Capítulo II

Sala 6
( Amelie Gigavehl madarauchiha Monpoke )​

-¡Ay!- pegó un gritito Edgar al escuchar a Otto allá abajo -Mis disculpas, caballero, no lo había visto- hizo una reverencia para saludarlo, alegre de ver otra cara conocida -Me contenta sobremanera que acepten mi propuesta- les dijo al ratón y al gato.

Mientras, Otto se dirigió a la puerta y colocó la llave... ¡Calzaba perfectamente! La giró dos vueltas y la puerta de acero ya estaba sin llave, sólo habría que tirar para abrirla.

Por otra parte, Dellen inspeccionó la biblioteca y por casualidad pasó la pata por el lomo de uno de los libros, uno muy particular en el que la magia estaba latente y el gato lo pudo sentir. Al sacarlo, pudo ver que tenía una cubierta completamente negra y estaba como nuevo a pesar del paso del tiempo. Al pasar las hojas, todas estaban en blanco, salvo por las del centro que tenían inscritas unas runas. Un mago podría leerlas, sólo tendría que pronunciarlas en voz alta y el conjuro sonaría como "verba sunt claves" parecía una clase de hechizo contraseña.

También quedaba por revisar una mesa con tapa de cristal que contenía algunos objetos.

 

Zer logró detectar que tanto el libro que Dellen sostenía, como la biblioteca de esa pared, estaban vinculados por un encantamiento y que había objetos bendecidos en la mesa. Lamentablemente, siguió exigiéndose y esta vez sí sintió como la magia lastimaba la carne y las limitaciones de un cuerpo finito, mortal.

Luego miró a través del cristal de la mesita y pudo ver debajo una daga de plata, 5 flechas de plata, un pergamino y un relicario esférico. En estos dos objetos es donde Zer pudo detectar magia.

Sin embargo, la tapa de cristal que protegía y a la vez exhibía los objetos, no se levantaba o abría de ninguna manera. Si querías lo que había en su interior habría que romperla.. suerte que Lanre se había quedado con ganas de revancha por lo de aquel muro.

Contenido oculto

si van a romper la vitrina, tiren un d20 por fuerza

 

Lanre

Entró y se llevó la grata sorpresa de ver al escarabajo que vendía pociones —¡Señor Edgar! seremos sus escoltas, pero por favor no vaya a hacer algo imprudente —dijo riéndose pues sus compañeros seguro le estaban recriminando aquellas palabras, se puso a revisar un poco el lugar para buscar un buen libro de aventuras, los elfos tenían unos muy buenos —¿Algún libro que recomiendes leer, Roronoa?— preguntó a su amigo rano espectral.

Después escuchó a Zer pelearse con algo, se giró dejando su búsqueda de novelas y se dirigió a esa mesa, vió el cristal y los objetos dentro, sonrió hacia Zer — Con su permiso señor Zer... —Dijo preparándose para el impacto —... Eso es plata, qué maravilla; perdónenme compañeros elfos; lamento mi mala educación, no culpen a mi padre por ello.

 

-Oh, vaya.. a partir de aquí son salas que nunca he atravesado- dijo Roronoa saliendo de la vaina.

-¡Fa-fa-fantasma!- gritó Edgar.

-Tranquilo, estoy con ellos- le aclaró el rano, flotando hacia la biblioteca -Mmm, a ver.. ¡Este!- le dijo a Lanre después de ojear y descartar algunos libros -Tiene poemas épicos del pueblo elfo, cuentan historias de héroes legendarios y sus hazañas. He aprendido bastante del idioma de los elfos en mi estancia con ellos, puedo leértelo cuando quieras-

Luego de esto, Lanre se dirigió hacia la mesita y la partió de un espadazo, por suerte apuntó muy bien y utilizó la fuerza justa para que los vidrios no volaran y se le incrustaran a nadie. Ahora podían retirar de entre los restos, como dulces de una piñata, a los objetos que reposaban en la milenaria mesa que encontró el fin de sus días a mano de un pato empuñadura fácil.

 

Al tomar el relicario, Zer pudo ver que era de plata y la esfera se abría al medio y adentro tenía un diminuto frasquito con lo que parecía ser agua. Lamentablemente no pudo identificar qué era, quizás el clérigo o el otro mago podrían ayudarlo, salvo que quisiera seguir siendo independiente y seguirse lastimando con hechizos.

Con el pergamino, en cambio, hubo mucha más suerte. Tenía inscriptas unas runas que Zer reconocía, era un hechizo para convertir no muertos, eliminándolos con un rayo divino. Era un hechizo que surtía el mismo efecto que la habilidad de un clérigo, pero tras usarlo, el papiro se disuelve.

 

Dellen
Revisando con calma los estantes, acabé pasando mi pata por un libro que a simple vista se notaba dispar en comparación al de los demás, detecté ipso facto la magia que provenía de él, así que decidí sacarlo para examinarlo detenidamente, lo primero que noté fue que la cubierta era completamente negra, nada inusual, era una mera cubierta, así que empecé a moverlo para ir examiando el aspecto externo, denotando la novedad que el libro mostraba, lo que me hizo esbozar una sonrisa, algo inusual ¿eh? Al menos, era obvio que destacaba al resto de la biblioteca, cuyos libros si que se notaban desgastados por el paso del tiempo. Así que me dispuse a abrirlo, solo para percatarme de otra cosa extraña, aun más proviniendo de los elfos, ¿Por qué no había ni una sola palabra plasmada en él? Bueno, si era un libro mágico, quizás debía haberse borrado las palabras con algún hechizo, al menos esos eran mis pensamientos mientras levantaba la mirada un momento de sus hojas, para ver como Otto, tras haber hablado con el escarabajo había procedido a encajar la llave en la puerta y, finalmente abrirla. Aunque a juzgar por la actitud del resto, parecía que íbamos a pasar algo más de tiempo por aquí.

Así fue que, seguí mirando el libro, solo para, pasando con rapidez las blancas páginas, me encontré con, al final, algunas palabras escritas en idioma mago, las cuales me dije mentalmente a mi mismo "Verba Sunt Claves", claro que, empezando a pensar en el significado de ese probable hechizo, el ruido de algo romperse me devolvió a la realidad, para dirigir mi mirada a la mesa de cristal que se acababa de romper.
Tras percatarme de que Ronoroa había vuelto a aparecerse no pude evitar reír ligeramente al ver el susto de Edgar, la verdad es que no puedo culparle por asustarse, no eran seres que se vieran cada día.
Finalmente escuché a Zer toser, para mirarme

¿Un hechizo y una relación? Jé, lo que eran las casualidades, recordé el hechizo que acababa de leer.
— Curioso, acabo de hallar un libro que contenía un curioso mensaje escrito en idioma mago y detecté magia en el mismo, en fin no pierdo nada por probar "¡Verba Sunt Claves"!—. Exclamé, esperando que pudiera ocurrir algo gracias a mis palabras.
Dejé fija mi mirada en los estantes a la espera de que pudiera ocurrir algo interesante gracias al hechizo...

 

Jasper

Guardé algo de distancia con el grupo, pero sin perderlos de vista, mientras observaba con detenimiento sus ademanes y la forma en que se movían. A mi ver, de entre todos los animales que conformaban el grupo, Zer era el que tenía más espíritu, casi tanto como su malhumor latente; era el que siempre indagaba, preguntaba y se movía, haciendo avanzar a los demás, a veces dando indicaciones. Casi como si fuese el líder de la expedición. Torcí el gesto ante la idea.

Nuestras andanzas nos llevaron a una sala donde había un escarabajo con un aliento que olía a los mil demonios. El mismo se llamaba Edgar y, según supe por lo que contó, se había metido en este lugar con el fin de traspasar el bloqueo comercial. Ignoré su petición de escoltarlo hacia Shallowaters, pues no era mi intención hacerme cargo de la seguridad de nadie. Él solito tomó la iniciativa de meterse en las sombrías fauces de la “aventura”.

En tanto los demás conversaban, miraban libros y revisaban el contenido de una cosa de cristal que el pato partió hábilmente con su espada, pude observar cómo el ratón se dirigía a la puerta de acero que el escarabajo Edgar no había podido traspasar. Lo vi sacando la llave del cofre y cómo giraba esta en la cerradura. Había logrado abrir esa puerta con total simpleza, pero los demás parecían estar más concentrados en los libritos. Suspiré.

Mi dirigí hasta donde estaba el ratón. Aproveché que lo tenía cerca para estudiarlo con la mirada, de arriba abajo.

—Con que otro Explorador… —comenté, para luego mirar hacia la puerta— Es una buena forma de vivir —convine, sin mostrar un tono cordial ni nada, sólo estaba siendo práctico con lo que hablaba.

Tiré de la puerta de acero, con la incógnita de lo que habría al otro lado de la misma.

 

Sala 6
(Gigavehl madarauchiha Amelie Bruno TDF Monpoke )​

En el momento en que Dellen leyó las palabras del conjuro, las letras en las páginas se iluminaron con un brillo celeste por unos momentos y la estantería que tenía en frente giró para dar paso a una nueva sala.

Esta habitación estaba más venida abajo y había bastante escombro en el piso, tenía unos bancos de madera con almohadones que ahora estaban en vías de desintegración y había un estante de madera desvencijado en donde brillaba una llave junto con un montón de monedas de oro.

Era todo lo que había, pero también podía verse un hueco donde debería haber una puerta que daba a otra habitación más. Para llegar a esta otra, había que superar una gran grieta que las separaba, saltando. Esta estaba todavía más derruida que la habitación anterior al punto que ya le había empezado a ganar la vegetación. Al otro lado de la grieta, a un peligroso salto o seguro vuelo de distancia, brillaba un cofre con la tapa levantada.

Por otro lado, mientras la estantería giraba, la puerta de acero también era abierta, en este caso por las patas Jasper que se había dirigido con Otto. Los exploradores pudieron ver al otro lado y lo que había era una sala con ataúdes, media docena de ellos. Había dos que estaban abiertos y tenían monedas de oro en su interior, los demás estaban cerrados. El piso de la sala estaba cubierto por una fina capa de un polvillo blanco y gracias a eso podían verse algunas huellas cerca de los ataúdes cerrados. La sala tenía un recodo al final, tras el cual continuaba al parecer, y las pisadas doblaban en ese recodo.

Mapa:

Contenido oculto

 

Dellen
Casi no tuve tiempo de pensar en como reaccionar cuando ví que las letras sae iluminaban en celeste mientras la estantería que tenía frente a mi morro empezaba a girar con lentitud, empezando a revelar una sala en bastante mal estado, completamente en ruinas y con escombros por doquier, dándome como primera impresión una sensación en extremo desagradable y bastante tétrica, sumado a que mis ojos se centraron en los bancos de madera con los almohadones prácticamente descompuestos, mientras me centré en mirar la llave que colgaba de un estante de madera, en el mismo estado deplorable junto a unas cuantas monedas de oro. En otro vistazo me centré en el hueco donde, era más que evidente que debería haber una puerta.
"Vaya sitio, es tan variopinto en las salas que parece hasta irreal ¿Seguro que no me pusieron nada en la bebida de ayer?" me dije a mi mismo internamente, solo para fijarme de nuevo en otra cosa, una enorme grieta que separaba ambas salas, denotando que se necesitaba realizar un enorme salto para llegar a ella, claro que al final de la misma se veía un cofre con la tapa abierta. Finalmente Zer entró casi sin pensar a la sala para agarrar la llave y salir solo para hablar.

Me encogí de hombros para adentrarme en la sala y agarrar la bolsa con el dinero solo para detenerme y examinar por entre los escombros, no parecía que pudiera haber nada de valor, claro que tampoco perdía nada por echar un vistazo mientras por otro lado pensaba en la forma de sortear dicha grieta, seguramente el cofre con la tapa abierta, de contener algo debía de ser importante.
Finalmente me giré hacia Zer.
— Al menos yo iré, de hecho me vendrá bien la ayuda de Lanre, no sé si podría llegar a ese otro sitio yo solo. Por contraparte, quiero saber también si en esta sala hay algo que podría haber algo que pueda resultar de valor, aunque no parezca a simple vista—. Contesté con calma.

 

Jasper

La clara pestilencia de la muerte fue lo que nos recibió tras la puerta de acero. Lo que descubrimos fue una sala con algunos ataúdes y polvo blanco en el suelo, a lo mejor proveniente de huesos viejos. El silencio era sepulcral… literalmente. Dos ataúdes eran los que más captaban la atención, no sólo porque estuvieran abiertos, sino porque relucían monedas de oro en sus interiores. Asimismo, huellas sobre el polvillo blanco se perdían por un rescoldo de la estancia. Me percaté de que Zer también parecía haber advertido los claros indicios de nigromancia, por lo que no se me hizo necesario avisar al grupo de las salas de atrás.

Me adentré. Pasos silenciosos, cargados de cautela. Se me ocurrió que lo que veíamos no era más que un engaño para tomarnos desprevenidos: tal vez los muertos vivientes ya estaban aquí, confiados en que las huellas nos convencerían de que se habían alejado de allí. Las monedas debían ser el anzuelo ideal para atraer aventureros para la cena.

Pero yo siempre estaba preparado. Si querían pelea, se las iba a dar. Me acerqué a uno de los ataúdes, tomé las monedas de su interior y me las guardé en la bolsita de monedas. Paré las orejas, atento.

 

Lanre

Afirmó alegre hacia Roronoa —Estaré esperando ese momento, me gusta escuchar nuevas historias, tanto en prosa como en verso —después se distrajo con las acciones que hacían los gatos, Otto y Jasper también se encontraban en la habitación, mientras Edgar parecía estar asustado, Lanre no entendía por qué, Roronoa no daba miedo.

Todos tomaron algo de la mesa que rompió; se cercioró de que nada quedara allí y que todos tomaran lo que consideraban útil para ellos. Aun quedaban objetos y no los dejaría allí,, así que si nadie los tomaba, se los llevaría él.

Dellen logró abrir la puerta y continuaron; pero no tardó Zer en regresar —Disculpa, señor Zer; debería tomárselo más leve con eso de la magia —dijo ignorante ante el tema —Lo noto cansado, si se desmaya yo lo cargaré pero procure no hacerlo.

De repente escuchó un fuerte estruendo en la habitación contigua, se giró alertado, guardó lo que quedaba de la mesa y después corrió hacia la habitación dónde escuchó aquellos golpes.

 

Dellen
Dejé los escombros sabiendo que no iba a hallar nada de valor, algo que me hizo arrugar ligeramente el hocico decepcionado un instante, aunque ¡Bueno! Al fin y al cabo no es que vayamos a encontrar nada de valor cada vez que fuéramos a entrar a una sala con escombros, pensé mientras un escalofrío me recorrió por la espalda ante ese pensamiento. Maldita sea, estaba pensando como alguien que tenía Síndrome de Diógenes.
Así que me levanté para avanzar ligeramente con cautela, solo para girarme y regresar un poco hasta tener a Lanre delante.
— Ven conmigo Lanre, tu y yo iremos a investigar éstas salas si te parece bien—. Dije con calma, tampoco quería sonar como si le estuviera obligando, más, de entre todos los presentes me parecía el más apto.

 

Jasper

Una mano esquelética surgió de uno de los ataúdes. Como me hice a la idea de que no éramos los únicos en la sala, evité que aferrara la pata que había acercado a las monedas. Me aparté con un ágil salto, provocando un tintineo metálico surgido de entre mis ropas. Mientras observaba a los muertos levantándose de sus tumbas, pude escuchar con claridad la voz de Zer, quien me insultaba desde la otra sala. Torcí el gesto, molesto, y desenvainé la espada de plata que traía conmigo.

—Parece que tienes bien entrenado ese hocico tuyo —espeté por sobre mi hombro, sin mirarle—, no paras de blandirlo.

No estaba interesado en su respuesta, por lo que acto seguido ataqué al muerto viviente que tenía más cerca.

 

Sala 9
( Bruno TDF Gigavehl Amelie madarauchiha )
​

Lanre se aproximó y pudo ver a los esqueletos incorporándose, ya sentados en los ataúdes y prontos a bajar de ellos, mirándolos con los cuencos vacíos y expulsando un mudo grito de guerra con las armas en alto.

Dellen venía lo más tranquilo de la otra habitación diciéndole algo a Lanre, cuando de repente se encontró con el panorama de los esqueletos.

Zer, que ya había visto todo y hasta le había dado tiempo de reprocharle a Jasper por la imprudencia, venía detrás con su daga lista.

Otto aún permanecía en la sala contigua, pero podía ver todo y lanzarse a la acción si quería.

Mientras los esqueletos se incorporaban, Jasper intentó asestarle un espadazo a uno, pero lo bloqueó con su escudo. Los esqueletos no eran muy rápidos, así que los demás tenían tiempo también para atacar.

• Esqueleto 1
• Esqueleto 2
• Esqueleto 3
• Esqueleto 4

• 
  
  PV: 10
  CA: 14 (+1)
  ESPADA: 1d8
  
• 
  
  PV: 10
  CA: 14 (+1)
  ESPADA: 1d8
• 
  
  PV: 10
  CA: 14 (+1)
  ESPADA: 1d8
• 
  
  PV: 10
  CA: 14 (+1)
  ESPADA: 1d8

Contenido oculto: TURNOS

Los esqueletos son lentos así que su turno vendrá después del de ustedes, ya usó su turno bruno, ahora puede atacar cualquiera de ustedes ( Gigavehl madarauchiha Amelie Monpoke ) como vayan llegando, no les voy a hacer tirar iniciativa para que ordenen los turnos entre ustedes porque retrasaría todo. Tiren como vengan llegando y después los turnos ya quedan así para el resto del combate.

Siempre aclaren a cual esqueleto atacan.

Amelie, vos en cada uno de tus turnos podés darle una orden a Roronoa para que haga cualquier cosa que pueda hacer una mano de mago (desarmar, desestabilizar, vendar ojos, hacer tropezar, dar una poción, o lo que se te ocurra dependiendo de cuan creativa seas, pero siempre teniendo en cuenta sus limitaciones del peso que puede levantar (5kg como mucho) y que no puede atacar.

Bruno, hubo un error cuando hice tu ficha copiando la de monpoke y me quedó una espada de plata ahí que no iba, la tenía monpoke y se me pasó borrarla en tu ficha jaja, igual tenés esa espada con un brillo naranja que aunque no identificaste va a ser igual de efectiva.

 

Otto

Ya no lo soportaba. Cada palabra de todos estos me están llegando a sangrar los oídos, por como vuelvan a abrir la boca los rajo...

Y, para colmo, con forme me di vuelta para ir y revisar esa ruptura de cristal. Donde me agarre las flechas. El Colado se mete a la sala que acabo de abrir y se roba unas monedas.

Malditos gatos. Todos y cada unos de ellos.

Gruñó unos segundos al aire, agitando con molestia la nariz, mirando hacia los muertos que se van levantando. Con alguien, ALGUIEN, me debo desquitar.

"Por su parte, hay que cuidar el cliente". Digo dando pasos hacia los no-muertos, Tirando una razón razonable por cual querer cuidar el error del Colado. "Manténgase a atrás, Edgar".

Tirando ese pequeño aviso, ataco hacia esqueleto 3 con la espada de plata