Exterior Patio frontal

Tema en 'Planta baja' iniciado por Yugen, 9 Abril 2020.

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    Nekita

    Nekita Amo de FFL

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    No tuvo realmente ningún problema en esperar a Emily al, en realidad, no tener otra cosa que hacer hasta que les indicaran que ya pudieran irse a sus casas o que las pruebas ya habían acabado del todo, pero, en ningún momento creyó que tuviera que dar otra clase de vuelta luego de la que ya había hecho...no con las demás personas que habían hecho los mejores tiempos de sus respectivos grupos...siendo todos estudiantes de tercer año.

    ...Cool.

    Suspiró casi resignado, no quería ser realmente la última esperanza de Yoshida sensei pero, suponía que ya no tenía ninguna clase de salvación de eso, tan solo tenía que intentar correr de la misma manera. Llegó a la pista, se preparó para simplemente correr esperando que todo saliera bien.
     
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    Zireael

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    David.png
    Solté una risa bastante floja ante su comentario de que podía haber ido por Sasha porque a ella ya la tenía asegurada y no sé qué, porque aunque era cierto, pues no me iba ni me venía.

    Además, confiaba en mis habilidades digamos.

    Le dediqué una caricia en la espalda porque esos raspones siempre ardían como la mierda y me quedé a su lado, dándole tiempo de hacer lo suyo.

    —Innegable~ —admití entonces, con la vista de regreso en el grupo de gente—. Pero tampoco es pecado actuar como lo haría un amigo normal, ¿no?

    Giré el rostro hacia ella de nuevo para sonreírle y en eso Yoshida volvió a gritar un grupo de nombres, entre ellos el mío y solté un pesado suspiro antes de estirar la mano y revolverle el flequillo.

    Well, see ya —dije mientras regresaba a la pista—. A ver si no beso el suelo también.

    Katrina.png
    Las reacciones de esa chiquilla no perdían gracia incluso cuando pasaba de ellas, el color se le subía a la cara con prácticamente nada y allí estaba, sonrojada por la cercanía. Tuve que contener la risa que se hubiese asimilado más a un ronroneo que a cualquier otra cosa.

    La vista se le desvió a mis labios y mi sonrisa solo se amplió, además lo sentía, su respiración y su pulso.

    Cuando regresó a mis ojos no le respondí nada, solo sostuve su mentón y le estampé un beso, así nada más, la guié para que abriera apenas los labios, lo suficiente para poder colar la lengua, y retrocedí no mucho después, dejando ir cualquier agarre sobre su cuerpo ya que Yoshida había vuelto a llamara a un grupo de idiotas.

    —Me cobro eso como premio~ —canturreé mientras regresaba a la pista, donde ya Tolvaj y Mason habían llegado también.

    Shiori.png
    Ni me pasó por la cabeza la posibilidad de que la chica fuese capaz de soltarle un manotazo si hubiese acudido a ella alguien que no fuese yo e incluso aunque me lo había admitido tan fresca, me costaba un poco imaginarla.

    El caso fue que se dejó guiar y toda la cosa, de forma que luego de enderezarme me enjuagué bien las manos antes de proceder a refrescarle los raspones con las manos húmedas, quitando algunas piedrillas que le habían quedado adheridas a la piel.

    Volví a lavarme las manos al terminar y me volví hacia ella, dedicándole una sonrisa.

    —Listo~ no puedo hacer mucho por ahora, pero cuando termine esto si quieres te acompaño a la enfermería para ponerles aunque sea un poco de agua oxigenada.


    1. Mason
    2. Katrina
    3. Eris

    Edit: No me tomen en cuenta los dados de los que se cagaron el tobillo, nomas quería ver como seguía su suerte luego de eso (?
     
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    Amane

    Amane Equipo administrativo Comentarista destacado bed chem stan

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    Hacer relleno rico después de acabar mi examen en lugar de dormir suena bastante bien eh

    tqTcEwK.png

    Acabé imitando su risa floja al escucharlo porque un poco de gracia sí que me hizo. ¿Amigo normal decía? Bueno, tampoco me iba a quejar por tener otro de esos, la verdad. Lo cierto es que agradecí bastante su compañía aun cuando no hablamos mucho más, hasta que la profesora volvió a llamarlo para una última carrera y lo despedí con una sonrisa ligera.

    —Suerte~

    Más o menos había acabado de limpiarme todos los raspones para cuando se fue así que pude ver la carrera desde ahí, apoyándome en los bebederos con la cadera y cruzándome de brazos. Al pobre diablo, sin embargo, parecía que la suerte le había abandonado ya y, si bien no se comió el suelo, tampoco logró acabar del todo la carrera. Si es que solo a la asesina de Yoshida se le ocurriría enviarlos a otra jodida carrera después de haberse matado por conseguir una marca decente en las primeras.

    Suspiré y, casi de manera instintiva, mi vista se dirigió hacia el lado, en busca de la cabellera rojiza de Sasha. Por como habían hablado antes, era obvio que se conocían, y las intenciones de la chica nada tenían que ver con las mías así que seguramente ellos sí fuesen más amigos genuinos y tendría más sentido que ella fuese a ayudarlo... o algo así.

    Pero estaba un poco feo no acercarme a ayudarlo cuando él lo había hecho conmigo por algo menos grave, ¿verdad?

    Chasqueé la lengua y me separé de la fuente.

    >>Ginger, c'mere.

    De camino a la pista me desvié un poco para pasar algo más cerca de su posición y no tener que alzar demasiado la voz al llamar su atención, y sin esperar a ver una reacción, como si asumiese que la chica me iba a hacer caso solo porque sí, retomé la caminata hasta alcanzar la figura de Mason.

    >>¿No estarías pensando en otras cosas, Maze~? —murmuré, con el ligero tono burlón, mientras cogía su brazo para pasarlo por encima de mis hombros e instarlo a que me usase de apoyo.

    Es que ni os etiqueto porque sé que me vais a leer(???
    plan: hacer un sanguichito del ocultista sepsi - en marcha

    aBbGD3Z.png

    Ocurrió lo esperado —o, en definitiva, lo único que quería que pasase desde que me acerqué— y, por mi parte, me dejé hacer con la facilidad de las otras veces. No opuse ninguna resistencia cuando sentí que me agarraba del mentón y abrí los labios según me guió para dejarla colar la lengua y hacer, en resumidas cuentas, lo que le diese la gana.

    Un ligero gemido se me atoró en la garganta en mitad del beso y después me quedé ahí plantada, en mitad de la pista, al separarnos. Pestañeé un par de veces mientras la seguía con la mirada y apenas tras ese segundo las neuronas volvieron a conectarme, golpeándome con la realización de que eso había acabado de pasar en mitad del patio y delante de todos los demás alumnos.

    El color volvió a subirme al rostro y, por si fuera poco, la mente decidió mandarme un flashazo de la conversación en el invernadero, haciéndome mirar a todos lados de manera apresurada para buscar la cabellera cian de Kohaku. Un suspiro profundo me desinfló el pecho cuando lo encontré debajo de un árbol y, definitivamente, demasiado ocupado en sus cosas para haberse enterado.

    Claro que uno nunca sabía con él, ¡pero al menos podría preguntarle de vuelta sobre el chico pelirrojo! Parecían estar teniendo una conversación de lo más... íntima.

    Entre una cosa y otra, para cuando volví la vista a las pistas, la carrera ya estaba a punto de acabarse. Olvidando por un segundo lo sucedido, no pude evitar dar otro par de saltitos y aplaudir al ver que tanto Dante como Katrina acababan de nuevo sin mayor percance, ¡y con buenas marcas de nuevo!

    Me dispuse a felicitarlos de nuevo por ello, pero entonces otra cosa acabó llamando mi atención y no pude contener el impulso que tuve de querer hacer algo al respecto. Les dediqué una sonrisa a los otros dos, canturreando un "felicidades~" mientras pasaba a su lado, y mis pasos siguieron hasta el centro de la pista.

    Tanto el chico como una de las chicas parecían haber sufrido una lesión en el tobillo y mientras que al primero ya se le habían acercado para atenderlo, pues nadie parecía tener intenciones de hacerlo con ella. Eris Tolvaj había dicho Yoshida-sensei que se llamaba, ¿no?

    Por supuesto, no tenía ni idea de la clase de persona que era, así que me acerqué sin ninguna pizca de duda en mi rostro. Si lo hubiese sabido, sin embargo, ¿lo hubiese hecho de igual manera? Seguramente.

    Era esa clase de estúpida.

    —Senpai, ¿te encuentras bien? ¿Necesitas ayuda? ¿Alguien que te acompañe a la enfermería, quizás?

    F Emi-chan. No vuelvo a rolear habiéndome despertado a las ocho, solo te meto en desgracias, pobre niña (?) Como si no lo disfrutase como una perra jujuju
     
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    Zireael

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    David.png
    La dosis de suerte obviamente se me había agotado, me hubiese conformado con solo llegar de último la verdad, pero al parecer ese no era el plan porque me hice mierda el tobillo y, honestamente, su puta madre iba a terminar la carrera así.

    Me retiré de la pista arrugando los gestos al tener que apoyar el pie y me quedé a un lado, recuperando el aire y pasando el peso a la otra pierna. Realmente no era que me ocurriese hasta ahora, me había pasado ya unas cuántas veces, sobre todo las primeras ocasiones que tuve que salir pitando para evitarme una paliza más grande se me habían enredado los pies y había acabado no solo comiéndome los golpes de los gang dudes del corazón de Tokyo, sino también el dolor de un tobillo doblado.

    Gajes del oficio.

    Escuché la voz de Alisha entonces, que apareció y me hizo pasar el brazo sobre sus hombros, le eché algo de mi peso encima, apenas para permitirme algo más de alivio en el tobillo.

    Maybe —respondí soltando una risa bastante floja—. Espero recibir tratamiento por estas heridas de guerra~

    Eris.png
    Jodida perra de Yoshida haciéndonos correr una segunda vez, era obvio que esa mierda no iba a salir bien y fue ese el caso, tanto yo como Mason nos jodimos el tobillo. A él se acercó la gringa, a mí obviamente no se me iba a arrimar ni Dios pero me daba igual. De hecho estaba por retirarme cuando la chiquilla esa a la que Akaisa le había metido la lengua en la garganta se me acercó, completamente ignorante de toda la mierda.

    Parecía de la misma clase de idiota que la albina que Sonnen pasaba tratando como si fuese la reina de Inglaterra o algo, de esas que tenían una capacidad estúpida para ignorar alarmas.

    Había que ver lo oportuno que era que la idiota que me cayera en ese día justamente, que ya me la había pasado bomba viendo la escenita del pasillo con las dos enanas y el príncipe. Lástima que no hubiese visto a Vólkov meterse al club de fotografía luego del otro idiota y a Sonnen irse detrás de la enana de la mañana, porque hubiese sido todavía más entrenido todo el rollo, pero allí tenía a ese corderito perdido y era la cereza de mi pastel.

    No le respondí nada, le eché el brazo sobre los hombros para apoyar el peso en ella y me puse la mejor cara de borrego degollado que conseguí de mi repertorio.

    —Ah, gracias por preocuparte por mí —dije mientras le echaba un vistazo superficial a mi tobillo—. Estoy bien, creo, debería bastar con ponerle algo frío. Si me quieres acompañar, pues te lo agradecería un montón.

    Todo fuese porque mordiese el anzuelo.

    Lo cierto es que dolía, sí, pero tenía las pastillas y toda la mierda, así que bien podía quedar tan puesta que ni me iba a enterar pero cómo ignorar un cervatillo que ponía la pata tan cerca de mi cabeza, como para encajarle los colmillos e inyectarle el veneno.
     
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    Kaisa Morinachi

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    Margarita-cinta-yáahl-2.png
    Mengue mi rapidez en cuanto me acercaba a la línea de meta, dando como resultado que la cruzara más bien caminando a un paso cansado y zancadas largas. Mi respiración estaba agitada, y yo mantenía el mentón algo inclinado hacia el cielo como un pez boqueando por agua, luego sentí mi vista algo nublada. Ni idea de por qué lo último, pero aparte del calor de la carrera y ahora, el frío del poco movimiento, no me generaban demasiado caos. A cuento corto estaba bien, tan solo debía regular mí respiración, para luego...

    "Margarita Nieves"
    Maldita sea, ¿Qué diablos quieren?

    Volteé a ver, más bien, a clavarle mis ojos a la profesora mientras volvía por sobre mis pasos, contorneando la pista de carrera en vez de ir por dentro de esta. Manos en la cintura, no hacía falta un espejo para que supiera la cara de perro que estaba poniendo, y aunque quisiera no le saqué los ojos de encima a la docente. Hasta que llegué a la línea de partida y, casi como sí me lo hubieran comandado, volví a centrar mi atención completamente en la pista.

    Vamos, Mar, demuéstrales quien manda.

    Pero Mar, ¿a quién le importa eso?
    No vales nada relevante.


    Nada


    El golpe dolió, joder que dolió. El quejido de dama no salió, fue un quejido ronco, gutural que terminó siendo un gruñido digno de un animal. Como en los buenos tiempo. Me levanté a regañadientes, porque de otra forma no podría hacerlo. Trastabillé, pero mi rostro furibundo era inmutable. Me sacudí un poco la ropa, buscando que la cabeza dejara de darme vueltas, que sí no me iba a desmayar o yo qué sé y, cuando estuve lista; emprendí la carrera otra vez, corrí como la condenada que era, esa que no importaba cuantas cosas tuviera encima, sí tenía que hacer algo, lo hacía. Porque no hay tiempo para andar quejándose de los errores, tropiezos y más basura insignificante.

    No hay tiempo para andar quejándose de ti, Margarita.

    No, no hay tiempo.

    Por eso mismo estoy bien.

    Muuuy bien.

    —Maldita sea, mierda —mascullé una vez llegué a la pista, deteniéndome en seco con las manos en las caderas, me dolía todo el jodido frente. Aparte, que no tenía la mejor delantera para caer y magullarme, mis antebrazos se habían llevado la mejor parte y le seguían las rodillas, pero mejor ni me quejo; sí hubieran sido los pechos, no vuelvo a correr nunca más en mi condenada vida.

    Me miro sin moverme de mi lado como las rodillas estaba polvorientas, mi gesto cambia de furia a desagrado, para después soltar un quejido lastimero mientras alzo mi vista cerrada al cielo, estirando la espalda.

    —¿Por qué a mí? —exclamo, aguda y apenas audible, mientras mi cerebro analizaba las siguientes opciones a tomar.

    Mi corazón latía con fuerza, mis mejillas ardían, un par de lágrimas insignificantes brotaron, pero... no me sentía mal. Extrañamente, no estaba tan mal.
    Nunca lo has estado.
    No seas mentirosa.

    Ya cállense,
    estúpidas.


    Nagi-cinta-gigi-1.png

    Me dejé hacer, como bien había planeado hacerlo, eso sí; el par de quejidos, mis muecas lastimera y algunas apretadas de sientes no faltaron, pero no me quejé en sí, tan solo uno no podía callarse por completo cuando les trataban las heridas... no hacerlo se me hacía raro, irreal... ¿inhumano? Nah, los humanos siempre serán humanos.

    —Gracias, senpai~ —canturreé suave y, aprovechando las confianzas con las que andaba hoy, pasé los brazos por los costados de su rostro sin llegar a tocarla, debido a mis propias heridas; tras eso puse un casto beso en su frente, por sobre el cabello carbón, para luego alejarme y tomarle con suavidad la mano, afianzando el agarre en cuanto entrelazamos los dedos.

    >>Dormir en la enfermería suena mejor que dormir bajo un árbol, definitivamente~ —seguía hablando de manera media tonta, más melodiosa que cantarina, en un murmuro que no era susurro; mi voz era perfectamente entendible, pero sumamente baja. Solo el volumen justo y necesario para que Kurosawa me escuchara.

    También andaba cerrando los ojos a cada rato, fiandome literalmente a ciegas de Shiori. En cuanto nos detuvimos, sin soltarle la mano, apoyé el costado de mi cabeza en su hombro, abriendo los ojos para observar el panorama.

    >>O sí quieres vienes a mi casa, o yo voy a la tuya, y dormimos en cuento quieras~

    Podía recibir un rechazo directo, dolería, si que dolería; pero nunca hay que desaprovechar las oportunidades, más sí sientes chances de triunfar.

    Es oficial, ahora Nagi me controla a mí *Hámster sip tea*
     
    Última edición: 25 Enero 2021
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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Kohaku.png

    Atendí a su explicación en silencio, sin dejar estar la tontería con su cabello aunque perdió ritmo y dirección. ¿Altan y Arata eran amigos? Pero bueno, ¿cuáles eran las probabilidades? Pequeño era el mundo, eh. Parecíamos tener olfato de sabueso para identificar a los de nuestra calaña y juntarnos incluso sin estar enterados, aplicaba para mí y también para Anna. Las conexiones daban hasta miedo, ¿y lo peor? Si lo observaba con ese filtro rojo encima me daba cuenta que... no desentonaba. Como si Sonnen llevara encima el olor del azufre o algo así.

    Al final, lo último que soltó sobre el venazo que les daría me arrancó una risa suave y asentí, pues realmente me lo veía ocurriendo conociéndolos por separado, sin haber presenciado su dinámica ni una sola vez. Al final, Sonnen parecía muy serio y reservado pero se juntaba con puro idiota problemático. Qué imán tan... poco conveniente.

    Cuando se removió para girarse dejé su cabello en paz en tanto se acomodaba, aunque luego regresó sobre sus pasos y en fin, que seguí jugando entre sus hebras de fuego.

    —Tu cabello es tan suave, Cay Cay —solté casi en un susurro, dedicándole una sonrisa de ojos cerrados, y luego asentí a la cuestión de la nostalgia—. Sí, es increíble que haya sido pura casualidad, la verdad. Bueno, quiero decir, ¿ustedes por qué se transfirieron? Lo mío no tuvo nada que ver, es lo único que sé.

    Bleke.png

    Presté atención a sus movimientos, ya a esta altura era un acto reflejo que ejecutaba para intentar comprender lo que me rodeara. Además seguía sin captar a qué venía la idea del dulce. Su actitud liviana e incluso alegre se vio empañada de un momento a otro, y cuando tomó asiento a mi lado tuve la sensación de que estaría a punto de echarse a llorar. No lo comprendía, ciertamente. Los cambios de humor repentinos, la expresión tan cristalina y genuina de los mismos. No lo comprendía y eso sólo me alejaba más, y más, y más, como un pequeño barco de papel a merced de la marea.

    ¿Al final todo se trataba sobre un chico? Bueno, era muy común en chicas de mi edad y Kobayashi iba a primero, ¿verdad? Tenía todo el sentido del mundo, si al fin y al cabo las raras éramos Kashya y yo. Aunque ¿un chico? Qué iba a saber yo sobre romance para intentar aconsejarle o lo que fuera. Me di cuenta con cierto delay que la metáfora del dulce ya había pasado a segundo plano y que ahora la niña se estaba sincerando de una forma mucho más cruda. Seguía sin comprenderlo, ¿por qué confiarle fragmentos de corazón a un desconocido? No le encontraba el sentido, pero otra vez, ¿quién era yo para juzgar?

    Seguí sus movimientos mientras se encorvaba y hablaba, luego recibí toda la intensidad de su mirada y pestañeé, asimilando su expresión. Su sonrisa lucía sumamente cálida y honesta, aunque hacía apenas segundos había parecido querer llorar, y me pregunté hasta dónde era el humano capaz de semejante versatilidad. ¿La envidiaba? No exactamente, me hacía a la idea de que debía ser agotador, pero... era curioso, sí.

    Su agradecimiento me indujo una sonrisa pequeña y meneé la cabeza casi a cámara lenta.

    —Nada que agradecer —fue lo único que dije.

    Luego relajó la postura, el semblante y todo, lucía bastante más animada y no entendía qué había hecho para ayudar, pero sabía que la certeza de contar con un oído fiel podía ser muy reparador. Y podía escuchar, ciertamente era capaz de escuchar y escuchar casi sin límite. Repasé su perfil antes de seguir la línea de su visión, hacia la multitud. ¿Que éramos amables?

    No me consideraría amable ni en cientos de años luz, pero claro.

    Si tú lo crees así, ¿dónde estaría la razón en discutirlo?

    —Pueden tornarse bastante ruidosos, sí —coincidí, regresando la mirada a ella—. Por eso nos pasamos casi todo el día en la biblioteca. Kashya, yo y una amiga más somos parte del club de lectura.

    Sasha.png

    Había relajado la espalda contra un árbol que, a decir verdad, me permitía observar la pista con bastante detalle. No tenía nada mejor que hacer así que mantuve mi atención allí, en especial cuando a la profesora se le ocurrió sacarse otra carrera de la manga y llamó a un par de personas que conocía. Estiré el cuello al oír el nombre de Maze y luego acabé por erguirme con Margarita, decidiéndome a seguir la competencia al hilo. No era como si fuera a montarme unas porras y alentarlos o algo parecido, estar atenta a ellos era mi forma de apoyo, supongo.

    Y vaya que vino al pelo. El primero en demostrar inconvenientes fue Maze, en cierto punto pareció doblarse el tobillo o similar y se retiró de la pista. Toda mi expresión se arrugó y realmente sin darme cuenta busqué a Alisha con la mirada. Casi me dio gracia advertir que ella parecía haber pensado igual que yo. A ver, si ese cabrón tenía que considerarse afortunado y todo por tener a dos chicas debatiéndose para acercarse a asistirlo. Como fuera, la rubia me indicó que la siguiera y había empezado a hacerlo cuando noté un nuevo incidente por el rabillo del ojo. Me detuve en seco, el semblante se me volvió a comprimir y solté el aire de golpe; tenía la tendencia a lucir enfadada cuando me preocupaba, lo hacía mucho con mis hermanitos y me lo seguían recriminando, pero ¿qué iba a hacer yo? Si me salía sin darme cuenta.

    Lo dudé un par de segundos, lo último que supe de Mar fue que algo le había sentado como una patada y siquiera volvió a dirigirme la mirada. Lo dudé, pero Maze ya tenía a Alisha y me seguía dando mucha pena la situación de la chiquilla en general. Entre las cavilaciones había seguido caminando y para cuando me decidí, estaba ya junto al pelirrojo y la chica. La voz del primero me distrajo brevemente y regresé la mirada a ellos.

    —Aplícale frío, Ali. Hielo dentro de una toalla, compresas, lo que sea. —Bajé la vista al tobillo de Maze y luego reparé directamente en sus ojos verdosos—. Y déjalo quieto, ¿va? Llámate un taxi, lo que sea, pero ni se te ocurra caminar. Alright, take care, hon. See ya~

    La verdad que había soltado todo con una seriedad absoluta, como si estuviera comandando tropas o similar. Otra vez, gajes de ser prácticamente la madre de tres niños. Ni siquiera me di cuenta de suavizar la expresión hasta el final, cuando agité la mano vagamente en señal de retirada y me di media vuelta.

    Alcancé a Margarita con un trote liviano, había llegado a la meta y parecía bastante extenuada. Aminoré el ritmo un par de metros antes de abordarla y para cuando aparecí en su campo de visión, lo hice con toda la sutileza de la que fui capaz. No quería volver a espantarla, no sé.

    —Hey —murmuré, concediéndole una pequeña sonrisa, y entrelacé las manos a la espalda para echarle un vistazo a sus raspones—. ¿Te duelen, cariño?
     
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  7.  
    Kaisa Morinachi

    Kaisa Morinachi Crazy goat

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    La voz sutil y precavida no demoró en aparecer, así que apenas bajé un poco el mentón para verla de reojo, ¿altiva? Tal vez, mi seriedad era absoluta y al conectar con sus ojos tan solo atiné a escudriñarla, solo sus ojos, solo su rostro...
    No era bruta ni estúpida como varias del internado.

    Una sonrisa sutil, pero amplia, adornó mis labios; suave, frío; pero mis ojos, aun rasgados a pesar que eran como dos platos, seguían estando estáticos, con una chispa de constante peligro. Esa chispa que se podía reducir a cenizas, pero nunca apagar; ahora mismo... era como el fuego de una cocinilla, controlado.

    Pero yo era una fuga de gas constante.

    —Más que la mierda —contesté con voz grave, mi tono dulzón y algo agudo cambió por completo, pero se seguía notando que me pertenecía. Aterciopelada y sobria, mi sonrisa con pizcas de soberbia tan solo incrementaba a medida de que impedía a mis parpados volver a su forma natural; dos jodidas dagas por ojos.

    El ocaso cada vez caía más y más, yo no tenía idea de sí la noche sería azul marino o rojo sangre; sangre de hace 10 años. Ladeé la cabeza, apaciguando la soberbia en mi expresión, siendo más suave que otra cosa, mis ojos seguían fríos.

    >>Perdón por lo de antes—. Desvié la vista hacía un lado, fue lo único que cambió en mi postura—, no estoy enojada contigo. No tuvo nada que ver contigo, ni con el chico —expliqué, para luego volver a enfrentar sus ojos, sonriente; peligrosamente tranquila. No podía sentirme incomoda, pero era consciente, aunque no me lo dijera, de que algo estaba funcionando muy, muuuy mal.

    >>¿Me acompañas? Soy un asco con las manualidades, sí intento limpiarme de seguro me jodo más la herida—. ¿Era una invitación amable, Mar? ¿O tu mirada otra vez más entornada indicaba que la estaba poniendo a prueba?

    Cerré los ojos, irguiéndome como correspondía, sin quitarme la tensión irrelevante de los labios.

    —Solo sí quieres, claro~


    Y me marché sin más, sin agregar nada siquiera, ni las gracias por preguntar, ni esperar su respuesta. La sonrisa sutil menguó hasta la seriedad absoluta, las heridas dolían, pero no me generaban ningún sentimiento. Vacío, uno diferente a cuando enfrenté al japonés en la clase. Mis pasos, los cuales eran perjudicados por las magulladuras, avanzaron sin pena ni gloria hasta que encontré a White. Tomé mi cárdigan sin mediar palabra, con la seriedad mortal que me cargaba, alejé con cuidado la prenda de ella y en cuento me volví a erguir como correspondía, echándome la coleta hacia atrás en un gesto elegante de mano, le brindé otra sonrisa. Sutil, aterciopelada, borgoña.

    Y ladeé la cabeza, entornando la mirada; pero ahora el color de la miel ardía.

    —Gracias, linda. Me voy a la enfermería.

    Me di media vuelta entonces, volviendo por tercera vez a la seriedad en cuanto le di la espalda a White y empecé a direccionarme donde quería. Mis ojos en un movimiento veloz recorrieron el panorama para confirmar sí Sasha me seguía o no, así aminoraría el paso para esperarla de ser el primer caso.

    Diooos, que aburrido.


    Masuyo-cinta-gigi-1.png

    Las sencillas y certeras palabras de Bleke, más su sonrisa suave, fueron más que suficiente para reanimarme. Ya no observaba la multitud, buscaba a Kou entre ella; mis ojos escudriñaban el perímetro y mi sonrisa sutil era felina. No me iba a rendir tan fácil, no tiro la toalla ante la primera caída. Derrota, fracaso, golpe. Golpe, amenaza, grito; mechero, gas: Explosión. Kou, aún no conocía su nombre, pero lo haría muy pronto. Mi sonrisa se extendió, dejando ver una hilera de dientes blanquecinos mientras escuchaba a Middel.

    Pueden tornarse bastante ruidosos, si. Viré apenas el rostro para que no me viera solo el perfil, apaciguada en mí totalidad, los rasgos felinos no hacían más que afilarse, hasta sentía que ronronearía sí la albina seguía soltando tantas palabras, porque su voz era muy bonita.

    —¿Hooo?— La leve sorpresa en mi mirada mutó de inmediato a una sonrisa amplia con dejes de diversión, aunque mis ojos seguían en su ritmo calmo y hasta perezosos, pero sin dejar de ser directos o afilados. Mi voz era de... ni idea, ¿actora de voz sensual? Me reiría a carcajadas y palmearía mi pierna de toda la gracia que me daba siquiera pensar en mí misma como sensual.
    Vamos, era un puto peligro.
    Cerré los ojos, destensando mi postura que rozaba lo agazapada para asemejarme más a un cachorrito.

    >>A ver sí un día voy a visitarlas, les juro que no grito muy fuerte~ —canturreé, con voz melosa, pero sin dejar de ser una actitud algo sobria; toda la energía parecía haberse centrado en algún lado, porque ni de lejos parecía la enana enérgica que vieron al inicio. Estaba en el otro extremo ahora.

    Devolví mi vista a la multitud, dejando de lado la tontería de perros y gatos, otra vez buscando al castaño con la mirada; tranquila y pasiva, mi rostro se arrugó de madera considerable, casi como sí yo hubiera recibido el dolor en vez de Nieve, la pobre se había dignado a besar el piso. Estuve apunto de levantarme en ir a ayudarla, pero ni logré moverme, estática, y ya otra chica parecía ir en su ayuda. Tras eso mis facciones se relajaron, el pesado suspiro salió de una cara apática, aunque no demoré en sonreír de manera más alegre y enérgica, pero seguía con la sutiliza en mis movimientos.

    Volteé otra vez hacia Bleke, feliz.


    —Creo que le pediré disculpas al chico, se la merece—. Otra vez la multitud, buscándolo—. No estoy segura, pero me da la sensación de que alguien necesita removerle un poco el cerebro—. Los ojos se rasgaron y la sonrisa se amplió con una sorna pasiva—. Se va a perder su último año escolar sí sigue así, no puedo permitir eso~

    Entonces, como sí hubiera salido de un trance, mi rostro se iluminó con sorpresa y no demoré en voltear a ambas; otra vez inclinando el torso para poder ver bien a Kashya, que estaba al otro lado de Bleke. Mis ojos centellaban gracias a la niña pequeña que aún llevaba dentro, sonriendo amplia mientras hablaba con ánimos, aunque no necesariamente gritando.

    >>¡Yo no leo, pero amo cantar! —exclamé, para luego cerrar los ojos y mostrarle mis hileras de dientes, soltando una leve risita. Luego volví a abrirlos, intercalando la mirada entre ambas—. ¡Estoy pensando en hacer un repertorio, para el club de música!— Canalicé mis energías, volviendo a la sutilidad de antes, pero ahora sí que soltaba energías por cada poro posible—. ¿Alguna canción cantable que les guste?

    Volví a cerrar los ojos, entusiasta.

    >>¡No prometo que salga bien, pero puedo intentar cantarlas!

    Uy, esas indirectas a Kou que le llegan Bleke *Sip tea* Ricachones issues (?)
     
    Última edición: 25 Enero 2021
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  8.  
    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido seventeen k. gakkouer

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    Cayden.png
    Le había soltado bastante información un poco de golpe, pero no dudaba en su capacidad para atender a ella y lo que hiciera falta, que total tampoco era nada particularmente sorprendente. En la calle, quisiéramos o no, terminábamos todos revueltos entre nosotros, lo que hiciéramos con esos hilos entrecruzados era lo que importaba al final del día.

    De hecho todo se resumía en ser la araña o ser los bichos que quedaban enredados en la red.

    Aunque algunos eran capaces de zafarse.


    La tontería con mi cabello ya hasta me estaba dando sueño, porque no sé qué tenía eso de las caricias en el pelo que prácticamente eran un somnífero y te podían dejar frito en minutos. Me tuve que cubrir la boca porque no pude contener el bostezo y me enjuagué los ojos con algo de fuerza, antes de regresar la atención a él justo cuando volvía a hablar.
    De nuevo algo de sangre me subió al rostro, vete tú a saber el motivo, pero no fue tanto como para que saltara a la vista o al menos eso sentí.

    —Habla el cloudy baby —bromeé y hasta después atendí a su pregunta, negando suavemente con la cabeza—. Lo mío tampoco tuvo que ver en realidad, me iban a transferir aquí desde que empezaron las clases pero unos papeleos ahí se atrasaron, así que entré tarde y más perdido que la mierda.

    Eso había sido porque fue mamá quien había hecho todo, si mi padre hubiese movido un dedo para ese asunto pues la cosa habría cambiado pero no fue el caso y tampoco me importó demasiado, no al menos hasta que tuve que poner un pie en la academia.
    Lo de Arata, en cambio, estaba directamente relacionado a la mierda o eso intuía, tampoco tenía la información completa. Tampoco sabía el motivo de la transferencia del otro idiota que nos estaba haciendo de líder de repente.

    —Honeyguide, digo, Arata debió transferirse por el desastre este de Kurosawa, a la chica el imbécil de Tomoya le dejó un regalito —Se lo había mencionado por encima el otro día, lo de que me había topado a Sonnen y Kurosawa el fin de semana pero no le había dicho el resto pero supuse que tenía el derecho a saberlo—. Supongo que Sonnen quería un perro guardián de verdad, siendo el caso que Usui quedó completamente inutilizado.

    No era que no pudiera hacerlo él mismo, pero ampliar el perímetro era siempre una estrategia inteligente. Ciertamente tres pares de ojos, si me contaba a mí, hacían más que uno solo si la información se cruzaba de forma correcta.

    Giré el rostro apenas para escudriñar a la grupo de gente de nuevo, pero no había nada particularmente fuera de lo normal realmente y aunque no podía ignorar la peste a azufre, lo cierto es que fácilmente podía venir de nosotros dos, Arata y el idiota de Sonnen, por el momento podía decirse que todo el asunto había sido un susto de muy mal gusto que posiblemente no se repitiera.

    —Pero dudo mucho que necesitemos la intervención de Arata pronto, la verdad. Así que podemos pensar que fue, de nuevo, una mera casualidad~ —Volví a estirar la mano para apretujarle las mejillas y le dediqué una sonrisa bastante tranquila—. Al menos por ahora.


    Las clases interrumpiéndome el rant chale
     
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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Bleke.png

    Creo que eventualmente asumiría sin más que Kobayashi tenía una capacidad increíble para saltar de un estado al otro. Me costaba un poco seguirle el ritmo, siendo honesta, como si avanzara mucho más rápido que yo y eso me impidiera predecirla en absoluto.

    Pestañeé, sin reaccionar visiblemente a sus palabras. ¿Que no gritaba muy fuerte? Lo había dicho de una forma algo extraña pero bueno, iba a dejarlo correr y remitirme a su literalidad. Asentí, con la eterna templanza que me caracterizaba y con la cual me habían criado.

    —Claro, cuando quieras, Kobayashi-san.

    Noté que escrutaba mucho la multitud, y me pregunté si el asunto tendría que ver con la historia que nos había contado hace poco, la del dulce y el chico. Recibí la información de inmediato, sin embargo, así que no me quedó mucho espacio para cavilaciones innecesarias. ¿Quería pedirle disculpas? Es decir, literalmente no tenía idea de lo que había ocurrido ni quién era el chico, pero si ella quería pedirle perdón nunca estaba de más. En sí no era que me interesara de forma personal, pero si me lo proponía sabía llevar una conversación.

    —¿Qué ocurrió con este chico, de todos modos? —inquirí, en voz suave y acompasada.

    Y ahí iba de nuevo, uno de sus cambios de ánimo. Recibí su efusividad con cierta reserva, manteniéndome recta y erguida en mi posición, y puse la mente a trabajar tras su pregunta. Bueno, no era de escuchar mucha música y la que solía aparecer en casa era en inglés o neerlandés, pero...

    —Hay una canción muy bonita, japonesa también. Tooku Kimi he, se llama. —Una sonrisa más dulce de lo usual se me escapó al recordar su melodía y regresé los ojos a Masuyo—. Luego puedes buscarla.

    Kohaku.png

    A Cay Cay le había entrado el sueño y todo, la verdad que no podía culparlo. Ahí afuera, bajo la sombra de árbol, se estaba muy bien y el barullo de las carreras apenas nos alcanzaba. Ni siquiera le había prestado atención, ciertamente, no había nada de interés y menos si no conocía a nadie de los que corrían. Anna no había aparecido, Altan tampoco y Emily... bueno, parecía estar en buenas manos, ¿no?

    Quizá no buenas, pero divertidas seguro.

    Para la gracia no la había visto desaparecer con Eris, aunque tampoco la conocía y no estaba seguro si mi sexto sentido llegaría a olerle la peste desde tan lejos.

    Al final sí que parecía una coincidencia bastante grande lo que nos había reunido en el Sakura, eso al menos excluyendo a Arata. Mis razones también le escapaban a la mierda y agradecía que no hubiera preguntado, no me apetecía meterme en ese terreno sin una buena y muy exigente razón. Volvió a hacerme un resumen de lo que ya más o menos sabía, fruncí el ceño bastante por reflejo y asentí. Altan parecía un tipo por demás prudente, organizado y toda la mierda.

    Volvió a estrujarme la mejilla y lo dejé hacer, soltando una risa floja. Pero si estábamos hechos un par de imbéciles. Como fuera, me importaba bastante poco demostrarle afecto a Cay Cay donde se me antojara, siempre me había sentido muy cómodo con él y la mierda era recíproca. Me desinflé los pulmones con un suspiro pesado y dejé caer la cabeza sobre el tronco, observando los colores del cielo.

    —Bueno, habrá que ir marchando para casa.




    La última carrera obligó a Yoshida-sensei a replantearse si había sido una buena idea en absoluto, a juzgar por la tremenda cantidad de incidentes y bajas a secas. De cualquier forma, no era algo que fuera a expresar, ¿verdad? Los resultados de la prueba sirvieron únicamente para darle una idea muy clara del pobre estado físico de sus alumnos, y eso tendría que corregirse con mano dura.

    Soltó un suspiro pesado, áspero, casi teatral, y garabateó algo en su listado por última vez antes de sonar el silbato. Le echó un vistazo a su reloj de muñeca.

    —Muy bien, se ha hecho tarde así que continuaremos con las pruebas físicas otro día. ¡Espero que estén mejor preparados, larvas de tierra, que aún falta lo peor! ¡Pueden retirarse!

    Pero si no tendría complejo de sargento o algo. Emprendió la marcha hacia el interior del edificio sin más, desapareciendo en cuestión de segundos, y los estudiantes finalmente fueron libres de su yugo. Ni siquiera había declarado un ganador ni nada, ¿a qué había venido esa última carrera? Puros caprichos, ciertamente. El nombre de Katrina Akaisa, sin embargo, estaba marcado con bastante más ahínco que todos los demás en su planilla.

    12,72 segundos.

    11,45 segundos.

    Increíbles marcas, ¿no?


    Los colores del atardecer habían empezado a descomponerse, dando paso a una noche tibia y despejada. La brisa soplaba entre los árboles y traía consigo el dulce y pesado aroma de la primavera. Era hora de regresar a casa.


    Cerramos período el miércoles, niñas. Gracias a todas por haber participado de las pruebas <3

    Btw, la canción que Bleke menciona.

    Ranking de la última carrera
    1. Katrina Akaisa: 11,45 segundos
    2. Dante Miles: 16,01 segundos
    3. Margarita Nieves: 16,63 segundos
    4. David Mason: —
    5. Eris Tolvaj: —
     
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  10.  
    Zireael

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    Tenía esta capacidad estúpida para sobreponerme de cosas de lo más cagadas y aunque en este caso me había costado lo suyo, aunque había explotado como una desgraciada bomba nuclear, allí estaba de nuevo como si realmente nada hubiese ocurrido. Era una ventaja y una desventaja, si Nagi supiera las cosas o si alguien más que las supiera me estuviese mirando seguramente me juzgaría de desinteresada. Realmente no estaba segura, ¿qué era peor? ¿Soltar todo sobre alguien o solo quedarse callado y seguir con la vida?

    Ambas posiblemente.

    Sonreí ante sus palabras de agradecimiento y el beso en la frente, porque vamos tampoco iba a hacerla a un lado ni nada cuando yo misma había andado encima de ella antes de que todo se fuese a la mierda. Envolví su mano con suavidad cuando tomó la mía.
    Una parte de mí no podía acompasarse todavía a su repentina energía, eso era cierto, pero tampoco podía pretender que la chiquilla se regulara más cuando no tenía idea de nada. Ni siquiera podía hacerme una idea de lo que podía creer que me había arruinado en cosa de horas, pero posiblemente ninguna suposición se asomara a la realidad pero ni en broma.

    Sentí su cabeza caer en mi hombro cuando nos detuvimos y alcé la vista al cielo, con la esperanza de poder detectar el fuego del cielo de nuevo, poder soltar la estupidez de que estaba amoratado, pero el caso es que seguía siendo gris.
    Inhalé con cierta fuerza y presioné apenas su mano.

    —Preferiría ir a casa sola, Nagi. —Ni me di cuenta de que la llamé por su primer nombre—. Pero un día de estos te invito a casa a ver una película, ¿vale?

    Poco sabía yo.

    Iba a estar en la más absoluta de las mierdas, de nuevo, para el final del día.
    Cayden.png
    Tuve la necesidad de preguntarle por qué se había transferido a esa escuela de niños pijos en el culo de Tokyo, pero lo cierto es que aunque le tuviera toda esa confianza hasta estúpida a Kohaku no era tampoco de hacer demasiadas preguntas. Era, si se quiere, mi defecto de fábrica. Me limitaba a leer a la gente, incluso a esa que quería y de esas lecturas veía si había necesidad de hacer algo más, en general ese algo nunca se refería a preguntas como tal, sino a hacer compañía. Digamos que era como un gato, no puedes esperar demasiado, pero si quieres alguien al lado... Bueno, allí estaba.

    Claro, bastaba tocarme el cable incorrecto para que me fuese a la mierda pero eso ya era otro cuento.

    De momento estábamos allí, siendo un par de idiotas a ojos de todo dios y me daba igual la vida prácticamente. Estaba tranquilo, a gusto, y casi podía ignorar también la perpetua ansiedad que me corría por el cuerpo. Digamos que la cabeza ya me había empezado a maquinar con más orden que hace un rato y había recuperar algunas ideas que había desechado en el receso por puro estrés.

    Me enderecé, separándome del regazo de Ko por fin y estiré la espalda antes de alzar la vista al cielo también. Ya iba siendo hora de ir tirando, sí, que no podía retrasarme demasiado luego de las pruebas y bueno, había que aprovechar que Yoshida había decidido dejar el resto para después. Volví a bostezar antes de levantarme para extender las manos hacia Kohaku, para ayudarlo a incorporarse también.

    —Exactamente, antes de que la sargento recapacite y decida matarnos a todos aquí haciendo servicio militar o algo.

    Mira ese sabrosísimo relleno

    Katrina.png
    Había bastado descuidar a Emily unos segundos para que le cayera encima a una de las plagas más peligrosas del mundo de sombras, me había separado de ella y para cuando quise darme cuenta, en lo que terminé la carrera se le había ido encima a Eris Tolvaj, que se había hecho mierda el tobillo al igual que Maze y la otra rubia que no me sonaba de nada.
    Esa jugada era bastante más peligrosa que juntarse con todo Cerbero, si me lo preguntaba, porque nosotros éramos un puto desastre claro y habíamos salido del hueco más asqueroso del Infierno pero no buscábamos únicamente destruir... Al menos no al resto de gente, la cosa era con nosotros mismos en su mayoría.

    Tolvaj quería reducir el mundo a las cenizas.

    Me despedí de la chiquilla cuando pasó, llevándose a la otra, y atravesé a la castaña con la mirada con tal intención que seguramente se había dado cuenta porque no tenía un pelo de tonta. De hecho, una parte de mí temía que me sobrepasara en capacidad de razonamiento en más de una oportunidad, porque lo cierto es que me movía por emociones de una forma más marcada de lo que pareciera.

    Había sido un error pretender destriparla con la vista, ¿no? Bueno, ya estaba hecho.

    Cuando conseguí recuperar el aliento luego de haber tomado algo de agua en los bebederos ingresé a la Academia para quitarme el uniforme de gimnasia, recoger mis cosas e irme sin más. Lo que pasara no me correspondía, la verdad, además en la enfermería debía haber varias personas porque un montón se habían caído o se habían lesionado, así que si la otra quería hacer una jugada de las suyas tendría que esperar otro momento aunque obviamente iba a preparar el terreno desde ya.

    Well, whatever.

    Además, tenía que llegar a casa para enviarle las especificaciones de las invitaciones al idiota de Dunn para tenerlas, de ser posible, el día siguiente a alguna hora del día y hacer el trabajo de impresión con carácter de urgencia para que la gente pudiese prepararse para el pedazo de evento que nos íbamos a montar.

    Si el jodido crío no nos robaba el reflector, claro.

    *sorbito*
     
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    Kaisa Morinachi

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    Sin siquiera percatarme había cerrado los ojos, acómpesado mi respiración, centrada en mi respiración. Eran métodos para evitar los nervios, ¿no? Inhala, exhala, con tiempo y calma, cuando apenas te des cuenta, la angustia ya no será tan abrumadora como antes. Mamá me lo habrá dicho una o dos veces, pero la que realmente me enseñó a calmarme fue Haruka, siempre estuvo para mí, me cuidó, al menos en la escuela.

    Ahora que podía, quería replicar eso en mis seres queridos. Solté el aire contenido con suavidad por la nariz, afianzando el agarre de nuestras manos al comprender su respuesta, aunque a pesar de todo estaba lejos de ser un apretón como tal. No dolía, simplemente sería difícil deshacer, como aprendí a sostener la pequeña mano de Kazuki. La bola de energía tan opuesta a mí, pero de seguro tenía aún más diferencias con Ichirou.

    —Esta bien —respondí con serenidad poco después, tras meditar un par de cosas—, siempre tenemos los teléfonos en caso de cualquier cosa, Shiori-senpai. No todo depende de la presencia, ¿no crees?

    Solté una leve risa sin gracia, apenas audible.

    >>Sí todo dependiera de tocar y vernos, ya no tendría a mi hermano ni a mis dos preciadas amigas.

    Arrugue el gesto, se me contorsinó a causa de esa angustia que llevaba encima desde hace meses, ¿no? Saberlo, pensarlo, comprenderlo era totalmente distinto a exteriorizarlo.

    Vaya que era distinto. Me moví sin pensarlo mucho, por mera confianza, por fe en que Shiori me comprendería y aceptaría el abrazo. Colé con fluidez y cuidado las manos por los costados de su cintura, para apretarla paulatinamente contra mi, y escondí mi rostro entre su hombro y cuello, con fuerza.

    >>A veces...— La voz me salió algo gangosa, por lo que callé un rato, aferrada a ella como sí abrazara al frasco más antiguo de la casa más vieja, con la abuela más estricta en el barrio más solitario.

    >>Simplemente me siento sola —concluí tan, tan despacio que ni yo estaba segura de haber hablado.

    Calma.


    Silencio.

    ¿Lo sentías, Kurosawa?

    ¿La soledad?


    Chale, ni yo me lo esperé ;---;

    Ahora no estoy en casa, respondo al resto cuando vuelva uwu
     
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  12.  
    Zireael

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    No pedía que reaccionara como si nada, obviamente, de hecho me conformaba con que me dejara ser y ya estaba. Era lo que necesitaba ahora, lo que seguramente necesitaría durante bastante tiempo.
    En ese punto ya no sabía cómo arrancarme la máscara oscurecida para traer de regreso, tan siquiera, la máscara blanco hueso que había tenido alguna vez pero intuía que podría volver a ella, tarde o temprano, que sería capaz de retroceder y quedarme allí el tiempo que hiciera falta.

    Retroceder lo que había avanzado.

    Aprender de una vez a quedarme dentro de mi círculo de fuego.

    Sin dejar entrar a nadie, como había hecho desde hace años.


    En realidad todo seguía dependiendo del contacto y la vista, que las máquinas sirvieran para prolongar relaciones que en otras condiciones estaban destinadas a la muerte era porque servían como una extensión de la visión o el oído. Las llamadas con o sin vídeo, los mensajes de texto, todo eso eran prolongaciones. Algunos habíamos perdido incluso ese derecho o lo rechazábamos cuando podía amplificar el dolor en lugar de mitigarlo.

    Había recuperado la maldita sensación de que si Nagi me tocaba iba a deshacerse en cenizas, que iba a ser consumida por el fuego, tuve que corresponderle el gesto porque no me quedaba de otra en realidad. Un poco de la nada me había soltado eso de la soledad y había notado el cambio de su voz, que me arrojó recuerdos borrosos del día anterior.

    La desenredé con cuidado de mi cuerpo, solo para pasarle un brazo sobre los hombros y guiarla al interior de la academia para cambiarnos antes de irnos a casa. No respondí nada realmente, porque no supe qué añadir.

    Llevaba sola cuatro malditos años.

    Si quieres responder algo más en lo que Gigi cierra día, pues adelante uwu yo con Shio doy todo por cerrado, que no creo que dé tiempo de nada más anyway. Puedes asumir que Shio acompañó a Nagi a casa, eso sí.
     
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    Amane

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    Esperaba que Bleke volviese para hacerme compañía, al fin y al cabo nuestro círculo no era especialmente grande y para la gracia, ni Jezebel ni Wickham, que me constaba era algo así como amigo de Blee, aparecieron por las pruebas. Emily, por su parte, había acabado metida de nuevo con personas que inspiraban de todo menos buenas vibras; pero bueno, era bastante mayorcita para saber lo que hacía.

    Lo que no me esperé del todo fue que la chiquilla de primero también lo hiciese, porque parecía tan energética e emocional que pensé que se había aburrido de nuestra tranquilidad e iría en busca de algo más acorde a su actitud.

    Bueno, no es que me importase, en realidad.

    Nos sentamos en un banco cercano y dejé pasar la conversación de Kobayashi con Bleke más o menos sin hacerle demasiado caso, porque no me incumbía directamente y, siendo sincera, no acababa de pillar el hilo de sus metáforas y hacia dónde iba la conversación. Raro, por otro lado, porque nunca había tenido problemas con entender ese tipo de cosas siendo que lo único que hacía era observar lo que sucedía a mi alrededor.

    De todas formas, acabé pegando un poco la oreja porque no había nada más que pudiese hacer. Ver a gente caerse por culpa de una profesora sádica no era, realmente, una de mis actividades favoritas, y no tenía ningún libro a mano, así que...

    La cosa es que la chica luego admitió que todo se trataba de un chico y, claro, no necesité mucho más para entender que se refería al mismo castaño que había hecho cambiar su actitud durante la carrera. ¿Que era una dulce que quería probar, había dicho? Definitivamente el chico no parecía para nada dulce y mucho menos parecía querer ser probado por nadie, solo había necesitado leer su lenguaje corporal con aquella pequeña interacción que tuvieron.

    Que la chica viniese a la biblioteca me resultaba, en gran parte, indiferente mientras supiese mantener sus energías a un nivel bajo. De todas formas, si decía que no leía, poco podía hacer ahí en realidad.

    ¿Canciones para cantar? Bleke le pudo responder pero por mi parte... no escuchaba mucha música y cuando lo hacía era música clásica o solo instrumental, nada que la chica pudiese cantar en definitiva.

    La voz de la profesora me llegó algo lejana pero capté el mensaje como si hubiese sido un envío divino de salvación. No me gustaba la idea de tener que pasar por más pruebas, pero me alegraba que pudiésemos irnos ya a casa.

    Me puse en pie como si nada, limpiándome un poco los pantalones al hacerlo, y me giré hasta encarar a las dos chicas.

    —Masuyo, no es bueno molestar a alguien y divertirse a su costa cuando claramente solo quiere estar tranquilo —mi tono de voz y expresión no tenía nada de reproche a pesar de las palabras que dije, lo consideré más bien como una información que le estaba dando para tener en cuenta—. Blee, hasta mañana.

    El saludo hacia la rubia fue, en realidad, algo más relajado aun sin darme mucha cuenta de ello.

    Distinguí la figura de Emily apareciendo por la puerta de la Academia y me incliné una última vez hacia las dos acompañantes a modo de despedida, dirigiendo mis pasos con tranquilidad hacia la morena.
     
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  14.  
    Kaisa Morinachi

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    Masuyo-cinta-gigi-1.png

    Me incorporé un poco en cuanto escuché la respuesta de Bleke, con una sorpresa calma en la cara, para luego sonreírle con suavidad, olvidando por completo el tema del senpai ahora que estaba centrada en la música. Vamos, como solía pasarme solo con este tema, casi con la misma intensidad de cuando me preparaba para una carrera en el agua.

    —Es de Nakajima Megumi, ¿no? —hablé con una suavidad aún poco vista por ellas, era la calma y templanza que usaba en casa, con mis hermanos y padre en específico. Cerré los ojos, ladeé la cabeza y sonreí más amplio—. Es la cantante que compartimos con papá—. Solté una leve risita, que parecía reemplazar los suspiros por su irrelevancia y suavidad, abrí los ojos para poder mirarla—. Ambos la escuchamos, a ambos nos gusta, a eso me refiero.

    Y bueno, que antes de siquiera poder recordar la pregunta de por qué me tenía que disculpar con el senpai, Kashya se levantó y parecía dispuesta a irse, no me respondió la pregunta, pero bueno; mantuve mi sonrisa calmada mientras la observaba.

    Y vaya, que sus palabras prácticamente me atravesaron de lado a lado, directo al pecho; mi sonrisa se amplió, tensa, mis ojos se entornaron y antes de que si quiera sintiera un tensión en mis frente alcé las cejas, cerré los ojos y volví a ladear la cabeza, tragándome el nudo de la garganta.

    —Claro —respondí llana, con una voz que logró salirme con normalidad a pesar de que mis ojos no demoraron en humedecerse.

    Sí había que ver, era un estúpida, ¿no?
    Mal agradecida.
    Incordio.

    Putrefacta.

    Solté un suspiro pesado mientras me levantaba, acto seguido tras responderle a Kashya; hice una reverencia pequeña.

    >>Que te vaya bien, senpai —respondí, irguiéndome con lentitud para comprobar que los pies de la albina se alejaban. Apenas estuve completamente recta, dándole la espalda a Bleke, la expresión se me contrajo, visualizando como la otra se marchaba. Solté otro suspiro, igual de pesado pero menos audible, mientras mi expresión se ensombrecía.

    ¿Valía la pena?
    ¿Valía la pena siquiera conocer nuevas personas?
    ¿Vale la pena?
    La constante pena.

    —Adiós, senpai~ —canturreé girando mi torso a ojos cerrados, para despedirme con un animado gesto de mano de Bleke. No demoré en abrir los ojos, con una mirada seria algo dramatizada, pues levanté mi índice cerca de la altura de mi rostro—. Sí no me voy pronto, mamá me regañará por no ayudar en casa—. Volví a cerrarlos, girándome por completo hacia ella, manos tras mi nuca, mostrándole mi sonriente hilera de dientes por un segundo—. ¡Así que nos vemos otro día! Cuídate~

    Cantarina otra vez, mientras me dirigí corriendo hacia los casilleros le volví a brindar un gesto de mano.

    Sí que eras buena para huir, Masuyo, ¿no?

    En el fondo eres una cobarde.


    Nagi-cinta-gigi-1.png

    Ella me abrazó por los hombros y yo, por reflejo, le rodeé la cintura con cuidado. No estaba aferrándome, tan solo posaba mi extremidad por atrás de su espalda baja, como sosteniendo más bien mi brazo que a ella. También respaldé mi cabeza en su hombro mientras caminábamos, en silencio, mientras miraba el suelo y me dejaba guiar por ella.

    Era como un rompecabezas, ¿no? Tal vez Usui-senpai también era parte de este, parte de mí, y Shiori nos ayudaría a darnos cuenta de eso. Porque, a pesar de sus pintas intimidantes, no era capaz de concebir a Shiori amando a alguien que no fuera tan genuino como yo misma. Inconcebible, irreal; falso. Usui debía ser buen chico, y sí no lo era, se debía a que cayó muy bajo.

    Como Ichirou.

    Se me removió algo dentro otra vez, el aire también se estancó y me separé con cuidado de Shio para ir a cambiarme mi zapatos. Y lloré, porque ¿qué motivo había para ocultarlo? Simple y llanamente ignoraría las caras cuestionadoras y ya está. Sorbí la nariz y dejé caer las pocas lágrimas que me llegaron por el recuerdo de mi hermano, mientras me colocaba los zapatos con pereza más que nada. La falda me la coloqué por encima de los pantaloncillos, no tenía tiempo para andar cambiándome nada, quería salir de la maldita escuela de una puta vez.

    Porque odiaba el colegio, a quienes apreciaba era a mis compañeros o los pocos amigos que tenía. Porque Shiori era mi única amiga acá, a pesar de que ahora hubieran más postulantes a comparación de los que nunca tuve en mi condenada vida.

    Cuando me asomé por los casilleros de segundo, ya lista y con el bolso sujetado con ambas manos, observé a Kurosawa-senpai y le brindé una sonrisa; tenía los ojos llorosos y cualquier rastro de energía se había esfumado, pero entre todo la sonrisa alegre era la más genuina.

    Nagi,
    Calma,​
    Paz.

    No soledad.
    Tranquilidad era lo que quería mamá, ¿no?

    Eso deseaba de mí,
    y eso estaba dispuesta a brindarle al mundo.

    —¿Vamos? —dije algo más alegre, menos melancolica, ladeando la cabeza tal cachorro mientras le regalaba una sonrisa extensa a ojos cerrados. No esperé respuesta, me crucé el aza del bolso desde el hombro hasta por debajo del otro brazo y busque con mi seriedad calma sujetar otra vez la mano de Shiori.

    Y bueno, ya que a ella le gustaba tanto andar sosteniendo cosas que no le correspondían, volví a posar mi cabeza en su hombro con suavidad, mientras caminábamos. Solté una risita a labios cerrados, placentera.
     
    Última edición: 27 Enero 2021
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  15.  
    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    El coche se detuvo justo frente a las puertas del Sakura y no descendí hasta que el chofer se tomó la molestia de abrir mi puerta. Me erguí, estiré las solapas del blazer y me colgué el maletín de cuero al hombro. Le concedí una mirada silenciosa al hombre, lo necesario para indicarle que ya podía retirarse. Inclinó su cabeza hacia mí en profundo respeto, yo esbocé una pequeña sonrisa y el coche se alejó sin más. Increíble, sólo tuve que regresar la vista a la escuela para topar con la enana llegando por la acera. Iba con los cascos puestos y no hubo chance de que uno ignorara al otro, puesto que nuestros ojos chocaron en el mismo instante.

    Ah, bueno.

    La sonrisa se me ensanchó un poco y guardé las manos en los bolsillos. Anna se bajó los auriculares al cuello y estampó la espalda contra el muro del Sakura, del lado externo. Me acerqué sin más.

    —¿Ya te calmaste? —inquirí ligeramente risueño, deteniéndome frente a ella.

    Chasqueó la lengua.

    —Agradece, imbécil, podrías haber acabado peor. —Me repasó con la vista, lo hizo en profundo silencio y luego desvió la mirada—. En serio, ¿qué mierda haces aquí? ¿No les bastó con apalear al imbécil del cachorro?

    —Eso ya quedó —resolví con simpleza, y recibí sus cuarzos de lleno—. ¿Qué pasa, Anna-chan? ¿No te enteraste?

    Una chispa de algo muy parecido a la ira estuvo a punto de aflojarle un par de cables, fue más que evidente por la forma en que su imperturbable seriedad flaqueó apenas un segundo, como un tick nervioso. Se estaba conteniendo con mordazas y grilletes, ¿verdad? Para no ser el animalillo salvaje de siempre. Quién diría que una estúpida sanción tendría tanto poder sobre un idiota sin recursos ni poder. O al menos eso era lo que ella creía.

    ¿Ya se habría enterado que los Hiradaira la estaban apadrinando?

    Pobrecilla.

    Parecía condenada y todo a hundirse, enterrarse en el azufre, hasta asfixiarse.

    O renacer.

    —No te sigo, cabrón, ¿vas a soltarme algo claro o no dejarás de hacer el imbécil?

    Mi sonrisa se suavizó de una forma extraña y me incliné ligeramente hacia ella. Por su expresión cruzó un relámpago de desagrado que, siendo francos, me recordó a mí. Bajé la voz a un murmullo amortiguado.

    —Eso ya quedó. Usui se largó de Tokyo, ya conseguimos lo que queríamos. —Me erguí de vuelta—. Aunque ¿de dónde conocías tú al perro? Jamás pusiste un pie en Shibuya.

    Y cuando Shibuya te encontró, nos encargamos de que nunca lo olvidaras, pequeña.

    Bufó con evidente hastío y se cruzó de brazos, desviando la mirada. Dijera lo que dijera, esa mocosa era transparente como el agua y ahora mismo debía tener miedo, ¿verdad? Era, después de todo, el cabrón que había jugado a ser su amigo, luego los había traicionado y, como cereza del postre, se encargó de liderar el plan de Tomoya para intimidar a Fujiwara. Es decir, los detalles me los había dejado a mí, así que la fiesta, la invitación y la charla amistosa, la ubicación, el momento y las palabras...

    Todo había sido mi obra.

    Todo.

    —La muñeca a la que torturaron de gratis —me soltó con cierto desdén—, salía con él y es amiga de unos amigos, digamos.

    Mi sonrisa denotó una chispa de diversión. Igual no tenía idea de los detalles que se me escapaban, aunque creyera leer al mundo con mano diestra era consciente de que las capas de éste se multiplicaban incluso más allá de mi capacidad de observación. No existía forma en que supiera, por ejemplo, que ahora mismo una tormenta bien cargada de mierdas se estaba revolviendo en el cerebro de pulga de Anna. Ya no relacionada a los lobos, las arañas y los conflictos entre pandillas.

    Cosas como, por ejemplo, que ahora la princesa de Chiyoda había quedado... libre.

    ¿Y qué iba a poder hacer ella frente a las princesitas si se dignaban a voltear y mirar?

    Mirarlo, bah.


    Pero ¿qué iba a saber yo de esas cosas~?

    Mi risa nasal captó su atención y me dedicó una mirada severa, de ceño fruncido.

    —Bueno, puedes decirle que se quede tranquila —murmuré, sedoso, como si estuviera regodeándome en una broma interna—. Ya no tenemos asuntos que atender con ella~

    Lo notó, estoy seguro. En líneas generales era una estúpida, pero a veces el cerebro le funcionaba y en especial se le aceitaba bajo la podredumbre de la calle. Cosa curiosa, parecía tan diseñada y al mismo tiempo tan disfuncional para sobrevivir entre las sombras.

    —¿Y de qué vas tú, todo bossy? Ni eres el Alfa.

    Me concedí un par de segundos para sostenerle la mirada, hasta que su semblante se relajó, denotó absoluta confusión y entonces, sólo entonces, entoné una risa suave. Contenida, sosegada, incluso dulce.

    Retorcida.

    —Nos vemos luego, Anna-chan~ Cuídate.

    Me retiré con calma, mis pies siquiera hacían ruido al caminar, y dejé a Hiradaira donde estaba.

    Teruaki-san era un cabronazo pero cumplía su palabra, ¿no?

    Claro que sí.

    Si me lees, Morita, en un rato te aviento a Kou en el pasillo <3
     
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  16.  
    Kaisa Morinachi

    Kaisa Morinachi Crazy goat

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    Caminé con monotonía, mi cara no expresaba nada, de todas formas mi ceño estaba levemente fruncido. No sé qué recordaba del día anterior, pues mi mente estaba en blanco, tan solo llegué a la escuela y como sí ya tuviera toda mi vida decidida, mis pasos apenas se acercaron a la entrada del edificio viraron a la izquierda. A paso calmado, pero insesánte, me dirigí hasta respaldarme en la esquina del edificio, en el lugar donde no me podían ver con facilidad de estar cerca de la entrada principal del edificio académico... Por una cosa de perspectiva, pero hubo un factor inesperado que nunca en mi vida habría visto venir...

    Ykrf6ir.png

    Divisé la figura de Nieve apenas pasé el portón de la academia, pero... algo, no sé qué, simple y llanamente no me daba buena espina. No sabría decir qué, pero entre todas y las pocas vibras que me transmitía la chica, la de hoy era simplemente demasiado distinta. La seguí a una distancia de unos dos metros, no adelanté mi paso y observé con detenimiento sus acciones.

    Seguí recto en cuanto viró, yo seguí hacia adelante por inercia, sin quitar la vista de su espalda... ¿Ni siquiera volteaba a ver a sus costados? Si que estaba decidida...

    —Jejeje —rio de manera genuina en cuanto veo a un chico saltar de una alegría y emoción que no sabía de dónde venía, pero la sentí casi como propia. En cuando me mira con cara de circunstancias, lo saludo con un suave movimiento de mano y sonrisa en la cara, él tan solo responde con energía y alegría risueña al gesto.

    Y antes de que viera su siguente acción, ya me dirigía a donde vi que se marchaba Nieve, en un silencio sepulcral y con la apatía instalada en mi rostro.

    —Hola, Nieve-senpai —saludo seria y con suavidad, asomándose por la esquina de ese lado de la academia. Ella estaba con las manos resguardadas en su cardigan negro, no demora en observarme con una enfadada expresión que rozaba la tirria; mi seriedad no muta, con las manos en el bolsillo de mi capucha negra impoluta, posicionándome con firmeza a un metro casi exacto de ella.

    La rubia desvía el rostro, cabizbaja, y cualquier emoción agresiva en su expresión muta a una mezcla de pena y frustración.

    Entonces yo espero en silencio, a que diga algo.

    —¿Por qué diablos me has seguido? —suelta brusca y tosca en japonés. Le sonrió con suavidad, mis cejas sequedad con compasión, ladeando la cabeza...

    Y fui incapaz de siquiera predecir el impulso.

    —¿No hacen eso las amigas?

    Sus ojos, atónitos abiertos como dos grandes soles, sostienen los míos sin vacilar, con una "o" en los labios digna de resaltar. Suelto el aire por la nariz, rozando una risa sin gracia, ella no demora en minimízarse dentro de su perímetro...

    Iba a llorar...

    Lo sabía.
    Tomé su mano sin pensarlo dos veces, con la vista calmada en los labios, la sonrisa en los ojos.


    —Vamos, sígueme —solté monócorde y apacible, y acto seguido nos guíe aún más lejos de la entrada de la academia, en esos lugares sin bancos, en esas áreas irrelevantes y desoladas.

    Ella no opuso resistencia, y como todas mis acciones, no sabía qué conseguía haciendo mis tonterías...

    Pero algo me decía que esta chica valía la pena.

    El instinto...

    ¿de hermana mayor?
     
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  17.  
    Amane

    Amane Equipo administrativo Comentarista destacado bed chem stan

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    Is this una mala idea? Definitivamente. ¿Eso me ha parado alguna vez? Desde luego que no.

    Hitori puedes echarla si quieres, la verdad, but i had to (?) igual no creo que se quede mucho tampoco (?)

    tqTcEwK.png

    No sabría definir exactamente qué me había hecho dirigir mis pasos hacia el exterior de la academia, pero fuese lo que fuese, seguramente no era algo que velase por mi seguridad. Bah, por si no había quedado claro, mi existencia se basaba en tomar malas decisiones y, no sé, intentar no morir en el proceso o algo.

    Pero de verdad que era simplemente penoso ver a Altan como un perrito regañado con lo que él era. ¿Me daba pena? ¿Me preocupaba? No diría que nada de eso, exactamente, pero el imbécil me había llevado a casa a pesar de no soportarme. Podía hacer como que me molestaba haber perdido la follada con Shimizu aquella noche, pero lo cierto era que estaba estúpidamente agradecida por su aparición.

    Estaba jodidamente vacía y otro polvo solo me hubiese roto más.

    Llegué a su lado en un sorprendente silencio y, tras rebuscar un poco en mi falda, le extendí la mano con una cigarro entre los dedos.

    —No puedo darte tres de golpe como cierto niño rico, but I hope this does the job~

    No dudaba de que el tuviese tabaco de sobra o lo que fuese, pero la intención era lo que contaba o algo así, ¿no?
     
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  18.  
    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido seventeen k. gakkouer

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    Era posible que Anna me hubiese respondido pero no tenía idea realmente, había llegado a casa y el único mensaje que respondí en algún momento fue el de Dunn preguntando por mi dirección para dejarme las cosas, luego de eso ni toqué el móvil aunque lo escuché vibrar más de una vez.

    Estaba cagado hasta las patas.

    No me digné a salir de la habitación en horas, me había metido allí, cerrado las cortinas y apagado toda luz con tal de pretender desvanecerme en la oscuridad, aunque me llegaba la luz atenuada de los postes de alumbrado en la calle y el hilo de luz bajo la puerta.
    Había comido cuando la criada tocó a la puerta, dejó un planto con la cena y una nota que ponía que esperaba que me sintiera mejor pronto. Ella me vio llegar después de todo, mis padres no estaban y asumía que les habría dicho que estaba enfermo o algo.

    No dormí una mierda, no importó cuánto lo intenté porque en el fondo sentía burbujear la ansiedad, unos nervios asociados a todo y a nada a la vez que no me dejaban pegar ojo. Estaba agotado, ansioso como la mierda y bastante harto de la vida a decir verdad.

    Había pretendido buscar a Anna con la vista cuando me obligué a salir de los casilleros como un perro regañado, incapaz de enfrentarme a Jez ni nada, pero fallé con la misión.

    La silueta que detecté con el rabillo del ojo esta vez sí fue la de Alisha, la estatura la delataba, y aunque no lo demostré estuve a punto de huir como un puto imbécil.

    No quería a nadie cerca, ninguno de los que siempre me tocaban los cojones.

    Ya había tenido ganas de cerrar a hostias al estúpido de Arata, no quería nada que fuese a implicar el mismo riesgo. Esta vez no estaba buscando el castigo que había deseado por comerle la boca a la gringa, en realidad ni sabía lo que quería y eso estaba poniéndome nervioso.

    Pero contrario todo pronóstico lo que hizo Alisha al llegar a mi lado fue extenderme un cigarro entre los dedos, ni me di cuenta pero relajé parte de la tensión que el comentario de Shimizu y la aparición de Jez me habían lanzado encima.

    —Debo estar en la puta mierda para que estés aquí dándome un cigarro —murmuré mientras lo tomaba, me lo coloqué en los labios y saqué el mechero para encenderlo dando una calada profunda. Liberé el humo despacio—. I hope you enjoyed the show. It sure was funny for you as for the other stupid blond bitch in there.

    Seguro la hija de puta estaba en su salsa como el imbécil de Shimizu, incluso si estaba allí.
     
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  19.  
    Amane

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    Diría que me sorprendió que aceptase, pero la verdad es que a aquellas alturas de la semana me había acostumbrado a que todo el mundo hiciese cosas que no me esperaba o algo así. Lo observé coger el cigarro y encenderlo, soltando una risilla en el proceso y me encogí de hombros.

    Al menos era consciente de su estado deplorable, supongo que eso estaba bien.

    Me dejé caer sobre la pared, sacando otro cigarro para llevármelo a los labios y encenderlo con mi propio mechero, que la verdad tampoco tenía muchas ganas de tentar mi suerte y molestarlo pidiéndole fuego o algo.

    It was funny —admití, dando una calada profunda—. Pero pierde toda la gracia cuando una de las partes huye como un niño pequeño. I mean, un poco de acción, hombre, que está esto muy parado.

    ¿No era eso lo divertido, al fin al cabo, de molestar a alguien? Esperar una reacción que diese juego o algo. Well, supongo que la conejita lo regañaba porque estaba preocupada o algo así, no para tensar ninguna cuerda, but still.

    >>Also, vaya amistades te buscas, sweetie. ¿Haces chanchullos para meterlo en tu misma escuela y así te lo paga? So ungrateful~
     
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  20.  
    Zireael

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    Volví a llevarme el cigarro a los labios en lo que ella respondía a toda la estupidez y me encogí de hombros al escucharla. Volví a liberar el humo antes de decir nada, ¿qué si iba a admitir las mierdas frente a Alisha?

    Whatever.

    —Lamento arruinar tu mundo, muñeca, pero debo informarte que no todos molestan a la gente para divertirse. —No era nada que la idiota no lo supiera, pero vamos, qué me interesaba a mí—. Sorry I couldn't give you a complete show.

    Mantuve la vista puesta en algún punto al frente de nosotros y solté una risa sin gracia, bastante plana.

    You know him already. —Otra calada—. Negocios eran negocios, una vez saldados... No tiene nada más por lo que estar agradecido. No es que conozca la gratitud, aunque quizás debería teniendo en cuenta que no le rompí la nariz contra los casilleros, pero quién soy yo para decirle qué hacer al puto imbécil.
     
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