Si esta chica pensaba que con este metro cincuenta y seis podía solo mandarla a la mierda y seguir con mi vida, bueno, razón no le faltaba, pero también era una chica simple de tanto en tanto, así que cómo iba a negarme yo la compañía de una señorita que se había acercado por iniciativa propia. Era obvio que era extranjera además, así que puntos extra, me libraba de las mierdas japonesas. La sonrisa se me acentuó un poco más incluso cuando insistió diciendo que estaban muy bonitas, no que me importara a mí recibir halagos ni una mierda, pero el tema me servía para seguir haciendo el tonto y era obvio que a ella también. Cuando preguntó si a ella le quedaría algo así me lo pensé, un poco porque sí no que hiciera falta realmente, y asentí suavemente con la cabeza. —¿Azul quizás? Iría con el color de tus ojos~ —Me iluminé de repente—. Ah, unos highlights de ese color seguro te quedarían muy bien~ se verían más cuando el sol te dé en el cabello y así. No que creyera que me fuese a hacer caso, le interesara o cualquier cosa del rollo, pero de nuevo todo fuese por seguir la conversación y tal. Además noté que entornaba la mirada, también se le sumó algo más de diversión en la voz y pensé que vaya joyita había ido a caerme encima así, de la nada, como lanzada por los ángeles o el diablo, vete a saber. —O'Connor —repetí, tomándole evidente gusto al sonido del apellido, como mínimo pensé que tendría ascendencia escocesa o irlandesa, algo de esos lados—. Katrina Akaisa, lastimosamente ya soy parte del paisaje, pero siempre es bueno ver caras nuevas~ Digamos que ya me sentí más o menos cómoda con el estar yendo a la escuela, como si las cosas volvieran gradualmente a la normalidad, lentamente, al ritmo de las arenas movedizas. Mamá me había reclamado por el tupper que me llevé, pero poco más, le dije que se lo regresaría en unos días y ya, una parte de mí no dudaba que Hiradaira fuera de regresarlo. Por alguna razón estúpida pensé en darle algunas de las galletas que habían quedado a Al, pero al final preferí no incordiar y lo dejé estar, pues porque no quería ser tan jodidamente pesada. Al salir de casa le eché un vistazo a la casa de los Sonnen, al portón, y seguí andando en dirección a la estación recordando de repente que le había dicho a Zoldryck de quedar algún día para comer ramen en algún buen sitio. ¿Igual el fin de semana era buena idea? Quién sabe, pero bueno imagina que decidiría en el transcurso del día y cualquier cosa podía buscarlo en su clase o algo para decirle. Llegué al Sakura a tiempo, ni modo, y aunque vi a Arata afuera no me detuve a saludarlo realmente, lo mismo con Cayden en la puerta que no supe si estaba nervioso, hasta los putos huevos de Zeldryck o solo llevaba así desde la madrugada del domingo cuando se fue de la casa de Katrina. Seguí hacia la línea de casilleros luego de pasarles a un lado, sin interrumpirlos, y cuando estuve en las taquillas distinguí el chispazo de rosado no muy lejos. A ver, no que fuéramos las mejores amigas ni nada, pero tenía decencia así que la miré para dedicarle una sonrisa que valiera de saludo. Ni siquiera detallé que tenía el tupper en las manos, me limité a abrir el casillero para hacer el cambio de zapatos y ya, aunque sentí una vibra extraña, apenas perceptible que al final decidí pasar por alto. Qué poco sabía. Como siempre. Contenido oculto one post in y ya me puse Teach me to fight de YONAKA porque se viene la putísima rage, i feel it in mah bones aND IM READY la gracia es que así como anna lleva días sin enragearse and now im scared Con esta cara de puto cordero a medio morir seguro todos los de su calaña se imaginaba que era un puto arrastrado, que a ver, razón no les faltaba pero yo elegía a quién y cuándo moverle la cola como un perrito o cuándo esconder el rabo entre las patas o tirar el mordiscos antes de echar a correr. No tenía la fuerza física para darme de palos con nadie, claro, pero eso tampoco implicaba que no tuviese mínimo un poquito de espíritu de lucha y si me moría, al menos me moría mordiendo todo lo que alcanzara a tocarme. Normal, con el maldito fuego que llevaba dentro. Este cabrón parecía la versión masculina de Tolvaj, lo juraba por mi madre, su forma de moverse, de hablar y todo me la recordaba a cada segundo, tenía la decencia de ser menos invasivo de primera entrada, pero no dudaba que pudiese ponerse de mano floja si le salía del culo y ganas de aguantar mucho a los de su tipo no tenía nunca, esta semana de mi vida mucho menos. Pero negocios eran negocios. No había que tener un máster en nada para entender que me estaba leyendo, que se estaba pensando sus jugadas y todo el asunto, incluso cuando parecía desentendido. Shibuya y Shinjuku me habían enseñado muchas cosas, qué decir, entre ellas cuando alguien te tenía fichado desde el segundo cero. Quería atención, pero sin dudas esta no era. Encima de attention whore, selectivo. Muy bien, Dunn. Apestaba además, ¿no? No era el olor del azufre como tal, no era el de las pandillas y la yakuza, pero apestaba a algo y estaba rodeado de hilos negros, quizás no tan oscuros como los que esparcía Shinomiya, pero seguía siendo el caso. Me olía un poco por dónde iban los tiros con este jodido, la lectura me lo decía, y es que seguro quería dominar cuanta mierda le pusieran al alcance. Yo era un idiota, eso ya estaba claro, llevaba días lloriqueando como perro abandonado porque la gente se me podía desaparecer y yo podía no reaccionar, pero en el fondo si había algo que aborrecía era sentirme mandado por personas que no eran nada mío. Lo aborrecía con el alma, de ahí que me hubiese encabronado la actitud de Nakagawa hace días, porque adoraba mi espacio, mi individualidad y mi libertad de hacer las cosas a mi manera, a mi tiempo. Existir separado del mundo, su ruido y sobre todo cabrones como este. Desligado de todo Dios, aunque luego me estuviera cagando en mi vida. Era un saco de nervios, pero también tenía más orgullo del que era sano así que ahí íbamos de nuevo, le sostuve la mirada sin problema, parpadeé despacio y hundí las manos en los bolsillos de la chaqueta, de nuevo la del zorro bordado en la espalda. —Parque Hibiya, Chiyoda. En la fuente, ojo, la fuente no el estanque. —Hice la aclaración porque parecía extranjero que te cagas y en sí su japonés no era para recibir una medalla—. A las nueve de la noche y como te atrases diez minutos pues bye-bye, que tengo otras cosas que hacer. Por la pura gracia pensé en sacarle el móvil del bolsillo sin que se diese cuenta siquiera, pero implicaba cortar distancia y pues no gracias, así que saqué mi propio teléfono, marqué un número que por obvias razones no era el del móvil en el que acababa de escribir y estiré el brazo para que pudiese mirarlo en la pantalla. Mentira y verdad a medias, tenía que atender a Akaisa pero no le dije hora en ningún momento. —Y la próxima nada de estar hablando estas mierdas a los cuatro vientos en la puerta de la academia. Contenido oculto solo diré chale, su high three en modo business
Solté una risa nasal al escucharle la pregunta de si lo creía tan superficial, porque eso era el equivalente a que yo le preguntase si creía que tenía un problema con el azúcar. Aquí cada uno sabía sus problemas, así que mejor no decir nada al respecto~ El cabrón se prendó de mis ojos un buen rato, y tampoco desestimó la oportunidad de recorrerme con la mirada a su propio ritmo, cosa que solo consiguió echarme encima una satisfacción de lo más jodida. A ver, que yo para él tenía todas las vistas que quisiese disfrutar, solo tenía que pedirlo~ Ya de paso me ignoró por completo cuando le insinué lo del lazo, que sabía yo perfectamente que lo había entendido porque no tenía pinta de ser ningún estúpido, pero en aquella ocasión no me molestó ni nada por el estilo. ¿Cómo iba a molestarme si en realidad me estaba siguiendo el juego justo como quería? Dejé de jugar con el pañuelo mientras iba hablando, lo solté con un movimiento suave y deslicé la mano por su hombro hasta poder engancharla en su nuca, dónde me dediqué a hacerle cosquillas suaves de manera algo distraída. —¿Tragos con Shino-kun? Tendría que ser estúpida para no aceptar esa oferta~ —murmuré, ensanchando un poquito más la sonrisa ante la imagen. No tenía ni que decirlo para saber la clase de sitio exclusivo al que era capaz de llevarme si le salía de los cojones. Y no era yo ninguna elitista, me gustaba pasar el rato en un parque como a cualquier otra persona que se juntaba con pandilleros, pero seguía siendo una jodida niña rica mimada y las zonas vips eran siempre tan divertidas~ Asentí un par de veces con la cabeza mientras seguía hablando, sin apartar la vista de sus ojos en ningún momento, y un poco así sin darme cuenta me giré hasta volver a quedarme con la espalda sobre los casilleros, arrastrándolo al no haber separado la mano en ningún momento de su cuello y prácticamente bloqueándonos las vistas a los dos para centrarnos solo el uno en el otro. >>Mhm~ Las transparencias también me quedan bien. Las minifaldas me realzan las piernas, pero puedo hacer el trabajo con falda larga sin problemas, ¿no crees~? ¿A qué venía soltarle todo aquello? Ni idea. No es que no le creyese capaz de montarse cualquier teatro que se le pasase por la cabeza, aunque quizás no era del todo consciente hasta qué punto podía llegar solo porque se aburría o si estaba de buen humor. Nah, nada de eso. En realidad, solo le estaba zorreando un poquito~ Contenido oculto mira que me hace gracia que justo esta pendeja tenga sugar daddy pero no me quejo porque vaya daddy 7u7
Contenido oculto: quéhacesCayCayaceptandoestechico Si supiese que el cabrón me comparaba con Tolvaj me estaría cagando de la risa, porque vamos, nuestro parecido si que teníamos, y al habérmela follado en las duchas podría decir que la compatibilidad para seguirme el ritmo animal si que tenía la hiena. En realidad no dudaría en comérmela las veces que surgieran, si las sombras se potenciaban entre ellas y nosotros no eramos la excepción en este infierno, si solo había que tener dos dedos de frente para notar el que apestabamos al averno~ Por otra parte me causaba una curiosidad de lo más morbosa el saber si el ratoncito se retractaría y se sacaría una excusa de la manga, pero al estarme sosteniendo la mirada descarté la idea de forma inmediata. A ver Cardenal, acércate a la jaula. Lo escuché con una atención ridícula, buscando cualquier duda, tiemble o quiebre en su voz, pero el ratoncito parecía llevar años en la porquería de distribución. Parque Hibiya, Chiyoda. En la fuente, ojo, la fuente no el estanque. Uy, te estás acercando a los barrotes. Me tragué la sonrisa sátira, enderezándome al desprenderme del punto de apoyo, moviendo el cuello como quién busca destensar los músculos pese a estar en mi puto patio de juegos con el ratoncito rondando cerca de las garras del felino. A las nueve de la noche y como te atrases diez minutos pues bye-bye, que tengo otras cosas que hacer. Good boy~ Seguí su movimiento con las pupilas de soslayo, denotando el que me estiraba la pantalla del móvil con un número teléfonico, y ahora si que no pude contener la sonrisa cagada. Saqué el mío del bolsillo sin prisas, escribiendo los digitos que había memorizado en lo que pasaba de su advertencia, y fue entonces que lo miré entre las pestañas, como el maldito bufón que era. A ver si lograba que me diera su número privado, y no el de los negocios en algún momento. Había que ser imbécil para creer que esta bola de ansiedad cubierta con capas de orgullo para vender su mercancía me iba a dar su verdadero número. Me desajusté la corbata mal trecha después, girándome hacia los casilleros para comenzar a caminar, murmurando en despedida al pelirojo que acababa de dar un paso más hacia las sombras putrefactas, a ver cuánto le duraba el fuego entre la oscuridad. >>Te veo el sábado, Cardenal~
Aquel divertido viaje en el auto terminó en la residencia de los Miles, el segundo amigo de su padre que se había encargado de que estuviera en ese lado del mundo, encargándose de todos los papeleos necesarios para su transferencia de escuela entre otras cosas que no le habían aclarado muy bien y tampoco le interesaba demasiado. Quizás lo había visto un par de veces por un muy breve periodo de tiempo al no estar viviendo en Inglaterra como ellos, pero definitivamente jamás había sido informado de que tenía familia. Y eso siempre era interesante. Lo recibieron ambos, le mostraron la casa y su habitación antes de que el Sr. Miles decidiera dejarlos solos sin mayor explicación, cosa que le sorprendía sin lugar a dudas, puesto que había imaginado a su padre algo más paranoico con cosas de seguridad. Dejando eso de lado, su noche fue bastante tranquila e incluso el transcurso hacia la escuela en el auto lo fue, el chico incluso parecía bastante amable. —Disculpa, ¿lo de ayer suele pasar seguido? —¿Lo de mi papá? —Cuando lo vio asentir con su cabeza, Dante prosiguió a seguir hablando no sin antes soltar un suspiro desanimado —, más o menos, cuando sale así de repente no suele volver en unos días, espero que no te cause muchas molestias que no se quedara para recibirte. —No tienes que preocuparte por esos detalles—Revolvió su cabello con mimo antes de salir del auto, tomándose todas la confianza del mundo para empezar a caminar con él abrazado del cuello hacia los casilleros —, ¿pero eso significa que seremos solo nosotros y mi equipo? —Algo así, la gente que viste ayer en casa normalmente lo suelen acompañar cuando se va —Entre semana no solía ser un problema, porque simplemente notaba la posible ausencia de una comida y él mismo podía preparársela mientras que los fines de semana, alguien si llegaba a aparecer para ayudarlo en esa área y luego se retiraba—. Pero siempre podemos pedir algo en caso de que sea necesario o nos falte algo, ¿no? Llegaron a los casilleros de segundo, donde esperó a que Dante cambiara sus zapatos para arrastrarlo prácticamente hacia los de tercero y seguir teniendo una conversación. —Claro, claro seguro puede ser divertido cocinar algo juntos el fin de semana, también podríamos ver alguna película o algo —Detuvo su hablar en el momento que llegaron a los casilleros de los de tercero y pudiera cambiarse sus zapatos —. ¿Qué tal...? Detuvo su hablar en el momento que se dio cuenta que en la periferia había alguien demasiado, pero demasiado familiar. Una sonrisa de emoción se pintó en sus labios y apuntó con su dedo índice a la persona. >> ¿Qué tal Dante, si te presento a un amigo mio? Zeldy, hola~ Esos días definitivamente se había sentido demasiado perdido al punto que quizás que si no contaba el día donde había terminado almorzando con uno de los chicos de su salón se había mantenido completamente dentro de su cabeza, entre el drama de su apartamento, la forma en la que administraba lo que le enviaban sus padres para todo lo que se tenía que pagar y los estrictos días que se organizaba para comprar todo lo necesario, ya estaba algo aliviado de que llegara el fin de semana. Tendría su presupuesto completo. Podría volver a rellenar todo lo que ya se había acabado por culpa de la visita de su hermano. Podía salir un poco de su cabeza incluso aunque realmente no se relacionaba demasiado con nadie solo por sentir que de nuevo todo estaba volviendo a un orden que le podía beneficiar un poco más de la situación. Al llegar a los casilleros como siempre hizo su rutina, hacer el cambio de estos y pensar en retirarse de allí casi de forma inmediata hasta que escuchó que alguien le hablaba solo por un casillero. —¿Segura que es la combinación correcta? —Preguntó en un suspiro, arrastrando sus pies hacia su lugar al no tener realmente ilusión de lidiar con eso, porque vamos, existía la gran posibilidad de que tampoco pudiera solucionarlo. Miró desde su lugar la pantalla de su celular para ver los números en cuestión luego de "cerrar" nuevamente el candado al empujar el cuerpo de este hacia arriba contra el aro, pero en efecto, incluso con la combinación no abría. —Debes cambiarlo a algo de llave si puedes —Lidiar con algo así posiblemente todos los futuros días lo sentía demasiado fastidioso y lo único que se le pudo ocurrir fue simplemente ejercer más presión hacia abajo mientras lo movía ligeramente hacia los lados hasta que finalmente el seguro cedió —, porque esto es jodidamente tedioso...
Dellen ¡Un día más parecía iniciar en lo que era mi nueva vida! Y esa sensación retumbava en mi cabeza mientras agarraba la llave de la taquilla, abriéndola casi sin pensar con el fin de agarrar los libros que me tocaban de las materias que iba a cursar, por otro lado dirigí una rápida al alumnado que allí se hallaba y la verdad es que incluso para una escuela como ésta me parecían demasiados... Y en lo personal tampoco tenía idea de como entrarle a la gente pero bueno, tampoco podía mostrarme tímido al respecto, así que con lentitd me acerqué a un chico de pelo azulado que también se hallaba por ahí. Al colocarme frente a él simplemente reverencié en señal de educación. — Encantado, mi nombre es Dellen Norsa, soy nuevo—. Comenté mientras recuperaba mi postura habitual— Lamento ser tan precipitado al respecto, pero admito que ando aún un poco perdido en cuánto al alumnado, más es un placer conocerte. Quizás hubiera quedado como un completo idiota, sin embargo ¿Como me presentaba con una persona si no era así? Cierto es que no la conocía de nada, pero ¿Era correcto? ¿Presentarse a una persona sin conocerla de antemano así de sopetón? y aun así ¿Que otra alternativa tenía? En fin, el no ya lo tenía pero tampoco auguraba tener un buen presentimiento sobre esto... De todos modos, ví a Morgan de reojo a la lejanía y decidí saludarla con el brazo por si por un casual me reconocía o tenía la posibilidad de saludarme de vuelta Lynn Nuevo día, nuevas caras y mis ganas seguían siendo nulas, y sin embargo, seguía sin conocer a las del club de lectura, solté un suspiro mirando alrededor solo para ver si encontraba una cara conocida al menos, concretamente la de la chica peliblanca que me enseñó la biblioteca, Thorton. Más me resultó más que evidente en un primer vistazo que no parecía estar por ahí, por lo que simplemente suspiré para agarrar mis cosas y empezar a moverme en dirección a las aulas. —... Genial, tampoco ayudan en absoluto el resto de alumnos, ¿Como pueden ser tan desconsiderados con alguien con tal bajo nivel de socialización? Y encima no es algo que haga por gusto, tsk, ni siquiera sé por qué cojones me fío aún de los demás—. Murmuré para mí misma para recoger mis cosas e irme al salón. Shiori Nuevo día y ¡Uno soleado! Entré con una sonrisa, encantada al instituto. Era un día perfecto donde el conocimiento y las amistades con suerte irían In crescendo y en mi interior, unas energías renovadas de una noche de reparador y sosegado descanso. Miré a mi alrededor mientras trataba de hallar alguna cara conocida, más no parecía haber ninguna cerca, más ¡No importaba! Simplemente decidí recoger mis cosas y marchar al salón, fijo que allí encontraría a mis amigos. Aun con todo, esperaba que lo fueran, al final todo había resultado tan precipitado y, si no pues al menos quería aprovechar más para hablar con la señorita Maxwell, fue con la que más congenié, sin embargo, también me gustaría seguir platicando con la señorita Satoko, desafortunadamente fui demasiado descortés con ella aunque no estuviera dentro de mis intenciones y realmente me sabía mal, igual no dudaría en disculparme si genuinamente la ofendí en esa ocasión. Así fue como sin mediar mayor palabra me dirigí con una sonrisa hacia mi clase pertinente. Contenido oculto: Aclaración Nekita Ignoro si ésto es necesario o no, pero como soy pésimamente ambigüo en las descripciones, quería decir que Dellen se está presentando con Aron
Y así como venía, una nueva semana parecía estar por llegar a su fin. Habían sido días bastante promedio; asistir a clases, ayudar en casa y salir a correr de vez en cuando en las tardes con Shawn. La tormenta parecía ir amainando, los días recuperaban su color y lo cierto es que agradecía aquella calma. Me resultaba tan ajena, tan extraña. Distinguí la cabellera rubia de Rachel aguardando en la entrada de la academia, tan puntual como ella sola, y en cuanto me reconoció no tardó en dirigirme una de aquellas sonrisas suyas. Se había vuelto una rutina esperarnos, charlar un poco mientras subíamos a clase y quedar para almorzar más tarde. Lo había propuesto ella y digamos que me hacía sentir especial que alguien me tuviera en cuenta de esa forma. Si debía ser sincero le estaba agarrando bastante cariño a aquella enérgica chiquilla. —Hoy he preparado un almuerzo súper especial —comentó mientras hacíamos el cambio de zapatos, con cierto orgullo en la voz—. Tendrás la oportunidad de hacer de uno de los jueces y valorarlo. ¡Pero tienes que ser justo! —¿...Uh? —parpadeé, cerrando el casillero algo dormido aún. Las ideas de Rach seguían tomándome desprevenido, más aún tan temprano en la mañana—. Claro, supongo que suena... ¿bien? —No suenas muy convencido —Hizo un ligero mohín, pero la pseudo molestia se le pasó cuando distinguió a alguien entre los estudiantes—. Ah, es Izayoi-senpai. Ahora vuelvo, ¡voy a saludarla! Hice un sonido afirmativo algo vago, y apoyé el hombro en los casilleros, aguardando allí con los cascos sobre el cuello. Fue entonces cuando cerca de mí noté a una chica de segundo buscando posiblemente su casillero, solo que... en la zona equivocada al parecer. Dubitativo, miré a ambos lados antes de carraspear, un tanto incómodo. No parecía haber nadie para ayudarla, para mi mala suerte, así que...¿me tocaba a mí? ¿Creo? —Uhm... ¿Necesitas ayuda? Contenido oculto Rojo FireRed Cada nene para cada una de tus niñas <3 Ah~ El fin de semana, tan cerca y a la vez tan lejos. Para ser jueves ya había planeado todo al milímetro, cualquier detalle que se saliese de la tediosa rutina era más que bienvenido y la academia comenzaba a volverse aquello de lo que deseaba escapar. Al menos me daba una excusa para rehuir de la residencia Ankoku y de los asfixiantes guardaespaldas que, por más buenos que estuviesen, seguían siendo tan planos y complacientes como el resto de residentes. A veces la teoría de que no eran seres pensantes y que eran alguna clase de ayudantes de última generación no se me hacía tan descabellada. Los casilleros estaban repletos de alumnos a aquellas horas de la mañana y sin embargo aquellos inconfundibles auriculares verdes captaron mi atención. Dejé los zapatos en su lugar y le aparté el cabello castaño del rostro con un movimiento sedoso, aumentándole considerablemente el campo de visión. E importándome nada y menos su espacio personal, pero eso era obvio. —Pero qué ven mis ojos. Buenos días, linda~ —Recibí la expresión huraña de Lena y casi ronroneé—. Hace días que no se de ti. No me estarás huyendo, ¿verdad~? —Justo cuando creía que podía empezar a aguantarte tenías que empezar a cagarla —bufó, cerrando el casillero y se apartó bajándose los auriculares del todo. Cruzó los brazos bajo el pecho—. He estado ocupada. Nada más. —¿Oh? ¿Alguna noticia interesante? —cuestioné, recargando el peso sobre una de mis piernas con completa calma—. Mira que tengo tooodo el tiempo del mundo, te ofrezco saltarnos las clases y todo. ¿Acaso no soy generosa, Len? Pero haciendo caso omiso a mis palabras, dio media vuelta como si fuese menos que la mierda y se perdió entre los alumnos, sin más. Enarqué una ceja, incrédula, pero terminé por soltar una risa nasal y seguir a lo mío. Empezaba a acostumbrarme a ello. Era la única que tenía los ovarios de bajarme de mi trono de una patada y quizás, y solo quizás, era eso lo que me interesaba de ella. Contenido oculto Insane Ahí te dejo a Hotaru owo Lennie queda por ahí
Terminé perdiéndome en la hilera de casilleros sin pasarme desapercibido la presencia de Kou con Ri-chan, a lo cual pensé en detenerme en algún momento para unirme a la plática pero opté mejor en dejarlo para después, claro, clavándole de paso la mirada al principito con el tinte de fuego impreso en las pupilas al estar la chica dándome la espalda, estirando la sonrisa burlona por ahí derecho como un saludo hasta perderme en la hilera siguiente, frenando frente a mi locker al visualizar a mi hermano ya alejándose del suyo al encontrarse con Génesis, la cual estaba guardándose una bebida dentro de la mochila que probablemente había comprado de camino al instituto con la parsimonia usual, a lo que me pregunté si había visto al bandolero de Shimizu fumando fuera, porque de ser el caso algo le habría dicho. Hice la estupidez del cambio de calzado con el propósito de luego ponerme a escuchar música e ir a saludar a Allen. Además, ella había prometido ir a ver los perros el domingo, así que recordarle no venía de más. Pero en el momento en que cerré el locker reconocí la voz de Sean, a lo que la sonrisa cagada casi se esfumó por completo al pasar por mi cabeza escenas que había enterrado el año pasado, esos recuerdos parchados, incompletos que me había costado en volver a elaborar acompañados de un malestar de mierda, sin embargo continué las cosas a mi ritmo, girándome con la mochila de cuero ante el saludo dulzón. Mi viejo no me había comentado nada, a mi hermano mucho menos o éste me lo hubiese soltado en la noche pasada. Le recorrí el agarre que mantenía sobre el cuello de Dante por puro vicio. Vaya, el chiquillo había dado con lo peor. Porque si yo era Satanás, este maldito vendría siendo mi creador. —A Dante ya lo conozco, llegaste tarde Reese's —solté sarcástico, mirándolo entre las pestañas sin tinta de empatía—. Creí que estarías... no sé, en el psiquiatra~ —dejé la espalda alta contra el metal, regresando las manos a los bolsillos. Un poco divertido fue que me ayudase a la primera pese a la pereza que parecía traer su alma al estar arrastrando sus pasos. Me moví entonces un poco para atrás para dejarlo solucionar mi problema en lo ladeaba ligeramente la cabeza, tratando de ver si tenía él mayor resultado del que obtuve yo. Me lo pensé un poco entonces, recordando el día en que asigné los números elegidos y pues era la fecha en que había entrado a competir, y bueno, esas cosas no se olvidaban. —Sí, segura. Mm, ¿cambiar de aro? Agh, compraré otro entonces, baby. Él me estaba asegurando prácticamente que estaba dañado así que ni modo, a sacar unos cuantos yenes para comprar uno nuevo, a lo que escuché el click de cuando se abría el seguro, volviendo a acercarme al locker a su lado, sujetando el seguro que había dado problemas para luego guardarlo en el bolsillo de la falda. Ni modo, lo que no servía se desechaba y ya estaba. Estaba por darle las gracias pero un chico de cabello blanco se acercó a hablarle, o a presentarse más bien, así que me dediqué a intercambiar el cuaderno que correspondía a las materias del día de hoy para cerrarlo sin el pasador. Además, según Japón era muy seguro, ¿no? a ver qué tan cierto era. Me eché a caminar optando por darle las gracias al chico en otro momento, encaminándome hacia el pasillo. Estaba por dirigirme a los pasillos en lo que la cabellera rubia se meneó con cada paso que daba, altiva como de costumbre, frenando al acomodarse en una de las columnas y desprenderse de la mochila, comenzando a guardar una bebida que probablemente había comprado recién llegando al instituto, me acerqué entonces sonriéndole, denotando el color tenue en sus mejillas al encontrar mis ojos, pero como siempre lo dejé pasar. —¿Dormiste bien, Gen? —Sí, pude cumplir el itinerario sin invonveniente. ¿Tú? Bueno, ni de cerca cumpliría un itinerario así que relajé los músculos, suavizando las facciones en lo que ella volvía a colgarse la mochila al hombro, alisando su falda como acostumbraba, buscando cualquier imperfección en su uniforme para luego escanearme como computadora, colocándose de puntillas con la parsimonia usual, comenzando a arreglarme la corbata, a lo que ladeé ligeramente la cabeza para permitir que lo hiciese sin inconvenientes, porque ya venía haciendo el tonto al desordenarla aún más por aflojarla. —Sí, dormí bastante bien. La yema de sus dedos llegaron a mi cuello para acomodarme la cadena de plata que había mandado mi padre hace poco, terminando su recorrido en el final de mis hombros al apartar cualquier rastro de polvo. Contenido oculto Ahí te dejo las presas Hotaru-chan(?)
Una voz muy particular le llegó a sus oídos que la sacó del trance de andar leyendo, y levantó la mirada de la revista, esa voz le resonaba, y había sido lo suficientemente llamativa como para que enfocara su atención de los motores y coches a la fuente de aquel sonido. Cerró su casillero y se acercó hasta que terminó dando con el responsable, llevando aún consigo la susodicha revista, una chica del tamaño de un edificio y llevando consigo una revista de modificación de coches pues era una vista que no se tenía a diario. —Anda ya, pero si es Ra-chan ¿Cómo se encuentra?—terminó por esbozar una sonrisa, su presencia era bienvenida, con todo lo que había pasado a sus espaldas y se hacía la que ignoraba, un poco de luz en ese chiquero putrefacto con apariencia de escuela era más que bienvenido. Aquella niña era un angelito, la recibía con los brazos abiertos para pasar por alto la enorme cantidad de demonios que caminaban por esos pasillos. Estaba pasando lo que justamente me temía... Los casilleros estaban en kanji. Mi manejo del japonés se limitaba a los alfabetos básicos, más sencillos, véase el hiragana y similares. ¡Aunque no todo estaba perdido! Mamá me había dejado un práctico (Quizas no tanto) manual de viajero para leer los kanjis... Aunque seguía siendo un dolor de cabeza. Había sacado aquel librito que de librito no tenía nada y me puse a leerlo para lanzar luz en mi situación, aunque eso me había dejado muy distraída, sin darme cuenta que habían llegado otro alumno... —Merde! —me sobresalté con voz aguda, ya que no me esperaba que aparecieran así por así, un chico de cabello negro y cascos, no iba a mentir, se parecía de alguna manera a papá, le veía el mismo peinado... ¡Si me daba esa sensación de familiaridad! Luego recuperé la compostura luego de un momento de nerviosismo propio del susto, y me rasqué la nuca —Esto... Lamento la reacción, no esperaba esto -y junté las puntas de mis dedos índices, apenada por lo sucedido— S-Soy nueva en esta academia y s-si, necesito ayuda...
Puso sus ojos en blanco aprovechando que su pequeño anfitrión no podía verlo al irse colocando detrás de él para poder abrazarlo con ambos brazos y apoyar su mentón sobre su coronilla, sintiendo las leves caricias del chico en su brazo por unos segundos casi dándole permiso de quedarse allí si quería como si no hubiera planeado quedarse allí de igual forma. Y vamos, que si ya andaba viendo como tomaba al niño, no le molestaba que viera que podía ponerse en más confianzas si así lo quería. —Es un bonito apodo, más si te gusta ese chocolate, ¿no? —Dante aprovechó también para saludar a Zeld con una de sus manos ignorando por completo el comentario del psiquiatra hacia su invitado, además si bien le parecía muy interesante que se conocieran de antes, suponía que era mucho mejor para mantener la conversación que tener a dos desconocidos y solo una persona en común. —Exacto, además, me gusta cuando Zeldy me lo dice, suena cute~ —Incluso si su voz era bastante animada, la forma en la que miraba a Zeld era bastante seria por haber hecho esa clase de comentario de lada nada —, you're so mean Zeldyyy y eso que me esforcé que pudiera ser una sorpresa con tu papá, me habrías dejado en ridículo aquí con mi anfitrión si te hubiera corrido a abrazar~ —...¿Tienen alguna clase de amistad pesada? —Preguntó finalmente, si bien él podía notar aquella mirada de Zeld en Sean, la forma en la que él le contestaba la recordaba mucho a esa clase de amistades basadas en estarse molestando de formas bastante intensas que quizás para las otras personas no fuera algo muy usual. —Algo así, digamos que en nuestra relación yo lo quiero un poquito más de lo que él me quiere a mi, pero, se que es su lado grumpy nada más, no me preocupo, no, ¿Zeld? Le miró realmente sorprendido de que solo por ayudarla a abrir ese candado se tomara las confianzas de llamarlo de esa forma, no entendía en lo absoluto la necesidad de los extranjeros de estar poniendo apodos a gente que apenas acababan de conocer como si no fuera nada, le causaba bastante conflicto en general. —O podrías tener ninguno, son solo zapatos y cosas que ya todos tenemos, no creo que nadie quiera robarte algo—bufó —, y no me llames así, nos acabamos de conocer y en lo absoluto tienes alguna confianza conmigo para tomarte esas libertades de apodos ridículos no es... Tuvo que dejar de hablar casi en el momento que sintió otra persona acercarse, y con aquella altura que le sacaba realmente no es que pudiera ignorar su presencia cuando tenía que incluso ver un poco más hacia arriba para dar con sus ojos y escucharlo presentarse así tan de repente como si la chica con la que estaba hablando no existiera o algo similar aunque mínimo lo había reconocido, pero no había podido evitar preguntarse si lo habría visto ayudarla y ahora sentía que también podía ayudarlo a él. Pero no entendía en lo absoluto que quería, si tenía que ser honesto. —Aaron, pero, ¿cómo puedes estar perdido sobre el alumnado? —Preguntó con notable confusión, ya sin la opción de simplemente dejar al chico con la pelinegra —, tienes compañeros menores de segundo y primer año, cada quien tiene sus casilleros, te cambias los zapatos, cada piso es para cada grado... no es demasiado complicado.
No pasó mucho tiempo hasta que distinguí la silueta de Kurosawa apareciendo por la puerta. Nuestras miradas chocaron, me dedicó una sonrisa y yo hice lo mismo por reflejo. Me estaba generando un conflicto moral de la puta madre cumplir con lo que el otro jodido me había pedido, pero al mismo tiempo sabía que se lo debía y vaya, si había algo que quería evitar a toda costa eran deudas con los lobos. Deudas con quien fuera, en verdad. Cambié el tupper de mano a mano, un poco indecisa, hasta que solté el aire por la nariz y consumí la distancia que nos separaba. La saludé con la mano en un movimiento un poquito mecánico y bajé la vista al envase. —Gracias por las galletas del otro día, Kurosawa —murmuré, regresando los ojos a ella, y me las arreglé para sonreírle como buen cristiano—. Me las acabé con mamá viendo tele, a ella también le gustaron mucho. Yo nunca logré hornear algo decente. Vete a saber para qué lo solté, si para generar conversación o quitarme algo de la tensión de encima o ambas. Hundí las manos en los bolsillos apenas ella se hizo con el tupper y golpeteé la punta del zapato en el suelo, cambiando mi peso de un pie al otro. Ni siquiera sabía a ciencia cierta las razones detrás del pedido, si el cabrón parecía haber disfrutado de darme la información a medias. Como si fuera un puto perro que no necesita explicaciones, sólo órdenes. Y su puta madre. —Por cierto... —murmuré, rascándome las raíces del cabello. Solté el aire con pesadez—. No sé si ubicas ya a Shinomiya de algo, el tipo es un lobo de Shibuya y me dijo que quería hablar contigo. Venga, seguro habría habido formas más sutiles de soltarle la bomba, pobre chica, pero el cerebro se me secó por completo. Volví a respirar denso, arrugando el ceño, y desvié la mirada un instante. Me daba hasta vergüenza tener que tirarle esto encima, con lo mal que la había pasado culpa de esos enfermos hijos de puta. —Nada jodido, o al menos eso es lo que él dijo. Que no tuvo que ver con las decisiones de Tomoya y que por eso le gustaría hablar contigo. Dijo que te esperaría en la azotea, a la hora del receso. —Volví la vista a ella y me encogí ligeramente de hombros—. Puedo ir contigo, si quieres. Fui totalmente consciente de lo que su mano hacía aquí y allá. En mi pañuelo, primero, trazando mi hombro hasta alcanzar mi nuca. Se quedó jugueteando entre las puntas de mi cabello, me hacía cosquillas de tanto en tanto y ni por sus putos muertos saldría de mi boca, pero siempre había disfrutado las caricias en el pelo. De modo que me quedé allí, echándome una sonrisa encima así hubiera contado siempre con la absoluta certeza de que aceptaría. Y a ver, como para no~ Ni siquiera había mucho que pensar, si la niña era una hija de papá de Shibuya no podía vivir demasiado lejos y yo era un hombre de hábitos, a duras penas salía del club que frecuentaba con un montón de propósitos. Sociales, de negocios, lo que fuera. Todos los demonios tenían sus cuevas en el infierno y Teruaki-san me había dejado pase libre a la suya. Junto a sus palabras, Riamu comenzó a moverse. No me había quitado la mano del cabello, de modo que sentí la presión y pues, la seguí. Regresó la espalda a los casilleros y me sonreí en silencio, acomodando los pies a cada lado de los suyos. Venga ya, si no estaríamos dando un espectáculo de lo más bonito a las ocho de la mañana, como para llamar la atención y todo. Sí que lo hacíamos, de hecho, pero por la posición en la que había quedado no pude notar la presencia de Asmodeo. Ah, ah, qué lástima~ Debía reconocer, tenía lo suyo ser capaz de divertirme en la escuela. Le dediqué toda mi maldita atención al informarme sobre lo que le quedaba bien y lo que no, recordando lo que había llevado en la fiesta. Le sentaba, en efecto, pero esta vez podíamos arriesgarnos un poco más, ¿a que sí? La repasé con la vista, intentando adivinar sus medidas o como mínimo su talle, y asentí como un cachorrito entrenado al ameritar una respuesta de mi parte. No tenía todo el tiempo del mundo pero nada que un par de llamadas no solucionara, ¿verdad? —Sí, sí —murmuré, risueño, y por la pura gracia me acerqué un poquito más a ella. Me relamí brevemente antes de agregar—: Puedo imaginarlo, la verdad. Le sostuve la mirada un par de segundos y alcé el brazo entre nosotros, alcanzándole mi móvil que había sacado del bolsillo. —¿Dónde vives? Es lo único que necesito saber. Yo me encargo del resto~ Contenido oculto demasiada tensión me da un paro
Una lástima que aquella loba solitaria fuese a su puta bola, pero bueno, nada que hacerle. De igual forma tampoco me apetecía entrar a clases, de modo que me quedé un rato por allá repasando mis libros, mirándome las uñas y viendo pasar a los alumnos como quien escogía alguna presa en mitad de una enorme caterva de rostros. De entre tanto cabello curioso, sin embargo, fue una parejita de lo más melosa la que captó mi atención. La chica parecía estar acomodándole el uniforme y reconocí sus rostros de las veces que había entrado al aula de Lena a visitarla. Si casi había pasado más tiempo que en la mía propia, qué cosas~. —Lamento la interrupción~ —Saludé con aquella chispa divertida en mis orbes mientras me acercaba, guardando las distancias como si de verdad me preocupase molestarles o algo. Deslicé un mechón de obsidiana líquida tras mi oreja—. Son del aula 3-3, ¿cierto? ¿Ubican a Sallow? Castaña, cabello largo lacio. Si es que valía para interpretación y todo, sacándome una excusa tan natural de la nada para inmiscuirme. Saqué de mi mochila un bento pequeño anudado; se suponía que me habían pedido dárselo a Shinomiya como agradecimiento entre familias pero no era algo que me interesase ciertamente. Obedecer los mandados de mi padre. >>Le traje esto pero parece que anda algo enojada, ¿podrían hacérselo llegar? —Pestañeé, calma, extendiéndolo para quien lo tomase. Ladeé mi sonrisa mientras les repasaba sin ninguna clase de pudor, y solté con toda la inocencia del mundo—. Hacen muy linda pareja, por cierto~. ¿Llevan mucho saliendo? Hacía días que no reparaba en aquella amable senpai a la que habíamos conocido durante uno de los recesos, y de repente me moría de ganas por saludar rostros conocidos. Había estado bastante involucrada con los de primero por... temas secretos, de modo que un cambio de aires siempre venía bien, ¿no? —Tiempo sin verte, senpai. Todo va genial~ —aseguré con ligereza, entrelanzando las manos tras la espalda. Estuve a puntito de irme de la lengua y decirle que iba demasiado genial, ¡pero nadie debía sospechar nada!—. ¿Cómo has estado? ¿Lograste unirte al club al final? Noté de refilón la revista que cargaba y me deslicé hacia uno de sus costados, asomando el rostro con curiosidad entre las páginas. >>No way! ¿Te vas a comprar un coche? Esto de las formalidades no eran en absoluto lo mío, y años atrás me hubiera limitado a encerrarme dentro de mi música, de mi burbuja, aislándome del resto del mundo. Pasar por completo de las personas, solo así podía asegurar mi propia supervivencia. Era pura carne de cañón, una presa débil para muchos, no tenía muchas opciones entre las que escoger. Y sin embargo, a veces, cierta luz se colaba entre las grietas y te hacía sentir interés por el mundo de fuera. Solo entonces lograba notar que el resto de personas no eran tan distintas a mí como pensaba. Aquella chica, con su sobresalto y su evidente nerviosismo, no hizo más que confirmármelo. —...Tranquila, no te culpo —Me acaricié la nuca con una sonrisa escueta de pura cortesía, aún un tanto rígido. Se le notaba en el acento y en cómo arrastraba las palabras que era extranjera, no tenía más que verla—. Debo suponer que llevas poco tiempo en Tokio, ¿no es así? ¿Puedes leer los nombres en las taquillas? Si no estuviese tan dormido habría reparado en el pseudo diccionario que cargaba. Debía ser angustiante, ¿no? Que te soltasen sin flotador y sin saber nadar en un océano abierto y embravecido como lo era Japón. >>Si no es el caso... ¿Por qué no me dices tu nombre? Te ayudaré a buscarlo.
—Un placer escuchar tu buen estado~... Con lo del club de radio pues... El presi del mismo me aceptó por default si mal no recuerdo, eso fue... Raro por así decirlo —soltó una leve risa nasal, recordando el encontronazo de dos fieras como Sallow y Ankoku con el sereno Nakagawa—, con lo de el de baloncesto... Tengo que buscar a Yule-kun, me pareció verle por allí mientras estaba algo distraída, y pues pasaré del esgrima, las espadas no son mi fuerte. Luego pues se terminó percatando de que vio la revista... Se le fue la sangre a las mejillas, era como si la hubieran pillado al aire, pero bueno, podía compartir sin tanto problema, era un amor de chiquilla así que pues no le iba a juzgar. —Eh pues... ¡Algún día! Pero por los momentos no —se rió algo nerviosa rascándose la nuca—, son revistas de mi hermano mayor, él si se dedica a los coches y pues me gusta estar al corriente para apoyarlo con su trabajo. Aquel muchacho era muy calmado y lo llevaba bien, a pesar del sobresalto y toda la sorpresa de lo inesperado, le estaba hablando, pero pues al menos entendía sin tantos contratiempos, el japonés no era un idioma complicado de escuchar e interpretar, la patada en el trasero era la lectura y la escritura. Que la barrera idiomática fuera mucho más suave ahora me reconfortaba, no tacharía a mamá de imprudente, después de todo me había traído para enseñarme el camino de ida, pero estar por mi cuenta en un lugar al que apenas me estaba adaptando era muy intimidante. Pero toda esa problemática se había ido con la presencia de aquel chico, casi como un ángel de la guarda. —Ese es precisamente mi problema... Tengo un año apenas en Tokio y el kanji se me ha hecho algo difícil, por decir lo menos —me rascaba una mejilla, muy apenada por lo sucedido. Mamá y papá, que eran un par muy inteligente, se estaban adaptando a un ritmo muy rápido, podía calificarlos como genios casi, y yo pues... Me estaba quedando rezagada, aún con las palabras de aliento y la normalidad que ellos comentaban sobre mi situación. Pero aún así, adaptarme no iba como la seda, pero entendía la idea de venir a una escuela en mi condición, podía ser considerado como una decisión chapucera pero entendía la prerrogativa. El ambiente de la escuela me ayudaría a terminar de asentarme en Japón. Sentí un enorme alivio y no dudé en sonreír ante su iniciativa de ayudarme, a la que acepté sin pensármelo dos veces >>¡Muchas gracias por su ayuda! Por cierto... Mon nom est Marie Rose La Pointe~
No era ninguna sorpresa que el chiquillo no se percatara de nada, si a decir verdad la primera vez en que conocí a este tipejo me le tragué todo el teatro, con esa facilidad risible que tenía el cabrón para ser un pastelito y luego transformarse bajo las llamas del infierno sin quemarse un puto pelo. Seguí sus movimientos con la precisión perfecta, el cómo rodeó a Dante, el como lo abrazó desde atrás, y el cómo su mirada simplemente volvió a la realidad de la muerte misma, aún dejando salir aquel tono juguetón que parecía programado en su cabeza. —Ah sí, pero naj, ese chocolate sería de los últimos en mi escala de gustos Dante~ —ensanché la sonrisa sin moverme un milímetro de mi posición, buscando fastidiarle un poco el cerebro. Alcé los hombros restándole importancia como si no estuviese viendo una víbora rodear con su cuerpo a un pequeño roedor ajeno a todo, de esos que se metía en el agujero del mundo y ni estando dentro se enteraba. En cuanto a mencionó a mi viejo pestañeé con la apatía impresa en las pupilas pese a la eterna burla en mis expresiones faciales; si es que esa basura humana no servía para una mierda más que para enterrarme hasta el fondo, y con la nueva presencia... bueno, la oscuridad sería mi mejor aliada. —Podría decirse, así nos llevamos~ —volví mi mirada a los orbes verdes del chiquillo—. ¿Y ustedes se conocen hace mucho o qué? En cuanto la voz femenina llegó deslicé la mano por el brazo izquierdo de Zold, entrelazando mis dedos con los suyos como acostumbraba con ambos gemelos. visualizando a la chica de cabello negro sin interés de ningún tipo, escaneándola de arriba hacia abajo. No la recordaba en realidad, quizá porque tampoco estaba muy pendiente a mi alrededor, apenas y memorizaba nombres en cuanto el docente comprobaba asistencia, por lo que guardé silencio prestándole atención por simple educación. —Supongo, está en nuestro salón de clase —respondí como si fuese lo más obvio del mundo, recostando la mejilla sobre el hombro de Zold, el cual permaneció también escuchando a la chica como si nada. No es que me pareciese correcto el enviar un recado como un mensajero, por lo tanto estaba dispuesta a negarme de lleno, sin embargo Zold sacó la otra mano del bolsillo y lo recibió, a lo cual busqué sus ojos encontrando el brillo innato y tranquilo en su mirada, como si fuese solo el hecho de serle de ayuda a la chica. Mordí el interior de mi mejilla por pura manía, regresando a las pupilas de la contraria. —Listo, en el salón de clase se lo entrego, no te preocupes. En cuanto mencionó lo siguiente de ser pareja y eso el ritmo cardiaco aumentó ligeramente al igual que el color en mis mejillas que solía decorarme la cara cada que compartía con él, escuchando a Zold volver a hablar: —Es mi mejor amiga, así que no, no estamos saliendo —le mostró los dientes en una sonrisa amplia a lo que yo sentía el vacío en las costillas. Ese del que en algún momento le había hablado a Zeld y éste tan solo fue directo al punto. Según yo eso lo tenía interiorizado, el que me veía como una hermana, pero aún mi cuerpo seguía hablando, y era un completo fastidio que no tenía ninguna clase de lógica. Al menos esta mujer no parecía ser como la otra que conocimos el primer día en los casilleros, insinuándose sin ninguna clase de pudor, así que podría simplemente fingir que la interacción correspondiente a si estabamos saliendo o no no había sucedido en realidad para evitar que fuese a entorpecer mi proceso de aprendizaje en clase. —Supongo que eso es todo —murmuré hacia la desconocida buscando inconscientemente cortar la conversación—. Zold se encargará de ello.
No pudo evitar soltar una pequeña risa incómoda cuando escuchó a Zeld hablar de nuevo, quizás comenzaba a agradecer que él no se llevara tan pesado con él de cierta forma, pero de nuevo, trataba de no darle tanta importancia, no cuando escuchaba las pequeñas risas de Sean encima suyo, mientras sintiera que de su parte todo estaba bien, suponía que no eran realmente hirientes para su persona. —Es una lástima, ¿no? De igual forma, a mi me gusta mucho mi apodo pese a lo duro que es Zeldy~ —Volvió a escuchar reír a Sean antes de sentir como una de sus manos subía para estar jugando con su cabello, distrayéndose del tema aunque poco sabía él que Zeld tuvo que tragarse probablemente la misma mirada del año en que se conocieron cuando dejó que viera como era en realidad por unos cuantos segundos antes de simplemente volver a cambiar el chip. Como si no le hubiera dicho que le estaba advirtiendo que parara esa clase de comentarios. —A decir verdad no, Zeld senpai... nos conocimos ayer y además, Sean se quedará conmigo estos días mientras su apartamento termina de estar listo, mi padre se ofreció a ayudarlo para que no estuviera solo sus primeros días, así supongo que podremos conocernos un poco más. —Le sonrió con tranquilidad, desconfiaba mucho de los amigos de su padre pero, con la convivencia tan tranquila y amable que habían tenido ayer creía que quizás pudiera estar bastante equivocado sobre las malas compañías que pudiera llegar a tener. —De hecho, estaba diciéndole qué es lo que pudiéramos hacer, si es que además...nos dejaron la casa sola, ¿sabes? Isn't that fun, Zeldy?~
—Uh, son muchos clubes —señalé con asombro ante su lista. Era comprensible que se sacase alguno de encima—. Yo solo estoy en el de arte y el de jardinería... Pero llevo un tiempo sin asistir. Como sea, Yule me está esperando por allá —Retrocedí un par de pasos y la cascada dorada se meció con el movimiento. Le dediqué una sonrisa—. ¿Por qué no te acercas a saludarle? Aunque no lo mencione estoy segura de que le alegra que lo hagan~. Me hizo algo de gracia su respuesta a lo del coche; lo cierto es que tampoco sería descabellado, pues muchos de los alumnos de tercero ya contaban con ello. Shawn, sin ir más lejos. No agregué mucho más, y fue entonces cuando ambas nos acercamos al chico que lo descubrimos buscando entre los casilleros junto a alguien más. Tal y como imaginaba, se veía demasiado desorientada como para ser solo los síntomas del primer día. Asentí ante su respuesta. Eso lo explicaba todo. —Sí, bueno... Suele ser un cambio brusco si eres oriunda de occidente —Le eché un vistazo disimulado y volví rápidamente la vista a los casilleros, sin intención de incomodarla ni nada. No tenía rasgos asiáticos al menos—. Tres sistemas de escritura y uno de transcripción no son para menos. Probablemente si no fuera porque era demasiado temprano y estaba ante una completa desconocida podría pasarme horas sin despeinarme explicándole los fundamentos del kanji, el kana y el romaji, sin siquiera percatarme de que podía excederme y bombardear con el archivo que tenía por cabeza. —Uh... ¿Todo eso es tu nombre? —El color se me subió a las mejillas cuando me tradujo lo dicho. Podía ser un ratón de biblioteca pero los idiomas eran mis eternos enemigos—. ¡L-La Pointe-san, de acuerdo! E-En la 1-1 no apareces, deja que mire la 1-2... Si al menos supiese que no era de primero como pensaba. Seguía siendo un completo desastre. Había quienes preferían abordar a la gente de lleno, sin máscaras de ningún tipo, pero ese método amenazaba con ahuyentar a las presas a la mínima de cambio. Digamos que a mí me iba más la paciencia, colocar las piezas del dominó lenta e inexorablemente hasta conseguir lo que quería. Y esa parejita parecía interesante cuanto menos. Me sonreí con ligereza cuando el chico tomó el bento con naturalidad ante la atenta mirada de su amiga. Ahí iba mi primera pieza. —Muchas gracias, Zold~ —A falta de presentaciones me quedaba con lo que tenía de momento, ¿no?—. Cualquier cosa le dicen que viene de parte de Ankoku Hotaru. Un placer, por cierto. Tuve que contener las ganas de reír ante las respuestas corporales de la chica. A simple vista parecía de lo más recta y aburrida pero su cuerpo la delataba, consciente o no de ello. Estaba claro que me estaba echando pero lo cierto es que hasta que me echasen abiertamente no tenía prisa alguna. Y el castaño parecía tranquilo allí, ¿no? >>Oh, lamento la confusión. Supongo que no estoy acostumbrada a las costumbres de fuera —Que lo dijese precisamente yo que me importaban las reglas niponas poco o nada era para partirse. Clavé las aguamarinas en el chico, sedosa—. Imagino entonces que un chico tan mono tendrá pareja, ¿no? ¿Podía dejar de ser tan zorra bien entrada la mañana?
Contenido oculto: good ol' classic de la gang shit Seguí sin notar el tupper ni nada hasta que la chica se acercó a mí, saludándome con un movimiento de mano que me resultó algo rígido y solo quizás me hizo afilar un poco los sentidos, en un burdo intento por alcanzar los hilos que ataba a la gente para mantenerla donde pudiese vigilarla a pesar de que sabía que con esta no podía. No cuando estábamos hechas del mismo fuego vicioso. Me agradeció por las galletas y reflejé su sonrisa con la facilidad estúpida de toda la maldita vida, negando con la cabeza para restarle importancia. Un chispazo de algo remotamente parecido a la envidia, revuelto con alegría genuina, me cruzó el pecho cuando añadió que se las había terminado viendo la tele con su madre y amplié apenas la sonrisa. —Me alegra que también le gustaran a ella —añadí con el tono suave de siempre, casi sedoso, y estuve a nada de decirle que podíamos intentar hornear algo juntas en la cocina de la escuela pero al final me contuve vete a saber por qué. Acepté el tupper y ya que tenía el casillero abierto todavía lo metí allí para no andarlo cargando todo el resto del día, la noté hundir las manos en los bolsillos, golpetear con el zapato y toda la cosa, así que imaginé que había algo más que quería decirme. Que le estaba costando lo suyo para variar y no tardé en darme cuenta por qué. Sus palabras se revolvieron con las de Cayden el día que me detuvo en el pasillo, cuando me dijo que la información era oro líquido, y se superpusieron de nuevo con la imagen del pelo de fuego este con el otro muchacho, el de pelo de algodón de azúcar y un montón de conexiones surgieron frente a mis ojos casi de la nada. Cables, cientos de cables con conexiones múltiples y una ira de mierda me llenó el cuerpo. Esta cría. ¿Me estaba vendiendo como cerdo al matadero o qué cojones? Con el rabillo del ojo, dirigiéndose a los casilleros de tercero, noté la silueta de Al y lo enfoqué un segundo antes de que desapareciera, lo suficiente para ver su estado por fin. La ira ganó fuerzas renovadas por no haberlo visto antes, con la paliza que llevaba encima, pero también porque aunque sonaba a delirio de fiebre de repente pensé que una cosa tenía que ver con la otra. Que todos éramos Judas en las condiciones necesarias. —El príncipe francés, sí —atajé sin cambiar el tono de voz, cerrando el casillero prácticamente sin hacer ruido—. No sabía cómo se llamaba. El fuego repiqueteó, palpitó y al final estalló como una maldita bomba, era un revoltijo de furia pura, de rencor y de resignación absoluta. Esta vez no había nadie que me dijera que estaba allí conmigo, tampoco estaban las paredes de tierra fría de la cueva de Dunn, ni siquiera el océano de Altan que había pasado de largo, no había nada al alcance que pudiera frenarme. Quisiera o no estaba sola como la mierda. ¿A quién se supone que puedes acudir si tu cachorro no está? Sin imprudencias, escúchame bien. Sin imprudencias había dicho el cara de borrego. Como se te vuele la pinza te pondré a Arata de escolta una semana entera. Suerte con eso. Con semejante incendio en el cuerpo, con el maldito kitsune mordiéndome la yugular de la puta nada, no encontré por dónde contener la risa ronca que me surgió directo del pecho ante la sola idea de que el jodido lobo quisiera hablar conmigo. Se veía que ni el hecho de que Hiroki se hubiese ido solucionaba una mierda, así que estaba condenada, quizás lo estuviese el resto de mi vida. —Hablar conmigo —repetí—. Qué putísimo honor. Preguntaría a qué se debe, pero prefiero que sea sorpresa~ No que creyera que ella pudiese contestarme la duda de por sí. Nada jodido decía, ¿me lo podía asegurar, de verdad podía? Porque me apostaba una mano a que no y precisamente por eso se estaba ofreciendo a acompañarme. Poco o nada me importaba que Shinomiya tuviese algo que ver con lo de Tomoya, con la muerte de Ike, la paliza de Hiro y el hecho de que ahora tenía en mi habitación una chaqueta y un llavero ensangrentado que nunca volverían a su dueño. No me importaba un carajo. Porque me los quería cargar a todos. Todos los putos lobos de Tokyo. Giré el cuerpo para apoyar el hombro contra la hilera de casilleros, encontré su mirada y me volví a echar encima la eterna calma impostada, esa que había robado de mi hermano, con todo y sonrisa. La verdad ya me había quedado claro que no tenía derecho de juzgar a Hiradaira por sus decisiones. —No pasa nada, iré sola. —Suicida que daba gusto—. Para conocer al caballero en condiciones. Pero como Al se diera cuenta de las mierdas que andaba haciendo esta chica se iba a cagar en los muertos de todos en el Sakura, ¿no? Qué cosas. Contenido oculto vas a disculparme pOR ESTE TOCHO que no sé de dónde me saqué
—Pues claro que son muchos, tampoco tenemos que dejarnos las pestañas estudiando, la vida va más allá que este recinto —terminó por asentir y sonreírle más— Se estiró un poco aún ojeando por encima la revista, estaba interesante el número, piezas nuevas, los talleres más candentes, preparadores famosos y por así, para luego colocar toda su atención en la rubia. >>¿Saludar a Yule-kun? Cuenta conmigo, Ra-chan~ No se lo iba a pensar dos veces en acompañarla, la verdad, estaba mejor acompañada de gente ligeramente menor que ella, pero por lejos más dócil. Si, básicamente cuatro sistemas de escritura, no era para nada abrumador, pero bueno, la experiencia me ayudaría a aprender más. La cuestión no hacía más que alimentar más mi propia curiosidad y ganas de aprender, suponía eso ya venía de mamá, papá es más flexible, aunque a veces ambos tercos como mulas, adultos al fin, pero me habían dejado algo de suma utilidad. Quería aprender y crecer, florecer por mi cuenta en esta tierra que se me presentó como borrón y cuenta nueva. Extrañaba las lecciones de música ya allá en París, pero no tardaría mucho en encontrar y volver al ajo, la música es una de las ventanas más hermosas al alma de una persona, lo que se puede hacer con un par de notas y algún instrumento solo podía clasificarlo como magia, la verdad ya extrañaba sentir las yemas de mis dedos fluir en una guitarra acústica Pero bueno, ya estaba divagando, pero aún así, no perdía las ansias, había escuchado de nuevo a aquel joven uniendo las puntas de mis dedos índices, aún un poco apenada. —S-Si, soy francesa... Solemos tener nombres largos o raros para pronunciar creo —sonreí con un dejo de nerviosismo, después de todo cuatro palabras para formar un nombre no era tan común tampoco. Sabía de sobra que pues mi estatura era engañosa, era algo con lo que encargaba siempre, me hacía lucir más joven de lo que era, una bendición y maldición al mismo tiempo, lo que si era cierto es que pues tanto mamá como papá solían decir que les despertaba ese instinto de mimar y apapachar, y pues la verdad me halagaba. >>Esto... S-Soy de segundo.
No sé ni cómo lo hice, si tenía que ser sincera, pero al final había conseguido concentrarme en las clases como nunca. Quizás había sido por la necesidad que tuve de distraerme de todo el asunto de Kohaku, porque por mucho que hubiese intentando permanecer tranquila en realidad no podía evitar estar preocupada por él, ahora más que nunca, y tener la cabeza centrada en cualquier otra cosa para no darle más vueltas de la necesaria parecía que era lo que necesitaba. Si Kashya tuvo alguna sospecha de lo que me pasaba por haber hecho todo el camino en silencio, cosa que para nada acostumbraba a hacer, por suerte no dijo nada al respecto. Lo agradecí, si bien internamente, porque sabía que ella era la única con la que no tendría que disimular y a la que no tendría que darle explicaciones sobre ello, porque en cuanto pusiese un pie dentro de casa... la historia cambiaría. Mis padres se tragaban el cuento de que todo estaba bien todos los días, eso no era difícil, Alice era demasiado pequeña para entender lo que estaba pasando, pero Fred... Fred iba a ser un problema, porque me conocía mejor que nadie y nunca dejaba las cosas pasar. Para mi sorpresa, lo hizo en aquella ocasión, quizás sabiendo que mi estado no era por mí misma si no por alguien más, cosa que... bueno, siempre me pasaba. Al día siguiente intenté llegar con mi mejor sonrisa y los ánimos elevados, ya que habíamos dicho que íbamos a intentar buscar opciones para ayudar al chico cuando volviese y quería tomarlo de la mejor manera posible. Además, Haru había cumplido su promesa y me había enviado un mensaje diciendo que Ko ya había vuelto con su familia, información que logró relajarme un poquito al menos. Le agradecí por todo, una vez más, antes de irme a dormir. ¿Mensajeándome con un chico de tercero así como si nada? Cualquiera lo diría. Antes de entrar al edificio, vi a Cayden y que me perdonasen todos los dioses existentes porque fui incapaz de mirarlo por más de dos segundos, mucho menos acercarme y tener la decencia de... ¿qué? ¿Decirle lo que Anna nos había dicho? Me sentía terriblemente culpable, pero simplemente no vi manera alguna de hacerlo. Hice el cambio de zapatos en mi fila de casilleros y luego, casi sin pensar, me dirigí hacia los de tercero. No sabía qué pretendía encontrar exactamente, porque sabía que Kohaku no iba a estar ahí ni de coña y... ¿a quién más iba a querer ver en esos momentos? Pero supongo que aun no estaba del todo preparada para subir a clases y podría intentar distraerme hablando con alguien. Distinguir la melena oscurecida de Altan entre los demás no fue especialmente difícil, si encima era super alto, y sinceramente no sé qué se me pasó por la cabeza para acercarme a él con la convicción con la que lo estaba haciendo en ese momento. Pero lo hice, e intenté llamar su atención buscando su mirada desde abajo con una sonrisa. —Buenos días, senpai~ ¿Cómo te encuentras? Sabía que él no era la persona más social del mundo, que posiblemente mi presencia le molestase más que agradarle, pero también sabía que era importante para Anna y Anna era importante para mí. Y, sinceramente, no estaba dispuesta a mantener un contacto tan frío con alguien así si podía hacer algo para arreglarlo, ¡así que le iba a tocar aguantarme un rato! Contenido oculto Yáahl hola bby uwu CREO QUE DENTRO DE LA LISTA DE DESGRACIADOS QUE ME DISTE, HE ACABADO COGIENDO AL MEJOR (?)
Era muy probable que esta chica y yo nunca acabáramos de congeniar. Podíamos esforzarnos, podíamos firmar la paz y convivir como seres humanos decentes, pero no veía caminos viables por los cuales construir un vínculo estable, afectivo. No me pasaba seguido, la verdad, excluyendo a los cabrones que se merecían mi desprecio a secas debía ser la primera vez que sentía a alguien tan irremediablemente lejos. Fuera por el fuego compartido, quizá, por lo que encontraba reflejado de mí misma en sus ojos atardecer o fuera porque no podía atarme a ella, el caso era ahí estábamos y... eso era todo. Todo en Kurosawa era suave y cordial hasta que se le cruzaba el rojo por delante. Ya conocía a Shinomiya y francamente me sorprendió, pero no consideré que fuera el momento para preguntar. Ya suficiente bomba le había lanzado encima y debía estar cagándose en los muertos de todos, yo incluida, así que no me sentía en el derecho. Ni siquiera quería estar allí, siendo francos, haciendo de intermediario, porque sabía lo mucho que se le podía aflojar la pinza a la tía esta y no me apetecía comerme los golpes, así me los mereciera a medias. No esta vez. Su risa me lanzó una sensación de lo más desagradable al pecho, pero nada que hacerle. Me quedé en el molde, oyéndola con la expresión plana, y al recibir sus ojos y rechazar mi oferta me limité a encogerme de hombros. Igual podía quedarme en el rellano con las antenas paradas, atenta a que Shinomiya no fuera a hacer nada, pero eso Kurosawa no necesitaba saberlo. Es más, prefería que no lo hiciera. Si veníamos siendo el mismo tipo de imbécil, sabía cómo podría reaccionar. —Muy bien —murmuré, balanceando mi peso para empezar a caminar—. Se lo diré, entonces. Le mandaría un mensaje estando ya en mi clase, que abordarlo a vista de todo Dios era suicida a cagar. Salí de la hilera de segundo y de puro impulso medio giré el rostro en cuanto tuve visión de tercero. Quizá buscara dar con el príncipe, con Kohaku, Altan, qué sabía yo. Definitivamente no había esperado ver a Al y Emily juntos y sabía que ese pinchazo en el pecho era estúpido, estúpido a cagar, pero se revolvió con el frío que de por sí sentía y retomé mi camino como si nada, en dirección a las escaleras. ¿Qué? ¿Celos? Joder, venga ya.
Pfff, como sino notara el hecho de que acariciaba al chiquillo para mostrar los límites inexistentes, sin embargo no me inmuté, a fin de cuentas todo esto eran un juego con una advertencia implícita. Entre más abra la boca más se sobrepasa con el tipo, ¿eh? Y para qué mentir, aunque me importara un culo no era tampoco un cabrón que disfrutase del displacer, así que me limité a disminuir la pulla constante. ¿Y cómo no? Si aquí el pastelito me debía una grande. —Cuando terminen tu apartamento a ver si me invitas, por los viejos tiempos, Reese's. Pasé de lleno de que el minímo sentido de conservación que aún tenía se me activava con solo ver sus hoyos azules muertos tras el cuerpo de Dante, utilizándolo como apoyo y todo a la final. Como un mueble o un juguete que se podía romper en cualquier momento al jugar con él. Ladeé entonces la cabeza en cuanto mencionó que además tenían la casa sola, mostrando los dientes en el proceso como un canino. —Uy, si es así no me molestaría ir algún día~ Moví la cabeza hacia el pasillo, refiriéndome como tal a que me siguieran para que comenzaramos a subir, echándome a caminar al saber que este dúo me seguiría sin pensárselo porque bueno, lo último que recordaba era que seguía siendo su más actual capricho. Digo, noches como esas donde el cabrón hizo lo que le vino en gana no se olvidaban con facilidad. Si es que el solo recordarlo me lanzaba encima las ganas de arrancarle la cabeza, como sino me hubiese permitido cobrármelas de alguna forma pese a lograr algo. Entre tanta mierda los dos eramos un par de desviados, eso sin duda, pero de que aquí había un rey y un servidor también. Presioné el botón del ascensor hasta que la puerta se abrió. Contenido oculto Neki baby, si quieres continúas en el ascensor <3 No es como si antes no hubiese hecho algún favor similar en Canadá o mi país natal, además porque a cualquiera le podía pasar, el que por algún problema no pudieses entregar algo escencial como lo era en este caso el almuerzo. De seguro la chica a la que se lo enviavan se le pasaría el mal humor luego de recibirlo, y sino pues bueno, algo podría hacer sin involucrarme de lleno. —No te preocupes, no es nada —con el nombre identifiqué a la chica como japonesa ya que de igual forma parecía fácil de tratar. O quizá yo estaba muy permeado con el estereotipo cuadrículado—. Un gusto, Zoldryck Kasun, y ella es Génesis Allen, aunque puedes seguirme llamando así, no pasa nada, yo no me complico —comenté risueño al no tener ningún tipo de problema con ello, sin embargo el agarre de Gen un poco si se aligeró. Como si hubiese debilitado el sujetar en mi mano. Aún así en cuanto Ankoku continuó hablando volvió a afianzar el agarre, procesando ahora yo lo que había acabado de decir, escapándoseme una sonrisa floja, porque bueno, cumplidos no se recibían todos los días así que solía disfrutar un poco de ellos, sin intimidarme al menos por ahora. Si hubiese sabido que era la misma chica de vestido rojo en la máscarada posiblemente me hubiese comportado igual. —No, por ahora no. ¿Tú? —devolví la preguntas por cortesía en realidad. Desde mi posición y eso no notaba para nada el que Génesis se estaba comiendo la parte interna de la mejilla izquierda sin perderla de vista, hasta que habló: —No deberíamos seguir perdiendo el tiempo, supongo. Elevé las cejas ligeramente, enterrando ya la mano libre en mi bolsillo al Gen soltar el agarre por completo. Si fuese tan sagaz como mi gemelo me hubiese dado cuenta de forma inmediata que si las miradas mataran Ankoku ya tendría tres tiros en la cabeza por parte de Allen. Sin compasión de ninguna clase. —¿Quieres ir subiendo? —le pregunté a lo que ella se limitó a asentir, poco sabía yo que lo que ella quería en realidad era que la otra chica fuese quien se perdiera escaleras arriba.