Shizuoka Shizuoka

Tema en 'Prefecturas' iniciado por Amelie, 6 Septiembre 2020.

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    madarauchiha

    madarauchiha Gracias Andy!!! TWT Orientador Game Master

    Aries
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    Shiori
    Un entrenamiento firme y cuanto menos un nuevo dolor en mi hombro, eso ya a la larga me hacía gracia, admito que un buen entrenamiento era algo que siempre disfrutaba de un modo u otro... Aunque doliera, ya sabía que algo así podía pasar, era una guerrera al fin y al cabo, con una guerra a las puertas de éste sitio en concreto, y justo me disponía a atacar de nuevo cuando me dí cuenta de que una persona venía a interrumpir el entrenamiento, otra vez... Que rearo que siempre los entrenamientos fueran interrumpidos, claro que dada la situación actual no podía resultarme extraño tampoco la verdad.
    ¿Quien es? Admito que así a simple vista no lograba identificar a la persona que se nos había acercado, es otra de las preguntas que debía efectuarle a Tsuna cuando estuviéramos solos, y ¿Sanada? ¿Quién es ésa Sanada? En parte me resultaba frustrante no conocer a nadie del dojo, pero cálmate Shiori... Es cuestión de tiempo que te aprendas los nombres de los presentes, ahora es mejor guardar silencio para ver que tenía esa persona que informar para entender que deberíamos hacer. De todos modos, no habría interrumpido el entrenamiento de no resultar o creer que resultara de suma importancia para interrumpir al mismo Tsunayoshi.
    Y lo que más me sorprendía era que me conociera, ¿Sería por ser de las recién entradas? Menuda memoria parecía tener de todos modos.
    Aún así, hubo algo que no pudo sino sorprenderme de la peor manera posible ¿No estaría en la casa feudal? Eso era malo...O al menos el impacto que tuvo en mí esa noticia no podía ser demasiado agradable ¿Dónde podría estar un señor feudal bajo éstas circunstancias sinó en su casa?
    — Acepto la misión con gusto, señor—. Reverencié con amabilidad— Todo sea por ayudar a Shizuoka.

    ¿Takano? De acuerdo, demasiadas preguntas se ahgalopaban en mi cabeza, aunque de todos modos, reitero no parecía el tiempo de cargarle con más problemas a Tsuna, de lo contrario eso podría hacerle perder tiempo y a juzgar por el comportamiento de los que interrumpieron el entranemiento de lejos la misión urgía, aunque por casualidad ví que además Tsuna se permitió el lujo de llamarme hermosa, lo que me hizo ruborizarme por sus palabras.
    — Yo...Gracias Tsuna, tus palabras son perciosas, parece que quedo azorada aún cuando se supone que soy una guerrera más. En cualquier caso, cuando ví que el entrenamiento no iba a continuar imité sus movimientos bajando igualmente el arma—. Dije, de corazón agradecida— Y ¿Quienes son los que nos han informado? Parecen conocerme pero ¿Yuki? ¿Takano? La verdad es que ando algo confusa...
    Pero aun con todo, me dí cuenta que Tsuna tenía algo más que decirme, o más bien, ¿Pedirme? ¿Ordenarme? Bueno, de lo poco que conozco a Tsunayoshi dudo mucho que fuera una orden directa, más que nada por el halago que me había dedicado a penas unos instantes atrás.

    No dije nada al respecto. La verdad era que de un modo u otro decir algo no me competía a mí, sinó al mismo Tsunayoshi claro que tras lo que me dijo antes, justo cuando le informé de los rumores que reccorrían el pueblo ya me refirió que debía confrontarlo así que no me pillaba desprevenida esa petición, lo que sí que me pilló desprevenida fue la posterior petición de Tunsayoshi justo cuando decidió girarse hacia mí.

    ¿Ganado? Bueno, si lo quería ver así, de acuerdo. Admito que me resultaba hasta divertido pensar que Tsuna parecía tomar los entrenamientos como lo que parecían más bien competiciones, claro que tras el suspiro y la petición de que le acompañara no pude negarme tampoco. Así que asentí con la cabeza para colgar mi katana de nuevo en mi cinto.

    — La pregunta puede sonar incluro "ridícula" pero ¿Dejo aquí la katana o la llevo encima? En parte siempre gusto llevarla por si me atacan pero siendo una misión de este estilo que a mis ojos parece diplomática, no quiero que lo vean como una intención hostil el hecho de ir armados Tsuna—. Dije con calma, solo para aguardar una respuesta mientras le seguía el paso.
     
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    Zireael

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    Yuzuki Minami
    Dojo

    Lo vi apretar los puños y en sí no supe cómo tomar esa reacción, aunque en sí no era que pareciera buena de por sí, así que solo guardé silencio y entonces Misato completó la información. Una ola de alivio me cayó encima al escuchar que Kato seguía con vida, pero detrás de ese sentimiento vino cierta intranquilidad asociada a la sangre que corría por mis venas.

    Había acabado con tres Taira él solo.

    Ya se lo había dicho a mi madre, si se trataba de equiparar partidas prefería con creces a Kato de nuestro lado del tablero, pero aún así había un miedo visceral que no podía ignorar. Me decía de vez en cuando que quizás sí habría tenido que matarlo, que era un peligro y lo estaba confirmando, aún así sabía que de haberlo hecho quizás nosotros no estaríamos con vida tampoco. Podía vivir con el miedo, llevaba haciéndolo mucho tiempo, así que me obligué a sacar la atención de esa noticia.

    Asentí ante las palabras de Takano de reunirse con Takeda y Nagato, era después de todo lo que debía hacerse, yo solo había cumplido con avisar a quienes estaban allí de que el señor ya estaba con nosotros. Apenas había terminado de hablar cuando un movimiento que detecté con el rabillo del ojo llamó mi atención, la chica que estaba entrenando con Tsuna había alcanzado a golpearle la cabeza, no llevaba tanta fuerza pero lo había logrado y recordé cómo yo había alcanzado a derribarlo también.

    De cualquier forma Takano lo llamó, interrumpiéndolo, y cuando el muchacho levantó la vista fue que reparó en mí y pareció que más vergüenza le cayó encima, cuando la verdad ya parecía tener bastante, pero la verdad me parecía que Tsuna había crecido. Lo había hecho luego de que barriera el tatami con él, luego de que cambiara las piezas de su tablero previamente organizado por su padre, y de alguna forma me alegraba.

    Yuki.

    Esperanza.

    —Joven Tsuna —saludé con una sonrisa y me esforcé por no reír al escuchar no solo que Takano no le había dicho que vendría, sino también por lo de que siempre terminaba en situaciones así frente a mujeres hermosas. Pobrecillo.

    No ubicaba de nada a la muchacha que estaba con él, debía ser nueva, pero en sí si Tsuna parecía confiar en ella era suficiente. El chico había sido criado pensando que era el mejor en todo, eso lo hacía vulnerable pero no significaba que fuese completamente estúpido. Por otro lado la chica se veía bastante joven, incluso más que mis hermanas, y viendo cómo nos estaba yendo con los más jóvenes del clan lo cierto es que tenía cierto recelo, pero le daría el beneficio de la duda por él.

    Le dirigí una mirada a Takano con una sonrisa algo burlona, la verdad no tenía idea de por qué no le habría dicho al chico que yo aparecería siendo que seguro le había preguntado por mí apenas llegar, pero era imposible negar que me hacía algo de gracia. Como fuese, no tardé en regresar la atención al joven Arima.

    —¡Tsuna! —Lo llamé para que no fuese a irse sin más, la verdad es que llegados a ese punto sentía que merecía saber quién era en realidad la persona que lo había derribado hacía unos soles. Aproveché también para mirar a Sanada, a ambos les había mentido después de todo—. Yuzuki, ese es mi nombre... Basta con cambiar un kanji. Aunque no di mi verdadero nombre el resto de mis acciones fueron genuinas y veo que has crecido, así que me alegro mucho. Espero que entiendas mis razones, pero si te molestas también lo comprenderé.

    Volví a sonreírle, la sonrisa que compartía con mi padre, sabía que era conciliadora de alguna manera y quería que el chico me perdonara por no haber sido sincera con él. Aún así no pensaba retenerlo, así que hice un gesto con la mano restándole importancia a toda mi palabrería.

    —Ahora ve por tu padre, hay cosas que debemos hacer. —Me giré, regresando la atención a los restantes—. Vamos por el señor entonces.


    absolutamente necesario si me preguntas
     
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    rapuma

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    Kenzaburo

    Tomó la katana de su antiguo maestro y la desenvainó lentamente, admirando el brillo; impoluto, ya que no había sido usada y se encontraba limpia. Perdió sus pensamientos en el brillo letal y se permitió unos momentos para quedarse en silencio. Volvió a colocar la funda en el metal y volvió a depositarla frente a Kato.

    —Es tu trofeo de guerra. Esta katana ya no me dará lo que necesito saber. —lo miró a los ojos, finalmente Kenzaburo encontraba alguien capaz de soportar su mirada, como el mismísimo Kozaemon. ¿Sería el destino, quizá? Un camino se cerraba para que otro pudiera ensancharse frente a él; algunas personas son el camino, no el fin; Kozaemon sirvió para moldearlo hasta este momento, ahora faltaba darle forma y había encontrado a Kato Harima para esa tarea, terminar de formar su técnica. —Ante la derrota o la dificultad mantengo la firmeza y el honor. —habló con fuerza, recitando las palabras que había dicho en el duelo contra Masaki, frente a Misato. —Y por si todo eso no bastara, es la sangre de mi padre, mi gente, la de mi señor la que riega las tierras de Japón y esa sangre me pide que ofrezca mi nombre, mi espada y mi honor para detener a nuestros enemigos, para combatir y expulsar a los Taira o morir en el combate. Y que los dioses me castiguen y me lancen al olvido si oso traicionar a Takeda Minamoto. —el vibrato de su voz sonaba rabiosa, casi con un dejo de rencor al haber oído la simple idea de fallar en la ayuda al próximo líder de Japón. —No fallaré. Y en caso de caer será combatiendo a su lado —ladró con recelo; incapaz de verse en un escenario distinto. —Mi pasado no tiene que ver con mis decisiones: serví como rastreador para el Emperador, los Taira nunca me consideraron uno de ellos, como yo tampoco me consideré uno. Pero me conocen y yo a ellos. La realidad no se puede negar, pero los dejé cuando intentaron culparme en el incidente Kemuri Ono. —se mordió el labio inferior con rabia al recordar y también al recordar la cicatriz que llevaba en su cuello. —Yo perseguí mucho tiempo a un fantasma: un fantasma que era conocido para todos pero menos para mí. Tú persigues discípulas descarriados. Te devolveré el favor e iré tras ellos junto a ti. Será la manera de probar mi camino junto la escuela secreta de Kato Harima.
     
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    Bruno TDF

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    Togashi
    Dojo

    Takano le habló cuando estaba por salir del Dojo. Él detuvo su andar justo en el umbral de las puertas del dojo y giró levemente la cabeza para escuchar lo que tenían para decirle. El Minamoto le recordó lo que ya tenía claro: que él fue quien lo reclutó para el clan. Pero a su vez añadió que lo hizo porque en ese momento había observado que su cuerpo gritaba ser el de un guerrero, contrario a lo que ocurría en su mente en aquel entonces, marchitada por la tristeza, la desgracia y la debilidad. Pidió que no lo dejara mal. Togashi respondió con un leve asentimiento de cabeza y se marchó del lugar, internándose nuevamente en las calles de Shizuoka.


    Calles de Shizuoka

    Se pasó una mano por la zona de boca y miró la mancha carmesí que quedó un poco impregnada en su palma abierta. Apretó el puño, lo que hizo que la sangre se entremezclara un poco entre sus dedos. En aquellos momentos pensaba en las palabras de Takano. Por muchos días lo había menospreciado, creyendo que ese sentimiento era recíproco. Pero la realidad era muy distinta: más allá de su actitud, Takano fue la primera persona en mucho tiempo que lo valoró, en una época en la que nadie se fijaba en él, temerosos de su apariencia, ahora corregida, de vagabundo. Era una ironía que lo hizo sonreír un poco mientras caminaba. Y también estaba Takeda, que lo recibió con los brazos abiertos desde un primer momento e inclusive le pidió acompañarlo en una reunión formal en la Casa Feudal; pese a que el líder del clan, aquel día, estaba herido, malhumorado, pese a que en sus ojos se podía ver también la tragedia… Si todo salía bien en la batalla de Shizuoka, les pediría a ambos un favor: a Takano que lo instruyera en su escuela de artes marciales; y en Takeda buscaría aprender más del código Bushido.

    El sonido de unas monedas tintineando lo arrojaron de sus pensamientos. Togashi se dio cuenta que había caminado unos cuántos metros y que se había desviado un poco del sendero hacia la clínica. En ese momento estaba a punto de doblar una esquina, donde pudo ver, en el suelo, el brillo de unas monedas emergiendo de una bolsa en el suelo. Era claro que a alguien se le había caído. Togashi las miró con cierta avaricia, recordando su escasa manutención diaria. Miró hacia los costados, pero no vio a nadie. Tomó la bolsa y se la guardó con disimulo. Poco podía hacer si el portador de la bolsa no se encontraba cerca, así que lo mejor sería quedarse eso. Sería una pena que las monedas no se gastaran y juntaran tierra.

    Un poco animado por su nueva adquisición, porque su vida de pobreza lo había convertido en un avaricioso de las monedas, Togashi siguió caminando. No tardó mucho en llegar a las puertas de la Clínica, las cuales traspasó con paso calmo. Todavía sentía sangre fresca en su labio lastimado. Pensó que había sido un milagro que Takano, con lo fuerte que golpeaba, no le hubiera roto algún diente.
     
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    Amelie

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    [​IMG]
    Habitaciones
    [Kato; Kenzaburo]


    Kato afirmó mientras vió como dejaba la katana frente a él — Sólo mirar al pasado si se debe eliminar algo de él para que no estorbe en tu futuro —Kato escuchó las palabras de Kenzaburo hasta el final —Sin saberlo, te he negado tu destino; terminando la guerra de Shizuoka, si ambos seguimos de pie saldremos en búsqueda de estos cabos sueltos. Después te ayudaré a buscar mas información sobre el fantasma que fue Kozaemon, mantente vivo hasta entonces.

    En ese instante Kato llevó su mano a la katana que quedaba en su poder, la que fue arrebatada del cuerpo inerte de Kotaro; la puerta se deslizó, era Shinrin, su hija.

    Kato relajó la postura, mientras Shinrin hacia una reverencia; lo hacía para ocultarle a su padre la emoción que sentía al verlo con vida —Padre...

    —Llegan tarde —atajó Kato para después levantarse, no tenía mas que discutir.

    —Deja que atienda tus heridas; si te niegas te suministraré bufotoxina —Esa era la razón por la que había creado esa toxina en primera instancia.

    —No necesito atención médica— mencionó Kato; pero Shinrin levantó cuatro agujas frente a él.

    —No estoy preguntándote; padre— Sonrió Shinrin, mientras se giraba hacia Kenzaburo — Takeda desea hablar con usted — mencionó con respeto ante el samurai —Está en el jardín, buscaba a Nagato pero le han informado que está en el cuartel general. Si das prisa, aun podrás encontrarte con él —bajó la mirada mientras Kato volvía a sentarse, esta vez para ser atendido de sus heridas las cuales parecían ya estarse infectando.



    [​IMG]
    Dojo
    [Takano; Sanada; Togashi; Tsuna; Shiori; Misato; Sora; Hideyoshi; Tetsuo; Hayato y Kyoko]


    Togashi salió del dojo, mientras que Kyoko y Hayato hacían lo mismo; debían ir a la clínica a revisar el estado de Hayato.

    Hayato=
    [​IMG]
    Kyoko=
    [​IMG]

    Tsuna afirmó ante Yuzuki —Yuzuki entonces; no me molesta en absoluto, me impresiona que tanto Kohaku; Heya; Togashi y ahora tú, se coordinaran para ocultar sus identidades; veo que son un equipo unido, eso siempre trae beneficios en la guerra.

    Después Tsuna se giró hacia Shiori y le sonrió, se notaba que ella estaba confundida con tantos rostros y nombres falsos que para ella aun eran nuevos, sabía que lentamente podría reconocerlos con facilidad, pues ahora todos eran aliados —No debes preocuparte, Shiori. Nos desarmarán antes de entrar al cuartel, no es bueno caminar en calles próximas a una invasión sin un arma sólo por la rigidez de costumbres.

    Sanada, quien era el viejo maestro de Tsunayoshi; avanzó con él y Shiori hacia la salida, dirigiéndose al cuartel general. Esperando que esta vez, si lo dejaran entrar. También los dos guardias salieron de aquel sitio.

    —Iré con ellos— mencionó Tetsuo hacia Hideyoshi —Seguramente volverá a armar otro escándalo como el que nos logró meter a la celda. Me encargaré de que esta vez no sea así.

    Tetsu se unió a Sanada; Tsunayoshi y Shiori —Permítanme seguirlos; debo hablar con su padre también; necesito decirle lo que opina mi padre sobre asuntos estratégicos — mintió. Sólo los acompañaba para evitar que algo le volviera a salir mal a Tsuna.




    El dojo habían quedado Takano; Hideyoshi; Misato y Yuzuki y Sora.

    —Entonces tú eres Takano, segundo hijo de Kato— mencionó Sora mirando a Takano con nostalgia.

    —Es momento que se hagan las introducciones pertinentes; viendo que sabes quien soy yo, yo debería tener la misma información— mencionó Takano, no sólo hacia Sora sino que tambié necesitaba saber quienes eran Kyoko y al niño que la acompañaba, esperando que alguno de los presentes lo supiera.

    —Mi nombre es Sora Tachibana —mencionó con una reverencia a los presentes. Takano no pudo evitar la expresión de sorpresa en su rostro, una expresión que no solía demostrar frecuentemente.

    —Esposa de Kato Harima; madre de Jiin— mencionó ante los presentes.




    [​IMG]
    Clínica
    [Togashi; Clan Fujiwara; Akari; Hayato y Kyoko]


    Togashi entró a la clínica; el sitio no estaba tan atiborrado como la última vez que estuvo allí, las personas se estaban lastimando menos, acostumbrándose al ritmo pesado pre-guerra.

    Kyoko y Hayato lo seguían, posiblemente viendo la acción de robo sin que este lo notara, no dijeron nada; entraron detrás de él y buscaron a un médico.

    Togashi fue interceptado por Kirara; la líder de los Fujiwara, quien estaba ataviada de ropaje médico; al parece ayudando a los heridos por entrenamientos severos —Vaya...— dijo sujetándolo del mentón —... Esto es firma de Takano ¿O me equivoco?

    Mientras tanto, el ladrido se hizo presente alertando a todos los médicos dentro de la clínica —No puede ser, ahí viene Inosuke de regreso...— mencionó Taiyo quien parecía estar descansando en un rincón junto con Shinko, quien se levantó de golpe con una sonrisa —¿Crees que sea...?

    Tanto Taiyo como Shinko se acercaron a la entrada, recibiendo a Riku con un fuerte abrazo. A su lado se encontraba Kojiro.




    [​IMG]
    Cuartel
    [Tsuna; Sanada; Tetsuo; Shiori]

    Se acercaron al cuartel para ser interceptados por los dos guardias de la entrada; al ver el rostro del joven Tsuna no pudieron evitar mostrar fastidio —No podemos dejarlo ingresar; joven Tsunayoshi

    —Vengo a darle una noticia de suma importancia a mi padre, ¿Al menos podrían decirle eso, antes de que me empujen nuevamente?— preguntó Tsuna con molestia.

     
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    Riku
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    Acepto con cariño el abrazo de ambos, reconfortando mí inseguridad al volvernos a juntar.

    "Ya llegué con su pedido". Informo con cierta gracia una vez me recupere de la sorpresa inicial. Observando sus rostros y notando la falta de una cabeza. "¿Kirara esta ocupada?".

    Estamos en la clínica. Pero no puedo creer estén tan mal como para querer estar aquí atendiendo heridos. Toda ayuda es necesaria.

    "Ah". Vuelvo rápido la cabeza hacia Kojiro, cuya presencia me reventó la burbuja. "Supongo podemos hacer presentaciones una vez nos reunamos todos".
     
    Última edición: 21 Abril 2021
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    madarauchiha

    madarauchiha Gracias Andy!!! TWT Orientador Game Master

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    Shiori
    Con que Yuzuki ¿Eh? Otro nombre para la lista de recordados, realmente solo anhelaba conocer a todos los que me rodeaban e iban a luchar a mi vera en esta contienda que se avecinaba. De todos modos centré la mirada y la atención a los otros tres nombres "Kohaku, Heya y Togashi" los cuales me resultaron cuanto menos peculiares de todos modos. Aunque decidí mantener silencio no perdía detalle de cada conversación ¿Beneficios en la guerra? Discrepaba, o al menos siempre he mirado desde mi propia perspectiva que esa afirmación era correcta en un 50%, la otra mitad era la coordinación y las ideas de aquellos estrategas que planeaban las maniobras que el grupoo debía efectuar.

    De igual modo y, manteniendo para mí esa opinión, me centré en otra parte que me brindaba gran interés...¿Ocultar identidades? Sí, tendría cierto sentido si, como escuché en su momento, hay traidores en nuestras filas pero eso también podía significar que podrían haber ocultado sus verdaderas identidades conmigo, siendo así ¿Tsunayoshi sería el verdadero nombre de la persona que me ofreció su amistad? Aunque esa pregunta no era la única que me rondaban en mi cabeza, sinó más bien supuse que debía subirme al carro de ocultar mi identidad hacia los demás. Claro que ahora que estaba con "Tsuna" sonaría muy forzado directamente cambiar mi nombre de buenas a primeras. Aunque con tanta gente... Y dado que iban a decirme nombres falsos, admito que aunque tenía lógica su proceder empezaba a quedarme estancada e incluso denotando cierta desconfianza para conmigo...¿Acabaría toda esta falta de confianza cuando esta batalla en Shizuoka llegara a su fin?
    Suspiré, "Seguramente no" me dije a mí misma en un murmuro que simplemente esperé no resultaba audible ante los demás.

    Al escucharle hablar, de nuevo salí de mi ensimismamiento, asintiendo con calma para mirar mi Katana, la cual había sesgado tantas vidas y aun así, seguía siendo mi más fiel aliada. No me hacía nada de gracia separarme de ella y sin embargo, tampoco me quedaba alternativa si quería ganarme su confianza aún más y a su vez tratar de no ser yo quien sea acusada de traición por tercera vez consecutiva.
    — Comprendo Tsuna, gracias por aclararme la duda—. Sonreí cálidamente, aunque las dudas se agalopaban en mi cabeza— A todo esto, has hablado de que la gente está ocultando su identidad, lo que implica necesariamente que si el mismo rostro no es lo que oculta, debo intuir que entonces todos tienen algún pseudónimo, sería conveniente que yo misma tuviera uno, ¿gustas ponérmelo tú o los escojo yo misma?—. De nuevo pregunté con calma, no creía que me resultara un mayor problema al menos tratándose del mismísimo Tsunayoshi. Y sin embargo justo cuando acabé de hablar ví como otro hombre se acercaba a nosotros...
    Me mantuve en silencio, tampoco era cosa mía decidir quien podía acompañarnos, al contrario, cuántos más fuéramos mejor pues significaría necesariamente que podríamos contar con mayor protección y además acababa de exponer sus intenciones. En cualquier caso no me parecía alguien que fuera precisamente alguien de quién se debiera desconfiar.
    — Debe resultar complejo planificar una estrategia a tan gran escala como la guerra que se avecina, admito que si yo misma hubiera de planificar no sería capaz...Son los estrategas verdaderos genios—. Hice el comentario, tratando de resultar sociable— Al fin y al cabo, los guerreros no dejamos de ser las piezas de shogi, a sacrificar en post de la victoria, metafóricamente hablando.
    Proseguimos camino hacia lo que parecía la entrada del cuartel cuando dos guardias nos cortaron el paso.

    ¿Qué? Calma Shiori, no comprendes la situación, más también admito que de un modo u otro la actuación de dichos guardias me resultaba inusual, sin embargo y tras una rápida mirada hacia Tsuna me percaté que había empezado a hablar de nuevo.
    Sí... Incluso parecía que no era la primera vez que le ocurría algo así, su reacción molesta lo confirmaba pero ¿Por qué el señor feudal no querría ver a Tsunayoshi? ¿Sabría que lo iba a confrontar? ¿Ya lo había hecho con anterioridad? No lo sé. Lo que sí es que no podía tampoco permanecer al margen... Pero temo que desafortunadamente tampoco tenía mucho más que hacer, no era diplomática pero tampoco podía quedarme de brazos cruzados.
    — Hasta donde sé, temo que impedir la visita de un hijo a su padre no debería ser impedimento y las querellas mantenerse al márgen dada la gravedad del conflicto. No, disculpen pero no estoy de acuerdo con su proceder, con todo respeto, más, y aunque mi opinión no les resulte de valor, deberían dejar las querellas apartadas al menos hasta que la guerra llegue a su fin—. Contesté con la calma que me caracterizaba pero con firmeza, no quería enfrentarme a ellos más tampoco iba a dejar que Tsuna no pudiera ajustar cuentas con su padre, claro que tampoco buscaba atacarlos evitando por todos los medios mostrarme hostil para mirar a Tsunayoshi, asintiendo con la cabeza., denotando que confiaba en él en su totalidad
     
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    Amelie

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    Ver que el muchacho no se molestaba y saber que ya tenía conocimiento de las identidades de los demás me arrancó una risa floja, así era normal que no se enfadara ni nada. Además tenía razón, aunque nos costaba y teníamos dificultades al final éramos un grupo unido, podíamos serlo por lo menos y ahora no teníamos otra opción realmente.

    Cuando se hubieron retirado y la mujer habló dirigiéndose a Takano fruncí un poco el ceño, confundida de que pareciera conocerlo pero no era algo recíproco por el comentario de este, que también iba dirigido a Hayato y Kyoko que habían aparecido de la nada. Aún así esperé a que la mujer se explicara, la misma sorpresa de Takano me cruzó a mí por el rostro.

    —¿Él lo sabe? —pregunté sin siquiera pensarlo—. ¿Kato sabe que estás aquí?

    Jiin estaba en Kamakura, ¿no? Alguien debía hacerle saber que su madre estaba en Shizuoka con nosotros.

    Estaba pensando puramente con las emociones y aunque ya tenía claro que no había en ellas nada malo, también era consciente de que dejarlas dominar era el error. Si Kato seguía vivo era precisamente porque había podido mantenerlas controladas, no me había limitado de sentirlas, pero no las había dejado guiarme hasta las consecuencias últimas.

    Así que tomé aire, sacudí la cabeza y me dispuse a dar unas cuantas explicaciones.

    —La mujer y el niño con el ojo herido los encontramos en Fujimi, hicimos un desvío para supuestamente darme la oportunidad de atender una herida que cargaba de Kai. La ciudad estaba reducida a cenizas y la maldita mariposa ondeaba entre el fuego. —Acabábamos de volver después de haber matado a una niña y aún así lo que más me estaba costando contar era la escena de Fujimi; me las tuve que arreglar para modular la voz, que no se me notara tanto la ira que me corría por la sangre ni lo mucho que estaba forzándome por no soltar a llorar. Las imágenes que me habían quedado grabadas en la meten me enfurecían, así de simple, porque también se nos había escapado Murai—. Fueron las únicas personas vivas que encontramos. El niño es un Sugawara, eliminaron a todo el clan, su nombre es Hayato. La mujer se llama Kyoko, estaba sujetando al niño porque lloraba a gritos frente a la cabeza empalada de su padre. Al parecer fue alumna de Hamami. No podía dejarlos atrás.

    De nuevo, en vistas de lo la suerte que estábamos teniendo con los niños sentí el deber de decir algo más.

    —Soy responsable por las acciones de cualquiera de los dos a partir de este momento.
     
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    Bruno TDF

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    Togashi
    Clínica

    Durante los días de entrenamiento en Shizuoka no había tenido la necesidad de presentarse en la Clínica, pues su desempeño en los ejercicios y las instrucciones físicas fue bastante aceptable; las pocas contusiones que recibió en la tarea de volverse más fuerte no requirieron atención médica según su perspectiva, él mismo había decidido dejar las lesiones se curaran solas. Era por esto, que cuando entró en el asentamiento médico le llamó la atención la reducida cantidad de gente, en comparación con el día que llegó a Shizuoka. Al parecer, la gran mayoría de los que se quedaron a defender la ciudad estaban mejorando y no sufrían tantas heridas. Pero él acaba de tener un entrenamiento intenso en el que Takano no se contuvo, algo que agradecía.

    Se adentró. Pudo notar que en el lugar se encontraban Taiyo y Shinko. Al tiempo que notaba que los Fujiwara estaban ahí, sintió entonces unos pasos a su espalda... Al girarse, pudo notar que detrás de él había entrado una mujer muy hermosa, acompañada por un niño de mirada brillante, que presentaba un vendaje en la cabeza que le cubría un ojo. Aunque veía gente a diario durante su estancia en la ciudad, a Togashi le resultaron un poco llamativos, quizá por el estado en el que se encontraba el pequeño. Esperaba que estuviese bien.

    Se adentró un poco más en la Clínica, cuando fue interceptado por Kirara. Apareció tan repentinamente que Togashi se sintió un poco sorprendido, además que le llamó la atención su vestimenta médica, no sabía que también se desempeñaba en esa área. Cuando la líder de los Fujiwara le sujetó del mentón, frunció un poco el ceño: el sólo tacto dolía, además de que Kirara tenía un agarre firme, su presencia era poderosa. Todavía recordaba cómo le había dejado la cara a Murai Sugita cuando se los encontró en el bosque de Kamakura.

    No te equivocas —respondió a su pregunta, con su tono calmo de siempre—. Tuvimos una pelea a puño limpio en el dojo, a modo de entrenamiento. Era algo que nos habíamos prometido cuando nos conocimos… Sólo llegué a darle un golpe —hizo una pausa—. La diferencia entre ambos es considerable, pero no me quejo: las grandes montañas son las mejores para enfrentar, porque uno llega a la cima mucho más fortalecido.

    >>Vi a Taiyo y Shinko por aquí —añadió después—. ¿Llegaron hace mucho? ¿Todos los Fujiwara se encuentran bien?
     
    Última edición: 21 Abril 2021
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    rapuma

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    Kenzaburo

    —Que así sea, entonces. —afirmó el samurái a las palabras del padre de Rengo y alertó sus sentidos al ver la reacción de Kato, sujteando la katana de Kotaro. Giró levemente el rostro hacia la puerta, estaba dándole la espalda a la misma pero así se se quedó, oyendo la puerta abrirse y cerrarse, unas pisadas que eran amortiguadas por el tatami. Miró a Shinrin y detectó la mirada penetrante de Kato en ella; la misma mirada de hielo que poseía Takano. Sin duda los hijos de Harima eran un fiel reflejo de él, aunque sean de madres distintas.

    Kenzaburo asintió a las palabras de Shinrin mientrras se ponía en pie, mirando por última vez la katana de Kozaemon. Ya no le daría pensamientos, no era necesario. Estaba muerto y nada podía cambiar eso. Antes de retirarse de la habitación miró a padre e hija por igual.

    —Esa espada. —señaló a Shi con el mentón. —Escóndanla bajo llave hasta que la guerra termine, luego podremos moverla a otro sitio más seguro. Que nadie se acerque a ella. —miró ahora a Kato. —La sacerdotisa quizá sepa qué hacer con ella. —no era necesario nombrar a Sora, era algo evidente para Kato que Kenzaburo se refería a ella. Sin más realizó una reverencia de respeto a su maestro y a la hija del mismo, deslizó la puerta y salió de la habitación. Caminó con dirección al jardín, finalmente vería a Takeda después de tanto tiempo; aunque tenía noticias tristes, había fallado en su misión de búsqueda. Su primer misión como samurái y había fallado, no era un buen comienzo. Buscó con la mirada rastros de Mao pero no la encontraba, quizá la chiquilla estuviera con el resto. Sonrió levemente, ahora que la niña volvía a sus pensamientos se dio cuenta lo mucho que la echaba de menos.
     
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    Amelie

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    Jardín
    [Takeda; Kenzaburo]




    El jardín era un sitio hermoso; los árboles bien podados y los estanques cristalinos, Takeda se encontraba debajo de uno de los árboles, ojos cerrados, manos cruzadas; parecía debatirse internamente. Una calca de aquel día que conversó con Mao en Kamakura.
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    Al escuchar los pasos, Takeda abrió los ojos, encontrándose con Kenzaburo. Takeda mostraba un rostro de tristeza; pero algo que ya era tan innato en él que no parecía ser distinto a la persona que Kenzaburo vio por última vez en Kamakura, su líder siempre cargaba con ese aire de nostalgia y dolor. A su costado izquierdo estaba Genji junto a un tanto. Del lado derecho, aun oculto en el ángulo en el que se encontraba, sobresalía un mango de otra katana.

    Se giró para enfrentarlo frente a frente; bajó los brazos y avanzó hacia él. No había sonrisa en su semblante, algo andaba mal.

    —Kenzaburo —inició mirándolo directamente a los ojos. Takeda era alguien que mostraba sus sentimientos con fuerza; pero no era un cobarde, no podía serlo —Han sucedido muchas cosas desde que te fuiste de Kamakura— le mostró su tanto, aquel que Obata le había regalado en el momento en el que se separaron tanto tiempo atrás — Me has devuelto parte de mi, algo que no merecía recibir de ti; un amigo que me ha acompañado en este corto tiempo y ha comprendido mis acciones sin siquiera hablarlas — volvió a guardar el tanto — Y yo no he correspondido como un amigo; lo he hecho como el líder del clan Minamoto.

    Tomó aire, pues la noticia no era una sencilla; era lo más complicado que jamás había tenido que decir — Lo que te diré ahora no debía ser mencionado por una misiva; debes oírlo de mi propia voz, porque ese es el respeto que tengo contigo, uno que estoy preparado para perder por mis acciones — soltó el aire con dificultad, tensando sus hombros y cuello —En Kamakura, Murai fue liberado por uno de los nuestros; la acción más peligrosa que se ha tenido en todo este tiempo, una que casi costó la vida de la líder de los Fujiwara. Debo decirte que la persona que nos traicionó fue Mao.

    Permaneció en silencio unos momentos, dejando que la información cayera; después continuó—La traición de Mao fue culpa mía —dijo mientras sujetaba algo a su cintura — Fallé como su líder; mi protección no fue suficiente. Es por eso que tenía que haber sido yo el único que pudiera imponer justicia, seguimos a los traidores; pero Murai logró escaparse sin dejar rastro—hizo una leve reverencia para después erguirse; una acción anticipada a algo que diría a continuación — Kenzaburo; yo perdono al que roba, incluso al que mata; pero al que traiciona, jamás —extendió la katana de Mao frente a él; no diría el por qué las acciones de Mao fueron erradas, ni siquiera el por qué debía ser detenida. Todo era una excusa, y Kenzaburo no merecía aquello— Yo he tomado la vida de la persona a la que tú tanto cuidaste.



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    Dojo
    [Takano; Misato; Sora; Hideyoshi; Yuzuki]


    Sora afirmó ante la pregunta de Yuzuki. No dijo nada mas, no diría que fue ignorada por completo.

    Takano se enfocó en las palabras de Yuzuki, no le sorprendía en lo absoluto, el corazón amable era uno de sus puntos fuertes —Te has responsabilizado por ellos; queda en ti reafirmar su lealtad; no quiero más fugas de ahora en adelante, la fidelidad de todos los miembros debe ser puesta a prueba, a pesar de que su pasado los haga odiar a los Taira; eso no es suficiente, se necesita convicción férrea ante el clan Minamoto — sus palabras eran severas; mostraban la molestia ante el evento sucedido con Mao —Somos un clan con guerreros, no una casa que recibe huérfanos de guerra incapaces de acomodar sus ideas.

    Sora lo escuchó, era claro que era hijo de Kato — ¿Cuál es el método de los Harima para comprobar la lealtad de un guerrero? —Preguntó Sora con seriedad, no había agresión en sus palabras —¿Morir en la guerra? ¿Eso es suficiente? —en estas últimas preguntas levantó mas la voz.

    Takano la observó —Siendo útiles, no estorbando, obedeciendo a su líder y protegerlo hasta el final.

    —Muy vago — atajó Sora —No podía esperar más de una persona criada para la guerra. Sin consideración por las emociones, las cuales también se viven en una guerra. Eres ciego si no lo crees así.

    La tensión entre Sora y Takano se acrecentaba

    —Fingiste tu muerte— mencionó Takano, mostrando su molestia, una emoción que si tenía siempre presente —¿Por qué no volviste a Kamakura? ¿Por qué no regresaste por mi hermano?

    —Porque yo fui traicionada por la persona que amé; aun así, estoy aquí; porque mi lealtad está con los Minamoto— miró hacia Misato —Y tenemos un asunto que nos sobrepasa a todos los mortales, uno que ni siquiera Kato Harima fue capaz de controlar.

    Hablaba de shi, y Takano lo sabía.

    —Hablemos ahora —dijo Takano —Después informaré a Takeda al respecto.




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    Clínica
    [Togashi; Clan Fujiwara; Akari; Hayato y Kyoko]


    Kirara sonrió mientras limpiaba las heridas de Togashi, no era nada delicada; aun así su actitud parecía serlo —Es así como habla un guerrero, debemos siempre subir la montaña; incluso descenderla es un proceso que a veces es más difícil. Nunca debes demeritar los golpes recibidos ¿no?— comenzó a untar un ungüento que olía a manzanilla —Nos falta uno todavía; pero sé que está bien, confío en su fortaleza. Es un Fujiwara después de todo.

    Kirara levantó la vista al escuchar los ladridos de Inosuke, aquel perro que acompañaba a los Fujiwara desde Kai. Kirara sonrió terminando de atender a Togashi —Creo que ahora estamos nuevamente completos— sacudió los hombros de Togashi para revisar que nada volviera a sangrar —Togashi ¿cierto? Sigue entrenando, habrá un momento en el que ya no pueda sacudirte como lo he hecho ahora, estoy segura de ello —Kirara estaba de muy buen humor, se notaba —Ahora si me disculpas, debo reunirme con mi clan.

    Kirara se alejó de Togashi para después salir a recibir a Riku quien venía acompañado de otro joven. Colocó sus manos en su cintura —¿Por qué tardaste tanto, Riku?




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    Cuartel
    [Tsuna; Sanada; Tetsuo; Shiori]

    Los guardias se miraron entre sí, las palabras de Shiori lograron convencerlos, era cierto; con una guerra tan próxima no podían estarse permitiendo contratiempos como esos.

    Los guardias abrieron las puertas a sorpresa de Tetsuo quien los acompañaba. Entraron y un guardia los detuvo —El protocolo de entrega de armas sigue siendo el mismo, no pueden entrar armados ante nuestro Señor

    Entregaron las armas sin ningún conflicto para después ser escoltados hacia el patio central; donde Nagato supervisaba el entrenamientos de sus guardias.

    —Padre— mencionó Tsuna; pero Nagato no se dignó a voltear a verlo, mantuvo mostrándole la espalda.

    —¿Por qué has venido a molestarme?— mencionó Nagato —Salgan de aquí.

    —Takeda ha llegado a Shizuoka —mencionó Tsuna.

    Esta vez Nagato volteó, comenzando a reír —Eres un ingenuo; Takeda seguramente es una mentira, me traerán a uno los Harima haciéndose pasar por él. Porque al final sólo podemos depender de los ciudadanos de Shizuoka.
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    Tsunayoshi se quedó allí, no podía creer que su padre lo tratara de ese modo. Tetsuo estaba preparado para interferir.
    madarauchiha puedes intentar hablar con Nagato, tiras un dado de 20. Pero Nagato no es tan fácil como los guardias de la entrada.
     
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    Ikoma-kun

    Ikoma-kun Rolero, dibujante

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    Misato Aoyama

    Observé con preocupación la tensión entre Sora y Takano el cual, parecía desconocer parte de la historia de Shi. Asentí a las palabras de Sora, el estratega basaba sus decisiones en la fría lógica. Era Takano de quién hablamos...frío y lógico como el general que debía ser.

    Sora mencionó entonces de forma muy sutil la gravedad de lo que enfrentamos; Shi, el arma forjada con la bendición de Mara, Takano parecía haber captado todo a la primera.

    —Si no fuese por la intervención de Sora...—intervine con mirada baja, tense el puño recordando el infierno de ser atacada con el filo carmesí de Shi— fue gracias a ella que pudimos vencer a Masaki un guerrero Taira desquiciado que aterrorizó a Chiryu por muchos soles, ese poder quebró su, ya de por si, mente degenerada arrebatando su vida.

    Guarde silencio en espera de otra respuesta de la sacerdotisa, esperaba muy pronto alguna idea de su parte que permitiera sellar tan terrible arma.
     
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    rapuma

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    Kenzaburo



    El samurái estaba feliz de ver a Takeda en una pieza, aunque siempre estaba ese aura triste reflejado en su porte. Mientras caminaba por el jardín, sintiendo el olor a las flores, pensaba en que nunca había visto a Takeda feliz, solo un poco en Gifu, cuando hablaban de luciérnagas e historias de cuna para niños. Se detuvo frente a él y lo miró; hombros caídos, ojos tristes; pero había algo en el aire, un no sé-qué que amenazaba el clima entre ambos. Kenzaburo estuvo por darle un golpe en el hombro, indicando que se encontraba grato de verle nuevamente luego de tantas lunas. Se contuvo y se quedó plantado allí, entre los estanques y la sombra que proyectaban los árboles sobre ambos.

    Abrió los ojos con espanto al escuchar las palabras de Takeda, aún sin poder reaccionar a la buena obra de Ayame de llegar con tanta celeridad a Gifu para devolver el tanto a Takeda; un arma valiosa con mucho significado. Sus labios temblaban; su autocontrol sólo le permitía no deshacerse en lágrimas y gemidos, pero ya no le daba para hablar. Kenzo bajó la mirada e inspiró aire en una ansiosa inhalación en la que intentaba encontrar oxígeno suficiente para apaciguar sus pensamientos más tenebrosos. Él lo había presentido en Chiryu, durante la pelea con Masaki, pero una y mil veces se había dicho a si mismo que esa sensación no había sido una terrible premonición, sino tonterías de un hombre moribundo a punto de morir en una batalla, y sin embargo, ahora todo parecía derrumbarse a su alrededor.

    —Yo... —Kenzaburo nunca había sido un hombre de letras. Nunca lo fue. Era de otra forma. Tenía una expresión extraña en el rostro; era la mirada de quien ha perdido lo más preciado. Se agachó y comenzó a juntar flores, arrancandolas de la tierra. Era como si necesitara hacer algo; y allí estaba, un hombre lleno de vendajes, clara señal de que había combatido hace poco, con el polvo de los caminos sobre su piel y ropas. Un sujeto acurrucado en el suelo dando lástima. Se puso en pie y lo miró. Los ojos del samurái estaban húmedos y brillantes. Sabía que Takeda le miraba. Un samurái no puede llorar. Nunca. Ante nadie. —No hay lugar en este mundo lo suficientemente seguro y protegido para preservar un traidor a los Minamoto. Me avergüenzo y escupo en el suelo. —la única forma que sentía Kenzo de mitigar el dolor era agregando rabia al recuerdo de Mao, era la única forma para evitar el sufrimiento. La decepción. Y aunque no existía en los recuerdos de su discípula debía de inventarlos él mismo y agregarlos. De lo contrario no podría seguir conviviendo bajo el mismo techo que Takeda. Su interior era una explosión de sentimientos encontrados; entendía que nunca más escucharía su voz, ni siquiera su risa, tampoco sus comentarios sarcásticos, insultantes. No hubo despedida en Kamakura; él se fue y ella hizo su propio camino. No, no era culpa de Takeda.

    —Si Mao liberó a Murai y escapó junto a él, fue mi culpa. No la tuya. No... no pude... nunca pude enseñarle el camino. ¿Que opciones tuve? Era un ronin, ¿qué podría haberle enseñado? —sus manos se convirtieron en dos puños macizos que comenzaron a temblar a causa del esfuerzo. —Mi lealtad no confundirá tu presencia con la de un enemigo por traerme noticias funestas por terribles que éstas sean. Aprecio tu coraje al venir y decirme esto, pues nadie quiere ser mensajero de infortunios. —el rostro de Kenzaburo estaba apagado, sin emociones. Los ojos brillantes se habían secado, volviéndose más malos, más vacíos. Era un ser sin alma, sin sus dos pilares existenciales que eran Mao y Kozaemon. —Mao siempre vio cosas que otras personas no pueden ver: siempre veía el bien allá donde existía el mal. Y su amor a la vida, su amor a las segundas oportunidades la llevó a esto. —miró a Takeda. —Entrenemos. Ya mismo. —cerró sus ojos, intentando controlar sus emociones como bien sabía ya hacer. —Es la única manera de poder descargar esta... noticia. —abrió las manos y las flores, ya rotas por haber vivido dentro de la presión de su puño, cayeron en pedazos al suelo.
     
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    Amelie

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    Jardín
    [Takeda; Kenzaburo]


    Los ojos de Takeda se humedecieron, conteniendo el líquido allí, meciéndose sin terminar de caer, una gota que quería escapar sin encontrar la salida. Entendía la reacción de Kenzaburo, debía sacar sus sentimientos de alguna forma, en ese aspecto era parecido a Takano.

    Bajó los brazos al ver que las manos de Kenzaburo no tocarían la katana de Mao, la dejó recargada debajo del árbol para después acercarse a Kenzaburo nuevamente, tomando a Genji. La última vez que se enfrentaron fue en Gifu, allí le mostró su ataque especial; pero Takeda jamás había mostrado la técnica especial de la escuela de su maestro; suspiró sujetando la katana con la saya aun protegiendo el filo; posiblemente tendría que usarla tarde o temprano.

    Las palabras de Mao, aquellas últimas dedicadas a su maestro; debía decírselas después de que este liberara sus emociones con violencia. No dijo nada, su posición de ataque lo decía todo.



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    Dojo
    [Takano; Misato; Sora; Hideyoshi; Yuzuki]


    Sora afirmó ante Misato —El clan Minamoto ha ganado la confianza de los ciudadanos de dicha ciudad gracias a la valentía de ustedes —mencionó ante Misato para después mirar al resto —Shi; es una espada maldita, fue forjada ya hace dos generaciones atrás por los Harima. Hasta ahora ningún portador ha podido soportar la presión que esta causa en ellos. Destruye su mente de distintos modos; es por ello que se le conoce como la locura de los Harima. Afectó a Kaito, tu abuelo, haciéndolo asesinar a su propio hermano y hombres —dijo hacia Takano —Afectó a Kato, quien asesinó a los Asakura después de tratar de matarme a mi. Afectó a Hana al tratar de sellarla, despojándola de sus memorias. Afectó a Masaki, destruyendo sus propias ambiciones. Lo hará con cualquiera que sea crea capaz de sostenerla. No puede ser destruida con fuerza bruta, el filo de la más fuerte arma no le hacen ni un sólo rasguño. Esta arma es protegida por la fuerza del Dios de la Muerte.

    Takano llevó sus manos al rostro y lo masajeó con fuerza; pues no bastaba la guerra que se aproximaba, también estaba esa espada maldita; algo que ni él podía prevenir y eso lo molestaba profundamente, no saber que hacer no era algo que sucediera en su mente.

    —Si no puede ser destruida ni sellada ¿Qué propones hacerle?

    —No sé...—respondió Sora con genuina preocupación.

    Takano miró a Misato —Su misión ¿No reveló algo que pueda ayudarnos? —Se notaba que Takano detestaba estar tan confundido. Odiaba los temas paranormales, porque no podía controlarlos.


     
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    Kenzaburo

    Siguió los movimientos de Takeda con total control, como si sopesara en su mente cada movimiento de su líder, por secundario que fuera. Observó la katana descansando junto al árbol. Se quedó perdido en los pensamientos hasta que su mirada periferica reveló a Takeda posicionarse. Lo observó con una increíble serenidad; los ojos estaban vacíos, su promesa de sangre se había borrado y su alma destruida; solamente había fuego, un fuego que lo comería tarde o temprano en una batalla.

    Se colocó de la misma forma que Takeda y ambos, en un simple parpadeo, atacaron. Era un entrenamiento pero intenso y brutal, como la personalidad de Kenzaburo.
     
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    Amelie

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    Jardín
    [Takeda; Kenzaburo]


    Kenzaburo mostró una mirada distinta a su entrenamiento en Gifu, no era furia, era un vacío. Era la mirada que sus rivales veían antes de morir, de aquello no le quedó duda a Takeda; quien se desconcentró, evitando esquivar un ataque que le hubiera resultado fácil; para su fortuna, su defensa era superior al ataque dado por Kenzaburo. No podía volver a distraerse.


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    Kenzaburo

    Los espadachines bailaron en el jardín, ambas katanas estaban enfundadas en sus correspondientes sayas, pero cualquier golpe que conecte en el otro sería doloroso. Incluso para cualquier buen observador, aún se podía notar una leve cicatriz en el cuello, justo del lado derecho; donde la técnica de Takeda golpeo fuerte en Gifu. Kenzaburo sabía que Takeda era un buen samurái, entrenado por los mejores y adoctrinado por un Harima de mano de hierro. Detrás de su frágil apariencia convivía un espíritu fuerte.

    Pero los recuerdos de Mao le enturbiaban la mente. Atacó nuevamente.
     
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    Amelie

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    Jardín
    [Takeda; Kenzaburo]


    El silencio solo era interrumpido por los golpes entre ambas sayas, ninguno de los dos decía nada, eran sus habilidades las que hablarían por ellos. Practicas como estas traían un número de memorias, con personas que ya no estaban mas allí. El pensar en ello calaba hondo, aun así, Takeda logró esquivar el ataque de Kenzaburo; atacando de regreso mientras este recibía el impacto en el pecho, pero no fue suficientemente fuerte como para hacerlo retroceder. Kenzaburo había mejorado en muy poco tiempo.


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    Kenzaburo

    Gruñó cuando la saya le quitó el aliento, pero el ardor; el dolor del golpe le sirvió para enfurecerse aún más, generando una adrenalina en su cuerpo que le obligaba a ir hacia delante, aunque eso sea convertir sus ataques sumamente fuertes pero previsibles.
     
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