Pasillo (Tercera planta)

Tema en 'Tercera planta' iniciado por Yugen, 9 Abril 2020.

  1.  
    Yugen

    Yugen D e p r e s s e d | m e s s

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    Aguardó en silencio hasta que Altan la alcanzó. Era alguien perceptivo, lo sabía, quizás en ese instante ya se había percatado de que la situación era bastante jodida. En cuanto llegó volvió a sentir la ansiedad burbujearle y la culpa por su pésima labor en la enfermería.

    Tomó aire con lentitud.


    —Es Perséfone—respondió con un tono lo suficientemente bajo para que solo él lo escuchase—. Shiori Kurosawa-san. Algo sucedió en el baño de chicas de la planta baja. Algo que la hizo golpear el espejo y cortarse la mano. Está en la enfermería con Anna-san, Hodges-san y Koizumi-kun. Su estado de histeria era tal que Koizumi-kun tuvo que noquearla con un golpe en la nuca.

    Dirigió su mirada de soslayo a la 3-1 antes de regresarla nuevamente a Sonnen.

    >>Usui Hiroki—sentenció—. Lo conoces ¿verdad? El cachorro. ¿Puedes comprobar si se encuentra en su aula? Yo esperaré aquí.
     
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    Insane

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    Los planes de pasarme la semana estudiando en la biblioteca se fueron al carajo, más por andar de lengua suelta y precipitarme a que la tonta no fuese a aceptar, pero terminó accediendo. ¿Tanto miedo le tenía al idiota de Astaroth? Salí del salón de clase luego de escribirle a Suiren sobre el que estuviese con Violet, que surgió algo. Me encaminé por el pasillo a paso calmo, hasta visualizar el salón al que pertenecía la chica, mirando de forma superficial sobre los que aún estaban dentro del aula hasta ubicarla, mirándola directamente a los ojos sin siquiera hacerle alguna clase de seña, no era necesario, ella ya sabía el por qué estaba ahí.

    Las voces, los susurros de los estudiantes, la suposiciones, la actitud de jueces me hizo escudriñarlos hasta hacerlos callarse.

    Sino mal recordaba la conversación bajo la lluvia con Suzumiya, estaría ese receso en el invernadero. Nunca había ido ahí, quizá hasta tenía suerte y se topaba con un par de girasoles, además, se cercioraría de que la tonta estuviese bien de salud, o al menos, no ardiendo en fiebre.

    Y el paraguas que tenía en la mochila.


    Volvió su atención entonces a Lena.

    Ella había hablado de puntualidad, bueno, ahí la tenía.

    —Vamos al invernadero.

    No era una pregunta, más bien un direccionamiento.

    Hygge Baby, si quieres cuando postees lo haces directamente en el invernadero, o como consideres mejor <3
     
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  3.  
    Nekita

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    Las clases transcurrieron como de costumbre, realizó sus apuntes de una manera más entendible al tener en cuenta que era muy probable que Daute se los pidiera al estar dormido, completó los ejercicios varios que les asignaron con más calma al sentir que las punzadas poco a poco se iban desvaneciendo dejándolo algo más aliviado al no querer ir a tomarse alguna clase de medicina a la enfermería o algo similar.

    Al sonar el timbre de clases, cerró sus libretas y las guardó en su maletín y se dispuso a sacar el bento y el té que tenía a la mano antes de ir al asiento de Daute para despertarlo y finalmente supiera que era hora de comer, dandole ligeros empujones para que empezara a moverse y saliera con él hacia el pasillo para dirigirse a la azotea.

    —¿Qué tal tu siesta?

     
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  4.  
    Insane

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    La siesta que terminó lanzándose en el salón de clase había sido digna de recomponer los músculos tensos de sus hombros, apaciguando la sensación extraña que se mantuvo bajo sus costillas toda la noche y parte de la mañana al no haber cruzado una mísera palabra con Sasha, dudando inmensamente sobre escribirle, decidiendo a fin de cuentas no hacerlo. Agradeció las caricias sobre su cabello, lo había llevado a uno de los más profundos sueños.

    Fue entonces que al despertar frunció el ceño, denotando el tablero lleno de fórmulas que no entendía un carajo. Vaya mierda de regaño debía esperarlo sino pasaba al menos con notas bajas, sin perder ninguna, aunque eso podía solucionarlo con un grupo de estudio, en donde Aaron fuese su guía, si, aquello no sonaba nada mal. Relajado miró a Yume el cual traía el almuerzo en las manos, avivando su hambre con solo ver los recipientes.

    —¿Los preparas tú?

    En su vida nunca se había interesado por preparar alguna cosa, porque no le resultaba divertido, y mucho menos tenía la necesidad de hacerlo.

    —Hubiésemos invitado a la linda chica de la clase a almorzar, ella mantiene subiendo fotos de recetas. Ha de cocinar también —comentó risueño, haciendo referencia a Asteria.

    Fue entonces que el ritmo de su caminar disminuyó con disimulo, al percatarse del escarlata de la cabellera de Sasha.

     
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  5.  
    Gigi Blanche

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    Solté un bufido más o menos hastiado al oír la campana del receso. La verdad, habría preferido que no existieran interrupciones innecesarias para asistir a clases, cumplir mis responsabilidades y largarme de la escuela a seguir con, bueno, mis otras responsabilidades. Menuda fiesta, eh.

    Todo siguió como si nada, al menos tenía esta capacidad para mantener los problemas adonde pertenecían y por ello toda la mierda con Daute no me había desconcentrado de las asignaturas; pero ahora que era hora de almorzar, observé el bento que tenía dentro del bolso y suspiré. Siempre lo compartía con él, ¿verdad? Revisé mi móvil en una estupidez bastante infantil, porque pues si quería que me hablara sencillamente tenía que hablarle, pero también era una jodida adolescente y a veces me daba la maldita gana de comportarme como una. Y no, no me había enviado ni un mensaje.

    Bueno, ya qué.

    Había decidido comer en el aula y ya, qué más daba, pero igual necesitaba un zumito o algo para pasar la comida. Me incorporé con la resolución usual, agarré el monedero y salí del aula en dirección a la máquina expendedora más cercana, ni siquiera noté la presencia de Daute en el pasillo porque no me molesté en girarme hacia allá.

    Ojalá tuvieran de cereza.


    Kohaku.png

    Las clases fueron, bueno, normales. La verdad es que estuve un rato dándole vueltas al mensaje de Anna. ¿Por qué me lo encargaba a mí? No era su estilo desligarse de las personas que le preocupaban; podía tornarse, de hecho, bastante asfixiante al menos para mí, que era una persona muy apegada a sus propios ritmos y espacio. La niña solía ser un desastre pero cuando se le ponía en la cabeza sacarte del pozo donde estuvieras, lo hacía a como dé lugar.

    A veces me preguntaba cómo habría sido conocerla apenas tres meses antes, cuando la vida se me fue a la mierda.

    Pero bueno, sus razones tendría y ya luego podría hablar con ella. No bien sonó la campana organicé mis cosas, me eché el maletín al hombro y salí al pasillo con las manos en los bolsillos, envuelto en la tranquilidad usual. Apoyé el brazo en el marco de la puerta abierta de la 3-2 y sonreí al dar con la silueta de Altan. Estaba tirado sobre un banco, prácticamente derretido o algo así. Desde allí di unas palmadas al aire, buscando captar su atención, y de cualquier forma llamé a su nombre.

    —Sonnen-kun, he venido a recogerte~ —anuncié con cierta diversión en la voz, como si fuera un padre yendo a buscar a su chiquillo al preescolar.
     
    Última edición: 5 Diciembre 2020
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  6.  
    Zireael

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    Maze.png
    Se había quedado dormido en la mañana, la pura verdad, y había llegado tan tarde a la Academia que al entrar no había ya nadie en los casilleros, tampoco se enteró del desastre que se había montado la hiena ni de una mierda dado el caso. En fin, mejor para él, no le interesaban el montón de cosas que hacían los pandilleros y entre más distancia pudiera poner entre las manadas de lobos y él, mejor.

    Haber dormido de más lo había ayudado a no hacerlo en la primera hora, así que había podido poner atención y tomar apuntes o al menos intentarlo, porque se distraía hasta con una mosca pero algo era algo, ¿no?

    Al salir al pasillo, poco después de que Sonnen se pusiera a cuchichear con Dunn, notó una cabellera rojiza también. Se acercó por pura inercia, un poco por redhead pride o vete a saber qué, el caso es que lo hizo. Asumió que la chica iría en dirección a la cafetería o algo que le funcionara, al menos alguna de las máquinas expendedoras.

    —Hola~ —saludó con suavidad sin sonar meloso realmente, era si se quiere su tono de voz normal—. Me sorprende no saber el nombre de una pelirroja en esta escuela.

    Un poco mentira era, si había llegado hace unos días apenas pero para iniciar conversaciones se inventaba cualquier cosas.


    yo aquí asumiendo que no hay expendedora en el pasillo de arriba pero mira realmente no sé so be free belu (???)
    Al 2-1.png
    Podía haber salido y buscar a Ishikawa yo mismo, pero de tanto en tanto sentía todavía las punzadas en la cabeza, justo entre los ojos y pues al menos la superficie fría del escritorio de Cayden las hacía retroceder cuando regresaban. En algún punto había sacado el móvil y buscado el chat de Anna, que todavía tenía el mensaje que ella misma se había enviado. Vi su nombre de contacto un poco como quien observa un fantasma

    Princesa.

    Jodida tonta.

    De repente no era su problema, ¿cierto?

    Me alegraba, de alguna manera, pero no justificaba la pared.

    Se lo había dicho, se lo había soltado en la puta cara.

    Acaparador.

    Tipeé rápidamente, un poco a las carreras para no ir a arrepentirme como un puto cobarde teniendo en cuenta que me estaba montando una guerra de la nada y enviarle un mensaje a Anna no tenía que ser nada complejo en comparación, incluso cuando había notado la pared alzándose y el hilo tenso, amenazando con romperse.


    Hey.
    No te detuve, ¿cierto? Tendré cerebro de archivo pero para algunas cosas sigo siendo imbécil.

    Anna, eres mi amiga antes que todo. Te quiero conmigo.
    Y nada, eso. Perdona por molestarte.
    Disfruta tu almuerzo con Hodges, yo estaré con Ishikawa si me necesitas para lo que sea.


    Había sido casi un discurso, al carajo, pero al final luego de enviar los mensajes había enviado un sticker de un gato dormido, un poco porque sí y otro poco para no sonar tan jodidamente rígido con mis mierdas. No tenía ni puta idea que la pobre Anna estaba viendo a Suzumiya montarse un juego de casita en el invernadero con el idiota de que le advertimos hasta el cansancio y la chica que había atacado.
    Tenía suerte, por otro lado, de no haberme acordado del jodido de Astaroth en ningún momento.

    Regresé el móvil al bolsillo y unos segundos más tarde escuché la voz de Kohaku, me había llamado como si hubiese ido a buscar a un chiquillo a las puertas de la escuela y algo de gracia sí que me hizo. Me levanté de la silla, la regresé a su lugar, y aunque de nuevo no sentía apetito alguno saqué el almuerzo que prácticamente me había estampado mamá en el pecho antes de salir, alegando que dejara de olvidar la comida en la encimera como un tonto si era tan listo.

    —Ni me dejaste montar un desastre a la salida, qué aburrido~ —respondí reflejando su tono de voz—. Hasta mi padre llegaba lo suficientemente tarde como para que pudiera divertirme antes.

    El desastre sí que me lo había montado, pero bueno no iba a contarle esa mierda por puro deporte a Kohaku.

    Di algunos pasos fuera de la clase antes de regresar la vista a él. Había relajado los gestos, sí, pero no era posible que me sacara el fastidio de encima del todo, la ventaja era que Ishikawa no preguntaba cosas, ya lo sabía.

    —¿Querías ir a algún lugar en específico?


    woah mi brotp im living
    Cay1.png
    Lo había olvidado, revisar el mensaje que me hizo vibrar el móvil en el bolsillo así que me detuve en el pasillo para leerlo luego de haber dejado la clase y darme cuenta de que se trataba de Asteria. Lo había olvidado, lo del almuerzo, y ahora de repente tenía esa mierda encima... Que como tal no me correspondía, pero a la vez sí, porque durante el par de años que estuvimos bajo la sombra de Yako habíamos sido sombras, existíamos pero su familia no lo sabía, mucho menos su hermana.

    Pero ahora estaba allí, en el centro de la desgracia.

    Yako ya no estaba y los chacales restantes, dispersos, estaban repartidos por todo Tokyo. ¿Cómo mierda no iba a meterme en una guerra para salvarle el culo a la hermana menor de nuestro alfa fallecido?

    Era una cosa de honor.

    De hermandad.

    Se habían metido con la gente equivocada sin saberlo siquiera.

    Y ahora Asteria, Dios, Asteria tonta como era estaba allí revoloteando a mi alrededor sin saber dónde estaba metiéndome y yo no quería orejas cortadas para ella. No es que yo fuese equivalente para Asteria a lo que era el perro-lobo para Kurosawa, pero los jodidos buscaban cualquier conexión, cualquier persona que estuviese ligada a ti para usarla como arma.

    No quería eso.

    Sin embargo, yo también me lo olía, que la misión de la hiena por el día de hoy había sido esa y ahora debería haberse esfumado, luego de hacer su maldito trabajo sucio.

    Lo vi tarde, perdona. Estoy en el pasillo de tercero, no sé si sigas por aquí.

    Podía cubrir el hedor del sulfuro al menos un día, ¿no?

    Insane

    nadie me preguntó pero jujuju nunca creí poder usar lo del gang bro de Shio en otro lado que no fuese el colectivo (?)
     
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  7.  
    Insane

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    ¿Qué si había dejado pasar el tiempo mientras miraba videos graciosos de instagram? Sí... todo por evitar salir antes de recibir alguna respuesta, fue entonces que cuando le daba like a una publicación de fresas cubiertas con chocolate el celular le vibró y casi se le escapa de las manos, atajándolo en el aire para respirar con calma mientras fruncía el ceño, aligerando su semblante en cuanto vio la respuesta de Cayden.

    Sí, estoy cerca.

    Ya voy.

    Abrió la puerta del baño de chicas y salió de él, buscándolo con las mejillas encendidas como quién de casualidad se topa con alguien más, ubicando su cabellera entre tantos estudiantes que pasaban de aquí para allá.

    —Te comparto —le sonrió con suavidad pese a que los dedos con los que sujetaba el almuerzo le temblaban.

    Esperaba una negación ante el mensaje enviado, e insistir hasta lograr almorzar juntos, y tener todo lo contrario la descolocó un poco, logrando alcanzar aquella fibra nerviosa que parecía salir a la luz ese día, en especial. Respiró profundo para recuperar la compostura al percatarse y comenzó a pensar.

    ¿Dónde invitarlo?

    Un sitio digno.

    Un sitio con clase.


    —El patio del norte, almorcemos ahí Cayden.

    Y sí, sin enterarse de nada lo tomó de la muñeca para llevarlo hasta el ascensor, en donde se percató de su torpeza al tocarlo, soltándolo de inmediato mientras se inclinaba repetidas veces, excusándose.
     
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  8.  
    Kaisa Morinachi

    Kaisa Morinachi Crazy goat

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    Masuyo Kobayashi

    Las clases las pasó con calma, a pesar del leve bullicio en el salón, como si el sol despejado fuera suficiente para brindarles energías de más a todos los presentes. Una vez terminada, guardó sus cosas con calma y por último se colgó el bolso, para direccionárse fuera del salón, esquivando sin dificultad alguna a quienes se aglomeraban en la entrada del aula.

    Ni siquiera lo había pensado, sus pasos no demoraron en dirigirse a las escaleras, sin prisa alguna con un brazo descansando sobre su bolso. Había llegado el momento, ¿no? Por el que había practicado toda la tarde de ayer, el corazón se agitó un poco por la emoción y atinó a tragar la saliva acumulada. Su repertorio estaba dominado por música en general tranquila, hasta triste o melancólica, por lo que le costó elegir una algo más animada, a pesar que dos de los instrumentales que se descargó no lo eran.

    Cualquiera de las tres le valía por igual, así que se decidiría por una cuando llegara el momento de cantar.

    Una vez en el tercer piso se respaldó en la pared frente a los salones, en el centro, a la espera de que Laila saliera por alguna puerta. No vio a Shawn Amery por ningún lado, de haberlo hecho esta vez si se habría animado a saludarle, inclusive a invitarlo a la azotea, pero no había sido el caso.

    Oh, también esperaba que el lugar no siguiera húmedo por la lluvia, o por lo menos tuviera alguna zona seca, y en lo posible que estuviera vacío, aunque era lógico que una o dos personas estarían por ahí. Solo esperaba que no llegaran a incordiarse entre ellos.

    Hitori uwu
     
    Última edición: 6 Diciembre 2020
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  9.  
    Gigi Blanche

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    Sasha.png

    Iba llegando ya a las escaleras cuando una voz suave captó mi atención desde atrás. No tenía nada particular para darme por aludida pero había sonado bastante cercana y bueno, vi sobre el hombro por curiosidad, más que nada. Topé con un muchacho que no recordaba de nada, pelirrojo como yo. Su tono era similar al mío y la luz del mediodía le arrancaba destellos de un rojizo intenso. Era similar al color de la sangre, metalizada, quizá, pero ya estaba desvariando.

    La nota de su voz me recordó a Joey y, de hecho, tenía todas las pintas de encarar para ese lado. Pero nunca había sido una muchacha desagradable y no había razones para cortarle el rostro de buenas a primeras, ¿verdad?

    —Hola~ —respondí con una ligereza similar a la suya, sin detener mi recorrido, y comencé a bajar las escaleras. Solté una risa breve al oír lo siguiente que dijo—. ¿Y conoces a todas las pelirrojas de esta escuela? Porque podría jurar que no te he visto antes por aquí, hon.

    Kohaku.png

    Seguí sus movimientos con la sonrisa tranquila, pero ligeramente divertida, impresa en el rostro. Cargaba cierta tensión encima al no tener idea cuál sería su reacción o el color de su semblante en general, pero mal que mal me siguió el juego y eso me relajó bastante. Me relajó, digamos, que lo hubiera imaginado peor de lo que realmente estaba.

    Estaba preocupado, en pocas palabras.

    Lo vi buscar el bento y eso y solté una risa suave, empezando a caminar por el pasillo en cuanto me alcanzó y depositó sus ojos negros en mí. Creo que no lo había pensado hasta ahora, cuán oscuros se veían incluso bajo la luz del sol.

    Curioso.

    —¿Eh~? No me digas que eras un niño revoltoso, Sonnen-kun —dije bastante porque sí, una parte de mí se hacía una idea de lo que Altan era capaz pero tampoco era como si fuera a visualizarlo dándose de hostias desde los seis por puro amor al arte—. Bueno, no es como si lo hubiera pensado pero... el día está lindo, ¿no crees? Podríamos ir al patio, ya sabes, como el viernes.

    Reajusté mi bolso al hombro y volví la vista al frente tras estar mirando su perfil un rato. Bueno, no se lo notaba particularmente mal pero algo sí que había; luego le preguntaría a Anna qué había pasado, solía ser bastante abierta conmigo, pese a todo. Como fuera, si me lo había encargado para animarlo me encargaría del asunto como una misión personal.

    Rebusqué dentro de mi bolso y saqué uno de los dos zumitos que llevaba encima, los que había comprado antes de ir a buscarlo a su aula, y se lo estampé en la mejilla como Anna había hecho aquella vez que la idiota se sobreexigió y acabó con un ataque de asma. Solté una risa suave, divertida, y ladeé la cabeza al estrechar los ojos.

    —Para ti~
     
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  10.  
    Zireael

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    Maze.png
    La chica respondió con la misma ligereza en la voz y lo cierto es que al no verse rechazado ni nada por el estilo le dedicó una amplia sonrisa, bastante genuina a decir verdad. Siguió caminando a su lado, a su ritmo.
    Sus siguientes palabras lo hicieron alzar las manos en señal de rendición.

    —Me atrapaste. Llegué la semana pasada apenas, pero mira lo que sea por iniciar una conversación, ¿no? —Su sonrisa se ensanchó un poco más antes de relajarse. Hundió las manos en los bolsillos del pantalón—. Lo que sé es que al menos eres de una especie de pelirroja emparentada a la mía, ¿a que sí? Un rojo parecido al de las cerezas negras, algo más claro tal vez.

    O el tono de la sangre oxidada también, vete a saber.

    >>En fin. Soy Mason, un placer interrumpir tu caminata a... Bueno, no sé a dónde tampoco.

    Poco sabía el idiota que estaba abordando a la no-novia de Daute Hanson.


    *nyooom* ya voy a llevarme a Ko-kun y su gay ass al patio

    digo qué


    Y bueno Sashie se puede llevar a este pendejo a donde quiera uwu
     
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  11.  
    Insane

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    ¿Qué hacía Maze hablando con Sasha? ¿Qué se creía? ¿Qué él estaba pintado en la pared o qué putas? Se quedó quieto por un rato más, sintiendo el pecho cosquillearle de forma desagradable. Sí, estaba montándose una película de mierda al verlos descender juntos por las escaleras, porque según Pierce no le quedaba tiempo para nada, ni para salir, ni para verse, ni para charlar, y el tiempo que apenas pasaban juntos era justamente esa hora, en el receso.

    Se relamió los labios al sentir la necesidad de hacerlo, quizá, solo quizá su mente le estaba jugando en contra, pero hizo como siempre: meterse un dulce a la boca y recobrar el paso con Aaron, sacando el móvil para abrir el chat con Sasha.

    ¿Escribirle?

    ¿Decirle que hablasen?

    ¿Arrebatarla de la sonrisa que tenía David en la cara?


    Terminó guardándolo sin escribir absolutamente nada. No se iba a poner a seguirla como si fuese un maníaco, ni tampoco se le tiraría a los puños al otro, porque no eran nada más que amigos, entonces ¿por qué la celaba?

    —¿Podemos almorzar en otro sitio que no sea la azotea o la cafetería? —comentó como si simplemente no hubiese visto nada referente a Pierce—, vamos al patio del norte, Aaron.
     
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  12.  
    Nekita

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    —Claro, los preparo yo en las mañanas aunque tenga que levantarme temprano —Lo prefería a tener que estar comprando comida en la cafetería todos los días y tan siquiera siempre sabía que le iba a gustar siempre en vez de arriesgarse a gastar en algo que le podría no gustarle —, ¿por qué la gente querría ver fotos de recetas así porque sí? —Si no era en un libro de cocina o algo similar, no imaginaba ese interés en general.

    Continuó con sus pasos directo hacia las escaleras que los iban a guiar a la azotea hasta que notó que en realidad, Daute no le estaba siguiendo el paso. Se detuvo y lo esperó donde estaba detenido, decidiendo que era mucho mejor observar lo que le llamaba la atención al mas alto.

    Sasha y David.

    Hablando.

    Yéndose juntos.

    Algo bastante normal a su parecer hasta que volvió a prestar atención a Daute y ver lo que hacía, sabía que en sí no era el mejor detectando cosas que fueran de un ámbito amoroso, pero si podía darse cuenta que había algo extraño cuanto menos, en especial por aquel cambio de rumbo tan repentino que estaba teniendo.

    —Yo recomendaría la azotea para que te de aire, después de todo parece que lo necesitas mucho —Dio un toque en su cabeza con la caja del bento, como si le estuviera llamando la atención y en realidad, solo estaba dando tiempo para que ambas personas se alejaran un poco —, así que supongo que el patio norte será pero, ¿todo bien?
     
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    Gigi Blanche

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    El muchacho sonrió ampliamente tras mi respuesta inicial y qué se yo, se me hizo algo tierno. No sabía si tenía intenciones ocultas o si sólo era un nuevo estudiante amigable con ganas de conversar y pasar el rato, justo como Daute llevaba haciendo desde que puso pie en el Sakura.

    Que no se lo reprochaba, claro, pero el paralelo de repente se me antojó ¿interesante? ¿Divertido? Ni idea. Seguí sus cavilaciones viéndolo de soslayo con una sonrisa impresa en el rostro y lancé los ojos al techo, pensativa.

    —¡O como el vino tinto! —solté un poco de repente y me reí de mi propia impertinencia, gesticulando con las manos como si intentara esbozar una imagen en el aire—. Ya sabes, como cuando ves el líquido a través del vidrio de la botella a la luz del sol, o algo así.

    Me detuve en el rellano al oírlo presentarse y asentí bastante risueña, extendiéndole la mano. Podía ser un poquito infantil si me lo proponía, aunque no pegara demasiado con mis pintas, mi estatura y mi complexión en general. Luego de saludarlo seguí camino.

    —Yo soy Sasha~ Encantada y no te preocupes, no es una caminata muy relevante tampoco, sólo quería un juguito —dije, riendo de nueva cuenta, y me puse a escarbar en mi monedero por reflejo en cuanto él me recordó mi objetivo; en buena hora lo hice, porque me di cuenta de algo—... que tendrá que esperar, me he dejado el dinero vete tú a saber dónde.

    Me corrí el cabello del rostro, echándolo todo hacia atrás, y suspiré para sonreírle mientras mi cascada volvía a su posición inicial. Regresé sin más sobre mis pasos por las escaleras, no tenía idea hacia dónde iba el chico o si tenía un objetivo en absoluto, pero no solía preocuparme por detalles y antes de pensar si iría a importunarlo o lo que sea, me detuve un par de escalones por encima de él y lo miré de reojo. La verdad ya no me faltaba nada para haber regresado al tercer piso.

    —¿Y si ahora te interrumpo yo la caminata?
     
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    ¿Aire? Sí, sin duda necesitaba algo de aire. En cuanto iba a decirle que bajasen por los escalones la vio por el rabillo del ojo, regresar por el pasillo campante, y luego volver sobre los pasos sin enterarse de que él estaba ahí parado, escuchándola reír como una niñita encantadoramente coqueta.

    Qué cosas, Sasha.

    No es la primera vez que te veo en esas.


    Enterró las manos en los bolsillos del pantalón, mirando por una de las ventanas hacia fuera al dejar de escuchar su voz, perdiéndose en las escaleras al estar hablando de aquí para allá, y aunque habían más estudiantes haciéndolo, su voz fue la única que martilleó en su cabeza, porque a fin de cuentas, era Pierce la que hablaba.

    <<Pero, ¿todo bien?>>


    Parpadeó con calma, centrándose en Aaron.

    —Todo bien, parce —soltó en español para después mostrar sus blancos dientes, sabiendo de lleno que Aaron no entendería su respuesta, volviendo al idioma universal por fin—. Bajemos por el ascensor.

    Sí, no le apetecía para nada bajar por las escaleras, que con la mala suerte que se cargaba desde el día anterior se los terminaría topando de frente.

    Nekita baby, si quieres posteas directamente en el patio <3
     
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    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido seventeen k. gakkouer

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    Que le siguiera el rollo la verdad lo alegró, había temido que fuese una chica muy seria o quizás demasiado introvertida como para seguirle las tonterías pero se había subido al tren bastante rápido, de forma que soltó una risa genuina cuando ella dijo lo del vino tinto.

    —¡Sí, sí! —afirmó asintiendo con la cabeza quizás con más energía con de la que planeaba.

    Se detuvo cuando ella lo hizo, mirando la mano que le extendía, no se lo pensó siquiera la tomó y la estrechó como si fuese, vete a saber, una presentación de negocios.

    —¿Sasha? Qué nombre tan bonito~ —añadió luego de la chica se presentara, era un cumplido genuino, no mentía con tal de meterse a las chicas a la bolsa ni nada. Siempre buscaba, al menos, decirle la verdad cuando las halagaba porque vamos, ¿a quién no le gustaba recibir unas palabras lindas?

    Siguió el movimiento de su cabello luego de que ella se lo retirara del rostro, era como una cascada de vino, como ella había dicho y quizás fuese algo egocéntrico pensar que, teniendo en cuenta que tenían casi la misma shade de rojo, era muy bonito. Aunque bueno, la chica en general era guapísima, no iba a mentirle a nadie.

    La esperó en lo que ella regresaba por su dinero y cuando volvió le habló desde un par de escalones por encima. Volví a sonreírle y extendió la mano hacia ella, con cierto aire teatral si se quiere.

    My lady, sería un honor para mí que interrumpa mi caminata hacia... La cafetería. Así de paso podemos conseguir tu jugo, a lo mejor tienen de cereza para que te combine con el cabello. —Otra risa floja, bastante relajada—. Si no es mucho el atrevimiento también podríamos almorzar juntos. La verdad no tengo muchos amigos y los que tengo parecen estar ocupados por ahí, así que tocará hacer nuevos.
     
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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Me pasé alrededor del ochenta por ciento del tiempo arrepintiéndome por no haberme quedado durmiendo con los chicos, la verdad, apenas empecé a cabecear y me di cuenta que iba a estar así todo el puto rato. Joder, se me había dado por ser responsable y ahí estaba, pagando las consecuencias. Si estaba condenada y todo, ¿de qué me las daba?

    Eh, qué chiste más negro.

    Igual me hizo cierta gracia.

    Como fuera, la campana sonó y despegué la cara del banco, resoplando con fuerza. Kurosawa ni había regresado al aula y qué se yo, al menos esperaba que no la hubieran secuestrado o algo así. Dejé caer la mejilla sobre mi brazo, que lo tenía extendido a lo largo de la mesa, y eché un vistazo afuera. Los estudiante se fueron retirando y me concedí unos minutos de prórroga para juntar energías y fuerza de voluntad. Había quedado de hablar con Suzu, ¿eh? Luego de toda la mierda que le había lanzado a la cara. La verdad, no iba a quejarme si me escupía y se iba o algo así, aunque sonara muy impropio de su parte. Sabía que probablemente no me quejara sin importar lo que recibiera, porque no me creía en el derecho y estaba dispuesta a lo que sea con tal de protegerla.

    Era un poco mi sentido de justicia, si se quiere.

    ¿Testarudo? Hasta el coño, pero qué va. No creía correcto moverme de forma diferente.

    Junté mis cosas con tremenda pereza y fui arrastrando los pies hasta el tercer piso, no le presté mucha atención a los alrededores. Al subir los vi desde atrás, a Kohaku y Altan ingresando a la 3-2, y una risa de pura incredulidad se me escapó sin permiso. ¿De la mano? ¿En serio? Recordaba lo dormido que el idiota había quedado ayer luego de la siesta en la enfermería, ¿pero debía asumir que se habían recorrido media escuela así? How cute~

    No intenté alcanzarlos ni nada, que igual tenía un sueño que me caía de pie. Solté un bostezo al aire y dejé caer la espalda sobre la pared contraria, justo frente a la puerta de la 3-2. Los vi charlar acá y allá, vi a Jez, al pelirrojo del receso, mientras buscaba a Suzu con la mirada. Al final, Altan pasó casi como una exhalación camino a las escaleras y me quedé con el saludo en la boca. Resoplé, entre decepcionada y resignada, y regresé a mi búsqueda inicial. Algo en su cara me dijo que había regresado al puto hueco de sombras, ese al cual lo había arrojado de gratis y de donde había escalado hasta huir, como una jodida cobarde.

    Seguramente se encontrara con Kurosawa, suponía.

    Había un tablero que armar, ¿no?

    Joder, ¿por qué me sentía tan mierda al desentenderme?

    O más bien... al sentir que le estaba soltando la mano.

    Venga, que para disgustos ya tenía vida de sobra. Volví a bufar y me rasqué las raíces del cabello, adelantándome hasta la puerta del aula. Qué gracia, ¿por qué me jodía tanto haberme quedado con las palabras en la boca? Ni modo, no podía ser la puta acaparadora de siempre cuando los lobos esperaban agazapados a la vuelta de la esquina. Había prioridades, ¿no? Y lo había tenido muy en claro cuando le solté la mierda de la enfermería; si tenía que dar un paso al costado, pues tendría que darlo y ya. Así que pudiera o no molestarlo con la estupidez de ojalá haberlo llevado yo de la manita, en definitivas cuentas daba igual porque era eso: una estupidez frente a un problema real.

    Choqué los nudillos contra el marco de acero, concediéndole una sonrisa pequeña a Jez y a Kohaku. Ni siquiera me di cuenta que a mis espaldas pasó Wickham de camino al club de fotografía, a atrincherarse como había hecho Kurosawa con su propio club, el de cocina.

    —¿Suzu está aquí?

    Yugen holis <3
     
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  17.  
    Yugen

    Yugen D e p r e s s e d | m e s s

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    Konoe Suzumiya

    Mis pasos se habían tornado casi erráticos al abandonar la sala de profesores. Cuando quise percatarme estaba en los baños. Había abierto la llave del grifo y me había enjuagado el rostro. Una. Y otra. Y otra vez. En un intento vano y desesperado por volver en mí. Me sentía sucia. Asqueada de mí misma, en una piel que me costaba reconocer como propia.

    Y no se limitaba tan solo a lo sucedido con Gotho en la enfermería. Era todo. La forma en la que lenta pero inexorablemente había pasado de ser testigo a ser una pieza más en el tablero. Había ocurrido de forma tan velada que ni siquiera me había dado cuenta. Anna tenía razón. No podía ser tan hipócrita como para pasar por alto el hecho de que nada en el mundo me regresaría a mí yo de antes.

    La estudiante modelo. Con sus notas perfectas.Y su pulcritud; su expediente impoluto.

    La Konoe de antes de involucrarme demás en el mundo de sombras. Antes de tomar alcohol y besar a Akaisa. Antes de ser egoísta y presionar a Welsh en contra de su propia voluntad para que accediera a mis propios caprichos y deseos. El agua fría se deslizó desde mis mejillas al mentón y al cuello, bajando sinuosa bajo la camisa.

    Apreté los labios.

    Los dientes.

    Dios.

    Nunca había tenido en cuenta sus sentimientos.

    Lo que quería.

    Lo que necesitaba.

    Me preocupaba de que no terminara muriendo por error... ¿pero qué más había hecho? ¿Declararme y esperar que me correspondiera y molestarme cuando no lo hacía como si tuviera el derecho? ¿Cómo podía tener el descaro y la osadía de decir que la amaba?

    Qué deleznable concepción del amor tenía.

    No valía nada.

    Absolutamente nada de lo que había sido me quedaba en ese momento. Retazos, jirones raídos... un cadáver desecho en descomposición.

    Me había asesinado a mí misma.

    ¿Todo sería más fácil si pudiera simplemente dejar de sentir? Cerrar bajo siete llaves mis propias emociones. Confiscarlas. Si pudiera arrancarme del pecho ese insidioso sentimiento que no me había traído más que desgracias. Si pudiera ser gélida, indiferente al dolor de otros.

    Mi mundo de color se había vuelto un círculo acromático.

    Había pasado el resto de horas de clase envuelta en un silencio sepulcral. Tomaba notas y apuntes de forma automática, ida, porque mi mente no estaba en sí. Repentinamente me sentía como un robot.

    Vacía. Gris. Yerta.

    Almacenar, copiar y repetir.

    Almacenar, copiar y repetir.
    Almacenar, copiar y—

    Era un mero autómata sin dirección. Respiraba porque mis pulmones buscaban oxígeno y la sangre caliente me corría por las venas y arterias porque el corazón la bombeaba. Pero si esa clase de procesos autónomos estuviesen bajo mi voluntad, los hubiera cortado de raíz en el momento justo en que me di cuenta de que había traicionado todas y cada una de las cosas en las que creía y defendía tan fieramente.

    Ya no tenía el derecho de presentarme a la candidatura de presidenta. Una presidenta del consejo hipócrita era lo último que necesitaba este centro.

    La campana sonó. La sentí como un eco distante, amortiguado, procedente de otro mundo. Por el rabillo del ojo sin embargo lo vi. La sombra de una de las cabezas de Cerbero. Como si su sola presencia llevase consigo el olor a azufre del infierno.

    Joey Wickham.

    Sentí el impulso de levantarme e ir tras él. Cuestionarle si sabía que le estaba sucediendo a Alisha. Pero no tenía ese derecho. Lo perdí en el momento en que mis sentimientos se convirtieron en ese desastre.

    La voz de Anna le siguió inmediatamente después. La había visto, sabía perfectamente que estaba allí y no tenía intención alguna de hacerme la desentendida. Yo no era así. Recogería los pedazos sueltos y dispersos de la antigua yo, esos que aún atesorada. Esos que me alejaban de la imagen oscura que había visto reflejada en el espejo.

    —Anna-san—la llamé. Mi voz no tuvo color. Sonó átona y vacía. Me incorporé de la mesa y sosteniendo mi maletín escolar caminé hasta su encuentro. El mismo se balanceó ligeramente entre mis manos como un péndulo viejo.

    No dije nada más. Solo aguardé en silencio a que ella empezara la conversación. A que volviera a recriminarme tratar de ver algo bueno en Natsu. O que nuevamente me saltara a la yugular como en el invernadero. Que fuese amarga e irónica. Que sus palabras convertidas en ácido muríatico me corroyeran hasta los huesos.

    Aceptaría cualquier cosa.

    Estaba más que segura de merecerlo.
     
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  18.  
    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Jez encaró en mi dirección para salir del aula y se me escapó una sonrisa hasta idiota cuando se inclinó y me besó la mejilla. No me lo había esperado para nada pero ¿de qué me sorprendía? Era Jez de quien estábamos hablando.

    —Adiós, Jez.

    Seguí su trayecto un par de segundos por costumbre, si se quiere, por curiosidad o para saber dónde estaba en caso de que... cualquier cosa pasara. No era ni medio normal tener que mantener activado el chip de la calle dentro de la escuela, pero ni modo. La vida es una perra. Se metió en el club de fotografía y lo dejé estar, almacenando la información. Noté entonces que Konoe me había alcanzado y su voz llegó a mis oídos plana, vacía, como una pulsación constante o... ruido blanco.

    La sonrisa que Jez había conseguido arrancarme desapareció, y con ella cualquier rastro de calidez.

    No estaba molesta ni nada con Suzu, pero simplemente no veía por dónde intentar animarla o ser la Anna estúpida haciendo estupideces por sus amigos. Así y todo me empeñaba en protegerla, ¿verdad? Bueno, eran cosas diferentes.

    La observé de arriba abajo y enterré las manos en los bolsillos, recostando el hombro sobre el marco de la puerta.

    —¿Cómo va? —solté, un poco por inercia, y paseé mi mirada alrededor antes de volver a sus ojos—. ¿Qué tal el almuerzo? Sé que ahora es pura mierda que lo diga, pero igual no pretendía arruinarlo ni nada, sólo... pasó, supongo.
     
    Última edición: 15 Diciembre 2020
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    Yugen

    Yugen D e p r e s s e d | m e s s

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    Konoe Suzumiya

    No le sostuve la mirada por demasiado tiempo. Simplemente no me sentía con el derecho ni con las ganas ni las fuerzas. La fijé en la ventana, al otro lado del cristal. Resultaba irónico el día tan hermoso que hacía fuera cuando dentro de mí parecía haberse desatado una imparable tormenta. O tal vez no era tal y se sentía como ruido blanco, como la estática en una televisión antigua. El silencio se extendió por unos segundos y cayó pesado como una losa. Arrastró su voz, la diluyó y sentí que la oportunidad para responder había pasado cuando finalmente me digné a mover los labios.

    El atardecer se colaba por la ventana. El naranja ocre, como llamas vivas llenaba el pasillo, las paredes, el cuerpo de Hiradaira. Pero no parecía alcanzarme a mí. No sentía ningún calor sobre la piel.

    —No lo sé. ¿Cómo crees que va Anna-san?—respondí con el mismo tono plano, carente de vida. Mi voz no sonó ni más baja ni más alta, era una línea recta. Como la definición de la muerte en un encefalograma. La imagen de los trozos de cerámica de las tazas que yo misma había roto me regresó repentinamente a la mente. Destrozadas, dispersas. Se amalgamó con la sangre de Kurosawa y los cristales. Me rayó el cerebro con una fuerza extraña—. No arruinaste el almuerzo. Estaba condenado desde antes de comenzar.

    No podía culparla. No podía culpar a nadie más que a mí misma.


    Quería irme. Y encerrarme a estudiar.

    Y estudiar.
    Y estudiar.
    Y estudiar.
    Y estudiar.

    Almacenar, copiar y repetir hasta que mis dedos se sintieran entumecidos.

    Hasta opacar el ruido blanco.
    Me giré para mirarla de forma rígida, mecánica.

    >>¿Es todo lo que querías decirme?
     
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  20.  
    Gigi Blanche

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    Su primera réplica de por sí logró rayarme el cerebro, definitivamente no era lo que habría esperado de Suzu y devolví mi entera atención a ella, su cuerpo rígido, el semblante inerte y la voz plana. Parecía una jodida muñeca en exposición, un maniquí, y casi me dio escalofríos. Tragué saliva, un poco sin darme cuenta, y no logré dar con una respuesta concreta. La puta cabeza me había quedado en blanco. ¿Qué mierda le pasaba?

    ¿Era... mi culpa?
    ¿Que no lo ves, Anna? Aquí lo tienes de vuelta.

    Cállate.
    ¿No es hasta nostálgico?

    Ya cállate.
    El poder de tu veneno.

    Es asombroso.

    Joder, cállate.

    Lo sentí, juro que sentí el leve chispazo corriéndome por el cuerpo, pero se extinguió tan pronto creí ser capaz de hacer algo con él. Dijo que nada era mi responsabilidad, que el almuerzo había estado... condenado desde antes de comenzar. La voz de Altan se solapó con la de Konoe.

    We're doomed.

    Venga, ¿la sombra de la parca había caído de repente sobre todo el jodido Sakura o qué?

    Escruté y escruté su rostro, en busca de alguna reacción, alguna respuesta alternativa a sus palabras, pero no di con nada. Nada había allí. No me dio mucho tiempo a nada, o quizá fue mi incapacidad por encontrar la respuesta apropiada, pero tan pronto volvió a hablar sentí una cubeta de agua helada bañándome la espalda.

    ¿Es todo lo que querías decirme?
    Mira, la rompiste.

    Basta.

    La quebraste como un jodido mondadientes.

    Entreabrí los labios, dubitativa, estaba frunciendo el ceño y ni siquiera me había dado cuenta. Me moví entre sílabas invisibles y al final tuve que tomar aire por la boca.

    —¿Pasó algo luego de que nos fuimos?

    Y es que aún así, a pesar de todo, a pesar de las voces insistentes gritándome que todo era mi culpa, no pude descartar la posibilidad de que Gotho tuviera que ver con el estado actual de Konoe y... y era mi única esperanza.

    Cobarde.

    Aprovechada.

    Condenarlo a él era mi jodida salvación.
    ¿Y qué más da?

    Nunca fui un puto ángel.
     
    Última edición: 15 Diciembre 2020
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