Spin-off Cabaña del bosque [Pokémon Rol]

Liza White

Al ver los rostros indecisos de los chicos terminé por sentarme sobre la mesa y balancear mis piernas en el aire, escuchando una a una todas las propuestas acerca del tema de las habitaciones. Desde ahí podía ver a Yukio intentando trepar a la silla para hurgar entre las bufandas y gorros amontonados y no tardé en sujetarlo y colocarlo en mi regazo, dándole un toquecito en la frente mientras negaba con la cabeza.

Genial, ahora iba a tener que ocuparme de dos niños.

Aunque tampoco era que me molestase demasiado, a quién iba a engañar.

Noté cómo Nikolah se emocionaba al recordar la existencia de los dulces y le dejé hacer con cierta condescendencia maternal. Mientras me recogiese las cosas después, no tendría nada que reclamarle. Y me gustaban mucho sus postres, no podía mentir. Le seguí con la mirada sin darme cuenta, recorriendo su figura en la distancia y fue entonces cuando la voz de Mimi captó mi atención. Dormir las tres no sonaba a un mal plan, siempre podíamos juntar ambas camas, pero entonces alguien se quedaría solo y no me hacía demasiada gracia. Quería que todos se sintiesen cómodos allí, era el único deseo de Navidad que quería pedir ese año.

Pero muy cómoda no terminé por sentirme cuando la sugerencia de Lucas y la mirada entornada de Mims hicieron que el calor se concentrase en mis mejillas, irguiéndome sobre la mesa de golpe. Miré de soslayo la cocina, notando cómo Emi se asomaba para pedirle algo al rubio, y me mordí el labio de manera inconsciente.

¿Es que lo tenía escrito por toda la cara? ¿Iban a estar así todas las vacaciones? Arceus.

—...Está bien, como sea, iré a buscarle —resolví con un bufido, bajándome de un salto, y al pasar por el lado de Mimi le coloqué a Yukio entre sus brazos, dirigiéndole una sonrisa bastante fingida. Estaba claro que su sugerencia me había puesto nerviosa de repente—. ¿Por qué no te encargas mientras de él? Seguro hacéis buenas migas.

Le guiñé un ojo antes de desaparecer tras la cocina. El chico ya había dividido los ingredientes y colocado los instrumentos de la mesa, y por un momento dudé de qué era exactamente lo que había ido a decirle. ¿Que compartiéramos habitación? ¿No sonaba un poco... repentino? ¿Forzado? A lo mejor quería compartirla con Aleck, parecían llevarse bien. Y ambos eran chicos, se hacía menos raro. En cualquier caso suspiré, apoyándome en la encimera, y comencé a jugar con un cubierto mientras encontraba mi voz.

—Oye, ¿no crees que te fuiste un poco rápido? —le reproché con suavidad, sin mirarle directamente—. Los chicos ya están repartiéndose las habitaciones, deberías darte prisa. Quiero decir, en caso de que no quieras compartirla conmigo. Quizás eso haría el resto de repartos más sencillos... ¿no?

 

Mimi Honda

Solté una risa sin gracia.

—¿De verdad vamos a dormir chicos y chicas en el mismo cuarto?—cuestioné con cierta turbación y me incorporé lo suficiente para rodearme la zona del pecho con un brazo. Había incredulidad en mi tono también. Teniendo en cuenta mi complejo con el tamaño de mis senos era un suicidio— ¿Qué voy a hacer cuando tenga que cambiarme de ropa? ¿Esconderme debajo de la cama?

Probablemente a cualquier otro adolescente le encantaría la idea de compartir habitación con alguien del sexo opuesto. Como Liza con Nikolah, por ejemplo. Pero yo era una persona bastante reacia en ese sentido. Mi privacidad era sumamente importante para mí. Tenía mi rutina, mi forma de hacer las cosas y no me apetecía cambiarla por nada ni nadie. Si tenía que desnudarme y cambiarme frente a un tipejo random no solo moriría de vergüenza.

Le patearía la cara.

Liza no me dio tiempo a quejarme ni a decir nada más. Cuando pude percatarme tenía a nuestro ridículo guardián en mis brazos. Ese pequeño y poco intimidante Snorunt y su colgante. Oh vamos, era... irrisorio tener un Snorunt como guardián. Si fuese un Glalie o un Froslass... Yukio me miró a los ojos un instante, callado, como si estuviera sopesando algo que escapaba a mi comprensión.

Ladeé ligeramente la cabeza y fruncí el ceño con contrariedad.

—¿Huh?—murmuré.

Sonrió con aquella chispa maliciosa y me saltó a la cara. Todo se fue a negro repentinamente.

Tipo hielo tenía que ser.

—¡Ah!—jadeé más que dije tanto por la sorpresa como por el tacto gélido sobre mi piel, el choque repentino del cambio de temperatura y luché por quitármelo del rostro—. Se... ¡¿puede saber qué mierda haces?!

 

Nikolah Cruz

¿Qué haría? ¿Con qué podía empezar? Tenía una lista de todos los postres y dulces que quería hacer, pero no me había parado para ordernarlo. ¿Debería empezar con pan dulce? ¿Budín? ¿Bizcochuelo? ¿Galletas? ¿Brownies? ¿Nueces confitadas? Hasta podía hacer helado, pero creo que no el clima no iba a ser la mejor opción. ¿Tal vez bebidas calientes? Podía empezar con eso. Algunos submarinos, capuccinos, moches. También había traído una gran variedad de tés. Miré a Florencio, que ya se había comenzado a encargar de precalentar los hornos y buscar todos los utensilios necesarios. Tal vez debería elegir al azar. Podría lanzar un cuchillo al aire, dejando que caiga sobre una opción...

Estaba a punto de lanzar el cubierto cuando Emily apareció, asomándose apenas.

"¿Qué vas a hacer?"

— No tengo ni la más remota idea.— dije, sonriendo.

"Bueno, a lo que sea, ¿le puedes echar chocolate para mí, por fa? Gracias~"

— ¿Chocolate? ¡Sí, como no!

Bueno, eso había ayudado... en algo. Había achicado un poco la lista, pero apenas. El método del cuchillo parecía seguir siendo lo más indicado. Y tenía que aprovechar que Florencio estaba distraído separando los ingredientes. Seguramente estaría en contra de mi super método. Estaba justo soltando el cuchillo cuando una voz me tomó completamente de sorpresa. Lo terminé lanzando para arriba con tanta fuerza que quedó clavado en el techo. Me aclaré la garganta y disimulé como pude, mientras miraba cada tanto arriba. Esperaba que no se soltara en el peor momento.

Contemplé a Liza con algo de culpa en la mirada, mientras esta jugueteaba con otro cubierto. Estaba por responderle que a mi me daba igual con quien terminara compartiendo habitación, que me caían bien todos, cuando las palabras se me atoraron en la garganta al mencionar la castaña lo último. ¿Compartir habitación con ella? El mero pensamiento hizo que el corazón me latiera a mil por hora, mis manos comenzaran a sudar, y sentí las mejillas completamente sonrojadas. Florencio simplemente suspiró, se puso sus lentes, y comenzó a leer una de sus revistas. Le había agarrado una afición últimamente a las de diseño de interiores.

Boqueé como un pez, sin saber que responder, y decidí ocuparme con otras cosas. Elegí una receta al azar, budín marmolado, y comencé a separar todos los ingredientes y utensilios que iba a necesitar.

La miré directamente a los ojos. Quería decir que sí. Que no me molestaba compartir habitación con ella. Que había querido conversar a solas de vuelta con ella como habíamos hecho hace tanto. Pero las palabras no salían. Se quedaban trabadas en mis labios, incapaces de superar una invisible barrera que al parecer yo mismo me ponía. En cambio, lo que salió de mi boca fue:

— ¿Quieres ayudarnos a cocinar? Estoy planeando comenzar con algunos budines marmolados, para tener para la tarde. Son sencillos, pero igual es divertido hacerlo.

¿Por qué había preguntado eso? Ahora tenía que ver como hacer para bajar el cuchillo del techo sin que ella no se diera cuenta. Nos podíamos lastimar. Eso sería lo peor. No, me podía regañar y castigar por estar lanzando cuchillos al aire como método arbitrario para tomar decisiones de cocina. Creo que eso era peor.

 

Aleck Graham

La discusión seguía en la sala principal, aunque usar la palabra "discusión" sería poco acertado; las chicas era mayoritariamente las que discutían al respecto, primero sobre juntar las camas y dormir en la misma habitación, luego dormir cada una por su cuenta.

Niko se había ido por su cuenta a la cocina y Liza fue tras él, otro chico ya hasta había llevado su maleta a una habitación de la que se apropio (Un movimiento muy inteligente la verdad) el resto parecía que no éramos capaces de organizar algo tan sencillo cómo 5 habitaciones para 10 pubertos; no hacía falta ser un genio para notar que el ambiente se estaba poniendo ligeramente tenso e incomodo, la mayoría de estos chicos tenían historias de fondo así que era algo de esperarse.

Yo seguía recargado en una pared, de brazos cruzados, pero con una leve sonrisa, toda esta situación, estas interacciones de jóvenes tan dispares y tan similares unos de otros, era cómo había dicho la castaña, parecían una familia...medio disfuncional, pero una familia.

No me quedaba más que esperar a que todos se pudieran repartir las habitaciones, pensar en compartir habitación me resultaba algo incomodo, por años había tenido que compartir habitación con mis hermanos ¿Y ahora me tocaría pasar por lo mismo con un desconocido?, pero entonces el buen Cay se acercó, a mi rescate, pensaba que si al menos tendría que dormir en la misma habitación que otra persona, al menos sería con alguien que ya conocía mejor.

Para cuando quise proponerle la idea al pelirrojo él se me adelanto, proponiendo que nos evitáramos todo este embrollo.

— Mientras no ronques, ¡Bienvenido a bordo Fueguin! — Abracé por el hombro a Cay, para seguidamente soltarlo y tomar su muñeca, alzándola. —¡Yo ya tengo compañero! — El pelirrojo se veía un poco avergonzado, pero el comentario no era para volvernos el centro de atención, era sencillamente para que ya no nos contaran al momento de seguir repartiendo las habitaciones.

Del otro lado de la sala se escuchó un grito, de una voz un tanto fría y seria, Mimi, seguramente.

¿Y ahora?

¿Parecía que tenía algo en la cara? ¿Era Yukio? Me acerqué lentamente hasta donde se encontraban, tomé con cuidado al pequeño Snorunt que me miró algo confundió.

— Así que tú vas a ser nuestro guardia ¿Eh? — Miré de reojo a Mimi, soltando una pequeña sonrisa.— Bueno, se nota que viviese sin miedo, He, he.

El pequeñín sonrió contento y dio una salto a mi cabeza, colocándose sobre la misma, no sabía si Yukio era fuerte o espacial, pero sin duda era enérgico, y yo en parte ya estaba acostumbrado a que los Pokes se subieran a mi cabeza, aunque este en particular era algo más pesado, lo tomé nuevamente en brazos, mientras este reía, no pude evitar recordar las palabras del otro castaño:

Chico tonto y alegre...

Parecía ser que mi naturaleza me iba a causar muchos problemas y dificultades este fin de semana. Mi semblante se volvió serio sólo por un instante, pero regrese a la normalidad con rapidez y sobé ligeramente la cabeza del pequeño Snorunt, sólo para volver a ponerlo en la mesa al lado de la rubia, sin intercambiar palabras, preferí no incordiar demasiado a la chica y regresé a donde se encontraba Cayden.

—Así que...¿Deberíamos esperar o vamos subiendo las maletas? —Pregunté al pelirrojo con mi típica sonrisa, cómo si ignorara todo lo que acababa de pasar.

 

Dante Miles

Incluso si él mismo había tenido muchas ganas de aquel abrazo por el tiempo que no se habían visto y le había transmitido una tranquilidad y felicidad que no sabía explicar una parte de él se sentía bastante, bastante culpable por aquella nota en su bolsillo y en realidad ni siquiera sabía cómo podía simplemente decirlo cuando ya tenían que adentrarse a la cabaña.

—A mi también, ha pasado un tiempo ya. —Sonrió y se adentró junto con los demás, claramente igual de sorprendido por lo grande que era, deshaciéndose de su bufanda al sentir el calor de la calefacción y dejándola sobre sus maletas sin tener, de nuevo, la oportunidad de decirle la verdad a Emily al escuchar las cosas que tenía que decir el guía del resort (que en sí, era muy interesante pero su cabeza solo estaba pensando en aquella nota del juego de Liza y solo captó una que otra cosa, las partes más importantes).

Luego vinieron las discusiones acerca de los cuartos, siendo otra traba al momento de querer aproximarse a Emily y a decir verdad, si se centraba en el tema, él lo tenía bastante claro al sentirse más que cómodo con una de las personas allí y durante su viaje habían pasado demasiadas noches juntas fuera en tiendas de acampar o centros pokémon.

—Realmente no es como si fuera imposible...—Se alzó de hombros algo despreocupado, incluso si era Mimi, mientras mantuviera su distancia de ella no creía que fuera especialmente malo responder a alguno de sus comentarios —, simplemente se cierran los ojos o se retira de la habitación o cambiarse en algún baño como dice Emi, no tienes que preocuparte.

No es como si fuera difícil, solo se tenía que tener algo de respeto y eso era todo.

—De hecho, yo iba a proponer que puedo dormir con Liza, será como cuando iniciamos el viaje y demás...—Claro que tenía que preguntarle primero, ahora que estaba en la cocina pero, antes que cualquier otra cosa, se acercó a Emily —, pero antes de eso, Emi, tenía que decirte algo importante, espero que realmente no te moleste mucho...

Sacó el papelito de su bolsillo y lo colocó frente a ella para que pudiera leerlo: "Tienes que conseguir que Emily te de un abrazo"

—Pero, en mi defensa, realmente quería abrazarte, asi que...las cosas se mezclaron un poco.

 

Mimi Honda

Gruñí contra el cuerpo de Yukio amagando inútilmente por quitármelo de encima. ¿Pero tenía Makey en la cara o algo así? Forcejeé, arañé y tiré gruñiendo con furia, pero parecía no tener la más mínima intención de soltarme. Fue entonces que sentí un ligero tirón, muy leve, y la luz de la cabaña regresó a mis ojos.

Mi gesto de ojos cerrados se contrajo en una ligera mueca de molestia.

Sentía la cara entumecida por el frío y probablemente debía tenerla enrojecida también. Tardé un breve segundo en lograr enfocar a mi salvador.

Se trataba del chico de antes, ese que había confundido con Alpha. El de los chispeantes ojos dorados y el cabello castaño. Pero qué irónico. Había tomado a Yukio con la gentileza de una pluma sin forzarlo y me lo había quitado del rostro sin mayores dificultades. Era amable, cuidadoso, gentil y ese mismo carácter cálido se transmitía a los Pokémon.

Suponía que no estaba mal para un entrenador novato.

Fruncí apenas los labios.

"Gracias. Pero no es como si hiciera falta o algo así"

Quise decirle, pensé en decirle. Pero no logré arrancar las palabras de mi garganta. Mi férreo orgullo incluso en momentos como esos volvía a imponerse y cerraba herméticamente la muralla a los extraños. Simplemente no era capaz de ser honesta.

Lo seguí con la mirada hasta que se acercó al tipo pelirrojo y entonces, solo entonces, me giré en dirección a Emily. Había escuchado sus jocosas palabras pero por razones obvias no había podido responderle. Y entonces se le sumó Dante.

"¿Por qué no dormís juntos vosotros dos?"

—Me voy de vacaciones a un resort para cambiarme en el baño porque tengo que compartir habitación con un idiota—repliqué—. Muy cómodo, Em.

Me subí a la mesa sentándome sobre la misma y crucé una pierna sobre la otra con ese ademán elegante, solemne. Como una princesa sobre su trono. Apoyé el mentón sobre el puño cerrado y le sonreí, sarcástica.

>>Ni de coña.

 

Liza White

Era estúpido ponerse nerviosa por una tontería así. Nikolah era un niño en cuerpo de adolescente, solo había que verlo una vez para saber que jamás se le pasaría por la cabeza ponerte un dedo encima. Antes moriría de un cortocircuito con solo verme, yo que sé, una tira del sujetador.

O se pondría completamente rojo ante la sola idea de compartir habitación, como le estaba sucediendo en ese instante.

Dejé de jugar con el utensilio para poder verle bien, alzando las cejas con repentino interés. Sus ademanes tímidos, el cómo sus ojillos vibraban, sin saber dónde posar la mirada, su evidente nerviosimo. Creía ser buena para captar señales, como aquella vez con Mimi, pero a Nikolah era incapaz de leerle. Su actitud infantil para con todos me daba a entender que quizás no era mi presencia la que lo ponía así. Quizás solo era un rasgo de su personalidad, algo que haría con cualquier otra chica... y ya.

Cuando su atención se posó en mí volví a sentir las mejillas arder. Me miró con fijeza e hice un esfuerzo por no apartar la mirada de su azul, expectante por una respuesta que jamás llegó. Cuando el contacto visual se rompió dejé caer los hombros con disimulo, y un suspiro amenazó con escaparse de mi pecho.

¿Ayudarle a hacer dulces? ¿Eso... era todo?

—...Sí, claro. ¿Por qué no? —fue todo lo que alcancé a decir, intentando que la decepción no se notase demasiado. Me llevé un mechón castaño tras la oreja, acercándome un poco al resto de ingredientes, sin saber muy bien cómo sentirme. ¿Había sido un rechazo?—. ¿Qué debería hacer primero, Niko?

¿Quizás estaba confundiendo las cosas? ¿Yendo demasiado rápido?

Estaba empezando a dudar.

 

Ian Lockhart

Aquella discusión había resultado bastante breve, pues pronto fuimos interrumpidos por el guía turístico de la zona, que nos invitó a pasar a la cabaña. Y en ese momento, muy probablemente, en mi rostro se dibujó la mayor cara de felicidad que había tenido nunca; el clima cálido y agradable que me rodeó en cuanto abrió la puerta del lugar fue la sensación más placentera que había sentido en mi vida. Tanto que mi cerebro a penas y pudo procesar lo que aquel chico me había dicho, uh, ¿Cómo era que se llamaba?

Tampoco me dio mucho para ello, puesto que rápidamente se pidió la que "estuviese más cerca del cuarto de baño", lo cuál, aunque tenía sentido, siendo tantos en la cabaña lo suyo es que esta tuviese más de un baño, de todos modos. Con suerte incluso uno para cada cuarto. Como fuese, el chico se había marchado, lo que me facilitaba aún más el hecho de darle esquinazo.

Ya si eso decidiría luego si me iba con él o no; si se había comprometido a hacer mi cama, que lo hiciese aunque estuviésemos en cuartos diferentes.

—Parece que esto va un poco para largo, eh —bostecé, aprovechando que Emily se había levantado del sofá para tumbarme en este—. Me avisan quién se queda sin compañero para acoplarme con ese, prometo no hacerle demasiadas bromas.

Reí un poco, acompañado de otro bostezo, y me quedé de nueva cuenta con Litwick entre los brazos. Aunque la temperatura en el interior ya era de por sí bastante agradable, la calidez de la velita seguía siendo bien recibida, que ahora podía tolerar quedarme con el abrigo abierto incluso.

 

Mimi Honda

—Emily usó golpe bajo. ¡Wow, fue super efectivo!—le respondí y se me escapó una risa sin gracia por la nariz. Me mantuve mirándola, sin embargo. Negué con la cabeza y el cabello dorado me acarició las mejillas pálida—. No, gracias. Prefiero compartir habitación con el payaso de Lockhart que arriesgarme a violarte mientras duermes.

Lógicamente bromeaba, había jocosidad en mi tono, pero en mi expresión podía notarse cierto resentimiento con sus palabras. Bromear así sobre los sentimientos que había profesado por ella alguna vez... era bajo y cruel. Incluso si lo había superado hacía bastante tiempo.

Me bajé de la mesa de un salto y me acerqué hasta el sofá rodeando el cuello de Lockhart con mis brazos quizás demasiada fuerza. No era un gesto cariñoso en lo mínimo, de hecho llevaba consigo toda mi molestia. Era pura amenaza.

—Ian~—arrastré las palabras con una musicalidad ominosa, bastante tensa a pesar de mi sonrisa forzada. Apreté algo más—. ¿Quieres ser mi roomie~?

 

Dante Miles

Casi no pudo evitar una sonrisa entre arrepentida y divertida, quería creer que si hubieran estado fuera, Emily hubiera tenido una posibilidad de lanzarle una bola de nieve en venganza —¡Lo sientooo! tenía que ser como retiras una bandita, rápido para que pase pronto todo... y funcionó. —Y apenas sintió el peso sobre su espalda no pudo reír un poco por todo lo inesperado que le resultó y casi por instinto llevó sus manos a las piernas de Emily para poder sostenerla y ella no tuviera que hacer todo el esfuerzo de mantenerse en su espalda.

Cuando Emi dispuso el papel para que él pudiera leerlo, asintió en respuesta para que supiera que ya lo había hecho y puso su mano para que pudiera dárselo y así, guardarlo.

—Como parece que ustedes dos estan decididas... te secuestraré un poco, ¿si? —Volvió a soltar otra risa y se tomó la molestia de dar un par de giros en su lugar aprovechando que Emily estaba sobre él y luego caminar hacia la cocina (también para huir un poco del comentario de Mimi que en realidad, lo había preocupado bastante).

Una vez allí, notó a Liza y Nikolai al parecer, tomando el mando para ser responsables de los futuros bocadillos, sonrió dando unos pasos más para estar cerca de ellos y en caso de que estuviera el chocolate de Emi, facilitarle la tarea al rubio de entregárselo.

—Hey Nikolah...¿crees que yo pueda probar tambien algo de lo que prepares? No sabía que cocinabas, tú y Liza seguro hacen algo increíble —A fin de cuentas, ya había cocinado con ella muchas veces y quien sabe, seguro terminaban haciendo algo muy rico —, oh y Liza, no quiero interrumpir mucho pero, quería saber si quieres compartir cuarto conmigo, como hacíamos antes, si tu quieres, claro...

 

Ian Lockhart

Pude ver a Mimi bajar de su jugar, y acercarse lentamente a donde me encontraba. Cuando sus brazos rodearon mi cuello, una sensación de peligro me recorrió de arriba a abajo. No era tonto, y reconocí perfectamente el tono y la intención de sus palabras.

No era tonto, pero sí que era un imprudente y aquella la oportunidad perfecta...

—Oh, por supuesto que sí, cariño~ —le respondí a la rubia con tono cantarín y complaciente, levantando uno de mis brazos por sobre mi cabeza, y por sobre la propia cabeza de la chica, acariciando uno de sus mechones de cabello. Pude sentir como su agarre en mi cuello se tensó aún más—, me encantaría ser tu roomie durante tooodo este viaje mi querida Mimiko —sonreí, jugando despreocupadamente con su pelo—, aunque tengo mis dudas de que de verdad quieras compartir cuarto conmigo, ¿Sabes?~ No me gustaría que me acusases de mirarte lascivamente mientras te cambias, y la idea de que tu único trono sea el del baño para cambiarte no parece una idea que te agrade mucho, me parece~

—Pero como digo, yo encantado~ —sonreí, ladino, inclinando un poco la cabeza para poder mirarle a los ojos desde mi posición—. Mientras no me rompas el cuello, claro. Aunque no cierro la subasta por si aparece algún postor más de último momento.

Reí una vez más y cerré los ojos, satisfecho. Ahora tocaba pagar el precio, pero no me arrepentía especialmente.

 

Liza White

Podía escuchar la cacofonía de voces provenir de la sala principal y giré sobre mis talones de manera distraída, mientras Nikolah agarraba recipientes de acá para allá. Apoyé las manos sobre la encimera, tamborileando los dedos sobre el mármol, y me replanteé si quizás hubiera sido mejor aceptar la idea de Mimi sin mayores complicaciones. Al menos no tendría esa sensación amarga en el estómago, que dudaba que un dulce pudiera quitarme.

Para mi sorpresa Dante se acercó a la puerta a saludar, y le sonreí como toda respuesta, feliz de tenerlo allí. Reparé en la persona a la que estaba recargando en ese momento y le saqué la lengua sin poder contener la diversión en mi rostro, fingiendo un resentimiento que no sentía.

—Puedes sumarte cuando quieras, cielo. Hay ingredientes de sobra —le garanticé, liviana, antes de escuchar su propuesta. Me separé de la encimera cruzándome de brazos, y una sonrisa enigmática se me dibujó en los labios mientras posaba mi atención ahora en Nikolah—. Me encantaría Dant, pero depende más bien de la respuesta de Niko. Justo le estaba preguntando sobre compartir habitación, ¿cierto?

Alcé una ceja entonces, interesada.

 

Mimi Honda

La verdad no esperaba que el maldito imbécil me siguiera el juego. ¿Había siquiera alguien que detestara más que Ian Lockhart? Claramente había sido un impulso. Porque estaba irritada y algo dolida, quizás... pero definitivamente no contaba con eso.

¿Cariño? Ah, qué cabrón.

En cuanto sentí su tacto en mi cabeza y sus dedos jugueteando distraídamente con mi cabello mi cuerpo se tensó de súbito y un escalofrío me recorrió la espalda. Pero no uno de esos escalofríos apremiantes y agradables. Era un escalofrío de puro y absoluto desagrado.

Me crispaba los nervios. El tacto del sádico que disfrutaba sacándome de mis casillas. El que había hecho de mi enojo y mi carácter volátil su entretenimiento particular.

Me dejé hacer, sin embargo. Acariciar como un cachorrito obediente y una vez cerró los ojos
me incliné sobre su oído y susurré áspera, amenazante. En una especie de gruñido nacido en el fondo del pecho. Apreté mis brazos un poco más, solo un poco en torno a su cuello.

—Estás muerto Lockhart. Más te vale dormir con un ojo abierto.

Me aparté de él como si no acabara de dejar caer lo más parecido a una sentencia de muerte y resueltamente me senté en el sofá a su lado tras apartar sus piernas con mis propios pies descalzos. No tenía zapatos, los había dejado en la entrada. Todo lo que llevaba eran mis usuales medias negras. La temperatura en el interior era bastante cálida así que podía permitírmelo.

—Ah~—suspiré con fingido dramatismo y jugueteé distraídamente con un mechón de cabello—. Bueno, nosotros también tenemos compañero. ¿Quién falta?

 

Ian Lockhart

Me reí al escuchar sus palabras, y me quedé allí un rato tumbado en el sofá, aún con los ojos cerrados. Pasaron unos segundos hasta que me incorporé, primero sentándome, y luego poniéndome completamente de pie. Coloqué con suavidad a Litwick sobre el sofá, asegurándome que nada se quemase, y le hice una seña de que me esperase. Pero que de verdad me esperase, no que terminase en una grutas bebé para cuando volviese.

—Me apena que hayan tenido que presenciar esta pelea de enamorados —me disculpé teatralmente—, el frío la pone de mal humor. Normalmente sólo tiene un 90% de su irritabilidad actual. Como sea, iré a buscar algo para comer —me despedí, dirigiéndome a la cocina.

Allí me topé con una buena variedad de personajes, incluyendo a Dante, Emily, Liza y ese chico que ya había visto varias veces en el pasado, pero su nombre se me escapaba. Los vi ocupados teniendo una conversación, así que aproveché para escabullirme y pillar algo que pudiese masticar. Unos chocolates, por ejemplo.

La cosa no pintaba especialmente bien, todo había que decirlo. En un espacio tan cerrado con una habitación, aquello sería un enfrentamiento frontal y no me apetecía demasiado. Ni la chica ni yo íbamos a descansar en lo absoluto como compartiéramos cuarto.

—Eh, psst... —susurré, aún algo alejado del resto de chicos de la cocina, pero con el suficiente nivel para al menos llamar su atención, acercándome después—, ¿A ninguno de ustedes le interesaría ser mi compañero de cuarto? Prometo comportarme —llevé una de mis manos detrás de la espalda, mientras que la otra hacía un rápido y chapucero movimiento de juramento "solemne"—, que Mimi me ha ofrecido ser su compañero de cuarto con amenaza de muerte incluida y, por más divertido que pueda ser fastidiarla, voy a terminar harto yo también, si es que lo veo. Añado uno de estos chocolates que me acabo de rob... encontrar, al trato.

 

Mimi Honda

Aproveché que Ian se había ido para tumbarme y acaparar el sofá. No me tumbé como tal, simplemente me dejé caer de lado y reboté apenas contra los cojines blancos.

Arceus, compartir habitación con Ian sonaba horrible. No nos entendíamos, yo le detestaba, pero en algún lugar, muy dentro de mí... estaba agradecida de no tener que estar sola. Incluso si no hacía más que quejarme y poner pegas, me hacía cierta ilusión la idea de poder compartir la habitación con alguien. Hablar tonterías hasta altas horas de la madrugada como si no hubiera un mañana, lanzarle almohadas en la cara. Sentirme en compañía.

Era algo que simplemente detestaba.

La soledad.

Contuve un suspiro pesado y me hice un ovillo en el sofá al recoger las piernas. La chimenea crepitaba como en un sueño al igual que la llama azulada del Litwick de Ian. Era... relajante si tenía que ser honesta. Cálido y reconfortante como un abrazo genuino.

—Ngh~

Cuando quise percatarme, mis ojos se habían cerrado.

 

Nikolah Cruz

Dante llegó como por arte de magia, cargando a Emily en su espalda, y desinfló un poco la tensión que se había estado acumulando en el lugar. Sin embargo, la sensación de que había decepcionado a Liza con mi respuesta se había albergado en mi pecho, en especial después de escuchar su tono de voz. ¿Acaso esperaba que aceptara compartir habitación con ella? Se la notaba desganada. ¿La había ofendido de alguna manera, sin saberlo? Eso hizo que yo también me sintiera mal, en cierta manera. Las vacaciones recién empezaban, ¿y ya estaba decepcionando gente?

— ¿Eh? Oh, claro Dante. Si lo que vamos a hacer es para todos.— dije, con una sonrisa algo cansada.

Su segunda frase, sin embargo, me congeló por unos segundos, mientras me agachaba a buscar una balanza para pesar las medidas de harina y azúcar. ¿Y por qué su propuesta me molestaba tanto? Si incluso era lógico que ellos dos durmieran juntos, si habían viajado juntos desde el principio. Pero por alguna razón, no me parecía bien. Hasta podía decir que me enojaba, un poquito. ¿Pero por qué me enojaría? Decidí quedarme un poco más ahí debajo, intentando entender la ensalada de sensaciones que tenía dentro mío.

Sin embargo, lo que siguió a continuación hizo que me golpeara la cabeza con la parte de arriba de la isla. Liza seguía esperando una respuesta. Y por el tono, parecía bastante interesada en ella. Tragué saliva y emergí entre los demás poco a poco, con el rostro pasmado en una expresión incómoda. Y la situación no mejoraba teniendo en cuenta que Ian había entrado también allí. Había muchas personas en la cocina. Y un pokémon. Y yo con mi dilema. Y mi cuchillo clavado en el techo.

— Yo... yo... — comencé a decir, con mi mirada en el techo. Sin embargo, mis ojos se abrieron grandes de terror.— ¡NO!

Me abalancé sobre Liza y la empujé a un costado, logrando agarrar el cuchillo antes de que cayera sobre ella, y esperaba que nadie se hubiera dado cuenta. Al darme cuenta de lo que había hecho, puse el cubierto tras mi espalda, con un gesto de dolor (había agarrado la hoja, después de todo).

>> Yo... yo...

Comencé a desesperarme. No había respondido nada, había mucha gente, todos parecían estar expectantes de mi respuesta, como si me estuvieran exigiendo algo, acababa de empujar a Liza al suelo, tenía un cuchillo cortándome la palma de la mano y el ambiente comenzaba a ser ciertamente opresivo. Sentía que me iba a desmayar en cualquier momento. La cabeza me daba vueltas.

— Lo siento.— me excusé, mientras salía de allí, todavía con el delantal encima, y el rostro oculto entre los hombros.

No solo salí de la cocina, si no que salí de la cabaña, como una tromba. Necesitaba estar afuera. Necesitaba refrescarme. En cuanto me alejé varios metros del lugar, lancé el cuchillo a un costado, solté un grito de frustración, y me dejé caer sobre la nieve. El corte en la mano me ardía al contacto con el frío, pero al menos, este lograba bajarme un poco la temperatura que sentía en el rostro. Cruzó el brazo de la mano sana sobre mi cara. ¿Por qué las cosas eran tan maravillosas, y a la vez tan difíciles, cuando Liza estaba cerca?

Contenido oculto

Cuchenme, yo no quería esto. Pero la gente me pidió drama. Y como buen servidor que soy, no puedo decirle que no a mi público.

 

Dante Miles

"Me encantaría Dant, pero depende más bien de la respuesta de Niko. Justo le estaba preguntando sobre compartir habitación, ¿cierto?"

—Oh —Y si estaba más que sorprendido, había entrado en un muy mal momento para interrumpir a decir verdad —, entonces llegué algo tarde, lo que tu digas Nikolah, está en tus manos~

Luego la entrada de Ian fue algo...mucho menos esperada, solo por el comentario que terminó confundiendolo más de la cuenta, ¿Mimi pidiéndole a Ian ser compañero de habitación? No imaginaba esa situación siquiera un poco, tan solo imaginaba que el volumen de las discusiones terminaría impidiendo que alguien pegara un ojo.

Bajó a Emily cuando sintió el toque, todavía procesando las discusiones que podrían tener a...cualquier hora del día, juzgando solo por el comentario que había hecho cuando...

"Además, Dante puede aguantar el temperamento de Mimi mejor, ¿no~?"

—¿Esto es alguna clase de venganza extra por lo del reto? —Preguntó con genuina curiosidad, quizás no estaba equivocada, podía simplemente fundirse en su cama y que Mimi ni siquiera notara que estuviera allí, o pegar su cama a alguna pared y solo mirar hacia ese espacio toda la estadía, y por mucho que no le agradara la rubia, sabía que en cierta forma era importante para Emily.

Entonces podría aceptar.

O no.

Todo aquel espectáculo de la cocina con Nikolah estaba seguro que lo había puesto pálido, esa cabaña tenía que convertirse en algo a prueba de daños, estaba completamente seguro.

—¿Sabes qué Liza? No, mejor, duerme con Mimi, por favor —Prácticamente la había tomado por los hombros, preocupado antes de soltarla —....no me importa con quien quede o si duermo en el sofá, lo que sea yo...voy a...quitar cosas puntiagudas de aquí, sí, tengan sus acomodos.

Y sin más, se adentró a la cocina, especialmente los cajones, preferible que todo lo peligroso estuviera fuera del alcance.