Shizuoka Shizuoka

Afueras de Shizuoka
[Kenzaburo; Terunobu]

Terunobu afirmó mientras avanzaban hacia el bosque, dónde los jabalíes salvajes se ocultaban —La guerra de Gujo; cruenta batalla mi señor —dijo mientras detenía el galope intenso de Chikara para no espantar a su presa —Nagano peleó en Gifu para liberarla de los Basara, una familia de nobles que sólo roban las monedas del pueblo, pisotean sus orgullos y se mofan de los guerreros —dijo con claro odio en sus palabras.

— Yo cabalgaba a un lado de mi comandante, el gran Azai no Takagi, era el hermano mayor de mi señor Tetsuo, primogénito de mi señor Takami. Pelee a su lado y juntos logramos situar la ciudad donde la familia Basara se ocultaba cobardemente, pues habían huido de la capital, abandonándola a su suerte. Pero mi señor Tetsuo logró averiguar la ubicación de esta familia, mientras él y su padre permanecían en Gifu, la capital; mi señor Takagi y yo cabalgábamos hacia Gujo con un ejército de menor número concentrando nuestro ataque en la ciudad —soltó un gran suspiro — Pero los Taira... —apretó las correas — Nos atacaron por sorpresa superándonos en número en Gujo, pues demostraban su alianza con la corrupta familia Basara, y perderlos no era una buena táctica para ellos; nos arrinconaron —Bajó la mirada — Permanecimos dentro de las murallas de Gujo, esperando a nuestros aliados que se encontraban mas cerca en una ciudad contigua —miró a Kenzaburo —Cuando usted y yo ascendíamos en el monte Genji para ingresar a Kamakura le comenté de las traiciones que había sufrido el clan Azai; pues bien, esta es la historia de esa traición —Se comenzaban a escuchar los jabalíes en la proximidad; tanto él como Kenzaburo atacaron hiriendo a un par.

—Teníamos de rehenes a la familia Basara por lo que los Taira no asediarían la ciudad hasta conseguir un plan para rescatarlos....

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—Nuestros aliados deberían de haber llegado ya—mencionaba Terunobu mientras miraba al horizonte desde la ventana de la vieja pagoda esperando ver el estandarte aliado.

—Nos han abandonado, llevamos días esperándolos. Y sin poder informar a mi padre nuestra ubicación, no llegarán refuerzos. Estamos solos— dijo Takagi mientras sujetaba su katana ensangrentada por la guerra que ya creían haber ganado.

—Mi señor, me ofrezco a salir y buscar la manera de informarle a su padre—dijo con firmeza Terunobu.

—Es una misión suicida. No desgastaré tu sangre de esa manera, nadie de nosotros podrá salir de aquí —Las palabras de Takagi resonaban en el edificio. Le hizo una seña a Terunobu para que lo acompañara, saliendo al patio donde todos sus soldados esperaban órdenes.

—Los Taira nos tienen rodeados —mencionó Takagi ante sus hombres —No tenemos escapatoria; hoy moriremos hermanos míos; pero nos llevaremos a la familia Basara con nosotros

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—Asesinamos a los Nomiya en la plaza de la ciudad; y al hacerlo, las flechas comenzaron a caer sobre nosotros; yo esperaba en la puerta de madera en la entrada a Gujo, listo para el momento en el que esta cayera; no tardó en hacerlo, mi monta cayó al impacto de una lanza enemiga; me mantuve peleando junto a mi comandante hasta que lo vie caer, el soldado que lo hirió estaba lastimado pero se reía a carcajadas —sus lágrimas escurrieron en su rostro —Yo corrí hacia él, estaba rodeado de varios soldados enemigos, pero enfoqué mi odio en la risa del desgraciado...

Miró al jabalí herido, listo para arremeter sobre él molesto; Terunobu atacó con fuerza matando a dos de un tajo.

—Varios de los hombres de Nagano peleamos para quitarle a esos cuervos de encima, al lograrlo yo cargué a mi señor hacia el interior de la pagoda, cuando lo coloqué en el suelo para contener su herida, mi señor ya se había ido —limpió sus lágrimas —Lo cargué hasta el piso mas alto de la pagoda, así nadie tomaría su cabeza, no dejaría pasara a nadie, nadie humillaría a mi señor, nadie se burlaría de los Azai. Bajé preparado para dar mi vida llevándome a mas enemigos conmigo; pero quedé encerrado en esa estructura la cual comenzó a arder en llamas. Lentamente perdí el conocimiento y cuando desperté me encontraba bajo los escombros carbonizados, el cuerpo me ardía y mi espíritu estaba destrozado.

Levantó a los jabalíes y los colocó sobre Chikara, amarrándolos con fuerza — La muerte de mi señor Takagi y mis hermanos de Nagano fue ocasionada por la traición de Shizuoka, ya que abandonó la guerra en Gujo porque no era conveniente arriesgar a sus hombres por un pequeño grupo de hombres. Nagato Arima nos dejó para morir. Perdimos a mi señor, perdimos Gifu días después porque nadie apoyó a Nagano en la liberación de Gifu, después la familia Nomiya tomó el lugar de la familia Basara, otra familia igual de corrupta— miró hacia Kenzaburo —Pero yo sobreviví para contar esa historia escrita con sangre. ¿Y sabe que fue lo que me dio la fuerza para salir de los escombros?

Montó de nuevo a Chikara —El llanto de mi señor Tetsuo, justo cuando este encontraba el cuerpo de su hermano.

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rapuma puedes tirar otra serie de dados, en tu siguiente post o en el anterior.
La dinámica será sencilla:
Deberán tirar un conjunto de 5 dados de 10 caras, dependiendo del resultado sumado de los dados será el resultado de la acción.
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15-30= Hieres lo suficiente al animal; si en tu siguiente tirada vuelves a sacar este rango de números lo habrás obtenido.
31-50= Logran cazar sin problemas a su objetivo.
Pueden hacer los tiros de dados un máximo de 3 veces al día.

 

Kenzaburo

Escuchó el relato de Terunobu mientras guiaban sus monturas en contra de los jabalíes; Kenzaburo logró herir a uno pero escapó, en cambio el guardián pudo abatir a dos de un simple golpe de katana. Era un guerrero admirable, con una destreza propia que da los años de experiencia. Lo observó en silencio, absorto en sus propios pensamientos que lo trasladaban al momento en que encontró a Mao en el río que cruzaba el bosque. Luego cuando la niña le abrazaba por las noches. Apretó las riendas con fuerza, desviando un poco la mirada para no contagiarse de las lágrimas de su interlocutor.

—Eres un hombre leal hasta el fin. Quedan pocos como tú. —admitió Kenzaburo desde su montura, viendo al señor Terunobu montar. —El joven Tetsuo; encontraste en él la voluntad férrea de no caer. Pudiste seguir siendo útil a pesar del dolor, de la pérdida. Las traiciones se pagan con sangre y siempre llega el momento de cobrarlo. En la audiencia te has perdido de ver al señor de Shizuoka humillado por tu joven señor y por Takeda. No es una imagen que pudiera traerte de regreso a tu comandante pero estoy seguro que los ánimos del joven Azai se habrán tranquilizado un poco. Incluso yo pude tranquilizarme, estuve a nada de desenfundar mi katana. —acercó su montura hasta quedar a un lado de Terunobu y le afirmó con la cabeza. —Eras entonces del cuerpo de caballería de Nagano, ¿no es cierto? Yo mismo me ofrecí para pertenecer a la caballería para esta guerra. Necesitaré buenos hombres a mi lado, estoy pensando en comandar un grupo. No te pondré en un aprieto al decirte que me gustaría tenerte a mi lado, sé que estarás al lado de Tetsuo, tu señor. Pero me gustaría que desde tu punto de vista y tu experiencia con el ejército de tu señor feudal, pudieras recomendarme hombres para la labor.

Luego apretó levemente el costado de Makoto, su caballo negro, y éste emprendió la caza.

 

Shiori
Me mantuve abrazada a él, al menos hasta que eschuché unos pasos acercándose, siendo un guardia que entraba en la celda, haciendo que tuviera que soltar a Tsuna mientras veía al guardia, aparentemente avergonzado sacando una llave para encajarla en la cerradura y abrir la celda solo para informarnos nuestra justamente readquirida libertad.

Tras eso me volvió a dirigir una mirada, atribulada, denotando que realmente no era una acción directa de su padre, ¿Aun mantenía las esperanzas de que él se hubiera arrepentido? En fin, la verdad era que no me sorprendía que a un hijo le cueste aceptar un cambio tan radical en alguien como un padre, y soltar algún comentario desagradable de mí parte hacia Nagato sería en extremo cruel...

— La verdad es que... Como referí antes, no cuento con compañía, ¿Como me recomiendas actuar? Llevo tanto tiempo sola que ya no sabría que hacer si algun consejo para estas circunstancias, más debo añadir que siento curiosidad por conocer al clan Minamoto—. Le sonreí

 

Togashi
Mercado

—Una buena amistad es siempre bienvenida —convino con otro asentimiento de cabeza.

Entonces notó cómo la sonrisa se desvanecía ligeramente del rostro de Tetsuo antes de empezar a hablar de su hermano, que se llamaba Takagi Azai. La expresión del joven volvió a iluminarse por unos instantes cuando destacó las dotes de guerrero de su hermano y cómo sus hombres lo respetaban. Cuando Tetsuo mencionó que lo extrañaba, con la sonrisa ya ausente, Togashi se sintió conmovido… Por aquellas palabras y por verlo con aquel semblante, como si sufriera su ausencia.

Se detuvo un momento y esperó a que Tetsuo se volteara, para mirarlo a los ojos. De todas las personas que podría haber imaginado, no pensaba que hablaría por primera vez aquel tema con el Azai:

—Tu hermano fue un hombre valiente y un gran líder, se nota en tus palabras —empezó diciendo. Una brisa movió el lazo rojo con el que se ataba el cabello—. Yo también tuve una hermana a la que sigo extrañando, pues dejó este mundo el día de su décimo cuarto año. Se llamaba Kanade —se sonrió un poco al recordar su sonrisa siempre alegre—. Yo era su maestro en el camino de la espada, entrenábamos en un modesto campo en el que vivíamos, hasta que unos Taira a caballo vinieron a arrebatarnos nuestra tierra aludiendo que mi anterior familia, el clan Takemori, las había entregado. Los maté para defender nuestro hogar, pero el poder implacable de los Taira nos obligó a tener una vida de escondite, hambre y frío, que Kanade no soportó —bajó un poco la cabeza y se quedó mirando su mano, que todavía guardaba signos de flaqueza, pero se veía más robusta que el día que lo hallaron en Tsu—. Pero también fue valiente hasta el final, murió sonriendo y orgullosa de haber cumplido un año más viva, como si hubiera ganado una batalla, aferrada a su katana…

Apretó el puño con fuerza y, al alzar de nuevo la cabeza, dejó ver el fuego y la determinación en sus ojos.

—Me prometí que también sería valiente y que dejaría de esconderme de los Taira. Que protegería mi familia hasta al final: a los Minamoto y a todos los que luchen a su lado.

Se acercó a Tetsuo y apoyó una mano en su hombro. Le sonrió.

—Nuestros hermanos son la fuerza de nuestros espíritus. Viven en cada aliento, en cada paso, en cada combate. Vivimos y luchamos por ellos, y ellos nos ayudan a ser mejores guerreros.

 

Cuartel
[Tsuna; Shiori]

Tsuna afirmó —Puedes seguir acompañándome si lo deseas; iré a buscar a Takeda, me gustaría hablar con él directamente, conocerlo un poco— mencionó ante Shiori mientras el guardia los escoltaba al exterior, donde Sanada, el viejo maestro de Tsuna lo esperaba.

—Tsuna—mencionó Sanada —¿Te encuentras bien? ¿No te han lastimado?

—Calma Sanada, nada de que preocuparse —dijo sonriendo; pero Sanada se veía genuinamente preocupado.

—Buscamos a Takeda ¿Sabes dónde pueda estar?—preguntó Tsuna hacia Sanada, quien afirmó. Guiándolos por la ciudad.

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Santuario
[Takeda; Matsuda; Tsuna; Sanada; Shiori]

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Takeda se encontraba de rodillas frente al altar, había encendido tres inciensos y rezaba en silencio con los ojos cerrados. A un lado se encontraba Matsuda, alerta a cualquier ataque sorpresa. Algo que no parecía tener sentido alguno, el santuario estaba vacío y no parecía haber enemigos cerca.

Matsuda los miró e hizo una leve reverencia.

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madarauchiha

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Afueras de Shizuoka
[Kenzaburo; Terunobu]

Terunobu sonrió —No necesito ver humillado a Nagato; no me interesa ver a un hombre en su estado más bajo — dijo mientras acomodaba observaba como Kenzaburo también lograba capturar a su presa y aprovechar el momento para tomar otra de un tajo; ambos eran parecidos, fieles guerreros ante su señor —Pero si hubiera disfrutado ver a mi señor Tetsuo recuperando un poco de él; sé que para él esa humillación era necesaria, y me alegra saber que eso le ha traído un poco de paz— siguió escuchando al samurai mientras hablaban de sus posibles movimientos dentro de esta guerra —Así es, yo soy un Kinshi, utilizo la katana y la naginata por igual. Espero algún día ser hábil en poder usar también el arco, así como mi señor Takami puede portar tres armas — empezaron a escuchar el cabalgar de caballos a la lejanía, lo que alertó primero a Kenzaburo, quien tuvo que atar a los jabalíes con rapidez para esconderse.

Terunobu sonrió —¿Quieres que te recomiende hombres valientes?— mencionó señalando al horizonte.



Los hombres montados se acercaban lentamente; en sus banderas se podía ver el emblema de los Azai, era la fuerza armada de Nagano lleegando a Shizuoka. Terunobu apresuró el paso junto con Kenzaburo colocándose frente a los soldados, haciéndolos frenar en seco.

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—¿Por qué nos hemos detenido?— mencionó una voz fuerte, seguida del sonido de una persona desmontando el caballo para descender con fuerza en el suelo con los pies firmes.

Terunobu observó a Kenzaburo —En ese hombre confío hasta el fin de los días; mi señor de Nagano; un hombre quien ya conociste en la casa feudal pero no has visto en el campo de batalla.

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El hombre avanzó hacia ustedes —Terunobu, me alegra volver a verte —mencionó el samurai que estaba ataviado de una armadura completa, miró hacia Kenzaburo; lo reconocía de Nagano junto con Takeda.

Terunobu hizo una reverencia completa —Mi señor Takumi; pensé que no pisaría estas tierras.

—Mientras Shizuoka abandonó a Nagano en Gujo; Nagano responde con moneda de oro—mencionó con fuerza.

—¡OSS!—gritaron sus hombres al unísono detrás suyo.

Junto a ellos había un rostro que Kenzaburo logró reconocer, era Hinata; aquella mujer fuerte con la que peleó a la par en Kai antes de dirigirse hacia Kamakura. Venía con otros dos jóvenes, uno de cabello blanco, otro de cabello negro largo hasta la espalda; también un hombre con expresión serena. Eran los Asakura.
También había rostros conocidos, Ujihisa, Zeng y Yin venían con ellos.

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rapuma has obtenido +50 EXP y 2 jabalíes.
Slam has llegado a Shizuoka, puedes rolear a la par en el armero si es que necesitas algo; lo hago de este modo para poder apresurar un poco la ubicación.

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Herrería
[Riku; Takano; Yuzuki]

Takano escuchó a Yuzuki afirmó ante no mantener en el mismo lugar a Kato y Akari; debería prevenirlo en la medida de lo posible.

Las palabras sobre su hermano y Natsu lo hicieron reflexionar, si bien, para él Natsu era un traidor, para Rengo él fue su amigo, posiblemente el primero que había tenido —Hablaré con él si regresa a nosotros.

"Me gustó que hayas decidido acompañarme. Gracias, de verdad"

Afirmó mientras Yuzuki guardaba las monedas —Sígueme, debo revisar el puerto.

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Mercado
[Togashi; Tetsuo]

—Takemori...—mencionó Tetsuo tratando de recordar dónde había escuchado antes aquel apellido mientras terminaba de escuchar la trágica historia de Togashi y no pudo mas que sentirse identificado.

"Nuestros hermanos son la fuerza de nuestros espíritus. Viven en cada aliento, en cada paso, en cada combate. Vivimos y luchamos por ellos, y ellos nos ayudan a ser mejores guerreros"

Tetsuo afirmó con fuerza —Tu hermana está orgullosa dónde quiera que se encuentre; tiene un hermano valiente que vive para honrarla—mencionó con esfuerzo, tratando de contener sus lágrimas, avanzando hacia el comercio cercano.

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Bruno TDF

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Comercio de utensilios de cocina
[Riku]

El hombre detuvo su acción y levantó la vista hacia Riku —Si vienes a preguntarme del paradero de Kyuzo temo decirte que no tengo idea, ese hombre lleva perdido mucho tiempo, fue listo al esconderse junto cuando la guerra empieza a ceñirse sobre Japón. Siempre fue muy selectivo con su trabajo; un artesano más que un simple herrero —sonrió —O sólo se escondió porque le avergüenza que sus armas en su mayoría estén en manos de asesinos y no defensores de la justicia. Aunque para ser sincero, dudo que eso le interese.

En ese momento, llegaban Tetsuo y Togashi al comercio.

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Monpoke Bruno TDF

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Puerto
[Takano; Ukita; Yuzuki]

Bajaron al puerto; un sitio que estaba protegiendo a la ciudad gracias a su propia naturaleza. No había comerciantes ni pescadores, los botes de pesca estaban encallados a la playa y sólo destacaban los barcos de guerra atados al muelle.

Ukita estaba allí, sentado mirando hacia el mar.

—Ukita, veo que has empezado a revisar los perímetros —mencionó Takano mientras observaba el mar y sus posibles posiciones marítimas.

Ukita sonrió y negó, se levantó, sacudió su ropa sobre la madera del muelle dejando caer la arena acumulada; los miró con tranquilidad —Sólo he venido a ver el mar

—La guerra se acerca, Ukita; debemos prepararnos y revisar cada rincón de esta ciudad— Takano seguía revisando el muelle, contando los barcos, mirando hacia dónde soplaba el viento.

—Así es, la guerra se acerca —mencionó Ukita —Así que toma esto como el consejo de un hombre que ha vivido más que tú — señaló el mar —Detente a mirar el mar.

—Ukita...

—La guerra se acerca, ya sé —interrumpió Ukita, sus ojos como siempre se notaban cansados, siempre parecía estarlo a pesar de mantenerse alerta constantemente —Y es por ello que debes detenerte y mirar el mar —observó a Yuzuki — pasa estos momentos junto a las personas que aprecias —volvió la vista a Takano— Pues no puedes predecir el viento, no puedes predecir las olas... no puedes predecir quien volverá.

—Así que los dejo para que observen el mar —dijo mientras avanzaba hacia la gran y empinada subida hacia Shizuoka —Mantente listo para la tormenta; pero jamás dejes ir una oportunidad como esta, o terminarás deseando bajo la tormenta el no haberte detenido a ver el mar en calma.

Ukita comenzó el ascenso, dejándolos solos.

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Yáahl

 

Riku

Niego lento ante el nombre que escuche, uno que suena un poco en mí memoria. "De quien busco saber no es alguien de gran fama".

Le presento el mismo Hanko que últimamente he mostrado demasiado, esperando eso baste para orientarlo. "¿Lo reconoce?". Pregunto humildemente, ya suponiendo el tipo de persona es este hombre.

Volteo al escuchar la puerta abrirse, encontrando caras conocidas ingresando.

 

Shiori
Me giré un instante para mirar a Tunayoshi y, posteriormente asentir con la cabeza, no quería acapararle pero tampoco tenía a nadie que no fuera él en ese instante, sin obviar que yo misma tenía gran interés en conocer a Takeda. Por lo que decidí permanecer con él, aunque solo fuera un poco más pues quería conocer a los Minamoto si era al clan al que anhelaba presentar lealtad, así como a Tsuna, así que meramente seguimos al guardia que nos iba escoltando hacia la calle para encontrarme con un hombre ya entrado en años, aunque ambos parecían reconocerse mútuamente, Sanada parecía visiblemente preocupado por Tsuna, deben tener una gran relación entre maestro y alumno, o bueno, a estas alturas parecían mucho más amigos que sensei-pupilo. Así fue como Tsuna, sin perder el tiempo le preguntó sobre si sabía la ubicación de Takeda, y, para nuestra suerte, así era, aunque antes de nada, preferí presentarme.
— Un placer Sanada-san, mi nombre es Shiori—.Reverencié— Encantado de conocerle—. Volví a reincorporarme mientras le sonreía y finalmente emprendimos el paso por la ciudad hasta llegar a un templo.
Ingresamos al interior solo para ver a dos personas que no conocía de nada, una estaba rezando y la otra se acercó a recibirnos con una sutil reverencia, por lo que correspondí.
— Esto...Disculpen mi intromisión, me llamo Shiori—. Reverencié—Encantada de conocerles, habíamos venido a buscar a Takeda-san

 

Togashi
Mercado

La sonrisa en su rostro se ensanchó un poco y sus labios temblaron por un momento. Por mucho tiempo, la pérdida de Kanade le había quitado la voluntad de luchar por vivir, hasta que su existencia junto al clan Minamoto le permitió hallar otro camino para su duelo. Que alguien más le dijera que vivía para honrarla movía muchas cosas en su interior. Al igual que Tetsuo, él también se ocupó con esfuerzo de que sus lágrimas no salieran.

—Lo que dices significa mucho para mí. Gracias, Tetsuo —separó su mano del hombro del joven—. Takagi debe pensar lo mismo de su hermano, quien llevará en alto su nombre y el de la familia Azai —ambos volvieron a emprender la marcha hacia el comercio de utensilios de cocina—. Ya casi llegamos.



Comercio de utensilios de cocina

Llegaron al lugar justo a tiempo para escuchar algo interesante que decía el hombre que afilaba un cuchillo. Le hablaba a Riku, el último Fujiwara que había llegado a la ciudad mientras Kirara atendía sus heridas. Hablaban sobre un herrero desaparecido de nombre Kyuzo. Togashi no reconocía ese nombre, pero la conversación captó su interés.

—Perdón por la intromisión, señores —intervino y saludó con una reverencia a Riku y al hombre—. Escuchamos su historia al acercarnos a este lugar y estoy interesado en el tal Kyuzo, o en cualquiera que pueda ayudar a introducirme en el arte de la herrería para servir en la guerra —enfocó su mirada, entonces, en el hombre del cuchillo— ¿A quiénes te refieres como los “asesinos” que portan las armas de ese herrero, señor? ¿Estás seguro de que no hay una mínima pista sobre a dónde pudo haber ido? —sus ojos, acto seguido, se posaron en la mano del hombre— Parece que hace muy bien su trabajo, ese filo se ve de calidad —a Togashi le gustaba apreciar el trabajo hecho con ganas, los oficios realizados con mimo. Era algo que había ido descubriendo recientemente— ¿Cuánto pide por el cuchillo?

 

Kenzaburo

—Un encuentro entre tu antiguo señor y el propio Takeda hubiera sido beneficioso para el mundo entero, no simplemente Japón. —dijo Kenzaburo, subrayando la importancia de aquella escena que nunca podría hacerse realidad. Una lástima. Takeda necesita líderes nobles a su lado que estén respaldados de hombres ciegos de lealtad de la talla de Terunobu. Ni niños abandonados ni niñas huérfanas serían lastimados en un mundo que haya conocido semejante alianza.

—Caballos. —murmuró entonces el rastreador, con los ojos abiertos, terminando de atar los jabalíes recién obtenidos. Makoto resopló intranquilo y el samurái se agazapó al animal con una agilidad felina. —Creo que...

Pero las palabras de Terunobu lo dejaron asombrado, siguiendole la pista con dificultad, con un oído siempre vigilante sobre su espalda. Ver las banderas negras le dio una idea de que lo estaba sucediendo. Frenó a su montura junto a Terunobu, el hombre afirmaba a las últimas palabras del guardián de los Azai, viendo la figura del propio señor de Nagano en persona, un señor de la guerra.

—Kenzaburo Minamoto. —pronunció con rapidez, realizando una reverencia del mismo nivel que el propio Terunobu. No le miró a los ojos mientras seguía diciendo. —Es un honor tenerle frente a frente, señor. —se enderezó; toda persona bélica era del agrado del ex ronin. Sentía que eran hombres prácticos y seguros, como lo era él mismo. Luego miró a Hinata, reconociendo su rostro; una mujer maciza y férrea. No reconoció a los hombres que estaban junto a los Tao, aunque les saludó con una leve inclinación de cabeza y una leve reverencia hacia los chinos. Misato estaría alegre de ver a Yin allí mismo. Y podría alegrarle con la noticia de la muerte de Masaki, aunque Kenzaburo se sentía incapaz de sacarle la sorpresa a la señorita Misato.

—Creo que es momento de que volvamos, Terunobu. —observó el ejército de Nagano; eran guerreros fuertes y disciplinados. ¿El apellido Minamoto despertaba tanto? Solo esperaba estar a la altura. —Estos jabalíes podremos repartilos entre los trabajadores de la ciudad. Herreros, artesanos, cualquier comerciante que haya decidido quedarse a ayudar en esta guerra. Tenemos que demostrar que los que velan por su seguridad se preocupan de verdad por el pueblo. Después de todo, puedo considerarme alguien de ellos hasta hace no muy poco.

 

Ginko Harutomo

El camino fue bastante agradable, en algunos momentos se dejaba rebasar para ir atrás de todo así podía fumar mientras disfrutaba de la cabalgata y el paisaje.

Avanzaron hasta Shizuoka y en las afueras de la ciudad, antes de ingresar, frenaron al toparse con quien al parecer era un conocido del señor de Nagano. Junto a él, había otro hombre que saludó con una reverencia y mucha admiración por una gran figura bélica.

—¿Conoces a esta gente, Hinata?— le preguntó discretamente a su compañera que justo la tenía al lado.

 

Santuario
[Takeda; Matsuda; Tsuna; Sanada; Shiori]

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Takeda se levantó y volteó hacia los recién llegados.

Contenido oculto: Takeda

—Yo soy Takeda; encantado de conocerlos—mencionó con una leve reverencia mientras los observaba tratando de reconocer a alguno de los presentes, miró a su compañero Matsuda, esperando que este los reconociera; pero tampoco parecía hacerlo —Y él es Matsuda Koreaki.

Contenido oculto: Matsuda

—Un placer — mencionó Matsuda —¿Y ustedes quienes son?— inquirió

Contenido oculto

madarauchiha

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Afueras de Shizuoka
[Kenzaburo; Terunobu; Ginko; Guardia de Nagano; Clan Tao; Clan Asakura]

Hinata afirmó —Conozco a uno de ellos; se llama Kenzaburo, es uno de los hombres de Takeda Minamoto, nuestro aliado —mencionó hacia Ginko.

—Es bueno ver rostros conocidos antes de entrar a Shizuoka —mencionó Takami, el señor de Nagano.

Terunobu afirmó ante la decisión de Kenzaburo —Es de alto grado de nobleza compartir la caza con los que apoyan en la ciudad. Es momento de regresar —dijo hacia Kenzaburo para después dirigirse a su señor —Se ha llevado a cabo la primera audiencia, mi señor Tetsuo acudió a ella.

—Entonces no debo de preparar mis armas; si mi hijo estuvo en la audiencia estoy seguro que dejó zanjado nuestro ingreso —mencionó mientras regresaban hacia Shizuoka.

—Señor Kenzaburo —llamó Yin la atención del samurai —La señorita Misato... ¿Se encuentra bien? —preguntó preocupado al ver el aspecto de Kenzaburo y la ausencia de Misato.

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Calles de Shizuoka
[Kenzaburo; Terunobu; Ginko; Guardia de Nagano; Clan Tao; Clan Asakura]

Entraron a la ciudad; gran parte de los soldados se quedaron en los campamentos en el exterior, demostrando su entrenamiento ante la guerra, levantando sus tiendas con velocidad y orden..

Mientras tanto Takami entró a Shizuoka con su guardia dirigiéndose a la casa feudal; así como Tetsuo siempre era acompañado por Terunobu por protección.

—Llevaré los jabalíes al Oyaji, allí el señor Tomoka y sus empleados nos podrán ayudar a prepararlo para repartirlo— dijo hacia Kenzaburo.

Rei miró hacia Ginko —Espero no recriminen a mi padre por no presentarse— mencionó preocupado.

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rapuma +50 EXP y 2 jabalíes. (aun no he actualizado las estadísticas)
Slam (aun no he actualizado las estadísticas, te debo dinero de los días transcurridos)

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Comercio de utensilios de cocina
[Riku;Togashi; Tetsuo]

El hombre observó el hanko, después observó a Riku y sonrió —Fue un herrero que dedicó gran parte de su vida a la misma profesión que yo, se le conocía por Keishō; lo recuerdo, hacía los mejores aperos agrícolas; hoces, hachas, sierras y picos —su sonrisa se desvaneció — Hasta que Shishido utilizó una hoz suya y la ató a una cadena creando una kusarigama; desde entonces fue reconocido como un armero, algo que no era; al menos no de corazón, pues su visión siempre estuvo en la forja del pueblo —dijo levantando su cuchillo.

Después el hombre se giró hacia Togashi y escupió a un lado —Kyuzo desperdició su potencial creando armas para los Taira; grandes aceros que terminaron llenos de corrupción y asesinatos despiadados disfrazados de falsa justicia. Y nadie sabe a dónde ha ido, pero sea dónde se encuentre, espero se esté arrepintiendo por haber manchado el nombre de la herrería —dijo mientras miraba el cuchillo que recién había afilado; lo lanzó a una de las paredes de su negocio, clavándose perfectamente en la madera —No necesitas buscar a Kyuzo para aprender de buena herrería; no porque haga cuchillos para el hogar significa que sea menos herrero que ese maldito. Mi profesión es modesta pero me enorgullezco de ella —señaló el cuchillo clavado — Ese cuchillo cortará los huesos de un jabalí en un instante. Y lo vendo a cien monedas.

Tetsuo se acercó al cuchillo y lo zafó de la pared admirando el filo.

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Monpoke Bruno TDF

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Puerto
[Takano; Yuzuki]

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Takano observó como Ukita se retiraba sin decir nada mas, después miró a Yuzuki quien se sentaba al muelle a observar el mar, siguiendo de inmediato el consejo de Ukita.

—Decido quedarme —mencionó como una respuesta a un interrogatorio; para después sentarse a su lado — Esta playa se llama Miho, amplia y perfecta para el comercio marítimo—dijo mientras veía la arena tan obscura de la playa, casi de color negro, era hermosa. Y un sitio idóneo para contemplar a la lejanía el monte Fuji — A diferencia de Kamakura, dónde las fuerte olas rompen constantemente destruyendo barcos a su paso —Takano conocía esos datos, era su deber, para eso entrenó toda su vida —Conozco la costa; no necesito detenerme y mirar el mar.

Permaneció en silencio, las olas fueron el único sonido por un buen momento. A pesar de ello, el silencio no era incómodo.

—Si mantenemos a las tropas con ánimo, será suficiente; si no perdemos terreno, será suficiente; si no caemos ante el clima, será suficiente —Takano no podía sacarse de la mente la guerra, era algo que estaba incrustado en su pensamiento. No se detenía jamás a disfrutar de algún momento en paz, desde la infancia, era el que comía a velocidad para apresurarse a llegar a su siguiente entrenamiento mientras los demás comían con calma; pues mientras todos descansaban del entrenamiento físico, el debía ir al bosque a entrenar su mente. Detenerse a contemplar algo que no estuviera en un tablero de shogi no era algo que entrara en su rutina.

Una pérdida de tiempo.

Allí estaba él, hablando sin mirar al horizonte —No necesito ver el mar — no tenía tiempo para eso, estaba ocupado — Mientras pueda mirarte a ti, será suficiente —su mirada no estaba en el mar, allí no había nada que el anhelara; miraba a Yuzuki, porque junto a él, estaba lo que verdaderamente amaba.

—No creí que fuera necesario especificarlo—mencionó con algo de color en las mejillas tomando la mano de Yuzuki entre la suya —Pensaba que era evidente lo que siento por ti, Yuzu — ese momento que había sido interrumpido por Jiin en Kamakura era recuperado —Mi tiempo es tuyo, espero eso te sea suficiente.

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Yáahl

 

Shiori
El chico de cabellos largos, que se mantenía rezando se levantaba para mirarnos tras mi presentación, vaya, para ser el líder de los minamoto era muy joven (Y, para que negarlo, muy guapo) y parecía alguien muy amable sin dudas.

Introdujo a Matsuda, ¿Así que así se llamaba el otro chico? Igualmente, le devolví a la reverencia a Takeda, mientras Matsuda empezaba a abrir la boca para hablar.

Me sorprendió la segunda pregunta ¿Quizás no me habría oído la primera vez? Bueno, no me importaba reiterarlo cuántas veces fuera menester.
— Me llamo Shiori, un placer, y él— Dirigí mi mirada a Tsunayoshi— Es Tsunayoshi-san, el hijo de Nagato-san, el actual señor feudal de Shizuoka, buscábamos hablar con ustedes—. Les dirigí una cálida sonrisa.

 

Riku

Sonrió levemente al escuchar aquello. Siguió su corazón, enfocado en aquello que decidió. A pesar de lograr más, expandir su talento, permaneció junto al pueblo...

"No habrá sido siguiendo la forja, pero continuo apoyando al pueblo hasta sus últimos años". Un agricultor, aquel que usa las herramientas.

Keishō.
Por el pueblo, ¿Y por la familia?
Detalles pequeños se agregan al significado de una katana, revelando sentido tras su forja. Al menos, aquello que es más complicado adivinar.

"Raras, pero no nulas". Bajo la mano hacia la empuñadura. "Tambièn forjo armas".

"Gracias señor". Agradezco complacido por lo poco dicho, dejo más incógnitas con las caul empece. Pero saber en totalidad del caso no fue mi intención.

Habla como si Keishō hubiera muerto hace tiempo, lo cual, si es cierto, eso reduce a una persona mí lista.

 

Togashi
Comercio de utensilios de cocina

El herrero escupió a un lado en clara señal de que el tema de Kyuzo le parecía despreciable. Contó que este había creado armas para los Taira. Por la forma en que relataba los hechos, debía de suponer que Kyuzo se había hecho la errónea ilusión de que sus creaciones iban a ser usadas en nombre de la justicia, pues definía ese concepto. También cabía la posibilidad de que fuera consciente de lo que enfrentaba al momento de estrellar su martillo contra el acero ardiente… En fin, cosas que no podían definirse en aquella conversación, dada la ausencia de aquel desaparecido herrero. Pero sabiendo que sus armas estaban en manos del clan que le arrebató su hogar, no tenía motivos para seguir interesado en Kyuzo.

Siguió con la mirada la trayectoria del cuchillo arrojado, el cual quedó limpiamente incrustado en una pared del negocio, sin siquiera quedarse vibrando por el impacto. Lo escuchó lo que aquel hombre dijo respecto de aprender herrería, además del precio del cuchillo que ahora Tetsuo inspeccionaba. Togashi miró a su interlocutor miró a su interlocutor con semblante calmo.

—No he menospreciado tu trabajo, te pido disculpas si se entendió de ese modo —afirmó en un tono conciliador—. Es buen cuchillo, así que lo adquiriré por el valor que le has dado —asintió con seguridad—. Pero no vine sólo por eso: ya que tocamos el tema, estoy interesado en que me enseñes la profesión de la herrería; muéstrame lo que hay que tener para realizar un filo como el que acabas de exhibir —hizo una reverencia algo pronunciada para remarcar su petición—. ¡Por favor! —volvió a erguirse para mirarlo—. Soy Togashi Minamoto, quien me acompaña se llama Tetsuo Azai. ¿Cuál es su nombre, herrero?

 

Kenzaburo

Mientras seguía al grueso de las tropas, observó como los soldados levantaban tiendas y alineaban un perímetro defensivo mientras el señor feudal de Nagano ingresaba, luego de tantos años, a un territorio considerado hostil hasta ese momento. El samurái admiró la destreza de los hombres, que cavaban y ataban postes al suelo para levantar los toldos con manualidades estudiadas durante años. Eran hombres de guerra. Takeda tenía a soldados fuertes a su lado.

—La señorita Misato se encuentra bien. —le respondió a Yin mientras seguían caminando. Le miró a los ojos y se permitió bajar su guardia siempre afilada en una pequeña sonrisa. —Me salvó la vida. —y sin darle tiempo de réplica, siguió a Terunobu hacia el Oyaji.

 

Santuario
[Takeda; Matsuda; Tsuna; Sanada; Shiori]

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Takeda sonrió —Entonces eres Tsuna; he oído mucho de ti por los míos. Me alegra saber que ambos están bien —dijo ante Shiori y Tsuna

Tsuna afirmó —Me hubiera gustado poder recibirlo por la mañana cuando llegó a Shizuoka; pero vera... tuvimos un pequeño inconveniente.

—Una pelea con tu padre; lo sabemos, Tetsuo nos informó en la audiencia —Takeda se acercó a ustedes, el aroma a incienso los embargó —Me complace decirte que varios te defendieron; Yuzuki, Tetsuo, Hideyoshi, Misato e incluso Takano. Es bueno saber que podemos contar contigo, Tsunayoshi —miró a Shiori —Y es bueno ver que no estás solo, es importante tener aliados a tu alrededor.

Tsuna miró a Shiori y sonrió, después se giró hacia Sanada, su maestro; por último regreso la vista hacia Takeda —He venido a informarle que planeo ayudar en esta guerra; soy hábil con el sable.

—Tsuna...—mencionó Sanada con un tono bajo, de alguien que respetaba al joven y a su vez se preocupaba por él.

—Sanada, Shizuoka necesita a todos en esta guerra, no me quedaré en casa escuchando los gritos desde mi habitación—mencionó Tsuna.

—Pero Señor...—intervino Sanada nuevamente.

—Tratan de protegerte, Tsuna. Pero eres tú quien decide tu posición en esta guerra—miró a Sanada, conocía perfectamente esa mirada de preocupación; era una que había recibido él, esperando que se mantuviera lejos del peligro — A un guerrero no lo detendrán si desea pelear; es por eso que se debe decidir, tratar de ocultarlo para que este actúe de manera individual ante el enemigo, o apoyarlo para que este pelee protegido.

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madarauchiha

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Oyaji
[Kenzaburo; Terunobu]

Avanzaron hacia el Oyaji que se distinguía por estar junto a un extenso campo de girasoles. Golpearon a la puerta y no tardó un anciano en deslizar la puerta, miró a ambos y afirmó.

—Veo que han traído alimento para los soldados —mencionó limpiando sus manos en el mandil que tenía amarrado — Acompáñenme.

El anciano avanzó a un ritmo lento, al parecer era de los pocos civiles que decidieron quedarse en Shizuoka en lugar de moverse hacia Kamakura. Llegaron hacia la cocina donde algunas personas ayudaban preparando la comida para parte de las tropas.

—Pueden dejar la caza en una de las mesas; me encargaré de sacarles el máximo provecho a su carne—mencionó el anciano —En retribución pueden descansar en esta residencia; seguro están cansados.

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rapuma

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Comercio de utensilios de cocina
[Riku;Togashi; Tetsuo]

El hombre afirmó ante Riku —Si; todos terminamos haciendo armas; porque las guerras no terminan —después miró hacia Togashi, se levantó en el momente en el que este hizo su petición.

—Entonces lo que hacías era ver mi valor como maestro y no como herrero —sonrió — Mi nombre es Yukimura, y si puedo enseñarte el oficio; si estás dispuesto rl gran trabajo físico que requiere. Pues estoy seguro que cualquier herrero puede convertirse en un buen guerrero; pero no todo guerrero puede convertirse en un buen herrero.

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Monpoke Bruno TDF

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Puerto
[Takano; Yuzuki]

Takano sintió el abrazo y escuchó su respiración, él en cambio relajó los hombros; la tensión desaparecía, pues aunque tratara de mostrarse calmo ante la situación; hablar de sentimientos siempre lo ponía en tensión, le era difícil, incluso mas que cualquier partida de shogi, incluso más que intentar hablar con su padre. Se separó de él para unir frente con frente.

"Puedes hacer felices a las personas al recordarles cosas que ya saben"

Analizó esa oración; para él no tenía sentido, cuando les repetía las cosas a los Minamoto no parecía surtir ningún efecto, no importaba cuantas veces les advertía, siempre le llegaban con los mismos problemas. Pero esto era distinto ¿Por qué lo era?

"Porque te quiero. Eres mi familia y llevo queriéndote toda la vida"

Sólo bastó escucharlo del otro lado para entenderlo; el por qué era tan importante decirlo. Se sentía como una explosión de energía al cuerpo, como si un té de ginseng entrara a su sistema revitalizándolo inmediatamente, era energía pura, era calor y frío.

Sonrió. Porque era la primera vez que escuchaba esas palabras dirigidas hacia él.

—Te quiero, Yuzu. Puedo repetirlo las veces que quieras —no podía dejar de sonreír pero sintió vergüenza por lo que desvió la mirada al suelo —Pero no frente a los demás— rio, pues aun era un niño en sentimientos. Tímido y avergonzado porque le gustaba alguien.

—Takeda y Chikusa tenían razón...— dijo por lo bajo —maldita sea.

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Yáahl

 

Riku

"Si hay quien las hace, significa que alguien las tomara. Sea guerrero o no. Mucha manos estarían vacías si no fuera por los herreros". Recito aquello que habla de quién soy.

"Aprecio lo que me has revelado sobre el pasado de alguien de mí familia". Hago una reverencia en gratitud, manteniendo el volumen bajo y calmado. "Debo de encargarme de otros asuntos, espero poder hablar en un tiempo menos ajetreado".

Pensé... Tal vez, aprovechar esa oferta de la forja que Togashi. Pero no. Aún no es momento, primero debo sobrevivir está guerra y salir victorioso. Ser un guerrero.

Debo completar aquello que soy incapaz antes de desear aprender un nuevo oficio, aún si no nací para ello, debo ser un samurái.

"Hasta nos volvamos a ver". Suelto lo suficiente alto para todos, caras que no será la última vez que vea.

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A la herbolaria

 

Kenzaburo


[adelantarlo al 2:35]

—Lamentamos no traer tanta carne, espero que puedan utilizarlo al cien por cien. Pieles, carne, todo para el pueblo. Tienen que sentirse cuidados. —golpeó con sus nudillos en una de las mesas mientras caminaba por la sala. —Iré a descansar un momento la mente. Terunobu, gracias por acompañarme y contar tu historia. —se llevó la mano a la cintura, tomando de ese modo la katana de Mao y enseñándosela. —Es de mi aprendiz. Y aunque no pueda expresar mis sentimientos con euforia, puedo decir que por primera vez en mucho tiempo siento mucho dolor en el centro de mi pecho; un dolor que aturde mis sentidos y lleva a mi alma a estar en constante contradicciones continuas. Murió a mano de mi señor Minamoto, el cual ejerció su justicia. Liberó a un rehén de guerra, a una víbora que pudo escandalizar la mente de una chiquilla que solo quería un mundo mejor. Si, siento dolor, Terunobu. Un dolor quemante que aturde mis sentidos y nubla mis pensamientos. Pero el dolor, como solía decirme Mao: "no te hace menos, el dolor no te hace menos digno de lo que eres; el dolor no significa que no puedas perdonar a quien deba ser perdonado; el dolor no te hace una mala persona; las malas decisiones no te hacen una mala persona, nunca, y espero que sepas eso. Dudar de lo que sientes no te hace una mala persona, nunca es tarde para empezar de nuevo. Empezar a hacer lo que quieres, empezar a decir lo que quieres. Solo serás lo que decidas ser.". —se quedó en silencio, exhibiendo la katana hacia su compañero de caza. Bajó la mirada, ya que sentía lágrimas en sus ojos. —Y el dolor me aturde, Terunobu. Ella creía en mí. Siempre lo hizo. Y es hora de empezar a creer en mí. Ella siempre trabajó mucho por querer hacer lo correcto entre todo lo malo que siempre he hecho. No lo voy a negar, la vida es un asco a ratos, pero ella no. Mao no. —levantó la vista hacia los ojos de su interlocutor y le habló con decisión. —Tu me regalaste una historia épica de tu pasado, déjame darte de mi humilde posición un consejo, Terunobu. Ahora vive. Vive y di lo que tengas que decir. Busca a quien tengas que buscar, consigue lo que tengas que conseguir, ama a lo que tengas que amar, y sé firme hasta tu último aliento. Porque el tiempo... el tiempo no va a esperar. —realizó una inclinación y caminó con prisas hacia su habitación, cerrándose detrás de él.

Vomitó a un costado, era bilis amarillenta. Kenzaburo tosió y tuvo tres arcadas hasta poder controlarse. Se limpió la boca y bebió agua directamente de la vasija. Se quedó con los brazos en jarra mirando al suelo, respirando con intensidad. Sujetó con fuerza un vaso de cristal y lo estrelló contra la pared mientras gritaba y golpeaba con su puño el suelo. Lloró entre hipeos suaves, en silencio. No quería que nadie le oyera. Cuando pudo recuperar la compostura se dirigió hacia una mesa que contenía quesos, frutas y arroz. Cogió un poco de todo y se dejó caer en la bañera. Se limpió con energía el cuerpo, dejando arañazos en los antebrazos y piernas. Cogió su katana y se cortó varios mechones de pelo, los cuales caían sobre el agua como hojas caen de un árbol en otoño. Se miró en el reflejo del agua y se rascó la barba puntiaguda mientras pensaba en rasurarse. Afirmó hacia su propio reflejo, como para darse firmeza en su resolución y comenzó a afeitarse con la hoja afilada.