Pasillo (Primera planta)

Ese par era un calco de Nagi y Vite, pero en una versión genderswap.

Rachel estaba comparando su altura con la de Sakuya, se veía impresionada con la altura de la joven, sin soltar en ningún momento su cartón de jugo. Una monada sin dudas.

Dió el visto bueno sobre su particular estatura, además de eso, le gustaba ir en plan desmadre con Yule, lo hacía sentir nervioso y apenado, muy similar a Watanabe y Horiazana, definitivamente tenía que quedarse con los chicos de primero, ya había conocido a cuatro y el cien por ciento eran de buen temperamento, hasta ahora.

Shirai-kun tenía un dejo de desorientación, al parecer, y bajo admisión de él mismo, Amery le había dejado la gerencia del club así sin más, algo no cuadraba, pero aquellos dos no le daban ningún tipo de vibra sospechosa que le hiciera dudar de ellos o de sus buenas intenciones.

O bien Amery era un tipo descuidado o solo eran coincidencias inoportunas, pero repitiendo, no había nada sospechoso o fuera de lugar en ellos, ningún rastro de que estuvieran mintiendo, quedaba confiar en ellos.

—No se preocupe, Shirai-san, le dejaré mis datos sin ningún tipo de problema —sonrió, a modo de que se distrajera del apuro extracurricular en el que estaba—, ¿En qué día y horas se reúne el club?

 

No esperaba que durante la ausencia de Shawn llegasen más interesados del club, y debía admitir que me tomó bastante desprevenido. Me gustaba estar informado siempre, poder tener respuestas para toda clase de escenarios, pero en aquel escenario estaba totalmente en blanco. Era tan cuadriculado y organizado que no me salía bien improvisar, de modo que solo me quedó ser sincero con la senpai.

Al menos Sakuya se lo tomó bien y pude dejar escapar el aire despacio, destensando un tanto los hombros. Al principio había temido que tuviese alguna de las personalidades avasallantes que solían frecuentar entre los de tercero, pero ella se notaba mucho más relajada y eso me facilitaba bastante el trabajo.

—Muchas gracias. No tengo ningún papel a mano pero puede pasarse por mi clase antes de que inicien las clases —le ofrecí, rodeando el bento entre mis manos algo apurado. Con el tema de la reunión no había podido comer nada.

Por suerte Rachel había terminado su jugo, y al regresar de lanzar el brick a la basura alcanzó a escuchar mi respuesta.

—Puedo ir a por un folio y un bolígrafo en un momento —concedió con tranquilidad. Me dio una palmadita suave en la espalda, animándome a terminar lo que había venido a hacer—. ¿Por qué no almuerzas mientras con Izayoi-senpai? Se te va a hacer tarde.

Miré a la mayor con cierta pena, y busqué las escaleras cercanas no sin cierta incomodidad. No era muy bueno para socializar con desconocidos, pero Rach no debería tardar mucho en regresar y se me estaba haciendo tarde.

—Está bien... Por aquí, senpai —le indiqué, tomando sitio poco después en el escalón, y abrí mi bento mientras le daba un sorbo al jugo que Nagi me había dado a mí. Mientras desanudaba el pañuelo recordé la pregunta de la chica, y sin apartar la mirada de lo que estaba haciendo rememoré los horarios de cabeza—. De martes a jueves, a veces en el receso y a veces después de clase. Depende de qué tan bien le venga a sus miembros, puede indicarnos en el formulario cual te viene mejor.

>>¿Es... su primera semana, Izayoi-senpai?

 

Ese ambiente ameno y tranquilo era de lo mejor para Sakuya, cosa que le había permitido disipar todo el mal rato que había acontecido en materia de minutos y horas atrás.

Además de eso, la sinceridad de Shirai era de agradecer, si había quedado a cargo del club de baloncesto por los momentos el mejor curso de acción era ser honestos, y lo estaba siendo, no tenía ni puñetera idea para empezar, pero era preferible que lo admitiera a que estuviera improvisando cualquier estupidez para quedar bien.

Aunque la pequeña Rachel había llegado al rescate, trayendo un papelito y el bolígrafo, luego de acabar el cartón del jugo, se veía era una chica proactiva y eso caía bien.

Terminó notando que Shirai era particularmente tímido y se sentía un poco fuera de lugar con la presencia de Sakuya, no se le daba del todo socializar, y con lo que había sucedido anteriormente, era un punto en común con la joven Izayoi.

Prestó atención especial a las indicaciones sobre las reuniones del club, tomando nota del mismo, se veía bastante flexible así que no iba a tener problemas, pero luego llegó una pregunta de su parte

No tardó nada en asentir con la cabeza, era una total extraña en el lugar

—Lo es, además de que tengo menos de un mes de mudarme desde Saitama —sonrió, buscando que se sintiera más en confianza—, por lo que soy nueva aquí en Sakura y en Tokio por extensión.

Y una idea rápida pasó por su mente

>>¿Que otros clubes deportivos hay, Shirai-kun?

 

Comencé a comer, notando en la forma que cogía los palillos la ligera tensión que sentía. Al principio cada vez que había un silencio entre nosotros lo sentía super incómodo, porque no sabía qué agregar y era consciente de que solo lo empeoraría más. De modo que agaché la mirada hacia mi bento, con visitas fugaces hacia el aula de Rachel a la espera de que regresase con el folio y el bolígrafo para Sakuya.

La senpai parecía ser nueva en la academia y en la ciudad por igual. Recibí su sonrisa amable y exhalé con lentitud, volviendo a llevarme otro pedazo de comida a la boca. Debía ser bastante difícil adaptarse, yo al menos había estado un tiempo en casa de Shawn cuando me acogieron en su familia. El cambio del campo a la ciudad tampoco fue demasiado fácil que digamos.

No sabía qué hubiera sido de mí si los Amery nunca me hubiesen sacado de ese horrible agujero.

—No hay... demasiados en general, pero está incluso el de esgrima. También lo lleva Shawn —le expliqué, alzando la mirada entre el flequillo tímidamente—. Es muy amante de los deportes, parece que si no fuera por él la escuela en general no tendría demasiado interés en ello.

Y ahora que se había alejado de ellos me preguntaba qué pasaría. ¿Nos los cerrarían? ¿Habría que buscar otro presidente, quizás? En esas estaba, sumido en mis pensamientos mientras comía, cuando los pasos de alguien más me hicieron mirar alrededor. Rachel había llegado, y le tendía a Sakuya el papel en una mano y el bolígrafo en otra.

—Todo tuyo, Izayoi-senpai —le sonrió, y cuando los tomó metió las manos en los bolsillos, balanceándose de delante hacia atrás con suavidad—. Son poquitas cosas; tu nombre, teléfono de contacto, dirección y preferencias, creo.

—Los horarios también son importantes —añadí, y suavicé un poco mi expresión con su llegada—. Gracias, Gardner-san.

—A la orden~.

 

Shirai era tímido, ya se podía dar por sentado aquello, pero el jovencito se sabía mover por Sakura y estaba informado, ya conocía el lugar así que eso era un plus.

Los silencios si eran incómodos, por lo que la mejor manera de mantener el ambiente era conversando, Sakuya no era una chica con montones de amigos, pero no por ello iba a dejar de intentar socializar, no se podía pedir mucho a un par de introvertidos, por suerte la presencia de Rachel ayudaba en ese aspecto.

¿También practicaban esgrima? Estaba chachi, y el presidente del club también era Amery, se veía que el chico tenía un compromiso con las actividades atléticas, le había tomado interés al asunto también.

Esa niña era un pedacito de cielo, había bajado un ángel luego de ver salir pitando a un demonio, por lo que su presencia reconfortante era necesaria, había traído luz al pésimo ánimo que en ocasiones se formaba

—¡Muchísimas gracias, Gardner-san! —le agradeció de una manera efusiva, tomando los implementos que le había conseguido.

Prosiguió a rellenar los datos solicitados en el folio, procurando que fuera todo legible y sirviera de algo, su caligrafía no era la mejor de todas así que había que ser cuidadoso para no terminar provocando un malentendido.

>>¿Y que se traen con el club de esgrima?

 

No me costó demasiado tiempo ir a mi aula y regresar con el material. Algún que otro alumno se había quedado a comer en su mesa, pero casi todos estaban fuera o rondando el aula de Shirai. Rebusqué en mi mochila, arranqué una hoja del cuaderno y pillé el bolígrafo de color negro antes de regresar al pasillo.

Yule y Sakuya se habían sentado en las escaleras, el menor con el bento sobre sus rodillas. Debían quedar unos cinco o diez minutos de receso, así que era más que probable que no se lo acabaría todo, pero lo estaba intentando. Suerte que tenía el zumito de Nagi o se me atragantaba allí mismo.

Mi sonrisa se ensanchó ante el efusivo agradecimiento de la mayor, restándole importancia con un movimiento de cabeza. Casi parecía que no había estado acostumbrada a tratar con gente sociable en el tiempo que llevaba en el Sakura, pero poco sabía yo de su mala suerte.

—Yo escuché que suelen hacer un rito de iniciación en ese club. Un uno contra uno con los veteranos o algo así —rememoré, buscando la aprobación del chico con la mirada mientras comía. Su hermano se lo había contado y por extensión, él a mí—. Igual solo hay dos veteranos, ¿no? Amery-senpai y Meyer-senpai, la chica del cabello lindo.

—Mhm.

Yule debía estar bastante aliviado de que hubiese llegado, en parte porque me gustaba conversar con Sakuya, y en parte porque así podía seguir comiendo. Me incliné para curiosear lo que escribía, curiosa.

—Tienes una letra muy bonita. ¿Te gusta escribir? —pregunté, un poco al aire porque no la conocía demasiado—. ¿O quizás eres más de deportes?

 

La pequeña Rachel estaba al tanto del club de esgrima, nada mal, se veía era una chica con recursos, aunque con la descripción que estaba dando parecía un club pequeño, y aparte de Amery estaba una chica de apellido teutón, Frau Meyer.

Según su descripción pues era dedicada al cuidado de su cabello, o tenía un color que la favorecía, pero de resto no había más sobre ella.

—Soy más del tipo deportivo, Miss Gardner —sonrió, no prestando atención del todo al comentario de la letra—, la escritura no es del todo mi fuerte.

Las dudas sobre el club de esgrima se habían asentado ya como para ignorar que se estaba comprometiendo de más si se unía, pero le resultaba lo suficientemente interesante y atractivo como para tomar consideración.

Resolver unas dudas no estaba de más, y más con una chica como Sakuya, que tenía una inclinación deportiva marcada, en parte por gusto, en parte por la necesidad de buscar una sensación de utilidad y pertenencia para dar sentido a su existencia, así que decidió lanzarse al agua.

>>¿Estás a cargo de la esgrima también, Shirai-kun?

 

Suerte que Rachel sí sabía entablar una conversación decente cuando estaba en confianza, porque yo ya me había quedado sin recursos. Y desviar la mirada hacia el bento como quien no quiere la cosa sonaba estúpido, seguiría estando allí y las preguntas continuarían llegando.

No alcancé a ver la letra de Sakuya, pues me parecía invasivo y de mala educación acercarse de esa forma a quien acabas de conocer. Además, el informe iba a pasar por mis manos, podía echarle un ojo más tarde. En cambio a la rubia no pareció importarle las reglas de la sociedad japonesa, pues continuó inclinada cerca de su hombro asintiendo de vez en cuando con la cabeza.

—Oh, ¿cuáles practicas? Yo soy muy torpe para ellos —se excusó. Fruncí algo el ceño desde mi lugar, observando el intercambio, pues no era esa la razón principal.

Recordaba haberle propuesto jugar al baloncesto con nosotros y evitar hacerlo por... ¿motivos de salud, dijo?

En cualquier caso mientras me bajaba la comida dándole un sorbo al zumo Sakuya se dirigió a mí de nuevo, tomándome algo por sorpresa. No iba a mentir, creí que podría seguir siendo invisible un rato más.

—No, no. Solo del de baloncesto —le aclaré. Si ya me moría con uno, no podía imaginarme con dos—. Pero puedo pasarle también el dato a Shawn si te interesa y tal.

 

Si que era una niña curiosa, ¿Verdad? Pero no incordiaba para nada, tenía interés genuino, no preguntaba por andar molestando, quería conocer más sobre los intereses atléticos de Izayoi, así que lo mejor era abrirse y ser sinceros

—El baloncesto es mi fuerte, Miss Gardner, aunque llevo un año sin jugar, así que necesitaré ponerme las pilas de nuevo, tengo experiencia en deportes extremos como el paintball y el airsoft pero va por parte de mi hermano mayor que es el que los practica, aunque si me molan —sonrió más, sintiéndose en total confianza—, cuando comencé con el baloncesto era particularmente patosa y torpe, aunque de nuevo bajo la tutela de mi hermano me he ido puliendo, solo es cuestión de entrenamiento y constancia.

Conversar así quitaba un peso enorme de encima, además ayudaba a cultivar la confianza, por lo que esa interacción era más que positiva, era la primera vez que se sentía capaz de desenvolverse con otras personas en lo que iba de día.

Aunque de nuevo el joven Shirai volvió a ser el foco de atención para Sakuya, al que no dudó en dedicarle una amable sonrisa

>>¡Muchas gracias, Yule-kun! Si no es mucha molestia, notifícaselo.

 

Parecía que había dado con la tecla correcta, porque al preguntarle por sus gustos la senpai había comenzado a hablar con más soltura. En general era ella la que preguntaba para mover la conversación, sobre todo con Shirai por obvias razones, así que creí que darle el foco le vendría bien.

No me equivocaba.

—¿Paintball y Airsoft? ¡Pero eso se ve super difícil! —exclamé, asombrada, echándole un vistazo de arriba a abajo. Teniendo en cuenta su aparente complexión atlética no debía resultarle demasiado difícil—. Tu hermano debe ser como super bueno. ¿Te enseñó durante muchos años? ¡Qué suerte!

Yule asintió ante el pedido de la senpai, rumiando algo en silencio. Escuchaba la conversación metido un poco en su mundo, pero algo pareció llamarle la atención y alzó la voz hacia la chica, captando por rebote mi atención.

—¿Te llevas bien con tu hermano, senpai?

Parpadeé, tomada por sorpresa con su repentina pregunta. El chico la miraba con seriedad. Suponía que el tema le tocaba demasiado cerca de casa.

—Yo también tengo una hermana mayor~ —añadí, aunque realmente nadie me había preguntado—. A veces es un dolor de muelas, pero nos queremos mucho igual.

 

—Si vas a jugar alguno de los dos, vete por el airsoft, ¡Es el menos doloroso de los dos! —se rió nerviosa, si bien disfrutaba del paintball, la parte menos placentera del proceso eran los bolazos—, oh, Hiroshi-san es habilidoso, aunque con su trabajo ya no juega con tanta frecuencia, además hay que buscar los campos en Tokio.

Gardner era muy comunicativa y no había dudado en tomar las riendas de la conversación, relegando a Shirai a un segundo plano que lo más seguro lo reconfortase, Sakuya había conectado con Rachel como si se conocieran de toda la vida.

—Le debo mucho de mi a Hiro-kun —sonrió más, refiriéndose de una manera peculiarmenre cariñosa a su hermano—, si no estuviera presente pues sería una persona totalmente distinta, o hubiera descubierto mis gustos por mis medios.

—Lo adoro, aunque si es mayor que yo por un margen algo considerable, es un pilar primordial en mi vida, es como si fuera mi padre —sonrió más, aunque había soltado eso último sin pensar, al darse cuenta tragó en seco procurando que no se dieran cuenta.

Una bola rápida directa a las costillas, un chispazo que encendía la llama de un viaje al pasado para nada placentero, cerró sus puños en un intento de desviar su atención.

¡Puta madre!

Yule se veía un poco incomodado por la pregunta, cosa que no ayudaba del todo, tal vez había algo que no le resultaba agradable sobre su entorno familiar, cosa que no extraña gracias a la rigurosidad y disciplina de las familias niponas, no le conocía del todo, así que no podía juzgarle por encima, pero empatizaba con él

Sus orbes aguamarinas se tornaron a la joven Gardner, al hacer referencia sobre su hermana mayor, que según ella, podía ser un poco pesada a veces pero seguían teniendo una buena relación, eso le permitió tranquilizarse de nuevo y proseguir con la charla, retomando su cálida sonrisa.

>>A veces los hermanos son pesados, pero están allí para acompañarnos y hacernos la vida más llevadera, no puedo imaginarme siendo hija única, la verdad.

 

No sabía muy bien a qué había venido mi pregunta. Fue uno de esos impulsos que tanto intentaba reprimir, pero que a veces simplemente se escapaban. Cargaban consigo pensamientos, inquietudes con las que no sabía tratar de alguna forma u otra. La discusión con mi hermano era una de ellas. El color se me subió ligeramente al rostro, avergonzado ante un error de ese calibre, pero la respuesta liviana de Rachel poco después le restó algo de peso de encima.

Sakuya no tuvo problemas en responder. La escuché, algo tenso al principio, sin saber muy bien qué esperar. Me habló de la diferencia de edad con su hermano, bastante más mayor, y de cuánto lo quería.

Como un padre.

Aunque ella no pudiese saberlo, afectada por sus propias palabras, aquella comparación me llegó al alma de alguna forma. Mi figura paterna y su desinterés hacia mi persona habían contribuido a mi carácter huraño, mi independencia desde temprana edad. No había tenido nunca un modelo al que seguir, había intentado sobrevivir en un mar de indiferencia hasta que me sacaron del agujero, hasta que pude extender las alas al fin y darme cuenta de que de verdad valía la pena. De que tenía algo que el resto no tenía, algo especial.

Y esa persona había sido Shawn.

Apreté los labios durante un segundo efímero, tomando una bocanada de aire con cierta fuerza. Rachel seguía conversando con ella, de modo que agradecí que los focos no estuvieran sobre mí.

—¡Lo mismo digo! Hubiera sido muy aburrido no tener a Vera conmigo —asintió la rubia, conforme con su modo de ver las cosas—. Algún día tenemos que hacer una reunión de hermanos, Izayoi-chan. ¡Sería super divertido!

La amena charla tuvo su final con la llegada de la campana, que finalizaba el receso, y Rachel no pudo evitar hacer una mueca lastimera. Se estaba divirtiendo charlando con Sakuya. Me levanté del escalón, guardando el bento semivacío en la cartera, y tomé con educación el papel con los datos de la senpai para guardarlo a buen recaudo. Por un momento dudé, allí de pie frente a ella, sobre si decirle o no algo más.

—Tenemos que volver a clase, senpai.

—Es una pena, ¡espero que vuelvas a almorzar con nosotros algún día!

Rachel fue la primera en adelantarse a la clase, despidiendo a la mayor con la mano, y yo la seguí con lentitud. En algún momento me detuve, en mitad del pasillo, y me giré hacia ella finalmente. Le sostuve la mirada azul, y mi expresión se suavizó hasta brindarle una sonrisa pequeña. Genuina.

—Gracias, senpai.

La timidez me impidió agregar algo más. Simplemente miré a ambos lados, y con un gesto que intentó ser una despedida bastante torpe, terminé por dirigirme hacia mi aula.

Gracias por hablar conmigo.

Ahora ya sé lo que tengo que hacer.

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Voy cerrando por aquí porque hoy tengo clases y voy a acabar muerta, así que no creo que alcance a postear más <3 Quedó super lindo omg, un placer haber roleado todo este receso contigo aaa

 

Había sonado el campanazo, señal de que era hora de regresar a las clases, justo en lo que la charla estaba de lo mejor.

Por un demonio, y justo que estaba tan chulo conversar con ellos, sobretodo con la jovencita, pero bueno, las clases son las clases.

Se levantó y se arregló el cabello rápidamente, no es que estuviera del todo bien peinada para empezar, pero para lucir algo más presentable, además de sacudirse el sucio de estar sentada en las escaleras.

Había llegado la hora de partir caminos por el resto del día, así que lo mejor era soltar una buena despedida

—¡Miss Gardner, Shirai-kun, gracias por su tiempo! —les sonrió, despidiéndose de ellos con la mano derecha—, por favor saluden a Nagi y a Vite de mi parte... ¡Suerte con sus clases y que tengan un buen día!

Su silueta luego desapareció al subir las escaleras hasta 3-3, su aula correspondiente, preparada para la última mitad del día de clases, había transcurrido rápido el receso, y se esperaba otro pasar del tiempo lento y lastroso.

Pero seguía siendo el primer día de clases y era cuestión de acostumbrarse

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Suerte con las clases, hoy se me echan encima con el fin del semestre y cosas, súper chévere este receso tan cute uwu

 

— La verdad que no. Soy el único en mi especie —comenté, sonriendo.— ¿Quién diría que me levantara un auto por los aires sería lo que necesitaba para ser único y diferente?

Solté una carcajada, mientras seguía ascendiendo de a poco. Ya por lo menos habíamos llegado al primer piso, lo cual era un enorme logro. Que luego no dijeran que la perseverancia no terminaba horadando montañas. Obviamente eso llevaba probablemente décadas, y yo no tenía tanto tiempo para llegar a clase. Pero hey, la metáfora se mantenía. Asentí ante lo que me decía Bleke. Pinta de japoneses, ok. Era sencillo. Mientras no fueran una mezcla rara que podría llegar a confundirme, suponía que todo podría salir bien. Y si no, bueno, nada que una disculpa no pudiera solucionar.

— Bueno, me siento honrado porque me acompañes entonces, señorita Middel. Aunque no hace falta que continúes hasta el tercero, si no quieres. ¡Con dos pisos ya es un montón! —sonreí, y luego me rasqué la barbilla, ante su pregunta.— De donde vengo, que pregunta. Tengo dos hogares, a decir verdad. Bah, tres, aunque llegué a Japón hace poco y bueno, uno todavía tiene cosas a las que acostumbrarse.

>> Pero bueno, para responder a tu pregunta: vengo de Austria. Y de Irlanda. Mi padre es irlandés, mi madre austríaca, y estuve viviendo de manera intermitente entre ambos países. Aunque Austria es en realidad en donde más tiempo pasé. ¿Y tú? ¿Eres de aquí?

 

Antes de salir a los Pasillos me había asegurado de traer la mochila conmigo, pues Verito seguía en su interior descansando como todo un pichón. Abrí un poquitito el cierre para mirar el interior a la luz del sol que entraba con intensidad por las ventanas. Suspiré con alivio al visualizar su blanca cabeza surgiendo de la bufanda que había dentro, la cual le servía como una suerte de nido para descansar dentro de la mencionada mochila. Me coloqué la misma en la espalda y miré a mis compañeras con una gran sonrisa, sobre todo a Shiori, a quien extendí una mano mientras hacía una leve reverencia.

—Encantada de conocerte, Shiori-chan —dije—. Me agradan mucho tu formalidad y educación al hablar, ¿de dónde vienes? —quise saber, para acto seguido mirar a Satoko— Y sí, creo que tengo bastante hambre ahora mismo.

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Amane madarauchiha

 

Shiori
Como era de esperar, la profesora nada más acabar de presentar a los nuevos empezó a impartir su lección, y aunque no es que su forma de vestir me resultaba al menos de mi gusto, meramente decidí ignorarlo. Así que saqué los enseres de mi maletín para tratar de atender a la clase y no perderme de nada, hasta que el timbre que denotaba el final de la hora sonó, por lo que organicé mis cosas para levantarme, y acercarme a una chica de pelo blanco totalmente y otra que se presentó como "Satoko Shichimiya" nuestra guía. Solo pude esbozar una sonrisa.
— El gusto es todo mío Shichimiya-San, gracias por otorgarnos parte de tu tiempo—. Sonreí amablemente escuchando su propuesta. Iba a negarme pero mi estómago pareció haberme tomado la palabra, rugiendo haciendo que me ruborizara ligeramente...— Puedo invitaros si gustáis, al menos veo que hemos empezado con buen pie
Finalmente dejé el maletín perfectamente colocado solo para levantarme y mirar amablemente a las dos chicas que empezaron a caminar en dirección al pasillo.
Unos instantes después de salir, ví a la chica de pelo blanco sonreírme y extenderme la mano así que le devolví la sonrisa, siendo ahora una tan verídica como la que le había ofrecido a Satoko, ¡Había tenido suerte! La primera impresión que tuve de ambas era excelente, básicamente la mejor que creí poder tener. No dudé en corresponder dándole igualmente mi mano, para ver como además me reverenciaba.

— El gusto es mío Maxwell-san, soy oriunda de Japón, y también es un gusto conocerte, ¿De donde vienes?—. Pregunté con esa misma curiosidad sin dejar de sonreír, solo para mirarlas a ambas un instante— Nos acabamos de conocer más ambas me caéis excelente.