Casilleros

Tema en 'Planta baja' iniciado por Yugen, 9 Abril 2020.

  1.  
    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido biblical gakkouer

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    Jez había respondido mi mensaje de forma bastante concisa un rato después, en resumidas cuentas iban a pasar por ella y fin del asunto, con eso bastaba en realidad. Por pura idiotez le pregunté que cómo habían estado las pruebas y lo que recibí en respuesta fue un sticker de un osito dormido, nada más, que podía interpretar básicamente como me saliera del culo, sobre todo sabiendo que no había asistido en realidad.

    No era imbécil.

    Me estaba evitando adrede, ¿no?

    Qué puta mierda.

    Como fuese no encontré las ganas de seguir preguntando, llegué a casa, cené y me volqué en las invitaciones de Dunn con un vaso de coca-cola al lado de la laptop. La verdad es que estaba cansado que te cagas pero tampoco quería acostarme porque lo que iba a hacer no era dormir, sino ponerme a pensar puras mierdas y no se me apetecía. Es decir, las pensaba igual mientras hacía otras cosas pero si no estaba ocupado era peor e incluso así algunas tenían el poder de dejarme casi fuera de servicio, como estaba visto con la mierda de Alisha.

    Al parecer Jez llegaría a la escuela con Meyer, así que la dejé ser. Cuando pasé a preguntar por la tonta de Kurosawa su padre me dijo que no se sentía bien y habían informado a la escuela que no iría varios días. No me quedó más que agradecerle al viejo y retirarme, no tenía idea de qué cojones había pasado pero de que lo averiguaba a alguna hora, pues lo hacía. La estúpida primero se mataba antes que faltar a la escuela y lo sabía yo bien.

    Pasé por el portón frontal y Shimizu me cayó encima, al parecer había estado terminando de fumarse un porro. Seguí caminando, manos en los bolsillos, y el estúpido empezó a hablar.

    —El cachorro se va a largar de Tokyo —murmuró de forma que solo yo alcanzara a oírlo. Retrocedió unos pasos para repasarme el tatuaje de la nuca, que en realidad iba cicatrizando bien.

    —¿Qué me estás contando? —atajé mirándolo de reojo.

    —Lo que oyes. La chica debe estar hecha una desgracia, ¿cierto? ¿La viste?

    —Me dijeron en su casa que va a estar ausente varios días.

    —La rompieron por puro deporte, ¿no? —preguntó. Sonaba encabronado, demasiado quizás—. Y el otro imbécil prefiere salir pitando que seguirla exponiendo.

    Asentí apenas con la cabeza, no era que tuviese mucho más que decir al respecto y luego solté una risa sin gracia.

    —Asumo que sin el perrito Tomoya tampoco va a estar interesado en este hueco en el culo de Tokyo. —De hecho esperaba que eso le quitara el interés hasta de seguir la mierda de Anna—. Así que de pura estupidez estás aquí. Sorry~

    Con el rabillo del ojo vi que una sonrisa de suficiencia le subía a los labios mientras entrelazaba las manos detrás de la nuca. Había cambiado el chip en segundos el jodido cabrón.

    —Qué va, la blondie me dio una bienvenida de lo más cálida. —Atajé la intención detrás de sus palabras, no pude disimular la mueca de desagrado incluso aunque yo mismo había terminado follando en la azotea o algo así—. Tengo que regresarte la camisa, a la noche compraré las mías y eso.

    —Quédate esa mierda, idiota.

    Soltó una carcajada que hasta que dio gusto, sin decir nada más después y seguimos caminando hasta entrar a la academia para desviarnos a la línea de casilleros de tercero. Arata abrió su casillero primero y giró el rostro hacia mí, golpeteando el sobre con la mariposa sobre su boca como había hecho Dunn. En la mano izquierda sostenía la invitación que iba en el interior.

    —Pero qué es esto que veo~ —dijo conteniendo la risa—. Tiene el toque de los niños pijos de Chiyoda y la mariposa del mundo de sombras, vaya combinación peligrosa.

    Ahora fui yo el que soltó una sonrisa de mierda mientras abría el casillero, mi propia invitación se deslizó fuera y la atajé antes de que cayera al suelo. Me la guardé en el bolsillo del pantalón sin siquiera mirarla.

    —Qué cosas tan raras hacen en esta escuela, ¿no crees, Honeyguide? —La sonrisa se me ensanchó—. Espero no tener que prestarte un traje, maldito estúpido.

    Negó suavemente con la cabeza, tragándose la gracia, y regresó las mierdas al casillero para luego solo hacer el cambio de zapatos y alejarse de los casilleros, despidiéndose con un movimiento de mano.
    Hice mi propio cambio, metí algunas mierdas en el casillero y lo cerré para después apoyar la espalda en el metal. Vi a Akaisa entrar por la puerta mientras tanto, ya me imaginaba la cara que iba a poner al ver el fallo en su plan.

    El imbécil de Dunn debía estar en su puta salsa.

    Tenía el reflector encima.

    Katrina.png
    Me había echado la noche haciendo las mierdas de la escuela y afinando detalles con Maze para las cosas de decoración de la mascarada, apenas pasándole las ideas. Podía sacarse algunas cosas del lugar en el que trabajaba sin que se echaran en falta, coladas con las que iba a comprar yo para despistar, y el resto lo haríamos el viernes en la noche apenas mis padres se fuesen y yo le ordenara a todos los de servicio que se fueran a casa.

    La organización de todo hasta que daba gusto, ciertamente, asumí que las invitaciones estarían entre hoy y mañana, pero el caso es que cuando entré, sin alzar a mirar a Sonnen apoyado en la línea de casilleros, sí que me sorprendí un poco al abrir la taquilla y encontrarme con el sobre amarronado. Cuando le di la vuelta fruncí el ceño por reflejo.

    Se lo estaba intentando robar el muy estúpido, ¿cierto?

    Maldito mocoso. Era una bola de nervios pero sabía meterse en su papel.


    Saqué la invitación del sobre, solo para echarle un ojo y terminar de confirmar que el pedazo de cabrón sí estaba arrastrándose el reflector hacia él. Era bastante más peligroso de lo que parecía, el maldito idiota con su carita de bebé, porque saltaba a la vista que también tenía mente de organizador compulsivo, un cerebro de planificador concienzudo.

    Bufé para mí misma, regresando el objeto a su lugar y lo dejé estar. Siempre se podía competir, ¿no? O hacerlo creer que estaba logrando su cometido para empezar, cuando llegara el día iba a perder todo su esfuerzo, tan sencillo como eso.


    Mori ahí está el pendejo

    Y Kat queda para quien la quiera uwu
     
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    natF2du.png Mar Nieves

    Dos presencia captaron mis sentidos, entonces las busqué solo con la mirada, aparte de otra cosa mi cuerpo seguía estático, tendiendo la bolsa a Sasha...

    Robot...
    Muñeca...
    No, ninguna de esas.

    Títere emocional.
    Eso era ahora mismo Margarita.
    En cuanto Sasha se dignó a tomar la bolsa carraspeé con la garganta, cubriendo los labios con mi puño a ojos cerrados, haciendo una leve inclinación luego, muy al estilo japonés.

    —Gracias por todo lo de ayer, y perdón por los inconvenientes —fui en verdad honesta, pero con mi voz monócorde aparte de alivio no sentí nada más. Ni satisfacción, ni felicidad. Es más, la leve frustración por tener que pedir disculpas era como un hormigueo insesánte en mi pecho, entre seno y seno, por ahí dónde estaba el estómago por dentro.

    Tras erguirme ni siquiera la miré, mi vista estaba clavada con una seriedad solemne en Altan, y me acerqué a él de la misma manera; en un caminar fluido, que no llegaba a ser desesperado, pero si rápido. Mis zapatos resonaron en el pasillo, también monocórdes; calculados y rítmicos.

    —Altan —hablé buscando su atención una vez entré en su campo de visión, bajo me juicio, claro; tal vez me vio venir desde antes. No tenía planeado cambiar la seriedad en mi rostro—. ¿Me puedes brindar un momento de tu tiempo? —pregunté sin rodeos, calmada y firme a pesar de que mi corazón golpeteaba desesperado contra mis costillas, cosa que me hizo soltar un suspiro pesado por la nariz, nunca quitando la vista se los ojos de Altan—. Es importante...

    Y ahí baje la vista, apretando entre mis manos el borde del cárdigan.

    Las emociones me llenaron de golpe, y simplemente solo me tense, pues sí las soltaba todas simple y llenamente sería humanamente imposible, y quería creer que tenía más de humano que de monstruo mitológico.

    >>Para mí —concluí en un susurro que, confiaba, escuchó más que perfectamente.

    Hasta quería largarme a llorar como una chiquilla y todo. Vaya lío estaba hecha Margarita.
     
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    Bueno, pues un suspenso más en la lista de desastres deportivos, solo que esta vez sin siquiera estar presente. Rachel apareció por mi aula no mucho antes de las pruebas, diciéndome que no se encontraba bien, y opté por quedarme con ella. Si era real o no, no era algo que estuviese dispuesto a indagar. No era nada nuevo, después de todo. Mis notas eran impecables pero cuando se trataba de deportes caían en picado a niveles absurdos. Era una de las razones por las que Shawn me había "obligado" a acostumbrarme al deporte. Aunque seguía siendo todo un fracaso, uh.

    Supongo que me había ahorrado hacer el cafre de nuevo.

    El desastre seguía igual que siempre. Mi hermano continuaba haciéndose el ermitaño, no le había visto el pelo apenas y aquella mañana no fue diferente. Lo ignoré, en cualquier caso, como solía ignorar la mayor parte de las cosas a mi alrededor. Pero que me detuve en los casilleros de nuevo para buscar a Laila con la mirada, lo hice. Ya era mera costumbre, supongo. Tampoco localicé a Kurosawa-senpai. Había estado pensando en unirme al club de cocina pero al parecer aún no había llegado, y no me animé a mandarle ningún mensaje todavía a saber por qué.

    La paciencia era una virtud. Y por suerte o por desgracia tenía mucho de eso.

    Coloqué el sobre que apareció en mi casillero a contraluz, pero no fue en sí la invitación lo que captó mi atención si no el hecho de que todos a mi alrededor habían recibido una igual. ¿Cuántos alumnos podía tener aquella academia? ¿Y de verdad pretendían que iban a caber todos en una fiesta así? Eso reducía bastante el círculo de posibles anfitriones, si me paraba a analizarlo detenidamente. No por nada era una academia de pijos: cualquier hijo de una familia adinerada tendría espacio suficiente para generar un evento así.

    Middel. Akaisa. Sonnen. Honda.

    Me sonaban de oída, claro, pero ubicaba a los peces gordos de aquella academia por puro gusto. No relacionarme con la gente no quería decir que los pasara por alto. Dejé el sobre en el casillero, sin siquiera abrirlo, y cerré la puerta antes de enterrar las manos en los bolsillos y prender de nuevo la música, mientras echaba un vistazo vago alrededor.

    Quién lo diría. Si me apetecía resolver el misterio y todo.

    Dejo al bebo por ahí por si alguien quiere acercarse uwu
     
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    Me había quedado allí haciendo más o menos lo mismo que había hecho Dunn en el pasillo, observando las reacciones de la gente al sacar los sobres. Había un poco de todo, gente que parecía emocionada, confundida, algunos hasta parecían cabreados... como Akaisa, y esa era precisamente la gracia. La movida entre ambos nos había permitido extender los hilos por toda la maldita escuela en cosa de un día, cada sobre abierto significaba otra hebra que venía a unirse al vórtice.

    Nuestro vórtice.

    Era una estupidez pero todo el asunto hasta que estaba lanzando unos chispazos de algo parecido al placer por el cuerpo, era una mierda rarísima pero no iba a quejarme, incluso si al final le arrebataban las mierdas a Dunn de encima mi trabajo estaba hecho, había atraído cada hilo y tejido una red compleja, incluso si luego pasaba a manos de otros que no supieran usarla digamos que me había servido de prueba y distracción.

    Del hecho de que un hilo procedente directamente de Cerbero había atravesado a Jez.

    Lo cierto es que todavía no me sacaba la sensación de desagrado de encima, estaba bastante asqueado la verdad, pero por el momento, hasta no saber nada, no podía hacer demasiado al respecto e incluso si lo confirmara, ¿qué mierda se supone que hiciera realmente? Sin ganarme una reprimenda de parte de la albina al menos, que tampoco se me apetecía.

    Estaba dándole vueltas a esa mierda cuando noté una silueta acercarse, le faltaba algo de estatura para ser la gringa así que solo giré apenas el rostro para confirmar que era la arisca de ayer, lo hice justo cuando llamó a mi nombre.
    Me mantuve serio, justo como ella, y me limité a escucharla.

    ¿Qué si podía brindarle un momento para algo importante?

    Oh shit, here we go again.

    Pero bueno, que solo le había hecho conversación ayer, ¿qué era esa estupidez? Estaba actuando justo como las mocosas que se me habían declarado un par de veces, como si mi cara de culo no bastara para dejar claro que no era ningún buen partido, pero qué cojones iba a estar yo sabiendo.

    Inhalé aire con fuerza.

    —Sí, claro.


    Vamos, tampoco iba a mandarla a comer mierda así nada más.


    Laila.png
    Al final había terminado por quedarme en casa, incluso cuando en general no faltaba a clases de no ser que fuese verdaderamente necesario o tuviese una emergencia, pero ese día no tenía ganas de lidiar con nadie. No se me apetecía ver el resultado de mis palabras, si es que habían tenido alguno, ni tampoco arriesgarme a que, peor aún, no hubiesen tenido resultado alguno.

    La mañana siguiente consideré que había conseguido calmarme lo suficiente para por lo menos hacer el intento de ir a clases, así que me levanté, me preparé y salí de casa luego de tomar un desayuno rápido.
    Mientras caminaba por el patio frontal me acomodé el flequillo que se había salido un poco de su lugar, también el uniforme que se había arrugado un poco y finalmente entré para dirigirme a los casilleros, guardé mis cosas y estaba por sacar algo cuando el sobre oscuro cayó, al levantarlo noté la mariposa y como me podía la curiosidad, lo abrí.

    Curioso.

    Volví a cerrarlo, lo dejé donde estaba y luego de hacer el cambio de zapatos seguí caminando aunque le eché un vistazo rápido a las otras filas, en la de primero no tardé en identificar la cabellera de Yule. Seguro lo habría preocupado faltando a clases ahora que lo pensaba, pero no sé, tampoco encontré por dónde decirle a Shawn y por rebote al menor con mucha menos razón.
    De cualquier manera redireccioné mis pasos para acercarme a él.

    —Hola~ —Lo saludé con una sonrisa en el rostro. La verdad hasta me sentía compuesta—. ¿Cómo estás, cariño?

    Confianzuda como Jez, para variar.


    Imaginaba que él también habría recibido uno de esos sobres raros, pero la verdad por los momentos no interesaba demasiado.

    Amo la cintita de Laila ;-; gracias belu adjebajsb al fin la vine a usar
     
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    Yule Shirai

    Permanecí recostado en el borde de los casilleros, observando las diversas reacciones como quien no quiere la cosa. Buscando, quizás, algunas excesivamente exageradas, u otras a las que de plano no le sorprendía la cosa. Era lo bueno de ser invisible, de pasar desapercibido allá por donde fuera o, bueno, al menos en su mayoría. Si no fuera por mi jodido cabello funcionaría con creces, sin lugar a dudas. Tomé un mechón albino de manera distraída, mientras pasaba a otra canción pesada que probablemente nadie creería que un crío retraído como yo andaba escuchando.

    Lo había pensado, ¿no? Teñirlo por completo de negro. Desprenderme de lo último que me quedaba de mamá.

    Pero sencillamente era incapaz de hacerlo.

    En esas estaba, sumido en mis propios pensamientos, cuando un destello violeta me hizo volver la mirada vagamente en su dirección. Parpadeé, y de inmediato bajé los auriculares a mis hombros para poder comprobar que efectivamente se trataba de Laila. Había pasado un único día sin venir y ya me había preocupado absurdamente, solo había que ver cómo se me iluminó el rostro cuando estuvo frente a mí.

    Dios, Yule, ahora sí que pareces un verdadero crío.

    —Laila, hola —saludé con algo que rozaba la emoción en mi voz. Ni siquiera me di cuenta de que la había llamado por su nombre, irrelevante en ese momento. Mis labios reflejaron su sonrisa casi por rebote, solo que algo más pequeña, y saqué las manos de los bolsillos para volcar mi atención por completo en ella—. ¿Cómo estás tú? No pensé encontrarte hoy. Espero que no estuvieses enferma o algo.

    Aunque prefería que hubiese sido eso a la verdadera razón que sospechaba. ¿Había evadido su pregunta como todo un campeón porque no sabía qué responderle? ¿Porque estaba agotado mentalmente con todo? Quizás.
     
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    Nekita

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    Después de aquel horrendo desempeño de las pruebas, apenas salió de la academia terminó dirigiendo su andar no directamente a su casa como suponía debía haber hecho para simplemente olvidarse de ese extraño día pero no, sus pasos y uso de transporte público tan solo lo habían dirigido hacia las calles que recordaba llevaban a la casa de Daute por preocupación de todo aquel tema que había sucedido y... nada.

    Saber que ya no estaba allí tampoco ayudaba en lo absoluto a pensar que todo había terminado de buena manera.

    Pero nada de eso estaba en sus manos.

    Al día siguiente llegó algo más tarde de lo que acostumbraba por quedarse dormido tan solo unos minutos más para que cuando intentara cambiarse los zapatos se encontrara con aquel curioso sobre que apenas abrirlo se permitió soltar una pequeña risa incrédula al recordar todo lo que había escuchado en la azotea, ¿tan importante era que ya tenían todo de un momento a otro y con esa clase de presentaciones? Era casi imposible que no notar todo el posible dinero que se iba a ver envuelto en ese día.

    Terminó de cambiar sus zapatos y caminó hacia un rostro conocido todavía con aquella invitación en mano: Katrina.

    Cuando llegó a su lado, dio un toque con la invitación sobre su cabeza antes de mostrársela al sostenerlo frente a ella aunque supiera que era probable que ya lo hubiese visto por lo que podía juzgar al ver a otros estudiantes descubrirlo.

    —Esto es...demasiado, ¿no crees? —O quizás era solo él, que realmente no era de apreciar aquellas cosas de chicos ricos.
     
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    Gigi Blanche

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    Sasha.png

    Estaba terminando de cambiarme los zapatos cuando una bolsa apareció en mi campo visual. Enfoqué la mirada más allá, hasta dar con el rostro de Margarita, y el semblante no se me comprimió con ninguna emoción particular. Lo de ayer había sido raro, sí, pero ya el tiempo había pasado y bueno, no era rencorosa ni nada. Adiviné que serían los pantaloncillos. Estuve a punto de aceptarlos cuando una tercera presencia se arrimó como una tromba y me sorprendió un poco, obligándome a dar un respingo.

    Volteé el rostro de un movimiento seco, el cabello me rebotó un poco. Era Alisha. Estaba agitando el sobre junto a su rostro y su energía se me contagió de inmediato, plantándome una sonrisa amplia en el rostro. Asentí, ejecutando un sonidito afirmativo casi infantil.

    —¡Claro! Planeaba ir, tiene buena pinta~

    Se había puesto a zamarrearme el brazo y no hice más que reír, fue una carcajada fresca y divertida. ¿Que me robaría a Maze? Como si hubiera algo que robar y de todas formas, aunque lo hubiera, ¡ella ya se lo había robado! Por cierto, no podía olvidarme de preguntarle con respecto a eso, que ayer casi estaban hasta acurrucados y todo en la enfermería~ ¿Quizá estuvieran saliendo?

    A veces podía pecar de ingenua, eh.

    Alisha había aparecido como un tornado para barrer cualquier rastro de incomodidad que pudiera asentarse entre Margarita y yo. Lo cierto es que desapareció en un pestañeo, fue todo tan repentino y fugaz que parecía hasta una aparición, no sé.

    —¡Ahí subo, Ali! —le avisé, alzando la voz para que me oyera, y regresé entonces mi atención a Margarita para aceptarle la bolsa—. Se podría decir, sí. Thanks~

    Bueno, hacía poco que hablaba con Alisha pero tampoco tenía sentido ponerme a discutir los detalles de nuestra relación por puro deporte, y encima a alguien que no le iba ni venía. Además, no había sido más que una pregunta de rutina.

    Al final Margarita me agradeció y pidió disculpas un instante antes de marcharse detrás de... ¿un chico? Sí, un moreno alto que no tenía de nada. Nuevo, suponía. En fin, ni siquiera me dejó tiempo más que para dedicarle una sonrisa cálida y verla irse. Como fuera, lo dicho, no era rencorosa y si la niña me pedía perdón, ¿qué motivo tenía yo para dudar de sus intenciones? Estaba todo bien~

    Cerré el casillero, me eché el bolso al hombro y enderecé mi camino hacia el aula, con la bolsa en una mano. Aún no había visto los panquecitos dentro.

    Anna dark mode 2.png

    Me cagaba en todo, pero bueno. Al menos había logrado tomarme la charla con Kou con relativa tranquilidad, aunque fue verlo irse y tener que prácticamente boquear por aire. Me cargué los pulmones, eché la cabeza contra el muro y lo solté de golpe. Ni modo, rebusqué en los bolsillos hasta dar con el porro que ayer a la noche no me había acabado y crucé de vereda para fumarlo sin llamar demasiado la atención.

    Me ayudó a relajarme un poco.

    Desde ahí vi a un par de personas llegar a la Academia, entre ellas Kohaku, pero no moví un músculo. Cuando me digné a cruzar la calle y finalmente ingresar en terreno escolar pensé que quizá llevara algo de peste a hierba encima, pero no me importó mucho. Iba llegando a mi casillero y capté por el rabillo del ojo la mata de cabello oscuro de Altan, estaba siguiendo a la rubia de ayer hacia el ascensor. La mierda no tenía ninguna relevancia en sí, pero la cabeza ya se me había torcido un poco con el rollo de Kurosawa y con lo que eso reactivó, el recuerdo arrastrado desde las profundidades que, la verdad, no sabía cuándo había enterrado. La idea original, lo primero y más fidedigno que supe leer en Altan apenas conocerlo.

    Que estaba enamorado de Jez.

    Ah, en fin. Demasiadas mujeres.

    Abrí el casillero y me distraje con la invitación de Dunn. Ahí estaban las mariposas y toda la mierda, ¿en qué momento se suponía las había repartido? ¿A las cinco de la madrugada? Si ayer había estado haciendo el tonto en la calle como mínimo hasta las diez. Pedazo de compromiso, eh. Recordé sus palabras de la noche anterior, no me había soltado nada concreto pero la invitación tampoco guardaba relación con sus organizadores originales y creo que comprendí por dónde venían los tiros. Me sonreí, agitando apenas el sobre, y al alzar la mirada hacia mi alrededor distinguí la cabellera albina de Jez.

    Ah, sí.

    Rodeé la línea de casilleros hasta abordar la sección de tercero y me le acerqué por detrás para picarle la cintura. Le concedí también una sonrisa amplia, como si nada hubiera pasado, que honestamente no me costó nada. Vaya.

    —Buenas, buenas~ ¿Ya viste esto? —inquirí, mostrándole el sobre—. Se ve que no se conformaban con el desastre de la azotea, eh. Qué ganas tienen de aventar su tercer año por la ventana, pero mejor para nosotros, supongo. Oye, ¿de casualidad tienes el número de Kurosawa?

    Le había soltado todo aquello a velocidad récord y puede, sólo puede que fuera porque me incomodaba un poco estar pidiendo algo así. Bueno, al menos prefería pedírselo a Jez. Cosa curiosa, realmente nunca me había puesto a reflexionar con detenimiento de dónde conocía Shiori a Altan. Sólo había asumido que la chica sería amiga de Vólkov y de ahí habían conectado, o alguna mierda del estilo.

    Estúpida.

    Otra cosa curiosa, el imbécil de Wickham tuvo mi misma idea. Se apareció de Dios sabe dónde y le picó la cintura a Jez, soltando una risa bastante alegre. También tenía el sobre en la mano, nos lo mostró a la pasada y le guiñó un ojo a la albina.

    —Entre la azotea y esto me marcaré un pleno de las mejores ideas. Espero verte ahí, Bellabel~ —El idiota al parecer se acordó de algo a mitad de camino y se detuvo de repente, regresando junto a nosotras—. ¡Ah! ¿Qué tal los scones?

    Fruncí el ceño, entre tanto, atendiendo al intercambio. ¿Qué... cojones?
     
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    Laila.png
    Como se le iluminó el rostro apenas verme me confirmó que al pobre lo había preocupado más de la cuenta y me arrepentí seriamente de no haber tenido la decencia de decirle a los dos que no iba a aparecerme, incluso si me daba una crisis nerviosa o algo, porque lo que menos quería era preocupar a Yule así de puro gusto luego de que me había ayudado el otro día. El pobre enano no se lo merecía.

    Apenas terminó de hablar hice una reverencia, mi cabello acompañó el movimiento deslizándose de mis hombros hasta enmarcarme el rostro y me enderecé con movimientos cuidados.

    —Lamento haberte preocupado, no era mi intención. —Volví a sonreírle y negué suavemente con la cabeza—. No me sentía muy bien como para asistir a clases, pero todo bien. No estoy enferma por suerte.

    Noté los auriculares en su cuello entonces y me entró algo de curiosidad, porque vamos, ya estaba un poco subida al tren. Total el pobre me había visto llorando como descosida, normal que me sintiera más en confianza con él.

    —Eh~ ¿Qué andas escuchando?

    Katrina.png
    Estaba por girarme para retirarme cuando noté una silueta acercarse, al girar el rostro ubiqué a Aaron que luego me dio un toque de nada con el sobre y lo sostuvo frente a mí, arrancándome una sonrisa bastante altanera de los labios. Me aparté algo de cabello del rostro con un movimiento de cabeza y eché el peso del cuerpo sobre la línea de casilleros.

    —¿Te parece? —Me despegué de las taquillas y caminé hacia él para echarle los brazos sobre los hombros, usándolo de apoyo. Le dediqué una sonrisa algo más amplia—. A mí me resulta divertido~ pero admito que soy un poco extra para muchas cosas.

    Deslicé una mano a su nuca, acariciándolo, y subí apenas para rascarle un poco el cabello.

    —Y bien, ¿sí vas a llegar, cariño? —pregunté mientras le regresaba su espacio.

    Lo cierto es que toda la gracia de la fiesta me servía de excusa, de canal para seguir tensando cuerdas, tanteando el terreno y hacer lo que me salía del coño en resumidas cuentas. ¿Por qué me estaba entreteniendo tanto con el pobre diablo si era más denso que un agujero negro? Ni idea, algo de gracia tenía ver que aunque era así de torpe lo cierto es que no huía a mis estupideces como bien podía hacer.

    Venga, a ver si con algo de alcohol encima admites que te gusta.

    Jezebel.png
    Había sido una chispa apenas perceptible pero mi movida, la tontería de abrazarlo y decirle que si me podía quedar le había regresado algo, lo que fuese, que había perdido de forma evidente en los días que no había estado. Puede que fuese una estupidez o incluso me lo hubiese imaginado, pero en el fondo me quedaba con eso, que había podido relajarlo al menos un poco a pesar de que todo el resto de la mierda había sido calculada.

    Era bastante pasiva, poco dada a tomar la iniciativa de cualquier situación, pero las pocas veces que hacía mis movidas procuraba hacerlas bien porque después de todo también era una perfeccionista de cuidado. Incluso cuando las hacía por instinto o lo que fuese, había llegado a considerar que no tendía a fallarme, así que me dejaba llevar y en esa oportunidad, verlo comenzar a desenvolverse con algo más de soltura me alegró bastante.

    Escuché el resto de su lección con una atención estúpida, asintiendo de tanto en tanto y preguntándole alguna que otra cosa si hacía falta, porque la verdad es que también era bonito escucharlo hablar de algo que le gustaba hacer.

    Vi los mensajes de Al cuando salimos a la sala principal de nuevo, cuando ya había pensado en escribirle a tío Vic para que pasara por mí teniendo en cuenta la hora y eso. Asumí que no me habría visto en las pruebas o lo que fuese, así que solo le había enviado el sticker para no darle demasiada cuerda al asunto realmente, no encontré por dónde escribirle más y él tampoco al parecer, solo lo hice en la mañana para decirle que llegaría con Laila y ya.

    Mierda que estaba siendo evitativa, todo porque sabía que me podía leer con una facilidad estúpida.

    La chica hizo su cambio, se despidió de mí dispuesta a subir y luego la vi desviarse a la línea de tercero o a la primero, no supe bien. Yo me quedé allí, echándole un ojo a la gente, y hasta después abrí el casillero donde el sobre había quedado del lado de la mariposa, el dorado de la lámina interior atrajo mi atención de inmediato.

    Chiyoda.

    No era la dirección de Al pero el diseño gritaba su nombre por todas partes, al menos de los diseños que solía enviarme, la dirección por rebote tampoco era de Kurosawa así que... ¿Akaisa? No sería nada raro en realidad, no luego de la movida de la azotea era obvio que ella, no, que los tres tenían casi una necesidad de montarse todos los desastres posibles en todo sitio disponible.

    Vaya terreno peligroso en el que me había metido.

    Me guardé el sobre en el maletín, vete a saber por qué, y me cambié los zapatos sin prisa realmente, cuando estaba dando un par de golpes con la punta para acomodarme el derecho fue que sentí que me picaron la cintura, haciendo que diera un respingo. Al voltearme di con Anna y le regresé la sonrisa, me soltó un tropel de cosas, entre ellas lo de la invitación, pero la atención se me volcó en lo que me pidió.

    El número de Kurosawa.

    Ni se me ocurrió pensar para qué lo quería realmente, siendo que ignoraba un montón de cosas, entre ellas el desastre que se habían montado ambas, su lío con Al y tantas otras.

    —Ah, sí. Déjame te lo busco, cielo. —Saqué el móvil del bolsillo de la falda, estaba en eso cuando otra persona me picó la cintura y el móvil casi se me va a la mierda—. ¡Pero bueno! ¿Va a ser costumbre ya?

    Reconocí su risa al vuelo y se me relajó el cuerpo cuando lo vi seguir, mostrando el sobre y toda la cosa.

    —Seguro~

    ¿Así tan fácil había decidido que iría al pedazo de desastre que estaban gestando? Bueno sí, ya arrastraría a Laila conmigo y asumía, sin espacio a duda, que Anna iría y Al también, si el ojo no me había fallado detectando su mano en las invitaciones. Era más que suficiente para mí.
    No contaba con que regresara sobre sus pasos solo para preguntar lo de los scones y yo de imbécil seguía a medio camino con lo de enviarle el contacto de Shiori a Anna.

    —Tenías razón con lo de entibiarlos, sabían todavía mejor. Tuve que hacer una repartición en casa, pero bueno logré que no se mataran entre sí. Pero en fin, señor Wickmess, ¿puede usted decirme por qué no me informó de este evento tan importante ayer? —pregunté con fingido tono de molestia y regresé la atención al móvil, busqué el contacto de Anna y le envié el número de Kurosawa antes de girar la vista a ella—. Ahí tienes, cariño. ¿Por qué no se lo pediste a Al? Él la conoce mejor y eso, yo la verdad no hablo mucho con ella.


    Jez hija mía la de pendejadas que acabas de soltar
     
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  9.  
    Hygge

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    Quizás ni ella fuese consciente de la capacidad que tenía para bajarme los humos que me traía de fábrica, con una facilidad irrisoria. Acostumbrado como estaba a tratar con personas hoscas o que simplemente me hiciesen a un lado, la suavidad y la dulzura con la que me trataba Laila me hacían sentir, no sé, ¿raro?

    Eran situaciones casuales, pero las recibía de muy buena gana.

    —Tranquila, no es tu culpa. Solo fue un día —le resté importancia, alzando las palmas de mis manos ante su disculpa. Quizás solo era demasiado intenso y ya. La escuché con atención, conteniendo un suspiro resignado, porque esa era la respuesta más probable. Con todo, atiné a asentir apenas—. Mmh. Me alegra que estés de vuelta.

    Estaba bastante más tranquilo, ¿no? En comparación a la última vez. Quiero decir, los nueve días que llevaba en esa academia los había pasado rodeado de demasiadas mujeres; pasar el rato solo con una y que tuviera tanta confianza con ella lo hacía mucho más fácil. Me percaté de ello cuando le extendí uno de los extremos del auricular casi sin pensarlo, a pesar de que en el fondo sí que me daba algo de vergüenza exponerme de esa forma.

    —Uhm, esto. Digamos que es algo así al equivalente para mí de una taza de café en la mañana —comenté, soltando el aire por la nariz apenas, mientras la notaba llevárselo a la oreja. Repasé nuestros alrededores en silencio, notando más y más rostros sorprendidos. Los sobres habían tenido éxito, ¿uh? Volví la mirada hacia Laila con disimulo—. ¿Irás? A la mascarada esa.

    No supe muy bien por qué lo pregunté, si era por comentar algo o porque de verdad me interesaba. ¿Cambiaría de opinión si ella iba? Ni idea.

     
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    Nekita

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    Y allí iba una vez más a lanzarse de esa forma que tan solo podía denominar como curiosa en realidad y estaba empezando a no tomarle tanta importancia al verse quizás ya algo acostumbrado a no entender lo que la motivaba a hacer esas cosas con él. En esa ocasión tan solo se limitó a inclinarse un poco para facilitarle un poco la tarea de estar apoyada de esa forma.

    —...Tuvieron la idea ayer, se la dijeron a ese chico y a la una velocidad alarmante hizo todo esto... —Hablaba como realmente no pudiera creer que no viera eso como extra, ni siquiera podía pensar en todo lo que debió de haber trabajado el pelirrojo para tener todo a tiempo o porqué razón había decidido hacerlo de un día para otro —, ¿todas esas cosas tienen que ver hablar cual mafiosos de película en una azotea?

    La caricia en su nuca le erizó la piel ligeramente haciendo que la mirara con cierta curiosidad, ese gesto era bastante nuevo.

    Pero al apartarse, tan solo volvió a recuperar su postura inicial —Me temo que podrías simplemente no dejarme pasar con la probabilidad de que no sepas realmente que soy yo —Tenía realmente un "buen traje" que los Yume le habían dado para acudir a ciertas cosas importantes pero, ¿dónde se suponía que iba a sacar la parte más importante del tema de esas invitaciones? O estaba el riesgo de que consiguiera algo pero al final del día, no se complementara con los atuendos que pudieran llevar los niños ricos de allí —. Así que, no puedo asegurarte nada, Katrina.
     
    Última edición: 29 Enero 2021
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  11.  
    Zireael

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    Laila.png
    De alguna manera me alegraba verlo más tranquilo conmigo, no iba a esconderme, si lo hubiese visto demasiado ansioso seguramente lo habría dejado en paz porque tampoco lo quería infartar, pero se desenvolvía bien y eso me ponía contenta en verdad.
    Cuando me extendió uno de los auriculares abrí un poco más los ojos, porque no esperaba que lo hiciera, pero lo tomé para colocármelo y lo escuché hablar.

    —Algo pesada la taza de café en comparación a lo que uno esperaría~ —Se me escapó una risa y me quedé escuchando la canción—. Me gusta. Hmh, sobre la mascarada pues no lo sé, si Jez se apunta a ir es posible que vaya también. ¿Qué piensas tú del asunto?

    No me lo imaginaba yendo a una cosa de esas y un poco a mí me costaba imaginarme yendo también, pero no regresarle la pregunta me pareció un poco extraño Cuando la canción fue terminando le regresé el auricular, pensando en si hacer la tontería que me acababa de pasar por la cabeza y al fina lo solté casi en un murmuro.

    —¿Y Shawn? ¿Cómo lo ves?

    Katrina.png
    Lo que más gracia me hacía de todo el asunto era que aunque no dejaba de ser un denso de cuidado había comenzado a acoplarse a mis gestos, a que lo tocara y prácticamente me le fuese encima sin demasiada complicación. Intuía que el chico pecada de pasivo, no podía ser de otra manera dado el caso y bueno, digamos que me venía bien. Si el cabrón hasta se había inclinado para facilitarme las cosas.

    ¿Hablar como mafiosos?

    Solté una risa baja ya no por ese comentario, sino porque noté que reaccionó a la caricia de la nuca y qué decir, el cuerpo no mentía.

    —Tiene todo que ver, sí —admití sin más, recuperando la sonrisa—. Nuestro querido pelirrojo tuvo asistencia, no lo hizo solo y por eso fue posible lograr todo en tan poco tiempo. Hay que saber a quiénes acudir.

    Aunque te roben la puta fiesta.

    >>Oh well, me conformo con la pequeñísima posibilidad. En tanto aparezcas con la invitación, asumo que pasas~ Nada del otro mundo. —Estiré la mano y le sujeté la corbata, sin fuerza ni nada, de hecho solo la sostuve entre mis dedos—. No te preocupes demasiado por el asunto, dudo que el famoso anfitrión sea demasiado quisquilloso.

    Sí, sigamos fingiendo que el crío tiene poder alguno.
     
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  12.  
    Nekita

    Nekita Amo de FFL

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    Puso sus ojos en blanco tan solo unos segundos cuando la escuchó dar la explicación, para él incluso si tenían a la "gente adecuada" para hacer todo eso, parecía casi de película tener que idear cómo querías todo, armar los sobres, imprimir las invitaciones, llegar a la escuela, colarlas en los casilleros de todos y fingir como si realmente fuera un trabajo especialmente fácil.

    Aunque también, estaba muy lejos de siquiera entender cómo funcionaban las cosas para personas como ellos.

    —¿Entonces toda lo demás de la preparación también está con esos contactos para que todo este listo el sábado? Es...demasiado trabajo.—Especialmente para una noche, pero no podía tampoco comparar unas invitaciones de un día para otro a tener un par de días para armar todo lo que esa fiesta se fuera a tratar o el ambiente que le iban a dar para fuera por completo una gala.

    —Con la invitación y algo decente para cumplir aquella etiqueta... —agregó ignorando aquel pequeño gesto de verla sujetar su corbata el realmente no haber presión alguna que hiciera que le prestara completa atención a ese detalle —, quizás no tan quisquilloso pero hay que ser precavidos si ya tendré que movilizarme a su dirección...

    Suspiró imaginando lo pesado que sería tomar todo el camino de vuelta.

    —De igual forma, ¿qué se supone que hacen en esa clase de fiestas?
     
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  13.  
    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Anna dark mode 2.png

    Wickham había festejado su hazaña de espantarla cuando notó su reacción, y la verdad, el hecho de que me molestara era hasta hipócrita considerando que yo había hecho exactamente lo mismo. Digamos que también me jodía la idea de compartir neurona con ese cabrón.

    Porque sabía que lo hacíamos.

    Jez había aceptado la invitación personal de Joey así, sin más, y analicé su semblante un par de segundos. No era la más avispada de la clase pero sabía que algo no me encajaba. Recordaba a Jez mucho más nerviosa en torno al imbécil, sonrojándose, trastabillando al hablar y toda la mierda. ¿Qué había cambiado? ¿Qué podía haber ocurrido que...?

    Ah, mierda.

    De un momento a otro me hundí en mis propias cavilaciones, mientras la situación corría y Jez le respondía a Wickham sobre los scones. Alterné la mirada entre ambos para no perderle detalle al intercambio, mi cara debía ser para mearse de risa. No entendía nada, por Dios. ¿Ayer? ¿Habían pasado tiempo ayer? A ver, Altan no la había mencionado durante el receso y luego... mierda, casi sentía hasta culpa de haberlo secuestrado en la azotea. Había descuidado a Jez por pasar tiempo conmigo y el inglés había aprovechado la brecha, ¿no? Jodido hijo de puta.

    En esa maldita escuela no podías voltear la mirada que se te armaban tres desastres al hilo donde no estabas viendo.

    Pedazo de sentimientos encontrados, además. El puto alivio de mierda de que Jez se interesara en alguien, pero la cagada de que ese alguien fuera un cabronazo de la talla de Wickham. Menuda mierda.

    Joder.

    Dios, joder.


    La risa suave de Wickham rebotó en mis oídos y contuve el impulso de gruñir por un pelo. Lo miré en profunda seriedad, detallé su expresión mientras estaba volcado en Jez.

    —Eh~ Sería casi un halago que se maten por mis scones, pero me alegra que se haya evitado un baño de sangre. Puedo traerte más cuando quieras, Bellabel~ Ya sabes, es mi talento natural de british boy.

    Recibí sus ojos oscuros de repente, fue un breve segundo pero me tomó desprevenida y relajé el gesto en consecuencia. Quizás estuviera delirando pero casi se sentía como si el cabronazo se regodeara en su victoria frente a mí, ni idea. Qué ganas de cerrarlo a golpes.

    Redireccioné mi atención hacia Jez cuando se dirigió a mí y le sonreí, borrando cualquier rastro de tensión o enojo de mi expresión. Sentí el móvil vibrándome en el bolsillo con su mensaje y lo chequeé por puro envión, atendiendo a su pregunta algo distraída.

    —Gracias~ ¿Ah? Pensé que eran amigas y eso, que de ahí se conocía con Al. —A medida que hablaba me fui dando cuenta de la situación, vaya, no tenía pruebas de nada pero aún así la realización me cayó encima como una cubeta de agua helada. Regresé los ojos a Jez, con el móvil en la mano—. ¿Cómo se conocen, entonces?

    Me las había arreglado para formular la pregunta con liviandad, como si fuera mera curiosidad, aunque ya tenía un nudo horrible presionándome la garganta. Joey soltó una suave risa nasal a nuestro costado y lo observé de soslayo. El cabrón estaba calladito pero se le notaba en toda la cara la diversión. Además se había quedado ahí, ¿para qué? ¿Estaba esperando que me fuera para seguir hablando con Jez?
     
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  14.  
    Hygge

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    Yule Shirai

    Me di cuenta tarde de que había aguardado expectante a que soltase alguna clase de comentario acerca de la música, como si buscase aprobación o qué se yo, si para gustos los colores. Pero relajé un poco el gesto al saber que le gustó y pude disfrutar un poco más de simplemente compartir un pedacito de mí con alguien más. Suponía que no era algo tan horrible como lo pintaba.

    Tamborileé los dedos sobre mi pierna de manera distraída mientras dividía mi atención entre la música y ella. ¿Jez era la chica albina que vino a ver el entrenamiento el otro día? Parecía una buena compañía.

    —Apenas le presté atención a la fiesta en sí, pero admito que me da algo de curiosidad. Saber quién está detrás de todo el rollo —me encogí de hombros como respuesta. Era tan fácil como pedirle que me contase el lunes siguiente, total no aguantaba estar cerca de mucha gente. Pero no tenía por qué quedarme demasiado rato, ¿no?—. Quizás me asome y regrese a casa.

    Recogí el auricular y comencé a enrollarlo con movimientos distraidos mientras la escuchaba hablar. Había tardado menos de lo previsto en sacar el tema, ¿eh? Shawn se había dado cuenta tarde de la suerte que tenía, habiendo alguien que se preocupase así por ti después de, bueno. Mandarse un par de cagadas monumentales.

    —No es que hablemos mucho estos días. Probablemente no quiera saber de nadie hasta que se le acomoden las ideas o qué se yo —solté un suspiro pesado, rascándome la nuca con cierta pesadez. El idiota era indescifrable hasta para mí—. Ahora que lo pienso llevaba un tiempo estresado esperando recibir una carta, intuyo que becas deportivas o algo así. Supongo que todo se le juntó de golpe.

    Un pensamiento repentino me rayó la mente entonces y busqué su mirada algo más serio, como si previese una posible respuesta de su parte. De nuevo no había sido el chico con más tacto, conociéndola como lo hacía.

    >>Pero no es tu culpa.
     
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  15.  
    Zireael

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    Al pobre diablo no le entraba en la cabeza, ¿cierto? No podía culparlo tampoco, mira que ver semejante despliegue desde fuera tenía que ser una cosa de lo más bizarra, digna de película sin dudas, y una de esas de Netflix en las que un montón de estúpidos se montan los desmadres que les sale del culo así nada más.
    Un poco de dinero, Cerbero revuelto con Hades a pesar de no quererlo realmente y la ayuda de Caronte bastaban para poner en marcha un plan complejísimo en cosa de horas. Todo se reducía al compromiso del equipo incluso cuando no compartieran objetivos, con una sola línea de interés más o menos parecida bastaba.

    Y todos los cabrones que habíamos terminado revueltos en esa mierda queríamos poder, admiración, aprobación y placer en diferentes porcentajes; más que suficiente para llegar a ciertos términos, al menos hasta el día de evento como tal.

    La idea había salido del inglés, se había propagado a mí y a Alisha, de allí había acudido directamente a un hijo de la mafia para hacer el resto de la mierda, conociendo su capacidad de organización y sus manos ligeras, el quinto en discordia había subido al tren por rebote, por conexión directa con el gang boy. Una sexta persona nos había hecho el trabajo de impresión en tiempo récord, nuestro querido pelirrojo egocéntrico había recibido dinero de mi bolsillo y el de Sonnen para completar su propia parte de la paga para ese sexto individuo, de forma habíamos protegido tres bolsillos y saldado incluso otras cuentas entre nosotros.

    De verdad, digno de película.

    —Exactamente. Todo fríamente calculado... como siempre. —Seguí sujetando la corbata, con aires bastante ligeros en realidad y solté una risa—. Bueno, la preparación de lo del sábado estaba sobre ruedas un poco antes, lo que se nos quedó de último fueron las invitaciones.

    Solté la corbata con cuidado al escucharlo preguntar que qué hacíamos en esas fiestas y contuve el impulso de reírme en su cara, carcajearme de verdad, me limité a mantener la sonrisa y pasé el peso de un pie a otro.

    —Bueno es la primera vez que armamos un evento tan grande... Por demás, ya sabes, lo que pasa en fiestas normales. —Claro, nuestra versión de normal era un puto desastre—. Conversamos, nos divertimos un rato con algunos juegos o algo y bebemos un poco.

    Jugar un rato y beber un poco decía.

    Que le preguntaran al alemán, que se había chupado un sexto de botella apenas empezar.

    A la idiota de Kurosawa, que había desgraciado la enfermería.


    —Tendremos que ver qué se nos ocurre esta vez~ —Estiré la mano y le pellizqué la mejilla, solo porque sí—. Pero eso solo lo sabrás si vas. No te puedo contar todos los secretos porque perdería su magia.

    Kat se te fue la pinza sister

    Jezebel.png
    No debía haber sido mi movida más sabia soltar tanta información frente a Anna pero no había nada que sintiera fuera de lugar como para hacerlo, así que solo dije que lo que tenía que decir sin darle mayor importancia. Si hubiese notado la cara de Anna o algo quizás se me medio hubiese iluminado la neurona, si tenía suerte, pero no fue el caso.

    —¿De verdad? —Se me coló algo de emoción en la voz—. Bueno pues espero esos scones, ya que andas tan generoso. ¡Ah! El tupper te lo regreso mañana, me lo olvidé en casa. Sorry~

    Sonreí al escuchar el agradecimiento de Anna y negué suavemente con la cabeza, restándole importancia, y seguí escuchándola. Lo cierto es que nunca me había acercado a la chica lo suficiente para entablar algo así como una amistad, nos veíamos las caras, nos saludábamos y si acaso hablábamos un poco, charla normal, y ya. Me parecía a mí que ella no estaba demasiado interesada en forjar relación alguna conmigo por el motivo que fuese, pero no era maleducada ni nada.

    Pensé que Joey iba a irse luego del intercambio, que igual prácticamente había estado por pasar directo antes, pero el caso es que se había quedado allí esperando solo él sabría qué realmente. Había reaccionado a las palabras de Anna, lo miré con el rabillo del ojo para no quitarle la atención a ella de encima y aún así la jodida neurona no me dio para unir los puntos ni nada.

    Densa se nace.

    —Ah, viven en el mismo vecindario —solté mientras me guardaba el móvil en el bolsillo, sin tener idea de nada como casi siempre— y salieron juntos un tiempo o algo así, qué sé yo.

    Laila.png
    No era así como que la más inteligente de las personas, pero lo mínimo que había podido sacar de las invitaciones y la entrega era que quien o quienes se hubieran encargado de poner todo en orden eran unos obsesos de la organización pero sin espacio a dudas, incluso si lo habían planeado con tiempo una entrega de esas dimensiones en la Academia era una cosa que resaltar.

    —Bueno, pues si te asomas puedes buscarme, a ver si descubrimos al misterioso encargado de todo este rollo. Digo, en caso de que me aparezca y tal.

    Solté un suspiro algo desganado al escuchar su respuesta, definitivamente no era lo que esperaba pero tampoco era ninguna sorpresa en sí misma. Arrugué los gestos al escuchar lo de las becas deportivas y apreté el agarre en el asa del maletín por reflejo.
    De verdad que le había hecho un combo de lo más jodido de la nada.

    Estaba por abrir la boca cuando él encontró mi mirada y añadió algo más, como si se hubiese adelantado a lo que iba a decirle.

    Pero no es tu culpa.

    Asentí apenas con la cabeza, tomando aire con algo de fuerza, y volví a colocarme la sonrisa en el rosto, comenzando a avanzar asumiendo que ninguno de los dos tenía mayor cosa que hacer en los casilleros en realidad.

    —Gracias —dije sin alzar mucho la voz—, por contarme quiero decir. ¿Subimos, cariño?

    Giré apenas el rostro para poder dedicarle una sonrisa. Lo cierto es que incluso si sentía algún tipo de culpa no había demasiado que pudiese hacer por el momento.
     
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  16.  
    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    ¿Qué pasaba con ese buen humor? Como un puto crío en un parque de diversiones. ¿Cómo funcionaba la mierda? ¿Una follada, una ligada y ya me olvidaba que había dejado internado a mi viejo? Vaya. A veces me sorprendía incluso a mí mismo.

    Jez se emocionó bastante ante la idea de más scones y yo me subí al carro, asintiendo como un niño ilusionado. Mi cabello rebotó un poco, acompañando el movimiento, y lo arrastré hacia atrás al hablar.

    —Uno de estos días me cuelo en el club de cocina, así te los preparo y los pruebas recién horneados~ —Lo del tupper me valía mierda pero igual aproveché la excusa para fingir indignación y me crucé de brazos, inclinándome hacia ella—. ¡Bellabel! ¡Necesitaba ese tupper para Química, es mi amuleto de la suerte! Oh God, what am I going to do now?

    Me deshice del numerito en medio segundo, especialmente cuando noté la mirada de Hiradaira sobre mí. La enana no me tragaba ni de casualidad, ¿eh? Seguro era menos densa que Jez y todo, como mínimo para olerme la peste y saber que mejor era mantenerme alejado. Pero bueno, no podía responsabilizarme de los errores de todo Dios~

    Le sonreí fresco, como el cabronazo que podía ser, y la enana regresó su atención a Jez. Observé el intercambio, sus expresiones y lo que decían. ¿De veras Jez no se daba cuenta del claro, clarísimo interés agregado que Hiradaira intentaba disimular? Por favor, lo tenía escrito en toda la cara. Seguro se había colado por el alemán.

    Qué asco.

    Bueno, me daba igual. Igual su cara fue un poema apenas Jez le soltó la bomba como si nada, eso de que no sólo eran vecinos, sino que habían estado saliendo. Intentó disimularlo, eh, le doy puntos por eso, pero cada vez que Vólkov desviaba su atención el gesto se le desfiguraba y, no lo sé, creo que hasta algo pálida se puso. Contuve la sonrisa de mierda que quiso asomarme en la cara y le piqué el hombro a Jez, porque era un Dios generoso y bueno, claramente no quería que la albina notara su malestar.

    —Así que, Bellabel, ¿qué vas a regalarme~?

    Vamos, niña.

    Aprovecha para huir.

    Estúpida no era, al menos. Se removió, creo que tragó saliva y eso, y empezó a caminar en reversa.

    —¡Bueno, tengo que acabar una tarea! —se excusó, concediéndole a Jez una sonrisa—. ¡Nos vemos!

    Y huyó.

    Entorné la mirada brevemente al detallar su silueta de pulga alejándose y regresé mi atención a Vólkov, como si nada. Venga, Jez, acabas de romper a tu amiga y ni siquiera te diste cuenta, ¿eh? Tan bonita y tan densa.

    Morgan.png

    —Eh~ —murmuré, sedosa, deslizando aquel sobre tan críptico entre Kohaku y yo—. ¿Pero qué es esto?

    El muchacho se encogió de hombros, con el ceño algo fruncido mientras leía el contenido. Lo imité, extraje la tarjeta con movimientos cuidadosos y mi sonrisa se fue ensanchando. Lo noté encogiéndose de hombros otra vez en mi campo visual.

    —Oí que la semana pasada hubo una fiesta en la azotea, o algo así —dijo, cambiándose los zapatos—. Ya me veo que haya un evento por semana o así.

    —Oye, esa sería la mejor noticia que me hayan dado en mucho tiempo —entoné con cierta nota de ilusión, dejando caer la espalda en las taquillas y cubriéndome la boca con el dorso del sobre—. So much fun~

    Kohaku me observó un par de segundos y acabó por suspirar, cerrando su casilla.

    —¿Subes?

    Deslicé la mirada hacia él, analizando su semblante. Le faltaba algo de la liviandad usual, ¿no? Como si anduviera estresado, preocupado quizá. Como fuera, de momento lo dejé estar. Enderecé la espalda y guardé la invitación en mi bolso, echando un vistazo alrededor.

    —Hmm, me quedaré un segundo. Ahora voy.

    —¿Sigues con la chica de ayer? —atajó, hasta resignado.

    Su tono me vino en gracia y ensanché mi sonrisa, suavizando la voz.

    Maybe~?

    Meneó la cabeza, encogiéndose de hombros, y se retiró sin mediar mayores palabras. Sí, definitivamente algo le pasaba, luego podía ver si conseguía aflojarle la lengua pero de momento... De segundo había dicho que era, ¿verdad? Me deslicé hasta su línea de casilleros e identifiqué su cabellera corta, castaña, abocada a su taquilla. Navegué el espacio hasta ella y le eché el peso de mi hombro a la línea de lockers, ladeando la cabeza. Eché un vistazo a sus cosas.

    —Hola~ ¿Recibiste una invitación también? —murmuré, concediéndole una sonrisa suave; deslicé la vista sobre su figura, hasta llegar a su tobillo—. ¿Cómo va? ¿Sigue muy inflamado?

    Nekita holis
     
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    Nekita

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    Sabía que algo malo tenía que pensar al escuchar todo aquello de que todo estaba calculado, dejar ir su paranoia un poco y preguntarse qué otras cosas podría estar calculando, si era tan solo en esa clase de cosas extravagantes de películas o es que también se extendía a las cosas mundanas como sus relaciones con otras personas...incluso preguntarse si aquellas acciones extrañas que hacía de repente con él tenían algo que ver con eso.

    Pero no.

    No lo veía como algo que fuera de mucha importancia o que su respuesta en sí le fuese a a afectar en algo a la extraña amistad que tenían como para cuestionarse esa clase de cosas en ese momento específico.

    En cuanto a la explicación en general, tan solo pudo lazar una ceja algo incrédulo —Si va a hacer algo normal... ¿por qué todo el tema de gala y demás en vez de una fiesta común y corriente a mayor escala? —¿Qué interesante podría tener ver el mismo ambiente pero todos cubiertos por algo en sus rostros y con ropa que pudiera ser elegante para seguir la temática si se tenía la probabilidad de que fuera una fiesta común y corriente, ¿acaso era más divertido llegar a ver la ebriedad de alguien con un pseudo disfraz encima?

    —Pero bueno, me supongo que... no tendrá mucho caso explicar la respuesta si se supone debo verlo... —Frunció ligeramente el ceño ante el pellizco en la mejilla tan solo por la presión y nada más —, tendré que ir de compras pero mientras tanto, ¿subimos?

    Se iba a ver ridículo moviéndose por allí para poder comprar algo.

    Catherine Whitman

    Cuando por fin se había sentido mejor bajó con cuidado por la enfermería luego de haber llamado un taxi en su dirección para llegar a su apartamento y descansar de manera apropiada asegurándose de tratarse como era debido para que no fuera un problema al día siguiente, terminando tan solo con una venda para tener un soporte en su tobillo y no forzarse demasiado a hacer un movimiento que pudiera repercutirla si llegaba a pisar mal de alguna manera.

    Llegó a la academia en taxi de igual forma para ahorrarse también esfuerzos y tiempo, evitándose llegar tarde inclusive si había salido tarde de donde vivía por no medir los tiempos a la hora de arreglarse y al llegar se había visto gratamente sorprendida cuando descubrió aquella misteriosa ubicación dentro de su casillero, la ilusión se disparó casi al instante al imaginar a todos los posibles estudiantes luciéndose para asistir.

    Casi como un pequeño cuento de hadas.

    Se colocó sus zapatos escolares y cuando cerró el casillero escuchó ya la voz reconocida de Morgan seguido de su aparición a su lado, pudiendo apreciar su sonrisa—Morgan~ buenos días —le sonrió de la misma manera amigable del día anterior antes de colocar la invitación frente parte de su rostro, cubriendo únicamente sus labios —, efectivamente...¿no te parece algo interesante? —Preguntó curiosa entes de volverla a guardar para poder cerrar su casillero y prestarle completa atención a ella.

    —Quien quiera que sea la mente maestra de esto parece alguien bastante creativo, el diseño era demasiado bonito...no puedo imaginar como debería ser la fiesta en comparación~
     
    Última edición: 30 Enero 2021
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    Amane

    Amane Equipo administrativo Comentarista destacado

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    Me quedé un rato esperando a las chicas, como le había dicho a Kashya, pero digamos que no tuve la mayor de mis suertes con el asunto. Vi a Anna pero, de nuevo, se había desviado del camino para hablar con Jezebel y no encontré la manera de acercarme y, no sé, incordiar o algo.

    Anna había conocido a Jezebel antes que a mí, ¿verdad? Así que no pintaba mucho en el asunto.

    Shiori no había aparecido aún y mentiría si dijese que eso no me lanzó una ola de preocupación por todo el cuerpo. Podría estar llegando tarde realmente, pero dada la situación... no podía evitar pensar en el peor escenario posible. Tenía su número, ¿pero no sería demasiado intenso llamarla o enviarle un mensaje? ¿Tan siquiera podía considerarme tan amiga de ella como para hacer ese tipo de cosas?

    No tenía ni idea.

    Suspiré de manera pesada mientras me incorporaba, comenzando a dirigir mis pasos hacia el interior del pasillo. No había nada más que pudiese hacer, ¿no? Ya intentaría buscar a la chica en el almuerzo o algo.

    Atajé la cabellera cian de Kohaku mientras caminaba y mentiría si no dijese que el rostro se me iluminó un poco al notarlo. Me acerqué hasta su posición acelerando un poco el paso y levanté el brazo, extendiendo la invitación delante de su rostro, una vez lo alcancé.

    —¿Vas a ir~? —canturreé, como si nada, ignorando un poco el pensamiento de que quizás al chico no le apetecía que le saltase encima—. Quiero verte en acción, senpai~

    ¿En acción de qué, exactamente? Bueno, después de la conversación que tuvimos ayer... de lo que fuese. ¡Si ya sabía yo que esa carita de ángel escondía muchas cosas!

    Gabriela deja de molestar a los personajes de Belu, challenge ultra failed
    Gigi Blanche tranqui, no creo que lo moleste mucho uwu

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    Al final las pruebas no duraron mucho más después de la masacre de la última carrera y en parte lo agradecía porque me estaba empezando a aburrir un poco en todo el asunto. No sabía que Alethea lo había pensado, pero la cosa es que acertó de lleno con sus teorías. Avisé a sus padres de que se había lesionado y en unos minutos apareció el coche de la familia a las puertas de la academia; fui a recoger a la chica de la enfermería y nos llevaron a ambas a nuestras respectivas casas.

    Al día siguiente, como cabía esperar, recibí un mensaje suyo diciendo que hoy no podría ir a clases. En verdad sentía haber tenido que avisar a sus padres, sabiendo que iba a exagerar un poco todo el asunto y que la tendrían encerrada más tiempo del necesario para que la lesión no empeorase o algo, pero de verdad que no me había apetecido nada volver andando a casa.

    No sabía la envidia que me daba que sus padres se preocupasen tanto por ella.

    Suspiré mientras abría mi casillero, pero pronto mi expresión mutó por completo al ver el sobre. ¿Eh~? ¿Una mascarada? Y ahí iba. Era por ese tipo de cosas que no me arrepentía de haberme transferido a una escuela de pijos, al fin y al cabo.

    Una sonrisa se me extendió por el rostro, leyendo las instrucciones mientras me cambiaba los zapatos y cerraba la taquilla después. Incluso había que ir de gala y todo, qué nivel~ Bueno, la idea de no ir ni se me cruzó por la cabeza, a decir verdad.

    Una fiesta de ese estilo... serviría para ver quienes eran los divertidos de la academia y quienes no, y ya iba siendo hora de que me hiciese una idea de los afortunados a los que me iba a ir acercando y los desgraciadas a los que no.

    Al menos tenía que admitir algo, y es que adoraba la jodida libertad que me daba que mis padres pasasen de mí. Nadie me iba a echar de menos en casa si decidía pasar toda la noche del sábado fuera; o, si me decidía por aparecer a las tantas, tampoco a nadie le iba a importar.

    Y siempre había sabido sacarle provecho a eso.

    Bueno, de nuevo, por ahí dejo a la pendeja por si alguien quiere aventársele o algo idk (?)
     
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    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido biblical gakkouer

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    La cagada que me acababa de clavar sin siquiera darme cuenta era precisamente al tipo de cosa a la que me refería la noche me solté a llorar como cría, eran esas situaciones que se me escapaban, que simplemente no leía hasta después o cuando alguien me lo señalaba las que luego me hacían pensar mierdas como que estaba cansada de ser quién era. Que ya no quería ser así, porque pasaba por estúpida.

    Y quizás lo era realmente.

    Alcé las manos cuando Joey me dijo lo del tupper, casi en señal de rendición o algo, aunque lo cierto es que me emocionaba la idea de probar los scones recién hechos. Ahí se me fue otro porcentaje de atención por el traste.

    Incluso Laila hubiese visto que había metido la pata hasta el puto fondo, pero allí estaba yo nada más. Encima con la atención dividida entre Anna y Joey, no podía prestarles la misma cantidad de atención a los dos a la vez, no me daba el multitasking para tanto.
    De nuevo, la atención dividida no me estaba ayudando demasiado, cuando sentí que Joey me picaba el hombro giré el rostro hacia él y la sonrisa se me desvaneció un poco.

    —¿Regalarte? —Y para eso sí me conectaba la neurona, había que ver—. ¿Cumples años, cielo? Hombre, voy a tener que improvisar, además no se supone que te lo diga.

    Fruncí apenas el ceño y estuve al borde de hacer un mohín que al final contuve, no tardé en volver a relajar mis gestos así que cuando noté que Anna tenía intenciones de retirarse me volví, regresándola la sonrisa.

    —Hasta luego~

    Girl ayer dejé el post casi listo cuz IM AN INTENSE BITCH pero me dio un chingo de sueño y tuve que dejar el final para hoy memeo

    Katrina.png
    Le estaba dando todos los puntos para que los uniera, ya no solo los de la fiesta y lo que pasaba en ella, sino de mis propias intenciones directamente pero la densidad de ese niño superaba cualquier expectativa. ¿Había vivido encerrado en un domo o qué cojones? Parecía.
    Tenía todas mis acciones de respaldo y esa sentencia de que todo era planeado, pero allí estaba tan pancho, tan ignorante como siempre.

    Eh~ comenzaba hasta a darme pena.

    La estupidez de que me había dado su almuerzo dos veces, además de la botella de té del otro día me rayó la cabeza casi obligándome a sacarme esa idea de la pena de encima. Incluso mi sonrisa perdió algo de fuerza aunque no desapareció del todo.
    Su pregunta me vino bastante en gracia, me regresó un poco a la sonrisa y todo pero no respondí.

    No todos eran unos obsesos como nosotros, obviamente.

    Enganché mi brazo al suyo como había hecho el otro día, pues porque pintó, y comencé a caminar.

    —Venga, te puedo ayudar a elegir y todo si tienes mucho problema~ —Lo había dicho bastante porque sí, la verdad.

    Te la puedes arrastrar uwu
     
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  20.  
    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Morgan.png

    Sonreí con cierta amplitud al detallar el tinte de su expresión. Lucía tan emocionada, incluso ilusionada, como una niña pequeña que aún cree en los príncipes azules y cuentos de hadas. Recibí sus ojos con calma y curvé un poco más los labios, deslizando la mirada a su sobre, sus dedos y luego de regreso a la plata líquida.

    —Es más que interesante, sí. ¿Planeas ir?

    Nunca había sido una persona muy parlanchina, ciertamente, pero el interés estaba allí y estaba segura que se me notaba. Tendía a abocarme de lleno cuando algo captaba mi atención, con una intensidad hasta desmedida. Quizá se evaporara en cuestión de días, mis motivaciones tendían a ser volátiles e incluso irracionales, pero jamás les prestaba consideración o relevancia. Hacía lo que tenía ganas de hacer y poco más.

    Como si las personas fueran juguetes o algo.

    Decidí insistir, por mí mejor si iba a la fiesta pero ¿sería prudente?

    —De todas formas, ¿crees estar bien para el sábado? Quizá lo esfuerzas de más y acabas empeorando la lesión.

    Kohaku.png

    Con Morgan nunca me molestaba en disimular una mierda. Llegados a este punto era como una hermana para mí, además tenía los sentidos tan afilados que probablemente me cazaría al vuelo lo quisiera o no. Era extraño pero siempre habíamos estado... conectados, si se quiere, de una forma particular. Ella sabía leerme y lo mismo a la inversa. Podía tornarse molesto de a ratos, pero se combinaba bien con su personalidad poco intrusiva y bueno, en definitiva lo consideraba algo positivo. Además sabía que siempre podría contar con ella si así lo necesitaba.

    Iba caminando bastante hundido en mis cavilaciones cuando un sobre apareció en mi campo visual. Me frené de golpe, algo alarmado, y de inmediato regresé la vista al costado para encontrarme con el rostro animado de Emily. Su energía se me contagió de inmediato y esbocé una sonrisa calmada, cerrando los ojos.

    —Buen día, Hodges-san —puntualicé con intención, y recién entonces me digné a responderle, reanudando la caminata—. Eh, seguro~ Es decir, ¿cómo no aprovechar tremenda oportunidad de hacer negocios?

    Era hasta hilarante, si lo analizaba con detenimiento, soltarle cosas como esas por amor al arte. Su último comentario me obligó a arquear las cejas y regresé la mirada a ella, claramente divertido.

    —¿En acción? Pero bueno, Hodges-san, eso es por demás amplio. En una fiesta pueden pasar muchas cosas~

    Nos estábamos balanceando en torno a un espectro bastante extraño, ¿no? Desde el receso en el patio, cuando nos pusimos a hablar debajo de la carpa improvisada, y luego la charla del invernadero.

    Ah, qué cosas.

    Joey.png

    Había que ver, tan densa para leer las señales de su amiga pero luego iba y cazaba al vuelo que era mi cumpleaños. No que me importara, realmente, así que mantuve la alegría pegada a mi rostro y asentí emocionado, como un puto crío, al oírla.

    —¡Sip! La semana que viene~ —Me moví hasta ocupar el espacio que había dejado libre Hiradaira, recargando un hombro en la línea de casilleros. Enterré las manos en los bolsillos y ladeé la cabeza, mi cabello rozó la superficie metálica—. Bah, soy horrible con las sorpresas, me matan de ansiedad. Por mí mejor si me dices qué vas a obsequiarme~

    Pedazo de descarado, eh.

    Entorné ligeramente la mirada, ensanchando la sonrisa, y luego cerré los ojos al agregar:

    —O bien puedes regalarme un baile en la mascarada~
     
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