Aula 3-1

Tema en 'Tercera planta' iniciado por Yugen, 9 Abril 2020.

  1.  
    Zireael

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    Habría podido preguntarle en toda la cara si ella me había dejado los brownies y las galletas, eso sin duda, pero si se había esforzado en dejar ambas cosas a escondidas no mataba a nadie dejarla seguir con el misterio un rato más. Además, la verdad es que me alegraba verla de buen humor, confiaba en que el sábado la había ayudado, pero uno nunca sabía las cosas que pasaban después.

    Amplié un poco más la sonrisa cuando la chica me respondió, aunque lo de señor Mason estuvo por aflojarme una risa.

    —Señor Mason debió ser mi padre —dije mientras las seguía en dirección a la clase de Sasha. Era gracioso porque no sabía nada del que se supone era mi padre desde incluso antes de dejar Estados Unidos—, puedes decirme Maze o David, Saku-chan.

    Ahora que lo pensaba, vaya que era alta la jodida, ¿no debería pensar meterse al club de baloncesto o algo? En fin.

    Al llegar al salón Sasha dispuso los pupitres, de forma que pudiésemos comer todos juntos, así que tomé asiento con calma y esperé a que ellas hicieran lo mismo. La pelirroja había preguntado por la lluvia y solo por hacer el tonto apoyé el codo en el pupitre, para poder recostar el rostro en mi mano mientras pensaba una respuesta como si aquello fuese un examen de repente.

    —El viento está apartando las nubes, puede que llueva, pero no aquí precisamente —contesté por fin, mientras comenzaba a abrir el bento—. Pero tener sombrilla no suena a mala idea.

    Encontré la mirada de Sasha, la plata líquida, y le sonreí con suavidad.

    —¿Y qué me dices, hay rollitos de pescado hoy?
     
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    Gigi Blanche

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    Escuché a la pasada que Sakuya trataba a Maze de señor y mira, aproveché que iba al frente para descojonarme sin que nadie me viera. La chica era harto educada, puede que demasiado, era incluso más educada que cualquier japonés que hubiera conocido nunca. Qué va, si rayaba lo servicial. ¿Sería quizás una costumbre familiar? Como esos linajes de mayordomos y sirvientas que servían durante generaciones y generaciones a otro linaje de gente millonaria.

    En fin, estaba divagando.

    Sonreí al oírla asignarme el puesto de directora creativa porque, efectivamente, no se me habría ocurrido nunca. No me consideraba para nada una persona creativa, como mucho me gustaba cantar y no lo hacía mal, pero ¿escribir? ¿Dibujar? No lo sé, ¿actuar? Cualquier cosa, era un queso con patas. La rigidez de mi cerebro tampoco ayudaba al asunto.

    Luego le pregunté a Maze por la lluvia y aguardé su respuesta mientras le quitaba la tapa a mi botella de té. Estaba terminando de darle un trago cuando alcé las cejas y miré a Sakuya, con cara de consternación.

    —Bueno, mi idea era desempatar pero ahora tenemos tres frentes de batalla. Habrá que preguntarle a una cuarta persona.

    Gracia me hacía que siguiéramos consultando gente y siguieran dando respuestas diferentes, pero no lo dije como tal. Topé con los ojos de Maze y reflejé su sonrisa sin problema alguno, echándome encima un falso orgullo al destapar mi bento con todo el suspenso del mundo.

    Of course! No sería Sasha sin rollitos de pescado~ Aunque hoy no traje tantos, tuve un error de cálculo. —Me volví hacia Sakuya porque no quería que se sintiera desplazada de la conversación ni nada parecido—. Verás, Saku-chan, aquí por estos pagos soy bastante conocida por mis rollitos de pescado. He pensado en patentarlos pero aún no me pongo a ello, así que ¡vamos, vamos! Siempre me interesa la opinión de mis comensales.

    Deslicé mi bento hasta el centro de los tres pupitres para que probaran lo que quisieran y crucé las piernas por debajo de la mesa, clavando un codo sobre la misma. Descansé la barbilla en el dorso de mi mano y aguardé unos segundos hasta soltar lo que me venía picando desde que la chica lo había dicho. Entorné apenas la mirada, esbozando una sonrisa suave, y abrí la boca.

    —Y bueno, Saku-chan, ¿qué me decías de la cursilería y el romanticismo~?


    por qué mis personajes siempre acaban teaseando a otros, pregunta seria
     
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    Rojo FireRed

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    —Me quedaré con Maze, como apodo está chulo... —terminó por sonreír, incluso con algo de agrado por escuchar el apodo propio para ella.

    Después de todo, es lo que la conectaba a recuerdos felices y a sus queridos familiares, a pesar del tiempo y la pérdida.

    Aunque después de todo, el debate del clima prometía más, e incluso el pelirrojo terminó por dar su opinión, y si, concordaban.

    Ser precavido no está de más.

    Pero de resto, Sasha volvió su atención a la albina, con una apetitosa declaración.

    —Si los patenta se avienta mucho dinero, milady, que se ven deliciosos —fijó sus orbes claros en la suculenta vista de los rollos de pescado, y no pensó dos veces en sentarse con ambos.

    Contaba con un buen de entusiasmo y energía, en algunos aspectos pues no había terminado de crecer... Y capaz ni lo haría. Después de todo hace falta ese chispazo.

    Pero...


    Y de nuevo, venía, no iba a ceder, y la verdad es que en el fondo incluso se divertía con semejante desmadre, pero no por eso su reacción se amilanaba.

    Se había puesto roja y agitada de nuevo, era tan fácil de leer como un libro en oportunidades, todo lo opuesto a aquellas personas con el don de pasar desapercibidas, pero no, sus reacciones inconscientes le pintaban una diana directamente.

    —Esto... ¡Puedo calificar como alguien enamorada de la vida, nada más!

    Mentirosa.
     
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    Zireael

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    Sakuya acabó por aceptar el apodo, la verdad me venía bien porque estaba más acostumbrado a él que a mi propio nombre ya en ese punto. En sí cualquier cosa era mejor que eso de señor Mason, que vamos, sentía que tenía cincuenta años de repente, esposa y dos hijos. Además las formalidades no iban mucho conmigo, eran exageradamente rígidas y yo, claramente, era más relajado que pagado a hacer.

    ¿Qué ahora tenía tres frentes? Bueno, pero si no andarían haciendo encuestas por ahí sobre el clima como por tarea. Aunque al menos a Sasha la veía en la capacidad, sobre todo si le seguían la bola. Para lo estoica que podía parecer de primera entrada, lo cierto es que podía ser sorprendentemente infantil y era refrescante de alguna manera, no sé, ver que seguía siendo una chica de diecisiete y ya.

    Era una tontería, pero apenas afirmó lo de los rollitos un chispazo de la misma alegría infantil que ella poseía debió pasarme por el rostro. La dejé explicarle todo el tema de los rollitos a la otra muchacha mientras me llevaba a la boca un par de verduras al horno de mi propio almuerzo, como para ocuparme con algo.

    —También pienso que sería un éxito patentarlos, ¿te imaginas? Tremendo negocio. —Alcancé uno sin pizca alguna de vergüenza y me lo zampé de un bocado, antes de imitar a Sasha dejando mi almuerzo en el centro—. Sinceridad ante todo, es lo que quedó de la cena. Verduras horneadas y pollo horneado, ah el arroz sí esta fresco, lo hice en la mañana.

    Me di cuenta de que Sasha estaba picando a la chica y me tuve que aguantar la risa para no ser grosero. Se había ruborizado y todo, la pobre, incluso si su respuesta era sincera las reacciones de su cuerpo la cantaban, era como si se pusiera el arma en la cabeza ella misma. Con lo liviano que era yo y lo poco que me interesaba o reaccionaba a todo, lo cierto es que ver semejantes estallidos a veces era una maravilla. Normal que Sasha siguiera picando, quería decir.

    —¿De verdad~? —Me sumé un poco porque sí—. Pues vaya amor profundo le debes tener~ Debe ser muy bonito.


    no subirme al tren de las pendejadas es lava

    pobre sakuya JAJJSJAHE
     
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    Gigi Blanche

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    No iba a mentirle a nadie, genuinamente me daba alegría que las personas me siguieran el rollo. Podía relacionarse a la necesidad sutil, muchas veces dormida, de sentir que era una persona importante o como mínimo influyente en torno a quienes me rodeaban. Era una estupidez relacionada en gran parte a mi orgullo, ese que me había hecho reaccionar como una auténtica imbécil cuando el rubio de la fiesta me rechazó. Luego me daba pena, luego me arrepentía pero tampoco veía por dónde resarcirme. Así también había echado a perder muchas relaciones que se podrían haber convertido en amigos.

    ¿No había echado a perder lo de Daute, también?

    Por mi necesidad de desligarme.

    ¿Había sido demasiado rígida con Alisha?

    Vete a saber.

    El caso era que muchas veces agradecía las cosas pero no me daba la neurona para expresarlo. Como ahora, por ejemplo. No sabía cómo pero había acabado compartiendo el almuerzo con dos chicos más, charlando de estupideces y diciéndome que definitivamente debería patentar los rollitos de pescado. Podía echarme el receso entero distrayéndome y regresar al cubo de siempre apenas me supiera sola, o podía ver de conservar esa calidez incluso allí, entre las paredes frías y rígidas de mi cueva. Robarles alguna chispa, el destello de una sonrisa o la esencia lejana de un aroma. Podía ser un poquito egoísta y arrebatarles algo, por mínimo que fuera, para comenzar a poblar mis espacios de soledad.

    Para, por fin, establecer un intercambio real con el mundo.

    Había estado esperando como una cría al momento en que Maze pusiera su almuerzo al servicio de la comunidad, y así como él se zampó un rollito sin pudor alguno pues yo tampoco disimulé una mierda. Me hice con algo de pollo entre los palillos, me lo llevé a la boca y apenas tragar la sonreí con una alegría estúpida.

    —Extrañaba tus almuercitos, cariño~

    Pobre Sakuya, en serio, si no habíamos venido a aliarnos para molestarla. Era consciente de que no cargábamos malicia alguna, si Maze parecía incapaz de matar ni una mosca y yo, bueno, estaba al tanto de mis intenciones. Aún así sabía que quizás podría malinterpretarnos y una chispa de preocupación me obligó a retroceder. Molestar a las personas no era la forma más prudente de hacer amigos, ¿verdad?

    Y admitirlo me haría morir de vergüenza, pero era bastante newbie en el campo.

    —Igual es super bonito, Saku-chan, que digas eso —murmuré con plena honestidad, concediéndole una sonrisa dulce—. A veces me pregunto cómo se verá el mundo para personas como tú.

    ¿Los colores serían más brillantes? ¿Podrían perderse ante la belleza de un atardecer, del aroma de un bosque o el rugido de las olas? ¿Se desarmarían y volverían a armar cientos de veces, acaso, sin temor a no poder recomponerse?

    Sonaba aterrador.

    pobre Sasha, me vine toda emocional de rolear a Annita y pasan estas cosas
     
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    Rojo FireRed

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    En imitación de aquel par, puso su almuerzo en medio también, y tomó uno de esos rollos de pescado para comérselo de una vez, le estaban rugiendo las tripas así que rellenarlas era casi que imperativo.

    Lo del clima pues parecía sin solución por los momentos, pero seguía pues abierto a debate, de todos modos con llevar su paraguas le bastaba.

    Apenas terminó de zamparse el rollito de pescado, incluso el chico se había unido al mame de Sasha.

    La lotería de hoy era para... ¡Miss Izayoi!

    Lo estaba tolerando de una manera digna de los dioses del Olimpo, ya que en realidad eso no le molestaba, pero aún así sus reacciones viscerales se dejaban ver, y la verdad es que si. Verla ser todo nervios era un espectáculo.

    El rubor se hizo más intenso todavía así como una percepción todavía más visible de su estado de agitación, incluso tenía algo de sudor en la frente.

    —Esto... Pues... ¡Si, me gusta el amor! ¡Es un sentimiento de lo más hermoso!

    De los mismos nervios pues, ahí tenía

    Aunque pues escuchó la voz tenue de Sasha refiriéndose a ella.


    Eso permitió bajar momentáneamente el nerviosismo de su parte, e incluso se sentó a escucharla.

    —Pues... Puedo pecar de ser optimista enfermiza a veces —sonrió, concediendo a la chica, sin perder la dulzura en la misma—. Después de todo, creer que hay un futuro prometedor lo que me mantiene motivada, tal vez es algo superficial pero bueno, funciona... Al menos después de lo que he vivido.

    De alguna manera, ya se sentía lista para abrir su corazón y liberar ese lastre.
     
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    Zireael

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    Honestamente a veces me sorprendía mi habilidad para hacer el imbécil y aún así no atarme a nada, como si fuese un globo de helio que se escapó de las manos de un crío en la feria. Una vez que se soltaba no quedaba más que dejarlo ser arrastrado por el viento, que reventara donde nadie pudiese oírlo, lejos de todo. Así que digamos que estaba allí y no estaba a la vez, como la cosa aquella del gato, lo que empezaba con S y jamás me daba la cabeza para recordar el nombre.

    El gato está muerto o vivo hasta que abres la caja.

    Aún así de alguna manera Sasha había alcanzado a hacerse con la cuerda del globo a último momento, era una suerte de cable a tierra y aunque no evitaba que la brisa, que también me pertenecía, siguiera moviéndome a su ritmo sí que evitaba que subiera en el cielo hasta perderme de vista. Vete a saber si fue el primer día que compartimos almuerzo, el día de la gracia de Sasha o el sábado a secas, pero había conseguido hacerlo. Digamos que Sasha había asomado la nariz en la caja y el gato, de milagro, resultó estar vivo.

    Solo al recibir su sonrisa luego de probar mi almuerzo me di cuenta con plena conciencia de ello, de la cuerda que sujetaba entre sus dedos, y quizás en otro momento de mi vida me habría cagado hasta las patas por ello. Ahora me daba un poco igual como todo el resto, al menos me daba igual en tanto ella siguiera así de contenta.

    —Tendremos que ponernos al día con ellos~ no hay que dejar que se nos acumulen los lunchies.

    A Sakuya el cuerpo siguió traicionándola de lo lindo, aunque en sí no parecía molesta con nosotros ni nada aunque aún así Sasha decidió mejor bajarle dos rayitas a la tontería, así que yo directamente me bajé del tren en el acto. Una parte de sus palabras me recordó que quizás en el fondo no éramos demasiado diferentes, es decir, nuestra personalidad podía ser liviana, rozar lo infantil, y aún así nos faltaba algo.

    No sé, se nos olvidaba que éramos simples adolescente.

    Creer en un futuro prometedor.

    Miss Optimistic right here.


    Igual no se lo iba a soltar en toda la cara, siendo que podría decirse que yo mismo podía arrojarle una cortina de falso optimismo a cualquier mierda, pero un poco de gracia sí que me hacía. Al menos podíamos rescatarle su resiliencia a la chica.

    —Pues ser optimista nunca ha matado a nadie, ¿cierto? Es una ventaja poder ver las cosas con esos ojos.
     
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    ¿No sería todo una especie de efecto rebote? Mi mecanismo de defensa, de autopreservación o lo que fuera. Cuando más pesaba, cuando más dolía y aplastaba, ¿no era, acaso, cuando más liviana parecía? Si conseguía cierta estabilidad y equilibrio, si las cosas marchaban sin altercados y la vida transcurría inadvertida, podía echarme el piloto automático y simplemente fluir. Estudiar, trabajar, cuidar de los niños, jugar con ellos, hacer la comida, dormir. Una y otra, y otra, y otra vez. Pero la estructura había trastabillado, como cuando quitas una pieza del Jenga y la torre amenaza con caerse. Estaba ahí, aún en pie, pero los cimientos se habían debilitado y con cada soplido, con cada pieza menos, me acercaba más y más a derrumbarme por completo.

    Y necesitaba esconderlo.

    Porque yo no era de las que se caían.

    El empeño que le ponía a charlar con Anna, con Sanji o con Sakuya, el aire mandón con el que trataba a papá, el documental de las gacelas anulando el silencio y los postres en el casillero de Maze. ¿No era todo cemento a medio mezclar que echaba con las manos desnudas encima de las grietas? Tenía grumos, se secaba y en la pared quedaban bultos, mi piel y ropa manchados de un gris apagado. Feo, estaba cada vez más feo y no me permitía el tiempo de emprolijarlo, de parar y ducharme.

    Porque las grietas seguían y seguían apareciendo.

    Y no tenía opción.

    La prioridad era mantener la torre en pie.

    El caso era que me salía de maravilla y era un alivio. Era un alivio saber mentirle a la gente. De momento podía pretender que mi reserva de cemento era infinita, que con cada remiendo las paredes no se iban estrechando entre sí, acorralándome. Podía hacerle adivinanzas a Anna, apostar con Sanji, ser la directora creativa del proyecto con Saku-chan y podía sostener firmemente del hilo que impedía a Maze apartarse por completo de la tierra, pues yo no era más que eso. Me afirmaba junto a las personas para escindirme de ellas, de mí misma, los usaba de soporte y también de salvoconducto. Podía salvarlos si hacía falta, podía mantenerlos tan entretenidos que jamás repararían en las grietas mal tapadas.

    Me mantuve en Maze mientras él hablaba, en sus ojos verdes, y asentí. Me tragué el impulso de alzar un brazo para acariciarle el cabello porque no estábamos solos y me daba algo de vergüenza, pero al menos sí le dije lo que tenía en mente.

    —Búscame siempre que quieras. —La sonrisa se me difuminó apenas—. No me gusta que comas solo.

    Ibas a hacerlo, ¿verdad?

    Ayer también.

    ¿Y mañana?

    Por suerte allí estaba Sakuya, y era hasta un poquito malvado pensarlo así, pero sus nervios me ayudaban a distraerme de mí misma. Sonreí, genuinamente enternecida, cuando dijo que le gustaba el amor y que era una persona optimista. Maze acordó, yo asentí y estuve por revolver la comida con los palillos, pero la luz negra rasgó la pared junto a mí y tuve que distraerlos.

    —¿Lo que has vivido? —repliqué, arrugando el ceño en una muestra tenue de preocupación, puede que curiosidad.
     
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    Rojo FireRed

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    El almuerzo estaba transcurriendo de una manera muy suave y animada, el hecho de que ambos estuvieran allí para ser la piedra en el zapato haciéndola poner nerviosa era de lo más entretenido, e incluso les mantenía de alguna manera distraídos de sí mismos.

    De alguna manera se sentía de la misma manera que con mamá y su hermano, la sensación de paz y tranquilidad que daba estar con ese par era comparable a la de su familia más inmediata, e incluso se comportaban de la misma manera.

    Dejaban ver esa vibra, ese aura, de haber conocido la adversidad cara a cara, y de luchar con la misma. E incluso contra consigo mismos. No eran diferentes de ella.

    Volvió su atención a Maze, luego de que pues se dirigiera a ella.

    —Es un arma de doble filo, Maze —le sonrió, pero asintió de todos modos—. A veces te hace creer en cosas que no son así, y vives en un mundo de ilusiones, donde el desengaño te mata, así que como todo, siempre hay que ser prudente, mucho optimismo puede ser perjudicial también.

    Así mismo pues volteó a escuchar la pregunta preocupada de la australiana, e incluso se la veía algo a la expectativa.


    Terminó por dar una sonrisa agridulce, y tomó algo de aire, para proceder a revelar más de sí misma, esa sombra que la perseguía.

    —Si, milady, es incluso hasta algo irónico, me ven como alguien de suma educación y cortesía, ¿No? Pues... Es una consecuencia de mi propia culpa incluso, y empezaré para hacerlo simple, soy huérfana desde los once años —tomó un sorbo de la lata de soda, tenía la boca reseca, y eso le permitiría seguir hablando—, vi a mi padre muerto tirado en un charco de sangre antes de que aprendiera a amarrarme bien los zapatos, y eso no se hizo esperar, he cargado la cruz de ser una huérfana por mucho, y eso me valió burlas y una expulsión de mi antigua academia... La razón? Le di una paliza a una niña que se estaba burlando, no paraba de golpearla hasta que llegó una profesora.

    Tomó la lata y le dio otro buen sorbo, no se le veía tensa, tampoco afligida, más bien todo lo contrario, hablar del tema con otros le estaba quitando un peso de encima, e incluso podía serle beneficial, estaba tan cerca de pasar página por fin que era hora de seguir.

    >>Terminé recibiendo ayuda psicológica, en deportes, saliendo con mi hermano y haciendo tonterías, todo con la intención de cerrar ese capítulo, pude haber terminado peor, en un reformatorio, en la juvenil, alguna esquina a altas horas de la noche, fumando hierba o bebiendo hasta desmayarme, aprendí a las malas que pues hay que levantarse cuando la vida nos tumba, sonará a cháchara motivacional, pero bueno, ya saben de sobra que pues no soy normal.

    horadeponernos emocionales omaigad


     
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  10.  
    Zireael

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    A ver, las cosas había que admitirlas y yo había pasado como un campeón de la confesión al aire de Sakuya porque no era de andar preguntando nada, ni una puta mierda. Era parte de mi forma de ser, no era grosero o descortés por deporte, pero tampoco andaba metiendo las narices ni siquiera en dónde parecía que me estaban llamando porque sencillamente no me apetecía. Era exactamente lo mismo que había pasado con los Sugawara y la afirmación mezcla de cortesía y verdad ante la idea de la rubia de ser amigos.

    Andaba por la vida adaptándome a mil moldes, pero en sí nunca salía del laberinto para dignarme a crear lazos de verdad. Todas las personas con las que me relacionaba sin conectar eran como monigotes, aparecían, desaparecían y yo seguía la procesión apenas se apartaban de mi vista, despreocupado, inmutable. No me forzaba sobre nadie y nadie se forzaba sobre mí, y el remedo de paz se mantenía infinitamente.

    Asentí a las palabras de Sasha sobre buscarla cuando quisiera y no reaccioné demasiado a que dijera que no le gustaba que comiera solo. No era como si no estuviese acostumbrado a la soledad dentro de mi laberinto, en casa, en todo sitio, pero que lo señalara era entre agradable e incómodo a la vez.

    Sure thing~

    Regresé a la atención a la respuesta de Sakuya, asintiendo de nuevo con la cabeza con el tema de que el optimismo era un arma de doble filo y ni aunque hubiese tenido algo que debatirle lo habría hecho.

    Seguí alcanzando cosas de los almuerzos en el centro de la mesa como si nada, pero lo cierto es que una tensión de mierda me cayó encima cuando Sasha agarró el hilo que Sakuya había extendido y preguntó. Era normal en una persona como Sasha suponía, independiente si nos usaba como conducto de distracción o no, en realidad era normal que cualquier ser medianamente decente hubiese preguntado.

    Ese era precisamente el detalle.

    La otra soltó el asunto como si nada y yo seguí con la atención volcada en la comida, no había incomodidad visible en mis movimientos eso lo sabía, pero no quitaba que la estuviese sintiendo. Podía pecar de débil de mierda, poco me interesaba y de hecho lo admitiría a los cuatro vientos sin problema, era un maldito débil que encontraba en las experiencias emocionales, en el trauma incluso superado de los otros, una fractura inmensa en la ilusión de armonía que mantenía.

    Ardía, picaba, incomodaba y sentía hasta el impulso de sacudirme como un perro en un intento estúpido por sacarme la sensación de encima. Si pudiera levantarme e irme sin ser grosero quizás lo haría, pero ni modo, me tocaba comerme una mierda porque estaba con gente normal.

    Gente que preguntaba, que escarbaba.

    La que hacía algo a ver los baches en la calle.

    ¿Qué si había podido terminar peor? La mitad de los hijos de puta en esa escuela debían haber pasado por cosas menos fuertes y aún así habían volcado todos sus intereses en el mundo de sombras, en la hierba, el alcohol, las callejuelas oscuras y los monstruos. El resto de nosotros nos habíamos zambullido hasta la cintura más o menos, olíamos el azufre pero no lo teníamos necesariamente impregnado en la piel... Aunque bastaba un empujón, uno solo.


    el Nine de su culo evita conflictos se triggereó durísimo, sabrán disculparlo (? y tremendo relleno largué
     
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  11.  
    Gigi Blanche

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    La había cagado, ¿verdad?

    No tenía pistas concretas, nada tangente que sostuviera el miedo irracional que salió de Dios sabe dónde y se inyectó en mi cerebro como líquido corrosivo. Sólo lo sentí, se asentó en la boca de mi estómago y me pregunté si no sería precisamente esa sensación la que me había impulsado a apartarme del mundo cada vez que había una ligera señal de amenaza, tensión o conflicto indeseado. La que necesitaba un simple segundo, un chasquido, para transformar cualquier cosa potencialmente buena en una molestia, un incordio, algo que no estaba hecho para mí.

    Fue progresivo e invisible. Chispeó con la respuesta sencilla de Maze, cuando creí echar en falta la suavidad, dulzura o vete a saber qué cosa que hasta entonces siempre había encontrado en su mirada. Recién ahora me daba cuenta. Chispeó y siguió chispeando cuando le quité los ojos de encima, tragándome la extrañeza, para volcar mi atención sobre Sakuya. Yo había preguntado, ¿no? Lo había hecho sin pensarlo demasiado y a medida que hablaba pensé que la había cagado.

    La chispa se duplicó, triplicó.

    Diez, veinte, cincuenta, cien chispas.

    Caían por doquier, chirriaban contra mis oídos y me cayó encima un acelere capaz de permitirme correr hasta el lago. No lo demostré, de la forma que fuera. Noté por el rabillo del ojo que Maze estaba volcado a su comida y supe que sólo podía quedarme allí y hacerme cargo de lo que yo misma había provocado por ser la estúpida que abrió la boca. ¿Para qué preguntaba, si sabía que no podía lidiar con estas cosas? La había cagado y la historia de Sakuya era mucho peor de lo que había imaginado.

    Huérfana.

    Muerte.

    Sangre.

    Violencia.

    ¿Era una puta broma? ¿Cómo se suponía que lidiara con esto? Encima ¿era capaz de soltarlo así, tan fresca? ¿No le pesaba en el cuerpo, no la hundía en el fango? ¿No sentía que acababa de abrirnos su maldito pecho de lado a lado? Qué maldito coraje.

    No.

    Qué valentía, querrás decir.

    Si tú eres la débil aquí.

    El silencio que se instaló apenas Sakuya dejó de hablar me picó en todo el cuerpo, como un ejército de pulgas. El cuero cabelludo, el cuello, los brazos y piernas. Sabía que era mi momento de intervenir, de entregar algo, lo que fuera. Acababa de forzar un intercambio con el mundo sobre mí misma y no tenía la más puñetera idea de qué hacer.

    Estúpida.

    —Mierda, Saku-chan. —La voz me salió prácticamente como una exhalación, como el aire que había contenido sin darme cuenta, y la sonrisa que esbocé me resultó patética—. Perdona, no esperaba algo tan fuerte.

    ¿Eso es lo mejor que se te ocurrió?

    Venga.

    Tragué saliva, girando los palillos entre mis dedos, y noté las manos sudorosas. Ni en la fiesta me había sentido tan incómoda, cuando Sanji escarbó en mi vida o en el maldito juego del salón. Las chispas siguieron rechinando, inyectándome energía que no venía a cuento. Me estaban diciendo que lo hiciera, que corriera, que huyera como hacía siempre y que siguiera a otra cosa. Que podía hacerlo.

    Y casi lo hice.

    Pero si en algo era experta, era en disimular.

    —Bueno, ¿y qué tal los rollitos? —le pregunté a Sakuya, apretando los palillos para dejar de moverlos como una puta obsesa. No busqué mirar a Maze ni nada parecido, en cierta forma no me sentía con el derecho o algo así—. Al final no me dijiste nada~

    O me daba vergüenza a secas.


    De lo patética que podía llegar a ser.

    hasta yo me sentí incómoda woah qué tensión

    perdón saku-chan, sasha tiene toda la culpa (?
     
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    Rojo FireRed

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    La tensión que se había montado en el ambiente luego de su explicación no tenía límites, e incluso ella misma se sintió algo incómoda con lo que había pasado.

    Después de todo, les había soltado sin filtro el pasado roto que quería dejar atrás, a un par de completos desconocidos que a lo mejor, e igual que ella, habían descendido al más profundo de los infiernos sin necesidad de haber muerto, pero con las ganas de querer estarlo, e incluso se había vuelto un común denominador entre los tres, heridas profundas cuyas cicatrices aún estaban frescas, en el sufrimiento de los inocentes que no han cometido una mala acción y llevan consigo una cruz, una carga maldita que los asola y azota.

    Pero ella estaba segura de algo, y es que vivir anclada a ese triste recuerdo no le iba a producir ningún beneficio, que a pesar del dolor intenso e inexpugnable, podía superarlo, y con ello, superarse a sí misma.

    Por más que la vida sea cruel, injusta, dolorosa, tiene todos los opuestos para hacerla valer la pena, y es que si, se aferraba a la vida con todas sus fuerzas, recuerdos hermosos, amigos nuevos, lugares interesantes, experiencias trascendentales y demás. La vida es bella, y hay que vivirla.


    —No los culpo, y la verdad incluso me siento algo apenada, es algo que pues... Apenas nos conocemos, y siento que se me fue la pinza con ello —aunque hizo contacto visual con ella primero, y luego con el chico, para dirigirse a ambos—, me disculpo, pero quiero decirles de todos modos, que no importa el muro que se les ponga por delante, sigan, y no se rindan, ¿Por que? Mañana es otro día, distinto, y creo firmemente que cualquier cosa puede mejorar, y salir bien, desde las cosas más pequeñas hasta las más grandes.

    Era su intento de buscar subir los ánimos, basándose en su propia experiencia, el dolor y el sufrimiento la habían derribado por mucho tiempo, y esta vez, estaba en riendas de su destino, decidida a cambiar aquello, y la gran fuerza que le había dejado toda aquella odisea emocional durante años.

    Luego se fijó en ella, para esbozar una gran, y dulce, sonrisa, sabía de sobra que quería disipar esa tensión, y no dudó en unirse a la iniciativa.

    —Son una completa delicia, miss... Si los patenta... ¡Los compraré incluso si tengo que gastarme mis ahorros! Me encantan —sonrió más, deleitada con el sabor de los mismos, y con ello, esperando subir la moral de los chicos.

    Pero por favor, por el jamás de los jamases, se rindan. Ustedes pueden.

    cinnamon roll powers activated
     
    Última edición: 31 Mayo 2021
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    Zireael

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    Por más que me había esforzado en retener las reacciones corporales no tardé demasiado en sentir el corazón golpearme contra el pecho, no me quedó más que ignorarlo como un campeón, así como ignoraba todo lo demás y seguir en mis cosas, que en resumidas cuentas era comer. Todavía sentía las palabras de Sakuya encima de la piel, como hormigas de esas diminutas que hay en la cocina. Cuando te dabas cuenta una te encajaba los dientecillos y picaba como la mierda aunque las desgraciadas con costos se veían.

    Y las matabas de un manotazo seco, sin pensar en que era algo vivo.

    A veces la ruptura en la ilusión de paz, de armonía y de despreocupación era tan brusca e insoportable que provocaba hacer lo mismo con la gente. Sacarla de un manotazo, elevar las paredes del laberinto hasta el cielo y regresar la falsa tranquilidad al mundo. Si nada entraba, nada era capaz de alterar el status quo, era tan simple como eso y era jodidamente fácil de hacer hasta sin necesidad de ser agresivo o retraído.

    La gente se tragaba las sonrisas, las personalidades livianas, con una facilidad estúpida. Era como nublarles los sentidos con una máquina de humo a toda potencia, no veían ni lo que tenían en las narices e iban por la vida tragándose respuestas por cortesía, meras formalidades, cosas que no tenían emoción alguna. Pero joder, cuando uno pregunta no podía esperar más que cagadas.

    Ya estaba visto el día que yo le pregunté a Alisha y me soltó lo de Hanson.

    Además Sakuya había venido a soltarlo con el par menos indicados, Sasha era asombrosamente cálida y atenta, eso no se lo podíamos negar a nadie, pero en su reacciones había límites. De hecho los límites de Sasha a veces eran sorprendentemente rígidos al compararlos con su personalidad en apariencia maleable, cuando querías darte cuenta te atravesaba el carácter y tenías que ver cómo enderezar la cuestión. Era posible que ahora mismo no hubiese pensado hasta que fue demasiado tarde que su pregunta había sido como dar un paso en arenas movedizas, de hecho su respuesta lo dejó clarísimo.

    Allí estaba el límite.

    Ninguno de nosotros tenía un máster en lidiar con emociones.

    Di gracias a Dios, Buda, cuanta entidad o figura se me ocurrió cuando desvió los tiros de regreso a algo más normal. El corazón dejó de martillarme el pecho gradualmente y me permití acomodarme mejor en la silla, digamos que me había salvado el culo. Que Sasha tuviera algo más de capacidad de reacción que yo era una ventaja, porque ya estaba desconectando de una manera que no era normal. No me duró demasiado claro, porque la otra hizo dos más dos.

    De que había aflojado demasiado la lengua con dos extraños.

    ¿Qué siguiéramos adelante? Pues ni modo.

    That's all you can do inside this goddamn maze after all.

    Al menos la chica acabó por subirse al tren de Pierce, así que pude volver a relajar el cuerpo y me permití por fin sacar la atención de la comida, como si me hubiesen vuelto a conectar los cables de repente.

    —¿Y si patentamos algo además de los rollitos? —pregunté de repente, con el tono de voz de siempre y la sonrisa de regreso. Para hacer la vista gorda era un experto—. Qué sé yo. Me parece que como nos pongamos serios podemos empezar todo un negocio de lunchies.

    peor que cortar pan con un cuchillo sin filo, diosito qué fue esto

    Gracias, ahora sé cuál es el breaking point de este pendejo and im scared but interested (???
     
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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    ¿Era una persona optimista o pesimista? Nunca me había detenido a pensarlo como tal, la verdad. No sabía si veía la vida como un problema que superar o una experiencia que disfrutar, aunque si debía elegir una y sólo una, negar mi inclinación hacia la primera opción sería hipocresía pura. ¿Y la esperanza de que las cosas mejoraban con el tiempo? No tenía idea qué significaba algo así, me daba la sensación de que era una mierda inútil a secas. No necesitaba de esa esperanza para seguir levantándome todos los días y hacer lo que tenía que hacer.

    Sólo necesitaba la necesidad de hacerlo.

    Tan simple como eso.

    Era muy probable que gran parte de la persona que era estuviera definida por los niños. Ya fuese genuino altruismo o una excusa vacía, en líneas generales vivía por y para ellos. Para cuando quise acordar había rellenado todos los espacios vacíos de Eloise, hasta el último de ellos, me robé su máscara y no, no estaba bien que Lulu medio dormido me llamara mamá. Era una puta cagada, de hecho. No quería ser la madre de nadie.

    ¿Pero qué iba a hacer?

    Me necesitaban.

    Sakuya se disculpó por habernos soltado toda la sopa de un momento al otro, digamos que podíamos repartir la culpa de la situación entre ambas y quedar a mano. Le concedí una sonrisa, dejando fluir la situación, y mantuve la expresión en su lugar cuando siguió hablando. La suavidad en mi semblante no mutó ni un ápice aunque, siendo francos, sus palabras de ánimo me entraron por un oído y me salieron por el otro. Y la pobre chica no tenía la culpa de nada.

    Al final sí que era una puta pesimista.

    Me negaba a secas a creer que la esperanza tenía sentido alguno.

    Aún así asentí y cuando la tontería de los rollitos regresó, noté de soslayo que Maze parecía regresar al planeta Tierra. Alzó la vista, se sumó a la conversación y yo le eché bastante peso encima a la mesa, recargando la mejilla en el dorso de mi mano. Revolví el pollo sin venir a cuento de nada, bastante distraída pero con el aire de liviandad que tan bien me salía. Podría haber sido igual que con Anna y Sanji, podría incluso haber regresado a la normalidad de antes, cuando hablábamos del clima y la isla desierta. Ojalá hubiera podido. Pero algo se había roto.

    ¿Adónde iba a huir, de todos modos? Si los niños no estaban.

    No me sentía en casa en ninguna parte.

    Y eso me dejaba con el castillo de mentiras.

    —¿Ponemos un carrito fuera de la cafetería y les robamos la clientela? Sounds nice —murmuré con una calma casi monótona, pinchando el pollo pues porque sí—. Deberíamos votar qué incluirá el menú además de los rollitos, yo digo que verduras horneadas puede funcionar.

    Me llevé un par a la boca para comprobar la teoría y asentí, reajustando la mano al costado de mi cuello. El cabello se derramó un poco sobre la mesa.

    —¿Y bien? ¿Cómo vamos a llamarnos?


    no sé si mañana voy a poder postear así que weno, me disculpan la torettización (?

    y la sadness también, F Sa-chan
     
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    Rojo FireRed

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    La sensación de culpa la estaba invadiendo en secreto, en el fondo, pero no iba a ahondar en eso con ellos presente, después de todo, ninguno de los dos se había esperado eso ni tenían la culpa de lo que le había pasado.

    No tenía intenciones de hacerlos sentir incómodos y sin embargo lo hizo, era extraño que no se hubieran ido o que pues prestaran atención a su descargo. La había cagado a lo grande.

    Sus intenciones no eran las de hacer daño. Pero sin embargo lo ocasionó, por qué a veces, la gente con las mejores intenciones es las que más inflige dolor. Irónico, ¿No?

    Ya ahondaría en eso después, por los momentos, seguiría como si nada hubiera pasado, era lo mejor, ya no quería que aquel par de lo pasara tan mal.


    Tengo un libro de recetas enorme en casa, milady, que puede servirnos de maravilla —aún así, el prospecto de imaginarse un negocio rentable le había servido para devolverle la chispa, seguía siendo una niña a fin de cuentas—. Tiene muchas preparaciones que se ven deliciosas, lo buscaré en lo que regrese a casa.

    Terminó por soltar una risa nerviosa por eso, la pregunta le había ganado.

    >>No se me ocurre mucho... ¡No soy tan creativa en ese aspecto!


     
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    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido seventeen k. gakkouer

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    Quizás a ojos de Sakuya debíamos ser pesimistas que te cagas, incluso con la calidez de Sasha o mi personalidad ligera, porque si acaso medio reaccionamos a sus palabras de aliento y solo seguimos por otro lado. No era que nos echáramos a morir así nada más ni nada, pero quizás sencillamente no poníamos expectativas en el futuro y ya estaba, porque el presente apenas y se sostenía. Pensar en el futuro era inútil, te hacía gastar energía de más y ya de por sí las cosas nunca salían como uno quería.

    Claramente el picor sobre la piel no se me iba a desaparecer del todo, no cuando era obvio que aunque nos esforzáramos no íbamos a regresar a lo que teníamos antes de que Sakuya soltara todo el pollo como quien habla del clima. Lo entendí apenas Sasha echó bastante peso en la mesa y habló con cierto tono monótono, digamos que podía haberme causado una reacción parecida, pero Sasha e incluso sus posibles formas de actuar empezaban a encastrar como piezas de un rompecabezas que todavía podía considerarse medio normal.

    —Verduras al horno anotadas entonces —confirmé picando un par de las que quedaban para llevármelas a la boca y volví la atención a Sakuya cuando habló—. ¿Hmh? El libro de recetas puede ser muy útil~

    Apoyé el codo en el mentón y la cabeza en la palma de mi mano, pensando un poco en un posible nombre pero nada se me ocurría. No le podían pedir mucho a mi neurona luego de semejante carga de tensión de la nada.

    —Por ahora tampoco se me ocurre nada, pero seguro luego alguna cosa me cae. Prometo mantenerlas informadas~

    Vete a saber de dónde me salió la sonrisa, pero el caso es que allí estaba con el aire distendido de siempre, haciendo la vista gorda. Estaba por añadir algo más cuando me dio por revisar la hora en el móvil, quedaba poco para que terminara el receso y ni me había dado cuenta. Busqué a las dos con la mirada y a pesar de todo, la sonrisa que les dediqué esta vez sí fue genuina.

    —Gracias por decirme que almorzáramos juntos. —Despegué el rostro de la mano que había anclado al pupitre y estiré un poco la espalda—. De verdad.


    por aquí termino con Maze uwu
     
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    Amane

    Amane Equipo administrativo Comentarista destacado bed chem stan

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    Obviamente llevaba mi tiempo ahí, ¿cómo me habría dado cuenta si no que él era nuevo, por ejemplo? Un poco iba a echar de menos conocer todo lo que pasaba en esa academia del desastre, la verdad, cuando nos graduásemos. Pero también estaba bien, porque saber tantas cosas era un poco aburrido de vez en cuando, ¡ya no había emoción de encontrar sitios secretos o puntos ciegos de la cámara!

    Sea como fuere, asentí simplemente con la cabeza cuando preguntó por mi aula y la sombra de otra sonrisa hizo acto de aparición al escucharlo susurrar aquello desde atrás. Eso fue todo, sin embargo, no dije nada más y tampoco me giré para verlo; simplemente entré a mi aula sin más.

    Antes había pensado que no quería quedar de intensa con el cumpleaños de Joey, y digamos que en parte sí era cierto, pero también... bueno, era Joey. Seguramente era tonto, pero no quería simplemente acercarme para decirle felicidades y ya, que era lo único que realmente podía hacer estando en la situación que estaba en los casilleros; quería que fuese algo más especial, no sé, ¿personal, quizás?

    Así que tocaba tirar del plan B que me había montado en medio minuto mientras subíamos, sobre todo al comprobar que el chico no había llegado aún al aula.

    Si me preguntaban, realmente no sabía por qué me había traído el regalo que le había comprado a clase siendo que había planeado dárselo por la noche, pero en ese momento lo estaba agradeciendo bastante. Había tenido una especie de pálpito por la mañana y mira, había acertado y todo.

    Lo había traído escondido en una bolsita detrás del maletín, of course, y dejé la misma sobre su pupitre en cuanto lo alcancé. Le robé una hoja de cuaderno a una chica de nuestra clase y un bolígrafo bien cute que escribía en rosita, cosa que me emocionó más de lo que iba a admitir. Si no sería verdad que un poco barbie sí que era, qué cosas.

    Let's see...

    Primero lo primero, claro, con letra grande y en el centro de la nota le puse un 'Happy Birthday' bien bonito, con dibujitos aquí y allá para que no se quedase muy soso. Luego... ah, sí. Debajo, ya con letra más normalita, escribí que ya había reservado en un sitio nice y que pasase a recogerme a las ocho en punto, ¡ni un minuto más ni un minuto menos! Me quedé un rato mirando la nota, dándome golpecitos con el boli en la mejilla, y me mordí el labio inferior con la duda impresa en mi rostro.

    >>Gosh, really, ¿qué tengo? ¿Trece años?

    En un impulso de valentía acabé por ponerle un 'love you' en un esquina, acompañándolo con el dibujito de un corazón, y antes de que me diese por tacharlo cómo la cobarde que en verdad era, doblé el papelito y lo metí en la bolsita. Resoplé ligeramente, me levanté para devolverle el bolígrafo a la pobre chica de turno, y prácticamente salí corriendo hacia el baño de chicas.

    Iba a agradecer haberme preparado ese porro antes, porque me lo iba a bajar en dos minutos a ese paso.

    Ah, en cuanto a lo que había en la bolsita. Bueno, yo no tenía ni idea de fotografía en realidad y de Joey sabía que le gustaban las analógicas y que tenía su propia cámara y todo, pero aun así acabé pasando por un sitio dónde vendían ese tipo de cosas para ver si tenía suerte o algo. Una polaroid me parecía demasiado cliché, y es posible que el empleado de turno solo me hubiese engañado para comprar lo más caro que tenía, pero se suponía que era un modelo nuevo de cámara analógica de una marca super buena que venía con accesorios y cosas que, de verdad, ni idea, solo esperaba que le gustase aunque fuese el detalle. Si no, tampoco me importaba que la devolviese y se comprase cualquier otra cosa que necesitase, a decir verdad. También le había comprado un delantal que me había hecho algo de gracia, para que se lo pusiese cuando me hacía el desayuno, y había unas cuantas galletas caseras que granny le había preparado.

    A little bit over the top? Well, not that I cared too much.

    Gigi Blanche ¿de verdad pensabais que os ibais a escapar de su culo intenso we? (?) Anyways, como huye cual perra pues no hace falta que respondas ni nada obvio, solo te etiqueto para que sepas que eso está ahí y ya <3
     
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  18.  
    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido seventeen k. gakkouer

    Leo
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    The sea waves are my evening gown
    and the sun on my head is my crown.
    I made this queendom on my own
    and all the mountains are my throne.
    Drink until you’ve had enough,
    I'll drink from your hands.
    I will be your warrior.
    I will be your lamb.
    Jez.png
    Bajé por los escalones porque no tenía ganas de esperar el ascensor, la melena albina libre de las coletas desde hace días me rebotó en la espalda con cada paso haciéndome repentinamente consciente de que el cabello pesaba bastante más de lo que uno creería.

    Cuando llegué a la segunda planta me pareció ver a Kurosawa apoyada en la pared fuera de su clase, sopesando algo, pero no le presté la bastante atención y seguí hasta el club de cocina.

    Tuve que navegar el pasillo por alguno de los conserjes, hasta que vi a uno asomarse que resultó ser el mismo de la mañana y no tuve que ponerme a dar explicaciones, solo le dije que tenía que sacar lo que había dejado hace unas horas y asunto resuelto. Le di las gracias al hombre, entré al club y abrí la nevera donde había un molde pequeñito, lo que contenía era un par de porciones de tompouce. Tampoco me había podido traer el postre completo porque, bueno, vete a saber cómo se lo llevaba o si le llegaba bien y toda la cosa, así que era lo que había.

    Podía haber intentado llevarme los créditos, pero si acaso había medio ayudado a Nani a prepararlo y ya, ni siquiera me pidió explicaciones porque no era raro que de la nada llegara con ideas raras de llevarle algo de comer a alguien.

    ¿Qué si podía haberle dicho que hiciéramos un pastel? Pues sí, pero como Isaac se había enfermado con esa infección de oído tampoco quería incordiar tanto y lo que teníamos a mano eran las cosas para tompouce, al parecer Nani había tenido intenciones de preparar uno y había acabado postergándolo, quizás por el viaje a última hora a Países Bajos.

    A ver, Joey me había dicho en los casilleros que cumplía años esta semana, pero el resto del trabajo de investigación había tenido que hacerlo yo sola y podía ser tonta, pero no tan tonta como para preguntarle a Altan que parecía querer escupirle encima cada segundo de su vida, mucho menos le iba a echar un disgusto luego de que lo dejaran como piñata. ¿Qué opción me había quedado entonces?

    Akaisa.

    Ni más ni menos.

    Me ponía tensa su sola existencia, eso era innegable, pero en la vida habían prioridades y con o sin la estupidez que me había marcado con Joey en el club de fotografía, el caso era que me caía bien y quería hacerle un regalo de cumpleaños en la fecha que correspondía. Si eso significaba interrogar a Akaisa, pues me importaba poco o nada lo que me provocara tener que hablarle.

    Detuve a la chica el lunes por la tarde, le solté la pregunta sin anestesia y aunque casi se me carcajea en la cara terminó por responderme, vete a saber por qué en realidad. Llevaba consigo una caja pequeña, parecía de repostería, y aunque parecía de tan malgenio como siempre casi pude jurar que tan siquiera pareció que sus gestos se habían suavizado un poco mientras se alejaba con el objeto entre manos.

    En fin, ¡qué tenía la información!

    Con eso me pude organizar para lo del postre ayer por la noche y también con un regalo entre lunes y martes, un poco a las prisas, pero se hacía lo que se podía.

    Una vez con el tompouce fuera de la nevera, me las arreglé para acomodar el molde dentro del maletín también, para no cantar la sorpresa apenas aparecerme por la puerta de la clase, pues porque había que mantener el misterio, ¿no? Con lo que me había aguantado decirle feliz cumpleaños en la mañana, como una cría.

    Cerré el club, me detuve en la máquina para comprar un par de sodas que también guardé y para subir sí lo hice por el ascensor para no agitar nada demasiado.

    Mientras el ascensor hacía su camino de regreso me acomodé el cabello fuera de lugar por la carrera, tomé aire con algo de fuerza y lo liberé despacio. No sabía de dónde me había salido la energía, pero más me valía calmarme, que para empezar la del cumpleaños no era yo.

    Me acordé a medio camino que me había olvidado de ponerle las letritas plásticas que ponían “Happy Birthday” encima al postre y casi me da un venazo, me las arreglé para hacer la movida en cosa de segundos y solo me tardé algo más en regresar las cosas a su lugar, de forma que salí del ascensor algunos segundos después de que llegase a su destino.

    Pasé por las clases, les pegué un vistazo de pura manía y hasta el final me metí a las 3-1 como si fuese mi casa, Laila iba de salida y me dedicó una sonrisa. Siguió su camino, aunque cuando ya había dado un par de pasos giró el rostro como para confirmar qué se supone que estaba haciendo allí y al final se retiró de todas maneras.

    Busqué a Joey con la vista y una vez lo ubiqué me acerqué sin interesarme demasiado en quienes estuvieran en la clase todavía o no. Debía insistir, a veces parecía que hasta elegía con qué cosas hacerme la tonta.

    Hello there, sir~ —dije con voz suave aunque tenía una sonrisa bastante amplia pegada en el rostro—. Y bien, ¿no te has arrepentido de brindarme algunos minutos de tu tiempo?

    Había dicho que no le quitaba mucho tiempo pero ni idea realmente. Precisamente por eso le había dado el libro y los apuntes a Cayden por la mañana.


    Gigi Blanche hold my artillería pesada *c arremanga* Te lo dije, me tomo estas cosas personales. Un día me voy a marcar un combo de softness con todos tus niños a la vez and we will die for sure. Softearé a quien haga falta para salvar esta compañía, it's my job

    Okay listen to me, nadie me preguntó pero desde que descubrí las canciones live de Aurora las Jez vibes que me transmiten no son sanas y tenía que aventar una sí o sí aquí
     
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  19.  
    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    desde el otro día para mí esta rolita = soft Joey so if u excuse me

    Joey 3.png

    Al final nuestro baby boy finalmente se retiró del baño, dejando en el aire un claro rastro de la colonia que se había puesto. Alcé la nariz de pura manía y lo seguí por el rabillo del ojo, el portazo era cantado. ¿Tendría que mantener las apariencias por algo? Vete a saber, al menos el aroma era agradable. ¿Debería traerme la colonia a la escuela también, para no apestar a humo y tabaco? Para eso primero necesitaba un motivo, ¿no? Como querer lucir u oler bien para alguien, o que me preocupara el hecho de que me pillen, o darle una buena apariencia a los profesores.

    Nada que importara, en definitiva.

    Salí del baño luego de acabarme el cigarro y lanzar al retrete tanto mi colilla como la suya, que el muy imbécil la había dejado tirada en el piso. Entré a la clase y, obviamente, noté casi de inmediato la bolsa que había encima de mi pupitre. Una pequeña sonrisa se me formó en el rostro de forma involuntaria y giré el cuello en todas direcciones antes de acercarme, como intentando adivinar su procedencia. No que fuera un ególatra de mierda, pero una bolsa sospechosa el día de mi cumpleaños sería demasiada coincidencia, ¿verdad?

    Recogí la nota primero, y la sonrisa sólo se ensanchó. Podría haberme lanzado de cabeza a los regalos pero, al contrario de lo que podría parecer, solía tomarme todo el tiempo del mundo para las mierdas importantes. La leí con cierta incredulidad pegada al rostro, aunque reconocí su caligrafía de inmediato y solté una risa de nada por la nariz. Parecía hecho por una niña de doce años. ¿Que la recogiera a las ocho? Bueno... suponía que era hoy, ¿verdad? No había especificado fecha. La giré de pura manía, del otro lado estaba en blanco y me quedé pegado un par de segundos a aquello pequeñito que sentía había agregado a último minuto y a toda velocidad. La doblé con cuidado, justo como antes, y la dejé en la mesa para, ahora sí, sacar el resto. Era extraño, había olvidado por completo que me encontraba en medio del salón de clases y siquiera lo noté.

    Si sería tonta.

    Era mi mejor amiga en medio de todo ese maldito desastre.

    Era obvio que nos queríamos.

    Alcé las cejas en genuina sorpresa al detallar la analógica. Sostuve la caja entre ambas manos, la giré en todas direcciones y luego la dejé sobre la mesa para sacar la cámara. Era nueva, bastante fancy a decir verdad, y traía unos cuantos rollos incorporados. La verdad que mejor no podía venirme, la mía ya estaba vieja que te cagas y de tanto en tanto me traía problemas. Le entraba polvo, se trababa la película, en fin. Regresé el aparato a su caja con todo el cuidado del mundo, con una alegría de lo más sosegada plantada en el pecho, y al ver que lo otro era un delantal de cocina solté una risa a viva voz. Lo extendí frente a mí, meneando la cabeza, y lo colgué en mi antebrazo para buscar las galletas. Tenían que ser de Rose, ¿verdad? Alisha no se pondría a hornear ni aunque su vida dependiera de ello. Y si lo hacía, no lo sé, lograría que las cookies fueran alienígenas o desarrollaran vida inteligente. O estarían quemadas hasta la médula.

    Luego de inspeccionar todo fue que parpadeé y, como si me hubiera reiniciado, recordé dónde estaba. Erguí el cuello, viendo en todas direcciones, y de paso busqué a Alisha. Ni rastro. Me senté en el pupitre, devolviendo todo a la bolsa y dejando la misma a mi lado, en el suelo. Sólo conservé las galletas de granny, que una vez estuve acomodado abrí el envase y me llevé una a la boca. Estaban super buenas y tuve que tragarme el nudo en la garganta con la comida.

    No me merecía nada de esto, ¿verdad?

    Pero era tan cálido.

    Esperé y esperé a que Alisha apareciera, pero vete a saber dónde se había metido la tonta. Al final sonó la campana y la vi entrar, sí, pero no pude hacer mucho más que sonreírle a la pasada. Jez me había pedido que la esperara en el receso, así que luego vería de hablar con ella y agradecerle. Dios, ni siquiera sabía si sería capaz de poner en palabras la alegría que sentía. Era extraña, se revolvía con el resto de cosas oscuras y parecía una genuina lucha, una que no tenía idea cuándo acabaría ni qué ganaría. Lo importante, suponía, era que al menos prevaleciera eso: una pequeña chispa. La sensación de pensar que esa chispa se la robaba a los demás sólo contribuía a engrosar las filas de las cosas oscuras, pero bueno. De momento brillaba lo suficiente.

    Podía aferrarme a eso, quizá.

    No me concentré una mierda en nada. Me eché buena parte de la mañana regresando sobre los regalos de Alisha o pensando si emocionarme por lo de Jez no sería muy vanidoso de mi parte. No le había dicho que era mi cumpleaños, ¿verdad? Estaba seguro. Me eché literalmente toda la hora de química intentando rebobinar nuestras conversaciones. ¿Se habría enterado, quizá? Pero ¿y si no tenía nada que ver?

    Ah, estaba hecho un crío.

    Al final la campana sonó y me removí apenas en mi asiento, con la expectativa picándome un poquito en el cuerpo. Ali se sentaba adelante, y un rato antes había aprovechado una distracción del profesor para enviarle un mensaje.

    Más tarde hablaré con usted, señorita
    Es de vida o muerte!

    Era para, no sé, para que no creyera que pretendía ignorar sus regalos o algo así. Debía ser bien feo esforzarse por alguien y no recibir nada a cambio, ¿verdad? Quería evitar eso. No que fuera de los que vivían haciendo cosas por los demás, pero entendía el concepto lo suficiente y de cualquier forma, reciente o no, en algún punto había sido ese tonto. Dibujando con crayolas por toda la casa, esperando a mostrárselos a mamá para recibir su sonrisa a cambio. Aprendiendo a hornear galletas, o pasteles o budines, para sonar la campana en la entrada de la casa y tomar el té todos juntos. Y recibir sus sonrisas a cambio.

    Las echaba en falta, si lo pensaba con detenimiento.

    Esas sonrisas.

    Saqué la vista del móvil y detecté de soslayo un chispazo de nieve, lo suficientemente fuerte para erguir el cuello y fijarme de verdad. Jez ingresó al aula con la energía de la mañana, esa que me seguía descolocando un poco, y se detuvo frente a mí. Su sonrisa era amplia, amplia que te cagas, y se me contagió en medio segundo.

    Not at all, m'lady. —Me la había quedado mirando desde abajo y recién entonces apoyé ambas palmas en la mesa, incorporándome sin demasiado apuro—. Estaba, de hecho, esperando este momento con ansias~


    toy muertísima

    also i fuckin adore Aurora y jamás lo había pensado pero tienes razón, joer
     
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    Zireael

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    Igual estaba un poquito nerviosa y era eso lo que me tenía con el culo inquieto como pocas veces en la vida, ni idea, es decir podía ser hasta raro que viniera yo de la nada a montarme aquí todo el espectáculo por su cumpleaños. Aún así hecho estaba, no había marcha atrás, y lo íbamos a celebrar como que mi apellido era Vólkov. Ni Dios me iba a quitar el impulso.

    Mi sonrisa se le contagió y solo verlo me lanzó en el cuerpo una calidez inmensa, me corrió por cada músculo, se detuvo en el pecho y siguió su camino. Consiguió ampliarme un poquito más la propia, casi hasta achinarme los ojos, en lo que lo veía incorporarse sin prisa ni nada. Aproveché para dejar el maletín con cuidado sobre su mesa, solo para no ir a hacer un destrozo, y sin venir a cuento ni nada le eché los brazos encima para abrazarlo. Lo presioné con cierta fuerza, ni idea, me salió de la nada y todavía sin dejarlo ir se me soltó una risa cristalina, bastante infantil incluso.

    —Feliz cumpleaños, cielo —dije todavía sin dejarlo ir, después aflojé el agarre y deslicé las manos para alcanzar las suyas con tal de darles un apretón suave.

    Deshice el agarre solo de una de sus manos para instarlo a apartarse del pupitre con la otra, así lo solté por fin y me puse en marcha otra vez, tomé otro escritorio, le di la vuelta y pegué ambos solo porque quería tener espacio para todo sin correr el riesgo de que se me fuese a caer nada. Ya con los dos pupitres juntos empecé a escarbar en el maletín, saqué el molde del tompouce, le quité la cubierta y lo dejé en el centro, allí con su "Happy Birthday" en letritas celestes, coloqué las sodas a un lado y al puro final saqué una caja con un lazo plateado encima. No era muy grande, si acaso se acercaba al tamaño de una libreta A5 y era bastante plana también.

    Venga, no tenía mucho tiempo ni dinero para largar en nada demasiado elaborado así que eso tendría que colar. Me había tirado la noche del lunes tejiendo una bufanda, Nani me había enseñado hace un par de años ya y era una de las pocas cosas manuales que no se me daba tan mal, así que allí estaba. Así como las letritas del postre, la lana que había usado era de un tono bastante claro de celeste, quizás con algo de subtono gris, pero en realidad el color era de lo más bonito y con las ventiscas que hacían aquí cuando al clima le daba la gana seguro le servía.

    Adentro, envuelto con la bufanda, había un chocolate que no se podía comprar con los de la cajita que le había secuestrado a Nani de los de Amsterdam, pero igual sabía que estaba bueno. Estaba pegado a una tarjeta de felicitación a la que le había puesto una pegatina de conejo, pues por la pura gracia. No era nada del otro mundo, al menos a mí no me lo parecía, pero bastaba.

    —¡Listo! —canturreé y le eché algo de peso a uno de los pupitres luego de encontrar sus ojos. Eran oscuros como los de Al, pero precisamente por eso estaba acostumbrada y podía encontrar muchas cosas en esa oscuridad—. No es mucho pero es trabajo honesto.


    dos posts y ya estoy pinches llorando help me que no se note que me robé de fate lo de la bufanda

    see that? es un poquito de healthy four, directito de su growth line
     
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