Interior Casilleros

Tema en 'Planta baja' iniciado por Yugen, 9 Abril 2020.

  1.  
    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Cierto era que un poco lo había obligado a esperarme al usarlo de bastón humano, pero bueno, tampoco se veía molesto al respecto; todo lo contrario, de hecho. Eso me alivió un poco porque, en definitiva, no era que disfrutara especialmente de incordiar a las personas o similar. También le daba puntos por no ser un japonés prototípico, de esos que saltaban ante el más mínimo contacto. Eran una ladilla.

    Le había volcado bastante atención encima, un poco porque me seguía dando gracia que me recordara al Krait y un poco porque, bueno, me había ayudado. Eso me permitió no reparar en Kurosawa y, en términos prácticos, seguir apartando de mi cabeza toda la mierda de los lobos, así fuera a la fuerza.

    Dios, no tenía idea.

    Hubo algo fugaz y extraño en la expresión del muchacho, no supe definirlo y tampoco le di mayor relevancia. No tenía el sexto sentido de mini Ishi ni me recibía con honores en leer a las personas, en parte porque no me importaba y en parte porque no me salía. Joder, pensar que era el pobre diablo a costas del cual me había divertido como una loca de mierda.

    Solté una risa floja ante su comentario y me crucé de brazos, dejando caer el hombro contra la línea de casilleros para verlo de frente.

    —Bueno, ¿quieres ganarte el título? Puedes hacer más estupideces como dejarme pasar primero, correrme la silla, echar tu blazer sobre un charco de agua sucia. —Recosté el costado de la cabeza también y una sonrisa divertida se me dibujó en los labios—. Eh, también puedes comprarme el almuerzo pero eso ya sería explotación, ¿no crees?

    Lo decía la perra que le revoloteaba encima a cualquier pandillero para conseguir algo de cerveza, un cigarro, un porro o lo que fuera. Qué puta gracia.

    Bueno, se llamaba Dante, eso debía explicar que no fuera un japonés tipo.

    —Supongo tampoco eres de aquí, como la mitad de esta escuela —comenté, revisándome las uñas, y oí su última pregunta con una sábana de indiferencia echada encima. Me encogí de hombros y enterré las manos en el blazer, concediéndole una sonrisa casual—. Eh~ ¿Tanto se me nota o tienes escáneres en los ojos?

    ¿Mal día? Mal año, más bien.

    Solté una risa por la nariz y saqué una mano para pasar los dedos por el cabello de mi coleta, era incapaz de dejarlas quietas, joder.

    —¿Tú cómo definirías tu día?
     
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    Nekita

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    Comenzó a asentir de acuerdo a la "lista" que le daba para poder ganarse el denominado título de caballero como si lo estuviera guardado en una clase de checklist mental para cumplirlo o algo similar, quería mantenerse en la conversación y no divagar aquel momento que su cabeza había decidido ligar, creyendo más y más que la voz sí que era identica y no tenía mucha forma de negarlo.

    —Quizás, solo quizás no pueda hacer todo pero... puedo dejar que pases primero hacia las escaleras —Sacó la mano de su bolsillo y señaló el camino frente a ellos que llevaba hacia las escaleras para subir al primer piso —, también puedo abrir la puerta de tu salón de clases y correrte la silla —Porque ese día por suerte no había charcos y comprar el almuerzo... luego de que él perdiera su apetito ese día realmente no era algo que considerada adecuado —, ¿suena bien? Ya son pseudo puntos acumulables.

    Cuando mencionó su origen ladeó su mano de lado a lado como restandole importancia.

    —Soy hāfu, pero he vivido más aquí que fuera por cuestiones familiares —Cosa que agradecía, no se imaginaba en un ida y vuelta de aviones, más casas, acostumbrarse a dos culturas de forma tan seguida, prefería quedarse ya donde estaba —, así que quizás si soy de aquí más de lo que no lo soy —se permitió reír levemente ante el comentario —. Ojalá pero, golpeaste el casillero...lo cerraste de golpe también... arrojaste tus zapatos... creo que si un poco de indicio a eso.

    Confesó rascando con su índice su mejilla.

    Hasta él podía captar esa clase de cosas tan directas.

    —¿El mio? No lo se... estos días no se como describirlos para nada —Mucho menos esa interacción que estaba teniendo como si no fuera nada pero al mismo tiempo sabía lo importante que era para su persona —. Ya es un paso, saber como definirlos, así tan siquiera sabes como abordarlos, ¿no?
     
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    Kaisa Morinachi

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    Me había despertado temprano esta mañana, porque en verdad deseaba empezar el año como correspondía de una vez por todas, aunque para mantenerlo no me tenía la misma confianza, pero era cosa de no pensar demasiado a futuro para apaciguar esa inquietud.

    Ayer eché en mi mochila aquel libro sobre ecosistemas, para niños, que me entregó mi tío ese mismo día, para que le pusiera más ganas a seguir aprendiendo el idioma, cosa que se me había dificultado bastante a pesar del par de meses que ya llevaba en Japón. A decir verdad, el gesto me enterneció, pero mi agradecimiento escueto no reflejó aquello, ni tampoco del todo mi gratitud. Desayuné sola, imaginaba que iba a ser así siempre, era mucho más preferible que hacerlo en el casino del internado en realidad. Tras eso me marché a la academia de una vez por todas, asegurándome de cerrar bien la puerta antes de marchar.

    Anduve sin prisa, medianamente atenta a lo que ocurría a mi alrededor, cosa que se había echo costumbre desde la escuela. El peinado que llevaba me lo había echo Lily antes de que desayunara y ella se devolviera a la cama; dos pequeñas trenzas qué iban por los costados de mi cabeza, para conectarse por detrás de esta al final, impidiendo que las ondulaciones libres de mi cabello anduvieran a su antojo, había hecho un trabajo bastante elegante, lindo.

    Llegué temprano a la academia, pero no por eso se encontraba vacía, ¿sería cosa de los estudiantes de por acá tal puntualidad? No le dí importancia y me dirigí a mi casillero, recordando cual era con algo de dificultad. Esta vez no me había olvidado de traer unos zapatos para el cabio, por lo que un dolor de cabeza menos. La chica del jueves se acercó a hablarme mientras estaba en eso, me sorprendió y no dejó de parecerme algo extraña toda su actitud, llegandóme a incomodar un poco, aunque no se veía que tuviera malas intenciones.

    El intercambio no fue demasiado largo y me decidí por ir ya a mi salón, puede que en parte huyendo de la situación, pero bueno, que tenía que conseguirme la materia y eso sería un reto aún mayor. No pude evitar un chasquido de frustración ante la idea.

    Y bueno, vaya suerte; llevaba pocos escalones cuando alguien me pasó a llevar.

    —¡Hey! —exclamé más bien por reflejo y me aparté hacia el costado opuesto del tipo apenas pude. Por suerte el golpe no fue lo bastante fuerte para hacerme tropezar o algo, apenas y dolió un poco, pero si que había sido más que suficiente para acelerárme el corazón y desfigurar mi rostro a una transparente molestia.

    Alcé la vista enfrentando la ajena, que eran dos pozos oscuros, como si hace un momento no estuviera huyendo de los ámbar de una tipa a la que le sacaba como una cabeza de altura. Solté un gruñido casi suave mientras lo escuché hablar, empuñando mis manos dentro de los bolsillos de mi cárdigan, bastante tensa y de seguro se me notaba.

    El gruñido que me salió al final de su disculpa fue más sonoro que el anterior, aún sosteniendo sin problema alguno la mirada ajena, ignorando el echo de mi corazón frenético por simple enojo, claro. ¡Y vamos! ¿en verdad lo lamentaba? No es como si se notara demasiado si fuera el caso, pasando por alto que yo podía pecar de lo mismo.

    Inspiré con fuerza, cerrando los ojos en el proceso, y solté el aire acemejándome a un jodido toro bufando, era un intento bastante mediocre de calmar mis nervios. Repetí el proceso unas dos veces, cada vez algo más calmada, aunque esto fuera poco al final.

    Solté un chasquido con la lengua llevando la mirada a nuestros zapatos, agachando algo la cabeza, para luego soltar un suspiro pesado. Recién de todo ese espectáculo mi pulso menguaba de a poco a su ritmo normal. Podía sentir el leve rubor en mis mejillas, ni idea si debido a la furia del momento o a la vergüenza vaya a saber una por qué.

    —No me caí —solté por fin de manera tosca, inconsciente de mi acento marcado y pésima pronunciación del japonés—, así que si, no dolió —finalicé a regañadientes, sin alzar del todo la cabeza, pero con mis ojos miel clavados en los ajenos nuevamente, incapaz de eliminar el ceño fruncido y me claro desagrado.
     
    Última edición: 3 Enero 2021
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    Amane

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    Ha, ha, you are so funny —solté con un tono claramente irónico, alzando finalmente el rostro para dedicarle una mueca de burla bastante infantil y acompañando la expresión con un golpe flojo en su hombro.

    No fue del todo natural, pero tampoco fue del todo fingido ya.

    Era un poco extraño pero toda la situación lo estaba siendo, de todas formas. Si hubiese sido una de nuestras típicas peleas estúpidas que siempre dramatizábamos demás, ni de coña me hubiese acercado, porque habría sabido que como mucho a la semana estaríamos con demasiadas ganas de tener sexo como para tan siquiera acordarnos del por qué nos habíamos peleado en primera instancia.

    Pero no era el caso, me sentía en aguas totalmente ajenas y era bastante obvio que no sabía lo que estaba haciendo.

    Negué ligeramente con la cabeza y dejé finalmente ir sus manos, recuperando el maletín de entre mis piernas para abrirlo y comenzar a buscar en él, no sin antes echarle un último vistazo fugaz para comprobar que seguía ahí.

    Después de unos segundos de búsqueda, logré sacar aquello que había traído. No es que llevase muchas cosas en mi maletín, la verdad, pero para lo poco que traía siempre era una desastre ahí dentro. Sea como fuere, al hacerlo dejé caer la cartera a un lado y le extendí entonces una pequeña cajita negra con unos motivos dorados dibujados, que saqué de una bolsita de plástico en la que lo resguardé para evitar posibles accidentes.

    >>Matcha tea~ —hablé antes de que tuviese oportunidad de preguntarme, volviendo a hacerme con sus manos para dejarle la caja sobre la palma de las manos—. Nos lo ha enviado la amiga de mi abuela desde Kyoto, se supone que es bueno y esas cosas, no sé yo.

    Volví a rodear sus manos por fuera y las empujé con suavidad hasta hacer que rodease el bote por completo, quedando mis dedos por encima de su propio envoltorio. Al final me digné a mirarlo de verdad, así con ese azul opacado pero un poquito más brillante, y le dediqué una sonrisa suave.

    >>Quizás me puedas hacer uno esta tarde, o un día de estos. Me gustaría probarlo~

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    I found this thing too damn adorable i couldn't resist myself ;---;

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    Al final me había quedado con Kashya casi toda la tarde, avanzando bastante tarea y estudio, así que cuando salimos de la Academia no quedaban ya rastros de Anna o Ishikawa. Estuve tentada a mandarle un mensaje a la chica durante el resto del día pero al final no tuve el valor de molestarla y me pasé lo que quedaba hasta la noche para desconectar y ver una película con Alice.

    No estaba muy segura de conseguir ver a Kurosawa al día siguiente, a decir verdad, porque tan siquiera dudaba que fuese a venir a clase. Para mi sorpresa, estaba ahí, en los casilleros de segundo. También vi a Anna pero estaba, sorprendentemente, hablando con Dante así que por el momento podría quedarme tranquila.

    Estaba más que bien acompañada.

    Avisé a Kashya de que tenía unas cosas que hacer y, tras darle un apretón suave en el brazo, me acerqué casi corriendo a la posición de Shiori, ignorando por completo el anuncio de las pruebas físicas.

    No quería perderla de vista y perder el impulso de valentía que había conseguido no sabía muy bien de dónde.

    —Kurosawa-san —la llamé, una vez llegué a su lado, lo suficientemente alto para que me escuchase pero sin sonar demandante o algo parecido—. ¿Te gustaría... hablar conmigo? Por favor...
     
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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Me daba algo de gracia que se hubiera subido a las estupideces que estaba diciendo, era algo que probablemente nunca fallara en levantarme un poco, tan siquiera un poquito el ánimo. Seguí sus movimientos mientras señalaba las escaleras y enfocarme allá me obligó a reparar en la silueta de Altan conversando o lo que fuera con una chica que no me sonaba de nada. Había sido jodidamente fría ayer con él, ¿verdad? Quizá mi expresión se endureció momentáneamente, aunque habrá sido cosa de unos pocos segundos. Por lo general no me molestaba en disimular mis reacciones.

    Bueno, era lo que había.

    —Venga, Sir Dante, me suena a mí a un plan sólido. —Incliné la cabeza en una suerte de reverencia ligera y empecé a caminar para subir, tampoco tenía mucho sentido quedarnos en los casilleros si íbamos al mismo piso—. Sir Dante, ¿oyes? Suena importante y todo, como de caballero de verdad.

    Estaba divagando de lo lindo pero me daba igual, se sentía relativamente bien cargar la energía suficiente para hilvanar más de dos palabras seguidas. Reparé en sus ojos con la intención suficiente para indicarle que me siguiera y empecé a caminar, oyendo el resto de su relato. Hāfu, ¿eh?

    —Eh, chócale —solté un poco al aire, extendiendo el puño hacia él, y regresé el brazo a mi espacio—. Me recuerda a una canción, aunque era en español. A ver, que activo las neuronas para traducirlo: nunca estamos quietos, somos transhumantes, somos padres, hijos, nietos y bisnietos de inmigrantes. —Se me escapó una risa floja y agregué junto a una melodía vaga, en español—: De ningún lado del todo, y de todos lados un poco.

    Había hablado sobre esa mierda con Altan, en el invernadero, y le había dicho que era de las personas a las que le pertenecía. Eso me volvía una suerte de mezcla de muchos lugares diferentes, repartidos en puntos opuestos del globo.

    Si quieres que algo se muera, déjalo quieto.

    Venga, qué buena canción era esa. Papá la cantaba siempre.

    Gracioso, pasé a su lado más o menos al mismo tiempo que mis propias divagaciones me lo arrojaron encima. No era la mejor leyendo ambientes pero no parecía estar teniendo una conversación de lo más amistosa, así que al llegar a las escaleras me detuve un peldaño por encima de Altan apenas el tiempo suficiente para revolverle el cabello. Esperé a que me mirara y le sonreí, antes de retomar mi camino. Él tenía un montón de mierda encima, ¿no? Al menos podía intentar aligerar un poquito esa carga.

    —Nos vemos luego —fue lo único que le dije, sacudiendo la mano ya dándole la espalda. Volví mi atención a Dante entonces—. Vale, me has pillado, Sherlock. No soy ninguna maestra del engaño, eso tenlo por seguro.

    Alcé las manos en señal de derrota y me encogí de hombros, suspirando luego al oírlo.

    —Te gusta decir cosas profundas, ¿eh? —bromeé sin ánimos de ofenderlo o burlarme, y pensé un poquito en lo que había dicho aunque no fuera ninguna fan de usar el cerebro porque sí—. Bueno, diría que los días indefinidos son la mayoría, ¿verdad? Uno espera a que pasen cosas buenas para que sean buenos días, cuando en verdad... bueno, ¿si no lo pensáramos tanto no sería más sencillo tener más buenos días? —Volví a soltar una risa floja—. Ah, dije "bueno" muchas veces.
     
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    Hygge

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    Los últimos días habían transcurrido de forma... un tanto extraña, diría. Me había volcado en los estudios y en el trabajo para evadirme quizás de mis mierdas y apenas había hecho vida social. Dante no contaba porque no podía pasar un solo día sin llamarle, aunque fuera para contarle que había encontrado una moneda entre los cojines del sofá. Pero hacía días que no sabía de Aika, de Kashya o de Emily.

    Mimi, bueno. Ni siquiera éramos amigas ya, ¿huh?

    En cualquier caso había amanecido con buen pie, y estaba dispuesta a salir aunque fuera un poquito de mi cueva de ermitaña. No era plan de volver a desmayarme por sobreesforzarme, no señor. En esas estaba, cambiándome de zapatos en los casilleros, cuando reparé en una alumna haciendo prácticamente lo mismo en el hueco de al lado.

    No habría nada fuera de lo común, si no fuera porque me resultaba vagamente familiar y no comprendía de dónde. Cerré mi casillero lentamente, y cuando la chica reparó en mi presencia apoyé la cadera en el armario.

    Enarqué una ceja, intrigada.

    —Yo a ti te conozco —cavilé en voz alta, frunciendo el ceño ligeramente. Por más que intentaba concentrarme no la identificaba del todo. Chasqueé los dedos entonces, resuelta—. ¿Compañera de trabajo, quizás? ¿Acerté?

    Iba a ser vergonzoso estar confundiéndome de lleno pero eh, quien no arriesga no gana.


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    Solía tener respuestas y reacciones para todo, y aún así ese día fui incapaz de articular palabra alguna. La figura de Laila, recortada por las sombras del ocaso, se perdió en la distancia a pesar de que aguardó por una palabra, lo que fuera. Desistió, como lo hubiese hecho cualquiera.

    Y permanecí allí, sentado en el suelo, con la mirada perdida en algún lugar de la cabaña.

    La había cagado como los grandes.

    Y ni siquiera le había dado la importancia suficiente como para darme cuenta hasta que fue demasiado tarde.

    Tal y como imaginaba, Yule no reaccionó bien. Podía aparentar ser un manojo de nervios pero el idiota tenía carácter y había terminado logrando que me atrincherase en mi cuarto. No necesitaba escuchar sus discursos moralistas, era plenamente consciente de mis mierdas. Y volvía a hacerlo. A huir, a evadirme.

    Nunca aprendería, ¿cierto? Por eso había persido a dos personas en un mismo día.

    Decidí salir temprano de casa aquel lunes en la mañana. Yule no pretendía hablarme de momento y yo no iba a hacer la atmósfera escolar más incómoda de lo que ya lo era en casa. De modo que llegué antes a los casilleros, encontrándome apenas con un par de alumnos. Distraído como estaba, no esperé que alguien se me acercara.

    —Ah, buenos días, kohai-chan —cerré el casillero para encontrarme con la pequeña Satoko . No es que estuviese en mi mejor momento, pero no era mi plan ser descortés, por lo que le dediqué una pequeña sonrisa antes de mirar alrededor—. Se ve que hoy has madrugado. Si buscas a Yule, el muy dormilón aún no ha llegado.

    Parpadeé durante un segundo, tomado por sorpresa. ¿Encontrarme mejor? No, estaba en la mierda. Dudaba si se refería a mi resfriado o si hacía alusión a mi falta de ayer, pero no iba a indagar en ello. Asentí apenas, enterrando las manos en los bolsillos de mi gakuran.

    >>Mucho mejor, gracias por preguntar. ¿Qué hay de ti, enana? ¿Lista para darlo todo en las pruebas?
     
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    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido seventeen k. gakkouer

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    Maravilloso, no había topado con ninguna maestra de ocultar el lenguaje corporal, ¿cierto? Ni Akaisa era tan obvia con sus expresiones de fastidio, ni siquiera la misma Anna era tan jodidamente evidente. El rostro de la rubia se había deformado por la molestia y luego de eso solo se había dedicado a bufar como un puto toro cabreado.

    Vaya.

    Tómate un té, cielo, que te va a dar un venazo a los veintiséis y ese ticket ya lo tomé yo.


    Fruncí el ceño un poco por reflejo, vete a saber, no era de molestia como tal aunque sí me había tocado un poco los cojones reaccionando así cuando, por una puta vez en la vida, no había sido un grosero de mierda pero no era que yo creyera que la gente me debía bondad por darla yo, aunque en grandes rasgos no la daba sabiendo que la gente era como le daba la gana ser y punto.

    Su acento era marcadísimo, me di cuenta apenas abrió la boca, y su pronunciación daba bastante pena. La chiquilla debía haber llegado hace poco a Japón y por la forma en que mascullaba el japonés intuía que su lengua materna debía ser el inglés, posiblemente inglés americano porque la pronunciación me arrojaba flashazos a la mía propia cuando entré al sistema educativo, siendo que en casa casi siempre hablaba en inglés.

    ¿Qué no le había hecho daño?

    Pues con esos modales de mierda que se cargaba ojalá habérselo hecho, para que bufara como toro por algo la cabrona.


    Había notado a Anna acercarse con el chico, si hubiese sabido que era el pobre diablo a costa del que nos habíamos divertido el otro día posiblemente hubiese pasado completamente de la rubia enojona esa y hubiera decidido divertirme un poco más con el chico, pero suerte tenía de que no tuviese todas las piezas para ello. No creí que se detuviera a decirme nada realmente, viendo lo seca que había sido al irse ayer, pero se detuvo un peldaño arriba y me revolvió el cabello, cuando encontré sus ojos me dedicó una sonrisa. La tensión que la rubia me había arrojado encima desapareció, con ella también lo hizo el ceño fruncido y la chispa de fastidio que se me debía haber colado en los ojos.

    —Nos vemos —respondí y ya por lo menos la voz no me sonó como una cuerda sostenida, además le sonreí de vuelta.

    No sabía hacer otra cosa. Esa idiota me sonreía y no me quedaba más que hacer lo mismo.

    Volví mi atención a la chica entonces, solté un suspiro corto y hundí las manos en los bolsillos. Tampoco podía pedirle tanto a la pobre mocosa si me la había llevado en banda y le había pedido disculpas sin emoción alguna en la voz, ¿cierto?

    —Me alegra no haberte hecho daño entonces —dije para la rubia y lo hice en inglés sabiendo que podría atajarlo mil veces mejor que el japonés. Seguía algo fastidiado, pero tan siquiera le puse algo de emoción a las palabras para no sonar tan, no sé, ¿hijo de puta? Qué sé yo—. De nuevo, lo siento.

    La recorrí con la vista sin demasiada discreción realmente, no tanto por los motivos que podría aparentar, sino porque trataba todavía de ubicar al menos a qué año iba o qué cojones. Obviamente no era de primero, le faltaban los rasgos de mocosa que uno tenía todavía a esa edad, pero podía estar en segundo igual, ni idea.
    En cualquier caso despegué los ojos de ella y subí otro peldaño, pretendiendo seguir el camino que ya de por sí ambos estábamos trazando antes de que yo me la llevara puesta.

    >¿Eres de tercero? —pregunté todavía en inglés un poco al aire, arriesgando a llevarme otra sarta de gruñidos.

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    Estaba terminando de ajustarme el zapato derecho cuando una voz llamó mi atención y me hizo algo de gracia, porque mientras hacía eso había estado pensando en que si topaba con Emily aprovecharía para hablar con ella del club, ya que no se me apetecía del todo dejarlo desatendido y si alguien parecía capaz de llevarlo era ella.

    Como había tenido que medio agacharme, al incorporarme me saqué el cabello del rostro con la mano izquierda y posé la mirada en ella. Había sido Emily quien buscó contenerme, ¿no es cierto? Hasta me había besado la frente, como si nada. Emily podía ser el mismo tipo de estúpida que yo, pero en ese momento tenía los engranajes herrumbrados todavía y tardaron un sólido par de segundos en ponerse en marcha, tratar de acompasarse a ella y actuar con normalidad. La luz debió tardar en alcanzarme los ojos cuando le dediqué una sonrisa tranquila.

    —Claro, Hodges-san —respondí con la voz de siempre. Iba a dejarla hablar a ella antes de decirle algo sobre el club.

    Contuve el impulso de arrugar los gestos cuando levanté mi maletín, tenía las manos resentidas por las astillas de los arbustos de la entrada que había hecho mierda ayer en la tarde y había reemplazo el vendaje que me había puesto Hiradaira sobre los nudillos, obviamente.
     
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  8.  
    Kaisa Morinachi

    Kaisa Morinachi Crazy goat

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    Si antes solo era capaz de ver cierta indiferencia en su expresión, ahora veía en sus ojos la chispa de rabia que le estaba generando todo el asunto, yo misma sobre todas las cosas. Eso tan solo logró que la molestia continuara burbujeando en mi interior, aunque logré no seguir gruñendo como perro rabioso, por lo menos de momento.

    Y antes de que el chico pudiera decir cualquier cosa, una tipa se detuvo un escalón arriba de él y le dedicó una sonrisa junto al gesto de revolverle el cabello, no pude hacer más que arquear una ceja algo extrañada y la situación no dejó de sorprenderme en cuanto el le brindó una sonrisa de vuelta. Volví a fruncir el ceño apretando los dientes en el proceso, no demore en cerrar los ojos y agachar otra vez la cabeza, apretándome luego el hueso nasal con algo de fuerza.

    Inspiraba hondo y soltaba el aire con lentitud por la nariz, centrándome en respirar mientras la imagen de Lily me rallaba la cabeza, y por consiguiente el rostro de Jacob no demoró en emerger de mis memorias, siendo inseparable de la otra en las situaciones en las que aún podían estar juntos, siendo este caso un recuerdo. La punzada había estado desde que vi el intercambio de sonrisas, y la rabia con algo de rapidez se transformaba en otros sentimientos igual de desagradables.

    De repente me veía incapaz de abrir los ojos, en ese absoluto silencio estaba en cuento la voz masculina se hizo presente otra vez, hablando en inglés. Parecía que las sorpresas no se acababan, aunque me lo tuve que haber visto venir sabiendo el tipo de academia en la que estaba. Aparte, estaba aclarando que en verdad se alegraba de no haberme echo daño ni nada por el estilo, cabizbaja mis labios no pudieron evitar tensarse ante la información, sintiendo yo misma la culpa de haber hecho algo mal.

    Solté un suspiro en cuanto reiteró que lo sentía, un suspiro pesado, sin pizca de rabia contenida, tan solo agotado y puede que con algo de tristeza. Abrí apenas los ojos, cruzando los brazos por debajo de mi pecho, y con lentitud fui subiendo la cabeza. Era bastante alto, debía admitirlo, en cierto modo lo agradecía por prolongar el momento en que volví a toparme con su mirada, la cual recorría mi silueta sin tapujos, pero fue fácil pasarlo por alto al no haber indicios de nada raro, aparte de que yo acababa de hacer lo mismo.

    Sostuve su mirada con ceño algo fruncido y los labios aún tensos, aunque cualquier atisbo de rabia de mi parte parecía haberse esfumado, tan solo reflejaba frustración y cierta culpa. No demoré en desviar la mirada a un costado y exhalar quien sabe por cuanta vez en tan solo ese rato.

    Vi periféricamente como subía un escalón y pensé que se marcharía sin más, ya se había disculpado después de todo. Me equivoqué, pues no demoró en preguntarme si era de tercero. Mis ojos volvieron a caer en los suyos, compungida aunque siguiera con el celo fruncido como si aún siguiera enojada, apenas un segundo y ya tenía la vista desviada a otro lado.

    Luego a los peldaños, otro suspiro más y por fin subí el escalón yo, manteniendo aún cierta distancia.

    —S-sí —respondí a su pregunta en un tono bajo, japonés por reflejo, sintiendo como mi corazón volvía a salirse de su ritmo habitual y mi cabeza parecía tener estática, con su ruidito presente casi como un murmullo extraño incesante.

    >>Lo... lo siento yo también —le solté entre dientes poco después, en inglés, siguiéndole el paso cabizbaja y aún de brazos cruzados, el flequillo trenzado y las otras dos trenzitas a los costados de mi cabeza hacían imposible que se me cubriera el rostro—. Yo... me alteré de más, claramente... perdón por eso.

    No es como si lo controlara mucho. Apreté los dientes y solté otro montón de aire por la nariz, pestañeando con algo de rapidez. Vaya, había que ver lo mucho que me costo soltar esa simple frase.

    Si quieres te la llevas a algún otro pasillo o la dejas a la deriva (???) :3
     
    Última edición: 3 Enero 2021
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    Amane

    Amane Equipo administrativo Comentarista destacado

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    —¡Hoy es la primera vez en todo el curso que llego temprano, senpai! —anuncié, como si fuese una especie de logro de gran calibre o algo por el estilo.

    Acompañé las palabras con un gesto de victoria al alzar los puños, sonriendo con orgullo porque además, él se había dado cuenta y eso me hacía especial ilusión por algún motivo. Bajé después los brazos e imité su gesto, mirando alrededor con curiosidad, para después levantar la mano y llevarme el dedo índice a la comisura de los labios, en un gesto pensativo.

    >>Oh, ¿no venís juntos? Qué pena~ Ah, pero, ¿sabes? Ayer hizo muy buen trabajo con el club él solito así que se merece descansar un poco, ¡sí que sí!

    Di una palmada emocionada al decir aquello, como si me hiciese feliz haberle encontrado una excusa al chico para quedarse durmiendo más de lo necesario, y no mucho después me llevé las manos tras la espalda, entrelazando los dedos. Ladeé la cabeza y le dediqué una sonrisa aliviada, asintiendo con la cabeza un par de veces.

    >>Me alegra escuchar eso~ ¡Yo estoy bien, llena de energía para las pruebas! Seguro que a ti se te dan muy bien, senpai, ¿no?

    Shawn, bienvenido al club de los evitativos de mierda junto a los otros dos pendejos :D (?)

    aBbGD3Z.png

    No pude esconder la expresión de sorpresa cuando se incorporó y me di cuenta que la mesa azul tan característica había desaparecido de su cabello. No tenía ni idea de lo que había pasado pero estaba segura de que, fuese lo que fuese, aquello no podía ser buena señal en absoluto.

    Sea como fuere, logré disimularlo rápidamente y le dirigí una ligera sonrisa en cuanto me respondió, asintiendo con la cabeza. Había aceptado hablar conmigo, bien; era lo que quería, por supuesto, ¿pero por dónde empezar? Sus ojos y su tono de voz parecía ser el mismo de siempre, pero tampoco había que ser muy avispado para darse cuenta que era puro engaño todo y, a decir verdad, me daba un poco de miedo pensar que estaba inestable y que cualquier cosa podría hacerla estallar.

    Por suerte, el movimiento de su mano llamó mi atención y pude distinguir el vendaje del mismo, así que se me ocurrió que esa podría ser, de hecho, una buena manera para empezar.

    —¿Cómo te encuentras? —pregunté, señalando con mi propia mano la suya herida, aunque sin atreverme del todo a tocarla para comprobarlo por mi misma—. De la herida, digo. ¿Te ha seguido doliendo?
     
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  10.  
    Kaisa Morinachi

    Kaisa Morinachi Crazy goat

    Tauro
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    Se dió media vuelta en cuanto vio que la chica estaba a una distancia considerable, en ese momento se percató que Shawn ya había llegado, pero parecía ocupado conversando con una chiquilla que sin problemas podía ser de primero también. Bueno, ya podría hablar luego con él.

    Cuando emprendió marcha, para su mala suerte, trastabilló por olvidar el relieve que tenía el piso de la zona, le subió algo de sangre al rostro, aunque no había sido algo demasiado llamativo quien sabe por cuál compasión divina. Lo que si llamó su atención fue que con el movimiento del zapato sintió algo extraño en su pie al volver a pisar. Terminó por apoyar su mano en uno de los casilleros de segundo, sacándose el zapato para revisar luego con un pie al aire y el costado sobre el casillero que era lo que molestaba, la sorpresa fue acompañada luego con una ligera sonrisa al ver una moneda, ¿cómo había ido a parar eso ahí? Más aún sin darse cuenta durante dos días.

    Aunque parecía que las jugaditas del destino y coincidencias no acabarían, pues cuando guardó lo encontrado en el bolsillo de su blazer y procedió ponerse el zapato otra vez, una voz suave captó su atención. Algo encorvada y un poco acuclillada, con una mano apoyada en los casilleros, observó desde abajo a la chica.

    —¿Uh? —soltó despacio, y la expresión de leve sorpresa no demoró en transoformárse en un ceño fruncido y una mirada seria, todo acompañado de un pequeño mohín, y se irguió otra vez tras haber acomodado bien su zapato.

    Con velocidad recorrió toda la silueta ajena, en un simple movimiento de pupilas, pensativa. ¿Compañeras de trabajo? No, ella no trabajaba... De repente sus cejas se alzaron por completo, formando una pequeña "o" con los labios al inhalar profundo, no demorando en formar una sonrisa amplia soltando un "a" casi ahogado, manos en la cadera.

    Soltó una pequeña risa con la que destensó su cuerpo, con una leve sacudida de hombros. Al volver a abrirlos frunció otra vez el entrecejo, pero sin perder la sonrisa. Su mirada ámbar había empezado a brillar con clara emoción.

    —¿No serás la chica de la piscina, tal vez? —devolvió la pregunta, aún no del todo segura y cerró los ojos otra vez pensativa, alzando un poco la cabeza hacia el techo—. Hmmm... ¿cómo era? —murmuró para sí misma, pensando con velocidad todos los apellidos que recordaba haber conocido en una piscina.

    >>Yoshida... Iwata... ¿Whi-White-san? —concluyó con algo más de fuerza el último nombre, otra vez posando su vista en las lagunas azules, con una ceja alzada sin estar del todo segura.

    El único motivo de recordar ese apellido era por no ser japonés, aparte de hacerse más fácil debido a su vínculo con la palabra "Shiro", significando lo mismo ambas.
     
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    Zireael

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    Vi la sorpresa que le pasó por la cara a pesar de que había pretendido disimularla rápidamente, me sonrió de vuelta y no hice más que mantener la fachada, esperando por lo que sea que quisiera decirme. Que Emily fuese capaz de seguirme el rollo de mierda, de fingir que todo era normal, me hizo pensar por primera vez desde ayer qué mierda debería pensar la gente de mi desastre.

    Del espejo roto del baño.

    Del hecho de que no hubiese llorado.

    Del que hubiese apartado a Nagi de aquella manera.

    ¿Qué pensaba ella?

    ¿Qué pensaba Hiradaira?

    ¿Al?

    ¿Dunn?

    ¿Qué había pensado la gente de no verme llorar a mi hermano?

    La voz de la morena volvió a sacarme de mis pensamientos un poco de golpe aunque ciertamente no se notó, preguntó por mi mano y desvié la vista a la venda nueva, limpia, perfectamente colocada.

    —Bien. Realmente no es que duela ni nada —respondí todavía con la sonrisa en el rostro.


    Al menos no le he prestado la atención suficiente.
     
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    Hygge

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    La sonrisa me bailó en los labios ante la tierna efusividad de Satoko. Había sonado como una especie de reporte diligente, y teniendo en cuenta que había cumplido con su deber uno de seis días en total, no dejaba de resultar cómico.

    Quizás, contagiado por su buen humor, tuve el impulso de rebuscar en mis bolsillos hasta sacar una pequeña pegatina. Solía comprarme algún que otro dulce de camino a la escuela, y siempre venían con una. La despegué con tranquilidad y aparté su flequillo castaño para pegarla en su frente.

    Me apoyé en el casillero poco después, contemplando satisfecho el resultado.

    —Considéralo una recompensa por tu logro. Cada vez que consigas llegar temprano búscame; te pondré otra —resolví, con una cómica solemnidad. Al menos así tenía un motivo para llegar temprano yo también. Le mostré un par de pegatinas extra desde mi bolsillo—. Puedes usarme para motivarte con cualquier otro logro. Así les doy un uso.

    No me sorprendió escuchar que mi hermano había hecho un buen trabajo ayer. Le ponía mucho empeño y dedicación a todo lo que hacía, por mucho que le costase. Me alegré de que contase con alguien como Shichimiya para ayudarlo a crecer y perder la vergüenza; sin duda, parecía una buena chica.

    >>¿Hm? Sí, bueno, digamos que me defiendo —comenté ante su intento de halago. No me nacía regodearme ni alardear después de... todas las estupideces que me estaba marcando últimamente. Simplemente lo dejé fluir. Me acaricié el cabello, mirándola desde arriba antes de agregar, suavizando un tanto mis gestos—. Dime, kohai-chan, ¿te ves tan llena de energía como para aceptar una apuesta de un servidor?

    JAJAJA Ya sabes Gabi, hora de la terapia grupal (??)



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    La chica de orbes dorados frunció el ceño mientras se colocaba el zapato, probablemente en mi misma tesitura. Sostuvimos la mirada de la otra durante un instante eterno, recorriendo nuestras facciones, hasta que su expresión se suavizó. Parecía haber encontrado la respuesta.

    Abrí los ojos, y me aparté del casillero para señalarla sin perder mi asombro.

    —¡Ah, lo sabía! —No, no lo sabía, pero al menos me había acercado, ¿no? Crucé los brazos bajo mi pecho, recorriéndola de arriba a abajo, y dibujé una sonrisa tranquila en mis labios mientras asentía. No estaba acostumbrada a verla sin el traje de baño—. Kobayashi-chan, ¿cierto? Reconocería a quien me aplastó en los largos en cualquier parte.

    Lo cierto es que en mi tiempo libre me dedicaba bastante al ejercicio. Ir en bicicleta, hacer footing, practicar algún deporte esporádico. Lo mismo sucedía con la natación. Solía frecuentar un club algo lejos de casa para mantenerme activa cuando los tiempos me daban y me encontraba con energías, y probablemente fue allí donde conocí a aquella chica. Debía haberla visto un par de veces, tres como mucho, pero habíamos terminado enzarzadas en una extraña pseudo-rivalidad de la que aún debíamos despejar el empate.

    Me fijé en los casilleros que había dejado atrás, los que pertenecían a los de primer curso, y posé mi mirada azul en ella con cierta curiosidad.

    >>Qué casualidad, ¿es tu primer año aquí? ¿Cómo llevas el cambio de aires?
     
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  13.  
    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Se me escapó una risa floja que pareció desinflarme los pulmones al recibir su golpe débil en el hombro, como si el impacto me hubiera ayudado a liberar tensión acumulada. La sonrisa permaneció en mis labios, como queriendo irse y a la vez no, o como si no supiera mostrar otra cosa.

    Alisha se puso a rebuscar algo en su maletín y simplemente dejé caer las manos a los costados, sin enterrarlas en los bolsillos ni nada. A lo sumo me eché hacia atrás hasta usar los casilleros de soporte y esperé, en silencio, a que sacara lo que planeara darme. Seguía comportándose como un conejillo huidizo, evitando mi mirada y pensándose los movimientos antes de ejecutarlos. Como si fuera a morderla o algo.

    ¿Se me notaría?

    ¿Que era un jodido peligro?


    De todas formas volvió a recoger mis manos y esta vez su tacto me resultó más firme. Le permití envolverme sin mayor drama y apenas después de recibir sus ojos me digné a echarle un vistazo a la cajita, recipiente, lo que fuera.

    —¿Con la que granny Rose anda liada? —murmuré, en voz bastante baja, repasando el té desde diferentes ángulos—. Está bastante bonita, eh.

    No era idiota, me daba cuenta por dónde venían los tiros y de cualquier forma Alisha se encargó de confirmarlo. Volví a soltar el aire, esta vez lentamente, y dejé caer el brazo que sostenía el té.

    Ayer Jez con el llavero y los chocolates.

    Ahora, Alisha con el té.


    ¿Pretendían cuidarme o qué cojones?

    —No sé preparar matcha —confesé, ¿pensaría que mentía? Vete uno a saber—. Déjame que investigue un poco y te mando un mensaje.

    Una sonrisa ligeramente socarrona danzó en mis labios mientras guardaba el recipiente en mi mochila y enterraba las manos en los bolsillos del pantalón, encogiéndome de hombros.

    —Ya sabes, tengo una reputación que mantener~ —Removí los pies antes de empezar a caminar, como si no estuviera muy seguro del todo de mis movimientos, y pasé a su lado en dirección a las escaleras—. Gracias, Ali-chan.

    Sasha.png

    Nada se había desviado demasiado de la rutina, la verdad. Salí de la escuela, trabajé, volví a casa y papá aún no llegaba. Me dolían los jodidos huesos pero Fanny se me colgó de una pierna y me preguntó qué habría de cenar, así que sería uno de esos días también. Preparé algo de carne y verduras para los niños, una papilla para la pobre dentadura gastada de granny, y para cuando nos estábamos sentando a comer apareció papá. Estar con ellos siempre me daba energía o al menos me relajaba, aunque Fanny se quejara por la zanahoria hervida o se peleara con Lulu por el jugo que se había terminado sin preguntar. Al menos ese tipo de discusiones ya no afectaban a Danny.

    Llegué a la cama convertida en un jodido zombie, revisé el móvil y pensé en escribirle a Dauti. No estaba muy segura de nada, pero igual le deseé buenas noches y caí noqueada. Cuando el despertador sonó y arrancó un nuevo día, desayuné y me tomé el tren, me sorprendió que ni siquiera hubiera leído el mensaje. Le pegué una llamada, a veces podía ser bastante intensa, y nada.

    Vaya.

    Al llegar a la fila de tercero y luego de cambiarme los zapatos identifiqué a Aaron, el muchacho con el cual Daute parecía haber trabado mayor relación allí, en el Sakura. Lo dudé un poco pero al final me acerqué y le sonreí, acomodándome el maletín al hombro.

    —Hola —saludé con la frescura usual, buen volumen y eso, y me crucé de brazos—. ¿Supiste algo de Dauti desde ayer? I mean, Daute. ¿Has hablado con él o algo?

    Nekita holis
     
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    Nekita

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    La situación del día anterior realmente no lo había dejado con un buen sabor de boca incluso si Daute se había esforzado en tranquilizarlo luego de todo lo que había pasado y solo por el hecho de que le dijo que se verían mañana es que se había quedado en los casilleros, viendo a cada alumno pasar y subir las escaleras sin ver a Daute en ninguno de ellos, no quería tampoco apresurarse a sacar conclusiones, porque...todos podían llegar tarde, ¿no?

    Era algo... usual.

    Y si estaba todo bien como le había dicho, debía cruzar esa puerta en cualquier minuto.

    —¿Hm? —La nueva voz lo sacó de sus pensamientos, obligándolo a dirigir su mirada al origen de esta y claro, no esperó bajo ningún motivo encontrarse a Sasha, y mucho menos que le hablara sobre Daute —, yo...nunca pude pedirle su teléfono —En voz alta hasta sonaba demasiado tonto en realidad, porque por alguna razon creía que era más normal esperar algo más de tiempo para pedir esa clase de cosas —, así que realmente no tengo forma de hablar con él, solo me dijo que vendría hoy antes de irse.
     
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    Hygge

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    No era la primera ni sería la última vez que comenzaba el curso con una semana de retraso. De hecho, era bastante habitual en mí. Nos mudábamos con frecuencia, desligándonos de aquí y allá cuando los contactos se desvanecían y el negocio tendía a peligrar, y con ello todo el clan Ankoku migraba hacia destinos insospechados. Echar raíces y establecer lazos con otros era ya algo impensable, así que no solía hacerme ilusiones cuando tocaba desempacar y adaptarse a un nuevo ambiente. Solo restaba aguardar órdenes de arriba, actuar con normalidad, y poco más. Lo usual.

    Digamos que simplemente fluía con la corriente. De hecho, había desarrollado un desapego bastante extraño en alguien de mi edad. Solía ser la época donde más importaba formar vínculos y generar un sentimiento de pertenencia, ¿cierto?. No era algo que me quitase el sueño. Tenía cosas más importantes de las que preocuparme, o eso me habían inculcado siempre.

    Problemas de ser la primogénita de un clan yakuza, ¿huh?

    El coche se detuvo en frente a la entrada del Sakura y apoyé mi mejilla en la palma de mi mano, con aparente desidia. Ryuji y Aoi, los guardaespaldas de la familia, charlaban en el asiento delantero sobre qué emisora de radio escoger. En cualquier caso no me dejarían libre hasta que mi heroína de brillante armadura viniese a recogerme, como si fuese una puta crío de tres años o algo así.

    Por suerte la jodida era puntual, porque no tardé en distinguir su cabellera castaña y sus orbes esmeralda, con la misma cara de amargada que se traía siempre. Sonreí, recuperando los ánimos de golpe, y abrí la puerta del coche para colgarme la cartera al hombro; la cascada de obsidiana se meció con mi movimiento a la par que cerraba de golpe. Las voces de los dos hombres dentro del coche no tardaron en hacerse oír, pidiéndome que me detuviera, pero los ignoré deliberadamente antes de echar los brazos alrededor del cuello de mi salvadora.

    —¿Qué coño estás...? —gruñó pero chisté con rapidez, pidiéndole que guardara silencio durante un mísero segundo. Giré en redondo hacia el coche, llevándomela conmigo en mi movimiento.

    —¡Tranquilos! Mi queridísima amiga del alma me acompañará a partir de ahora. ¿Cierto, Sallow-san? —canturreé en su oído, sintiendo cómo se tensaba tanto por la cercanía como por mi intensa efusividad. Ah, era tan divertido joderla. Y tan fácil. Pasé el brazo por su hombro y despedí a los chicos antes de partir hacia la entrada—. ¡En fin, nos vemos! Ja ne.

    Fueron un par de segundos, el tiempo suficiente como para que el coche arrancara y se alejara calle abajo, pero Lena me hizo a un lado con brusquedad, sacándome una carcajada del pecho. Sus orbes chispearon con aquella aura tan intimidante, pero insignificante para mí.

    Ah, si estaba sonrojada y todo del enojo. Qué linda.

    —¿Qué parte de respeta mi puto espacio personal no has entendido, Hotaru? —me espetó, haciéndome sonreír en respuesta. Llevaba apenas un par de días de conocerla, pero definitivamente aquella chica no destacaba por su encanto. Comenzó a acelerar el paso, y entrelacé las manos tras la espalda para seguirla con calma—. Solo le estoy haciendo un favor a los señores Niijima, así que no me toques los ovarios desde tan temprano, ¿bien?

    —Sí, sí~ —resolví al aire, ojos cerrados. Mis abuelos habrían contratado a la persona indicada para ayudarles en la tienda, pero como intento de amiga dejaba mucho que desear. Al menos tenía carácter, y eso me gustaba. Observé los alrededores de la academia Sakura con interés, y le dirigí una sonrisa sugerente a quien estaba por hacerme las veces de guía—. ¿Y bien~? ¿Algún chico que te guste? Por lo que veo las vistas aquí son estupendas.

    —No —sentenció, sin siquiera volverse hacia a mí. Alcé las cejas, inclinando la cabeza hacia el costado—. Vas a seguir hablando, ¿verdad?

    —¿Chica, tal vez? Ah, ya sé, ya sé. Te gustan mayores, ¿cierto? —entorné la mirada, notando cómo se volvía hacia mí con el ceño fruncido y las mejillas ligeramente enrojecidas. Señalé el lugar por donde se había marchado el coche con calma—. ¿Qué tal Ryuji o Aoi? Son bastante monos, ¿uh?

    >>Pero no te fíes de las apariencias. Son un muermo en la cama, ya te lo adelanto~.

    Y con un guiño, cómplice, aceleré el paso con energías renovadas. Lena parpadeó, desconcertada y algo abrumada quizás, echando un último vistazo atrás. Dejó escapar un "¿qué cojones?" antes de seguirme el paso.

    Primero Zuko, luego Natsu y ahora esta. ¿Dejaría algún día de ser un imán de gente rara? Iba a morirse del estrés a los veintiséis a ese paso.

    Perdón por el tocho pero me moría de ganas de postear con ella (?)
     
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  16.  
    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    A Aaron le sorprendió verme, era más que evidente. En sí no tenía idea hasta dónde estaba enterado el muchacho del lío de ayer así que no me extrañaba del todo. Lo dejé hablar y no acoté al respecto de no tener su teléfono incluso luego de haber pasado la noche juntos y demás, en sí comprendía que los japoneses se pensaran mil veces las mierdas antes de hacerlas y bueno, quizá le hubiera resultado indecoroso o lo que fuera.

    La idea palpitante de que Daute estuviera ignorándome adrede era bastante fuerte, así que la información de Aaron me arrojó una chispa de picardía a los ojos y saqué mi móvil, buscando entre los contactos antes de extendérselo.

    —Ah, ¿quieres agregarlo? Aquí tienes su número. Puedes intentar contactarlo, si quieres, a ver si a ti te responde.

    También podíamos esperar un rato más a ver si aparecía por la maldita puerta, claro, pero a veces pecaba de impaciente.
     
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  17.  
    Yugen

    Yugen D e p r e s s e d | m e s s

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    Bien podía parecer un fantasma o cualquier otra entidad similar. En su rostro se veía que estaba notablemente cansada. No había logrado descansar nada, no veía cómo silenciar el ruido blanco en su cabeza. Las palabras de Ai, su repentina declaración y las propias palabras de Anna formaban una cacofonía imposible de descifrar.

    Dios, ¿qué se suponía que hiciera? ¿Qué mierda tenía que hacer? Sentía que solo estaba dando palos de ciego. Que cualquier paso era como andar sosteniéndose de una simple cuerda sobre el vacío. Un profundo suspiro le estremeció el pecho y abrió el casillero para cambiar sus zapatos.

    Lo mismo de siempre.

    Como si todo siguiera igual.

    Copiar.

    Almacenar.
    Repetir.
    Nuevamente se había tomado la temperatura esa mañana. Treinta y siete justos. Parecía que los síntomas empezaban a volverse evidentes. No era lo bastante preocupante para retrasarse o incluso para faltar a clases. Incluso si se sentía indispuesta, cansada y harta. La fiebre era una respuesta inmune a algún agente infeccioso y la trataría con analgésicos cuando pudiese pasar por la enfermería.

    Escuchó la voz de Alisha y le llegó también la de Joey. Se permitió un ligero vistazo, al menos el suficiente para ver que parecían estar bien. En el fondo los envidiaba tanto. Tenían una relación que fluía de forma tan natural y ella no hacía más que hundirse en la mierda con sus acciones.

    Cerró los ojos cuando su pecho se vio estremecido por un nuevo suspiro, más ligero, y terminó por cerrar la taquilla.

    Llevo desde el mismo día que Shishi abrió el nuevo día para hacer esta mierda de post. También iba a postear con Yukie, pero ni modo de acabar el post so alv, luego será (?)

    PD: Las cintas están preciosas <3
     
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  18.  
    Nekita

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    Parecía que se día la sorpresa no iba a salir de su cuerpo pronto, incluso si aquello podía ser un acto bastante normal en ese momento lo vio salido de la nada, podía agregarlo, sí pero... ¿no sería extraño que de pronto tuviera su celular incluso si él tampoco se lo había dado tampoco? Suspiró llevando una de sus manos a su nuca, pensativo.

    Sí, estaba preocupado.

    Pero también quería creer en que Daute simplemente iba a aparecer.

    —¿Por qué respondería un número que no esta registrado? —Él no lo hacía, pero quien sabe, Daute por ser extranjero podía ser distinto —, y si no te esta contestando a ti, no creo que lo haga conmigo...a ti te conoce más tiempo. —De igual forma, sacó su celular y se lo entregó para que ella lo hiciera al seguir teniendo dudas él. Daute lo había conocido apenas unos días y también se encargó a darle el posible peor consejo así que incluso con su intento de tranquilizarlo, no creía que fuera la persona con la cual quisiera una llamada.

    —Pero puedes probar.
     
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  19.  
    Amane

    Amane Equipo administrativo Comentarista destacado

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    Asentí con la cabeza, algo más aliviada, y un ligero suspiro escapó de mis labios al escucharla. Podría estar mintiéndome pero no creía que tuviese motivo para hacerlo, no con aquello en concreto al menos, así que me podía quedar tranquila de que al menos la herida no fuese a mayores.

    —Me alegra escuchar eso —dije, con voz suave, bajando la mano de nuevo y volviendo a dirigirle la vista.

    Al chocar con su mirada, cogí aire por la nariz y lo solté de golpe, adoptando después una expresión algo más seria, con el simple motivo de querer hacerle ver que todo lo que iba a decir a continuación era completamente cierto y algo a lo que le había estando dando vueltas bastante tiempo.

    >>Kurosawa-san —así y todo, intenté que la voz me sonase lo más suave posible porque lo último que quería era sonar demandante o algo así—. Lo que sea que haya pasado ayer... entiendo que haya sido algo grave y que a lo mejor penséis que yo no tendría que meterme, y voy a respetar eso lo mejor que pueda. Pero Anna y tú... sois mis amigas, y no puedo ver a mis amigas así y no intentar ayudarlas. Así que por favor, por favor, no os olvidéis de mí, ¿sí? Puede que sea capaz de hacer más de lo que pensáis si se me permite.

    Solté todo aquello de golpe, porque ya que había conseguido el valor para comenzar no iba a dejar que nada me interrumpiese y luego ya no fuese capaz de continuar, pero una vez fui consciente de todo lo que dije di un pequeño respingo y aparté la mirada de la chica, algo nerviosa al no saber como reaccionaría.

    >>Bueno, supongo que eso es todo lo que quería decir...

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    Pestañeé un par de veces, confusa, al sentir como el chico se acercaba para apartarme el flequillo y, cuando terminó con la misteriosa tarea, me llevé las manos hacia la frente para tantear con curiosidad la piel. Distinguí después las pegatinas que asomaban desde su bolsillo y un repentino sonrojo me asoló al conectar los puntos.

    ¡Qu-que no era ninguna niña pequeña, jo!

    —Uhm... ¡está bien! —asentí con la cabeza finalmente, habiendo conseguido controlar un poco la rojez hasta que solo se concentró en mis mejillas—. ¡Pero entonces yo también lo haré! Buscaré mis pegatinas y cada vez que consigas un logro, ¡te pondré una!

    Me llevé entonces las manos a las caderas y asentí con decisión un par de veces, olvidando por completo la vergüenza de antes y decidida a cumplir mi palabra. No estaba dispuesta a aceptar un no, de todas formas, ¡así que estaba más que decidido!

    Volví a mirarlo con curiosidad cuando me respondió a lo de las pruebas y no tardé ni un segundo sentir una chispa de emoción en mis ojos, una sonrisa ligeramente desafiante asomando mis labios.

    >>¡Claro que sí! ¡Confío 100% en mis capacidades! ¿Qué propones entonces, senpai~?

    tqTcEwK.png

    Asentí un par de veces con la cabeza, una sonrisa divertida danzándome en los labios al escucharlo decir aquello. Por supuesto que aquella información fue lo primero que le dije al chico en cuanto puse un pie de vuelta en Japón aquel verano y se convirtió en nuestro pequeño secreto, riendo cada vez que mi abuela mencionaba algo de su querida amiga.

    Sure, darling~

    Me sorprendió escuchar aquello, porque una de las pocas cosas que sabía con certeza sobre él era que la vena británica le salía como nunca cuando llegaba la hora del té, y la idea de que me estuviese mintiendo para no rechazarme se me cruzó por la cabeza. La deseché tan rápido como vino, porque no quería creer que estuviésemos tan mal y... bueno, tampoco podía culparlo por querer mentirme, en cualquier caso.

    Se me escapó una sonrisa sincera al notar el movimiento de sus pies y simplemente levanté la mano para moverla a modo de saludo mientras se alejaba.

    >>My pleasure~

    Me dejé caer de espaldas sobre el casillero en cuanto lo perdí de vista, suspirando. Well, at least... that was something. Lo estábamos intentando, a nuestra estúpida manera, y eso era más de lo que podía haber esperado de aquella conversación así que estaba relativamente contenta.

    Sea como fuere, tendría que quedarme un rato más por los casilleros y más me valía encontrar alguien para entretenerme o tendría que volver a mendigar cigarros... y lo cierto es que estaba intentando volver a mi consumo casual solo en fiestas, así que mejor no.

    Tampoco había visto al alemán, metida como estaba en aquel embrollo, así que sería un poco difícil.

    Y casi como si los dioses en los que no creía me hubiesen escuchado e intentasen hacerme contradecir mis creencias, vi a un chico no muy lejos de mi posición con el uniforme bastante desarreglado y... para nada mal, oye.

    Me separé del casillero y me ajusté el uniforme para la ocasión, es decir, comprobé que los botones estaban desabrochados hasta dejar ver lo suficiente del escote para llamar la atención sin darlo todo en bandeja y que la falda estaba subida un poco por encima de lo reglamentario. Con eso hecho, me acerqué al chico con las manos tras la espalda y aquella sonrisa amable y ligeramente inocente que siempre ponía de primeras.

    >>Hello~ ¿Eres nuevo? No me suena tu cara~

    No te etiqueto cuz te he citado antes AND YOU KNOW WHAT IS COMING JUJUJU

    Y SÍ, HABLO DE SHIMI-KUN
     
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    Zireael

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    La seriedad que se puso en el rostro me detuvo la respiración en el pecho, porque sabía que no podía escapar de la mierda tan fácil sobre todo teniendo en cuenta el montón de cosas ambiguas que le había soltado a Hiradaira en presencia de Emily. Un poco sí que era mi culpa, vamos.

    Como todo.

    Pero casi quise confiar en que sería tan evitativa como la mitad de idiotas que conocía, pero al parecer no tuve esa suerte. Solté el aire contenido un poco de golpe y terminé por posar la vista en algún punto tras ella, pero sin dejar de escucharla obviamente, que no supiera cómo lidiar con ello no significaba que fuese a dejarla hablando sola. Lo cierto es que el brillo, aunque fingido, que me había alcanzado los ojos desapareció en ese momento.

    —No quiero poner a otras personas en peligro, eso es todo —solté sin demasiados rodeos, no me di cuenta pero la voz me salió bastante plana, parecida a la de Altan una mayoría importante del tiempo—. Asumo que Hiradaira-san no habla de estas cosas por el mismo motivo o qué sé yo.

    Al menos no le había soltado un montón de cosas horribles como había hecho con Nagi.

    En algún punto había buscado sus ojos de nuevo, pero si acaso le sostuve la mirada unos segundos antes de dejarla caer de nuevo en algún punto tras ella. No bajé la cabeza eso sí, si algo tenía es que prácticamente nunca bajaba la cabeza, no sabía siquiera mirar el piso.

    Me pasé los dedos por el cabello, con cierto aire distraído, y luego abrí el maletín para esculcar por las llaves del club de cocina. Las extendí frente a ella.

    —Lo viste, ¿no? El anuncio de ayer sobre el club. No puedo seguir llevándolo en este estado, no creo ser capaz siquiera de verles las caras a todas juntas, pero tampoco quiero dejar el club descuidado por completo porque... Siento que algunas de ustedes lo pueden necesitar. —Balanceé las llaves como un péndulo—. Si hace falta puedo quedarme en la academia, esperar a que acabe el club y ayudarte a limpiar la cocina, también puedo pasarte recetas cada semana pero soy incapaz de asistir.

    No merecen verme así.

    >>Puedes rechazar la responsabilidad, claro. En ese caso supongo que algún otro estudiante la tomaría, pero ya la decisión caería en manos de la escuela.

    Y perdería el poco control que me queda.


    Al final no se rompió tanto (???)

    Shimizu 1.png
    Como fuese luego de haber jodido a Altan me había quedado en los casilleros en parte porque no me interesaba subir a la clase tan temprano pero sobre todo para seguir echándole un ojo a la cuestión, a la gente, al terreno en general. Como en el instituto anterior había un circuito de cámaras, lo había notado al pelo.

    ¿Podrían desconectarse todas a la vez?

    Asumía que sí.

    ¿Desde la dirección? Casi por descarte, sí.


    Dunn había aparecido también en la línea de casilleros, me había visto y había soltado una risa nasal bastante sin gracia mientras negaba suavemente con la cabeza. No se detuvo a hacer preguntas porque lo cierto es que no era su estilo, en ese sentido era casi idéntico a Ko-chan. No preguntaban, no metían las narices, no presionaban, pero hacían un trabajo magistral en sus mierdas.

    Sin duda las últimas adquisiones de Yako habían sido putas joyas.

    Al final había terminado por sacar el móvil, tenía un par de mensajes. Uno de Yuzu, otro de Ratel y alcé las cejas al caer en cuenta de que Cayden había terminado de mover las piezas justas y necesarias para alzar toda una maldita fuerza armada si hacía falta. El jodido crío era un saco de nervios pero había que ver nada más la forma en que era capaz de moverse si se le daba su espacio.
    En fin, no los respondí porque noté una mirada encima y aunque no alcé la vista directamente, sí que noté la figura femenina acercándose. Cuando estuvo cerca fue que guardé el móvil y me detuve a mirarla, joder que tenía estatura la cabrona. La noche del desastre no había reparado demasiado en ese detalle cuando Sonnen se la llevó a rastras.

    No pude ocultar la risa floja, casi condescendiente que me hizo vibrar el pecho. La recorrí con la vista sin discreción alguna porque de por sí ella estaba dando pie a que lo hiciera, con esas pintas de gyaru, el uniforme a medio abrir y la falda por encima de lo que seguramente estaba reglamentado.

    —¿No? —pregunté con la eterna diversión en la voz—. Una lástima~ Eres la amiguita de Al-kun, ¿a que sí? ¿No recuerdas tu bonita noche en Bunkyō, muñeca?


    Me estoy partiendo el culo ayuda JAJAJ
     
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