Mi rostro se iluminó al ver la emoción de Rachel y, sin pensarlo realmente, di un par de saltitos en el sitio, emocionada, cuando recibí su mano. Intercalé miradas entre ambos entonces, y volví a enfocarme en la invitación que tenía entre manos. ¿Una mascarada en Chiyoda mañana? ¡Qué guay! ¿Sería muy ruin de mi parte tirar de la carta "estoy enfadada contigo por haberme mentido durante tantos meses" para convencer a mi padre de que me dejase ir? Un poco se lo merecía, ¿o no? Levanté la vista para volver a mirar a los dos y una mueca apenada se apoderó de mi expresión. —¿En serio? Bueno, supongo que los de tercero sí que nos ven como unos niños pequeños. Qué injusto~ Obviamente me iba a unir a la queja de la rubia y acabé inflando las mejillas por la molestia. Es decir, si no iba alguien conocido... lo cierto es que no merecía mucho la pena. No es que tuviese mucho problema en hacer amistades por ahí, y me daba bastante igual si era con gente de segundo o tercero, pero siempre venía bien tener un poco de seguridad, ¿no? Alguien a quién acudir en caso de que algo pasase. Indiferentemente, guardé el sobre en mi maletín mientras seguían contándome sobre su plan. Lo cierto es que mi primera reacción fue abrir los ojos, presa de la sorpresa. ¿Colarnos en la academia de noche? A decir verdad, lo que más me preocupaba de toda aquella idea era que mi torpeza dejase pistas de que habíamos hecho aquello y eventualmente nos pillasen. Por lo demás... >>Claro, ¿por qué no~? Tengo la sensación de que no seríamos los primeros en hacerlo, de hecho. Podía ser todo lo despistada que quisiera pero, venga ya, quien sea que haya organizado una mascarada para toda la academia tenía que haberlo hecho porque se había aburrido de los convencional y hacer una fiesta en el edificio escolar lo parecía en comparación a eso. Intercalé un par de miradas entre ambas, con cierta chispa de curiosidad en los ojos. Meyer estaba en mi clase y la chica se había presentado como de primero, así que realmente no podía evitarlo y me preguntaba cómo es que se conocían teniendo en cuenta la diferencia de edad y todo eso. —Oh, eso suena muy bien, Meyer-san. Un segundo, entonces... Me tomé mi tiempo para buscar el móvil y encenderlo, dándole espacio a las dos amigas a que también hablasen de lo que hiciese falta mientras tanto. Cuando creí que había pasado un tiempo prudencial, extendí el aparato ya encendido hacia la joven de cabello lila. >>Puedes coger mi número de ahí o registrarte y yo te hablo, como te venga mejor —añadí en un tono de voz educado, acompañado de una sonrisa amable. Solté una risa nasal al escucharlo, negando ligeramente con la cabeza un par de veces. —Así que realmente eres rencoroso, huh —comenté, intentando sonar lo más seria posible al recopilar aquella información, aunque fue imposible que no se colase algo de diversión en mi tono de voz—. Está bien saberlo. Pobre desgraciado, de todas formas~ Deslicé la mirada a lo largo de los casilleros, intentando buscar al culpable y víctima de la molestia del rubio pero... no hubo suerte. Es decir, ni de coña podría llegar a imaginarme que se trataba de Sonnen, no parecía del tipo de fumar hierba y tampoco lograba dibujarlo en una pandilla como lo hacía con Arata, así que no tenía mucho de donde sacar. Volví a centrarme en el chico después de un rato, sin darle mayor importancia a mi fracaso, y señalé con la cabeza hacia el pasillo. >>¿Me acompañas a clase~?
En lo que le respondía a Kobayashi mantuve parte de la atención en Ethans de todas formas al notar que parecía estar sacando el móvil, regresé la atención a la chica poco después y tomé el aparato cuando me lo extendió. ¿No se sabía su número? No era de mi incumbencia de todas formas, bien podía haber cambiado de número recién o algo de estilo, nada del otro mundo tampoco. Como fuese lo que hice fue registrarme y enviarme un mensaje desde su móvil para quedarme con su número antes de regresarle el móvil. —Listo~ en un rato seguro hago el grupo para que nos pongamos de acuerdo con eso cuando podamos —dije cuando tomó su teléfono de nuevo—. ¿Vamos subiendo a clase? ¿Rencoroso? No realmente, la hierba me importaba bastante poco porque en sí el imbécil me debía dinero, algo de hierba y tiempo luego de haberme arrastrado a esa escuela de niños pijos por puro deporte, pero la gracia es que putear al estúpido nunca perdía su gracia, sobre todo cuando se lo estaba ganando a posta. Si éramos de la misma calaña debía saber que no había tiempo para andarse con lloriqueos de mierda, no había tiempo porque significaba ponerse en bandeja. Lo cierto es que no teníamos mucha mayor opción que enderezarnos y seguir con la vida. Pero claro, eso lo decía yo que no era ningún niño pijo. Que tenía bocas que alimentar en casa, porque papá no había mostrado la nariz en años. Igual lo habían matado ya, qué sé yo. Como fuese solo solté una risa floja ante el comentario de Riamu, sin añadir nada más respecto a eso en particular y me limité a asentir con la cabeza mientras comenzaba a caminar con intenciones de dirigirnos a clase. —¿Tengo opción? —bromeé. Contenido oculto weno ahí estuvieron mis shitty posts (?
Pestañeé un par de veces, con la mirada clavada en el techo y aun sin poder asimilar del todo lo sucedido. Había pasado todo el fin de semana en aquella casa, ayudando con la mudanza y acostumbrándome a la nueva vida que se suponía que iba a tener delante de mí. Mamá había dicho que para el lunes me encontraría mejor, pero seguía sintiendo que todo era un asco. Además, iba a empezar en la nueva escuela en la que me habían transferido y lo único que realmente quería era volver a Corea y hacer como que nada de eso estaba pasando. El teléfono comenzó a sonarme y me hice con él con movimientos pausados, sin muchas ganas, solo sintiendo que se me iluminaba un poco el rostro al ver de quién se trataba. —¡Papá! —Bibi, buenos días, cariño. Perdona que no te haya llamado antes, pensé que te complicaría más la mudanza, pero no podía quedarme tranquilo sin desearte suerte en tu primer día. Bajé los pies de la cama y me quedé mirándolos fijamente, haciendo un esfuerzo enorme por aguantar las ganas de llorar. —Está bien, papá. Gracias. —¿Te estás acostumbrando a la nueva casa? —Sí, algo así. Al menos tengo una habitación para mí sola. —Oh, es verdad. Ahora tienes una hermana, ¿no? ¿Cómo es? —Parece buena chica, pero creo que también le está costando mucho todo esto. Que es normal, han entrado dos completas desconocidas en su vida… lo está llevando demasiado bien, yo creo. —Seguro que os lleváis bien, Bibi. —Papá… te echo de menos. —Yo también, cariño. Pero no te preocupes, dentro de nada tengo vacaciones y voy a visitaros, ¿sí? —¿Y no es mejor que vaya yo a Corea? —Demasiado pronto, cielo. —¡Eun-bi! ¡Baja a desayunar! —¿Esa que escucho es tu madre? —Sí… me tengo que ir. Gracias por llamar, te quiero. —También te quiero, mi vida. Tuve que quedarme un rato mirando la pantalla del móvil antes de ser capaz de salir de la habitación, intentando poner mi mente en orden y tragándome las lágrimas para no preocupar más a mamá, que suficiente había tenido al ver cómo me había bajado casi toda mi melena de un tijeretazo. Al final del día, no era que estuviese molesta con ella si no más bien con la situación, y quizás conmigo misma, por no poder llevarlo mejor. Me dirigí como pude al comedor, pues aun había un montón de cajas por todos lados, y saludé con un escueto buenos días antes de sentarme en la mesa. Mamá y Tadao estaban en la cocina, y Satoko no tardó mucho más en aparecer también por la puerta. No podía decir que el desayuno hubiese sido exactamente cómodo, pero al menos fue algo mejor que durante el fin de semana, dónde la tensión podía cortarse con un cuchillo. Como mínimo, mamá tenía las suficientes preguntas sobre la escuela para Satoko que el silencio estuvo rellenado en todo momento con su voz. Nos preparamos después y salimos de la casa con destino a la academia. Había sido todo un trámite y parecía que mamá y Tadao habían tenido que tirar de algo de ahorros, pero al final habían conseguido que ingresase en la misma secundaria que Satoko. No solo resultaba más sencillo por dónde vivíamos y todo el asunto, también pensaban que era buena idea para que me acercase más a ella siendo que ahora éramos familia y tal. Un poco difícil teniendo en cuenta la diferencia de edad, pero ni modo de quitarles la ilusión. El camino lo hicimos en silencio, no hubo manera de sacar tema de conversación realmente. ¿Qué iba a preguntarle? ¿Si estaba contenta con toda la situación de mierda en la que nos habían metido? Pues como que me imaginaba la respuesta. Además, mi japonés aun dejaba mucho que desear. La verdad era que no me apetecía depende de una niña de primero, o de nadie en general, pero tampoco iba a ser una jodida orgullosa y mentir diciendo que no necesitaba su ayuda. Así que, bueno, me dejé guiar hasta los casilleros de tercero y esperé a que ella me indicase cual era el mío para acercarme al fin. —Aquí puedes guardar todas tus cosas. Y habías dicho que estabas en la 3-2, ¿verdad? Pues es la clase de en medio, en la tercera planta. Yo estoy en la 1-3, por si necesitas cualquier cosa, ¿sí? Puedo buscarte para almorzar juntas, y así te enseño un poco el edificio también. Asentí con la cabeza cuando correspondió y finalmente la chiquilla se alejó hasta su propia línea de casilleros, dejándome a solas con la taquilla. Solté un suspiro pesado y lo abrí, dispuesta a hacer el cambio de zapatos reglamentario. Dios, qué coñazo todo. Contenido oculto ¿Que si tenía este post preparado de antes? Pues para qué te voy a decir que no si es que sí (?) Bueno pues, surprise :D (? Dejo a Eunbi en los casilleros de tercero y a Satoko en los casillero de primero, completamente disponibles uwu
Alisé los tablones de la falda perfectamente al bajarme del auto con la mochila al hombro. Podía ser extraño el ingresar a aquella escuela con un chico de cada lado, como si fuesen mis guardaespaldas o algo similar pese a no tener nada que ver con ello en realidad, sin embargo era como acostumbrábamos andar. Observé los casilleros al entrar a aquella área destinada, buscando mi nombre en uno de ellos con parsimonia hasta encontrarlo, no es como si fuese parcialmente complicado. Lo abrí con la combinación memorizada que recibí en el correo electrónico, deslizando después el cierre del maletín para sacar una de las libretas que no usaría necesariamente aquel día. —¿A qué salón es que vamos Gen? Escuché el metal cerrarse tras de mí. Zoldryck y Zeldryck habían quedado en una hilera sumamente cercana. —3-2 Zoldryck —respondí mirándolo, a lo que sentí la mano de Zeldryck entrelazarse con la mía, recibiéndola sin complicaciones como era costumbre, recostando mi mejilla en su hombro—. Te tocó solo, pero si necesitas ayuda con algo sabes que puedes decírmelo. Él no acostumbraba en realidad a pedirme ayuda con nada, pero de igual forma lo más educado de mi parte el siquiera comentárselo, quizá si llegaba a dudar sobre solicitarme algo al ofrecerme esfumaría alguna duda al respecto. —Puedo arreglármelas solo, fresca —de soslayo lo vi quitarse los audífonos con la mano libre, dejándolos sobre sus hombros. Pestañeé entonces con parsimonia, esperando a que Zold terminara de guardar en el casillero lo que había llevado para dejar dentro y no tener que estar cargando con cosas de repuesto en la mochila. Contenido oculto Aquí quedan estos tres ♥
La fiesta en la residencia de los Akaisa pues... Había terminado sorpresivamente tranquila para todo el alboroto proyectado (Que posiblemente hubiera sucedido de todos modos tras bambalinas, nunca se sabe) Después de todo había sido invitada siendo una recién llegada, además de que pues... Soltarse un poco no hacía nada daño... No es como si fuera a fiestear a lo largo y ancho de Tokio. Al menos, había llevado la presión de llevar unos cuantos tragos encima sin perder la compostura, pero a fin de cuentas, no había comido pasto del patio ni bebido de la deliciosa, tratada e insalubre agua de la piscina, así que eso ya era una situación de ganar-ganar. Pero el premio gordo a la cagada de la semana se la había llevado el pelmazo mayor de la manada de locos del club de ocultismo, ya ni se acordaba de como se llamaba, pero que la hubiera hecho crisparse era ya una señal de que era un sublime hijo de la gran puta, pero al menos no había terminado a los golpes, cosa de agradecerse sinceramente. Tarareando un poco, audífonos, algo de ritmo para comenzar el día a lo grande, que era hora de seguir navegando las aguas del Sakura, ese colegio tan extraño que las cosas que suceden terminan rayando en lo surrealista. How does it feel... To treat me like you do? Los sintetizadores son lo mejor. No hay discusión en eso. Y más cuando suenan mientras empieza una batalla de espías en la Berlín de los ochenta. Ya, muchas películas el domingo luego de la resaca, no bebiste mucho pero te pegó como mula igualito... Menos mal pues ya eres... ¿Grandecita? Igualmente no sucedería en un buen tiempo. Lo que importaba ya era llegar al casillero que tenía, y esta vez no quería ver invitaciones a casas de niños pijos, ya fue mucha experiencia para un fin de semana. ¿Tal vez algo de baloncesto? Pero esta vez, asegúrate de coger las revistas y tenerlas encima, por favor. Contenido oculto Por aquí la dejó tirada también por quien quiera owo
Había tenido que quedarme en el hospital hasta ya bien entrada la madrugada, el accidente de mi madre había sido aparatoso pero ya para cuando me aparecí alguien le había dicho a Ceres que su vida no corría peligro a pesar de lo delicado de su estado. Dejaron pasar a mi hermana, en realidad nos dejaron a las dos, pero yo había ido solo para que Ceres no montara un puto teatro innecesario. ¿Para qué iba a ver a la mujer que había preferido a la empollona de mi hermana toda la vida? Pasaba con ella todo su tiempo libre, le enseñaba cosas, la trataba con cariño y a mí me había dejado apartada desde que tenía uso de razón. No sabría decir si fue desde aquella vez que metí la mano en la pecera y maté un pececillo, o si había comenzado con la primera queja que recibió de mí en el preescolar, de que me la pasaba acosando a todo Dios. La verdad es que ya ni me interesaba recordarlo, lo único que me había quedado grabado en la memoria a pesar de la cantidad de neuronas que debía estarme matando a punta de drogas era que me había soltado, hace años ya, que era idéntica a mi padre. Al húngaro que nos había engendrado y la había palmado ya hace tiempo, antes incluso de que nos moviéramos a Japón. Pues según parecía no le había guardado mucho afecto, tampoco me interesaba preguntar por qué. Cerca de las cuatro de la madrugada decidí irme a casa, le dije a Ceres y la idiota me dijo que se quedaría con mi madre, por supuesto, que llamara a su escuela para avisar por qué no iba a llegar el lunes. Eso evidentemente no ocurrió, me limité a dormir tomar una ducha, dormir el resto del día y así poder ir a la escuela el día siguiente. Venía más que todo porque tenía oportunidades de seguir armándola, el resto me daba absolutamente igual. Al llegar a la academia traía el uniforme tan desarreglado como de costumbre, las pulseras, los pendientes y toda la parafernalia. También traía una canción sonando a todo volumen en los cascos, me los saqué al entrar a la hilera de casilleros de tercero y reconocer tres figuras conocidas. Los gemelos y la muñequita rubia. —¿Estoy escuchando que uno de ustedes tuvo la dicha de caer en la 3-2? —pregunté al aire luego de haber sacado mis cosas del casillero, cerrándolo de un portazo. No había quedado mucho más que sacarle a esa fiesta o a mí no me quedaba el interés para buscarlo en realidad, por eso cuando terminó la partida de beer pong con la bañada en lejía y el dúo de pelirrojos solo había dado un par de vueltas por ahí, bebido un poco más y finalmente cuando Sonnen apareció por la puerta opté por seguir la fiesta de la forma que yo la conocía. Prefería la calle, para qué decir lo contrario, no era un niño pijo ni lo sería nunca, esos teatros que se los quedaran Altan y Cayden. Ni siquiera me fijé a qué horas llegué a casa realmente, solo subí a mi habitación y caí noqueado después de la cantidad de alcohol que acabé por meterle al cuerpo, sin contar siquiera la que ya cargaba de la mascarada. Me la pasé durmiendo o dormitando el resto del día, tenía cosas que hacer pero acabé por postergarlas para la semana, porque la verdad su puta madre iba a salir con semejante resaca encima. Entré a la academia luego de haberle pegado un solo jalón a un porro que había liado con la hierba que me había quedado del pelirrojo que había acabado perdiendo en el beer pong. Había llegado temprano por eso de haber dormido tanto el domingo, porque en sí no era usual que yo llegara tan puntual y para acabar de confirmarlo al entrar a las hileras de tercero no vi a ninguno de los que parecían reloj. Solo estaba Tolvaj con unos gemelos que no me sonaban de una mierda y una rubita de lo más bonita, la recorrí con la vista sin demasiado disimulo y seguí mi camino hacia mi casillero. Al estar cerca del grupillo hablé un poco al aire. —¿Vas a empezar a dar por culo tan temprano, Tolvaj? —La escuché soltar una risa—. Ni siquiera a los nuevos les tienes piedad. Contenido oculto iba a tirar a cualquier otro pero la loca me habló sabes JAJAJAJA Arata queda ahí, puedes pasar de él si quieres (?
Estudiar el idioma... pff, qué dolor de cabeza. Al menos me quedaba con que la madre de Génesis no le había reventado el móvil el domingo, por lo que algún descanso logré que tuviésemos. En cuanto me giré enterré las manos en los bolsillos a la misma vez con la que mi gemelo lo hizo con la mano libre, pero nunca nos percatábamos de ello a decir verdad. Noté entonces el cómo el rostro de Zeld se ladeaba ligeramente y lo imité en ello luego de cerrar el casillero, notando la chica que estaba a pocos casilleros de nosotros hablando. —Mi hermano —respondí risueño—. ¿La clase 3-3 no es tan dichosa? Se me asemejaba a la chica del vestido verde del pasillo, a la cual Génesis no le gustó para nada que lo siguiera al baño, pero quizá el sueño me había hecho ver hasta mal esa noche, tampoco era de sacar conjeturas en asuntos que no me incumbían ni mucho menos, solo si detectaba que tenía que guardar distancia lo hacía, como con la mujer de cabello negro en la habitación principal, pero por ahora no tenía ningún indicio. Podía decirse que el fin de semana no había hecho un culo, si a mucho desempacar las tres maletas que tenía en la habitación y dormir como Dios manda. Y en realidad no era para menos, luego del vuelo directo de diez horas, un salto extremo, la metida a una fiesta que ni cerca nos habían invitado y cogerme a la preciosa chica rosa. Bueno, que el organismo me pedía a gritos desconectar el cerebro. Al menos sabía que Génesis traía todo en la cabeza, desde las clases, el pensum y toda la mierda necesaria para yo no molestarme en leerla. Y la estructura de la academia pues me daba bastante igual. Me distraje entonces tomando la grácil mano de Allen, entrelazando mis dedos con los suyos a medida que relajaba los hombros. Suponía que la tercera clase residía en un tercer piso, pero bastante temprano habíamos llegado al parecer al ver los casilleros casi vacíos. Escuché el metal correspondiente a mi hermano cerrarse y en cuanto le iba a decir que nos sentáramos un rato por ahí a escuchar música noté una figura en la hilera donde estábamos ubicados, denotando el peridoto que se me asemejó de lleno a la tipeja del vestido verde. Tenía el uniforme desaliñado como un putas, y bueno, yo estaría igual sino fuese porque Génesis prácticamente me organizó en el auto. Que bastante tedioso se me hacía el uniforme masculino, pero el femenino... Era un deleite. Y todo iba bien hasta que sentí la mirada de un tipo, pero no era para mí, era para Génesis que ni cuenta se daba que la habían escaneado sin ningún disimulo. Cuidado con eso, cabrón. No me inmuté ni nada, solo permanecí ahí, quieto escuchándolo acercarse y después de ello hablar en compañía de la risa de hiena de Tolvaj que me hizo tragarme la sonrisa viciosa que se me quería colar ante lo de piedad. —¿Me harás compañía en la 3-2 o qué? —pregunté en mofa a la chica. Contenido oculto Edit: Pasar del papasito de Arata? Eso si jamás (?)
Los había leído por encima, lo suficiente para diferenciar cuál era el salido que había estado por follarme en el baño y cuál el que había quedado con la rubia en el pasillo, la cuestión no tardó en responderse por sí misma y así fue como tuve que tragarme a consciencia la sonrisa de mierda que amenazó con formárseme en los labios al escuchar la respuesta de uno de ellos. —¿La 3-3? —pregunté antes de señalar con la cabeza a Shimizu—. No sabría decirte, pero aquí tienes un compañerito de clase. En realidad de saber, sabía. La 3-3 era la clase de Akaisa, si no me fallaba la memoria también la de la pelo de chicle que se había comido a su gemelo, ¿y qué más? Ah, así el cara de bebé con cabello celeste que se juntaba con Dunn, claro que se me escapaba que también era un camello. En sí en esa clase no había muchas cosas que resaltar, las otras dos cabezas de Cerbero que eran como uña y mugre estaban en la 3-1. —Si quieren un tour voy a empezar a cobrar, que ya el otro día el idiota de Shinzo me puso de guía. —Fue lo único que añadió Arata. La pregunta del otro, de don Desastres aquí presente, me aflojó la risa y la mirada de Shimizu que sentí encima solo me dijo que atajó al vuelo que me lo había comido entre dos panes o por lo menos lo había intentado. Digamos que al final del día, incluso cuando el loco este de los cuchillos tenía algo más de moral que yo, éramos el mismo tipo de animal desinteresado. —Pues parece que sí —respondí apartándome el cabello de los hombros con un movimiento de mano, revelando parte del tatuaje de la serpiente en el cuello. Aproveché para apagar la música que seguía saliendo de los cascos. —¿Vas a decirle ya que se ganó la puta lotería o más tarde? —Escuché que preguntó el rubio en lo que echaba la espalda contra la línea de casilleros. —Más o menos, el resto de esa clase hasta que da pereza. Al menos tenemos al de la María, ya es algo. —Cuidado con el corderito, Eris. Ya sabes que ese nos pertenece —resolvió como si nada, pero hubo un ligerísimo atisbo de amenaza en su voz que me hizo gracia. Regresé la vista a Kasun, no me había pasado desapercibido tampoco su agarre en la mano de la rubia pero no podía darme más igual, y dejé salir apenas un poco de la sonrisa de hiena. —Bienvenido al Sakura —dije con evidente diversión—. Si te descuidas el ambiente se puede poner más espeso que en Shinjuku a mitad de la noche, pero si sabes divertirte la vas a pasar bomba. De eso me aseguro yo. Y las pastillitas de la enfermería de seguro. Contenido oculto miedo me da este post (?
Dos estudiantes más llegaron, estando dispuesta a platicar si a ellos les apetecía por educación, pero en cuanto la escuché a ella con ese tono confianzudo y al otro con la palabrería soez me sentí algo reacia al no agradarme sus presencias, mucho menos con las palabras mal sonantes. Con mi mano libre llevé un mechón dorado tras mi oreja, manteniéndome al margen, mirando a Zeld de soslayo luego de su comentario. Aquello no era nada educado de su parte, sin embargo no lo expondría en multitud, él simplemente... era así y ya estaba, me había acostumbrado por años. Desvié mis pupilas hasta los orbes del desconocido al pertenecer a la misma clase en la cual había sido asignada, escuchando un comentario de su parte que no venía al caso. —No necesitamos un tour —comenté con serenidad—. Tampoco pagaremos por ello, así que puedes estar tranquilo. Era completamente ignorante al hecho de que los docentes asignaban a cualquier estudiante a encargarse de mostrar el instituto. Se me complicó un poco seguir el resto de la conversación, al menos en lo que interactuaron los desconocidos entre ellos, sin embargo las palabras de la chica al final las entendí por completo, y aunque no fruncí el ceño ni nada ajusté ligeramente el agarre en la mano de Kasun al no saber a qué se refería exactamente con saber divertirse. Además... no era de su incumbencia si él se divertía o no, que se dedicara a sus propios asuntos. El tipo estaba en la misma clase de Génesis, que poco importaba si sabía mantener la distancia. Me percaté al tiro del mimetismo animal de la húngara, sonriéndole ladino al denotar el tatuaje en su piel, y en parte también por la respuesta de Génesis por el comentario del tour. Si así eran las chicas que sabían divertirse en ese instituto pues tan aburrido no iba a ser, eso seguro. Me mantuve relajado en todo momento, como sino fuese un mal educado de mierda hasta que hablé burlón. —¿Y es que el "corderito" desconocido pide permiso para vender? El que mi hermano me estuviese mirando de soslayo no indicaba más de que ya había cogido los tiros de la María, a lo que me hizo una seña con la cabeza de forma ligera pese a mantenerse ya fuera de la conversación luego de Tolvaj hablar. —No creo que sea más pesado que Boogie —comenté de aposta, sabiendo que mi gemelo elevó la cejas con ligereza, ya con curiosidad de saber de dónde era la chica. Al rato le contaría del idioma de la chica para contextualizarlo. De seguro el tipejo rubio no cogería nada de eso a menos que hubiese estado en Serbia o leído sobre el fotógrafo que tuvo los huevos para meterse adentro de los barrios más mierderos del país, pero ella si era Húngara lo entendería en un dos por tres, que bueno preciosa, no por nada tu país es frontera del mío. La mano de Génesis se ajustó ligeramente a lo que mi pulgar le acaricio la muñeca. —Ah, y gracias por la bienvenida~ Contenido oculto Yál diosmío
Había dejado a la rubia en segundo plano, un poco porque me olí por encima que no iba a sacar de ella lo que había sacado de Alisha con la misma facilidad o quizás ni con trabajo arduo. No era que fuese un perezoso de mierda, quiero decir, para ciertas cosas, pero si iba a tardar meses sacando un polvo pues mejor que se fuese todo a la mierda. Aún así que la tonta respondiera a lo del tour me sacó una risa floja, era eso o descojonarme en su cara así que debía darme las gracias más bien. Se veía que no tenía muchas luces, o bien podía tenerlas para otras cosas qué importaba, el caso es que se tomaba todo literalmente como si en la vida hubiese conocido el doble sentido, el sarcasmo o la burla a secas. Digamos que si no quería que se la comieran viva la única opción de la rubita era quedarse cerca de sus gemelos o tener la suerte de dar con un alma más relajada como la de Ishikawa para que no se la comieran los perros. Supongo que también valía el mocoso ese que parecía denso que te cagas, el de nuestro salón, ¿Yume era el apellido? Vete a saber. La pregunta del que evidentemente era el salido del par me hizo regresar la atención a medias a él, siendo que ya la había repartido en el ambiente general y las estupideces de Tolvaj. No contesté de una porque me dio igual, lo que hice fue hundir las manos en los bolsillos y recorrer los tatuajes de mis brazos con la vista, con cierto aire distraído. La mariposita no pedía permiso para vender, eso era evidente, pero era selectivo al punto del fastidio cuando le salía de los cojones y, por el mensaje que había recibido de él poco después habernos ido en la madrugada, imaginaba que seguía con los interruptores arriba. No podía decirse que nuestro camello estuviera en su mejor momento de diplomacia, si alguien lo buscaba para comprar y le caía para el culo iba a preferir no hacer la venta que darle María a un insoportable. Por otro lado no era mentira que era nuestro todavía, de Chiyoda hasta la puta médula. —Nunca se sabe —dijo Tolvaj al segundo comentario del desastroso, que evidentemente yo no había atajado y tampoco me interesaba. Sonrió satisfecha al agradecimiento por la bienvenida, incluso si le daba igual. Tolvaj parecía en su puta salsa, ya no solo con el par de extranjeros, sino también con las reacciones al vuelo que parecía estar consiguiendo de la rubia, por diminutas que fuesen. Era, después de todo, esa clase de zorra y confirmaba mi teoría de que la chica se la iban a comer viva en cualquier puto segundo que se despegara de ese par. —Bien, ahora sí voy a necesitar nombres —añadió la castaña con tono liviano—. Todos estamos atrapados en este barco llamado Academia Sakura de por sí.
No comprendí el por qué de la risa floja del varón, tampoco me quemé la cabeza por entenderlo al creer que se trataba de algo hablado de lo cual no había percibido nada por el japonés que se me tornaba complejo en realidad. Al sentir el pulgar de Zeld en el dorso de mi muñeca me relajé un poco, pestañeando con cierto aire mordaz al escuchar nuevamente la chica hablar, descendiendo mi mirada hasta la de ella al ser un poco más baja. No teníamos el deber responder como tal, porque la presentación formal podía darse en el salón, sin embargo no emití palabra alguna al escuchar a Zold acceder. —Zoldryck y Zeldryck Kasun —movió la cabeza con ligereza hacia su hermano al presentarlo—. Y Génesis Allen. Zeldryck me soltó la mano para pasar sus brazos en mi cintura, apoyando su mentón en mi cabeza luego de acomodarse tras de mí casi como si percibiera el que no quería estar ahí con esa chica, sin darme cuenta de que la razón real era más implícita sobre que estaba respaldada. Posé mis dedos sobre sus muñecas, parpadeando con calma pese a la mordacidad que se me colaba por lo poros, siendo ahora él quien hablaba. —Ya tienes los nombres. Regálame ahora el tuyo. Esperé pacientemente para luego articular palabra: —Supongo que eso es todo. ¿Qué si los estaba despachando? Sí, pese a que nunca lo admitiría.
—Hito~ Ya te dije que iba a tener un fin de semana ocupado, ¿para qué me llamas? La verdad era que mucha ganas de andar lidiando con Hitoshi desde por la mañana no tenía, pero el estúpido ese era capaz de aparecerse en la academia si seguía ignorando sus llamadas y bastantes menos ganas tenía de eso, así que había acabado llamándolo de camino a la academia. Rodé los ojos ante su respuesta y le eché un vistazo de reojo a Alethea, que aquella mañana habíamos decidido ir juntas de nuevo a clase, suspirando en el proceso. Le pedí perdón y le prometí que aquella noche nos veríamos para que se quedase tranquilo, consiguiendo así colgarle sin crear mayor drama. —¿Para qué sigues con él si tanto te molesta, Ri-chan? Giré la cabeza para mirar a la chica, con una expresión de sorpresa, tras haber guardado el móvil en el bolsillo de la falda. Rápidamente muté a una sonrisa divertida y le eché los brazos por encima de los hombros, para poder hablarle cerca del oído. —¿Quieres saber por qué? Pues porque si le digo ahora mismo, a las ocho de la mañana, que venga a la academia a traerme una chaqueta, por decir algo, pues viene. Y si a las cuatro de la madrugada me sale pedirle que me compre unas gominolas, pues va y me las compra. Y si le digo que me coma el c- —¡Vale, vale! He captado el mensaje, Ri. Solté una risilla al notar el sonrojo que comenzó a asolar sus mejillas y me alejé dando un par de saltitos, dándole su espacio para que pudiese recuperarse. Entramos justo después en la academia y nos dirigimos hacia los casilleros, separándonos para ir cada una a la suya correspondiente. Ya se encontraba mucho mejor de su tobillo así que podía dejarla a solas sin mayor complicación, aunque acabé volviendo a su lado cuando me cambié los zapatos y todo. Me apoyé sobre la línea de casilleros con la espalda y me llevé una paleta rojiza a los labios, mirando al grupillo que se había creado a apenas unos metros de nuestra posición. Bueno, ¿pero cuál era la probabilidad de que se juntasen toda esa panda de desgraciados de una? La rubia seguramente era la única que se salvaba, pero conocía a otra que seguro hubiese estado en su salsa ahí. >>Ri, te recuerdo que tenemos que hacer un proyecto esta semana. No te distraigas, que te conozco. —Sí, sí~ Si suspendo me cortan el grifo, así que lo tengo todo bajo control.
Vamos a ver, podía ser una jodida hija de puta pero estúpida nunca, era evidente que la rubia estaba hasta los ovarios de nuestra presencia. Que me preguntara si me interesaba, de hecho las poquísimas señales de incomodidad o molestia que se le escapaban solo hacían que me quedara allí pegada, buscando alargar una interacción que podía haber terminado en dos frases. Era la cabrona que busca reacciones, tensaba cuerdas y las reventaba con tal placer que debía ser considerado inapropiado. Bien, ahora tenía los nombres en vez de que fuesen Kasun uno y Kasun dos. En sí no importaba demasiado por el momento, pero tenerlos ubicados como Dios mandaba no implicaba ningún esfuerzo. Para los propósitos a corto y mediano plazo el que importaba era que había caído en mi clase, Zeldryck. Su contraparte suave y la rubia sólo venían con el paquete, aunque se veía que me podía divertir igual solo puteando, incluso si el mismo Zeldryck me estorbaba como veía posible con ese numerito de pegarse a ella. Tanto yo como Arata entendimos el mensaje, aunque él seguramente habría perdido interés desde antes. ¿Densas o hard to get? No eran su rollo. —Eris Tolvaj —respondí balanceando el peso de un pie al otro, el comentario de Allen me la traía floja. —¿Vas a hacerte la estúpida cuando claramente te están echando? —soltó Arata sin tapujos, con la vista puesta en el móvil aunque lo noté mirar de soslayo a pelo de chicle. —Por supuesto, Ara-kun. Además nos están echando a los dos, ¿no te parece? Soltó una risa algo más audible. —¿Debería ofenderme? Como fuese no esperó respuesta, se guardó el móvil en el bolsillo, despegó la espalda de los casilleros y buscó vida en otra parte. A mí poco o nada me interesaban los nombres de este trío que quién sabe de dónde mierdas habría salido. Los gemelos no me despertaron mayor interés, la rubita tampoco luego de su primer comentario y ganas tampoco tenía de meterme en una bronca con este par por dármelas de listillo con la señorita pragmática. Era malo para la escuela, no retrasado mental. Me había quedado allí en la interacción a medias porque realmente no tenía mucho más que hacer siendo que no llegaba mucha gente todavía y por lo mismo había sacado el móvil para, no sé, ver Instagram tan siquiera. Al menos eso pensé hasta que distinguía un chispazo color chicle, no tenía que hacer mucho esfuerzo para darme cuenta de quién se trataba. Cuando hube dicho la última cosa en esa pseudo-conversación en la que estaba redireccioné los pasos para acercarme a la chica, que estaba con la amiga suya de cabello azul. En realidad no recordaba haber visto más a Riamu en la noche, tampoco me había interesado en buscarla porque de por sí seguro no le habían faltado atenciones a la jodida. —Buenos días, Ri-chan~ —canturreé con la sonrisa burlona pegada al rostro—. ¿Qué tal ese fin de semana? Contenido oculto El attention span de Arata a las 8 am? Una mierda (?
Para nosotros no era secreto que por muy tranquila que fuese Génesis la soberbia se le colaba entre las venas, más cuando no se sentía del todo cómoda, era capaz de expresarlo llegando a sonar hiriente y todo sin siquiera notarlo, aunque por el par de plagas que tenía al frente sabía que antes de la rubia herirlos con palabras esos dos se la comerían de un bocado. Al menos ya los tenía en el radar, fuese la mujer o el hombre no tenía problemas en parar a quién osara pasarse de vivo. —Eris, como la diosa de la discordia —murmuré sin dejar de verla—. Espero no te quede grande el nombre. Porque sería decepcionante. Y qué decir del apellido. ¿Sería de clase baja la chica? Porque si era de clase alta me iba hasta llevar una sorpresa que me haría orinarme de la risa. Fue entonces que noté que el chico estaba mirando de soslayo una figura curvilínea, siguiendo hasta dar con el cabello rosa. Si es que me estaba aguantando por no reflejar la sonrisa de animal. Apenas y la observé con una línea curva y floja en mis labios, volviendo mi atención visual a Tolvaj, sin embargo Génesis había notado que ella no parecía querer irse, así que no demoró en incitar que nos fuésemos nosotros. —¿Vamos? —asentí ligeramente ante la pregunta del murmuro casi inaudible de Allen. Mi hermano comenzó a caminar del lado contrario luego del desconocido retirarse en dirección de la princesita rosa, adentrándose más a la academia, en dirección a las escaleras con un asentimiento de cabeza como despedida. —Te veo en clase~ —le dije a la tipeja, siguiendo a Génesis luego de esta tomarme de la mano y empezar a caminar sin volver a pronunciar palabra, meneándose el largo cabello dorado que se cargaba.
Alethea siguió diciéndome algo después, seguramente algo relacionado al proyecto o a la escuela, pero la verdad es que desconecté en el momento en el que vi que Arata despegaba la vista del móvil para poder acercarse a nuestra posición. No pude esconder la sonrisa de pura satisfacción que se me plasmó en el rostro, aunque lo cierto era que tampoco pretendía hacerlo. Moví la paleta de lado a lado dentro de mi boca en lo que venía y finalmente la saqué para poder mostrarle una sonrisa de bienvenida, bastante animada, acompañada de un movimiento de cabeza. —Bueno, yo me voy a clases. Nos vemos luego, Ri. Vi de soslayo como Alethea le hacía una reverencia rápida a Arata y me despedí de ella con un movimiento rápido de mano antes de volver a centrarme en el chico. Qué linda, Thi, que ni he tenido que mirarla para que nos dejase a solas. O quizás no quería comerse un posible espectáculo, vete tú a saber~ —Buenos días~ ¿El fin de semana? Muy bien. Fui a una fiesta el sábado, ¿sabes? Estuvo divertida. Vi a un tipo igualito que tú, ¿tienes algún hermano gemelo o algo? —respondí, adoptando rápidamente el tono teatral que tanto me gustaba. Y hablando de gemelos, capté al vuelo a los Kasun adentrándose en el pasillo junto a la rubia y solté el aire por la nariz en una especie de mofa, volviendo a llevarme el caramelo a la boca. Cuando volví a mirar al chico, me había llevado la mano libre tras la espalda y estaba de nuevo jugueteando con un par de anillos que llevaba entre los dedos. >>¿No te ha dado bola la muñequita, senpai? No te lo tomes a mal, quizás tenga suficiente con un tatuado en su vida~
Escuché por encima lo restante de la conversación de Discordia con el trío que al final acabó por retirarse por su cuenta, dado que evidentemente Tolvaj no le iba a dar el gusto a la rubita. La escuché aflojar la risa y con el rabillo del ojo noté que volvía a colocarse los cascos antes de internarse en la academia, posiblemente no en dirección a su clase todavía. Regresé la atención, que tampoco era tanta, a Riamu después de eso y solté una risa al escuchar lo de la fiesta, me encogí de hombros en respuesta mientras echaba la espalda contra la línea de casilleros. —¿Un hermano gemelo que directamente es hijo de la yakuza? Pareciera pero no~ te perdí el rastro, linda —respondí un poco porque sí. La verdad tampoco me había molestado en buscarla cuando la perdí de vista. La pregunta sobre la rubia casi me afloja una carcajada, pero al final logré contenerla no sé ni cómo y tomé aire despacio, repasando a Riamu con la vista. —La niña parece ser más densa que la mierda o demasiado pragmática, lo que sea que hiciera el tatuado número uno no me interesa replicarlo.
Catherine Whitman Apenas al adentrarse a su habitación fue deshaciéndose de su vestido y demás accesorios de aquella fiesta para caer completamente dormida en su cama hasta que se hubiera sentido lo suficientemente descansada para despertar al día siguiente, y aun así, ese día decidió no hacer ninguna clase de esfuerzo y que todas sus comidas fueran llevadas hasta su casa para poder seguir descansando y recuperándose al tampoco estar demasiado acostumbrada a estarse desvelando de esa forma, sumado a llevar bastante sin probar alguna clase de bebida alcohólica. De igual forma, sentía que había hecho suficiente para que esa mañana del lunes no se sintiera lo suficientemente cansada para no estar de un buen animo aunque fuera un temprano inicio de semana. Arregló su uniforme, sus medias y subió a su altura favorita su falda antes de salir de su casa y gracias a la ayuda de un uber que pidió tampoco llegó demasiado tarde a la academia y aunque en los casilleros no parecían estar demasiado llenos, aun así se dio la tarea de recorrer un poco los casilleros de los de tercero en busca de algún rostro familiar luego de cambiarse los zapatos sin mucho éxito en realidad. Suspiró, sacando su celular camino a las escaleras, seleccionando el contacto del desconocido y abrir su chat. "Buenos días desconocido~ No tuve éxito para encontrarte en los casilleros, pero, puedes encontrarme a mi en el segundo piso para presentarnos finalmente si todavía te interesa eso~. "
El paso de la mañana estaba siendo peculiarmente pasmoso, y en conjunto, la sensación de soledad a pesar de haber llegado gente a las instalaciones. Tal vez socializar no era del todo su fuerte, nunca lo ha sido, para ser honestos. Sacó las revistas que habían pasado el fin de semana encerradas sin siquiera ser vistas, y les echó un ojo por encima a las portadas, más coches, lo más nuevo en equipamiento de deportes extremos y la cereza del pastel, un catálogo de zapatillas de vieja escuela, cosas que valían la pena, por lo menos para ella. Una chispa de interés se posó en sus ojos, ¿Coches, pistolas (de a mentis, no tenía el coraje de mandar a alguien con San Pedro) y zapas? ¿Qué más podía pedir? Había algo, una cómoda y suave bufanda... ¡Roja colorada, su color favorito! Hora de ponérsela, vamos. Esta vez, si puso en su maletín aquellas revistas por las que tanto divagaba, y se dispuso a ponerse su pedacito de tela que la llevaba a su ciudad natal (Que a pesar de todo, no quedaba tan lejos, pero igualmente extrañar casa pega como un coñazo) Su mirada se posó en la puerta del casillero antes de cerrarla, había dejado pegado un calendario con sus fechas importantes, sus orbes fijando objetivo en un círculo azul de marcador permanente sin prestar atención a las equis que marcaban los días que habían transcurrido. Ese círculo, miércoles, 22 de abril del 2020, apenas poco más de una semana para esa fecha. El arrepentimiento se instaló de inmediato, el que se suponía debía ser su día de festejo para celebrar un año más de vida. Para cualquier muchacho o persona, momento de celebración, pero en este caso, todo lo opuesto. Un año más arrastrando un cargo de conciencia, y el peso de no superar del todo un duelo, otro año más estancada en el pasado sin saber cómo pasar página por completo. Un año más siendo un puto desastre por dentro. Suspiró hastiada, y cerró la puerta del casillero de manera gentil, un descuido de mera curiosidad había traído un camión de malos momentos, joder, ¿Para que averiguar? —Mejor subo antes de que se haga más tarde —una actitud sombría había llegado para quedarse un buen rato. No había nada bueno que hacer tampoco, sigue adelante en tu camino al aula, quien sabe que te encuentres a tu paso.
—¿En serio? ¿Incluso con mi pelo que parece un jodido neón? Qué decepción~ Y yo que quería pasármelo bien contigo, Ara-kun~ Tampoco iba a soltarle así de buenas a primeras que, bueno, era normal que me hubiese perdido la pista teniendo en cuenta que había acabado yendo de aquí para allá, en habitaciones ajenas y haciendo el tonto en los jardines. Y si podía hacerme la indignada un rato y, no sé, a lo mejor conseguir algo a cambio, pues mira. Una situación de win-win para todos, ¿o no? De todas sus reacciones que noté al instante, la que realmente me interesó fue la obvia, el recorrido que me echó con la mirada aun cuando el mismo fue bastante superficial. Bueno, ¿acaso ya se había acostumbrado a las vistas, el cabrón? >>Supongo que tienes razón, en la fiesta se tomó apenas un chupito y ya estaba para el arrastre, la pobre —le conté, así sin más. Me separé de los casilleros de un impulso y me giré sobre mis talones, dando una vuelta hasta quedarme delante de él. Dejé caer la cabeza hacia un lado y hacia el otro, lo recorrí con la vista al detalle, haciendo una mueca pensativa, y al final le sonreí con cierto orgullo, sacando ya el palito sin ningún caramelo sobre él para juguetear con el mismo entre los dedos. >>Síp, definitivamente no creo que sea tu tipo~ Demasiado rígida, a ti te van más flexibles, más... accesibles. ¿Me equivoco~?
Honestamente si la chica quería usar su pelo como puto faro en altamar, funcionaba perfectamente, pero claro el detalle estaba en que los faros no tenían piernas y se paseaban por toda la puta mansión victoriana de una ricachona extranjera. Como fuese no me iba a negar al numerito, algo de gracia me hacía que esta jodida pareciera querer la atención de alguien todo el tiempo de forma tan abierta, porque conocía un par con la misma tendencia pero no lo soltaban así a los cuatro vientos. ¿Qué la barbie había acabado para el culo con un trago? Joder, pero es que de verdad. En sí ni siquiera me explicaba por qué le habrían dado un trago si la cría no estaba acostumbrada a beber, pero bueno quién coño era yo para juzgar las decisiones de vida de un trío de extranjeros que en apariencia acababan de caer en Japón. La miré en cuanto se separó de los casilleros para quedar frente a mí, me repasó con la vista y todo el show antes de echarse algo de orgullo encima para añadir algo que posiblemente hasta un imbécil habría podido concluir. Amplié la sonrisa sin siquiera darme cuenta, solté la risa y estiré la mano para hacerme con su muñeca. —Me gusta que la gente sepa divertirse, ese es el detalle —dije y tiré suavemente de ella para acercarla a mí—. Para aburrirme ya tengo la puta escuela, ¿no? Como sea, señorita, le extiendo una disculpa por haber desaparecido el día de la fiesta~ Solté su muñeca solo para alcanzar a anclarle la mano en el mentón, en sí ni le di tiempo de una mierda y atajé sus labios al vuelo, deslicé la lengua en su boca y retrocedí no mucho después, dejándola libre. Me relamí los labios al regresar a mi lugar, con la espalda en los casilleros, y encontré sus ojos. —Bueno, dos por uno, la paleta no estaba mal —añadí sin más. Contenido oculto ups su chaotic eight se me resbaló (?