Orilla del Río

Watanabe

Dolor, dolor, dolor, dolor; miedo, miedo, miedo, miedo.

La alegría le asustaba, el dolor le recordaba que estaba viva. Le daba miedo el dolor, le asustaban los días alegres que en cualquier momento darían una vuelta de 180° dejándola ante un abismo de fría y siseante oscuridad.

¿Qué? ¿Qué si ella no podía ser feliz siendo alegre? ¿Qué más daba si era una amargada? Cuando se está solo y no se tiene confianza en nada lo único que quedaba era cerrar el corazón; congelarlo hasta el punto de que parezca una piedra y que no importe cuanto lo quemes, jamás volverás a sentir dolor.

Pero eso era una farsa, una enorme farsa; porque hasta la piedra más dura se funde ante el calor y el rasguño del viento...

Ohhh... Ya lo venía venir; el fatidico final dónde Hiroki entraría en un arrebato de ira por defenderlas a ella y Shiori si tiraría al vacío en un intento de salvarlo...

Suspiró pesadamente; estaba por lanza la octava piedra, y lo hizo... Llegó al otro lado del río.

—Joder, Watanabe, tienes fuerzas cuando no las necesitas —susurró para sí misma... Ahhh... ¿Qué se sentiría recibir un puñetazo de Hiroki? Osea, el tipo golpeaba a estúpidos, porque el mismo era un estúpido ¿No? ¿Por qué paro entonces cuando se puso a llorar frente a él? ¡Joder, como odiaba eso!

10 piedras...

Iba a lanzar una última... Pero dijo que ya era suficiente. Se sentó en el pasto al lado del río del punte Hanazawa...

Agua... Asfixiante... Nunca pensó en como sería ahogarse en un río, porque ya de por sí se ahogaba en un vaso de agua; se ahogaba con el aire...

¿Había vivido siempre ahogada? ¿Habría tenido un problema de respiración de pequeña?...

Se recostó en el pasto... Y vio las nubes pasar por los cielos...

Y con una expresión indiferente dejó sus lágrimas caer ¿Qué sentido tenía retenerlas ya? Todos sabían que era una llorica, una quejica y una miedosa ¿Qué más daba si descubrían que era una amargada que odiaba su propia existencia?

Exhaló pesado...

Sep, por ella nunca hubiera nacido... Pero sin ella Ichirou, Kazuki, Haruka y Natsumi...Todos ellos tendrían un vacío oscuro en su corazón como ella lo tendría si no los tuviera a ellos.

Uno estaba jodidamente solo en su vida, y las decisiones importantes las tomaba uno; como era el de vivir con miedo y llorando, o el vivir sonriendo y enfrentando esos miedos.

Haruka se volvió una amargada cuando se hizo fuerte, pero no por eso dejó de sonreír... Es más... Cuanto más se acostumbraba a su nueva forma... Hasta dejó de ser apática.

Esa era la diferencia entre el buitre negro y el lobo solitario... El Buitre Negro si quería se transformaba en un canario al que podrías acariciar, o una gallina que te iba a cuidar...

Tenía que sacar a la estúpida de Sayuki de su mundo enturbiado y decirle: "¡Idiota! ¡¿Qué te crees andando dejando sola a tus amigas?! ¿Crees que te las mereces? ¡La condena de Yuki te esperó y esperó y tu seguias terca a que tu mundo se oscureciera! ¡Qué tú eliges si estar sola o no ante este mundo, maldita sea!

Sep, era mejor nunca dejar salir su forma de pensar, ahí si que se quedaría sin ningún amigo.

Pero en serio le enrabiaba que Yuki estuviera tan deprimida y ella no fuera capaz de hacer nada por ser un puto tempano de hielo ante esas situaciones.

 

—¡Haiyah!

Nagi escuchó un sonido a sus espaldas. Al voltearse, descubrió que Yuki Takagawa se encontraba no muy lejos de donde ella estaba sentada. Estaba... ¿practicando patadas contra el aire? Sí, parecía como si estuviese metida en una especie de entrenamiento personal...

—Uf, eso es suficiente por hoy —comentó la chica de cabellos rosados, irguiéndose correctamente—. ¿Huh? Oh, ¡Watanabe-chan! No te había visto antes... ¿qué te trae por aquí?

>> Sólo estaba de paso.

>> Estaba descansando un poco.

>> Nada, ya me iba...

 

Nagi

Quedó mirando ensimismada a la chica que pegaba patadas al aire... Aire... Vientos... Patadas... Sonrió ladina.
Estaba muy feliz de ver a Yuki tratando de distraerse liberando sus energías negativas de manera tan positiva.

Contenido oculto: Nagi smile

—¡Hey! ¡Takagawa! — Le sonrió dulce desde su puesto, sin levantarse del piso prosiguió hablando— ¿Qué tal todo? ¡Siento que hace semanas que no hablábamos!

Le dio una sonrisa más apaciguada, calmada...

Cuando Natsumi empezó a tener problemas Haruka también empezó a practicar artes marciales... ¿Sería el momento de que ella también aprendiera a dar puñetazos? Tal vez golpear una roca y recordar que dar golpes a lo tonto esta mal le calmaría.

>> Yo he tenido, tal vez, el peor día de mi vida ¡Pero bueno! Siempre hay algo peor por llegar —Se volvió a recostar en el pasto, entrecerró los ojos al ver el cielo azul... — Así que vine a descansar un poco.

¿Le debería pedir alguna disculpa a Tojo? Lo que pasó en la Herrería ni ella misma lo entendía...

—¡Oh! ¡Casi se me olvida! — Volvió a sentarse y dirigió la vista a su compañera— Me corté el cabello ¿Te gusta? ¿O crees que soy mala peluquera? —soltó una leve carcajada.

>> ¡Había olvidado por completo que tenías el cabello corto también, Takagawa-san!

 

Yuki sonrió levemente; parecía que le había agradado la respuesta...

—Pues está bien, a veces es bueno descansar... —comentó Yuki—. ¡Oh, vaya! La verdad es que te queda muy bonito el cabello corto... ¡te queda genial, Watanabe-chan!

>> Pues, no quiero interrumpir tu descanso... aquí casi nunca hay gente, así que es el lugar perfecto para mi entrenamiento secreto. ¡Hyah! Je... eres bienvenida a practicar conmigo, claro.

>> Pasar tiempo entrenando con Yuki.

>> Decidir descansar sola.

>> Irse de la Orilla del Río.

 

Nagi Watanabe

Observó a Yuki pegar patadas... Para luego sonreír ante el comentario.

—Gra-gracias, Ta-takagawa-san...

Se levantó lentamente, sacudió su ropa y se encaminó a un par de pasos de Yuki, lo suficientemente lejos para que no le pasara a llevar de casualidad...

¿Estaría bien si...?

—¿Sa-sabes qué? Cre-creo que... — Miro una vez más a la chica, algo dudosa... ¿Desde cuando tenía calor en las mejillas? Dios, el corazón no podía quedarse tranquilo ni con las cosas positivas. Se llevó un mechón de pelo tras la oreja— ¿Por qué te gusta entrenar, Takagawa-san?

Tenía genuina curiosidad, y en serio esperaba que pasar un rato con la chica le calmara un poco los nervios de punta que tenía...
Al fin y al cabo, tarde o temprano, tendrían que volver a Arcadia... Debía aprovechar la tranquilidad del momento...

Inhaló y exhaló despacio, llenando sus pulmones de aire. Al suspirar, sintió su cabeza adolorida... Pero se había calmado un poco por el momento.
¿Seguía nerviosa? Si, más que nunca... Pero esa chica siempre le había transmitido confianza...

Cosa de ver a alguien como un igual, pensó.

—Cre-creo que es muy admirable eso de practicar... alguna arte marcial; siempre que no sea de manera mal intencionada, claro. No me gusta eso de la violencia desproporcionada... No sé si me explico...

 

—Hmm... sí, creo que te explicas, pero... ¿por qué me gusta? Cómo explico algo así... oh, ¡lo tengo! —exclamó Yuki de repente, y se acercó a Nagi—. ¡Vamos a entrenar un rato, Watanabe-chan! Y tienes que estar bien concentrada, eh... ¡nada de quejas! ¡Vamos, verás que así comprenderás!

Y así, ambas jóvenes terminaron pasando un rato juntas... Yuki tiraba puñetazos y patadas al ritmo del "¡uno, dos! ¡uno, dos!" que iba gritando con cada golpe que le daba al aire... a decir verdad, era más tierno que amenazante, pero por el momento Nagi no emitió opinión al respecto, y simplemente imitó a la chica como le había pedido que hiciera. Y al cabo de un rato...

—Uf, ¡estoy exhausta! —declaró Yuki, echándose de espalda al césped justo a la orilla del río—. De verdad que entrenar es agotador, ¿verdad?

>> Sí, realmente lo es.

>> Yo no estoy ni sudando.

>> Si tú lo dices...

 

Nagi Watanabe

—¿Eh? — Se sorprendió al ver el rostro de Yuki tan cerca, y no le dio tiempo a procesar lo ocurrido cuando ya estaba tirando puñetazos al aire... Bueno, en realidad hacía un movimiento muy vacilante. Lo hacía lentamente, centrándose en lo que hacia, visualizando recuerdos que no quería.

Más de una vez le dirigió otra mirada a Takagawa... Y tan solo sonreía...

Al final se había agotado más de lo que esperó... No por hacer tantos movimientos, si no que tras tener la mente algo más despejada se sentía realmente agotada.

—¿Hm? —exclamó suave en cuanto le preguntó si era agotador. Nagi sonrió algo acomplejada. Se acercó a la chica y se acuclillo a su lado... Le tocó la frente con el dedo indice.

>> Te daré una pista, Takagawa-san; No muevo un músculo en todo el santo día... — dejo soltar una pequeña sonrisa— Así que... Si, estoy bastante agotada.

Se sentó al lado de su compañera, pero sin recostarse. Miró el río seguir su caudal... Dios, ahora si se sentía más relajada.

—Hey... Takagawa... ¿Tienes algún amigo?

 

Yuki sonrió ante el comentario, satisfecha de saber que no era la única agotada.

—¿Si tengo algún amigo? ¡Por supuesto que tengo! ¡Te tengo a ti, Watanabe-chan! —dijo Yuki con energía—. Al fin y al cabo, somos amigas, ¿verdad?

>> En fin, tú me preguntaste por qué me gusta entrenar, ¿eh? Bueno... digamos que es una buena distracción. Cuando entrenas, tu mente y tu cuerpo están tan enfocados que no puedes pensar en nada más... oh, oh, ¡y además! Además es una gran forma de ganar fuerza... ¡ya verás que todos los malos caerán rendidos ante mis poderosas patadas! ¡Haiya- ouch, estoy muy cansada para esto, ja...

>> Eso suena tonto.

>> ¿Para qué necesitas esa fuerza?

>> Eso suena asombroso.

 

Nagi Watanabe


Soltó una leve risa mientras miraba el pasto... La primavera era linda de vez en cuando... Y aún se sentía abochornada.

—S-si... —afirmó ante la pregunta de Takagawa, a pesar de que la chica al parecer lo tenía asumido. Apretó el pasto entre sus dedos y miró de reojo a la chica a su costado. No había mucho más que decir.

Soltó otra leve risa ante las ocurrencias de... Su amiga.

—Hey, Takagawa-san: Hay que descansar bien ¿No? —dijo con una suavidad que le recordó a Natsumi cuando hablaba con Kazuki...

Se sentía media tonta; no había parado de sonreír desde que terminó el entrenamiento con Takagawa.

>> Después de... Un arduo trabajo hay que descansar... — Se quedó en silencio, su rostro se oscureció un poco. Se abrazó a sus piernas y apoyó su mentón en las rodillas en estas, centrándose en el río y como reflejaba el sol...

Diablos ¿Por qué daba consejos que no seguía? Soltó una risa ante su propia estupidez mientras apoyaba la frente en sus rodillas.


—Eso suena asombroso... Me hubiera gustado tener ese valor de... Andar derrotando malos por ahí.

Se sorbió la nariz y apoyó de costado su cabeza en las rodillas; de esa forma podía ver a Takagawa.

>> Oye, Takagawa... Si te... — Miró un momento en silencio a su amiga, para volver luego a la posición de mirar el río... Uhgm... ¿Habría demasiado sol, tal vez?— Si... Si quieres puedes llamarme... Nagi, ya sabes... Eso hacen las amigas ¿No?

 

Yuki sonrió ante la respuesta de la chica, asintiendo como para indicar que comprendía lo que decía Nagi...

—¡Ah, de acuerdo, lo haré! Pero con una condición... ¡tú tienes que llamarme Yuki! —declaró la joven de cabellos rosados—. Me alegro de que seamos amigas, Nagi...

Sentía como que se había vuelto más cercana a Yuki hoy... podía sentir como su vínculo era un poco más fuerte que ayer...

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—En fin, creo que se está haciendo tarde... tengo que volver a casa ya —comentó Yuki, poniéndose de pie—. Fue divertido entrenar contigo hoy, Nagi... ¡nos vemos mañana en la escuela!

Y tras decir eso, la muchacha se despidió y comenzó a encaminarse hacia su hogar.

 

Anna se encontraba caminando junto a Miyuki por la orilla del Río Hanazawa.

La verdad era que el lugar era muy bonito; se podía apreciar la naturaleza y la ruralidad que caracterizaban a la ciudad de Hanazawa. Era una escena realmente pacífica, pero... Anna no podía evitar sentir algo curioso en su acompañante.

Miyuki se había mantenido en silencio mientras caminaban a través del puente del río. Ya no vestía su uniforme, sino que llevaba puesto una remera blanca sencilla de mangas largas, y unos jeans negros clásicos. Iba callada y con las manos juntas frente a su cuerpo, en perfecto silencio, con la mirada clavada en el piso. Era extraño... Miyuki era tan calmada, elegante y sensata, pero a Anna le daba la sensación que estaba un poco... ¿nerviosa?

>> ¿Estás bien, senpai?

>> ¿Tu gusta tu trabajo, senpai?

>> Puedo irme si quieres, senpai.

 

—¿Eh? —soltó Miyuki de repente, como si jamás se hubiese esperado que le hiciese tal pregunta. Apretó un poquito los puños y contesto con voz fina—. S-sí, m-me gusta trabajar ahí... es un café bonito... ¿ve-verdad?

Vaya, realmente no sonaba nada como la confiada y majestuosamente elegante Miyuki del café. La miró con atención, y le pareció que estaba ligeramente ruborizada... y no apartaba la mirada del suelo. ¿Le sucedería algo?

>> ¿He hecho algo mal?

>> ¿Estás nerviosa?

>> No pareces la misma de antes.

 

—¿Qué? ¡N-no, no! ¡Claro que n-no! Lo siento... —se disculpó rápidamente la muchacha.

Junto ambas manos mientras caminaba con pasos nerviosos. Junto aire, como intentando calmar su agitado corazón, y luego se volvió a Anna para hacer una rápida reverencia de disculpa.

—Es mi culpa, l-lo siento —musitó Miyuki—. L-la verdad es que... te invité a caminar s-sin pensarlo mucho, yo... esto... ¿p-prometes no reírte, Hiradaira-san?

>> ¿Por qué me reiría?

>> Por supuesto que no.

>> Depende, si es algo gracioso...

 

—Este... ehm... —Miyuki apartó la mirada y la enfocó en sus manos. Hacía circulitos alrededor con sus dedos índices, intentando encontrar el coraje para hablar—. L-la verdad es que... tengo muchos problemas... para socializar y tratar con la gente. Desde pequeña que soy un poco retraída, y me cuesta hablar con las personas. Siempre he sido así, pe-pero... pero yo, ¡no quiero ser así! Ah, di-disculpa, no quise gritar, yo...

>> Tomé el trabajo en el maid café para intentar vencer mis miedos... casi me agarra un ataque al corazón al verlos uniformes, pero todo cambió cuando me puse uno. Vestida así, me sentía confiada, me sentía increíble... como si nada pudiese asustarme... pero en cuanto me saco el uniforme, pierdo toda esa confianza y vuelvo a ser... yo. ¿C-crees que soy muy rara?

>> Es admirable que intentes superar tus miedos.

>> No, sólo necesitas tener más confianza en ti misma.

>> Sí, eres un bicho raro.

 

Sanji Allende

Me troné el cuello, para luego estirarme en el cálido césped a la orilla del río. Había decidido meter los pies dentro del agua, quitándome los zapatos, y eso me había enviado una ola refrescante por todo mi cuerpo. Me cubrí el rostro con el sombrero, para evitar que el sol me molestara, y cerré los ojos, mi ukelele al lado, descansando conmigo. ¿Qué mejor momento que ese para echarme una siesta? Si había algo que podía destacar de Japón, es que podía cerrar los ojos y dormir tranquilamente sobre el pasto en público, sin tener miedo a amanecer en una zanja, con cicatrices en el abdomen y sin zapatillas.

Inspiré, llenando mis pulmones del olor a césped calentado por el sol, a río que borbotea alegre, y a tranquila tarde sin preocupaciones. Esos olores si que le hacían bien a uno en el alma.

***

Unas voces me arrebataron de mi dulce ensueño. Una era conocida. Era de Anna, mi compañera de aventuras por paisajes de pesadilla y parques de diversión macabros. Y también de estar cubierta de mocos. Solté una risa nasal. Estaría bueno tener un poco de moco a mano. Nunca estaba de más recordar viejas costumbres. Aunque de viejas tuvieran menos de dos días. Sin embargo, había otra voz que no lograba reconocer. Agazapado en el pasto, las busqué con la mirada, lo cual era tarea difícil, teniendo en cuenta la altura del hongo. Pero chillaba como niño en Navidad, así que tampoco fue tan complicado.

Sonreí, mientras me incorporaba. Parecían bastante abstraídas en su charla, lo cual hacía que todo fuera extremadamente simple para darles un buen susto. Saltar de atrás, gritando, nada nuevo. Mostrando los dientes, me acerqué sigilosamente. Pero, en cuanto escuché lo que estaban diciendo, me detuve, bufando molesto. Estaban hablando de cosas como secretos personales (que ni siquiera eran interesantes), miedos y otras cosas profundas y del corazón. Y aunque antes no me importara, ahora tenía una presencia en mi cabeza que me acuchillaba la mente con ataques psíquicos cada vez que me pasaba una raya invisible.

Pateé una piedra, enojado. Maldita Huitaca, no me dejaba ser yo. Bueno, no me iba a quedar otra que esperar a que pasaran a temas más banales. O que apareciera otra persona. Había interrumpido mi siesta por nada. Maldita porquería.

Molesto, me senté y comencé a tocar el ukelele, improvisando.

Puta moralidad que me había encontrado.

 

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Creo haberlo dicho cuando expliqué Arcanas, pero cuando estás interactuando con un Arcana y aumentando su rango NO pueden interactuar con otros; sólo se pueden hacer cuando están solos. Es decir, si Sanji se une a la conversación, no tiene sentido que Anna aumente su relación con Miyuki porque no está sola con ella. Se supone que es un momento privado, so lo siento mucho, pero Miyuki va a ignorar a Sanji xD

—¡¿E-e-e-eh?! ¿Síndrome de superhéroe? —repitió Miyuki, sin poder evitar sonrojarse y sorprenderse a la vez—. N-no, no lo creo... alguien como yo... no podría ser un superhéroe...

>> Pero... gracias por decirlo, Hiradaira-san... quizás me siento un poco mejor...