Pasillo (2º piso)

— Sí, puedes decir, la verdad. Cuestión de perspectiva, tal como dijiste —me giré hacia Dellen.— Y nah, puedes ser todo lo informal que quieras, la verdad. No me importa. Incluso que me hablen por el apellido suena raro. Hasta algo molesto. Supongo que tendré que acostumbrarme.

Me encogí de hombros, mientras seguía a Morgan. Asentí ante su propuesta, y me puse a escuchar lo que había en cada piso. Vaya, ¿un club de fotografía? Podía ser interesante. No había muchas cosas en el tercer piso, la verdad. Era algo decepcionante si había que tener en cuenta todo el trabajo que había que hacer para llegar allí. Eran tres pisos, después de todo. Si lo más interesante era la planta baja, creo que tenía ganas de verlo.

— Creo que voy a rechazar la propuesta, muy amable. La de lamer culos. No le voy a decir que no a un almuerzo gratuito —sonreí, y le guiñé un ojo al otro muchacho.

El segundo piso tenía bastantes más cosas que el tercero. ¿Acaso el aumento sería inversamente proporcional? Interesante.

— Oh, ¿tenemos una radio aquí? Que interesante. Y sala multimedia. El colegio está bastante equipado —comenté, mientras hacía notal mental del salón del consejo. Me iba a hacer falta.— Bueno, al parecer hay bastante clubes en la escuela. ¿Tú participas de alguno, Morgan?

Contenido oculto

Sowwy, esta semana estuve a full

 

Al andar subiendo noté a mi hermano con una chica cerca de la máquina expendedora. Era ágil haciendo amistades, de eso no había duda alguna, y la chica estaba bastante bonita, aunque ha decir verdad todas las personas de ese lugar tenían algo digno de mirar. No interrumpí ni nada, ya luego le preguntaría qué tal había estado la conversación mañanera para molestarlo un poco. En cuanto iba por el segundo piso me pensé el ir a mirar si Cathy había llegado para saludarla, ya que era otro caramelo que tenía por ahí en fuego lento.

Me acerqué entonces a su aula, pasando la mirada por el espacio, pero parecía que no había llegado.

Saqué el móvil para escribirle un mensaje a lo que noté que Allen me había escrito no hace mucho.

¿Un libro de ética y valores? arqueé una de mis cejas. Había algo de lo que no me estaba enterando o qué putas. Iba a darme vuelta para hacerle el favor al ir a la biblioteca pero en eso terminé casi llevándome por encima a un chico que ni idea.

Contenido oculto

Nekita <3

 

Todavía se sentía un poco en piloto automático.

Contenido oculto: nada interesante

El sábado había sido interceptado por su padre gracias a que alguno de los empleados de su casa se dio cuenta de aquel accesorio que había ido a comprar para asistir a dichoso evento aunque simplemente fuera para ver y pese a que tuvo que soportar tremenda llamada de atención recordándole porqué no podía ir a esas cosas de acuerdo a su punto de vista sobre como la gente podía percibirlo y por ende, percibirlo él y lo malo que podría resultar como si se tratara de una pequeña bola de nieve que terminaría en algún escandalo que le quitara alguna clase de credibilidad en su empleo o algo así.

Y aún así, prefería repetir ese día mil veces antes de recordar todo lo que había pasado el domingo.

Donde tan solo le pidieron que se arreglara para acompañar a su padre a algo y cuando menos lo esperó, estaba allí nuevamente en una clase de audiencia de sus padres, concretamente, su madre tratando de ganar una pequeña fracción de la custodia alegando cosas que, si bien eran ciertas, como su padre no estando presente la mayoría de su infancia, su relación tensa y demás, en ese momento no importaban, menos con todos los testigos disponibles que su padre había convencido de ir, como los compañeros de su oficina que vieron aquella desastrosa escena que hizo en su trabajo donde se había desquitado con él porque su padre había decidido enviarle los papeles de divorcio entre otros.

Y aunque sabía que aquella pelea no era precisamente por él, si no un intento de su madre de ver a su padre tan siquiera por algunos minutos cuando fuera a dejarlo o algo similar... se sentía bien, verla incluso en ese estado que no ayudaba a su caso, entrar en esos momentos de lucidez donde lo veía con cariño, como antes de que descubriera toda la aventura de su padre.

Cuando no se llegó a nada como ya lo había previsto y luego de aguantar el amor y cuidado fingido de su padre para el publico finalmente pudo volver a casa, deshacerse por completo aprovechando que estaba solo y no salir ni siquiera en el inicio de semana y su padre tampoco parecía querer perturbarlo con eso hasta la mañana de ese día.

Se sentía algo mejor, sí, quizás lo suficiente para atender las clases y empezar a querer distraerse con otras cosas, como con la dichosa tarea que debía empezar a investigar para que todo fluyera más fácil a la hora de realizarlo. Al llegar a la escuela sin prestar mucha atención a quién estaba allí o no, solo cambió sus zapatos y se dirigió a su salón directamente para dejar sus cosas allí y solo llevarse una libreta y una pluma para hacer sus anotaciones, así tan siquiera no iba a tener preocupaciones de que alguien le quitara su lugar o algo similar cuando tuviera que estar devuelta en su salón.

Deslizó la puerta y salió con la vista clavada en el celular sin prestar demasiada atención a donde iba, terminando claro en un completo desastre cuando sintió que chocaba con alguien, haciéndolo retroceder un par de pasos mientras se quejaba un poco por el mismo impacto. Apenas se recuperó alzó su vista para saber a quien había chocado, guardando su celular lo más rápido que pudo con cierta vergüenza cuando notó que no era de su grado.

—Senpai, lo siento mucho, no...no estaba viendo por donde iba—Casi por inercia terminó haciéndole una pequeña reverencia en modo de disculpas, a ese punto ni le parecía mala idea usar esa formalidad —, ¿estás bien? ¿No te lastimé o algo parecido? —Preguntas quizás muy tontas, sí, era casi imposible que le hubiera hecho alguna clase de daño pero, prefería asegurarse por cortesía.

 

Pestañeé apenas con la ceja ligeramente arqueada que terminó en una expresión burlona pese a que el choque no me hizo retroceder ni un mísero centímetro, parecía más bien que a quien me había llevado por encima hubiese chocado con pared. Lo noté guardarse el móvil de golpe, el manojo de nervios en que se había envuelto el chico a causa de la vergüenza.

Pobrecillo.

Como sino supiese que el que debía disculparse era yo por aguantarme la risa al escucharlo decirme senpai por ahí derecho, para después preguntar si me había lastimado. Si supiese que a mi hermano le estaban llamando igual en ese mismo momento me iba a orinar de la risa al no estar para nada acostumbrado a esa cultura.

—Todo bien —atajé escaneándolo ahora desde los pies hasta deparar en sus ojos—. ¿Tú te lastimaste? —pregunté en realidad para tantear si el chico no tenía las alarmas para poner en duda el hecho de que realmente no me importaba para nada si se hubiese golpeado o no.

Jugué con el móvil entre mis dedos para no olvidar que tenía que ir por el dichoso libro de Allen.

Contenido oculto

queledigansenpaialosgemeloselmismodíametienetirandoarcoirísporlaboca

 

Asintió lento, algo aliviado de saber su respuesta solo por el mero hecho de comprobarlo, incluso si ya sabía que no era posible que se hubiera hecho daño cuando ni siquiera había sido capaz de moverlo ningún centímetro de su lugar cuando chocaron, luego quizás ni siquiera trató de prestar mucha atención a todo ese escaneo que notó que le daba por la pregunta que siguió a continuación.

¿Revisaba en serio que no le hubiera pasado algo?

—No, no para nada... simplemente me asusté un poco por lo distraído que estaba—Confesó algo ya mas tranquilo, pensando mejor en una forma de desviar el tema a cualquier otra cosa—, ah ¿de casualidad buscabas a alguien? —No veía razón por la cual alguien de tercero estuviera caminando hacia los salones de segundo solo porque si —, si es así... podría ahorrarte un salón de búsqueda, en la 2-3 solo estaba yo por el momento.

 

Me servía para lavarme las manos pegarme a eso de la distracción ajena, aunque relativamente me daba igual mantenerlas sucias o limpias en cuanto a situaciones refería. Recosté apenas el hombro en el marco de la puerta al saber que no dudaría mucho ahí hablando con el chiquillo. Acentué la sonrisa ante su pregunta ya que en un principio venía a saludar a Cathy, sin embargo se me escapó una risa ante la información que ya había comprobado al haber alcanzado a asomarme en el aula.

—Inicialmente sí, venía a ver a alguien —deslicé las manos en los bolsillos guardándome el móvil—. Pero justo ahora debo ir por un libro en la biblioteca, ¿sabes dónde queda?

Había que ser imbécil para no encontrar un sitio por si solo, pero por probar qué me podía sacar ya que al chico perfecto de los casilleros apenas y el apellido. Mis orbes miel se mantuvieron sobre los verdes. Eran totalmente diferentes a los de Tolvaj, no se veían manchados de un milímetro de oscuridad ni sagacidad, quizá y hasta el tipo reinaba en ingenuidad. No era peridoto, quizá los tenía similar a la esmeralda. Vete a saber mi afición por comparar el color de las pupilas con piedras preciosas.

Bueno, ya descubriría qué tanta ingenuidad se cargaba encima.

 

Que ya no mencionara el salón o algo similar le daba a entender que quizás si había acertado incluso el salón donde estaba buscando a la persona, convirtiéndolo casi en una muy rara casualidad que solo iba creciendo incluso si eso fuera aun más improbable, porque justo tenía planeado dirigirse a ese lugar tan solo para ser algo de utilidad luego para su equipo después de haber faltado sin avisar o ponerse en contacto.

—Creo que estás con algo de suerte, justo me estaba dirigiendo allí para un trabajo, si quieres puedes seguirme para que sea mucho más fácil que una indicación o algo, esta en la planta baja. —Le señaló las escaleras antes de rodearlo para que pudiera iniciar a seguirlo pero antes de siquiera bajar los escalones, se detuvo.

—Perdona, creo que no me presenté ni nada... soy Dante, un gusto.

 

¿Suerte?

Descendí la mirada hasta su cuello con disimule, ladeando ligeramente la cabeza para mirar por el pasillo desierto.

Sí, parecía que tenía bastante suerte.

—Te sigo entonces —me despegué del marco de la puerta para comenzar a caminar tras él hasta las escaleras, viéndolo girarse nuevamente. Pero qué chico tan educado. Relajé los hombros, asintiendo ligeramente con la cabeza—. Zeldryck. Es un placer, Dante~ —. Y me dispuse a seguirle el caminar, imaginaba que ahí podría hasta guiarme al libro que buscaría antes de subir a clase, un dos por uno.

Contenido oculto

si quieres te lo arrastras Neki <3

 

Seguí subiendo por las escaleras, mientras escuchaba a Sasha. Cada tanto, lanzaba una carta hacia alguno de los otros estudiantes que pasaban, que prontamente regresaba sin impactar contra ellos. Solté una risa ahogada al ver sus expresiones, y me giré hacia la pelirroja.

— Croissant con crema, hecho. Oh, y si te llego a pedir un muffin de vainilla y chips de chocolate, es que estoy siendo perseguido, y necesito un lugar para esconderme. ¿De acuerdo? Y sí, estoy de acuerdo, investigar. Suena mejor. No quisiera ensuciarme las manos. Para eso hay otras personas.

Una sombra de incertidumbre, y hasta lástima, si se quería, me cruzó momentáneamente el rostro. Tan momentáneamente que parecía más un juego de luces que una expresión normal.

— No, obviamente. No pienso perderme un café gratis —comenté, sonriendo.

Pensé en preguntarle si se había de la ciudad unos días, o que ocurría, pero me abstuve. Estuvo indecisa incluso para decirme que fuera hoy o la semana que viene al café, así que lo mejor sería no presionar. Estaba haciendo muy buen progreso, y dejar que todo ese trabajo se arruinara por mi curiosidad no iba con mi estilo. El resto de la subida fue bastante tranquila. Capté la sonrisa por el rabillo del ojo, en cuanto mencioné algo en francés. Vaya, otro dato interesante. Y que habría muchas más preguntas. ¿Qué podría significar? ¿Qué le gustaba mucho el idioma? No, uno no sonreía así solo porque escuchó una palabra en un idioma que le gusta. Debía gatillar ciertos recuerdos o sensaciones dentro de ella. Más cosas a tener en cuenta.

— ¿Quince variedades? —exclamé, con una sorpresa fingida.— Pff, juego de niños. Lo podría hacer solamente por el color de los granos, ya te digo yo. Y ya que estamos en esto, ¿hacemos otra apuesta? Si no logro identificar todas las distintas variedades, piensas un castigo para mí. Oh, y tranquila, no me olvido todavía de lo de las invitaciones. Tan solo... estoy esperando el momento justo. Quiero que sea una buena prenda. Algo que se adecúe a ti, mi pequeña.

Le sonreí tanto de manera divertida como maliciosa. Ya había comenzado a germinar una idea en mi cabeza, pero necesitaba más material. Tomé también notal mental de la suavidad con lo que había dicho lo último.

— ¿Hace seis años? Vaya, bastante. Ya debes entonces conocer bastante de toda la idiosincrasia japonesa y demás. Tal vez podrías enseñarme un poco —comenté, dedicándole una sonrisa; una que perdió la longitud de una muela en cuanto escuché la suya. Me recuperé en el momento.— Mi padre. Vivo con él. Él es japonés. No le gustaba como me estaban criando en Colombia, y decidió que lo mejor era que viniera a vivir con él. Por supuesto, la idea no me hizo ni quinto de gracia, pero mi yaya ya había accedido, e incluso sentía que era una buena experiencia para mí. Al menos, iba a estar en contacto con uno de mis padres.

Me encogí de hombros, y le dediqué otra sonrisa y un guiño por encima del hombro.

— Y esa es la mía. Es simple, y sin muchas cosas detrás. Entré aquí principalmente porque era un colegio internacional, y mi padre sentía que la experiencia sería menos chocante si estaba con alumnos no solo de Japón, si no de otros lugares. Por ahora, no me puedo quejar —la miré por unos segundos, y agregué.— ¿Y tú? ¿Te puedes quejar? ¿O te quieres quejar?

 

La charla se iba haciendo más amena así que pues en un santiamén, ya estaban en el segundo piso, al parecer pues lo único que conocía de Japón era Tokio, después de todo era la capital.

—¿En serio? —le llegó la sorpresa pero de manera grata—, vivo cerca, en Nakano... ¡Así que pues podemos quedar, creo!

La idea de tener una amistad ya más cercana a casa le resultaba interesante, además de que pues se veía ya era más curtida con respecto a conocer la ciudad.

Luego pues llegó otra pregunta.

>>Esto... Si me dejaran en una isla así por providencia divina sin nada y solo con té y café... Paso olímpicamente del café, lo menos que quiero es estar despierta, así que el té... ¡Y es relajante y satisfactorio hacerlo! Claro está si logras sortear el obstáculo de que estás rodeada de agua salada...

 

Joey parecía tener la misma energía que yo para hablar. Al menos, cuando era un tema que le interesaba. Escuché con atención todo lo que me decía, asintiendo cada tanto con una sonrisa. Vaya, así que era solo él, ¿eh? Debía ser quizás un poco triste. Tal vez por eso se emocionaba tanto de que hubiera alguien genuinamente interesado en el club.

— Bueno, también puedo traer una notebook de casa si es necesario. Igual tampoco conozco tantas cosas de edición de imágenes. Una amiga se encargaba de eso en casa. Nunca probé con analógico, la verdad. Debe ser una experiencia totalmente distinta.

En cuanto se detuvo y habló sobre el ritual y las piernas, levanté una ceja, igual de divertido.

— A mí tampoco me gustaría, créeme. No después de avanzar tanto.

Prontamente volvió a meter a Alisha dentro de la escena, tomándola por los hombros y acariciándole el brazo de manera suave. La otra, obviamente, se dejó hacer. Incliné la cabeza hacia un costado, con una media sonrisa, el mechón de pelo largo y teñido que tenía detrás cayendo sobre mi hombro.

— Dale, ¿por qué no? Pero será otro día la vuelta por el club. Tengo que primero organizarme bien con mis compañeros de trabajo para mañana. Pero obviamente me interesa. En especial con un presidente tan enérgico —comenté, encogiéndome de hombros, mientras sentía como mis mejillas se coloreaban suavemente ante el epíteto de Joey. ¿Guapura?— Y la idea también me suena bien. Y no sé cuan interesante podrá ser esa historia, la verdad. La mayor parte es un vacío negro en mi memoria.

Me rasqué la nuca, y comencé a caminar hacia las escaleras. No sabía cuantos entraríamos en el ascensor, y tenía ganas de hacer un poco de ejercicio.

— Bueno, ¿vamos? Ya me está dando hambre.