Pasillo (Segunda planta)

Se disculpaba por tonterías, ¿verdad? Y probablemente lo hiciera por cosas aún más insignificantes, pero no iba a ser yo quien lo destacara. Al menos no de la forma explícita, en sí había recordado esta mierda que papá solía decir hace un par de años pero no junté las ganas suficientes para soltársela.

No pidas perdón, agradece.

Agradece por lo mismo que te disculpas y ya verás cómo todo cambia.

—Nah, no toco ningún instrumento. Tampoco canto, al menos no muy bien, pero sí me gusta bailar. —Di una vuelta sobre mis talones a la carrera, la coleta acompañó el movimiento y no le concedí mayor relevancia, lo hice porque me apeteció y ya—. Ah, quería abrir un club de danza contemporánea así que si sabes de alguien interesado, ya sabes. Voy a la 2-2.

No esperaba haber acertado tan al centro de la diana, pero ese parecía ser el caso y bueno, se sentía bien decir cosas relevantes de vez en cuando, ¿no? Así como le ocurría seguido a la gente inteligente. Una pequeña sonrisa se me dibujó en los labios, una mezcla de orgullo y comprensión, y asentí. De repente tenía el estúpido deseo, aunque débil, de animar a este muchacho.

—Ya verás que las pruebas son pan comido, nada que vaya a matarnos.

Bueno, no era como si planeara asistir pero esa información mejor tragármela. Ya había demostrado ser un preguntón y no me apetecía entrar en ese campo.

Sonreí con algo más de ganas apenas aceptó los cascos y le di play a la canción, manteniendo el móvil en mi mano para no tensar el cable en exceso. Seguimos caminando en silencio, a paso tranquilo, hasta que nos detuvimos a mitad del pasillo de segundo. Dejé caer la espalda sobre los ventanales y me mantuve quieta, observándolo de tanto en tanto. Estaba bastante inmerso en la melodía, su cabeza acompañaba el ritmo y se me hizo adorable. No cualquiera tenía la decencia de seguirle el carro a una loca desconocida que de repente te encajaba los cascos y una canción en un idioma extraño.

—¿En vivo? Puede ser, no me ha pasado —respondí, dejando colgados los cascos en mi brazo mientras cerraba las aplicaciones del móvil y regresaba la vista a Dante—. No he visto muchas bandas en vivo, la verdad, esas mierdas suelen ser costosas y bueno.

Me palmeé los bolsillos, como si no hubiera nada ahí, y solté una risa floja.

—Pero sí me gusta mucho escuchar música, de todo tipo, la verdad. ¿A ti qué te gusta escuchar?

 

Se me escapó una risa ligeramente ronca que más o menos intenté disimular llevándome la mano a los labios. La dejé allí un par de segundos, algo floja, mientras lo oía seguir hablando. Ese muchacho a veces hablaba tan formal que hasta le sentaba bien de veras el apodo de Sir Dante. ¿Tendría que empezar a decirle así?

—Ah, sí, yo creo que debían habernos puesto algo en las zapatillas o qué se yo —reflexioné, recordando la de gente que se había ido de cara al suelo—. Pero bueno, sólo nos queda confiar en que haya sido una desafortunada coincidencia, ¿verdad?

Sugerí la idea con el índice en alto, y no mucho después lo dejé caer para enterrar las manos en los bolsillos del blazer y abrir sus solapas, en un gesto amistoso.

—Bueno, Sir Dante, si algún día quiere una recomendación musical aquí tiene a una loca de Spotify a su servicio. —Incliné la cabeza en una reverencia por demás ceremoniosa y me erguí junto a una risa breve—. Y sí, papá solía cantar un montón. Toooodo el tiempo, de hecho, era genial tenerlo por casa. —Me di cuenta al segundo de cuán triste e incluso trágico podía sonar eso, así que me apresuré por buscar sus ojos y aclarar—: Ah, no se murió ni nada, eh. Sólo que trabaja fuera de la ciudad.

Me había devuelto los cascos al cuello y el móvil al bolsillo de la falda, la coleta acompañaba mis movimientos y en sí tuve la sensación de que nada de mi apariencia debía llamar la atención. Nada era diferente a la Anna que siempre había sido.

Pero luego andaba azotando puertas e idiotas bienintencionados como Dante lo notaban.

—¿Ah~? —Su propuesta me recordó la estupidez de hace un rato y asentí, imprimiéndole una clara nota de suavidad tanto a mi voz como a mis movimientos al acercarme a mi salón de clases—. Pero bueno, cariño, ¿cómo rechazar semejante oferta?

 

Percibí la presencia de Kashya por el rabillo del ojo, y detuve mis cuarzos en ella para sonreírle y agitar la mano, devolviéndole el saludo. Nunca había tratado como tal con la chica, pero sabía que era amiga de Emily y que había estado pendiente de mí cuando Hodges se lo pidió. Seguro era un cachito de algodón debajo de esa cara de poker.

Dante salió al pasillo y lo recibí con las manos entrelazadas a la espalda, sonriendo en una mezcla de travesura y culpabilidad al demostrarme abiertamente su confusión. Bueno, no podía culparlo, ¡estaba manejando secretos de Estado aquí! Su risa me resultó contagiosa y solté una liviana, pero que surgió directa de mi pecho y me resultó por demás cristalina y... sanadora, si se quiere.

Fruncí el ceño de repente, con una seriedad impostada casi señorial, y lo señalé con todo el brazo extendido.

—Esa, mi Señor, es una gran filosofía de vida.

Fue cosa de segundos antes de relajar el cuerpo y volver a sonreír, la verdad. Se me escapó otra risa breve y me guié sobre los empeines uno, dos, tres pasos en dirección a las escaleras, antes de girarme hacia él y extenderle una mano con aires ceremoniosos. Carraspeé, montándome todo el teatro, y pronuncié en voz clara y pomposa:

—Sir Dante, Lord de Segundo Año, Caballero de las Taquillas Rotas y Puerta Corredizas, ¿gustaría de concederme una pieza bajo este brillante sol de primavera?

Estuve a medio pelo de ponerle cara de cordero degollado por mero impulso, pero me resultaba mucho más divertido el numerito dramático así que me mantuve en mi papel. ¿Si me rechazaba? Bueno, esa probabilidad... la resolvería después. Había logrado dejar de pensar, así fuera por cinco minutos, y no me apetecía estallar la burbuja.

 

Me limité a asentir, claro que tenía razón y si me detenía a analizar la situación desde su perspectiva, bueno, yo era un caso aparte capaz de subirse al carro de un desconocido, pero sabía que la gente por lo general era más... prudente.

La reacción de Dante no me vino del todo inesperada, le permití el tiempo que necesitara para procesar la propuesta sin desdibujar mi sonrisa, aunque pudiera sentir cómo mis ánimos mermaban poco a poco dentro de mi pecho o lo que fuera. Como si a mi cuerpo se le hubiera hecho una nueva grieta, una que no había podido parchar aún, y por allí se me escapara la energía a presión.

Tampoco iba a demostrarlo.

Se puso rojo como un tomate, la pobre criatura, y me pregunté si quizá no me habría excedido. Estuve por aclarar que mi idea era colarnos en la azotea cuando alcanzó mi mano. No me ilusioné, sin embargo, hubo algo en la delicadeza de sus movimientos que me anticipó su respuesta. Mantuve la vista en sus ojos y logró arrancarme otra risa suave al instarme a dar una vuelta. Lo hice sin problema, giré y al afianzarme sobre mis talones frente a él dejé ir su mano. Me alisé la falda, no sé muy bien por qué, y asentí sin perder la sonrisa. Era modesta pero sincera.

—Muy bien, Señor, le tomaré la palabra —murmuré, redirigiendo mis pasos hacia la 2-2 sin darle la espalda—. Mucha suerte en las pruebas físicas, recuerda revisar tus zapatillas~

Me giré entonces, dando por concluida la conversación, e ingresé al salón sin prisas. Fui donde mi asiento, me acomodé allí y enterré el rostro entre mis manos, echando un vistazo al pasillo para confirmar que Dante ya no estaba y desinflarme los pulmones en un suspiro pesado. Pestañeé con cierta lentitud y removí los pies sobre el suelo, estirando y flexionando las piernas, repasando las grietas diminutas que tenía la pizarra. Por un momento había pensado, sentido, lo que fuera, que quizá no fuera tan mala idea asistir a las pruebas físicas, pero ahora...

Ahora la motivación se había esfumado.

 

Akaisa.

Akaisa.​

¿El ricachón ese, el de la compañía de salud, tenía una hija? Gracioso por demás, imaginaba que una bestia de esas, que seguro tenía dinero sucio entre manos, tenía como heredero un varón. Quiero decir, era un poco como funcionaban esos putos linajes de sangre, se mantenían por los que pasaban el apellido y para desgracia de las cagadas que nacían en esas cunas de oro podrido, bueno, no era seguro que lograran mantener el apellido que sus padres llevaban como un maldito estandarte.

—¿Ya me estás presentando a tus amiguitas, Ali-chan~? Pero qué buen servicio, sin duda —dije conteniendo una risa.

Armario de enseres.

Duchas.

Baños.

Enfermería dentro del circuito de cámaras.

Bueno, bueno. Que fuera haciéndome una lista o me hiciera el recorrido completo, porque me iba a olvidar de todos los putos sitios que usaban para follar en esa jodida escuela de mierda.
La dejé tomar la delantera porque total me servía para aprovechar las vistas que la tonta, con su camisa a medio abrir y la falda sobre lo reglamentado, le regalaba a todo dios. Ahora que lo pensaba, con esa jodida mata de pelo rubio... Bueno.

—No debe ser demasiado difícil joder las cámaras —comenté casi con aburrimiento. En tanto no te grabaran haciéndolas mierda daba lo mismo, la cantidad de veces que lo había hecho en el viejo instituto ya ni la tenía en cuenta. Como fuese volví a hablar con la gracia y altanería de siempre justo después—. Gracias. Esa era información de vital importancia.

Mientras redireccionábamos los pasos hacia la segunda planta se me ocurrió una gracia, bueno eran de esas ideas de mierda imposibles de ignorar con una de esas barbies en frente.
Tomé el mechero que cargaba en el bolsillo, no lo saqué, solo giré la ruedilla y me puse a pensar cuánta hierba cargaba encima, aunque de todas formas para el gasto tenía los cigarros corrientes.

—Bueno, hermosa guía turística, ¿su contrato no dice nada sobre fumar un cigarrillo con el nuevo? Ya sabes, ritual de bienvenida o algo.

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Amane are u seeing it? im seeing it

 

El gesto de Arata de picarme la mejilla me vino bastante en gracia y comprimí las facciones como un chiquillo junto a una risa nasal, lanzando un manotazo sin fuerza al aire. Andaba bien, igual se le notaba pero la confirmación no estaba de más. Sonreí con aún más calidez si es que era posible y alcé el brazo para revolverle la mota de cabello rubia. En su momento Arata había sido todo un regio senpai, mucho más acostumbrado a los hábitos de la calle y con tanto por enseñarnos.

Venga, se había tomado la tarea muy a pecho.

Pero ahora, aunque la diferencia de edad fuera la misma, parecíamos... ¿más nivelados? Como fuera, llamó a una chica y me quedé allí, tranquilo, observando los movimientos de ambos. Era la muchacha de mi clase con el cabello de un tono muy similar al de Anna. Ah, seguía sin responderme los mensajes, ¿debería enviarle otro?

Una paleta apareció en mi campo de visión de repente y eché el cuello hacia atrás por inercia, una sonrisita burlona danzando en mis labios. Desvié la mirada de la golosina a los ojos de Riamu y enterré las manos en los bolsillos.

—No, gracias, ya tengo planes. —Comencé a caminar en dirección al pasillo sin darles la espalda y asentí con la cabeza, a modo de despedida—. Nos vemos~

Reparé una última vez en cada uno antes de enderezar mi camino hacia las escaleras. Eché un vistazo dentro de la 3-2 y la 3-1 por puro deporte, pensando quizá si me toparía con Altan o Morgan, pero no fue el caso. Ya en el segundo piso no conté con el mismo impulso para la 2-2, la rebasé de lleno y metí la cabeza dentro de la 2-3 como todo un descarado. Repasé los alrededores en busca de Emily, con la sonrisa de siempre pegada al rostro.

Me debía una pregunta, ¿a que sí~?

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Amane hola bombón

 

Me había metido al baño apenas sonó la campana, de pura manía ya y me encendí un cigarrillo. Fumé sin prisa en realidad, no sabía qué hacer con el tiempo de receso además de, bueno, almorzar y eso. Tampoco sabía si molestar a Ishikawa para hacerle compañía, con Dunn solo me llegaba a juntar para mierdas y lo mismo con Arata.
Cuando el primer cigarro se consumió aplasté la colilla contra la pared del cubículo, saqué el segundo pero me lo dejé entre los labios en lo que sacaba el móvil y typeaba un poco a velocidad en el chat de Anna.

Hey.
Gracias por lo de la mañana, la jodida rubia esa estaba sacándome un poco de mis casillas.

Me lo pensé un par de segundos antes de enviar un sticker de gatito como los del otro día y regresarme el objeto al bolsillo para luego encenderme el cigarro. Ese no me lo fumé tan despacio y apenas lo terminé salí del cuadrante.
Al salir al pasillo vi a Arata en la puerta de su clase con una chica, nada nuevo bajo el sol, también estaba el idiota de Wickham y poco más de forma que solo caminé a la segunda planta un poco por reflejo, me asomé a la 2-2 pero Anna no estaba y tampoco estaba la idiota de Shiori, que quién sabe a dónde había ido a meterse con tal de no tratar ya con nadie.

Jodida arisca de mierda estaba hecha.

Sin embargo noté en la puerta de la otra clase el cabello cian de Ishikawa y bueno, ya que estaba allí mínimo podía saludarlo supongo. El chico estaba asomando la cabeza a la clase, de forma que me acerqué, manos en los bolsillos como siempre.

—Hola, Ishi —saludé y le dediqué una sonrisa para al final asomar la cabeza también—. Ah, ¿vienes por Hodges?

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Nekita bueno por obra del destino el pendejo quedó atravesado en la puerta de la clase JAJAJA F Dante

 

No nos quedó más opción que seguir mis palabras y entrar a la Academia justo después de haberlo dicho, dirigiéndonos juntas hasta que nos tuvimos que ir separando en cada pasillo. Era un poco gracioso, si lo pensaba, porque más o menos medíamos lo mismo pero cada una iba a una año diferente.

Qué cosa curiosa.

Cuando llegué a la clase, Dante ya estaba ahí, pero no tuve mucha oportunidad de preguntarle qué tal había ido con Anna porque el profesor llegó y, bueno, había que atender. Además, sabía que él también era un chico responsable y no pretendía distraerlo de las explicaciones del profesor. También anunciaron que las pruebas físicas habían pasado a ser en lugar de los clubes y tuve que pestañear un par de veces hasta que mis neuronas lograron conectar.

¿De eso estaban hablando? ¿Estaba tan metida en mi mundo buscando a Shiori que no me había enterado? Dios, qué estúpida. Menos mal que habían avisado del cambio...

La clases pasaron con la velocidad de siempre, tomé apuntes como acostumbraba y, finalmente, el merecido receso llegó con el anuncio de la campana. Y estaba recogiendo mis cosas, tranquilamente, cuando el móvil me vibró anunciando un mensaje. Lo cogí para revisarlo y...

¿E-eh?

Sentí como todo el rostro se me encendía y tuve que dejar el teléfono sobre el pupitre para no pulsar algo por error o qué sé yo, porque me había puesto terriblemente nerviosa de la nada. ¿¿Planes para nosotros? ¿Qué quería decir con eso?

...

Espera...

Fruncí ligeramente el ceño revisando de nuevo el mensaje y volví a coger el móvil con mucha más tranquilidad, inflando las mejillas. Ah, ya sabía de qué iba la cosa, ¡era Kohaku a fin de cuentas! Se estaba burlando de mí, huh.

Le respondí un "vale~" una vez descubrí sus planes malvados y me quedé ahí, balanceando las piernas mientras esperaba con la cabeza en alto, toda orgullosa por mi deducción.

Pasó un rato hasta que distinguí la cabellera cian asomando por la puerta y levanté la mano a modo de saludo, poniéndome en pie. Me despedí de Dante con un "hasta luego~" y me acerqué a la puerta, momento exacto en el que también Altan apareció junto al chico.

—Ishikawa-senpai, Sonnen-senpai —saludé con voz suave, haciendo las reverencias correspondientes—. Buenas tardes~

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Pero si el bombón me está hablando

 

No esperaba que me hablaran desde atrás, ciertamente, y había tanto movimiento a mi alrededor que no lo procesé como relevante. Di un ligero respingo al oír la voz de Altan y volví la cabeza, viendo más allá de él en un repentino impulso por comprobar si andaba con Anna; pero no.

—Sonnen-kun, hola —correspondí a su saludo con calma y una sonrisa amable—. Sip, vamos a ir al invernadero~ Una ventaja de estar en el club de jardinería es poder disponer del espacio.

No le había prestado mucha atención a las pintas que toda la situación podían tener, como si... estuviera invitándola a una cita o algo. Sólo se me había ocurrido almorzar juntos, de paso gastar mi pregunta y no mucho más, ¿quizá revisar las flores? No era de perderme entre futuras posibilidades o escenarios hipotéticos, no gastaba neuronas ni tiempo en mierdas así. Permanecía abierto a lo que ocurriera y ya, por eso mi sonrisa se ensanchó cuando una idea arribó a mi mente.

—Ah, ¿te gustaría-?

Me interrumpí al notar por el rabillo del ojo no sólo la presencia de Emily, sino la de un muchacho de ojos verdes. Compañeros de clase, se ve. Ambos nos saludaron y éste último incluso se presentó. Le sonreí, entre enternecido y amable, y decidí relajar el culo y no pretender divertirme a costas de él ni nada parecido. ¿Por qué? Vete a saber. Piedad, quizá. Quizá no me apetecía y ya.

—Hola, Miles-kun, soy Kohaku Ishikawa. Es un gusto. —Correspondí a la inclinación de cabeza y deslicé mi mirada hacia Emily, risueño; le guiñé un ojo—. ¿Recibiste mis mensajes, Hodges-san~?

 

Que el chico diese un respingo me arrancó una risa directo del pecho, cuando se volteó para mirarme noté el movimiento que había hecho, como si quisiera comprobar si andaba solo o no y por rebote la cabeza se me fue a Anna de nuevo, que ya de por sí había estado pensando en el tanuki cuando le envié el mensaje de antes.
Como fuese, al parecer iría con Hodges al invernadero y estaba dando por asumido que Anna no iría con ellos. Otra jodida tonta que andaba más huraña que la mierda, aunque no era conmigo precisamente, era... con Ishikawa.

La presencia de Emily hizo que cortara lo que estuviese apunto de decirme y volviera la atención hacia la chica también.

—Ah hola, Hodges. ¿Todo bien?

Otro chico no tardó en acercarse, imaginé que seguramente para salir pero por la forma en que se presentó y tal me dio la sensación de que no quería molestarnos ni nada.

Espera.

La voz, me sonaba de algo, no terminaba de coordinar de dónde o por qué, pero estaba archivada en algún sitio.

—Un gusto, Miles —atajé, bastante más serio que con Ishikawa y Emily.

Fue mientras hablaba que tuve el puto insight de mi vida. Era... ¿El que había entrado al club? Era bueno recordando voces en tanto no estuvieran al otro lado de un teléfono, que tendía a distorsionarlas, y daba casi por sentado que el pobre diablo era el que habíamos estado molestando el otro día.

Una chispa de algo parecido a la burla o qué sé yo debió pasarme por los ojos, pero lo disimulé como un campeón. Aún así en la voz se me coló apenas un poco del tono que había usado desde el cuartucho oscuro de club de fotografía, el tono bajo, parecido a un ronroneo extraño.

El chiquillo se había presentado a la manera occidental, ¿no? Más extranjeros.

>>Y yo soy Altan Sonnen. —Me presenté después de Kohaku. Recorrí a Dante con la vista, sin demasiada discreción—. ¿Nuevo en la escuela?

La pregunta la hice solo para saber qué tan mala suerte había tenido el pobre diablo, no era que interesara para nada más.

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*patea a Al* eres un puto pesado me cago en tu vida

 

Asentí con la cabeza ante la pregunta del moreno, de repente sorprendentemente cómoda con su presencia, y me giré cuando escuché la voz de Dante, con una ligera sonrisa asomándome en los labios.

—Estoy bien con eso~ —respondí, para luego observar las presentaciones con cierta curiosidad—. Dante y yo fuimos a la misma escuela, ¿sabéis? Junto a Kashya y todas las demás.

Me interrumpí antes de decir nada más, porque sentí que igual tampoco era muy educado meterme así en una presentación que no era conmigo, así que me giré de nuevo hacia Kohaku y le dirigí una sonrisa orgullosa, asintiendo decidida con la cabeza, y sin una pizca de nerviosismo.

>>Los recibí, senpai —respondí, con el tono de voz más educado que había usado nunca—. Y acepto tu invitación a pasar el almuerzo contigo. ¡Una reunión formal de senpai y kohai!

Bueno, al final se me escapó una risilla porque estaba pasándome de tonta y acabé por relajar de nuevo la postura. Intercalé miradas de nuevo entre los chicos, algo dubitativa. Quizás era un poco maleducado hablar de eso delante de ellos y no invitarlos, ¿verdad? Y a mí no es que me molestase si querían venir, ni mucho menos, pero tampoco estaría bien si me echaba encima de los planes de Ishikawa así que... no sabía muy bien qué hacer.



Asentí con la cabeza, satisfecha ante su respuesta, y me di la vuelta para comenzar a bajar las escaleras con paso ligero, alcanzando el pasillo del segundo piso para repetir más o menos el mismo proceso.

—Eh, parece que hemos pillado los planes de tu amiguito —solté, con una ligera risa, señalando hacia la puerta de una de las aulas donde había reunido un pequeño grupo de personas.

Qué gracia, pero es que su pelo era casi tan llamativo como el mío dado el caso así que no podía pasar desapercibido.

>>Bueno, cómo sea. Aquí están las clases de segundo y... no sé, ¿te interesa saber dónde está la sala de profesores o la del consejo? Pues están por ahí, aunque ahora mismo ni siquiera tenemos consejo estudiantil per se. Lo más interesante está en la planta baja, diría yo, así que nos queda poco del sufrimiento~

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A Shimi-kun me gustaría arrastrarlo a la cama, pero ni modo, con los novios it is (?)

No te etiqueto cuz te llegará la alerta either way uwu

 

Tenía que estar cagada de nacimiento o algo, porque mira que no era normal recibir un mensaje de Nagi con semejante resolución impresa era una cosa que no se veía nunca, pero allí estaba, el jodido mensaje y yo permanecí estaqueada al piso de la planta baja solo mirando la pantalla del móvil por tanto rato que hasta me dijeron que me hiciera a un lado un par de veces.

El breve intercambio con Shirai me había regresado algo de energía pero apenas dejé al chico en los casilleros las cosas regresaron a su cause, el mundo volvió a ser rojo y no me quedó más que ser una máquina tomando apuntes todo el rato. Para escribir sí que me molestaba un poco la mano, pero era lo que había, no podía quejarme de las cosas que yo misma me hacía, ¿o sí?

¿Cuál había sido mi plan? No lo sé realmente, pensé incluso la posibilidad de pedirle la llave del dojo a Meyer o a Amery solo para ir a encerrarme allí, luego pensé en el invernadero y hasta en el club de cocina de nuevo.

Además Watanabe tenía todo el derecho de querer hablar conmigo luego de toda la mierda que le había soltado, es más, lo tenía tan claro que hasta había casi ignorado que me había puesto que me quería, que después de todo en ese mensaje, con ese tinte, sonaba jodidamente extraño.

La había hecho trizas, ¿no?

Pues obvio, Shiori.

No podía negárselo, su maldito derecho, mucho menos cuando lo estaba tratando de hacer valer con tal decisión de forma que no me quedó más que retroceder sobre mis pasos y regresar al pasillo de segundo. Al hacerlo noté a Altan en la puerta de la 2-3 con otro senpai de cabello cian y aunque tenía la fe de que me dejara estar, no fue el caso.

—Te dije que-

—Vine por Watanabe —atajé al vuelo y seguí caminando—. Relaja un poco el culo, Al.

Sentí sus ojos encima al menos hasta que ubicó a la castaña seguramente, cosa que yo tampoco tardé en hacer.

—Buenas tardes, Watanabe-chan —saludé. No soné brusca pero era evidente que ya ni estaba haciendo el esfuerzo por fingir nada—. ¿Qué necesitas que hablemos?

Hubo intermedio entre esas interacciones en que la idiota arisca de Kurosawa reapareció, sorprendiéndome genuinamente, le reclamé, me contestó y siguió a su bola. Detecté la chiquilla castaña no mucho más allá, la había pasado por alto hasta ahora.
Como fuese, regresé la atención a ellos y le sonreí a Hodges con un impulso salido de no sé dónde, en respuesta a su asentimiento de cabeza. ¿Qué había ido a la misma escuela que el chiquillo y la amiga esa de Jez, la de cara de póker? Curioso.
Podía no parecerlo pero le estaba prestando atención y no tanto por obligación, al final del día la chica era amiga de Ishi y de Anna, así que un poco por rebote venía en el paquete.

—Qué disfruten su reunión entonces —añadí un poco porque sí, además no me iba a invitar a la fuerza.

Su compañero de clase volvió a llamar mi atención, respondiendo a mi pregunta. Dos o tres días, joder, mira que había que ser un puto cagado de la vida para toparse con nuestro puto espectáculo en ese lapso de tiempo, sin conocer la escuela de prácticamente nada.
Como fuese me hice a un lado, para dejarlo salir por lo menos.

—Ah, bueno. Espero que te esté gustando el ambiente de la academia y eso. —La doble intención era más que obvia, porque vamos era un jodido cabrón—. Voy a la cafetería también en realidad, no traje almuerzo ni nada.

Pobre idiota, joder.

Como fuese mientras esperaba que los otros se fueran y Dante saliera de la clase me saqué el móvil del bolsillo, que de por sí lo había sentido vibrar hace un rato y leí el mensaje de Anna para responderle rápidamente.

No todos los héroes llevan capa te digo.
No te encontré en la clase, pero bueno si me necesitas para algo creo que estaré abajo.

Con el rabillo del ojo noté que Shimizu aparecía junto a la pelo de chicle, pero seguí en mis cosas, guardándome el móvil.


Al llegar al segundo piso y escuchar a la chica mi mirada fue a posarse en el grupillo de gente: Sonnen, Ishikawa, una morena con pintas de princesa y... un pobre diablo que no parecía demasiado cómodo con su existencia, o al menos me lo parecía a mí. Apenas unos pasos antes noté a Kurosawa junto a una mocosa castaña y al pasar estiré la mano para revolverle el pelo a la mayor.

—¿Shimizu-senpai? —preguntó luego de voltear el rostro para ver quién demonios la estaba molestando o qué sé yo.

—Sorpresa —respondí y continué siguiendo a la punk, sin decirle nada más a la otra que parecía que había entrado en cortocircuito.

Las clases de segundo, sala del profesores y el consejo. Aburrido.

—¿Una escuela de niños pijos sin consejo estudiantil? Qué puto chiste. Bueno, venga, a ver qué nos queda~ —regresé la mano que había sacado del bolsillo a su lugar—. Eh, recuérdame tu nombre, no estaba prestando atención cuando el tipo empezó a hablar realmente.

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iba a responder abajo pero jsjsj ya lo tenía escrito cuando lo pensé y tengo que ir a comer (?