Interior Casilleros

Tema en 'Planta baja' iniciado por Yugen, 9 Abril 2020.

  1.  
    Amane

    Amane Equipo administrativo Comentarista destacado bed chem stan

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    Alisha Welsh

    Alcé las cejas con cierta sorpresa, no porque me apartase de un manotazo si no porque me habló sin alzar siquiera la voz.

    Eh, pero qué autocontrol~

    —Anda, que pena que estés tan borde, que yo quería contarte el bonito sueño que tuve contigo después de irte~

    Ignoré olímpicamente lo que había dicho y me separé del Casillero, alejándome de nuevo.

    >>En otra ocasión será, Sonnen, bye~

    Mis pasos rehicieron el camino que habían hecho para llegar ahí, volviendo a la otra zona de los casilleros. Estaba hablando con aquella pelirroja y nunca lo hubiese molestado, menos si me hubiese dado cuenta de su expresión pero...

    A la mierda.

    Me acerqué por la espalda a Joey y rodeé su cintura con mis brazos, escondiendo el rostro en el hueco de su cuello en un abrazo que no pretendía que fuese demasiado largo tampoco.

    >>Lo siento —murmuré.

    Al menos era sincera, sentía haber sido tan egoísta con él el viernes.

    Me separé sin más y, por cansada que estuviese, logré esbozar aquella sonrisa despreocupada mientras mirada a su compañera, guiñándole un ojo.

    >>Buen día~ —canturreé, antes de alejarme hacia el pasillo.

    ¿Esconderme, abrazarle o comerle la boca? Prácticamente había hecho las dos primeras, ¿quién me decía que la tercera no fuese a pasar también hoy?

    same energy pero ahora son las 7 (??
     
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    Yugen

    Yugen D e p r e s s e d | m e s s

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    Mamiya Ai no pareció muy convencida con la respuesta. No era estúpida. Konoe no había dejado de ir al invernadero un solo día desde que estaba en el club de Jardinería. Ni siquiera sus estudios habían sido un impedimento. Era evidente que mentía, que no estaba de humor. Y que sea lo que fuere que había sucedido durante el receso del viernes había sido no solo sumamente significativo si no atroz para su estado anímico.

    En cualquier caso su expresión de preocupación no duró demasiado tiempo. La nueva flor del invernadero se acercó a saludarlas. El nuevo miembro del club. Y Mamiya le sonrió con la gentileza que había demostrado por la tarde.

    Ah, buen día Hydrangea-kun~

    Konoe apenas alzó la mirada en su dirección antes de terminar de colocarse los zapatos y cerrar el casillero. No preguntaría el por qué del apodo de Ai. Hacía eso con todo el mundo. Tomaba trocitos de la personalidad de cada quien, los juntaba y sacaba el nombre científico de alguna flor. Era... como su jardín particular. Ni siquiera reparó en el hecho de que parecían conocerse.

    —Buenos días Ishikawa-kun.

    Por el rabillo del ojo los vio. A Sonnen y a Welsh. Ella tonteando a su alrededor buscando claramente provocarle. En qué momento Alisha se había acercado a Altan le traía realmente sin cuidado.

    Hades y una de las cabezas de Cerbero. Parecían encajar como malditas piezas de un puzzle.

    La escena se le clavó en el pecho y lo atravesó de parte a parte como una daga. Acostarse con ella el viernes, romper las jodidas reglas de la escuela y confesarle prácticamente todo le importaba a Alisha una mierda. Y ella, estúpida y masoquista había sido imprudente ansiando el roce de su piel a pesar de que era frío y no había corazón en sus acciones.

    Solo un vacío gélido.

    Cuando pudo percatarse Ai se le había lanzando encima, abrazándola. El calor de su cuerpo y la presión de sus senos en su espalda la hizo sobresaltarse y su cuerpo se tensó de súbito
    .

    —Te atrapé~

    —¿M-Mamiya-san?

    Ai soltó una risita sedosa ante el tono ligeramente nervioso, balbuceante y agudo de Suzumiya. Más usual a la estudiante modelo que conocía.

    Pero qué linda.

    Lo había notado. A Sonnen y a Welsh también. Y lo sabía de sobra. Era la Dionaea. Y a las plantas carnívoras rara vez se le escapaba algo. Ella había sido la estúpida que había forzado a Konoe a aclarar de una vez sus sentimientos. Ella la había empujado. ¿Pero para qué? Era francamente doloroso de ver.

    Como la había cagado hasta el fondo.

    La estrechó aún más contra su cuerpo en un ademán casi posesivo. No buscaba reconfortarla solo reclamar toda su atención para sí. Apoyó el mentón en su hombro y se presionó aún más, porque cuando quería, podía ser esa clase de zorra.

    Después de todo Konoe era su preciada flor de cerezo.

    La más especial de todas sus adoradas flores.
     
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  3.  
    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido seventeen k. gakkouer

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    La muy repulsiva debía haber soñado una porquería digna de escena porno de bajo presupuesto, obviamente, y no le interesaba en lo más mínimo saber la asquerosidad que se le había ocurrido al cerebro intoxicado y cachondo de Alisha Welsh. Es más, si quería sacarse las ganas del polvo de mierda podía hasta hacerle unas cuantas llamadas, si les decía a los malditos lobos famélicos que había una chica con ganas de pasar un buen rato iban a caerle como moscas, los putos cerdos.

    Así como debió dejar que Shimizu se llevara a la hija de puta.

    Posiblemente nunca en su maldita vida habría agradecido la aparición de Joey Wickham en el Sakura como en ese momento, que su sola presencia logró sacarle a la jodida gringa de encima. Joder, es que se la podía empacar en una caja de regalo y todo a la desgraciada, si eso significaba asegurarse de tenerla lejos.

    No quería nada con Cerbero, a pesar de que era el guardián de su maldito reino de fuego.

    Aunque si lo pensaba... ¿Atacar a Alisha no desataría al maldito desentendido de Wickham?


    La idea había sido casi un pensamiento intrusivo, colándose entre lo poco que le quedaba de raciocinio luego de un fin de semana de alcohol, hierba y cigarrillos, pero había tenido la fuerza y la violencia suficientes para hacer que la sonrisa de mierda, la de lobo famélico, le revoloteara en los labios.

    Como fuese la existencia de Welsh, su voz y su tacto innecesario solo le recordaban la repulsión que había sentido la misma madrugada de la desgracia, la que lo había hecho lavarse los dientes hasta hacerse sangrar las encías. La repulsión que lo hacía sentir que merecía un castigo que, al igual que ella, estaba buscándose a posta jugando con las piezas más inestables del tablero.

    Buscando comerle la boca a la princesa del perro de Shibuya. La que había sabido apagarlo, junto al que podía partirle todos los dientes justo como merecía.

    Asco.

    Asco.

    Asco.

    Asco.


    Ubicó a Ishikawa junto a Suzumiya y la otra, lo que le hizo recordar el mensaje reenviado de Kurosawa sobre Gotho pero no valía la pena molestar al chico con esa mierda. Además, si el estúpido de Natsu seguía jugando como los lobos más repugnantes de la calle solo iba a tener razones para romperle la cara si lo veía hacer otra estupidez de las suyas, ¿o no? Y si nadie le daba las hostias que se merecía, él iba a dárselas a otro más temprano que tarde.

    A cualquier pobre infeliz.

    Una segunda mirada encima, apenas perceptible, la de un cervatillo sobre el depredador totalmente expuesto a su vista. Su propia mirada se deslizó sobre las dos chicas de la misma forma, apenas lo suficiente para poder ver la escena que Mamiya se estaba montando, de nuevo.
    También le caía en los cojones, a quién iba a engañar.

    Reina de la noche.

    Trompeta de ángel.

    Brugmansia arborea.

    Joder, ya estaba, la mente había vuelto a subir los dos puntos de volumen que había logrado disminuir. El archivo se puso en marcha de nuevo, a pesar de que la asociación la había hecho en la biblioteca cuando Konoe la presentó, pero fue como poner en marcha un motor oxidado.
    Pasó junto a ambas e Ishikawa sin detenerse a mirar directamente a ninguno de los tres. A Suzumiya no sabía cómo verle la cara, a Mamiya simplemente no quería verla a secas porque era otra salida de cuidado y bueno, Ishikawa no merecía su cara de culo.

    Mientras subía por las escaleras recordó los cupones, pero no los que él había preparado, sino los que Anna le había dado. Rosas, celestes y morados. Abrazo, zumo y opinión sincera, para detenerse y descansar, para cuando fuera imbécil y por pensar mierda olvidara el almuerzo, para cuando olvidara las cosas buenas que tenía.

    Necesitaba los primeros dos, uno para detenerse aunque no necesariamente descansar, el otro porque era idiota y no recordaba haber metido el almuerzo a la mochila. La cosa es que posiblemente no reclamara ninguno de los dos, al menos no con todas sus facultades mentales, porque el último había hecho que las grietas que su cerebro maldito había esparcido por su cuerpo palpitaran como un corazón a medio morir.

    ¿Qué había de bueno en un maldito hipócrita inmoral como él?

    Fácil.

    Nada.
    Anna no merecía a un asqueroso como él como su amigo, no cuando un montón de hombres la habían cagado hasta las patas. No cuando lo que tenía encima no era más que repulsión e ira.
    me van a perdonar por este pedazo de tocho innecesario que me aventé
     
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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Había estado a punto de abrir la boca para responderle a Sasha cuando sintió un par de brazos estrechándose alrededor de su cintura. No era un tacto que le resultara ajeno o extraño, y a pesar de lo repentino del movimiento la verdad es que su cuerpo no se sorprendió ni un poco. Como si estuviera apagado, quizá.

    Lo siento.

    Reconoció su voz antes de alcanzar a verla, y se alejó antes de permitirle reaccionar de alguna manera. De un momento a otro recordó las llamadas y mensajes que había encontrado el sábado a la mañana, cuando se despertó y vio que su móvil había muerto en algún punto de la noche. Los textos estaban redactados del asco y pudo imaginársela con suma claridad pasada de alcohol, hierba o lo que fuera, y soltó un suspiro pesado y devolvió el aparato a la mesa de luz. Y no la contactó en todo el fin de semana.

    Sus omóplatos palpitaron, lo hicieron cuando un recuerdo activó otro y luego otro y la cadena se reprodujo completa en cuestión de breves segundos. Fin de semana de mierda que había tenido.

    —Ahora subo, Ali-chan —exclamó con voz firme y seria, realmente no poseía la chispa alegre, casi infantil, con la cual solía tratar a la chica.

    Sasha se cruzó de brazos mientras apoyaba la espalda en los casilleros y lo veía de reojo. Había correspondido al saludo de Welsh fresca y gentil, pero no tardó nada en regresarse a la seriedad anterior.

    —También he oído que ustedes son novios.

    Joey arrugó el ceño y soltó una risa nasal, de lo más incrédula.

    —¿Quién puede ser el idiota diciendo esas cosas, cuando nos andamos liando con media Academia?

    Sasha se limitó a encogerse de hombros y Joey se inclinó hacia ella para verla más de cerca. Era apenas unos centímetros más baja que él y recibió el plateado de su mirada con una severidad increíble. Se sonrió.

    —Uy, pero qué miedo, Sa-chan~ Vas a convertirme en piedra.

    Sasha suspiró y sacó su móvil, vete tú a saber para qué.

    —Desaparece, inglés.

    Joey se irguió, con aquella diversión tranquila impresa en su rostro, y agitó la mano perezoso mientras se retiraba hacia las escaleras.

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    Asintió ligeramente animado cuando ambas chicas correspondieron a su saludo, sin perderle pista a lo que transmitían. Bueno, Mamiya se veía bastante normal aunque Suzumiya... ¿estaba incómoda? ¿Desanimada, quizá? No la conocía lo suficiente. De cualquier forma no llegó a emitir palabra. Notó de reojo que Sonnen pasaba junto a ellos y el saludo se le quedó atorado a media garganta tras darse cuenta que el muchacho los había rebasado sin más. No se lo tomaba personal, no era su estilo y, de hecho, siempre anteponía encontrar las razones tras el comportamiento de cualquiera. No sabía qué le había pasado a Altan, pero tampoco encontraba sentido en presionarlo cuando él, claramente, no tenía ganas de interactuar.

    Su atención la captaron entonces sus dos compañeras de club. Mamiya se le había prácticamente abalanzado encima a Suzumiya y Kohaku arqueó una ceja, desviando la mirada de la escenita. Pero bueno, ¿otra vez? Ya se había tragado a la enana y Sonnen en la cafetería, el viernes. ¿Qué era todo este voyeurismo en el que siempre acababa metido?

    Soltó el aire en un suspiro contenido, imperceptible, y se retiró tras murmurar un simple "que tengan buen día". No tenía nada que hacer ahí y aún menos le apetecía estarlo.

    Regresó a su posición original, la espalda contra los casilleros, y dejó a su vez caer la cabeza. Natsu se estaba tardando, ¿vendría a la escuela?
     
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    Ceci

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    Una vez se sintió como el perfecto extraño que era entre un tumulto de personas que parecían estar completamente perdidos en sus propias burbujas, soltó un leve suspiro y se bajó ligeramente la bufanda para poder respirar mejor, y tosió muy ligeramente un par de veces, tapándose la boca con el brazo. Si bien el aire de afuera se sentía como lo más cercano a meterte dentro de la heladera a máxima potencia, en aquel cuarto de casilleros casi que se sentía sofocante; entre la calefacción de la escuela y los perfumes que prácticamente le atoraban la garganta no podía sumarle respirar su propio vaho.

    Eso y la tensión que desprendían ciertos grupos de personas.

    Suspiró a nueva cuenta, vaya a saber por cuál vez en lo que iba de la mañana, y se dispuso a hacer lo que mejor le salía: ignorar a todo lo que tuviera vida a su alrededor. Volvió a bajar la mirada hacia la hoja en sus manos, la cual no había tenido el mejor de los trayectos hecha bola en su bolsillo, y frunció ligeramente el ceño porque literalmente no entendía un carajo.

    ¿Dónde se suponía que estaba el casillero y en qué orden los acomodaban en esta escuela? Se mordió el labio inferior al pensar en la idea de que quizás tendría que recorrer todas las filas buscando el suyo, y por un momento, el escenario donde se llevaba sus zapatos al salón se veía bastante atractiva.

    ¿Meterte en problemas desde el primer día? Eso ya sería un nuevo récord... incluso para ti.

    'Buenos días'
    , escuchó, y la ignoró rotundamente. No había sido intencional, sino que había escuchado tantos buenos días en lo que iba de la mañana que realmente no se esperaba que alguien lo viniera a saludar a él.

    Al menos no luciendo así.

    Siguió con la vista en su papel, tratando de recorrer el mar de texto que se le hacía interminable, a ver si encontraba el dichoso número que le correspondía. Prueba de gimnasia, leyó entre los párrafos, y apretó ligeramente el agarre de su labio, sintiendo el dolor punzante del pequeño corte que aún parecía querer molestarlo, a pesar de llevar ahí una semana.

    La gimnasia sí que va a doler con una nariz rota...

    'Parece que buscas algo, ¿o me equivoco?'

    Entonces, por fin, y de forma casi que intuitiva, giró la cabeza para ver de quién se trataba. Se tomó el atrevimiento de mirarla de piez a cabeza, y cuando volvío a subir desde sus piernas a su rostro, fue ahí cuando soltó el agarre que tenía sobre su labio.

    Oh, rayos... sí te están hablando a ti.

    Carraspeó la garganta disimuladamente cuando se dio cuenta de que se le había quedado mirando como estúpido a aquella chica, y se llevó el dorso de la mano a la boca, clavando la mirada en los casilleros a su lado. Menos mal que hacía frío esa mañana y sus mejillas apenas se habían coloreado un poco más por la vergüenza, aunque más que nada, era la sorpresa que se había llevado.

    —Eh... —balbuceó, y chasqueó la lengua, guardando un breve silencio antes de seguir hablando. Si había algo peor que llamar la atención por aparecer todo amoratado al primer día de clases llegando una semana tarde, era llamar la atención por parecer un rotundo tarado—. Casillero... y salón también, creo.

    Por favor, imbécil.

    —Por favor.
     
    Última edición: 29 Octubre 2020
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    Insane

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    Deslizó sus gélidos orbes por el cuerpo femenino al escuchar el sonar del rock por fuera de los cascos a medida que ésta iba descendiendo el volumen del aparato. Iba a freírse los tímpanos. Notó entonces el cómo Violet se inclinó con gracilidad, susurrando un "buenos días" mientras las mejillas se le coloreaban. Siempre era así, tan educada, servicial y delicada. Por su parte le sonrió con suavidad.

    —Buenos días —le devolvió el saludo, pasando su mano por el hombro de Violet por el mero instinto ante la presencia de la chica.

    No tenía pinta de ser amiga de Violet, aunque para ésta ser amiga de Gotho la posibilidad no era mínima.

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    Pasó la yema de sus dedos por el cabello húmedo mientras deslizaba sus orbes avellana por el espacio, con aquel tinte de curiosidad. Aaron no parecía haber llegado a menos que ya estuviese en el salón de clase, haberlo levantado el sábado luego de como se puso el pobre por los cócteles le provocaban el relucir de aquella actitud burlesca innata en él, sin embargo, el haber pasado con Sasha la tarde en el fin de semana con el helado, pese al llamado de atención que le realizó fue supremamente ameno.

    Enterró las manos en los bolsillos del pantalón mientras comenzaba a caminar al denotar el cabello vino no muy lejos, sin embargo, al visualizar la cabellera oscura de un chico frente a ella; se frenó a medio camino, escuchando al inglés.

    <<Uy, pero qué miedo, Sa-chan~ Vas a convertirme en piedra.>>

    ¿Quién era ese?

    Retomó el caminar como si nada, inclinándose tras ella sin perder entre las pestañas al chico que se alejaba.

    —Buenos días —susurró, dejando de lado su tono juguetón sin siquiera darse cuenta.
     
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    Nekita

    Nekita Amo de FFL

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    Quizás lo único interesante que había pasado en ese fin de semana suyo fue el pronto despertar al cual se vio obligado por parte de Daute cuando su cuerpo solo había querido seguir durmiendo por todos los cocteles que había tomado al no sentir en lo absoluto el alcohol hasta que fue demasiado tarde solo porque él quería correr en la mañana.

    Fuera de eso, todo el domingo se entretuvo terminando su mudanza, terminar de desempacar su ropa, alguno que otro reconocimiento que había tenido dentro del club de su anterior escuela (que terminaron en uno de los armarios pero bueno, tan siquiera los había sacado de la caja), algunos libros y finalmente el uniforme que sabía ya no iba a usar, pero tampoco quería desechar. Y para el lunes, ni siquiera esperó que el clima amaneciera de esa forma teniendo en cuenta lo buenos que habían sido los días anteriores, pero tampoco se iba a quejar, tan solo se puso una bufanda para ir a su ritmo tranquilo hacia la academia.

    No se centró en muchas cosas, tan solo en llegar a su casillero para cambiarse los zapatos y continuar por el pasillo para dirigirse al salón de la misma forma que lo hizo el viernes, solo que, en esta ocasión y quizás por la curiosidad que le generó ver de reojo un cabello de color morado fue que se detuvo a mirar en esa dirección y contra todo pronóstico, terminó centrándose en el chico cercano a ella.

    Le parecía familiar, demasiado familiar para su gusto teniendo en cuenta que en realidad, no conocía a nadie allí.

    Y quedarse en medio del flujo de estudiantes solo observando tratando de ponerle una memoria a ese rostro era mucho mejor que sentir que algo se le había escapado de su memoria.

    Aaron no es nada discreto, lamento que Noah se vaya a sentir observado desde ya (?
     
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  8.  
    Gigi Blanche

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    No se preocupó por revisar el trayecto de Joey ni nada parecido, le bastaba con que hubiera desaparecido de su campo de visión. Navegó entre los chats de su móvil y chasqueó la lengua al ver que sus mensajes aún no habían sido leídos. Mierda.

    La voz de Daute apareció justo sobre su oído. Había hablado en el susurro usual, incapaz de sobresaltar ni a una mosca, pero estaba tan enfrascada en sus pensamientos que se tensó apenas y se giró en redondo, recibiendo su mirada avellana. Le sonrió, dulce.

    —Buenos días, Dauti —murmuró, reparando en su cabello húmedo, y la sonrisa alcanzó aún más sus ojos—. Hace frío hoy, espero que no te haga mal andar con el pelo mojado.
     
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  9.  
    Zireael

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    laila c2.png
    Cuando el chico por fin reaccionó, dándose cuenta de que le estaba hablando a él, espero de todo menos que la mirara de arriba a abajo. No pudo evitarlo, el color le subió al rostro y desvió la mirada a cualquier parte que no fuese él.
    En todo caso cuando le dijo que buscaba casillero y salón, tuvo que volver a hacerlo para echarle un ojo al papel que traía entre manos. Estaba bastante maltrecho, pero había podido descifrar parte de los trazos, al menos lo suficiente para poder guiarlo.

    —De acuerdo, ven conmigo —dijo mientras redireccionaba sus pasos hacia la línea de casilleros de segundo. Briggs, Briggs...—. Y aquí está.

    Se giró hacia el muchacho y le dedicó una sonrisa suave, de las de siempre. Era como le había sonreído a Anna Hiradaira y Masuyo Kobayashi. Ahora que lo pensaba, últimamente se le estaba dando eso de acercarse a los nuevos y bueno, le estaba resultando bastante agradable.

    —Los salones de segundo está en la segunda planta. Puedes subir por las escaleras o por el ascensor, no deberías perderte, verás el número de cada clase apenas entrar al pasillo. De todas maneras, si quieres puedo acompañarte también.

    eris c2.png
    Notó cómo la chica le regresaba el saludo y sonrió con delicadeza, con una inocencia y suavidad que no poseía pero ni por asomo, pero joder, era de lo más bonita.

    Como para devorarla.

    Y triturarla.


    Era esa la chica que había llegado a presentar a Gotho con la linda muñeca japonesa que se había comido Welsh, ¿no? La que le había soltado a Sonnen que meterse en conversaciones ajenas era irrespetuoso o una mierda así, cuando bueno... Había sido Natsu el que llamó y sonó en el bolsillo del otro. Como fuese en ese momento su objetivo no era la chica en lo más mínimo.

    —No te había visto antes, Shiro-kun —dijo dirigiéndose al muchacho—. ¿También vas a tercero?
     
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  10.  
    Gigi Blanche

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    Recogió el borde de la bufanda entre la punta de sus dedos para recubrirse la nariz y respirar allí dentro. Era una mañana particularmente fría y, por suerte, una de las criadas lo tuvo en consideración al prepararle su uniforme. Era bastante probable que le hubiera dado pereza regresar a buscar abrigo si hubiera salido y notado la temperatura.

    Se cambió los zapatos y echó un vistazo alrededor. Había pocas probabilidades, lo sabía, pero así y todo era muy probable que siguiera intentándolo hasta que, efectivamente, Jez volviera.

    Aún no lo había hecho, se ve.

    No la había contactado, tampoco a Kashya. No era su estilo contactar a nadie fuera de la escuela, a decir verdad. Estuvo todo el fin de semana enfocada en tareas de la escuela o leyendo algún libro. El sábado a la tarde, cuando Rikka abrió la puerta para dejarle el té, le permitió la entrada a la discusión que su padre y su hermano estaban manteniendo en el estudio del mayor desde Dios sabía cuándo. Oía los insultos y la frustración del menor, por supuesto. Vandor, como todo Middel, era silencioso e inalterable. No distinguió una sola palabra provenir de sus labios.

    Tampoco lo había intentado con demasiado ahínco.

    No se había relacionado prácticamente con nadie, siendo francos. Su hermano solía desaparecer antes de la cena y Vandor no era, por supuesto, un ejemplo de verborragia. Intercambiaron las preguntas de rigor y eso era todo. El resto del día, Bleke se entretenía sola.

    No le molestaba, digamos, no a un nivel infructuoso. Ella también era Middel, después de todo.

    En los casilleros distinguió la silueta de Violet. Estaba junto a dos personas que no conocía y eso le hizo dudar hasta que, finalmente, se acercó. Lo hizo en el estilo usual, silenciosa y tranquila, e inclinó la cabeza hacia los desconocidos antes de dedicarle una sonrisa a Violet. No podría verla, claro, pero esperaba que la oyera en su voz.

    —Buenos días, Balaam-senpai —murmuró suave—. ¿Cómo te encuentras?

    Tampoco había sabido nada de Joey, no tenía idea si se había puesto manos a la obra con su pedido de echarle un ojo; una parte de ella, de todos modos, le susurraba que no y quizá por ello estaba ahí, demostrando preocupación.

    Era una Middel y, con todo y más, al menos sabía cargarse al hombro las responsabilidades que tomaba entre manos.
     
    Última edición: 28 Octubre 2020
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    Insane

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    Sonrió entonces, con parsimonia ante sus palabras. El haberse levantado a trotar, luego terminar duchándose con agua fría pese al clima dudaba ingenuamente el hecho de que le sentara mal, aunque su madre le hubiese dicho que se abrigara bien terminó olvidando la chaqueta roja sobre la mesa del amplio comedor.

    —¿Dormiste bien? —preguntó con interés real por su respuesta, recordando el hecho de que no le había preguntado por algo que le había comido la cabeza el viernes en la noche antes de quedarse dormido.

    Además, no vio a su padre en casa todo el fin de semana, tampoco es como si realmente hubiese ido a su estudio a comprobar que seguía respirando.

    —¿Cómo te fue con tu jefe, Saha?

    Podía tornarse serio al tratarse de aquellos temas que la involucraban a ella, a fin de cuentas no era cualquier chica.

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    Asintió jugando con la yema de sus dedos sobre el hombre de Violet, la cual guardó silencio tratando de no incomodar en la conversación, a fin de cuentas aquello sería de lo más irrespetuoso.

    —Suiren Craig —se presentó como si corrigiera por cómo lo llamó, mirándola entre las pestañas con aquellos zafiros frívolos—, tu nombre, es... —dejó abierto el tema, al no ser de los que ponían apodos, aunque su aspecto físico le traía a colación diferentes interpretaciones que no mencionaría jamás en voz alta.

    Le fastidiaba en realidad el hecho de los sobrenombres, evitando a toda costa el que los pusieran. Balaam sujetó los dedos sobre su hombro como si con el solo tacto le indicara que se retiraría. La hubiese detenido, pero sabía lo terca y testaruda que era. La vio inclinarse de nueva cuenta con suavidad mientras se apartaba con el celular en la mano.

    —Disculpen —murmuró con la pasividad usual.

    Llamaría a Natsu, lo sabía.

    Volvió su atención hacia Eris al escuchar a poca distancia el cómo otra chica llamaba a Violet con un tono de voz suave.

    —3-2 —informó continuando la conversación—, ¿a qué clase vas?

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    Frenó el tacto de su mano en el bolsillo de la falda sobre el móvil. Estaba a punto de sacarlo para comunicarse con Natsu, deteniéndose ante la voz conocida que le evocó una sensación de comodidad, aunque en igualdad de medida le recordó un hecho amargo por lo de Sonnen, ignorando esto último al colarse en sus labios aquella sonrisa animada entre los blancos dientes.

    —Middel-san —se sonrojó al recordar las galletas que dejó sobre la mesa el día viernes, olvidando el presente que se había propuesto realizar con la compañía de Natsu, pero éste nunca fue a su casa—, b-buenos días.

    Alisó con la yema de sus dedos los tablones de su falda. ¿Se veía presentable? Había procurado cuidar cada milímetro de su ser, al no poder verse frente a un espejo.

    —Todo está bien —informó con aquella dulzura natural en su tono de voz, mostrándole las muñequeras negras—, ya están reparadas.

    Y aunque había sido mentira el hecho de que se habían descompuesto, indudablemente jamás le diría la verdad.
     
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    Ceci

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    Había cierta magia en no ser una persona muy sociable, en ser solitario y en mirar a los grupos de personas desde lejos: no te daba chance a sentirte como estúpido cuando te mandabas alguna burrada. Pocas habían sido las veces en las que Noah se había sentido tan avergonzado de sí mismo, pues ni siquiera se había enterado de que los casilleros estaban ordenados alfabéticamente.

    ¿Para esto te quedaste parado como cachorrito sin dueño?

    Se ahogó ligeramente con su propia saliva y escondió la mirada entre los cabellos más largos de su fleco, sintiendo el rostro prendérsele fuego. El casillero frente a él tenía su apellido en grande, al igual que el resto de los compañeros a su lado. Semejante vergüenza lo había despertado más rápido que el aire polar de esa mañana.

    'Los salones de segundo está en la segunda planta. Puedes subir por las escaleras o por el ascensor, no deberías perderte, verás el número de cada clase apenas entrar al pasillo. De todas maneras, si quieres puedo acompañarte también.'

    Se apresuró a meter todas sus pertenencias a prepo en el cubículo, sintiendo que la cara le empezaba a arder más y más.

    No deberías perderte...

    Si quieres puedo acompañarte...

    Y de repente se sintió más como un niño pequeño que como un estudiante nuevo.

    Solo está siendo amable. Si de verdad fueras un niño pequeño en este estado te aseguro que ella no estaría tan tranquila.

    Chasqueó ligeramente la lengua. Ella. ¿Cuál era su nombre de nuevo?

    Cierto. No lo había preguntado.

    —¿Cómo te llamas? —le preguntó en voz baja, ligeramente más tranquilo.

    «No hay ninguna razón para ponerte nervioso», pensó, y volteó a verla nueva mente, cerrando la puerta de su casillero. Si bien quería dedicar toda su atención a aquella joven, no podía dejar de sentir cierta... incomodidad, por ponerlo de alguna forma. No sabía exactamente por qué, pues no era ella quien estaba poniéndolo incómodo en ese preciso momento, pero algo no se sentía para nada bien.
     
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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    Asintió con calma sobre si había dormido bien. Cuanto menos, eso no solía traerle problemas. Era tan activa durante el día que apenas llegaba a casa caía rendida y su sueño era consistente y pesado. En verdad agradecía tener la capacidad de desconectar así el cerebro porque si no su rendimiento sería desastroso. Y eso era algo que no podía permitirse.

    Con su jefe, ¿eh? La sonrisa que siempre tenía para Daute flaqueó un poco, sin embargo rápidamente suspiró y echó la espalda contra los casilleros, corriéndose el cabello del hombro.

    —Bien, todo bien —aclaró, puede que con cierta prisa, y se encogió de hombros—. Me tiró un poco la bronca por haber llegado tarde, normal. El resto como siempre.

    En verdad no era mentira, aunque sabía que seguía ocultándole piezas importantes de información; por ejemplo, que el "como siempre" implicaba soportar al imbécil del gerente pisándole los talones para gritarle lo que tenía que hacer, tolerar su mal humor, sus impulsos, incluso que anduviera observándole el culo a cuanta chica se le cruzara. Ella incluída.

    Era un maldito cerdo.

    —¿Tú bien? —Recuperó la sonrisa y extendió un brazo para rozar apenas uno de sus mechones humedecidos—. ¿Cuánto trotaste hoy?

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    Siguió sus movimientos en silencio, puede que valiéndose de la ventaja de no poder ser atrapada en el proceso. Asintió ante la información brindada y se acercó a Violet para entrelazar su brazo con el suyo. Algo bastante atípico de ella, ¿eh? Bueno, no era tan necia para creer que el fin justificaba los medios pero... era tan fácil colocarse máscaras.

    Como aquel invierno donde conoció a Joey, y se comportó como una perfectamente ordinaria adolescente.

    —Me alegra mucho oírlo, Balaam-senpai. ¿Te acompaño al tercer piso? —Fue una pregunta, aunque siendo honestos ya había empezado a caminar y la arrastró en el proceso—. ¿Qué tal tu fin de semana?

    Era una apuesta, pero inmiscuyéndose en los espacios que Violet frecuentaba quizá lograría conseguir información. Podía analizar a los estudiantes a su alrededor, analizar cómo la miraban, si murmuraban al pasar. No sabía si sacaría algo pero intentarlo era el primer paso, ¿verdad? Y no tenía nada que perder.
     
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    Insane

    Insane Maestre Comentarista empedernido

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    El que la reprendieran lo hacía sentir algo culpable, provocando que se rascara la nuca mientras desviaba la mirada, sin embargo se recompuso en cuanto el tacto ajeno apenas y rozó su cabello húmedo, mostrándole los blancos dientes al recordar la brisa helada en las mejillas pálidas.

    —Treinta minutos —habló con un deje de victoria en su voz—, mi madre me apagó el despertador, pero algo alcancé a hacer —se relamió los labios, risueño.

    Definitivamente le hacía falta algún día tranquilo en donde Sasha le hiciese cosquillas para quedarse dormido en sus piernas, sin embargo, el ser tan malditamente inquieto provocó que deslizara sus pupilas por el espacio, denotando a Aaron no muy lejos, con otras dos personas que no conocía en realidad.

    ¿Cómo habría terminado su fin de semana?


    Luego se lo preguntaría.

    —Te acompaño a tu salón de clase —sus dedos se entrelazaron con los de ella, a propósito, aprovechando el que hubiese la cantidad de gente presente.

    ¿Posesivo?

    Sí, podía serlo sin siquiera darse cuenta.
     
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    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido seventeen k. gakkouer

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    La noche del domingo se la había pasado preparando almuerzos como si estuviese organizando una fiesta o alguna mierda así, porque al final del día era esa clase de idiota, no importaba qué tanto pudiera pretender mezclarse con el mundo de sombras, con el Inframundo, a pesar de que tenía pase directo por su relación con Hades; y hablando del jodido señor de las llamas, le había empacado algo del almuerzo que había sobrado de los otros.

    El idiota de Altan estaba hecho un absoluto desastre y lo supo desde el momento en que se apareció en su puerta, terminó de quedarle claro con la movida siguiente, cuando volvieron de Hibiya. Las razones no las sabía, tampoco preguntaría porque nunca se preguntaban nada o casi nunca. Igualmente no debía ser algo con lo que ella pudiese ayudar así que solo le quedaban... Lo de siempre.

    Ignorando las salidas de puto desquiciado de Altan, la noche del sábado había sido de la más entretenida. Era posible que él no fuese a referirse a aquellos chicos como sus amigos nunca en su vida, pero a ella se lo parecían y le habían caído bien, a pesar de que intuía en lo que andaban metidos ambos. Hasta había logrado que el gatito asustadizo que parecía ser el pelirrojo bailara con ella, allí a mitad del parque, como si fueran un par de idiotas.
    No había estado nada mal.

    Cruzó el patio frontal con calma y una sonrisa ligera en los labios, a pesar de que la brisa helada agitaba sus víboras oscuras y el relámpago azul en direcciones aleatorias, junto a la bufanda gris. Había que ver, porque el otro estaba hundido pero a ella salir y hacer el tonto con un grupo de lobos solitarios le había ayudado a relajarse del montón de mierdas del viernes.

    Al entrar por fin en la Academia se quitó la bufanda del cuello y mientras caminaba hacia su casillero vio el anuncio sobre las pruebas físicas, que hizo que soltara un pesado suspiro. Bueno, tendría que darle a cada uno su almuerzo y que ellos vieran lo que hacer con él, así fuese llevárselo a casa cada uno.
    Antes de avanzar por la línea de casilleros de segundo buscó a Hiroki con la vista, obviamente, y luego a Aika. Por puro reflejo buscó también a Hiradaira, solo para evitarla si hacía falta, al menos hasta llegar a la clase, pero no la vio por ninguna parte.

    eris c2.png
    Soltó una risa floja al escucharlo corregirla, porque ciertamente le venía en gracia cuando la gente hacía eso, como si a ella fuese a importarle una mierda.

    —Eris Tolvaj —dijo entonces, presentándose. Vio que la chica se retiraba junto a otra, luego de apartar el toque de Suiren de su hombro—. ¿3-2 dices? Bueno, Craig, parece que somos compañeros de clase~ ¿Qué te parece?

    Le dedicó una sonrisa de dientes descubiertos, sin borrar aquella cortina de inocencia.
    Sacó un paquete de mentas del bolsillo de la falda, se llevó una a la boca y luego lo extendió hacia el chico, ofreciéndole una también si se le antojaba.

    laila c2.png
    Lo cierto es que el estado del chico la preocupaba, como debía preocuparle a cualquier persona normal, pero se estaba obligando a sí misma a no preguntar para no hacerlo sentir más incómodo porque ya estaba dando señales de estarlo y bastante. De alguna forma le recordaba a sí misma, así que por lo mismo no quería presionarlo ni nada extraño.

    Laila no era ninguna cabeza prodigiosa ni nada, pero el entrenamiento le tenía los sentidos afilados y había notado una mirada extra encima del chico aunque la ignoró como toda una campeona, con tal de mantener la atención en el chico que estaba orientando.

    —Laila Meyer. Un placer conocerte... —respondió a la pregunta del nombre, con voz suave. Volvió a echarle un ojo al nombre en el casillero—, Briggs.

    Podía ser extranjera y el nombre del chico lo parecía también, pero algo de las maneras japonesas había tenido que aprender, quizás un poco a la fuerza.
     
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    Ceci

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    Si bien se había quedado unos instantes pensando en qué era lo que particularmente lo traía tan incómodo, escuchar la voz de Laila lo volvió a traer a tierra, haciéndolo parpadear un par de veces. Sacudió ligeramente la cabeza al salir de su pequeño trance y giró su rostro en dirección a un reloj que había visto al entrar al lugar, sin saber exactamente si estaba a tiempo para su clase.

    —Debería llegar temprano —murmuró, casi para sí mismo, y no pudo evitar cringear un poquito al escucharla decir su apellido, devolviéndole su atención.

    La gente suele prestar menos atención a quien ya se instaló en un rincón dispuesto a no hablar con nadie.

    A pesar de llevar bastantes años viviendo en Japón, Noah aún no lograba acostumbrarse del todo a que lo llamaran por su apellido.

    Tampoco le tenía mucho afecto al mismo.

    —Gracias por tu tiempo —le contestó antes de volver a subirse su bufanda para pseudo tapar su rostro, apretando los labios en una ligera sonrisa tras la misma.

    Dio un paso hacia atrás, prestando atención al flujo de los estudiantes y hacia dónde se movían; sigue al rebaño, decían, y en su caso, debía seguirlos hacia las escaleras. Seguro aquella chica tenía un millón de cosas más interesantes que hacer que atenderlo a él.
     
    Última edición: 29 Octubre 2020
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    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido seventeen k. gakkouer

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    Nekita porque me dio paja retroceder y citar el mensaje (?
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    Mierda, ¡se estaba cagando de frío! Todo porque se le había quedado la bufanda colgada en la habitación y se le había hecho tarde para tomar el tren, si acaso había podido terminar de ponerse la chaqueta del uniforme encima mientras corría hacia la estación como si de eso dependiera su vida. Si es que encima de que no era muy listo empezaba a acumular tardías iba a terminar repitiendo segundo y ganas de eso no tenía.

    Entró a la Academia hecho una tromba como siempre, queriendo escapar de frío e hizo el cambio de zapatos a las prisas.

    —Buenos días, Kuro-chan —dijo al notar a Shiori en la línea de segundo. La chica le regresó el saludo y él pronto se puso en marcha de nuevo.

    Se estaba acomodando la chaqueta y el nudo mal hecho de la corbata mientras caminaba, de forma que no veía el frente y chocó de lleno con un chico.

    —¡Perdona! —soltó genuinamente angustiado y retrocedió unos pasos—. Ugh, no es la primera vez que me pasa. De verdad lo siento mucho... ¿Senpai? ¿No te hice daño ni nada?
     
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  18.  
    Insane

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    Desvió entonces la mirada hasta la escaleras, notando el hecho de que Violet ya había desaparecido de la planta baja, recordando entonces.

    <<Suzumiya-san, Middel-san>> Aquellos apellidos lo marearon de tanto ser mencionados el fin de semana, tanto que se los había memorizado de tantas cosas que habló sobre el ambiente escolar. Fue entonces que parpadeó con parsimonia.

    En la misma clase, ¿eh? Qué curioso.

    —Nada mal —comentó mostrándole una sonrisa ladina para mirarla de nueva cuenta—, ¿qué canción escuchabas, Eris? —cuestionó con un tinte de curiosidad

    Se le hacía una chica físicamente, atractiva.
     
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    Kaisa Morinachi

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    Nagi Watanabe

    El fin de semana transcurrió con tranquilidad, cuidando de su hermano y con un par de intentos fallidos en la cocina, aunque al final le resultó la receta del arroz. No tenía la mejor pinta, pero que lo hubiera hecho ella misma ya le alegraba. Rumbo a la escuela fue notable el clima, opaco y frío, no transmitía muchas energías. Solo esperaba que no empezará a llover luego, pues no llevaba paraguas.

    Con los cascos puestos se adentro en la academia observando los alrededores con calma, no demoró en visualizar a Kurosawa frente a los casilleros de segundo. Tras cambiar su propio calzado, apagar la música que iba escuchando y dejar reposar los cascos sobre sus hombros, dirigió sus pasos hacia su senpai.

    —Hey, senpai. Buenos días —saludó permitiéndose una leve sonrisa.

     
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  20.  
    Hygge

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    Acuario
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    upload_2020-10-29_15-28-29.png

    Estiró la bufanda hasta cubrir su nariz parcialmente y exhaló, el aliento cálido cosquilleándole la piel. Era una mañana particularmente fría pero a Yule, contra todo pronóstico, le agradaba. Las temperaturas bajas le mantenían más despierto que de costumbre y había algo reconfortante en llevar ropa abrigada. No pareció ser el caso de algunos alumnos a los que recorrió con la mirada al llegar a los casilleros, generándole un escalofrío por inercia.

    ¿C-Cómo podían aguantar el frío de esa forma?

    Su cuerpo se sobresaltó ligeramente cuando sintió a alguien darle un toque en el hombro y se giró, solo para notar cómo esa persona se deslizaba hacia el lado contrario. Suspiró, rascando su nuca con algo de timidez para notar cómo Rachel Gardner le dirigía una dulce sonrisa desde el otro lado, las manos entrelazadas tras la espalda.

    —¡Buenos días, Shirai-kun!

    —...Buen día —devolvió el saludo, algo más retraído en comparación. La rubia parecía bastante animada esa mañana—. ¿Pasaste un buen fin de semana?

    —Ah, ¿cómo lo supiste~? —bromeó, liviana, balanceando su cuerpo ligeramente hacia delante—. Mi hermana me compensó por el estrés de la primera semana de clases llevándome al zoo. Tenías que haber estado, un mono casi le roba el celular. ¡Hice muchas fotos!

    Yule soltó una risa suave por la nariz, enternecido con el relato. Empezaba a notarse cómo ambos se acostumbraban poco a poco a la presencia del otro. El primer día de clase apenas habría podido sostenerle la mirada.

    —¿Sí? ¿Podré verlas en algún momento, Gardner-san?

    No obstante, Rachel no respondió a su pregunta. Intrigado, notó cómo su atención se volvía hacia una chica de mechas rojas que se adentró como una exhalación hacia el interior del edificio, cargando algo en brazos. Ninguno pudo ver de qué se trataba a tiempo, pero la rubia pareció hacer un esfuerzo casi titánico por no echar a correr tras ella. ¿Serían amigas acaso?

    >>¿Gardner-san?

    Rachel parpadeó, antes de posar sus fuegos fatuos en él de vuelta.

    —A-ah, sí, perdona. ¿Vamos a clase? —preguntó, comenzando a girar sus pasos en su dirección—. Puedo enseñarte las fotos durante el receso si quieres.

    Yule sonrió apenas, enterrando las manos en los bolsillos de su chaqueta antes de seguirle. No era muy fan de los animales, pero no podía decirle que no a Gardner a fin de cuentas.
     
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