Azotea

¿Quién iba a desperdiciar pedazo de oportunidad puesta en bandeja? Había dicho que la paciencia era una virtud, claro, pero nunca dije que no pudiese pasarlo bomba en los jodidos intermedios. Era después de todo un maldito incendio sin control, una suerte de bomba nuclear quizás, porque llevaba tres o cuatro años cargándome de ira de una manera que no era ni normal.

La indiferencia de papá.

Kurosawa bajo tierra.

Haberme ofrecido como una sucia forma de cerrar un trato con la farmacéutica de los Aoyama.

No si es que motivos para estar encabronada con la vida me sobraban, digamos que había medio enfocado esa ira en dejar callado a mi padre aunque fuera un desastre con patas, el resto pues eran las llamas que no había podido contener. ¿Importaba? No demasiado.

El jodido cabrón me había enterrado los dedos en la piel antes de arrastrar la camisa para colar la mano, entre toda la mierda lo cierto es que el tacto casi quemó y cuando el cabrón rio volví a reflejarlo, porque la verdad es que me venía en gracia el espectáculo que no estábamos montando ya por puro amor al arte. Tampoco había que mentir, esa mano en el muslo era tremenda oferta y, de nuevo, no iba a rechazarla solo porque sí.

Fue hasta que fue a dar contra la puerta y me sintió subir la pierna, con la amenaza de reventarle las pelotas, que terminó por dejar ir mi boca pero al puto idiota la sonrisa de desquiciado ya no se la quitaba ni Dios. Otro que se había fusionado de maravilla con los lobos, ¿no? Fusionado decía, el estúpido era un lobo de nacimiento prácticamente, lo medio había podido cubrir la primera semana con sus sonrisas tontas, su parloteo y toda la mierda.

Pero apestaba.

No era el olor de las alcantarillas.​

Era el hedor a huevos podridos de los volcanes activos.

Azufre.​

Solo mantuve mi propia sonrisa de mierda mientras el hijo de perra me echaba encima todo su acento, marcado obviamente a propósito, y como realmente solo había sido una advertencia bajé la pierna cuando su mano me instó a hacerlo, sin quitarle los putos ojos de encima. Me limpié la boca también apenas despegué la mano de su nuca.
Se me escapó otra risa ronca, extraña, cuando me dejó el beso en la curvatura del cuello y le dio los golpecillos al bento que había mantenido bajo el brazo.

—Happy birthday —repetí mientras abría la puerta para comenzar a bajar por fin—, british boy.

 

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Y'all know how this works, me puede el relleno

Pues bueno, ¿quién mierdas podría concentrarse en las redes sociales cuando ciertas personas se estaba montando tremendo espectáculo ahí al lado? Podía hacer la vista gorda con muchas cosas, podría haberla hecho con eso también, pero venga ya. A veces no controlaba mi cuerpo, y sinceramente, muchas veces ni siquiera intentaba controlarlo ya.

Así que mi vista se deslizó hacia la puerta, con el dedo moviéndose aún por la pantalla por si tenía que disimular en algún momento y que no se notase demasiado, pero lo cierto es que tuve que centrarme en el móvil antes de que cualquiera se diese cuenta de que los estaba mirando. Aunque seguramente se lo estarían imaginando de todas formas, ¿no?

En algún momento de todo el asunto, justo antes de que Joey se enredase finalmente a Katrina, sentí como la respiración se me aceleraba y la temperatura corporal aumentaba, y juraría que los ojos se me empezaban a aguar un poco. Y mierda, estaba mal, sabía que estaba mal seguir con la mirada ahí clavada como una puta voyeur, pero simplemente había una fuerza mayor que me impedía apartarla.

¿De verdad que me estaba poniendo jodidamente cachonda viendo eso?

Huh, ese era un fetiche bastante nuevo.

Fue cuando se separaron finalmente que el hechizo o lo que fuese se rompió, haciéndome pestañear una vez antes de volver a la realidad y devolver rápidamente la vista al frente. Había conseguido mantener las manos ocupadas con el móvil y la verdad es que eso bien podía ser un jodido logro. Resoplé mientras bloqueaba el teléfono y lo dejaba caer sobre mi pecho, para justo después levantar las piernas hacia un lado y hacer que los pies estuviesen apoyados en la verja, aun tumbada en el suelo y todo eso.

Cerré los ojos y me llevé las manos hacia la zona del vientre, enredando los dedos sobre esta. Y me tomé mi tiempo antes de hablar, cruzando las piernas ahí sobre la verja y moviendo un pie al ritmo de una canción imaginaria.

—Eh —dije, al fin, alzando la voz solo lo suficiente para ser escuchada teniendo en cuenta que tampoco estábamos tan lejos y no había nadie más en la azotea—. Si traes cigarros y planeas irte, déjame uno antes de hacerlo. Si no planeas irte, pues déjame uno igual, I don't care. Si no traes, pues fuck off I guess~

Mhm. Ya empezaría la dieta del tabaco al día siguiente, en ese instante necesitaba uno.

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So much kinkiness my goodness why are they like this

 

Dejé ir a Katrina sin ninguna sorpresa extra, tampoco respondí a lo que me soltó. ¿Ni un 'gracias', Joey? How rude~

Apenas unos segundos después Hiradaira se bajó del techo como un puto gato y no buscó mi mirada ni nada, porque de otra forma seguro se le cruzaban aún más los cables al ver mi sonrisa de imbécil. Se había comido todo el numerito, ¿eh?

Ups~

La voz de Ali fue lo siguiente que llamó mi atención. Le eché un vistazo, tirada como estaba a sus anchas, tenía los zapatos estampados en la verja y la posición hacía que la falda no dejara mucho a la imaginación, la verdad. Recorrí su cuerpo con la mirada, bastante porque sí, porque podía y estaba en el mood jodido. Me acerqué a ella sin quitar las manos de los bolsillos, con zancadas pesadas, y me detuve hasta taparle el sol de la cara. Le sonreí desde ahí arriba, con tantas pintas de angelito que en el fondo resultaba inquietante.

—Did you enjoy the show~? —murmuré, suave, rebuscando en los bolsillos del blazer hasta sacar la cajetilla de cigarros.

Me llevé uno a los labios y lo encendí sin demoras con el mechero que llevaba por ahí. Le di una calada profunda, entrecerrando los ojos, y me acuclillé para extendérselo a Alisha antes de liberar el humo lentamente. Entre nosotros se asentó una cortina grisácea y pensé que no podía ser de otra forma. Para esa mierda habíamos nacido. Me quedé con la vista puesta encima de ella, aquí o allá, daba igual. Al final regresé a sus ojos y me senté cerca de su cabeza, usando los brazos de apoyo.

 

Abrí un ojo cuando sentí que el sol de repente desaparecía y una risa floja escapó directamente desde el pecho al ver la carita de ángel inocente del chico, porque el jodido mutaba bien y si no lo conociese como la palma de mi mano, seguramente me colaría que era un buen chico.

Me encogí de hombros, abriendo finalmente ambos ojos para seguir sus movimientos mientras respondía.

—Of course~ Pero me he quedado con ganas de ver como acaba, a ver si me ayudas luego con eso~

Cogí el cigarro en cuanto me lo extendió y le di otra calada profunda, dejando salir un ruidito de satisfacción al sentir el humo llenándome los pulmones antes de dejarlo salir hacia arriba. Observé como su mirada iba de aquí para allá y hasta entonces me di cuenta que la posición que había adoptado no era muy adecuada para la jodida falda del uniforme, pero lo único que consiguió aquella realización fue sacarme una sonrisa ligera y no moverme en lo absoluto.

Le sostuve la mirada después y extendí el brazo hacia el lado, hasta tenerlo apoyado sobre sus piernas, moviendo los dedos en el aire mientras le daba otra calada al cigarro y devolvía la vista al cielo.

>>Eh, Joe. Ahora que vas a ser mayor de edad, ¿me vas a cambiar por chicas más maduras o algo así~? Que sepas que si lo haces, you would break my little maiden heart.

 

Solté una risa nasal a su respuesta sobre el show, no concediéndole demasiada importancia hasta después de acomodarme junto a ella y oír el resto. La vi fumar de soslayo, el humo no me iba ni venía, su mano en mi regazo tampoco.

¿Que si luego la ayudaba con eso?

¿Que si iba a cambiarla?

Nunca aprendes nada, Ali-chan.​

—¿Y negarme al maravilloso placer de que me digan senpai? Nunca~

Hablaba en voz muy baja, al fin y al cabo estábamos uno junto al otro y no había nadie más en la azotea. Una sonrisita curvó mis labios al tiempo que me deshacía de uno de mis sostenes para acariciar el cabello de Alisha. La cascada dorada se extendía a lo largo y en direcciones bastante azarosas, y mis movimientos nada tenían que ver con la rudeza que acababa de emplear sobre Katrina.

Podía interpretar el maldito papel que quisiera de la puta obra.

—Pero esa es la condición~ —susurré, mi mano distrayéndose de su recorrido inicial con tanta liviandad que no parecía adrede—. ¿Qué dices, Ali-chan?

Rocé su mejilla con los nudillos, el lóbulo de la oreja y derrapé desde su mandíbula. Levité el espacio hasta sus clavículas y acaricié su cuello hacia arriba, apenas con la yema de los dedos. Los moví hasta enganchar su barbilla e instarla a girar el rostro hacia mí. No abrí la boca, sólo me enfoqué en sus ojos azules al tiempo que mi mano seguía su recorrido hasta colarse apenas unos pocos centímetros dentro del cuello de la camisa, para rozar la piel de su escote.

Pedazo de hijo de puta que eres.​

Y le sonreí, con el jodido aire felino que ya me sabía de memoria.

—Así que tuviste una mañana interesante —ronroneé, amenazando con detener mis movimientos si no me respondía—. ¿Algún pecado que confesar, Ali-chan~?

 

Rodé los ojos ante sus palabras, como si realmente me hubiese esperado alguna otra respuesta por su parte o algo así, el estúpido. La pregunta había sido en tono de broma, al igual que la contestación, pero en el fondo sabía que podía ser capaz de mandar mi orgullo a la jodida mierda si en algún momento sentía de verdad que había peligro de perderlo. Pero ahí estábamos de nuevo, haciendo el estúpido en la azotea y planeando otra fiesta clandestina en el colegio, así que podríamos permitirnos seguir bromeando con el asunto mucho más tiempo.

—¿Solo eso? —pregunté, riendo ligeramente, aun con la vista clavada hacia arriba—. I can do that~

No le presté mayor importancia a las caricias en el pelo, prácticamente podía hacer como si ni estuviesen pasando, pero mis sentidos se activaron cuando el roce pasó a la piel con esa liviandad que hacía parecer al movimiento casual, como si no supiese que era jodidamente intencional. No mostré reacción alguna, por otra parte, ni siquiera cuando me obligó a girar la cabeza agarrándome de la barbilla.

Volví a llevarme el cigarrillo a los labios, sin apartar la mirada de sus pozos oscuros en ningún momento, ni siquiera cuando las piernas cruzadas se me apretaron un poco más de manera inconsciente, aun apoyadas ahí arriba en la verja.

>>¿Pecado? —repetí, en voz baja, y solté al humo hacia abajo para después mostrarle una sonrisa ladeada—. Qué va, cariño, solo me cobré una deuda pendiente con uno de los amiguitos del alemán~ No me echaste mucho de menos, ¿verdad? Fui bastante rápida~

 

Entorné la mirada un poco más al ladear la cabeza, detallando su expresión, cómo soltaba el humo y toda la mierda. ¿Qué era? ¿Ya iba satisfecha por el día o había aprendido a reaccionar menos? Era un cabrón, claro, de modo que ni siquiera le di importancia a la posibilidad de que pudiera seguir resentida conmigo por lo que le había hecho.

En el fondo lo sabía, Alisha siempre iba a estar para mí.

Cuando quisiera.​

Donde quisiera.

Como me diera la puta gana.

Y no sólo lo usaba a mi favor, tenía que reafirmarlo todo el tiempo.​

¿Una deuda pendiente con un amigo del alemán? No era que su respuesta me causara particular gracia, ese imbécil no podía verme ni en figuritas y el sentimiento era mutuo. ¿La dejaba a su suerte un par de días y ya se enredaba con el jodido estirado y sus amiguitos? For fuck's sake. La mierda no se reflejó en mi expresión, obvio, tenía esta facilidad estúpida para disfrazar la ira, el desagrado y la intolerancia detrás de sonrisas livianas y caricias suaves. Mi mano reanudó su recorrido, siguió rozando la tersa piel del escote por debajo de la camisa. Deslicé la mirada a la zona, no iba a negar que las vistas eran geniales, y mi sonrisa se estiró un poquito más.

¿Que era rápida?

—Oh, don't worry, darling. I'm quite aware of it~

Hijo de puta.

Liberé un suspiro hasta dramático y presioné las yemas sobre su piel un poquito más, para colar la mano dentro del sostén y comenzar a juguetear con su pezón. A eso me dediqué un par de minutos, masajeando el pecho en su extensión con firmeza, suavidad después, abocándome al centro o presionándolo con ligera maña. Vamos, como siempre hacía y sabía que le gustaba. ¿Qué carajo pretendía? Ni idea, como si importara.

—¿Y bien? ¿Qué tal estuvo?

¿Y por qué quería que me contara?

Vete a saber.

 

Sinceramente, ni siquiera sabía por qué mierdas lo estaba dejando hacer aquello como si nada. Había algo dentro de mi cabeza, muy muy al fondo y casi de manera imperceptible, que gritaba que debía pararlo, que aquella estupidez no nos iba a llevar a nada bueno de nuevo. Pero es que incluso esa pequeña parte tenía que saberlo, que no había universo alguno posible en el que rechazase el tacto de Joey sobre mi cuerpo.

Ni siquiera cuando estábamos tan hundidos en la mierda y sabíamos que podíamos arrastrar al otro por la inercia.

Aproveché que deslizó su mirada hacia donde tenía la mano para apartar mi vista también, devolviéndola hacia el cielo. Un suspiro pesado me vibró en el pecho cuando su mano se coló en el sostén y, no sé, pensé que quizás si yo no lo estaba viendo por algún motivo él no lo notaría, aunque claramente tendría que hacerlo. ¿Y a qué venía eso de querer no mostrarlo? Pues ni idea, como si me quedase algo de orgullo aquel día después de haberme calentado por haber visto un beso.

—¿Mnh?

Tuve que girar de nuevo la cabeza para mirarlo y enfocar la vista en algo más definido que una nubes, y al hacerlo noté que la mano que había extendido sobre su regazo se había afianzado en algún momento a su pantalón, con algo de fuerza, e intenté soltarlo de la manera más disimulada que pude. Dejé de prestarle atención al cigarro que se había quedado en el otro lado y, por algún motivo, centrar la mirada me ayudó a conectar las neuronas de nuevo para responderle con una nueva cuota de normalidad impostada, aunque me fue imposible esconder que la respiración se me estaba comenzando a acelerar.

>>Just fine~ —respondí finalmente, en un murmullo—. Kinda rough, I liked it~

 

Como solía ocurrir, su cuerpo empezó a responder por sí solo. Quizá no fueran ideas mías y Alisha sí estuviera intentando regular sus reacciones, pero bueno~ Entre el espectáculo con Katty-chan y todo este rollo de mierda no podía culparla del todo, ¿no? Yo también estaba caliente que te cagas y además ¿hace cuánto tiempo no nos liábamos? Like, for real.

Su suspiro se me antojó de lo más satisfactorio, y sólo sirvió de gasolina para el incendio. No en el sentido de perder la cabeza, en verdad tenía un control de impulsos que siquiera se correspondía con mi conducta. Era más bien el incentivo para seguir jalando y jalando de aquella cuerda atada a... ¿qué?

¿Qué estaba buscando de Alisha?

¿Era la ira que me cargaba encima?​

¿Era porque la idiota había nombrado al jodido de Sonnen?

¿Quizá lo era todo?​

Regresó su azul a mí y le sonreí con cierta intención, prácticamente ronroneando mientras parecía reconectar las neuronas o qué se yo. Su mano en mi pierna me había enviado un cosquilleo bastante molesto a la entrepierna, pero pareció darse cuenta del agarre y relajó la presión con un disimulo que sólo siguió dándome satisfacción.

Esperé a que abriera la boca para remover la mano del sostén y la camisa, lo hice lentamente y arrastré la palma sobre su abdomen, tanteé los bordes de la falda y la rebasé hasta hacerme con su muslo. Lo empecé a recorrer de forma vaga, con la pura intención de darle cosquillas, hasta la rodilla y de regreso. Había tenido que erguirme para alcanzar su pierna, así que su rostro ya no me quedaba en el campo visual.

—Eh~ Sounds good. —Solté una risa que se asemejó a un ronroneo y amenacé con colar la mano entre sus muslos, una y otra vez, sin alcanzar a tocarla realmente. Giré el rostro para verla de reojo, afirmando las caricias en su piel—. Did he do this~?

 

¿A qué se suponía que estábamos jugando? ¿Había algo detrás de toda aquella estupidez o de verdad era eso todo lo que había? Tenía sentido, ¿verdad? El cabrón se tenía que haber quedado caliente como la mierda después de comerle la boca a Katrina y yo me había quedado ahí en una situación parecida, así que realmente no tenía nada de raro que estuviésemos así.

...y de todas formas, ¿qué se suponía que estaba haciendo? ¿Intentando buscarle una razón o una justificación como si alguna vez hubiese hecho falta? Siempre hacíamos lo que queríamos, y realmente aquella situación no tenía por qué ser diferente. Podía hacer lo que quisiese conmigo ahí mismo, lo sabía; y lo estaba aprovechando, porque yo lo dejaba... como siempre.

Ese pensamiento me desconectó un poco más las neuronas y sentí como la zona del abdomen se me tensaba en anticipación cuando pasó la mano por ahí, cuando tanteó la falda y cuando finalmente pasó a mi muslo. Las cosquillas me erizaron la piel y de nuevo no pude, y ya no tuve intenciones de, contener los suspiros y quejidos roncos que escapaban de mis labios cada vez que hacía el amago de colarse entre las piernas.

Recibí de nuevo sus ojos, en aquella ocasión algo más agitada, y con la mirada ligeramente entornada.

—Más o menos~ —respondí, con un hilo de voz—. ¿Qué pasa? ¿Acaso se me nota en la cara que me gusta el teasing?

Solté otra risa, algo más ahogada, y me removí un poco en un intento de... no sé, buscar más contacto, como siempre. Pero mierda, ¿en qué momento había sido tan estúpida como para ponerme en esa posición que me lo estaba dificultando todo?

 

Su abdomen se tensó apenas lo navegué, en sí su cuerpo reaccionaba de una forma estúpidamente evidente, tanto que si conservara alguna pizca de bondad dentro tendría que hasta darme ternura, ni idea. La conocía, joder, podía recorrerla con los ojos cerrados y a esa altura del partido ya no sabía si simplemente quería desconectarle el cerebro a alguien o estaba buscando en ese cuerpo conocido una porción del Joey que en algún momento había sido.

Ugh, lo estaba pensando demasiado.

Fue cediendo poco a poco, como había anticipado, y no me molesté en contener la sonrisa. Sus suspiros corrían raudos por mis oídos y me obligaron a soltar uno igual, pesado y algo ronco. ¿Qué mierda estaba haciendo, empujándome al borde del risco? ¿Era puto masoquista o algo? El azul de sus ojos ya se había opacado y el cerebro no me carburaba a una velocidad decente. Si en algún momento la culpa y el asco me habían mantenido lejos de cualquier ser humano, pues la estupidez comenzaba a diluirse con una facilidad peligrosa y ya no encontraba motivos para quitarle las manos de encima a Alisha.

Esos jodidos gemidos.

Un montón de cosas me cruzaron la mente.

Un amasijo de imágenes, voces y sensaciones.​

¿Iba a enviarle ese mensaje al final, citándola al club de fotografía?

Claro que sí, porque era ese hijo de puta.​

Ah, tendría que obligarla a saltarse las pruebas~

¿Me importaba?​

Ni un poco.​

La voz de Alisha me devolvió un poco a la realidad, los dedos ya me cosquilleaban y noté que llevaba encima un calor de lo más molesto bañándome el cuerpo. Tragué saliva, recuperando la sonrisa, y me mordí el labio al colar la mano bajo su falda. Tanteé, deslicé dos dedos sobre su ropa interior de punta a punta y regresé a su muslo, ensanchando la mueca. Ya debía parecer Satanás o qué sé yo.

—¿En serio tengo que responder a eso? —murmuré, en voz ronca, y suspendí el contacto.

Alcé la mano, girándome hasta dejar la espalda sobre la reja, y mi cabeza quedó junto a sus zapatos. Venga, pedazo de vistas tenía desde ahí. Me pasé la lengua sobre los dientes y busqué sus ojos.

—¿Continúas el trabajo, honey? —le pedí en tono sedoso, mientras sacaba el móvil del bolsillo con movimientos precavidos.

Hasta se me ocurrió filmarla y todo, joder. La simple idea me arrojó una punzada de locura al cerebro y volví a desinflar los pulmones, buscando un chat determinado.

Bellabel.

Tengo algo para ti, Bellabel~
Irías al club cuando acaben las clases?
Sé que son las pruebas y eso pero me concederías cinco minutos de tu tiempo?
Te estaré esperando~

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Quedó kinda weird pero no quería que el receso acabara sin que Joey le enviara el mensaje adjskalda *muchos sorbitos*

 

Sabía perfectamente que mi capacidad de contención era bastante desastrosa pero es que llegados a ese punto era ya una puta broma lo poco que podía controlarme. ¿Me importaba? No mucho, menos estando con Joey, pero era simplemente ridículo.

El roce sobre la ropa interior me lanzó un chispazo a lo largo de la espalda, una especie de gruñido ronco me vibró en el pecho cuando me di cuenta que eso iba a ser todo, y fue en ese momento que supe que las neuronas me habían hecho cortocircuito y que no había vuelta atrás.

Y una mierda iba a dejar que eso acabase ahí.

No le hice mucho caso a su primera pregunta, lo cierto es que por un segundo había olvidado hasta a que se refería, pero sí me fijé en la posición que adoptó y sí capté sus siguientes palabras. Me tomé un tiempo en reaccionar, sobre todo por qué noté cómo sacaba el móvil y tenía hasta curiosidad por ver qué tenía planeado.

Bajé las piernas con cuidado y me incorporé, quitando la mano de su pierna para usarla de apoyo sobre el suelo. El cigarro estaba en las últimas pero le pude dar una última calada antes de apagarlo con los dedos contra el cemento, soltando el humo al mismo tiempo.

Creo que le di tiempo a Joey a que terminase de hacer lo que sea con el móvil, no lo sé, parecía que solo había mandado unos mensajes o qué sé yo. Lo cierto es que no me importaba mucho tampoco.

Pasé la pierna por encima de las suyas hasta quedarme sentada sobre su regazo, soltando un suspiro pesado al hacer rozar mi entrepierna contra la suya en el proceso. Llevé después la mano hasta su muñeca, la de la mano que tenía el teléfono agarrado, y se la aparté hacia un lado con delicadeza, dedicándole una sonrisa de lo más inocente y jodidamente falsa. Mantuve los dedos apretados alrededor de su muñeca, para evitar cualquier movimiento, y mi mano libre fue a parar al lado de su cabeza, agarrándose de la verja.

Me incliné hasta hacer rozar mis labios con su oreja.

—Prefiero que lo continúes tú, sweetheart —susurré, mordiéndole el lóbulo justo después.

¿Y luego?

Le comí la boca, por supuesto.

Por mí que le diesen a las clases.

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¿Quién necesita horas de sueño cuando lord wickham anda haciendo de las suyas? WELL NOT ME

 

Por el rabillo del ojo me di cuenta que Alisha no iba a hacerme caso, considerando sus movimientos y tal. Me dio tiempo a enviar los mensajes, aunque redactando el último ya tenía la sonrisilla divertida de quien sabe lo que va a ocurrir. Su peso se cernió sobre mi regazo, me apartó el aparato con firmeza y alcé la cabeza de golpe justo cuando la jodida se presionó contra mi entrepierna. Tensé los músculos del rostro, la mandíbula, al encontrar sus ojos, y tragué grueso. El aire me corría pesado por la nariz.

Qué desobediente, Ali-chan~

Su sonrisa me vino en gracia, pero tenía el cerebro tan en la mierda que con suerte conseguí soltar una risa nasal, floja y vaga. Sus dedos apretaron y su aliento sobre mi oreja me arrojó un escalofrío por la columna, de punta a punta. Me la había buscado, ¿no?

—Such a bad girl —fue lo único que llegué a susurrar antes de que me besara.

Le correspondí con una ansiedad demente, me deshice de su agarre de un movimiento brusco y dejé el móvil sobre el cemento para atrapar sus glúteos entre mis manos, saltándome la estúpida tela de la falda. Los apretujé, enterré los dedos en su piel y la empujé contra mis caderas casi con agresividad, colando la lengua dentro de su boca. Ladeé la cabeza, profundizando el beso, y la recorrí con un gusto que hasta daba asco. Una y otra, y otra vez, instándola a ejecutar el vaivén de toda la vida.

—Go on, sweetie —solté agitado sobre su boca, ya incapaz de conectar dos neuronas funcionales—. Show me how you can do it~

 

Me llenaba de una extraña satisfacción personal cada vez que lo veía reaccionar de aquellas maneras, cuando pulsaba los botones correctos y le fundía el cerebro, y dejaba ver lo mucho que también quería seguir y, dios, cuando dejaba ver al jodido demonio que llevaba dentro.

Prácticamente ronroneé cuando se soltó de mi agarre con aquel movimiento tan brusco, haciéndome sonreír un breve segundo contra sus labios. Le seguí el ritmo del beso con la facilidad de todas las otras veces, dejando que colase la lengua y recorriese el interior de mi boca como le diese la jodida gana, con aquella desesperación que me hubiese venido en gracia si no hubiese sido porque andaba demasiado centrada en continuar el movimiento casi rítmico de mi caderas contra las suyas.

Joder.

Los dedos apretándose contra mis glúteos la verdad es que solo ayudaban a calentarme aun más y en algún momento mis manos habían acabado tan cerca de su cuello que, al extender los pulgares hacia el interior, prácticamente podían juntarse alrededor del mismo. Jadeé el separarnos y un risa ronca me vibró en la garganta, jodidamente satisfecha. Me relamí los labios y bajé de manera considerable el ritmo del vaivén, pero siguió ahí, de manera constante.

—¿Qué pasa, cariño~? —susurré, comenzando a colar las manos en su camiseta como siempre hacía para comenzar a quitársela—. Needy? ¿Hace mucho desde la última vez?

La voz me salió algo agitada, por supuesto, pero si pensaba que no iba a sacarle provecho a la situación pues... no me conocía para nada.

Pero Joey me conocía bien.

Comencé a desabrocharle los botones de la camisa tras inclinarme y comenzar a besar la zona de su cuello, dejando mordidas y lamidas con bastante más frecuencia de la normal. Y seguí dejando un reguero de besos húmedos por sus pectorales, desde donde finalmente levanté la vista para mirarlo.

>>How can I do it, hm~? Puedo hacerlo de muchas maneras, ¿sabes? —murmuré, y mis manos bajaron hasta que le desabroché el pantalón y colé una en su interior—. Tell me what you want and maybe I'll do it like that~

 

Poco después de salir apareció Anna echándole un pasillo, vete a saber si buscándome o no, no era que me fuese a parar a pensar en eso, porque total también era amiga de Ishikawa y tal.
De cualquier manera cuando me vio no tardó en sonreírme con cierta picardía o algo así, la reflejé obviamente, porque parecía ya hacerlo sin pensarlo siquiera y de por sí el gesto me hizo algo de gracia.

Mira que saltarnos las pruebas.

Peores cosas habíamos hecho.​

La seguí sin demasiada prisa, manos en los bolsillos como Dunn, y cuando la alcancé ya en la azotea ella estaba apoyada en la pared. La miré de reojo antes de dar algunos pasos, hasta el centro del espacio, y sentí la brisa alborotarme el cabello que ya de por sí no era que lo llevara ordenado por naturaleza.

Gracias a Satanás y todas las entidades no sabía la mierda que había pasado en esa azotea y tantas otras o me habría encargado de cagarme en los muertos de todos, mínimo.

Aunque bueno, seguro me llevaba la madre que me había parido cuando Anna me dijera lo que tenía que decirme pero ya tendría tiempo para eso.

Me giré entonces para poder posar la vista de lleno en Anna y no sé de dónde cojones me salió, pero le dediqué una sonrisa bastante amplia que cargó consigo gran parte de la calidez casi infantil que había tenido la que le eché encima el día del invernadero.

Pedazo de estúpido, de verdad.

Relajé los gestos solo para hablar.

—¿Sir Dante entonces? —pregunté sin necesidad de alzar demasiado la voz, que de por sí yo no era dado a hablar así como que jodidamente fuerte—. Se te ocurre cada cosa, Anna.

 

La puerta se abrió a mi lado poco tiempo después y alcé la mirada del móvil sin prisa realmente. Es decir, por el tamaño de la sombra que me tapó el sol era más que obvio que sólo podía ser Al. Tenía esta capacidad para tragarse la luz, el pobre diablo, incluso sin pretenderlo. Se me dibujó una pequeña sonrisa en los labios y lo seguí hasta que se detuvo al centro del espacio; se quedó ahí un rato, disfrutando de la brisa. La idea me hizo reparar en el mismo detalle y cerré los ojos un instante, mi cabello meciéndose. Devolví el móvil a mi bolsillo y dejé la mochila en el piso.

Cuando recibí su sonrisa le regalé una muy similar en respuesta, sólo había que recordar su cara de culo de la semana pasada en comparación a esto. No, si en el fondo hasta los más grandotes y amenazantes eran cachitos de algodón blanco y suavecito.

Lo escuché sin problemas, aunque había hablado suave. Que me haya soltado eso de todas las cosas posibles me arrancó una risa breve y avancé hacia él, juntando mis palmas atrás y adelante, en una secuencia repetida mientras caminaba. No me detuve en sí, me puse a caminar por ahí pero manteniendo una distancia prudente para que fuera a oírme.

—Sir Dante, Lord de Segundo Año, Caballero de las Taquillas Rotas y Puertas Corredizas —pronuncié en tono solemne, inflando el pecho, y luego relajé la postura como si me desinflara con la risa que le siguió al pedazo de título—. No subestimes mi capacidad para sacarme estupideces de la manga, tengo neuronas full time dedicadas en eso~

Venga, ni podía aflojarme la sonrisa del rostro. Lo miré de reojo al pasar frente a él y luego hice una pompa de chicle, dejando las manos quietas para entrelazarlas tras mi espalda. Fui hasta la reja y me recosté en ella, ahora sí viéndolo de lleno.

—¿Y cómo acabaron comiendo juntos? ¿O lo conocías de antes?

Fuera como fuera, seguía siendo una coincidencia para descojonarse.

 

Que me regresara la sonrisa me devolvió al cuerpo un pedazo de alma que ni había echado en falta hasta ese momento, era lo que esperaba sin ser siquiera consciente, y liberé el aire contenido despacio mientras la veía acercarse y luego ponerse a navegar el espacio, aunque sin poner tanta distancia como para que no la escuchara cuando me respondió.

—Joder, ni los títulos de caballería reales deben ser tan largos —solté junto a una risa y ni siquiera debatí su capacidad para inventarse estupideces.

La seguí hasta la reja, echando la espalda allí también y hasta después atendí a su pregunta mientras alzaba la vista al cielo.

Cielo amoratado había dicho Shiori.

—Fui a buscarte a la clase —dije así sin más, sin despegar los ojos del firmamento—. Pero resulta que estaba Ishi buscando a Hodges, así que me acerqué a saludarlo y en eso Dante iba saliendo. Ishi y Hodges se fueron al invernadero y yo acompañé al chico a la cafetería, porque bueno, también iba a ir para comprarme el almuerzo y eso.

Bajé la vista de nuevo y la miré con el rabillo del ojo.

—¿Y ese escondite tan cool del que me hablaste antes~?

 

La tontería me arrancó una chispa de genuina emoción, bastante espontánea, y abrí la boca en una gran sonrisa mezcla de sorpresa e ilusión.

—¡Eh! ¿Y si me aventé el título de caballería más largo de la historia? Suena a récord guinness~

Lo dejé correr bastante rápido, sin embargo, cuando se acercó y me contó cómo había dado con Dante. Él había fijado la vista en el cielo y yo observé su perfil distraído un par de segundos antes de bajar a detallar mis zapatos y eso, que me puse a mover sin mucho objetivo como tal. ¿Me había ido a buscar a la clase? Oh, bueno, al menos así como estábamos no iba a poder verme la sonrisa.

Idiota.

No respondí a la anécdota como tal, tampoco había mucho espacio a acotar nada. A lo sumo asentí, soltando un "eh~" bastante vago, y regresé la mirada a él apenas sentí la suya sobre mí. Su pregunta reactivó la emoción y lo jalé de la muñeca hasta el centro del espacio, justo donde había estado segundos antes.

—Un escondite en la azotea, ¿te imaginas? Ah, ¿qué podría ser~? —murmuré, deteniéndome a su lado, y coloqué los brazos en taza.

Repasé el espacio rápidamente y al final fijé mi mirada encima suyo con un montón de expectativa, como si estuviera esperando que adivinara o algo así.

 

Verla sonriendo y toda la mierda, que pareciera genuino, me estaba haciendo ridículamente consciente de lo que había dolido verla transformada en una cosa gris, carente de forma o emoción, como uan suerte de cascarón vacío. Que me hubiera soltado aquella mierda de cuidarlas y no hubiese podido reaccionar para ir detrás de ella, haber fracasado o algo así en mi intento de traerla de regreso.

Como la noche que Jez se había soltado a llorar.

Pero ahora a la jodida tonta la sonrisa no se le quitaba de la cara y la verdad a mí tampoco, al menos no del todo. No sé cómo ni cuándo recuperé el buen humor, pero el caso era que lo tenía.

Que me tomara de la muñeca me agarró algo por sorpresa pero el caso es que me dejé hacer, nos arrastró al centro del espacio de nuevo y me miró con una expectativa que casi me hizo gracia, pero contuve la risa y me centré en recorrer el espacio con la vista.

Escondite en la jodida azotea.

Mierda, Al, si es que era de hacer dos más dos.

Clavé la vista en ella y fruncí apenas el ceño al caer en la posibilidad, bueno, en la única que había realmente.

—¿Te subiste al puto techo o algo? —pregunté relajando los gestos no mucho después.

Contenido oculto

Tremendo rant

 

Al se había subido al carro de mi tontería, comprendió mis intenciones y se puso a recorrer el espacio con la vista, bastante concentrado. Yo me quedé esperando, juntando las yemas de los dedos justo sobre mi boca, hasta que volví a recibir sus ojos y una chispa de ilusión me atravesó el semblante.

—¡Tin tin tin! Tenemos un ganador~ —Avancé hasta quedar a la distancia que necesitaba para tomar carrera y subirme al techo, pero no lo hice, sino que medio giré el rostro para verlo de soslayo y dedicarle una sonrisa coqueta—. Eh, más te vale no espiar~

Aunque ya no le quedaba mucho por ver, la verdad.

Habiéndole soltado la amenaza que de amenazante no tenía nada, me puse en posición, eché a correr y repetí el proceso del receso. Un pie en la pared, el siguiente al borde del ventanuco y ambas manos enganchadas al borde del techo. Ya era la tercera vez que me subía ahí, así que cada vez me salía más fluido y tal. Bueno, Altan ya sabía que era un bicho de circo, ¡no quedaba nada que ocultar!

Me erguí y me giré hacia él, victoriosa, colocando los brazos en taza. La brisa allí arriba era aún más agradable y meció mi coleta como una bandera ondeante.

—¿Ves? ¡Simple! —exclamé, enérgica—. Ah, primero pásame la mochila, porfa~ Me quedó ahí abajo.