Casilleros

Tema en 'Planta baja' iniciado por Yugen, 9 Abril 2020.

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    Bruno TDF

    Bruno TDF Usuario VIP

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    A paso lento pero enérgico me fui acercando a la academia, contenta por el buen clima que estaba haciendo. Verito, mi bello gorrión blanco, compartía el mismo entusiasmo bajo la intensa calidez del sol, revoloteaba cerca de mí casi haciendo piruetas en el aire, o al menos eso era lo que me estaba imaginando. Pero que estábamos la mar de contentos, lo estábamos. Además, la Academia era genial, pese a que no interactué con mucha gente más a allá de diálogos ocasionales propios de la rutina escolar. ¡Pero hoy sería distinto, iríamos más allá de lo ocasional! Como con Dante y sus amigos. Lo extrañaba un poco, era un chico muy amable. Desde aquella vez le perdí el rastro. ¿O me lo habrá perdido él a mí? ¿Qué fue lo que le pregunté aquella vez…?

    Me llevé las manos a la cabeza, alarmada por el recuerdo.

    —¡Agh! ¡Se me olvidó anotarme al Club de Esgrima!

    Podía ser sorprendentemente olvidadiza de vez en cuando. Aceleré el paso y pronto llegué a la Academia, tras permitir que Verito se escondiera en mi mochila. Fui rápidamente a mi Casillero, tratando de rememorar data que pudiera servirme para salir de ese aprieto… No la encontré. Me pasé la mano por los cabellos, sintiéndome torpe por el olvido.

    —¿Qué voy a hacer? Tantos días en la Academia y aún no sé dónde se imparte el club de esgrima… ¿Quién podría…?

    De pronto, como una ángel caída del cielo sin saberlo, ante mi vista se presentó Satoko Shichimiya. Mis ojos se iluminaron con un resplandor de esperanza. No sabía si ella reparó en mi presencia o no, pero a mis ojos parecía estar rodeada por una luz blanca milagrosa.

    Me acerqué a ella con una sonrisa. No éramos amigas pero estaba segura de que nos reconocíamos de vista por ser compañeras de clases.

    —¡Hola, Satoko-chan! —“chan” era el sufijo formal para decir “señorita”, estaba segura— Perdón por venir a decirte esto tan repentinamente, pero… ¿Sabes dónde hay que anotarse al Club de Esgrima?
     
    Última edición: 4 Mayo 2021
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    Ikoma-kun

    Ikoma-kun Rolero, dibujante

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    Clementine Crimson


    —Asi que esta es la famosa academia ¿Eh ?...¡Tiene un magnífico aroma!...aunque habrá que actualizar ciertos errores de diseño, podrían desatar malas vibras...aunque no tanto pero nada que una buena limpia no pueda resolver...una pena no saber mucho del tema...

    Con un elegante y arrogante andar una chica de largos cabellos lacios oscuros como el azabache, entraba en su primer día en la academia Sakura, una academia muy lejos de su natal Winchester; por lo que con un gran pero bien disimulado entusiasmo se tomó la libertad de capturar imágenes en su movil, eso sí discretamente...había empezado a incomodar al resto de estudiantes.

    —Lo siento querida...mi pasión es grabar momentos únicos jaja—canturreo la morena luego de tropezar con otra estudiante decidió dejar las imágenes únicamente para sus orbes carmín, cada esquina le resultó fascinante, bien cuidado exceptuando detalles mínimos toda la academia lucía, a su juicio, como digno centro de fiestas.

    —oh es verdad, según esto ya hubo una fiesta en la ciudad...una donde muchos de los alumnos estuvieron involucrados...jo si hubiese llegado antes—Clementine indagó en las diversas historias de su instagram, donde algunos de sus contactos le informaban sobre eventos recreativos importantes—Pero ya que, tendré que montar mis propias fiestas y para eso—froto su mentón pensativa—deberia dar una mano a los más necesitados...por algo gane una transferencia al hermosos país de los cerezos si no fuese por mis talentos—alardeo con entusiasmo.

    En los casilleros Clementine organizo lo necesario para su primer dia, libros su juego de naipes que indicaban su otra pasión...los trucos de magia...un talento natural llamativo que le recordaba que ella era algo más que la hija de una millonaria...mucho mejor que vivir bajo la sombra de otros.

    —¿Que tanta magia podrías mostrarme, academia Sakura? —se pregunto sin saber que algunos le observaban con cierta inquietud...tal vez su mirada como siempre será la causante de muchas inquietudes...ella esperaba no inquietar a los de su clase apenas ponga un pie.
     
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    Amane

    Amane Equipo administrativo Comentarista destacado fifteen k. gakkouer

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    Su sonrisa ampliada causó en mí el mismo efecto, y así hubiese seguido un buen rato si no me hubiese acabado sorprendiendo cuando me agarró la muñeca. Alcé las cejas, echándole un vistazo fugaz a la mano, y después volví a buscar su mirada con la expectación plasmada por todo el rostro.

    —Lo que dije~ —murmuré, acompañando las palabras de una risilla suave, antes de sentir como tiraba finalmente del brazo para acercarme a su posición.

    Me dejé llevar, obviamente, me encogí de hombros cuando dijo lo de la escuela, y la sonrisilla de satisfacción volvió a apoderarse de mis labios cuando siguió hablando. No me dio realmente tiempo a replicar, ni que lo fuese a hacer o algo, y simplemente abrí los labios para poder darle acceso a su lengua cuando se coló en mi boca.

    La verdad es que un poco decepcionada sí que me quedé cuando se separó, porque no se había extendido nada el cabrón, pero lo disimulé rápidamente pasándome la punta de la lengua por los labios y sonriendo divertida ante su comentario de la paleta.

    Me giré sobre mis talones de nuevo, dándole la espalda, y rebusqué en el bolsillo de la falda un rato en lo que me mordía el labio inferior para intentar controlar la sonrisa y la misma no se me ensanchase demasiado. Me sentía como cuando de pequeña me daban mi postre favorito si me portaba bien, pero sin la necesidad de haberme portado bien en aquella ocasión. La cuestión era que no quería que se me notase demasiado, por si acaso.

    Conseguí el objetivo para cuando volví a encararlo y levanté la mano con una expresión más suave, enseñando otra piruleta sin empezar.

    >>Tengo más~ —canturreé, moviéndola de lado a lado un par de veces.

    Me acerqué de nuevo a su posición, con pasos lentos, y a la vez llevé la mano libre hasta mi camisa para desabrochar un par de botones. Colé después el palillo de la paleta en el escote y me pegué a su cuerpo, deslizando los dedos por sus brazos hasta alcanzarle las manos, donde comencé a jugar con sus dedos de manera distraída.

    >>Todo tuyo, si lo quieres coger~

    Del hecho de que estábamos en mitad de los casilleros era plenamente consciente, pero que me molestase era otra cosa totalmente distinta, claro.

    Pero Ri-chan, ¿zorreando desde tan temprano mijita?

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    Dejé salir un ligero suspiro cuando cerré mi casilla, después de haberme cambiado los zapatos y todo el asunto. La verdad es que había estado un poco tensa de camino a la academia, porque quería intentar que Eunbi se sintiese cómoda pero no sabía muy bien cómo hablar con ella. Al final me había acabado haciendo a la idea de que papá se iba a casar otra vez, y no era como si Sunhee fuese una mala persona, así que no tenía motivo para oponerme.

    Pero... supongo que era normal que ella tardase más en acostumbrarse, porque había tenido que cambiar de país y de escuela así de repente, encima no había tenido mucho tiempo de practicar el idioma así que se sentiría especialmente perdida. Pero bueno, papá me había pedido que cuidase de ella y la ayudase con todo para que no tuviese problemas, ¡y me encargaría de ello! Ellos estaban ocupados organizando sus propias cosas y demás.

    Estaba por volver a los casilleros de tercero para acompañar a la chica a su clase cuando escuché una voz femenina llamándome, haciendo que me girase con cierta sorpresa plasmada en mi rostro. No tardé en cambiar la expresión, eso sí, a una sonrisa amable cuando reconocí a la chica como una de mis compañeras de clase.

    —Maxwell-san, buenos días~ —saludé, haciendo una ligera inclinación de cabeza, antes de escuchar su pregunta.

    Me llevé el dedo índice a la comisura de los labios y eché la mirada al techo, murmurando un par de veces "club de esgrima" mientras daba golpecitos en el suelo con el pie. Ese club también lo llevaba Shawn, ¿cierto? Y la chica de cabello lindo que había visto con Yule el otro día era como la segunda persona encargada o algo así.

    >>Creo que tienes que hablar con Amery-senpai o Meyer-senpai, que son los que se encargan del club. Van a tercero, un chico albino y una chica de pelo lila. ¿Sabrías ubicarlos o quieres que te ayude a buscarlos?
     
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    Zireael

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    Obviamente dejó que me montara todo el numerito, hasta había abierto la boca para dejarme colarme así sin más y al final cuando me separé me dio la espalda, cosa que solo aproveché para seguir repasando su silueta con la vista. Vi que estaba rebuscando algo en el bolsillo, pero en sí no le di importancia alguna al asunto, cuando se giró lo hizo con una paleta en la mano y alcé apenas las cejas un segundo, el que duré en ver lo que la jodida salida esta iba a hacer.

    Casi suelto la risa de verdad, para contenerla lo único que logré hacer con las dos neuronas que tenía vivas a esa hora de la mañana fue relamerme los labios y llevarme la mano al rostro unos segundos, para disimular la sonrisa de mierda antes de poder bajarle dos rayitas al desastre. La idiota se me pegó, sentí su tacto en los brazos hasta las manos y la dejé hacer lo que quisiera en resumidas cuentas, intercambiando la mirada entre la paleta y sus ojos.

    Estábamos a ojos de todo Dios, cosa que evidentemente le daba igual a la cría esta. Rompí el contacto en la mano izquierda solo para colarla entre nosotros, alcanzar el dulce y rozarle la piel del escote a posta al retirarlo de donde lo había colocado. La insté a separarse de mí apenas los suficiente para hacerla girarse, de forma que le eché los brazos encima de los hombros y la pegué a mí antes de apoyar el mentón en su hombro, retirando el brazo un poco.

    —Qué bonita, compartiendo tus golosinas~ —murmuré prácticamente contra su oído—. Gracias, Ri-chan.

    Le eché el aliento contra la piel de cuello y aunque pude haberla soltado me quedé allí, enredado a ella pues porque me dio la gana. Imaginaba que ir subiendo a clase no era mala idea, pero no tenía prisa ni nada. Podía haberme montando un teatro todavía mejor, pero estaban las cámaras en nuestras narices y así como que terminar en dirección por esa estupidez un lunes no se me apetecía.

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    La resaca que me manejé en la madrugada y mañana del domingo había sido una cosa increíble, no era que esperara algo diferente con la cantidad de alcohol que me había metido a velocidad, pero el trago de tequila que me bajé en medio de la estupidez con Welsh había terminado de hacerla, me había dejado el estómago vuelto al revés. Aún así me las arreglé para cumplir con la tarea que me había propuesto para recuperar siquiera una fracción del dinero que había tenido que darle al par de locas, tuve algo de suerte para ser sinceros, y conseguí al menos una tercera parte antes de sentir que iba a puto colapsar.

    Quise pensar que lo que sea que las gracias de la fiesta habían activado iba a regresar a su lugar pronto, como mucho la tarde del domingo, el asunto fue que me equivoqué y seguía con un revoltijo de emociones encima que ya ni me estaba molestando en tratar de descifrar. En sí me estresaba porque era como si me hubiesen metido chute de energía y de malhumor a la vez, me sentía físicamente inquieto, pero le había restado puntos a mi paciencia que ya de por sí no era ejemplar.

    Estuve al borde de quedarme dormido y perder el tren que me dejaba a tiempo, pero por un milagro los gatos me despertaron antes de que fuese demasiado tarde. No llegué a la academia a la hora en punto, pero tampoco era que hubiese llegado tarde así que me valía.

    Crucé el patio frontal sin prisa, ya había vuelto a mis pintas naturales con las sukajan en vez del blazer del uniforme encima, la del zorro que había querido Kurosawa que le diera si perdía la famosa apuesta. Al entrar me desvié a los casilleros de tercero con la mala suerte de topar con el espectáculo que se estaba montando Arata con la que, si no me fallaba el parchonazo en la memoria, debía ser la chica que me había salvado el culo en el patio de Akaisa. Eso creía por el pelo de chicle y color de ojos.

    —Joder, Shimizu, que son las putas ocho de la mañana —mascullé al pasar frente al par, camino a mi casillero.

    En sí el idiota no reaccionó demasiado, lo que sí noté es que se le acentuó la burla en los gestos de golpe, así que asumí directamente que al final Kurosawa sí le había contado la mierda de Alisha así que podía ir cavando mi tumba otra vez, porque le imbécil no iba a dejarme en paz. Por otro lado quería agradecerle a la chica, pero eso sería en otro momento de su vida que no tuviera a este estúpido encima.


    necesario? absolutamente

    Cay queda ahí pa quien sea (? Edit: sha me lo llevé pa otro sitio
     
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    Bruno TDF

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    —Amery o Meyer, ¿eh? —repetí con una sonrisa radiante, feliz de tener datos más claros. Pero luego mi sonrisa dio paso a un semblante pensativo, y siempre que estaba en esa actitud solía rascarme el lóbulo de la oreja derecha con el índice izquierdo. Al final suspiré y negué con la cabeza— A decir verdad no me suenan, estuve tan concentrada en estudiar estos días que sólo reconozco a los de nuestra clase y de pura casualidad a los de la otra división —dejé escapar una risita, divertida por mi propia torpeza. Luego miré a Satoko con una sonrisa—. No puedo negarme a que me ayudes a buscarlos, estoy segura de que me perdería un poco entre tantas caras desconocidas.

    Entonces hice una posición teatral. Me coloqué un poco de costado, con los brazos en jarra y sacando pecho, mientras mis ojos se clavaban en mi compañera con decisión. Mi sonrisa era determinada. Con un movimiento de brazo, la señalé con mi índice.

    —Satoko-chan, ¡te declaro, en este acto, como mi guía oficial de la Academia!

    Del interior de mi mochila emergió un leve piar. Era Verito que seguía escondido, y no sabía si estaba aprobando mis palabras o si le estaba dando vergüenza pajaril.
     
    Última edición: 4 Mayo 2021
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    Amane

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    Se lo estaba pasando de puta madre, ¿eh? Bueno, había dicho que le gustaba la gente que sabía divertirse, ¿verdad? Y a mí no se me daba del todo mal~ La cuestión fue que se subió al carro en cosa de segundos, aunque se notaba que estaba intentando controlarse por todo aquello de que estábamos a ojos de todo Dios y tal.

    De todas formas, que se hiciese con el dulce y me rozase la piel en el proceso fue más que suficiente por el momento, que era temprano y solo quería provocarle. Me sacó una risilla cuando me instó a separarme lo suficiente para girarme y sentí su mentón apoyándose en mi hombro, haciéndome ladear la cabeza ligeramente hacia el otro lado para darle mejor espacio y también poder verlo mejor.

    —Es que soy muy buena chica, ¿sabes? Así que me gusta compartir~

    El tipo se quedó ahí sin más, enredado como estaba con mi cuerpo, y no mostró señal alguna de querer apartarse ni siquiera cuando apareció el lindo pelirrojo y nos habló con un claro deje de hartazgo. Y yo la verdad es que tampoco me inmuté mucho más, si acaso le mostré una sonrisa liviana al chico cuando pasó a nuestro lado.

    >>Tu amigo suena un poco celoso~ —solté en un murmullo, mirando a Arata de reojo, antes de plantarle un beso en la mejilla así de la nada—. Me voy al aula —me deshice de su agarre en cuanto hice aquel anuncio y di un par de pasos hacia el pasillo, no sin antes pararme un segundo para dirigir la vista hacia el pelirrojo—. Me alegra que no te hayas intoxicado por el césped~

    Vamos, que tampoco había que ser un genio para saber que se trataba del mismo chico que había tenido que sufrir el castigo del beer pong. En fin, moví la mano un par de veces a modo de despedida y reanudé la marcha mientras me abrochaba de nuevo la camisa. Ah, eso había mejorado bastante el lunes, qué decir~

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    Asentí ligeramente con la cabeza ante su explicación, moviendo la mano de lado a lado para quitarle importancia al asunto. En realidad era bastante normal que no los reconociese, siendo recién llegada y encima a primero; ya de por sí era bastante raro que nosotros acabásemos conociendo a alumnos de tercero así porque sí.

    Observé luego el pequeño teatro que se montó con las cejas alzadas y no pude evitar soltar una risilla divertida cuando terminó de hablar, cambiando rápidamente a una expresión más solemne para volver a asentir con la cabeza.

    —¡Prometo cumplir correctamente con la misión, señorita! —exclamé, acompañando las palabras con un saludo militar que seguramente estaba mal realizado, ¡pero la intención era lo que contaba!

    Cuando terminé, soltando el aire en otra risa leve, acabé por inclinarme hacia un lado, llevando las manos tras la espalda y dejando que las dos coletas que llevaba se deslizasen de la misma manera.

    >>¿Ha salido un piar de tu mochila o me estoy volviendo loca?
     
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    Bruno TDF

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    —¡Así se habla, compañera! —dije mientras devolvía el saludo militar con una risita.

    El primer paso para empezar a conocer a una persona es hablarle directamente. Siempre consideré que aquello era justicia para las personas desconocidas o poco conocidas: dejarlas desprovistas de cualquier prejuicio de mi parte. Pero debía ser honesta conmigo misma y confesarme que Satoko era tan amable y buena como la había imaginado, al menos era eso lo que podía notarse durante las clases que compartíamos. Me provocó ternura y encanto que siguiera mi juego teatral de aquella manera, con aquel saludo.

    La chica entonces ladeó la cabeza e hizo una pregunta sobre el piar de Verito, que no había pasado desapercibido para ella. Mi sonrisa se ensanchó, pero al instante cambió a una expresión dubitativa y alerta, mientras miraba con rapidez hacia ambos lados… ¡Perfecto! Nadie mirando en nuestra dirección.

    —Esto tiene que ser un secreto entre nosotras, mi querida guía —dije, recuperando la sonrisa mientras dejaba la mochila en el suelo y me agachaba para abrir el cierre principal—. Lo escuchaste a la perfección. Es mi mejor amiguito en este mundo y le gusta conocer gente nueva.

    Introduje mis manos con cuidado en el interior de la mochila. Me erguí y saqué ambas palmas juntas, formando una cavidad con los dedos. Mi ojos se alzaron para mirar a los de Satoko.

    —Saluda a Verito, mi gorrión —dije, abriendo las manos para dejar al pequeño pájaro albino a la vista de la chica—. Verito, ella es Satoko, nuestra guía y confidente.

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    Reual Nathan Onyrian

    Reual Nathan Onyrian Adicto

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    Suspiré, mientras me frotaba los ojos, con algo de cansancio. Todavía no me acostumbraba del todo al horario. Ni al horario, ni a las reglas de etiqueta. Tenía que llevar mis tatuajes cubiertos todo el tiempo, si no quería atraer muchos problemas. Y yo que me había hecho uno nuevito para celebrar el viaje hacia acá. Bueno, que se le iba a hacer. Encima me había enterado que no estaba permitido hacer ejercicio en las plazas públicas. Adaptarme al estilo de vida nipón me iba a costar demasiado.

    Cerré la puerta del casillero con el bastón, para luego apoyarme en él. Siendo sinceros, no me afectaba demasiado el hecho de no poder ejercicio en una plaza, teniendo en cuenta que todavía tenía que usar bastón. Al menos, me había librado de las muletas, lo que era un paso enorme, pero si seguí así, no iba a poder caminar normal nunca más. Carraspeé, para quitarme de encima esos pensamientos. Vamos, que era un día nuevo y todo eso. Día nuevo, semana nueva, todo era nuevo. Me troné el cuello, me acomodé los hombros, y me dirigí hacia la escalera. Podía subir por el ascensor, pero si algo me caracterizaba, era la testarudez. Las escaleras iban a ser algo más complicadas, en especial porque mi aula estaba en el tercer piso, pero al menos era algo de ejercicio.

    Mientras pasaba por allí, escuché como varios mencionaban la fiesta del fin de semana pasado. Me había planteado ir, la verdad. Hacía mucho que no tomaba alcohol. Y suponía que allí iba a haber en demasía. Sin embargo, había tocado quedarme en casa. No solo había tenido que retomar mis ejercicios de fisioterapia y rehabilitación, lo que me dejaba bastante exhausto, si no que al final había logrado traer las últimas cosas de la mudanza, y había que ordenar todo. Ser hijo único era una bendición y una maldición, la verdad.

    Carraspeé de vuelta. Suponía que iba a haber otras oportunidades. Dudaba que quedaran tan asqueados como para no repetir la experiencia. Solté una sonrisa. Confiaba plenamente en eso.

    Post poco inspirado pero si no, no iba a postear nunca (?
     
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  9.  
    Gigi Blanche

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    Otra semana había dado inicio. Esta vez no podía decir que hubiera tenido un fin de semana ordinario, fue de hecho lo más cerca que había estado nunca de repetir el tiempo en que conocí a Joey. Despreocupada, bebiendo y conociendo gente que probablemente nunca fuera a interesarme en la vida. Sonaba tan vacío y monótono que incluso yo debía preguntarme por qué, pese a ello, me la había pasado bien.

    Quizás en tanto se limitara a eso, a contactos inocuos, lograría mantener la estabilidad que había construido.

    —Buen día~

    Hablando de Roma, la voz de Joey me alcanzó desde atrás y giré el rostro para topar con su eterna sonrisa. Regresé la vista al frente, sin detener mi andar, y él se adelantó hasta llegar a mi lado. Llevaba el maletín sobre un hombro y la otra mano en el bolsillo, el cabello en una media coleta y la corbata a medio anudar. Como siempre, vaya. Era tan difícil que algo cambiara.

    El mundo era tan aburrido.

    —Buen día, Joey.

    —¿Y bien? ¿Qué tal la pasaste en la fiesta?

    Lo observé de soslayo, repasé su perfil, los mechones oscuros enmarcando su rostro, y no logré sonreírle de vuelta. El mundo era aburrido, sí, pero si la otra cara de la moneda era la cicatriz que llevaba sobre la piel... Prefería pintarlo todo de gris y permanecer en silencio. No dolía tanto.

    —Estuvo bastante bien, de hecho. —Solté el aire despacio y nos adentramos en los casilleros, me siguió a la hilera de segundo sin motivo aparente y tampoco pregunté.

    —¿Alguna conquista~? —indagó, risueño, y cruzó los brazos bajo el pecho al recostar el hombro en la línea de casilleros.

    Esbocé una sonrisa breve, floja, mientras me cambiaba los zapatos con los movimientos fluidos y pausados de siempre.

    —Besé a alguien, si esa es tu duda. —Su expresión se iluminó como mil soles y me anticipé a su bocota, estirando el índice a centímetros de sus labios—. Pero no fue nada, y tampoco te daré más información.

    —¿Eh? —se quejó, resoplando, y dejó caer también el costado de la cabeza—. Bueno, me contentaré con eso, entonces. Aburrida.

    Cerré mi casillero, ya lista para subir, y giré el rostro hacia él. No me causaba la menor de las gracias pensar en lo que le había provocado a Joey y lo que podría ocurrir en un futuro si me descuidaba, pero tampoco me apetecía apartarlo del todo, digamos. A una distancia prudencial funcionaba, ¿verdad? Así había resultado, al menos hasta ahora.

    Absolutamente todos.

    A una distancia prudencial.

    —Buen chico —murmuré, un poco divertida, y agité la mano vagamente antes de girarme hacia las escaleras—. Nos vemos, Joey.

    Supuse que iría a su casillero, lo cierto es que no lo comprobé y él tampoco me siguió. Además, otra cosa captó mi atención. La imagen del muchacho intentando subir las escaleras con un bastón en cierta forma me recordó a Violet, a lo que le había ocurrido y a las cosas que le había contado. Me recordó a mi propia vulnerabilidad y a la cicatriz en el rostro de Joey.

    ¿Qué había ocurrido con Violet, de todos modos? Había desaparecido de la escuela como polvo al viento.

    Me adelanté hasta situarme junto al chico, era ridículamente alto y se notaba a leguas que también extranjero. ¿Nuevo en la escuela? Tenía pinta, además no recordaba a nadie con muletas y... tan alto.

    —Perdona que me meta, pero ¿no prefieres utilizar el ascensor? —inquirí, buscando sus ojos y en el tono usual. Suave, acompasado, pero también frío y monocorde.


    Joey quedó en los casilleros, abierto al público uwu
     
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  10.  
    Reual Nathan Onyrian

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    Me giré ante la voz que había aparecido a mi lado, algo sorprendido. No pensé que nadie fuera a prestarme mucha atención, la verdad. Solía causar sensación por mis ojos de distinto color, pero en aquella escuela, parecía que tener uno esmeralda y el otro dorado era bastante normal en comparación al resto. Lo cual agradecía, la verdad. Bueno, a ver, la chica que me había hablado tenía el pelo blanco. ¿Albina quizás? ¿O descolorado? Ni idea.

    — Vaya, no sabía que estaba causando tanta lástima —bromeé, sonriendo, con el tono cálido.— No lo prefiero, la verdad. Sería más sencillo, sí. Pero no habría diversión en ello.

    Continué subiendo las escaleras, pausado y calmado. No tenía sentido sobre exigirse, a menos que quisiera tener una lesión. Pierna sana, bastón, pierna chueca. Bueno, "sana". Más sana que la otra, eso sí. Me giré hacia la muchacha.

    — Soy Jack, por cierto. Jack Atkinson. O Atkinson Jack, no recuerdo bien como se presentaban aquí. Como podrás ver, no soy de aquí. ¿Tú cómo te llamas? —pregunté, calmado. Más valía ir conociendo gente. Aunque esta chica no tenía mucha pinta de querer conocer más gente.— ¿A qué piso te diriges? Me vendría bien algo de compañía en mi tortuguil subida hacia el tercer piso.

    Creo que la palabra "tortuguil" no existía. Pero bueno, venía de Austria. Ahí armábamos palabras porque sí.
     
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    Amane

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    Seguí los movimientos de cabeza de Verónica con las cejas alzadas, prácticamente reflejando su expresión de preocupación por puro instinto. Solía ser despistada el noventa por ciento de las situaciones, por regla general nunca me enteraba de nada de lo que sucedía a mi alrededor a menos que se me dijese explícitamente, y aun así pude sentir la preocupación de la chica casi como si fuese mía.

    Por suerte, la albina no tardó en relajar la expresión y yo hice lo mismo, asintiendo con la cabeza un par de veces, decidida, antes de agacharme a su lado. Me había preocupado que, con mi torpeza, hubiese desvelado algún secreto que quizás no quería que supiese o algo por el estilo, pero lo cierto es que olvidé todo aquello una vez me desveló de lo que se trataba. Efectivamente, el piar había salido de su mochila porque había un pequeño gorrión escondido en el mismo.

    —Awn~ —exclamé, llevándome las manos a las mejillas, un brillo de emoción infantil en mis ojos—. Qué lindo~ ¿Verito, dices? ¿Puedo acariciarlo? —pregunté, levantando la vista para recibir las orbes azuladas de la chica.

    No quería arriesgarme a asustarlo o cualquier cosa que pudiese ser potencialmente peligrosa para él o para mi compañera, así que lo mejor sería asegurarme antes de hacer nada. Recordé en ese momento que había sido también ahí, en los casilleros, que acabé por acercarme a Bergren por haber visto el lagarto que llamó mi atención. Yo siempre quise tener un conejo de mascota, me parecían de lo más lindo, y no fue hasta principios de este año que conseguí finalmente convencer a papá de tener uno... aunque con la condición de que le demostrase que podía ser responsable en mi primer año de secundaria.

    Ahora que lo pensaba detenidamente, quizás solo hubiese cedido para ablandarme antes de la gran noticia que me había dado la semana pasada. Es decir, ahora sabía que llevaba ya más de un año en su relación con Sunhee, así que era simple lógica.

    >>¿Lo traes todos los días? ¡Nunca me había dado cuenta! ¿Cuánto tiempo llevas teniéndolo?

    aBbGD3Z.png

    Es posible que en ningún momento hubiese sido tan consciente del alcohol que nos habíamos metido Anna y yo hasta el domingo por la mañana, que me desperté con una resaca del demonio y, posiblemente por primera vez en mucho tiempo, decidí mandarlo todo a tomar por saco y me volví a dormir hasta algo más tarde del mediodía.

    Como cabía esperar, me había quedado en casa de Kashya para pasar la noche y lo cierto es que más que nunca agradecí el hecho de que fuese tan silenciosa y tranquila, porque el dolor de cabeza que tuve durante todo el día no había manera de soportarlo en mi casa, con la familia al completo en la misma. Tuvimos que pedir comida a casa porque no me apetecía mucho salir de la cama para cocinar y estuvimos pasando el rato juntos hasta que la migraña amainó lo suficiente para permitirme volver a mi casa.

    Era ya bastante tarde, pero aun así decidí aprovechar un poco el tiempo para comenzar a estudiar y adelantar algo de trabajo para la semana que entraba, siendo que había estado descansando toda la mañana y todo. Intenté no desvelarme demasiado con eso y al final, como casi siempre, Fred tuvo que encargarse de eso ya entrada la noche.

    La cuestión es que desperté con energías renovadas aquel lunes, ¡mucho mejor que con la fiesta de la azotea, desde luego! Y, aunque no lo hubiese dicho en ningún momento, sabía que Kashya también había acabado con algo de resaca el domingo pero también se encontraba mucho mejor aquella mañana. Nos dirigimos hacia la academia como siempre, quizás algo más en silencio por haber pasado el día anterior juntas y no tener nada nuevo que comentar, y llegamos a la hora que acostumbrábamos.

    Tuve que pestañear un par de veces y comprobar bien la hilera de casilleros al llegar, eso sí, porque distinguí la figura de Joey en la misma y pensé que quizás nos habíamos equivocado yendo a la línea de tercero o algo por el estilo. No fue el caso, por supuesto, y acabé por acercarme a su posición antes de hacer nada más.

    —Buenos días, senpai —saludé, con una inclinación rápida, y miré a los lados en cuanto me erguí—. ¿Buscabas a alguien o necesitabas algo?

    Poco sabía yo que solo había tenido la suerte de llegar justo después de que Bleke se fuese y que simplemente no le había dado tiempo a irse sin más, claro. Además, si tenía que ser completamente sincera, pensé que era un poco injusto que hubiese vuelto a hablar con Katrina, e incluso con Alisha, después de la fiesta aquella y que no hubiese hecho lo mismo con él, así que por qué no aprovechar.

    Belu: deja a un personaje libre para rolear
    Gabi: is this for me? (?)
     
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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Bleke 2.png

    Apenas recibir sus ojos noté de inmediato la heterocromía que poseía. Pestañeé, detallando tanto el ámbar como el esmeralda, y se me ocurrió que lucía bonito, en especial sobre su tez aceitunada. De cualquier forma no lo expresé y, en su lugar, fruncí ligeramente el ceño al oírlo calificar aquella experiencia en términos de diversión o aburrimiento. ¿Divertido era forzar una pierna lesionada? Vete a saber.

    Ahora que lo pensaba, siquiera me había desgarrado un músculo en la vida entera.

    —No sé si lástima, pero ¿ves a alguien más con bastón? —repliqué, aligerando un poco el tono al notar la calidez del suyo; tampoco disfrutaba siendo parca de gratis.

    No iba a insistirle, ya le había dado la sugerencia y si prefería tomar las escaleras, su decisión. De cualquier forma tenía que hacer lo mismo y no corría con ninguna prisa. Me adapté a su ritmo, dejándole espacio a quienes quisieran circular más rápido, y regresé la vista a Jack al oírlo presentándose.

    —Bleke Middel, un gusto. Aquí se usa primero el apellido, sí, pero no pasa nada. Sólo recuérdalo con quienes tengan pinta de japoneses.

    Es decir, técnicamente yo era japonesa pero no del prototipo, así que valía. Sería difícil ofenderse por un nombre mal pronunciado cuando era mi abuelo quien se encargaba de mantener vivas las tierras natales de la familia, como un corazón frío y palpitante debajo del suelo.

    La tontería de la subida ¿tortuguil? me arrancó una sonrisa un poquito más amplia y alcé la vista.

    —Voy a segundo, así que ese es mi piso. De todas formas no me molesta acompañarte si eres de tercero, ahora que rechazaste la gran oferta del ascensor. —Lo miré de soslayo—. ¿De dónde vienes, Jack?


    Joey.png

    Me quedé viendo a Bleke un par de segundos, los suficientes para reparar en el muchacho del bastón que por alguna razón prefería usar las escaleras. ¿No iba ese a mi clase? Creía recordarlo del primer día o, bueno, quizá ya estaba desvariando. Vete a saber, era muy temprano. El cerebro aún no me funcionaba.

    Estaba por dar la vuelta a los casilleros de tercero cuando noté una silueta pequeñita deteniéndose junto a mí. Ejecutó una reverencia, su voz me alcanzó y sonreí sedoso justo antes de reactivar el propulsor que llevaba en el culo.

    —Emi-chan~ —saludé, risueño, imitando su inspección del pasillo con ambas manos a los bolsillos—. ¿Hmm? Ahora que lo dices, puede ser. ¿Pero a quién...?

    Me froté la barbilla, fingiendo consternación, y deslicé la mirada hacia ella de soslayo. Una sonrisa divertida revoloteó en mis labios.

    —¡Ah! —exclamé de repente, golpeando el puño contra la palma libre, y me incliné para observarla de frente—. Hmm, creo... que se parecía a ti, oye. ¿Morena? Sí, puede ser. ¿Ojos azules...? ¿Morados? ¡Ah, no recuerdo! Oye, oye, Emi-chan, ¿de casualidad tienes una gemela? ¡O melliza! Con melliza me basta.

    hey there, my beautiful novia uwu
     
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    Amane

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    Mi expresión se suavizó un poco cuando recibí su saludo, dejando ver una sonrisa ligera que acabó siendo algo fugaz. Tan pronto me di cuenta que imitaba mi gesto de mirar por el pasillo, acabé por fruncir el ceño ligeramente contrariada y hasta ladeé la cabeza con algo de confusión. ¿Estaba buscando a alguien pero no sabía a quién? ¡Eso era un poco raro! Y complicaba la tarea de poder ayudarlo de manera bastante exponencial, ya de paso.

    Aun así, seguí todos sus movimientos con bastante atención, alzando las cejas cuando se dio el golpe en la palma de la mano y con una chispa de expectación en los ojos al pensar que se había acordado de algo relevante. Pero nada de eso, solo se estaba quedando conmigo, y sinceramente no sé por qué no me lo había esperado. Solté el aire en una risilla, divertida por la tontería que estaba soltando así como por mi propia estupidez, pero al final acabé por mostrarme algo más seria con tal de seguirle el rollo.

    —¿Eh~? ¿Una gemela o melliza? —repetí, y me llevé el dedo índice a la comisura de los labios en un gesto pensativo—. Pues no, que yo sepa. Pero dicen que todos tenemos un doble en algún lado del mundo, ¿sabes?

    Al final del día, pasaba tanto tiempo con Kashya que era prácticamente imposible que no se me pegasen algunas de sus creencias o, por lo menos, que no conociese gran parte de las leyendas que tanto leía. Sea como fuere, aquella en cuestión me serviría para seguir con la tontería, y ya por eso tendría que agradecerle a la chica o algo. Me encogí de hombros, me llevé las manos tras la espalda y busqué su mirada con una sonrisa radiante.

    >>¿Acaso hemos tenido la suerte de que la mía estudie también aquí, senpai? Aunque no sabría decir que la suerte es buena o mala, eso sí~

    Mira quien fue a hablar uwu
     
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    Gigi Blanche

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    Joey.png

    Había estado esperando al momento en que Emily se diera cuenta que jugaba con ella, al principio no sospechaba nada pero ya luego fue por demás evidente y me reí al detallar su expresión. No cargaba con malicia ni nada, si incluso me causaba ternura y todo. Apenas ella se echó la seriedad encima, dispuesta a seguir con el teatro, yo hice lo mismo y me crucé de brazos, observándola con suma atención e incluso asintiendo de tanto en tanto.

    —¿Eh? ¿Dos Joeys? Pff, no creo que el mundo esté listo para tanta belleza. —Me detuve en la idea un par de segundos, hasta que alcé las cejas bastante dramático y la miré con los ojos bien abiertos—. ¿Y dos Emi-chan? No way! I would die.

    Aquello último lo acompañé de una bajada abrupta de decibeles y una sonrisa bastante encantadora, ya que estábamos. Me erguí, carraspeando la garganta, y miré hacia ambos lados de los casilleros. Fingí entonces que oía algo, luego que veía algo detrás de Emily, puse cara de circunstancia y de un movimiento rápido envolví sus hombros para arrastrarla a la línea de tercero. Su espalda alcanzó la superficie metálica y allí me quedé quieto, indicándole que guardara silencio. Le dediqué una sonrisa y me asomé sigilosamente por la esquina.

    —¿No que si te topas con tu doble te mueres? —susurré, regresando a la cara de preocupación absoluta; me volví para mirarla, consternado—. ¡No quiero que Emi-chan muera!

    La miré de arriba abajo, por si se estaba desintegrando, desapareciendo o algo, quizá sus pies se veían más transparentes o algo así. Como en El viaje de Chihiro. O en ese capítulo de Los Hechiceros de Waverly Place, cuando volvían en el tiempo y se topaban con el momento donde sus padres se estaban conociendo y...

    —Aquí deberías estar segura, ¿verdad? Si es tu gemela irá a segundo. —Dejé de asomarme y me detuve frente a ella, suspirando pesadamente—. Muy bien, eso haremos.

    Asentí, lleno de convicción, y un segundo después relajé todo el teatro para empezar a cambiarme los zapatos.

    —Así que, ¿fuiste a la fiesta, Emi-chan?
     
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    Amane

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    Sí que tenía autoestima el chico, ¿eh? Bueno, no es que fuese algo malo e igual me acabó sacando otra risilla con el comentario. El de después, por cierto, logró lanzarme algo de sangre a las mejillas, pero fui capaz de controlarlo en lo que el chico se erguía y seguía montándose todo el teatro.

    Me recuperé en el momento justo para sentir cómo me envolvía los hombros y me arrastraba a la línea de casilleros de tercero, y por suerte la movida me pilló tan por sorpresa que apenas pude reaccionar con los nervios que mostraría normalmente, dejándome llevar sin más. Tampoco era como si pudiese oponer mucha resistencia en cualquier otra situación, a decir verdad.

    De todas formas, me quedé en silencio así como me indicó, me incliné un poco hacia delante para intentar ver lo que sea que él estuviese buscando y al final asentí con la cabeza cuando volvió a fijarse en mí. Bajé la vista para mirarme los zapatos al mismo tiempo que lo hizo él y recuperé de nuevo la expresión divertida al darme cuenta que estaba intentando comprobar que no, efectivamente, no me estaba muriendo o algo por el estilo.

    —Supongo~ Gracias por protegerme, senpai, tendré que pensar una manera de agradecértelo~

    Me quedé apoyada en la línea de los casilleros y lo seguí después con la vista, mientras se cambiaba los zapatos y eso, asintiendo de manera algo distraída a su pregunta.

    >>Síp~ ¡Me lo pasé muy bien! Asumo que tú también estuviste, ¿no? No te vi... aunque ahora que lo pienso, igual sí te vi pero no pude reconocerte, qué pena.
     
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    Los ojos de Satoko desprendieron un resplandor al ver el pequeño cuerpo de Verito. Mi gorrión respondió a esa reacción solamente alzando la cabeza y clavando en ellas sus ojillos rojos, como si estuviera analizándola con la mirada. Al chiquitín le gustaba presumir y hacerse el duro, pero seguía siendo el mismo pichón de siempre. Yo sabía bien que en el fondo estaba deseando recibir en su plumaje la caricia de la chica tan linda que teníamos enfrente. Siempre le gustaba conocer gente nueva.

    —¡Claro que puedes acariciarlo! —respondí con un enérgico asentimiento.

    Acerqué mis manos aún más a la chica y Verito infló un poco su plumaje, como preparándose para la caricia.

    —Siempre viene conmigo a la Academia, aunque por lo general me espera afuera mientras hace su vida de pajarito. Hoy quiso entrar conmigo —proseguí, respondiendo a sus otras preguntas—. Lo tengo hace un año y medio, lo rescaté de un señor malo que lo tenía abandonado y mal alimentado en una jaula, cuando era apenas un pichón

    Suspiré negando con la cabeza. La historia detrás de la adopción de Verito fue una aventura muy dura y hasta peligrosa. Por suerte, ahora estábamos juntos y nada malo le pasaría.

    —¡Dime dime, Satoko-chan! —sonreí— ¿Tú también tienes un animalito? ¿Se llevan bien?
     
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  17.  
    Gigi Blanche

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    Emily me siguió todo el rollo como si fuese la mierda más normal del mundo. Probablemente estuviera más ligado a su personalidad complaciente que a un hipotético afán por montarse espectáculos en medio de los casilleros, pero para el caso me valía. Yo tampoco lo hacía por ninguna razón demasiado intrínseca, ni siquiera sabría decir de dónde surgía la motivación. ¿Siempre había sido esa clase de chico?

    Su agradecimiento me vino de perlas para sonreírle y, habiendo ya cambiado mis zapatos, cerré mi casillero y recosté allí el hombro, viéndola desde arriba. Porque al final del día sólo seguiría siendo eso.

    —Bueno, se me ocurren un par de formas.

    That basic bitch.

    —Ahora que lo pienso, Emi-chan, ¿acaso nunca fuiste a conocer mi club? Qué feo eso~

    Mantuve la sonrisa serena pegada en mi rostro en lo que respondía el resto, seguí sus movimientos y detallé sus expresiones hasta que me tocó hablar. Alcé brevemente las cejas, risueño, y asentí.

    —Claro que fui, cariño, si fue también mi cumpleaños y todo.

    Saqué el móvil y le mostré unas selfies que me había sacado con gente de por ahí, sólo para que viera la máscara que había llevado y eso.

    See? I got proof~
     
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    Amane

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    Me quedé quieta al notar que el pajarillo se me quedaba mirando. Podía pecar de loca, pero juraría que me estaba analizado con sus ojillos, y realmente lo último que quería era provocarle una mala impresión de mí o algo. ¡A un animalillo no se le podía engañar! Por suerte parecía que había conseguido pasar el examen y me atreví finalmente a acariciar al pajarillo con el dedo índice cuando tuve la aprobación de Verónica.

    Escuché después su historia con atención, asintiendo de vez en cuando con la cabeza y frunciendo el ceño ligeramente al escuchar que había tenido que salvarlo de un hombre que lo había estado tratando tan mal. Volví a mirar al gorrión con una sonrisa suave, sin dejar de acariciarlo en ningún momento. No sabía cómo habría estado antes, pero al menos ahora se veía muy sano y contento, y estaba convencida que la chica había sido mucho mejor dueña de lo que hubiese podido ser cualquier otra persona.

    —¿Yo? Qué va~ —negué con la cabeza mientras contestaba y paré finalmente de juguetear con el pelaje de Verito al mismo tiempo que dejaba escapar un suspiro—. Pero papá me prometió que podríamos adoptar una mascota si le demostraba que era lo suficientemente responsable para cuidarla, ¡así que me estoy esforzando por ello! Siempre quise tener un conejo, es mi animal favorito~

    Le eché un vistazo a reloj de pared después de responderle y no pude evitar alzar las cejas en una expresión de sorpresa, poniéndome en pie justo después.

    >>Ah, Maxwell-san, se nos ha hecho un poco tarde, mira —expliqué, señalando con la cabeza la hora que marcaba el reloj—. ¿Subimos juntas a clase?

    Te la puedes llevar al aula si quieres. Si no te da tiempo, no pasa nada uwu <3

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    Tuve que levantar un poco más la cabeza para alcanzar a mirarle a los ojos, ya cuando terminó de cambiarse y decidió quedarse también apoyado en la línea de casilleros para seguir hablándome, sin perder la expresión suavizada en ningún momento.

    Si tenía que ser completamente sincera, sí que me había dado un pequeño vuelco al corazón cuando me preguntó lo del club, porque tampoco había que ser un genio para entender las implicaciones después de todo y aun menos cuando había escuchado algún que otro rumor por ahí. La cuestión era que, por muy tonta que me pudiese haberme hecho, no había soltado lo del agradecimiento sin saber lo que hacía.

    Así que logré disimular bastante bien los nervios, o eso creía, pero tampoco importaron mucho cuando escuché que decía que también había sido su cumpleaños y sentí que se me caía el alma a los pies. Me separé de golpe de los casilleros y me llevé las manos a la boca, mirándolo con una expresión consternada.

    —¿También era tu cumpleaños, senpai? ¡No te regalé nada!

    Bueno, a ver quien era el listo que se atrevía a decirme que no tenía ninguna responsabilidad de hacerlo siendo que apenas lo conocía realmente. Aunque no era como si eso me fuese a importar al final de día, nos conocíamos y era suficiente motivo para mí. Además, me había preocupado por descubrir el cumpleaños de Katrina para poder regalarle algo y, sinceramente, me sentía aun peor por eso.

    >>Te va a llegar algo tarde pero te prometo que te va a llegar algo, ¿sí?

    No tenía manera alguna de saber que, en realidad, de tarde nada, pero no era algo relevante en aquel momento. Sea como fuere, me tranquilicé bastante después de haberle asegurado que le recompensaría por no haberlo sabido y fue justo a tiempo para poder mirar la pantalla de su móvil.

    >>Eh~ Qué bien te queda ese traje, senpai —murmuré, viendo las fotos pasar con una ligera sonrisa—. Supongo que entre que llegamos tarde y luego me entretuve, pues nada. ¡Hubiese recordado esa máscara, también!

    Volví a alzar la vista cuando terminó con las fotos, buscando su mirada de nuevo, pero no logré mantenérsela durante mucho tiempo en aquella ocasión. La deslicé hacia algún lado detrás de su cuerpo y, sin darme mucha cuenta, había acabado cogiendo un mechón de pelo entre los dedos para juguetear con él.

    >>Y en cuanto a lo del club... es de mala educación aparecerse en un sitio sin invitación, ¿o no? Lo siento, pero no quería ser maleducada~
     
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  19.  
    Gigi Blanche

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    Emily seguía tal y como la recordaba de la pequeña fiesta que nos habíamos montado en la azotea. Era una polilla irremediablemente atraída por todo aquello que no debía, pero quería. Era romper el molde, desafiarse a sí misma, vendarse los ojos y saltar. Encontraría el atractivo dentro de la novedad, quizá, sería la caja que había mantenido sellada a cal y canto encima de su repisa; negándosela a sí misma, pero siempre al posible alcance. ¿Una de tantas metas? ¿Una vía de escape? Vete a saber, el caso era que el disfraz de conejillo cada vez le quedaba más y más chico.

    O quizás el disfraz fuera su capullo y ya.

    La notaba un poco nerviosa desde que la había arrastrado a los casilleros de tercero, pero eso no le había impedido seguirme la corriente o soltar aquella mierda del agradecimiento que, vamos, podía ser muchas cosas pero no estúpida. De cualquier forma su prioridad pareció mutar en un segundo al oír que era mi cumpleaños. Su reacción me obligó a alzar las cejas y sonreí, genuinamente enternecido. Venga, ¿qué necesidad había de preocuparse así?

    Yo jamás lo habría hecho por ella.

    Pensé en aclarar que técnicamente aún no era, pero enseguida soltó el resto de la idea y, más tranquilo, me incliné para quedar más o menos a su altura. Le sonreí amplio, cerrando los ojos, y asentí.

    —Lo estaré esperando, entonces~

    Mira si al final conseguía regalármelo el mismo miércoles y todo, eso seguro la alegraría.

    —Pero yo que tú me apuraría, ¡que el jueves debo salir de viaje y me ausentaré hasta la semana entrante!

    Así que bien podía orientarla un poquito, ¿no?

    Le fui mostrando las fotos con una estúpida sonrisa de satisfacción al recibir sus cumplidos. Por momentos bien podía parecer un chiquillo. Me guardé el móvil sin disimular nada en mi expresión y cuando noté que evitaba hacer contacto visual relajé el gesto, regresando a la sonrisa sedosa de antes. Seguí sus movimientos, las luces y sombras en su mechón de cabello, y suavicé la voz para responderle.

    —Bueno, ahora estás formalmente invitada —murmuré, irguiéndome, y hundí las manos en los bolsillos—. Puedo hacerte llegar la invitación, ¿qué dices? Después de todo, no soy más que un impecable caballero~
     
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  20.  
    Amane

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    —¿Eh~? ¿Tengo que ir a contrarreloj, también? —me quejé, con un claro tono infantil, llevándome las manos a las caderas y todo para añadirle dramatismo—. Está bien, pero no prometo que sea el mejor regalo del mundo entonces, ¿eh? No tengas muchas expectativas~


    Bueno, seguro me iba a esforzar demasiado por hacer algo decente aun cuando no tenía ni idea de que podría ser, pero eso era un problema de la Emily del futuro y algo que el chico no tenía por qué saber, en realidad. Sea como fuere, no tardé mucho más en relajar mi posición y lo seguí de reojo hasta que estuvo completamente erguido, momento que aproveché para repasar sus facciones con la vista.

    >>¿Puedes hacer eso? —pregunté, bajando también el tono de voz, alzando ligeramente las cejas—. Pues ahora la estaré esperando, señor impecable, e iré a visitarte nada más recibirla~

    Le sonreí de nuevas cuentas, algo más suave también, y le eché un vistazo al reloj de la pared antes de acercarme más a su posición. Pasé la mano por su brazo y tiré un poco del mismo hacia abajo, instándole a inclinarse hacia el lado donde yo estaba. Me tuve que poner un poco de puntillas también, todo para poder dejarle un beso sobre la mejilla.

    >>Nos vemos entonces, senpai. Ten un buen día~ —murmuré, buscando su mirada para poder sonreírle y sin alejarme realmente.

    Ya después de un rato lo solté y me dejé caer sobre mis talones de nuevo, alejándome de los casilleros de tercero mientras movía la mano a modo de despedida. Kashya ya se había ido a su clase, obviamente, así que me cambié lo más rápido que pude de zapatos y subí finalmente a mi aula.

    No había visto a Anna desde lo de la fiesta, y la verdad es que estaba un poquito preocupada, pero ya estaba aprendiendo a no hacerlo demasiado y que seguramente ella me contaría si había pasado algo cuando creyese que era necesario. Solo esperaba que estuviese bien, en definitiva.
     
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