle. Para su velocidad habitual no supondría un problema—. Mueve el culo antes de que más gente se adelante. Podía aparentar estar frustrada, pero no podía disimular el hecho de que me interesaba conocer ese supuesto truco. Suponía que en el fomdo era más fácil de convencer de lo que imaginaba.