Catherine Whitman Se permitió fruncir su nariz con ligereza cuando escuchó que ya no era la perfecta desconocida por haber dicho su nombre, sí, era cierto y realmente no lo había notado en absoluto, sentía que si el apellido quedaba en misterio junto con su salón simplemente podían fingir que seguían siendo perfectos desconocidos. —Podemos fingir que lo soy vaya, quizás...también pueda nombrarme como una película de disney/pixar o simplemente...puedes decirme Cathy y Catherine queda como una estudiante más~ —Podían improvisar, ¿no? Si Catherine era ya una conocida podía ser simplemente Cathy, que además, era mucho más lindo y práctico para los dos. E incluso si fruncía el ceño al ver su gesto, ella mantuvo su gesto tranquilo junto con su pequeña sonrisa invitándolo a dar de nuevo otro pequeño paso a abrirse a tener algo de apoyo. Cuando finalmente pasó y lo escuchó reír, ella se permitió lo mismo, aunque quizás su risa era algo de emoción al mover su mano de arriba a abajo con suavidad y cerrar el trato. —¿En alguien así? Solo tienes pequeñas vibras de Batman, but don't worry, i can be Robin —Dejó su mano ir con suavidad antes de dar media vuelta y abrir la puerta para permitirles salir —, puedo ir por mi cuenta, si sabes a que salón voy... entonces seré menos desconocida, ¿no? —Mordió su labio inferior con suavidad sintiendo todavía algo de preocupación —, y Shawn... cuídate por favor, no creo que necesites algo que no sea algo de paz en este momento. >> Espero que nos veamos pronto, me gustaría escucharte aunque sea solo un poco~
Le había dado importancia a la tontería de los desconocidos, ¿no? A diferencia de mí ella sí parecía preocuparse de alguna forma por mi estado, lo suficiente como para seguirme el juego y simplemente lo dejé fluir sin más. No iba a negar que en el fondo eran esas cosas rutinarias y distendidas las que más necesitaba en ese instante, por más que creyese hacerme las veces de lobo solitario o vete tú a saber. Le dejé hacer como había hecho prácticamente desde el inicio, agitando mi mano con suavidad sin borrar aún la sonrisa incrédula de los labios. —Me gusta Robin. El perfecto conocido desconocido; it really suits you —respondí al aire, comenzando a caminar hacia la salida. Apoyé el hombro en el marco de la puerta cuando me dejó pasar primero, observando a los estudiantes marchar hacia sus aulas. Tranquilidad era una palabra que parecía haberse borrado de mi vocabulario—. No es que dependa demasiado de mí, pero puede que exista la remota posibilidad de que lo intente. Suponía que eso era suficiente. Me aparté finalmente, dejándola salir del lugar, y di media vuelta en dirección hacia las escaleras. Con la gracia de los desconocidos no descubriría ese día que la chica debería estar en mi curso. Alcé mi mano en un gesto de despedida algo vago. >>Cuida ese tobillo, Cathy. Hasta la próxima.
Contenido oculto: Trust me Éramos algo... idiotas, ¿no? Bueno, decir que lo éramos poco, era ser demasiado compasivo con uno mismo, o un hipócrita de frentón. Tras salir del ascensor y ver que Shawn esperaba fuera de una de las salas de tercero... los cables mandaron la señal con rapidez, y la información fue más que clara; esa era la clase de Meyer-senpai, ¿no? Por algún motivo que ni yo recordaba lo sabía, almacenar información como respirar, supongo. Me devolví de inmediato por sobre mis pasos, de nada serviría esperarle en la azotea sí iba a perder... o invertir su tiempo en la peculiar chica... Diablos, Nakagawa; tú no eras quién para hablar del peculiar color de cabello de Meyer Laila, cuando tu jodido cabello era azul. Sin demora, sin rodeos y sin preocupación relevante, terminé donde había dicho que era mi lugar por default. Entré y... había un par de alumnos de primero. Les miré con muy mala cara, la verdad. —¿Qué hacen acá? —hablé sin ningún sentimiento especial, se excusaron y en un par de intercambios secos ya se habían marchado de la sala. Vamos, que en receso esto era del Club de Radio; solo podías usar las computadoras con la vigilancia de un profesor u otro tipo de autoridad, como pertenecer al club de radio. Aunque, claro, como presidente tenía acceso a todo, y por eso mismo, sí algo se rompía, empezaba a fallar y tal, parte de la culpa recaería en mí... A menos que las reglas escolares ya hayan cambiado, reformándose o vaya a saber uno. No me había puesto al corriente con los detalles; solo acepté el ofrecimiento de hacer algunos avisos rutinarios, manejar la música que se escucha en algunos altoparlantes específicos de la escuela, entre otras minimices; solo por que así me podía encerrar en el salón de audiovisuales y escribir mis tonterías y demás. Dicho y hecho, me metí a la computadora madre, esa que copilotaba el resto de monitores presentes, y la que aparte, tenía acceso a ciertas partes del sistema operativo vinculado a altoparlantes y demás. Puse las canciones de turno; relajante para el comedor, movida para algunos pasillos, relajante otra vez para los parlantes que daban al exterior, en el patio norte; algo más movido y dinámico en los altoparlantes del patio frontal. Control, manipulación; sonido, música; paz, energía... Si...amaba el Club de Radio. Más que nada en el mundo. Contenido oculto Hygge y Hitori , las etiqueto por sí quieren tirarle ya sea a Lena, Hotaru, Liza; Maze y Cay. Está libre y a disposición (?)
Hotaru parecía interasada en el club de radio de la escuela y si no me negué a llevarla fue porque, en el fondo, a mí también me interesaba echarle un vistazo. Ni siquiera sabía de su existencia. Mi madre había dedicado toda su vida al periodismo, a la contrastación de hechos, la investigación y la transmisión de información a través de los medios, y aunque el parecido era más bien inexistente ese club era lo único que tenía. Un potencial medio de evasión. Danielle Sallow me había transmitido su amor por su profesión y podría decirse que era lo único que de verdad me tomaba en serio en esta vida, y donde podía dejar a un lado mi carácter de mierda para hacer algo de provecho, suponía. —¿Hm, quieres venir con nosotras? —La voz de Hotaru deteniéndose no muy lejos del aula me hizo girar sobre mis pasos. ¿Ah? ¿Izayoi también quería venir? La morena pareció notar que había cierta tensión entre nosotras y se sonrió, encantada con aquel potencial espectáculo para su disfrute personal—. Pero por supuesto, linda~. Vamos, vamos. Giró sobre sus talones y entorné la mirada hacia ella cuando pasó por mi lado, pero si se dio cuenta supo disimularlo bien la cabrona. Clavé las esmeraldas en Sakuya durante un instante, incrédula, antes de seguir los pasos de la chica. Me era imposible descifrar bajo qué espectros se movía para querer meterse en la boca del lobo por voluntad propia, de verdad. Qué estúpida. La sala multimedia se encontraba en el piso inferior, y ya parecía abierta. Hotaru llamó a la puerta por mera cortesía antes de asomarse. Un chico de cabello azulado, bastante alto y de aspecto cansado reparó en nosotras poco después de llegar. Crucé los brazos bajo mi pecho, aguardando en la entrada. Para ese entonces la otra ya había entrado a curiosear como si nada. —Buenos días~. Miembro del club, ¿cierto? —cuestionó, con aquel tono fresco y amistoso, sin dejar de posar su atención en los ordenadores y aparatos diversos. Deslizó las uñas carmín sobre las mesas mientras avanzaba por el lugar, brindándole una sonrisa al chico al hacer contacto visual—. Ankoku Hotaru, estoy interesada en entrar. Y la castaña del fondo parece tener una opinión similar, ¿me equivoco? Intercambié miradas entre ella y el chico sin demasiada prisa realmente, analizando el lugar y el equipo con el que contaba. —¿De qué se encarga exactamente el club de radio? —inquirí. Contenido oculto Rojo FireRed owo
Había que darle crédito a Sakuya, lanzarse al abismo sin pensarlo si quiera dos veces requería cojones bien puestos, los tenía sin ningún tipo de problema. Ankoku-san les había llevado al club de radio, que al instante le pareció interesante, pensar en todas las posibilidades de transmitir en las bocinas en un arranque de aburrimiento, uh, desde el rock más suave de los sesenta hasta el gangsta rap más salvaje de los noventa, Hotel California sonaba como un candidato favorito para estrenarse si se unía. Sublime~ Ir de carabina con aquellas dos era la excusa perfecta para centrarse en la anglosajona más carismática que había conocido, y su reacción no se hizo esperar. Sintió su mirada clavarse en la suya, pero esta vez, nada de terror, ni intimidación, en su lugar le dedicó una suave sonrisa, se veía incrédula, pero era lo de menos, no había sido tan tonta como para entender que su relación con Hotaru-san le hacía... Sacar de quicio, si la azabache la hacía cabrear más de la cuenta, I got your back, honey. La excusa perfecta para acercarse un poco, por qué a veces lo más simple es lo más efectivo. —Mi nombre es Izayoi Sakuya, mucho gusto en conocerle —aquel chico parecía el presidente del club así que la formalidad por delante. Al fin conectando, Miss Sallow~ —Hago énfasis en lo que la señorita Sallow pregunta, deseo saber más al respecto —hizo una gentil reverencia, deseosa de la información.
Teclear, visulizas, escuchar; escuchar, observar, meditar; mover el mouse, editar, leer; leer, meditar... Me saqué los cascos en cuanto visualicé por mi costado figuras oscuras asomándose; la confianza con la que entraban me indicaban que bien; eran miembros del Club, estudiantes nuevos o interesados; todo a la vez era posible también. De inmediato escuché una voz aterciopelada que rozaba lo sensual en cierta manera, con mi semblante serio natural me giré junto a la silla en la que me sentaba, haciendo el mínimo ruido; era una simple silla de cuatro patas acolchada, de madera, por lo que de todas formas no hizo ruido, pero al menos no me caí y estuve lejos de hacer el ridículo: Cada movimiento mío era fluido, silencioso y acertado. Apoyé mi pie en mi pierna derecha, sosteniéndolo con mi mano izquierda. La otra mano me la llevé al mentón, pensativo, y las escuadriñé en absoluto silencio mientras terminaban de hablar. —¿Cuántas cosas puedes hacer con una radio? —solté calmo y monócorde, con la mirada entornada y una seriedad en el rostro que, a pesar de no ser severa, parecía inamovible. Es más, tras decir eso, volví a mi silencio y me quedé igual de quieto que cualquier estatua; era lo que mejor se me daba hacer, al fin y al cabo. Ah, aparte; ya había empezado la primera prueba. ¿Serían esas tres chicas merecedoras del Club de Radio? Pues todos merecen dar su opinión; pero no todos tienen las cualidades de ser objetivos, prácticos y sobre todo: altruistas. Vamos con todo chicas, que se nota que no les quedan muchos días en la academia.
No tenía la menor idea del rollo que se traían la nueva y Lena, pero conociendo su aparente historial me hacía una idea. ¿Había siquiera alguien en aquella academia a la que esa chica tolerase? Me quitaba el sueño por las noches conocer la respuesta~. Y por si el circo aún no estuviese completo, terminamos por dar con el supuesto presidente del club, o quizás tan solo era un miembro con los humos un tanto subidos y ya, quién sabe. Ladeé la cabeza, con una inocencia que no era de Dios, y contuve la carcajada que amenazaba con soltarle en la cara ante su... curiosa pregunta. —Depende. Poner música, grabaciones, hacer charlas, colaboraciones... —me encogí de hombros, desinteresada—. Los límites los pone uno mismo. O el presidente del club, en este caso. ¿Acaso eres tú, cielo~? —Responder una pregunta con otra pregunta. Qué nivel —Lena se llevó un mechón tras la oreja, dirigiéndole una mirada de circunstancias al chico—. La radio tiene mucho potencial para la difusión de información. Sería decepcionante saber que no cuentan con secciones para ello y solo se dedican a poner la musiquita de turno. Aunque no me sorprendería. No le tenía mucha fe a la escuela, ¿eh? Así y todo observé el intercambio con algo de gracia, no iba a mentir. Mírala nada más, si parecía más interesada y centrada que yo. Realmente en mi caso no estaba interesada en el club en sí, si no en conocer gente y tener una sala para mí. Pero oye, si todos los integrantes iban a estar tan buenos como él yo no me quejaba, eh~. —¿Y bien? —Cuestioné, sin borrar la sonrisa felina de los labios—. ¿Vas a resolver nuestras dudas? Nos morimos de la curiosidad, sweetie~.
Así que ese era el presi del club de radio, frío y sereno como el hielo el muy desgraciado, metódico y sin rodeos. Menos mal la experiencia con Lena le había servido como preparación para sentirse más cómoda en ambientes tensos, la seriedad del tipo era impresionante, pero no se veía de mal genio, simplemente era alguien dedicado a sus cuestiones con el filo y practicidad de las navajas del Ejército Suizo. Era una pregunta simple, bastante de hecho, pero bien pensada, el mundo de la radiodifusión es muy amplio, incluso parecía una estupidez, pero es en ese tipo de cosas donde la gente comete el error de confiarse de más. Entretenimiento, educación, información, cosas más turbias como el espionaje y la difusión de propaganda, la radio es un mundo en si mismo. Había que pensarlo varias veces, la sencillez de aquella pregunta la tenía aterrada, pero lo disimulaba como una campeona, su mente estaba corriendo a todo dios en aquel momento tratando de articular una respuesta convincente sin sonar una sabelotodo, o peor aún, alguien que buscaba el crédito para si misma. Las preguntas ambiguas son el demonio, Vade retro Satana. —Pues... La radio tiene fines educativos, de entretenimiento e informativos, si más no me equivoco... Hay usos un poco más oscuros, pero no quiero entrar en discusión para eso —sonrió gentilmente, como si un se quitase un peso de encima. ¿Venimos de buena suerte o las grandes mentes piensan igual, querida?~ Concordaba con lo que la anglosajona terminó espetando con su encanto característico, pero la verdad, saber que andaban en la misma frecuencia, no pun intended, la reconfortaba un mundo.
Fue cosa de que la azabache terminase de concluir su primera respuesta para que mis ojos ser entornarán con regocijo, mientras una amplia sonrisa suave y pasional como el terciopelo surcó mis labios. Me deshice de mi posición, escuchando la respuesta de la segunda, analizando cada aspecto de su voz; mientras, mis movimientos tan fluidos como mecánicos se centraron en la computadora para guardar, archivar y traspasar todo mi proceso al pendrive de toda la vida. —Interesante —solté sin ninguna prisa, para responder a la castaña y supiera que tenía mi atención a pesar de que no la miraba. Cuando desconecté el pendrive, tras seguir los pasos ideales, me eché las manos al bolsillo, respaldándome en la silla, para solo ladear los ojos y sostener los orbes maravillosos y superpicaces de la azabache; con una sonrisa sutil, suave y mis ojos brillando con socarronería. —Yo te veo bastante viva, linda, ¿segura qué morirás tan solo por esperarte unos segundos? —dije monótono, con una voz fresca y un tono mullido, a pesar de la gravedad que tenía por ser un hombre de pecho amplio y cuerdas gruesas. Luego mi seriedad apacible se posó en la chica de cabello peculiar, en cuanto empezó a hablar terminé por dejar mi codo en la mesa y el costado del rostro sobre la mano que se apoyaba en ese codo; le sonreí con suavidad, calmo y paciente, dejando que se tomase todo el tiempo que deseara. —¿Cuál es tu nombre? —pregunté monocórde, sin ninguna pizca de hipocresía o cinismo; genuina calma—. Era Izayoi, ¿no? —cerré los ojos, ladeando un poco la cabeza con la sonrisa sutil en mis labios—; date por ingresada en el Club. Luego miré a la tal Sallow, con una sonrisa apacible aún, pero mis ojos calmos no significaban nada en especial. >>Señorita Yanagi —hablé, pero de inmediato mi rostro se tornó severo y serio, pero mi voz seguía igual de monócorde y en el mismo volumen que antes—, ¿puedo saber por qué tus dos compañeras se han presentado, y tú no? Me crucé de brazos, puse mi pie sobre la otra pierna, me respaldé en la silla de madera y le clavé la mirada con severidad. >>Pues, independiente de quién sea, me parece una enorme falta de respeto exigirme cosas sin siquiera dar tu identidad; no eres un espía para estar tan precavida, ¿no? —entorné aún más la mirada, y procedí a inhalar hondo y soltar el aire a ojos cerrados con pesadez. Me encorbé hacia adelante, abriendo las piernas para posar mis pies con firmeza en el piso, sin levantarme del asiento; apoyé mi palma izquierda en mi pierna izquierda, y alcé mi mano derecha cuando alcé la vista y sostuve la de Sallow-san. >>Primera regla del Club de Radio —alcé mi meñique, dejando los otros cuatro empeñados—; no existen las mentiras.
Tal y como sospechaba, Hotaru no tenía ni puta idea del club y menos interés parecía tener aún en sus actividades. Nada nuevo bajo el sol. En cambio, y aunque no fuera a admitirlo en voz alta, la respuesta de Izayoi me pareció decente y la escuché intervenir con algo más de atención que a la primera. Seguía estando en la puerta porque no tenía caso entrar si ni me interesaba el club en primer lugar, y tampoco era un culo inquieto como la otra para estar rondando por la zona a sus anchas, invadiendo la privacidad del tipo. Era más que obvio que le había puesto el ojo encima al chico y solo había que ver la sonrisilla que le dirigía cada vez que tenía oportunidad. Si es que parecía un puto animal en celo. Cuando el chico pareció complacido con algunas respuestas y posó su mirada en mí fruncí ligeramente el ceño, porque ya me lo veía venir. Los jodidos japoneses y sus rigurosas normas me daban bastante lo mismo, me parecía absurdo que se molestase cuando técnicamente había hecho una única pregunta, más que exigirle nada. —Podrías empezar por dar ejemplo y seguir tus propias normas —atajé sin más, con un tono bastante contenido para ser yo. Le sostuve la mirada en todo momento, directa y sin anestesia—. Eres el supuesto presidente, ¿me equivoco? Demuéstralo presentándote, dando una buena imagen del club que quieres sacar adelante y entonces, y solo entonces, podrás tener el derecho de exigirme algo. Eres tú quien nos necesita, no al contrario. Hotaru se recargó en una mesa, siguiendo el hilo de la conversación en todo momento como si de un partido de tenis se tratase. Solo le faltaban las palomitas o algo. Comenzó a silbar mientras la tensión parecía ser capaz de cortarse con un cuchillo, y en algún momento se le escapo una risa nasal en respuesta, captando mi atención a lo lejos. —Bueno, está claro que ella no pasó la prueba por no decir su nombre, vale. ¿Pero qué hay de mí? —Cambió de tema con esa facilidad que parecía traerse de fábrica, inclinándose hacia atrás con toda confianza, con la mirada puesta en él—. No irás a negarme la entrada por ser amiga de Lena-chan, ¿verdad? Se llevó una mano a los labios de repente, fingiendo sorpresa, y abrió los ojos ligeramente. >>Ups~. Se me escapó.
—Izayoi Sakuya, presidente, gracias por permitirme el ingreso al club —sonrió gentilmente—, espero hacer un buen trabajo aquí. Soltó un suspiro de alivio, aunque de manera discreta, aunque la tranquilidad no duró mucho, el tipo las agarró con Sallow por sus... Modales. En efecto, se terminó encabronando, no le había hecho nada de gracia la amable sugerencia que Lena había hecho, aunque Sakuya ya con eso se daba cuenta de que había de ser precavido con él. El ambiente se tensó de regreso con el inicio de un pintoresco intercambio de ideas muy pacífico, y para colmo, llegó el segundo bombazo de Lady Lena. La leche, que eso había caído con la potencia del camión bomba de los cuarteles de Beirut, ni en sus sueños de adolescente agresiva más salvaje iba a tener una discusión así de intensa, se había lanzado a la yugular con calma y sin prisa en el momento oportuno para atacar, y con mucha cautela, se estaba conteniendo. Miss Sallow tiene cojones del tamaño de una catedral, lanzarse contra un presidente de un club escolar pues... Ni en un fever dream. Por su otro lado, Hotaru-san estaba totalmente inadvertida de la situación, más bien hasta la disfrutaba, un drama barato y en vivo era mejor que ponerse a ver las basuras que terminan pasando en televisión abierta, pero lo más seguro es que le sobrara la pasta para un servicio de televisión paga o de estas cosas. Estaba en plan juguetón, pasándose por el forro sutilmente al tipo, la respuesta que había dado pues se notaba que no tenía interés en el lugar salvo por el pobre, no se necesitaban dos dedos de frente saber que se traía entre manos. Joder que mientras no la arrastraran en el torbellino de mierda que se había armado en un santiamén, no había problema. ¡Hora de pensar como bajar la tensión, Sakuya!
Contenido oculto: Ghost La miré con una ligera sorpresa seria, y en cuanto la chica comenzó a responderme con tosquedad le sonreí amplió; desconcertado, irguiéndo la espalda como correspondía, sin respaldarme, manos otra vez en los bolsillos de mi sudadera. La miré escéptico, ojos entornados y una sonrisa que podría rozar lo maníaco; ¿quién mierda se creía para hablarme así? Había que ver, ¿acaso era extranjera? Aprende a leer tu ambiente, idiota. Y antes de siquiera poder reaccionar, la leve risa de Ankoku llamó mi atención; le clavé mi mirada de seriedad absoluta, no severa: indiferencia a sus acciones, represora, rozando lo paternal. Luego, en cambio, le sonreí con sorna, sin perder mi carácter sutil y precavido. Me levanté de la silla, para hacerle una reverencia de 90° a Sallow, ignorando a la azabache de momento. —Nakagawa Yashihiro; ex-miembro del Club de Radio —alcé el rostro, sosteniendo las esmeraldas de Lena con una sonrisa tan aguda como desafiante; filosa tanto en ojos como en palabras—, actual miembro del Club, y dentro de este soy senpai de todos ustedes. Así que me erguí como correspondía, imponente a pesar de que la mayoría de las chicas eran altas; solo me centré en mirar a Sallow Lena, pero mis palabras monócordes iban dirigida a las tres. >> así que en cosas respectivas al Club, me merezco sus respetos, porque me lo he ganado con sudor y esfuerzo —dije con total severidad, reflejada en mi ceño fruncido, en mis labios caídos; en mi mirada firme. Luego le brindé sin prisas una sonrisa sutil a Ankoku. —Y no me interesa tener una gata en el Club de Radio, señorita Ankoku Hotaru; eres irrelevante e imprescindible para las actividades llevadas acabo en este salón. Miré a Lena, pero le seguía hablando a ella, eso si; la sonrisa calma y mirada sosegada estaban dirigidas a la castaña. >>Sí deseas besuquiarte o de frentón revolcarte con alguien, te recomiendo el cuarto de enseres de gimnasia o cualquier otro cuartucho oscuro y privado —solté sonriente, agraciado y tranquilo. Volví a clavar entonces la vista en los ojos brillantes de Ankoku, severo. >>Pues aquí estamos por y para la radio; no para besuquiarnos entre nosotros— Y alcé el mentón, entorné mi mirada, y le hablé tan gélido como grave—, y a mí solo me interesa el Club, no chicas como tú. Tras eso cerré los ojos, soltando un suspiro pesado, y dejando atrás cualquier severidad inamovible, volviendo a echarme en mi silla predilecta con una tosquedad preocupante. Me desparramé arriba del objeto, vago, y mi mirada cansada se posó en los ojos de la señorita Izayoi, suave y apacible fue la sonrisa que le brindé a ella. >>Izayoi-san, tenemos muchas categorías por suplir; lectura, investigación, redacción, entre otras: ¿Cuál de esas tres te interesa más?
Ostras, que la cosa iba bien en serio, para que Nakagawa-san terminará cediendo en parte a presentarse. Si, se había presentado ahora. ¿Estaba encendido el aire acondicionado? ¿O estaba entrando de afuera? Que la frialdad se estaba colando por todos lados. Lo que estaba sucediendo era peculiar y se sentía irreal, impresionante como pasaba de ser calmo y sereno a intimidante, casi pareciera que de presionar un interruptor se tratase. No sé andaba con chiquitas, y lo menos que le gustaba aparte de la actitud de Len Len era el comportamiento gatuno de Hotaru-san, que el tipo no se impresionaba vamos. ¿Osea que Sakura era aparte de una escuela un hotel? Que el presidente del club estuviese al tanto de las hormonas de los alumnos solo significaba una cosa, y es que era pan de cada día. ¿Se lo montan en plena institución y las autoridades hacían de la vista gorda? Si no estaban enterados, eran los peores directores o simplemente les daba igual, menudo sitio para una sirvienta que no había dado su primer beso y mucho menos, haberse echado el de estreno. Con eso remató a Hotaru-san, sin perder el filo que le estaba caracterizando, confirmado que no se andaba con rodeos, básicamente era uno de los más disciplinados en este burdel disfrazado de instituto, en medio de un lugar que no conocía del todo como lo era Tokio. Si con lo que acababa de pasar no les había dado un golpe de gracia, ni puñetera idea de cómo lo haría, pero dejando eso de lado, volcó su atención a ella. —Es un placer conocerle, Nakagawa-san —se inclinó ligeramente en una reverencia—, si no es mucha molestia pues tomaré la categoría de investigación. Contenido oculto Se está descontrolando esto aaaaaaa
Bueno, bueno, ¿pero y eso~? El chico me había atajado al vuelo como si me leyese la mente o algo, había que ver lo tenso que se había puesto de repente cuando no había hecho absolutamente nada. ¿Le habría malinterpretado y le iría más la otra acera? Porque de otra forma no me lo explicaba, solo había que verme~. No borré la sonrisa sedosa de mis labios en ningún momento. Todo me resbalaba en general, chocaba con la densa capa de indiferencia que me perseguía y esa no iba a ser la excepción. Si no le iban las chicas como yo, él se lo perdía, pero desde luego que no iba a deshacerse de mí tan fácil. Le sostuve la mirada con frescura, cruzando una pierna sobre la otra desde mi asiento. Después de todo conseguía lo que quería. Siempre. —Cariño, ¿de qué estás hablando? —solté una ligera risa, grácil y femenina, jugando con mis uñas de manera distraída. Era abrir la boca y perder todo su encanto, qué desperdicio—. He venido a unirme al club, y ya he respondido tu dichosa pregunta. A no ser que te guardes el derecho de admisión de manera injustificada, no veo el problema. Una chispa de advertencia brilló en mis ojos, y me relamí ante la sola idea. >>¿Un club que discrimina a sus alumnos? La noticia del siglo, ya te lo adelanto~. Lena pareció notar hacia dónde iba y se apartó de la puerta, caminando hacia donde Nakagawa mientras este se presentaba para cambiar de tema. Algo pareció hacer click en su cabeza al reconocer su nombre, y parpadeó ligeramente al ser consciente del tipo que tenía en frente. Parte del mal humor se esfumó tras conseguir que se presentase. —¿Nakagawa Yashihiro? —repitió, y una nota de ligera sorna se coló en su voz. Había pasado los tres años en la academia y conocía por encima a los alumnos; él pareció no ser la excepción—. No puedo llamarle senpai a un crío de... ¿cuánto, dieciséis? —Soltó el aire por la nariz, negando la cabeza con incredulidad—. Me gustaría saber qué os dan de comer en primero. Holy shit. ¿Uh? Pero vaya sorpresa, si parecía conocerlo de vista. El mundo era un pañuelo. Y uno bastante aburrido, además~. Le seguí los movimientos con pereza, cómo desvió la mirada y con cierta reticencia se presentó también al fin. Pero bueno, si no sería en el fondo un peluchito o algo, por dios. >>Lena Sallow. ¿Contento?
Hotaru-san no paraba... Estaba decidida a llevarse a ese chico consigo y hacer solo Dios sabe que cosas, Ankoku era una chica salvaje, incluso para una chica inexperta le resultaban obvias sus intenciones a Sakuya. No paraba de echar gasolina al fuego, decidida a hacer de Nakagawa-san su presa, a esa niña le encantaba hacer gritar las camas, ¿No? Yashihiro había logrado el efecto contrario en Ankoku, fijó su atención en él, y se lo llevaría a como diera lugar, que le remarcara sus actitudes félidas no eran bienvenidas solo la motivó a buscar más. Era como presenciar un safari, dónde la leona tenía acorralado a una pobre cebra, listo para hacerla su cena, solo que las implicaciones de esta "cacería" eran más... Carnales. Pero dejando de lado todo aquello, Lena cedió un poco, no era tan difícil, a veces se necesita retroceder para no llegar a más, y con eso esperaba que las tensiones bajaran, aunque.. Por lo visto no iban a bajar, Miss Sallow lo tenía fichado ya, y al parecer era de primero... ¿¡Primero!? Bueno... Menudo día iba hecho ya, todo estaba esto hecho un desastre, pero al menos terminó cediendo del todo, y se presentó. Aunque se le ocurrió algo en esperanzas de bajar las tensiones, y se dirigió a ellos. —Esto... Miss Sallow, Ankoku-san, Nakagawa-san, discutir de esta manera es estéril y nos traerá un conflicto innecesario —se llevó ambas manos al frente de su falda, uniéndolaa—, sugiero firmemente en tomar esto con más calma, por el bien común de todos no hace falta caer en confrontaciones de este tipo. Luego suspiró, esperando que ayudara a hacer que recapacitaran, y retomar un ambiente armonioso. La mejor manera de resolver un problema es con la diplomacia.
Contenido oculto: Paradichlorobenzene Joder, la mujer, ¿era posible que un alma femenina fuera tan, tan odiosa? Por suerte me estaba centrando en Sallow, porque de ser de otra manera... dioses, los sacrificios que hacía por mantener mi tesoro escolar a salvo de garras de, por supuesto; calaña como Ankoku. Aparte, ¡los Ankoku! No quería nada relacionado a mafias ni bandas en mi preciado sector. El instinto perseverante de Ankoku Hotaru logró que descargara mi mala cara con Sallow, en serio; pobre tipa, nadie merecía ser chantajeada de esa manera. Solté un pesado suspiro al oír sus últimas palabras, mera provocación barata. ¿Tan buenos habían sido con la azabache? Dioses, niñata; la vida no te da regalos, yo soy de esos. Solo la idea me hizo sonreír con bastante sorna, soltando el aire contenido por mi nariz, ya de brazos cruzados desde que me empezó a tocar los cojones Ankoku; tan solo con su esencia. Y entonces, por suerte me distraje de lo que dijo Sallow, solo por seguir respondiéndole a la pija de Ankoku Hotaru. —Mira, senpai —dije hablando por encima de Lena, aunque en un momento la miré de reojo con extrañeza y escepticismo al oír su sorpresa pronunciando mi nombre, pero fue como apartar una mosca de mi cabeza sus palabras; tenía asuntos que atender con la señorita Ankoku-san: Le brindé una sonrisa sutil, entorné los ojos con mofa, y hablé ecuánime, valiéndome de mis dotes de locutor, que practiqué durante todo el año pasado. Vaya risa; obvio que Sallow no me reconoció, salí de primero con una voz y forma, llegué del verano siendo otro. Una puta mierda, la verdad; pero nada, que me estaba mofando de la pija y no me iba a detener. >>Me parece muy bien que tengas vida sexual activa y la quieras compartir con todo el mundo, pero conozco como son los jóvenes, lo soy y créeme; he tenido contacto íntimo con más chicas de las que tú crees—. Alta mentira, solo Hikari; pero nadie debía por qué poner en tela de juicio eso. Alcé mi mentón, aun de brazos cruzados, pero relajado al completo; haciéndome el altivo, solo para ver sí le gustaba que le tocaran los ovarios de esa manera y se callaba de una buena vez la puta boca—; así que, insisto; no me interesan las niñas como tú, y sí en verdad quieres entrar al Club de Radio. Y entonces toda mi expresión volvió a ser ruda, firme y autoritaria; mirándola con severidad, pero nunca alzándole la voz; porque a una mujer, había que tratarla con el respeto de una madre. >>Así que me vas a tener que escribir el informe que le pedí a los dos chicos que llegaron antes de ustedes; un escrito con sus gustos, cualidades y toda la posible relación qué podrían tener ustedes con el Club—. Alcé el mentón, mirándola por el rabillo del ojo tras virar el rostro tan solo un poco—; y más te vale hacerlo bien, pues Kanagawa Yashihiro es un inconformista muy sobre-explotador y estricto: Así que o lo tomas, o te vas a buscar otro club que cumpla con tus míseros y blandos estándares, Ankoku-san. Tras eso cerré los ojos, exhalé el aire por la nariz y me quedé en silencio unos segundos. Alcé el rostro y volteé a ver a Izayoi por sobre mi hombro. —Sallow-san, Izayoi-san; pueden ir a almorzar, cuando puedan vayan al salón 2-1 y me entregan sus números de teléfono para coordinarnos—. Volteé a ver a Ankoku, con mi ceño fruncido con severidad, pero de manera controlada para que las arrugas en mi frente fueran mínimas; no me echaría a perder por tan poca cosa—; y tú, Ankoku-san, aún estás en periodo de evaluación, así que más te vale hacer ese informe como sí de tu tesis universitaria se tratara. Y me alejé, para poder quedar en un punto medio donde todas me pudieran ver con comodidad. Me llevé las manos a la cintura, hablando estoico, tan sobrio como firme. >>Y me van a decir, en cuanto las reuniones del Club empiecen; cuales son su objetivos y metas a cumplir acá—. Alcé el mentón de nuevo, manteniendo mi cara severa a pesar de que tan solo me moría de risa por dentro—, porque esto no es un hobby; es un Club con demasiadas cosas a consideración, y no permitiré que nadie venga a perder el tiempo, porque yo no estoy para perderlo con ustedes; obligándome a hacerles hacer cosas productivas. Y, como sí de la caída de un telón actoral se tratara; sonreí amplio y risueño a ojos cerrados, ladeando un poco la cabeza. >>Eso es todo~ —. Y mi mirada sobria con sonrisa sutil se posó en las esmeraldas de Lena, más que nada por ser la que estaba frente mío—; fin de la primera reunión no oficial del Club de radio—. Y otra sonrisa juguetona y apacible a ojos cerrados—; pueden ir a almorzar tranquilas. Contenido oculto: Seiyuu hasta el momento de Yashi Serio: El final me sorprendió y convenció XD:
Por una vez no era yo la que estaba armando el espectáculo y mira que ya era raro de por sí, pero tampoco tenía intención de robarme el reflector. Nakagawa podía quedárselo todo para sí, porque había que ver cómo se había puesto por... ¿Qué había hecho Hotaru, exactamente? Era una perra, sí, pero aún no había movido ni un puto dedo y ya le había leído todo el historial vete tú a saber cómo. Era impresionante. Recargué el peso de mi cuerpo sobre una de mis piernas mientras esperaba a que terminase de despacharla. Estaba claro que al chico se le había subido a la cabeza el supuesto interés que la azabache le tenía al principio, porque solo había que ver la mueca de desagrado en sus labios para saber que había perdido todo el atractivo de un plumazo. No la culpaba, tho. Aguardó impasible, tamborileando las uñas sobre la mesa al ritmo de una canción, y cuando dio por finalizaba la supuesta reunión se apartó con suma tranquilidad, como si no le hubiese insultado de todas las formas posibles. En ese se parecía un poco a mí, ¿no? Nos daba un poco igual todo lo referido a nosotras. Ya estábamos podridas hasta la médula de cualquier forma. —Un informe, mhm. ¿Alguna razón de peso por la que solo yo tenga que hacerlo? —cuestionó, pero el brillo en sus ojos había perdido ese aire infantil de antes, felino. Ahora le miraba con aburrimiento, como si no mereciese siquiera que le pusiese la vista encima—. ¿Ninguna? Me lo suponía. Quizás la directora sepa la respuesta, espero que no te importe que le consulte de tu parte. Soltó una risa nasal, vacía y plana, y comenzó a caminar hacia la salida. Si bien la chica se merecía que le soltasen las cosas a la cara, lo cierto es que todo aquel favoritismo lo sentí innecesario y casi me dio en el orgullo de periodista. Si el presidente no era objetivo, ¿qué mierda esperaba de su club en primer lugar? —Deberías tener cuidado, Nakagawa —le solté, casi sin venir a cuento. No sonó a amenaza, tampoco fue tosco como era usual. Le miré casi con condescendencia, algo cansada quizá, antes de dirigirle una mirada fugaz a Sakuya, sin dejar de hablarle a él—. Ser el presidente del club es un arma de doble filo. Actúa en consecuencia. Sin mucho más que hacer allí abandoné la sala junto a la chica, echándole un vistazo rápido a la hora. Quizás aún pudiese almorzar algo antes de entrar al aula, tanto estrés me había terminado quitando el apetito.
Había presenciado una batalla de egos particularmente intensa pese a su corta duración, totalmente inesperado pero vaya que estaba haciendo su primer día de clases un circo. La escena puesta entre Hotaru-san y Nakagawa-san era una de alta tensión, se encontraba en los banquillos junto con Lena, presenciando el duelo principal. Yashihiro no tenía ni un pelo de idiota, le había soltado en la cara su prontuario, propio de Al Capone o Pablo Escobar, con la calma y serenidad de Don Vito Corleone. El hijo de puta las tiene bien puestas para ser de primero, Hotaru era de esas niñas ricas de tener cuidado, y lanzarse a la boca del lobo así requería una mezcla especial de estupidez y pelotas. Se notaba perdió el interés, incluso lo amenazó con la directora del lugar, definitivamente no era alguien con la que era conveniente tener algún tipo de rencilla, Dios sabe en qué esferas se mueve para actuar así, montada en su propio pedestal viendo por debajo a nosotros meros mortales, no había conseguido su juguete, así que era hora de buscar otro. Por qué solo seríamos juguetes para su propia satisfacción, un corazón tan vacío que solo veía a los demás como propiedades, no seres con sentimientos. No había que ser una mente eminente para darle la razón, y más en presencia de una chica como lo era Ankoku-san, pero de todos modos... La había puesto en sus casillas de alguna manera, nada más con aquello bastó para que la chica perdiera todo tipo de interés en él, a profundidad era una jugada inteligente. Acompañó a ambas a la salida, en especial énfasis a la anglosajona, a la que se dirigió con una petición especial, a ver si con ello se podían desprender de su peculiar acompañante. —¿Me permite acompañarla a almorzar, Miss Sallow? Si no es mucha molestia, y disculpe mi intromisión.
Iba a mirarla con mi indiferente seriedad, iba a enarcarle una ceja y responderle; pero no, ella huyó antes de siquiera poder hacer algo. Solté el aire contenido con sutileza por mi nariz, sin quitarle de encima mi mirada fría e irrelevante. Era increíble, en verdad me sorprendía haberle quitado su brillo tan pronto, hasta me sentaba mal y todo. Mi atención recayó entonces en Lena, a lo que no demoré en sonreírle a ojos cerrados, condescendiente. —No te alteres por eso, Sallow-san; sé lo que hago—. Entonces quité la vista de ella; mirando a un punto fijo y muerto de la pared a mi costado izquierdo, con una sincera sonrisa apacible adornando mis finos labios, manos en los bolsillos—; sí me terminan echando de esta escuela, no pasará la gran cosa—. La miré de reojo, sobrio y con cierta oscuridad cubriendo mis azulados ojos debido al flequillo—, mis seres queridos ya no están acá; puedo migrar a cualquier lado —concluí con la voz monocorde con la que había tratado desde que empecé a responderle; fresca, lenta y pecando de apático. Luego dirigí mi atención a Izayoi-senpai, dándole una sonrisa cortés y elegante a ojos cerrados; empático y amable. >>Disfruta tu almuerzo, Izayoi-chan —solté sin tapujos, observando sin prisas como las tres se iban. Contenido oculto: Right Now Una vez cerraron la puerta tras sus espaldas, me desinflé como un globo y mi postura se dobló junto a ello; volviendo a ser el adolescente vago y somnoliento que sería hasta... no sé, hasta que durara. Sin prisas me acerqué a la puerta para cerrarla con llave por dentro; era momento de ordenar el lugar. Apagué la computadora madre, que tenía distintos usuarios, uno reservado a mí y al Club de Radio, con sus respectivos beneficios y limitaciones. Había hasta veces en que yo era el encargado que los críos o hasta los mismísimos senpais no se metieran en página... potencialmente virulentas, por englobarlo de alguna manera. Ordené las sillas, dejé todos los monitores apagados, menos el de la computadora madre. Dejé las cortinas corridas y las ventanas abiertas para que se aireara el lugar. Saqué el polvo en algunas partes, entre muchas otras cosas. Todo eso con una habilidad, precisión y rapidez nacida de la mera costumbre; era el aseador profesional de Club de Radio, a final de cuentas. Una vez todo listo, mientras jugueteaba a girar la llave con mi dedo índice, silbando despacio, di un vistazo a todo y terminé sonriendo satisfecho; todo pulcro, donde correspondía ir y listo para el siguiente que le tocara comandar la sala. Con pasos silenciosos e irrelevantes, salí del salón de audiovisuales y cerré la sala con llave. Nadie podría entrar ahora; a menos que tuviera alguna llave maestra, una copia o me lo pidiera a mí. Contenido oculto Club de Audiovisuales concluido; salón cerrado. Yashihiro ahora se dirige a la cafetería.
Escuché su razonamiento con toda la tranquilidad del mundo, como si realmente me apasionase conocer el porqué de su comentario al respecto de ser un bufón por el día o algo así. Es decir, no que no me interesase ni nada por el estilo, pero saltaba bastante a la vista que simplemente el profesor no lo había pillado de humor y, como tal, no tenía sentido buscarle cualquier otra explicación. O quizás yo estuviese siendo demasiado inocente y el chico sí que era así siempre, ni idea. Nada en lo que me interesase inmiscuirme por el momento, la verdad~ Me encogí de hombros cuando terminó de dar su explicación, sin pretender indagar demasiado en el asunto, y después lo seguí sin más complicación. Me dejó dirigir la marcha y yo, que desde luego no iba a desestimarle el espectáculo que me estaba ofreciendo, me tomé mi tiempo para pensar lo que quería hacer. La respuesta me vino en el pasillo de segundo, cuando vi una puerta cuyo letrero no creí reconocer de buenas a primeras. Le dediqué una sonrisa tranquila en cuanto di con sus ojos y redirigí hacia la marcha hacia aquella puerta, abriéndola sin ninguna pizca de vergüenza para asomarme a su interior con la misma actitud. —Querido bufón, ¿me explicas qué es esto? Verás, es que no soy tan mayor como aparento, así que vas a tener que explicarme con todo lujo de detalles lo que no sepa~ Contenido oculto Escogí esto un poco al azar but it's gonna be fun (?)