Shizuoka Shizuoka

Tema en 'Prefecturas' iniciado por Amelie, 6 Septiembre 2020.

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    rapuma

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    Kenzaburo

    El corte abrió una herida abismal en su brazo derecho; nuevamente su cuerpo estaba cubierto de sangre que fluía con fuerza, debilitándolo al no tener tanta sangre dentro de su sistema. El rostro estaba fantasmal pero aún así se mantenía en pie; un samurái de los Minamoto muere en pie o no muere. Observó a Fuji, luego al resto, aunque su mirada estaba enturbiada, veía rostros pero no acertaba a comprender quienes eran. Estaba muy débil. Solo alcanzó a observar la faz de Misato, el bello rostro de la shinobi entre las sombras. Verla siempre cerca de su muerte parecía ser un recordatorio hermoso: si realmente moría en algún momento de su vida, le gustaría contemplar un rostro tan contemplativo en sus últimos momentos.

    —Sí... —musitó como toda respuesta ante Takeda, caminando torpemente junto a él hacia una clínica la cual no conocía el destino. Esperaba que el joven Minamoto pudiera guiarlo antes de que desfallezca. —La emperatriz... ¿Qué es lo que quería realmente? sabía que todo esto era una ilusión: nosotros no entregaríamos a nadie. ¿Qué es lo que quiso probar esa mujer?

    Estaba tan concentrado en unir sus fuerzas para no desequilibrarse mientras caminaba que no pudo evitar sentir el aroma del mala que Takeda tenía en su muñeca. Podía olerlo con intensidad, era como si el olor que transportaba el líder de los Minamoto sería rastreable desde cualquier sitio de Japón para Kenzaburo.
     
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    Entrada a Shizuoka
    [Kenzaburo; Takeda, Hideyoshi; Matsuda; Kyoko; Misato; Takano]

    Takeda llevó el brazo de Kenzaburo que no estaba herido detrás de su cuello para sostenerlo. Después lo ayudó avanzando hacia la clínica —No estaba nerviosa, no estaba armada; no intentaron detenernos como creí que lo harían. Buscaban algo y sea lo que fuera, lo encontraron; si no hubiese sido así, no estaríamos ahora caminando libres.

    Takano escuchó esas palabras, obligándolo a pensar en posibilidades mientras se acercaban a la clínica.



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    Clínica
    [Akari;Yuzuki; Togashi; Kirara; Shinko; Kojiro, Tsuna; Shiori; Sanada; Hinata; Ginko]

    Akari se separó de Yuzuki para verla regañar al niño que había estado rondando por la clínica en la mañana.

    Hayato dio un ligero brinco al escuchar su nombre de voz de Yuzuki, esta vez no era calma como había sido antes, la miró con su único ojo preocupado —Necesito entrenar, y nadie me toma en serio por ser un niño o por estar herido —se cruzó de brazos —me están subestimando, los Sugawara somos fuertes guerreros, no puedo dejar de entrenar sólo por esto —dijo señalando sus vendajes — No lo usaba demasiado de todos modos.

    Tsuna los miró —¡Hola Yuzuki!— dijo sin despegar la vista del niño —¿Es... tuyo? —pensó un poco, recordando que siempre estaba a un lado de Takano, quien para él, un simple adolescente, Takano ya era un hombre viejo, así que tenía sentido —Se parece a su padre.

    Hayato lo miró confundido. Mientras que Hinata y Ginko permanecían a un lado de Shiori sin entender que sucedía —Señorita Shiori, después puedo contestar a sus preguntas; por el momento debo atender a mis heridas —mencionó Hinata hacia Shiori.

    Akari sonrió y negó ante la confusión de Tsuna; pero no dijo nada, decidió ir hacia Hinata y Ginko.

    Hayato sonrió a Shiori —Está bien, seré paciente —dijo alegre al ver que no lo subestimaba, después miró a Yuzuki, como si estuviera esperando la confirmación de que estaba bien entrenar un poco.

    Hinata inmediatamente la reconoció y sonrió haciendo una reverencia —Akari-dono— dijo Hinata para después erguirse y señalarla ante Ginko —Ella es Minami Akari, también médico como ustedes los Harutomo.

    Akari miró a Ginko y sonrió —¿Cómo no lo noté antes? ¿Eres hijo de Ujihisa o de Sasaki?

    —¿Ujihisa teniendo un hijo? Qué los Dioses nos protejan, no. Ginko es hijo de Sasaki —mencionó Hinata ante Akari

    —Es un gusto, Ginko-kun; lamento no haberte conocido antes —Akari se refería a Kamakura, dónde no pudieron coincidir a pesar de que Ginko se acercaba a la edad de su hija mayor; Yuzuki —Vengan, curaré sus heridas —sonrió ante Ginko —Aunque creo que un Harutomo tiene la habilidad de hacerlo por sí mismo.

    madarauchiha (fueron encerrados en el cuartel no en la casa feudal :3)
    Yáahl
    Slam (te pongo la opción de curar a Hinata o a ti mismo para que utilices tu habilidad y sumes exp)

    Mientras tanto, en la esquina se encontraban Togashi; Kirara; Shinko y Kojiro. Fue Togashi el que se decidió por hablar primero, haciendo una pregunta que hizo gruñir a Kirara.

    —Porque el poder es más fuerte que la sangre para aquellos que son débiles —mencionó férrea hacia Togashi — Tadashi no es más un Fujiwara; fingió su muerte para asecharnos desde las sombras, al igual que la serpiente de Murai. Ambos lastimando a mi hermano, destruyendo a mi familia—apretó con fuerza los puños —Debí haberlo matado en Kamakura, debí haberlo hecho sufrir. Si no hubiera sido tan tibia, en este momento estaría agradeciendo por el dolor que le infringí. Debo buscarlos, y exterminarlos como la plaga que son.

    Kojiro dio un sorbo a su té para después dejarlo a un lado con delicadeza —Me gusta la jardinería —mencionó, desencajando la reacción de Kirara —Sé regar plantas y disfruto haciéndolo, me gusta cuidar de mis plantas y conozco cada animal que pueda dañarlas, conozco cada flor que atrae a las abejas, sé hacia dónde miran los girasoles —seguía diciendo de manera aleatoria, para después mirar hacia ambos, los cuales hablaban con rencor desde el fondo de sus corazones — Y puedo asegurarles algo; el secreto no es correr detrás de las mariposas...—sus palabras eran calmas, pero no como las de Takeda que evitaba la venganza, se notaba en su mirada, un guerrero —...es cuidar del jardín para que ellas vengan hacia ti —eran palabras serenas de un paciente cazador que ya sabía que atraparía a su presa tarde o temprano.




    Las puertas volvieron a deslizarse, esta vez con violencia. Takano se adentraba a la clínica cargando a Hashimoto, seguido del grupo que había emprendido su misión secreta. Takeda cargaba de un brazo a Kenzaburo quien estaba muy herido. Matsuda cargaba a Fuji con delicadeza.

    Takano dejó a Hashimoto con cuidado en el suelo al ver que el sitio estaba repleto y no había demasiado lugar para colocar a los heridos. Hashimoto tenía dos flechas aun en el pecho y seguía sin poder responder. Fuji no tenía heridas externas pero tampoco respondía. Para la visión de aquellos expertos, podían notar los efectos de la parálisis debido a la bufotoxina.

    —Mantengan a los rehenes amarrados, no podrán moverse hasta que respondan mis preguntas —mencionó Takano.

    —¿Estás bromeando?— dijo con molestia Matsuda quien dejaba con delicadeza a Fuji.

    —No lo hago— Takano sujetó los amarres de Hashimoto mientras respondía.

     
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    Ginko Harutomo

    Apenas salió del dojo prendió su pipa para ir fumando por el camino. Se fue hasta atrás y trató de que el humo no le diera al niño y lo dejara medio turuleco. Luego apagó su opio al entrar a la clínica y la médica del lugar se les acercó a hablar, conocía a Hinata.

    —Sí... no creo que eso pase— mencionó acerca de la paternidad de Ujihisa y también saludó a Akari con una reverencia y sonriente a pesar de las heridas del entrenamiento —Igualmente, aunque no estoy muy de acuerdo con sus métodos de enseñanza, le debo agradecer que me haya instruido en el arte de la acupuntura— mencionó mientras caminaba —Siempre es un placer conocer colegas—

    —Ah, es cierto. No te preocupes por mí, pero atiende a Hinata que lo necesita, estoy seguro que la dejo en buenas manos— le respondió a Akari mientras comenzaba a curarse.

    Al rato, cuando ya terminaba de colocarse el último vendaje, unos hombres con varios heridos ingresaban al recinto. Reconocía a Takeda de su paso por Kamakura y recientemente había conocido de vista en un breve cruce a Kenzaburo, eran los Minamoto. Con ellos había unos hombres que por lo que mencionaban parecían ser rehenes, pero estaban paralizados, podían reconocerse en ellos los mismos síntomas que había tenido Hinata el día anterior. Ginko se levantó y caminó hasta ellos —Señores Minamoto— los saludó —Si me lo permiten, podría curar la parálisis de estos hombres, sé tratar la bufotoxina... pero la mala noticia es que podría tomarles hasta un día entero recuperarse y poder hablar—
     
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    Kenzaburo



    Se dejó ayudar por Takeda mientras se dirigían a la clínica. Él había intentado ser el árbol en donde Takeda debía de apoyarse en esos momentos tan funestos para el alma, tan tristes para un líder con la responsabilidad absoluta: restablecer el orden en un país que lo daba por muerto, por un clan tirano que acechaba en las sombras y un líder imperial nefasto que arropaba con su manto de oscuridad al pueblo nipón. Y lo había sido, enfrentándose a Takano bajo la atenta mirada de Kato Harima. Lo hizo a pesar de saber las diferencias de niveles entre ambos, la abismal distancia que separaba a un renacido ronin convertido en samurái contra la doctrina de hierro, impecable, un muro de roca imposible de abatir por mayor que sea el intento. Se lanzó al vacío sabiendo que hacía lo correcto, que combatía por lo que creía en verdad. Kenzaburo sabía leer a las personas y había encontrado una luz muy fuerte en esos ojos tristes, siempre preocupados, teñidos por el dolor de la pérdida. Takeda Minamoto era el único capaz de cortar por completo el yugo Taira y ordenar un país devastado por los odios internos y las traiciones. Es por esa razón que dejó que su sangre manchara el kimono del señor al que veneraba. Lo miró levemente mientras andaban, recordando a Mao. Observó esos ojos nuevamente. Había decisión, justeza, valía y lealtad. Eso era Takeda Minamoto. El único hombre tan noble que hizo que tragara sus propias palabras. No podía odiarlo por lo de Mao, simplemente no podía; sus sentimientos se cruzaban constantemente y siempre prevalecía su esperanza por ver a ese joven casi adolescente retomar el orden natural de las cosas: los Minamoto renacerían, y lo harían con fuerza.

    —Quizá simplemente decidió confrontar los rumores. —habló entre gruñidos, el dolor era muy grande. —Los rumores corren, corren como el viento y vuelan altos como las águilas. Pero una cosa es un rumor y otra cosa muy cierta es enfrentar la realidad. Quería ver con sus propios ojos tu figura y reconocerte, verte y saber que no eres un sustituto. Que eres Takeda Minamoto defendiendo a los tuyos. —sonrió levemente, mirando a Takeda antes de ingresar a la clínica. Luego observó a Takano. —Takano, Takeda no puede caminar sin una escolta adecuada. Ya no más. —afirmó con su cabeza, mirando al Harima. —Me ocuparé de estar a su lado en todo momento. Estamos en guerra y con los Taira tan cerca nuestro siento que no podemos prescindir de la seguridad de nuestro líder. Si quieres proveernos más soldados no me quejaré.

    Ingresaron a la clínica y Kenzaburo observó rápidamente a las personas presentes. Distinguió a Yuzuki, la médico del clan junto a otra mujer un poco mayor pero que mantenía la belleza natural de las mujeres del clan Minami. Saltaba a luces que era la madre de Yuzuki, con el clásico mechón de pelo blanco. Luego estaban los Asakura, los cuales Terunobu les presentó en las afueras de Shizuoka mientras cazaban jabalíes para la ciudad. También se encontraba el vagabundo Togashi junto a Kirara, su hermano menor y otro muchacho que no alcanzó a reconocer junto a Tsuna y el resto. Se mantuvo en pie mientras dejaba que usaran las camas para los más heridos. Él no pediría nada.
     
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    Yuzuki Minami
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    Noté que mi madre se separaba al verme llamarle la atención a Hayato, el pobrecillo pegó un brinco y la preocupación le cruzó la mirada, a lo que suavicé los gestos para dedicarle una sonrisa bastante ligera. Entendía que nadie lo tomara en serio por su edad, sobre todo la herida del ojo, pero por eso mismo le acababa de decir que si quería entrenar me lo hubiese dicho. Era lo que quedaba de su clan, la extensión del padre que había perdido, ¿quién iba a tomarlo más en serio que yo misma? Si tenía que entrenar con él lo hacía, ya no solo porque fuese importante su salud física, que pudiera cuidarse. Había que mantener su mente en línea, enseñarle la justicia de nuestro clan, y que luego él decidiera cómo quería luchar por la sangre de los Sugawara.

    El saludo de Tsuna fue animado y pronto me di cuenta que ya estaba perdido al haberme visto reprender a Hayato, se le cruzaron las ideas, de forma que terminó por pensar que el chico era mío.

    —Tsuna, este es Hayato, de los Sugawara. No es hijo nuestro, no de sangre quiero decir, lo trajimos con nosotros de Fujimi y ahora me hago responsable por él, eso es todo —aclaré sin problema alguno—. No le digas al pobrecillo que se parece a Takano, ¿no ves que siempre tiene mala cara? Hayato es de lo más dulce.

    Al final la muchacha que acompañaba a Tsuna accedió a entrenar con el niño, así que me acerqué para pasarle el brazo por los hombros y estrecharlo contra mí con suavidad.

    —Está bien, entrena con ella cuando quieras o búscame a mí.

    Lo liberé de mi agarre para prestarle atención al resto de lo que estaba ocurriendo en la clínica, de repente extrañamente abarrotada, y mi madre no tardó en ponerse en marcha para atender a Ginko y quienes lo acompañaban. Cuando quise darme cuenta de nada las puertas se deslizaron con agresividad, Takano apareció en la clínica cargando a Hashimoto y Matsuda traía consigo a Fuji, sentí me arrancaban el aire de los pulmones porque noté que faltaba Masamune y que Kenzaburo era arrastrado por Takeda.

    Habían vuelto a medias y solo porque así lo habían querido los Taira.

    —Dioses —murmuré acercándome a ambos, solo para darme cuenta que estaban paralizados por veneno. Ginko no tardó en hacer lo mismo y se ofreció a atenderlos, a lo que inhalé y alcé la voz—. ¡Todos los que no necesiten atención de alguna clase, dejen la clínica de una vez! Tanta gente en un espacio donde hay heridos solo entorpece el trabajo. Si pueden curarse a sí mismos, háganlo y si no, esperen por lo que podemos hacerlo por ustedes.

    Revisé por encima el estado de Hashimoto, que era el que tenía las flechas todavía y giré el rostro hacia Harutomo.

    —Ginko, encárgate de ambos por favor. —Puse la atención en Takano entonces que acababa de sujetar los amarres de Hashimoto—. No podrán moverse aunque quieran, Takano, están como tú cuando Rengo y Kuroki tuvieron que llevarte a Kamakura. Es bufotoxina, se ve que a los Taira les encanta jugar con venenos.

    Kenzaburo se había quedado de pie, dejando que el espacio fuese usado por las personas que más lo necesitaban así que me le acerqué mientras seguía hablando al aire, para que Takano escuchara.

    —Están atados sin necesidad de cuerdas e Inugami tiene dos flechas en el pecho, así que tan siquiera afloja esos amarres que nadie se va a mover y tampoco te van a poder responder, ya escuchaste a Ginko, de no ser que quieras que te den respuestas con movimientos de ojos. —Deslicé la mirada a Kenzaburo—. Nada de valientes aquí, busca dónde acomodarte y atenderé tus heridas de una vez.
     
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    Clínica

    La escapada había tenido un revés sensible que era la dolorosa herida de Kenzo, que necesitaba atención inmediata. Se dirigieron hacia la clínica, habían rescatado a dos, pero les faltaba uno.

    Él pudo moverse con velocidad y destreza, así esquivando los ataques, por lo que estaba intacto. El regreso no podía considerarse enteramente un éxito, y además había algo que preocupaba a Takeda: la reacción de Shino. Prácticamente los dejó irse.

    Cuando llegaron a la clínica Takano adoptó una postura severa, y advirtió a todos que haría unas preguntas. Matsuda pareció molestarse. Yuzuki no se tomó mejor la decisión de Takano, y le recriminó un poco su actitud.

    —Espera Yuzuki, puede que Takano esté en lo correcto. Tú no estuviste ahí. Escapamos, sencillamente, con mucha facilidad. La herida a Kenzaburo no es más que una anécdota, ya que de haber querido podrían habernos complicado mucho más las cosas. Hubo algo extraño. ¿Tenían tres rehenes y aceptan perder dos así sin más?

    Takano era un visionario y Hideyoshi sabia que su aguda visión estratégica podría permitirle al clan anticiparse a los movimientos del adversario.

    —Murai... se hizo pasar por uno de los Fujiwara. Nadie lo notó—les recordaba.

    "Espero que este no sea el caso", deseó.
     
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    Yuzuki Minami
    Clínica

    Inhalé con cierta fuerza cuando la voz de Hideyoshi me alcanzó, ya se lo había dicho en Kamakura directamente, no era lo que se dice mi persona predilecta luego de lo de Tsu y en general era bastante bocón. De cualquier manera, sus palabras sirvieron para recordarme precisamente por qué Takano había terminado paralizado y medio muerto, además de que había sido por él que Shinko nos había dicho lo de Yami.

    —Incluso si nos metieron un falso rehén el caso es que los dos están paralizados, posiblemente hasta por eso es que lo están porque de lo contrario sería sospechoso, y no van a responder nada en este estado. —Me presioné el puente de la nariz con los dedos de la mano dominante—. Déjenlos atados entonces si les parece lo prudente, pero sigue habiendo demasiada gente aquí y también entorpecerían cualquier reacción necesaria en caso de que nos hayan vuelto a meter un impostor.

    Comencé a buscar cosas para atender a Kenzaburo en lo que seguía hablando.

    —Que un par hagan de guardias, así podemos atenderlos y ver qué se supone que ocurre con este caso de rehenes con los que los dejaron huir. —Busqué a Matsuda con la vista un momento—. Lo siento mucho.
     
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    Notó el desprecio de Yuzuki a flor de piel, era una mujer con pocas pulgas. "Y a ésta que le pasa", se preguntó. Luego recordó las palabras poco amables que había tenido para con él tiempo atrás, parecía que habían pasado años desde entonces pero en realidad solo habían pasado semanas, ¿o eran meses? No siempre llevaba bien la cuenta del tiempo.

    Su mala relación con ella igual no impedía que tuvieran una comunión dentro de esta gran familia, y ambos tenían el mismo objetivo. Al fin y al cabo las familias eran así, no todos se llevaban bien con todos.

    —No sabemos si el veneno es real o no, tampoco sabemos si están entrenados para resistir los efectos de un envenenamiento, para fingir los síntomas, o cualquier tipo de artimaña que expertos del engaño como Murai podrían saber. No podemos fiarnos de ese hecho, hay que dejarlos bien amarrados, vigilados constantemente, hasta que se pueda despejar toda duda sobre sus identidades.

    "Y no solo eso", se dijo.

    —Ni siquiera hace falta que sean impostores, la traición es algo que nos persigue como clan.

    Estas palabras eran bastante más crueles, pero los recuerdos del caso de Natsu y Mao eran hechos que no podían soslayarse como un pasado remoto.

    —¿Es demasiado sugerir que alguno de nosotros regrese al campamento de los Taira para espiarlos y tratar de obtener información, o es una locura? Alguien con sigilo podría escuchar algo con el silencio de la noche.
     
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    Togashi
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    Kirara hablaba con mucho rencor y pensaba que no era para menos. Hasta entonces, su escaso conocimiento sobre los Fujiwara le hizo entender que Murai era el principal enemigo del clan debido a los crímenes cometidos contra la mencionada familia. Pero ahora se sumaba una nueva ficha en esa partida que se desarrollaba en un partido aparte, al margen del tablero. Alguien que anhelaba con tantas ansias el poder, que había traicionado a su propia familia. Los Takemori habían hecho lo mismo con él, pero ni de lejos se comparaba con obligar a padre e hijo a matarse entre ellos. La respuesta de Kojiro, por otra parte, lo dejó desconcertado en un principio, hasta que comprendió lo que quería decir con la metáfora de las mariposas. Togashi lo miró a los ojos, de guerrero a guerrero.

    Me parece una actuación razonable —contestó—, pero el número de mariposas podría ser más imponente. Si desconocemos la cantidad, no sabremos cómo preparar los cuidados las flores para que sigan fuertes. Al menos hay que conocer su hábitat, cómo y hacia donde se mueven… —suspiró— Espero que consigamos algo bueno con la misión de exploración…

    En ese momento, las puertas de la Clínica volvieron a abrirse con estrépito. Togashi giró la cabeza y se encontró con una escena que le quitó el aliento: Takano cargando a un anciano con dos flechas clavadas al pecho, Takeda ayudando a un malherido a moverse y Matsuda cargando a Fuji, quien al igual que el viejo, estaba inmóvil y paralizada. Togashi se levantó de un brinco e hizo una rápida reverencia hacia Kirara y Kojiro. Hideyoshi también venía con ellos.

    Lo siento, debo ir a ver qué ocurre.

    Se aproximó al grupo de Minamoto con gesto preocupado, enfocándose en Kenzaburo y Takeda.

    Hazle caso a Yuzuki, Kenzo —pidió, para luego girar la mirada hacia Takeda—. Déjame ayudarte a recostarlo, moverlo entre ambos podría permitir que su herida no se agrave tanto por el movimiento... —dio una rápida mirada a Kenzaburo y también miró al anciano con las flechas surgiendo de su pecho— Maldición... ¿Qué ha pasado?
     
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    Aceptó la petición de Yuzuki, en parte porque estaba muy agotado para seguir batallando por un orgullo herido por la herida mortal que le quemaba la piel y por otra porque sabía que la mujer se había criado con los Harima. Era como pelear contra la una corriente de mar muy fuerte, que por mucho que bracees te terminará tragando. Escuchaba atento el intercambio de ideas y por curiosidad observó a Fuji y al otro hombre herido.

    —Murai está cojo y ciego. —dijo mientras seguía observando a los rehenes liberados. —Pero debe tener aprendices. Takano simplemente es racional. —y se dejó hacer, afirmando a las palabras de Togashi y deslizándose lentamente a una silla de madera donde se sentó con un gruñido. —De todas formas, creí que Fuji estaba en un territorio seguro. ¿Cómo dieron con ella? —preguntó al aire, esperando que alguien sepa informarle de lo que sucedía. Luego observó al vagabundo durante un instante antes de responderle. —Tuvimos una visita estelar: la emperatriz en persona con dos de sus secuaces.
     
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    La clínica se encontraba repleta de un momento a otro. Era la primera vez que veía tanto trabajo, y ni siquiera era su clínica, pero al menos practicaría para la guerra que seguro no sería ni un cuarto de esto.

    Yuzuki, la hija de la dueña del recinto y a quien había conocido brevemente tras su llegada a Kamakura, le solicitaba que se encargara de la bufotoxina de estos hombres. Sin embargo, tras la aparición Hideyoshi, parecía que habría problemas para lograr el consenso acerca de si amarrar o no a los rehenes. Ginko desconocía a este hombre, pero dedujo que era otro de los Minamoto y que además decía algo con bastante sentido. Luego de haber sido envenenado en Minami, había aprendido a confiar un poco menos en las personas... lección que igual no era del todo buena ni del todo sana.

    Si dejarlos amarrados los hace sentir más seguros podemos hacerlo, es indiferente, pero la bufotoxina hay que tratarla de inmediato— se dirigió tanto a Hideyoshi como a Yuzuki mientras sacaba la bolsita con agujas de acupuntura que le había dado su tío y buscaba un fogón en la clínica para calentarlas —Mientras más tarde en aplicar la acupuntura, más tardarán en hablar— mencionó ya calentando las agujas y esperando que alguien lo ayude colocándolos en camillas.

    Al llegar a lo que creía era la temperatura justa, se acercó a los pacientes —Para mí que este se muere— dijo lo más natural mirando al que tenía las flechas clavadas —Igualmente les sacaré el veneno a ambos, pero el más viejo precisará también que le curen las heridas y rezar para que sobreviva

    Antes de actuar creo que es mi deber informarles que es la segunda vez que realizaré la técnica y quizás les duela, ¿alguno es su amigo?— preguntó en vano, pues acto seguido intentó clavar las agujas en sus cuerpos lo más rápido que pudo, como Ujihisa le había enseñado.
     
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    Para su alivio, Kenzaburo hizo a un lado su férreo orgullo y dejó que lo ayudaran a sentarse en un sitio que servía de silla. Había hecho un comentario en torno a la posibilidad de que Murai estuviera involucrado en aquel incidente; por lo que había entendido, era posible que la esposa de Matsuda y el anciano herido fuesen aprendices del shinobi envueltos en un muy hábil disfraz. A Sugita lo descartaban por el hecho de estar cojo y ciego, pero Togashi no se sentía muy seguro al respecto: no había que subestimar las habilidades de un shinobi.

    Se quedó junto a Kenzo y lo escuchó. No supo qué responder ante el hecho de que hubieran dado con Fuji. Mucho menos pudo ocultar su sorpresa cuando el samurái dijo que se habían visto frente a frente con Shino Taira, la emperatriz. Togashi se quedó mirándolo con estupor.

    ¿Shino Taira está aquí? —musitó, más extrañado que estupefacto. Miró primero a Kenzaburo, luego a Takeda y sus ojos se enfocaron nuevamente en el primero— No entiendo, ¿por qué se expondría de esa forma? ¿Acaso no temió que tomaran su vida? —hizo una pausa, para repasar las palabras de Kenzaburo y su significado. Al parecer, habían rescatado a Fuji y el anciano de las manos de la emperatriz, pero algo no le cuadraba…— Dices que había dos secuaces con ella. Pero sólo te hirieron a ti, Takeda escapó sin lesiones y cargando con dos personas paralizadas… Hay algo raro en el hecho de que los hayan dejado irse con tanta facilidad… —cerró los ojos y se llevó la mano al mentón, pero en sus pensamientos no logró encontrar una respuesta con sentido.

    No era muy bueno para captar las cosas detrás de intrigas como esa… Por lo que se limitó a observar a aquel sujeto de cabellos blancos, al cual nunca había visto, aplicando acupuntura en los heridos. De hecho, había muchas personas desconocidas pero que al parecer estaban de parte de ellos... Sería una buena noticia de no ser porque cabía la posibilidad de que hubiera un enemigo disfrazado entre ellos. Prefirió no hacerse mucho la cabeza con el tema.

    Sólo una cosa tenía por seguro: la mariposa más grande se había acercado a las flores. Había que esperar a que se acercara más para cazarla junto con su enjambre.
     
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    Akari afirmó ante Ginko, atendiendo a Hinata de inmediato —Lo que trataba de dejar en claro es que espero que olvidaras lo sucedido en Minami— sonrió ante Ginko —Iniciemos de nuevo —Concluyó para después atender a Hinata mientras Ginko sanaba sus propias heridas.

    —Ginko nunca guarda rencores —mencionó Hinata —O se le olvidan por el opio, no estoy segura —aclaró ante Akari mientras el resto se movía dentro de la clínica.

    "Quería ver con sus propios ojos tu figura y reconocerte, verte y saber que no eres un sustituto. Que eres Takeda Minamoto defendiendo a los tuyos."

    Mencionó Kenzaburo ingresando a la clínica, algo que hizo que Takeda lo mirara perplejo —¿Un sustituto? Yo no podría enviar a nadie en mi lugar.

    "Takano, Takeda no puede caminar sin una escolta adecuada. Ya no más."

    Takano afirmó ante las palabras de Kenzaburo —Estoy de acuerdo, no debe caminar solo sin guardia, el que lo hiciera hasta este momento ha sido un error mío —miró hacia Takeda —Matsuda estará también a su lado, sus habilidades ayudarán a detectar ataques sorpresa. Y también estaré yo, cumpliendo con el deber al que he estado fallando constantemente —se recriminó.

    Mientras tanto Tsuna escuchaba la presentación de Yuzuki refiriéndose a Hayato, este sonrió cuando fue presentado, sintiéndose querido al instante, tenía un nuevo sitio al cual pertenecer —Puedo entrenar con todos —mencionó alegre —Eso me hará cada día más fuerte.

    Tsuna afirmó ante Hayato —Ambas son muy fuertes —mencionó Tsuna al recordar sus entrenamientos tanto con Shiori como con Yuzuki. Yuzuki se alejó del trío para acercarse a los recién llegados.

    Togashi hablaba con Kojiro y Kirara sobre la historia de Shinko y la venganza que Kirara buscaba —En la misión de exploración envíe a los míos, tendremos la información que se requiere, estoy segura de ello —mencionó antes de que Togashi se retirara y se acercara a su clan.

    "¡Todos los que no necesiten atención de alguna clase, dejen la clínica de una vez!"

    La voz de Yuzuki retumbó en las paredes de la clínica. Kirara fue la primera en actuar, cargó a Shinko en sus brazos, este se acomodó un poco en ella, aun cansado. Kirara no podía dejar solo a Shinko, así que aunque ella tuviera la habilidad para atender a los heridos, no podía abandonar a su hermano. Kojiro la acompañó a la salida, no sin antes despedirse de su nuevo conocido Togashi —Iremos al Oyaji, allí podrán descansar después de ser atendidos

    Yuzuki se reunía con los que ingresaban de la misión para rescate de rehenes, Kenzaburo era el mayor herido, por encima de Hashimoto con las flechas al pecho, Fuji no parecía herida y Matsuda sólo tenía un ligero corte. Ginko se aproximó y habló sobre la parálisis en las víctimas. Yuzuki demostró su posición al respecto de las órdenes de Takano, y antes de que este pudiese responder algo fue Hideyoshi quien interfirió, mientras Yuzuki a la par atendía las heridas de Kenzaburo mientras Ginko supervisaba a Fuji y Hashimoto. Matsuda mientras tanto sonrió hacia Yuzuki —Está viva, con eso puedo volver a respirar.

    "Ni siquiera hace falta que sean impostores, la traición es algo que nos persigue como clan."

    Las palabras de Hideyoshi calaron en los presentes mientras Takano afirmaba —Estamos en guerra, debemos dudar de todo; un movimiento mal hecho y todos pagamos el precio —miró a Hideyoshi y afirmó, agradeciéndole su apoyo con mentalidad fría que se requería en una guerra —Si ignoramos la condición del enemigo seremos derrotados —miró a Matsuda— Es la predicción lo que nos permite poder llegar a la victoria. El conocimiento de las disposiciones del enemigo sólo pueden adquirirse a través de otros hombres que las conozcan desde adentro.

    Takeda señaló a Hashimoto, después se dirigió a los presentes en ese pequeño grupo: Hideyoshi; Takano; Misato; Matsuda; Kyoko Togashi; Ginko y Yuzuki —Obata me decía que hay cinco clases de espías: los locales, los internos, los contraespías, los condenados y los supervivientes. Los locales significa usar los servicios de habitantes de un Estado enemigo. Tener espías internos es utilizar a los oficiales del enemigo a nuestro favor. Los contraespías es usar a los espías enemigos para nuestros propósitos. Los espías condenados son aquellos que proporcionan datos falsos para que los informen al enemigo. Y los supervivientes son espías enviados a campo enemigo a obtener información.

    Takano afirmó —A eso se le llama la red divina cuando estas clases de espías trabajan al unísono. Es por ello que el plan de Hideyoshi me parece certero; Matsuda, Kyoko, Misato, alguno de ustedes podría desempeñar ese papel. Y es por ello que ahora dependemos de Ukita, Taiyo y Riku, pues es necesario conocer al general enemigo al mando, sus acompañantes, los asistentes de campo, los guardianes y centinelas. Los espías tienen la tarea de conseguir esa información. Y no debemos asumir que el enemigo no ha estado haciendo lo mismo.

    "De todas formas, creí que Fuji estaba en un territorio seguro. ¿Cómo dieron con ella?"

    —Natsu o Rengo—mencionó Takeda, llegando a la misma conclusión a la que había llegado Takano junto con Yuzuki y Matsuda —Riku nos informó que Fuji había visto a Natsu y Rengo en Iwakura, nadie mas que nosotros sabíamos de su posición.

    —Mi hermano será distraído; pero jamás daría información a los Taira —aclaró Takano mientras observaba a los presentes —Natsu y Mao, las personas que han traicionado este clan pueden ser los responsables de nuestra caída si es que nosotros no somos más atentos e inteligentes que el enemigo. Es por ello que recurro a estos métodos. Serán fríos y deshumanos pero son los correctos para asegurar nuestra victoria y sobre todo, la vida de los nuestros. No puedo permitir otro desliz.

    "Tuvimos una visita estelar: la emperatriz en persona con dos de sus secuaces."

    Mencionó Kenzaburo alertando a los presentes. Takano se talló con fuerza los párpados. Mientras tanto Ginko llegaba con las agujas.

    "Para mí que este se muere"

    Las palabras de Ginko obligaron a Takano a mirar hacia Hashimoto.

    "Antes de actuar creo que es mi deber informarles que es la segunda vez que realizaré la técnica y quizás les duela, ¿alguno es su amigo?"

    —Es mi esposa; por favor, con cuidado. Y gracias —
    mencionó Matsuda hacia Ginko.

    Takano miró a Togashi —Qué es lo que quiere... Kenzaburo ha sugerido que sólo buscaba ver si los rumores eran ciertos, los que dicen del regreso de Takeda. Pero lo dudo. —señaló hacia Takeda —lanzaron la flecha con la nota en el santuario, dirigida a Takeda. Sabían que Takeda estaba en Shizuoka, Murai ya había visto el rostro de Takeda y comprobado su identidad —miró hacia Takeda —Viviste tu infancia con esas personas, puedes entender más sus móviles que cualquiera de nosotros. ¿Qué ganó la emperatriz con mostrarse ante nosotros y devolviendo a dos rehenes sin lucha?

    Takeda suspiró —Shino me conoció como el menor de mis hermanos, al que le enseñaron de artes; tal vez, no creía que supiera defenderme. Ella conocía a mi maestro, el fue su guardia por todo el tiempo que estuve en Kioto; hasta que los traicionó para que los Fujiwara pudieran escapar. Ahora sabe que fue mi maestro. Pero tampoco creo que esto fuera lo que ella buscaba, es un dato insignificante comparado con el peso de tres vidas.

    —Mi señor —mencionó Kyoko —Yo me ofrezco a seguir la misión que Hideyoshi ha solicitado, iré al campamento enemigo y trataré de obtener la mayor información posible —dijo con una reverencia.

    —Yo iré contigo —mencionó Matsuda.

    Takeda afirmó —Cuiden la espalda del otro, por favor— mencionó afligido —Su vida me es más valiosa

    —También iré yo—
    mencionó Shinrin, a la cual no habían escuchado acercarse, a su lado se encontraba Kiba, su lobo rastreador.

     
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    Kenzaburo

    No se movió en todo el tratamiento que Yuzuki le aplicaba; le escocia horrores pero quejarse estaba fuera de sus estándares cotidianos. Se entretenía observando al peculiar personaje de los Asakura, Ginko, colocar las agujas sobre los paralizados. Observaba con aire distraído, más para intentar que su concentración se centre en otro lado que no sea el dolor de su herida, que aunque la Minami era precavida y poseía un talento nato para tratar las heridas de gravedad, era imposible no gruñir internamente. Pensaba en cuantas heridas cerradas, ya convertidas en cicatrices, tenía en su cuerpo. Poseía muchas, cada una hecha a consciencia contra enemigos en concreto. Oshin, la mujer del kodachi. El nombre no se encontraba en la lista que escondía dentro de su kimono, lista que su maestro se encargó de escribir y esconder. No lo entendía, era un maldito enigma.

    "Natsu y Mao, las personas que han traicionado este clan pueden ser los responsables de nuestra caída si es que nosotros no somos más atentos e inteligentes que el enemigo."

    Kenzaburo bajó la vista avergonzado al oír esos nombres. Primero por Natsu, al cual se topó en Chiryu y le dejó ir como si nada. ¿Habría vendido la información a los Taira antes o después de su encuentro? Tendría que haberlo matado allí mismo pero hubiera echado a perder la misión. El segundo nombre era claramente el que más dolor le hacía, Mao; su corazón se aceleraba y las pulsaciones aumentaban. Era una rabia contenida hacia él mismo, ya que se culpaba por no poder prever el fatal desenlace de su pequeña pupila.

    Entonces recordó la historia de Rengo y buscó con su mirada a Takano. ¿Sería prudente contarlo allí mismo?

    —Takano. —le llamó de mala gana, no por nada en especial sino por su situación. —Debo hablar contigo. Es sobre Rengo. —miró al resto, viendo como las mujeres junto con Matsuda se ofrecían a una misión difícil. —Tengo que hablarte en privado. —luego miró a Misato y le sonrió levemente, recordando las agallas de la shinobi. —Señorita Misato, los Tao están aquí en Shizuoka. Preguntan por ti.
     
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    Amelie

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    Takano miró a Kenzaburo, si bien su voz era severa; para Takano no implicaba agresión. Miró su herida para después observar a Yuzuki, pues seguramente ella también querría saber lo que Kenzaburo debía decirle; pero el secretismo lo tomó desprevenido ¿Qué sería tan privado como para que no pudiera ser dicho frente a los miembros del clan?

    Takano era una persona práctica, no era tan sensible para entender temas delicados, aun así entendía que su hermano guardaba secretos; Shinrin lo sabía, Yuzuki también, incluso Jiin ya había tratado de hablar con él. Por un momento pensó en mencionar que podía decirlo frente a todos; pero se detuvo al recordar las palabras de Yuzuki en la casa de armamento.

    "Es tu hermano menor, ¿no? Preocuparte por él es lo mínimo que se espera de ti, por incómodo que sea."

    Takano hizo un ademán para que Kenzaburo lo siguiera. Pues si era un asunto privado, tal vez Rengo agradecería que no se esparciera como fuego en un bosque.

    Fuera de la clínica
    [Takano; Kenzaburo]


    Miró a la herida recién tratada de Kenzaburo —Dime —mencionó algo preocupado, pues su mente había comenzado a elaborar rutas y una era detestable, pues imaginaba a Rengo como un traidor más del clan.
     
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    Kenzaburo

    Se levantó lentamente, con un poco más de color en su rostro e hizo una reverencia hacia Yuzuki.

    —La deuda es doble, señorita Yuzuki. En verdad le agradezco. —se masajeó el brazo, donde la horrible herida cocida aún estaba hinchada. Siguió a Takano hacia el exterior, sintiendo un extraño sentimiento ahora que las sombras del mundo no estaban custodiadas por Ayame. Sentía que podían recibir un ataque por cualquier sitio. Comenzó con rapidez, siendo preciso en ciertos detalles que Rengo le había contado en las cuevas de Tsu sobre su pasado. Luego de contar la historia del hermano menor de los Harima suspiró, mirando por encima del hombro de Takano en espera de no encontrar ningún enemigo en la oscuridad.

    —Y Shi está aquí. Se la quitamos a Masaki. —sabía lo que esa katana significaba para cualquier Harima y para cualquier otra persona. Era un arma maldita. —Y Mara es real, pude sentirlo en mi cabeza intentando controlarme para matar a tu padre. —se tocó la sien casi inconscientemente, masajeandose en forma de círculos. —No subestimo a tu padre pero ya fue controlado por esa katana. Nadie y repito, nadie puede tocarla sin su saya. Puede ser un gran mal para cualquiera pero tenemos la fortuna de tenerla entre nuestras filas. Pero estaría más tranquilo si la arrojamos al fondo del mar, donde nadie podrá empuñarla. Sobre la misión del dragón, espero que Misato te haya relatado nuestro fracaso. —la última palabra la soltó con amargura, sabiéndose con el honor partido por haber fallado tan miserablemente en encontrar utilidad al dragón.
     
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    Zireael

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    Yuzuki Minami
    Clínica —> Fuera de la clínica

    Era posible que si la vida de Hideyoshi corriera alguna clase de peligro en mi presencia saltara a tratar de ayudarle incluso cuando era evidente que no me agradaba, eran esas cosas normales de los grupos de personas. Le tenía cautela, se paseaba entre las buenas decisiones y puras imprudencias que nos costaban cosas importantes, pero eso no significaba que fuese a dejarlo morir si en algún momento su vida dependía de alguna acción que yo realizara. A ninguno de los que estaban allí presentes, cosa que ya estaba vista de hecho, en Tsu había atendido las heridas de Kenzaburo y Kobayashi incluso cuando fueron ellos los primeros en atacar.

    No me había entrenado en medicina porque sí después de todo, el área se emparejaba con mi naturaleza de estar pendiente de todas las personas que tenía alrededor.

    Podía haber seguido debatiendo cosas o darle la razón simplemente, pero solo acabé por ceder con tal de centrarme en las heridas de Kenzaburo que había cedido entre mi regaño inicial —inteligente por decir poco, ya se hacía una idea del carácter que construía Kamakura—, las palabras de Hideyoshi y las de Togashi. Además, ¿quién íbamos a engañar? Teníamos ya una lista de traiciones de lo más simpática, como para darnos en el pecho con una piedra. Aún así entre todo el desastre, antes de que pusiera a todos en su lugar había notado la sonrisa de Hayato cuando lo presenté y pensar que le estábamos dando un hogar, luego de que su clan quedara reducido a cenizas, me regresó algo de calidez en el cuerpo. Las palabras de Tsuna tuvieron un efecto parecido y luego se sumó la respuesta de Matsuda.

    Está viva, con eso puedo volver a respirar.

    Le dediqué la sombra de una sonrisa, aún sintiéndome culpable por tener que mantenerlos en aquellas condiciones, pero entendí que para él era suficiente saber que la chica estaba con vida. Seguí escuchando el resto de la conversación mientras me movía entre una cosa y la otra, las heridas del ronin, las palabras del señor, las respuestas de Takano y observar lo que hacía Ginko con la acupuntura. Iba a saltar cuando Takeda llegó a la misma conclusión de que la posición de Fuji había sido dada por Rengo o Natsu, pero por suerte Takano habló antes que yo para decir que el menor de los Harima no haría eso.

    Ginko soltó que quizás Hashimoto se moría y apreté los labios en una línea, el hombre era un incordio, pero era un aliado ahora, no quería pensar en que su vida iba a perderse luego de haber podido sacarlo de las manos de los Taira.

    Cuando Shinrin apareció de quién sabe dónde alcé la vista de lo que estaba haciendo para buscarla con la mirada, estaba acompañada de Kiba.

    —Ten cuidado, por favor. —Fue todo lo que le dije antes de quitar la mirada de ella para regresarla a lo que estaba—. Tengan cuidado todos.

    Sabía que el tratamiento debía estarle doliendo horrores al hombre, pero estaba allí sin quejarse y recordé a Kobayashi de nuevo, solo para pensar que Kenzaburo había tenido cosas más importantes por las que sentir dolor que una herida de ese calibre. Una vez más tenía las manos llenas de una sangre que no era mía, me la había pasado al vida así y no iba a terminar hasta que los Taira no estuvieran acabados. Cada día, cada momento, una nueva sangre se revolvería en mis manos para mezclarse con mi propia peste a muerte y recordarme que incluso si perdía la vida en este camino, era el correcto, no había ningún otro.

    Apenas mencionaron a Kobayashi noté el cambio en el cuerpo del ronin, el pulso se le aceleró y alcé la vista a él un instante, no sabía si se culpaba a sí mismo, si nos culpaba a nosotros o si culpaba a todo Japón, pero no podía esperarse menos. Genji estaba empapada de la sangre de una niña por un montón de causas apiladas que la habían empujado a liberar a un criminar como Murai.

    Tomé aire, volví a enfocarme para encargarme de las últimas cosas de su herida y esta vez fue a mí a quien se le descontroló el corazón en el pecho al escucharlo decirle a Takano que tenía que hablar con él en privado por algo de Rengo. Me incorporé ya habiendo terminado de atender al hombre y paseé la mirada entre él y Takano más de una vez, se notaba la súplica implícita, la necesidad hasta estúpida de que me dejaran escuchar al conversación. Ya Takano me había mirado, plenamente consciente de que querría saber cualquier cosa que tuviera que ver con Rengo.

    Era de la edad de mis hermanas prácticamente y aún así yo era lo más cercano que ese niño tenía a una madre. Lo había cuidado, le había enseñado a peinarse, lo había visto irse una y otra vez, dejándome con el corazón en la mano en cada oportunidad.

    —Tú y yo no tenemos deudas —dije en un tono algo plano—, acompañé al grupo que tomó la vida de Mao, le di caza a la niña... Porque soy un perro, me entrenaron para eso. Nada de lo que haga alcanzará a tener el valor de lo que te arrebatamos, Kenzo. Por eso tú y yo dejamos de tener deudas a partir de ahora.

    Los dejé retirarse aún así, pasé saliva y luego de tomar aire me precipité fuera de la clínica, todavía sin siquiera haberme limpiado las manos de la sangre de Kenzaburo, interrumpiéndolos.

    —Si tiene que ver con Rengo les suplico que me dejen saberlo, necesito saberlo. No importa lo que sea. —La voz estuvo a nada de entrecortárseme, la cantidad de cosas que habían ocurrido me tenían a nada de hacerme trizas y aún así soportaba, ni idea de cómo—. Ese niño tiene un pedazo de mi corazón atado consigo.

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    Fuera de la clínica
    [Takano; Kenzaburo;Yuzuki]


    Yuzuki se acercó a ellos, para poder escuchar lo que Kenzaburo necesitaba decir, lentamente fueron escuchando los detalles de lo que no conocían, y un odio se fue dibujando en el rostro, no era tristeza era ira pura la cual se acumulaba con cada palabra.

    —Misato nos informó lo de shi junto con Sora —mencionó Takano —Estoy de acuerdo contigo, esa espada debe de desaparecer; si ha dañado tu mente y la de mi padre lo hará con la de cualquiera— sujetó el hombro de Kenzaburo con fuerza, su agarre era férreo, y aun mostraba su enojo latente —Gracias por esta información —separó el agarre para con la misma mano darle un golpe ligero al hombro —¿Fracaso? —negó — Separaste a mi hermano de ese traidor, si hubiera seguido a Natsu tal vez hubiese encontrado muerte bajo las flechas de Obata por alineación hacia Natsu. Y no sólo has salvado una vida, sino que encontraste tu objetivo, al estar con Rengo en ese momento seguramente él podrá darle un significado eventualmente. Tu misión fue concreta, acertada, un éxito—dijo con seguridad —Y un Taira menos por un encuentro accidental.

    Takano miró a Yuzuki —Fracaso somos nosotros —dijo apretando sus puños —Rengo vivió todo eso frente a nuestras narices, si mi hermano logró ocultar todo esto en nuestra infancia ¿Cómo puedo ser capaz de darme cuenta de lo que sucede detrás del clan?—negó apretando sus párpados con fuerza, estaba demasiado molesto —Kuso...

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    Misato Aoyama

    La reciente misión en el cuartel había sido útil para ejercitar mis movimientos, el escape había sido impecable. En mi trayectoria ni el crujir de las ramas ni la hierba dieron mayor rastro de que alguien estuviese escapando por dicho sendero, para nuestra mala fortuna Kenzaburo no reaccionó a tiempo; el Samurái una vez más recibió un severo corte de la mujer Shinobi, debía ser atendido de urgencia o sería demasiado tarde.


    Entre las cuestiones que rondaban mis pensamientos, me inquietó la presencia de la misma emperatriz Shino Taira ¿Que hacía ella en un campamento de avanzada cualquiera? ¿No debería estar escoltada de un contingente capaz de cubrirle? Apenas note a las dos guerreras. Aún con la habilidad de las dos era una imprudencia no contar con mayor cuidado para con una de las cabezas del clan Taira.

    —Debemos procurar sanarla, hay bufotoxina en su sistema—adverti mientras entregaba a Fuji en brazos de su amado.

    En nuestra llegada a la clínica habían varios rostros conocidos y otros no tanto...salvo por el hombre de cabello plateados, la imagen de el médico de los Tao parpadeo en mis recuerdos.

    Al momento de ser atendidos Takano mencionó algo que no pude ignorar...parecía dudar de los rehenes ¿Eran una artimaña de los Shinobi aliados de los Taira? Observé una y otra vez a Fuji en caso de algún movimiento extraño.

    Con una sospecha de tal gravedad deseaba permanecer de cerca en caso de ocurrir algo, antes de darme cuenta, Matsuda Kyoko y Shinrin se ofrecían para regresar a los alrededores del campamento Taira. La guerra no bien había iniciado, los Taira iniciaron con unas tacticas algo particulares.

    cuando mi vista se apartó de los heridos, repare en Kenzaburo quien ofreció relatar la historia de Rengo a Takano, no sabría cómo podrían tomarlo, algo me decía que Hana debió de haber tenido algo que la llevó a permitir la dura infancia de Rengo.

    La sonrisa del samurái me confundió por un momento no supe a que se debía hasta que hablo.

    —¿l-los Tao?— dije con algo de sorpresa mientras sujete el Lalago con fuerza, aquel amuleto...había cumplido con protegernos del mal representado en Shi y Masaki.

    —ire a buscarlos, tengo mucho que contarles tambien—avise a Kenzaburo aunque mi voz fue lo bastante alta para que los presentes lo tomarán en cuenta. Sin más que agregar partí hasta las calles de Shizuoka.
     
    Última edición: 8 Junio 2021
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