Aula 2-2

Observé a Emily acercándose a Kurosawa mientras me cambiaba los zapatos, tomando detalle de la conversación unos pocos segundos hasta que presupuse que todo parecía ir bien y decidí dirigirme hacia el interior de la Academia. No tenía motivo para quedarme en los Casilleros, Emi no me iba a necesitar, así que solo quedaba ir a clase.

Subí las escaleras a paso tranquilo y... lo cierto es que me sorprendió distinguir la melena tintada de Anna en el pasillo, cerca de la puerta, mirando hacia el interior del aula; aunque por supuesto no hubo señal de ello en mi rostro mientras me acercaba a su posición.

—Buenos días.

Le dirigí un saludo suave a ella y, también a Dante cuando entré a la clase y lo vi en su interior, dirigiendo mis pasos directamente a mi asiento sin pararme por el camino.

Las pruebas físicas iban a seguir en aquel día, ¿eh? Y no parecía que volviese a llover milagrosamente para salvarnos el día.

Anlwc.

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Is this post pendejo solo porque quería presumir de cinta bien classy???? pues obvio

no sé galés como comprenderéis so confío en san google y los diccionarios (???

 

En la cafetería le eché un vistazo a la hora en el móvil y ya no quedaban más que minutos para que la campana sonara, así que encaré hacia el aula. El móvil me vibró en el camino pero recién lo revisé cuando me hube sentado en mi pupitre.

¿Que todos los caminos llevaban a Roma? Ni idea a qué se refería con eso, la verdad, pero me distraje bastante con los demás mensajes. La forma en que me relajó leer ese maldito puñado de caracteres no era ni medio normal, hasta se me escapó una sonrisa idiota y me llevé la mano a la cara, para taparme o qué sé yo. Qué bochorno, Dios.

Estaba hecha una imbécil.

Well, la verdad que no me apetecía nada hacer las pruebas
U know, asma
No estoy así como en el mejor mood para tener un ataque frente a toda la escuela y salir de joyas
Pero no te preocupes, podemos hablar mañana o te busco cuando las pruebas acaben

Tampoco me daba la self confidence para arrastrarlo por el camino del mal, aunque de por sí supiera plenamente que el idiota ya estaba ahí. No lo sé, quizá sólo quería seguir oyéndolo decir las estupideces que me relajaban y me hacían sonreír. Me quedo contigo, y mierdas así, aunque realmente ya me lo había soltado. ¿Y si estaba jalando demasiado? ¿No era muy codiciosa?

Siempre lo había sido, joder.

Y gracias por la invitación, Al, de verdad
Pero no te preocupes, ya estoy en mi aula
Lista para dormirme!

Lo dudé y lo dudé varios segundos, hasta que al final agregué un último mensaje. Mierda, pedazo de rant.

Pero bueno, si de verdad de veras de veritas no te molesta estaré en la azotea, supongo
Hoy encontré un escondite bastante cool~

Ya, joder.

Tierra, trágame.

 

Shuichi ingresó al aula en el instante que la campana sonó, ni un segundo antes, ni uno después. Arrastró los pies en silencio, envueltos en las geta, y dejó sus cosas sobre el escritorio. Uno no sabría decir si lo que había en sus movimientos era serenidad absoluta o una pereza que te cagas. Bueno, el bostezo que le siguió lo confirmó. Se rascó el cabello, removiendo los labios, y le echó un vistazo totalmente indiferente al aula.

—Eh... Hola. —Su tono de voz era bajo y áspero, hablaba con lentitud; escondió las manos en las amplias mangas de su monstuki—. Espero que tengan ganas de prestar atención porque tocan muchas cosas hoy.

Había empezado a girarse hacia la pizarra cuando recordó algo de repente. Miró al grupo sobre el hombro, la tiza en mano.

—Ah, el proyecto. Es de Geografía y los grupos están en el... tablón, sí, el tablón. —Sacudió la cabeza, su cabello largo y desarreglado acompañó el movimiento, y empezó a escribir en la pizarra—. Bueno, comenzamos, supongo.

Otro suspiro prolongado. De verdad, ¿alguien sabía por qué ese hombre era profesor?

 

Bueno, ese señor definitivamente no me ayudaba en mi ardua labor por atender a las clases. Hablaba bajo, monocorde, era un sonido tan plano y constante que a cada rato me daba cuenta que me había desconcentrado. ¡No lo escuchaba! ¡Ni un poco! Joder, así iba a reprobar hasta la última mierda.

La campana sonó y estiré los músculos, bufando. Kurosawa no se había aparecido, pensé en enviarle un mensaje pero... no sé, no lo hice. Podía pensármelo mejor a la tarde, igual si la chica se había quedado en su casa no haría diferencia. La cuestión es que navegué su chat sin abrirlo, luego hice lo mismo con el de Altan y acabé por guardarme el móvil en el bolsillo con cierta cuota de fuerza añadida, algo molesta. Pedazo de imbécil estaba hecha, ¿por qué no hacía las cosas y ya?

Bueno, era parte de lo que había decidido en los baños, suponía.

Eso de mantener la cabeza fría.​

Mandarle un mensaje porque sí lo contradecía, ¿verdad?

Me incorporé y arrastré los pies hasta el pupitre de la castaña que, si la memoria no me fallaba, era Liza White. Mi otra compañera para el proyecto era Shiori y mira, que ya me iba acostumbrando a que la vida me odiara o algo. De otra forma no me explicaba pedazo de mala suerte.

—Hey~ —Me detuve frente a ella y le concedí una sonrisa casual, extendiéndole mi móvil—. ¿Te agendas? Así arreglamos luego para hacer el proyecto y tal.

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Hygge owo

 

Bueno, ese profesor tenía menos ganas de dar clases que algunos de los alumnos en recibirlas y, sinceramente, para el prestigio que tenía aquella academia y lo mucho que costaba estudiar en ella... era, cuanto menos, curioso que aquel fuese un docente.

En fin, nada que se pudiese hacer; mientras diese las clases de forma correcta realmente no me incumbía.

La idea de un proyecto grupal tampoco me emocionaba especialmente, pero mientras me dejasen hacer mi parte en paz, me daba bastante igual. De hecho, si acababan dejándome todo el trabajo a mí como solía ser el caso... tampoco me iba a importar, porque podría trabajar tranquila y en soledad, y me aseguraría una buena nota.

Para mi sorpresa, no parecía que fuese el caso. Me había tocado hacer el trabajo con Bleke y pensé que realmente era curioso que justo estuviese pasando algo tan bueno cuando mi expectativas para estos días habían sido que iba a morir.

Toleraba la presencia de Bleke, de hecho hasta me gustaba estar con ella, y ya habíamos quedado alguna vez para estudiar juntas; además sabía que era una buena estudiante así que realmente no tenía nada de lo que preocuparme.

Me acerqué a su pupitre y ladeé ligeramente la cabeza al alcanzarlo.

—¿Cuándo te viene bien vernos para el proyecto?

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Mis reinas van a hacer un trabajo tan flawless que *chef's kiss*

 

Shuichi ingresó al aula con las pocas ganas de vivir que ya eran moneda corriente en él. Arrastró los pies hasta el escritorio y se quedó viendo sus papeles un buen rato. El profundo silencio de los estudiantes debería haberle indicado que estaban prestándole una atención desmedida a sus actitudes erráticas, pero si lo pensó nunca nadie tuvo forma de notarlo. Tras un par de minutos se enderezó a cámara lenta, soltando el aire contenido, y observó a la clase a través del flequillo desprolijo. Parecía de recién despierto.

—Ayala-san —musitó, monocorde, señalando a la chica nueva como si fuera una aparición o algo; luego redirigió su dedo acusador hacia otra estudiante—. Thornton-san, ¿te encargas de ella?

Relajó el brazo y empezó a darse la vuelta; los alumnos de la primera fila creyeron oírlo quejándose de algo, pero vete a saber. Hablaba tan bajo que para entenderle hacía falta un posgrado.

Se sacudió las palmas aunque aún no hubiera tocado un pedazo de tiza, observó la amplia superficie de la pizarra y suspiró, cansado. Muy bien, si no trabajaba no le pagaban, así que...

 

Había dejado a Emily haciendo lo que sea que pretendiese hacer con el chico de tercero y me dirigí a mi aula en cuanto hice el cambio de zapatos, sentándome en mi pupitre para sacar las cosas necesarias y aprovechar el tiempo muerto para leer algo. Había sido un fin de semana bastante diferente al habitual, pero al final del día, siempre volveríamos a la rutina.

O eso quería pensar, claro.

El profesor pensó que era buena idea que yo me hiciese cargo de la chica nueva que parecía haber llegado a nuestra clase, significase lo que significase aquello. No era que me molestase hacerlo, aunque tampoco me hacía especial ilusión... de todas formas, no quedaba mucha más opción que cumplir con las órdenes.

Así pues, cuando las clases de la mañana acabaron y yo recogí mis cosas con la tranquilidad y el orden de siempre, me acerqué al pupitre de la chica que aun no reconocía y claramente era la nueva.

—¿Qué quieres ver primero?

 

Era posible que nunca pudiese sincronizar mi corazón con el de esta chica de la forma en que lo hacía con el resto de gente y ello venía de que, en el fondo, parecíamos sacadas de un molde cuyas diferencias eran mínimas. No podía emparejar más mis latidos con algo que ya era tan parecido de por sí, era codicia, pero a la vez el espejo servía para sacar otras cosas a la vista y suponía que con eso valía. Era más de lo que creí ir a alcanzar nunca con Hiradaira.

En el fondo no queríamos hacerle daño a nadie, ¿no? Solo a aquellos que tocaban a nuestra familia, a la gente que amábamos y por eso a veces los límites de perdían, se desdibujaban y desvanecían hasta convertirnos en pura energía destructiva, controladora y vengativa. Los recordábamos solo cuando era demasiado tarde, cuando el fuego vicioso había quemado todo lo que teníamos al alcance y no sabíamos cómo levantar las cenizas.

Si hubiese sabido que mi gracia de llevarle comida a Al hace unos días le había afectado, era posible que me hubiese disculpado con ella también por eso, porque ni en joda había tenido semejante intención en el gesto. En realidad ahora mismo ni siquiera sabía si iba a poner distancia con él también, viendo el cauce por el que corrían, pero de la nada me parecía hasta prudente porque no quería ser yo la que siguiera haciendo de incordio.

Incluso si eso significaba cortar el hilo que me unía a casi lo único que me quedaba, a mi cómplice por excelencia y el único con el poder para cobrar la sangre que se había derramado a mi alrededor. No podía condenarlo conmigo, no cuando tenía a esta chica al lado, no cuando el imbécil andaba apaleado por ahí por defender a gente al azar.

Le había ofrecido encargarme yo del proyecto casi como parte de la disculpa si debía ser honesta, no me importaba volcar toda la noche de hoy en eso y entregarlo en nombre de ambas, ya que White no daba señales de vida, de hecho era lo menos que podía hacer. Aún así entendía que rechazar su ayuda era una estupidez, era egoísta, era grosero y en sí no tenía sentido.

Su sonrisa me lanzó un pensamiento que fue casi intrusivo, salió de la nada, me recorrió el cuerpo y se clavó como un arpón en el centro de mi cerebro.

¿Cómo no querer a esta chica?

Reflejé la sonrisa casi sin darme cuenta y recibí su palma en la espalda sin cuota alguna de tensión ya, regresando a la clase sin problema alguno. Parecía qu ele habían metido una descarga de azúcar de la nada, pero en sí a mí esa clase de cosas nunca me había molestado, así que mientras caminaba fui escuchándola y no sé, se me contagió un poco la tontería.

—¿Un huracán? —pregunté indecisa y mientras regresa a mi lugar como que conecté neuronas—. ¡Dinosaurios! No, espera, ¿hablar de dinosaurios no es lo mismo que hablar de rocas?

Me dejé caer sobre la silla con cierta pesadez, con cara de estar sopesando mi propia asociación de los dinosaurios y las rocas y pensé que Al seguro me regañaría por estar revolviendo cosas así a lo estúpido. De repente caí en que me había sentado yo sola, así que me incorporé y acerqué otra silla para que ella también pudiese sentarse.

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not me crying all over these girls

Gigi Blanche holi me dio paja citar ups uwu

 

Como técnicamente la había empujado dentro del aula y por algún motivo lo seguí haciendo un buen rato, ella alcanzó primera su pupitre. De todos modos no tardó nada en acercarme una silla, dejé los tupper en su mesa y me senté también, analizando lo que había dicho. ¿Que los dinosaurios eran lo mismo que las rocas? Suponía que lo decía por los fósiles y todo eso pero ¿y si metía la pata? ¡No quería quedar como una tonta!

—¿Viste que va a salir la tercera de Jurassic World? —comenté porque sí, estirando el brazo para hacerme con mi cartuchera y un cuaderno. Lo abrí y elegí un bolígrafo de gel rosa, ¿dónde estaba la novedad de que fuera una pinky bitch?—. ¡Encima la segunda quedó con final abierto! Dios, siempre hacen lo mismo. Al parecer va a ser la última igual, no como con Rápidos y Furiosos que... ¿cuántas van? ¿Nueve? ¡Y se suponía que la saga terminaba con Paul Walker! Malditos cerdos capitalistas.

Meneé la cabeza en profunda decepción, garabateando en mi cuaderno hasta escribir "Proyecto de Geografía" con letra bien bonita y decorada. Sólo era un borrador pero antes muerta que sencilla, ¿va?

—Bueno, fuera bromas, si no nos decidimos también podemos armar una listita y tirar un dado. ¡Tengo una app para eso aquí! —anoté, sonriente, agitando el móvil junto a mi rostro.

 

La verdad me hubiese descojonado si me daba cuenta que las dos estábamos ahí pensando si los fósiles eran lo mismo que rocas, porque si no tendríamos de repente solo una neurona viva las dos o algo. Le di vueltas al asunto un rato más, en lo que ella se sentaba, dejaba los tupper en la mesa y tal, pero cuando quise darme cuenta había girado la tortilla a películas y ahí sí me quedé patinando.

No recordaba la última vez que me había sentado a mirar una película completa, mucho menos reciente, siendo que todo el tiempo lo usaba en preparar las comidas, estudiar, ayudar a papá en la tienda o en empleos de verano. Al no saber qué responderle me enfoqué como una tonta en sus movimientos y verla sacar el bolígrafo de gel rosa me hizo algo de gracia, siendo que llevaba tanto rosa encima. Tan siquiera con las de Rápidos y Furiosos me ubicaba un poco mejor, todo Dios sabía que esas mierdas no las habían sabido dejar quietas.

—La gracia es que si siguen produciendo algo es porque se consume. Ah, qué bonito es el capitalismo~ —dije con claro tono de broma mientras la veía escribir, antes de ponerme a buscar mis apuntes y recordé de la nada que ella me había enviado los suyos con Altan hace unos días. Llevaba cargando el cuaderno dese que me aparecí en la academia otra vez, así que lo saqué para dejarlo sobre el pupitre—. Esto es tuyo, gracias por prestármelo, me ayudó a no sentirme tan perdida con la escuela.

Se me aflojó una risa al verla agitar el móvil, apoyé el brazo en el borde del pupitre, sopesé un poco las opciones y lo de hacer una lista para luego arrojar un dado si estábamos indecisas. Alcancé un bolígrafo, abrí uno de mis cuadernos al azar y escribí sin prisa, en los trazos ligeros de siempre, las opciones que ya ella había dicho antes, siendo que seguía sin saber qué hacer.

1. Placas tectónicas.
2. Volcanes.
3. Huracanes.
4. Rocas.
5. Más rocas Dinosaurios.

—Supongo que con eso vale, ¿no? —pregunté golpeteando el cuaderno con el bolígrafo—. La geografía nunca me gustó mucho, así que mejor si elegimos al azar.

 

Que alguien me diera un millón de dólares si la semana pasada, o ni siquiera, si hace dos días hubiera anticipado que iba a estar sentada junto a Kurosawa, con galletas en medio y hablando de rocas y películas. Sería millonaria, vaya, podría comprarme un yate, una mansión en California, lo que me saliera del coño. Y me daban ganas de golpearme al darme cuenta cuán estúpida había sido, que sólo hacía falta una disculpa para enderezarnos. Bueno, enderezarme, que ella había contado con la iniciativa.

Estaba visto que era un puto cachorro, ¿no?

Dos mimos y ya me dejabas contenta.

—Obvio, obvio, al final la culpa no la tienen quienes producen, sino quienes consumen. Como con la prostitución. —¿Acababa de saltar de una tontería a una mierda super seria y cagada? Sí, bueno. La vi pasarme mi cuaderno y me di cuenta que lo había olvidado—. ¡Ah! No fue nada, me alegra que te ayudara. No soy la mejor tomando apuntes, pero me había esforzado un poquito más pensando en dártelos.

Y con eso tuve que preguntarme bajo qué criterio me había mantenido tan tozuda con respecto a relacionarme con esta chica, siendo que no le echaba la culpa del incidente con Usui, me había esmerado en vendarle la mano y en tomarle apuntes. ¿Por qué? ¿De dónde había surgido la resistencia? ¿Era por Al o era algo mucho más profundo?

¿Era porque me veía en ella?

¿En su poder destructor y la ira ciega?​

Mi tontería la hizo reír, de un momento al otro se me ocurrió que quizá lo estuviera pasando medianamente bien conmigo y la idea me arrojó encima una alegría estúpida. No era ninguna novedad que me gustaba que los demás se relajaran en torno a mí, de hecho muchas veces me esforzaba por ello. Recorría el bosque de punta a punta buscando yesca y palillos, volvía al centro, los ordenaba en una pirámide y golpeaba, golpeaba y golpeaba las piedras hasta conseguir una chispa. Así me ensuciara o me lastimara un poco las manos, no importaba. Nada importaba en tanto la fogata los entibiara.

Apoyé las palmas en la mesa y me paré sobre el travesaño de la silla para inclinarme encima de Kurosawa, ver qué estaba escribiendo en la lista. El último ítem me arrancó una risa fresca y regresé a mi lugar, buscando la app en mi móvil. La configuré, dejé el aparato entre ambas y después de mucho suspenso innecesario presioné el botón. Vi el número, giré el cuello hacia el cuaderno de Kurosawa y fruncí el ceño. ¿En serio? ¿Justo la opción más aburrida? ¡Qué dado del mal!

—Hmpf —solté el aire por la nariz en una especie de quejido, casi haciendo un mohín—. Bueno, el azar ha hablado. Quizá no está todo perdido.

Agarré mi móvil y antes de ponerme a escribir recordé algo. Miré a Kurosawa, disolviendo todo el descontento en una amplia sonrisa, y abrí uno de los tupper. Le di un mordisco a una galleta sin pensármelo dos veces. ¿Iba a almorzar cookies? Bueno, sí, ¡los desafiaba a impedírmelo!

Quizá me hubiera enchufado ya la energía a toda potencia, pero por alguna razón en ese momento se me aflojó en el cuerpo algo muy parecido a emoción genuina. Siempre había pensado que cocinar para los demás era un detalle super bonito, por eso me aprovechaba de los almuercitos de Emi y quizá por eso también le había pedido ayuda a mamá con la sorpresa para Al. Nunca podría compararme con Emi o Kurosawa, estaban a otro nivel, pero no había forma en que recibir comida casera no mejorara al menos un poquito tu día. Era un tipo de magia absolutamente real, lo juraba por mis muertos.

—Están muy buenas —mencioné luego de tragar, dedicándole una sonrisa, y solté una risa suave—, Kuro-chan~

Se me había ocurrido otro apodo al vuelo pero mira, ese me daba vergüenza hasta a mí y aún no creía que hubiera tanta, tanta confianza. Era una carta que podía reservarme para más adelante.

Ya luego de eso sí regresé al móvil y arrugué el ceño, en plena concentración. Fui diciendo en voz alta lo que typeaba o lo que leía.

—Bueno, a ver, ¿por qué... las rocas son... interesantes? Hmm... Aquí habla de minerales, minerales, más minerales, ¿albañilería? ¡Oh! ¡La roca más antigua de la Tierra! —Esa sí que me llamó la atención, me lancé de cabeza al artículo y me puse a leer—. Sobre la superfice terrestre, concretamente en Jack Hills, al oeste de Australia, se puede caminar sobre minerales formados hace unos 4.400 millones de años, en términos geológicos, ¡un segundo después de la formación del planeta Tierra! ¡Eso es un montón! Bueno, sigo. Los geólogos ya habían documentado rocas encontradas en este mismo lugar y con edades de más de 4.000 millones de años. Pero ahora, un equipo liderado por investigadores del Instituto de Astrobiología de la NASA, oh, so fancy, ha utilizado un nuevo método para saber la edad este tipo de rocas, un mineral llamado zircón, que ha permitido datar una de ellas en 4.374 millones de años. Mierda.

Despegué la vista del móvil para mirar a Kurosawa.

—Bueno, seguimos con los minerales, ¡pero quizá nos sirva! Podemos buscar sobre el zircón. —Scrolleé hasta el inicio del artículo y le mostré el móvil, sonriente—. Míralo qué bonito, es azul y todo.

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dejo el link de la noticia por acá

pedazo de tocho, sowwy xd

 

Si antes de que el cerdo de Tomoya apareciera me hubieran dicho que tenía que disculparme con esta chica seguro me habría cagado en los putos muertos de todo el mundo, pero ahora las condiciones eran totalmente diferentes, Hiroki no estaba, los lobos se habían retirado de mis narices para enfocarse en otras mierdas y con ello había desaparecido mi ira ciega. Había quedado el fuego frío, como de mentiras, y había sido capaz de darme cuenta de que había cosas que no podía dejar estar. Esta era una de ellas.

Por otro lado no estaba diciendo que hubiera culpa en el que consumía el contenido ni librando a las productoras, o al menos no era capaz de equiparar mis palabras al ejemplo que ella había colado, que me parecía mil veces más serio, pero ganas no tenía de ponerme a pensar en cosas tan serias en ese momento y quizás en ninguno de mi vida. Lo dejé correr, obviamente, en ese sentido a pesar de mi fuego había tantas otras cosas con las que era una tibia de mierda que no se jugaba ni las palabras con ciertas cosas, pero nada que hacerle.

Si me ponía a desvivirme por el mal del mundo acabaría por volverme loca y ya había estado al pelo solo con mis mierdas.

De cualquier manera que dijera que se había esforzado con los apuntes me arrancó una sonrisa diferente, fue casi de ternura por alguna razón, y es que la idiota solo estaba comenzando a acumular motivos por lo que debía agradecerle de la nada. Por la mano vendada, por los apuntes, por haber conseguido alcanzar a Al y por quién sabe cuántas cosas más, ya ni sabía, tampoco importaba. Ya llevaba un par de días en que había logrado destensarme por ratos, primero gracias al Kasun versión light y ahora, contra todo pronóstico, gracias a Hiradaira.

Su fuego era tibio, podía calentarte los huesos, y pensé que eso era algo que yo nunca había sabido hacer por mí misma a pesar de contar con la capacidad de intentarlo por lo demás incluso si mis motivos eran cuestionables. Luego la electricidad de Hiroki era poderosa, pero en sí carecía de calidez como tal, era un generador de alta potencia y de cierta forma sabía que al juntarme con él solo estaba aumentando el poder destructivo de algo ya existente, luego que ni se hablara del frío del océano de Al y las paredes de tierra helada que había levantado Dunn. Nada había sabido arrojarme calidez encima de forma tan directa y era algo que reconocerle.

Imaginé que su risa al leer la lista había sido por el último, lo de los dinosaurios. La vi preparar todo, accionar la app y solté el aire por la nariz al ver que caía en las piedras, pero las piedras aburridas. Nada que hacerle como tal, habíamos dicho que se decidía por azar, así que nos quedábamos con eso y estaba por responderle algo cuando la vi abrir uno de los tupper para sacar una galleta.

Era una estupidez, si yo misma las había probado y todo el asunto, pero me quedé esperando cualquier reacción que me indicara que le habían gustado las famosas galletas mejor conocidas a partir de ahora como la mejor oferta de paz de la historia. Acabó por decir que estaban muy buenas y se me formó una sonrisa bastante amplia en los labios, casi consigue achinarme los ojos y todo, sobre todo al escucharla decirme Kuro-chan.

Toda la escuela media me habían llamado así, de hecho Koizumi todavía lo hacía y al mismo Altan a veces se le escapaba, como el desliz de un crío, otra veces lo usaba para fastidiar, pero ese era otro tema. El caso era que ya me había olvidado de ese apodo y ahora, no sé, se me antojó de lo más dulce, parecido a la tontería de Nishimura con lo de Kuroneko-chan.

La vi concentrarse en el móvil y le presté atención en lo que leía, al principio sonaba todo aburrido como la mierda, ya luego se puso un poquito más interesante. Estiré un poco el cuello cuando me mostró el móvil para mostrarme el zircón y abrí algo más los ojos, pero si era de lo más bonito, que no se me notara que me encantaba el azul, teniendo cuenta la mecha desaparecida y el vestido de la fiesta.

—¡Zircón entonces! —atajé bastante decidida de repente, así que saqué el móvil del bolsillo y aunque me entró vergüenza porque tenía la pantalla echa añicos, bueno, me la aguanté como las campeonas. Busqué sobre el zircón directamente y me puse a anotar mientras deslizaba la página con el índice de la mano libre—. Dice que... es un mineral clasificado como nesosilicato, es decir, que está formado por átomos de oxígeno y silicato. Puede ser incoloro, pero también de tonos variables de blanco o amarillo rojizo. Ah, aquí dice lo de que es el mineral más antiguo conocido. En fin, es el mineral más antiguo conocido y uno de los más abundantes en la corteza terrestre. Se formó por cristalización de rocas magmáticas.

Me detuve un momento porque no quería detenerme en las cosas químicas del mineral, bajé un poco más, y seguí.

—Debido al tamaño y pureza del zircón, es usado con frecuencia como sustituto del diamante, aunque presenta algunos problemas como el cambio de color al ser sometido al calor. Al ser tratado térmicamente pasa de tonos rojizos y amarillentos a tonos azules o verdes.

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chale aventé una tocho respuesta, hOLD MY FIVE UPS

Also la info es de wikipedia, don't mind me

 

La idea de que Kurosawa estaba a gusto conmigo sólo se siguió acrecentando, no era que me inflara el ego ni nada similar, sólo me alegraba y también relajaba. Me había echado unos cuantos días pensando que no había forma real de hacer buenas migas con esta chica, no que pretendiera ser amigas de un momento al otro pero al menos sí me interesaba disolver la constante tensión entre nosotras. Era bueno saber que podíamos sentarnos, hacer un proyecto, compartir alguna que otra broma tonta y seguir a lo nuestro sin preocupaciones.

Firmar la paz, en pocas palabras.

La idea del zircón le emocionó y esa tontería sí me arrojó una cuota de orgullo encima, suponía que bien al fondo había una parte de mí que veía imposible la posibilidad de ser de utilidad para alguien aplicado como Kurosawa. Un poquito de complejo por ser la tonta que era, vamos, nada que hacerle. ¿A quién no le agradaba sentir que servía para lo que debía hacer?

Cuando sacó su móvil noté el estado de la pantalla, pero varios de los chicos vivían con el duro al día y si se les rompía el vidrio, pues andaban así por la vida. No me llamó la atención ni nada, siquiera conecté el hecho con saber que Kurosawa era vecina de Al y, por ende, algo de pasta debía tener. Eso, que era tonta.

Seguí concentrada a lo mío, ahora con el voto de confianza sí que quería hacerlo bien. Fui anotando las ideas centrales de lo que leyó la chica y me lo quedé viendo, golpeteando el extremo del bolígrafo en mi mejilla.

—Hmm, creo que podemos armar algo decente con todo esto. Cualquier cosa rellenamos con diamantes y listo~ —Deslicé la mirada a ella y le sonreí, luego de revisar la hora en el móvil. ¡Vaya que el tiempo volaba!—. ¿Quieres pasarme tu número? Podemos darle los retoques finales por whats o algo, que ya queda poco de receso.

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por aquí ya acabo con Annita a menos que surja algo importante, i guess

 

Estábamos miércoles, sí, pero era posible que ese momento se llevara los honores de ser la cosa más decente que me había pasado en lo que iba de la semana y quizás de los últimos días. No se trataba de andar por ahí como uña y mugre o amigas de toda la vida ni de coña, era solo el saber que podíamos, bueno, hacer cosas de adolescentes normales. Hacer tareas juntas, reírnos de las mismas mierdas y compartir nuestro espacio sin matarnos o morirnos de tensión. Eso era más que suficiente para mí y mucho más de lo que esperaba sin duda alguna.

Asentí cuando ella dijo que podríamos armar algo decente con eso y si hacía falta pues rellenábamos con diamantes y se acabó, me sonaba bastante bien en realidad. No se me había ocurrido que fuese a pedirme mi número, en sí tampoco era nada del otro mundo, así que accedí sin ninguna clase de problema luego de regresarle la sonrisa.

—Entonces revisamos eso más tarde —añadí, estirando la espalda contra la silla—. Gracias otra vez, Hiradaira.

Joder que era pesada, pero no me lo había podido guardar así que nada, se aguantaba.

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y termino por acá también tururur uwu

 

Al final, Altan acabó acompañándome a mi clase como ya venía siendo lo usual. En las escaleras le pasé mi número, me despedí de él y pensé si no debería haberle mencionado algo de la Golden Week, pero tampoco había prisa, suponía. Es decir, supuse que iba a escribirme para así podía agendarme su número también. Aunque quizás estaba haciendo muchas suposiciones, ni idea.

Ya en el área de segundo me asomé en la 2-3, pero no encontré rastro de Emi. Qué cosa más rara, ¿estaría faltando a la escuela? Resignándome a que no podría saludar a nadie más, regresé sobre mis pasos y me metí en la 2-2. Mis ganas de atender a clases seguían siendo nulas pero al menos, de alguna manera, me sentía más tranquila.

Me eché la mañana pensando en las vacaciones, los festivales que habría por la ciudad y el resto de la mierda. Nadie más había asociado los cupones conmigo y eso en parte me aliviaba, que las ideas locas se me ocurrían pero luego me daba vergüenza si descubrían a la mente maestra o algo, ¡y según yo había hecho un gran trabajo! La campana sonó, pues, y en lo que recogía mis cosas me pregunté qué coño hacer durante el receso. Por suerte, la respuesta cayó del cielo.

Lo noté al erguirme, ya me había echado la mochila al hombro y avancé hasta su posición con una gran sonrisa plantada en el rostro. La verdad era que apenas verlo me congelé un segundo, siendo que era de quienes conocía poquito y se había comido el espectáculo de las pruebas físicas en primera fila, pero me armé de valor para dejar eso de lado y ser, bueno, la Anna que Dante conocía.

—¡Buen día, sir Dante! —le saludé, alegre, pero de inmediato me compuse para mantener el teatro y ejecuté una reverencia pellizcando las puntas de la falda. No tardé nada, sin embargo, en recuperar la sonrisa tras recibir su oferta—. ¡Por supuestísimo que sí! ¿Alguna preferencia? ¿Quieres ir afuera? ¿Arriba, quizá? ¿Nos quedamos aquí?

Había estado lanzando la vista en las diferentes direcciones que mencionaba, aunque al final extendí ambas palmas entre nosotros y suspendí un breve silencio antes de agregar:

—¡O que lo decida el universo! —Rebusqué en mis bolsillos hasta dar con tres monedas de diferente valor y me llevé las manos a la espalda—. Diez yenes, planta baja. Veinte yenes, nos quedamos aquí. Cincuenta yenes, azotea. Elige con sabiduría, mi niño.

Habría que repetir el proceso dos veces, claro, hasta donde yo me enteraba no me había crecido un tercer brazo, ¡pero eso sólo le agregaba más emoción al asunto!

... O algo así.