Pasillo (Tercera planta)

Tema en 'Tercera planta' iniciado por Yugen, 9 Abril 2020.

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    Insane

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    En cuanto la chica tomó las gradas fue casi que un aire fresco que sentí por el jodido cuerpo. Si algo detestaba más que la existencia de las personas era el no saber las malditas intenciones, como si me apeteciera siquiera lidiar con la diversión que querían sacarse a costillas de otro. Que les dieran. Me recosté contra el barandal del ascensor con la mirada pérdida en los pisos que marcaba, gruñendo al notar que más rápido se movía mi difunta abuela que esa mierda de aparato.

    Moví el pie izquierdo a un ritmo determinado, rememorando música en mi cabeza.

    Fue entonces que el sonar del pitido anunció que había llegado a mi destino y las puertas de mierda se abrieron después de mil años ahí dentro. En cuanto salí di de lleno con el rubí de sus ojos que podía usar hasta de espejo, a lo que moví la cabeza como quién pregunta que jodida mierda quiere. Y entonces el comentario de las coincidencias... la chica esta iba a tercero, como yo. Vaya suerte de mierda.

    Pff, la plática no se me da, blondie —solté así no más como sino fuese obvio, pasando por su lado para caminar por el pasillo y adentrarme en mi salón de clase.
     
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    ¿Sobre sándwich? La idea de imaginarme aquí al chico componiendo una canción basada en un alimento se me antojó graciosa, de seguro en algún momento le preguntaría si la compuso porque así lo quiso o hubo alguien que se lo pidió, aunque podía inclinarme por lo primero en definitiva, al menos por ahora.

    —En definitiva me gustaría escuchar lo que sueles componer, a ver si un día tienes tiempo y me enseñas un poco.

    Continué el paso tras él por las escaleras mientras observaba de forma distraída por las ventanas, como solía hacer. Era extraño, las ventanas solían gustarme en demasía, como si tuviesen la simbología de la libertad al abrirlas, sentir el viento sacudirme los cabellos, el sol bañándome la piel, o la lluvia en su defecto humedeciéndome la dermis.

    —Ni idea —ladeé ligeramente la cabeza—, solo he comprado ahí dos veces, ya que tampoco llevo mucho por acá —ya en el primer pasillo escuché su siguiente pregunta—. Uno de kickboxing —comenté risueño—, mi gemelo lo abrió hace poco y eso. Ah, de seguro te lo presento en algún momento, Bell.

    Ya en el tercer piso le señalé su salón de clase que quedaba al lado contrario del mío.

    —Te veo luego —la mostré los dientes en una sonrisa amplia—, no dudes en buscarme cuando no sepas algo, seguramente yo tampoco lo sepa pero algo hacemos para solucionar, hermano.

    Me di vuelta echándome a caminar hasta mi salón de clase, bostezando nuevamente con los párpados pesados.
     
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    Gigi Blanche

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    Solté una risa breve y me encogí de hombros a lo de que me habría hecho descuento. Ni modo, igual en casa ahorrábamos como unos obsesos y si acaso me permitía de vez en cuando unos dulces o algún zumo extra. Ahora las cosas se habían estabilizado bastante, pero el recuerdo de los meses donde cada noche temíamos no llegar a fin de mes seguía palpitando con la fuerza suficiente para volvernos unos tacaños de mierda. Cosas de la vida, suponía.

    Se me ocurrió asentir con vehemencia a lo que dijo el rubio, porque así proclamara no ser muy listo le había atinado a la frase y siempre me gustaba, qué sé yo, hacerle saber a la gente cuando acertaba o hacía las cosas bien. Lo repetía siempre con los niños, cuando rompían bien los huevos sin que quedaran pedacitos de cáscara en la clara, cuando coloreaban sin salirse de los bordes o cuando decoraban bonitas las galletas. Ni hablar cuando se iluminaban y tendían sus camas. Refuerzo positivo, ¿no?

    Bueno, ninguno ubicaba a la rubia de nada y yo quizá tuviera más chance de identificarla siendo que llevaba tres años en el Sakura, pero mi recuerdo suyo con la máscara y todo era muy difuso. Dejé el tema estar, Honeyguide despegó la espalda de los casilleros y alterné la mirada entre ambos, esbozando una sonrisa suave.

    —Eh, ¿con la compañía de dos muchachos tan guapos? Qué honor~

    Tomé la delantera ya que estábamos, pasé entre ambos y unos pasos más adelante volví la mirada por sobre el hombro para chequear que vinieran. Eran tres pisos pero igual los subimos bastante rápido y asistiendo a la 3-1, yo era la primera en bajarme del tren. Me detuve frente a la puerta, girándome hacia mis acompañantes, y de haber sido sólo el rubio probablemente habría hecho la tontería que se me había ocurrido, pero estando Maze me daba pena. En su lugar, me eché encima la sonrisa coqueta de toda la vida y estampé los labios en la palma de mi mano, lanzándoles un beso al aire.

    See ya, boys~
     
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    Bruno TDF

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    Había pasado las clases con la mente más puesta en el club de kickboxing que en otra cosa. Miraba con una impaciente sonrisa hacia el reloj y mis pies se balanceaban inquietos bajo el pupitre. Conocer la existencia de un club como aquel me generaba entusiasmo y alegría; iba a ser el lugar idóneo para seguir puliendo mis habilidades de lucha sin descuidar las actividades académicas. Mis padres me habían pedido que no me fuera a entrenar a los parques japoneses mientras estuviera de intercambio en la Academia, pero si los entrenamientos formaban parte de las actividades escolares, no tendría por qué seguir considerando la travesura de ir a los parques de todos modos.

    Me había levantado casi de un salto cuando la campana del receso sonó, para luego dejar el aula a toda prisa mientras Verito hacía acopio de toda la fuerza de sus pequeñas patas para seguir aferrado a mis hombros y no perder el escondite entre mis cabellos. Fue así como llegué a las proximidades del aula mencionada en el aviso, la 3-2. En el umbral de la puerta había dos personas, entre las que destacaba un chico con tatuajes en el rostro. No dudé en acercarme a ellos, justo para escuchar la parte final de su conversación, donde el de los tatuajes le daba la bienvenida a ella a un club y ella preguntaba si iba a ser en el gimnasio.

    Mi rostro se iluminó. Pero me distraje por unos instantes y cuando me di cuenta, el chico se estaba alejando por el pasillo.

    —¡Hey, espera! —exclamé, para luego alcanzarlo con rápidos pasos—. ¡Hola! Soy Verónica, un gusto —saludé, consciente de que tal vez lo estaba tomando por sorpresa. Señalé con la cabeza en dirección a la puerta del aula 3-2— Escuché sin querer lo que estaban charlando con esa chica, ¿acaso hablaban del club de kickboxing? —quise saber con una sonrisa radiante y entusiasta— ¿Eres Zeldryck Kasun?

     
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    Estaba por alcanzar al ratoncito en lo que otra voz escándalos a me frenó, haciéndome mirar por encima del hombro la cabellera albina de la chica a lo que elevé las cejas ligeramente. La anterior al menos tenía pinta de ser de segundo, pero ésta parecía ser de primero a lo que deseché la idea de coquetearle como el descarado que era al asemejarse a no sé, la hermana que no tenía.

    —Te vas a ahogar sino respiras —comenté burlón ante su presentación, escuchando el cómo soltaba las palabras de tropel.

    Si es que parecía el día en que caían del cielo integrantes para el club más animadas que quien sabe qué. Me habían tomado de sorpresa en realidad al pensar que el kickboxing no llamaría la atención de las chicas inicialmente. Me esperaba primero a algún tipejo malhumorado entrando.

    —Ese soy yo~ —sentí el móvil vibrar a lo que aproveché para sacarlo de nuevo leyendo el mensaje de Cathy de forma superficial para luego buscar sus ojos y estirarle el celular con la agenda abierta, como había hecho con Anna—. Regálame tu número Verónica. Cómo le decía a la otra chica, en cuanto inicien las actividades les escribo para que se den una vuelta por el gimnasio —ladeé ligeramente la cabeza—. Si estás interesada consideráte ya parte del equipo.

    Y de soslayo noté el cabello fuego desapareciendo entre la gente. Ni modo, el animalito había escapado sin darse cuenta que estaba siendo perseguido, ya lo dejaría para el viernes en la mañana.

    Rolear a mis pj varias veces me da una alegría que no se imaginan. En una rato respondo los sitios que debo que me cargo el humor de Zeld y necesito hacer parkour de mood(?)
     
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    Bruno TDF

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    —Ja, muy chistoso… pero tienes razón —sonreí divertida por su primer comentario, no cabía duda de que mi palabrería inicial lo había abrumado cual ola estrellándose contra una roca.

    El chico me confirmó que era el mismísimo Zeldryc, aquel que había puesto el cartel milagroso en el tablón de anuncios que me curó del resfriado (bueno, eso no, pero había hecho que me olvidara un poco del tema). ¿Sería acaso el presidente del club? ¿O un miembro abocado a la tarea de convocar miembros? Esperaba que tuviera una gran fuerza con la cual medirme, y que hubiera varias personas con las que hacer lo mismo. Zeldryc sacó su teléfono celular para leer algo en él y luego, un poco para mi desconcierto, me lo extendió con su agenda abierta, pidiéndome que le “regalara” mi número y avisando que me escribiría cuando las actividades del club comenzaran. Alcé mi mano un poco extrañada, pero finalmente tomé su teléfono… A lo mejor esto también era cosa de japoneses (pero espera, ¡Zeldryc no parece un nombre japonés!).

    —Con gusto te lo regalo, pero viene sin moño —bromeé mientras escribía mi número de teléfono.

    Quedaba por poner mi nombre de contacto. Quería que fuera algo que expresara mi fuerza, mi guerrera interior, que se viera desafiante. No tardé mucho en hallar algo genial. Escribí mi nombre:


    Vero >:)


    —¡Listo! —dije, devolviendo el teléfono a su dueño. Lo miré con curiosidad— ¿Hace mucho que practicas kickboxing? —pregunté— Puedo acompañarte mientras me cuentas un poco —le sonreí, radiante—, compañero de equipo.

    Ahí va de nuevo la Verónica confianzuda.
     
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    Nadie tiene que leerse este relleno bíblico, sólo es algo que quería desarrollar y weno, igual dejo rolita cuz thats who i am

    Anna 3.png

    Lo repasé con la vista bastante porque sí al mencionar que tenía más tatuajes aquí y allá, como si... no lo sé, ¿me estaba invitando a tocarlo donde me saliera del coño o algo, así nada más? ¿Ni un café primero? Venga~

    Como fuera, me cargué los pulmones de aire y decidí no ir a ser muy borde ni sarcástica porque, bueno, en teoría seríamos compañeros de club y prefería juntar mejores migas, arrancar con el pie derecho y tal. La invitación estaba ahí y no me hacía especial ilusión, así que decidí seguir jugando a hacerme la tonta y le dediqué una sonrisa amplia, señalando detrás mío.

    —¡Yo también tengo un tatuaje! Pero está aquí, en la espalda. Con mi ropa de entrenamiento se ve, igual.

    Cuando sugirió lo de enviarme un mensaje en cuanto estuviera con su hermano asentí varias veces, emocionada, y total tenía que seguir haciendo tiempo así que se me ocurrieron varias mierdas para seguir conversando, pero cuando quise acordar me había dejado parada. Parpadeé, fruncí el ceño y lo seguí con la vista, haciendo un mohín sin darme cuenta. ¿Iba detrás de Cayden? Bah, qué sabía yo, además me daba igual y ¡mira nada más esos modales! Luego yo preocupándome por no ser sarcástica.

    Solté el aire de golpe y relajé el semblante, sacando el móvil para chequear los mensajes. Emi nunca me había respondido, supuse que se habría ocupado con algo y ya que estaba revisé el grupo que tenía un par de mensajes acumulados. En resumen, Kakeru había sugerido juntarnos a la noche y Subaru se unió, yo en teoría iba a verme con Shinomiya así que a ver qué excusa me montaba, y en ese momento respondió Rei, disculpándose porque mañana tenía algo temprano. Bueno, con tantas bajas iban a cancelar todo seguramente. Seguí leyendo en tiempo real, el metiche de Kakeru le preguntó que qué onda, si mañana no trabajaba hasta la tarde, y yo me metí para recordarle que todo buen hombre conserva sus secretos.

    No esperaba, claro, que en la pantalla del móvil apareciera la foto de Rei. ¿Qué cojones hacía llamándome en pleno horario escolar? Atendí, confundida, y me llevé el aparato a la oreja, recostando la espalda en el marco de la 3-2 y hundiendo la mano libre en el bolsillo.

    —Pero bueno, Ishi, ¿extrañabas tanto mi voz?

    —Eh, Anna, ¿cómo va? —Me quedé un poco en el molde al notarlo bastante más serio que de costumbre—. Kohaku no fue a la escuela, ¿verdad?

    Fruncí el ceño de puro reflejo y dudé un par de segundos antes de consumir la distancia hasta la 3-3, echando un vistazo dentro. Podía chequear ahí pero el receso ya llevaba un tiempo, el caso era que en ningún momento lo había visto ni me había preocupado por ello. De hecho, si lo analizaba con detenimiento, ¿desde cuándo no lo hacía?

    —Creo que no, no —respondí con cautela, regresando sobre mis pasos para detenerme en un punto intermedio entre la 3-2 y la 3-3—. ¿Por?

    —Pues nada. —Soltó un suspiro pesado—. Creo que está enfermo, pero por si acaso. ¿Has sabido algo de él en estos días?

    —Eh, el martes a la noche lo vi. —Cuando le saqué la puta información y debí darme cuenta—. ¿Pasó algo, Ishi?

    Debí darme cuenta.

    Se tomó unos cuantos segundos antes de responder, tantos que la ansiedad se me acumuló en la boca del estómago, y antes de frenarme ya había empezado a caminar de acá para allá, como un tigre enjaulado.

    —Varias cosas, supongo —murmuró, y me detuve de golpe. Todo lo demás, cada mierda, me cayó encima como auténtico concreto—. Hace casi una semana no vuelve a su casa, al parecer está enfermo, no tenemos idea dónde está y... y mañana se cumple un año.

    Lo supe incluso sin que lo dijera, la voz se le empapó en dolor y desplomé la espalda contra los ventanales. Tenía la mirada fija en un punto del suelo y aún así no veía absolutamente nada.

    —¿Mañana? ¿Un año? —balbuceé en voz baja y comprimí el gesto, sacudiendo la cabeza a cámara lenta—. ¿Y yo no sabía nada?

    La sorpresa le dejó lugar a la culpa, fue pura y cruda culpa que me cayó encima de un momento al otro, me apretujó las entrañas y ardió tras mis ojos. ¿Qué clase de amiga era? En serio, ¿qué clase de amiga se suponía que era? ¿Mañana hacía un año y yo viviendo mi vida como si nada? ¿Sin preocuparme por él? ¿Sin atender a su estado? Si se encontraba bien, si estaba mal, si necesitaba hablar con alguien, un abrazo o mera compañía.

    Sacándole información como una hija de puta.

    Y mañana era un año.

    Mañana.

    —No te martirices, Anna —me atajó Rei, se oía ligeramente impaciente—. No es tu culpa, Ko... Ko cambió. No sé cuándo, ¿un par de años? No tengo idea, pero ya no habla con nadie. No habla con nadie y cuando algo le pesa demasiado sólo se aleja. Se encierra vete a saber dónde.

    Me rasqué las raíces del cabello con la mano libre y miré en todas direcciones, vete a saber por qué. Tuve que pestañear para apartar las lágrimas.

    —¿O sea que no saben dónde está?

    —No, sólo dijo que mañana iba a volver.

    —¿Y está enfermo? —insistí, el nudo me apretó en la garganta y tuve que tensar la mandíbula para contener la voz—. ¿Está enfermo y qué? ¿Está solo? ¿Está solo y enfermo?

    —No lo sé, An —murmuró, conciliador—. Tampoco podemos hacer mucho cuando nos cierra todos los caminos.

    —¿Pero y qué importa eso? —Sabía que le estaba echando encima emociones indiscriminadas, que Rei no era responsable de nada, pero de repente no sabía qué hacer con toda esta maldita culpa—. Es mini Ishi, ¿qué importa el resto? No podemos dejarlo solo, no podemos dejarlo enfermo y mañana... Mañana...

    —Anna, basta.

    Congelé el aire a mitad de camino, había empezado a respirar con mayor ahínco y parpadeé, cerré los ojos con fuerza luego. Sentí una lágrima corriendo pero me las arreglé para contener el resto, aunque soné como una chiquilla al abrir la boca.

    —Está solo, Rei —murmuré, secándome los ojos con el puño.

    —Lo sé.

    —Está solo y enfermo.

    —Lo sé, An.

    —¿Te dijo qué tiene? ¿Dolor de garganta? ¿De estómago? ¿Tiene fiebre? ¿Le duele una muela?

    —Sonaba... ¿cansado? Quizás es un resfrío.

    Yo lo había visto el martes a la noche, ¿verdad? ¿Se encontraba bien? ¿Algo indicaba que se sintiera mal? En la complexión, la sonrisa, los ojos, la voz, lo que fuera. Rastreé y rastreé entre mis recuerdos a una velocidad demente, y sólo me seguí hundiendo al darme cuenta que no tenía idea. No le había prestado ni una gota de atención, joder.

    —Mierda. —Solté el aire contenido y arrastré la espalda hasta acuclillarme en el suelo, poco me importó si llamaba la atención de alguien—. Me cago en todo, Rei.

    Mala, mala, mala amiga.

    Era una pésima amiga.

    Dejamos correr unos cuantos segundos en silencio, hasta que mi respiración se regularizó y recordé de repente dónde me encontraba. Volví a erguirme, ligeramente avergonzada, y clavé la mirada en mis zapatos. Sorbí la nariz.

    —Luego intentaré hablar con él —avisé, en voz baja.

    —Sí, por favor. Te lo agradecería mucho, An.

    Fruncí el ceño, moviendo los pies de pura manía. No tenía idea si alguna vez había oído semejante súplica en el tono de Rei y sólo me echó encima un revoltijo nuevo de emociones. Estaba triste, sentía culpa y también estaba enojada. Conmigo misma, por haber sido tan egoísta, pero también con Kohaku. Sólo había que ver toda la gente a la que preocupaba, todos los imbéciles que lo queríamos con el corazón entero y aún así, a pesar de todo, seguía volando. Lejos, lejos y más lejos, sin importar con cuánta fuerza lo llamáramos.

    Era tan frustrante.

    —Intenta quedarte tranquila, ¿sí? —prosiguió, luego de que murmuré un sonido afirmativo—. Entiendo que te preocupe pero tampoco podemos hacer mucho, no si él no nos lo permite.

    —Ya lo sé, pero... —Golpeé el suelo con el talón varias veces y dejé caer la cabeza en el ventanal, las palabras sencillamente no salieron.

    —Lo sé. Perdona, quizá debí haberte avisado así lo vigilabas un poco. Honestamente no me di cuenta.

    —¿Desde cuándo no vuelve a casa?

    —El sábado fue la última vez que lo vieron, antes de ¿la fiesta? Esa a la que fueron.

    Volví a respirar profundamente, manteniendo a raya las emociones. Sábado, domingo, lunes, martes y miércoles. Jueves. Casi una puta semana y yo sin preocuparme por él ni una sola vez. ¿Habría ocurrido algo en la fiesta? ¿Fue después? ¿Lo de Kakeru? ¿Había algo más?

    Dios, no tenía idea.

    —Bueno, si logro hablar con él te contaré luego.

    —Vale. En serio, intenta mantenerte tranquila, ¿sí?

    Suspiré, solté otro sonido afirmativo y corté la llamada. Dejé caer el brazo por su propio peso, apreté el móvil entre los dedos y giré el rostro, repasando el paisaje. ¿Dónde mierda estaba ese tonto y por qué, Dios, por qué no nos dejaba alcanzarlo? Ni siquiera era capaz de imaginar lo mucho que debía dolerle la vida ahora mismo y estaba solo.

    Estaba solo.
     
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    Etihw

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    —¡Oye, oye!

    Me adentré a la clase 3-3 medio corriendo, esquivando a los alumnos que allí estaban y a los que salían, y salté a abrazar a Haru con algo de fuerza. Extrañaba que estuviésemos en la misma clase, ¿qué alma cruel decidió que era buena idea separarnos?

    —¿Recuerdas? El otro día cuando paseamos por la tarde me dijiste que podríamos hacer un tour juntos, así que quieras o no es la hora —comenté separándome de él y tirando de su mano para obligarlo a seguirme, claramente teniendo éxito en ello—. Busquemos dónde comer.

    Sin esperar respuesta alguna de su parte lo saqué al pasillo sin soltar su mano en ningún momento, pues por un lado quería alejarme del lugar cuanto antes por si… ¿Aikasa? aparecía o algo. Sabía que ayer había actuado algo brusca, si bien no había absolutamente nada de malo en ser protectiva con mi propio hermano, me había quedado algo avergonzada. Por ser tan impulsiva seguramente había avergonzado también a Haru, y aunque recibía constantes regaños por ello no parecía lograr aprender de dichos errores.

    Así que, bueno, ese día iba a arrastrarlo por toda la escuela hasta encontrar un lugar agradable y tranquilo en el que sentarnos. O hasta donde Haru me pidiese, poco importaba.

    —¿Sabes? —Comencé a comentarle tras salir por la puerta, mirándolo con un pequeño mohín en mis labios y arrugando un poco el ceño—. Esta mañana mamá comenzó a atosigarme, me dijo que por qué todavía no habías ido a casa, que si te había invitado ya o no, que vinieses esta noche a cenar y a quedarte, ya sabes. Quiere que te pases por ahí.

    Me encogí de hombros mientras seguía avanzando con tranquilidad por el pasillo. Me llamó la atención una muchacha menudita que estaba apoyada en la pared hablando por teléfono, se veía algo agitada, cosa que se acrecentó cuando se arrastró por la pared. No la conocía de nada, pero verla así me hizo pensar por un momento en acariciarle la cabeza.

    —No te preocupes, no te voy a decir que vengas ni a obligarte a hacer lo que no quieras, solo te lo comentaba. No tienes que ir a un lugar en el que no estás a gusto, pero que sepas que ahí estaré yo si lo haces —me volteé a mirarlo con una sonrisa y apreté con suavidad su mano, que en ningún momento me había permitido soltar—. Ah, ¡pero yo todavía quiero ir a la tuya! Esa sí que es una prioridad. No podrás decirme que no por siempre… ¿verdad?

    Volví de nuevo a mirar a la chica, viendo cómo pateaba el suelo y se apoyaba contra la ventana. No se veía muy bien, cosa que me empezó a preocupar, pero tampoco estaba segura si la mano de una desconocida podría ayudar. Quizá solo molestaba.

    Sí, bueno, ya qué, no me iba a quedar tranquila si no lo hacía.

    —¿Qué te ocurre? ¿Quieres que te traiga un poco de agua?

    Me había acercado a ella tras dudar un poco, apoyándome un poco en Haru con una sonrisa amistosa. Me mordí con suavidad el labio inferior sin darme cuenta, a veces no sabía cuál era la mejor manera de acercarse a alguien y ayudarle si hacía falta. Pero no dudaría de tender una mano si alguien parece necesitarla.


    me ha llegado a costar bastante al estar bastantes días sin rolear y no me siento muy conforme buuuuut well espero que se me haga más leve los próximos post, gracias por la paciencia gigu lov u
     
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    Gigi Blanche

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    Durante la mañana, en lo que alcanzábamos el segundo piso y la enana de cabello rosa no paraba de hablar seguí pensando de dónde la conocía. Ella no me había reconocido, se lo creí y tampoco la culpaba, si nunca destacaba. Pero recordaba la chispa de aquel color entre la negrura de algún parque, algún bar, lo que fuera. Me dio por conectarla con Kohaku, pero no estaba seguro y acabé descartado la cuestión al dejarlas para subir hasta mi clase. Si acaso volví la atención tras oír el apellido que Hodges había emparejado junto al chico, y a lo sumo archivé el color tan intenso de su cabellera rojiza.

    Tampoco era que me importara, quería decir.

    En clases no pasó nada, atendí aunque fuera un coñazo y aguardé hasta que sonó la campana del receso. Ni siquiera me molesté en enviarle un mensaje a Aya, si ya venía siendo la costumbre que me buscara y efectivamente no falló. La vi entrar con la energía usual y la recibí en brazos, bastante tranquilo. Le dediqué una sonrisa tras separarse de mí y básicamente le permití que me arrastrara, bueno, adonde quisiera, mientras la oía hablar y hablar. De veras que no me molestaba en lo absoluto, Aya y yo éramos el día y la noche pero también fungíamos de complementos. Quién sabe, si otra persona se comportara igualito seguro me irritaba hasta los huevos, pero si lo hacía Aya estaba bien e incluso, de tanto en tanto, lo extrañaba.

    Sólo Dios sabía lo que la había extrañado desde que dejé Osaka.

    ¿Un lugar para comer? Hasta ahora conocía mi aula y la biblioteca, ¿quizá podíamos probar suerte en la azotea o el patio? Ese que tenía el árbol de cerezos tan bonito. Regresé de mis divagaciones al oír que mencionaba a mamá y toda la seguidilla de preocupaciones. Pude imaginarla perfectamente cuestionándole esas cosas a Aya como una genuina metralleta y sonreí. Eran un caso.

    —Pues sí, debería —cedí, tranquilo, luego de recibir sus ojos y su apretón, el cual correspondí sin pensar. Ignoré como un campeón su insistencia sobre venir a casa—. ¿Esta noche, entonces?

    A ver, ¿y esa docilidad de dónde? Quién sabe, un poco confiaba en que para hoy a la noche ya hubiera echado a Kohaku y, la verdad, todo el rollo con su familia mal que mal me había forzado a replantear la situación con la mía. Probablemente fuera difícil comparar, pero en el núcleo de la mierda seguía habiendo un hijo apartado a la fuerza de las personas que lo habían visto crecer, y quizá no me hiciera mucha gracia ver a papá pero por mamá podía hacerlo.

    Iba a hacerlo, de hecho.

    Apenas habíamos abordado el pasillo sentí una tensión en el aire, la suficiente para escanearlo de un vistazo rápido y reconocer cierta agitación en Hiradaira, la misma chica de esta mañana. Hablaba por teléfono y vete a saber, no la conocía de nada y tampoco iría a meterme en problemas ajenos. No era mi estilo. Claro, eso excluía a Aya. Debería haber apostado que la chica no iba a poder dejarlo estar, joder, lo hubiese apostado y sería rico.

    Me tragué las ganas de suspirar y la seguí en silencio, hasta que estuvimos junto a la niña. ¿Qué hacía ahí, para empezar, si iba a segundo? Volví la mirada hacia la 3-2 de pura manía, ya que estaba justo frente a la puerta, y lo resolví en que conocería a alguien. Si se conectaba o no con lo que tenía encima ahora mismo, eso ya no lo sabía. Ni que fuera Sherlock Holmes. De la forma que fuera, no era precisamente buena en eso de esconder sus emociones y se le notaba al pelo que algo le había afectado.

    ¿Qué mierda habría hecho de saber que tenía muchas de las respuestas que necesitaba para calmarse?

    Ni idea.

    Seguí a Aya y la dejé hablar, obvio. Hiradaira alternó su mirada entre nosotros como si fuésemos aliens y un par de segundos después relajó el semblante, meneando la cabeza. Claramente no le apetecía, pero la sonrisa que le dedicó a Aya me pareció genuina.

    —Nada, sólo estoy... preocupada por un amigo. —Había tomado bastante aire en medio de la oración y se encogió de hombros, lucía un poco avergonzada—. Perdón por el alboroto, pero está todo bien. Nada de qué preocuparse.

    A ver, la respuesta de manual, ¿no? ¿Quién en su sano juicio se apoyaba sobre dos desconocidos para no desmoronarse? Tenías que estar genuinamente desesperado o algo. Fui alternando mi atención entre las chicas y el pasillo mientras tanto, un poco para no hacerla sentirse tan observada, otro poco por la eterna manía de inspeccionarlo todo. De la forma que fuera, permanecí quieto a la espera de que Aya hablara. Su puta madre iría a externalizarlo, pero me dio bastante pena verla sola en ese momento. No sé si fue algo en su sonrisa, en el sonido de su voz, pero era tan diferente a la chica que había visto en la mañana que no pude evitar preguntarme si acaso no habría alguien para acompañarla. Alguien que ella conociera, quería decir.

    ¿O estaría más sola de lo que creía?

    its okay honey u know it aaaa gracias por preocuparte por annita <33
     
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    Zireael

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    A ver, me había mantenido al margen de toda la mierda por la seña de Jez y porque claramente no quería quedar como un loco intenso de mierda, que sí, que estaba colado como un estúpido por Anna, pero tampoco iba a darle esta imagen de que era un posesivo de los cojones. Además, confiaba en su fuego y en su capacidad de librarse de un imbécil como estaba demostrando ser Kasun. Digamos que tenía más que claro que tenía el carácter.

    Dejé las antenas en el mismo canal, solo por si acaso, y aún así cuando la interacción se cortó y vi a Anna en el marco atender el teléfono antes de salir otra vez un hilo finísimo refulgió bajo la luz del mediodía. De hecho solo porque reflejó fue que lo vi y de nuevo parecía que no estaba atado a nada en particular, pero joder, estaba tenso hasta decir basta, como si fuese a reventarse.

    Aguardé, pensando que había salido pitando o que volvería sobre sus pasos, aguardé y aguardé hasta que al final me levanté del asiento con algo de esfuerzo. La puta costilla que me había jodido Sugino me iba a dar lata sus buenas semanas, claro, y aunque habría podido medicarme hasta quedar como un pajarito no se me apetecía ya.

    Los medicamentos de Minami me dejaban medio imbécil y me obstaculizaban la lectura del mundo, ya con solo un poco menos de drogas en sangre el cristal era mucho más claro. No diría que tenía los sentidos tan afilados como siempre, pero tampoco estaba del todo inútil y vaya que necesitaba poder ver los hilos, porque un montón se habían desplegado en los últimos días.

    En fin, cuando salí para buscarla con la mirada, ya dos personas se habían aparecido, no había que ser ningún genio para intuir que eran hermanos como mínimo, no con esos ojos azules en la cara y la chica parecía haber sido la de la iniciativa, el otro un poco venía en el paquete seguro. No alcancé a escuchar la respuesta de Anna en sí, si acaso me llegó lo de que no había nada qué preocuparse y como podía quedarme allí de watch dog como siempre, bueno… No era que pudiese en realidad, ya estaba visto.

    No estaría así de hecho mierda si supiera quedarme quieto.

    —¿Segura? —pregunté sin tener que alzar demasiado la voz, no me había sumado del todo al grupito salido de la nada, pero no estaba muy lejos tampoco.

    Me preocupó que lo que sea que le hubieran dicho le provocara un puto ataque de asma, para qué engañarnos. No era que tuviera que soltarme los trapos allí frente a los otros dos o que tuviera que decirme nada realmente, en sí aparecí para que supiera que si tenía que sacarla de ahí podía hacerlo.


    don't mind me, me tardé pero el pendejo obviamente no podía solo seguir con su vida (? sigan circulando

    tengo cosas que contestar pero uPS
     
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    Etihw

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    Tan preocupada me tenía la muchacha que ni podía permitirme emocionarme por la idea de que Haru iba a pasar la noche en casa después de tanto tiempo. Me sorprendió que aceptase, y aunque se me ocurrían muchas cosas que proponerle hacer, aquel no era el momento.

    Mantuve en todo momento mis ojos en ella, escuchándola, observando sus gestos y si en verdad estaba bien. Su sonrisa se veía sincera, bonita, pero dudaba de sus palabras. Aún así comprendía perfectamente que no quisiese decirle algo más que eso a una completa desconocida, porque yo haría lo mismo en su situación, y por ello estaba algo frustrada pues no podía simplemente aceptar sus palabras y dejarla allí toda sola sin más.

    Entonces una voz interrumpió lo que iba a decirle. Un chico había aparecido en el pasillo y parecía conocerla, se le notaba preocupado pero no se había acercado mucho por alguna razón. Quizá le incomodábamos, que era lo más probable.

    —Hola —lo saludé con una sonrisa y me acerqué un poco a él, manteniendo todavía algo de distancia porque si él no se había acercado debía ser por algo. Hay que dejarle a la gente su espacio personal, menos a Haru—. ¿Eres su amigo? Si es así eso me alivia, no parece sentirse bien y no quería dejarla sola.

    Jugueteé un poco con mis dedos mirando avergonzada a la muchacha, me sentí como si estuviese entrometiéndome demasiado en algo que no me incumbía ahora que un conocido suyo estaba ahí. Nuestra presencia podría evitar que hablasen con calma y comodidad entre ellos.

    —Entonces ya nos vamos, creo que estás en buenas manos —comenté cogiéndole de nuevo la mano a Haru haciendo amago de tirar de él, pero me quedé ahí parada. No estaba muy conforme de marcharme así, la verdad—. Bueno, en realidad no, es que quiero saber cómo te llamas.

    Le sonreí mientras abrazaba el brazo de Haru, aquello me hacía sentir un poco segura, en el fondo temía que preguntar aquello y prolongar nuestra estancia allí fuese peor. Pero quería saberlo, quería poder ubicarla de nuevo y ver cómo se encontraba. Quizá aquello fuese una molestia, pero no me quedaba tranquila en lo absoluto de simplemente marcharme olvidándome de lo que había visto.

    —Yo soy Ayako Sugawara, y él es mi hermano, Haruhiko. Llámanos Aya y Haru —decidí ser la primera en presentarnos, tratando de darle algo de confianza con ello y hacerle ver que mis intenciones no eran malas. No quería verme rara a ojos de ambos desconocidos, que hablando de ello, también me daba curiosidad el muchacho—. Vamos en la 3-1 y 3-3 respectivamente.

    Alterné mi vista entre ambos, esperando con un poquito de ilusión que se presentasen, conocerlos y quizá, solo quizá, distraerla un poco de lo que le preocupaba.

    al acercate porfa que no muerdo :c
     
    Última edición: 26 Junio 2021
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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Anna 3.png

    Me había quedado estaqueada a mi posición, vete a saber por o para qué. Emi seguía sin responder mis mensajes y había comenzado a preguntarme si todo iría bien, pero la mierda de Kohaku no paraba de retumbarme en la cabeza y, joder, sólo tenía ganas de tocar puerta por puerta de todo el maldito corazón de Tokyo hasta encontrarlo y matarlo. O como mínimo lloverle el puto regaño de su vida, qué sé yo. Sabía que era imposible, claro, y no tenía muy claro con qué cara sería capaz de buscar a Emi así que... no lo sé, sólo me quedé allí.

    Sorbí por la nariz una vez más y estuve a punto de fijarme si Altan seguía en la 3-2 cuando el chico de hoy a la mañana, Sugawara, y una muchacha se aparecieron. El moreno seguía tan callado como siempre así que le volqué mi atención a la rubia, quien lucía genuinamente preocupada y pensé en el escándalo que había armado en medio del pasillo. Joder, qué vergüenza.

    Que le volqué mi atención, había dicho, pero el otro se veía incómodo o qué sé yo y le lanzaba miradas de tanto en tanto. Fue así que, luego de darles una respuesta bastante de manual, noté que Sugawara desviaba la vista con bastante precisión a un punto a mis espaldas y medio giré el cuerpo, encontrándome con Al quien no tardó nada en preguntarme si estaba segura de lo que decía. Fue sólo verlo y querer echarme a llorar como una cría, el semblante se me descompuso un poquito pero no tardé casi nada en recuperarme. La rubia seguía ahí y no quería preocuparla aún más, pobrecilla.

    Me acerqué un poco a Al, lo suficiente para extender el brazo y alcanzar su mano. La envolví con cuidado y la presioné un poquito, girándome hacia la chica en cuanto extinguió un poco de la distancia. Me quedé junto a Al, un poco para usarlo de apoyo, otro poco para, no lo sé, ¿estar ahí cuando un extraño le hablaba? Ni idea, siempre me había dado la sensación de que no lidiaba del todo bien con esos.

    La chica lo saludó y le preguntó si era mi amigo, honestamente tenía la cabeza tan saturada que no le di vueltas a la situación, sólo asentí por él y ya. Esbocé una sonrisa algo avergonzada al decir que no me veía bien y vi el jugueteo nervioso de sus dedos, preguntándome si no seríamos dos tontas cohibiéndonos al mismo tiempo por mierdas que ni al caso.

    —Gracias por acercarte —le dije en tono suave, buscando sus ojos celestes para sonreírle—. De verdad.

    Eran de lo más bonitos.

    Sugawara se había mantenido al margen, como siempre, pero cada paso que la chica daba, ahí iba él. Se me asemejó a un perro guardián y me dio algo de ternura, ni idea, de hecho se me ocurrió que fueran hermanos justo antes de que ¿Aya? lo dijera. También noté cómo se aferraba al brazo de Haru y se me ocurrió que yo estaba haciendo la misma estupidez con la mano de Al.

    —Un gusto, senpais. —Los miré a ambos, asintiendo apenas, y mantuve la sonrisa. Técnicamente al chico ya lo conocía pero ¿para qué entrar en detalles?—. Yo soy Anna Hiradaira, y él es Altan Sonnen. Voy a la 2-2, él se imaginarán.

    Me las arreglé para soltar una risa breve y me acerqué un poquito más al brazo de Al, lo hice sin darme cuenta. Tampoco sabía muy bien por qué había hablado por él pero ya estaba hecho, ¿no? Esperaba que no le molestara. Busqué sus ojos un breve instante, de hecho, para repasar su expresión más que nada, y regresé mi atención a los Sugawara.

    —Pero en serio, ya estoy bien. ¡Ya todos pueden relajarse!

    Ugh, quizá me había forzado un poco mucho para aquello último. Sentí una presión extraña en el pecho, una mezcla de incomodidad y agobio, y así agradeciera enormemente la amabilidad de Aya me di cuenta que no tenía ánimos para tratar con desconocidos, que quería estar sola o a lo sumo con gente que ya conociera. Así y todo, lo disimulé como una campeona aunque otra vez, sin darme cuenta, le di un apretón a la mano de Al.
     
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  13.  
    Zireael

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    Apenas aparecerme para meter cuchara había sentido la mirada del chico encima, con la mata de pelo negro casi parecían fuego celeste y por alguna razón aunque no lo sentí como tal, pensé que los ojos de este crío podían atravesarte de lado a lado si les daba la gana. No sé, fue una cosa de lo más rara y la dejé correr porque Anna me preocupaba más que cualquier otra de mis estupideces. Que hablando del tanuki, fue verme aparecer, preguntarle y que los gestos se le descompusieran apenas un poco y aunque no tardó nada en ponerse en orden, bueno, tampoco fue que pudiera disimularlo mucho.

    Dios, le había caído encima otra de las buenas.

    Mi pobre niña.

    La rubia había comenzado a hacer preguntas luego de acercarse un poco, en sí lo primero que pasó fue que se me frieron las neuronas cuando preguntó que si era su amigo porque, primero sí lo era, pero luego estaba el resto del enredo que nos cargábamos y de repente no supe qué responder aunque igual a la otra no era que le interesara qué era o no.

    Anna terminó por acercarse también, estiró el brazo y alcanzó mi mano que reacción al segundo cero envolviéndose alrededor de la suya, le devolví el apretón suave. Vete a saber si era por ella, por mí que no era un experto de la socialización o por las dos cosas, en el momento no interesaba y solo me alegró que al menos se hubiese acercado para buscar aunque fuese un poco de apoyo en mí. Asintió a su pregunta, librándome del dilema existencial, y de pasó me presentó ahorrándome también palabras. No era que hiciera falta viendo que la pobre estaba a nada de un breakdown, pero lo hecho, hecho estaba.

    —Un placer —respondí en el tono plano de toda la vida, pues porque tampoco era maleducado de gratis y la chica se había preocupado por Anna.

    Noté que Anna repasaba mis reacciones, así que le dediqué una sombra de sonrisa como diciéndole que no pasaba nada. La tonta se pegó a mi brazo e incluso después de decirle a los Sugawara y a mí suponía que podíamos relajarnos, la sentí presionarme un poco la mano de nuevo. Debía tener un nudo en el pecho, si no me conocía yo su culo intenso, así que deshice suavemente el agarre para pasarle el brazo sobre los hombros y pegarla a mí, incluso le froté el hombro con un mimo ridículo y me contuve que dejar un beso en la cabeza solo por el público.

    Busqué la mirada de la rubia, ¿Aya había dicho? Que me disculpara la retentiva, estaba ocupado pensando en las posibilidades de meltdown de la niña aquí presente. En fin, que busqué sus ojos para hablarle y aunque no adquirí tampoco demasiada emoción en la voz, al menos suavicé bastante el tono.

    —Muchas gracias por preocuparte por Anna, Aya —dije mientras presionaba un poquito al tanuki contra mí—. Te prometo que la cuidaré muy bien.

    Regresé la atención a Anna entonces, girando el rostro.

    —¿Te busco algo de tomar, An? Igual te ayuda un poco a calmarte o puedo buscar a Hodges si hace falta.


    hold my goddamn growth line bitches *llora*

    el rant de posts que acabo de tirar dios mío
     
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  14.  
    Hygge

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    Pero si no sería un amor de chico el tal Zoldryck. Y algo ingenuo también. Usualmente no muchos me permitían esas confianzas salidas de la nada, las solía soltar precisamente por eso, pero su tono liviano y la sonrisa suave me desestabilizaron durante un instante. No contaba con eso, pero nada que hacerle, ¿huh?

    Pero no había mal que por bien no venga, y si bien no había obtenido una reacción de él, el resto valió completamente la pena. Ensanché ligeramente mi sonrisa, inocente, al recibir los ojos de la rubia mientras el chico me respondía. Le había caído como el culo, ¿cierto? Solo había que verla, aferrada al castaño como si estuviese marcando su territorio entre gruñidos. Estaba siendo de lo más obvia y el otro ni se inmutaba.

    Supongo que seguía teniendo buen ojo para las presas después de todo.

    —Vaya, qué coincidencia —comenté, casual, ajustandome la cartera entre las manos. Intercambié miradas entre ambos. Contuve las ganas de relamerme los labios—. Ya sabes lo que dicen, al amor no hay que meterle prisa~.

    ¿Que si me había detenido algo más de tiempo en los ojos de la chica por puro gusto? Eso ni se mencionaba.

    Escuché el intercambio tranquilamente y ahora sí puse toda mi atención en Zold. Había que saber con quién hablar para conseguir lo que quería.

    >>¿Van subiendo? ¿Les importa que les acompañe? Ya que vamos al mismo lado.

    Era más que obvia su respuesta, y no pude estar más que encantada. Si al menos supiese que aquel era el chiquillo caballeroso que me ayudó durante la fiesta todo terminaría de encajar, una lástima. Subimos hasta la tercera planta intercambiando alguna conversación casual, varias sonrisas dulces de mi parte y cuando llegamos arriba acaricié el hombro del chico al pasar por su lado.

    —Me voy marchando, gracias de nuevo por el favor, Zold~ —Busqué los ojos de Génesis y le guiñé un ojo antes de dar media vuelta, el cabello acompañando mi movimiento—. Nos vemos, linda~.

    Insane owo
     
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    Insane

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    La había clasificado ya en el grupo de las chicas que no quería cerca antes de darme cuenta, como la otra con la que solía hablar Zeldryck. Tolvaj se llamaba sino mal recordaba, la diferencia recaía entre que Zeld simplemente hacía lo que quería al evitar el aburrimiento a cualquier costa, mientras que Zold era un caballero de inicio a fin. Quizá le había tomado un cariño de más, de esos que no me permitía sentir pero ahí estaba, tambaleando en incertidumbre ante lo intrusiva que la sentía, osando y todo la mal educada en sostenerme la mirada con la sonrisa amplia como si nada.

    —Sí, en realidad las cosas llegan cuando deben llegar.

    Entorné la mirada ligeramente. Algo así me había respondido hace un año atrás, sin embargo la astilla seguía ahí porque parecía que yo como una tonta continuaba esperando algo que simplemente no iba a pasar, pero era extraño, de esas cosas que no se podían explicar con matrices lógicas dadas y sentadas, sino la subjetividad permeada.

    —Podrías subir sola, digo, no tenemos por qué hacerlo juntos —llevé un mechón de cabello tras mi oreja en el proceso, sin embargo Zold habló luego con la ligereza acostumbrada.

    —No pasa nada Gen, si a fin de cuentas vamos en la misma dirección —de soslayo noté el que buscó sus ojos con los suyos hasta encontrar el aguamaria bajo los miel—. Vamos entonces.

    Mordí el interior de mi mejilla de nuevo, siguiéndole entonces el paso a Zold al enredar mis dedos con los suyos por ahí derecho, como si fuese el ancla que necesitaba mientras guardaba silencio durante todo el trayecto a diferencia de él, que le seguía la plática a la tipa con naturalidad hasta que llegamos al pasillo del tercer piso.

    —Supongo —respondí pestañeando con parsimonia, ignorando el guiño de ojo como tal soltando la mano del masculino en cuanto la otra se perdió entre los otros estudiantes—. Iré al baño —informé—. Te veo en el salón de clase.

    [​IMG]
    En cuanto pasamos por el primer piso noté a Shiori entre el flujo de estudiantes, había sido extraño, como si hubiese pensado en detenerse frente a la enfermería pero a la final siguió sus pasos hacia el baño. La voz de Hotaru me distrajo en cuestión de segundo, siguiéndole la plática entre sonrisas como era costumbre en mí hasta llegar al tercer piso. No podía decir que me era indiferente los sentimientos que sabía y Génesis había tenido por mí en algún momento, sin embargo una parte de mí quería creer que eso había quedado en el pasado, porque le quería muchísimo claro estaba.

    Pero como una hermana.

    —No es nada —me distraje entonces con su cabellera negra al menearse, trayendo de nuevo a Kurosawa a la cabeza en lo que Allen me comentaba que nos veríamos ya en el salón de clase—. Hey Gen, antes de que te vayas, ¿qué compaste fuera?

    Vi la chispa de duda en sus ojos.

    —Un yogurt de fresa. ¿Por?

    —¿Eso también lo venden en las máquinas?

    —No. En realidad lo pedí por una página de internet los reclamé ayer en la noche. ¿Recuerdas los que tomabamos en Canadá? Bueno, son esos.

    Elevé las cejas ligeramente.

    —Mi hermano creo que pidió de esos también, ¿podría reemplazar el tuyo con uno de los que llegue este fin de semana a casa?

    La vi desprenderse de la mochila para deslizar el cierre, entregándomelo sin complicaciones al final, aún con la curiosidad permeando sus ojos, a lo que resolví su duda de forma superficial sin prisa de ningún tipo:

    —No es nada crucial, no te preocupes.

    Ella asintió apenas retirándose después hacia los baños en lo que me guardaba la bebida en la mochila para continuar hacia el salón de clase, denotando en el marco de la puerta a la chica de cabello castaño, precisamente a la que debía entregarle el favor solicitado.

    —Hey~ —murmuré saludando para no espantarla en caso de que estuviese distraída.
     
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    Hygge

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    La cercanía de Ankoku me resultaba, por demás, ciertamente extraña. Se suponía que tenía contacto con parte de su familia en el trabajo, y en un acto de gratitud había aceptado ayudarla a asentarse en el Sakura, que tuviese una cara conocida a la que recurrir y a saber qué mierdas. Acepté por mera cortesía, porque aunque no lo pareciera aún me quedaba decencia.

    El caso es que ese había sido mi único propósito, aún más viendo la clase de princesita mimada y caprichosa que había resultado ser. Quizás estaba acostumbrada a tener la vida resuelta pero sorpresa, no todos contaban con esa jodida suerte. Y yo no estaba dispuesta a formar parte de su séquito de lameculos, se lo había dejado en claro desde el primer día.

    Curiosamente había terminado bajando un tanto los humos desde mi advertencia pero seguía allí, acercándose, tratando de alcanzarme y rebasar los muros que me rodeaban... solo que a su extraña y desagradable forma. Pero era genuina. Y por más que yo huyese de cualquier compañía como un animal salvaje en el fondo, muy en el fondo, quería hacerlo. Volver a confiar en alguien más.

    Tsk. Qué chica tan molesta.

    Estaba revisando el aula en mitad de mis cavilaciones cuando la voz de alguien me alcanzó. Me sonaba de vista, probablemente fuera de las últimas incorporaciones del aula, pero no había esperado tener que compartir más que alguna palabra solo de ser necesario.

    Le repasé con la vista de pura manía, casi como si aguardase con cierto recelo a lo que fuera que viniese a hacer.

    —Hey —respondí, y enarqué una ceja con escepticismo—. ¿Necesitas algo?
     
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  17.  
    Insane

    Insane Maestre Comentarista empedernido

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    Noté la desconfianza en su mirada al recorrerme con la vista, enarcando una ceja en el proceso. Bueno, ahora que lo pensaba en la semana que llevaba no me había encontrado a alguien que me mirase así de buenas a primeras, pero también podía deberse a lo que había dicho la otra chica, eso que estaba de mal humor y demás, así que me limité a sonreírle ligeramente mientras elevaba el bento a la altura de mi pecho asintiendo ligeramente en lo que enterraba la mano libre en el bolsillo.

    —Zoldryck Kausn, ¿tu eres Sallow verdad? —me presenté por sino me recordaba en lo que el profesor pasaba lista, extendiendo luego el almuerzo—. Ankoku me pidió el favor en lo que subiamos de entregarte esto.

    Solía ser medianamente desligado a los demás cuando no les conocía de nada así que no pregunté por si eran amigas, primas, o simplemente conocidas, así que me limité a sacar plática al haber notado como antes de saludarla se encontraba revisando el aula.

    —¿Buscabas a alguien? Puedo ayudarte si quieres.
     
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  18.  
    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Asentí sin mayor complicación en cuanto dijo que su padre era... bueno, farmacéutico, ¿no? Sólo que de los gordos. Bastante gordo, asumía, si había viajado al culo del mundo para dirigir una filial. No puse muchas neuronas al servicio de intentar asociar su apellido con alguna multinacional porque, de plano, esas mierdas me daban igual.

    —Ah, mira tú~ Mis viejos son abogados, aunque mamá ahora se está especializando para poder ejercer.

    Y la compadecía, la verdad. Si a mí me daba pereza aprenderme el idioma para ir a la escuela y para conversaciones casuales, no imaginaba lo que debía ser tener que saber llevar un juicio y todas esas mierdas que, otra vez, me daban bastante igual. Nunca me había gustado la profesión de mis viejos, siendo honesta. El matrimonio también contribuía pero mierda que se la habían pasado estresados.

    Noté que me prestaba atención al hablar, aunque no agregó al asunto más que un comentario de manual y emprendí el camino por las escaleras junto a ella. Iba ligero, con la sonrisa de siempre, pero ya no abrí la boca. Katrina no había preguntado nada que ameritara mantener viva la conversación y bueno, ya había andado muy de preguntona, estaba bien con el silencio.

    Tras arribar al tercer piso le di un sorbo a mi Coca y me adelanté a la chica para ingresar a mi aula.

    —Nos vemos, Katrina~ —canturreé, girandome hacia ella sin detenerme para concederle una sonrisa.

    Claro está, no esperaba haberme distraído lo suficiente como para llevarme en banda a una pobre criatura que justo salía de los baños. Choqué contra su cuerpo y de inmediato me volví hacia él, notando que le había derramado parte del refresco en la camisa. Ah, mierda. Encima la Coca quedaba toda pegajosa, era un asco.

    —Ah, lo siento mucho —me apresuré por disculparme al subir a sus ojos, no que me muriera de vergüenza pero tampoco era un monstruo, ¿eh? Y no me gustaría que un cualquiera me tirara gaseosa encima a un rato de entrar a clases.

    Total que de paso comprobé que el muchacho en cuestión era bastante guapo y mira, uno las oportunidades tenía que tomarlas, ¿verdad? Profundicé mi ceño fruncido, aprovechando su cuota de genuino, cosa de verme gravemente compungida o algo~

    —Perdona, no te vi —insistí, detallando la mancha—. Mierda, te he arruinado la camisa. ¿Te ayudo a limpiarte o algo?

    Nekita excusas pelotudas al ataque
     
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  19.  
    Nekita

    Nekita Amo de FFL

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    Su cabeza estaba perdida repitiendo en bucle toda la interacción del baño, quizás imaginando las expresiones que pudo haber escondido en esa gran barrera que se cargaba el niño rebelde, porque por mucho que lo intentara no podía ocultar la verdadera intención de su última petición por mucho que le soltara pullas o lo insultara. Seguía estando preocupado, seguía queriendo asegurarse que recordaba sus propias palabras para no sentir que ese eslabón suelto estaba en peligro de alguna forma, peligro que quizás ni siquiera podía evitar si así lo decidía y peligro que ni siquiera podía avisar incluso si quisiera.

    Si es que la mejor arma era el jodido orgullo.

    Solo pudo salir de esa clase de trance cuando sintió aquella colisión seguido de algo frio colarse por su torso, pero agradecía a la sorpresa de todo para darse el tiempo necesario para luego entrar en un modo algo más preocupado para ella y su camisa en general, buscando con su mirada algún rostro de soda en ella sin ninguna pizca de alguna otra intención de revisar si ella había salido "afectada".

    Aunque le sirviera perfectamente para ver otras cosas.

    —Tranquila... que yo también tengo la culpa un poco por no estarme fijando —Soltó una risa suave y con su mano libre tomó algo de la tela que no estaba mojada para tirar un poco de esta hacia afuera y separarla de su cuerpo, evitar sentir más humedad de la necesaria —, tan siquiera solo uno de los dos tiene soda encima, ¿no? Ya es algo...

    Miró el baño que realmente tan solo estaba a un par de pasos de él y luego regresó su mirada hacia ella.

    —No lo sé... ¿tienes de momento algún pañuelo o algo para tratar de absorber el exceso? —Aunque seguro su camisa ya se estaba encargando de todo eso por su propia cuenta para hacer todo un poco más grande —, y... ¿crees que esté bien que intente mojarlo en el baño? No estoy muy seguro de que hacer con manchas de sodas, si soy honesto...

    Si bien la preocupación de quedarse pegajoso era genuina, todo lo demás eran meros adornos para su convivencia.
     
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  20.  
    Amane

    Amane Equipo administrativo Comentarista destacado

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    Desde luego, cada rato que pasaba con Kou me servía para darme cuenta que lo había subestimado desde un principio y que, aunque oliese a inexperiencia por todas partes y fuese un estirado de primeras, se adaptaba muy bien a este tipo de jugadas si se le daba el espacio necesario. Lo que acababa resumiéndose en que tendría que seguir aguantándome un buen rato porque me daba la sensación de que no me iba a aburrir en ningún momento con él.

    Sea como fuere, noté perfectamente lo que pretendía que notase y qué otra cosa se suponía que iba a hacer salvo sonreírme con una satisfacción estúpida, siguiendo sus movimientos a través del espejo hasta que salió del ascensor por completo. Asumía toda la culpa de haberle puesto así, si yo era una chica de lo más correcta, y mira que no tenía ningún problema en encargarme de solucionar su problema, solo tenía que pedírmelo~

    Salí del elevador no mucho después que él, que no quería que se me cerrasen las puertas en la cara, y fue apenas ahí fuera que me paré a analizar la última frase que me había dicho. ¿Que mañana nos veíamos y pasaba por mi a las ocho? Espera... ¿se suponía que eso era una cita? Bueno, dudaba que él, o cualquier persona realmente, fuese a calificarlo de cita, pero yo iba a tomármela como una. De repente no tenía ni idea de lo que tenía planeado, ¿qué se supone que me tenía que poner si no sabía a dónde iba? No importaba realmente, iba a ponerme bien linda porque hacía mucho que no me arreglaba para salir.

    Y sí, por mucho me refería al sábado pasado para la mascarada.

    Me dirigí hacia mi aula con una sonrisa risueña en la cara, sin ninguna necesidad de buscar a nadie más para entretenerme o algo parecido. ¡Me encantaba tener planes para los fines de semana!
     
    • Adorable Adorable x 2
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