Al final no había dejado de llover cuándo llegó la hora de salida así que acompañó a Watanabe a casa y como habían acordado se quedó allí un rato, viendo una película y demás tonterías, venga, como las amigas que eran realmente, ya no tutora y aprendiz. Al final había terminando yéndose algo más tarde de lo planeado, pero igual llegó a casa a tiempo para hacer la cena sin atrasarles mucho el horario a sus padres. Al alguna hora escuchó una motocicleta rugir en la calle y detenerse, como la chismosa que podía ser se asomó por la ventana solo para notar la silueta de Altan, como un maldito vampiro recién salido del ataúd, subir a una moto roja conducida por el chico rubio tatuado de la otra noche. Y allí iba el imbécil a seguirla liando, ¿no? Como fuese esa mañana entró a la academia, se cambió los zapatos y luego redireccionó sus pasos a la línea de los de primero. En principio buscaba a Nagi para darle los buenos días antes de subir, pero con quien topó fue con la castaña, la amiga de Yukie Inuoe y se acercó a ella con una sonrisa decorándole el rostro. —Buenos días, Shichimiya-chan~ —saludó con voz suave. No había visto a la chica desde la semana pasada, teniendo en cuenta que había terminado cancelando el club un día por haber terminado fundida de la noche de la azotea—. ¿Cómo estás? Era una desgraciada, podía leer emociones ajenas con facilidad irrisoria, de forma que notó algo distinto en la menor pero tampoco estaba del todo segura porque la chica se había puesto una sonrisa en el rostro que no la dejaba terminar de ajustar la lectura y tampoco iba a preguntarle así sin tacto alguno "¿Está todo bien?". Siempre era bueno empezar con las preguntas de rutina, las normales.
Satoko Shichimiya Vale, al menos parecía que la suerte estaba un poco de mi lado esa mañana. Mientras miraba por ahí, noté la mecha azulada tan característica apareciendo por un lado del casillero y un alivio genuino se apoderó de mis facciones. Supuse que estaba buscando a Nagi, que parecía ser su amiga desde hacía un tiempo, pero aun no había aparecido así que ahí estaba, hablando conmigo. Bueno, ¡a mi no me importaba! —¡Buenos días, Kurosawa-senpai! —saludé, enérgica como siempre—. Todo bien, aunque con sueño~ ¿Y tú? ¿Mejor? Había cancelado la última reunión del club, ¿cierto? Así que simplemente asumí que se encontraba indispuesta o algo parecido, ¡esperaba que se hubiese recuperado!
El enérgico saludo de la chica le ensanchó la sonrisa en el rostro, balanceó el maletín de un lado al otro como un péndulo y asintió con la cabeza ante la pregunta. —Como nueva y lista para regresar al club —respondió enderezando la postura y soltó una risa—. Ya verás, seguro les gusta un montón lo que vamos a aprender a preparar hoy. No había topado con Nagi, pero la verdad no iba a quejarse, Satoko era una chiquilla de lo más adorable y también le daba un poco esas vibras de conejito que le daba Nagi de tanto en tanto, quizás con menos nervios eso sí. Eran bonitas, medias torpes y sentía esa necesidad de cuidarlas, de ser su amiga. Bueno de qué iba ahora, ¿putos pandilleros y conejitas que proteger? Qué desastre, eh.
Nagi Watanabe De no ser sido por la presencia de Shiori su vuelta a casa hubiera sido un verdadero desastre, todo lo contrario resultó al tener a su senpai. A pesar de la fría lluvia, la caminata de regreso fue amena e inclusive nostálgica, tornándose incluso mejor que volver sola un día caluroso. Una vez en casa vieron una película que tenía pendiente desde hace tiempo y comieron el par de snacks que se compraron, echadas en la cama de su cuarto con el portatil. El ambiente resultaba acogedor, tanto que sin percatarse terminó posando su cabeza en el hombro ajeno a media película, quedándose así hasta el final tras cerciorarse de que no molestaba a la otra. Tras eso pasaron un tiempo con Kazuki y luego Shiori se fue más tarde de lo que tenía planeado, pero Nagi ni enterada de aquel detalle. A pesar del grisáceo ambiente, había sido un buen día. Le dio por dormirse temprano, aún así despertó somnolianta, aunque a una buena hora. Tras desayunar unas sencillas tostadas con té se marchó a la escuela, sin despedirse de nadie, pues el resto seguía durmiendo. Anduvo sin prisa, el clima le era agradable y tenía pinta que se mantendría así, pero al recordar que eso significaba retomar los posibles exámenes físicos soltó un bufido molesto. Llegó a la academia sin mayor novedad, apenas se asomó por los casilleros de primero identificó la cabellera de Kurosawa sin problemas, logrando que apresurara un poco el paso hacia su propia casilla. Una vez más cerca pudo reconocer a Satoko y antes de dirigirse hacia ellas cambió su calzado con más velocidad de lo habitual. —¡Bu-buenos días! —saludó en cuanto de posicionó frente a ellas, algo encogida sobre sí misma y aferrada al asa de su bolso, pero se escuchaba animada, afirmando eso con la leve sonrisa que sacó. En cuanto volvió a enfocar su vista en Satoko recordó que había faltado el lunes, se mostró sorprendida ante ese pensamiento e hizo el ademán de preguntar, pero terminó optando por guardar silencio apretando los labios. Tal vez había interrumpido algo y ella ni enterada.
Satoko Shichimiya Lo cierto es que me alivió bastante escuchar su respuesta y saber que todo estaba bien. ¡Me había preocupado un poco! También esperaba que las cosas fuesen menos tensas en el club después de aquel descanso... —Ah, ah, ¿en serio? ¿Puedes darme una pista, senpai? ¡No sé si podré aguantar con al curiosidad todo el día! —sentencié, con una fingida seriedad, antes de soltar una risilla que rompió toda intención. Antes de que pudiese responderme, sin embargo, la voz titubeante de Nagi apareció de la nada a nuestro lado y centré mi atención en ella, sonriente. >>Buenos días, Watanabe-chan~ Ella estaba en mi clase, ¿verdad? Por suerte no parecía del tipo de inmiscuirse demasiado en la vida de los demás así que podría estar tranquila, o eso creía al menos.
Acaba de terminar la frase cuando notó movimiento en la línea de casilleros de nuevo, pero no apartó la atención de Satoko hasta que Nagi apareció frente a ella y les dio los buenos días. —Buenos días~ —dijo mientras le echaba los brazos encima, la presionó suavemente y la dejó ir no mucho después, para no ir a matarla de nervios ni nada. Luego volvió a centrarse en Satoko—. Qué va, mejor que sea sorpresa. Vas a tener que quedarte con las ganas, Shichimiya-chan~ Le sacó la lengua a la menor, genuinamente entretenida, sin darse cuenta realmente de que se estaba comportando muchísimo más suelta que la primera vez que habló con ella. Contenido oculto birgen zantisima los shitty posts tengo la neurona frita help me
Nagi Watanabe A pesar que desde ayer ya iba creyendo que los abrazos serían más continuos, la acción la tomó desprevenida, mandando calor a sus mejillas debido a la aceleración de su pulso y se mantuvo estática, como si no terminara de procesar lo ocurrido. El gesto fue rápido, por lo que antes de poder corresponderle Shiori ya se había apartado. Soltó un suspiro llevándose una mano al pecho, destensándose mientras sentía el latir de su corazón. Acostumbrarse no iba a ser fácil. —¿Uh? —intercaló su mirada confundida entre ambas—. ¿Qué sorpresa? —soltó con aquella voz de bajo volúmen, aún aferrada al asa de su bolso. >>Ah... —exclamó despacio, parecía que una idea se había plantado en su cabeza y volteó a ver otra vez a Satoko, el rubor por lo anterior aún se mantenía en su rostro—. Uhm... Tú... faltaste ayer, ¿no? —desvió la mirada un momento, mientras se rascaba una mejilla con el dedo índice, debatiéndose si hacer lo que tenía en mente—. Pu-puedo pasarte mis apuntes, si quieres... aunque no se si sean muy útiles —agregó lo último casi en un murmuró, a ojos cerrados con una sonrisa nerviosa. Estaba lejos de ser buena en clases, se distraía fácil y demoraba en anotar, por lo que si el profesor no escribía en el pizarrón podía dar la materia por perdida. Aún así, lograba apuntar desde lo básico a un par de cosas, de algo podía servir.
Entró riendo suavemente ante el comentario de Suiren respecto a la serie de televisión que escuchó la noche pasada, recordando el sabor a palomitas de maíz, mantequilla, gaseosa y algunos chocolates. La llegada de su hermano mayor había traído consigo aquella calidez al recordarle actividades que hacían cuando eran apenas unos niños, sintiéndose inmensamente afortunada de que fuese tan dulce con ella, procurando realizar actividades juntos luego de terminar los deberes, incluyendo a sus padres en ellos pese a que su padre, no era el mismo que había concebido a Suiren. —Y... llegamos a tiempo —habló él abriendo el casillero para intercambiar una de las libretas, mientras Violet abría el de ella—. ¿Te busco en el descanso? Elevó el mentón luego de cerrar el metal con delicadeza, pensándoselo. Había hablado con Natsu por teléfono antes de dormir, pero éste le comentó que se la pasaría estudiando los siguientes días, y ella no deseaba molestarlo. —Estaría bien, pero —murmuró con una sonrisa suave—, si deseas pasarlo con tus amigos no tengo problema, no quiero que sea como en la anterior escuela Suiren. El muchacho le acarició el cabello con cariño, despeinándola un poco. —No tengo amigos aún, Violet. Solo conocí un par de compañeros, nada importante —se ajustó la mochila sobre el hombro—, iré subiendo, hablamos al rato. Contenido oculto Gigi Blanche
Un poco era como terapia de choque, ¿no? Pero si Nagi no la apartaba ella simplemente iba a seguir haciéndolo, era esa clase de persona y era bueno y malo a la vez. La cosa era que no sabía moverse de otra manera, si la gente no la hacía un lado ella iba a insistir hasta... ¿Hasta que qué? ¿La quisieran, la dejaran hacer lo que le viniera en gana o qué precisamente? Esa insistencia de mierda era la que la había llevado a romper no sé cuántas reglas de la escuela en un día. Claro, la organización del plan hasta que había dado gusto. Casi sin espacio al error. Giró el rostro hacia Watanabe cuando la escuchó preguntar por la sorpresa, porque claro ella había seguido la conversación sin siquiera poner a la pobre chiquilla al tanto de lo que estaba hablando. —Ah, le estaba contando a Shichimiya-chan que seguro les gustaba mucho lo que tenía planeado enseñarles a preparar hoy en el club pero que tendrá que ser una sorpresa~ —aclaró luego de que Nagi le ofreciera sus apuntes a Satoko.
Satoko Shichimiya Inflé las mejillas ante su respuesta, en un gesto claramente infantil, pero luego relajé mi expresión al girarme hacia Nagi. ¡Cierto! Ella tenía que no haber escuchado la conversación de antes así que estaría perdida. Lo cierto es que me dispuse a explicárselo, y quizás intentar conseguir su apoyo, pero sacó entonces mi falta y me quedé con las palabras en la boca. Sin embargo, solo lo hizo para ofrecerme los apuntes y un suspiro de alivio escapó mis labios, dedicándole una sonrisa suave después. —Gracias, Watanabe-chan, me ayudaría mucho~ —agradecí, sincera. Tampoco yo era la mejor tomando apuntes pero había prometido intentar ser buena estudiante por papá así que tendría que poner mi mejor esfuerzo para ello. >>Ni modo de convencerte, ¿verdad, senpai? —volví a decir con tono divertido al mirarla, y una sonrisa algo derrotada—. ¿Queréis ir subiendo a clases ya~?
Reconocí la cabellera albina de Jez unos metros más allá, apareciendo desde las escaleras. En verdad se rebasaron con Joey sin siquiera mirarse y la situación me generó algo más de curiosidad. Le concedí una sonrisa calmada y ciertamente no esperé que se me echara encima. Pestañeé, ajustando mi percepción del espacio. ¿Le correspondí el abrazo? Un poco, sí, mis manos alcanzaron su espalda de forma vaga, casi reflejo, antes de que se alejara. Se la veía bien y eso era un gran alivio. Reflejé su sonrisa, aunque sin la chispa de energía, claro. —Buen día, Jez —murmuré—. Me alegra verte de vuelta. ¿Se suponía que dijera algo más? ¿"Perdón por no haberte escrito"? Qué más daba, dudaba que a ella le importara. —¿Qué tal ha estado el viaje? Meyer-san nos puso al tanto, a Kashya y a mí. Reconocí entonces la voz de Violet a mis espaldas y volví la vista sobre el hombro, estaba hablando con un muchacho tan albino como ella y recordé que me había comentado sobre la transferencia de su hermano. Miré a Jez y le sonreí un poco más amplio. —¿Recuerdas a Balaam-san, Jez? El otro día se acercó al club, cuando estábamos leyendo. —Finalizada la breve introducción, medio giré sobre mis talones para abarcar a ambas chicas—. ¡Balaam-san!
Nagi Watanabe No conocía demasiado a Satoko, por lo que le preocupaba un poco como se tomaría su propuesta, fue un verdadero alivio recibir aquella sonrisa sincera que logró ampliar la propia, asintiendo a su respuesta. —Ah, cierto, el club —mencionó a lo de Kurosawa, por un momento había olvidado por completo que pertenecía a uno. Hubiera pasado el día sin darles tantas vueltas al asunto, pero con todas las expectativas que las chicas le estaban poniendo Satoko logró contagiarle algo de su curiosidad, aunque Shiori no parecía dispuesta a decir mucho más. >>Creo que si —respondió sobre subir a clases— ¿Nos acompañas, senpai?, ¿o esperarás a alguien? Se le vino a la cabeza el chico lobo, por lo que miró a los alrededores en busca de él, pero no se veía por ninguna parte. Tal vez ya había llegado o en una de esas faltó a clases. Masuyo Kobayashi Solía marchase rápido apenas terminaban las clases incluso sin llegar a despedirse de nadie, para poder alcanzar un buen puesto en el tren, a menos que ya tuviera pensado quedarse un rato. Así había ocurrido el lunes, por lo que estuvo lejos de toparse con Laila y aparte del cambio, casi imperceptible a sus ojos, que tuvo tras el enfrenton con Altan no tenía ni idea por lo que pasaba la chica. Se pasó toda la tarde buscando entre su lista de canciones una que le convenciera, practicando y descartando varias, terminando por descargar el instrumental de tres distintas. Ya vería en el momento cual cantaba, en una de esas y podían ser las tres, dependiendo de qué tanto le gustara a Laila escucharla. El asunto en verdad le entusiasmada. Llegó a la academia sin prisas, parecía que aún no iniciaban las clases, se aseguró de eso tras comprobar la hora en su teléfono. Se tomó su tiempo en cambiarse los zapatos, buscó luego algún rostro conocido, pero no había nada. Lo mismo ocurrió al asomarse por lo casilleros de tercero. Bueno, era de esperarse, Laila y Shawn eran las únicas caras relevantes hasta el momento, aún así no pudo evitar un mohín. De seguro ya estaban en sus respectivas clases, no tenía pensado subir tres pisos solo para saludar. Ya podrían verse en el recreo, ¿no?
Amaba los días así. El fresco aroma de la brisa traía consigo el dulce aroma de las flores. Si tenía que elegir una sola estación como su predilecta, definitivamente esa sería la primavera. Sus días soleados, el florecimiento de sus preciado jardín, las lluvias ligeras. La primavera en el Sakura Gakkuen era sencillamente hermosa cuando hacía danzar los delicados pétalos de los cerezos en una entropía de colores pastel. Ai Mamiya inspiró profundamente. —Ah, ya casi es Hanami. Se preguntaba si ese año podría repetir la tradición del anterior y acudir a ver la lluvia de pétalos de los cerezos en compañía de su flor de cerezo particular. Konoe solía ir con ella todos los años como si se tratase de una especie de regla no escrita del club de jardinería; solo para las dos. Soltó una risa ligera ante el pensamiento. Quizás podría invitarla en esa ocasión al Castillo Himeji en la prefectura de Hyogo, tan cerca de su Kobe natal. Era curioso que una ciudad tan metropolitana y urbanizada hubiese sido la cuna de una joven tan naturalista. —¡Cerasus-chan! El cuerpo de Konoe se tensó ligeramente cuando sintió los brazos de Ai rodearla nuevamente desde la espalda. Parecía particularmente animada esa mañana. Ella, en contraposición, no se encontraba en uno de sus mejores momentos. La escueta conversación con Welsh había arrojado toda su simpatía por la ventana. Estaba realmente cansada y frustrada. Su impotencia con la situación, su incapacidad para alcanzar a Alisha, el hecho de que sentía que estaba siendo hipócrita... ¿Cómo trataba de hacerse la hermana mayor y aconsejarle que se cuidara de Gotho cuando ella pasaba ampliamente de todo lo que le decía con una facilidad irrisoria? ¿Qué derecho tenía? Era su propia vida. Y ella estaba haciendo un desastre de la suya, ¿por qué le importaría que ella hiciera lo mismo? Si lo único que realmente quería, la única persona con la que deseaba estar, no la correspondería jamás. Y ni siquiera confiaba en ella lo suficiente para decirle la verdad a la cara. —Ya casi es Hanami—casi susurró. —Mhm. Ai apoyó el mentón sobre su hombro afianzando el agarre en torno a su cintura. Era evidente que buscaba contacto, atención, de forma casi posesiva. —¿Iremos juntas a—? —Mamiya-san—el tono seco, ligeramente áspero en su voz le hizo alzar la mirada—. No me apetece tener esta conversación. Discúlpame. Frío. Un frío gélido le recorrió la columna. La sorpresa que generaron sus palabras le paralizó el cuerpo. Fue como si la sangre se le congelara en las venas y el shock súbito le hizo aflojar la presión de sus brazos, lo que permitió que Konoe se apartara. Ni siquiera se volteó para mirarla o para cruzar miradas. No pudo ver su rostro ni el tipo de expresión que tendría. Todo lo que alcanzó a ver fue su cabello oscuro meciéndose con cada uno de sus pasos a medida que se alejaba por el pasillo. Ai la observó, muda. Dejó caer las manos como un peso muerto.
Que Bleke le correspondiera a su manera le bastaba, era mucho más de lo que esperaba, realmente era tan calmada y centrada que a veces le preocupaba un poco, pero nada del otro mundo. —Pues es cansado eso de viajar, ya sabes, pero estuvo bien —respondió sin borrarse la sonrisa del rostro todavía. Asintió sobre lo de Balaam y mientras la chica la llamaba, ella se puso a buscar la bolsita de los llaveros de nuevo hasta dar con un tulipán de un apagado tono de azul, bastante parecido de hecho al color de ojos de Bleke. —Blee. —Volvió a llamarla y le extendió el objeto—. Te lo iba a dar más tarde, pero aprovechando que te encontré aquí. Al final la chica había aceptado los apuntes de Watanabe y ella se había mantenido un poco al margen, pues para que ellas hicieran sus cosas, además de que no quería interrumpir una iniciativa de Nagi así por puro deporte. Se había distraído un poco cuando Nagi volvió a preguntar sobre ir subiendo a clases. Por reflejo regresó la vista a la entrada de la Academia, como si inconscientemente hubiese estado esperando que el idiota de Hiroki se apareciera o algo pero ni rastro. No lo había visto el fin de semana, por no ser hostigosa, pero tampoco había recibido siquiera un mensaje ayer a pesar de haberle ido a dejar el almuerzo y ya la cabeza se le estaba yendo un poco a la mierda de repente. Trastabilló visiblemente antes de comenzar a caminar hacia las escaleras junto a las dos castañas y se contuvo de soltar una risa sin gracia, casi condescendiente, parecida a las que se le salían a Altan. Igual y había sido un error, ¿no? Soltar toda la mierda. Se salía del puto plan. Todo lo que se saliera del plan era un error. —Vamos~ —dijo sin que se le tonara ni un atisbo del bajón en la voz—. No vaya a ser que lleguemos tarde ya estando en la academia. Quizás iba a tener que seguir pidiéndole cigarrillos al amigo tatuado de Altan. Contenido oculto
Casi dio un respingo al escuchar su nombre, denotando casi al instante el tinte de la voz que la llamaba, provocando que una sonrisa alegre se apropiara de sus facciones a medida que organizaba los sensores en su muñeca. Al estar en el trayecto con Suires podía descuidarse un poco con ello, retomándolo al estar sola. Caminó entonces tan solo un par de paso al no estar a una distancia muy extensa, llegando hasta ella para saludarla. —Middel-san, buenos días —frenó el hablar ante una voz ajena que recordaba haber escuchado con anterioridad, guardando silencio para no interrumpir, evitando anteponer su voz por sobre la de Jezabell, a la cual le dirigió una sonrisa suave con la intención de saludarla. Aguardando pacientemente para preguntarle a Bleke si deseaba subir con ella, para dirigirse a clase.
Asentí comprensiva a las palabras de Jez, aunque realmente no tuviera mucha idea de lo que era viajar. A pesar de nuestra holgura económica, mi padre era un sujeto muy recto y austero, simple, minimalista, y si decidía tomarse vacaciones era en ciudades cercanas. Ni siquiera teníamos casa de verano, y pasar temporada en Países Bajos por alguna razón le resultaba una idea descabellada. Así y todo, no estábamos exentos de la cultura que llevábamos en la sangre y cuando Jez me extendió el llavero de tulipán le sonreí con la suavidad usual, pese al trago amargo que se me asentó en la boca del estómago, y lo acepté sin titubear ni un instante. No era nada personal, claro que lo sabía, así que en definitiva me traía bastante sin cuidado. —Muchas gracias, Jez. Qué bonito detalle. Lo inspeccioné un poco más de cerca antes de guardarlo en mi bolsillo, luego decidiría dónde utilizarlo. No es que había anticipado como tal que traería regalos, pero al ocurrir tampoco me sorprendió para nada. Al menos, el color que había elegido me gustaba. Un azul opaco, similar al hielo bajo la luz de la luna. Acertado y sobrio, elegante. Como buen Middel. Violet se acercó a nosotras como había anticipado y como, claramente, había sido mi intención tras llamarla, y le sonreí. —Buenos días, Balaam-senpai. ¿Recuerdas a Jez? Estaba en la biblioteca cuando nos conocimos. Jez, esta es Balaam Violet-senpai. ¿Les parece si vamos subiendo?
Sonrió al ver que Bleke aceptaba el objeto que le había extendido, satisfecha con ello sin tener ni la mínima idea de la reacción que había provocado en ella porque no había manera de leer sobre Bleke Middel, sobre las costras que las agujas habían provocado en ella. Le sonrió de vuelta a Baalam, quien lo había hecho en ademán de saludarla a pesar de sus condiciones y asintió con la cabeza a la sugerencia de su compañera de club, antes de hablar para que también Violet estuviese enterada. —Claro, ya es hora. Revisó por las dudas el maletín, para que no se le hubiese quedado nada más, y en eso estaba cuando escuchó aquel grito desgarrado que hizo que un montón de gente se apiñara en dirección al pasillo, antes de que ella pudiese hacer nada o siquiera descubrir de quién provenía. Titubeó visiblemente, claro, porque así era y tuvo el impulso de acudir pero al final solo sujetó con más fuerza el maletín y reinició la marcha, esperando a que las dos chicas la acompañaran. Contenido oculto pues mira ya que estaba en rant pos
La mente se me parchó y lo último que supe es que el pastel estaba listo, decorado y toda la mierda. La cobertura era blanca, de huevo, sencilla… A mis ojos impregnados de sangre se veía rosado. Tenía el móvil en la mano, había buscado el número de Hiroki y no recordaba siquiera haberlo hecho. Supongo que debía alegrarme de haber recuperado la consciencia o lo que fuese a tiempo para solo retroceder, buscar el número de Altan y darle a la tecla de llamada. Escuchaba gente caminar así que asumía ya la campana de salida había sonado y yo no la había oído. Timbró una, dos veces. —¿Dónde estás? —soltó de una. —Primera planta, club de cocina —respondí con un tono monocorde que debió recordarle al propio—. Atrincherada. Solté una risa extraña de nuevo e hizo eco en las paredes. —Ya voy. Colgó de inmediato y minutos más tarde tocó la puerta a la vez que me habló desde afuera para que supiera que era él. El pastel estaba en una de esas burbujas plásticas de transporte, así que solo lo tomé, abrí la puerta por fin y se lo extendí. Lo vi intercambiar la mirada entre el destrozo dentro de la cocina y yo, pero lo dejé pasar porque me daba igual. Nunca había sido una muñeca perfecta para Altan, ¿no? Claro que no. —Llévame esto por favor Cerré la cocina con llave, me la guardé en el maletín y comencé a caminar hacia los casilleros con una rigidez espantosa. El llanto de Nagi había regresado para taponearme los oídos. >>¿Y Shiro-chan? —Ya está cubierto. —¿Hiradaira? —Estará bien. Piensa en ti de una puta vez. No respondí, me limité a caminar entonces hasta llegar a los casilleros, lo dejé ir a su línea y hacer el cambio de zapatos antes de caminar hasta los casilleros de segundo para hacerlo yo también. Me siguió como una sombra o un perro guardián si se quiere. —¿Volverás a casa, Shiori? —preguntó con cautela. Cerré el casillero con lentitud antes de quedarme estática. —No lo sé, Al. No tengo idea de nada. Contenido oculto relleno por todos lados osi osi also tremendo doble post pero idc anymore
Pfff, lo había intentado ¿no? Bueno, no podía simplemente quedarme rogando por contacto humano cuando a ella claramente no le nacía corresponderlo, sin embargo supe que mi expresión no fue indiferente, más bien, como si no la reconociera en el proceso. Un poco ido por hacerme ilusiones que comenzaban a disolverse una tras otra. El estómago se me contrajo como cuando te cuesta respirar, aún así la seguí, viéndola en los casilleros mientras la escuchaba hablar, pero no estaba absorbiendo nada de lo que decía, como si su voz rebotara. —No te pedí que fueses mi novia Sasha, sé que me rechazarás de una —solté comenzando a abrir ahora mi casillero para sacar una de las libretas y guardarlas en la mochila, al igual que un par de cigarros que me había dejado dentro. El brillo con el que la busqué en el salón se había disuelto, y dudaba en que regresara, porque sí, por mi lado con mi papá trepado en el cuello efectivamente era una mierda, y de parte de ella, pues no sabía nada más, y quizá era más complejo que lo mío. Destensé los hombros enterrando las manos en los bolsillos, mirando hacia la puerta, tras ella. —Mira, yo —suspiré—. Hoy pensé muchas estupideces, contigo, con mi padre, lo de Katrina, el que me dejaras solo ayer, el no llamarte en la noche o enviarte un mensaje cuando quería hacerlo, comerme la cabeza desde que llegué a casa, el hablar idioteces con Aaron, el verte dándole de comer a David cuando fui a buscarte en la hora del almuerzo —la miré entre las pestañas—, sigamos como siempre, yo —desvié la mirada—. Me sofoqué y terminé inundándome. Comencé a caminar hacia la salida, pasando por su lado. >>Solo olvídalo. Contenido oculto Gigi Blanche
Suzumiya Konoe Había bajado los escalones sin pensar, de forma apresurada. Sentía que las paredes de la academia que tanto solía amar ahora trataban de aplastarme o robarme el oxígeno. Eran angostas, parecían cerrarse sobre mí y un sentimiento de claustrofobia y ansiedad me sacudió el cuerpo como un chispazo eléctrico. Quería alejarme lo antes posible. Terminar ese día nefasto y encerrarme en mi habitación para lo único que sabía hacer bien. Los exámenes empezarían en dos semanas y me aferraría a ellos para mantener el poco control que me quedaba. El poco suelo firme que no terminaba resquebrajándose y cediendo bajo mis pies nada más pisarlo. Abrí el casillero para tomar el resto de mis cosas y todos mis libros de texto. Y mientras me encontraba ocupada, captó mi atención. La melena dorada, suavemente ondulada, desprendía esa elegancia de cuento, de reina encantada. Había estado desaparecida durante todo el día desde el incidente de la mañana. No había aparecido por el invernadero a pesar de club y no la había vuelto a ver por los pasillos. Y mi ansiedad y mi culpa se hizo una bola inmensa. Quizás me hubiera quebrado en pedazos, quizás me sentiera una sombra de mí misma, pero el sentimiento de culpa permanecía. Punzada. Y amenazaba con ahogarme. Necesitaba disculparme. Necesitaba decirle que aceptaba su propuesta de ir a ver el Hanami como cada año. Quería. Necesitaba aferrarme a los últimos pedazos de mí misma. Fue un impulso. Cuando quise percatarme mis labios se había movido por sí solos. —¡Mamiya-san!—la llamé. La urgencia se coló en mi voz sin que pudiera detenerla y sonó quizás más alta de lo que pretendía. Su cuerpo se tensó. No se giró, pero no era necesario hacerlo. Nos conocíamos desde hacía cuatro años. Estaba segura de que era perfectamente capaz de reconocerme incluso con los ojos cerrados. Como si hubiera chocado contra un muro invisible o la propia Medusa la hubiera mirado a los ojos, sus pasos se detuvieron de súbito. Se congeló. ¿Cuanto daño le había hecho realmente por Dios? Había sido brusca, había permitido que mis emociones convulsas lastimaran a alguien inocente que no tenía nada que ver con mis problemas. Una prueba más de mi detestable egoísmo. No era diferente a los animales del Sakura. Casi podía ser una extensión de ellos. Entonces, echó a andar. Prácticamente correr. No. Por favor no. El peso del mundo se me desplomó sobre los hombros. Se me clavó en el centro del pecho y comprendí todo el daño que le había hecho sin ser consciente. Generalmente era una persona excéntrica, elegante y sofisticada. Pero tenía un corazón sumamente frágil. Y ahora estaba dañado. Y era nuevamente mi culpa. —¡Mamiya-san espera!—casi le imploré.— ¡Espera por favor! Pero no se detuvo. Cerré apresuradamente el casillero. El hilo invisible que nos unía se tensó y me arrastró por inercia tras ella. Contenido oculto Well, vamos a terminar de romper a Suzu (?) Insane, te respondo cuando todo acabe <3