Pasillo (Segunda planta)

Tema en 'Segunda planta' iniciado por Yugen, 9 Abril 2020.

  1.  
    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    necesito musicalizar este momento cuz yes, cuz im soft and this is important

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    En general era bastante avispado con varias cosas, aunque a la hora de la verdad me hiciera el imbécil y fingiera que vivía en una especie de dimensión paralela donde todo lo ajeno a la diversión, el disfrute personal y los excesos no pasaba la barrera. También había ocasiones, sin embargo, que regresaba a Tierra gracias a alguno de los pocos, poquísimos cables que me conectaban a ella. El club de fotografía era uno de ellos.

    El interés de Jack me provocaba una emoción tan genuina que no pude más que hundir manos y pies en la tierra blanda, todo lo que me resultara posible, y desde allí canalizarme. Dejé de intentar leer el mundo entero, incluso así no lo quisiera, me relajé y por ende no percibí del todo las reacciones de Alisha. Ojalá haberlo hecho, quizá. Ojalá haber dejado de pretender que absolutamente todo en el puto mundo nos importaba un bledo, ojalá haber encontrado en sus ojos o su sonrisa al menos una mínima porción de ello. Quizá me habría ayudado a dejar de ser un puto cabrón las veinticuatro horas del día, porque aunque supiera sin lugar a dudas que nos guardábamos un cariño estúpido y que, probablemente, haríamos lo que sea por el otro, muchas veces era demasiado fácil fingir que esas cosas no existían.

    Si vivíamos de sombras.

    Con la compulsión enfermiza de jamás detenernos hasta convertirnos en una.

    —Ah, lo de la notebook suena bien, sí, en tanto no te moleste traerla. Yo tampoco sé mucho de editores de imágenes, ¡pero podemos aprender juntos!

    Me limité a asentir a lo de dejar el recorrido por el club para otro día, la verdad sea dicha, yo también debería preocuparme por el bendito proyecto. Bueno, luego se lo comentaría a Alisha. En todo caso podía quedarse en casa y nos dedicábamos un rato a ello. Por otro lado, no se me pasó desapercibido el sonrojo que pareció teñir las mejillas de Jack ¿ante mi cumplido? En cualquier otra ocasión me habría colgado de ello para divertirme, lo sabía. Era ese cabrón. Pero ahora, qué sé yo, no me apetecía para nada.

    Ali intervino luego de mi tontería, en cierto punto tuve la sensación de que por una vez en la vida debíamos asimilarnos a adolescentes normales y ¿la verdad? No estaba nada mal.

    —¿Cosas divertidas? ¿Qué tienes, cinco? —la molesté en tono suave, no fue con malicia ni nada, si de hecho la sonrisa del rostro no me la quitaba ni Dios—. Bueno, si quedamos para salir y sacar fotografías estás más que invitada~ Después de todo, técnicamente eres miembro del club.

    Luego nos dispusimos a ir hacia la cafetería, imaginé que Jack tendría sus dificultades para bajar las escaleras así que no dije nada, sólo lo seguí. No mostré intenciones de soltar a Ali, de hecho mantuve el brazo sobre sus hombros sin mayor complicación. De repente me picó el costado, a lo que desvié mi atención hacia ella y la escuché con una tranquilidad extraña en el semblante. Seguía siendo yo y en cualquier punto azaroso de la conversación podía darme un chute de energía y saltar hasta el techo, pero así y todo había un dejo de calma por debajo.

    Como si las sombras hubieran retrocedido al menos un poco.

    Bajo la luz nada daba tanto miedo, ¿verdad?

    —¿Otro país? —Alcé las cejas, sorprendido, y solté una risa ante la respuesta del muchacho—. Bueno, hombre, me imagino, pero haz el esfuerzo y recolecta los fragmentos que ahora quiero saber. Al menos dime de qué a qué país fue.
     
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    Amane

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    Seguí sus movimientos con una precisión felina, como si quisiese grabarme a fuego sus intenciones para intentar adivinar qué clase de persona era. Es decir, cómo si no fuese medio obvio ya, pero me entretenía intentar adivinar los matices que había detrás de su sonrisa y sus gestos. Nadie era tan simple, al fin y al cabo.

    Me sacó otra risa cuando le escuché decirme barbie, porque ese apodo tampoco era nuevo pero seguía haciéndome bastante gracia, y no perdí la diversión de mi expresión ni siquiera cuando noté lo descarado que estaba siendo mirándome el escote. Eh~ A ver, que no era secreto para nadie que me gustaba que me mirasen y que la mayoría de la gente lo hacía, pero algunos habían aprendido a ser disimulados, no sé yo~

    Por un segundo me imaginé ahí sentada en la sala multimedia, contando anécdotas para toda la academia, y me hizo mucha gracia porque la señora directora seguro tenía un límite con gente como nosotros y posiblemente ese fuese uno de ellos. La anécdota de Jackie despertándose en otro país había sido linda y las nuestras podían no ser tan emocionantes en ese sentido, pero no eran tampoco lo que se dice pasto para cualquier santo.

    Eso de que me imaginaba sentada o saltando era un cuento que le podía soltar a otra, sabía perfectamente cómo era que me imaginaba de verdad en cualquiera de los escenarios, solo había que verle la cara. Pero no dije nada, hacerme la tonta también se me daba bien, y simplemente le sonreí como si nada mientras me incorporaba.

    —Ah, such a pity~ —canturreé, comenzando a subir de nuevo las escaleras hacia el segundo piso—. Supongo que mi suerte con las apuestas se acabó el sábado~

    Aunque en verdad la apuesta del sábado poco había tenido de apuesta, y también había dinero involucrado que despertaba mucho más mi interés. Tenía un buen motivo para ganar y había merecido la pena, pero ahora... en fin, viendo el panorama poco o nada me importaba el resultado.

    >>Eso sí, sweetheart, depende de lo que me pidas quizás tenga que posponerlo, ¿sabes? Today is a special day, sorry~ But anyways, ¿cuánto tiempo lleváis en el Sakura?

    Si hubiese llegado a saber que el tipo aquí presente ya había sido recibido como Dios manda por parte de Eris y que, de hecho, no se diferenciaba tanto de ella, ¿le habría seguido tanto el rollo como lo estaba haciendo en ese momento? Vete tú a saber, sinceramente, no es como si fuese a rechazarle otro polvo a la tipa si se daba el caso por muy jodida que me hubiese dejado la última vez.

    Ya había quedado claro que no era así lo que se dice la más preservadora de su salud ni nada por el estilo.
     
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    Nekita

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    Catherine Whitman

    "Tú sólo me avisas que lo has olvidado y yo te ayudo sin problema."

    Sonrió ante la especie de promesa informal que estaban haciendo ya entre ambas, porque quizás, si no hubiera tenido esa confirmación con su comentario no tan serio, quizás no se habría animado tanto a tomar esa ruta de conseguir aquellos mimos de una forma algo más casual y no sentir que en cierta forma pudiera estar presionando pidiendo esa clase de atención.

    —Entonces solo queda que te lo diga, tendrás que esperar esas sorpresas~ —Porque no es algo que pudiera ver venir, ¿no? A menos que tuviera alguna clase de gesto o algo que no pudiera ver por si misma que la delatara ante Morgan cuando llegara a decirle eso y arruinara por completo la sorpresa que sentía que podía llegar a ser aunque realmente no fuera la gran cosa.

    Porque incluso los pequeños detalles de sentir que el agarre aumentaba en sus manos era importante, le gustaba el contacto físico y sentir reciprocidad en las pequeñas cosas.

    —Espero que no, por el trabajo escolar y esas cosas pero...podría tratar de deslizarme fuera de eso si quieres que tengamos un plan juntas, se que sería algo que me gustaría más a decir verdad.
     
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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    La sonrisa de Cathy me arrojó una idea vaga de que había captado las intenciones de mi comentario. Repasé sus facciones, ya que estaba, y al decirme que aguardara por las sorpresas sonreí como el jodido gato de Cheshire. No que Cathy fuera precisamente la persona más críptica del mundo, pero confiaba en su capacidad para burlar mi percepción y darme alguna que otra sorpresita~

    Ah, de repente me había emocionado.

    Arribamos al segundo piso y anduve sin el menor apuro hasta dejarla a la puerta de su aula. Me detuve frente a ella, desentrelacé nuestras manos casi a cámara lenta y pestañeé, echando un vistazo breve por las ventanas. Ayer de puro aburrimiento había hecho un bosquejo del proyecto, ya que el tío aquel no había respondido a mis mensajes, Hanabi dormía donde una amiga y me quedé sin nada que hacer. Todo pintaba bien, ¿no? Lo suficiente para hacerme tiempo libre en el receso.

    Would you sneak out? —susurré con el acento gaélico pesado, volviendo a sonreír amplio—. What a baddie, lass~

    Eran precisamente esas mierdas las que me encendían los interruptores con una facilidad estúpida. Era ver a las personas arrastrándose fuera de su círculo de comodidad, de contención y bordes suaves, para aproximarse a mi posición. Ahí, donde la luz no llegaba y sólo bastaba un roce, un descuido, para mancharte del negro más oscuro.

    Poco sabía yo que Cathy ya andaba en tratativas con un auténtico demonio.
    Speaking of which...

    Alcé una mano para juguetear entre sus mechones de cabello, fue un movimiento vago que repliqué en lo que reducía la distancia entre nosotras. Fue puro vicio, pura manía que le eché encima. No atiné a tocarla ni acentuar el contacto, sólo repasé sus facciones y sonreí.

    —Búscame cuando toque la campana, entonces. Te estaré esperando~ —Me acerqué a sus labios pero me alejé después, sin concretar nada. Suavicé mi semblante y busqué sus ojos mientras me retiraba—. Puedes decirle a tu amiguito, el de los tatuajes, si no se nos quiere unir. Me gustaría conocerlo~

    ¿Me lo olía? Probablemente. No estaba segura de qué con exactitud, pero había algo que no terminaba de darme las respuestas obvias, las que me aburrirían y descartaría de inmediato. Había algo que desencajaba lo suficiente para despertar mi curiosidad, y con esas cosas era como un maldito gato.

    A ver si valía la pena.
     
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    Nekita

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    ¿Por qué de repente parecía que hubiera desbloqueado algo en Morgan para soltarle aquello con ese acento? Estaba más que encantada y no sabía si había sido por el tono, por el acento o que ambos se combinaran en ese contexto donde se estaba dirigiendo solo a ella, no lo sabía, pero cualquier cosa que hubiese pasado le agradaba y esperaba que pudiera repetir en algún punto.

    If spending time with you is an option, i'd lost more if i don't try, right?~ —Preguntó casi de forma desinteresada, el proyecto realmente era importante, no lo iba a negar y no era como si le gustara pensar que pudiera perjudicar su nota pero, tenían casi todo hecho, no debía ser un problema si simplemente se deslindaba un poco de eso ese día para pasar tiempo con ella, ¿no? De igual forma, cualquier cosa que pudiera estar pensando se vio interrumpida cuando volvió a detectar movimiento por parte de Morgan dirigiéndose a su cabello, haciéndola sonreír con ternura.

    Pero luego, la cercanía comenzó a incrementar de la misma forma que su expectativa sin poder evitarlo, quizás ya estaba condicionada o algo pero no le importaba en lo absoluto y en el momento que no llegó a nada, incluso luego de sentir que le había dado todas las señales de que algo pasaría nuevamente por muy mínimo que fuera, casi fue una mezcla de confusión y algo de decepción que estaba segura que se había reflejado en su rostro.

    El no verlo venir y el hecho de no saber como reaccionar ante ese giro inesperado de su cercanía, ni siquiera tuvo los reflejos necesarios para ser ella quien diera el paso para terminar de romperla y darle como mínimo un pico antes de que se alejara.

    So mean.

    ¡Claro! Sin problema voy al tercer piso a recogerlos, estoy segura que Zeld le agradará conocer más personas, incluso siento que se podrían llevar muy bien —¿Qué mejor que juntarlos cuando sentía que tenían esa personalidad misteriosa? Seguro hasta encontraban cosas en común —, esperaré que el tiempo pase rápido para que no esperes mucho, nos vemos Morgan~

    No solo se despidió con un movimiento de manos si no que luego incluso agregó una muy pequeña reverencia mientras la veía alejarse por las escaleras, de allí finalmente pudo sacar su celular y sonreír complacida de saber que en efecto los mensajes era de quien esperaba y justo necesitaba en ese momento.

    No quería interrumpirte, se veía de lejos que la conversación era buena! ¿Qué tal fue mi sospecha? ¿Ya tienes ahora una nueva amiga?\(≧▽≦)/

    Hm, no tenía planeado ingresar a ninguno pero si necesitas gente para que lo puedas crear, lo veo bien, quizás sirva un poco para calentar y moverme un poco~

    Por cierto~
    Estas cordialmente invitado a pasar un almuerzo conmigo y una amiga tu mismo grado, yo iría por ustedes en el receso, ¡por favor no digas que no! Me hace ilusión que se conozcan ( ◕▿◕ )
     
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  6.  
    Zireael

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    Con la clase de idiotas con los que me juntaba nadie me iba a creer cuando dijera que estaba cagada hasta las patas por hablar con un tanuki como Hiradaira al que casi le sacaba media cabeza, mucho menos que había llegado al punto de que casi se me vuelve el estómago al revés al pensarlo a pesar de tener toda la movida planificada que daba gusto.

    Después de agradecerle a Nishimura, el mellizo cara de culo no tardó mucho en incorporarse y despedirse de forma bastante escueta, una lástima si me preguntaban, porque las ganas de picarlo que tenía no eran ni normales. Quizás debí aliviarme porque la verdad era que los dos me lanzaban recuerdos que no venían a cuento, me recordaban cómo había sido mi relación con Kaoru antes de que todo se fuese a la mierda y el amargado me recordaba todo lo demás, en lo que me había metido sola. Encima, que me llamaran loca si querían, pero juraba por mis muertos que si no fuese porque Hiroki se pasaba la vida gruñendo el tono de voz podía habérsele parecido mucho al de Sugawara.

    Pedazo de combo me había caído encima de la nada.

    Total que me quedé en la enfermería apenas unos minutos más, esperando que el asco se me terminara de pasar, y cuando llegué a la clase me excusé diciendo que había tenido que pasar a la enfermería sin más. Con la cantidad de días que había faltado a la escuela de por sí no era que se pusieran a hacer demasiadas preguntas, menos con un atraso de un par de minutos.

    Cuando sonó la campana me cayeron los nervios encima otra vez, de hecho fue tal el calibre del asunto que levanté con el maletín en mano y salí al baño, solo rellené la botella de agua, eso fue todo, respiré buscando ponerme los putos pantalones y regresé sobre mis pasos. Todavía afuera me quedé en el pasillo unos segundos, buscando hilar ideas, ¿qué coño le decía? "Perdón por haber estado al borde de estrangularte y haber rasguñado a tu no-novio, se me fue un poco demasiado la pinza".

    Dios, qué desastre. Las estupideces en las que me metía por no ponerle freno a mi fuego eran de antología, aunque pudiesen contarse con los dedos de una mano.

    Vi pasar a Vólkov casi corriendo, me pareció que detenía la vista en mí pero ni idea y en ese momento terminé por lanzarme al vacío o qué sabía yo. Lo hacía o lo hacía, no quedaba de otra. En fin, asomé la cabeza en la clase buscando a la chica con la vista y al encontrarla me las arreglé para levantar la voz apenas para hacerme oír.

    —Hiradaira. —La llamé y alcancé al menos a sonreírle para no parecer un autómata—. ¿Tienes un momento?


    Gigi Blanche
    chale por qué me estoy arrastrando a todOS GOD FORGIVE ME FOR MY SELFISHNESS but ya me había clavado el tráiler (??) de este post en la enfermería so
     
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    Reual Nathan Onyrian

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    Alcé una ceja, divertido, mientras escuchaba sus respuestas. Vaya, teníamos a un chico dolido. ¿Hasta los perros tenían nombre? ¿Lo había leído acaso graffiteado en el baño de un club? Encima estaba comiendo chicle, y haciendo globos. Sentía que en cualquier momento los integrantes de The Offspring iban a salir de debajo de los asientos y comenzar a cantar "The Kids Aren't Alright". Al tipo solo le hacía falta ser yankee para ser la viva imagen del pop punk. Tal vez de verdad tuviera una banda y se juntara con sus amigos en un garage a tocar músca.

    — Es tu primer día en la escuela y ya estás buscando decepcionar a los profesores. Me agrada, es eficiente. No tienen que esperar mucho más para llevarse el mismo resultado —solté, mientras me rascaba la barbilla.— Parece que vas a encajar de manera increíble en esta escuela.

    ¿Solo no fastidies? Boy, oh boy que se había topado con la persona equivocada en ese sentido. Con la peor con la cual se podría haber topado, de hecho. Además, le había tocado estar conmigo en el receso. Recién entraba al colegio, y al parecer, se estaba conteniendo. Se ve que no quería hacer una escena. Lo cual a mí me venía al pelo. ¿Cuánto podría aguantar hasta explotar? ¿Lo haría igual que Lena? No, lo dudaba. Esa chica tenía clase. Este parecía otro más de aquellos perros callejeros y solitarios que solía elegir como víctimas fáciles. Lo bueno de estar en un instituto japonés era que las probabilidades de recibir un puñetazo disminuían considerablemente.

    — ¿Cerrar la boca? ¿Y negarle mi regalo al mundo? Ni yo soy tan despiadado, por favor. Oh, y antes de que digas nada, no se aceptan devoluciones. Tan solo cambios por otra prenda —comenté, guiñándole un ojo, sonriendo por dentro.— Además, si me callo, te vas a perder de todo lo increíble que tiene esta escuela. Es una escuela de pijos, después de todo. Una de las pocas cosas buenas de eso es que no escatiman en gastos.

    Me encogí de hombros, en un gesto despreocupado.

    — Te mostraría las aulas, pero me parece que tienes dos ojos y dos dedos de frente. Creo. Tal vez te esté juzgando mal —me di vuelta rápidamente y le puse dos dedos sobre la misma frente, como para medir. Antes de que pudiera reaccionar, ya me había dado vuelta.— Bueno, un poco menos, pero tus capacidades cognitivas no deberían verse modificadas. Allí tienes los baños, por si quieres ir a fumar, porque tienes una tremenda pinta de los que se rebelan contra el sistema y se escapan a fumar a escondidas. Por allí está el ascensor, el club de fotografía, y la oficina de la directora. Te recomiendo los recesos para ir a realizar una marcha contra su régimen. Suele ser su momento de descanso.

    Me puse las manos en los bolsillos, y comencé a bajar las escaleras con una parsimonia pasmosa. No tenía sentido apurarse. La marea de estudiantes no iba a frenar por nada.

    — Bienvenido al segundo piso. Aulas, la sala de profesores, otro lugar en donde puedes ir a rebelarte. Más baños, por si prefieres rebelarte de manera más discreta. Ah, sí, por las dudas, siempre entra con cuidado a los baños, en especial a los de tercero. Suelen ocurrir otras cosas allí. No querrás interrumpir —agregué, mirándolo sobre el hombro.— La sala de consejo estudiantil por allá y la sala multimedia. Y tranquilo.

    Le dediqué una sonrisa dentada.

    — Tan solo faltan dos pisos para llegar a destino.
     
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  8.  
    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Kou 2.png

    Bueno, al parecer ya estaba confirmado que luego de clases íbamos a ir a casa. Cuando el receso inició, aproveché y saqué el móvil para escribirle al mayordomo de casa avisándole que llegaría con tres compañeros. Él sabría qué hacer a partir de ahí. Me regresé el aparato al bolsillo y salí del aula sin mayor prisa, dispuesto a cumplir con lo que se me había pedido en el papelito misterioso. ¿Qué mierda querría Anna? ¿Estaría relacionado con su desastre del sábado o con el otro, ese sobre el cual Teruaki-san me había comentado?

    El pequeño incidente en Taitō.

    En el pasillo noté los tatuajes de Kasun a la pasada, estaba con dos chicas y no me molesté en detenerme, sonreírle ni nada parecido. Tampoco tenía por qué, ¿verdad? Fue una cosa rarísima, de esas que funcionaban a mi alrededor y nunca lograba comprender cómo. El caso fue que me dirigí hacia las escaleras y supe, tan sólo supe, que el cabrón también iba a venir.

    Si no me inflaría un poco el ego y todo.

    Me sonreí, sin voltearme ni nada, y cuando alcancé el segundo piso noté que Anna salía de su clase. Otra chica la interceptaba y nuestras miradas chocaron apenas un segundo, lo suficiente para hacernos entender que, bueno, al parecer ambos estábamos ocupados. Tendría que quedar para otro momento.

    La tontería me distrajo lo suficiente, ya me había detenido y solté el aire por la nariz suavemente, girándome con toda la calma del mundo. Observé a Kasun de soslayo.

    —¿Se te perdió algo? —cuestioné, ligeramente irónico.


    Anna 3.png

    Al me había acompañado hasta el segundo piso, donde nos separamos. Era una estupidez, el beso que me había dado antes de agarrar las escaleras bastó para relajarme el culo unos cuantos voltios. Acepté su mano, la apreté suavemente y ahí fui, con una liviandad y alegría estúpidas. Parecía una cría que había conseguido el regalo que quería en Navidad. Por mí lo habría llenado de besos, pero bueno. Eran las ocho de la mañana y había mucho público.

    Entre esa alegría y la mierda paralela de los cabrones de Taito, lo cierto era que había olvidado por completo todo el rollo del proyecto y Kurosawa. El cerebro no me daba para tanto multitasking, qué sé yo. Lo recordé de golpe cuando lo mencionaron en clase y la vi en su mesa. Había estado faltando, ¿verdad? Ah, aunque ayer había venido. Creo. Sí, sí, había venido.

    Pero bueno, también había citado a Kou y esa mierda también me distraía. Cuando tocó la campana del receso me incorporé y salí del aula, dispuesta a ir al punto de reunión. Noté la presencia de Kurosawa apenas un segundo antes de que ella notara la mía y se girara, hablándome. Me agarró un poco en frío, me detuve de golpe y la miré, luego advertí la silueta de Kou y comprendí que, bueno, a los dos nos habían interceptado. Tendría que quedar para otro momento. Fue una chispa de nada, apareció y desapareció, pero era oscura que te cagas y cargó, aunque de forma contenida, toda la ira y resentimiento que estaba tapando a consciencia.

    Mierda.

    De cualquier forma no se reflejó como tal en mi cuerpo, sólo la sentí en el centro del pecho. Regresé mi mirada a los ojos anaranjados de Kurosawa, detallé su sonrisa y asentí, manteniéndome bastante seria. Bueno, la verdad era que aún no lograba removerme la sorpresa de encima. No había esperado que fuera ella quien tomara la decisión de hablarme, así como yo probablemente habría seguido haciéndome la imbécil si tenía la oportunidad.

    —Sí, claro. —Hundí las manos en los bolsillos del blazer y lancé los ojos en ambas direcciones del pasillo—. ¿Prefieres ir a otro sitio o...?
     
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  9.  
    Insane

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    ¿Decepcionarlos? ¿El niñito no sabía lo que era ponerse un cierre en la boca? Parpadeé apenas con las facciones hostiles, tratando de mantenerme en silencio al tener un chico que se la pasaba tratando de adivinar la vida ajena como si fuese su asunto. Que porquería de guía me habían asignado, no podían no sé, ¿ponerme a cargo de alguien mudo que solo me señalara dónde queda lo que yo preguntase? Con lo poco que me interesaba encajar con la gente de porquería, porque eso si lo tenía bien claro, la gente era una mierda.

    —¿El regalo de un chismoso de primera? —atajé sin dejar de caminar. Me sentía como un maldito circo siguiéndole los pasos al payaso de turno.

    Bueno, al fin había mencionado algo lógico por más obvio que fuese. Era una escuela de ricachones, de esos inaguantables presumidos de mierda a lo que le miré de soslayo. ¿Pertenecería él a esos grupitos de los que podían costearse todo sin miramientos a precios? No sabía si tenía la pinta porque tampoco lucía como un chico callejero u descuidado, algo infantil si tuviese que clasificarlo. Ignoré el comentario de las aulas porque estaba de sobra pero el tipejo se giró y me puso los dedos encima.

    Como si fuese su puto socio o qué mierda para andarme tocando.

    Estuve a punto de apartarlo de un manotazo pero la alimaña se había apartado con rapidez. Sentía como si me estuviese midiendo el aceite, tanteando mis límites con una naturalidad irrisoria. Masqué el chicle como fuga de escape, bajando las escaleras tras él. pasando de todo lo señalado al igual que en el segundo piso.

    —No vuelvas a tocarme —siseé a lo que me miraba por el hombro, empezando a ser consciente de que el idiota me estaba dando un recorrido completo.

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    Si es que parecía el guardaespaldas de la monarquía al estarlo siguiendo. Noté de soslayo a Kurosawa entre el pasillo pero no me detuve ni nada por el estilo, continuando al paso del varón hasta que éste frenó lo que me incitó a imitarlo para no llevármelo por encima a medida que él se giraba. En cuanto habló el chispazo de satisfacción me incitó a ladear ligeramente la cabeza, lo más de entretenido con su atención encima.

    —Sí, tú —respondí sin prisa alguna en un murmuro lo suficientemente audible para que él escuchase.

    Si es que el estar cayéndole cada tanto era entretenido en demasía, y mucho más cuando tenía algo que reclamar, algo en lo que él no había puesto reglas ni mucho menos así que tenía vía libre para pedir lo que se me antojara a menos que las impusiera ahora.

    Vamos principito, calcula los riesgos.

    —No sé si quieras que reclame mi recompensa aquí delante de todos —comenté burlón al darme lo mismo tener los ojos de Dios encima, pero por su pudor podía darle a elegir mínimamente un sitio más, no sé, privado—. Ya tú me dirás, Kou~
     
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  10.  
    Zireael

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    Tampoco era que esperaba que la otra me recibiera con alegría de ninguna clase, no era estúpida, es más como si se le iba a olla y me soltaba en toda la cara una hostia o que la dejara tranquila, la verdad era no no habría reaccionado de ninguna forma. Uno no tenía derecho alguno a quejarse por las mierdas que se buscaba, por eso aunque había pasado días deseando despedazarlo todo genuinamente nunca lo externalicé.

    En realidad no externalizaba nada, justo como al principio.

    Todo me lo había buscado yo una y otra y otra vez, hasta que una bomba me estalló en la cara, derritiéndome la piel hasta el hueso. Ahora no merecía la simpatía de nadie en realidad, ni de Al, ni de Cayden o Arata, mucho menos de esta chica a la que me le había ido encima como una loca. Era un monstruo, me había robado el rostro de mi hermano y lo había convertido en... lo que sea que fuese yo, ¿qué iba a merecer de nadie?

    Y aún así no iba a poder seguir con la vida si no trataba de enmendar mis mierdas.

    Negué con la cabeza, fue un movimiento ligero, solo para decirle que no hacía falta ir a ninguna parte. Nada de lo que fuese a decirle era un secreto de estado, si el numerito me lo había montado a ojos de todo Dios ese día y luego el del espejo del baño, no tenía realmente mucha dignidad que conservar. Tomé aire, me llené los pulmones y sentí los nervios enredarme el estómago de nuevo casi con fuerzas renovadas, por un segundo sentí que me había quitado el flojo de sangre al cerebro, porque se me embotaron los oídos y estuve a nada de marearme.

    Puta exagerada.

    Pasé del mini colapso que parecía que iba a tener como una campeona, nada nuevo bajo el sol, e hice una reverencia pronunciada frente a la chica. Los recuerdos, parchados de un negro denso, espeso, palpitaron y el calor de mi fuego perdió toda fuerza.

    —Quería disculparme contigo desde hace días por la estupidez que hice —dije desde mi posición, hice una pausa y traté de hilar las palabras de alguna manera—. De verdad lo siento mucho, no pensé nada y solo... Bueno, no vale la pena poner excusas.

    Me enderecé casi a cámara lenta, saqué los dos tupper con galletas y los extendí hacia ella.

    —Ni siquiera sé si te gustan las chispas de chocolate o las galletas en general —dije y hasta entonces una emoción se me coló más en la voz, la duda que me cargaba encima—. Tampoco tienes que aceptarlas ni nada.
     
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    Gigi Blanche

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    Kurosawa negó con la cabeza, fue un movimiento suave y de un momento al otro sentí, o más bien tuve la certeza, de que no la conocía en absoluto. La había visto con la puta pinza ida en primera fila, me había inyectado genuino miedo en las venas y también una compasión estúpida que no cargaba ni una pizca de condescendencia. Casi se me había lanzado encima, había destruido un espejo con el puño desnudo, apalearon a su novio y no derramó una sola lágrima. Así con todo, uno la veía por los pasillos tan entera, tan compuesta y delicada, como si no tuviera un solo problema en el mundo. ¿Y quién mejor que yo para saber que eso era pura mierda?

    Sentía no conocerla y, al mismo tiempo, creía que la conocía mejor que la gran mayoría.

    Detallé cómo se cargaba los pulmones de aire y tuve una ligera idea de sus intenciones antes de que se inclinara frente a mí, echándome encima un pánico absurdo. Miré en todas direcciones y de regreso a ella, sin saber qué hacer o dónde poner las manos. Odiaba esa mierda de los japoneses, era aún peor que cuando te cantaban el feliz cumpleaños. Yo toda tonta pensando que querría hablar del proyecto y ahí la tenía, viéndole el cabello derramarse hacia el suelo y recibiendo sus disculpas.

    Se estaba disculpando.

    Estuve por pedirle que se irguiera cuando lo hizo, no filtré mucho y probablemente debía seguir con una parte de los nervios impresa en el rostro. Me forcé a relajar el semblante apenas recibí sus ojos y bajé la vista hacia los tupper. Todo estaba ocurriendo tan rápido que no me daba la neurona para procesarlo en tiempo real, por ende los acepté en piloto automático. Recién después caí a Tierra.

    —Sí me gustan —murmuré, aún pasmada—, gracias.

    Me pregunté por qué dos tupper pero en ese momento no tenía mucha importancia. Los mantuve contra mi abdomen, apilados uno encima del otro, y sin darme cuenta mi pulgar se mantuvo rozando la tapa del de arriba en movimientos suaves. Podía asemejarse a caricias o a una compulsión nerviosa, quizás ambas. Cuando finalmente subí de regreso a los ojos de Kurosawa, esta vez fui yo quien se cargó los pulmones de aire y ladeé la cabeza al suspirar.

    —Yo también lo siento —me disculpé, forzándome a no ser cobarde y mirar directo su atardecer—. Tampoco estuvo bien lo que hice, encarar así a Usui y... bueno, podemos estar a mano, ¿qué dices?

    Se me aflojó una sonrisa conciliadora al decir aquello último, y acomodé los tupper para liberar una mano. La extendí en su dirección, esperando a que la aceptara, y me encogí de hombros.

    —Quiero decir, si hubiera estado en tu lugar probablemente habría reaccionado similar, así que en verdad no te he culpado por ello ni nada. Sólo me dio un poquito de miedo, pero yo también me doy miedo a veces.

    Lo acompañé de una risa breve para aligerar el ambiente, aunque ciertamente sabía que no estaba diciendo nada exagerado. Podía ser esa loca de mierda también, se me podía aflojar la pinza y llegar a límites inimaginables por quienes apreciaba y quería proteger. Sólo había que ver el incidente de Taito y los recuerdos del estado físico de Altan que seguían palpitando debajo de mi piel, como una llama viva. Lista para combustionar.
     
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    Zireael

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    Hiradaira había tenido la desgracia de solo conocerme cuando se me voló la cabeza, las dos veces que había topado conmigo de forma más directa mi incendio estaba en lo más y mejor, convertido en un tornado de fuego. Arrasaba todo cuanto tuviese al alcance, madera, tierra, edificios y personas, mi personalidad en esencia calma mutaba en algo espantoso que dejaba de pensar en todo lo que no tuviese que ver con destrucción. Pasaba encima de todo el mundo, bueno o malo, los quisiera o no, había llegado al punto de lastimar a Altan y luego lastimarme a mí misma directamente.

    Y aún así entendía, ¿cierto? Ya no porque las dos tuviéramos claro problemas con controlar el temperamento, lo entendía por algo que iba más allá.

    Recibió los tupper en automático, a la pobre le estaba tirando un montón de información en toda la cara y que hiciera el intento por seguirme el hilo ya era algo que admirarle si me lo preguntaban. Encontró mis ojos y de todas las cosas que pensé que podía decirme, no contaba con que me regresara la disculpa porque no debía, no le correspondía en realidad. Quise hacerme la tonta, pero escuchar el apellido de Hiroki de otra persona me atoró algo en la garganta y de repente pensé que respirar era una cosa de lo más caprichosa, cuando al cuerpo le daba la gana te cerraba la garganta.

    Era una estupidez, pero que me sonriera y estirara la mano hacia mí me hizo arder las lágrimas tras los ojos y de puro milagro las contuve. Me hubiese comido a esta chica a palos de no haber sido por Altan, lo hubiese hecho sin dudar un miserable segundo, y me pregunté cómo sería uno capaz de hacer semejante cosa y seguir como si nada si ya solo saber de lo que pude haber sido capaz me estaba repugnando de esa forma.

    Pasé saliva escuchándola todavía y alcancé su mano para estrecharla, se me antojó estúpidamente tibia, y caí de repente que este tanuki podría lograr lo que yo no. Su fuego podía ser capaz de brillar bajo el agua, alumbrar las cavernas submarinas y mostrarle el camino que yo no supe encontrar al idiota del mundo gris.

    No lo sabía, pero acababa de ver en Hiradaira lo mismo que debía haber visto en ella Vólkov para enviar a Altan sin dudar hacia ella.

    Podía sonar a delirio de fiebre que hubiese pensado eso solo con estrechar su mano, pero siempre me había movido por corazonadas. Me acercaba a la gente confiando en que había algo valioso debajo de sus cascarones, sin importar qué tan testarudos, amargados o retraídos fuesen, y hasta entonces aunque muchas cosas me habían salido como el culo, no podía decir que las personas en las que había confiado me hubiesen defraudado. La vida me había fallado, no la gente que brillaba incluso en la más profunda negrura.

    —A mano entonces —dije mientras dejaba ir su mano, cuando por fin sentí que sería capaz de formular palabra sin irme a la mierda. Le dediqué posiblemente una de las sonrisas más genuinas que me permitía en días, porque la idiota me había aliviado parte de lo que me pesaba en el corazón—. Ah, siento que sean dos tupper, los grandes estaban ocupados.

    Quise disculparme por haberla asustado, pero ya seguir con ello era necedad, así que desistí porque de por sí en la disculpa general iba incluido todo lo que le hubiese podido causar.

    —Y gracias por vendarme la mano el otro día, de verdad —dije casi en un murmuro y no tardé en desviar el asunto—. Tenemos el famoso proyecto ese, ¿no? Puedo encargarme si quieres.
     
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    Gigi Blanche

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    Podía imaginar todo lo que Kurosawa debía tener encima y aún así jamás adquirir certeza absoluta de la densidad con la cual la mierda le pesaba a otro en los hombros. Sin importar el talento que tuviéramos para la empatía, al final del día nos movíamos en base a suposiciones. Imaginaba la situación de Kurosawa y aún así me faltaban demasiadas piezas. Sobre su hermano, sus padres y demás. En fin, que precisamente por eso todos deberíamos ser más amables con el prójimo pero tendíamos a fallar como campeones.

    La explicación de los tupper me aflojó una risa vaga porque ni venía al caso pero parecía que me había leído la mente. Les eché un vistazo, las galletas se cayeron dentro y me dieron ganas de probar una, pero entendía que mejor esperaba un poco. Sin venir a cuento de nada recordé lo mucho que me había afectado su bendito bento la semana pasada y pensé que Kurosawa sólo era ese tipo de estúpida, preparando comida para todo Dios como Emi.

    Bueno, no iría a quejarme, su almuerzo de la otra vez estaba muy bueno y las galletas seguro corrían por el mismo carril.

    Era una estupidez llegados a este punto, pero que me agradeciera por el vendaje me avergonzó un poco. Ni idea, supongo que no estaba acostumbrada a que me reconocieran lo que hacía por los demás o algo así. Le sonreí, asintiendo apenas, y agradecí que desviara la conversación hacia el proyecto.

    —¿Hmm? ¿No quieres que te ayude? Es decir, puedo hacerlo sin problema.

    No era la más lista de la camada y seguro se me notaba, pero igual me sabía mal dejarla haciendo todo el trabajo porque sí. Vete a saber de dónde saqué la energía, el caso fue que renové la sonrisa con ganas y le estampé la palma de la mano en la espalda con suavidad, instándola a caminar de regreso al aula.

    —Vamos, vamos, podemos definir lo del proyecto ¡y de paso comemos las galletas, que seguro están buenísimas! A ver, de geografía, ¿no? Podemos hablar de placas tectónicas, o algún fenómeno natural, ¿algún volcán? ¡Un huracán! Ah, o de rocas. ¡De dinosaurios, también! ¿Tú qué prefieres, Kurosawa?

    Si no me habría inyectado un chute de energía de los de siempre, así por puro amor al arte.


    si no sería este el momento más esperado por latinoamérica unida (??

    puedes arrastrarlas de regreso a la 2-2, if u wanna
     
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    Rider

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    Subimos tras que nos separáramos continuamos con el recorrido por la escuela, esta vez llegando a la segunda planta. Ya habíamos pasado algo de tiempo, pero al menos estaba seguro de que mi clase estaría en el segundo piso. Además, no podía negar que quería seguir pasando algo más tiempo con el pelirrojo, pero tampoco quería llegar tarde en mi primer día de clases. Ya el resto de días podría llegar tan tarde como quisiera. Me alegraba ver a Cay sonreír, aun que fuese de una manera tan sutil, ya estaba claro que no estaba atravesando su mejor semana, pero a final de cuentas lo importante era disfrutar de la vida un en los momentos más turbios de la vida. Vaya que lo sabía...

    El pelirrojo de un momento pareciera que un bicho le hubiese picado o algo. De la nada se acerco de una manera algo picara invadiendo mi espacio personal. Di un pasó para atrás algo sorprendido por el gesto, definitivamente no recordaba al pelirrojo siendo así de "directo", pero al ver como se ampliaba la sonrisa en sus rostro decidí seguirle el juego aunque fuese un poco.

    —¿Una cita? —solté una risa nasal— . La única manera en la yo tendría una cinta contigo sería que estuviera varado en un país desconocido y que no tuviera a nadie a quien recurrir...Oh, espera un segundo —Me rasque la cabeza de manera algo burlona— . Siendo que este es el caso supongo que sí, puedes llamarlo un cita. Hasta te dejaré que tú elijas él lugar.

    Ambos reímos algo más aliviados cuando el chico me regresó mi espacio y regresó la vista a la ventana.

    — ¡Perfecto! Ya te contaré entonces como terminé por intimar con una chica y tuve que huir de la paternidad. —Solté como si nada, en un tono que podía ser algo difícil de descifrar si era en broma o en serio, pero en el fondo lo único que quería era soltar esa pequeña mentira innecesaria.

    En el fondo siempre había tenido ese tipo de facilidades, poder tomarme todo con cierto humor y una sonrisa, aun cuando la vida me quería abofetear, siempre me esforzaba por mantener la sonrisa. No por compromiso, no por darle al mundo una buena imagen de quien era. Sino porqué quería esforzarme por ser feliz. Y con Cay, con mi hermano, esa meta simplemente parecía tan fácil.

    —¡Ja! No necesito cámaras para ver tu cabello despeinado, tus ojeras, tus pupilas dilatadas. Todo tu cuerpo grita: 'Resaca'. —Solté un par de risas aliviando el ambiente, realmente no creía que tuviese nada de malo que bebiera, después de todo ¿Quién era yo para juzgar eso? Pero era notorio que quizás se le habían pasado un poco los tragos y que aun no se recuperaba del todo. —¿Cay? El niño asocial ¿Yendo a una fiesta? ¿Estas seguro de que eres el mismo Pelo de Fuego que conocí de niño?

    —Aunque hey, suena a que fue una fiesta a lo grande ¿Eh? Una lastima que me la haya perdido. Pero más vale que me invites a la próxima que vayas ¿De acuerdo? Ya pararás el carro cuando te interne en un clínica de rehabilitación.

    >>Ahora, ¿Cuál de todas estas prisiones es la mía? Quiero decir, aula.
     
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    Zireael

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    No pude ni culparlo por el paso hacia atrás, en la cabeza de Aleck debía seguir siendo aquel bicho arisco de toda la vida y aunque realmente no había dejado de serlo, también era cierto que en esa semana había aflojado un poco bastante las restricciones. Que ni se dijera con la gente a la que conocía y le tenía cariño, prácticamente desdibujaba los límites. En sí sabía que no iba a molestarse por mi gracia, pero no contaba con que se fuese a subir al carro sin pensarlo siquiera.

    —¿Como plato de segunda mesa porque no tienes nada más? That's rude. —Di algunos pasos, adelantándome un poco, y alcé la vista al techo antes de medio girar el cuerpo para mirarlo de nuevo—. Ahora verás, será la mejor cita de tu vida. ¡Por mi honor!

    Ni que yo supiera nada de citas realmente, pero colaba solo por seguir la tontería.

    —¿Hmh? ¿Entonces por eso dejaste Irlanda? Te hacía un padre más responsable, Galletas. —A ver que era broma, obviamente, ni que fuera yo tan puto denso pero aún así digamos que tocaba un tema que no me hacía especial gracia, siendo que tenía un padre que se había largado. Un poco siguió avanzando por áreas que no quería tocar, señalando que mi aspecto no era el mejor, así que hundí las manos en los bolsillos con algo más de fuerza sin darme cuenta. Aún así al hablar no soné molesto realmente—. En mi defensa, nunca parece que me empeñe demasiado en peinarme.

    En sí el cuerpo no me gritaba resaca, gritaba que me había deshidratando llorando como un crío, pero por mí mejor que creyera que era por lo otro. Además ya de por sí se había distraído con el tema de escuchar que había ido a una fiesta y eso que ni le había dicho que me había metido en una de las discotecas de Roppongi, así por la gracia. Se me escapó una risa y me encogí de hombros.


    A una había ido por robarme parte de los reflectores, a la otra por negocios directamente.

    —De lo que estoy seguro es de que pasaron siete años, enano, así que seguro te llevas algunas sorpresas. —Me detuve frente a los salones entonces—. Ah, claro ya recibirás una invitación formal al próximo desastre que esta gente se saque de la manga.

    ¿Que ya pararía el carro en la clínica de rehabilitación? Hombre, la verdad esperaba que no.

    —A ver, tienes... 2-1, 2-2 y 2-3. Choose your fighter. —Señalé cada una incluso sin que hiciera falta, porque tenían el número obviamente y antes de que entrara a su clase se me iluminó la neurona—. Akkun, te invito yo a la comida más tarde y te vengo a buscar, para que no tengas que subir a la planta de arriba y volver a bajar.
     
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    Gigi Blanche

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    Fue un intercambio un poquitín extraño, el comentario de Emi me había confundido y mi confusión pareció confundirla, pero no agregamos mayor cosa al respecto y sólo lo dejamos fluir. Tampoco le otorgué mucha importancia, asumí que los habría conocido por separado y se le ocurrió juntarlos en su cabeza por amor al arte, porque le darían vibes parecidas o similar. Era bastante tonta, no podían pedirme que sacara conclusiones de tanto, tanto aire, ¿no?

    Tampoco estaba segura si me debía un almuerzo como tal, tenía la cabeza en las putas nubes desde el sábado. Parpadeé, asintiendo como si nada, y luego desvié mi atención a Sugawara en cuanto Emily le habló. Incliné el cuerpo hacia adelante, hasta que la chica no me bloqueara la visión, y noté que el muchacho alternaba su mirada entre ambas y asentía también. Se veía un poquito fuera de base por la pregunta.

    —Sí, supongo que sí.

    Ya íbamos llegando a nuestro destino, así que Sugawara se detuvo al pie de las escaleras y se despidió alzando vagamente la mano.

    —Bye-bye~

    Aguardé la modesta suma de cero segundos y luego cacé a Emi por la cintura, arrastrándola por el pasillo. Ni idea qué hizo el muchacho después, ya estaba visto que no me interesaba mucho su presencia o ausencia.

    —Así que, ¿almuercito de Emi-chan? ¡Tiene que ser el paraíso!

    La zamarreé un poco, carcajeándome, y fue entonces que noté el cabello de Dunn allí, en el segundo piso. Me hizo gracia, considerando que acabábamos de hablar de él, y aún a sabiendas de que era un gato arisco alcé el brazo libre en alto, llenándome los pulmones para exclamar:

    —¡Eh, Dunn-senpai!

    ¿Por qué? Por la pura gracia, obvio. Estaba con un castaño que, al acercarme lo suficiente para entrar a la 2-2, confirmé que era nada más y nada menos que el chico de los cereales. ¿Cuáles eran las putas probabilidades?

    —¡Tú! —exclamé, señalándolo como si hubiera visto un fantasma, y la campana me agarró tan desprevenida que di un respingo. Miré alrededor, como espabilando, y comencé a caminar en reversa hacia la 2-2. Una gran sonrisa se plantó en mis labios a medida que hablaba—. Bueno, la campana te salva, ¡pero no te escaparás de mí, ¿me oyes?! ¡Bye-bye, Emi-chan!

    ¿Caótico? Y, sí. Giré en redondo apenas acabé de hablar y me metí en mi aula, intercalando saltitos breves entre mis pasos. ¿El chico de los cereales iba al Sakura? ¿Y era amigo de Dunn? ¿Y Emi había conocido a Cayden? ¡Qué pequeño era el mundo, de verdad! Y eso que seguía sin saber lo de mini Ishi.

    Que a todo esto, no lo veía desde el martes por la noche, ¿cierto? Qué extraño.
     
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    Rider

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    Las clases estaban por arrancar, y al menos ya estaba seguro de cual era mi salón, si no fuese tan despistado al menos habría notado que están marcados en la parte superior con un pequeño letrero. La puerta al aula ya estaba abierta parecía que ya había un par de chicos adentro, así que ya venía siendo hora de despedirse. No sin antes continuar con la tontería, claro.

    —¡Eh, no lo veas como plato de segunda mesa! Más bien como si fueras el plan B, el infalible y siempre confiable plan B —solté una risa ante mi propio comentario, era obvio que yo nunca vería a un hermano como un plan B— . ¿Huh? Oh, vamos. relájate Fueguín, no el baile de graduación. —Concluí soltando una pequeña risa nasal. Estaba claro que todo era de broma, jugar al tonto entre amigos, pero de verdad apreciaba las palabras de aquel pelirrojo. No llevaba mucho en la ciudad ni había tenido mucha suerte haciendo amigos, pero él ayudaba a que realmente me sintiera en casa.

    —Bueno, yo también me imaginaba un mejor padre, ¡pero no a los dieciséis años! Nah, ya en serio, te contaré todo en el almuerzo, seguro nos reímos y todo.

    Me dispuse a finalizar la conversación con Cay para entrar finalmente a mi salón tras haber escuchado que definitivamente me invitarían a du próximo desastre. ¿Qué podía decir? Si acaso tenía un vico más grande que el licor ese era meterme en problemas, aun cuando no quisiera hacerlo, tenía un don para meterme en predicamentos de los más curioso y ser imprudente.

    —Muy bien te veré aquí después de- ¿Eh?— Un jovial y enérgico saludo interrumpió mis palabras. Era alguien saludo a la distancia al pelirrojo. Intuí que era otro de sus amigos, al final iba a resultar que si era popular y todo. Pero un sorpresivo brillo rosado, producto de la luz de la ventana reflejada en los ojos de la chica hicieron que me pareciera familiar. Cuando crucé miradas con la chica el recuerdo inequívoco volvió a mi mente ¡Era la chica! ¡La chica del cereal de almohaditas que había visto en el supermercado! Tokio si que era una ciudad más pequeña de lo que aparentaba ¿No?

    —¡Tú! —ambos nos señalamos con el dedo índice, como si fuéramos un par de pistoleros apunto de batirse en duelo al más puro estilo de las películas del lejano oeste. Me fue imposible no sonreír ampliamente. Mi primer día y ya llevaba dos caras conocidas en tiempo recordar, al menos sabía que no me iba a sentir solo mis primeras semanas.

    La campana nos interrumpió antes de que pudiéramos decir más. La chica se marchó alegre a su clase, no sin antes informar que no íbamos a escapar de ella.

    —¡Yo no escapo nunca a un duelo, señorita!— Contesté alegre para posteriormente ver como la chica se metía a su salón dando brinquitos. También noté que la chica que la acompañaba iba en mi clase, una linda chica de cabello negro y ojos violetas. No cabe duda, el mundo es un pañuelo y las casualidades son mocos.

    —Me agrada esa chica, ¡y ni siquiera sé cual es su nombre! —solté una ultima risa nasal para darle un ultimo golpe en el hombro al pelirrojo. —, bueno te cuento después ¿Sí? ¡Te veo en el almuerzo!

    Caminé finalmente hasta entrar a mi salón y tomar un asiento para la clase. No sabía que me depararía este tipo de sistema educativo, pero estaba seguro de que estaba dispuesto a averiguarlo si sabía que tenía gente esperando por mí cuando dieran la ultima campanada.

    El rol: Se cierra en 10 minutos.

    Rider: SPEED, I-AM-SPEED
    also ando hypeado por todo esto perdón ;n;
     
    Última edición: 22 Junio 2021
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    Insane

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    No supe ni cuánto fue que dormí pero creería que desde que inició toda la clase, a lo que Génesis inicialmente trató de levantarme con un pequeño golpecito del codo en mi cabeza pero al notar que estaba en otro mundo rehuyendo del aprendizaje para cambiarlo por descanso solo ajustó su posición para cubrirme de la forma más decente posible, probablemente tomando apuntes por los dos. Luego de no sé, un par de horas sentí sus uñas sobre mis mejillas acariciándome a lo que escuché por allá el sonar del timbre del receso. Abrí los ojos perezosos y di con los suyos, sonriéndole suavemente al denotar sus mejillas ligeramente teñidas.

    —Lo lamento, ¿te presioné demasiado con las horas de estudio?

    —Fresca, no pasa nada.

    —Pero no has dormido bien.

    —Mi culpa, preferí en el tiempo libre hacer algunas cosas de casa y jugar con los perros, pero ya hoy llegaré rendido a dormir —comenté risueño a lo que alejó su tacto, causándome curiosidad el hecho de no escucharla decirme que fuésemos juntos a almorzar—. ¿Todo en orden?

    Asintió ligeramente con la cabeza sujetando su mochila mientras buscaba aparentemente algo dentro de los bolsillos más pequeños, sacando un pequeño empaque violeta, que en algún momento creí que era para mi hermano o para mí.

    —Te envío un mensaje cuando me desocupe para no retenerte, ya que igual debo hacer algo antes.

    Me levanté entonces del puesto con la mochila al hombro, acariciándole la cabeza con mimo para luego enterrar las manos en los bolsillos.

    —Quizá pueda presentarte una chica que conocí, es amable y eso~

    —Bien, mientras no sea irrespetuosa no creo que haya ningún problema.

    Asentí con serenidad, saliendo del salón de clase hasta el baño para lavarme la cara y quitar cualquier rastro de que me había dormido en clase, pasando mis dedos por mi cabello humedeciéndolo por ahí derecho para después descender por las escaleras, desplazándome por el pasillo del segundo piso al recordar el número de su aula. 2-2 había dicho, ¿no? Me asomé por la puerta buscando los colores del atardecer hasta encontrarla.

    >>Hey~ —elevé la derecha como saludo esperando a que se acercara—. Dijiste que el día que no tuviese con quién almorzar podía buscarte, bueno, me lo tomé enserio.

    Yáahl holashioribebé
     
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    Zireael

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    Haber arreglado la mierda con Hiradaira me había sosegado el corazón de tal manera que, por ridículo que pareciera, había podido dormir como la gente decente por primera vez en días. Nada de sueño intermitente, nada de pesadillas y mierdas, así que me sentía genuinamente descansada. Había dejado el almuerzo de los tres listo por la noche y en la mañana mamá se había encargado del desayuno.

    Papá, luego de bajar de la habitación, dejó una caja sobre la mesa donde estábamos sentadas comiendo antes de sentarse en su lugar y servirse una taza de té verde. Estaba envuelto en papel de regalo azulo, con un lacito dorado pegado un poco a las carreras.

    —¿Y eso? —pregunté un poco porque sí.

    —Tuyo —contestó detrás el humo del té, bajo las gafas encontré su propio atardecer y alcancé a dedicarle una sonrisa, fue suave, casi de protocolo pero valía de todas formas.

    Vete a saber si fue él o mamá quien me vio el móvil destrozado, cosa ya rara de por sí, pero se las habían arreglado para sacar el dinero y comprarme otro. Quizás en parte porque el que ahora estaba con el cristal roto había sido el primero que me compraron, desde lo catorce los tenía y no le había pasado nada hasta la semana de la desgracia, así que al menos podían decir que si lo cambiaba no tenía por qué durar menos que el anterior.

    Les di las gracias, me las arreglé para hacer el cambio de tarjeta antes de salir de casa y me puse llevar el nuevo a la escuela. Se sentía de lo más raro, pero asumía que no tardaría más de un par de días en acostumbrarme. Llegué a la escuela al filo de que sonara la campana, así que no pude detenerme demasiado en nada, me cambié los zapatos y pasé directo.

    El proyecto ya había quedado, así que tampoco teníamos que preocuparnos por eso, de forma que cuando sonó la campana repasé mis opciones y no sé, pensé en ir al patio a comer sola aunque fuese, para tomar algo de aire o algo. Acababa de dejar el maletín, luego de sacar el bento, cuando noté la silueta del Kasun normal aparecerse por la puerta.

    Le sonreí en respuesta a su saludo y me acerqué, dejando la clase para salir al pasillo.

    —Me alegra que te lo tomaras en serio, senpai~ —dije golpeteando la caja de bento con los dedos—. ¿En dónde te gustaría que almorzáramos? ¿Necesitas comprar algo en la cafetería? Espero que hoy no traigas solo fruta.
     
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    Entonces me recordó lo de la fruta y algo de vergüenza si me recorrió la piel al haberme sentido algo idiota al creer que Gen habría hecho no sé, espagueti quizá, como si la hubiese visto cocinar en algún momento algo más que recetas estrictas. Desvié ligeramente la mirada por el pasillo para no terminar como un tomate entre los estudiantes al retumbar la forma peculiar de llamarme. Y dale la chica con el senpai. Señalé el maletín que colgaba de mi hombro con el pulgar, encontrando sus ojos de nueva cuenta.

    —Hoy si traje algo, aunque bueno, lo compré desde ayer ya que fui a mercar y eso —comenté recapitulando los sitios que conocía para almorzar: la azotea, la cafetería, o el patio, pasándoseme por la cabeza el letrero de uno que para nada entraba en la categoría a lo que en realidad estaba por desecharlo casi de lleno, pero por alguna razón me pareció divertido proponerlo—. ¿Has almorzado en la piscina? —casi que tanteaba el tramo de lo que ella consideraba divertido o estúpido para saber si tenía que retractarme.

    Además no tenía idea si había club de natación funcionando en este momento, pero tampoco reparé en pensarlo demasiado, suponiendo que si fuese el caso ella me lo diría sin problemas.

    Enterré las manos en los bolsillos, escuchando por ahí derecho las voces de los que pasaban de aquí para allá descendiendo hacia la cafetería probablemente, llegando el reflejo del sol cerca a nosotros por las ventanas, bañando de forma lateral el cabello carbón de la contraria.

    —Kurosawa, igual quería darte las gracias, compramos casa y si es un buen sitio —comenté con ligereza, mostrándole los dientes en una sonrisa amplia—. Así que un gusto ser tu vecino de barrio~

    Vaya, el sueño simplemente se había disipado.

    miranadamásestacintatansoft
     
    • Adorable Adorable x 3
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